ISSN 2660-9037
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 5. Enero / Junio (2023)
pp. 114-139. Provincia de Pontevedra - España
Recibido: 05/06/2022
Aceptado: 30/09/2022
FUNDACIÓN, EDIFICIOS Y EDIFICACIONES
DEL HOSPITAL SANTA ANA EN
MARACAIBO-VENEZUELA
Ingrid Magally Romero Barreto*
RESUMEN
El establecimiento del Hospital Santa Ana de Maracaibo, estuvo enmarcado en el derecho español
de Indias, en el que se prescribía la fundación de nosocomios con los aportes de capital privados,
tributados por los vecinos de las ciudades hidalgas de América. La institución también fue una res-
puesta a la creciente necesidad de atención médica a los lesionados por los constantes ataques de
los naturales de la laguna de Maracaibo que defendieron su territorio de los invasores europeos y
a los aquejados por las constantes enfermedades tanto epidémicas como endémicas, por lo cual
recibió la aprobación de las autoridades eclesiásticas. La construcción de las edicaciones hospita-
larias de Santa Ana en Maracaibo se inició durante la primera década del siglo XVII y se continuaron
durante el periodo colonial siguiendo el modelo ideado para los hospitales desde la Edad Media lo
cual, constituye el objetivo central del presente trabajo incluyendo en el mismo la iglesia de Santa
Ana que funcionó como anexa al mismo, soportado sobre las fuentes documentales procedentes
de las visitas episcopales realizadas a la institución.
Palabras clave:
hospitales, Santa Ana de Maracaibo, enfermerías.
FOUNDATION, BUILDINGS OF THE HOSPITAL SANTA ANA
DE MARACAIBO -VENEZUELA
ABSTRACT
The establishment of the Hospital Santa Ana de Maracaibo, was framed in the Spanish law of the
Indies, in which the foundation of hospitals was prescribed with private capital contributions, paid by
the residents of the noble cities of America. The institution was also a response to the growing need
for medical attention to those injured by the constant attacks by the natives of the Maracaibo lagoon
who defended their territory from the European invaders and to those aicted by constant epide-
mic and endemic diseases, so which received the approval of the ecclesiastical authorities when it
was requested by its instigators. The construction of the hospital buildings began during the rst
decade of the 17th century and continued during the colonial period following the designs devised
for hospitals since the Middle Ages, which constitute the central objective of this work, including the
* Profesora, Mención Educación Integral, egresada de (UPEL) Universidad Pedagógica Experimental
Libertador, (San Cristóbal - Venezuela) cursante de la Maestría en Historia de Venezuela en la (ULA)
Universidad de Los Andes. ORCID: hps://orcid.org/0000-0002-7164-5901
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church of Santa Ana, which functioned as an annex to it, supported by documentary sources from
the episcopal visits made to the institution.
Keywords:
hospitals, Santa Ana de Maracaibo, inrmaries
INTRODUCCIÓN
El termino hospital,1 viene del latín
hospitalis,
que quiere decir “hospitalario”,
“afable” y
hopes,
“el que hospeda o da albergue”.2 El diccionario Larousse lo de-
ne como: “Establecimiento donde se curan los enfermos”3; “establecimiento
en que se recogen pobres y peregrinos”4. En ese mismo sentido, Alfonso Ca-
sares señala que, “El hospital tiene una denición común como un edicio que
alberga funciones relacionadas con la enfermedad, la rehabilitación y la salud,
y en él residen enfermos durante periodos de tiempo variables utilizando sus
servicios sanitarios, ya sean de diagnóstico o de tratamiento”5. Asimismo, parti-
culariza que “el edicio hospital ha ido desarrollándose, como tipología y como
estructura funcional, en paralelo con los cambios históricos de la concepción
sociológica de la salud, la enfermedad y la muerte. Simultáneamente el saber
curativo y su consideración”6. Del mismo modo, Luis Alberto Ramírez precisa
que, “entre las más signicativas aportaciones del saber médico en el mundo
atlántico se halla la concepción de hospital que en el imaginario social es la
representación material de la práctica médica en su forma más avanzada”.7
De acuerdo con lo expuesto, se considera que el hospital es un centro en el
que se trata, la enfermedad, la rehabilitación y la salud, su concepción e imagina-
rio están relacionados con la práctica médica en su forma más avanzada, la cual
se ha ido, desarrollado con las exigencias de los cambios que han surgido con el
paso del tiempo. Sin embargo, el hospital no siempre fue el centro adaptado y
equipado adecuadamente con el n de cubrir las necesidades del paciente.
1 Casares Alfonso,
Arquitectura Sanitaria y Hospitalaria”.
Madrid (España). E
scuela Nacional de Sanidad;
2012Tema12.1.Disponible en: pdp://espacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:500920/n12.1_Arqui-
tectura_sanitaria_y_ges__n_medio_ambiental.pdf.
2 Medrano, Fidel Aguirre.
Historia de los Hospitales Coloniales de Hispanoamérica.
Caracas. Editorial Arenas,
1992, V. I. p.77
3 Medrano, Fidel Aguirre.
Historia de los Hospitales Coloniales de Hispanoamérica..
. p. 77
4 Medrano, Fidel Aguirre.
Historia de los Hospitales Coloniales de Hispanoamérica
...p. 77
5 Ramírez Méndez, Luis Alberto.
La erra promeda del sur del Lago de Maracaibo. El Santo Hospital de Ca-
ridad Jesús Nazareno de San Antonio de Gibraltar
(Siglos XVII-XVIII). Maracaibo. Academia de Historia del
estado Zulia / Ediciones Clío, 2021. Tomo V. p. 19.
6 Casares Alfonso,
Arquitectura Sanitaria y Hospitalaria”.
Madrid.
Escuela Nacional de Sanidad;
2012
Tema12.1. Disponible en: pdp://espacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:500920/n12.1_Arquitectu-
ra_sanitaria_y_ges__n_medio_ambiental.pdf
7 Ramírez Méndez, Luis Alberto.
La erra promeda del sur del Lago de Maracaibo. El Santo Hospital de
Caridad Jesús Nazareno de San Antonio de Gibraltar
(Siglos XVII-XVIII... p.19
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Como respuesta a la necesidad de atención médica, se crean los centros
hospitalarios como medida para enfrentar las penurias que aigían al ser huma-
no y buscando la solución y control de la propagación de las enfermedades, que
han aquejado al hombre a través de su historia. El encuentro de los europeos y
americanos, trajo consigo la mezcla de epidemias, las cuales durante la colonia
se convirtieron rápidamente en endémicas. Esa situación, es referida por Moto-
linía, quien describió la tragedia indígena en los años inmediatos a la conquista,
al decir que: “en primer lugar, las epidemias que la habían azotado tanto a eu-
ropeos como a los naturales”, el mismo arma que hubo por lo menos “siete
epidemias” a lo largo del primer siglo de la conquista.8 De ese modo, los natura-
les sufrieron de las enfermedades comunes de los españoles y viceversa, este
intercambio trajo consigo la disminución de la población aborigen.
Ante esta situación, surgió la necesidad de prestar atención médica, por
lo cual las edicaciones hospitalarias que ya se erigían en el viejo mundo, se
replicaron en el nuevo mundo, con el n de atender al convaleciente. De esa
forma, los nosocomios se establecieron en lugares adecuados con las condi-
ciones mínimas para asistir al paciente, en respuesta a la necesidad de sanar
al otro, que ya era maniesta en distintas partes de España, aunque, en el
mundo occidental esta práctica se arraigó al cristianismo y la cultura medi-
terránea, que prescribía como un principio cristiano impulsándolo a auxiliar
al otro, aun cuando el amor al prójimo no era lo que realmente les inducia a
socorrer al convaleciente y menesteroso, la idea primordial era la de salvar
su propia alma por medio de las obras piadosas.
En esa convulsiva época, de principios del siglo XVII, surgió la iniciativa de
establecer un centro asistencial en la Nueva Zamora de Maracaibo que es-
tuvo enmarcada en el derecho español de Indias, en el que se determinaba
que la fundación de nosocomios debería contar con los aportes de capital
privado, tributados por los vecinos de las ciudades hidalgas de América. La
institución también fue una respuesta a la creciente necesidad de atención
médica a los lesionados por los constantes ataques perpetrados por los na-
turales de la laguna de Maracaibo, quienes defendieron su territorio de los
invasores europeos y también a los aquejados por las constantes enferme-
dades tanto epidémicas como endémicas, por lo cual recibió la aprobación
de las autoridades eclesiásticas cuando el mismo fue solicitado por sus ins-
titores. La construcción de las edicaciones hospitalarias se inició durante
la primera década del siglo XVII y continuo durante el periodo colonial si-
8 García Barreno Pedro,
Hospitales Novohispános siglo XVI
Madrid. Ediciones informazadas, S.A, 1991. p.13
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guiendo los diseños ideados para los hospitales desde la Edad Media cuyo
proceso fundacional y la descripción de sus edicaciones durante el periodo
colonial, lo que constituye el objetivo central del presente trabajo incluyendo
en el mismo la iglesia de Santa Ana que funcionó como anexa al mismo.
El trabajo se apoya en las fuentes documentales, la mayoría de ellas pu-
blicadas en dos recopilaciones documentales de insospechada importancia,
la primera la visita que le hiciera a la ermita y hospital de Santa Ana el obispo
Mariano Martí, en el año 1775, en la cual se halla el acta de fundación y una
descripción detallada sobre la iglesia y el hospital de Maracaibo, incluyendo el
inventario con pormenores de los utensilios y ornamentos sagrados, que for-
maban parte del recinto hospitalario9. Asimismo, Juan Carlos Morales Manzur,
ha publicado una interesante y valiosa documentación que reposa en Archivo
Arquidiocesano de Mérida, relativa al hospital Santa Ana de Maracaibo, en
la cual se halla la visita realizada por el obispo Fray Juan Ramos de Lora al
mismo y otras actuaciones realizadas tanto por ese primado como por otros
personeros relativos a la expansión y mejoramiento de las instalaciones.10 El
estudio se dirige a mostrar la permanencia de los principios vigentes para la
construcción de los hospitales en Indias en su estructura material.
1. MARACAIBO, SIGLOS XVI-XVII.
Hace aproximadamente 1.500 años, antes de la llegada del imperio es-
pañol al Nuevo Mundo “Los señores de la laguna”, población originaria de
Maracaibo, ya trasladaban y comercializaban productos entre sí, utilizando
como medio de transporte uvial el lago. Los pueblos de agua y los pue-
blos de tierra, se reconocían y el medio de comunicación eran las aguas del
Coquivacoa.11 En la laguna de Maracaibo, coexistían dos tipos de poblados
indígenas: los pueblos de tierra o rancherías, dedicados a la explotación de
la sal, la siembra, vegetales, cultura, recolección de frutas y conchas marinas,
la caza, la cría y la extracción de sal y mene (para utilizarlo como brea o pez
para calafatear a las embarcaciones). Asimismo, cercanos al borde costero,
se localizaban en gran número, los pueblos de agua o palatos12, sus habi-
9 Mariano Mar (obispo),
Documentos relavos a su vista Pastoral de la Diócesis de Caracas (1771- 1784).
Caracas. Academia Nacional de la Historia. Segunda Edición 1989. T, IV, V.
10 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial.
Maracaibo. Fondo Editorial de la Academia de Historia del Estado
Zulia. Primera Edición, noviembre de 2020.
11 Orz Malavé, Argenis.
Maracaibo ciudad de tres fundaciones.
Cabimas. Fondo Editorial UNERMB. 2015, p.13.
12 Los palatos son una forma especial de viviendas construidas sobre lagos y pantanos. En algunos casos se
pueden observar a orillas del mar y en menor escala existen asentados sobre canales. En efecto, se llama
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tantes, los señores de la laguna, expertos nadadores eran quienes tenían el
dominio del territorio, al poseer el control de acceso y tránsito del lago, se
ocupaban en actividades de pesca y labores de mercadeo (ya existía una red
cultural y comercial entre los indígenas de la cuenca y las comarcas aleda-
ñas), además de ser consumados guerreros.13
La agrupación de las distintas etnias conrmó la existencia de identida-
des previas al encuentro con el conquistador europeo. En efecto, las relacio-
nes establecidas entre los indígenas de Maracaibo con los Welser14 y luego
con los peninsulares generalizaron de manera diferenciada las tradicionales
opciones de subsistencia y diversicaron las normas de comportamiento al
asociarse modos de vida contrapuestos: el propio de una economía comuni-
taria y el impuesto por una economía de mercado.15
Durante el siglo XV, los europeos pudieron apreciar en la supercie que
constituye la cuenca del lago de Maracaibo, la coexistencia de distintas formas
de producción caracterizados por la diversidad de modos de vida presentes en
los pueblos de agua y pueblos de tierra; el territorio constituía una región histó-
rica que se dilataba sobre los pueblos costeros del Golfo de Venezuela y la pe-
nínsula de La Guajira al norte del Lago, así como también las comunidades del
sur. Los europeos, en su intento de conquistar esa extensa área, enfrentaron
palatos a ciertas viviendas de madera fundamentadas en una serie de palos, estacas o troncos hincados
en el fondo sobre lo que se construye una plataforma que sirve de vivienda, elevada y techada con madera,
paja u otros materiales endebles. Arkiplus.com. Disponible de: hps://www.arkiplus.com/palato/
13 Pet Nereida, Pineda Eduardo, Quijano Elisa.
“La Maracaibo hispana. Fundación y expansión de una ciu-
dad-puerto. Venezuela, siglos XVI-XVIII”
,
Arculo arbitrado.
Año 6, N° 12. p. 200.
14 (…. Los Welser pertenecían a una vieja familia aristocráca alemana, cuyo escudo hacía remontar
su nobleza a 400 años; su fortuna, considerada la segunda después de la de los Fugger, la formaron
en el ejercicio mercanl de arculos de consumo, y ocasionalmente parciparon con capital en las
explotaciones mineras. De los países nórdicos traían hilo de lino, cáñamo en bruto; hilo de algodón
y terciopelo de Italia; telas de seda, lino y lana de Inglaterra. Eran grandes comerciantes en especies
orientales: pimienta, jengibre, nuez moscada, clavos de especie, canela y azafrán. Tenían plantaciones
de azúcar en Madeira, de donde la extraían para Alemania y otras partes de Europa; comerciaban
también plantas medicinales y colorantes; vendían metales preciosos directamente a los joyeros, he-
rramientas y materias primas a los artesanos y los gremios. Se dedicaban a las acvidades bancarias
de su empo, como eran las ventas de letras de cambio y la transferencia de caudales entre las ciuda-
des donde ellos tenían establecimientos e intereses. Funcionaban como una sociedad mercanl que
admia las aportaciones de capital de otras familias y de mercaderes. La sede de la casa era la ciudad
de Augsburgo, pero la red de factorías y de agentes se extendía por muchos países de Europa. Arcila
Farías, Eduardo.
“Los Welser…)”
Diccionario de Historia de Venezuela. Disponible en: hps://bibliofep.
fundacionempresaspolar.org/dhv/entradas/w/welser/#tope
15 Urdaneta Quintero Arlene, Parra Grazzina Ileana, Cardozo Galué Germán.
“Los orígenes de Maracaibo y
el dominio del Lago: diversidad social y meszaje (I)”,
Procesos Históricos. N° 10, julio, 2006, p. 3. Disponi-
ble en: hps://www.redalyc.org/pdf/200/20001007.pdfUrdaneta
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y coexistieron con una sociedad plural, liderada por caciques, que dominaban
la navegación del lago y controlaban las salinas en el norte lacustre, estos jefes
constituían una autoridad reconocida y respetada por las tribus de la región.16
La llegada de los invasores extranjeros al lago de Maracaibo ocurrida, el 24
de agosto de 1499, cuando Alonso de Ojeda recorrió la costa desde Paria has-
ta el Cabo de La Vela cruzando frente a la barra de Maracaibo, en su recorrido
por la costa del golfo, Ojeda llamó Coquivacoa, la zona que visualizaba17. En su
travesía pudo apreciar el inmenso lago y le dio el nombre de San Bartolomé,
en honor al santo, cuyo onomástico se celebra en la expresada fecha.18 En esa
travesía acompañaron a Ojeda, Américo Vespucio, Juan de la Cosa y el geó-
grafo Martín Fernández de Enciso. Posteriormente, se aseguró que Américo
Vespucio, de origen italiano, asoció los palatos del lago de Maracaibo con
las casas sobre el agua en Venecia, y esta fue la razón de llamar al territorio
Venezuela “pequeña Venecia”. 19 Aunque la expresada versión del origen de
nombre de Venezuela, no fue raticada por Fernández de Enciso, testigo pre-
sencial de la expedición, pues en su obra
Suma de Geografía,
publicada en 1518,
reveló que: “…cerca de la tierra está una piedra grande que es llana y encima
della está un lugar o casas de indios que se llama Veneciuela…” De esta mane-
ra, el nombre de Venezuela es autóctono y no un diminutivo veneciano.20 Asi-
mismo, el expresado cronista, relató que en la región de Coquivacoa, la gente
era bien dispuesta y había “más gentiles mujeres que en otras partes”, por lo
que tomaron algunas jóvenes, que les siguieron voluntariamente.21
Además es preciso resaltar que, para 1499 Américo Vespucio, provenien-
te de una cultura post-medieval, tuvo conciencia de que no habían llegado
al Katay o a Çipango, sino a un nuevo continente, que llevaría su nombre:
América,22 un territorio inhóspito para España, pero habitado y dominado
16 Urdaneta Quintero Arlene, Parra Grazzina Ileana, Cardozo Galué Germán.
“Los orígenes de Maracai-
bo y el dominio del Lago: diversidad social y meszaje I
…p. 4. Disponible en: hps://www.redalyc.org/
pdf/200/20001007.pdf
17 Bárcena Plaza Jorge.
Alonso de Ojeda, explorador y descubridor de Venezuela”.
Disponible en: hps://
jorgeplazabarcena.com/post/alonsodeojeda-explorador-descubridor-venezuela/
18 Bárcena Plaza Jorge.
Alonso de Ojeda, explorador y descubridor de Venezuela”.
Disponible en: hps://
jorgeplazabarcena.com/post/alonsodeojeda-explorador-descubridor-venezuela/
19 Monagas Ángel.
“Origen del nombre Maracaibo”.
12 febrero 2008. Disponible en: hps://maracaibo.
blogia.com/2008/021201-origen-del-nombre-maracaibo.php
20
“Historia de Venezuela”.
Disponible en: hps://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/escuelas
21 Campo del Pozo Osa, Fernando.
Fundación del convento San Agusn de Maracaibo
(1634-1642). Disponi-
ble en: hps://www.agusnosvalladolid.es/estudio/invesgacion/archivoagusniano/archivofondos/
archivo1982/archivo_1982_04.pdf
22 Amodio Emanuele. “El lago de los sueños.
El Lago de Maracaibo en la cartografía y cronistas tempranos (1499-1540)
”. Re-
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por distintas etnias con un patrón de población característico. Por lo tanto, la
fundación de ciudades a la orilla del lago de Maracaibo se realizó siguiendo
el patrón de poblaciones autóctonas existentes, que dieron paso a locali-
dades como: Gibraltar, Santa Rita, Los Puertos de Altagracia, Cabimas, La
Cañada, Lagunillas, Tomoporo y Maracaibo.23
Como resultado de las capitulaciones suscritas por Carlos V con los Welser,
mediante las cuales les cedía la región comprendido entre el Río de la Hacha
y Maracapana, razón por la cual enviaron sus representantes a Venezuela y
tomaron posesión de la misma, iniciando inmediatamente exploraciones en
ese territorio. Una de ellas fue la encabezada por Ambrosio Alnger quien, el 8
de septiembre de 1529, rebautizó al lago de San Bartolomé con el nombre de
Nuestra Señora, y en esa misma fecha estableció una pequeño asentamiento
en la costanera, descrita por fray Pedro de Aguado como “una manera de alo-
jamiento, que comúnmente llaman ranchería, donde se alojó él y su campo,
para de ella dar mejor orden en lo que se había de hacer tocante al descubri-
miento y pacicación de aquella laguna y su provincia”.24
Ciertamente, Alnger desembarcó en un pequeño poblado de indígenas
de la punta de los “Haticos”, que hoy día se conoce como “Santa Lucía”; y ha-
biendo hecho buena vecindad con los naturales de ese pueblo, hizo levantar
una ranchería.25 Sin embargo, su principal obsesión fue apropiarse de rique-
zas minerales que pudiera conseguir,26 por lo cual prosiguió su incursión porla
vista de Ciencias Humanas y Sociales [online]. 2005, vol.21, N°46 pp.9-38. Disponible en: <http://ve.scielo.org/scie-
lo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-15872005000100002&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1012-1587.
23 Orz Malavé, Argenis.
Maracaibo ciudad de tres fundaciones.
Cabimas. Fondo Editorial UNERMB. 2015.
Colección Poderes Creadores del Pueblo N° 1.
24 Pet Nereida, Pineda Eduardo, Quijano Elisa.
“La Maracaibo hispana. Fundación y expansión de una ciu-
dad-puerto. Venezuela, siglos XVI-XVIII”
…p.201
25 Urdaneta Quintero Arlene, Parra Grazzina Ileana, Cardozo Galué Germán,
“Los orígenes de Maracaibo y
el dominio del Lago: diversidad social y meszaje (I).
, Procesos Históricos. N° 10, julio, 2006, p.3. disponi-
ble en: hps://www.redalyc.org/pdf/200/20001007.pdf
26 (…el cordobés Sebasán de Belalcázar tuvo nocia de una erra más al norte llamada Cundinamarca,
donde los reyes eran cubiertos con oro en polvo a su muerte para ofrendarlo a los dioses, naciendo allí
la actual leyenda de «El Dorado». «Desnudaban al heredero y lo untaban con una liga pegajosa, y lo
rociaban con oro en polvo, de manera que iba todo cubierto de este metal. Meanlo en la balsa, en la
cual iba de pie, y a su alrededor depositaban un gran montón de oro y esmeraldas para que ofreciese
a su dios», escribió muchos años después el cronista Juan Rodríguez Freyle sobre el mito que corrió
febril entre los conquistadores españoles. En la mayoría de los casos, los conquistadores eran aventu-
reros que habían costeado su viaje con la venta de sus bienes en España. Viajaban al Nuevo connente
con la única ambición de hacerse ricos. Cervera, César. “El mito de “El Dorado”, la locura y la perdición
de los conquistadores españoles”
, ABC
España, 17 febrero 2015, p. 1. Disponible en: hps://www.abc.
es/espana/20150217/abci-dorado-mito-conquistadores-espanoles-201502162212.html
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Sierra de Perijáhasta la cuenca delrío Magdalena, en la actual Colombia. Allí
recibió un echazo mortal en la garganta a la altura de la población de Chita-
comar, en el territorio independiente de los chitareros, una tribu hoy extinta.27
Después de aquel acontecimiento, la ranchería establecida por el gober-
nador germano Ambrosio Alnger, languideció, con apenas 30 pobladores y
muy poca actividad comercial, hasta que seis años después el alemánNico-
lás Federmannordenó trasladar la población a la península dela Guajira, con
el nombre de “Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Cabo de la
Vela” (en la actual Colombia). A diferencia de su antecesor alemán, Federmán
dirigió su primera expedición (1530),ala región de Barquisimeto, Portugue-
sa, Yaracuyy el oriente de Falcón. A continuación, en 1536 el germano, rea-
lizó su segunda expedición con gran interés, como todos los gobernadores
anteriores por explotar las perlas de las islas próximas.
El siguiente gobernador también de origen alemán, Georg von Speyer,
del mismo modo que sus antecesores fracasó rotundamente al perseguir
sus objetivos, sus hombres fueron asolados por enfermedades tropicales
y hostigados por los indígenas. De hecho, Georg von Speyer fue el último
gobernador de estaVenezuelagermana.28 Hacia 1531 los alemanes esclavi-
zaron más de doscientos indígenas bobures y parautes “que se habían ma-
nifestado muy amigos”, quienes fueron marcados con una “v” de hierro in-
candescente en la barba y vendidos como esclavos en Santo Domingo para
cubrir parte de los gastos de su expedición.29
La retirada de los alemanes de la ciudad de Maracaibo favoreció, a la reo-
cupación del territorio ancestralmente habitado por los aborígenes. Los nuevos
intentos de establecer urbes fueron enfrentados implacablemente por las tribus
quienes se oponían a ser nuevamente sometidas. En consecuencia, las posibilida-
des de llegar a acuerdos con los naturales, para garantizar el abastecimiento de
los españoles disminuyó. La resistencia por parte de los aborígenes fue la causa
de, la tardía ocupación y poblamiento hispánico de Maracaibo en comparación
con otras ciudades venezolanas como Trujillo, Mérida, Coro o Caracas30.
27 Pozo Indiano Antoni. “La familia de banqueros aventureros, Los Welser…”,
Diario ABC.
9 de junio de 2019. Disponible
en: http://condeindianodeballabriga.blogspot.com/2019/06/la-familia-de-banqueros-aventureros-los_9.html
28 Pozo Indiano Antoni. “La familia de banqueros aventureros, Los Welser…Disponible en: hp://con-
deindianodeballabriga.blogspot.com/2019/06/la-familia-de-banqueros-aventureros los_9.html
29 Urdaneta Quintero Arlene, Parra Grazzina Ileana, Cardozo Galué Germán. “Los orígenes de Maracaibo y el dominio
del Lago: diversidad social y mestizaje (I…p.19. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/200/20001007.pdf
30 Urdaneta Quintero Arlene, Parra Grazzina Ileana, Cardozo Galué Germán. “Los orígenes de Maracaibo y el domi-
nio del Lago: diversidad social y meszaje (I…p.21. Disponible en: hps://www.redalyc.org/pdf/200/20001007.
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Con la intención de repoblar la ciudad en el lago, en 1560, Alonso Pache-
co, acompañado con 50 hombres, lideró la empresa de colonizar la provincia
y fundó Ciudad Rodrigo, convencido de los benecios económicos que apor-
taría, no solo para la gobernación de Venezuela sino también para el Nuevo
Reino de Granada, al establecerse una ruta de mercaderías entre Pamplona,
a través del río Zulia y el Caribe. Sin embargo, el proyecto fracasó por el en-
frentamiento con los indígenas y por la imposibilidad de restablecer la vía de
comunicación uvial con Pamplona.31
Posteriormente, en 1574, el gobernador de Venezuela, Diego de Mazariegos,
inconforme con la despoblación de Maracaibo, ordenó su repoblamiento, comi-
sionó a Pedro Maldonado, quien refundó la ciudad con el nombre de Nueva
Zamora, acompañado de 35 hombres, quienes “hiciéronse 37 vecindades cuan-
do se repartió la tierra, y ahora, 1579, hay 30 vecinos”.32 El explorador, Pedro
Maldonado había acompañado a Pacheco en la expedición anterior, hacia 1574,
fue comisionado para repoblar la ciudad de la Laguna, y fundó Nueva Zamora,
respetando el reparto de encomiendas realizado por Pacheco y llamando a los
sobrevivientes de la fundación anterior. Esta nueva ciudad desde un principio
fue concebida como “puerto” reforzando su condición de “paso”. emplazada en
una zona donde la costa es uniforme, conocida como la bahía de Maracaibo
que es el único lugar en la época con características de puerto natural33.
Maracaibo como ciudad quedó bajo la jurisdicción de la provincia de Ve-
nezuela, e inclusa dentro de su obispado y dependiendo de la Real Audiencia
de Santo Domingo hasta 1676 que fue separada de la misma y anexada
como sufragánea de la Provincia del Espíritu Santo de la Grita de Mérida,
cuya capital era Mérida y a la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá en el
Nuevo Reino de Granada. En 1682, el entonces gobernador de la provincia
decidió trasladar su residencia y funciones a la Nueva Zamora y a partir de
entonces se le denominó la Provincia de La Grita, Mérida y ciudad de Mara-
caibo, asumiendo la ciudad el rango de capital provincial.34
pdf
31 Urdaneta Quintero Arlene, Parra Grazzina Ileana, Cardozo Galué Germán. “Los orígenes de Maracaibo
y el dominio del Lago: diversidad social y meszaje (I…p.29. Disponible en: hps://www.redalyc.org/
pdf/200/20001007.pdf
32 Urdaneta Quintero Arlene, Parra Grazzina Ileana, Cardozo Galué Germán. “Los orígenes de Maracaibo
y el dominio del Lago: diversidad social y meszaje (I…p.4. Disponible en: hps://www.redalyc.org/
pdf/200/20001007.pdf
33 Pet Nereida, Pineda Eduardo, Quijano Elisa. “La Maracaibo hispana. Fundación y expansión de una
ciudad-puerto. Venezuela, siglos XVI-XVIII…p.200
34 Fuentes Bajo, María Dolores. “Estudio de una provincia: Maracaibo, siglo XVIII”, Trocadero. (17) 2005, p. 250.
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La provincia de La Grita, Mérida y ciudad de Maracaibo, era una más de
las gobernaciones que formaban parte del territorio de la Tierra Firme aunada
a la Nueva Andalucía, Trinidad, Margarita, Venezuela y Guayana. A lo largo del
siglo XVIII sobre todo en sus décadas nales se operarán de forma paulatina
transformaciones signicativas encaminadas a integrar las diferentes provin-
cias, al tiempo que cada vez tendrá más peso una de ellas, la de Venezuela, y
su capital, Santiago de León de Caracas. En este proceso serán hitos impor-
tantes la aparición de la Intendencia, la Audiencia y, sin duda, el Real Consula-
do, así como la elevación del obispado de Caracas al rango de arzobispado35.
Esa ciudad portuaria creció con cierta prosperidad, desde sus inicios su de-
sarrolló fue resultado de una pujante actividad comercial que beneciaba a sus
pobladores. Maracaibo, en su génesis fue un lugar de tránsito uvio-lacustre, aco-
sada por piratas y libusteros, con su gran puerto que da al lago, su distribución
urbanística se adaptaba a lo que ordenaba las “Leyes de Indias”: en cuadrícula,
con su plaza mayor, su iglesia parroquial, su casa de Gobierno y el Cabildo.36
2. LA FUNDACIÓN DEL HOSPITAL SANTA ANA DE MARACAIBO
El asedio indígena sobre la ciudad de Maracaibo, al igual que la expansión
de las enfermedades epidémicas produjo la ingente necesidad de establecer
un centro asistencial que prestara el necesario servicio de salud a los ame-
nazados pobladores que frecuentemente eran heridos en los ataques de los
naturales o eran víctimas de las dolencias de diferentes tipos. Por esa razón,
y en acatamiento a las disposiciones de la Corona española que establecían
la instauración de hospitales, los cuales deberían ser patrocinados y nan-
ciados por los vecinos de las urbes coloniales.
En atención a las necesidades expuestas y a lo previsto en la legislación
indiana, en 1608, una devota y pudiente familia proveniente de España, quie-
nes se presume que, llegaron al poblado de Maracaibo a nales del Siglo XVI,
puesto que, para ese entonces, empezaron a construir la ermita de Santa
Ana.37 Doña Inés de Basto, dama distinguida originaria de Andalucía en los
días de la naciente colonia y su esposo don Francisco Ortiz, personas carita-
35 Fuentes Bajo, María Dolores. “Estudio de una provincia: Maracaibo, siglo XVIII... p. 250
36 Ortega Manuel.
“El retablo colonial del templo Santa Ana de Maracaibo”,
Revista Arbitrada. Maracai-
bo, Venezuela año 12 22. Enero junio 2017, p.8. Disponible en: le:///C:/Users/Hp/Down-
loads/30317-Texto%20del%20art%C3%ADculo-47277-1-10-20191218%20(3).pdf
37 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época coloni
al. Fondo Editorial de la Academia de Historia del Estado Zulia. Prime-
ra Edición: noviembre de 2020. p. 6
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tivas y católicos, propietarios de un hato de ganado menor, en lo que sería
para esa época los suburbios de la ciudad. Don Francisco Ortiz se desem-
peñaba como alguacil mayor y los cónyuges de mutuo acuerdo decidieron
solicitar los permisos necesarios para fundar una institución hospitalaria,
motivados por el amor al prójimo y la necesidad de ayudar al aquejado.
Ciertamente, el 1° de diciembre de 1607, Francisco Ortiz e Inés del Basto, acu-
dieron ante fray Antonio de Alcega el entonces obispo de Venezuela y le comu-
nicaron que disponían de un solar inmediato a la ermita de Santa Ana, que ellos
mismos habían construido porque esa era su devoción personal y solicitaron que
en ese espacio se edicara un hospital, el cual se mantendría bajo la advocación
de Nuestra Señora Santa Ana, en honor a la Madre de María Santísima, el solar
se extendía sobre 50 pies38 y en la zona se comprometían a construir una en-
fermería, una cocina con una dimensión de 20 pies, con su corral cerrado para
el servicio del mismo. Además, ofrecían entregar ganado menudo y 200 pesos
pagados en lienzo a razón de 5 varas el peso de oro de 20 quilates, para lo cual
se obligaron a suscribir una carta de censo e hipotecaron “las casas de nuestra
morada que en las que al presente vivimos, cubiertas de palma que lindan por
delante calle real, que va a la dicha ermita de Nuestra Señora de Candelaria y por
la espalda con la laguna de esta ciudad”, cuyo censo rendía una renta anual de 14
pesos destinados a cubrir los gastos del centro asistencial.39
Los solicitantes también ofrecieron los servicios de dos indios llamados Mag-
dalena y Gaspar para que diariamente asistieran en la atención a los enfermos y
otras labores que fueran necesarias y asimismo los peticionarios, en un acto de
piedad cristiana muy común en la época, donaron sus servicios al disponer que:
“hemos de acudir y ayudaremos con nuestras personas de ordinario al hospital
y velaremos por los pobres que en el estuvieran y a curar y regalar porque lo
tenemos por devoción de la cual fundación, y casa y hospital”.
40 El primado de
Venezuela recibió la solicitud y la proveyó como viable, por lo cual los solicitan-
tes procedieron a realizar la escritura de donación de los bienes recibidos.41
Efectivamente, al día siguiente el 2 de diciembre de 1607 en la Nueva Zamora,
doña Inés del Basto con aprobación de su legítimo marido don Francisco Ortiz, quien
también acudió procedieron a hacer la donación a la ermita de Santa Ana de un solar
38 Mariano Mar (obispo),
Documentos relavos a su vista Pastoral de la Diócesis de Caracas (1771- 1784).
Caracas. Academia Nacional de la Historia. 1989. T. V. p. 91
39 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 92.
40 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 92.
41 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 92.
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de 20 varas y cierta cantidad de ganado menudo con la nalidad edicar “un hospi-
tal junto a dicha ermita y en el solar de ella donde se recojan pobres y enfermos y
con ello de servir a Ntro. Sr. para que lo susodicho tenga efecto de nuestra propia
voluntad”.
42 Y además entregaron la cantidad de 200 pesos en lienzo, por lo cual se
obligaron en una carta de censo perpetuo con un rédito de 14 pesos destinados para
subvencionar los egresos por la administración y funcionamiento del sanatorio, los
cuales fueron aanzados sobre las casas de su morada y asimismo como dotación
fundacional entregaron 50 cabezas de ganado cabruno. Igualmente se comprome-
tieron a construir una casa en el expresado solar con una extensión “50 varas de largo
para enfermería, que ha de ser de tapias y cubierta de palma y una cocina de 20 pies
de largo junto a la dicha casa con su corral cercado para servicio de dicho hospital,
todo lo cual nos obligamos a hacer a nuestra costa y minción”
.43
En el mes siguiente, fray Antonio Alcega, quien se hallaba en Trujillo, pro-
cedió a revisar la solicitud de los fundadores del hospital, estudiando tanto
las cuantías de los bienes y la respectiva escritura de donación y consideró
que “era muy importante hacer el dicho hospital en la dicha ciudad de la
laguna” y que los bienes ofertados “podrá haber con el que poder sustentar
ya que los quieren hacer a su costa y en la mejor vía y forma”
44. En atención
a esas consideraciones procedió a otorgar la respectiva licenciaa los dichos
Francisco de Ortiz e Inés del Basto por patrones y por cada uno de los días
de su vida y a sus herederos y sucesores”
45 . Al mismo tiempo, el prelado
dispuso que los bienes se entregaran en administración a personas legas,
llanas y abonadas y que el ganado que se estaba aportando se marcara con
el “hierro y señal conocido” y además dispuso de “lo que sobrare” se había
de colocar a censo para que siempre vaya de más y han de tener libro con
día, mes y año para dar buena quenta de los bienes de dicho hospital”.
46
Finalmente, el obispo procedió a conceder los honores y prebendas a los
solicitantes que en su condición de fundadores y patrones
ad perpetuan
y
estipuló la pena de excomunión mayor para aquellos que desconociesen
ese mandato.47 Los fundadores también solicitaron al obispo que el censo
suscrito por ellos fuera redimible y no perpetuo y que los bienes gravados se
pudieran liberar o subrogar, lo cual les fue concedido por el obispo.48
42 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 93.
43 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas… p
. 94.
44 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 96.
45 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 96.
46 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 96.
47 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 97.
48 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 97.
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Mapa 1 Maracaibo a principios del siglo XVII.
Fuente: Disponible desde: https://www.redalyc.org/pdf/200/20001007.pdf
De esa forma, las intenciones piadosas de doña Inés del Basto y don Fran-
cisco Ortiz en benecio de los pobres necesitados de atención médica se crista-
lizaron en la instauración del Hospital Santa Ana, en cuyo recinto se procedió a
recibir a los pobres menesterosos que requerían ser atendidos por los galenos
y también por los curas de almas cuando estos se hallaban agonizantes y falle-
cían sus cuerpos eran sepultados en el interior de la ermita de Santa Ana.
Esa edicación se ubicó en el área central de la Nueva Zamora, como se
puede observar en un mapa antiguo, de autor desconocido, en cuyo plano
también identicaron los palatos del lago y el asentamiento de un pueblo de
agua en las inmediaciones de la iglesia Santa Ana, construido en tierras que
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estaban al nivel del mar, en una zona húmeda rodeada de manglares, por lo
tanto, era muy probable que hacia el frente existieran algunos palatos con
pobladores que se servían del templo para el culto religioso.49 (Véase mapa 1)
3. EDIFICIOS Y EDIFICACIONES DEL HOSPITAL SANTA ANA
El hospital colonial fue una de las instituciones cuyo propósito era, dar
una respuesta adecuada a la miseria de las ciudades, “encarnada”, entre
otros, en los despojados enfermos. Durante ese período, la pobreza e ins-
titución hospitalaria estaban íntimamente unidas debido a que la política
imperial se establecía más sobre una cierta concepción de la pobreza que
sobre una real estrategia sanitaria.50
En consecuencia, el hospital Santa Ana de Maracaibo en sus comienzos fue una
modesta edicación de tapias y palma que se construyó sobre un solar anexo a
la ermita Santa Ana que posteriormente fue elevada a la condición de iglesia del
mismo. En las instrucciones del obispo fray Antonio de Alcega se dispuso que ese
centro asistencial deberían contar con “tres salas, el uno para mujeres, el otro para
enfermos de enfermedad contagiosa y otro para los demás enfermos”
51, además
de la cocina, y las huertas en donde se pudieran sembrar tanto alimentos como las
hierbas medicinales que se requerían y los corrales para criar los animales, espe-
cialmente aves destinados a la alimentación de pacientes y personal del mismo.52
La edicación del hospital fue básicamente, una casa fabricada de cal y canto
cubierta de teja con ciertas divisiones que tenía un zaguán que comunicaba a la
calle y a su costado había una habitación, cuyo suelo estaba enladrillado tenía
7 varas cuadradas con una ventana a la calle y una puerta al zaguán.53 En con-
traposición, al zaguán había otra habitación con iguales dimensiones también
contenía una puerta que se conectaba con el zaguán y ventana hacía la calle,
dicho cuarto estaba asignado al capellán y era utilizado como su morada.54 En
el interior de la misma había otra puerta que daba con un corredor pequeño de
tres varas y tres cuartas de ancho que comunicaba con la despensa55.
49 Urdaneta Quintero Arlene, Parra Grazzina Ileana, Cardozo Galué Germán.
“Los orígenes de Maracaibo y el dominio
del Lago: diversidad social y meszaje (
I…p. 12. Disponible en: hps://www.redalyc.org/pdf/200/20001007.pdf
50 Alzate Echeverri Adriana María,
“Militares, marineros y pobres enfermos. Contribución a la historia del hos-
pital San Juan de Dios de Cartagena de Indias (
Siglo XVIII)”, Asclepio, Revista de Historia de la Medicina y
la Ciencia, Vol. 60, N° 1, enero - junio 2008. p. 3
51 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 97.
52 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
p. 97.
53 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p. 158.
54 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p. 158.
55 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p. 158.
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Al otro costado de la habitación del capellán se hallaba la iglesia de enfer-
mería con tres varas y media de largo y tres cuartas de ancho con una reja
grande hacia la pieza de los enfermos y una puerta con aldaba que comuni-
caba al corredor.56 En tanto que quedaba unida a la capilla y solo separada
por la expresada reja estaba la ala de los enfermos de doce varas y media de
largo y siete y dos tercias de ancho con una ventana que se abría al corredor
con dos puertas y sus llaves, la una que comunicaba al corredor y la otra a
un cuarto contiguo que también servía de enfermería.57 Por el año, 1737 el
Mayordomo del hospital Don Marcos Montiel levantó e igualó las paredes
nuevas de dicho templo de Santa Ana de cal y piedra. El inmueble del hospi-
tal para el 14 de mayo 1775, comprendía una sala de enfermería con cuatro
camas aparejadas para los convalecientes.58
El mobiliario de la enfermería costaba de cuatro camas59. A principios del siglo
XVI, los hospitales tenían entre 18 a 23 lechos, pero la mayoría solo contaba con
menos de cinco e incluso muchas de ellas de mala calidad, rotas o inservibles, por
lo cual el número de 6 camas era lo más aceptable60. En la enfermería, se dispo-
nían de algunos enseres de servicio, cocina y otros muebles, entre los cuales se
referían, “seis camas catres sin contar las cuatro que estaban en la enfermería”61,
además de otras cuatro camas dispuestas en la sala del sanatorio y seis en el
cuarto anexo a la misma que se destinaba para depósito, por lo tanto el sanato-
rio disponía de 10 camas 4 en la sala de enfermería y 6 en almacén. Asimismo,
habían cuatro colchones, la lencería consignada para las camas estaba compues-
ta por: cuatro almohadas, doce sabanas, y dos colchas puesto que, las camas
debían proveerse de todo lo necesario, para el descanso del paciente, y con la
correspondiente limpieza, así pues se deberían cambiar con regularidad62.
Del mismo modo, se hallaban otros instrumentos para el uso de los mé-
dicos para aplicar los tratamientos entre ellos, se disponía de dos jeringas,
6 campanas de vidrio o ventosas comúnmente usadas para disipar el estan-
camiento de la sangre disminuyendo el dolor, un lebrillo o recipiente hondo
56 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p. 158.
57 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p. 158.
58 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial
…p. 20
59 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p. 157.
60 Fernández Pacheco Sánchez Gil Carlos, Moya García Concepción, “
Historia de los Hospitales de
la Solana (1507-1889)”
, Cuaderno de Estudios Manchegos. Nº 28, 2004, p. 179.
61 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p.160.
62 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial…
p. 37
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para sangrar, un candelero de bronce, igualmente una cafetera de cobre
amarillo, un almirez o mortero de metal que servía entre otras cosas, para
machacar los ingredientes que se usaban para hacer los diferentes trata-
mientos herbolarios, dos faroles uno con arco de hierro y otro de palo, por lo
general, se encendían con aceite y duraban toda la noche encendidos. Aun-
que es preciso expresar que la enfermería del hospital Santa Ana, carecía de
botica, y sangrador, quien efectuaba curaciones realizando una incisión con
un puñal, previamente esterilizado al fuego de manera que drenara el forún-
culo hasta lograr el “sangrado”, lo cual liberaba al organismo de los agentes
que causaban la infección. Con esa nalidad se llamaba a los sangradores o
barberos63 y solo se les requería cuando se les necesitaba64.
En la cocina, separada del hospital y edicada de tapias con chimenea
había un mantel, diez servilletas, dos paños de mano y 6 platos, que indistinta-
mente podían ser utilizados por los enfermos u otro personal a cargo del hos-
pital, de igual manera solo, se contaba con tres tenedores de acero, uno de
cobre y cuatro cucharas de estaño, además disponían de 6 sillas de las cuales
4 estaban en buen estado y dos viejas, un taburete y un butaque. En cuanto
a los utensilios para la elaboración de los alimentos se encontraba, una olla
grande en la que se cocían los alimentos para los enfermos y el personal de-
pendiente del hospital, con el mismo n, se utilizaban una cazuela y dos ollitas,
un caldero, tres ollas de barro dos cazuelas y dos ollas pequeñas un tomucero
con 6 cocos, una botija dos botijuelas y dos tinas de cargar agua.
Además de los espacios anteriores, se disponía de una huerta en cuyas labo-
res se utilizaba una azada, pala y barra de hierro, que servían para, las siembras
de frutas, hierbas, hortalizas y vegetales, los cuales estaban reservados para
la alimentación de los pacientes y personal adjunto. Asimismo, se cultivaban
plantas que se empleaban en recetas herbolarias, con las que se realizaban
compresas para aliviar los males del cuerpo. Del mismo modo, la alzada, pala
y barra, eran los implementos necesarios para cavar fosas y se disponía de un
ataúd, con el n de darle cristiana sepultura al cadáver en las instalaciones del
hospital siempre y cuando este no dispusiera de los bienes necesarios para cu-
brir los gastos fúnebres. De lo contrario, se llevaría al cementerio de la localidad.
Igualmente se mantenían los enseres precisos para realizar las pompas
fúnebres de los difuntos, con este propósito se disponía de una campana de
63 Ramírez Méndez, Luis Alberto.
La erra promeda del sur del Lago de Maracaibo. El Santo Hospital de
Caridad Jesús Nazareno de San Antonio de Gibraltar (Siglos XVII-XVIII)
… T. V. p. 87.
64 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV. p. 157.
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bronce la cual se hacía sonar para llamar a la misa, dos frascos de vino y tres li-
bras de cera para la fabricación de las velas65. Los cuerpos eran colocados sobre
dos plataformas y luego se empleaban dos camillas para transportar a los fa-
llecidos en su último adiós y en las mismas también se conducían sus almas en
el camino de la salvación eterna, con el toque de los tambores a misericordia66.
En 1736, se reere que, debido a las mayores ganancias en las rentas, se
procedería a la construcción de tres cuartos o salas para los pacientes, una para
hombres, otra para mujeres y otra para los enfermos contagiosos y además
de esta que se hiciera otra para los convalecientes, sin embargo, se hacia la
advertencia de que en ese momento las rentas para este n eran insucientes
y se alentaba al mayordomo a solicitar limosnas entre los vecinos que estuvie-
ran movidos por la piedad cristiana. 67 En esas instalaciones, se colocarían tres
camas más, de modo que el total sería de seis camas, sin embargo, quedaba
a discreción del mayordomo la adicción de los lechos que el presupuesto le
permitiera. Las camas debían estar provisionadas con todo lo necesario, para
el descanso y limpieza teniendo la precaución de cambiar su lencería frecuen-
temente, el mismo tratamiento se le daría a la ropa interior de los pacientes,
teniendo para este n, todas las prendas que fuesen necesarias. 68
Posteriormente, en una comunicación emitida por el obispo Ramos de
Lora, fechada el 31 de julio de 178469 y dirigida al rey Carlos III, le manifestaba
que con antelación había inspeccionado la edicación del centro asistencial
y consideró que su capacidad era insuciente debido a las pocas piezas dis-
ponibles, por lo cual era necesario ampliarlas y después de evaluar las ren-
tas, encontró disminución en varios capitales, constituidos por la piedad70, lo
cual hacía imposible sufragar los costos de tales ampliaciones, exponiendo
las necesidades del hospital Santa Ana a la Corona, solicitó que los capitales
asignados al hospital Jesús Nazareno de Gibraltar que se hallaba derruido
y el de villa del Rosario de Perijá que aún no se construía se destinaran al
65 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p.160.
66 Ramírez Méndez, Luis Alberto.
La erra promeda del sur del Lago de Maracaibo. El Santo Hospital de
Caridad Jesús Nazareno de San Antonio de Gibraltar»
(Siglos XVII-XVIII... p. 44.
67 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial
…p. 36.
68 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial…
p. 36.
69 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial…
p. 39.
70 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial...
p. 39.
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hospital Santa Ana, por ser bienes vinculados a sus respectivas obras pías,
y explicó el prelado que los enfermos de esas localidades deberían ser tras-
ladados al hospital Santa Ana, puesto que para la fecha era el único que
estaba en funcionamiento. En consecuencia, el rey Carlos III mediante una
cédula real con fecha de mayo 17 de 1786 71 en respuesta a esa petición
aprobó otorgar para este n las rentas de los expresados hospitales aún
no erigidos de Gibraltar y Villa de Perijá, hasta tanto fueran establecidas las
instituciones hospitalarias en las mencionadas poblaciones.72 Por tanto, el
monarca impulsó la reconstrucción del hospital de Santa Ana de Maracaibo.
Como resultado de esas actuaciones, en 1786 se ordenaron nuevas amplia-
ciones al hospital Santa Ana.73 Dichas ampliaciones se llevaron a cabo, puesto
que, se registraron para el año 1788 y se le denomina “Hospital de Caridad”,
cuya asignación se puede constatar en documentos de 1801, localizados en los
Archivos del Registro Principal de Maracaibo. Para el siglo XIX, la asistencia social
no fue muy satisfactoria, esto se reere en un informe enviado por los señores
Manuel J. Amador y M. Baralt, en mayo de 1831, en el que se acota: “Hospitales
hay dos establecimientos en Maracaibo, que son el Lazareto y el Hospital de
Caridad antes llamado Santa Ana”. Cabe resaltar que, en ese mismo documento
se hace mención del cambio de nombre del hospital Santa Ana al de hospital de
la Caridad.74 Posteriormente, en 1836, el Sr. Juan Romero, asistió a la Diputación
Provincial e informó del abandono en el que se encontraba el Hospital de Cari-
dad, por lo cual, ese cuerpo decretó su reparación, sin embargo esta no se llevó
a cabo, debido a la situación turbulenta y angustiosa por la que atravesaba la
República para ese momento.75 Dos años después, en 1838, la Diputación Pro-
vincial, dispuso que el Hospital estaría bajo autoridad del gobernador y ordenó
que se recibieran en sus recintos hasta cinco enfermos. El presupuesto para
empleados se jó en 557 pesos anuales, siendo el mayor sueldo el del médico
cirujano que ganaba diez pesos mensuales. También se destinaba real y medio
para alimentos de los enfermos.76
71 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial..
. p. 39.
72 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial..
. p. 39.
73 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial...
p. 20
74 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial...
p. 20.
75 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial...
p. 20.
76 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
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4. LA IGLESIA DEL HOSPITAL SANTA ANA DE MARACAIBO
La iglesia Santa Ana de Maracaibo adjunta al hospital del mismo nombre,
había sido construida siguiendo las directrices que se empleaban en la época
colonial para estos recintos, era de una sola nave este tipo de edicación se
ajustaba a las construidas en poblaciones pequeñas o rurales, no obstante,
fungían de iglesia principal, en ciudades en calidad de capillas secundarias,
adoptaron una monótona disposición en la planta basilical conformada por
un rectángulo con techumbre similar a las construcciones civiles. Por faltar
las naves laterales, el techo adoptó los mismos sistemas empleados en las
casas, diferenciándose solo en la longitud impuesta por características de la
construcción. Entre la nave y el presbiterio siempre se interponía el arco de
triunfo que de ese modo permite independizar los dos espacios y elevar los
muros y techumbre del presbiterio por encima de los de la nave.77
Las dimensiones de la planta basilical de una nave, incluyendo presbi-
terio y sacristía, eran de cuarenta y una varas y medio de largo, (la vara era
la medida española, equivalente a 3 pies), de ancho diez y media, las pare-
des se hallaban levantadas hasta el enrasamiento edicadas de cal y canto
(material comúnmente usado en las fábrica de iglesias y hospitales), con ex-
tensiones de nueve varas de alto, y una de grueso, no estaba techada, de
modo que, para cubrir esta falencia, en el centro había una zona revestida
de palma para que las personas se resguardaran de la lluvia y el sol durante
las actividades realizadas en el caso de la iglesia Santa Ana, a la obra Pía de
Nuestra Señora de la Soledad la cual, tenía una capilla en su honor unida a
la iglesia por la parte del norte.78
La fachada de la iglesia muestra una puerta central con arco, sobre se
había colocado un rosetón y a ambos lados pilastras dobles que suben hasta
encontrarse con un gran frontón triangular decorado con molduras. En la par-
te izquierda se levantó la torre del campanario de tres niveles con ventanas
y puertas enmarcadas en arcos y culmina en una cúpula con cruz. También
contaba con un oratorio, una capilla lateral, así como un área de servicio u o-
cina, patio posterior y plaza exterior.79 Al fondo de la iglesia estaba demarcado
el sitio para la sacristía, cuyas paredes se localizaban fuera de cimiento de alto
tenía una vara poco más, es decir, solo algo más de 3 pies de alto y de largo
Maracaibo durante la época colonial...
p. 20.
77 Ortega Manuel.
“El retablo colonial del templo Santa Ana de Maracaibo
…p. 9.
78 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV. p. 157.
79 Ortega Manuel.
“El retablo colonial del templo Santa Ana de Maracaibo
… p.9.
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el perímetro de esa pieza, seis vara y media y el mismo ancho que la iglesia.
Después de ella, se hallaba un patio de once varas y tercia de largo, va desde
un costado de la cocina hasta la pared, fabricada de cal y canto cuyas paredes
eran de piedra, tenía una puerta que se comunicaba con el patio.80
Inicialmente, la ornamentación de la iglesia fue dotada por la fundadora,
Doña Inés, quien hizo traer de España las imágenes de Santa Ana y San
Agustín, un altar y varios cuadros grandes pintados al óleo, que en la actua-
lidad se conservan en el templo, al acceso y vista de todos, y para la conme-
moración de la Semana Santa, un Santo Sepulcro con el Cristo yacente.
En su altar mayor se instaló un retablo que abarcaba todo el frente de
la capilla tallado y su color era dorado, con tres nichos al medio uno grande
que tenía a la Señora de la Soledad, fabricado de “piedra del largo y ancho
correspondiente con su tarima de ladrillo”, la fachada era de color turquesa
blanca, de mediano servicio en bastidor de madera dorada, entre sus orna-
mentos se exhibían un altar, cubierto de un mantel y encima se hallaba un
crucijo pequeño con su pedestal y soporte pintado y dos pares de granadi-
llas unas grandes y otras pequeñas. (Véase imagen 1)
El retablo fue un elemento indispensable de ornamentación del altar, su
función era servir de fondo para ilustrar con imágenes y escenas religiosas el
espacio más importante del templo; posteriormente los retablos se coloca-
ron en otros espacios de interés, como capillas, el púlpito, y el techo los que
seguían este estilo artístico81. (Véase imagen 1)
En el retablo destaca el remate superior, guardapolvo o polsera, del mis-
mo modo, sigue con la decoración de motivos vegetales y ondulantes de
todo el retablo. En las esquinas estaban decoradas con elementos ornamen-
tales en forma de espiral: volutas y, coronando el guardapolvo, se resalta
una gran concha marina y, dentro de ella, una más pequeña; todo ello forma
parte de la simbología cristiana, así como motivos característicos del arte
barroco.82 En el mismo altar se ubicaba un tabernáculo dorado en el que se
situaba la “Divina Majestad”, con su correspondiente cerradura y llave de pla-
ta83. El sagrario estaba cubierto con vidriera en “dos pedazos”, y dos meno-
res en los que se hallaban respectivamente, las representaciones de Nuestra
Señora del Carmen y San José, estas imágenes pertenecían al hospital Santa
80 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas
… T. IV, p. 160.
81 Ortega Manuel.
“El retablo colonial del templo Santa Ana de Maracaibo
… p. 10.
82 Ortega Manuel.
“El retablo colonial del templo Santa Ana de Maracaibo…
p. 11.
83 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p. 164.
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Ana84. El altar y las alhajas de la capilla de los enfermos, tenían “ de largo, alto
y ancho correspondiente con su frontal de madera pintado”85, el sagrario se
encontraba cubierto con un mantel, y dos candelabros se posaban sobre
este. El soporte era engalanado con la imagen de Santa Ana (advocación a la
que debía su nombre el hospital).
Imagen 1 Altar mayor de la iglesia de Santa Ana
Fuente: Disponible desde: le:///C:/Users/Hp/Downloads/30317Texto%20del%20
art%C3%ADculo-47277-1-10-20191218%20(3).pdf
84 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas… T
. IV, p. 163.
85 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p.159.
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La escultura estaba hermosamente arreglada y decorada, con sus andas
doradas, había otra imagen de retablo con medidas de dos varas de alto y
vara y tercia de ancho”, del mismo modo la pintura del Santo Cristo formaba
parte del ornamento sagrado. Asimismo se describe, una obra escultural de
la Inmaculada Concepción Nuestra Señora, la cual poseía tres cuartas de
alto con fundamento”, se distinguía conjuntamente un pequeño cuadro de
Nuestra Señora de Chichinquira, este a su vez estaba en su altar de madera,
del mismo modo, habían dos imágenes de las mismas medidas ambas de
poco más de una vara”, correspondientes a Nuestra Señora del Carmen y la
otra de San José, las dos tenían sus diademas de plata y se encontraban en
la capilla de Nuestra Señora de Dolores. 86
En la capilla, la de Nuestra Señora de la Soledad, el techo estaba cubierto
de teja en gura de limatón, con cielo de tablazón al que se le habían pintado
varias guras para realzar la belleza de la obra, el piso de la capilla era de
ladrillo con una longitud de 8 varas, con siete y media de latitud, sin el grueso
de las paredes las que tenían de alto ocho varas escasas y una de grueso.
La iglesia estaba unida a la enfermería en forma de galería,87 consagrado
para las eucaristías. El recinto se comunicaba con el hospital a través de
una puerta principal de tres varas y medio de alto, y cuatro de ancho en el
copete medía tres varas de alto, este fragmento estaba enrejado y la puerta
antes mencionada tenía cerradura y llave corriente, había otra puerta que se
comunicaba con la a la sacristía, está a su vez tenía cerradura y llave, pero
en este caso eran nuevas, al lado de la epístola se hallaba una ventana con
dirección a la calle, la cual tenía una extensión de dos varas, y dos tercios de
alto con su respectiva reja, cerrojo y aldabas las que se hallaban bien trata-
das y encima de estas un escudo grabado con primor en piedra y puestos en
el la corona y los clavos del Señor.88
En la sacristía de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad se guardaba
el Santo Sepulcro y demás alhajas u ornamentos sagrados. En ese mismo re-
cinto se depositaban los utensilios dedicados al servicio de los enfermos que
formaban parte de la capilla de la enfermería, entre los que se encontraba el
cáliz o vaso en el que el sacerdote consagraba el vino para la eucaristía, y un
platillo de plata ambos estaban sobredorados, dos vinajeras o jarras de plata
que pesaban 5 onzas, utilizadas para llevar vino y agua, una ampolla de plata
86 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p.159.
87 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p. 159.
88 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, pp. 163-164.
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que pesaba 6 onzas para administrar la extremaunción esta siempre tendría
la provisión del santo óleo (puestos en los casos donde la vida de la persona
estaba en riesgo), continuamente sería colocado por los curas rectores89.
Entre los atuendos litúrgicos utilizados por el capellán del hospital se re-
eren, una túnica de primavera cuatro sotanas una blanca, otra de damasco
blanco, otra de tafetán encarnado, y otra de damasco morado de buen uso
guarnecida con servilleta de plata, cinco amitos (vestidura blanca con una
cruz al centro) bien tratados, cuatro albas, o prendas largas utilizada por el
sacerdote, diáconos y demás ministros del altar, cuatro ceñidores o especie
de faja que ceñía la cintura del ministro, veinte puricadores eran paños pe-
queños rectangulares con los que se limpiaba el Cáliz y la patena, cinco cor-
porales o paños cuadrados de lino blanco de holán guarnecidos con encajes,
dos manutigios, paño de lino blanco con los que el sacerdote se seca las ma-
nos, cuatro manteles de Bretaña con encaje, un superhumeral de tafetanes
o banda que descansa en los hombros y espalda del sacerdote. Del mismo
modo disponían de dos misales y un manual nuevo, una campanilla, manual,
un libro de asiento de los fallecidos en dicho hospital, otro libro en el que se
da cuenta de la visitas episcopales, un cajón de cedro con cerradura y llave
en el que se guardan los ornamentos sagrados90.
La iglesia también estaba junto a la habitación del capellán, con el propó-
sito de que éste asistiera a los enfermos en su convalecencia o su encuentro
con la muerte, en aquellas ocasiones que fuera requerido y para que diera
consuelo al menesteroso. En la iglesia, se llevaban a cabo los rituales que
eran necesarios para que el paciente estuviera en paz con Dios a la hora de
agonizar. En el altar de la iglesia de los enfermos, se distinguían los vasos sa-
grados que eran utilizados para colocar el vino que representaba la Sangre
del Señor, y los ornamentos. La iglesia de Santa Ana, es la única de Mara-
caibo que, en la actualidad, mantiene elementos del arte mudéjar (un estilo
artístico que se desarrolló en los reinos cristianos de la península ibérica,
pero que incorpora inuencias y materiales de estilo hispano-musulmán)91.
89 Morales Manzur Juan Carlos,
Compendio documental de la gesón hospitalaria en la angua provincia de
Maracaibo durante la época colonial…
p. 37.
90 Mar Mariano,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas…
T. IV, p.159.
91 “El retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad en el templo de Santa Ana de Maracaibo, es un valioso
ejemplo del eslo barroco americano en Venezuela. En el largo recorrido realizado por el obispo Mariano Mar,
a nales del siglo XVIII, en el que, supervisó la mayor parte del territorio de la Capitanía General, entre 1771 y
1784. En el año de 1774 visita el templo de Santa Ana, y expone que: El retablo acusa inuencias de lo que se ha-
cía en el Virreinato de Santa Fe (al cual pertenecía Maracaibo). La técnica del dorado y pintura es menos renada
que en otras regiones de Venezuela. Esta es una caracterísca de las obras colombianas las cuales persiguen más
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CONCLUSIÓN
El Hospital Santa Ana de Maracaibo, surgió como respuesta a las necesida-
des asistenciales del ser humano y como una iniciativa para socorrer al desva-
lido tanto espiritualmente, como físicamente, fundamentalmente fue instituido
para salvar el alma de los moribundos, como garantía para obtener la propia
salvación, por lo tanto, es resultado de una estrecha relación entre lo religioso, la
asistencia espiritual y sanación de las dolencias. Este recinto, que en sus inicios
fue una modesta edicación de tapias y techos de carrizo, con el trascurrir del
tiempo, se trasformó en un edicio con dependencias especialmente creadas
para prestar la atención médico asistencial, como lo fueron la enfermería, los
cuartos para hospedar a los pacientes, una cocina para preparar sus alimentos,
además de una iglesia ricamente decorada para prestar la asistencia espiritual
a los enfermos durante su convalecencia o en su tránsito a la vida eterna. Esta
fue indiscutiblemente una edicación construida bajo los patrones del periodo
colonial con profunda signicación entre la población marabina.
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efecto que el renamiento. Según, (Gasparini y Duarte, 1971, p. 189). Por otro lado, los autores Gasparini y Duar-
te, señalan que: El conjunto se desarrolla en anchura y alterna los nichos con pares de columnas salomónicas. El
remate, de diseño pesado, se adapta a la poca altura y acentúa el efecto de horizontalidad. Puede fecharse a nes
de la primera mitad del siglo XVIII. (1971, p. 190) El retablo es una gran talla de relieve en madera ensamblada,
resalta su riqueza decorava, está formado por tres calles o cuerpos, predela y un piso con remate o guardapol-
vo. Presenta cuatro pares de columnas adosadas salomónicas. Siendo este detalle caracterísco en los retablos
barrocos coloniales, la columna tomó una forma especial con una gruesa moldura enrollada y ornamentada en
el fuste, cuya curva describe un movimiento en espiral. Entre estas columnas, los nichos donde se encuentran las
imágenes de Nuestra Señora de la Soledad, Nuestra Señora del Carmen y San José. El nicho central se enmarca
con pequeños pares de columnas salomónicas y, en su parte alta, dos querubines y un corazón coronan la ima-
gen central. En los nichos laterales se reiteran las conchas marinas, signo de peregrinación y bauzo. Las grandes
orlas o remates laterales, se ornamentan con relieves de ramas y ores entrelazadas. Debajo de estos remates se
hallaban dos medallones con pinturas de imágenes religiosas (posiblemente Santa Bárbara), que en la actualidad
no se encuentran”. Ortega Manuel. “El retablo colonial del templo Santa Ana de Maracaibo… p. 11.
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