CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Nestor Rojas
Percepciones geográcas en torno a la organización del espacio colonial merideño.. PP: 9-28
ISSN 2660-9037
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Los cambios climáticos, constituían una variable de peso en el ritmo de las prác-
ticas sociales. Sin importar cuan rigurosos pudieran ser los plazos en la ejecución de
comisiones institucionales, los funcionarios quedaban a merced de un “calendario
vivido” (Velasco Maíllo y Sama Acedo, 2019: 396)
que, ante la ausencia de una infraes-
tructura vial y tecnología de transporte adecuada, dependía en buena medida de las
circunstancias meteorológicas. Por esa razón, y en atención a la detallada descrip-
ción que el visitador hizo de la dicultades que el clima oponía para el cumplimiento
de la comisión visita y en conocimiento de las mismas, don Juan de Borja presidente
de la Real Audiencia, el 20 de septiembre de 1619, quien en respuesta despachó una
real provisión mediante la cual se prorrogaba las actuaciones del Vázquez de Cisne-
ros en Mérida por cuatro meses más, atendiendo a tres razones fundamentales: el
riguroso invierno que estaba próximo a comenzar, el poco tiempo que restaba del
término de un año que se había otorgado para su realización y también porque aún
faltaba por concluir esa comisión y proceder de inmediato a la visita en la ciudad de
La Grita y villa de San Cristóbal inclusas en el Corregimiento de Mérida5.
Al igual que la lluvia, la sequía también representó un evento natural que podía re-
trasar o suspender el proceso de organización del espacio y de la población indígena.
En pisos altitudinales en los que predominaba un paisaje árido y en los que la sequía
producía la aridez el terreno y determinaba la dinámica productiva de la agricultura, se
tuvo especial cuidado que la falta de agua no representara un problema para los pro-
yectados asentamientos indígenas. Especialmente, las estériles tierras que conforman
el valle de las Acequias carentes de aguas que pudieran abastecer a los repartimientos
del valle, se decidió establecer dos poblaciones: la nueva población de Mucubache en
la banda noreste (o, como se denomina “esta banda” del río Nuestra Señora, en donde
se debían congregar a los repartimientos de Mocaz, Mucusnundá, Mucurufuen, Los
Guaimaros, Los Nevados, Mucumbú, Mucupis, Mocosos y Valle de la Paz; y otra po-
blación en Mucuño en la banda suroeste o también la “otra banda”, donde se debía
asentar a los indios provenientes de Mucuño, Tostos, Mucurete, Mucufez, Mucusos,
Las Cruces, La Veguilla, Muchachí, Mucuchay y Mucumaragua6.
Entre los expresados repartimientos se congregaba una población total de 1325
habitantes distribuidos en hombres, mujeres y niños, lo cual hacía presumir una posi-
ble carencia de tierras y aguas para albergar dentro de un mismo pueblo esa cantidad
de indígenas, pero además, era un número que excedía la media aproximada de 630
5 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 4, Documento 1, “Real Provisión: Auto de prórroga de la visita de Alonso
Vázquez de Cisneros al Corregimiento de Mérida por cuatro meses “. Santa Fe, 20 de sepembre de 1619; f. 340.
6 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 4, Documento 1, “ Auto de población de los indios desta banda del rio
de Nuestra Señora en la Loma de Mucuycuy”. Mérida, 24 de enero de 1620; . 296-307.