ISSN 2660-9037
SENDEROS DE GLORIA: LA MUERTE BELLA
Ángel Rafael Lombardi Boscán*
“O sea, que usted quería salvar de verdad a esos hombres. Es usted un idealista, y le compadezco”.
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
pp. 211-213
* Director del centro de estudios históricos de la Universidad del Zulia. Correo-e: @lombardiboscan
Esta película de culto ya tiene sesen-
ta y cinco años y su actualidad en pleno
2022 es absoluta. Se la deberían pasar
a los estudiantes de Venezuela para
poner punto nal al absurdo de la For-
mación Pre-Militar en la escuela dónde
la cultura de la paz es una ensoñación
escurridiza. Stanley Kubrick, su Director
en su momento con apenas veintiocho
años de edad, fue el artíce a nuestro
criterio de la mejor película anti belicis-
ta en toda la historia del cine.
Además, la película se sustenta en
hechos reales como lo fue el amotina-
miento de los soldados franceses en la
Primera Guerra Mundial (1914-1918)
que se negaron a recibir las órdenes de morir inútilmente por la Patria. Sentencias
como: “la muerte es hermosa; “soldado tú mejor amigo es el fusil” o “que la guerra es
sólo para los valientes que deben ofrendar su vida por la Patria” resuenan sobre un
atormentado absurdo aún vigente cuyo principal recordatorio es la actual masacre
sobre los ucranianos de parte de los rusos. Y es que toda guerra es una manifesta-
ción de la locura humana basada en el cálculo de intereses subalternos ajenos a la
compasión. Y cuando decimos intereses subalternos en realidad son los que termi-
nan por prevalecer asociados al crimen como vehículo para la obtención de riquezas
o premios nacionales que alimentan el imaginario patriótico.
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Ángel Rafael Lombardi Boscán
Senderos de gloria: la muerte bella. PP: 211-213
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Las guerras deberían ser prohibidas. Sólo que esto implicaría solicitarle a Dios
el envío de otro Diluvio o que permita el auto suicidio nuclear que hoy pende de
un hilo sobre la humanidad entera para así recomenzar desde cero o permitir que
otras especies superiores, como la que llamamos despectivamente como: animales,
terminen por ocupar nuestro lugar.
“No permitáis que la ambición se burle del esfuerzo útil de ellos / De sus senci-
llas alegrías y oscuro destino / Ni que la grandeza escuche, con desdeñosa sonrisa /
los cortos y sencillos hechos de los pobres. / El alarde de la heráldica, la pompa del
poder y todo el esplendor, toda la abundancia que da, / espera igual que lo hace la
hora inevitable. / Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba”. Thomas
Gray (1716 / 1771).
En la Historia hay muchas derivas. La más terrible fue y es la esclavitud (en sus
formas modernas en el ámbito laboral). Otra, las guerras y persecuciones religiosas
basadas en la exclusividad de un Dios o por sus distintas formas de ofrendarle. Aun-
que la más dañina de todas es el culto al nacionalismo. Eso de que la Patria es el altar
dónde se inmolan los patriotas es un teorema caza bobos ya que los únicos que se
inmolan son los soldados más bobos. Ni los ociales del Alto Mando ni los potenta-
dos van a jugarse el pellejo para convertirse en carne de cañón. Y quienes al nal son
las víctimas del reclutamiento van a morir sin pena ni gloria aunque los homenajes
ociales digan lo contrario. El miedo siempre oprime a la libertad y dignidad.
“El patriotismo es el último refugio de un canalla”. Esto es de Samuel Johnson
(1709-1784) y en la película lo repite el Coronel Dax, interpretado magnícamente
por un sobrio Kirk Douglas, quién lo esgrime como latigazo contra la casta de los ge-
nerales foie gras atrincherados en palacios como el de Versalles y bien lejos del ho-
rror de las trincheras en el frente de guerra. Es que la Primera Guerra Mundial hizo
de las trincheras unas tumbas y cementerios mal olientes dónde las acometidas de
la infantería chocaban irremediablemente ante las balas invisibles de los nichos de
ametralladoras y la munición mortal de la artillería. Nadie podía vencer al otro desde
un asalto frontal. Alemania y sus aliados son vencidos por agotamiento. Aunque igual
le pudo suceder a los franceses e ingleses. Los Estados Unidos, con tropas frescas,
inclinaron la balanza en la contienda como volverían hacer en la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945).
Es tan brutal el alegato anti belicista que nanció Kirk Douglas y elaboró artís-
ticamente Stanley Kubrick que en poco más de una hora asistimos sorprendidos
y apenados por ésta gran vergüenza humana. En Francia, Inglaterra y hasta en la
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España del dictador Franco: “Senderos de Gloria” fue prohibida. ¿Por qué? No sólo es
un expediente condenatorio sobre la guerra y la mitología patriótica sino que es tam-
bién una denuncia frontal contra la corrupción humana dentro las las del poder.
Los generales franceses en la película estafan a Francia en nombre de unas virtudes
en que ninguno de ellos cree. Son sólo seres ambiciosos y amorales casados con la
maldad desde un uso irresponsable del poder. Su propia guerra civil, alentada por
el insaciable ego, es incluso hasta más feroz que la que practicaron contra los ale-
manes. Ordenar disparar sobre sus propios hombres para salvaguardar un prestigio
sin modales es tan común en todas las guerras que mostrarlo luce inverosímil. Yuval
Noah Harari, historiador israelí en boga hoy, repite en sus libros una frase recurren-
te: “No hay justicia en la historia”.
Y esto nos conecta con la terrible realidad de un Putin agresor y genocida en
Ucrania y de una nomenclatura cívico/militar en Venezuela ávida de poder sin impor-
tarles el daño que esto le ha acarreado a la población. Razón por la cual “Senderos
de Gloria” es una invitación a la rebeldía contra las muy sacrosantas instituciones en
manos de bribones condecorados entre ellos mismos.
La conmovedora y melancólica escena nal es un llamado de atención a una con-
cordia entre enemigos. A la utópica e idealista manifestación de una paz perpetua
entre culturas y países distintos bajo una convivencia espiritual elevada. Es un guiño
que apunta a nuestra salvación elevándonos por encima de tantas jaulas ideológicas,
y sobre todo, de la vulgaridad del mal.