ISSN 2660-9037
REVISTA CLÍO, VOL. 1, NÚM. 2 Julio - Diciembre de 2021
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Jesús Ángel Semprún Parra
Reseña de libro: Bitácoras de congo. Voces y prosa... PP: 108-110
En los poemas gravita toda esa vida codiana y de recuerdos, la historia de un
pueblo y una sabiduría ancestral y reciente, rodeados de una naturaleza ubérri-
ma, inagotable en agua y vegetal, todavía con fauna silvestre y símbolos mícos,
que conforman toda una idendad colecva y de muy ínma liación del autor.
Bitácora de Congo es un registro de la memoria poéca de la infancia y del
arraigo a su lar en constante remembranza.
Así mismo, 5 textos en prosa tulados Congo Mirador y/o el Bosque de Agua,
Fiesta y Desolación en Gibraltar, La Piragua no es de cristal. Ernesna es de madera,
El Piragüero Mayor y Batallas en el Coquibacoa. En el primero de ellos se sucede
un diálogo entre un anciano pescador y un niño, son hombres de agua como sus
ancestros originarios, los añú. Se rearma al Lago de Maracaibo como escenario
único donde conuyen no solo todos los ríos sino todos los hechos de la historia
nacional y las vivencias populares, así como espejo del Catatumbo. La pláca co-
mienza desde los predios mismos del pueblo de agua, El Congo Mirador, pregun-
tando siempre sobre sus orígenes y los cuentos de tesoros escondidos en baúles.
La conversación entre el abuelo y el niño connúa en el siguiente texto, el niño
consciente o no, solo quería abrevar las fuentes del viejo memorioso, preguntaba
queriendo saberlo todo, de Gibraltar y todos los pueblos circunvecinos, sobre la
acvidad comercial de esos pueblos del sur y las ferias bianuales que permian
el intercambio de las más variadas mercaderías. Lo que llegaba de Europa y otros
puertos de América, disntas delicadeces y prendas que causaban fascinación.
El abuelo también hablaba de que nunca hubo descubrimiento de América,
que se trató de una invasión para llevarse nuestras riquezas y aniquilar a nuestros
habitantes originarios. Y así connuó hablando de saqueadores pero de otros
que vinieron inmediatamente después: los piratas, llamados también bucane-
ros, libusteros y corsarios. Actuaron durante casi dos siglos en el Caribe, como
instrumentos irregulares de la expansión mercanl y territorial de Inglaterra,
Francia y Holanda. Estos comerciantes irregulares azotaron la región del Lago de
Maracaibo en busca de la riqueza de sus dos puertos: Maracaibo y Gibraltar, lo
cual originó la construcción de fortalezas a la entrada del Lago, para proteger las
poblaciones. Llegaron para sembrar el pillaje, el incendio, el horror y la desola-
ción. El autor se rerió a través de su personaje imaginario, entre otros feroces
atacantes, a Juan Daniel Nau, conocido como El Olonés, quien en 1665 acompa-
ñado por Miguel El Vascongado repió el ataque a Maracaibo y Gibraltar, siendo
catalogado por Bancrof como el más sanguinario de todos, casi no humano, que
bebía la sangre de los cauvos, mascaba sus vísceras y gozaba con la tortura de
sus prisioneros; quizás por ello, murió descuarzado y asado por los indios del
Darién. Así como otro célebre pirata como Henry Morgan, quien acompañado
de Pedro Picardo, en 1669, prendió fuego al Casllo de San Carlos, torturó a los
habitantes de Maracaibo y de Gibraltar y logró engañar al capitán general, para
salir al golfo, después de sus tropelías.
Alexis Fernández después de relatar estos episodios de piratas que esmu-
larían la imaginación y el espíritu aventurero de cualquier lector joven, nos in-
troduce de inmediato en crónicas que evocan los ocios de constructores de
sueños y piraguas, en las erras del tabaco y el cacao, o de aquel otro personaje
que ve una línea difusa a lo lejos en el horizonte lacustre, línea que une cielo y
lago y que parece un portal que los llevan a la ciudad-puerto, haciendo del sur
y esta, dos mundos diferentes. Culminando estos relatos recordando a un poeta
singular (Hesnor Rivera) que cantó a una gran masa de agua, a la ciudad remota
y cercana, que da nombre al Lago.