CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Miguel Ángel Viloria
Aldemaro Fonseca:
Territorio simbólico contextual
... PP: 173-191
ISSN 2660-9037
174
TERRITORIO SIMBÓLICO CONTEXTUAL.
Su pintura es un producto de un territorio cultural. No olvidemos que Cabimas,
ciudad que surge sobre todo por la explotación petrolera, ha ejercido inuencia or-
gánica en las artes en general de los artistas. Aldemaro, no es su excepción. Es una
ciudad que, tras las migraciones internas, surge de distintos puntos culturales del
país. La ciudad se puebla de voces, de rostros disimiles. Sus cuadros o sus trabajos
en general nos invitan a
escuchar,
notar esas voces de conuencias, de rostros en
movimientos, trazos que surgen, aparentemente, de la nada.
El paisaje cultural de Aldemaro se esboza y se representa a través de unos sím-
bolos autárquicos, pero a la vez contextual: surgen desde sus sombras de signos
propios de la ciudad mundana, profana, religiosa; su petróleo, sus rostros desdibu-
jado en manchas inquietas. Su pintura está, aunque suena paradójico, poseída por
un automatismo deliberado, vale decir, consciente. Sabe de la disposición de cada
objeto, sus formas, su chinesca manera de representarnos sus ideas en el escenario
plástico. Quizá sea automático el ritmo, movimiento que imprime u obedece segura-
mente a la dinámica cultura, al desplazamiento babélico de una ciudad en ebullición
de luz, sol caribeño. En ella las conuencias son correspondencias de murmullos.
Hace unos años atrás escribí:
“La pintura no es un yo que habla sobre sí mismo, sino que, por el contrario, es el mundo
que se cuece en él. La imagen cobra un cuerpo móvil en su propuesta plástica. Es la épica
social sígnica. O es que, a primera vista, nos deja esa primitiva sensación del oleaje del estuario
nuestro. Pareciera que sus trabajos nos quisieran decir: como se pinta es también como se lee
el mundo. Representa, verbigracia, un trazo que se deja aglutinar por esa metáfora gestual
de una mano que se ha apropiado de una sintaxis anónima. El Chino, como es su verdadero
nombre social en estas callejas de Cabimas, deja su mano, su codo, su cuerpo en su pintura.”
2
Aun sostengo esa apreciación, pues la pintura de Aldemaro, además, se nos
muestra como
traducción,
cuya lengua es el manejo cultural y colectivo del color,
amén del ritmo, los desplazamientos, la gestualidad chinesca. No es una comunica-
ción intimista, sino colectiva. Podríamos decir que cada gesto en Aldemaro es para
establecer un diálogo. Pinta, o
gestualiza,
para hablar en colores, en plasticidad. Es el
sueño del poeta Rimbaud. Vemos seres colectivos en un baile, en unas conversas de
calles. Son sombras dinámicas, habladoras, andariegas de aceras. Nos recuerda, en
n, ese juego platónico de La Caverna. Alcanzamos a ver, entonces, una traducción,
una multisensorialidad contextual del territorio cultural.
2 Viloria, Miguel (2018). Pluralidad de la mirada en la pintura del “Chino” Fonseca. Revista Dominios Nº 18.
UNERMB.