CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 3, Núm 5. Enero / Junio (2023)
José Javier Lombardi Boscán
Pensamiento político de Juan XXIII sobre el orden internacional del siglo XX... PP: 71-93
ISSN 2660-9037
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tanto cabeza de la Iglesia universal como de la Santa Sede, o el Estado de la Ciudad
del Vaticano. Dado que la Santa Sede es el órgano gubernativo central de la Iglesia,
en el que se incluye el Romano Pontíce, es lógico que se aluda a ambos indistinta-
mente y que se atribuya subjetividad internacional tanto a la Iglesia como a la Santa
Sede, incluso, a la persona del Papa. Por su parte, el Estado de la Ciudad del Vaticano
poseería una personalidad internacional diferenciada (Bonet Navarro, 2014: 190).
La Iglesia Católica Romana, a través del Estado de la Ciudad del Vaticano, sin
duda alguna, posee la condición de sujeto de Derecho Internacional, y es reco-
nocido como tal, manteniendo relaciones diplomáticas con casi todas las nacio-
nes del orbe; igualmente, celebra tratados y acuerdos con la mayoría de ellas,
y participa en organismos internacionales como miembro de pleno derecho.
“La representación del Estado y sus relaciones con los demás Estados están reser-
vadas al Sumo Pontíce, que las ejerce a través de la Secretaría de Estado.
Tanto la Santa Sede, como órgano soberano de la Iglesia Católica, como el Estado de
la Ciudad del Vaticano han ganado cada vez más el pleno reconocimiento de su per-
sonalidad internacional, son miembros de organizaciones internacionales, participan en
conferencias internacionales y se adhieren a convenciones” (Stato della Cità del Vaticano).
Poniendo de lado las consideraciones jurídicas, es indiscutible el importan-
te papel que la Iglesia Católica tiene en el orden internacional. Si bien man-
tiene una posición de neutralidad en cualquier conicto entre o dentro de los
Estados, está en constante lucha por la justicia y la equidad entre las naciones.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la Santa Sede ha desempeñado un destaca-
do papel en la esfera internacional convirtiéndose en un activo en el ámbito de las
relaciones diplomáticas. En este terreno, el objetivo del pequeño Estado ubicado
en Roma, ha sido defender los Derechos Humanos en cualquier rincón del mundo,
con independencia de la confesión religiosa mayoritaria de la población. La Santa
Sede mantiene relaciones diplomáticas con cerca de 200 estados y está presente
de manera activa en la ONU. Desde la llegada de Juan XXIII al Ponticado, los papas
se han esforzado por abrirse a todo el mundo y por defender los derechos de to-
dos los ciudadanos u hombres de buena voluntad como reejaba Angelo Roncalli
en su famosa encíclica Pacem in Terris (Pacheco, 2017: 110).
Aunque la gura del Papa ya no tiene la preponderancia de épocas anterio-
res, cuando además de su soberanía espiritual, ejercía el poder político y una
inuencia determinante sobre las acciones de muchas naciones, particular-
mente las europeas, en el presente, el Papa mantiene una inuencia importan-
te en campo internacional. La personalidad de los Papas ha determinado tam-
bién el estilo de su accionar en las relaciones internacionales, y es justamente