ISSN 2660-9037
CLÍO: Revista de Historia, Ciencias Humanas y pensamiento crítico / Año 4, Núm 7. Enero/Junio (2024)
Lisset Lisbeth Moren Rivera
La depresión mayor y la psicosis como trastornos mentales: una realidad vigente.
PP. 147-157
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TDM. Para Piñar S., Suárez B., & De La Cruz V (2020), cuando “se habla de tratamiento farmaco-
lógico puramente, éste se reserva para casos de moderados a severos” (p.11).
Entre los tratamientos farmacológicos se encuentran: inhibidores de la recaptura de se-
rotonina (ISRS); inhibidores de la recaptura de serotonina y norepinefrina (IRSN); inhibidores
de la recaptura de noradrenalina y dopamina (IRND); inhibidores selectivos de recaptura
de noradrenalina (ISRN); agonistas de melatonina; antagonistas alfa-2; moduladores de la
serotonina; inhibidores de la monoamino oxidada (IMAO); antidepresivos triciclicos (ATC);
antidepresivos multimodales (Piñar S., Suárez B., & De La Cruz V., 2020).
A parte de estos tratamientos farmacológicos, también existen tratamientos como la
terapia cognitiva y la psicoterapia interpersonal, aplicadas individualmente (monoterapia) o
en combinación con alguna farmacoterapia. En opinión de Pérez P., Cervantes R., Hijuelos
G., Pineda C., & Salgado B. (2017), “además, dada la preocupación acerca de los efectos
secundarios de algunos medicamentos antidepresivos, se recomienda el uso de la terapia
cognitiva para el tratamiento de la depresión”(p.87).
La segunda variable de la investigación tiene que ver con la denominada psicosis, cuya
concepción clínica ha generado diversas conjeturas, deniciones, posturas y teorías. Por
una parte, existe una tendencia de entender a la psicosis como una enfermedad genética
del cerebro, por tanto, bajo esta perspectiva, Tizón (2014) dene a la psicosis como “la
pérdida del sentido de la vida psíquica que tiene su base en la bioquímica cerebral” (p.18).
Por otra parte, otra tendencia arma que la psicosis es una forma de experiencias de vida,
es decir, que son formas de vivir, de adaptarse después de grandes dicultades iniciales,
en tal sentido, Tizón (2014) indica que, son “formas sufrientes, dolorosas, vías alteradas de
relación y adaptación, pero los pacientes con psicosis tienen sus propias experiencias y su
mundo interno o intimidad” p.19).
En todo caso, la psicosis es un estado de confusión extremo, que es resultado de situa-
ciones externas y de las presiones o estresores externos o internos de la persona. Para Ti-
zón (2014), ese estado de confusión “esa descompensación o episodio, por lo general, suele
estar precedido por meses y años en los que el individuo ha dado muestras de problemas
mentales…se ha manifestado en ocasiones enormemente triste o profundamente distraído
o desconado, o con estados de ansiedad y miedos repetidos”(p.20).
En este sentido, existen factores que afectan la vulnerabilidad de la persona, tales como:
los factores genéticos, pues la psicosis es proporcional al número de genes compartidos,
aunque puede haber psicosis sin antecedentes familiares o no darse la enfermedad aunque
haya varios miembros afectados; los factores biológicos, que se deben a una hiperactividad
de la dopamina o una mayor sensibilidad de los receptores dopaminérgicos en el cerebro,
complicaciones durante el embarazo, deciencias nutricionales o traumatismos craneales,
pueden ser considerados como elemento biológicos que potencian posibles situaciones
de psicosis; los factores medioambientales, tales como sucesos traumáticos, problemas