
ISSN 2660-9037
CLÍO: Revista de Historia, Ciencias Humanas y pensamiento crítico / Año 4, Núm 8. Julio/Diciembre (2024)
Macarena Lascevena Norambuena
Explorando la historia de la educación desde la perspectiva de John Dewey:.
PP. 90-104
108
dio lugar al modelo de capacitación por competencia, siendo pioneros en estas prácticas,
además de los países ya citados de América del Norte, Alemania, Austria, Nueva Zelanda,
entre otros (Sesento, 2008).
A partir de la década de los años noventa, este modelo educativo fue adquiriendo relevan-
cia, particularmente en el contexto latinoamericano, que recibió asesoría externa para obtener
recursos didácticos de Canadá, garantizando así la transición hacia un nuevo modelo educati-
vo, creando marcos de cooperación con esta nación. Estos cambios favorecieron la transfor-
mación educativa y el emprendimiento de proyectos de mejora técnica y capacitación para el
trabajo, entendido este como el conjunto de destrezas, habilidades y aptitudes que conducen al
desarrollo pleno y el éxito de los individuos frente al contexto global (Sesento, 2008).
Por este motivo, las competencias en la educación superior buscan la resolución de pro-
blemas concretos, estableciendo aprendizajes activos como horizonte curricular, centrado
en los estudiantes, en la vinculación práctica y en la integración de los saberes. Se conciben
como habilidades individuales que se desarrollan para solventar necesidades contextuales,
vinculándose a las aspiraciones, motivaciones y emociones de los individuos, puesto que
no basta con el saber o saber hacer, es necesario incluir las formas de ejecutar el conoci-
miento, de emplear el potencial, obteniendo resultados beneciosos para los individuos, las
universidades, el mercado laboral y la sociedad (Casanova et al. (2018).
A través de este enfoque, los individuos entran en contacto con los valores, con la alte-
ridad, con el saber, con el mercado, pero también con su individualidad y con su inclinación
hacia distintas áreas, lo que inuye en su conducta y forma de ser. Es así que las competen-
cias satisfacen necesidades reales y aspectos más complejos, como las cualidades emo-
cionales, afectivas y demás rasgos distintivos de los individuos.
En concordancia con lo anterior, el enfoque por competencias es revitalizado en la dé-
cada de los años dos mil con la aparición de los presupuestos teóricos de Sergio Tobón,
que hace énfasis en la necesidad de abordar las competencias desde un enfoque holístico,
interactivo, contemplando las diversas áreas y facetas del ser humano. Concibe que este
enfoque es capaz de integrar conocimientos, habilidades, actitudes, emociones dentro de
marcos especícos, logrando que los educandos alcancen un desempeño eciente, ético,
interconectando el ámbito personal con lo educativo y laboral (Tobón et al., 2006).
En palabras de Tobón (2010): “Las competencias buscan que los seres humanos desa-
rrollen todo su potencial para actuar con idoneidad y ética ante los problemas, y si esto es
así se esperaría tener impacto en los problemas sociales como la pobreza y la violencia” (p.
15). Por tanto, “Las competencias implican cambios en las estructuras educativas y organi-
zacionales, y la única forma de hacerlo es cambiar la forma de pensar” (p. 16). Lo anterior
sólo es posible mediante el trabajo colaborativo, lo que conduciría a mejoras en la calidad
de la educación y en las condiciones de vida de los individuos, que podrían socializar y eje-
cutar plenamente los aprendizajes adquiridos.