ISSN 2660-9037
CLÍO: Revista de Historia, Ciencias Humanas y pensamiento crítico / Año 4, Núm 7. Enero/Junio (2024)
Luis Vivanco Saavedra
Nacimiento y primer desarrollo de la Hermandad Musulmana.
PP. 112-138
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Desde luego, no se trataba de que el rey fuera nazi ni tuviera simpatía por el Tercer Reich,
pero el ver a Gran Bretaña en ciertos apuros le daba un poco de libertad para resistir el poder
del imperio y no actuar lo rápida y ecazmente como se deseaba en Londres.
Los británicos agotaron su proverbial ema, perdieron la paciencia, y una mañana de
esos días, en 1942, una columna de tanques ingleses avanzó hasta el palacio real y apun-
taron sus cañones al despacho del monarca, quien, al mismo tiempo, recibía al embajador
británico, el cual, con la mano en su pistola guardada en su cartuchera, le exigía al rey inter-
venir en el conicto a favor de Inglaterra. Ante tal actitud amenazante, o sutilmente
convin-
cente,
Faruk declaró la guerra a Alemania.
Esa fue una medida estratégicamente sabia para los aliados con respecto a la marcha
del conicto mundial, pero fue desastrosa para su política en Egipto. Para la monarquía del
Nilo fue aciaga: el pueblo egipcio se dio cuenta de que, a pesar de algunas bravatas de Fa-
ruk, en su país no mandaba el rey sino Gran Bretaña. Desde entonces la monarquía empezó
a perder rápidamente el favor popular.17 Ese acto del rey frente al embajador británico, de
manera dramática, selló el destino de la monarquía egipcia. Tras solo una década de ese
hecho, Faruk sería destronado y su dinastía acabaría tras siglo y medio de gobierno.
Aparte de compartir un ánimo anglófobo con la generalidad del pueblo, la agenda de la
Hermandad
iba también por otros propósitos de cambiar la vida y la cultura de Egipto. Es im-
en ese esfuerzo. Sin embargo, hubo entonces y ha habido a partir de esos tiempos movimientos y partidos políticos en medio
oriente que se inspiraron en variable grado en las ideas hitleristas, como por ejemplo el Partido Sirio Social-Nacionalista (siglas
en inglés SSNP), cuyo emblema es inclusive un remolino que remeda la
swaska
de los nazis. Es uno de los partidos más anti-
guos de medio oriente, fundado en 1937 por un cristiano libanés, Antoine Saade, y sigue aún activo. Tiene en su haber varios
actos terroristas y atentados. Aspira a la creación de una “Gran Siria”, que se extendería desde el Éufrates hasta el Sinaí, y desde
Arabia hasta Turquía, y en la cual Israel sería eliminado. El SSNP es más un partido “social” que religioso (su militancia incluye
tanto musulmanes como cristianos y drusos) y más allá de un nacionalismo árabe, plantea un supremacismo bajo el mito de
una patria siria original que debe ser reconstruida. Es uno de los pocos partidos políticos en el mundo que, inspirado en el na-
zismo, sigue aún funcionando y mantiene un lugar de cierta relevancia en la política de medio oriente. Por otro lado, en cons-
tante intento de fungir como
advocatus diaboli
, diré que Hasan al-Banna, en dos de sus escritos,
Paz en el Islam
y
Nuestro Mensaje,
critica el ultranacionalismo de nazis y fascistas. Dice que es una “idea reprehensible […] no buena ni en lo más mínimo”, y que
daba poder a “tiranos elegidos”. Este último señalamiento es significativo: la descalificación particular no es tanto hacia la
tiranía en sí, sino al procedimiento que la origina, que es la elección. Para Al-Banna, el sufragio es un elemento delicado, débil
y ambiguo. Puede permitir que llegue al poder quien desee gobernar bajo la ley islámica, pero también puede permitir que
llegue al poder quien no desee ese fin. Por lo tanto, no es un método viable o confiable para acceder al gobierno islámico, a
menos que se pueda garantizar la victoria del bando “correcto”, es decir, de los candidatos que pondrán a la comunidad bajo
el gobierno islámico. En ese sentido, el sufragio es un elemento para permitir el acceso al poder a quienes por particulares
condiciones pueden confiar en un electorado que los llevará al poder, pero no debe ser permitido para alternativas distintas de
la “correcta”, que es, la de poner al país bajo el gobierno islámico.
17 Un tiempo después de este hecho, Faruk, que tenía una colección de autos de lujo muy rápidos, tuvo un terrible accidente
de tránsito en uno de tales vehículos que guiaba a toda velocidad por una carretera del campo, y en el cual murió una her-
mosa chica que iba con él. Él quedó mayormente ileso, pero las heridas del accidente afectaron algunas de sus funciones
glandulares, y empezó a engordar hasta un grado de obesidad mórbida que lo hizo tristemente célebre en el mundo. Para
muchos, esto hizo su figura más despreciable, aunque en una luz más humana, da más para lástima y aún cierta simpatía,
que simple desprecio. Otra característica que dice mucho sobre la curiosa personalidad del rey es que era cleptómano.
Algún día quizá el psicoanálisis escriba una reflexión sobre ese rey –ciertamente, no el peor de cientos de otros reyes de
Egipto – que fue Faruk I, un personaje que, como muchos de la historia, más merece comprensión que condena.