
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembre (2023)
Angélica Arámbulo
El Lago de Maracaibo: espacio vital aglutinador de la identidad regional zuliana... PP: 168-180
ISSN 2660-9037175
“…fuimos a otra isla vecina de aquella a diez leguas, y encontramos una grandísima población que
tenía sus casas construidas en el mar como Venecia, con mucho arte; y maravillados de tal cosa,
acordamos ir a verlas, y al llegar a sus casas, quisieron impedir que entrásemos en ellas. Proba-
ron como cortaban las espadas y se conformaron con dejarnos entrar, y encontramos que tenían
colmadas las casas con nísimo algodón, y las vigas de sus casas eran también de brasil, y les qui-
tamos mucho algodón y brasil, volviendo luego a nuestros navíos. Habéis de saber que en todas
partes donde saltamos a tierra, encontramos siempre gran cantidad de algodón, y los campos
llenos de plantas de él, tanto que en esos lugares se podrían cargar cuantas carabelas y navíos hay
en el mundo, con algodón y brasil…” (De la Torre, Ernesto, 1994:149)
Hacia 1502 estos exploradores realizan un segundo viaje de exploración al interior de la
Cuenca del Lago de Maracaibo, en el que atraviesan la barra y encuentran agua dulce
“…tanto Ojeda como Juan de la Cosa llegaron a la conclusión de que Coquivacoa era una peninsula,
que la tierra rme continuaba más allá de ella y que la gran extensión de agua que habían encon-
trado detrás del golfo y del estrecho canal que mediaba entre el cabo de San Román y el Cabo de
la Vela, era un lago: el lago de San Bartolomé, lago de Maracaibo, entre los tantos otros nombres
que recibirá.” (Amodio, en: Acervo Histórico del Zulia, 2003: 11)
Las crónicas y relaciones que van surgiendo de las distintas exploraciones develan el in-
terés material que guiaba a los enviados por la Corona española, signado por las ansias de
metales y piedras preciosas o de recursos y tierras para explotar. Es así como se va resigni-
cando el espacio natural explorado y conquistado: el europeo se reapropia de la naturaleza y
de todo lo que en ese espacio es vida, dándoles nuevos nombres, connotaciones y signica-
dos, según sus referentes de identidad.
“En la misma corte peninsular se recibieron en 1500 muestras de “piedras verdes” encontradas por
la expedición de Alonso de Ojeda, Américo Vespucio y Juan de la Cosa, en las costas del Golfo de
Venezuela, lo que incentivó años más tarde a otros conquistadores en buscar la ruta del comercio
de esmeraldas en la meseta Chibcha” (Cunill Grau, 2004: 32)
Estas primeras descripciones del espacio vital humanizado, también evidencian la rela-
ción geohistórica cultural que existía entre el espacio y sus primeros pobladores ancestrales,
las dinámicas desarrolladas en torno a la naturaleza y los recursos que de ella manan, reeja-
das en sus construcciones palafíticas sobre el Lago de Maracaibo, en la recolección y uso del
algodón y del palo de brasil como lo identica el navegante italiano.
“En la expedición de Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio, desde nales del mes
de julio y comienzos del mes de agosto de1499 se experimenta la voluptuosidad del algodón en el
litoral árido occidental venezolano con sostenido rescate o trueque de almaizares y paños multico-
lores. Incluso se registra en la toponimia y la cartografía el hallazgo de la mota algodonera... el ha-
llazgo del algodón está asociado incluso al reconocimiento del establecimiento palafítico indígena
que sustentaría el imaginario del topónimo de Venezuela.” (Cunill Grau, 2004: 42”
Las dinámicas humanas en torno a la Cuenca del Lago de Maracaibo, inician desde -
nales del holoceno, según lo señalan Iraida Vargas y Mario Sanoja y desde entonces, vienen
fraguando la conguración del espacio natural lacustre a razón de la actividad humana “…de