ISSN 2660-9037
PARTICIPACIÓN SOCIAL DE JUDÍOS MASONES
EN MARACAIBO (SIGLOS XIX Y XX)
Luis J. González Oquendo*
RESUMEN
Maracaibo fue una importante ciudad puerto de un extenso hinterland durante el siglo XIX y la mitad del XX, así
como escenario de una signicativa explotación petrolera a partir de la década de 1920. Esto llevó a migración
y participación de las comunidades extranjeras fuese signicativa. Una de esas comunidades fue la judía, de la
cual se estudia su participación en la institucionalidad masónica local durante los siglos XIX y XX, se identican
los personajes y sus actividades cuyo propósito fue adquirir una signicativa presencia pública, alcanzar una
notable inuencia social y política.
Palabras clave:
judíos, Maracaibo, masonería.
SOCIAL PARTICIPATION OF JEWISH FREEMASONS IN
MARACAIBO (19TH AND 20TH CENTURIES)
ABSTRACT
Maracaibo was an important port city with an extensive hinterland during the 19th century and the middle of
the 20th, as well as the scene of signicant oil exploitation starting in the 1920s. This led to signicant migration
and participation of foreign communities. One of these communities was the Jewish one, whose participation
in the local Masonic institutionality during the XIX and XX centuries is studied, the characters and their activities
whose purpose was to acquire a signicant public presence, achieve a notable social and political inuence are
identied.
Key Words: Jews, Maracaibo, Masonry.
* Sociólogo, Magister Scienarum en Desarrollo Social, Magister en Ciencia Políca, Doctor en Ciencias Humanas.
Docente e Invesgador de la Universidad del Zulia. Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del
estado Zulia. ORCID: hps://orcid.org/0000-0002-6268-6648. Teléfono de contacto: +57 3207378252. Correo
electrónico: luis_gonzalez@fces.luz.edu.ve
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
pp. 111-128
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
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INTRODUCCIÓN
La presencia de los judíos en Maracaibo esta datada desde nales del siglo XVI,
a pesar de las prohibiciones que estableció el Estado Español en el decreto de ex-
pulsión emitido en 1492, sus actividades fundamentales fueron las comerciales y su
vinculación con su entorno social fue extremadamente difícil debido al régimen de
exclusión en se vivió durante el periodo colonial. A pesar de ello, la característica de
la Nueva Zamora al ser una ciudad portuaria les posibilito su llegada y su permanen-
cia en la misma. Esa situación tuvo importantes modicaciones con la instauración
del orden republicano en los territorios de Venezuela y la Nueva Granada entre 1817
y 1824, cuando se produjeron una serie de transformaciones socio-políticas que im-
pulsaron la apertura comercial que conectó al puerto de Maracaibo con circuitos co-
merciales mundiales vedados durante el dominio hispánico. Otro aspecto destacado
de ese proceso fue la exibilización del orden religioso al establecer la libertad de
cultos, lo cual posibilitó la inmigración de creyentes en diferentes credos religiosos a
la catolicidad imperante, de ese modo arribaron extranjeros al puerto de Maracaibo
procedentes de diversos países que eran protestantes y especialmente judíos.
En ese aspecto, el gobierno independentista instalado en Angostura en 1819, otorgó
a los miembros de la nación hebrea el derecho a radicarse en el país, concediendo las
garantías de libertad religiosa y derechos políticos al igual que los demás ciudadanos.
Asimismo, se aprobaron disposiciones que posibilitaron el ingreso tanto de la inversión
extranjera como la instalación de las hermandades masónicas, las cuales ya habían co-
menzado a tener presencia en estos territorios, aunque en una condición de clandes-
tinidad. Ulteriormente con la disolución de Colombia de 1831 ese proceso mantuvo su
continuidad y fue impulsado por la apertura económica y la pluralización religiosa, lo cual
fue evidente en el decreto de libertad religiosa promulgado por el presidente José Anto-
nio Páez en 1834. En consecuencia, los inmigrantes no católicos pudieron establecerse
libremente en el país y desarrollaron actividades económicas y a través de las mismas
lograron una signicativa participación social en importantes instituciones citadinas.
Este ambiente de liberalización económica y sociocultural también se reejó en la
provincia de Maracaibo. Tras su declaración de independencia en 1821, ésta fue incor-
porada a la República de Colombia, recuperando su posición de cabecera portuaria
de una vasta región que abarcaba tanto las ciudades andinas de la antigua Capita-
nía General de Venezuela y sus jurisdicciones [Trujillo, Mérida, La Grita, San Cristóbal]
como las urbes de Cúcuta, Tunja y Pamplona inclusas en el disuelto Virreinato de la
Nueva Granada. Después de 1831, la capital del lago mantuvo su posición como puer-
to más importante del occidente venezolano, así como centro de acopio para la salida
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de la producción agropecuaria del nororiente neogranadino. En esa pujante actividad
comercial tuvieron una notable participación los extranjeros no católicos que recién
habían llegado al puerto. A pesar de ello, las particularidades de la comunidad judía
les impedía tener una participación en ciertas actividades sociales derivadas de sus
creencias, lo cual les motivó a adscribirse a otras formas de organización social en las
cuales participaran ciertos sectores con poder en inuencia en cuyo seno no se les
coartaran sus actividades por razones dogmáticas como ocurría en las agrupaciones
católicas. Por esas razones, en algunos casos prominentes judíos se adscribieron a la
logia masónica, con cuya representación pudieron participar en las redes de poder
local. De acuerdo con lo expuesto se estudia la contribución de miembros de la comu-
nidad hebrea de Maracaibo en la institucionalidad masónica local durante los siglos
XIX y XX, asimismo se identican los personajes y sus actividades con el propósito de
adquirir una signicativa relevancia pública además de una notable inuencia social.
El trabajo está dividido en cinco secciones: en la primera, se relata la historia de la
comunidad judía en el seno de la ciudad de Maracaibo, en este punto se demuestra
que su presencia, se data desde las décadas iniciales de la ciudad, pero con espe-
cial énfasis durante las últimas décadas del período colonial. En segundo lugar, se
explica las razones por las cuales los israelitas se adscribieron en la logia masónica
como una forma de inserción y participación social, reconociendo que este no fue
un hecho aislado. En tercer lugar, se contextualiza el surgimiento de la masonería en
el seno de la sociedad maracaibera, instancia que adquiere un prestigio social y una
signicativa inuencia política desde sus inicios. Luego, se describen las actividades
de algunos miembros de la comunidad judía para impulsar dinámicas e iniciativas de
participación social, lo cual se muestran como guras judías clave que –a lo largo de
los siglos XIX y XX- adelantaron actuaciones públicas y sociales de importancia.
1. JUDÍOS EN MARACAIBO: LA LARGA HISTORIA DE UNA CO-
MUNIDAD
Es necesario aclarar que la presencia de judíos en Maracaibo se remite prácticamente
a los orígenes mismos de la ciudad. Después de la expulsión de los judíos decretada en
1492, se ha conrmado el arrivo subrepticia de judíos, criptojudíos y conversos españoles
y portugueses a los territorios coloniales de la corona de Castilla. Esa fue una situación re-
currente, incluso en Maracaibo, donde se conoce que un miembro de la familia Fernández
Gramajo se había instalado en la ciudad para ejercer actividades comerciales en la déca-
da de 1580, lo que se puede colocar prácticamente en los años posteriores a la tercera
fundación. Asimismo, se arma que la presencia de «marranos» en Maracaibo durante
los siglos XVI y XVII. Algunos conversos vivían en la ciudad sin tener problemas con las
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autoridades, como Benito Henríquez, Francisco de la Cerda, Gaspar Andrés y Manuel de
Zerda. A pesar de esa relativa pervivencia, también hubo encarcelados por la inquisición,
como ocurrió con Luis Méndez de Chávez, apresado al llegar a Maracaibo en 1649. Otros
tuvieron presencia itinerante, manteniendo contactos con otros puertos como Cartagena
o Veracruz, como Baltazar de Araujo, Miguel de Cárdenas y Francisco López de Fonseca.
Lo cual demuestra que, a pesar de las restricciones inquisitoriales, hubo alguna apertura
de carácter comercial a esta comunidad, incluso más allá del contrabando. Por ejemplo,
en la década de 1780, el hebreo holandés David Morales –cuyas actividades se extendían a
Turquía, Saint Domingue [actual Haití] y Curazao- también comerciaba mercaderías con La
Guaira, Coro y Maracaibo (Aizenberg, 1983; Moreno Goldschmidt, 2017; Navarrete Peláez,
2010; Villalobos et al, 2011; Zinguer Delgado, 2019).
La instalación del régimen republicano facilitó la presencia de los miembros de la
comunidad judía. En 1819, se les otorgó el derecho a radicarse en el país, dándole inclu-
so garantías de libertad religiosa y derechos políticos y al igual que Barranquilla, Buenos
Aires, La Habana y Montevideo, como en general las ciudades portuarias latinoameri-
canas en cuyo desarrollo los extranjeros desempeñaron un papel signicativo. En par-
ticular en la Nueva Zamora en su condición de ciudad puerto motivó a que tuviese una
amplia apertura al comercio mundial a principios del siglo XIX (Fawcett y Posada Carbó,
1998). Esto impulso la presencia de ciudadanos y súbditos de diferentes nacionalidades
y credos se asentarán en esas urbes, permitiendo además la difusión de elementos
culturales e instituciones propias de la modernidad. Entre los que arribaron estaban
algunos miembros del pueblo judío. Esas disposiciones del gobierno colombiano atra-
jeron, en primer lugar, a comerciantes de la comunidad judía sefardita de la cercana
isla de Curazao. Durante las décadas de 1820 y 1830, ya algunos comerciantes hebreos
estaban presentes en Maracaibo: los hermanos Isaac y Josías Pardo, José Ignacio Roo,
Isidro Lisaur, José Seriol y David Ebensur. Otros, sin tener permanencia en la ciudad,
mantenían relaciones constantes, incluso ilegales. El judío británico de Jamaica, Daniel
Levy, interpuso una demanda ante el gobierno venezolana al serle capturada una goleta
de su propiedad frente a Maracaibo bajo la acusación de contrabando. En la década de
1840, Jeudad Senior, judío curazoleño instalado en Coro, se asoció con José Henríquez
y Samuel Levy Maduro para instalar casas de comercio en Coro y Maracaibo (Aizenberg,
1983; De Lima, 2002; Fawcett y Posada Carbó, 1998; Salazar Rodríguez, 2015).
En ese sentido, se ha señalado que el nacimiento de la hekilá [comunidad judía
organizada] en Maracaibo se concretó en 1944 con el establecimiento de la Socie-
dad Israelita de Maracaibo (Sihman, 2012). Esto, sin embargo, requiere una mayor
precisión, para la década de 1940, la mayor parte de los miembros de la comunidad
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judía maracaibera estaba conformada por judíos askenazíes que habían arribado a
la ciudad provenientes de Europa Oriental huyendo de la persecución nazi, aunque
ya algunos comenzaron a llegar en las décadas de 1920 y 1930. Sin embargo, una
porción menor de la comunidad judía maracaibera estaba constituida por judíos
sefardíes que se habían instalado de una manera más persistente entre nales del
siglo XIX y principios del siglo XX (Grunhaus de Gelman, 2018).
El factor fundamental para el establecimiento de esas casas comerciales euro-
peas y estadounidenses que llegaron a la provincia de Maracaibo desde la década
de 1830, fue la búsqueda de mercados para sus productos terminados, así como
nuevos productos para surtir sus propios mercados exteriores. Aunque inicialmente
llegaron ingleses, escoceses, franceses, italianos y daneses, serían los alemanes los
que terminaron imponiéndose. Además de fundar sus sedes en la ciudad puerto,
instituyeron sucursales y centros de acopio en otras ciudades del circuito agroex-
portador marabino [Mérida, Táchira, Trujillo, valles de Cúcuta] así como mantenían
relaciones con otras importantes ciudades puerto de la cuenca del Caribe y América
del Norte, generando un circuito comercial cuya redes se conectaban con Europa
(Banko, 2016; Cardozo Galué, 1991; 2013; Espinola Benítez, 2006).
A pesar de la diversidad de trabajos que se han estudiado las casas comerciales
extranjeras en Maracaibo, sin embargo, no se ha analizado la presencia de los co-
merciantes judíos en las mismas. Cabe suponer que –considerando la importancia
de la presencia étnica askenazi en el mundo económico y social alemán de la época-
algunos de los miembros de las casas alemanas debieron ser judíos, asimilados o in-
tegrados. En ese aspecto, Salazar Rodríguez (2015) reere que existían dos grandes
grupos comerciales relacionados con la comunidad hebrea: por un lado, el grupo
San Cristóbal-Rubio, representado por las casas mercantiles judeoalemanas, en par-
ticular la Brewer-Möller y Van Dissel y por el otro, el grupo Táriba-Colón, represen-
tada por las casas comerciales judeoitalianas y corsas. Cabe recordar que las casas
comerciales Pardey & Cia., Correa & Cia. y De Sola & Cia –con sede en Curazao- se
presentaban como rmas importadoras y exportadoras de variedades de mercan-
cías y agentes comisionistas (Fawcett y Posada Carbó, 1998).
Es importante señalar que la llegada de judíos a Maracaibo fue posible debido a las
libertades y garantías dadas para sus posibilidades de participación en las actividades
portuarias, pero también es sus facilidades de participación social. Algunos mantuvieron
su fe y tradiciones mientras que otros pasaron a asimilarse y en algunos casos modi-
caron sus credos en Maracaibo. El más notorio fue el de Abraham Benjamin Raphael
Nones Marks, primer cónsul de Estados Unidos en Maracaibo. Nacido en Filadela en
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el seno de una familia sefardita de origen francés, se bautizó en 1831 para casarse con
una dama local, con la cual dio inicio a una notable familia de la ciudad (Magarici, 2020).
2. PARTICIPACIÓN SOCIAL DE JUDÍOS A TRAVÉS DE LAS LO-
GIAS MASÓNICAS
El involucramiento de miembros de la comunidad judía en diversos espacios y sec-
tores sociales ha sido una línea de investigación de amplio desarrollo. Aunque la parti-
cipación social de los hebreos en logias ha sido desarrollada en el judaísmo en organi-
zaciones que van más allá de la masonería [p.e. B’nai B’rith]. Sin embargo, buena parte
del enfoque ha sido dirigida hacia el funcionamiento de estas comunidades asociativas.
La presencia israelita en las logias masónicas se registró en el siglo XVIII. Cierta-
mente, algunos miembros de la comunidad sefardita londinense están presentes en
el momento de la unicación masónica de 1717. El primer judío conocido como miem-
bro de la masonería fue Francisco Francia, El Jacobita, partícipe de la Gran Logia de
Inglaterra en 1725. Comenzarían a adscribirse miembros judíos en Francia y Alemania,
extendiéndose a las comunidades de Salónica y Palestina. Desde España, se adelanta-
ría el establecimiento de logias masónicas en la comunidad judía en el norte de África,
en particular, Marruecos. Sin embargo, esta situación se observaría tempranamente
en las Indias Occidentales –en particular, Saint Thomas, Jamaica y Curazao- así como
a la América española. En Argentina y México, debido al tamaño de sus comunidades,
además de aliarse a logias instituidas, los judíos locales constituyeron algunas exclu-
sivas para miembros de su comunidad (Aguiar Bobet, 2019; Arévalo Gutiérrez, 2011a;
Arévalo Gutiérrez, 2011b; Jansen, 2018; Katz Gugenheim, 2013; Rivanera Carlés, 2011).
En términos generales, se han identicado escasos estudios sobre la comunidad
judía en Maracaibo. Se puede señalar el trabajo testimonial de Sihman (2012) así
como las memorias de Grunhaus de Gelman (2018), ambos que dan cuenta del pe-
ríodo posterior a 1945. Hay algunas referencias a la presencia judía en Maracaibo en
los trabajos sobre la presencia nacional de la comunidad (Aizenberg, 1983; Carcien-
te, 1991; Levy Benshimol, 2007). Este limitado desarrollo de trabajos sobre la comu-
nidad judía de Maracaibo contrasta con las contribuciones realizadas en la ciudad de
Coro (De Lima, 2002; 2017) y en el estado Táchira (Salazar Rodríguez, 2015; Zinguer
Delgado, 2019), en la región Caribe colombiana (Fawcett y Posada Carbó, 1998; Nava-
rrete Peláez, 2010) o en las islas del Caribe (Brito, 1989; Cohen, 2004; Goslinga, 1975;
Jansen, 2018; Moreno Goldschmidt, 2017; Villalobos et al, 2011).
Ahora, el focalizar analíticamente en las referencias a la participación de los miem-
bros de la comunidad judía venezolana en instancias masónicas son prácticamente
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inexistentes. En ese aspecto se conoce que, en los orígenes de la república, el coro-
nel José de Solá –héroe de Carabobo- fue masón activo. Aunque no hay evidencia,
pero se sospecha que el comerciante británico Elías Mocatta, por sus nexos con Solá
y el cónsul británico Robert K. Porter, también lo haya sido (Pineda, 2020). Sin em-
bargo, en la literatura consultada sobre la historia de la comunidad judía venezolana,
no se hace ninguna referencia al respecto.
En el caso particular de Maracaibo, a pesar del reconocimiento social y académico
que se le ha otorgado a la masonería en la región, sin embargo, existen sólo algunos
estudios a los que hacer referencia. Aparte de Carnicelli (1970) y Ferrer Benimeli (1992;
2009), resalta –en tanto que excepción por su extensión- el informe publicado por la
Sociedad de Benecencia (1884). Recientemente, los trabajos de Ochoa (2014; 2021)
han hecho mayores contribuciones sobre el tema. Llama la atención como no se hace
ninguna referencia explícita a miembros judíos. Tal vez por su carácter universalista
y humanista, no se hace consideración particular a la participación de comunidades
étnicas. Sin embargo, en el trabajo de Aguiar Bobet (2019), a pesar que está interesa-
da en la presencia de la masonería española en Marruecos de comienzos del siglo XX,
señaló que dos importantes miembros de ésta se habían iniciado en la Logia Regene-
radores de Maracaibo en la primera década del siglo XX. La indagación sobre dichos
personajes permitió evidenciar una veta de investigación a considerar.
3. LOS INICIOS DE LA MASONERÍA EN MARACAIBO
El origen de la masonería en Maracaibo ha sido objeto de debate historiográ-
co. En ese sentido, se ha señalado que ocurrió en 1812 con la constitución de la
llamada «Escuela de Cristo», promovida por un agente mirandino, el neogranadino
Dionisio Torres, así como por un representante clandestino de la Sociedad Patriótica
de Caracas Juan Evangelista González. Esta instancia habría sido dependiente de la
Gran Logia de Maryland la cual estuvo involucrada en un intento de rebelión ese mis-
mo año, por cuya razón fue disuelta y sus copartícipes encarcelados. Sin embargo,
la fundación denitiva de esta sociedad no se habría dado hasta 1823 cuando –ya
establecida la independencia en la provincia- se constituyó la llamada Logia de los
Hermanos Regeneradores. Con carta patente de la Gran Logia de Nueva York, habría
sido cesada en 1828 por el decreto bolivariano de proscripción de las sociedades se-
cretas. A pesar de ello se reinstalaría en 1838 (Ferrer Benimeli, 2009; Ochoa, 2014).
Entre las décadas de 1840 y 1860, la Logia Regeneradores aglutinó a guras clave
de la élite política, militar, profesional y clerical de la ciudad. Algunos eran seguidores
del Partido Campesino, de tendencia liberal. Un hecho a señalar es que de ésta her-
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mandad partieron diversas iniciativas de promoción social en la ciudad, entre las que
es posible mencionar el intento de establecer una casa para mendigos [1854]. Sin
embargo, luego se constituyó la Casa de Benecencia, primera institución de caridad
social en su tipo en Suramérica [1860], así como la Sociedad de Benecencia [1866],
la cual –al asumir el Hospital de Caridad- fundó ambas instituciones conformando la
Casa de Benecencia y Hospital Anexo. Más allá del prestigio personal de sus miem-
bros, las diversas iniciativas sociales e institucionales que desarrolló la Logia de los
Hermanos Regeneradores le dieron una importancia e inuencia institucional nota-
ble en la sociedad marabina (Sociedad de Benecencia, 1884; Ochoa, 2014; 2021).
El reconocimiento institucional y social de la Logia de los Hermanos Regenera-
dores y su vinculación con el ideario liberal imperante no evitó, sin embargo, que
terminara siendo confrontada por la Iglesia Católica local. Es conocido el impase
entre el Monseñor Rafael Lasso de la Vega y Logia en 1824 debido al uso de insignias
masónicas durante las exequias del general Manuel Manrique. Manuel Dagnino, un
intelectual zuliano, clave del siglo XIX, católico devoto que confrontó a los seguidores
locales de la masonería por sostener posiciones positivistas y materialistas publi-
cadas en su libro “Ensayos críticos sobre algunas teorías losócas de la divinidad”
de 1874, en el cual desarrolló sus observaciones al respecto. En 1884, el Pbro. José
Tomás Urdaneta inició una campaña pública de ataques contra la Sociedad de Bene-
cencia y los masones que la integraban, discursos de prensa que fueron reunidos
posteriormente en su libro “La Iglesia y la Masoneríade 1885 (Carnicelli, 1970; Dag-
nino, 1874; Ochoa, 2014; 2021; Parra Contreras, 2014; Quevedo Parra, 2004).
Aunque durante el siglo XX, la masonería maracaibera se diversicó con la aparición
de nuevas logias, sin embargo, buena parte de su historia está asociada a la Logia Rege-
neradores. Un análisis detallado de este proceso ha sido abordado en los trabajos de
Ochoa (2014; 2021). Cabe destacar que el estudio de la masonería maracaibera suele
hacer mucho énfasis en la historia institucional local, mientras que ha sido limitada la
consideración de las redes sociales transnacionales en las que ésta se ha insertado, no
sólo en términos de dependencia. Así como se dio la inuencia inicial de las grandes
logias de Maryland y Nueva York, se ha pasado por alto otras inuencias posibles. Por
ejemplo, la primera organización masónica de las Islas Canarias fue la Logia Comen-
dadores del Teide, fundada en 1816 bajo el rito escocés. Entre sus fundadores, como
guarda templo, se encontraba Antonio Primo de Rivera, capitán de artillería de 27 años,
nacido en Maracaibo (Paz et al, 2009; Rodríguez Álvarez, 2016). ¿Cómo tuvo contacto
Primo de Rivera al ideario masónico? ¿Mantuvo algún tipo de contacto con su ciudad
natal? Sobre ello no hay referencias, lo que abre posibilidades analíticas a desarrollar.
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4. LA PARTICIPACIÓN SOCIAL DE LOS JUDÍOS A TRAVÉS DE LA
MASONERÍA
La presencia pública de los judíos residentes en Maracaibo no se limitó a la acti-
vidad comercial, sino que vincularon a las fraternidades con la nalidad de expandir
su inuencia y desarrollar actividades en otros sectores sociales. En ese aspecto, se
destacan los casos de Abraham de Castro –junto a Manuel J. Pardo quienes colabora-
ron en la recolección de fondos para la Casa de Benecencia en febrero de 1860, su
hermano Jacobo M. de Castro había cooperado junto a David Abensur con la recons-
trucción de la Sinagoga de la Isla de Saint Thomas en 1833. Asimismo, impulsaron ini-
ciativas en labores sociales tanto en la ciudad como fuera de ésta, también es posible
apreciar su participación en labores intelectuales. El citado Abraham de Castro ha
sido calicado como una persona muy activa en la actividad cultural como fotógrafo
y periodista. También se da el caso del servicio público: Manuel J. Pardo, quien fue
postulado infructuosamente para ser cónsul de los Estados Unidos en Maracaibo
hacia nales de la década de 1880 (Carciente, 1991; Cohen, 2004; Raydan, 2001).
Ciertamente, en febrero de 1860, para el momento que comienza a organizar
la Casa de Benecencia, un grupo de personas y rmas comerciales suscribieron el
propósito de hacer un aporte mensual para la futura institución caritativa. Al revisar
la lista en detalle, además de miembros de la élite maracaibera y de la logia Re-
generadores, también aparecen propietarios o dirigentes de las casas comerciales
(Ochoa, 2021). En algunos casos, algunas personas coinciden en algunas de estas
categorías. Sin embargo, es posible identicar –al menos- dos importantes judíos
locales: Abraham de Castro y Manuel J. Pardo.
Esto no constituyó –en modo alguno- una situación inédita. En medio de todos
los canales de participación social existentes para entonces, es posible identicar la
actuación de los masones hebreos. Jansen (2018) reere cómo la masonería fue una
opción importante para los judíos en las colonias inglesas y holandesas del Caribe.
La progresiva ciudadanización de los israelitas en los territorios británicos llevó a que
las logias se convirtieran en espacios de participación social para los miembros de
esta comunidad étnica. Mientras otras instituciones los excluían, las logias incluso
facilitaban su inclusión. En tanto que ésta era una comunidad esencialmente diaspó-
rica y comercial, además de inuencia social, les permitía intensicar sus relaciones
al profundizar, estabilizar y ampliar conexiones de negocios, incluso en la distancia.
Jansen señala que, a principios del siglo XIX, las logias de Jamaica tenían miembros
que residían en distintas ciudades de la cuenca del Caribe, reriendo que uno de
ellos estaba en Maracaibo.
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Esta situación se replicó en las colonias holandesas, en particular en Curazao, isla
cercana a Coro y Maracaibo, lugar de origen de las comunidades hebreas de ambas
ciudades y con la que mantenían intensas relaciones comerciales y de sociabilidad.
Cabe suponer que esto debió haber ocurrido también en la capital del lago. La pre-
gunta clave, sin embargo, es por qué había interés entre los judíos para participar en
este tipo de asociaciones.
Jansen (2018) señala seis motivos fundamentales de la adscripción de los judíos
en las logias ,masónicas: primero, la masonería era una forma de organización vo-
luntaria, es decir, una asociación basada en el principio de la membrecía individual y
libre, cuya existencia no dependía de algún Estado o Iglesia. Segundo, la masonería
era una sociedad basada en la iniciación mediante símbolos, ritos, claves y signos
secretos de identicación. En este sentido, al mismo tiempo que estaba formalizada,
implicaba una economía moderna de secretos, lo que ayudaba a promover lazos e
intereses. Tercero, era una organización homosocial, es decir, las logias eran orga-
nizaciones abiertas sólo para hombres, aunque en la práctica presentaban diversos
espacios de sobre posición y encuentros de género. Cuarto, eran organizaciones
fraternales, las cuales construían hermandad simbólica entre sus miembros. Quin-
to, en consecuencia, a lo anterior, aunque se encontraran en sociedades altamente
desiguales, las vidas interiores de las logias promovían relaciones igualitarias entre
hermanos a través del cumplimiento de principios democráticos en su organización.
Finalmente, sexto, la moderna masonería se caracterizaba por una actitud cosmopo-
lita al considerar la hermandad de la humanidad, ignorando fronteras profesionales,
políticas, sociales, nacionales y continentales.
La participación social en las instituciones masónicas generó para los judíos un
cúmulo de oportunidades. En tanto que miembros de una comunidad étnica con
fuerte endogamia y encapsulada a nivel social, lo cual les permitió ir más allá del es-
tablecimiento de relaciones interétnicas, llegando a la integración sin que necesaria-
mente se exigiera la asimilación. Mientras que con la asimilación perdían su sentido
de identidad abandonando el judaísmo, la integración implicó la participación en el
entorno manteniendo los elementos fundamentales de su cultura (Bengio, 2014).
Asimismo, les permitió acrecentar su inuencia social, económica y política.
4.1. Personajes judíos destacados en la masonería maracaibera
Como ya se señaló, no todos los judíos en Maracaibo asumieron como canal de
participación social su incorporación a la masonería. Pero es posible señalar algunas
guras importantes de la comunidad hebrea local que sí fueron partícipes. En 1860,
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cuatro personajes de apellidos hebreos aparecen entre los partícipes de la Logia Re-
generadores que además fueron fundadores de la Casa de Benecencia (Sociedad
de Benecencia, 1884).
El primero fue Albert Waldemar Worm, quien nació en las Islas Vírgenes en 1825,
se había radicado en Maracaibo hacia 1858, año en el que nació su única hija. En
1860, recibió del Congreso de la República el privilegio para la construcción de un
ferrocarril entre Betijoque y el lago de Maracaibo, el cual nalmente no llegó a cons-
truirse. No vuelve a tenerse información de él hasta 1874 cuando era residente en
Curazao y sin mayor fortuna, aparece encarcelado por el gobierno de Venezuela
involucrado en un contrabando de armas (Goslinga, 1975; Seijas, 1884).
El segundo personaje fue el alemán Aaron Luria, quien nació en Altona, Hambur-
go, en 1827, su padre fue el presidente de la sinagoga Neve Salom, la cual era rele-
vante para la importante comunidad sefardita portuguesa de la ciudad hanseática.
No hay referencia de su deceso, lo cual ocurrió –al parecer- en Maracaibo hacia 1864.
Finalmente, los otros dos fueron Moisés de Lima y Generoso Penso, de quienes no
se ha encontrado referencias particulares. Pero es importante resaltar que De Lima
y Penso eran apellidos de familias judías de Coro de origen curazoleño, isla donde
tenían una importancia social y económica signicativa (Brito, 1989; De Lima, 2017).
Ahora, este episodio no se limitó a los hombres. Aunque la masonería femenina
no se aprobaría en Maracaibo hasta la segunda mitad del siglo XX, debido a la par-
ticipación social de sus maridos masones, algunas damas de la comunidad también
fueron participes en asociaciones sociales. En este sentido, las esposas de tres judíos
referidos también llegaron a desarrollar alguna presencia pública: Emma Techt de
Worm, Rebeca Piza de Luria y Paula Ruz de Penso formaron parte de la sociedad
femenina organizada para cooperar con la Casa de Benecencia (Ochoa, 2021).
Estos no fueron los únicos casos de participación de miembros de la comunidad
judía en las actividades masónicas. Es posible resaltar a dos judíos marroquíes más
en relación con la Logia Regeneradores: Marcos J. Toledano y Moisés Hain Azancot.
Especialmente, Marcos J. Toledano, se sabe que, aunque nació en Tanger en 1883,
sin embargo, ya para 1898 residía en Caracas como socio de la rma comercial Tole-
dano Hermanos, importadora de tejidos, la cual comenzó a representar en el país a
Emile Nolting & Co. de Hamburgo y Boorum and Pease de Nueva York. Toledano ejer-
ció importantes funciones en la comunidad judía venezolana, teniendo un destacado
rol en la fundación de la Sociedad Benéca Israelita de Caracas en 1907. De hecho,
dictó discurso en la noche de constitución de la agrupación, asumiendo la secretaría
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de la misma (Aguiar Bobet, 2019; Carciente, 2007; Centro de Documentación y Estu-
dios Moisés de León, 2022; Levy Benshimol, 2007).
Posteriormente, Toledano regresó a Marruecos en 1913, estableciéndose en Ca-
sablanca como socio de la rma H&M Toledano & Co. Sociéte Industrielle & Commer-
ciale du Maroc, empresa con sedes en Tanger y Nueva York y luego se nacionalizo
como español y fue miembro de prestigiosas instituciones comerciales y sociales, su
residencia se alternaría en estas tres ciudades. Asimismo, formó parte de la Logia
Morayta, aparece ya como como un miembro notable del Gran Oriente Español en
Casablanca en 1919. En el Cuadro de la Masonería Española de 1931-1932, Toleda-
no aparece representando a la Logia Samuel Güitta de Casablanca, una de las tres
de la ciudad. Falleció el 16 de agosto de 1964, siendo enterrado en el Cementerio
Israelita de Tanger (Aguiar Bobet, 2019; Carciente, 2007; Centro de Documentación
y Estudios Moisés de León, 2022; Ferrer Benimeli, 1992; Gran Oriente Español, s/f).
Aunque Toledano mantuvo un importante activismo social en la comunidad ju-
día en Caracas y en la comunidad masónica de Marruecos, no ha quedado clara su
participación en la ciudad de Maracaibo. Aunque se ha señalado que era residente
en Caracas, también hay evidencia que fue iniciado como masón en la Logia Rege-
neradores (Aguiar Bobet, 2019). Se hace importante estudiar en qué condiciones se
dio esta inclusión y cuál fue su participación social en Maracaibo. Ahora, si no hay
información sobre las actividades de Toledano en la capital del lago, sobre Moisés
Hain Azancot su relevancia social ha quedado demostrada.
Moises Hain Azancot nació en Tanger en 1880 en el seno de una familia con im-
portantes actividades comerciales en Marruecos (von Conring, 1881). A los 14 años,
se estableció en Venezuela, donde ya residían sus hermanos. Tras una notable activi-
dad comercial, regresó a su ciudad natal, donde llegó a ser una gura relevante tanto
en su comunidad étnica como en las actividades económicas de la urbe, llegando
incluso a ser presidente de la Cámara Internacional de Comercio de Tanger, de la
que había sido su fundador. Asimismo, fue presidente del Casino Internacional de
la ciudad norafricana. Se había establecido en Francia, regresando a su tierra natal
debido a la ocupación nazi y el régimen de Vichy. Naturalizado venezolano en 1909,
mantendría su nacionalidad venezolana hasta su muerte (Aguiar Bobet, 2019).
No hay certeza de la iniciación de Moisés H. Azancot en la Logia de Maracaibo.
Sin embargo, ya para 1908 formaba parte –junto a Antonio Barboza y Manuel Silva
Villasmil- de la comisión organizada por la Logia Regeneradores para la celebración
del cincuentenario de la Casa de Benecencia. Un detalle importante a considerar
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es que -para el momento de la conformación de esta comisión- aparecía Abraham
Azancot como Venerable Maestro (Aguiar Bobet, 2019; Ochoa, 2021). Se puede ob-
servar acá otro importante miembro de la comunidad judía en labores públicas. De
hecho, para 1907, Abrahán Azancot aparecía como el responsable de cobrar las cuo-
tas y colectas de la Sociedad Benéca Israelita (Carciente, 2007).
A diferencia de Toledano, la guración pública de Azancot fue relevante tanto en
el campo económico como en el político. Aparece como propietario de tierras en el
distrito Sucre así como relacionado con los sectores involucrados en el proyecto azu-
carero de la Central Venezuela (Rodríguez Arrieta, 2006; 2008). Daniel Bendahan, un
abogado que estuvo al servicio de distintas empresas petroleras concesionarias en
Venezuela, publicó en 1991 la novela “Las generaciones del petróleo” en 1991, siendo
referido como alguien que hizo grandes negocios en Maracaibo (Bendahan, 1991).
En su actuación política, Azancot fue colaborador del gomecismo, se desempeñó como
tesorero del estado Zulia durante la gestión de Gumersindo Méndez, Presidente del es-
tado Zulia designado por el Presidente Juan Vicente Gómez. Su actuación en este sentido
fue polémica. El presidente del estado Méndez intentó revisar las cuentas del Concejo Mu-
nicipal de Maracaibo, lo cual no fue aceptado por la cámara municipal en defensa de la au-
tonomía municipal. En consecuencia, los concejales fueron encarcelados en el castillo de
San Carlos (Bermúdez, 2007). Asimismo, se ha especulado que Azancot fue el autor de los
pasquines que aparecieron descalicando a los miembros de la cámara municipal. Otra
actuación pública relevante de Azancot fue su participación en los debates doctrinales lo-
cales. En 1909, publicó el libro “Polémica masónica-religiosa, en el que recogió la discusión
que –con el seudónimo M.X.X.- adelantó desde “Los Ecos del Zuliacontra la columna que
con el seudónimo K.T. Cismo se publicaba en “El Avisadorde Maracaibo.
Finalmente, Azancot regresó a Marruecos, retorno sobre el cual no hay mayor informa-
ción, se conoce que para 1918 estaba en el norte de África. En todo caso, se debe señalar
que su reconocimiento social en Maracaibo fue realmente signicativo. Un ejemplo de
ello fue que el reconocido poeta zuliano Udón Pérez (1913) le dedicó uno de sus poemas.
CONCLUSIONES
La participación social de miembros de la comunidad judía se dio a través de di-
versos canales: aparte de su actividad comercial, su participación en labores sociales,
su actividad cultural, el servicio público, pero también su adscripción en las logias
masónicas. Esta asociación de ciudadanos implicaba una aceptación social dentro
de su condición judía en un espacio de reconocimiento. Permitía la integración sin
formar para ello la asimilación social.
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En Maracaibo, miembros de la comunidad judía adscritos a la logia masónica lo-
graron alcanzar una participación social relevante. En particular en la constitución de
la Casa de Benecencia, su labor fue esencialmente de servicio a los necesitados. En
el caso de Azancot, por otro lado, su actuación incorporó además relevancia econó-
mica y política. Un dato interesante es que esta disposición a actuar públicamente se
mantuvo incluso tras su salida de la ciudad de Maracaibo.
Para terminar, lo relativo a la importancia de las redes sociales en estas dinámicas de
participación social e involucramiento con la masonería no ha podido ser aclaradas. Hay evi-
dencia que algunas de estas personas tenían no sólo relaciones económicas sino familiares:
un ejemplo de ello es que la esposa de Moisés H. Azancot se llamaba Estrela Toledano Na-
hon, lo que plantea la posibilidad de algún parentesco con Marcos J. Toledano. Vale resaltar
que miembros de las familias Azancot y Toledano, además de su antigüedad comercial en
Marruecos (von Conring, 1881), tenían una importante participación en la masonería (Aguiar
Bobet, 2019). Asimismo, así como Abraham Azancot era Venerable Maestro de la Logia Re-
generadores cuando se nombró a Moisés H. Azancot como parte de una comisión de la
logia, Jaime Azancot, su hermano y representante de la casa comercial Azancot en Carúpano,
también era un relevante miembro de la logia en esta ciudad del oriente venezolano (Junta
pro Celebración del Tricentenario de Carúpano en Caracas, 1947; Salvati, 1918).
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