
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 3, Núm 5. Enero / Junio (2023)
Ángel Rafael Lombardi Boscán
Dentro de la historia/fuera de la historia PP:373-380
ISSN 2660-9037
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la Universidad del Zulia: Miguel Ángel Campos, para entender el impacto del
petróleo en la sociedad venezolana a través de la exégesis penetrante y lúcida
del pensamiento de Alberto Adriani, Mariano Picón Salas y Arturo Uslar Pietri.
Luego de la Segunda Guerra Mundial entre los años 1939 y 1945 el con-
tinente europeo quedó destruido y la inmigración posa sus ojos sobre el
continente americano. Tres destinos iluminaban las esperanzas de una po-
blación desesperada por un presente sin futuro: Estados Unidos, Argentina y
Venezuela. Y cuando decimos Venezuela, nos estamos reriendo a los cam-
pos petroleros del estado Zulia y de manera muy especial a los que se ubi-
caron en la Costa Oriental del Lago. Ciudad Ojeda, a partir de 1945, acogió
una importante comunidad de inmigrantes italianos y, en menor medida, de
otras naciones bajo el imán del auge petrolero. Junto a los técnicos extran-
jeros y habitantes locales contribuyeron a su industrialización y desarrollo.
Dice Omar Bracho, uno de los cronistas de Ciudad Ojeda:
“si hay algo que agradecer a muchos de estos inmigrantes, es el hecho de que cola-
boraron con el desarrollo de esta zona, su tenacidad, ganas de trabajar y sobre todo,
sus conocimientos, mezclados a su vez con un pueblo dispuesto a crecer y a explotar
sus riquezas, conformaron a lo que hoy se conoce como Ciudad Ojeda, que es quizá
una de las zonas más importantes del país, pues su población ha crecido vertiginosa-
mente en los últimos 10 años y su potencial mineral es reconocido a nivel mundial”.
Otro cronista de Ciudad Ojeda, Francisco A. Chávez Yunez, ofrece otra
semblanza promisoria de un pasado de oro:
“Ciudad Ojeda toma auge moderno denitivo a partir de la década de los sesenta
donde el negocio atractivo fue desplazando al viejo tarantín, restaurantes inter-
nacionales, conterías, hoteles, supermercados, joyerías, librerías, talleres electro-
mecánicos, discotecas, farmacias, sucursales bancarias, bares con mesitas y sillas
en las aceras al estilo europeo, almacenes con llamativos apelativos publicitarios
pestañando a base de gas neón y amplias vidrieras”.
Entre 1922 y 1982, fueron sesenta años de bonanza ininterrumpidos; in-
cluso, algunos testigos la extienden hasta el año 2002. De la noche a la maña-
na, la cenicienta Venezuela, se hizo rica y prepotente. La riqueza no provino
como Max Weber estableció para los países de religión protestante de la Eu-
ropa septentrional debido al trabajo capitalista de forma laboriosa y tenaz; la
austeridad en el ahorro y la disciplina social. Nos olvidamos de “Sembrar el pe-
tróleo” como propuso Arturo Uslar Pietri en el año 1936: optamos por la fan-
tasía, la corrupción y el derroche viviendo una esta perpetua. Además, esto
fue potenciado por la propaganda ocial que había alimentado el Mito Bolívar