ISSN 2660-9037 169
CLÍO:
Revista de Revista de Historia, Ciencias Humanas y
pensamiento crítico
Año 4, Núm 8. Julio/Diciembre (2024)
PP. 152-168. Provincia de Pontevedra - España
*Universidad Privada Antenor Orrego. Correo: kdiazl3@upao.edu.pe / https://orcid.org/0000-0002-9769-340X
**Universidad Privada Antenor Orrego. Correo: lpalacioss1@upao.edu.pe / https://orcid.org/0000-0001-5492-3298
***Universidad Privada del Norte. Correo: carlos.borrego@upn.pe / https://orcid.org/0000-0001-6168-300X
Recibido: 12/2/2024
Aceptado: 20/4/2024
Educación inclusiva: de las consideraciones teóricas
a la praxis social
Katia Díaz-León*, Lina Iris Palacios-Serna**, Carlos Esteban Borrego-Rosas***
RESUMEN
El derecho a la educación inclusiva es un tema que inquieta a la comunidad y a los organismos internacio-
nales, en tanto garantiza la protección y acceso al aprendizaje integral de los estudiantes con necesidades
especiales, mediante prácticas especícas, pero no discriminatorias. En virtud de lo anterior, la presente
investigación, tiene por objetivo analizar los lineamientos teórico-conceptuales de la educación inclusiva
y sus alcances sobre la población estudiantil con necesidades especiales, atendiendo a una perspectiva
crítica inter y multidisciplinar, que concibe esta problemática como un proceso de trabajo continuado, que
procura la integración académica y la defensa de la individualidad, así como de los derechos elementales de
cada uno de los educandos. El abordaje de la investigación es de tipo cualitativo, con apoyo de la explora-
ción documental. Se concluye que la educación inclusiva es una modalidad educativa que benecia al estu-
diantado, pero también a la sociedad, al promover valores positivos y convertirse en reproductora de estos.
Palabras clave:
Educación inclusiva, Estudiantes, Necesidades especiales, Exclusión.
Inclusive Education: From Theoretical Considerations to Social Praxis
ABSTRACT
The right to inclusive education is a matter of concern for both the community and international organiza-
tions. It ensures protection and access to comprehensive learning for students with special needs through
specic, non-discriminatory practices. In this research, we analyze the theoretical-conceptual guidelines of
inclusive education and its impact on the student population with special needs. Taking a critical inter and
multidisciplinary perspective, we view this issue as an ongoing process that aims to achieve academic in-
tegration while safeguarding individual rights. Ultimately, inclusive education benets not only students but
also society by promoting positive values and acting as a conduit for their propagation.
Keywords:
Inclusive Education, Students, Special Needs, Exclusion.
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Introducción
En el contexto actual, la educación inclusiva responde a los problemas suscitados por la
diversidad estudiantil. Procura garantizar su participación en los procesos escolares, llevan-
do al alcance de sus logros y al cumplimiento de sus metas, lo que requiere de la indagación
teórica, pero también de la puesta en práctica de políticas inclusivas y de no discriminación,
con la nalidad de incluir a todos los estudiantes, independientemente de sus necesidades
especiales, en la escolarización. Dicha modalidad educativa se rige por principios de la equi-
dad, la justicia, solidaridad, con una acentuada visión humanística, que procura el respeto y
resguardo de los derechos humanos.
Se trata de una propuesta que refuerza los miramientos de la educación en todos los ni-
veles, pero que requiere de transformaciones, el acompañamiento del docente, la presencia
de los padres, representantes y de la comunidad. Emplaza a dar continuidad a la educación
desde espacios escolares, desde ámbitos ordinarios, sin necesidad de discriminación o
desplazamiento, lo que es sinónimo de ecacia y eciencia a la hora de medir los alcances
de la inclusión escolar.
La educación inclusiva busca satisfacer las demandas crecientes de la comunidad estudian-
til, aplicando diversas metodologías de trabajo, procurando el éxito estudiantil, en contextos di-
vergentes. En virtud de lo anterior, esta investigación tiene como objetivo analizar los sustentos
teóricos de la educación inclusiva, haciendo énfasis en el caso de estudiantes con necesidades
especiales, desde una óptica de trabajo inter y multidisciplinar, como medio para promover la
integración académica y la defensa de la inclusión en los escenarios latinoamericanos.
1. Metodología
La investigación es desarrollada bajo los lineamientos del paradigma cualitativo, sir-
viéndose del método de exploración documental, considerado por Gallardo (2017), como
el “proceso basado en la búsqueda, recuperación, análisis, crítica e interpretación de datos
obtenidos y registrados en diversas fuentes documentales: impresas, audiovisuales o elec-
trónicas”. Por ende, su propósito es aportar nuevos conocimientos al fenómeno estudiado.
Dicha metodología facilita la revisión de gran cantidad de información, literatura y de cono-
cimientos previos y actuales, además de hacer factible el uso de fuentes conables, con
el propósito de validar la producción teórica ofrecida. Asimismo, proporciona los elemen-
tos para complejizar y teorizar el fenómeno estudiado, a la vez que permite al investigador
adentrarse en diversas fases, que demuestran la abilidad de la investigación.
En virtud de lo anterior, se han utilizado importantes fuentes de bases de datos de re-
conocida trayectoria, tales como Scopus, Scielo, Dialnet, Redalyc y Google Académico. De
igual forma, se toman en consideración, datos suministrados por organismos internaciona-
les, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Fondo de las Naciones Unidas
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para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otros. La inves-
tigación se encuentra limitada a la exploración teórica, lo que hace posible que pueda servir
de referente de información actualizada, conable y no sesgada, para ahondar en futuras
investigaciones teóricas o empíricas sobre la educación inclusiva y las necesidades espe-
ciales en la comunidad estudiantil.
2. Miramientos teóricos sobre la educación inclusiva
Según lo planteado por Dueñas (2010), los fundamentos de la educación inclusiva se
rastrean en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las demandas de los
distintos organismos internacionales, que señalan las deciencias en el derecho de acceder
a la educación, encontrando discrepancia entre lo postulado en la norma y lo evidenciado
en los escenarios escolares. De lo armado anteriormente, surgen diversas reuniones, con-
venciones y resoluciones, cuyo n es raticar el derecho a la inclusión dentro de la educa-
ción. Entre estas destaca la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (1989),
la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la enseñanza (1960), las
declaraciones de los Derechos del Deciente Mental. Entre estas propuestas de trabajo,
resultan relevante la Conferencia Mundial de la Educación para Todos (1990), las Normas
Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (1993),
entre otras, que se centraron en la defensa de la educación como derecho humano y como
estrategia para promocionar la legitimación de la inclusión estudiantil.
De esta manera, el término educación inclusiva toma auge en la década de los años
noventa del siglo XX, sustituyendo el concepto de integración, utilizado en la práctica edu-
cativa del momento. Se centra en la premisa de modicar la estructura escolar, toda vez que
se insta a responder a las necesidades estudiantiles, permitiendo su escolarización. Como
tal, asume la heterogeneidad de la educación, dando origen a importantes discusiones aca-
démicas, como la educación para todos, la búsqueda de satisfacción de los aprendizajes y
la revisión de las necesidades sociales (Martin et al., 2017).
En este mismo orden de ideas, Martin et al. (2017), denen la educación inclusiva como
un modelo educativo donde intervienen docentes, padres y comunidad, sin importar las
condiciones físicas, raciales, religiosas o de género de los estudiantes. Pretende reconstruir
la escuela mediante una perspectiva integradora, que brinde satisfacción a las necesidades
de los estudiantes, pues la inclusión puede resumirse a participación activa de los educan-
dos en todas las prácticas educativas contempladas en los escenarios educativos. Lo ante-
rior forja un ideal de escuela abierta, exible, sin requisitos de selección o mecanismos de
discriminación, sino que se encuentre abierta la diversidad, con variedad de oportunidades,
adecuándose a las necesidades y potencialidades de cada uno de sus integrantes.
En concordancia con lo anterior, la educación inclusiva se sustenta en la premisa de que,
independientemente de las capacidades estudiantiles, la educación es un derecho humano
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inalienable, lo que implica que esta debe ser accesible a todos, estableciendo mecanismos
para la atención de población estudiantil diversa. En esencia, exige la presencia, participa-
ción y acción de los actores educativos, señalando la pertinencia social de la educación y su
multidimensionalidad, llegando a considerarse esencial para la reinvención de los contextos
sociales, políticos, económicos y culturales de la región latinoamericana.
Para Hernández & Samada (2020), la educación inclusiva se encuentra fundamentada
en que cada estudiante, niño, joven o adulto, tiene intereses, capacidades y necesidades de
aprendizaje distintos, por lo que el sistema educativo ha de atender y considerar su diversi-
dad. Por tanto, indican Muñoz et al. (2023), la educación inclusiva es un derecho progresivo,
no renunciable, centrado en las características y necesidades especiales de los individuos,
que puede hacerse efectivo mediante el acceso a la educación sin exclusión y con equidad.
La UNESCO (2016) amplía esta conceptualización de inclusión, al sostener que puede
ser concebida como un proceso que responde a las múltiples necesidades de todos los edu-
candos a través de una mayor participación en el aprendizaje, las actividades culturales y
comunitarias y reducir la exclusión dentro y fuera del sistema educativo. Lo anterior implica
cambios y modicaciones de contenidos, enfoques, estructuras y estrategias basados en
una visión común que abarca a todos los infantes en edad de escolarización, acompañada
por la convicción de que es responsabilidad del sistema educativo regular el ingreso de
todos los niños y niñas a las aulas escolares.
Siguiendo este orden argumentativo, la educación es esencial para lograr la erradicación
de la pobreza, brindar acceso al conocimiento, promover fuentes de empleos, así como ga-
rantizar la inclusión dentro de los escenarios sociales. Contempla que la inclusión educativa
mejora las condiciones y la calidad de vida, siendo un proceso continuado, encaminado hacia
toda la vida; responde a las agendas actuales de la educación, a las posibilidades de transfor-
mación de sus estructuras, previniendo toda forma de marginación, disparidad, desigualdad
y falta de acceso a la participación activa dentro de la escuela. Lo anterior supone que ningún
tipo de educación puede concebirse como acabada, sino que requiere de continuos ajustes
y esfuerzos continuados, para integrar a las poblaciones vulnerables a la educación formal.
Conscientes de lo anterior, la inclusión educativa se ajusta a los criterios enmarcados
por la ONU (2015), que en el artículo 4 de su agenda para el Desarrollo sostenible, contempla
la relevancia de la educación, insistiendo en su valor para avalar la igualdad en la educación,
aprendizajes equitativos, suscitando la realización de la personalidad de los educandos,
cultivando la cultura de la tolerancia, la paz y el respeto. Asimismo, la UNESCO (2017a), ar-
ma que la educación es un bien público, que requiere protección estatal y social, mediante
políticas públicas que resguarden el derecho a la inclusión de todos los individuos.
Es así que la educación inclusiva trasciende la visión tradicional de la educación y se
encarga de velar por aspectos como la salud, el crecimiento personal y de brindar participa-
ción de todos los actores sociales en la comunidad escolar; considera a los individuos desde
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sus peculiaridades, desde las necesidades especícas, desde circunstancias que ameritan
atención especial. Por ende, el objetivo 4 del desarrollo sostenible, plantea cambios estruc-
turales en la educación, con aspiraciones a la transformación de las vidas, comunidades y
sociedades, apostando por la dignicación de la condición humana, por la diversidad y por
la equidad social (UNESCO, 2016).
La propuesta central de la UNESCO radica en el hecho de asumir que todos los estudian-
tes cuentan por igual, lo que exige cambios a nivel teórico y prácticos dentro del sistema
educativo, que abarque a los docentes, el aula, el personal de apoyo y a todos los actores
responsables de las políticas públicas a nivel estatal. Sólo así la educación inclusiva puede
inuir positivamente dentro de la sociedad, al alentar la igualdad de condiciones, propo-
niendo nuevas estrategias de enseñanza, liderazgo y apoyo. En consecuencia, la UNESCO
(2017b: 13), considera que la inclusión es un proceso que ayuda a superar los obstáculos
que limitan la presencia, la participación y los logros de todos los y las estudiantes”.
El mencionado organismo internacional insta a la formulación de políticas públicas ba-
sadas en la inclusión y la equidad hacia los estudiantes. Esto no signica dejar de recono-
cer las dicultades existentes tras sus condicionamientos peculiares, sino que emplaza a
la protección de los derechos estudiantiles, garantizando el acceso al entorno educativo,
estableciendo reformas concretas dentro de los aprendizajes. De acuerdo con lo anterior, la
educación inclusiva se caracteriza por una serie de elementos que, de acuerdo a la UNESCO
(2017b), pueden precisarse de la siguiente manera:
Preocupación por los logros de todos los estudiantes, independientemente de sus
características y condicionamientos peculiares.
Reconocimiento de los benecios de la diversidad y de las diferencias.
Participación activa y atención privilegiada a estudiantes en condiciones de vulne-
rabilidad.
Alcance de un entendimiento incluyente y equitativo acerca del otro, previniendo así
las desigualdades y los estereotipos.
Movilización de la comunidad hacia el respaldo de la inclusión de todos en la educa-
ción, en igualdad y paridad de condiciones.
Por su parte, la UNICEF (2014b: p.31), dene la educación inclusiva como “un proceso
que permite abordar y responder a las diversas necesidades de todos los estudiantes a
través de una mayor participación en el aprendizaje, en la cultura y en las comunidades,
así como en la reducción de la exclusión educativa”. Por consiguiente, engloba un proceso
dinámico, de desarrollo continuado de la labor docente, que amerita la reexión constante,
la autoevaluación, la revisión de los fundamentos de la escuela y de las barreras construidas
en torno a esta.
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Por ello, asumir la educación inclusiva es aceptar que engloba todos los aspectos de la
educación, tales como lo curricular, lo didáctico, lo evaluativo, la infraestructura y la gestión.
En otras palabras, la educación inclusiva no camina de forma separada de los cimientos de la
educación, sino que forma parte esencial de esta, siendo una responsabilidad de cada actor
involucrado, velar por la continuidad y permanencia de la inclusión en los espacios escolares.
Conectando estas ideas, la inclusión en el ámbito educativo tiene como objetivo estable-
cer un conjunto de procesos, cuya nalidad radica en eliminar o minimizar las barreras en
los aprendizajes, conduciendo a la participación de todo el alumnado. Se trata de desmon-
tar las estructuras del sistema educativo, que se encuentra inmersos dentro de las escuelas,
institutos, universidades, así como dentro de la comunidad y de los organismos estatales
y nacionales, que, de alguna u otra manera, ejercen discriminación y exclusión sobre la po-
blación estudiantil que no tiene las mismas posibilidades que el resto de educandos, tales
como aquellos que tienen necesidades especiales (Booth & Ainscow, 2015)
3. Educación inclusiva: un enfoque pensado para los estu-
diantes con necesidades especiales
Pérez (2016), sitúa el origen del término necesidades especiales dentro de la educación
en la búsqueda del reconocimiento, respeto y promoción de los derechos de estudiantes con
discapacidad motriz, sensorial, cognitiva, excepcionales, entre otras, mediante servicios pú-
blicos, ciudadanos y comunitarios, que respondan a sus necesidades más elementales. Em-
pero, el concepto de necesidades especiales ha ido evolucionando, conforme se ha aceptado
que este no se encuentra anclado sólo a condiciones de salud física, lo que, acompañado
con la claricación del concepto de discapacidad por parte de organismos internacionales,
como la OMS, ha derivado en conceptualizaciones contundentes sobre el tema.
La OMS (2023), precisa que la discapacidad forma parte de los individuos de forma cir-
cunstancial o permanente, siendo el resultado de afecciones, lesiones o basado en la com-
binación de diversos factores ambientales y personales. Estima que, para el año 2023, cerca
de 1300 millones de personas sufrían algún tipo de discapacidad importante, cifra que va
en aumento, como resultado del crecimiento poblacional. Sin embargo, lo destacable de
esta denición, es que las personas con discapacidad constituyen un grupo diverso, que re-
quieren de atención especial, sin desatender otras áreas humanas en las que se encuentran
envueltos, como la salud, la sexualidad, la edad, la etnicidad, por citar algunos elementos.
La discapacidad, en consecuencia, es una peculiaridad o atributo de algún individuo,
originado mediante un trauma o problema de salud, que requiere de intervención profesio-
nal, mientras que las necesidades especiales trascienden las limitaciones físicas e integran
elementos como lo emocional, la diversidad cultural, la salud mental, condicionamientos
personales, problemas de lectura, escritura e, inclusive, la citada discapacidad física. En-
tendido así, las necesidades especiales se articulan a las propuestas teóricas suscitadas
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de la educación inclusiva, en tanto conciben que la exclusión es un fenómeno social, que
evidencia el grado de intolerancia y desconocimiento de la realidad estudiantil.
Por esta razón, Booth & Ainscow (2011 & 2015) sostienen que es necesario desmontar
las estructuras excluyentes de la educación, armando la urgencia de focalizar la inclusión
dentro de los espacios escolares, como un mecanismo para promover y responder a la
diversidad estudiantil, mediante prácticas que favorezcan la participación de todos, crean-
do una cultura inclusiva, orientada hacia la integración de los individuos con necesidades
especiales. Procura la construcción de una política escolar, con una visión axiológica com-
partida, cónsona con la formación y enfoque educativo que favorezca la actuación de todos.
La inclusión educativa tiene un enfoque multidisciplinar; abarca los contextos educati-
vos, pero también las necesidades educativas especiales de cada estudiante. Plantea una
perspectiva crítica de las condiciones especiales, puesto que reclama procesos de inte-
gración académica, que respete la individualidad de cada persona, sus necesidades es-
pecícas, intereses y adecuación del entorno. En este sentido, se procura mejoras en las
condiciones de equidad, de acceso al saber, sin discriminaciones cognitivas, físicas, étni-
cas, económicas, culturales e identitarias (Ruiz et al., 2021). Es así que se concibe como
una arista de los derechos humanos, como fundamento para la participación activa de los
estudiantes y para la promoción de la educación exible y accesible en todos sus niveles.
La inclusión educativa responde a la visión integradora de los derechos humanos, pues pro-
cura dignicar y mejorar las condiciones de vida de los individuos. Ruiz et al. (2021), destacan
la idea de que la inclusión educativa conduce a la superación de las barreras inmersas en el
proceso educativo tradicional, a la vez que lleva a la participación y a logros de todos los estu-
diantes. Asimismo, evidencian que la inclusión no sólo es referida a discapacidades, sino que
las necesidades especiales van mucho más allá; es un concepto amplio e integrador, que con-
tribuye a la superación de las limitaciones del sistema escolar tradicional, mediante un enfoque
holístico, transversal y equitativo, condicionado por la amplitud de oportunidades ofrecidas.
Estas ideas tienen sus orígenes en la Conferencia Internacional de 1994 o mejor conoci-
da como la Declaración de Salamanca, donde se produce una renovación sobre la concep-
ción de las necesidades especiales dentro de la educación, donde, además, se privilegia el
acceso a la educación para todos, sin distingo de necesidades especícas, lo que signica
ampliar la inclusión y la educación para todos los individuos. Con estas premisas, la De-
claración de Salamanca, rompe con los términos de normalidad y no normalidad, siendo
sustituidos por la equidad y acceso libre a la educación (Martin et al., 2017).
Por su parte, Márquez & Cueva (2020), recalcan la relevancia de las siguientes premisas
contenidas en la Declaración de Salamanca:
Derecho a la educación sin distingo de la sexualidad.
Reconocimiento de las características, intereses y necesidades propias de aprendi-
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zaje de cada niño.
Señalamiento de que los sistemas educativos requieren de programas y diseños
aplicables a estudiantes con necesidades especiales.
Toda persona con necesidades educativas especiales debe tener acceso a escuelas
ordinarias.
Las escuelas ordinarias deben poseer orientación especial y contar con los medios
para combatir la discriminación.
A través de los postulados de la Declaración de Salamanca, se asume que las necesi-
dades especiales dentro de la educación hacen alusión a ciertas dicultades estudiantiles
para acceder, de forma equitativa, a los aprendizajes contenidos en los diseños curriculares,
por lo que demanda del empleo de recursos diferentes o especícos, para lograr los nes de
la educación. En tal contexto, se centra especial atención al estudiante, no en su condición
especial, dado que las diferencias forman parte de cada individuo. Los cambios producidos
tienen el propósito de reorientar la educación, a la vez que se establecen marcos normativos
para la atención a las necesidades especiales (Rivera & Espínola, 2015).
De esta manera, se ha insistido en la pluralidad de condiciones del estudiantado, desta-
cando que cada institución tiene el reto de minimizar la exclusión dentro de sus instancias. En
otras palabras, cada espacio educativo tiene que regirse por indicadores de éxito para las prác-
ticas educativas, que contemplen las necesidades especiales, las discapacidades, las percep-
ciones de la comunidad, los cambios en las prácticas pedagógicas requeridas, las modica-
ciones curriculares, la disciplina, manejo de clases y la preparación de la comunidad educativa
para la atención a estudiantes. Lo anterior supone la implementación de políticas y estrategias
acordes a las peculiaridades de cada instancia y de cada individuo; es un desafío educativo,
que brinda apertura hacia la consolidación de la educación del siglo XXI (Vélez et al., 2020).
En este mismo orden de ideas, Márquez & Cueva (2020), arman que, tras la Declaración
de Salamanca, el concepto de educación inclusiva comenzó a extenderse en el panorama
internacional, lo que contribuyó a perlar la educación del siglo XXI, que dio comienzo con
notorias modicaciones, con un notorio cuestionamiento a los contextos de exclusión, y de
resignicación del signicado de educación para todos.
Al respecto, la UNICEF (s/f) plantea como esencial que la educación inclusiva se adecúe
a los siguientes aspectos para brindar la atención requerida a los estudiantes con necesi-
dades especiales:
Comprender la educación como dinámica, cultural y ajustada a los espacios locales.
Reconocer la diferencia, el género, el origen étnico, la lengua, la cultura, las condicio-
nes económicas, la religión y los modos de vida diversos.
Promover la lucha contra la discriminación en las comunidades.
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Entender el aprendizaje como continuo, prolongable durante toda la vida.
Reconocer la inclusión como un proceso amplio, cuyo objetivo ulterior está en la
construcción de una sociedad sustentada en la paz, la tolerancia, el respeto y la
justicia social.
Transformar el diseño curricular y adaptarlo a las exigencias estudiantiles.
Las premisas anteriores dejan en evidencia que la educación inclusiva procura romper
los ciclos de discriminación hacia los estudiantes con necesidades especiales, que son
aquellos que tienen menores probabilidades de ser matriculados en los sistemas escolares.
La meta es brindar calidad en los aprendizajes, formación a los educadores, mejorando así
los resultados, evitando la segregación estudiantil.
4. Experiencias de la educación inclusiva en estudiantes con
necesidades especiales
Los señalamientos sobre la educación inclusiva, estuvieron acompañados por la puesta
en práctica de programas prominentes, como la Educación Para Todos (EPT), denida por la
UNICEF (2014a), como un movimiento socioeducativo que sentaba sus bases de la calidad
educativa, siendo pionera en la inclusión de niños, niñas y adultos a los espacios académi-
cos, lo que dio lugar a la escolarización de importantes cantidades de analfabetas, forman-
do parte de una lucha constante para subvertir el contexto de vulneración de la educación.
En el contexto latinoamericano, la educación inclusiva busca dar respuesta a las brechas
en matrícula estudiantil, la deserción escolar, la atención a personas con discapacidad, la
explotación infantil, entre otros escenarios asimétricos que ameritan resolución. Para Del-
gado et al. (2022), las experiencias resultantes, tienen como n dar mejoras a las demandas
ciudadanas de educación de calidad, que abarque la diversidad de agrupaciones y la multi-
plicidad de individuos, lo que supone de retos, responsabilidades y adaptaciones por parte
del profesorado, estudiantado y de la comunidad. Siguiendo estos lineamientos, la educa-
ción inclusiva procura la aplicación de políticas públicas, visibles por medio de programas,
proyectos y en la intervención social.
En la región latinoamericana, países como Cuba, Chile, El Salvador, Colombia, Ecuador,
Nicaragua, Guatemala, han garantizado, de forma progresiva, la participación de los estu-
diantes con necesidades especiales, centrándose en el éxito académico, haciendo de estas
experiencias políticas de Estado. Dicho éxito es producto de la atención a los estudiantes,
que se convierten en protagonista y actores de la educación, lo que resulta en la reducción
las brechas sociales y fortalecer lineamientos axiológicos, como el respeto, la tolerancia, la
fraternidad y la solidaridad (Delgado et al., 2022).
De acuerdo a Acho et al. (2021), una ejemplicación práctica de la inclusión educativa pue-
de reejarse en el Proyecto Enlaces, llevado a cabo en Chile, cuya nalidad es la inclusión de la
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informática, de acuerdo a las necesidades especícas de cada estudiante, teniendo como n
el cierre de la brecha digital y el despliegue de las TIC, como competencia esencial para el siglo
XXI. De igual forma, con el proyecto Conectar en Argentina, las misiones sociales en Venezuela
y el proyecto Canaima, el proyecto Ceibal en Ecuador y el Proyecto +DIVERSIDAD de la UNESCO
y llevado a cabo en el Perú, cuyo n radica en la promoción de la educación inclusiva, el cierre
de brechas sociales, promover la igualdad estudiantil, incluir a la población migrante, adaptan-
do a estudiantes, docentes y colectividad a buenas prácticas incluyentes.
Para Paya (2010), lograr este cometido implica la renovación curricular en América La-
tina, dando espacio a una educación pertinente, intercultural, dialógica, que responda a las
necesidades especiales estudiantiles. En materia de gestión política, sólo unas pocas de
naciones de la región, han establecido criterios claros para impulsar la educación inclusiva,
para descentralizar la participación del Estado, brindando autonomía a las instituciones y al
personal docente, que son los actores sobre los que recae la atención a estudiantes con ne-
cesidades especiales. El éxito en este renglón, amerita, entre otras cosas, cubrir el estableci-
miento de niveles educativos claros, alfabetización de toda la población, formación docente
permanente, prevención de la deserción escolar, atención a las necesidades especiales y
protección a las poblaciones indígenas.
Ahora bien, Pacheco & Mansilla (2013) consideran que, pese a las reformas teóricas y
puesta en práctica de programas piloto de educación inclusiva, en el contexto latinoame-
ricano, persiste el contexto de inequidad social, la pobreza creciente y la masicación de
vulnerabilidades sociales. Elementos que se conjugan con otros factores sociales, como la
carencia en los servicios de salud, la seguridad social, la corrupción, la violencia, la migra-
ción, entre otros aspectos.
Para la Red Regional de Educación Inclusiva (2019), en América Latina, países como
Colombia, Paraguay y Perú, han promulgado leyes peculiares que obligan a garantizar la
educación de estudiantes con necesidades especiales dentro de planteles regulares. Pue-
den tomarse como referentes las I.E. ubicadas en Trujillo, Perú Augusto Alva Ascurra y la
I.E. Municipal, también las I.E. Patricia Carmen Guzmán y en la I.E. Héroes de San Juan en
Lima, donde se han venido desarrollando estrategias para mejorar la educación inclusiva,
con especial énfasis en migrantes con necesidades especiales (UNESCO, (s/f).
Estas prácticas han sido respaldadas por las leyes peruanas, en especíco por la Ley
General de Educación, aprobada en el año 2018 y modicada en junio de ese mismo año por
la Ley Núm. 30797, que incorpora este añadido al Art. 19-A, que dice de la siguiente manera:
La educación es inclusiva en todas sus etapas, formas, modalidades, niveles y ciclos. Las institu-
ciones educativas adoptan medidas para asegurar condiciones de accesibilidad, disponibilidad,
aceptabilidad y adaptabilidad en la provisión de los servicios educativos; y, desarrollan planes
educativos personalizados para los estudiantes con necesidades educativas especiales. El Esta-
do garantiza la creación e implementación de los servicios de apoyo educativo para la atención
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en educación inclusiva, desarrollando acciones de sensibilización, capacitación y asesoramien-
to a la comunidad educativa en materia de atención a la diversidad, sin perjuicio del personal
especializado para la atención educativa inclusiva. La educación inclusiva no genera costos adi-
cionales a los alumnos con necesidades educativas especiales, en aplicación del derecho a la no
discriminación y a la igualdad de oportunidades educativas.
Pese a esto, no se ha dejado sin efecto las disposiciones previas que reconocen y reco-
miendan la segregación educativa, aun cuando la derogación de estas prácticas esté respal-
dada por la ley. Asimismo, naciones como Argentina, Costa Rica, El Salvador, Uruguay y Chile,
reconocen dentro de sus legislaciones la posibilidad de que estudiantes con necesidades
especiales accedan a la educación regular, esto adecuado a diversas regulaciones que pro-
mueven la inclusión y la diversidad dentro del aula. En el Estado peruano, indican Acho et al.
(2021), pese a los avances de la Ley General de Educación, existen barreras y limitaciones
para la educación inclusiva, como la brecha tecnológica, la pobreza, el desplazamiento indí-
gena a zonas rurales, que crean nuevas formas de exclusión dentro del estudiantado.
Más allá de la reforma teórica, se plantea la renovación del pensar y de la sociedad, brin-
dando oportunidades de inclusión a la colectividad estudiantil con necesidades especiales,
hecho que puede ser demostrado en el accionar social, en la comunidad y en la ejecución
de políticas públicas cónsonas con esta realidad. Esto signica dar un alto a la exclusión y a
la segregación en escuelas especiales, que niegan oportunidad en igualdad de condiciones,
constituyéndose en una praxis social que violenta los derechos humanos, las legislaciones
internacionales y naturaliza la discriminación dentro de la sociedad.
Conclusiones y recomendaciones
La educación inclusiva es una modalidad educativa que ha cobrado relevancia en los últi-
mos años, brindando atención a los estudiantes con necesidades especiales, constituyendo un
desafío para el contexto latinoamericano, sobre todo a la hora de implementar políticas educa-
tivas pensadas para la igualdad, la diversidad, el diálogo entre diversos actores y las rupturas
con la visión tradicional de la educación. Si bien es cierto, a nivel global y en América Latina se
ha dado reconocimiento a la educación inclusiva, existen diferencias en cuanto a su implemen-
tación y a las modalidades de aceptación de los educandos dentro de los entornos escolares.
Hacer efectiva la inclusión es un desafío constante y permanente, que no ha de conside-
rarse un obstáculo, sino una renovación de la educación, que requiere inversión en recursos
por parte del Estado, apoyo especializado, entornos acondicionados, además de la forma-
ción continua del docente y la concienciación de la comunidad, con la nalidad de romper
estructuras de pensamiento forjadas en torno a la población estudiantil con necesidades
especiales. Entendido así, la educación inclusiva no sólo benecia al estudiantado, sino a
todos los que hacen vida dentro de la comunidad educativa, al convertirse en multiplicado-
res de valores positivos que se traducen en benecio de la sociedad.
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En el contexto latinoamericano, especícamente en el Perú, la educación inclusiva tie-
ne mucho recorrido por realizar, para así mejorar las métricas estatales y la proyección
internacional. Lo que es cierto, es que esta modalidad educativa ha dado lugar a sectores
marginalizados, excluidos, migrantes, estableciendo prioridades, sin dejar de destacar el
hecho de que la educación es para todos, y debe ser administrada en igualdad de condicio-
nes. Esta realidad también es aplicable de forma práctica, mediante las transformaciones
curriculares, en la modicación didáctica, en el establecimiento de acceso intercultural, para
personas con discapacidad, en la ampliación de las oportunidades, sin distingo de raza,
edad, género o locación geográca. Urge la adecuación de la educación, la redenición de
sus alcances y límites, la modicación tecnológica, la formación docente y el contacto inte-
ractivo y permanente de los estudiantes entre sí, con la alteridad y con la comunidad.
Finalmente, esta investigación no puede nalizar sin ofrecer una serie de recomendacio-
nes, que tienen como propósito mejorar la comprensión, así como la ecacia y efectividad
de la educación inclusiva:
Adoptar un enfoque inter y multidisciplinar: Es fundamental abordar la educación
inclusiva desde una perspectiva que incorpore diversas disciplinas y enfoques críti-
cos. Esto implica fomentar la colaboración entre educadores, psicólogos, trabajado-
res sociales, y otros profesionales para entender y atender de manera holística las
necesidades de todos los estudiantes.
Formación continua del profesorado: Capacitar constantemente a los docentes
en prácticas inclusivas y en el manejo de la diversidad en el aula es clave. Esto
incluye estrategias didácticas adaptadas, uso de tecnologías accesibles, y sensi-
bilización sobre los derechos y necesidades de los estudiantes con condiciones
especiales.
Participación de la comunidad educativa: Involucrar a los padres, representantes, y
a la comunidad más amplia en el proceso educativo. La educación inclusiva se be-
necia de un enfoque comunitario, donde todos los actores participan activamente
en el apoyo y la promoción de entornos de aprendizaje accesibles y respetuosos.
Ajustes curriculares y metodológicos: Revisar y adaptar los currículos para asegurar
que sean accesibles y relevantes para todos los estudiantes. Esto puede incluir la
implementación de metodologías exibles, diversicación de los métodos de eva-
luación, y la incorporación del Diseño Universal de Aprendizaje (DUA) para facilitar el
acceso y la participación de todos los estudiantes.
Infraestructura y recursos adecuados: Asegurar que las instalaciones físicas y los
recursos educativos sean accesibles para estudiantes con diversas necesidades.
Esto incluye desde la adecuación arquitectónica hasta la disponibilidad de materia-
les didácticos adaptados y tecnología asistida.
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Fomentar una cultura de respeto y valoración de la diversidad: Crear un ambien-
te escolar que celebre la diversidad y promueva el respeto mutuo entre todos los
miembros de la comunidad educativa. Es vital trabajar en la sensibilización y en la
construcción de una cultura escolar que vea la diversidad como un valor añadido y
no como un obstáculo.
Políticas educativas inclusivas: Abogar y participar en el desarrollo e implementa-
ción de políticas educativas que promuevan la inclusión. Esto incluye políticas de no
discriminación, igualdad de oportunidades de aprendizaje, y mecanismos de apoyo
especícos para estudiantes con necesidades especiales.
Evaluación y seguimiento continuo: Implementar sistemas de evaluación y segui-
miento que permitan medir la efectividad de las prácticas inclusivas y hacer ajustes
cuando sea necesario. Esto implica recoger y analizar datos sobre logros académi-
cos, participación, y bienestar de todos los estudiantes para informar la toma de
decisiones y la mejora continua.
Adoptando estas recomendaciones, el mundo académico puede avanzar hacia una edu-
cación verdaderamente inclusiva, que garantice el acceso, la participación, y el éxito educa-
tivo de todos los estudiantes, respetando y valorando sus diferencias individuales.
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