ISSN 2660-9037
CLÍO: Revista de Historia, Ciencias Humanas y pensamiento crítico / Año 4, Núm 7. Enero/Junio (2024)
Jorge F Vidovic
La africanidad en la costa sur lacustre de Maracaibo,
de Evelyn Canaán.
PP. 203-205
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perdure en el tiempo y se mantenga como vanguardia en cada generación, fortaleciendo así,
la consciencia histórica y la identidad del grupo.
En el contexto de la reconstrucción histórica a través de la oralidad, el trabajo de Evelyn
Canaán “La espiritualidad en la Costa Sur Lacustre del Lago de Maracaibo” cobra una im-
portancia fundamental. La investigación se destaca por ser una suerte de compendio oral
que recopila la cosmovisión y la tradición del culto Agé-Benito. Todo ello se logra mediante
entrevistas con participantes y promotores de dicho culto. Canaán, en su papel de fotógrafa
y relatora, ha logrado capturar la esencia de esta tradición religiosa a través de su trabajo
fotográco y al registrar las voces y testimonios de los cultores, quienes se convierten en
fuentes orales generacionales. Estos cultores son portadores de la sabiduría y el conoci-
miento transmitidos de generación en generación. Esto convierte sus testimonios en una
fuente valiosa para comprender y preservar esta forma de espiritualidad ancestral.
Entre los testimonios que presenta Canaán (2020), el de la cultora Isabel Segunda Andra-
de Tovila1, quien describió su devoción a San Benito y recordó que su papá, Natividad Andra-
de estuvo sirviendo de director por treinta años. Andrade, aclara que antes eran cinco golpes
que tocaban cuando sacaban el santo por la calle. Con el golpe de Agé, sacaban el santo de
la iglesia para pasearlo por el pueblo, después cambiaban el golpe; tocaban Chimbangalero,
después de Chimbangalero era Sangorongome, después de Sangorongome, era Misericor-
dia. Después de la Misericordia era el Chocho, que tocaban otra vez, para meter el Santo y el
Agé. Con el santo por la calle, no echaban Cantica señala Andrade. Pues, mientras estén con
el santo por la calle, no tocan el golpe Cantica. También Andrade mencionó, Los Tambores: El
Tambor Mayor, dos Tambores Segundo, el que llaman el Cantante y el Medio golpe.
Cada cultor reivindica su afrodescendencia, manteniendo su culto a través de la oralidad,
con símbolos, danzas, vestimenta, banderas, instrumentos, jerarquías y roles. Todos estos
elementos emergen como patrimonio cultural afro-zuliano e incluso como patrimonio cul-
tural de la Nación, ya que en este acontecer se reivindica tanto la identidad zuliana como
la venezolana. Cada fotografía connota el colorido semántico de cada elemento, personaje,
danza, símbolo de Agé-Benito, vestimenta, ores, instrumentos y la tambora con cada golpe,
que dirige toda una sonoridad narrativa. Esta narrativa construye el sincretismo de lo mitoló-
gico, el cántico religioso, el culto, lo histórico-ancestral y la afrovenezolanidad en el espacio
lacustre del municipio Sucre-Zulia.
Las entrevistas y el material fotográco permiten adentrarse en la cosmovisión y prác-
ticas del grupo, facilitando la comprensión y valoración de su identidad. El enfoque en la
oralidad destaca su importancia como vehículo para transmitir conocimientos y sabiduría
ancestral. La voz de los practicantes se convierte en un códice ancestral que abarca aspec-
tos históricos, espirituales y estéticos. Esta oralidad no solo asegura la pervivencia de la tra-
1 Entrevistas realizadas por la autora en San José, con fecha: 07/04/1911-28/01/2015. Fuente: https://zenodo.org/
doi/10.5281/zenodo.8320213