ISSN 2660-9037
* EstearculosurgedeunainvesgaciónmásampliadesarrolladaenelcontextodeldoctoradoenCiencia
PolícadelaUniversidaddelZulia;másconcretamentedelatesisintitulada
La Autonomía Políca del Caribe
Norconnental colombiano
,cuyoobjevogeneralsecentraenanalizarlaviabilidaddelaautonomíapolíca
del Cribe norconnentalcolombiano y, al mismo empo, tratar de idencar los lineamientos teóricos
generalesdecarácterideo-polícos,paralacomprensión,evaluaciónyjuscacióndedichaviabilidad,en
laperspecvadeunaconstrucciónpolícaampliaparalasoluciónalosconictospolícos-culturalesy,de
tensiónterritorial,enlarepúblicadeColombia,deunaregiónquereclamaautonomíapolícaradical.
**Abogado,UniversidaddelAtlánco.MagísterengesónambientalydesarrollosostenibleporlaUni-
versidadPonciaJaveriana.CandidatoadoctorenCienciasPolícaporlaUniversidaddeZulia.OR-
CIDID:hps://orcid.org/0000-0003-4513-8997.Email:jorge.horta.orozco.5@gmail.com
DEL MITO DEL ESTADO NACIONAL A UN
ESTADO NORCONTINENTAL DEL CARIBE
COLOMBIANO*
JorgeLuísHortaOrozco**
RESUMEN
La construcción dialéctica del Estado nacional en Latinoamérica en general y, Colombia en particu-
lar, es un proceso basado en buena medida en una historiografía patria caracterizada por su poca
cienticidad política, su personalismo desmedido, su centralismo avasallante y su omisión sistemá-
tica de la participación decisiva de los colectivos sociales y de las territorialidades regionales en el
fenómeno emancipador. En este sentido, el objetivo del presente artículo consiste en discutir (crítica
y proactivamente) la idea del Estado nacional identicando para ello sus principales mitos y contra-
dicciones, como condición de posibilidad para edicar la propuesta de estructuración de un nuevo
Estado norcontinental del Caribe colombiano. En lo metodológico se usó la técnica de investigación
documental y de la crítica historiográca o crítica interna de las fuentes. Todo permite concluir en
la existencia persistente del mito del Estado nacional y, en franco contraste, surge la autonomía
política radical de un Estado norcontinental del Caribe colombiano.
Palabras clave:
mito; leyenda dorada; Estado nacional; Estado norcontinental del Caribe colom-
biano; autonomía política radical.
FROM THE MYTH OF THE NATIONAL STATE TO A NORTH-
CONTINENTAL STATE OF THE COLOMBIAN CARIBBEAN
ABSTRACT
The dialectical construction of the national State in Latin America in general, and Colombia in par-
ticular, is a process based to a large extent on a national historiography characterized by its lack of
political scienticity, its excessive personalism, its overwhelming centralism and its systematic omis-
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 5. Enero / Junio (2023)
pp. 282-299. Provincia de Pontevedra - España
Recibido: 05/06/2022
Aceptado: 30/09/2022
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sion of the decisive participation of social collectives and regional territorialities in the emancipatory
phenomenon. In this sense, the objective of this article is to discuss (critically and proactively) the
idea of the national State, identifying its main myths and contradictions, as a condition of possibility
to build the proposal for the structuring of a new norcontinental State of the Colombian Caribbean.
Methodologically, the technique of documentary research and historiographic criticism or internal
critique of the sources was used. Everything allows concluding in the persistent existence of the
myth of the national State and, in stark contrast, the radical political autonomy of a norcontinental
State of the Colombian Caribbean emerges.
Keywords:
myth; golden legend; national State; Colombian Caribbean norcontinental State; radical
political autonomy.
INTRODUCCIÓN
La creación de los Estados nación en América Latina fue un proceso suce-
dido a la luz de la ruptura con los nexos coloniales iniciados en el siglo XIX en
Latinoamérica, lo que resulta al decir de Carrera Damas (2006; 1969; 2011) en la
edicación de las
Repúblicas liberales autocráticas
primero y democráticas después
(en algunos caos), en un periodo de tiempo que varía de un país a otros. Por lo
demás, la formación de las nacientes repúblicas se orientó ideológicamente a luz
del pensamiento liberal ilustrado y seguidamente del pensamiento positivista.
Al decir de Villasmil y Jiménez (2022), la: “—etapa de la organización o del
progreso—, devela la construcción de un ideario que justica la compleja ta-
rea de realizar y organizar repúblicas libres, soberanas e independientes en
el marco de la cooperación Inter-americana” (2022, p. 15), en este contexto
ideológico, el logro de la civilización implicaba emular el modelo de sociedad
europeo-occidentalizante en el que se imponía el capitalismo en lo econó-
mico y la cultura de la etnia caucásica,
al tiempo que se negaba
lo negro, lo
indio y lo mestizo como resabios de la barbarie que se debía superar a toda
costa, de ahí que Múnera destaca como la Santa Fe de Bogotá colonial, basó
su supremacía capitalina en un discurso de desprecio al Caribe continental
representado por Cartagena de Indias:
(…) basó su propia posición sobre la construcción de una imagen negativa de Carta-
gena. Santa Fe habló sobre el
clima pestilente del Caribe, su falta de luces,
su escasa población, su geografía marginal
(porque el Reino era, ante todo,
andino) y su falta de tradición burocrática. (Múnera, 1997, 67) (negritas añadidas)
Las fuentes documentales a nuestra disposición evidencian más allá de toda
duda razonable que la construcción dialéctica del Estado nacional en Latinoa-
mérica en general y, Colombia en particular, fue un proceso basado en buena
medida en una historiografía patria caracterizada por su poca cienticidad po-
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lítica, su personalismo desmedido (Pino Iturrieta, 2007), su centralismo avasa-
llante y su omisión sistemática de la participación de los colectivos sociales y
regiones en el fenómeno emancipador (Torres, 2011). De modo que, tal como
arma Cardozo Galué (1998), la invención historiográca del Estado-nación se
dio mucho tiempo antes en los textos que en la realidad histórica concreta.
Por estas razones y por otras que se debaten en el artículo, la idea del
Estado nacional como un bloque compacto en lo territorial y sociológico es
un mito producido y reproducida hasta hoy por la historiografía patria de ca-
rácter nacionalista, para justicarse simbólicamente en las representaciones
sociales y los imaginarios colectivos de una nación fragmentada con diver-
sas territorialidades e identidades, multiétnica y pluricultural en su esencia y
existencia, y es que como sostiene Múnera en Colombia:
El logro de una estabilidad política quedó simbolizado por la sumisión de unas colo-
nias que en su interior se organizaban mediante la coexistencia de espacios autóno-
mos e identidades regionales construidas por el inujo de una geografía en extremo
fragmentada y del precario estado de las comunicaciones. (Múnera, 1997, pp. 65-66)
El problema fundamental es que para esta historiografía centralizante la
realidad bogotana en Colombia o caraqueña en Venezuela y su hinterland,
se convirtió en el paradigma de lo nacional en franco desconocimiento de las
historias locales y regionales, ricas e igualmente importantes y en algunos
casos, determinantes. Esta situación permite formular la tesis de que el Es-
tado-nación es generalmente una construcción ontológicamente articial, ya
que carece de un ser verdadero y, epistemológicamente mitológica, porque
no parte de un conocimiento certero de las diversas historias que deben
conformar lo nacional, sino más bien de un conjunto desordenado de mitos
e historias inconsistentes (Cardozo Galué, 1998).
Por lo demás, conviene recordar dos cosas, la nación es un concepto
problemático que solo sirve como un referente simbólico para representar
colectivamente a un conjunto disímil de personas y comunidades que parti-
cipan a su modo en una historia compartida, de ahí que:
No existe... una diferencia sustancial entre el proceso de construcción nacional y
el surgimiento de una identidad nacional. No hay más nación que la que se experi-
menta como referente simbólico entre quienes se representan a sí mismos como
parte de esa comunidad imaginada (Rodríguez Zepeda, 2003, p. 564).
Por otro lado, autores como Morales, Martínez, Castaño y Parra (2019) a
la luz de una reexión de losofía política sostienen que la noción de Estado
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ha sido desde su origen reicada, de modo que se le asigna en el discurso
jurídico y político hegemónico una existencia autónoma más allá de la vo-
luntad humana, como si se tratara no de una convención social para dar
sentido a los procesos administrativos más allá de la impronta temporal de
los gobiernos de turno, sino de un ente natural, universal y absoluto base de
todo
statu quo.
Ciertamente la nación es un concepto problemático y cerrado
porque deviene de la estirpe de nacimiento ancestral, la complementación
con el concepto político de Estado-nación, abre su comprensión comunica-
cional con otras nacionalidades a través de las formas políticas diversas de
Estado para coexistir pacícamente.
El artículo se divide en cuatro secciones autónomas pero interconectadas
en su propósito de resolver, aunque sea parcialmente, el objetivo planteado.
En la primera, se describe el procedimiento metodológico utilizado para pro-
cesar las fuentes a nuestra disposición; en la segunda sección, se da cuenta
de las principales obras y autores que conguraron nuestra visión crítica
sobre los mitos del Estado nacional. Por su parte, la tercera sección explica
los fundamentos conceptuales de la tesis que aquí se deende, por último,
se arriba a las principales conclusiones del caso con el ánimo de generar un
debate sosegado sobre el tema de la autonomía radical de un Estado Caribe
norcontinental colombiano, íntimamente polémico y que pudiera resultar
hasta subversivo para las
mentes tradicionales.
1. METODOLOGÍA
La estructura metodología de toda investigación no se elige al azar ni
tampoco depende de los gustos y preferencias del autor, es el propio tema
de investigación con su naturaleza intrínseca la que determina, en último
término, cual es el mejor método para abordarlo. En este orden de ideas,
la presente investigación se sirvió de la técnica de observación documental
para lograr el objetivo plateado. Tal como indica Fidias G., (2006):
La investigación documental es un proceso basado en la búsqueda, recuperación,
análisis, crítica e interpretación de datos secundarios, es decir, los obtenidos y re-
gistrados por otros investigadores en fuentes documentales: impresas, audiovisua-
les o electrónicas. Como en toda investigación, el propósito de este diseño es el
aporte de nuevos conocimientos. (Fidias G., 2006, p. 27)
No obstante, conviene aclarar que no toda fuente documental es nece-
sariamente una fuente secundaria, todo dependerá del tipo y modalidad de
investigación que se esté desarrollando. En este caso, el diseño documental
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de investigación próximo a la hermenéutica dialéctica se combinó con la
crítica historiográca o crítica interna de las fuentes, la cual consiste al decir
de Brom (2003) en: “…el análisis destinado a comprobar su autenticidad y a
permitir su comprensión.” (2003, p. 43).
Además, la labor crítica también implica el reconocimiento constante de
que las crónicas y demás modalidades de la propaganda política o de las lla-
madas historias ociales, destinadas a congurar en nuestra América Latina
una
leyenda dorada
de tipo fundacional para una sociedad excluyente, están
comúnmente construidas mediante el recurso de la distorsión de la realidad
histórica, ya que sus autores pretender rendir un homenaje a los llamados
héroes patrios quienes son comúnmente los próceres de la gesta emanci-
padora o se trata, también, de “relatos hechos por encargo” en función de
los intereses retóricos del poder y sus corporaciones para el logro de una
identidad nacional sobre una “comunidad imaginada.”
En consecuencia, la crítica interna de la fuentes que se propone es un
ejercicio intelectual para desentrañar en este caso, las contradicciones y
falsas premisas de la historia ocial, destinadas, por una parte, a justicar
en cada momento la existencia del Estado nacional colombiano desde una
narrativa que ensalza la prerrogativas de la capital y su hinterland a contra-
vía de los legítimos derechos de autonomía política y autodeterminación de
las distintas localidades y regiones que conforman a Colombia, como una
suerte de periferia menospreciada. Por la otra, todo indica que el propósito
denitivo de esta historiografía del poder es crear una matriz ideológica de
economía política.
Como bien explica Fontana:
La descripción del presente —producto obligado de la evolución histórica— se com-
pleta con lo que llamo, genéricamente, una “economía política”, esto es: una explicación
del sistema de relaciones que existen entre los hombres, que sirve para justicarlas y
racionalizarlas —y, con ellas, los elementos de desigualdad y explotación de trabajos
y funciones, que no solo aparece ahora como resultado del progreso histórico, sino
como la forma de organización que maximiza el bien común. (Fontana, 1999, p. 10)
Pero no solo el sistema de relaciones existentes entre los hombres ha
sido manipulada por la estrategia de “economía política” de la historia ocial
colombiana, sino además, el de las relaciones asimétricas de poder que se
dan entre las distintas regiones históricas que componen el panorama na-
cional; relaciones que objetivamente subordinan a las regiones y reducen
dramáticamente su posibilidad de autonomía política para edicar la supre-
macía del poder central que produce y reproduce todo tipo de desigualda-
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des, como se puede observarse en el cuadro de asimetrías económicas y
sociales de los sietes departamentos del Caribe norcontinental colombiano:
Guajira, Cesar, Magdalena, Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba, donde las es-
tadísticas corroboran la discriminación, el atraso y lo injusto del centralismo
político y colonialismo interno del centro andino que se ejerce contra las
regiones periféricas, veamos:
Cuadro No 1. Departamentos del Caribe norcontinental colombiano: Indicadores
económicos y sociales, 2021. Fuente: DANE (2022). PIB por departamento.
Departamentos Poblacion Aporte al
P.I.B (%)
Indice de
Pobreza
P.Extrema
Bolívar 2.236.603 3,5 36% 7%
Atlántico 2.804.025 4,4 24,2% 2,4%
Sucre 972.350 0,8 41% 7,5%
Cesar 1.341.697 2,0 42,9% 12,5%
La Guajira 1.002.394 1,2 53,7% 26,7%
Magdalena 1.463.427 1,4 46,6% 14,7%
Cordoba 1.856.496 1,7 44% 11,1%
Lo anterior nos permite hacer un constructo del Caribe norcontinental
colombiano como una
El Caribe norcontinental colombiano es, por derecho propio, una región
natural con vocación autonómica histórica, que comprende un territorio ex-
tenso localizada en la parte norte de la república de Colombia, frente al Mar
Caribe. Su límite es una poligonal geográca natural, que integra las siete
entidades territoriales, caracterizada por ser: una región biogeográca, cuyo
territorio siográcamente se encuentra delimitado por el paisaje natural de
la llanura costera del mar Caribe y una cultura costeña común arraigada en
los sietes departamentos, que es distinta al resto del país.
El Caribe norcontinental colombiano es también una región Etno-antro-
pológicamente, multicultural, polifuncional, socio-históricamente, identicada
bajo la toponimia nuestra del Caribe norcontinental colombiano, para seña-
lar la región conocida típicamente como costeña, representada por los sietes
departamentos del litoral Caribe señalado del norte continental colombiano.
Es una región ampliamente consolidada como tal y, como indicará Fals Bor-
da: “Una región es fundamentalmente un espacio socio-geográco con elemen-
tos físicos y humanos que le dan unidad y la distingue de otros, más que homo-
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geneidad, es la integración de dichos elementos lo que determina la existencia
de una región.” (Fals, 1996, p.26). Por su parte, Mendoza acota: “La palabra re-
gión amplió su signicado hasta a el concepto romano de gobierno y abarca […]
el signicado geográco de espacio físico y más tarde la acepción etno-antro-
pológica de espacio cultural.” (Mendoza, 1995, p. 59). Para Massiris: “ […] en su
concepción primitiva el término región tiene una connotación política, es decir,
una región es el espacio regido o gobernado por una autoridad. […], hacen uso
del término para indicar áreas o zonas de dominio.” (Massiris, 1997, p.1)
Dicha Región Caribe tiene una población de 11.676.992 habitantes casi
una cuarta parte de Colombia con un área superciaria continental de unos
ciento treinta y dos mil cuarenta y cuatro kilómetros cuadrados (132,244
km2), equivalentes al 11,6% del área del territorio nacional (DANE, 2018) y un
PIB nacional del 14,43% (DANE, 2022), lo cual signica que el peso especíco
de la región norcontinental del Caribe en área y población no se puede sub-
estimar. Sin embargo, concentra menos del 15% del PIB nacional.
Las asimetrías con otras regiones del país, que se han favorecido por el
modelo político centralista andino, son evidentes. La capital del país, Bogotá,
D.C, concentra una cuarta parte del PIB y tiene una población de 7,7 millones
de habitantes, muy inferior a la de la región Caribe, Antioquia, otra región
favorecida por este modelo político centralista, tiene una población de 6,6
millones de habitantes y participa con el 14,4% en el PIB nacional, casi igual
al del Caribe norcontinental y; el Valle del Cauca, en la costa pacíca, tiene
una población de 4,5 millones habitantes y concentra el 9,6% del PIB nacio-
nal (DANE, 2022), menos de la mitad de habitantes y un PIB superior al 70%
de la región norcontinental Caribe colombiana .
Si sumamos la actividad económica de los tres departamentos señalados,
que se han favorecido con este modelo político centralista injusto, se conclu-
ye que concentran alrededor del 50% de todo el Producto Interno Bruto del
país y, por ende, han sido estas entidades territoriales las que más se han
beneciado con los frutos del desarrollo económico derivado del modelo
centralista andino. Del mismo modo, El Caribe norcontinental tiene un rango
de pobreza extrema del 9,88% (DANE, 2022) de los cuales el 73,9% se encon-
traba localizado en zonas urbanas y el 26,1% en el área rural (DANE 2018).
También, encontramos reejadas estas asimetrías económicas en los in-
dicadores sociales. Según el DANE (2022) de los diez departamentos más
pobres de Colombia, cinco pertenecen a la Región Caribe (Guajira, Magda-
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lena, Córdoba, Cesar y Sucre). La Guajira, que ha exportado miles de millo-
nes de dólares en carbón durante más de cuatro décadas, es el segundo
departamento más pobre del país, con un indicador de pobreza monetaria
de (53,7%), cuando la media nacional es de (27,0%), y las regiones más ricas
mencionadas tienen indicadores de pobreza por debajo de la media nacio-
nal: Bogotá (12,4%), Antioquia (21,2%) y Valle del Cauca (20,4%). Y en cuanto
a la pobreza extrema, también sucede lo mismo. En las regiones más ricas
este indicador de pobreza extrema está por debajo del promedio nacional,
así: Bogotá (2,5%), Valle del Cauca (5,1%) y Antioquia (5,7%).
La depredación de las riquezas de la región del Caribe norcontinental co-
lombiano en detrimento de su población igualmente se maniesta en otros
indicadores de pobreza: el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) DANE,
que mide la pobreza en cinco dimensiones, las cinco dimensiones de pobre-
za que muestra este indicador son: i) condiciones educativas, ii) condiciones
de la niñez y la juventud, iii) trabajo, iv) salud; v) condiciones de la vivienda
y servicios públicos. La Guajira, Magdalena, Córdoba, Cesar, Sucre y Bolívar;
estos sietes departamentos de la región Caribe, son parte de los ochos pri-
meros con mayor pobreza multidimensional. Mientras, que el promedio na-
cional de este indicador es (19,6%,) los sietes departamentos mencionados
superan de lejos este promedio nacional, como se muestra a continuación:
La Guajira tiene un indicador IPM de (53,7%), Magdalena (46,6%), y Córdoba
(44%), Cesar (42.9%), Sucre (41%) seguido de Bolívar (36%) Atlántico (24.2%),
cuya estructura económica de la región se representa en el 14,43% del PIB de
Colombia, DANE (2022). A igual que en el resto del país, el sector económico
mayoritario en la región es el sector de servicios, con una participación de
(41,7%), le sigue el comercio al por mayor y al por menor (17,7%), la industria
(11,0%), el sector de explotación de minas y canteras (8,3%), DANE (2018).
Es comprensible que una región autosuciente por su potencial: ambien-
tal-territorial, cultura y con ecosistemas estratégicos, para acercarse a un
desarrollo sostenible optimo, que soporte cualquier matriz de autonomía
política territorial, se proponga entonces su independencia efectiva, de ahí el
afán del autor para tratar de aportar a la discusión los insumos ideo-políticos
que superen las carencias teóricas y metodológicas del pasado.
2. REFERENCIAS IDEOLÓGICAS
Por referencias ideológicas se quiere signicar al conjunto de textos que
desde su lectura sosegada hicieron posible nuestro aparato analítico y crí-
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tico sobre la impronta del Estado nacional, en tanto, realidad histórica que
limita el desarrollo de las propuestas para la autonomía política del Caribe
norcontinental colombiano. Estas lecturas que se describen a continuación
se centran en una crítica historiográca o en la identicación del inujo ideo-
lógico que se propaga desde el discurso de poder, en sus múltiples disposi-
tivos de saber y comunicación, para servir a los intereses de una identidad
nacional o conciencia histórica a tono con la hegemonía del centro andino.
Destaca en un primer momento el trabajo de Torres (2011) que describe
de forma magistral la función social de los mitos fundacionales de la historia
de Venezuela, muy ligada a la historia de Colombia. Según Torres el mito
como recurso historiográco ccional está presente en todas las sociedades
humanas de una u otra forma. Básicamente estos se presentan en dos ti-
pos particulares:
mitos re-unicadores, como el Estado nacional y mitos funcionales
que: “…como dijera don Manuel García Pelayo, contribuyen al sostenimiento
de posibilidades y actitudes vitales y, con ello, al mantenimiento o cambio de
situaciones existentes” (2011, p. 91).
Dentro del universo de la mitología historiográca resalta el tópico del culto
desmedido a los héroes y particularmente el llamado Culto a Bolívar (Carrera
Damas, 1969). El problema del culto a Bolívar es que se proyecta una imagen
avasallante en la cual se sintetizaron todos los esfuerzos de personas, colec-
tividades y territorios para alcanzar la emancipación política lo que terminó
congurando un relato según el cual es Bolívar, primero, y los proceres milita-
res después, los principales protagonistas en el proceso de la construcción de
la república. Al decir de Pino Iturrieta (2007) este culto debe ser interpretado
como una forma particular de personalismo y puede ser utilizado para apa-
lancar a caudillos autoritarios que personalizan de forma radical los procesos
políticos, al tiempo que erosionan a la arquitectura del Estado de derecho:
Ya no se trata solo de un nexo entre un sujeto y sus seguidores, sino de la imposición
de una autoridad individual y no pocas veces colectiva aprovechándose de circunstan-
cias especícas de las cuales no surge una dependencia acogida sino impuesta por
la fuerza… la adhesión no es corolario de factores como la simpatía que un hombre
produce entre las muchedumbres, o de una atracción particular que se encumbra
sobre las instituciones, sino de la desembocadura de un acto de violencia frente al cual
no se puede reaccionar sin correr riesgo de trascendencia… (Pino Iturrieta, 2007, p. 32)
Así las cosas, queda claro que la historiografía patria crea las condicio-
nes ideológicas de posibilidad para aanzar en los imaginarios colectivos el
ejercicio de liderazgos autocráticos que no solo pueden estar representados
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por personas concretas, sino también por
instituciones y regiones hegemóni-
cas
en detrimento del resto del país. Es situación es explicada por Cardozo
Galué (1998), el ilustre cultor de la historia regional como consustancial a las
etapas de la historiografía:
Proto-historiografía.
Historiografía tradicional.
Historiografía cientíca.
La primera etapa dentro de la evolución historiográca de cualquier país
está caracterizada por el conjunto de crónicas y relatos dispersos donde priva
la información geoeconómica de viajeros y exploradores, tales como lo que
visitaron Iberoamérica desde los siglos XVI al XIX, describiendo en su afán es-
pacios, personas y comunidades, para ellos desconocidos, desde una profun-
da mirada eurocéntrica, cargada de sesgos y prejuicios por ante los modos
de vida americanos. En un segundo momento, se imponen productos como
las llamadas
historias patrias
que advienen desde los inicios de las la república
en el siglo XIX desarrolladas mediante la confección de mitos y leyendas que
venían a justicar la emergencia del Estado nacional y a apalancar las primeras
manifestaciones simbólicas de identidad nacional, esto es supra-regional y de
conciencia histórica, pero no necesariamente de conciencia cívica.
Por último, es en los dominios de la emergencia de una historiografía cien-
tíca y académica en el siglo XX, donde se estructura un proyecto historiográ-
co basado en el arqueo de fuentes dedignas y en el uso de teorías y métodos
adecuados, donde se aspira superar los mitos y leyendas infundadas mediante
la racionalidad crítica, para construir una historia nacional no desde un centro
articial, sino desde la especicidad de las diferentes regiones históricas que
conforman dialécticamente al panorama nacional. Se trata del reconocimien-
to de las regiones como: “(…) un espacio con especicidad y ritmos históricos
propios, diferenciable, en cuanto a su dinámica y características fundamenta-
les, del resto de los conjuntos regionales de las áreas vecinas…” (1989, p. 11).
3. DEL MITO DEL ESTADO NACIONAL A UN ESTADO NOR-
CONTINENTAL DEL CARIBE COLOMBIANO
La creación de un nuevo Estado avalado no ya en una cción historiográca
sino en las legítimas aspiración de autonomía radical y autodeterminación de
una comunidad humana con plena conciencia de su situación en el mundo y,
más aún, de sus grandes posibilidades de desarrollo integral, implica el inicio de
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un arduo proceso político que al menos transcurre por cuatro etapas particula-
res: a) desarrollo de un clima de opinión general ganado al logro de la indepen-
dencia; b) organización de la fuerzas emancipadoras en un programa político
coherente de cara a la acción; c) consumación de la independencia y organi-
zación del nuevo Estado emergente y; d) estructuración del liderazgo político
regional del nuevo Estado al calor de los desafíos y realidades que le toca vivir.
En la etapa a) no basta con el hecho de que una elite política, empresarial
e intelectual este ganada al ejercicio del derecho de la autodeterminación, se
necesita también que desde el punto de vista de la comunicación política, di-
mensión en la cual es importante:
lo que se dice, como dice y cuando se dice,
se le
comunique efectivamente a la sociedad en general el alcance y signicado de
la independencia como nueva realidad de cara al progreso y como condición
de posibilidad para superar cualquier vestigio de “nacionalismos sentimental”
en los sectores populares que mantenga anclado a algunos personas y comu-
nidades de la sociedad civil, en esta caso, con la idea de Colombia.
Sin un clima de opinión general favorable a la independencia y ganado al
apoyo irrestricto para crear un nuevo Estado que combine, si es necesario,
todas las formas de lucha: jurídicas, políticas, económicas e ideológicas, no
es posible la emancipación ni, mucho menos, el asumir colectivamente los
grandes desafíos y sacricios que este proyecto puede implicar en el tiempo,
incluso, para distintas generaciones de personas. Por su parte, la etapa b)
organización de las fuerzas emancipadoras en un programa político cohe-
rente de cara a la acción, es crucial para el logro de la autonomía radical.
Sin la organización armónica más allá de sus tensiones y diferencias, de
todas las fuerzas pro independencia, no es posible el logro del grande objetivo
planteado. Para el proceso de organización es fundamental un programa po-
lítico coherente en términos de objetivos, metas en el tiempo, visualización de
capacidades, estrategias de lucha, movilización de personas, logística, concien-
cia de las limitaciones del movimiento, entre otros factores. En la construcción
de un programa político así, se puede emplear herramientas analíticas como
la metodología FODA, la cual permite visualizar sin sesgos: las amenazas, for-
talezas, debilidades y oportunidades del programa político y de su agenda, de
las circunstancias globales y del movimiento emancipador en general.
Un movimiento organizado como un bloque compacto, liderado por una
vanguardia esclarecida a la altura de las duras circunstancias, estará sin duda
a en la capacidad histórica de la etapa b) consumación de la independencia y
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organización del nuevo Estado emergente. Tal como lo muestra la historia co-
mún de América Latina, el logro de la independencia política no es realmente
el nal del camino, es apenas el inicio de una nueva etapa en la cual la neo-re-
pública debe organizarse internamente desde el punto de vista, político, eco-
nómicos y social para desmostar al mundo que es, en esencia y existencia,
un proyecto sostenible en el tiempo y no un fracaso como país (país-fracaso).
En este proceso, la discusión del modelo político y económico más conve-
niente no debe ser simplemente una discusión intelectual, sino el resultado
de un diagnóstico cientíco que pueda evidenciar, más allá de toda duda ra-
zonable, que es lo más conveniente para el nuevo país al calor de sus aspira-
ciones, necesidades y recursos. El diagnóstico sugerido evoca, por ejemplo,
lo sucedido en 1936 en Venezuela con el llamado Programa de Febrero del
general López Contreras mediante el cual se identicaron las grandes nece-
sidades del país y se denieron, al mismo tiempo, con el plan trienal, políticas
públicas coherentes para darles respuesta expeditas a estas problemáticas
materiales y morales e impulsar, denitivamente, la modernización exitosa
del Estado venezolano y la sociedad en su conjunto (Pacheco, 1984).
Por último, la etapa c) estructuración del liderazgo político regional del
nuevo Estado al calor de los desafíos y realidades que le toca vivir, implica en
la realidad histórica concreta la manifestación de que el nuevo Estado emer-
gente tiene la capacidad no solo de ser un país promedio en términos de go-
bernabilidad política y gobernanza, sino además, de desarrollar un liderazgo,
al menos regional, que logre superar con creces a la vieja formación nacio-
nal de la que era parte, como región relegada del ejercicio del poder; de lo
contario, la independencia política no tendría mucho sentido, sino se logra
superar en un lapso perentorio los indicadores de progreso y bienestar de
Colombia, ya que en buena medida la tesis de la independencia se sustenta
en la promesa de impulsar al nuevo país a una etapa cualitativamente supe-
rior en el desarrollo de sus capacidades multidimensionales.
En lo concreto, la existencia de un Caribe norcontinental colombiano
como un territorio de tierra rme o continental en el área del mar Caribe,
puede sonar un poco exótico, toda vez que y, en general, se relaciona el
término Caribe con la región del gran Caribe del océano Atlántico america-
no que contiene un universo de islas-países de múltiples lenguas. En este
orden de ideas, se ha deslindando la parte del Caribe insular de las islas del
archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, no sólo porque su
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lengua y su cultura es diferente al Caribe norcontinental colombiano, sino
porque los isleños raizales han emprendido su propia lucha autonómica.
De cualquier modo, adquiere vital importancia dentro de esta propuesta
la caracterización de un Caribe norcontinental colombiano, como territorio
natural y cultura particular, distinto en identidad y territorialidad al resto de
las regiones del país. Igualmente, se destaca que el continente norte cari-
beño de Colombia, constituye por sólo, la base material de una sociedad
que plantea legítimamente reivindicar su identidad política, para reclamar
soberanía y autodeterminación como un problema histórico de tensión po-
lítico-territorial-cultural, de carácter político autonómico, en el contexto teó-
rico de lo que signica la libre autodeterminación de los pueblos, existentes
dentro de una región natural, localizada en el espacio del territorio norte
continental y marítimo del Caribe de la república de Colombia.
Esta región histórica que hemos denominado lógicamente como Caribe
norcontinental colombiano está conformada por lo que hoy son siete de-
partamentos o entidades territoriales: Guajira, Cesar, Magdalena, Atlántico,
Bolívar, Sucre y Córdoba, colindantes sucesivos entre sí.
Lo expresado es la realidad histórica y material de unos territorios den-
tro de un país, donde una región (la andina hegemónica) asumió la cen-
tralidad, homogenizando la actividad política y económica en un proceso
de intención de congurar un proyecto de Estado-nación en detrimento de
otras regiones, como la región del Caribe norcontinental colombiano, que
fue segregada y sometida a una inequidad en la distribución territorial de los
recursos públicos, profundizando la brecha social entre el centro y las pe-
riferias regionales y originando, además, una dinámica de anomia política y
administrativa que imposibilitó consolidar un Estado nacional en la república
de Colombia (Horta Orozco, 2022). Es esa precisamente, una de las causas
primarias donde subyace el carácter violento de la sociedad colombiana, en
las dos últimas centurias de proyecto de nación.
En denitiva, el Caribe norcontinental colombiano es una región his-
tórica que viene planteándose una autonomía radical en el contexto de una
proclama de autodeterminación política y territorial, desde momentos de los
inicios de la ocupación española, pasando por los periodos de independen-
cia y de la república, librando una lucha externa e interna por los intentos de
encontrar sus propias instituciones políticas independientes bajo la impron-
ta de su cultura norcontinental caribeña, para erigirse en un Estado-asocia-
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do1 que no ha encontrado amalgamarse políticamente dentro del congura-
do actual Estado nacional de Colombia, por distintas causas y razones que
conviene analizar en su momento.
Imagen No. 02. Mapa político base territorial del Estado norcontinental del Caribe
de colombiano. Toponimia del autor para la investigación (Horta, 2022).
El planteamiento y formulación de la autonomía política radical del Caribe
norcontinental colombiano que busca trascender el mito del Estado nacio-
nal colombiano y estructurar, en su decurso, un Estado norcontinental del
Caribe colombiano, ésta determinado por tres hechos materiales relevantes:
1º. De connotación natural; 2º. Socio-cultural y un; 3º de carácter netamente
político; fueron estos tres hechos los que originaron esta problemática de
pretensiones políticas autonómicas en el marco de la emancipación y libre
determinación de los pueblos, derecho que por lo demás no es negociable,
ni se puede negar
a priori
por los intereses de poder del centralismo andino.
Por connotación natural se quiere enfatizar en la existencia de una terri-
torialidad especíca que agrupa en su interior un conjunto de comunidades
humanas y coloca a su disposición deferentes tipos de recursos naturales,
1 CreemosquelaversalidaddelEstadoasociadoeslamejoropciónparaedicarunnuevopaís,yaque,
entreotrascosas,lepermirálibrementeaunconjuntodeterritoriosyregionesparciparcomosocios
igualitariosenestaformadeEstadoydegobierno.Entrabajosfuturosseexplicarádeformadetalladacual
eselsistemapolícoquemejorresponderíaaunEstadomarímocomoelquesequieredesarrollar.
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humanos y geoestratégicos. Por su parte, la cuestión socio-cultural tiene que
ver con la existencia de una identidad propia que, como recuerda Leal y
Alarcón, ha sido negada por los intentos de fraguar una identidad nacional
totalizante en una dinámica muy similar en Colombia y Venezuela:
(…) comenzando con un proyecto fraguado desde la capital político administrativa
del país, luego de la independencia. A partir de ese momento
, comienzan a im-
ponerse una serie de valores y pautas culturales a todo el país como si
ellas reejasen su totalidad, negando de esta manera los desarrollos
culturales particulares y bien diferenciados de cada región.
(Leal y Alar-
cón, 2005, p. 3) (negritas añadidas)
Una de las consecuencias más notables de la negación sistemática de
las identidades naturales de cada región histórica es el desprecio de su ser
colectivo particular para tributarle a una historia nacional, articial, que no
es otra cosa que la historiografía de la hegemonía andina, en este caso, y sus
personalidades destacadas. Esta situación de
genocidio de la memoria
nos lle-
va a conguran una política de emancipación como condición de posibilidad
para, no solamente revindicar las historias regionales y locales, sino también
para deconstruir los mitos supuestamente benécos (para la conciencia his-
tórica e identidad nacional) de una historia centralizadora que oblitera de-
rechos fundamentales de personas y comunidades por igual, como lo es el
ejercicio de la autodeterminación y el goce de la soberanía.
CONCLUSIONES
Cuando se intenta discutir críticamente la idea del Estado nacional identi-
cando para ello sus principales mitos y contradicciones, como condición de
posibilidad para edicar la propuesta de estructuración de un nuevo Estado
norcontinental del Caribe colombiano, emergen algunas conclusiones provi-
sionales como las que se describen a continuación:
El proyecto historiográco nacionalista y centralizador de la historia patria
de Colombia caracterizado por su poca cienticidad, su personalismo des-
medido, su centralismo avasallante y su omisión sistemática de la partici-
pación de los colectivos sociales y regiones en el fenómeno emancipador
signica, categóricamente, una construcción ontológicamente articial, ya
que carece de un ser verdadero y, epistemológicamente mitológica, por-
que no parte de un conocimiento certero de las diversas historias que de-
ben conformar a lo nacional, sino más bien de un conjunto desordenado
de mitos inconsistentes (Cardozo Galué, 1998).
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Los Estados nacionales no deben ser asumidos como una prisión
en la que se somete a condena de cadena perpetua a comunidades,
regiones y personas, se trata más bien como arma Anderson (2006)
de “comunidades imaginadas” conformadas por distintas territoria-
lidades e identidades que nunca pierden su derecho de autonomia
y autodeterminacion, derecho que puede ser efectivo en cualquier
momento de su historia por muy polemico que resulte para algunos.
Desde los inicios del Estado nacional republicano en Colombia se
han edicado relaciones asimétricas de poder entre el centro capita-
lino andino y las regiones periféricas, relaciones que objetivamente
subordinan a las regiones y reducen dramáticamente su posibilidad
de autonomía política para edicar la supremacía del poder central
que produce y reproduce todo tipo de desigualdad en el acceso a los
repartos de valores, materiales y simbólicos del país.
El desarrollo de un pateamiento legitimante independentista de cara
a la edicación del Estado norcontinental del Caribe Colombiano se
trata de una propuesta que transita al menos por cuatros momentos
diferenciables: a) desarrollo de un clima de opinión general ganado
al logro de la independencia; b) organización de las fuerzas eman-
cipadoras en un programa político coherente de cara a la acción; c)
consumación de la independencia y organización del nuevo Estado
emergente y; d) estructuración del liderazgo político regional del nue-
vo Estado al calor de los desafíos y realidades que le toca vivir.
Por último, conviene aclarar que no es la intención del autor crear
una matriz de opinión en los departamentos del Caribe colombino
contraria a Colombia, ello, aunque históricamente el centralismo an-
dino ha arremetido de forma irrespetuosa contra las formas de ser
y hacer que identican al “hombre caribe” (Lobo, 2018; Reales, 2008;
Múnera, 1997). De lo que se trata aquí es de construir una autonomía
radical en la región que posibilite sin más dilaciones el derecho a la
autodeterminación para el logro de la soberanía plena del emergen-
te Estado norcontinental del Caribe hoy colombiano. Esta situación
no niega que en un futuro próximo de paz y de justicia se puedan
mantener con la república de Colombia y, el resto del mundo, rela-
ciones de amistad y respeto mutuo.
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