C
LÍO
Revista de Historia, Ciencias
Humanas y Pensamiento Crítico
Adscrita a:
Ediciones Clío
Centro de Estudios Históricos de LUZ
Academia de la Historia del estado Zulia
Centro Zuliano de Invesgaciones Genealógicas
Red internacional sobre enseñanza de la invesgación
Pontevedra-España
ISSN 2660-9037
Año 1 Número 1
Enero-Junio
(2021)
Clío: Revista de Historia, Ciencias Humanas y Pensa-
miento Críco; es un órgano de difusión periódica de
invesgaciones arbitradas de alcance internacional,
adscrita a Ediciones Clío, La Academia de Historia del
Estado Zulia y al Centro Zuliano de Invesgaciones
Genealógicas. Su objevo es difundir invesgaciones
y reexiones que se hacen desde las Ciencias Huma-
nas abordando problemácas sociales desde disntas
áreas del estudio como la Historia, Filosoa, Educa-
ción y Pedagogía, Ciencias Polícas, Antropología, So-
ciología entre otras ciencias humanas; siempre bajo
una perspecva críca. Su naturaleza es interdiscipli-
naria de manera que aparte de publicar arculos cien-
cos; permite la incorporación de otras secciones o
apartados dentro de su contenido para conferencias,
ensayos, entrevistas, escritos sobre arte y arstas,
textos de carácter histórico, jurídico, acuerdos, decla-
raciones, reseñas de libros y medios audiovisuales;
entre otros.
Su publicación es semestral; cada número está con-
formado por arculos sobre temas en cada una de
las áreas de sus competencias. La revista ene como
compromiso ofrecer un puente de comunicación en-
tre los diferentes enfoques y propuestas de invesga-
ción en el sendo de generar un debate ante las com-
plejidades del saber y el hacer social entre las ciencias
humanas, permiendo las crícas necesarias pues
consideramos que la ciencia ene que ser constante-
mente interpelada ya que su naturaleza no es estáca,
sino que está en connuo movimiento.
Año 1. Nro 1. Enero-Junio 2021
ISSN: 2660-9037
Correo electrónico: edicionesclio.es@gmail.com
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Los autores manenen los derechos sobre los ar-
culos y por tanto son libres de comparr, copiar,
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el contenido de la revista será de libre acceso, distri-
buido bajo la licencia Creave Commons (BY-NC-SA)
Director
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Universidad Nacional Experimental
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ISSN 2660-9037
Sumario
PRESENTACIÓN
El origen de Clío
Reyber Antonio Parra Contreras
4-5
ARTICULOS
El alba-tcp: ¿un modelo de integración en vías de exnción?
The alba-tcp: ¿a model of integraon on th way to exncon?
Juan Carlos Morales Manzur
6-24
Protagonismo histórico desempeñado por Barranquilla y la región Caribe en la
dinámica cultural de Colombia
Historical protagonism performed by Barranquilla and the Caribbean region in the
cultural dynamics of Colombia
Álvaro Hernán Lobo Alvis
25-42
Fronteras y Forcaciones en la Península de la Guajira durante el siglo XIX
Froners and forcaons in the Peninsula of la Guajira during the XIX century
Carmen Laura Paz Reverol
43-54
La conformación de los sistemas de autoridad en la sociedad de
afrodescendientes durante el período colonial en el Sur del lago de
Maracaibo
The conformaon of the systems of authority in afro-descendant society during the
colonial period in the south of lake maracaibo
Luis Alberto Ramírez Méndez
55-68
ENSAYOS
Genesis de los movimientos obreros y sindicalismo petrolero en el estado zulia
Genesis of the labor movements and oil unionism in the state of Zulia
Iván José Salazar Zaíd
69-79
Maracaibo y el 19 de abril de 1810: aun sin estrella en la bandera nacional
Maracaibo and april 19, 1810: even without a star on the naonal ag
Ángel Lombardi Boscán
80-90
RESEÑA DE ARTE
Anotaciones sobre una épica del paisaje urbano en la obra de Edgar Queipo
Juan Calzadilla
91-97
RESEÑA DE LIBRO
“Ma rainey ´s black boom” (2020): no somos sobras, somos hombres
Angel Rafael Lombrdi Boscan
98-100
NORMAS
101-103
ISSN 2660-9037
EL ORIGEN DE CLÍO
Reyber Antonio PARRA CONTRERAS*
La Revista CLÍO inicia su recorrido como publicación cienca y humanís-
ca, en formato electrónico. Su origen responde a la movación académica que
anima a quienes conformamos su cuerpo editorial, liderados por el Dr. Jorge Vi-
dovic. A parr de este primer número, CLIO se orienta a la difusión de arculos
ciencos, ensayos, reseñas, comunicaciones, conferencias y demás textos que
resulten de un proceso invesgavo o reexivo, fundamentado en cualquier ám-
bito ligado a la Historia, la Cultura y las Ciencias Sociales en general.
En la Angüedad, la musa CLÍO tuteló la labor de Herodoto, Tucídides y de-
más historiadores griegos que asumieron la misión de preservar el recuerdo de
los hechos relevantes que éstos observaban en su contemporaneidad. De la mis-
ma manera, la Revista CLÍO asume el compromiso de servir de espacio editorial
para que no sucumban en el olvido los hallazgos de quienes deseen publicar sus
trabajos de invesgación, y de esta manera comunicar a la comunidad cienca
nuevos aportes en la ardua tarea de acrecentar el conocimiento de la dimensión
social y temporal del hombre.
No obstante, los productos de invesgación que serán publicados en la Revis-
ta CLÍO, previamente deberán someterse al tamiz del arbitraje bajo la modalidad
par ciego, con la intención de abrir paso únicamente a aquellos arculos y demás
textos que ofrezcan aportes al conocimiento existente, como consecuencia de la
aplicación del método cienco y la fundamentación o exposición de evidencias
de los resultados alcanzados por los autores.
En este primer Número, la Revista CLÍO se asoma al mundo editorial de las
revistas ciencas con cuatro arculos, dos ensayos y una reseña.
Juan Carlos Morales Manzur abre la sección de arculos ciencos con su tra-
bajo: El ALBA-TCP: ¿un modelo de integración en vías de exnción?, en el cual se
ofrecen los fundamentos y actuales desaos que la Alternava Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos, presenta
desde el punto de vista de la geopolíca y sus posibilidades de supervivencia,
dada la situación actual del contexto internacional y americano.
Seguidamente, Álvaro Hernán Lobo Alvis en su arculo: Protagonismo histó-
rico desempeñado por Barranquilla y la Región Caribe en la dinámica cultural de
Colombia, se enfoca en comprender el protagonismo histórico desempeñado por
Barranquilla y la Región Caribe en la dinámica cultural de Colombia, en el marco
de lo que representa el advenimiento de la Constución de 1991. El autor con-
cluye que la realidad cultural de Colombia acusa una fuerte presencia del Caribe
colombiano, en una suerte de tropicalización de la sociedad nacional, donde está
presenta el personaje de la Costa Caribe.
*Miembro del Comité Editorial de la Revista CLÍO. Editor de la Revista de la
Universidad del Zulia y Revista Lanoamericana de Difusión Cienca, ORCID:
hps://orcid.org/0000-0002-3231-9214, reyberparra@gmail.com
Presentación
ISSN 2660-9037
Por su parte, Carmen Laura Paz Reverol publica los resultados de su invesga-
ción: Fronteras y forcaciones en la Península de La Guajira durante el siglo XIX,
donde aborda los sistemas de control que el gobierno de Venezuela implemen-
tara en el transcurso del siglo XIX para garanzar el resguardo de los poblados
criollos de los ataques de los indígenas wayuu, en el Occidente del país. Destaca,
al respecto, el sistema de forcaciones distribuido en las adyacencias de Sina-
maica (estado Zulia) cuya avanzada militar era las Guardias de Afuera, que tenían
como propósito servir de área defensiva ante cualquier posible ataque de los
wayuu.
En sintonía con el arculo de Paz Reverol, el profesor Luis Alberto Ramírez
Méndez desarrolló el trabajo de invesgación: La conformación de los sistemas
de autoridad en la sociedad de afrodescendientes durante el período colonial en
el Sur del Lago de Maracaibo. En este arculo se analiza el proceso de conforma-
ción de los sistemas de autoridad en el Sur del Lago de Maracaibo, tanto para el
caso de la etnia de los hispano-criollos como de los afrodescendientes. Ramírez
Méndez presta atención a la conformación de valores y los roles que desempeñó
la autoridad en la sociedad colonial y que perduró hasta principio del siglo XX.
La sección de ensayos inicia con el escrito de Iván José Salazar Zaíd, Génesis
de los movimientos obreros y sindicalismo petrolero en el Estado Zulia, en el cual
analiza los orígenes de los movimientos obreros y el sindicalismo petrolero en el
Estado Zulia (Venezuela), especícamente en las primeras décadas del siglo XX.
De acuerdo con Salazar Zaid, los sindicatos petroleros del Estado Zulia se cons-
tuyeron en medio de resistencia contra las polícas laborales agresivas y repre-
sivas de las compañías petroleras durante el gomecismo, siendo primordiales en
la organización de la clase obrera petrolera de Venezuela.
A connuación, Ángel Lombardi Boscán publica el ensayo: Maracaibo y el 19
de abril de 1810: aun sin estrella en la bandera nacional. Su objevo consiste
en analizar las circunstancias históricas que condujeron a la dirigencia políca
y económica de la provincia de Maracaibo a asumir una posición moderada o
pro-realista hasta 1820, momento tardío en el cual declara su independencia
para respaldar el proceso independensta de Venezuela. A pesar de dar este
paso trascendental, Maracaibo y su región sigue proclive al reconocimiento de
su autonomía, en medio de contradicciones en su relación con el poder central.
Finalmente, el primer número de la Revista CLÍO incluye una reseña sobre la
obra arsca de Edgar Queipo, a cargo de Juan Calzadilla: Anotaciones sobre una
épica del paisaje urbano en la obra de Edgar Queipo. Para Calzadilla, la trayec-
toria de Queipo se inicia con la Escuela o Promoción Arsca de Maracaibo en
los años 70 del siglo XX. Entre las caracteríscas de la obra arsca de Queipo,
destacan: la versalidad técnica, realismo social, regionalismo en la temáca y
universalidad en las referencias icónicas.
De esta manera nace la Revista CLÍO, publicación que aspira recorrer un largo
camino para parcipar en el foro de la difusión cienca y humanísca.
REVISTA CLÍO, VOL. 1, NÚM. 1, Enero-Junio 2021
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Reyber PARRA CONTRERAS
Presentación. El origen de CLÍO. 4-5
ISSN 2660-9037
EL ALBA-TCP: ¿UN MODELO DE INTEGRACIÓN EN
VÍAS DE EXTINCIÓN?
Juan Carlos MORALES MANZUR*
RESUMEN
Sin duda, el ALBA-TCP, es una propuesta de integración ansistema, que preten-
de generar un modelo de cooperación con grandes elementos ideológicos. En
este sendo, su promotor, el difunto presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías,
proponía una nueva forma de colaboración entre los pueblos que dejara atrás los
viejos esquemas de integración imperantes y se consolidará, de esta manera, un
nuevo bloque dónde lo políco tendría un papel primordial en el entramado del
mismo. Se ofrecen, es este arculo, los fundamentos y actuales desaos que el
ALBA-TCP presenta desde el punto de vista de la geopolíca y sus posibilidades
de supervivencia, dada la situación actual del contexto internacional y americano.
Este arculo analiza dicho esquema de cooperación basándose en la invesgación
cualitava y la consulta de fuentes diversas, lo que da elementos para realizar
proyecciones de cara a su efecvidad o no en el ámbito de la realidad políca de
la región, concluyéndose que el mismo atraviesa una delicada situación dada la
inestabilidad de su país promotor (Venezuela), lo que hace incierto su futuro y
plantea, incluso, su desaparición.
Palabras clave: Integración, Alianzas económicas, ideologización, esquemas de
colaboración ansistémicos.
THE ALBA-TCP: ¿A MODEL OF INTEGRATION IN THE WAY OF
EXTINCTION?
ABSTRACT
Undoubtedly, the ALBA-TCP, is a proposal of ansystem integraon, which aims
to generate a cooperaon model with great ideological elements. In this sense,
its promoter, the late president of Venezuela, Hugo Chávez Frías, proposed a new
form of collaboraon among the peoples that lebehind the old prevailing inte-
graon schemes and consolidated, in this way, a new block where the polical
would have a primordial role in the framework of it. This arcle presents the foun-
daons and current challenges that the ALBA-TCP presents from the point of view
of geopolics and its possibilies of survival, given the current situaon of the
internaonal and American context. This arcle analyzes this cooperaon scheme
based on qualitave research and the consultaon of diverse sources, which gives
elements to make projecons regarding its eecveness or not in the area of the
polical reality of the region, concluding that it crosses a delicate situaon given
the instability of its promoter country (Venezuela), which makes its future uncer-
tain and even raises his disappearance
Keywords: Integraon, Economic alliances, ideologizaon, ansystemic collabo-
raon schemes.
*Profesor Titular Eméritus de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Polícas de la Universidad del Zulia.
Departamento de Economía y Finanzas. Catedráco de Integración Lanoamericana. Doctor en
Ciencia Políca, Doctor en Invesgación y Doctor en Historia. Mail. jcmmanzur@hotmail.com.
Recibido:10/09/2020
Aceptado:12/11/2020
Arculo
ISSN 2660-9037
REVISTA CLÍO, VOL. 1, NÚM. 1, Enero-Junio 2021
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Juan Carlos MORALES MANZUR
El ALBA-TCP: ¿un modelo de integración en vías de exnción?. 6-24
INTRODUCCIÓN
Los actores principales de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Esta-
dos Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS),
prácticamente al finalizar la contienda bélica, establecieron las pautas de la re-
lación de poder que adquiere el sistema internacional del período 1945-1991,
con sus respecvos comportamientos polícos, diplomácos y militares. Cons-
truyeron y reconstruyeron sus propias áreas geopolícas de inuencia, denien-
do así el equilibrio de la balanza de poder en esas áreas, denominadas por Bo-
rón, (2013) la geopolíca imperial. Esto explica porque en aquella época ningún
gobierno democráco o dictatorial se atrevía a rebelarse contra ellas ya que de
hacerlo era derrotado (siendo su mecanismo favorito la acvación de golpe de
Estado) y sustuido por otro, de mayor lealtad al poder dual de la Casa Blanca o
el Kremlin.
En la era de la post-guerra fría, caracterizada por el poder unipolar y la ne-
cesidad de la construcción del mulpolar, la dinámica políca en el connente
americano promovió la aparición de nuevos actores, especialmente en Suramé-
rica y Centroamérica, con la conguración de tres liderazgos y visiones estatales
diferentes acerca de la integración regional, como también en las dimensiones
de las relaciones internacionales.
Estas tres posiciones estaban personicadas en la primera década y a princi-
pios de la segunda del siglo XXI en los gobiernos de xico, Brasil y Venezuela,
que silenciosamente compieron al ritmo del eslo de la políca exterior de sus
respecvos gobiernos y la perspecva integracionista de los presidentes, por el
posicionamiento en el escenario regional y mundial, revelando, cada uno a su
eslo e interés políco, uno más que otro, la necesidad de un nuevo mullate-
ralismo y la de un mundo metacéntrico, en los cuales se discueran y aprobaran
decisiones relacionadas con el desno histórico de los “pueblos” desde abajo y
no desde los niveles de los centros de poder imperial.
El primer país pretendía ejercer en Centroamérica, con el aval de los Esta-
dos Unidos de América, un fuerte liderazgo con el Plan Puebla-Panamá (PPP),
una estrategia mexicana que incorporara en el libre mercado, en nombre del
desarrollo, a Nicaragua, Honduras, Guatemala, Panamá, Costa Rica, El Salvador y
Belice.
1
El PPP, como estrategia de subordinación, buscaría el aprovechamiento
de las ventajas comparavas naturales del sur-sureste de México y de la región
centroamericana, y se inscribe en los preceptos del neoliberalismo, bajo la he-
gemonía estadounidense, al centrarse en el control de áreas geográcas claves
para su explotación, los recursos naturales y mano de obra barata (Sandoval,
2003), divulgando en los medios de comunicación social que tal Plan contribuiría
al desarrollo humano de los pueblos, negando subliminalmente cualquier posibi-
lidad de conveniencia imperial. El PPP: “…se inscribe en las nuevas modalidades
de desarrollo regional picas del modelo de economía abierta, de las presiones
globales y de las demandas de espacios de reservas requeridos por la expansión
del capital en una fase mundial” (Figueroa, 2012:10).
Brasil, la primera economía de la región suramericana, busca primero forta-
lecer su liderazgo en la fase fundacional de la Unión de Naciones Sudamericanas
(UNASUR) y luego, en la Comunidad de Estados Lanoamericanos y Caribeños
1 En la X Cumbre del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxa, celebrada el día 28 de junio de
2008, acordaron en la Declaración de Villahermosa que el programa de mesoamericano de integra-
ción y desarrollo Plan Puebla-Panamá, modicara su nombre original para denominarse Proyecto de
Integración y Desarrollo de Mesoamérica o Proyecto Mesoamérica.
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Juan Carlos MORALES MANZUR
El ALBA-TCP: ¿un modelo de integración en vías de exnción?. 6-24
(CELAC), basándose en el desarrollo producvo, industrial y comercial, con un
pragmasmo políco en las relaciones bilaterales y mullaterales, para conver-
rse, desde el connente, en un referente regional y global, una potencia emer-
gente en términos geopolícos y económicos (Da Silva, 2008), aún más con su
parcipación en el G-20 (los grandes países exportadores de productos agríco-
las) y en el IBSA (la Iniciava de Cooperación entre India, Brasil y Suráfrica). Se
trata de que Brasil, políca y económicamente convalide: “Una coexistencia con
reparto de espacios de inuencia con respecto a los Estados Unidos […], posee
la fuerza militar más poderosa del connente dirigida por una cúpula ultradere-
chista” (Gasca, 2006:89).
No obstante, respondía polícamente a los gobiernos an-sistemas alinea-
dos con el pensamiento de la nueva izquierda o centroizquierda a parr de la
aparición de la revolución bolivariana y sus efectos en los sistemas polícos del
connente, especícamente en aquellos en los cuales la crisis de legimidad del
Estado y el deterioro de la economía demostraron la ineciencia políca y guber-
namental de la clase dominante para responder a las necesidades de los pueblos,
“posicionándose” así del senmiento popular las clases polícas emergentes y/o
movimientos sociales, con una propuesta alternava al neoliberalismo.
En el caso venezolano, el gobierno de Chávez, en alianza estratégica con el
de Fidel Castro, fundaron, inspirados en los ideales del Libertador Simón Bolívar
y del apóstol de Cuba José Mar (Romero,2011) la Alternava Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América (ALBA) el 14 de diciembre de 2004, en respuesta
al modelo neoliberal, representado en la propuesta norteamericana de Área de
Libre Comercio de las Américas, que cambiaría de denominación en junio de
2009, para llamarse Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América,
conservando la misma sigla; alianza en el sendo de organizar un bloque políco
regional para contrarrestar las acciones de dominación del Estado Imperial. Se
incorpora a la propuesta bolivariana, el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP)
en contraposición al Tratado de Libre Comercio (TLC), presentada en abril de
2006 por el presidente de Bolivia, Evo Morales, para ser conocido en el escenario
regional y mundial como ALBA-TCP (ALBA-TLC,2006), proyecto éste que rompe-
ría en los años siguientes con el esquema neoliberal de las relaciones polícas
y comerciales, al reducir la lógica de la acumulación del capital al intercambio
complementario, cooperavo y solidario de las naciones-pueblos.
En este estudio se analiza el ALBA-TCP, como un bloque regional de poder
políco compromedo en romper los lazos de subordinación del poder estatal
de los centros de poder políco y económico de los Estados Unidos de América,
con el objeto de imprimir, con acciones emancipadoras de los pueblos, el quiebre
de la unidad neoliberal en el interior de la estructura de los sistemas democrá-
cos lanoamericanos, unidad construida sobre la diversidad socio-económica
de las sociedades de esos sistemas desde la década de 1980 hasta la de 1990,
cuando se propaga con mayor fuerza la operacionalización de los lineamientos
tecno-burocrácos del Consenso de Washington en los países de Suramérica,
Centroamérica y el Caribe.
El CHAVISMO Y SUS POSTULADOS EN COOPERACIÓN E
INTEGRACIÓN
Para algunos polícos, académicos y analistas de las relaciones internaciona-
les, la orientación de la propuesta del proyecto unionista venezolano consisa
en la reivindicación del pensamiento bolivariano en torno a las ideas de la Patria
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Juan Carlos MORALES MANZUR
El ALBA-TCP: ¿un modelo de integración en vías de exnción?. 6-24
Grande de América, dibujadas por el Libertador Simón Bolívar en uno de sus
principales documentos históricos en el cual se sinteza el pensamiento boliva-
riano de unidad, en aquella misiva tulada la “Contestación de un Americano
Meridional a un caballero de esta Isla”, fechada el 6 de sepembre de 1815,
conocida como la Carta de Jamaica, donde esboza premisas para establecer en
aquel futuro inmediato, las bases polícas de la confederación de Estados, una
vez que lograran su independencia de la Corona de España.
Este planteamiento se inere del siguiente fragmento del mencionado docu-
mento:
“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo
una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y
con el todo. Ya que ene un origen, una lengua, unas costumbres
y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno
que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse;
mas no es posible porque climas remotos, situaciones diversas,
intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América.
¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo
que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos
la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los represen-
tantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discur sobre
los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las
otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá
tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración,
otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St. Pierre
que concibió el laudable delirio de reunir un Congreso europeo,
para decidir de la suerte de los intereses de aquellas naciones.
(Bolívar, 2009:84).
Estas ideas el Libertador Simón Bolívar las perfecciona y desarrolla en el
trascurso de la guerra de independencia; sería a nales de 1821, una vez que
establece las bases para la creación de la Gran Colombia, cuando buscó mate-
rializarlas antes y después de la culminación de la Batalla de Ayacucho, el 9 de
diciembre de 1824, con un enfoque de alcance connental. Cuando Bolívar se
dedicó a la construcción de la viabilidad del proyecto de confederación hispano-
americano (Marnez, 1957).
Elías Pino Iturrieta analiza el discurso de Bolívar en el citado fragmento de
la Carta de Jamaica y al contextualizarlo en el período 1810-1815, arma lo si-
guiente:
“… el texto admite la eventualidad de la integración, pero inme-
diatamente la niega. Reconoce que las repúblicas hispanoameri-
canas pueden ajustarse en el futuro por la existencia de factores
que la han unido desde anguo –una raíz, una lengua, una fe y
unos usos comunes– pero advierte cómo los adversan unos facto-
res de disgregación -diversidad ambiental, ambiciones lugareñas,
heterogeneidad, de sicologías- sucientemente poderosas como
para conspirar exitosamente contra un sueño sublime” (Pino Itu-
rrieta, 1999:45).
En este sendo, la primera huella histórica de la estrategia bolivariana de uni-
dad connental, se registra entre los meses de agosto de 1821 y julio de 1826. En
este lapso de empo, la idea bolivariana de crear un Gran Estado Hispanoameri-
cano se fue estructurando a parr de la conformación políca y militar de la Gran
Colombia (Constución de Cúcuta, octubre de 1821), en alianzas bilaterales con
las naciones recién independizadas, para luego jar los fundamentos polícos y
militares para convocar la fundación de este Gran Estado, siendo los siguientes
documentos los que conenen el proyecto bolivariano:
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Juan Carlos MORALES MANZUR
El ALBA-TCP: ¿un modelo de integración en vías de exnción?. 6-24
“Instrucciones del gobierno de Colombia a Joaquín Mosquera y
Miguel Santamaría para su misión a los Estados del Perú, Chile,
Buenos Aires y México (octubre de 1821); Invitación del Liberta-
dor Simón Bolívar, Presidente de Colombia, a los gobiernos de las
nuevas Repúblicas a que se suscriba un tratado confederavo bi-
lateral (enero de 1822); Tratado de Unión, Liga y Confederación
Perpetúa entre la República de Colombia y el Estado de Perú (ju-
lio de 1822); Tratado entre la República de Colombia y el Estado
de Perú para formar la Asamblea de Plenipotenciarios (julio de
1822); Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua entre la
República de Colombia y el Estado de Chile (octubre de 1822); Tra-
tado de Amistad, Liga y Confederación entre el Estado de Chile y
el Estado de Perú (diciembre de 1822); Tratado de Unión, Liga y
Confederación Perpetua entre la República de Colombia y la na-
ción mexicana (octubre de 1823)” (De la Reza; 1987:323).
Es el 7 de diciembre de 1824, fecha en que el Libertador envía a los gobiernos
hispanoamericanos independizados una carta de invitación para que asiseran
a un Congreso Plenipotenciario, que se celebraría a mediados del año 1826. Con
una posición visionaria acerca de las relaciones hispanoamericanas de la época,
sin la presencia de los Estados Unidos (Gaspar, 1978) y de las potencias europeas
conformadoras de la Santa Alianza. En la convocatoria que el Libertador dirige a
los gobiernos de Colombia, México, Río de la Plata, Chile y Guatemala, expone
lo siguiente:
“… El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus
poderes, se jará en la historia diplomáca de América una época
inmortal. Cuando, después de cien siglos, la posteridad busque
el origen de nuestro derecho público, y recuerden los pactos que
consolidaron su desno, registrarán con respeto los protocolos del
Istmo. En él, encontrarán el plan de las primeras alianzas, que tra-
zará la marcha de nuestras relaciones con el universo.(Bolívar;
2009:89).
Los asistentes al Congreso Ancónico de Panamá terminaron discuendo
y aprobando concepciones diferentes a las instruidas por el Libertador Simón
Bolívar en esa convocatoria (Aguirre, 2007). El trabajo del Congreso Ancónico,
sin embargo, quedó inconcluso. Uno de los hechos históricos más relevantes de
tal evento fue la redacción del Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua,
como lo arma Angiolillo, al señalar:
Además de ser la instrumentalización de un proyecto políco de
elevadas dimensiones para alcanzar una Confederación de Esta-
dos, constuía también una hábil estrategia de disuasión impul-
sada por el Libertador Simón Bolívar ante un nuevo intento coloni-
zador de las potencias de la época.” (Angiollillo, 2012:35).
Los fundamentos históricos y losócos del proyecto políco connental del
presidente Chávez se sosenen en los ideales de unicación políca del Liberta-
dor Simón Bolívar, ideales éstos que compareron y coincidieron varios próceres
y héroes de la gesta independensta hispanoamericana, quienes conguraron,
conjuntamente con el Libertador, un pensamiento unionista en lo políco más
que en lo económico. En otras palabras, los orígenes históricos y losócos del
ALBA se encuentran en el pensamiento bolivariano de unicación políca, en
rechazo de las formas polícas y económicas de dominación expresadas hasta
esos momentos.
Una vez electo presidente el 6 de diciembre de 1998, Chávez presenta por
primera vez la idea de creación de una Confederación de Estados lanoameri-
canos y caribeños en su gira internacional al visitar varios países de la región y
europeos. Es Brasil el primer país en que Chávez la anuncia y le plantea al gobier-
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no de Fernando Henrique Cardozo, el 15 de diciembre de ese año, el ingreso de
Venezuela al MERCOSUR y su idea de la fundación de una nueva forma de inte-
gración política y económica. Al respecto, Manchinandiarena señala lo siguiente:
“Se señalaba que la conformación de áreas de libre comercio en
América lana constuía un elemento relevante para aproximar
los esquemas de integración existentes, además de ser una etapa
fundamental para el establecimiento de un área de libre comercio
hemisférica (ALCA). Sin embargo las reuniones mantenidas duran-
te 1998 no arribaron a conclusiones sasfactorias en materia de
preferencias arancelarias. Visto esto, los países decidieron prorro-
gar las negociaciones hasta el 31 de marzo de 1999, y extender
también hasta esa fecha los acuerdos de alcance parcial celebra-
dos en el marco de la ALADI.” (Manchinandiarena, 2000: 52).
En la III Cumbre de las Américas, celebrada en la ciudad de Quebec, los días
20 y 22 de abril de 2001, el presidente Chávez se opone públicamente a respal-
dar la propuesta estadounidense de libre mercado, inspirada en los fundamentos
económicos del neoliberalismo, establecidos en el Consenso de Washington. Al
rubricar en el documento de la Cumbre Presidencial, expresa su reserva al con-
tenido de la cláusula referente a la democracia representava. En diciembre de
este mismo año expone por vez primera en un espacio de integración, especí-
camente en la III Cumbre de Jefes de Estados y Gobiernos de la Asociación de
Estados del Caribe, celebrada los días 11 y 12, en la Isla de Margarita (Venezuela),
la propuesta de una Alternava Bolivariana para las Américas con acciones so-
ciales y comerciales concretas: una propuesta unionista con un carácter integral
y humano, esto es, un proceso de integración políco, económico y social de los
pueblos, en el cual la asimetría y las condiciones de desarrollo de los países no
significaran un requisito para que los Estados con mayores potencialidades se
aprovecharan de esas condiciones para aumentar sus inversiones y ganancias en
respuesta a las exigencias del libre mercado y obviaran las necesidades materia-
les-espirituales del pueblo.
El ALBA, desde la perspecva de Chávez, debería romper con el esquema
tradicional de la políca exterior y las relaciones internacionales de Venezuela
en parcular y América Lana en general, al dejar a un lado los intereses de las
clases dominantes, revitalizar las necesidades de las clases populares y obreras
excluidas del pensar y actuar del Estado, sin pretender “eliminar” las demás cla-
ses de las relaciones sociales, sino acvar en estas úlmas clases un proceso re-
exivo acerca del desequilibrio de la distribución de las riquezas de las naciones,
para que parciparan en las iniciavas propuestas por los países de la alternava
bolivariana. El ALBA nacía así, inspirada en los ideales bolivarianos: Aunque la
decisión de Chávez de promover una alianza caribeña en contra del ALCA y del
gobierno de EEUU tuvo una adhesión importante en la cumbre de 2001, lo cierto
es que se apoya en una serie de iniciavas previas enmarcadas en la tradicional
diplomacia petrolera” (Serbin, 2006:85).
En esa búsqueda, el ALBA nace en la soledad políca, pero con la convicción
de un hombre proveniente de las las castrenses de que los esquemas integra-
cionistas existentes –el Mercado Común Centroamericano (MCC),
2
la Asociación
2 Históricamente se considera uno de los primeros regímenes de integración fundados en la región,
se crea en 1960 mediante el Tratado de Managua; pretendía establecer una zona económica de libre
comercio centroamericana para el fortalecimiento de la economía y consumo de los países miem-
bros. Lograría alcanzar un desarrollo instucional después de la década de 1980 con la celebración
de diversos acuerdos con otros países de la región y organismos internacionales, no obstante, no
cumplió los objevos planteados, en vista de los obstáculos presentados algunos gobiernos apoya-
rían otras alternavas integracionistas, como sería la Asociación Lanoamericana de Libre Comercio.
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Lanoamericana de Integración (ALADI),
3
la Comunidad Andina (CAN),
4
la Co-
munidad del Caribe (CARICOM)
5
y el Sistema Económico Lanoamericano y del
Caribe,
6
en menor medida, y el MERCOSUR
7
y la Asociación de Estados del Caribe
(AEC)
8
en mayor medida– lograron sus objevos integracionistas, pero con ellos
se redujeron las posibilidades de rescatar los proyectos unionistas de los padres
de la patria. Con base a esta realidad, el presidente Chávez: “Fue arculando un
nuevo mapa regional de alianzas y vínculos, entre los que se destacan la estrecha
relación con Cuba y los nexos con los gobiernos progresistas y movimientos de
izquierdas en América Lana y el Caribe” (Serbin, 2009:82), en un escenario re-
gional que se fue caracterizando por el surgimiento de la llamada nueva izquier-
da o centroizquierda, sobre todo entre los años 2005 y 2014, que contribuiría a
la instucionalización políca del espacio público unionista durante éste período
de empo, que trascendería el umbral de la primera década del siglo XXI.
Es el 14 de diciembre de 2004 se funda el ALBA, una propuesta que desperta-
ría el interés de los gobiernos an-sistemas para poder responder a la situación
socio-económica de las clases populares y obreras de sus respecvos sistemas
democrácos. A parr de este momento aparecían en los discursos polícos,
diplomácos y gubernamentales de otros países alineados con Venezuela y/o
Cuba, el tema de ese Organismo como una alternava de desarrollo diferente al
neoliberalismo del ALCA. Por esto, por instrucciones claras y precisas de Chávez,
la cancillería venezolana la asumiría como una realidad indetenible, con su im-
plementación en embajadas y misiones especiales que parciparán en los pre-
paravos ceremoniales y protocolares de los foros lanoamericanos y caribeños,
incluso mundiales. Se inicia el proceso de reconocimiento y legimización del
ALBA como un discurso-acción emancipador de los pueblos hispanoamericanos,
estremeciendo las bases polícas y diplomácas de los foros integracionistas,
jando así la necesidad de discur y adoptar una ideología revolucionaria con
acciones que generaran resultados materiales en los sectores sociales excluidos.
El ALBA-TCP: ORGANIZACIÓN Y FINES
Los miembros fundacionales de la Alternava Bolivariana son Venezuela y Cuba,
los cuales el 14 de diciembre de 2004 rmaron el Acuerdo de Creación del ALBA. Antes
3 Fundada en febrero de 1960, con la nalidad de crear una zona de libre comercio en un plazo de
empo de 10 años, sería modicado a 20 años, objevo que no lograría: la ALADI ene como meta
crear un sistema de preferencias económicas o mecanismos similares. Los gobiernos miembros, al
analizar los avances y retrocesos en materia de integración económica, decidirían en agosto de 1980
la transformación sistémica de la organización, al sustuirla por la Asociación Lanoamericana de
Libre Comercio.
4 Con el Acuerdo de Cartagena, mayo de 1969, nace el Pacto Andino o Grupo Andino, con el propó-
sito de que los países miembros alcanzaran un desarrollo integral, equilibrado y autónomo. En 1996
se transforma en CAN, Comunidad Andina. Venezuela se reraría de la CAN en abril de 2006, por
incompabilidad con las polícas económicas de los gobiernos de Colombia y Perú de la época, al
anunciar estos la celebración del TLC con los Estados Unidos de Norteamérica.
5 Considerando la situación mundial y sus repercusiones en la subregión, CARICOM se crea en 1973
por el Tratado de Chaguaramas, para acelerar el proceso de integración económica entre las naciones
del Caribe y las dependencias británicas, el fortalecimiento de economías asimétricas. La organiza-
ción sustuye la Asociación Caribeña de Librecambio, fundada en 1965.
6 El SELA nace en octubre de 1975 ante la necesidad de coordinar las polícas de desarrollo económi-
co entre los países de la región con terceros, como también cooperar en los procesos de integración.
Por su naturaleza el organismo adquiere funciones de consulta y concertación económica, al igual
que los demás regímenes de integración económica mencionados, no cuenta con la presencia de los
Estados Unidos y Canadá.
7 Nace el 26 de mayo de 1991, con la celebración del Tratado de Asunción, para establecer un mer-
cado de libre comercio y circulación entre los países miembros.
8 Fue creado en junio de 1994, para promover e impulsar el desarrollo sustentable de los países
miembros y preservar el mar; conforman su estructura organizacional países caribeños, centroame-
ricanos y lanoamericanos.
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que terminara la primera década del siglo XXI, lograrían converr el espacio público
unionista en una verdadera alternava de desarrollo al modelo neoliberal derrotado en
la misma Cumbre de las Américas celebrada en Mar de Plata (Argenna), en noviembre
de 2005, cuando la gran mayoría de los gobiernos del connente, con mayor fuerza los
suramericanos, alzaron la voz a los Estados Unidos, para decirle no al ALCA. Hugo Chá-
vez desempeñó un papel protagónico en ese encuentro de jefes de Estado y Gobierno,
incluso, promovió o contribuyó reaccionariamente a la actud de los gobiernos de corte
progresistas o de izquierda, para que rechazaran sin temor y enérgicamente la propues-
ta estadounidense de integración de los mercados lanoamericanos y caribeños.
En este sendo, los presidentes Chávez y Castro establecieron, en la declaración
conjunta, los principios polícos-ideológicos del ALBA, los cuales son los siguientes, que
son mencionados por Serbin (2009):
1. El comercio y la inversión no deben ser nes en sí mismos, sino instrumentos para
alcanzar un desarrollo justo y sustentable, pues la verdadera integración lanoamericana
y caribeña no puede ser hija ciega del mercado, ni tampoco una simple estrategia para
ampliar los mercados externos esmulando el comercio para lograrlo, se requiere una
efecva parcipación del estado como regulador y coordinador de la acvidad económi-
ca.
2. Trato especial y diferenciado, que tenga en cuenta el nivel de desarrollo de los
diversos países y la dimensión de sus economías, y que garance el acceso de todas las
naciones que parcipen en los benecios que se deriven del proceso de integración.
3. La complementariedad económica y la cooperación entre los países y produccio-
nes, de tal modo que se promueva una especialización producva eciente y compeva
que sea compable con el desarrollo económico equilibrado en cada país, con las estra-
tegias de lucha por la pobreza y con la preservación de idendad cultural de los pueblos.
4. Cooperación y solidaridad que se exprese en planes especiales para los países me-
nos desarrollados en la región, que incluya un plan connental contra el analfabesmo,
ulizando modernas tecnologías que ya fueron probadas en Venezuela; un plan lanoa-
mericano de tratamiento gratuito de salud a ciudadanos que carecen de tales servicios y
un plan de becas de carácter regionales, en las áreas de mayor interés para el desarrollo
económico y social.
5. Creación del fondo de emergencia social, propuesto por el presidente Hugo Chá-
vez en la Cumbre de los Países Sudamericanos, celebrada recientemente en Ayacucho.
6. Desarrollo integrador de las comunicaciones y el transporte entre los países lanoa-
mericanos y caribeños, que incluya planes conjuntos de carreteras, ferrocarriles, líneas
marímas y aéreas, telecomunicaciones y otras.
7. Acciones para propiciar la sostenibilidad del desarrollo mediante normas que pro-
tejan el ambiente, esmulen un uso racional de los recursos e impidan la proliferación de
los patrones de consumos derrochadores y ajenos a las realidades de nuestros pueblos.
8. Integración energéca entre los países de la región: que se asegure el suministro
estable de productos energécos en benecio de las sociedades lanoamericanas y cari-
beñas, como promueve la República Bolivariana de Venezuela con la creación de Petro-
américa.
9. Fomento de las inversiones de capitales lanoamericanos en la propia América La-
na y el Caribe, con el objevo de reducir la dependencia de los países de la región de los
inversionistas foráneos. Para ello se crearían, un fondo lanoamericano de inversiones,
un banco de desarrollo del sur, y la sociedad de garanas recíprocas lanoamericanas.
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10. Defensa de la cultura lanoamericana y caribeña y de la idendad de los pueblos
de la región, con parcular respeto y fomento de las culturas autóctonas e indígenas,
Creación de la Televisora del Sur (Telesur) como instrumento alternavo al servicio de la
difusión de nuestras realidades.
11. Medidas para que las normas de propiedad intelectual, al empo que protejan el
patrimonio de los países lanoamericanos y caribeños frente a la voracidad de las empre-
sas transnacionales, no se conviertan en un freno de la necesaria cooperación en todos
los terrenos en entre nuestros países.
12. Concertación de posiciones en la esfera mullateral y en los procesos de nego-
ciación de todo po con países y bloques de otras regiones, incluida la lucha por la de-
mocrazación y la transparencia de las instancias internacionales, parcularmente de las
Naciones Unidas y sus órganos
Los fundadores del ALBA-TCP consideraron necesario la creación de organis-
mos, instancias y mecanismos mullaterales en las áreas energéca, comunica-
cional, nanciera, comercial y económica, para superar la nefasta situación social
generada en las clases populares y obreras por la ola neoliberal que azotó al
connente en las décadas de 1980 y 1990, modelo económico que entraría en
crisis a nales de la úlma década del siglo XX, prolongándose silenciosamente
a la primera del siglo XXI, al profundizarse con la crisis nanciera del capitalismo
mundial, desencadenada en el año 2008, hasta nuestros días, lo que revelaría el
carácter sistémico de ésta crisis y las respuestas-soluciones del ALBA-TCP a los
efectos de la misma en los países miembros.
El interés progresivo de estos países en ingresar al ALBA-TCP, lo direccionalizó
el presidente Chávez, presentando propuestas claras y precisas a los polícos de
la región, luego converdos por el poder del voto en gobernantes, y demarcon
ellas las fronteras organizacionales entre el modelo de integración capitalista y el
post-capitalista, llamando su atención con propuestas solidarias y complemen-
tarias en áreas claves para el desarrollo socio-económico, creando mecanismos
propios de la lógica del nuevo socialismo del siglo XXI para contrarrestar los efec-
tos de esa crisis: el inicio de la instucionalización de una arquitectura nanciera
en sintonía con una economía justa y equitava, la integración nanciera del
espacio unionista, entre otros (ALBA-TCP, 2008a).
Para tal n, el primer organismo que se creó fue Petro-Caribe en junio de
2005, el siguiente, Tele-Sur en julio del mismo año y el Banco del ALBA en enero
de 2008 (ALBA-TCP,2008b); sin embargo, esto no signicó la ampliación de sus
miembros; sólo entre el 2007 y 2008 se incorporaron tres países miembros al pri-
mer organismo especializado mencionado –Nicaragua, Comunidad de Dominica
y Honduras–, en Tele-Sur sólo Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua como socios
accionarios de ésta empresa mul-estatal, siendo la excepción el Banco del ALBA
que, entre el 2008 y 2012, pasó de cinco países a ocho.
A casi dos años y medios de la fundación del ALBA-TCP, en abril de 2007, los
gobiernos miembros aprobaron en la Cumbre Presidencial, la Declaración Polí-
ca, la cual contenía su primera estructura organizacional, con el rme propósito
de denir los basamentos orgánicos de la instucionalidad del nuevo espacio
unionista; elementos que dan forma y cuerpo dentro de la lógica revoluciona-
ria a la instauración de un sistema organizacional de organismos, instancias y
mecanismos, en sintonía con los cambios y transformaciones polícas, sociales
y económicas que experimentaron en su momento los países miembros y, en
parcular, América Lana en general.
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La misma dinámica de cambio de la región transciende ideológica y losó-
camente las formas de organización de los esquemas de integración imperantes
en la época, incluyendo al MERCOSUR y a la UNASUR, deniéndose de la siguien-
te forma: en el nivel decisional el Consejo Presidencial; en el nivel arculador
los Consejos en las Áreas Funcionales: social, políca, económica y movimientos
sociales; en los niveles bases de éstas úlmas instancias están los Grupos de
Trabajo, por ejemplo, el Consejo Económico cuenta con 10 grupos de trabajos:
Integración Energéca, Seguridad y Soberanía Alimentaria, Complementación
Comercial, Soberanía Tecnológica, Complementación Industrial y Producva,
Nueva Arquitectura Financiera Regional, Turismo, Infraestructura y Transporte,
Doctrina de la Propiedad Industrial y Solución de Controversias (ALBA-TCP, 2010).
Faltarían los contenidos programácos expresados en la estructura económica
de los documentos en las unidades que conformaran el Consejo Económico.
Consciente de la conformación de un bloque regional de poder políco revo-
lucionario, el presidente Chávez presenta, en julio de 2009, en la Cumbre Presi-
dencial del ALBA-TCP, el cambio de denominación del espacio público unionista:
se suprime la categoría alternava y se sustuye por la de alianza, llamándose
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, sin alterar la sigla, AL-
BA-TCP. Ya no lucía como una alternava.
Los miembros del ALBA-TCP, apoyados en su Consejo Económico, especíca-
mente en el Grupo de Trabajo Nueva Arquitectura Financiera Regional, acordaron
en diciembre de 2009 dar inicio a la creación del Sistema Único de Compensación
Regional (Sucre), una moneda única, que entraría virtualmente en vigencia en
enero de 2010, sólo en cuatro países miembros (Venezuela, Cuba, Bolivia y Ecua-
dor), como un mecanismo de fortalecimiento de las monedas nacionales ante la
guerra de divisas que se desató con la recesión mundial. Así, esta alianza tendría
unas caracteríscas especiales para la época:
“El contexto actual de la recesión mundial y guerra de divisas
actuará a favor de las potencialidades y expansión de la ALBA,
ya que es necesario llegar a acuerdos regionales entre los países
lanoamericanos; no para trabajar con moneda única –dado el
fracaso de la zona del euro-, sino para realizar intercambios co-
merciales aceptando las monedas nacionales. Ello impulsaría el
comercio de la zona en contextos donde no se enen muchas po-
sibilidades de crecimiento hacia países desarrollados. La realiza-
ción del comercio regional con monedas nacionales desarrollaría
las complementariedades entre los países del área, y contribuiría
a reducir los desequilibrios producvos y del sector externo. Se
retroalimentaría el comercio de la zona –como la adquisición de
deuda pública entre los propios países lanoamericanos– dismi-
nuyendo así la presencia y los requerimientos del dólar en el área,
y fortalecería la seguridad nacional de las economías de la ALBA
potenciada.” (Huerta, 2012:250).
Pero en este úlmo aspecto, en la XI Cumbre Presidencial del ALBA-TCP, ce-
lebrada en la ciudad de Caracas en febrero de 2012, se decidió que se aplicara
a todos los países miembros para avanzar en el desarrollo de una arquitectura
nanciera acorde con la lógica con la que la revolución concibe al capital en las
relaciones comerciales. Asimismo, concertaron la creación del Espacio Económi-
co del ALBA (Eco-ALBA) y del Fondo del Banco del ALBA (ALBA-TCP, 2012). En el
úlmo mecanismo cada uno de los miembros depositaría el uno por ciento de las
reservas internacionales de sus respecvos países y sería el primero en hacerlo el
gobierno revolucionario de Venezuela, como lo armó el mismo presidente Chá-
vez; además, acordaron la realización de reuniones preparatorias para crear en el
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futuro inmediato el Consejo de Seguridad de la Alianza Bolivariana, para contar
con una políca y doctrina militar en la cual se estableciera que las fuerzas arma-
das están al servicio del pueblo y no de los intereses de las clases oligárquicas y
transnacionales (ALBA-TCP, 2013).
Otras de las respuestas a la crisis sistémica del capitalismo mundial, fue la
operacionalización de los proyectos gran-nacionales en áreas estratégicas para
el desarrollo de los pueblos (ver cuadro número 1), donde se arcularon e incor-
poraron las necesidades de esos pueblos en los acuerdos celebrados entre los
miembros de la alianza bolivariana.
Cuadro 1. Proyectos grannacionales del ALBA-TCP por áreas
Áreas Proyectos Grannacionales
Finanzas Banco del ALBA
Educación Alfabezación y postalfabezación.
Infraestructura Desarrollo de la infraestructura portuaria, ferro-
viaria y aeroportuaria
Ciencia y tecnología Centro de ciencia y tecnología
Alimentación Empresa productos agroalimentarios y empre-
sa alimentos
Energía Empresa de energía eléctrica, petróleo y gas
Ambiente Empresa para el manejo de bosques, produc-
ción y comercialización de productos de la in-
dustria de la madera
Agua y saneamiento
Salud Empresa distribución y comercialización de
productos farmacéucos
Centro regulatorio del registro sanitario
Minería Empresa de cemento
Comercio Justo Empresa importadora exportadora
Tiendas del alba
Turismo Universidad del turismo
Industria Turismo social
Complejos producvos
Cultura Fondo cultural alba
Telecomunicaciones Empresa de Telecomunicaciones
Fuente: ALBA-TCP. (2014) ¿qué es el ALBA-TCP? En: hp://www.alianzaboli-
vriana.org/que_es_el_alba.php#ancla1. 31/05/2013.
Se propuso la necesidad de crear con el ALBA-TCP un nuevo proceso de inte-
gración, por lo que los gobiernos que direccionan este proceso introducen inno-
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vaciones en su formación y conformación organizacional-instucional. Por esto,
en las reuniones de los componentes de la estructura organizava de la alianza
bolivariana, el presidente Chávez armaba en sus intervenciones que podrían
parcipar países extra-regionales en las instancias, mecanismos u organismos
especializados, como por ejemplo, China, Rusia, Siria o Irán, ya que estos países
geoestratégicamente son aliados claves, principalmente, para la estabilidad polí-
ca y económica de las revoluciones que se experimentan en Venezuela, Bolivia,
Ecuador y Nicaragua.
De estos planteamientos, se inere que las caracteríscas de la diplomacia
bolivariana: autonomía políca, ideología propia, capacidad monetaria-nancie-
ra, uso de las fuentes energécas (gas y principalmente petróleo), las potencia-
lidades comerciales y la atención primaria a los sectores más vulnerables de la
población a través de la internacionalización de programas y misiones sociales,
inciden en el comportamiento de los gobiernos de la región compromedos con
sus pueblos más allá del reformismo políco y económico, para que decidieran
su incorporación al espacio público unionista
Por esto, el gobierno de Chávez crea y actúa en el escenario interamericano,
con instancias, mecanismos y organismos especializados del ALBA, en situacio-
nes polícas y económicas originadas o surgidas de las relaciones conicvas
con los representantes del poder económico de los países poderosos, para lograr
limitar o contrarrestar su poder fuera de los organismos controlados por ellos,
como la OEA y la ONU.
LEGITIMIDAD DEL BLOQUE REGIONAL Y LOS POSTULADOS
REVOLUCIONARIOS
Chávez exhortó permanentemente, durante el período 1999-2004, a los go-
biernos de turno a revisar y analizar los enfoques de integración imperantes en la
región y a reconocer en esos esquemas la aliación ideológica de los intereses/ne-
cesidades de los pueblos más allá de la lógica del capital y la socialización de la mer-
cancía en las relaciones comerciales entre los países, proponiéndoles que pensaran
o repensaran la puesta en marcha de un modelo de economía justa y equitava en
contraposición a la economía de libre mercado, en pro de mejorar las condiciones
de vida de los habitantes de sus países.
Con el ALBA-TCP, los países miembros implementaron y siguen implementando
acciones solidarias, entre ellas destaca la Misión Milagros Internacional u Opera-
ción Milagros, como también el método cubano “Yo sí puedo”, con el cual se erra-
dicó el analfabesmo en países como Venezuela, Bolivia y Nicaragua, declarándose
zona libre de analfabesmo, cumpliendo así uno de los objevos del milenio, por
lo cual, este programa se extendió a los demás países de la alianza bolivariana. Al
respecto, el vicepresidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, Carlos
Lage Dávila, en la III Cumbre Extraordinaria del ALBA, y en ocasión a la adhesión de
Honduras a la alternava bolivariana, dijo lo siguiente: “Para el médico del ALBA el
enfermo no es un cliente, es un paciente, el enfermo no es su modo de vida, sino su
razón de vivir. El nuevo médico no gana dinero, gana vidas y es, también, un educa-
dor moral y social con el ejemplo de su propia vida” (ALBA-TCP, 2008b).
Desde esta perspecva, la alianza bolivariana pretende atender con estos pro-
gramas, las asimetrías (ALBA-TLC, 2006b), siendo el individuo (ser socio-humano) el
centro de toda preocupación de desarrollo y no la acumulación de capital en manos
de los agentes económicos nacionales y transnacionales, alineados con los intere-
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ses económicos de los llamados centros del poder imperial: el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.
Por esto, el éxito de los acuerdos celebrados entre los miembros del AL-
BA-TCP, está condicionado a los resultados de los elementos ideológicos y po-
lícos expuestos argumentavamente en los discursos presidenciales y en las
declaraciones de las cumbres bolivarianas celebradas entre los años 2004 y
2013, en el sendo operavo de los compromisos polícos adquiridos entre los
gobernantes para luchar contra la pobreza y los centros de poder económicos
imperiales (Petras, 2011).
Sin la presencia del presidente Chávez, (dada su muerte), los gobiernos del
ALBA-TCP, tendrán que demostrar y re-edicar las relaciones de poder del bloque
políco en torno al heredero políco de Chávez, Nicolás Maduro, y éste demos-
trar capacidad e inteligencia políca para conducir la alianza hacia los caminos
de la solidaridad y complementariedad económica, como también su forma de
enfrentarse con los centros imperiales del capitalismo.
LOS GRANDES DESAFÍOS DEL ALBA-TCP
Con la desaparición de Hugo Chávez, se aceleran los motores de los engranajes
de la dinámica domesca e internacional en las cuales se contextualizan las acciones
y decisiones de los gobiernos miembros del ALBA-TCP, los cuáles reproducen los re-
tos del pasado inmediato (1999-2012) y producen los desaos que deben superar en
el período 2013-2019, empo éste seleccionado metodológicamente, debido a que
marca la trayectoria democráca del heredero políco de Chávez en el poder esta-
tal, establecida en las urnas electorales aquel 14 de abril de 2013, (no obstante, en
Venezuela se han convocado elecciones presidenciales en mayo de 2018). Por esto,
los retos a enfrentar el ALBA se ubican en la tridimensionalidad del empo, pasado,
presente y futuro, donde la autonomía e independencia, están supeditadas a la con-
nuidad de la revolución bolivariana y la compevidad del gobierno bolivariano en los
espacios públicos de integración.
Desde la creación del ALBA, en 2004, han ingresado Bolivia (2006) y Hai, Surinam
y Santa Lucía (2012). En esos acuerdos de carácter “mullateral” se consagraron prin-
cipios y acciones gubernamentales con una carga discursiva-ideológica; promovían en
primer momento el bien común de las poblaciones y la imposición revolucionaria de
la razón del Estado (Romero y Romero, 2010).
El avance organizacional del ALBA, en la formación de un bloque regional de poder
políco, no signicó el fortalecimiento de la instucionalización de su supranacionali-
dad, sino su debilidad organizacional, en cuanto denir normas y procedimientos en
la delegación de competencias de políca exterior, economía y seguridad al órgano
superior del organismo, el Consejo Presidencial. Los parlamentos de los países miem-
bros no han racado los acuerdos de adhesión y en caso de los países fundacionales,
no existe un tratado marco de creación del ALBA refrendado por los parlamentos de
Venezuela y Cuba, como también de la ampliación del mismo cuando se agrega la
propuesta bolivariana de TCP. En este sendo, para la connuidad del ALBA-TCP, en
cuanto a los aspectos supranacionales, los gobernantes deben generar al espacio -
blica unionista, en su escenario domésco, legimidad políca y estatal para que se
instucionalice, acorde con la experiencia jurídica de los esquemas de integración del
pasado, especialmente del MERCOSUR, y de los recientes, UNASUR y CELAC.
No se puede negar que en los actuales momentos la alianza bolivariana avan-
za al ritmo de la re-legimación del surgimiento de la nueva izquierda en los
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escenarios nacionales lanoamericanos,
9
por lo que su permanencia está condi-
cionada a la connuidad democráca en el empo de esos formatos de gobier-
nos que se instauran o consolidan en los sistemas polícos, ya que la estructura
ideológica del ALBA-TCP no permite que se incorporen gobiernos de derecha. Se
recordará lo que sucedió en Honduras, en las elecciones presidenciales de 2010,
siendo una de las primeras decisiones del nuevo gobierno, el rero del espacio
público unionista. En cuanto a los organismos especializados, como Petrocaribe
y el Banco del ALBA, tendrían que cumplir con lo compromedo en los acuerdos
celebrados entre las partes, reconocer las deudas con Venezuela por el suminis-
tro de petróleo y la de la endad bancaria por el nanciamiento de proyectos
gran-nacionales que van más allá de la lógica del capital que impera en las en-
dades nancieras que nacieron en el contexto de los esquemas económicos
integracionistas y organismos de concertación políca, siendo esas endades el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento
(CAF), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y el Banco de
Desarrollo del Caribe (BCD).
Las tensiones polícas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, ponen en
peligro la cohesión del bloque regional en el futuro inmediato, al punto de que el
espacio público unionista pueda retroceder a antes del 14 de diciembre de 2004,
cuando se edicaron las bases polícos e ideológicas de las relaciones estratégi-
cas entre Venezuela y Cuba.
El ALBA-TCP además, intentó lograr la edicación de una instucionalidad
políca, pero no pudo hacerlo desde el empo que ha transcurrido de su funda-
ción, en 2004. La construcción de la supranacionalidad, es decir, la consolidación
de un organismo con competencias interestatales en políca exterior, economía,
comunicación, ambiente, inversión, ciencia, tecnología, inclusión social, entre
otras áreas claves para el desarrollo socio-humano de las sociedades, no se ha
dado. Cuenta el ALBA-TCP, con una endeble estructura organizacional. Los ca-
nales e instancias de decisión, desde los niveles ministeriales, pasando por los
movimientos sociales hasta llegar a los presidenciales no poseen una claridad
tecno-políca en cuánto a procedimientos a seguir, y todo pareció reducirse a las
decisiones presidenciales de Hugo Chávez, ahora delegadas al presidente Nicolás
Maduro.
El mismo presidente Chávez, en las cumbres presidenciales, reconocía esta
situación, como lo hizo en la úlma cumbre celebrada en febrero de 2012, en la
cual exigía a los gobernantes miembros mayores compromisos políco-instu-
cionales, no con él, sino con los pueblos, la lucha contra la pobreza y la margina-
lidad, no subordinarse a los tentáculos nancieros y militares de los representan-
tes estatales y económicos de los países poderosos.
Sería el presidente Nicolás Maduro Moros, una vez que triunfa en los co-
micios electorales del 14 de abril de 2013 y lo juramenta la Asamblea Nacional
como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, cuando comienza
el impulso de la creación de zonas de desarrollo con la alianza ALBA-Mercosur
(SIBCI, 2013). En la propuesta del Segundo Plan Socialista de la Nación 2013-
9 Desde inicio de la primera década del siglo XXI aparecen liderazgos polícos en escenarios de-
mocrácos que conquistan electoralmente el poder estatal en varios países lanoamericanos, por
ejemplo, Venezuela, Argenna, Brasil, Bolivia y Ecuador, siendo calicados por analistas y académicos
como la nueva izquierda, que instauran los llamados gobiernos progresistas. No obstante, en Argen-
na y Brasil, la izquierda perdió espacio por las elecciones en el primer país y la destución de la
gobernante izquierdista en el otro, y en Ecuador el sucesor de Correa se ha desmarcado de la llamada
Revolución Ciudadana.
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2019, en uno de los objevos históricos, se reere a la construcción de un mundo
mulcéntrico y pluripolar. Chávez, como Maduro, racó en el documento de
planicación estratégica de la revolución, la necesidad de fortalecer al ALBA-TCP,
sin perder la perspecva ideológica de las nuevas relaciones interamericanas en
torno al papel del MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC, conservando las posturas
crícas y transformadoras hacia la OEA y el Consejo de Seguridad de la ONU.
Los retos actuales, tantos polícos, económicos, militares, comunicacionales
y diplomácos del ALBA-TCP se sintezan en tres grandes desaos:
1) Después de la desaparición sica del presidente Chávez, seguir conser-
vando la estabilidad económica desde la esfera políca y la connuidad de la
revolución bolivariana, con mayor énfasis en los sectores urbanos y rurales del
país. De esta manera: “Desaparecido Chávez de la escena, se aceleraría el es-
trangulamiento económico-nanciero y el aislamiento políco de Cuba, Bolivia
y Ecuador, y se disciplinaría a los pequeños países de Centroamérica y el Caribe
que sucumbieron ante lo que sus detractores denominan el engañoso señuelo
de Petrocaribe y la Alianza Bolivariana de las Américas” (Borón, 2013:67).
2) Superar el pensar y actuar capitalista en las acciones y decisiones de las
instancias gubernamentales de los países miembros y los mecanismos del espa-
cio público unionista, de no asumir consciencia y formación de una dirigencia y
funcionariado con una visión ideológica y realista.
3) En este empo, la diplomacia estadounidense pretendía reordenarse con
acciones polícas y diplomácas, como lo revela los “Caminos Hacia la Prosperi-
dad de las Américas” y la Alianza para el Pacico”, mientras que en las acciones
militares: el apoyo al ataque militar colombiano al campamento de las FARC-EP
en territorio ecuatoriano (marzo 2008), la acvación de la IV Flota (julio 2008),
golpe de Estado en Honduras (junio 2009), el golpe separasta en Bolivia (agos-
to-octubre 2009), la creación de nuevas bases militares norteamericanas en Co-
lombia (julio 2010) y la intentona de golpe de Estado en Ecuador (sepembre de
2010), todos hechos que la izquierda le atribuye al poder de los Estados Unidos
(Borón, 2013).
Los países miembros de la alianza bolivariana están obligados a comprender-
se a mismos, para así detener, en sus respecvos sistemas democrácos, las
amenazas internas y exteriores.
...Si la ALBA per se y los procesos revolucionarios en sus miembros
constuyentes clave son vistos como estancados, el imperialismo
puede simplemente ignorarlos o no trabajar más para aislarlos.
Pero si la ALBA y las transformaciones populares en Venezuela,
Bolivia, Ecuador y otras partes connúan avanzando, habrá –sin
duda alguna- más esfuerzos de desestabilización, cuesonamien-
to de la legalidad de los gobiernos progresistas, intentos de golpes
y amenazas de intervención.” (Raby; 2012: 55)
La inestable situación políca venezolana, que ha tenido sus momentos más
álgidos en 2014 y 2017, unida a la gravísima crisis económica que confronta, y si
consideramos, además, el cambio de gobierno en Ecuador, en el cuál el suce-
sor de Rafael Correa ha roto totalmente con la llamada “Revolución Ciudadana”,
nos permiten vislumbrar un futuro incierto para el ALBA-TCP, que se denirá en
los próximos años, sin que se pueda ser opmista en cuanto a los resultados y
consecuencias que todas estas situaciones tengan para la sobrevivencia de este
esquema ansistema de integración.
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CONCLUSIONES
El ALBA-TCP nació como una propuesta de los gobiernos venezolano y cuba-
no en el vacío desatado por la crisis del «regionalismo abierto», paralelamente
a la conformación de UNASUR y CELAC. Desde su inicio se expresó en una estra-
tegia contra hegemónica políco-ideológica y en el esbozo de un programa de
integración «alternavo» alrededor de las esferas energéca, social, económi-
co-comercial y nanciera. El personalismo hiperacvo de Chávez y la abundancia
de hidrocarburos y petrodólares durante el boom de 2003 a 2008 fueron punta-
les esenciales de su trayectoria. El ALBA dista mucho de haberse consolidado.
Como propuesta radical, la alianza esdesnada a un ocaso prematuro, aunque
en sus primeras etapas casi todos los actores consiguieron los objevos mínimos
que impulsaron su adhesión. Su futuro se encuentra enteramente subordinado
a la incierta evolución del proceso bolivariano, porque en estos años no se ha
logrado, ni intentado quizás, superar las trabas que lo convireron, si no exclusi-
vamente, de manera preponderante, en un mecanismo de distribución regional
de la renta venezolana. En retrospecva, se puede avanzar la hipótesis de que
la consolidación del ALBA-TCP estaría ligada, según una lógica circular y de re-
troalimentación, al fortalecimiento de Venezuela y, además de otros gobiernos
cercanos, a su matrimonio con Cuba.
Desde 2008, sin embargo, se mulplicaron las señales de dicultades que
están lejos de ser transitorias. Seguramente, la caída del precio del crudo de ese
año y el golpe de Estado en Honduras en el siguiente, revelaron a los aliados y
al propio gobierno bolivariano las fragilidades polícas y económicas de su pro-
yecto revolucionario. En la misma ópca, la relación entre gobiernos «progresis-
tas» y movimientos sociales tendría que haber trascendido la alianza coyuntural
culminada con la derrota del ALCA. En cambio, desde entonces, ha primado un
lento desgaste recíproco, maniesto hoy en día en la contraproducente frag-
mentación de las izquierdas lanoamericanas. Lo anterior habría implicado el
desarrollo conngente pero connuo de una teoría plausible y una estrategia
mínimamente ecaz de integración «alternava», que en este momento brilla
por su ausencia.
El ALBA-TCP, debe avanzar en la conguración instucional de su supranacio-
nalidad desde cada uno de los países miembros. Igualmente las acciones diplo-
mácas (polícas y económicas) deben responder a los tres grandes retos del
siglo XXI: alimentación, energía y tecnología para los pueblos lanoamericanos y
caribeños. Para tal propósito, esobligada a fortalecer la estructura organizacio-
nal, denir las bases jurídicas de la instucionalidad supranacional, aún más con
la dualidad que enen sus miembros que pertenecen a su vez a varios esquemas
de integración, especialmente la UNASUR, la CELAC y el MERCOSUR, y converr-
lo en un espacio de concertación políca, con el cual existen las posibilidades de
corregir las debilidades o errores históricos de la OEA. No obstante, la heteroge-
neidad y la sobreoferta de propuestas dicultan la construcción de un proyecto
políco estratégico regional. La ausencia de liderazgos claros agrega elementos
de dicultad en los procesos de concertación políca en la región” (Rojas, 2013).
Esa conguración instucional necesitará de un liderazgo políco sólido en Vene-
zuela, país fundador y base de la existencia del ALBA-TCP, que recae en la gura
presidencial de Nicolás Maduro, el primer presidente de la era pos chavista.
En retrospecva, se puede plantear la hipótesis contrafactual de que la
consolidación del ALBA-TCP estaría ligada, según una lógica circular y de
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retroalimentación, al fortalecimiento de Venezuela y, además de otros gobiernos
cercanos, a su relación con Cuba, que encontraría así los incenvos para renovar
una añeja revolución. Desde 2008, sin embargo, se mulplicaron las señales de
dicultades que están lejos de ser transitorias. Seguramente, la caída del precio
del crudo de ese año y el golpe en Honduras en el siguiente revelaron a los alia-
dos y al propio gobierno bolivariano las fragilidades polícas y económicas de su
proyecto revolucionario.
En la misma posición, la relación entre gobiernos “progresistas” y movimien-
tos sociales tendría que haber trascendido la alianza coyuntural culminada con
la derrota del ALCA. En cambio, desde entonces ha primado un lento desgaste
recíproco, maniesto hoy en día en la contraproducente fragmentación de las
izquierdas lanoamericanas. Lo anterior habría implicado el desarrollo conn-
gente pero connuo de una teoría plausible y una estrategia mínimamente ecaz
de integración “alternava”, que en este momento no se ha dado.
De no superar la críca situación políca y la grave crisis económica que atra-
viesa Venezuela, el desno inmediato del ALBA-TPC sería la desaparición o su so-
brevivencia discursiva. El ALBA transita, entonces, hacia una nueva fase, a todas
luces incierta.
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PROTAGONISMO HISTÓRICO DESEMPEÑADO POR
B A R R A N Q U I L L A Y L A R E G I Ó N C A R I B E E N L A D I N Á M I C A
CULTURAL DE COLOMBIA
Álvaro Hernán LOBO ALVIS *
RESUMEN
El objevo de esta invesgación es comprender el protagonismo histórico desem-
peñado por Barranquilla y la Región Caribe en la dinámica cultural de Colombia,
en el marco de lo que representa el advenimiento de la constución de 1991.
Metodológicamente la invesgación se desenvuelve en los dominios de la feno-
menología-hermenéuca. Se concluye que, la realidad cultural del país acusa una
fuerte presencia de la cultura regional del Caribe colombiano, en una suerte de
tropicalización de la sociedad nacional, donde el personaje de la Costa, ya carac-
terizado o ya caricaturizado, está presente en todas las producciones de los me-
dios y se rescatan o visibilizan acuarelas costumbristas de la región. Tal pareciera
que la consideración Caribe no tomara sólo a la Costa Norte, sino a la condición
bordeante del país en la cabecera norte del sur del connente americano como
referente identario de una región pujante históricamente.
Palabras clave: polícas culturales en Colombia, región caribe, Barranquilla, po-
lícas públicas.
HISTORICAL PROTAGONISM PERFORMED BY BARRANQUILLA
AND THE CARIBBEAN REGION IN THE CULTURAL DYNAMICS OF
COLOMBIA
BECOMING CULTURAL POLICIES IN BARRANQUILLA
ABSTRACT
The objecve of this research is to explain the historic role played by Barranquilla
and the Caribbean Region in the dynamics of Colombia, within the framework
of what the cultural policies that are implemented since the advent of the 1991
constuon represent. Methodologically, the research develops in the domains
of phenomenology-hermeneucs. It is concluded that the cultural reality of the
country shows a strong presence of the regional culture of the Colombian Cari-
bbean, in a kind of tropicalizaon of the naonal society, where the character
of the Coast, already characterized or already caricatured, is present in all pro-
ducons of the media and costumbristas watercolors of the region are rescued
or made visible. It seems that the Caribbean consideraon will not only take the
North Coast, but the bordering condion of the country in the northern head of
the south of the American connent as an identy reference of a region.
Keywords: cultural policies in Colombia, Caribbean region, Barranquilla, public
policies.
* Personal docente y de invesgación en la Universidad del Atlánco y la Universidad Simón Bolívar
en Barranquilla Colombia. Doctorado en Ciencia Políca, Universidad del Zulia. alobo@unisimonbo-
livar.edu.co
Arculo
R e c i b i d o : 0 7 / 0 7 / 2 0 2 0
Aceptado: 22/10/2020
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INTRODUCCIÓN
En el marco del proceso invesgavo que se lleva a cabo, la formalidad de la cons-
trucción teórica que lo acompaña, expone la fuerza operava del objevo formulado,
encaminado a comprender el protagonismo histórico desempeñado por Barranquilla
y la Región Caribe en la dinámica cultural de Colombia, enunciado que permite deve-
lar la realidad histórica de una región que no cesa de representar un referente para
el desarrollo cultural y producvo del país. En efecto, las condiciones sui géneris que
caracterizan el nacimiento de la ciudad de Barranquilla, la proyecta como una región
que se erigió para aglunar fuerzas producvas; ser enclave de una economía globa-
lizada y punto nodal de una cultura-región en un proceso que mantuvo el argumento
de una posición geográca privilegiada entre sus pobladores e inmigrantes.
El desarrollo de los acontecimientos que tributario a la localización de la región
de Tierradentro”, la conversión en sio de libres y su gradual y posterior estructu-
ración urbana, son indicadores de una cadena de sucesos que comportan gesones
personales, dedicación de vida y acciones sinérgicas entre colecvos que dieron el
surgimiento de múlples manifestaciones culturales y un arraigo identario que con-
serva la población barranquillera al día de hoy, en tanto punto nodal de la región
caribe.
La condición de entrada al connente por el Atlánco, conviró a Barranquilla
en la “Puerta de Oro de Colombia”, en alusión al ujo vanguardista de la región, de
inusitado crecimiento y captación de aspectos culturales a nivel local y regional, ante
un país ruralizado y decimonónico, con altos índices de violencia, sectarismo y una
fuerte tendencia centrista. Como ciudad que entroniza la civilización de ultramar y
contribuye a consolidar procesos a nivel endógenos que, de cara al fenómeno del
modernismo, pone la primera piedra para un país y una región que se construye
desde lo cultural; Barranquilla, intenta una vez más, retomar el liderazgo que le es
históricamente legímo, inserta en una instucionalidad de Nación, una crisis de di-
rigencia local y los retos de unos empos que imbrican nuevos enfoques de cultura,
idendad, ciudadanía y sistemas producvos.
SEMBLANZA HISTÓRICA DE BARRANQUILLA COMO PUNTO
NODAL DEL PAÍS CARIBE
El concepto de Región Caribe hasta el presente goza de diversas formas de
abordaje, debido, en gran parte, a que es una endad en proceso de construc-
ción cuya realidad representada es mulfacéca y la armación de su materiali-
dad comporta muchas dimensiones: como Endad Territorial, como realidad his-
tórica, como área geográca, como mar de colonias y el Caribe cultural (Zubiría,
1986). Para efecto del presente trabajo el concepto más aproximado se recoge
desde el punto de vista geográco en el enfoque funcional y sistémico, donde:
“Los procesos de integración territorial deben estar justamente
dirigidos a (…) construir este caribe funcional o sistémico que se
libere de las dependencias, que se base en procesos de endoge-
nización y de complementariedad y que se sustente en su propia
centralidad y en sus propios espacios geográcos. Se trataría,
entonces, de construir la Región Caribe, como base para la con-
solidación de un regionalismo caribeño y de un propio espacio
geopolíco” (Mateo, 2013:2).
Los anales históricos dan cuenta de datos que evidencian presencia de pobla-
dores en el área de lo que hoy es el caribe colombiano
1
en un período formavo
1 El concepto geográco del caribe colombiano involucra en la actualidad los departamentos de La
Guajira, Cesar, Magdalena, Bolívar, Atlánco, Córdoba y Sucre.
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temprano, alrededor del 2500 antes de la era común, en adelante (AEC), con
evidencias de artefactos o utensilios en una relación directa con acvidades de
pesca, recolección de moluscos y trabajo domésco. Después, alrededor de 1000
años AEC, durante un período formavo medio, se data vida sedentaria en el sec-
tor de Malambo con culvos de yuca y objetos en cerámica más evolucionados;
alrededor del 200 AEC, ídolos de tres puntas y vesgios de la cultura arawac de
las Anllas. En 500 años, el maíz es un culvo propagado y con control de dos o
tres aldeas por un cacique, mientras se siente la auencia de los caribes en las
costas con diferentes oleadas (Cronología de la historia de Barranquilla, 2013).
A esta altura de la historia, en 1400, en el sio donde se formaría Barran-
quilla, se ubicaron los camach, de la etnia arawac, con fuerte inuencia caribe.
Estos indígenas eran uno de los tres o cuatro pueblos que alrededor del 1500
exiseron en el hoy casco urbano de Barranquilla (Cronología de la historia de
Barranquilla, 2013).
En estas circunstancias, el acercamiento de los españoles era inminente por
el frente norte, del sur del connente, y en 1501 Rodrigo de Basdas y Juan de
la Cosa hacen descubrimiento de la desembocadura de Bocas de Cenizas, el cual
infructuosamente tratan de remontar desde el rio de la magdalena, así llamado
por ellos. No obstante, en 1531 Jerónimo de Melo logra penetrar por Bocas de
Cenizas, encontrándose con estaciones de canoas y numerosos pobladores, en
el sector conocido hoy como Malambo (Cronología de la historia de Barranquilla,
2013).
Irrumpe en 1533 don Pedro de Heredia, personaje que dejaría su impronta
conquistadora en la región al internarse en lo que poco después se denominaría
Tierradentro, para luego fundar a Cartagena de indias, un mes después aproxi-
madamente.
Al poco empo, “Don Nicolás de Barros estableció su estancia o hacienda San
Nicolás en las Barrancas de Camacho, o sea, a orillas del Río Magdalena; o más
exactamente de un caño anexo a él” (Blanco, 2011:115). No obstante, la fecha
exacta de la fundación de dicha hacienda es objeto de un tratamiento cauteloso
por parte de los historiadores rigurosos, como que se preere situar el estableci-
miento de la hacienda San Nicolás, guardando un margen de error entre los años
1.627 y 1.637, de acuerdo con las inferencias hechas a parr de documentos que
dan cuenta de la estancia de Don Nicolás de Barros y Guerra, sus compromisos
civiles y de encomenderos de la época y la región.
Lo verdaderamente acontecido fue la transformación de la condición de ha-
cienda producva del señor Barros a Sio de Libres, hecho signicavo para el
posicionamiento del sector como origen incipiente de Barranquilla.
A todas éstas, para 1.681, se encuentra una estancia, la hacienda San Nicolás,
habitada no solo por los concertados y los agregados, sino por personas extran-
jeras que consiguen establecerse a través de arriendos o compra de predios y la
consiguiente diversicación de ocios que daba cuenta de talleres, carpinteros,
cerrajeros e incluso acvidades de préstamo al interés. En el lugar que asumió
disntos nombres como San Nicolás de Tolenno, Barrancas de San Nicolás, o
después, Barranquilla de Camacho, operó una transformación de sustancias que
cambió la condición de erra privada a sio de libres y población diversicada,
debido, en gran medida, a que ya para 1.705, la Encomienda de Galapa, una de
las más grandes de la región, recuérdese la desnataria de los indios usurpa-
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dos a la Encomienda de Camacho, había quedado con un número reducido de
tributarios, de donde se inere las dicultades para sostener las porqueras y la
producción de maíz y; posteriormente, en 1.718, se expiden los decretos reales
de Felipe Pinto, para acabar con la instución de la Encomienda en sus provincias
de la India, lo que, de alguna manera, legalizó un hecho cumplido, la decadencia
de las instuciones de la Encomienda por insostenible y ahora con rumbos de
una naturaleza social diferente. Esto condujo irremediablemente a que la úlma
propietaria de la hacienda, doña María Gertrudis Casllo de Altahona, vendiera
las parcelas de erras a sus anguos arrendatarios o terrajeros (Blanco, 2011).
Con caracteríscas propias de una región pujante que aglomeraba habitantes
de lugares circunvecinos, la Barranquilla naciente entra al período colonial usu-
fructuando la desaparición de algunos frentes navieros como los de Malambo
viejo, otrora centro importante de la acvidad económica en Tierradentro. De
igual forma, el dinamismo comercial de la ciudad concentró acvidades de tran-
sacciones comerciales y credicias, al igual que las operaciones de nca raíz, con
la compra y venta de casas, solares a nivel urbano y rural, que captaban el interés
de muchos inmigrantes a la ciudad: “Como es de esperarse, Barranquilla colonial
no fue sólo un incipiente pero denido centro económico dentro del marco de
las ordenanzas o disposiciones del rey, sino también, un lugar de acvidad con-
trabandísca” (Blanco, 2011:281), hecho que se consolidó ya al nal del siglo XIX
con la construcción del Muelle de Puerto Colombia, lo que constuiría, además,
la puerta de entrada de diversas compañías e instuciones culturales del mundo
entero.
Desde esta perspecva, dada la ubicación privilegiada en la geograa nacio-
nal y connental, el auge comercial de principio del siglo XX permió un desarro-
llo mulcultural de la ciudad, expresada en asentamientos o radicación de comu-
nidades de diferentes nacionalidades, al empo que la movilidad intra-regional
complejizaba el tejido social y cultural de la ciudad. Al respecto, Sourdís (2009,
s/p), sosene que:
“…Dada sus condiciones y persistencia como puerto uvial y ma-
rímo atrajo a grupos de inmigrantes nacionales y extranjeros
(ingleses, franceses norteamericanos y judíos Sefardíes que por-
taban la nacionalidad holandesa, danesa o alemana), quienes con
las élites locales impulsaron un crecimiento y un desarrollo indus-
trial sin precedentes, colocándola a nales del siglo XIX, como la
tercera ciudad del país, después de Bogotá y Medellín.
A parr de 1830, en pleno período republicano, Barranquilla ostenta una serie
de transformaciones como quiera que en esta época se inicie la llamada República
de Nueva Granada, donde se hacen varias divisiones territoriales como la de la Ley
7 de junio de 1833, donde Barranquilla adquiere la categoría de Segundo Cantón
de la provincia de Cartagena. Además, Barranquilla sigue liderando en la región y
nacionalmente el transporte uvial a través del río Magdalena, el surgimiento de
empresas navieras y de industrias manufactureras, como centros de acopios de
mercancías provenientes de la región caribe. En estas condiciones, “…los úlmos
treinta años del siglo XIX, constuyen para Barranquilla, como ya lo habíamos ano-
tado, el período de la consolidación como centro portuario y comercial…” (Viloria
y Col., 1995:66).
De igual manera, en el aspecto cultural se ene información que da constancia
de que, en la condición de Cantón, Barranquilla ya exhibía presentaciones teatra-
les, comedias, circos y maromeros; compañías arscas que hacen su arribo por
el Muelle de Puerto Colombia. Se contó con el teatro Ateneo: “Que era un salón
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de espectáculos para bailes de carnaval que posteriormente desapareció a causa
de un incendio” (Viloria et al, 1995:65). Ya en el úlmo lustro del siglo XIX, Barran-
quilla contaba con 17 colegios o escuelas entre públicos y privados; escuelas noc-
turnas, el salón fraternidad, el teatro Emiliano, el circo de toros Lascano. Se había
instalado el acueducto, más tarde la energía eléctrica y el tranvía, teléfonos, ma-
tadero público, hospitales, telégrafos, varios periódicos, centros comerciales, dos
cárceles y tres iglesias, como también un circuito industrial y almacenes que evi-
denciaban el auge industrial y comercial, además de portuario (Viloria et al, 1995).
En las postrimerías del siglo XIX al acenso de la ciudad es imparable y obene
el reconocimiento de la región y el país ya que:
“Con toda esta serie de acvidades la ciudad de Barranquilla des-
pidió los úlmos años de este siglo XIX con el liderazgo ante el
país como primer centro portuario y comercial, además de ser la
ciudad donde se realizaban otras acvidades mercanles y nan-
cieras” (Viloria et al, 1995:66).
No está demás adverr, que se ha querido sostener el desarrollo descripvo de
la construcción del liderazgo que ha tenido la ciudad de Barranquilla en su historia
como una certeza de que la dimensión cultural de esta ciudad está indiscuble-
mente asociada al desarrollo económico y comercial que, de manera vinculante
absorbió y esmuló las manifestaciones culturales de la naciente ciudad, ya lo ex-
presaba el Doctor Candela, en entrevista concedida para la presente invesgación:
“Barranquilla ha tenido por supuesto desarrollos culturales que
están ligados y eso no se puede desconocer al desarrollo econó-
mico. En la cultura es dicil que se desarrolle sobre todo en las
urbes si no hay elementos de desarrollo económico sobre todo
en el mundo moderno, cuando hablo del mundo moderno, hablo
del mundo capitalista en las ciudades. Si no existen elementos de
capacidad de consumo es complicado el desarrollo de la cultura
sobre todo en ciertas áreas que están más industrializadas en el
caso de la música, el caso del cine, inclusive también de la litera-
tura, de los libros, etc.” (Candela, 2018:7).
Ad portas el siglo XX, la ciudad de Barranquilla connúa su ascenso hacia el
progreso y el reconocimiento de ultramar al servir de entrada a la civilización forá-
nea al país con todo lo que ello signica desde el punto de vista social y cultural.
Entrando el siglo XX, Barraquilla es un hervidero de sucesos que muestra el
surgimiento de endades y negocios, al igual que se expande la urbanización sec-
torizada y las manifestaciones culturales como iniciavas de personas destacadas
de la sociedad, con los primeros auspicios de instuciones sentadas en la ciudad,
como el: “Centro Arsco, creado por iniciava de las destacadas damas Cruz
Blanco de Rodríguez, María Pérez de Rodríguez Diago, Malde López de Pérez,
Lucrecia Diazgranados, Helena Isabel de Baena, Beatriz de Aycardi, Aurelia Pantoja
y Marianita Cerru de Smith, entre otras” (Viloria et al, 1995:69), industrias, em-
presas, comercio, al respecto:
“Estas acvidades producvas de la economía Barranquillera van
a movar a que se den en la ciudad otras manifestaciones de pos
sociales, comunitarias, educavas y culturales que van a impulsar
de una manera u otra el progreso de la misma, razón a ello al na-
lizar la tercera década del siglo XX, Barranquilla cuenta con varios
clubes sociales, deporvos y endades de carácter comunitario,
caritavo y cultural como el Club de Tenis creado en 1921, la So-
ciedad de Mejoras Públicas, fundada en 1927, que tanto hizo por
el progreso de la ciudad; el Club Rotario creado en 1928” (Viloria
et al, 1995:74).
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Por otro lado, en cuanto al renglón de las comunicaciones, Barranquilla es
pionera con la aparición del periódico La Prensa, por los hermanos Marnez Apa-
ricio en 1928, como con la primera trasmisión de la emisora que salió al aire en
la ciudad y el país, el 8 de octubre de 1929, ésta fue la Voz de Barranquilla, a
cargo del pionero de la radiodifusión Don Elías Pellet Buitrago. Posteriormente se
inaugura el histórico Hotel del Prado, con su hermosa arquitectura republicana
(Viloria et al, 1995).
Cabe resaltar en este punto de la historia que el crecimiento y desarrollo de
la ciudad de Barranquilla, concentró un proceso de consolidación urbanísco,
industrial y comercial, que permió llamar la atención de inversionistas y fami-
lias foráneas provenientes de lugares donde el impacto de una Primera Guerra
Mundial y los conictos polícos y sociales, provocaron éxodos al Connente
Americano, caso que se repió con la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en
una consideración vinculante de Barranquilla al mundo, aquella no fue ajena a
los efectos negavos de la crisis recesiva de los años treinta, las consecuencias
de una desestabilidad hemisférica por los centros de poder en conicto durante
la Segunda Guerra Mundial y a nivel interno, los fadicos hechos del 9 de abril de
1948, que mermaron parcialmente el desarrollo económico-social de la ciudad
(asesinato de Jorge Eliécer Gaitán) y como usualmente suele suceder en medio
de la crisis, se dan manifestaciones culturales en la ciudad en las que, de alguna
forma aparecen vinculadas personas inmigrantes que osaron dejar sus países por
la situación ya mencionada.
En estas circunstancias surgen avances que le dan un aire cosmopolita a la
ciudad y una capacidad auto-producva que congrega a una población diversa y
mulcultural que, al mismo empo, estructura un tejido social estracado, re-
ejo de un ordenamiento urbanísco que sitúa nominalmente a las poblaciones
en un sector arriba y otro abajo. En este estado de las circunstancias, se mencio-
nan algunas de las instuciones que entre muchas otras aportaron algo al van-
guardista desarrollo de la ciudad, a saber: el Zoológico (1955), Universidad del
Norte (1956), inauguración del Coliseo Cubierto Humberto Perea (1962); La Voz
de la Costa y la Voz del Litoral (1962), la Concha Acúsca del Parque Almendra
(1963); en 1970, se funda el Ballet Folclórico de Gloria Peña, en 1974 se inaugura
el Puente sobre el Río Magdalena, que comunica al Departamento del Atlánco
con el del Magdalena. Al término del primer lustro de la década del setenta,
surgen la Universidad Simón Bolívar, la Universidad Autónoma del Caribe, la Uni-
versidad Libre, la C.U.C. (Corporación Universitaria de la Costa) y la Universidad
de Barranquilla.
Nuevamente hace su aparición la prensa, con el periódico “La Libertad” en
1979; en 1981, se inaugura el aeropuerto internacional Ernesto Corssoz; en
1982, el Teatro Municipal Amira de la Rosa, insigne obra que exhibiría múlples
eventos culturales. Se inaugura el nuevo estadio de fútbol Metropolitano, nace
el Museo Románco y el Parque Muvdi, sios de exposición de la cultura local y
espacio recreavo respecvamente, entre otros.
Parafraseando a Thomas Khun, el paradigma de la prosperidad encierra nue-
vos acontecimientos que conformarían una nueva situación. En efecto, si bien es
cierto que otrora, la pujanza producva allegada a los puertos era un sello disn-
vo de la ciudad, nuevos puertos abren en disntos puntos del país, como el de
Cartagena que ya tenía historia, el de Buenaventura, el de la Guajira, la creciente
concentración del manejo de la economía en el centro del país y el desgreño ad-
ministravo de la clase dirigente de la ciudad de Barranquilla, coadyuvaron a la
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pérdida de liderazgo de ésta y el surgimiento de otras ciudades ostentando dicha
condición. Al respecto el Doctor Candela, sosene:
“Barranquilla tuvo como un boom parejo por casi 50 o 60 años
que fue de 1850-60 como hasta 1930-35 o 40, pero una vez se le
planta la competencia del Puerto de Buenaventura a comienzos
del 1.930, Barranquilla comienza a senr la competencia sobre
todo en el liderazgo económico y eso lo vio más profundizado so-
bre todo hacia la década del 40 y del 50” (Candela, 2018:7).
Y, complementando su tesis, sentencia, además: “…llega un momento en que
los liderazgos comienzan a idencarse con interés del centro, de algunas subre-
giones del centro sobre todo los que enen el poder en la capital” (Candela,
2018:7).
Tal vez el barranquillero imbuido en el acvismo que demanda los empos
modernos, no se ha percatado de la colosal historia que ha experimentado la
ciudad con criterio de grandeza a parr de sus potencialidades naturales, que la
posicionan como una de las ciudades de mayor proyección en las dinámicas pro-
ducvos del país, así lo reconocen los historiadores de la región, al sostener que:
“…en materia de servicios públicos, la recuperación y servicios
adicionales que prestan en el puerto de Barranquilla la Sociedad
Portuaria Regional, la ubicación geográca privilegiada que le
permite comunicarse con el río, internacionalmente con el mun-
do a través del mar Caribe, por vías terrestres con todo el país
al unirse la costa con el interior y su adecuado aeropuerto, es sin
duda la ciudad del futuro y del siglo XXI de nuestro país que va a
permirle que se le coloque en el sio más llamavo para la aper-
tura económica y la internacionalización de la economía” (Viloria
et al, 1995: 93).
Pero no siempre ha sido reconocida tal fortaleza, pues así como en un mo-
mento de la historia la naciente ciudad rivalizó en supremacía con la ciudad amu-
rallada, por lo que el monarca español pensó en erigirla en capital del reino,
decisión declinada por inuencia de sus consejeros al persuadirlo de su ventajo-
sa localización peligrosa para la región Andina y Granadina (Blanco, 2011), hoy
siente el freno de las polícas centralistas o el reconocimiento forzado de la dili-
gencia interiorana para el libre desarrollo de las regiones costeñas.
Barranquilla, “ciudad de brazos abiertos para el mundo”, como se la conside-
ra en el imaginario nacional, es un espacio material y simbólico en el cual con-
uyen manifestaciones culturales de la región Caribe nacional e internacional.
Otrora, denominada por el Presidente Marco Fidel Suárez como “Barranquilla
Pórco Dorado de la República”, y posteriormente en 1946, durante la inaugura-
ción de los primeros Juegos Centroamericanos y del Caribe, el Presidente Maria-
no Ospina Pérez, conrmó esta denominación llamándole “Barranquilla Puerta
de Oro de Colombia” (Blog Ocial Consejería para el Bicentenario de Barranqui-
lla, 2012), ostenta el mérito de ser entrada y corredor, desde principio del siglo
XX, de auencias culturales que, de alguna manera, hicieron tránsito al resto del
país, cuando no echaron raíces en ámbitos locales de la región costeña.
De igual manera, Barranquilla logra además ser considerada el primer puerto
marímo y uvial de la costa norte y zona industrial, comercial, bancaria y cultu-
ral, lo que impulsa un gran ujo inmigratorio de población nacional y extranjera.
En este sendo Consuegra, sosene: “Para ese entonces, cuando corría el año
1901, Barranquilla contaba con una población aproximada de 39.723 habitantes
entre navos y foráneos…” (2001:102). En consecuencia, se forma un mosaico
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sociocultural de ubicación estratégica en la ciudad que da como resultado con-
centraciones en zonas o barrios, como los “negros palenqueros en los barrios Va-
lle, la Manga, Sourdís; los guajiros, en los Nogales; los comerciantes interioranos
o cachacos, en la zona Cachacal, y de manera general, las organizaciones o co-
lonias de Santandereanos, Cordobeses y de las provincias o pueblos periféricos”
(Viloria et al, 1995:107).
En estas circunstancias, la pujanza de la joven ciudad construye su desarrollo
económico sobre un uido comercio y una avanzada industrial que direcciona al
interior del país y al resto del connente el musculo empresarial y nanciero de
la naciente economía urbana. Debido a esto y como prueba de reconocimiento,
el 17 de agosto de 1993, mediante el Acto Legislavo número 01, la ciudad es
declarada Distrito Especial, Industrial y Portuario de Colombia y de contera, el
puerto de mayor movimiento comercial de la región, en este sendo: “La crea-
ción de un puerto capaz de permir el acceso de cargueros y tráco (Bocas de
Ceniza) conviró a la ciudad en la gran puerta de Colombia y del Caribe y en la
tercera más importante económicamente del país” (Deuschesne, 1954. s/p).
Por otra parte, la dirigencia local ejerció liderazgo en el desarrollo de la ciu-
dad, al empo que se enfrentaba a los persistentes intentos de despojos, desvíos
presupuestales u obras por parte de la dirigencia interiorana. Sin embargo, la ciu-
dad de Barranquilla ostenta el mérito de ser pionera en la navegabilidad comer-
cial del Río Magdalena; la construcción férrea y puertos de acceso al connente;
el muelle de Puerto Colombia, segundo más largo del mundo, entonces: “En el
año 1.919, se fundó en Barranquilla, la primera empresa de aviación comercial
no solamente del país, sino de América. Fue la SCADTA, hoy AVIANCA, cuyo pres-
gio universal no se puede desconocer” (García, 2006:16).
En el aspecto del desarrollo urbano, se destaca la construcción de una mo-
derna urbanización al eslo de los “suburbios residenciales de los Estados Uni-
dos, con grandes avenidas, parques, zonas verdes y de amplios solares, donde
se levantaron hermosas quintas, lo que constuye un hito arquitectónico, hoy
declarado de interés cultural para el país” (Sourdís, 2009, s/p). Por todo ello, la
arquitectura republicana, presente en diferentes puntos de la ciudad, es igual-
mente un paso vanguardista en la región, materializada en casas residenciales,
iglesias, edicios públicos e instuciones universitarias. Barranquilla, carga tam-
bién, con el honroso mérito de introducir para el país y gran parte de la región
lanoamericana, las primeras manifestaciones de la radio comercial y la prácca
del futbol organizado y profesional.
CARIBIZACIÓN DEL PAÍS
Como extensión del fenómeno por el cual la cultura del Caribe Colombiano se
expande a nivel nacional y ante el boom del arraigo africano en las expresiones
musicales a nivel global, más la proyección de las industrias culturales, el carácter
costero del Caribe se observa en la postura descomplicada, lenguaje extrover-
do, tono vocal fuerte y abierto en la imagen del país, proyectada en los medios
masivos de comunicación
Conviene resaltar también la valiosas y sólidas manifestaciones culturales de
la región Caribe colombiana, que imbrican la consonancia de la trietnia
2
disn-
va de los pobladores de esta zona y que, en buena medida, Barranquilla, también
denominada “Curramba, la Bella”, durante mucho empo recepta e incorpora
2 Se reere el meszaje del blanco, indígena y negro.
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a sus manifestaciones culturales. Esto la constuye, práccamente, como cen-
tro cultural de la costa norte de Colombia. Ahora bien, si hay un campo donde
esta ciudad ejerce liderazgo permanente es en la originalidad de sus expresiones
culturales, cuya fuerza y proyección del arte, las letras, el deporte y las estas
patronales está caribizando el estatus cultural del país y su idencación en el
contexto regional e internacional.
En estas circunstancias, juega un papel preponderante la celebración de los
carnavales, cuya proyección trasciende lo nacional, como quiera que hoy esté
declarado por la UNESCO como “Patrimonio inmaterial e intangible de la huma-
nidad”. Su poder convocante arrastra con la cultura regional y aanza los nexos
ontológicos de la esencia caribe, permeada, a la vez, por otras manifestaciones
anes con predominancia afro. No obstante, la originalidad del caribeño, le per-
mite asimilar el carácter simbólico que comporta esta esta, ya que:
“Con el disfraz, la máscara o el maquillaje del rostro, el individuo
evade la realidad, incluso elude su propia manera de ser para imi-
tar a otro y en ocasiones hasta converrse en alguien disnto. Du-
rante ese empo emero todo se vale, en el sendo de romper las
normas del diario vivir, jamás las reglas transitorias e inmorales
del propio carnaval” (Rodríguez, 2013:109-110).
En este contexto, en buena parte esmulada por la industria del espectáculo,
la naturaleza caribe de la cultura se ha posicionado en la vitrina mundial con
niveles compevos pocas veces visto antes.
Estamos, pues, ante un fenómeno de masicación de la cultura que irriga to-
dos los géneros, desde los más convencionales a los más liberales de la expresión
cultural. Así, vemos que las Artes, la literatura, el cine y cualquier híbrido ars-
co, destacan o reivindica la cultura caribe en una de las múlples caracteríscas
que la idencan. Paradójicamente, mientras se manene la concentración de
poder centralizado, en una muy astuta estrategia políca se le da “pantalla” a la
cultura regional. En virtud de ello, somos consumidores de realis, telenovelas,
películas, conciertos, performance. Desde luego, todo obedece a un fenómeno
de consumo en un mundo compevo, donde la cultura y la cultura caribe, en
especial, es un insumo del boom de la industria del espectáculo. En esa medida,
Barranquilla es una cantera de cultura caribe que se resiste a perder su origina-
lidad por cuenta de la falsa sensibilidad hacia la misma, por parte de algunos
dirigentes de la clase políca tradicional de la región.
Finalmente, la vigencia del carácter vanguardista de Barranquilla en la Región
del Caribe colombiano se manene “capoteando” los avatares de una políca
centralista que aún considera que a nivel cultural lo digno de mostrar, está rela-
cionado con la cultura foránea, mientras las regiones aanzan su esencia cultu-
ral en las manifestaciones de su pueblo. En esta circunstancia, Barranquilla deja
aorar su dinámica proposiva en el escenario cultural nacional, aportando ele-
mentos simbólicos que enriquecen la industria del espectáculo, muchas veces a
fuerza de una insoportable caricaturización que no caracterización. Bien es cierto
que el auge que se ostentó en el pasado ha perdido fuerza en estos empos,
pero la esencia y las caracteríscas de un grande en la historia nacional se man-
enen incólumes para futuras manifestaciones culturales.
Los acontecimientos en disntos momentos de la historia de Barranquilla es-
tán insertos en coyunturas o circunstancias de la dinámica planetaria que dan
cuenta de gestas expansionistas por parte de sociedades con avances tecnológi-
cos y culturales que posibilitan trascender sus fronteras. Se consideran aquí las
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campañas conquistadoras, los procesos de coloniaje y la conguración cultural
de carácter simbióco que impactan las localidades intervenidas.
Barranquilla, como parte de un bloque hemisférico y cabeza bordeante de un
territorio connental, receptó la auencia de visitantes “aventureros” obnubilados
por la Leyenda del Dorado y lo exóco de esta parte en el imaginario del peninsular.
Como quiera que sea, ya desde los primeros empos de la conquista se conguraron
las condiciones que habrían de proyectar, siglo después a esta región en la vanguar-
dia de los nuevos acontecimientos. Al respecto, el historiador Villalón, en entrevista
sostenida para esta invesgación arma: “…Barranquilla es la principal ciudad de la
Región Caribe, digamos del mare nostro, del Mar Mediterráneo que se llama Mar
Caribe, es la ciudad más importante de acá de una vasta Región” (Villalón, 2018:3).
Es decir, se inere, a parr de lo considerado hasta ahora que la privilegiada ubi-
cación geográca del sio en que hoy se erige la ciudad de Barranquilla, constuye
una puerta de entrada y salida al exterior por el Atlánco, que permió un ujo
inmigratorio de diferentes culturas; el ejercicio de una intensa acvidad comercial
como puerto de paso de exportación y un inevitable desarrollo económico que la
posicionaba de manera diferenciada con otros puntos geográcos del connente.
Se desprende de aquí, además, la evidencia de un incipiente desarrollo portuario
que liderará durante mucho empo el despegue económico de la Región, mientras
el tejido social tomaba forma en la localidad. En este aspecto el Doctor Villalón sos-
ene, igualmente:
“(…) Barranquilla fue líder como un siglo aproximadamente,
entre 1.850 y 1.950, en ese sendo Barranquilla llegó un momen-
to… digamos en 1.920 ya desde antes de 1.920 o hasta 1.920 Ba-
rranquilla era el principal puerto de exportaciones de café en ese
momento y de importaciones que venían del exterior, de Europa
y Estados Unidos principalmente…, era en nexo entre el mundo y
la economía del interior del país, o sea, Barranquilla tuvo un lide-
razgo portuario,… era la puerta de entrada y salida del comercio
exterior, en ese sendo fue líder…” (Villalón, 2018:1).
Ahora bien, es evidente que, a parr de las invasivas campañas procedentes
del viejo mundo, se generó una gran expectava relacionada con lo novedoso y
prometedor de estas erras desconocidas para los europeos, que trajo apareja-
dos fenómenos de diversidad cultural, procesos transculturavos y, sobre todo,
el carácter hegemónico fundamentado en la noción de poder que se confería la
Corona.
Se exalta esta información en consideración a que para el invesgador Can-
dela estas circunstancias dan margen a que: “…en la base de la ciudad está la
diversidad cultural como el motor que va a servir para todo lo que se vino cien
años a ciento cincuenta años después” (Candela, 2018:2).
En efecto, esta nueva comunidad constuye el hito diferenciador del origen
de Barranquilla cuando se trata de reseñarlo enmarcado en los patrones origina-
rios que ostentan la mayoría de las ciudades del país. Más claro aún, Barranquilla:
“No es el resultado de un acto formal, expreso y único de fun-
dación, plasmable en una diligencia escrita y rmada por diez o
veinte funcionarios y parculares. Ella es el producto laborioso
de todo un proceso étnico, económico y social; es el resultado de
una conjugación geográca histórica en la cual semejante papel
jugaron el ambiente sico y la acción humana” (Blanco, 2011:81).
Como quiera que sea, los acontecimientos van marcando la historia en el
proceso de meszaje que ya está en estos sios de libres, son la impronta de una
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generación de criollos que asumen con dinamismo el progreso de su localidad,
donde, por fuerza del otrora adoctrinamiento están presentes instuciones de
manera indiscuble. Se establece, entonces, en la ciudad una generación con
marcada idendad instucional, con conciencia de territorio y apertura del siglo
venidero.
A comienzos de la era Republicada (1815-1820), Barranquilla ya acusa una
intensa dinámica comercial, que incluye servicios de prestamistas y una regular
compra y venta de terrenos que sasfacen la auencia de inmigrantes de regio-
nes circunvecinas y del exterior del país, al igual que se la ve como una localidad
desde donde se sasfacen las necesidades de los habitantes propios y vecinos.
Denota, además, una comunidad que por fuerza de la oralidad se manene co-
hesionada culturalmente y Barranquilla como un centro de acopio de las culturas
de las provincias de la Costa Caribe.
CONSTITUCIÓN DE 1991: NUEVA VISIÓN DEL ACONTECER
CULTURAL
Con la Constución de 1991, renacen las esperanzas de un nuevo país que
experimentó la crudeza de la violencia, el miedo y el marginalismo cultural. Se
plantea en la Carta Magna una visión de país incluyente y mulcultural, que en
palabras del invesgador Candela, sosene:
“La Constución de 1991, dio un paso importante en reconocer la
diversidad y la mulculturalidad del país y eso trajo benecio para
la regulación de Polícas Públicas, sobre todo en un comienzo en
los primeros diez años del ejercicio de la Constución en los pri-
meros diez o quince años, se dieron muchos elementos y acvida-
des polícas para rearmar los derechos de la diversidad cultural
especialmente de los grupos étnicos…” (Candela, 2018:10).
Entra, entonces, en el dominio de la gesón pública el concepto de Polícas
Públicas, cuya importancia en el nuevo proyecto de país enunciado en la Cons-
tución, ene sendo por los alcances de una nueva comprensión de país cultural
que supera la concepción prejuiciosa hasta hace poco impuesta en la sociedad
colombiana y a la cual hace referencia el Doctor Candela:
“Desde lo nacional, aquí hubo como dos o tres etapas sobre todo
en el siglo XX de las Polícas Públicas Nacionales, hubo una pri-
mera que tuvo que ver con la visión que se tenía desde el centro
del país que a todas luces muy muy nefasta, polémicas o algunas
digamos demasiado complicadas para la región; sobre todo a
parr del modelo que estableció Luis López de Meza, en los años
30 y 40 que se trasladó a los libros de consulta y de estudios en
los colegios, en la cual se diseñó un mapa cultural en la cual esto
está dividido en cinco regiones y de las regiones que para Luis
López de Meza tenía mayor desarrollo, era la más civilizada, era la
región central, mientras lo demás era la Costa Pacíca que era la
periferia, la Costa Atlánca que eran meszos y el Amazonas, que
eran indígenas, esa era la visión que teníamos y nos enseñaron a
través de las Polícas Educavas y que se reejó en las Polícas
Culturales” (Candela, 2018:11).
Ahora bien, sería poco objevo redundar en los acontecimientos culturales
post-constución y no reconocer la implementación de planes y programas en
las administraciones de turno que precedieron a 1.991. Planes y programas que,
en algunos casos, obedecen al cumplimiento de una necesidad de búsqueda de
la homogenización cultural y legimación del poder centralizado, por demás,
a través de “un esquema tradicional y tecnocráco sustentado en la formula-
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ción e implementación de polícas provenientes desde el Estado…” (Arroyave,
2010:97), hasta un gradual reconocimientos de las nuevas circunstancias en la
nueva sociedad colombiana y regional que clama por más parcipación en la
vida nacional, a lo que se suma, la valoración de las regiones con las necesidades
de sus comunidades.
Constuye este evento la antesala de un cambio de instucionalidad en la
que: “A parr de la Constución de 1991, Colombia adoptó un nuevo marco ins-
tucional, el cual legima el desarrollo de instrumentos, que aumentan la e-
ciencia del Estado e incrementan la parcipación ciudadana en la toma de deci-
siones” (Mendoza y Barragán, 2005:168).
Se abre, entonces, una nueva perspecva de la realidad del país en tanto que:
“Esta nueva Constución y todo el proceso de descentralización
vivido en Colombia trajeron consigo un cambio estructural en la
manera de concebir y plantear las Polícas Públicas en el país,
puesto que ya no era un asunto exclusivo del poder central, sino
que cada vez más, diferentes entes territoriales tales como De-
partamentos y Municipios tuvieron la oportunidad de tomar de-
cisiones que se ajustaran a sus necesidades reales” (Mendoza y
Barragán, 2005:168).
Al día de hoy, transcurrido casi tres décadas a parr de la promulgación de la
Constución de 1991 y la operacionalización de los postulados constucionales
han sido posible en las nuevas exigencias por la existencia de la Ley General de
Cultura, Ley 397 de 1997; Ley de Ordenamiento Territorial, de 1988; Ley Gene-
ral de Parcipación (Ley 715 de 2001), como: “…instrumentos polícos jurídicos
para el desarrollo de las Polícas Culturales en el orden regional y local y para el
fortalecimiento de la instucionalidad cultural” (Bravo, 2010:58).
Además, la constución del Sistema Nacional de Cultura, considerado como:
“Un conjunto de instancias de procesos de desarrollo instucional, planicación
e información arculados entre sí, que posibilitan el desarrollo cultural y el ac-
ceso de la comunidad a los bienes y servicios culturales según los principios de
descentralización, parcipación y autonomía” (Bravo, 2010:59), ello ha sido de
vital importancia, como quiera que se estructura con el Ministerio de Cultura,
los Concejos Municipales, Distritales y Departamentales que orientan la cultura.
Igualmente, los Fondos Mixtos de Promoción de la Cultura y las Artes, al empo
que recoge a las endades de carácter público privado que tengan que ver con
acvidades culturales (Bravo, 2010).
Conviene resaltar, además, la importancia de los planes y programas naciona-
les de desarrollo que al igual que los existentes antes de la Constución del 91,
contribuyen a consolidar una políca connua de desarrollo cultural en el país,
dado que establecen polícas a mediano y largo plazo, acorde con otros planes o
proyectos estatales en la visión de país. En el período post-constución que nos
ocupa se conoce el Plan Nacional de Cultura 1992-1994: “Colombia en el camino
de la paz, el desarrollo y la cultura hacia el siglo XXI”, que contribuyó a consolidar
el Sistema Nacional de Cultura y el Desarrollo Instucional del Sector, como a
insertar las Polícas Culturales en el ámbito internacional.
Del 2001 al 2010, el Plan Nacional de Cultura: “Hacia una ciudadanía demo-
cráca y cultural”, resultado de masiva parcipación en su etapa de ideas y dis-
cusión preparatoria, a pesar de los momentos diciles de conicto y represión
que vivía el país. Tiene la virtud de reconocer la condición relacional entre lo
políco y lo cultural, lo que permite proceder desde la Políca de Estado frente
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a la globalización y considerar procesos de negociación de propuestas culturales
insertas en las nuevas dinámicas globales. En esta estamos en la actualidad, re-
conociendo nuevos elementos al empo que las dinámicas culturales se debaten
entre el valor de la originalidad espontánea y los condicionantes de un mercado
cada vez más imposivo.
DEVENIR DE LAS POLÍTICAS CULTURALES EN BARRANQUILLA: LAS
INDUSTRIAS CULTURALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA
Más que ser un imperavo, es una realidad vinculante. En efecto, en la exposición
precedente parece que Barranquilla estuviera ausente. No puede estar más lejos de
la verdad, pues la percepción es engañosa cuando se asume la digresión desde lo na-
cional, ya que, de manera paradójica, mientras en la nueva Constución se reconoce
a las regiones y se da, por lo menos en el papel, cierto grado de autonomía, lo cierto
es que las líneas gruesas de las Polícas Culturales emanan del centralismo estatal, su
alcance sistémico engloba a nivel nacional los entes rectores en las regiones.
Por otro lado, el mismo país se inserta en una dinámica global que responde a
una lógica del mercado con una fuerza dicotómica: vincula o excluye. Para compren-
der esto, es conveniente considerar el análisis desde los alcances de la llamada eco-
nomía naranja, hoy tan difundida en los dominios del mundo cultural.
Lo interesante del fenómeno Economía Naranja, término acuñado por el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), se dene por:
El conjunto de acvidades que de modo encadenado permiten
que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo
valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual.
El universo naranja está compuesto por: 1) la economía cultural y
las industrias creavas, en cuya intersección se hallan las indus-
trias culturales convencionales; y 2) las áreas de soportes para la
creavidad (Luzardo y Pérez, 2017:4)
Es decir, el insumo que le da razón a la Economía Naranja parte de la dimen-
sión intangible que ene el ser humano y que traduce en actos creavos asocia-
dos a la realidad en que está inmerso, en tanto, que el olfato de la economía del
mercado capta la oportunidad de asimilar al producto creavo en la condición
de mercancía. En este contexto, se parte de considerar al bagaje creavo como
economía cultural que estructurado en una lógica del mercado pasa a constuir
las industrias culturales que en concepto del Ministerio de Cultura:
“(…) representan sectores que conjugan creación, producción
y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos
intangibles de carácter cultural, generalmente protegidos por el
derecho de autor. También son denominadas en algunos países:
industrias creavas (creaves industries) y conocidas en el ám-
bito económico como industrias de futuro (sunrise induses) o,
en medios tecnológicos, como industrias de contenido” (content
industries) (Ministerio de Cultura, 2010:554).
Sí, es un fenómeno avasallante que se ve insistentemente en la realidad cul-
tural del mundo y, por su puesto, Barranquilla no es ajena a ello. Siendo una
localidad que muestra una concentración cultural diversa se ve abocada a sinto-
nizarse con el lenguaje de la economía del mercado en los términos remozados
de la Economía Naranja, máxime si es la línea de polícas que el Estado pretende
asumir en la búsqueda de la supuesta compevidad.
Se advierte aquí que mientras ello ocurre, se corre el riesgo de dejar por
fuera muchas manifestaciones culturales que, por razones de incumplimiento de
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criterios de validación para los entes rectores, deben ser excluidos o somedos a
transformaciones para que se asimilen al dominio de la rentabilidad. No obstan-
te, para los actores acvos de la cultura en Barranquilla, asimilarse a las indus-
trias culturales es una necesidad, al respecto el invesgador Candela sosene:
“(…) a la par de fomentar y esmular la cultura y ligarla con lo de
las industrias culturales, hay que establecer también los sistemas
de infraestructuras, porque en el sistema de infraestructuras está
el elemento de ciudadanía que te lleva a crear ciudadanos a for-
mar y fortalecer ciudadanos, pero también crear consumidores
de tu propia cultura y eso lo hace desde la educación, por eso ese
doble papel de ciudadanía, ciudadano acvo, pero que también
puede valorar lo suyo, pero eso si no se ene una infraestructura
es complicado” (Candela, 2018:12-13).
Por otro lado, no deja de senrse un hilillo de frescura al escuchar en los
eventos donde se discute el tema argumentar la necesidad de orientar las Polí-
cas Culturales vinculadas a las industrias culturales, respetando la esencia cultu-
ral de las comunidades, preservando y no mercanlizando el patrimonio cultural
que es el que le otorga idendad a las comunidades y a las futuras generaciones.
Cosa dicil. Ya se verá.
PERSONAJES SIGNIFICATIVOS EN EL LIDERAZGO CULTURAL DE
BARRANQUILLA
A la luz de la teoría de las Representaciones Sociales, se puede comprender la
emergencia de algunos actores que asumieron acciones de liderazgo en la historia
cultural de Barranquilla. Se percibe en cada uno de los momentos históricos del
empuje cultural de la ciudad, que las personas reseñadas en el abanderamiento de
las acvidades o proyectos culturales procedían de familias acomodadas económi-
camente, con rasgos de alcurnia o familias prestantes. Se comprende fácilmente
esto, porque en la naciente ciudad de Tierradentro” al momento de quedar en
la condición de sio de libres, la auencia de individuos incluyó personajes em-
parentados o asociados con la realeza hispana, como también los inmigrantes de
Norteamérica o países europeos hicieron asiento en esta erra.
Sea como fuere, la asimilación de la cultura local y los procesos simbiócos his-
tóricamente establecidos pusieron a prueba la capacidad de gesón de prestantes
personajes que terminaron liderando las aspiraciones culturales de las comunida-
des. El fenómeno que se da en las relaciones interpersonales de estos individuos
con la comunidad estructura un patrón cultural compardo:
“…es decir la esquemazación de las propiedades comunes de los
modelos individuales de los integrantes de una comunidad y el
establecimiento de sus relaciones, orientadas por la organización
socio-cultural y la lógica conceptual de una comunidad, congu-
raron un Modelo Cultural” (Pardo, 2002:4).
El individuo líder hace lectura de los modelos mentales de los individuos que en co-
munidad pueden consensuarse en torno a un objeto social, algo que cubre el interés co-
lecvo, y es precisamente de estas circunstancias donde: “…las representaciones sociales
proceden de la existencia de un grupo y del amalgamiento conceptual en torno a un ob-
jeto social que uye en el grupo en virtud de los procesos comunicavos y los factores
socio-cognivos que lo determinan…” (Pardo, 2002.2).
A lo largo de la historia cultural de la ciudad de Barranquilla, surgieron individuos, gru-
pos, endades que de una forma u otra contribuyeron a orientar las manifestaciones cul-
turales desde sus propias bases hasta converrse en un objeto compardo socialmente.
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CONCLUSIONES
En deniva, la historia de Barranquilla comprendió un proceso histórico que
la proyectó con las caracteríscas que hoy sosene su población: un habitante
abierto, espontáneo, desprevenido y muy creavo –esto al decir de ellos mis-
mos–, que no endosó su desarrollo cultural a criterios eurocéntricos o al manejo
prejuicioso de la cultura nacional que la dirigencia del interior del país preten-
diera homogenizar o replicar. El protagonismo desempeñado por Barranquilla y
la Región Caribe en la realidad cultural del país, obedeció a una dinámica propio-
cepva que uyó naturalmente en la relación espacio-población hacia la cons-
trucción de una idendad cultural y social disnva.
Es innegable que la ubicación privilegiada del espacio geográco donde se
erigió la ciudad fue determinante para ejercer liderazgo en la región y nacional-
mente, habida cuenta de su apertura al mundo y la condición de punto referente
para las auencias inmigratorias debido a su pujanza comercial y zona de embar-
caderos. Aún en su incipiente realidad, el futuro se marcó por su potencialidad y
parcular estructura socioeconómica, lo que, a su vez, prohijó la conformación
de comunidades culturales y un entorno vinculante para las manifestaciones cul-
turales de las zonas aledañas, como también para ser paso inmigratorio hacia el
resto del país.
En este orden de los acontecimientos, la ciudad no solo receptó inmigrantes
de diferentes nacionalidades, sino que se constuyó en lugar de asiento o re-
sidencia nal de los mismos. Así, por esta ciudad llegaron italianos, españoles,
árabes, alemanes, norteamericanos, ingleses que se adhirieron a la sociedad en
formación y contribuyeron a forjar un comercio, desarrollo industrial y portuario
que acvó la economía producva del país en su conjunto. En este sendo, se
mencionan a personajes como Pedro Biava, músico insigne de origen italiano,
quien alentó la cultura musical con la creación del Conservatorio de Música, la
Orquesta Filarmónica y la formación de generaciones de músicos que han man-
tenido en alto las producciones musicales en la región. En el ámbito del urbanis-
mo se destaca el norteamericano Karl Parrish, quien modeló una ciudad vanguar-
dista en su momento, con la construcción al eslo republicano, edicaciones que
hoy son declaradas patrimonio arquitectónico de la Nación. Samuel Hollopeter,
de origen norteamericano, decidido empresario que gerenció las conocidas Em-
presas Públicas Municipales, endad que dotó a la ciudad de acueductos, redes
de alcantarillado y servicios de aseo, dándole un aspecto de orden citadino a la
localidad.
En el aspecto de las letras, la presencia de intelectuales, ya por nacimiento,
ya por adopción, forjaron unas instuciones que elevaron el desarrollo cultural y
educavo de la ciudad, entre estos se mencionan, Julio Enrique Blanco, escritor,
pedagogo y humanista, quien fundó la Universidad del Atlánco y autor de tex-
tos académicos; Amira de la Rosa, insigne poesa que enalteció las letras del país
y autora de la letra del Himno de Barranquilla, Alberto Asa, incansable gestor de
la cultura, de origen alemán que fundó la Facultad de Idiomas de la Universidad
del Atlánco, al Instuto de Lenguas Modernas y a la Instución Educava Expe-
rimental. Fue, además, el fundador del “Concierto del Mes”, sala permanente de
conciertos que permió escuchar a lo más granado de los instrumenstas nacio-
nales y extranjeros. También, Barranquilla fue el terruño de la poesa Meira del
Mar, de reconocidas letras en el ambiente nacional e internacional y como coro-
larios de estas menciones, no sin antes adverr el riesgo de dejar por fuera a mu-
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chos personajes de igual importancia, Barranquilla fue el asiento experimental y
creavo del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, quien en compañía de
destacados intelectuales proyectó liderazgo cultural en la región a nivel nacional
e internacionalmente.
Es evidente igualmente que la trayectoria políca que se encauzó en el país a
parr de su naturaleza republicana estableció una organización administrava y
políca que alternó entre un Estado central a un Estado descentralizado, con sus
consecuentes parcularidades en las funciones polícas, scales y administra-
vas. Así se sucedió de una Constución Políca de carácter federalista, en 1863 a
otra de carácter centralista, la de 1886, para a más de cien años después procla-
mar la Constución de 1991, de actual vigencia, que liberó al país, al menos en
el plano constucional, del anacronismo en que la había sumido la Constución
de Rafael Núñez, Presidente Gestor de la Constución de 1886, ya que: “…omia
e ignoraba aspectos culturales, sociales y económicos de la vida nacional, con
el pretexto de unir al país tan fuertemente fragmentado por las guerras y con-
fundido por los múlples modelos, polícas administravas adoptadas por las
diversas constuciones” (Mendoza y Barragán, 2005:167). Se resalta lo expresa-
do para adverr que el signicado que asume la naturaleza del Estado incide en
dos grandes conquistas del Estado moderno, como son la condición de un Estado
Social de Derecho y su determinación en la noción de Derechos Humanos, De-
rechos Culturales, Ciudadanía Cultural y todos los conexos que de manera an
reivindica la condición cultural del ser humano; mientras el otro aspecto es la
concepción de región y diversidad cultural, claramente maniesta en la Constu-
ción de 1991 que sucedió a la conservadora de 1886.
En este contexto, es decir en el de la vigencia de la Constución de 1886,
hasta la promulgación de la Constución 1991, se pasa del manejo de la realidad
cultural centrado en el liderazgo parcular, la convergencia de intereses cultura-
les compardos o mecenazgos privados a un direccionamiento instucional de
la cultura. Así se evidencia que “…la cultura era responsabilidad de las depen-
dencias secundarias del Ministerio de Educación Nacional, de la Secretaría de
Extensión Cultural, y de la Secretarías de Educación en los Departamentos en
donde aún no exisan los Instutos Departamentales de Cultura” (Mendoza y
Barragán, 2005:166).
Constuye esta situación antecedente valioso para que se formalizara ins-
tucionalmente el organismo que se encargaría especícamente de la Políca
Cultural en el país, COLCULTURA (Instuto Colombiano de Cultura), en 1968,
pero como una dependencia del Ministerio de Educación Nacional. No obstante,
desde este organismo se implementaron planes, programas y proyectos, modali-
dades que caracterizaron hacia adelante las Polícas Culturales en los Planes de
Desarrollo de las disntas administraciones, pues años después se proclamó la
Constución de 1991 vía asamblea constuyente, que dio paso de la Democracia
Representava a una Democracia Parcipava, por lo menos así se promulgaba
en su texto.
Este espíritu libertario y reivindicador de la Carta se hizo senr en el reco-
nocimiento de una Nación pluricultural y de regiones; el realce de los Derechos
Humanos y la parcipación ciudadana. Se consolidaron los Planes de Desarrollo
Cultural y la descentralización del manejo de las Polícas Culturales a través de
entes a nivel departamental, distrital y municipal, como a nivel nacional se ins-
tauró el Sistema Nacional de Cultura que coadyuvó al surgimiento del Ministerio
Nacional de Cultura actualmente vigente.
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La realidad cultural del país acusa una fuerte presencia de la cultura regional
del Caribe colombiano, en una suerte de tropicalización de la sociedad nacional,
donde el personaje de la Costa ya caracterizado o ya caricaturizado está presen-
te en todas las producciones de los medios y se rescatan o visibilizan acuarelas
costumbristas de la región. Tal pareciera que la consideración Caribe del país no
tomara sólo a la Costa Norte, sino a la condición bordeante del país en la cabece-
ra norte del sur del Connente Americano.
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Arculo
R e c i b i d o : 0 2 / 1 0 / 2 0 2 0
Aceptado: 03/12/2020
FRONTERAS Y FORTIFICACIONES EN LA PENÍNSULA DE
LA GUAJIRA DURANTE EL SIGLO XIX
Carmen Laura PAZ REVEROL*
RESUMEN
El sistema de forcaciones distribuido en las afueras de Sinamaica constuyó
un espacio de avanzada del Estado venezolano que tenía como propósito servir
de área defensiva ante cualquier posible ataque de los wayuu o guajiros. La -
nea constuyó un intento de crear un prudente espacio donde los pobladores
de Sinamaica pudieran comerciar con los indígenas y gozaran de garanas así
como de seguridad personal. Esta invesgación fue realizada a parr de fuentes
documentales localizadas en el Acervo Histórico del Estado Zulia. Se elaboró una
reconstrucción histórica ulizando los aportes teóricos que desde la Antropología
se han elaborado en relación con las nociones de idendad de los grupos étnicos.
Palabras clave: forcaciones, Guardias de Afuera, Línea de Sinamaica, wayuu,
Venezuela.
FRONTIERS AND FORTIFICATIONS IN THE PENINSULA OF
LA GUAJIRA DURING THE XIX CENTURY
ABSTRACT
The system of forcaons distributed on the outskirts of Sinamaica constuted
an outpost of the Venezuelan State whose purpose was to serve as a defensive
area against any possible aack by the Wayuu or Guajiros. The Line was an at-
tempt to create a prudent space where the Sinamaica people could trade with in-
digenous people and enjoy guarantees as well as personal security. This research
was elaborated from documentary sources located in the Archivo Histórico del
Estado Zulia. A historical reconstrucon was carried out using the theorecal con-
tribuons from Anthropology have been elaborated concerning the noons of
identy of ethnic groups.
Key words: forcaons, Outside Guards, Sinamaica Border, Wayuu, Venezuela.
*Universidad del Zulia. Facultad Experimental de Ciencias. Departamento de Ciencias Humanas. Uni-
dad de Antropología. Correo electrónico: carmen.paz@fec.luz.edu.ve
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INTRODUCCIÓN
Después de 1830 el gobierno venezolano creó sios de control militar diri-
gidos a garanzar el resguardo de los poblados no indígenas de los ataques de
los wayuu, tal era el caso de la Villa de Sinamaica cuya existencia data desde el
periodo colonial (1774). El sistema de forcaciones distribuido en las adyacen-
cias de Sinamaica cuya avanzada militar era las Guardias de Afuera, tenía como
propósito servir de área defensiva ante cualquier posible ataque de los wayuu.
La Línea de Sinamaica, era un espacio que abarcaba quince kilómetros, cons-
tuyó en el siglo XIX un intento de crear un prudente espacio donde los pobla-
dores de Sinamaica pudieran comerciar con los wayuu y gozaran de garanas así
como de seguridad personal; si un wayuu aspiraba a llegar a Maracaibo, debía
obtener su debido pasaporte.
Las forcaciones y Línea de Sinamaica establecieron una frontera discrimi-
natoria y separasta con los wayuu; la prácca distaba signicavamente de los
argumentos ulizados para la “reducción y civilización” que se proponía en ese
momento. Para lograr resultados parciales era necesario ajustar medidas y crear
otras. En síntesis, ninguna sasfacía a los actores sociales que convivían en el
delimitado territorio. En torno a este esfuerzo se evidencia la opinión y temor
que autoridades y vecinos tenían a los wayuu. Los variados fundamentos uliza-
dos en las comunicaciones e informes evidencian, en el caso wayuu, la profunda
enemistad o resenmiento con los “españoles” o alijuna, quienes en su relación
con los indígenas, ulizaban práccas represivas y las dádivas para subsanar los
agravios. Reconstruir los disntos esfuerzos para reglamentar y hacer cumplir las
disposiciones de control solo reforzaban la idea de las dicultades para lograrlo.
(Paz Reverol, 2017: 194)
LAS GUARDIAS DE AFUERA COMO SITIO DE FRONTERA
CON LOS WAYUU.
El sio de las Guardias de Afuera se localizaba a unos diez kilómetros de la
Villa de Sinamaica. Durante el gobierno monárquico funcionó en Sinamaica una
colonia” militar, con la nalidad de “poblar la comarca y atraer a los goajiros,
estaba subvencionada por el gobierno español, y custodiada por una fuerza mili-
tar, cuyos jefes asumían el carácter de capitanes pobladores” (El Zulia Ilustrado,
1890:192).
En 1830 fue comandada por Juan Macpherson; esta forcación tenía como
principal propósito controlar las incursiones de los wayuu sobre los criollos o
no indígenas, regular el comercio, mediar los conictos entre los indígenas y los
pobladores de Sinamaica e impedir robos de besas y ganados. El Gobernador
de la Provincia de Maracaibo en ocio de 12 de marzo de 1833, informaba al
Ministro del Interior y Juscia sobre las forcaciones que intentaba construir
en Sinamaica para defenderla de las amenazas de las incursiones de los wayuu,
una era la Casa fuerte en las Guardias de Afuera y la otra sería construida en el
Mojan. (M.R.E. tomo 248, expediente 1).
La Comandancia de las Guardias era el puesto de avanzada de las autoridades
venezolanas que protegía a Sinamaica, población de origen hispano, y que desde
1792 se incorporó a la jurisdicción de la Capitanía General de Venezuela. Según
las fuentes del periodo las Guardias de Afuera se ubicaba al norte y a distancia de
tres leguas de Sinamaica “y una de la mar, por el norte y por el sur erra, a unas
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600 varas puerto arroyo que lo comunica con la mencionada lagunita, ranchería
de los Robles, de Morita y del Barro en la Boca, que está también dentro del
agua, con el limón en San Rafael”. (Benites, 1975:25).
En cuanto a las construcciones de las obras se planteó entre 1839 y 1843
el establecimiento de un caserío y de un canal, este úlmo desde la casa fuer-
te hasta el mar para precaver las agresiones de los guajiros
1.
El establecimiento
del caserío no era considerado embarazoso para las operaciones militares y “era
de suma conveniencia pública” según el informe de fecha 18 de julio de 1839,
dirigido al Presidente de la Diputación Provincial, por lo tanto, se espuló la de-
lineación y demarcación de las casas y calles principales (A.H.Z. año 1839 tomo
9, leg. 26, fol. 335).
Para la realización de las obras forcadas se contaba con la ayuda de los
vecinos, pues consideraban sus vidas y propiedades estaban amenazadas por
los wayuu
2
. En efecto, se habían producido “unos asaltos de los indios en Caño
Hondo (posiblemente eran los cocinas
3
), y ya los guajiros disponían de la batalla,
para lo cual se habían reunido 10 parcialidades y contaba con dos cañones pro-
cedentes de un buque inglés anclado en la costa”. (Ojer, 1983:446). Este detalle
preocupó a las autoridades venezolanas por la posibilidad de que Inglaterra, u
otra potencia, intentara establecerse en la guajira; de esta situación ya habían
precedentes de allí que se juscaran los intentos de forcación.
Vale referir que el espacio controlado por el Estado venezolano llegaba has-
ta las Guardias de Afuera, de allí que se explique los intentos de establecer un
caserío para aprovecharlo en benecio propio y apacentar el ganado con más
seguridad en la extensión de terreno entre Sinamaica y las Guardias que produ-
ce los mejores pastos de Sinamaica”. Era un proyecto que permia la cercanía al
comercio wayuu, que era lo que sostenía al vecindario de Sinamaica:
los nuevos pobladores tendrán las ventajas de comunicarse por agua con esta
capital (Sinamaica), en razón de que esta está casi en contacto con la casa fuerte
del caño Morita que me he interesado en hacer limpiar en los términos de hacer
comunicable por pequeñas embarcaciones con el río Limón que desemboca en
este lago”
4
.
La idea del gobierno y en especial de las autoridades de Maracaibo era avanzar
sobre el territorio Guajiro, objevo que logra a nales del siglo XIX cuando fundó
Paraguaipoa
5
. La intensión estuvo dirigida a avanzar tres o cuatro leguas más de las
Guardias de Afuera en el sio estrecho llamado “Parauja distante tres o cuatro leguas
de las Guardias de Afuera” y por consiguiente “más al interior de la Guajira con lo que
lograría la segura posición de una gran parte del territorio guajiro que hasta hoy sólo
pertenece nominalmente a Venezuela” (A.H.Z. año 1839 tomo 9, leg. 26, fol. 335).
1 Comunicación de Henrique Weir Comandante de las Guardias de Afuera y Director de la Obra que
se proyectaba dirigida al Gobernador de la Provincia en 10 de febrero de 1839. Archivo Histórico del
Zulia, en adelante: A.H.Z. año 1839 tomo 9, leg. 26, fol. 335.
2 El Gobernador de Maracaibo dando parte de que trata de hacer en Sinamaica, costeadas por los ve-
cinos con el objeto de asegurar sus vidas y propiedades amenazadas por los guajiros”. Ministerio de
Relaciones Exteriores, en adelante: M.R.E. Expediente tulado “1833. Indígenas. Interior. “Reducción
y Civilización de Indígenas Zulia”. Tomo 248. Exp. 1
3 Los cocinas o kusinas, en la documentación de la época eran llamados de la primera forma.
4 Comunicación del Gobernador de la Provincia dirigida al Secretario de Guerra y Marina que inserta
comunicación de Henrique Weir encargado de la Forcación de Sinamaica en fecha 4 de marzo de
1839. (A.H.Z. año 1839 tomo 9, leg. 26, fol. 335).
5 Decreto 2249 bajo el mandato de Guzmán Blanco del 12 de noviembre de 1880 por el que se
ordena trasladar la Capital del Territorio Guajira al punto denominado Paraguaipoa. (En: Revista Res-
puesta, 1982: 36)
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Los labradores del río limón, en memorial dirigido al Gobernador, expresaban
el peligro en que se encontraban de ser atacados por los wayuu y piden que se
les prohíba el paso del mencionado río (M.R.E. 1833. Tomo 248. Exp. 1). En cam-
bio los vecinos de Sinamaica se oponían a tal prohibición ya que sus habitantes
eran comerciantes y requerían de los productos que les permutaban los wayuu,
así mismo obtenían peones para sus haciendas. Estas posiciones encontradas,
obligaron al Gobernador decidirse por la forcación de Sinamaica para no pro-
hibir el acceso de los wayuu pues se consideraba que con el comercio y el em-
pleo en calidad de trabajadores, se fomentaba su reducción y civilización (A.H.Z.
año 1839 tomo 9, leg. 26, fol. 335).
Por un lado, se obtenían versiones de preparavos de ataques por parte de
los wayuu; por otro lado, se fomentaba el comercio de ganados con los mismos,
según informes del Gobernador de la Provincia de Maracaibo en fecha 24 de
junio de 1833, en octubre del mismo año ya estaba casi construida la casa fuerte
del río Socuy (A.H.Z. año 1839 tomo 9, leg. 26, fol. 335).
En una comunicación dirigida al Comandante de Armas de la Provincia, Sr.
Antonio Paredes, por el Sr. Gobernador de la Provincia se consultan varias re-
soluciones del Presidente de la República sustentadas en los informes que ha
emido el Gobernador de Maracaibo acerca de los desórdenes que cometen
los guajiros en las personas y propiedades de los vecinos de la Villa de Sinamai-
ca”, se dictaminaba entre estas resoluciones que “se refaccionen las estacadas y
demás obras de forcación que tenía aquella Villa y se restablezcan los puntos
avanzados conocidos como las Guardias de Afuera” (A.H.Z. año 1839 tomo 9,
leg. 26, fol. 335). En tal virtud, la Comandancia de Armas se encargó de formar
los presupuestos a que ascienden los reparos que se realizarían en Sinamaica
conforme a la resolución mencionada (A.H.Z. año 1839 tomo 9, leg. 26, fol. 335).
Esta solicitud fue urgida por incremento de las incursiones de los cocinas en 1834
en el área del Limón y en las inmediaciones de Sinamaica.
En vista de la ausencia de estrategias efecvas que garanzasen el resguardo
de la población de los ataques cocinas se ordenó construir otros fornes y ade-
más los vecinos ofrecieron construir otra en el Pardo del Moján distante cinco
leguas de las Guardias. Era muy importante crear en este punto un reducto por
las arremedas que hacían los cocinas en el limón, el cual era vital para los labra-
dores y ganaderos de ese espacio
6
. Estos presupuestos abarcarían la construc-
ción y reparos siguientes: construcción de las Guardias, de las Guardias a orillas
del mar y en Sinamaica y las Guardias; el costo sería un total de 2191 pesos y
así mismo se previó la candad de los milicianos que la ocuparían (A.H.Z., 1834,
tomo 1, legajo 3, folio 46).
En un informe dirigido al Sr. Gobernador de la Provincia de Maracaibo por el
Juez Parroquial, José Manuel González, quien realizaba un balance de la impor-
tancia de las Guardias de Afuera desde 1834 a 1837, señalaba:
Cuando por el año 1834, según [organismos] de la Gobernación
se mandó a establecer las Guardias del Limón con 25 hombres...
se disminuyó entonces al de 13, porque el estado de las cosas, me-
nos crícas que en el día, no demandaban como hoy tan imperio-
samente aquella fuerza. Por el año 35, a causa de los trastornos
públicos de esa capital fue rerada para recurrir a la defensa co-
mún en aquella época, pero con cargo de restuirla a su primivo
desno, luego que lo permiese la indicada necesidad como es
6 Comunicación del Comandante de Armas de la Provincia José Antonio Paredes al Gobernador de la
Provincia. Maracaibo, 17 de enero de 1834. A.H.Z., 1834, tomo 1, legajo 3, folio 46.
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constante... La impunidad de los salvajes cocinas que velan cons-
tantemente en aceptar sus pérdos ros a aquellos pacícos la-
bradores, hoy más protegidos de otras poderosas circunstancias,
demandan este pronto remedio, poniendo en término a los males
que se les han ocasionado, y que dolorosamente les coloca al bor-
de de un peligro inminente. Por tanto, permítame Us. encarecerle
de nuevo el restablecimiento de la Guardia del Limón al máximun
de fuerza posible, compables con toda la seguridad de esta pa-
rroquia a que debe ocurrirse en cuanto dependa de las facultades
del gobierno y según la importancia de los puntos forcables.
7
Aquí se puede detectar la incidencia de las coyunturas polícas de la Provin-
cia en relación con el despliegue de la fuerza militar sobre los wayuu y cocinas;
igualmente se afectaban los intereses económicos de la región lo que propiciaba
diferentes reacciones de los wayuu.
En los momentos en que la Guarnición no podía prestar los auxilios para la
defensa, los vecinos de Sinamaica tenían que actuar por su cuenta. Asunto que
fue regulado en la ley de 1840 ya mencionado y que causó descontento en los ve-
cinos los cuales estaban acostumbrados a tomar la juscia en sus manos. A parr
de esta medida las autoridades estaban encargadas de la defensa y la juscia en
ese espacio. En estos primeros años, la situación en Sinamaica y las Guardias de
Afuera era bastante compleja por los actores que interactuaron en este espacio:
con modos de vida muy diferentes y con relaciones desiguales, lo cual provocaba
abusos de poder, tanto de los vecinos de Sinamaica y autoridades. Era muy dicil
armonizar la relación cuando se dejaba en manos de los vecinos al ir a acometer
a los wayuu, las disposiciones locales expresaban que si los vecinos consideraban
“necesario entretanto para su seguridad el auxilio de algunas armas y municio-
nes para proporcionársela, siempre expresa autoridad se obliga a disponer de la
seguridad y conservación de estos efectos” (A.H.Z. 1840, tomo 3, legajo 3).
Los vecinos argumentaban las razones de su desacuerdo con el rero de la
fuerza de la línea de Sinamaica: la población quedaría expuesta“a los salteadores
de la guerra, el obcecado guajiro, su común enemigo” además consideraban que
“siendo este punto el de contacto, verdadero marcial de ella, con aquella feroz y
belicosa potencia”. Aún prescindiendo “de la estrategia de la imponente aptud
de llamar ellos la atención sobre la línea, invadirnos por la mar, entre cuyos pun-
tos hay una legua desierta, permítasenos decirlo, no es racional ni prudente”. Es
por ello que los vecinos solicitaban el aumento de la milicia para su protección y
defensa ya que “la sola fuerza pública compuesta de estos vecinos, pudiera ser
un baluarte, pues, como es que ellos viven substraídos a sus trabajos agrestes, de
agricultura y ganadería, o ya otros en las familias en perfecta orfandad; resulta
que aquí el mal existe siempre en todo su vigor y fuerza”
8
.
El papel de Forcaciones era garanzar la fuerza militar para defenderse
de las rebeliones wayuu; en los momentos de mayor auencia, las autoridades
estaban prevenidas y dispuestas a actuar. En comunicación del Juez de Paz
Pedro Morales al Sr. Gobernador Jefe Superior de la Provincia en fecha 9 de julio
de 1839 le solicitaba el aumento de la fuerza de 15 a 25 hombres, “con movo
del numeroso concurso de guajiros que vienen diariamente con sus comercios”
se temía un posible ataque, se argumentaba entonces lo necesario de la fuerza
“hasta tanto cambie el aspecto de ellas, como una medida que se cree forzosa,
7 Comunicación de Juez Parroquial 2º en Ejercicio José Manuel González al Gobernador de la Provin-
cia en fecha 29 de diciembre de 1837. A.H.Z. Año 1837, Carpeta 2.
8 Representación de los vecinos notables de esta parroquia al Sr. Gobernador Jefe Superior Políco
de esta Provincia. A.H.Z. 1840. tomo 3, legajo 3.
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de pura precaución y conveniencia, pues enendo que aquel jefe el Coman-
dante de las Guardias- ya la misma solicitud a la Comandancia de Armas para
que provea a ellas por ambas potestades (A.H.Z. 1840, tomo 3, legajo 2.). En
tal circunstancia se consultó al Secretario de Estado en el Despacho del Interior
y Juscia sobre la inconveniencia de rerar la Caballería de Sinamaica, ante lo
cual dispuso que el gobierno no conviene con esta propuesta y dispone que el
expresado piquete se rere inmediatamente del (..) puesto que a la fecha debe
estar concluida la casa fuerte de las Guardias de Afuera” situada a dos leguas
9
.
A pesar de los esfuerzos los vecinos se mostraban inconformes; esta forca-
ción era muy pequeña y no abastecía sus necesidades, constantemente experi-
mentaban en sus haciendas “las depredaciones” realizadas por los ”indios (guajiros
y cocinas)”. Consideran que dicha guarnición no contribuía al objeto de resguardar
sus intereses porque era incuesonable que la posición aislada y permanente que
ocupa aquella fuerza, reducida a sólo el punto que guarnece no le permite atender
ecazmente la vigilancia que requiere el cuido de los ganados, siendo una de las
principales miras del establecimiento”. Por lo tanto requerían de una medida más
ecaz para evitar las incursiones de los indígenas, ya que los vecinos “no pueden
escudarse con otro medio, que el de repeler en lo posible las agresiones: la fuerza
por la fuerza; por una justa represalia del Derecho natural y el de gentes asesinan-
do lo que pueden para haber de contenerles o imponerles algún respeto antes que
dejarse sacricar por sus fortunas (inermes) como fríos espectadores, mediante el
aislamiento de aquella fuerza armada”
10
. La respuesta wayuu tampoco se hacía
esperar, ya que según sus leyes si un meszo o blanco atropellaba o no cumplía con
una obligación, todos los blancos podían ser amenazados y atacados, los robos de
ganado o los asesinatos era la aplicación de este principio.
Se aprobaron medidas gubernavas para prohibir el paso dentro de la Línea
de Sinamaica, este espacio estaba comprendido entre Sinamaica y las Guardias
de Afuera y sólo estaba desnado a los vecinos de Sinamaica y los indígenas que
aceptaran “reducirse” y acogerse a las leyes del gobierno venezolano; la autoridad
civil debía “vigilar el estricto cumplimiento de esta medida con la ayuda del Co-
mandante Militar, la divergencia que muchas veces se presentó entre estas auto-
ridades impedía el efecvo cumplimiento de estas disposiciones. Para aumenta el
control se reglamentó que los indígenas que venían de la guajira a comerciar, sólo
podían hacer sus transacciones fuera de la línea. En una comunicación del Juez
de Paz, José R Herrera dirigida a Juan Macpherson, Comandante de las Guar-
dias de Afuera, le refería que el Sr. Miguel Quintero le había informado que “una
parda de indios, seguramente con el consenmiento de usted ha traspasado sus
comercios a estacionarse en el sio de Matapalo” que era contraria a la disposición
mencionada”, con tal movo, le ordenó se sirviera “hacer que inmediatamente
estos indios se devuelvan al punto que deben ocupar fuera de la línea, y que les
está jado para emprender sus negociaciones” (A.H.Z.1840, tomo 3, legajo 2). Esto
no detuvo la auencia de los indígenas que se presentaban a las Guardias a comer-
ciar e igualmente otros con el pretexto de avecindarse en estos lugares con sus
haciendas”
11
. Los intentos de residencia provocó mayores inconvenientes por el
control de las erras y su usufructo para las acvidades agropecuarias.
9 Comunicación del secretario del Interior y Juscia al Gobernador en fecha 11 de junio de 1839.
A.H.Z. 1840, tomo 3, legajo 2.
10 Comunicación del Juez 1ero de Paz de la Parroquia al Gobernador de la Provincia en fecha 13 de
diciembre de 1839. A.H.Z. 1840, tomo 3, legajo 2.
11 Comunicación del Juez de Paz al Gobernador de la Provincia en fecha 26 de junio de 1839. A.H.Z.
1840, tomo 3, legajo 2.
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A pesar de la instrucción, con frecuencia las parcialidades evadían el punto
y llegaban a Sinamaica por las orillas del mar, por lo que se escapaba el control
de las manos de las autoridades y los indígenas se exponían a “la mala fe” de los
Vecinos de Sinamaica, lo demuestran varias comunicaciones emidas al Gobier-
no de la Provincia y al poder Ejecuvo. Igualmente el conicto se manifestaba
por parte de los vecinos cuando las autoridades militares querían monopolizar el
comercio con los wayuu, lo cual no les estaba permido.
En una comunicación del Juez de Paz emida al Sr. Gobernador de la Pro-
vincia en fecha 22 de febrero de 1839, le informaba que se habían presentado
los Vecinos a su despacho querellándose contra el Subteniente encargado del
punto de las Guardias de Afuera, Sr. Cruz Jiménez. Así mismo le inserta una
carta dirigida al Sr. Comandante de Operaciones, en fecha 16 de febrero de 1839
exponiéndoles los movos de la protesta, al parecer de los vecinos, el actual
encargado de las Guardias de Afuera, luego que se presentaron unos indígenas a
comerciar, “los llamó por el lenguaras –interprete de la lengua Wayuu- para cele-
brar el comercio como se vericó, meendo los indios en su casa, no permien-
do que ningún vecino llegase a sus inmediaciones; y si algún vecino hizo negocio
fue porque los indios se introdujeron ocultos” (A.H.Z. 1841, tomo 14, legajo 15).
Así mismo, la autoridad civil acreditó su versión por medio del intérprete.
Uno de los vecinos, el Sr. Juan Guerra, se presentó nuevamente a quejarse del
referido Sr, Cruz Jiménez, quien lo “recibió con insultos graves y palabras indeco-
rosas, por lo que, se puso a disposición del Juzgado de Sinamaica”, igualmente,
le comentó el vecino Guerra que el Comandante connuaba comerciando con
los indígenas: habían “llegado unos indios que actualmente viven cerca de las
Guardias, y entre ellos uno llamado Rafael... el citado Sr. Jiménez gracó al indio
mencionado con tres y cuatro botellas de aguardiente, y unos platos para que el
indio le vendiera lo que traía de comercio, que al siguiente día, el indio no quiso
venderle al indicado Jiménez”. Este tomó represalias contra Rafael y le quitó un
caballo dejándolo en depósito, por lo que adolecido el indígena se quejó al Sr.
Juan Guerra, quien era anterior Juez Parroquial. No obstante, le recomendó que
pasara a la Villa y se quejara al Comandante Macpherson. Ante tantas persuasio-
nes de Rafael, Cruz Jiménez accedió a devolverle el mensaje, pero “le quitó un
fusil y le dejó embargado” (A.H.Z. 1841, tomo 14, legajo 15).
En cuanto a la divergencia entre autoridades civiles y militares, el Comandan-
te Macpherson tuvo que tomar las medidas convenientes para allanar las dife-
rencias; “habiéndose presentado el citado Jiménez, expuso que había compare-
cido ante el Juzgado” consideraba que no debía responder a la queja referida,
porque no consideraba al Juez una “autoridad competente”. El Comandante de
Armas de la Provincia decidió remir el caso al Juez de Paz de Sinamaica a “n
de evitar para lo sucesivo las discusiones que suelen sobrevenir allí originadas de
la competencia y celos que procuran concurrir a negociar con los indios por indi-
viduos de aquel destacamento” (A.H.Z. 1841. tomo 14, legajo 15.). Cabe desta-
car que las autoridades encargadas de tomar decisiones sobre el territorio y los
problemas que se presentasen eran el Gobernador de la Provincia, en acuerdo
con el Ministerio del Interior y Juscia; y cuando eran referidas a la forcación
y rebeliones parcipaba en el control de las mismas, la Secretaría de Guerra y
Marina. De allí la divergencia entre la Comandancia de Armas que ejecutaba las
decisiones del Despacho de Guerra y Marina, el Comandante de la Guarnición
de Sinamaica debía ejecutarlas. Por otro lado, el juez de paz seguía instrucciones
de los poderes civiles. No obstante, en las altas instancias se revelan las medidas
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generales y las diversas comunicaciones entre las instancias para comunicar las
medidas; sin embargo, el mayor peso de responsabilidad recaía en las autorida-
des acantonadas en el espacio quienes conocían muy de cerca la realidad.
La estrategia militar en caso de defensa de los ataques Wayuu sería:
La Guarnición situada con el parque en este lugar defendería me-
jor la línea que verdaderamente es la (base) de operaciones la
que forma el Río Socuy, protegería el vecindario, auxiliaría con el
destacamento (avanzado) en las Guardias de Afuera, y también
podría proteger las haciendas de ganado; colocada en las Guar-
dias de Afuera sólo contendría un ataque que se hiciese por el
camino real, lo que no es presumible, y defendería las haciendas
pero dejando la Villa y el Socuy expuestos a todos los ataques que
se hiciesen por los ancos: por otra parte el parque en aquel lugar
no sirve de nada, pues que la tropa ene sus armas, y el vecinda-
rio tendría que atravesar (inerme) por los puntos (enemigos), en
el acto de ataque, a buscar recursos para sostener la población
12
.
En esta misma comunicación el Juez de Paz de Sinamaica solicitaba el replie-
gue de fuerza militar hacia Sinamaica, en contestación se dispuso por orden del
Comandante de Armas de la Provincia el repliegue de fuerza militar hacia la Villa
en fecha 18 de enero de 1840, “permaneciendo en ella todo el parque”, a conse-
cuencia de los informes emidos desde esa parroquia acerca de la tentava que
proyectaban los indios contra la Villa”. Los mecanismos de seguridad descansa-
ban entonces en la colaboración de los vecinos, la fuerza militar y otras medidas
de seguridad (A.H.Z. 1840, tomo 3, legajo 2). Entre ellas podemos mencionar
la colaboración del Casllo de San Carlos en el cual un ocial de dicha fortaleza
iba estaría atento para que en caso de “necesidad (ocurra) a esa Villa hasta con
la mitad de la fuerza que ene a su disposición“ (A.H.Z. 1840, tomo 3, legajo 2).
También se mencionaba la conveniencia de mantener en Sinamaica un piquete
de Caballería como:
...la fuerza más ecaz, así para proteger la infantería en caso de
Comunicación contra la horda numerosas de salvajes que vienen
siempre a caballo y perseguirlas hasta una buena distancia del
pueblo, como para rondar connuamente las sabanas con el n
de evitar los pequeños robos de reses que algunos de ellos come-
ten ocultamente a favor de la noche o la soledad en los puntos
rerados de la Villa y las Guardias de Afuera, y que no pueden
impedirse de otro modo (A.H.Z. 1840, tomo 3, legajo 2).
En comunicación dirigida al Secretario de Estado en los Despachos de Guerra
y Marina por el Sr. Gobernador de Maracaibo en fecha 21 de abril de 1840, los
vecinos solicitaban cambio de autoridades en la Villa de Sinamaica. En este caso
se solicitaba el nombramiento del Comandante Manuel Jiménez en lugar del
Comandante Juan Macpherson
13
. Las comunicaciones informaban los asuntos
ocurridos en la Villa de Sinamaica y las Guardias de Afuera, estos constuían
asuntos vitales de Estado. Por esta circunstancia, los Secretarios del Interior y
Juscia y el de Guerra y Marina se mantenían al tanto de la situación y tomaban
las medidas de seguridad sugeridas por las mismas autoridades locales conoce-
doras de la situación compleja de ese espacio.
12 Comunicación del Juez 1º de Paz Pedro Morales al Gobernador de la Provincia. Sinamaica, 11 de
enero de 1840. A.H.Z. 1840, tomo 3, legajo 2.
13 No se maniesta en la comunicación las razones para solicitar el nombramiento, sólo se mencio-
naban las cualidades y actudes del Coronel Jiménez tal como expresa el Gobernador: “Por úlmo
respecto a la solicitud del Coronel Jiménez, diré a usted que lo conozco por un ocial de valor y buena
conducta, y de los necesario conocimientos en el arma de caballería a que pertenece, que además es
notorio que ene en Sinamaica una hacienda de ganados, como lo aseguran las peciones”. A.H.Z.
1840, tomo 3, legajo 2, folio. 76v-77.
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Ante el temor de los ataques de los wayuu, los vecinos de Sinamaica deman-
daban en 1841 aproximar más sus habitaciones a la casa fuerte. Exponían que
estando jada el área de 150 varas castellanas para la plaza de aquel caserío en
las que deben contenerse los edicios públicos” se solicitaba que se redujera di-
cho ámbito “a 120 o 125 varas que serán sucientes para atender a aquel objeto,
pudiendo ellos ocupar lo (excedente) de el área, que no obstante también no
embarazará su extensión para las operaciones militares”. Por úlmo, buscaban
que las calles se delineen, atravesadas frente a la fortaleza con el ancho nece-
sario, dejando en el centro su bocacalle que conduzca a la plaza
14
.
Fundaban su gesón en las condiciones seguras y favorables de la nueva
demarcación “porque ofreciendo ella mejor situación y arreglo al caserío, ni em-
barazan las operaciones militares, asegurando ecazmente la vida e intereses de
sus habitantes” a esto se añadía la necesidad de “abandonar las actuales casas
que se han hecho inhabitables por la constante inundación de las salinas que
las han imposibilitado absolutamente, y conviréndolas en lodazales altamente
perjudiciales a la salud, según los frecuentes ejemplares de enfermedades que
ocurren” (A.H.Z. 1842, tomo 11, leg. 9, fol. 55).
El Gobernador emió dos comunicaciones, una al Comandante de la Línea
de Sinamaica y al Alcalde Parroquial, en fecha 12 de febrero de 1842 sobre el
parcular. En cuanto a la primera solicitud de que el área sea de 150 varas de-
signadas para la plaza de la población allí demarcada y se reduzcan a 120 o 125
varas nada resolvió
...porque el caserío no podía aproximarse a la casa fuerte sin em-
barazar la defensa de esta, mayormente cuando por la ordenanza
sólo con orden parcular del gobierno puede permirse casas u
otros edicios en la circunferencia y distancia de mil quinientas
varas de la fortaleza (A.H.Z. 1842, tomo 11, leg. 9, fol. 55).
Respecto a que las calles se delineen atravesadas frente a la fortaleza, de-
jando en el centro una calle que conduzca a la plaza se creyó que construyén-
dose las casas en los demás frentes de la fundación que miran a la casa fuerte
principalmente en la parte (S.L.E) de aquella, se salva la dicultad que tocan los
vecinos para situarse en el lado N.E. en el cual siempre exisría el inconveniente
representado aún cuando se redujera la plaza al círculo de 120 varas”. De tal
forma que los vecinos estaban ubicados a N.E del caserío, se creía conveniente
que podían situarlas de modo que se prolonguen hacia (S.S.E.) y en una “línea
de cables atravesados como lo desean” y así evita reducir la capacidad de la plaza
para la defensa (A.H.Z. 1842, tomo 11, leg. 9, fol. 55).
Se dispusieron adicionalmente otras medidas que permieron resguardar el po-
blado: evitar el pase de vecinos fuera de la línea y en algunas circunstancias los atro-
pellos requerían de la intervención del Gobernador de la Provincia
15
. Las autoridades
militares sin embargo tenían su juscaciones en tales circunstancias para evitar los
desórdenes provocados por los desacatos de autoridad por parte de los vecinos
16
.
14 Comunicación de Juez Parroquial Pedro Morales en Ejercicio al Gobernador de la Provincia J.E.
Andrade en la cual le expone las solicitudes de los vecinos de las Guardias de Afuera. Las Guardias, 11
de diciembre de 1841. A.H.Z. 1842, tomo 11, leg. 9, fol. 55.
15 Comunicación del Juez Parroquial José Manuel González dirigida al Gobernador de la Provincia
en fecha 14 de sepembre de 1845 en la cual insertaba una nota del Juez de Paz de las Guardias de
Afuera en la que hacía de su conocimiento que un individuo “salió fuera de la guardia de este punto
solicitando unos burros de su propiedad, el señor Bartolomé Delgado, y aún cuando pasaba por dicha
guardia con los burros, le ha hecho la referida guardia cuatro ros, en términos de que las balas reba-
saron por los ranchos de los señores Timoteo Beltrán e Ignacio Travieso”. A.H.Z. 1845, tomo 1, leg. 2.
16 Con fecha 22 de sepembre de 1845 el Comandante le envió una nota explicava al Gobernador
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Para cumplir su labor sasfactoriamente requirieron refuerzos y materiales
para la defensa, se mencionaban la solicitud de hombres (relevo de los milita-
res de la fortaleza), caballos
17
, elementos de guerra como cañones (y sus úles
como las cureñas, carrella) y pertrechos e instrumentos de labor para mante-
ner el sio de avanzada. Es así como otros úles como cepo para las casa fuerte y
otros como “cuatro palas para abrir cacimbas de que proveerse de agua” y media
docena de “machetes para limpiar y despejar el frente de la fortaleza de cujizales
en que los indios cocinas se ocultan para hacer sus rapiñas
18
.
Incluso requerían de otros recursos para no perder de vista a sus enemigos
cordiales como “un anteojo de larga vista para las observaciones de los indígenas
de esta fortaleza al punto donde ellos (acampan) que es bien distante”; pues con
este instrumento ”pueden destruirse sus planes de ataque, con ancipación, y
no será tan constante las amenazas a que está sujeta esta guarnición”
19
. El tema
de estas arremedas era constante, se evidenciaba la superioridad del indígena
en número de hombres, armas y conocimiento del territorio.
En ocasiones, las autoridades recogían o expandían la fuerza militar en ese
espacio, se puede detectar la incidencia de los momentos de estabilidad o ines-
tabilidad en la provincia o en el país en relación con el despliegue de la fuerza
militar sobre los wayuu
20
. En este sendo, cuando se trataba de recoger reclutas
de Sinamaica para enviar al ejército a otro lado argumentaban las autoridades de
ese espacio que “nuestra población quedará en consecuencia converda en un
verdadero desierto, puesto que los individuos que componen esta tropa, son en
su mayor parte habitantes de esta Villa, y en ellos está basada toda la seguridad
de la población”. Es de hacer notar que este punto quedaría en espantoso aban-
dono en que va a quedar esta villa y el limón, estando situados entre Carabedes
y Seila, es decir, entre la sombría guajira y el caudaloso Socuy
21
.
El temor invadía los ánimos de las autoridades por los estragos que pudiese
causar en este pueblo la fuerza de los guajiros” añadían estos enen jurados un
eterno rencor contra nosotros, y entonces suelen desplegarle, cuando nos con-
de la provincia contándole lo sucedido de la manera de sigue “un vecino del caserío de estas guardias
ha pasado hoy contra las órdenes de este punto, a empo que hay muchos indios acampados al fren-
te, y despreciando las amonestaciones del Comandante de las Guardias y el mandato de a la espalda
de las cennelas ha rodeado por la calle de la vigía cubriéndose por la loma intermedia, y al reperle
las sentencias de la voz en alto eludiendo el cabo que iba con su (soldado)”. Todos los intentos de de-
tención fueron inúles, las autoridades consideraban que casos como este “pueden reperse porque
estos vecinos hacen poco alarde de despreciar la autoridad militar”. Por ello debía de impedirse la
“introducción de tal desorden “ para evitar “comprometerse esta guarnición y la tranquilidad pública
porque los indios al ver paisano sólo fuera de la línea, en su campamento puede atacarlo, ya por
resenmiento (...).A.H.Z.1845, t. 1, leg. 2..
17 Abundan innumerables documentos sobre la situación militar, caballería e infantería de las Guar-
dias de Afuera que evidencian la importancia que tuvo este punto, su análisis sería objeto de otro
estudio parcular sobre este tema.
18 Comunicación del Comandante de Armas de la Provincia Jn. Muñoz Tebar en fecha 2 de julio de
1849 al Gobernador de la Provincia. A.H.Z. 1849, t. 15, leg. 7.
19 Comunicación del Comandante de Armas del la Provincia al Gobernador de la Provincia en la que
inserta solicitud del Comandante de la línea de Sinamaica. A.H.Z. 1858, t. 5, leg. 14.
20 En comunicación del Comandante de Armas de la Provincia al Gobernador de la Provincia en nota
inserta del Secretario de Guerra y Marina con fecha 28 de abril de 1854 resuelve que se rere de la
Guarnición de Sinamaica el piquete de milicia “por ser innecesario y costoso” y que exigiera del Go-
bernador “la fuerza enteramente indispensable para la seguridad de la provincia” encareciéndole al
mismo empo que procure llevar el completo número de sus plazas las compañías de caballería e in-
fantería de las Guardias de Afuera. Esto con la nalidad de que “enviaran el número de reclutas para
completar los 80 hombres que deben completar la mandada a organizar por la provincia por el Su-
premo Poder Ejecuvo, pues hasta la fecha consta sólo de 24 plazas. A.H.Z. 1854, tomo 4, legajo 27.
21 Comunicación de Juez 1ero. de Paz José del Leal al Gobernador de la Provincia. Sinamaica, 3 de
agosto de 1854. (A.H.Z. 1854, tomo 4, legajo 27)
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templan agitados en nuestras revueltas interiores” (A.H.Z. 1854, tomo 4, legajo
27). El Gobernador entonces resolvió en fecha 29 de agosto de 1854 el regreso
del piquete de caballería y se enfazó en la permanencia del mismo en los años
siguientes. Había que considerar que la Parroquia de Sinamaica se hallaba dis-
tante de las Guardias de Afuera tres leguas, considerada distante para auxiliar en
caso de ataques indígenas de allí el requerimiento del piquete de caballería que
venía guarneciéndola desde hace años atrás
22
.
Ante esta situación se agregaba otro problema para las autoridades del go-
bierno central, el reemplazo de la fuerza permanente requerida para las opera-
ciones militares tanto de la provincia como para las del resto del país. Incluso,
con movo de algunos atentados comedos por los guajiros” que consideró el
gobierno debieron casgarse”, se dispuso que se formase “una expedición al
mando del Coronel Pantaléon Rodríguez hiciese aquella operación en la cual se
persuadió el gobierno tomarían parte muchos voluntarios como había acaecido
en otras ocasiones iguales; y esa medida ha fracasado igualmente, mientras que
para (guarnecer) esa provincia debe el gobierno proveer de tropa veterana o de
milicia de otras provincias”
23
. El Secretario de Guerra y Marina armaba que
“hace ya cerca de diez años que esa provincia no da ningún conngente para el
servicio público”. De tal manera que el Poder Ejecuvo ordenó al Gobernador a
la mayor brevedad el envío de ochenta hombres a la capital
24
.
Resolver la seguridad de los vecinos de Sinamaica y mantener el comercio
con los Wayuu exigía connuas medidas militares de control y protección. Es
evidente que las mismas fueron poco efecvas por la conveniencia de las partes
involucradas.
CONCLUSIONES
Detallar las dicultades por concretar los proyectos para resguardar la línea
y Sinamaica de los ataques Wayuu, ilustra la preocupación de autoridades y ve-
cinos por regular el comercio y garanzar la seguridad de la población. Sin em-
bargo, este distanciamiento” en el relacionamiento con el Wayuu reejaba un
desconocimiento de su modo de vida y un signicavo temor a los ataques.
Las fuentes documentales revelaron que el objevo de las disposiciones so-
bre “reducción y civilización” y control militar de los Wayuu tenían como objevo
central la intervención en la acvidad económica. Los esfuerzos para garanzar
la protección militar fueron infructuosos y paralelamente se reglamentó sobre
el comercio. El wayuu fue favorecido por la transacción mercanl y dominio del
resto del territorio, conservaba y fortalecía las peculiaridades culturales.
El control de recursos, fuentes de agua y territorio garanzó su existencia,
22 Comunicación del Gobernador de la Provincia al Comandante de Armas Enrique Luzón en fecha 31
de mayo de 1855 en la que le recomendaba con movo de la visita que tuvo el gobierno a Sinamaica
la medida de guarnecer la parroquia con un piquete de caballería. A.H.Z. 1855, tomo 3, leg. 19, folio
209.
23 Comunicación del Secretario de Guerra y Marina al Gobernador de la Provincia. Caracas, 21 de
julio de 1857. A.H.Z. 1858, tomo 7, leg. 30. Después de los sucesos de 1848 la provincia de Maracaibo
estuvo fue renuente a las guerras y a los procesos de recluta, es así como en los años siguientes se
coopera medianamente con hombres y elementos de guerra. Para mayor información véase a Dilian
Ferrer Maracaibo durante el gobierno de los Monagas. Relaciones de Poder y Autonomía 1848-1858.
24 Comunicación del Secretario de Guerra y Marina al Gobernador de la Provincia. Caracas, 21 de
julio de 1857. A.H.Z. 1858, tomo 7, leg. 30. En respuesta el Gobernador de la Provincia le dice que
a pesar de los inconvenientes que atañen medidas de esta naturaleza “procurará hacer el envió de
dichos ochenta hombres a la capital de la República con las formalidades prevenidas en la circular de
ese Ministerio de 27 de noviembre de 1856. Maracaibo 17 de agosto de 1857. Ibídem.
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fortaleció su idendad y cohesión social con una insignicante intervención de
las autoridades y vecinos, sin descartar las excepciones de algunos wayuu que se
asentaron en la línea para vivir y la gran mayoría que se vinculaban frecuente-
mente con los vecinos.
REFERENCIAS
BENITES, Rafael. (1975). “Recuerdos de mis Viajes a la Guajira y nocias recogi-
das de paso”. En: Vila, Marco Aurelio. La Guajira en 1874. Publicaciones
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indicaciones para su reducción y civilización”. Emida por el Ministerio
de Fomento del Estado Zulia, con fecha 25 de enero de 1874 a la Direc-
ción General de Estadísca de la República (versión corregida, ampliada
y aumentada). Director E.. López Rivas. Nro. 24. Maracaibo, 30 de no-
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ISSN 2660-9037
LA CONFORMACIÓN DE LOS SISTEMAS DE AUTORIDAD EN LA
SOCIEDAD DE AFRODESCENDIENTES DURANTE EL PERÍODO
COLONIAL EN EL SUR DEL LAGO DE MARACAIBO
Luis Alberto RAMÍREZ MÉNDEZ **
RESUMEN
En la presente invesgación se analiza el proceso de conformación de los sistemas
de autoridad, lo cuales fueron progresivamente fueron aceptados tanto por la
etnia de los hispano-criollos como de los afrodescendientes. En estricto sendo
el estudio se centra en la conformación de valores y la idencación de los roles
que desempeñaron la autoridad en la naciente sociedad que se conformó durante
los primeros siglos coloniales y que perduró con amplia aceptación hasta principio
del siglo XX.
Palabras clave: autoridad, afrodescendientes, Sur del Lago de Maracaibo, poder.
THE CONFORMATION OF THE SYSTEMS OF AUTHORITY IN
AFRO-DESCENDANT SOCIETY DURING THE COLONIAL PERIOD IN
THE SOUTH OF LAKE MARACAIBO
ABSTRACT
In the present research the process of conformaon of the systems of authority
is analyzed, which were progressively accepted by both the Hispano-Creole and
Afro-descendant ethnic groups. In a strict sense the study focuses on the forma-
on of values and the idencaon of the roles played by the authority in the nas-
cent society that was formed during the rst colonial centuries and which lasted
unl the beginning of the 20th century.
Keywords: autority, Afro-descendant, South of Lake Maracaibo, power.
*Este arculo es un avance del proyecto sobre el estudio histórico del sur del Lago de Maracaibo,
desarrollado en el Grupo de Invesgaciones de la Regiones Americanas adscrito al CDCH-ULA. Mérida
y a la sede Bobures de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt.
** Doctor en Historia por la Universidad Central de Venezuela. Invesgador del Grupo de Invesga-
ción de Historia de las Regiones Americanas (GIHRA) de la Escuela de Historia, Facultad de Humani-
dades y Educación. Universidad de Los Andes. (Mérida-Venezuela)
Arculo
R e c i b i d o : 1 3 / 1 0 / 2 0 2 0
Aceptado: 16/11/2020
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INTRODUCCIÓN
La conformación de esa nueva sociedad de afrodescendientes en los
valles de Castro, Bobures, Santa María, Tucaní, San Pedro y Mucutem es-
tuvo marcada por la cosmovisión que tuvieron los primeros grupos de
africanos que llegaron al territorio. Esa mentalidad determinó el estable-
cimiento de sistema de mando y obediencia, que funcionó internamente
en la población afrodescendiente y de manera paralela y simultánea con
los instuidos por la sociedad hispano-criolla, en el cual los afrodescen-
dientes designaron y reconocieron sus propias autoridades que debieron
cumplir con ciertos requisitos, los que tuvieron y enen profundas remi-
niscencias africanas.
En ese sendo, esa población esclavizada que constuyó un sector
subalterno
1
diferenciado e idencado por lazos de sangre y parentesco,
los que estuvieron asentados sobre tradiciones que se remontan a an-
cestros lejanos e inmediatos y de la misma forma en sus vivencias indivi-
duales y grupales desde la infancia y aceptadas en la edad adulta, las que
denieron su proceso de aculturación (Basde, 2005). La conformación
de esos lazos de parentesco entre los afroamericanos fue básica para es-
tablecer esas disnciones y también para subrayar las complejidades que
conllevan trazar el crecimiento de cualquier instución africano-ameri-
cana, sobre la que se estructuró el sistema de autoridad (Mintz y Prince,
2012; Wisnoski, 2014). Por esa razón, los esclavizados, al crear un nuevo
orden tuvieron que reinventar las normas que regían su vida social; dis-
nta al sistema tradicional, porque ningún grupo puede subsisr si no in-
venta normas de funcionamiento. Precisamente tuvieron que congurar
nuevas instuciones y sistemas precepvos (Flores Dávila, 2006).
En la presente invesgación se analiza el proceso de conformación de
los sistemas de autoridad, los cuales fueron progresivamente aceptados
tanto por la etnia de los hispano-criollos como de los afrodescendientes.
En estricto sendo el estudio se centra en la conformación de valores y
la idencación de los roles que desempeñaron la autoridad en la na-
ciente sociedad que se estructuró durante los primeros siglos coloniales
y que perduró con amplia aceptación hasta principio del siglo XX. El aná-
lisis se basa sobre la información obtenida en las fuentes documentales
que responsan en el Archivo General del Estado Mérida (AGEM); Archivo
Arquidiocesano de Mérida (AAM) y el Archivo General de la Nación Co-
lombiana (AGNC), a las que se agregan aquellas que muestran el proceso
de sincresmo religioso realizado por los afrodescendientes en el sur del
lago de Maracaibo, expresado en la organización y funcionamiento del
chimbánguele.
LA CONFORMACIÓN DE LOS ROLES DE AUTORIDAD EN EL SUR
DEL LAGO DE MARACAIBO
En la estructuración de ese sistema de autoridad intervinieron criterios so-
portados por la capacidad y pericia en el desempeño eciente de las faenas agrí-
1 “El asentamiento, crecimiento y consolidación de colonias europeas pobladas cada vez más por
africanos esclavizados y transportados dieron por resultado el establecimiento de sociedades profun-
damente divididas en cuanto a cultura, po sico percibido, poder y estatus. Por lo general, dichas
sociedades consisan en pequeñas minorías de europeos y sus descendientes, que ejercían el poder
sobre amplias mayorías de africanos y sus descendientes”. Mintz Sydney W, y Prince Richard, El ori-
gen de la cultura africano americana. México. Universidad Iberoamericana, 2012. pp. 48.
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colas, aunado a las que también se les reconoció de ser descendientes de linajes
con preeminencia social, o estar emparentados religiosamente (Blank, 1974), lo
que determinó la obediencia del colecvo. Además, la autoridad también se ci-
mentó sobre criterios de respetabilidad y honorabilidad, que en cierto sendo y
atendiendo a las modicaciones impuestas fueron convalidadas por los afrodes-
cendientes en el sur del Lago de Maracaibo.
Por esa razón, las guras del mayordomo y los capitanes se revelan con una
singular importancia en los valles en estudio, debido a que en las haciendas esta-
blecidas en la planicie lacustre se conformaron estructuras de mando, en las cua-
les fue común la existencia del propietario absensta, quienes habitualmente re-
sidían en Mérida o en la Nueva Zamora, mientras internamente en las unidades
de producción, los afrodescendientes estaban dirigidos por sus mayordomos.
En ese sendo, los mayordomos, estaban encargados de organizar, distribuir,
dirigir y supervisar directamente las faenas y labores en el contexto agrario en
que se desempeñaban. De hecho, asumieron la conducción de esa población
afrodescendiente y los regían en el cumplimiento de sus labores diarias, de sus
horarios de trabajo, establecían y hacían cumplir las obligaciones laborales y en
general mantenían el orden interno en las haciendas. Del mismo modo, los ma-
yordomos determinaban la candad de esclavos que integraban las cuadrillas,
distribuían sus faenas y les asignaban las diferentes labores, tales como la roza,
desmonte, recolección, descerezado del cacao, secado, empaquetado, al igual
que las tareas en los trapiches. Igualmente, los caporales cuidaban de la seguri-
dad de los esclavos, les proporcionaban alimentos, vesdos, enseres y utensilios.
Asimismo, los mayordomos vigilaban la conducta de sus subalternos y tam-
bién les aplicaban sanciones y casgos. En ocasiones los mayorales expresaron su
descontento por la ausencia de los trabajadores, tanto indígenas como afrodes-
cendientes quienes se habían fugado o bien estaban enfermos de calenturas, por
lo cual se les impedía cumplir con las labores, especialmente las de los trapiches,
en las que se requerían puntualmente el cumplimiento de las jornadas, porque
de lo contrario se perdían los cañaverales al no poder moler las cañas cuando
estaban más jugosas
2
. Igualmente, también expresaban su disgusto cuando te-
nían que dirigir a esclavos díscolos, sediciosos, inquietos y poco dados al cum-
plimiento de sus labores, por lo cual debían aplicar los correcvos y puniciones
necesarios
3
. El salario de los mayordomos era cancelado por los administradores
y fue ajustado en 1630, en setenta pesos anuales, que se pagaba fraccionado
4
.
Obviamente, la eciencia de los mayordomos dependía de su pericia en el
2 En ese sendo Sebasán Rodríguez, mayordomo de la hacienda de Torondoy, propiedad de Sal-
vador Trejo de la Parra, expresaba: “…que no le he podido dar de servicio a cañaverales por la mala
disposición que ene la jente unos siete u ocho huidos otros tantos malos de calenturas, sólo trabajo
de sinco así es y otros trabajando de disnta parte ahora bea y me la ajuste que podrá tener esto que
biene aser faltaron las armas…”. AGEM. Asuntos Diversos. T. VIII. 1664- 3 Pleito ordinario por el
capitán Salvador Trejo de la Parra contra el capitán Ignacio Pérez Cerrada sobre pedirle cuentas del
manejo de la hacienda de Torondoy, de que resultó alcanzado dicho Cerrada, en candad de pesos.
Carta del mayordomo Sebasán Rodríguez a Ignacio Pérez Cerrada. Torondoy, 25 de mayo de 1665.
. 89r-90r.
3 AGEM. Mortuorias. T. III. Mortuoria de Francisco Fernández de Ojeda. Carta de Francisco Fernández
de Ojeda al alcalde Joseph Rodríguez. Acequias, 22 de octubre de 1641. . 66r-v.
4 Pedro Bullanes, mayordomo de la hacienda del capitán Sebasán Rangel de Cuéllar, suscribió un
recibo en que hacía constar haber recibido: “... veinte y ocho pesos y dos reales, por otros tantos que
le dio orden Pedro de Rivas me diese por el resto de mi salario de siete meses que seral capitán
Sebasán Rangel en su estancia de cacao que ene en La Arenosa, los cuales ajustada cuenta a razón
de setenta pesos por el año con doce pesos que se me han entregado que todo monta cuarenta pesos
y dos reales.... AGEM. Mortuorias. T. II. Mortuoria de doña Isabel Cerrada y sus dos maridos. Recibo
de pago. San Antonio de Gibraltar, 4 de julio de 1630. f. 45r.
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ejercicio de sus labores y su conabilidad, tanto por parte de sus superiores je-
rárquicos como lo eran los propietarios y/o administradores, al igual que la de
sus subalternos, es decir los trabajadores libres, los esclavos, y su capacidad para
dirigirlos, lograr su concurso y la disposición para obtener un mayor rendimiento
en las faenas. De esa forma, los mayordomos y capitanes al desempeñar sus fun-
ciones de dominio, propiciaron entre la población que habitaba las haciendas un
sendo de obediencia y sumisión hacia ellos (Basde, 2005).
Los mayordomos eran depositarios de la mayor conabilidad de sus amos,
porque poseían la expercia, capacidad y destreza en el ejercicio de los procesos
agrícolas, en el transporte de los productos y en general en los procesos admi-
nistravos. Entre estas, les correspondía llevar la cuenta detallada de la produc-
ción de las haciendas para cual recurrían a implementos de contabilidad como
el “averará”
5
, con cuyo auxilio rendían prolijamente informes detallados sobre la
candad de frutos recolectados en las unidades de producción
6
y ecientemente
rendían los balances a los propietarios de las haciendas.
Por su parte, los capitanes dirigían las cuadrillas en tareas especícas, tales
como el deshierbo y limpieza de los árboles, la recolección del fruto, la siembra
de nuevos almácigos, es decir éstos estaban subordinados al mayordomo, pero
eran las autoridades que dirigían a una parte de los esclavos en las haciendas,
por tanto constuyeron una instancia intermedia entre los esclavos y el mayor-
domo
7
.
Aunque la cultura hispano-criolla, demostró un comportamiento delibera-
5 El averará era un instrumento de contabilidad, similar al quipú, fue descrito por el negro Domingo
congo, esclavo de la hacienda de el alférez Antonio Arias Maldonado, en la sabana del Espíritu Santo,
cuando dio las cuentas del cacao que había recogido para lo cual: “… tomó un averará y un pedazo
de caña y un palito ancho de troxas, que en todas hubo noventa señales, dijo que en cada señal se
entendía diez millares de cacao que era lo que se había coxido desde la embarcación pasada hasta
ahora unos cien millares de cacao poco más o menos…”. AGEM. Mortuorias. T VI. Mortuoria de An-
tonio Arias Maldonado. Inventario de la hacienda de la sabana del Espíritu Santo. La Sabana, 18 de
noviembre de 1658. f. 183r-v.
6 Esas funciones se pueden aprecian en las cuentas rendidas por el esclavo Juan Angola en la ha-
cienda del alférez Antonio Arias Maldonado en la Sabana del Espíritu Santo, que lo explicó en los
siguientes términos: “… el dicho Juan Angola sacó una cabuya larga y otra pequeña en que ambas
había ciento y sesenta nudos y dijo que cada uno se entendía y que en cada catuare eran seis millares
de cacao y que toda esta candad la había entregado en compañía de su compañero Domingo congo
a los mayordomos de Juan Sologuren, que ací lo acía por orden de Juan Sologuren = La cabuya peque-
ña que tubo diez y nueve nudos; que esta candad la había entregado el dicho negro Juan Angola al
dicho Juan Sologuren estando presente su compañero…”. AGEM. Mortuorias. Mortuoria del Alférez
Antonio Arias Maldonado. Inventario de la hacienda de la Sabana del Espíritu Santo. La Sabana, 16
de noviembre de 1658. f. 183v.
7 “Los mayorales y contramayorales nombraban a algunos esclavos como jefes de cuadrilla que se
encargaban de que todos los componentes de ese grupo cumpliesen las tareas encomendadas. Con
estos nombramientos y la parcipación directa de los esclavos en la organización laboral se estable-
cían unas jerarquías dentro de los ingenios y se conseguía dividir al grupo esclavo. Esta organización
en cuadrillas, en especializaciones de trabajo, creó en los ingenios una jerarquización marcada por los
amos”. Laviña Javier, “Comunidades afroamericanas. Idendad y resistencia”. En, Bolen Americanis-
ta, Nº 48, 1998. p. 146.; En ese mismo sendo, Herbert S. Klein arma que: “Todas las plantaciones,
cualquiera que fuera su producción o el tamaño, tenían una organización de trabajo muy similar. Los
trabajadores se agrupaban en cuadrillas en función de su edad y capacidades sicas, con indepen-
dencia del sexo. Estas cuadrillas de trabajo eran supervisadas por los responsables de esclavos que
mantenían las tareas runarias de trabajo y la administración con la ulización de lágos, creando
así las llamadas “fábricas de campo” como po de organización laboral. En estas cuadrillas de hom-
bres y mujeres se realizaban por igual las tareas de trabajo básico en el campo, como la siembra, el
mantenimiento y la cosecha de culvos. Más allá del trabajo manual, todo el mundo tenía demasiado
trabajo que hacer, sin importar la edad o el sexo”. Klein Herbert S., “La experiencia afroamericana
en perspecva comparada: la cuesón actual del debate sobre la esclavitud en las Américas”. En,
Tempus Revista en Historia General. 4, sepembre-octubre, 2016. p. 312; García Jesús Chucho,
Caribeñidad. Caracas. Fundación editorial el Perro y La Rana, 2007. pp. 109-110..
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damente agresivo en contra de las culturas africanas y parcularmente con sus
descendientes a través del proceso de desculturización del esclavo, rechazando
y negando toda transferencia cultural desde las culturas afrodescendientes, par-
cularmente en las estructuras de poder (Carrera Damas, 1988), a pesar de ello,
les fue imposible impedir la prevalencia de los afrodescencientes en acvidades
agrícolas a las que estaban asignados.
De ese modo, la superioridad numérica de los afrodescendientes en los valles
en estudio, determinó que la mayoría de los mayordomos y capitanes fueran es-
clavos o libertos, de cierta edad
8
, debido a su evidente destreza en el desempeño
del trabajo agrario, por ello constuyeron las autoridades comúnmente acepta-
das tanto por los hispano-criollos como por sus subordinados afrodescendien-
tes. En ese sendo, es de fundamental importancia entender la empaa que se
establecía entre los mayordomos y capitanes con sus subalternos, debido a que
fueron vistos como sus pares étnicos quienes los controlaban, pero que también
les comprendían por ser parcipes de su cosmovisión, sus mismas vivencias y
temores y quienes les concedieron cierta independencia en sus formas conduc-
tuales, tanto internas como externas.
EL SINCRETISMO EN LOS DEPOSITARIOS DE LA AUTORIDAD EN EL
SUR DEL LAGO DE MARACAIBO
El sistema de autoridad interno en las haciendas en el sur del Lago de Mara-
caibo, fue establecido por los propietarios de las mismas, la estructura jerárquica
fue re-codicada por los afrodescendientes, quienes durante el siglo XVII, en su
mayoría eran procedentes del Congo (Guerrero Mosquera, 2014). Por esa razón,
la manifestación inmediata de la convivencia de esclavizados de un mismo ori-
gen, tuvo como movación esencial la posibilidad de mantener sus tradiciones
en su nueva realidad y reestructurar su cosmovisión en un nuevo suelo, lo que a
juicio de Nina Friedemann, representaría el inicio de un proceso de reintegración
étnica, debido a que eran “…gente de igual o similar procedencia que volvió a
encontrase en escenarios disntos a los de su codianidad africana. Esos proce-
sos de reintegración étnica serían los marcos para la génesis de nuevos sistemas
culturales afroamericanos” (Friedemann, 1992: 545).
De ese modo, en la conformación de ese nuevo sistema de autoridad afroame-
ricana en los valles en estudio, tuvo un relevante rol las estructuras jerárquicas
predominantes en una organización social africana conocida como el abakúa
9
, la
que se trasladó a la planicie lacustre durante esa centuria, en la cual son aprecia-
bles con nidez ciertas caracteríscas tradicionales que se reinsertaron al con-
formarse la estructura de dominio en esa población (Suárez, 2010). Aunque es
preciso aclarar que en la ordenación de la misma, intervienen simultáneamente
factores de dominio en los espacios civiles y religiosos, lo que están claramente
8 En un tesmonio de 1761, Nicolás Vilarde, alcalde ordinario de Gibraltar, hizo comparecer a: “…
Juan Antonio Rivas, pardo libre uno de los sujetos más práccos de estos montes…”. Del mismo modo
lo hizo con Gregorio Lizaurzabal. AGNC. Curas y Obispos. SC. 21, 2, Doc. 14. Valle de Río Seco, pleito
de jesuita por servidumbre de aguas 1761-1763. Gibraltar, 8 de mayo de 1761. 459v-460v.
9 “Abakúa, sociedad secreta, exclusiva para hombres, autonanciada mediante cuotas y colectas re-
caudadas entre sus miembros, con una compleja organización jerárquica de dignatarios (plazas) y
asistentes, la presencia de seres ultramundanos, un ritual oscuro cuyo secreto -celosamente guarda-
do- se materializa en un tambor llamado ekwé, ceremonias de iniciación, renovación, puricación y
muerte, benecios temporales y eternos, leyes y casgos internos de obligatoria ejecución y acep-
tación, un lenguaje herméco, esotérico y un lenguaje gráco, complementario, de rmas, sellos,
trazos sacros constuye, hasta nuestros días, un fenómeno cultural sin paralelo en Cuba y América...
. Marn Gustavo, “Magia, poder y religión en los cultos afroamericanos”. En, Nueva Sociedad. Nº 82,
marzo-abril, 1986. p. 167; García Jesús Chucho, Caribeñidad... pp. 80-83.
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diferenciados en las sociedades occidentales, en una situación diametralmente
diferente de lo que ocurrido en las culturas africanas de Ewe Fon, en las regiones
de Ghana, Togó y Dahomey, como en las del Congo, en las que se mantuvieron
unidos ambos ámbitos en los sistemas de autoridad (cesaropapismo)
10
.
Ese orden jerárquico de autoridad de los abakúa, se implantó en la población
afrodescendiente en el sur del Lago de Maracaibo, aunque las denominaciones
de los depositarios del mando se modicaran al ser designados en el idioma cas-
tellano(Suárez
, 2010
). De ese modo, el mayordomo fue el consignatario del mayor
dominio en el chimbánguele
11
, quien controlaba a todos los capitanes, a los que
también se les estableció una jerarquía, en un orden descendente desde el pri-
mero
12
, hasta el tercero con diferentes funciones.
Asimismo, se mantuvo un capitán de lengua, quien tenían la facultad de co-
municarse con los dioses, los ancestros fallecidos y con sus descendientes vivos
e integrar el mundo de ultratumba con el de los vivientes, ulizando para ello un
leguaje sagrado e incomprensible para la mayoría
13
, que en la sociedad colonial
temprana estuvo encarnado por el intérprete quien podía sostener las comunica-
ciones entre los diferentes grupos de africanos, debido a que comprendía y con-
versaba en diversos dialectos y el idioma de los dominadores. Del mismo modo,
eran los depositarios y portadores de las insignias de mando que simbolizaban su
dominio, representadas por un itón o bastón, con el que ordenaban y disponían
a toda la población afrodescendiente las actuaciones que les eran permidas o
prohibidas (Suárez, 2010).
10 “La llegada de las divinidades se produjo desde los primeros momentos de la presencia de este
grupo de africanos en América y fueron y renovándose a medida que el número de esclavos iba au-
mentando y que las embarcaciones negreras iban dejando sus cargazones en los puertos de desno”.
Laviña Javier, “Comunidades afroamericanas. Idendad y resistencia”. En, Bolen Americanista,
48, 1998. p. 139.
11 La función primordial del Mayordomo es servir de interlocutor entre la iglesia y los devotos de
San Benito. Es él quien noca al párroco las salidas de la imagen del santo; se encarga de preparar la
misa que se ocia el día de la esta principal, ejerce la máxima autoridad sobre el santo que reposa
en el templo, se encarga de mantenerla en perfecto estado y de prepararla para la procesión. Sin su
consenmiento la imagen no puede salir de la iglesia. El Mayordomo cumple otras obligaciones de
po administravo como tesorero de los fondos del santo, que se desnan al mantenimiento de la
imagen, a las banderas, los tambores, y para apoyar a los vasallos en caso de enfermedad o muerte.
El Mayordomo no requiere conocer a fondo los golpes del tambor, ni el ritual propiamente dicho,
pero su conducta moral debe ser intachable, y su devoción sobresaliente”. Suárez Carlos, Los Chim-
bángueles de San Benito... pp. 14-15.
12 “En lo que respecta al santo y a la jerarquía que demanda, el Mayordomo está por encima del Pri-
mer Capitán, pero este vasallo representa la más alta jerarquía del chimbánguele, por ser el máximo
conocedor de la liturgia ritual. Para llegar a ser Primer Capitán, un vasallo debe comprender a fondo
todos los cargos de la jerarquía religiosa, aprendiendo los más mínimos detalles del culto. Esto impli-
ca conocer los movimientos del santo durante la procesión por el pueblo; las ceremonias en honor a
los miembros fallecidos de la cofradía, en la casa de los capitanes y en el cementerio; el recibir a los
santos visitantes, supervisar el buen estado de los tambores, y dominar a fondo la música que ejecuta
el ensamble instrumental. El Primer Capitán debe poseer un incuesonable don de mando, y una
solvencia moral que le asegurará el respeto de todos los vasallos”. Suárez Carlos, Los Chimbángueles
de San Benito... p. 16.
13 El Capitán de Lengua es el cultor de la palabra, en su memoria guarda las oraciones del santo,
algunas compuestas por voces de procedencia africana, como este canto que inicia el golpe Chocho:
“Oh Sanmundi in concora arrea con tambora oh como le dijo cristo a benedicto salga ese primero,
obi ese, obi ese, oh pura y sin mancha mirá sei concebida, oh pura y sin mancha mirá se hizo alabado;
oh como le dijo Cristo a Benedito salga ese segundo, oh salga ese segundo, oh salga ese tercero glo-
rioso redentero, ee Chocho e, ea Chocho e”. Por su parte, el golpe Ajé se inicia con este texto: “Unsasi,
Ajé bendito, Ajé bendito, Ajé bendito...”; O en el golpe San Gorongome vaya, el cual comienza: “Oh
endomi endomi endomi vaya como vaya San Gorongome vaya”. Estos cantos fueron entonados para
la grabación del disco Bobures y la Sabana por Escolásco Parada. Algunos capitanes recitan en el
golpe Chocho: “Oh pitararanga, oh pitararanga, oh pura y sinmancha mirá sei concebida”. Suárez
Carlos, Los Chimbángueles de San Benito…2010. pp. 17.
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En ese sendo, la autoridad reconocida y aceptada por la sociedad afrodescen-
diente descansaba en tres representantes que se desenvolvían alternavamente
tanto en la sociedad hispano-criolla como en el interior de su conglomerado y eran
consignatarios de su conanza y del señorío sobre la colecvidad. Por esa razón,
adicionalmente a los requisitos requeridos por los amos blancos de capacidad y e-
ciencia en el manejo de las haciendas, también se les solicitó el cumplimiento de las
obligaciones propias exigidas a las autoridades del abakúa, entre las que estaban
los de ser buen padre, buen hijo, defender hasta con la vida sus creencias, apoyar a
los integrantes de su culto con donavos (Marn
,
1986) y en cualquiera de sus nece-
sidades, estar presentes en todos los rituales
14
y acompañar en las honras fúnebres
de sus congéneres durante su agonía, muerte y a su cuerpo insepulto hasta el ce-
menterio
15
. En ese sendo, se re-interpretaron sus códigos internos ancestrales, los
que ocasionalmente desaaron las normas que imponían los funcionarios reales
16
.
Aunque durante el dominio colonial, la Corona prohibió los cultos africanos,
debido a que los fundamentos crisano católicos de la cultura hispano-criolla
impedían que al esclavo se le supusiera como una “cosa-animal”, en su condición
de ser humano, pero a diferencia de esa consideración, se negaba la cultura afro-
descendiente al juzgarla como idólatra, pagana y brutal, suscitando un rechazo,
tanto o más categórico que el opuesto a las culturas aborígenes (Carrera Damas,
1988). En respuesta a esa represión, los africanos mantuvieron guardada en su
memoria su cultura y progresivamente la trasmieron a sus descendientes, con
ello garanzaron la supervivencia de sus tradiciones en especial énfasis de las
creencias religiosas atávicas especícamente el mito de Agé o Ajé
17
.
En ese mito se reere al hijo de uno de los reyes de Abomey, quien violó a bella
doncella, en cuya relación fue concebido Agé, después de su nacimiento su madre
lo abandonó, y al llegar a adulto, Agé la busca y durante ese proceso hace “el bien”
a sus semejantes, el mito concluye con el encuentro con su progenitora. Al morir
Ajé o Agé el pueblo lo conviró en divinidad, que domina sobre las aguas serenas,
la pureza, la llegada de las lluvias y la ferlidad del suelo (Mora Queipo et al., sf).
14 “Los elementos que conformaron el liderazgo entre los esclavos fueron de naturaleza variada.
Por un lado el conocimiento de la lengua del plantador, y en consecuencia la posibilidad de comuni-
cación; el mejor entendimiento daba presgio dentro del barracón, de ahí que aparecieran líderes
esclavos criollos, bien adaptados al trabajo pero reacios a la esclavitud. Otro factor que debió inuir
para converrse en líder de los esclavos debió ser los conocimientos de las tradiciones africanas.
Estos conocimientos tuvieron que inuir de manera importante entre los esclavos” Laviña Javier,
“Comunidades afroamericanas. Idendad y resistencia”... p. 146.
15 “Cuando fallece un vasallo del culto de San Benito, se ejecuta frente a su casa el golpe Chocho, y
el cortejo fúnebre parte al camposanto. A mitad del recorrido se comienza a ejecutar el golpe Miseri-
cordia y cuando el cuerpo es depositado en la fosa se toca el golpe Ajé. Así se expresa que el difunto
es devoto de San Benito”. Suárez Carlos, Los Chimbángueles de San Benito. Caracas. Fundación de
Etnomusicología y Flolklor, 2010. p. 24. En importante hacer resaltar la similitud de los ritos del chim-
bánguele, con los ritos fúnebres que se celebraban en Cartagena de Indias, denominados los lloros
en los cuales: “…plasmados en lamentos, lloros, percusión de tambores y cantos como parte del com-
plejo de memorias recreadas en torno a memorias compardas en torno a unos elementos de grupos
del occidente y del África central”. Friedemann Nina S., “Huellas de africanía en Colombia”... p. 551.
16 Los cabildos de nación tenían, casi, las mismas funciones que las fraternidades en África Occiden-
tal, y de alguna manera podríamos armar que los cabildos de nación reproducían, con los cambios
que efecvamente introdujeron las relaciones esclavistas los modelos de los linajes africanos, donde
el capitán del cabildo ejercía de jefe de linaje. Dentro del cabildo se creaban solidaridades que lleva-
ban desde la atención a miembros necesitados del cabildo hasta la compra de la libertad de algunos
esclavos pertenecientes al mismo grupo étnico. Laviña Javier, “Comunidades afroamericanas. Iden-
dad y resistencia”. ... p. 143; Mina Mateo, Esclavitud y libertad en el valle del río Cauca. Bogotá.
Publicaciones de la rosca de invesgación y acción social, 1975. p. 37.
17 La mayoría de los afrodescendientes compaginan el crisanismo predominantemente católico
con la religión de los ancestros. Izard Gabriel, “Herencia y etnicidad entre los Garifuna de Belice” En,
Revista Mexicana del Caribe, Vol. 17, 2004. p. 103.
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Ciertamente, en ese mito se puede apreciar el culto a los muertos y la venera-
ción a los antepasados, como una indiscuble visión de la cosmogonía de la po-
blación africana que se asentó en la zona en estudio, pero algo muy importante
a resaltar es la relación con las aguas y la ferlidad del suelo, que en el espacio
geográco del sur del Lago de Maracaibo y en especial de los valles en estudio
es de fundamental importancia, debido a las especiales caracteríscas geomor-
fológicas del área.
Inicialmente, la prohibición impuesta a los cultos tradicionales africanos por
la autoridades hispano-criollas determinó que este sistema de autoridad, que
también funcionaba para la celebración de los ritos ancestrales, fuesen secre-
tos, por lo cual se efectuaban de manera soterrada en el interior de la sociedad
afrodescendiente, no se exhibían sus insignias, ni se ejecutaban sus rituales en
público, esencialmente los bailes
18
que eran acompañados por la música patri-
monial, principalmente con el toque de los tambores que causaba escándalo y
estuvo expresamente prohibido por los obispos
19
. Además tampoco se exteriori-
zaban las indumentarias, que incluían ropajes hechos con palma y las máscaras
ceremoniales
20
, los que fueron considerados como brujería y hechicería por los
hispano-criollos, por tanto temidos y prohibidos especialmente en el dogma de
la Iglesia católica y en los discursos religiosos (Samudio
, 1998; Roselló
, 2014;
Marn, 1986 )
.
Esas censuras y prohibiciones, experimentaron una trascendental modica-
ción durante el siglo XVII. Esa innovación se debió a la rápida expansión del culto
a San Benito. Aunque el deceso del franciscano ocurrió en 1586, precedido con
una reputación de sandad, de hecho se relata que aún en vida el fraile realizó
milagros. Después de su muerte, fue proclamado como el santo patrón de negros
18 “Sabe este tesgo por haber sido durante veinte y cinco años bargel mayor del juzgado eclesiás-
co, que el padre Claver hizo un gran esfuerzo y empeño con los señores obispos y ordinarios de este
obispado a n de suprimir cierta reunión que hacen los negros ya adoctrinados, de noche, que ellos
llaman lloros, o como dicen amanecimientos. En ellos se junta una gran candad de negros y negras
a bailar toda la noche según la costumbre de sus tribus con tambores”. Vargas Arana Paola, “Pedro
Claver y la evangelización en Cartagena: pilar del encuentro entre africanos y en Nuevo Mundo, Siglo
XVII”. En, Fronteras de la Historia. Nº 11, 2006. p. 311-319.
19 Al respecto, el Obispo de Mérida, Sanago Hernández y Milanés, expresó lo siguiente: “...Del mis-
mo modo se han dejado introducir por una indigna condescendencia en las proseciones de ciertas
dansas de los negros y negras, ya en su propio traje y en otro diferente tan agenas del Espíritu de
la Yglecia como impropias a las religiosas funciones que se selebran hasta las casas de los viudos y
viudas, con el pretesto de resar el Rosario, y encomendar a Dios al difunto, se ha introducido el de-
monio porque savemos que con el movo se juntas de amvos sejos, beven, dicen cuentos impuros,
relaciones provocavas se mormura sin miedo, y hasta se suele serrar la función vailando.... AAM.
Sección 45B Libros Varios. Libro de órdenes y decretos superiores de los Ilustrísimos Obispos Sanago
Hernández Milanés y Rafael Lasso de la Vega. Años 1807-1828, Mensaje del Obispo Sanago Hernán-
dez y Milanés a los eles. Mérida, 16 de diciembre de 1810. . 35r-40r. Igualmente, San Pedro Claver
consideraba como uno de los vicios que merecían casgo el toque de tambor. Vargas Arana Paola,
“Pedro Claver y la evangelización en Cartagena: pilar del encuentro entre africanos y en Nuevo Mun-
do, Siglo XVII”... p. 318. También lo reeren: García de León, Antonio, “La Real Compañía de Inglaterra
y el tráco de esclavos en Veracruz 1713-1748”. En Cáceres Rina (Comp.) Rutas de esclavitud en África
y América Lana. San José (Costa Rica) Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2001. p. 140.
20 “Cuando se dan las condiciones para que se repita en América el culto de Ajé, uno de los elemen-
tos más signicavos que aparece es este cargo, donde unos hombres con máscara en sus rostros y
unos bastones en sus manos, vesdos con macoyas de plátanos demarcaban el territorio donde se
realizaba el culto. Quien entrara a ese ámbito no le era permido salir, sino tanto [sic] no reposaran
los tambores sagrados de honrar con sus cantos mágicos a Ajé. Los seguidores del culto que violaran
las normas que exigía el culto, eran casgados por estas Barbúas o Taraqueros. (...) Los Taraqueros
cumpliendo las mismas funciones de hace tres siglos, con sus máscaras, sus vesmentas estrafala-
rias y sus bastones, para casgar a quienes violen las normas en el chimbánguele. (...) El Mandador
manene la función represiva de las Barbúas o Taraqueros pero controlado por un funcionario que
ene la responsabilidad de dirigirlos, para que no cometan las locuras e infundan terror y pavor a las
mujeres y niños de la población donde se ejecuta el chimbánguele”. Suárez Carlos, Los Chimbángue-
les de San Benito... p. 20.
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y mulatos, y se le rindió culto, como se evidencia en 1599, cuando en la ciudad de
México se estableció una cofradía para su alabanza (Roselló, 2014).
De igual manera, en Veracruz, donde se recibían a los africanos desnados
a la Nueva España, cuya población se esmaba en 1650, en aproximadamente
6.000 habitantes, de los cuales unos 5.000 eran de origen africano. Por lo cual,
se resalta la signicava importancia del establecimiento de la cofradía en honor
a San Benito de Palermo, ubicada en la Iglesia de Loreto, en el interior del Con-
vento Franciscano de esa ciudad, en la que se agruparon los afrodescendientes,
esclavos o libres, bozales o ladinos, mulatos, hombres y mujeres, la que se fundó
hacia 1636 (Roselló
, 2014)
, originada con los recursos procedentes del creciente
tráco comercial del cacao que se remia desde el sur del Lago de Maracaibo
(García de León
, 2001)
.
Ciertamente, el embarque de la producción de cacao que se culvaba en la
planicie lacustre en San Antonio de Gibraltar con desno a Veracruz y desde allí
la remisión de plata amonedada y esclavos determinó que tempranamente se
conociera entre los afrodescendientes surlaguenses el culto a San Benito, mo-
vado especialmente por el ingreso de los africanos, que se trasladaron desde
aquel puerto, como fue el caso de Francisco Hernández, un negro libre de nación
congo, natural de Guinea, quien declaró no tener nocia de su padre, al menos
la tenía de su madre, llamada Phelipa, de quien se había separado hacía 16 años,
es decir en 1645, porque su testamento fue fechado en 1661, la que también era
libre y servía a un canónigo en Veracruz
21
.
La introducción del culto a San Benito posibilitó su sincresmo con Agé o
Ajé
22
, y la relava aceptación de la iglesia católica de los rituales asociados a
la devoción al santo de Palermo, especialmente acompañados con la música
de tambor
23
. Del mismo modo, el sistema jerárquico de autoridad que se había
establecido secretamente por los abakúa, se hizo público conformándose una
cofradía para honrar y hacer la esta a San Benito, en la que se validaron esos có-
digos de autoridad africanos
24
. De ese modo, el sincresmo religioso fue el factor
21 AGEM. Protocolos. T. XXV. Carta de testamento. Mérida, 21 de febrero de 1661. .14v-16v.
22 “Para el africano animista fue, relavamente fácil idencar a los santos católicos con las divini-
dades africanas. Los atributos materiales de los santos de la iglesia católica sirvieron para ocultar a
las divinidades africanas y el cabildo de nación pudo, sin grandes dicultades, ponerse bajo la advo-
cación de un santo patrón”. Laviña Javier, “Comunidades afroamericanas. Idendad y resistencia”...
p. 143. En la provincia de Caracas el sincresmo de las divinidades africanas se dio con San Juan
Bausta, al cual se le denominó “San Juan Guaricongo”, en cuya veneración con “la tolerancia de que
se benecian con los eclesiáscos… Tratándose de las estas, movo insólito de esta representación
es constante que en estas provincias enen por patrón suyo todos los esclavos al glorioso San Juan
Bausta, y que en este día les permiten los Amos entera libertad, para que se divireran en bailes y
convites recíprocos”. Langue Frédrèrique, “La culpa o la vida, el miedo al esclavo a nales del siglo
XVIII venezolano”. En, Procesos Históricos. Nº 22, julio-diciembre, 2012. p. 29.
23 “La iglesia facilitó, sin saberlo, estos lazos y reforzó los espacios de libertad al autorizar las estas
de los negros en días determinados. Lo que los doctrineros y patronos pensaban que eran malinter-
pretaciones propias de la barbarie e ignorancia de los esclavos, eran para ellos estas en honor de las
divinidades afroamericanas. Los tambores con movo de las estas no era el producto de la ignoran-
cia sino de la resistencia y del ocultamiento”. Laviña Javier, “Comunidades afroamericanas. Idendad
y resistencia”... p. 144; Friedemann Nina S., “Huellas de africanía en Colombia”... pp. 555-558.
24 “Donde la Iglesia tuvo un mayor impacto fue entre el grupo de libres de color. Fueron ellos quienes
organizaron todas las famosas hermandades religiosas e incluso tuvieron éxito en la construcción de
sus propias iglesias, como puede verse en muchos pueblos y ciudades del Brasil. Cada ciudad tenía
su propia hermandad del Rosario y muchas tuvieron origen africano. Estudios recientes han indicado
incluso que una minoría signicava de esclavos eran miembros de estas hermandades dominadas
por los libertos. Estas hermandades sirvieron también como ecaces sociedades funerarias. Esto no
quiere decir que la acvidad religiosa no fuera importante en las sociedades protestantes, pero la
autonomía de las hermandades fue ocialmente reconocida por el sacerdocio como una parte funda-
mental de la sociedad tanto libre como de color. Al igual que en la milicia, las hermandades también
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clave para reagrupar a los afrodescendientes que se conviró en un elemento de
convergencia, y conexión colecva, debido a que la reproducción en América de
las cofradías europeas, como formas asociavas vinculadas a una advocación,
permió estructurar entes corporavos donde, bajo la iniciava y dirección es-
piritual de las disntas órdenes religiosas, se agrupaban los segmentos étnicos,
laborales y socioeconómicos de la población (Valenzuela
, 2005)
.
Adicionalmente, es preciso expresar que la veneración a San Benito, se ex-
pandió notablemente en los valles de Bobures, Santa María, San Pedro, Castro
y Tucaní, durante el transcurso de la segunda mitad del siglo XVII. Esa notable
difusión se debió a que durante la sépma y octava décadas de esa centuria se
experimentaron los terribles eventos ocasionados por los repedos asaltos de
los piratas y los percusores ocurridos el 8 de diciembre de 1673, el 12 y el sismo
del 16 de enero de 1674, los subsiguientes deslaves que ocasionaron la ruina del
proceso producvo y la muerte de los pobladores con especial incidencia en los
valles de Bobures, Santa María, San Pedro, Castro y Tucaní (Ramírez
, 2016)
.
En ese sendo, el sincresmo religioso determinó la creencia entre la po-
blación afrodescendiente mediante la que imploraba la protección de San Be-
nito, en su personicación de Agé o Ajé, quien dominaba las aguas turbulentas
y las reducía a la serenidad, por cuya razón se elevaron constantes súplica a la
divinidad para que impidiera las terribles riadas que periódicamente desbordaban
y afectaban territorio con sus trágicos efectos.
La solicitud de protección divina también se elevó ante las deidades ances-
trales para impedir la ocurrencia de los sismos, por esa razón, desde esa época
y hasta el presente se realizan los toques de tambor conocidos como las “obli-
gaciones”, los que se inician en octubre y nalizan el 7, hasta la víspera del 8 de
diciembre
25
, precisamente el día en que ocurrió el primer percursor de 1674, y
se prolongan hasta el mes de enero. Ello, se explica porque en la creencia popu-
fueron espacios importantes para la movilidad ascendente de los libres de color en su forma de en-
contrar expresión y reconocimiento”. Klein Herbert S., “La experiencia afroamericana en perspecva
comparada: la cuesón actual del debate sobre la esclavitud en las Américas”... p. 322.
25 Suárez Carlos, Los Chimbángueles de San Benito... p. 12; En ese sendo se arma que en Centroa-
mérica colonial, después de un cataclismo, cada orden religiosa proponía a la muchedumbre desam-
parada la protección divina mejor adaptada a sus necesidades, pero también a los intereses de la Igle-
sia. La competencia era ruda entre los monjes, porque la piedad popular disimulaba implicaciones
polícas y económicas fundamentales: el santo patrono escogido veía auir donaciones y ofrendas
que enriquecían el patrimonio de los religiosos y realzaban el presgio de su convento. A la inversa,
el abandono de un protector considerado por la población como incompetente, desembocaba en
una pérdida de auditorio de los monjes, seguida por una notable disminución de sus ingresos. Los
terremotos que aquejaron a Sanago de Guatemala en 1575, indujeron a los habitantes a abandonar
al santo Sanago y a encontrar a otro patrono, San Sebasán, ya que los sismos se calmaron un 20
de enero, día consagrado a este márr”. Musset Alaín, “Mudarse o desaparecer, traslado de ciudades
hispanoamericanas y desastres siglos XVI-XVIII”. En, García Acosta Virginia (Coord.), Historia y desas-
tres en América Lana. Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Lana. Vol.
I pp. 15-16. Disponible desde: hp://www.desenredando.org. p. 35; De igual manera, en el Perú en
donde el “imaginario popular, los fenómenos naturales han tenido y enen un espacio, en parcular
aquéllos que terminan conviréndose en desastres. El Perú es un país tradicionalmente católico, en
el que existen advocaciones parculares para los sismos: el Señor de los temblores del Cusco y el
Señor de los Milagros en Lima. El culto del segundo está mucho más difundido, y su esta, casual-
mente”, es en el mes de octubre: la primera salida del Cristo morado es hacia el 18 o el 20 de octubre,
mientras que la fecha central de la procesión es el 28 de ese mismo mes. En realidad se recuerdan,
sin saberlo, las fechas de los dos terremotos que destruyeron Lima”. Aldana Rivera Susana, ¿Ocu-
rrencias del empo? Fenómenos naturales y sociedad en el Perú Colonial”. En, García Acosta Virginia
(Coord.), Historia y desastres en América Lana. Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres
en América Lana. Vol. I, p. 139. Disponible desde: hp://www.desenredando.org. Ese fenómeno de
la espiritualidad colonial asociada a los desastres es ampliamente analizado en la Nueva Granada por:
Jurado Jurado, Juan Carlos: “Terremotos, pestes y calamidades. Del casgo a la misericordia de Dios
en la Nueva Granada. Siglos XVIII-XIX”. En, Procesos Históricos. Vol. III. Nº 5, 2004.
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lar, se sosene que Agé o Ajé suspende la búsqueda de su madre en el mes de
octubre para proteger a los afrodescendientes de los valles de Bobures, Santa
María, San Pedro, Castro y Tucaní de los devastadores efectos de las inunda-
ciones de las aguas, de los temblores o de cualquier posible desastre, por esa
razón se tocan los tambores en solicitud de misericordia, en cierta forma similar
a como se realiza en el ritual católico cuando hay la ocurrencia de un sismo
26
.
Esos terribles eventos ocasionaron la indefensión de las unidades de produc-
ción cacaoteras y la incapacidad de disponer de capital desnado a la compra de
nuevos africanos y recursos militares, lo que determinó en avance sostenido de
las etnias indígenas, durante gran parte del siglo XVIII. Las constantes incursiones
de los molones incenvaron el mantenimiento de las milicias de pardos y mo-
renos (Klein, 2016), que se habían establecido en el siglo XVII, los que disfrutaron
de una situación parcular, debido a que sus conngentes se desplegaban tanto
en Gibraltar como en los valles de San Pedro y Santa María. Esas milicias tenían la
función de conservar el orden interno en toda la jurisdicción, pero evidentemen-
te también obedecían a ambos sistemas de jerarquía y autoridad.
Las milicias de pardos y mulatos estaban organizadas en unidades y obliga-
dos a servir al Estado, y en consecuencia a los libres de color se les concedió el
derecho a portar armas, y ulizaron este derecho de extender sus propios dere-
chos privados. En Hispanoamérica, los reclutas obtenían acceso a los tribunales
militares privilegiados, y en México lograron eludir el tributo que pagaban tanto
los libertos como los indios. Igualmente, la élite de libertos ganó poder como o-
ciales de estas unidades. Esto no quiere decir que las compañías integradas por
gentes de colorno fueran objeto de discriminación en lo interno de la corpo-
ración castrense y por ende estuvieran limitándolos a las peores funciones, pero
constuyeron una parte importante del aparato represivo del Estado, desde las
etapas iniciales con absoluto predominio esclavista (Klein, 2016).
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, su importancia se acrecentó y de he-
cho muchos de los líderes revolucionarios de los movimientos de independencia
de principios y nales del siglo XIX en países como México y Cuba procedían de
ese estrato de hombres libres de color. Aunque el proceso de reconocimiento
de su condición e importancia fue progresivo debido a dos razones su origen
africano, lo cual fue movo suciente para que las autoridades hispano-criollas
retrocedieran ante sus peciones y en ocasiones las imposiciones de los afrodes-
cendientes (Klein, 2016).
En 1776, en Gibraltar exisan dos compañías, una de morenos, cuyo capitán
era Andrés José Narcizo López, su teniente Cristóval de Acevedo, su alférez Juan
Antonio Vera, se completaba el conngente con 2 cabos y 87 soldados, para un
total de 94 efecvos. Mientras en la compañía de pardos, que era capitaneada
por José de los Santos Marines, en calidad de ociales estaban el teniente Juan
Bausta Muñoz, el alférez Pedro José Beguilla, asimismo exisa 1 cabo y 59 sol-
dados para completar 65 plazas. En total Gibraltar era resguardado por 159 efec-
vos militares
27
. En los valles de San Pedro y Santa María, exisa una compañía
26 En la noche que siguió al sismo del 13 de mayo de 1647, en Sanago de Chile, el obispo organizó
una gran procesión que salió del Convento de San Agusn “… sacando un santo crucijo que asom-
braba y atemorizaba con su vista […] llegó la procesión a la plaza, juntóse innumerable auditorio y,
sosegado el tumulto, comenzó su señoría un sermón con tan doblado espíritu que a la fuerza y eca-
cia de sus palabras, no pudiendo contenerse los oyentes, clamaban al cielo pidiendo misericordia…”.
Valenzuela Márquez Jaime, “Del orden moral al orden políco. Contextos y estrategias del discurso
eclesiásco en Sanago de Chile”. En, Lavall Bernard, Máscaras, tretas y rodeos del discurso colonial
en los Andes… p. 132.
27 AGNC. Milicias y Marina. T. 37. Nocación de Manuel Vidal y Díaz. Maracaibo, 20 de agosto de
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de morenos y pardos, que estaban comandados por un capitán, cuyo cargo era
ejercido por Juan Calixto Pirela
28
; un teniente cuyas funciones eran cumplidas
por Juan Ramos Pérez y en el rango de alférez se desempeñaba Antonio Anas-
tasio Pirela, la ocialidad era completada por 2 sargentos, 1 tambor, 3 cabos y
además 152 soldados para un total 161 efecvos, aunque se nocaba que la
ocialidad en estos valles carecía de patentes
29
.
De ese modo, los afrodescendientes en el sur del Lago de Maracaibo tuvieron
la capacidad para tomar decisiones sobre su entorno inmediato, mediante las
cuales se rehusaron a cumplir las órdenes de sus amos y superiores hispano-crio-
llos. En ese aspecto, la primera actuación de los afrodescendientes rechazando
una decisión de la autoridad de la nobleza propietaria en el sur del Lago de Ma-
racaibo, - de que se tenga nocia- ocurrió en 1756, en la hacienda jesuíca de
la Sabana, la que fue asaltada y quemada durante un ataque de los molones.
El pánico causado por ese asalto y la subsiguiente inseguridad que se enfren-
taba esa unidad de producción ocasionaron la zozobra y el pavor de los padres
de la Compañía de Jesús, quienes decidieron trasladar a sus esclavos de la Sa-
bana a las haciendas de Marañones y La Ceiba, pero los esclavos de la Sabana,
después de haber llegado a la Ceiba, se negaron a acatar las decisiones de sus
propietarios y permanecer en la misma, por tanto se rebelaron, huyeron y retor-
naron por su propia voluntad hasta La Sabana, exigiendo quedarse en ella, lo cual
fue aprobado por los jesuitas, quienes estaban temerosos ante esa insubordina-
ción, consideraron que no había forma de resisr un rebelión de 76 esclavos
30
,
no obstante que solo 8 eran los cabecillas
31
. Después de esos eventos, los afro-
descendientes progresivamente fueron avanzando al asumir las competencias
de la autoridad colecva cuyas manifestaciones le posibilitaron posesionarse del
control del poder local durante la segunda década del siglo XIX.
CONCLUSIONES
El sistema de autoridad en el sur del Lago de Maracaibo se conformó pau-
lanamente obedeciendo a dos factores: el primero el impuesto por los hispa-
no-criollos al delegar las funciones inherentes a la dirección de la administración
de las haciendas cacaoteras en los afrodescendientes, quienes también fueron
invesdos de los atributos tradicionales de la sociedad africana, de esa forma los
mayordomos y capitanes asumieron las funciones de controlar y dirigir la mayo-
ritaria de las haciendas y también de las acvidades propias derivadas de la con-
formación de estructuras tradicionales que se mantuvieron en la pervivencia de
los conglomerados, a los que también se les sumó la función castrense al crearse
las milicias de pardos y mulatos. De ese modo, los mayordomos y capitanes
tuvieron en sus manos el ejercicio del control tanto civil, militar y religiosos del
conglomerado que residía en el sur del Lago de Maracaibo a nales del período
colonial y principios del XIX.
1776. f. 266r.
28 En 1771, se reere a Juan Calixto Pirela como capitán de pardos en los valles de San Pedro y
Santa María. AGNC. Fábrica de Iglesias. SC. 26, 20. Doc. 65. Valles de San Pedro y Santa María, 9 de
noviembre de 1771. f. 792v.
29 AGNC. Milicias y Marina. T. 37. Nocación de Manuel Vidal y Díaz. Maracaibo, 20 de agosto de
1776. f. 268r.
30 En el libro de visita de 1752, se hace constar la mudanza y el número de esclavos. AAM. Seminario
Caja 1. Inventario de los papeles del archivo del Colegio San Francisco Xavier de Mérida, nalizado
en Mérida a 22 de octubre de 1773. Libro de recibos. Estado de las haciendas. Visita de 1752. f. 17r.
31 AUCAB. Libro de Consultas del Colegio San Francisco Javier de Mérida. Consulta de 7 enero de
1756. f. 81v.
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GENESIS DE LOS MOVIMIENTOS OBREROS Y SINDICALISMO
PETROLERO EN EL ESTADO ZULIA
Iván José SALAZAR ZAÍD*
RESUMEN
Se analizan los orígenes de los movimientos obreros y el sindicalismo petrolero
en el Estado Zulia, especícamente en las primeras décadas del siglo XX. Para ello,
la reexión parte del desarrollo inicial de la industria petrolera en Venezuela y
su impacto social, que incidiría en la organización de los trabajadores petroleros
en estructuras sindicales. La discriminación social, las deplorables condiciones
de trabajo, la políca de opresión y explotación permanente mantenida por las
empresas petroleras desde el inicio de la explotación del oro negro y que cerce-
naba las justas aspiraciones del obrero petrolero, fueron los factores esenciales
que contribuyeron a que fueran desarrollando una conciencia de clase, que trajo
a su vez una serie de conictos laborales y descontentos, que con el transcurrir
del empo dieron origen a los sindicatos de obreros y empleados petroleros, y a
los primeros movimientos obreros y huelgas en la industria petrolera establecida
en el Estado Zulia.
Palabras clave: movimiento obrero, sindicalismo, industria petrolera, Venezuela.
THE CONFORMATION OF THE SYSTEMS OF AUTHORITY IN
AFRO-DESCENDANT SOCIETY DURING THE COLONIAL PERIOD IN
THE SOUTH OF LAKE MARACAIBO
ABSTRACT
The origins of the labor movements and the oil trade unionism in the Zulia state
are analyzed, specically in the rst decades of the 20th century. For this, the
reecon starts from the inial development of the oil industry in Venezuela and
its social impact, which would inuence the organizaon of oil workers in union
structures. Social discriminaon, deplorable working condions, the policy of
oppression and permanent exploitaon maintained by the oil companies since
the beginning of the exploitaon of black gold and which curtailed the just as-
piraons of the oil worker, were the essenal factors that contributed to their
being developing a class consciousness, which in turn brought about a series of
labor conicts and discontent, which with the passage of me gave rise to the oil
workers ‘and employees’ unions, and to the rst labor movements and strikes in
the oil industry established in the Zulia state.
Keywords: labor movement, trade unionism, oil industry, Venezuela.
* Miembro de Número de la Academia de Historia del Estado Zulia.
Ensayo
R e c i b i d o : 1 3 / 1 0 / 2 0 2 0
Aceptado: 01/12/2020
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EL ESTADO ZULIA EN LOS INICIOS DE LA ERA PETROLERA
En el período comprendido entre las décadas de los años 10 y 20 del pasado
siglo XX, exisa en el Zulia una escasez de mano de obra en los sectores donde
se estableció en 1914 la naciente industria petrolera, especícamente en la costa
oriental del Lago de Maracaibo. Esta situación origino en la región una importación
de mano de obra campesina que era explotada y someda a un régimen similar a la
esclavitud. En la disciplina laborar se les aplicaba azotes, cepos, etc., y eran prác-
camente obligados a contraer una deuda de por vida con el patrono.
Conscientes de esta situación, algunas autoridades locales, en su carácter de
jefes civiles de los distritos petroleros del Estado Zulia, se decidieron a informar
al presidente de la nación sobre la situación en que vivían los agricultores pobres
en sus jurisdicciones. Calicaban de desastroso y rano el trato que en todas las
haciendas de la zona se daba a los peones jornaleros, a quienes los hacendados
trataban como animales y esclavos. Enterado el gobierno sobre esto, decidió des-
tuir a estos jefes civiles favoreciendo de esta manera a los explotadores de los
campesinos (Linder, 2000: charla).
Debido al maltrato recibido y a las condiciones de trabajo existentes en las ha-
ciendas, el campesinado vio en la naciente industria petrolera su tabla de salvación.
Se produjo un éxodo de campesinos oriundos de Oriente, los Andes, Lara y Falcón
hacia la costa oriental del lago. Brito (1973: 418), en unas estadíscas, nos indica
que en el año 1916, emigraron hacia la zona petrolera la candad de 1.135 campe-
sinos, el 15 % de ellos entró en la industria petrolera como obreros, un 37% ingreso
en acvidades suplementarias a la naciente industria, mientras que un 18% emigró
a las ciudades, volviendo un 30% a su lugar de origen. Para 1921, la cifra de emi-
grantes campesinos ascendía a 3.360. De este número, el 40% fue incorporado a
la industria petrolera como obreros, el 30% en acvidades complementarias, mien-
tras que el 18% emigró a las grandes urbes, y el 12% regresó a sus lugares de origen.
De la vecina isla de Trinidad fueron traídos alrededor de 3.000 negros anllanos
contratados para supervisar y trasmir órdenes de los Jefes de la Industria a los
trabajadores venezolanos. Eran remunerados con uno o dos bolívares extras y se les
instruía para que abusaran verbalmente de la masa obrera. De esta manera los tra-
bajadores creían que sus enemigos eran los anllanos y no los blancos extranjeros.
En el Archivo Histórico del Estado Zulia existen documentos que nos reeren
que en 1926, algunos dueños de posesiones solicitaban el apoyo de las autorida-
des para evitar la fuga de peones de sus haciendas, debido a los mejores jornales
que ofrecían las compañías petroleras. Por tal movo se enviaban comisiones a los
campos en búsqueda de los peones fugados que al ser localizados eran casgados
de acuerdo con el Código de Policía, es decir tres días de arresto que es lo que en
estos casos establecía la ley (A.H.Z., 1926: t.I-leg.I). Los dueños de las posesiones
pretendían que las autoridades los casgaran con cepos o calabozo como lo habían
hecho anteriormente otras autoridades.
Entre las causas que movaron la fuga de los peones para ir a buscar trabajo
en las compañías petroleras se encontraban:
El mísero jornal que pagaban los hacendados de 3 bolívares diarios.
Una desnutrida y desbalanceada dieta alimencia.
El maltrato que recibían por parte de los capataces y en oportunidades de los
mismos dueños de las haciendas.
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Los peones se quejaban de que mientras los productos de los dueños de ha-
ciendas (ganado en pie, queso, mantequilla, etc.) subían de precios y obtenían
grandes ganancias, a ellos les seguían pagando el mismo sueldo (A.H.Z., ídem).
Cabe destacar, que por inuencia de las compañías petroleras, amparadas
por la Ley de Expropiación por Causa de Ulidad Pública, y con el apoyo de los je-
fes civiles, a los campesinos que sembraban libremente en terrenos baldíos, con
el propósito de obtener el sustento diario, se les perseguía y encarcelaba. Esta
situación los obligó también a abandonar sus práccas agrícolas de subsistencia
y buscar empleo en las empresas petroleras (A.H.Z., 1926:t.I, leg.11).
La decisión tomada por los campesinos de emigrar hacia los campos petro-
leros no implicaba que las condiciones de trabajo y de vida en las compañías
petroleras eran mejores. Pero lo que si era obvio, es que la Venezuela agraria de
aquellos empos era explotadora, represiva e inhumana, y no ofrecía a la mayor
parte de los ciudadanos otra alternava que no fuera la del llamado del oro ne-
gro. Es por esto, y por razones de orden económico, que se vieron como empu-
jados hacia el camino que les ofrecía la industria petrolera como una posible so-
lución a sus problemas, con la esperanza de poder trabajar como obreros libres
asalariados. Sin embargo, se puede decir, que aunque las condiciones laborales
y de subsistencia en las haciendas eran duras, no era menos cierto que las de los
campos petroleros eran muy parecidas. La única pequeña diferencia radicaba
en que en las haciendas, mientras que los salarios eran de 2 a 3 bolívares, en la
industria petrolera eran de 4 a 5 bolívares diarios.
PRIMEROS MOVIMIENTOS OBREROS PETROLEROS EN EL
ESTADO ZULIA
En la etapa comprendida entre los años 1921 a 1925, la explotación del pe-
tróleo se intensicaba en el Zulia. A los campamentos petroleros auían cada
día más un gran número de obreros de todas clases y de muchos lugares, lo que
generaba ciertas condiciones o situaciones excepcionales en la comunidad. Esto
se debía más que todo a las variantes existentes en las culturas, costumbres, y
manera de actuar de cada uno de los grupos de venezolanos que procedían de
diferentes regiones del país. Por eso, los trabajadores, desde un principio, se
empezaron a denir a ellos mismos como regionalistas de acuerdo a su lugar de
procedencia: margariteños, andinos, larenses, zulianos, etc.
El marcado regionalismo existente no les permia a los obreros unirse en
contra de los atropellos que comea la industria petroleras, más bien mante-
nían entre ellos mismos diferencias de po costumbristas en sus relaciones la-
borales que se proyectaban y provocaban fricciones en la vida codiana de esos
grupos que inicialmente ellos conformaron. La supuesta conciencia regional in-
dividualista trajo como consecuencia también una competencia y rivalidad en
el trabajo, al querer probar con esto que los mejores en las labores que se les
asignaban eran los de su región de origen. De esta situación se aprovechaban al
máximo las autoridades de las compañías petroleras, acentuando las marcadas
diferencias que exisan entre ellos, para seguir de esa manera explotándolos al
máximo.
Para ese entonces, la situación de los obreros era tan críca que el Ministro
de Relaciones Interiores dictó una resolución, por disposición del Presidente de
los Estados Unidos de Venezuela donde se comisionaba al ciudadano Rómulo
Farías Nones, para que se trasladara el Estado Zulia, con el objeto de inspeccio-
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nar las condiciones en que se encontraban los obreros que trabajaban en los
campos de explotación petrolera (A.H.Z., 1926: t.V, leg.I).
La jerarquía de la sociedad de los campos petroleros funcionaba como una
especie de sistema de casta. Estaba constuida principalmente por los jefes, su-
pervisores, y técnicos anglo-holandeses-norteamericanos, luego le seguían los
negros anllanos. Los líderes de las empresas petroleras que inicialmente eran
europeos y posteriormente norteamericanos, reejaron sus mentalidades en la
construcción de los campamentos petroleros, ya que construyeron barreras -
sicas (cercados de alambre) que los mantuvieron separados de las poblaciones
periféricas no petroleras, que nacieron o se acrecentaron con el establecimiento
de la industria petrolera y conformadas por un grupo social desamparado por
el gobierno de turno, además de que no recibían ninguno de los benecios que
ofrecían las petroleras.
El panorama social que ofrecían estos campamentos petroleros, les permió
a los obreros reexionar acerca de lo dicil que era la vida en sus comienzos.
Entre los grandes males que los envolvían se encontraban entre otros:
Jornadas de trabajo de 9 de la mañana a 9 de la noche.
Viviendas especie de covachas” (bohíos fabricados de palmas y madera), sin
servicios sanitarios mínimos.
Ausencia total de servicios médicos asistenciales.
Condiciones deplorables de insalubridad en el trabajo y en los campamentos.
Carencia de agua potable.
Proliferación de plagas transmisoras de enfermedades como el paludismo y ma-
laria.
En ese mismo orden de ideas, eran tan deprimentes e inhumanas las condicio-
nes de trabajo de los obreros pioneros de la industria petrolera que debían dia-
riamente atravesar intrincadas selvas plegadas de eras, y otros pos de alimañas
como serpientes y mosquitos. Como medicamento, la compañía petrolera solo les
otorgaba una paslla diaria de quinina que servía como paliavo a las enfermedades
provocadas por las picadas de mosquitos. Se veían en la imperiosa necesidad de be-
ber el agua insalubre del lago de Maracaibo. No contaban con sios recreacionales
o de entretenimientos salvo los expendios de bebidas alcohólicas y lupanares ubi-
cados en las afueras del campamento, donde acudían en las noches supuestamente
para aliviar sus penas. En ese entonces, ningún familiar (Padres, abuelos, os, her-
manos, etc.), tenía derecho a vivir con el trabajador e inclusive tenían prohibido el
acceso a los campamentos, solamente estaban autorizados los obreros para habitar
las viviendas que se les asignaban, primeramente como solteros y posteriormente
se les permió habitar con su esposa (o concubina) e hijos legalmente reconocidos.
(Severeyn, 1994: entrevista). Por úlmo cabe destacar que los campamentos eran
cercados con alambres de púas y con vigilancia policial, muy semejante a los campos
de concentración.
La discriminación social, las deplorables condiciones de trabajo, la políca de
opresión y explotación permanente mantenida por las empresas petroleras desde
el inicio de la explotación del oro negro y que cercenaba las justas aspiraciones del
obrero petrolero, fueron los factores esenciales que contribuyeron a que fueran de-
sarrollando una conciencia de clase, que trajo a su vez una serie de conictos labo-
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rales y descontentos, que con el transcurrir del empo dieron origen a los sindicatos
de obreros y empleados petroleros, y a los primeros movimientos obreros y huelgas
en la industria petrolera establecida en el Estado Zulia.
En esos empos, el panorama ofrecía una ola de rebeldía y se presentaban al-
gunos que otros pequeños conictos de escasa duración, pero que dieron como
resultado el despido o la expulsión a su lugar de origen de todo obrero que tuviese
madera de líder, con el propósito de atemorizar al resto de los trabajadores. Dado
a la situación reinante, los obreros expulsados se las ingeniaban cambiando sus
nombres para poder solicitar trabajo en otros campos petroleros. Igualmente, estos
señores difundían sus experiencias anteriores y poco a poco fueron estableciendo
una mayor comunicación entre los diferentes campamentos, disminuyendo el aisla-
miento que exisa entre ellos, y al mismo empo que tomaban conciencia de su ex-
plotación, se converan en una clase obrera sin ideas de orden regionalista que los
dividiera. De esta manera, la visión de su mundo fue sufriendo las transformaciones
esenciales que les permieron ver que el enemigo no eran sus propios compañeros
sino el patrono.
En el proceso de toma de conciencia ayudaron algunos trabajadores extranjeros
al tanto de la situación laboral y condiciones de vida de los obreros. Muchos de los
anllanos originarios de Trinidad a pesar de haber sido ulizados por las compañías
para parecer ante los ojos de los obreros como sus enemigos narraban sus expe-
riencias laborales obtenidas en sus viajes por todo el mundo. Para los trabajadores
locales eran muy signicavas las nocias procedentes del mundo exterior, ya que
Venezuela para ese entonces se encontraba casi incomunicada con el resto del mun-
do y en especial los nacientes campamentos petroleros. Cabe destacar, que para ese
entonces, el país estaba somedo por su Presidente, General Juan Vicente Gómez a
una dictadura férrea que brindaba todo su apoyo a las transnacionales.
También jugaron un papel muy importante en este proceso algunos empleados
extranjeros, como Domingo Mariani, mecánico y soldador de la Renería de petró-
leo de San Lorenzo, quien fue el primero en manifestarle a los obreros venezolanos
la necesidad que tenían de unirse y crear un organismo que les permiera agremiar-
se para poder luchar unidos por mejores reivindicaciones laborales, económicas y
sociales (Salazar, 1996:78).
En el campo de Mene Grande algunos perforadores de origen norteamericano,
también aportaron sus experiencias y conocimientos, al dar a conocer sus ideas polí-
cas revolucionarias traídas de otras partes del mundo, permiéndole a los obreros
con esto, orientarse en cuanto a la lucha que debían emprender (Salazar, 1996:78).
Antes de producirse la primera huelga petrolera ya el gobierno de turno tenía
conocimiento pleno sobre la llegada clandesna de extranjeros que tenían como
objevo adoctrinar a la masa obrera, para que se organizaran e iniciaran sus luchas
por mejores reivindicaciones. En ese sendo, el Presidente del Estado Zulia, empezó
a tomar las medidas necesarias al caso, por lo que inmediatamente solicitó a las
autoridades locales una nómina de los extranjeros que se encontrasen en los distri-
tos petroleros para invesgarlos y los que pudieran considerarse como individuos
peligrosos para el orden y la tranquilidad social” proceder a extraditarlos como disi-
dentes comunistas (A.H.Z., 1926: t.I, leg.I).
PRIMER MOVIMIENTO OBRERO PETROLERA EN EL ESTADO ZULIA
Esta primera huelga petrolera de trabajadores petroleros se fraguo en el año
1925. Fue patrocinada y dirigida por Augusto Malavé, conviréndose de esta
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manera en el pionero del movimiento obrero petrolero venezolano y a quien
Jesús Prieto Soto describe como un “hombre de estatura baja, rechoncho, de
cara indiada y ojos pequeños, creador de proscenio improvisado sobre calones de
balancines británicos, en el pao de la Caribbean Petroleum Company del campo
Mene Grande, líder autenco del proletariado que se atrevió a retar a la temida
dictadura del Presidente Juan Vicente Gómez y a la poderosa compañía cuando
apenas se daba inicio a la construcción en Mene Grande del primer campamento
petrolero de Venezuela” (Prieto, 1975:78).
La huelga se fraguó en medio de las noches, entre los trabajadores de San
Lorenzo y Mene Grande que viajaban en un carromato de rieles que recorría a
diario la vía existente entre estas dos población. A pesar que estos señores tenían
que empujar por largo trecho la pesada máquina y regresar en la madrugada a
su sio de trabajo, los obreros oían emocionados las palabras elocuentes del
fogonero Augusto Malavé (Prieto, ídem).
Los movos de este primer movimiento obrero petrolero fueron suciente-
mente explicados en capítulos anteriores. El veterano luchador sindical, Panta-
león García Salazar, (1982: 16 y 17), en su obra sobre la historia del movimiento
sindical en el Estado Zulia, arma que, para el momento de la huelga, 40 traba-
jadores redactaron una carta con una serie de peciones, donde se establecía
un aumento de sueldo de diez bolívares diarios, atención médica y vivienda. Los
obreros decidieron que el paro sería hasta que fueran sasfechas sus demandas.
La empresa petrolera, en vista de la situación reinante, optó por enfrentar a los
obreros con las autoridades policiales, con el propósito de hacerlos volver a su
sio de trabajo, pero los trabajadores en huelga al hablar con los policías logra-
ron ponerlos de su parte. Esta situación obligó a la compañía a llegar a un arreglo
que consisó en:
Una hora menos de trabajo (de 10 am a 9 pm).
Aumento de sueldo mínimo de cuatro a cinco bolívares diarios.
Un médico (pero sin aportar medicinas).
Estudiar el problema de la vivienda.
En deniva, la huelga duró doce días, volviendo a su sio de trabajo todos
los trabajadores pero con la promesa de que la empresa cumpliría con las demás
peciones.
Esta primera huelga petrolera, permió que los trabajadores comprendieran la
necesidad de agremiarse y luchar sin temores contra los defensores de las compa-
ñías petroleras para así poder lograr sus justas aspiraciones. Lo lamentable de esta
huelga fue el encarcelamiento y despido de algunos trabajadores y la desaparición
de otros como el caso del propio Augusto Malavé quien fue puesto preso. Pasa-
dos varios días fue visto cuando lo embarcaban en una goleta que lo trasladó por
las aguas del Lago de Maracaibo hacía un rumbo desconocido, puesto que no se
supo más nada de su persona (Garcés, 1996: entrevista). Mientras sucedía esto,
los trabajadores despedidos por la empresa también se vieron en la necesidad
de cambiarse su aspecto sico y sus nombres, para tratar de esa manera conse-
guir trabajo en otros campos petroleros, ya que los nombres de cada uno de ellos
estaban reseñados en lo que llamaban la “Lista Negra” la cual era transmida al
resto de las compañías asentadas en la región, con el propósito de evitar que estos
señores fuesen contratados por alguna de ellas. A parr de este hecho. Se puede
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decir entonces que los obreros de los campamentos petroleros dejaron marcada
una huella en la historia del movimiento obrero petrolero en Venezuela, por haber
sido escenario del primer gesto reivindicavo de este po a nivel nacional.
FUNDACIÓN DE LOS SINDICATOS DE OBREROS Y EMPLEADOS
PETROLEROS EN EL ZULIA
Parendo del año 1925 hasta llegar a 1936, en los campos petroleros se man-
tuvo la ola de rebeldía ante el patrón inhumano. Aún exisan una serie de factores
que movaron otros conictos laborales. Las condiciones estaban dadas para iniciar
los trámites que conllevaron a la creación de los sindicatos. Los obreros petroleros,
luego de haber vencido los obstáculos que contribuyeron a su desarrollo y madurez
en estas luchas, logran fundar sus sindicatos en el año 1936”. (García, ob. cit).
A pesar de las medidas represivas policiales y los controles tomados por el fa-
llecido gobernante y que connuaron con el Presidente entrante, General Eleazar
López Contreras, para controlar la entrada de extranjeros con ideas comunista al
país, no pudieron evitar que estos señores se inltraran clandesnamente entre
los trabajadores petroleros, para ayudarlos en la fundación de sus sindicatos. En el
mes de enero de 1936, aprovechándose del cambio de gobierno, el pardo comu-
nista en la clandesnidad ordena a sus miembros acvos a organizar a los obreros
petroleros en todo el Estado Zulia, con el n de planicar y crear los sindicatos
petroleros. De esta manera, la inuencia marxista predominó en la fase formal,
por medio de su doctrina y literatura en la constución de todos los sindicatos que
se fueron creando en las poblaciones petroleras del Zulia: Maracaibo, Cabimas,
Lagunillas, Mene Grande, San Lorenzo, Bachaquero, etc. (Salazar, 2001:19).
Los sindicatos se constuyeron en esa época en medio de la resistencia con-
tra las polícas laborales agresivas y represivas de las compañías petroleras, pero
principalmente en lo que se refería a la cuesón de los salarios y las jornadas de
trabajo. De esta manera, se convireron en los ejes de la organización de la clase
obrera petrolera.
Es importante destacar, que para la década de los años 30, del pasado siglo
XX, ya se notaba dentro de nuestra políca nacional del trabajo una inuencia
losóco-económica de origen marxista, sobre todo en lo concerniente a la teoría
de luchas de clases. Esa losoa, estaba inltrándose y era adoptada por nuestras
sociedades obreras a través de un adoctrinamiento basado en información obte-
nida de segunda, de tercera y hasta de cuarta mano, por lo que la mayoría de las
personas que sostenían o apoyaban dicha teoría lo hacían en ese entonces sin un
conocimiento pleno de su origen, de un modo vago y diluido (New York Times,
1941:1). Esta realidad, se pudo observar en algunos documentos de la época don-
de los obreros manifestaban que su lucha era más que todo de orden social y eco-
nómico, por lo tanto no querían aceptar que esta se polizara (Salazar, ob. Cit.: 31).
LA GRAN HUELGA PETROLERA DE 1936-1937
Con la creación de los sindicatos petroleros, los trabajadores comenzaron a
organizar una huelga general en la industria petrolera. Este conicto que ya era
a nivel nacional, se constuyó en una gran lucha por las reivindicaciones econó-
micas y sociales, el rescate de la idendad nacional y para acabar de una vez por
todas con el fantasma de la dictadura gomecista, soportada durante 27 años.
Los trabajadores petróleos tenían sobrados movos para luchar contra el cri-
minal desposmo, que quería mantener el nuevo gobierno. La razón esencial de
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este conicto se debió en gran parte a los hechos ocurridos en el campo de Mene
Grande, el día 24 de junio de 1936, cuando en el cine “San Felipe” de la localidad,
se llevaba a cabo una asamblea sindical, que decretó un paro conocido como la
huelga de junio, en contra de una rechazada “Ley de Defensa Social”, creada con
el único propósito de frenar todas las manifestaciones populares. La referida Ley
fue introducida al Congreso Nacional por un grupo de adictos al gobierno y su
tulo real era “Ley para Garanzar el Orden Público y el Ejercicio de los Derechos
Individuales”. El comando o dirección de la mencionada huelga estaba centrali-
zado en la población de Mene Grande, pero el sindicato de San Lorenzo acató sus
directrices, dándole un apoyo total e incondicional al movimiento. Al atardecer
una de las autoridades policiales que se encontraban bajo la inuencia alcohólica
irrumpió de manera violenta y ordenó a su tropa asaltar la asamblea sindical que
se celebraba en el referido cine. El fuego cerrado de fusilería tronó en el recinto
que estaba para el momento totalmente lleno de trabajadores, lo que trajo como
consecuencia que lamentablemente murieran asesinados algunos obreros., que
pasaron a ser los primeros márres de las luchas obreras petroleras en Venezue-
la.
Tan deplorable hecho, dio pie a que los trabajadores organizados llegaran a la
heroica huelga petrolera de 1936-1937, que se mantuvo por 45 días, corriendo
los trabajadores el riesgo de que si se perdía el movimiento de masas se irían
todos los logros anteriores al suelo, pero si se ganaba, el movimiento popular
recibiría nuevos impulsos para recuperar su angua fuerza y poder enfrentarse
de esa manera a las pretensiones del nuevo gobierno.
Inspirados en sus márres y movados por la emoción efervescente del mo-
vimiento sindical y las medidas represivas puestas en prácca por el gobierno de
López Contreras, los dirigentes obreros decidieron reunirse en el mes de agosto
de 1936, en el campo de San Lorenzo, con el propósito de discur la creación de
un organismo que uniera a todos los sindicatos petroleros existentes en todo el
país. Todos los dirigentes estuvieron de acuerdo con la idea. Esto permió que se
constuyera lo que se llamó la “Unión Sindical Petrolera (U.S.P.)” (García, ob.cit:
18). De la conformación de este organismo surgió un pliego de peciones que
contenía las cláusulas siguientes:
Aumento de sueldo con un salario mínimo de 10,oo bolívares diarios.
Reconocimiento de los sindicatos como defensa de los trabajadores y a su Jefe
de Reclamos.
Reenganche de los trabajadores despedidos en la huelga anterior.
Suministro de agua potable y hielo.
Servicios médicos y medicinas.
Suministro de vivienda para todos los trabajadores.
Pago de los salarios retenidos por parcipación en la huelga.
Jornada de trabajo de 8 horas diarias.
Trato decente por los jefes y caporales.
Al inicio de la discusión del pliego de peciones, las compañías en forma desca-
rada apenas si ofrecían el hielo, porque el agua según la gerencia, debían tomarla
bien sea de las calderas o del lago. Esta actud tan inhumana indignó aún más a los
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trabajadores y lógicamente esto impidió llegar a un entendimiento entre ambas
partes (Nehru, ob.cit.:256).
La cerrada intransigencia, el descaro y la arrogancia patronal, así como también
la complicidad maniesta de las autoridades gubernamentales obligó a los traba-
jadores a girar instrucciones precisas de preparación de la huelga y resolvieron
introducir los pliegos pero ya con carácter conicvo. Fue así como se dio el grito
de huelga el 14 de diciembre de 1936. Todos los trabajadores petroleros del Zulia y
Falcón pararon totalmente la industria petrolera llenos de entusiasmo, ocupando
cada uno de los sindicatos sus puestos de combate.
La huelga marchó muy organizada a pesar que las condiciones ambientales y
sanitarias existentes en los refugios de los trabajadores eran deplorables. El pro-
blema de la alimentación para ellos y sus familiares se resolvió gracias a la organi-
zación de un comité de abastecimiento que cumplió con su función a cabalidad.
“Fueron muchas las personas que colaboraron de una u otra manera. En ese sen-
do, los agricultores facilitaron todo po de culvos, igual lo hicieron los pescado-
res. Todo po de ayuda llegaba a los sindicatos y a los refugios” (Severeyn, ídem”).
Esta forma de organizarse fue lo que permió que la huelga trascurriera discipli-
nadamente y cada trabajador cumplió con los deberes que les fueron asignados.
Algunos sindicalistas supuestamente eran los que comandaban la huelga pero
estratégicamente la huelga era dirigida secretamente por la direcva tular. De
esta manera aparentaban estar desligados totalmente de sus responsabilidades,
pero esto era con el propósito de evitar que les aplicaran cargos según la triste-
mente famosa “Ley para Garanzar el Orden Público”, evitando de esta manera
que el conicto quedara sin los cerebros que la dirigían. “La huelga concluyó a raíz
de un decreto dictado el 22 de enero de 1937, por el Ejecuvo Nacional, donde se
ordenaba el reingreso al trabajo o de lo contrario serían aplicadas fuertes sancio-
nes. Según el decreto se les concedía el aumento de un bolívar a los trabajadores
que ganaban de 7 a 9 bolívares diarios. Los trabajadores que no tenían vivienda
también obtuvieron un bolívar de aumento adicional. La empresa quedaba obliga-
da a dotar de agua fría a los centros de trabajo y a los marinos. Las mismas reivin-
dicaciones fueron logradas para los ayudantes de cocina que ganaban un salario
de 100 bolívares mensuales” (Nehru, ídem).
Los dirigentes del conicto decidieron acatar a duras penas el decreto, pero
bajo una fuerte y enérgica protesta pública, ordenando de inmediato un repliegue
de fuerzas con el n de evitar el desmoronamiento de las organizaciones de masas
y así poder conservar muy en alto la moral combava para futuras jornadas de
lucha proletaria. Las medidas que tomaron estos dirigentes del conicto fueron
las más acertadas y el empo les dio la razón, puesto que para el momento del
decreto las condiciones no estaban dadas para converr el movimiento de corte
económico y social al orden de lo políco, en el caso de que hubiesen decidido
oponerse al referido decreto. Sin embargo, se puede decir que la huelga de 1936-
1937 fue un éxito si se toman en cuenta los aspectos siguientes:
1. Fue la huelga petrolera de mayor duración, importancia y cohesión que haya
tenido el movimiento obrero venezolano hasta el presente.
2. Se destacaron y se formaron una candad considerable de dirigentes natos.
3. Los trabajadores legaron a las generaciones futuras el derecho a huelga y a crear
organismos de po gremial y políco.
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4. Se logró que por primera vez los trabajadores petroleros pudieron rmar un con-
trato con las compañías petroleras.
5. Como consecuencia de este conicto surgieron una serie de cambios en el orden
de lo económico, lo políco, lo social, y lo laboral en la región zuliana y en toda
Venezuela.
6. Las consecuencias en general de sus acciones, de sus actudes y de su senr
democráco y nacionalista se pueden palpar actualmente en muchos aspectos
de la codianidad del venezolano.
7. Se destacó la resistencia ofrecida por los trabajadores, su bien planicada orga-
nización y el elevado espíritu de unión y hermandad.
8. Quedó maniesto un gran deseo de superar una época de maltratos e injuscias
por parte de los dirigentes de las compañías petroleras y del mismo gobierno, lo
cual era una constante en sus vidas.
9. Las empresas petroleras se vieron obligadas a darle un cambio radical a su polí-
ca laboral.
10. Se da inicio a la construcción de viviendas dignas para el trabajador petrolero,
además de instalaciones educavas, de servicios médicos, deporvas, centros
culturales y clubes sociales y deporvos.
11. Por último, se puede decir, que a parr de estos hechos, fue cuando los trabaja-
dores se pudieron incorporar a la vida acva del quehacer diario de la nación y
se echaron las bases del régimen democráco, que a pesar de sus muchas fallas,
aún existe en nuestro sistema de gobierno
REFERENCIAS
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Histórico del Edo Zulia)
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_____ Tomo I legajo N° 11, Ministerio de Relaciones Interiores s/f.
_____ Tomo III, legajo N° 19, Santa Rita, 9 de sepembre de 1926.
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Lorenzo, Municipio Baralt, Estado Zulia, .enero 2003
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Ensayo
R e c i b i d o : 0 2 / 1 0 / 2 0 2 0
Aceptado: 03/12/2020
MARACAIBO Y EL 19 DE ABRIL DE 1810: AUN SIN ESTRELLA
EN LA BANDERA NACIONAL
Ángel LOMBARDI BOSCÁN*
RESUMEN
La desintegración del régimen colonial en la América Hispana no fue un proceso
uniforme, menos aún en el caso de las provincias que conformaron la Capitanía
General de Venezuela. Se analizan las circunstancias históricas que condujeron a
la dirigencia políca y económica de la provincia de Maracaibo a asumir una posi-
ción moderada o pro-realista hasta 1820. Maracaibo, al igual que Coro y Guayana,
no sigue el ejemplo de los caraqueños luego del 19 de abril de 1810, porque sus
intereses geográcos, comerciales, administravos, jurisdiccionales y polícos no
forman parte de la misma cuadratura. Maracaibo es una región al occidente del
país, con una dinámica de funcionamiento autónomo cuyo Lago y zonas adyacen-
tes le conere idendad propia.
Palabras clave: Independencia, provincia de Maracaibo, poder central, autono-
mía.
MARACAIBO AND APRIL 19, 1810: EVEN WITHOUT A STAR ON
THE NATIONAL FLAG
ABSTRACT
The disintegraon of the colonial regime in Hispanic America was not a uniform
process, even less in the case of the provinces that made up the Captaincy Gene-
ral of Venezuela. The historical circumstances that led the polical and economic
leadership of the province of Maracaibo to assume a moderate or pro-realist po-
sion unl 1820 are analyzed. Maracaibo, like Coro and Guayana, does not follow
the example of the Caracas people aer 19 April 1810, because their geographic,
commercial, administrave, jurisdiconal, and polical interests are not part of
the same square. Maracaibo is a region in the west of the country, with an au-
tonomous funconing dynamics whose Lake and adjacent areas give it its own
identy.
Keywords: Independence, Maracaibo province, central power, autonomy.
*Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia, bucefalo@hotmail.com
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I
En un acto que bien valdría calicar de mezquindad histórica por parte del
Poder Central, la ciudad de Maracaibo, no está aún representada por ninguna
estrella en el pabellón nacional. Y esto se explica porqué Maracaibo no acompa-
ño a Caracas ni en el 19 de abril de 1810 ni en la Declaración de la Independencia
el 5 de Julio de 1811.
Maracaibo, doscientos años atrás, era una provincia con nexos más rmes
con los territorios de la Nueva Granada, con los cuales colinda, que con los que
se ubican en el centro del país. De hecho, luego de la unicación territorial y
administrava llevada a cabo por los borbones erigiendo la Capitanía General
de Venezuela en 1777, Maracaibo y sus autoridades van a protestar las nuevas
prerrogavas que convierten a Caracas en cabeza de todas las provincias uni-
das. Las rivalidades son de carácter comercial fundamentalmente, aunque se les
acompaña por otras que enen que ver con las jerarquías administravas e ins-
tucionales junto a sus disntas competencias. En pocas palabras, a los marabinos
de ese entonces no les gustó estar un escalón más abajo que los caraqueños
1
.
Si no como entender el encarcelamiento de los emisarios que los caraqueños
envían al Occidente para que reconocieran al nuevo Gobierno surgido el Jueves
Santo del año 1810. Quienes sí acompañaron a los de Caracas fueron trujillanos,
merideños y tachirenses, por los mismos movos que tenían los marabinos para
desconar de los del Centro, sólo que el rival incómodo en este caso lo represen-
taba Maracaibo que administravamente ejercía predominio sobre los estados
andinos
2
.
El 19 de Abril de 1810 trajo una recomposición en las alianzas interprovincia-
les y creó las condiciones para el enfrentamiento posterior entre pardarios de
la Republica y aquellos que defendían a la Monarquía. Las causas que explican
lo ocurrido el 19 de Abril de 1810 son muchas, aunque hay una que sobresale
como bien lo señala Vaamonde en un reciente trabajo: “y principalmente con
el de atender la salud pública de este pueblo que se halla en total orfandad,
no sólo por el cauverio del Sr. D. Fernando Sépmo, sino también por haberse
disuelto la junta que lo suplía en lo tocante a la seguridad y defensa de sus domi-
nios invadidos por el emperador de los franceses, y demás urgencias de primera
necesidad” (VAAMONDE, 2012)
3
1 Para entender la Historia del Zulia en un sendo admiravo y a modo de divulgación es funda-
mental: BESSON, J.: Historia del Zulia, 5t, Maracaibo, 1943, y como complemento, aunque ya el rigor
está mucho más presente, véase: HERNÁNDEZ, Luis Guillermo y PARRA, Jesús Ángel. Diccionario
General del Zulia. 2t, Maracaibo: Banco Occidental de Descuento, 1999.
2 Caracas se levantó con pretensiones de ser capital, pero se encontró con la madurez de las provin-
cias que también querían ser protagonistas y no simples seguidoras del cabildo capitalino. Con qué
tulos quiere erigirse Caracas en capital, si nosotros tenemos inteligencia, capacidad económica y
nanciera y facultades para ser autónomos. Así respondió Maracaibo y tomó la misma postura que
las ciudades de la Península. Optó por la causa realista. Mérida se declara patriota en contraposición
a la postura marabina, distanciándose así de su capital provincial natural. Le cobra a Maracaibo la
capitalidad que tanto había añorado. Y por otra parte, le pasa también factura a Caracas que se había
opuesto junto a Santafé a que el Seminario de Mérida tuviera el tulo de universidad. Era la ocasión
de reclamar capitalidad en lo intelectual y educavo, preseas que no le podían discur sus rivales
vecinos. Véase: PORRAS CARDOZO, B. E.: “21 de Sepembre de 1810 ¿Punto de Parda o Punto de
Llegada?” en Bolen del Archivo Histórico. ISSN: 1316-872X. Año 9. Enero-junio 2010, Nº 15. Univer-
sidad de Los Andes. Mérida – Venezuela, págs. 65-86.
3 Según la interpretación que privilegia Vaamonde (2012) sobre el 19 de abril en Caracas, los cabildan-
tes, actuaron en resguardo de sus intereses de clase dominante y dirigente de la sociedad colonial,
no dispuestos a que el vacío de poder dejado por la Metrópoli sea sustuido por agentes externos
e internos extraños a ellos mismos. Emparan y otros funcionarios de la administración monárquica
fueron acusados de afrancesados, aunque básicamente se les percibió, como débiles e irresolutos
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Maracaibo y sus autoridades se mantuvieron leales a la Regencia y descono-
cieron el paso dado el 19 de Abril en Caracas. Esta “delidad” de los marabinos
nos luce sospechosa, y por qué no decirlo, oportunista, ya que las nocias que
en ese entonces se manejaban acerca del futuro de la Metrópoli no eran nada
halagadoras. El acto de delidad de Maracaibo hay que entenderlo básicamente
dentro de la disputa y rivalidad preexistente en contra de los de Caracas, aunque
esto obviamente, desde la percepción de la clase dirigente peninsular y criolla,
que en el caso de Maracaibo, mantuvo su alianza impertérrita.
Lo cierto del caso es que Maracaibo y su Gobernador, Fernando Miyares
(1749-1818), pasan a converrse en cabeza de la contrarrevolución y coaligados
con los corianos y guayaneses van a defender “patriócamente” la causa realista
en los venideros años del conicto
4
.
Otro asunto no menos importante es la conjetura piadosa que se ha cons-
truido alrededor del recuerdo épico de la Independencia nacional, que no es
otro que señala que fue un proceso guiado por las ansias de libertad en contra
de la Monarquía hispana. Como han dicho Raymond Carr y otros estudiosos del
periodo que nos conduce de Colonia a Republica (1750-1830): España es la que
se ausenta de América, luego de la invasión de Napoleón sobre la península en
1808, y no los americanos quienes abogaron por romper el vínculo colonial.
Los americanos, y no todos, sólo la minoría blanca criolla, se decide actuar
bajo una situación de emergencia y anomia
5
, ante el temor bien fundado en ese
entonces, de una nueva dominación exterior representada por los franceses o por
el resquebrajamiento del orden social interno en donde los principales privilegios
recaían entre ellos mismos. Los sectores sociales “populares” de la Colonia en
Venezuela, sempiternos explotados, carecieron de líderes oportunos, que con la
adecuada lectura del momento, pudiesen erigirse como representantes e interlo-
cutores validos de las ansias, muy legímas por cierto, de promoción social. Los
pardos, negros e indios, actores anónimos, silenciosos e invisibles de una historia
como drama y tragedia, mascullaban el rencor de una sociedad que les negó ser
reconocidos como iguales. Las leyes hispanas les otorgaron algunos derechos, e
incluso, en la época de los borbones a través del Rey Carlos III (1716-1788), estos
alentaron algún po de reformismo social (RODULFO CORTES, 1978)
para con ello
restarles poder a los amos blancos, sobretodo, a los mantuanos criollos.
En una sociedad esclavista como la venezolana de ese entonces y cuya lógica
políca de funcionamiento era la explotación de una minoría ilustrada y pudien-
te sobre una mayoría analfabeta y pobre, la Independencia, aunque sería más
preciso, señalar, la Autonomía, a la cual los cabildantes caraqueños en un primer
momento aspiraron, no fue otra cosa que un acto de sobrevivencia social, polí-
ca y económica de acuerdo al resguardo de intereses y privilegios
6
.
en ser capaces de garanzar la “seguridad y defensa. Luego de la fallida Conjura de los Mantuanos
en el año 1808, el pacto entre la elite blanca, criolla y peninsular, sufrió una erosión irreversible. Los
“hombres” del 19 de Abril en Caracas fueron gente moderada que procuraron atajar el radicalismo
sin importar su procedencia. Véanse dos obras esenciales para comprender ésta cuesón: McKINLEY,
P. MICHAEL: Caracas antes de la Independencia, Caracas, 1992 y QUINTERO, I.: La Conjura de los
mantuanos: úlmo acto de delidad a la monarquía española. Caracas 1808, Caracas, 2002
4 Apenas tenemos estudios puntuales y monográcos sobre las actuaciones del “Pardo Realista”
en Venezuela. En este sendo es fundamental el libro de: STRAKA, T.: La voz de los vencidos, ideas
del pardo realista de Caracas (1810–1821), Caracas, 2007, y también: LOMBARDI BOSCAN, A.R.:
Banderas del Rey, Maracaibo, 2006.
5 Nos dice el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) que su signicado es doble: Ausencia
de Ley y Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación.
6 En esto el Maniesto Comunista (1848) escrito por Carlos Marx y Federico Engels es inapelable: Las
ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la
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De tanto reper un supuesto, como el hecho de que la Independencia nacio-
nal se libró en contra de España, que terminamos por asumirlo a rajatabla, sin
maces, sin apreciar el verdadero contexto histórico y las disntas uctuaciones
que ese momento tuvo. No me cabe la menor duda que a la Independencia se
iba a llegar tarde o temprano. Que la actuación de España apoyando a los colo-
nos en la América del Norte (1776) en su lucha independensta fue algo suicida,
teniendo ella misma sus propias colonias al Sur a resguardo. Que el declive de
España como potencia europea quedó en evidencia luego del desastre de Trafal-
gar (1805) donde pierde toda su ota, y en consecuencia, les deja el dominio del
Atlánco a los ingleses. Ya en ese entonces España abandona de manera forzosa
a sus territorios amerindios, y poco pudo hacer en adelante.
Es bueno señalar que Ejercito de ocupación como tal nunca lo hubo a lo largo
de los trescientos años de dominio hispano sobre América. El mantenimiento
del orden domesco estuvo bajo la responsabilidad de las milicias oriundas del
propio país, obviamente, bajo una ocialidad criolla y blanca. El único esfuerzo
formal de po militar que hizo España lo llevaría a cabo con los regimientos “Fi-
jos” de peninsulares acantonados en las principales fortalezas que resguardaban
los más estratégicos puertos donde tocaban los galeones cargados de morocotas
y otros metales hacia España.
El verdadero punto de inexión de todo el proceso conocido como Indepen-
dencias Hispanoamericanas corresponde a la invasión napoleónica sobre la pe-
nínsula ibérica en el año 1808. Luego de la vergonzosa abdicación de Carlos IV
(1748-1819) y Fernando VII (1784-1833) en Bayona se inició la resistencia por
parte del pueblo español ante el invasor francés. España, entre 1808 y 1814 va
a vivir, y padecer, su propia Guerra de Independencia, algo que la mayoría des-
conoce. Situación ésta que le lleva práccamente a desatenderse de los sucesos
americanos (MARTINEZ RUIZ, 2007).
La ausencia de los monarcas españoles trae un terrible vacío de poder. El des-
concierto, la anomia y la incerdumbre más atroz se apodera de los funcionarios
reales y sus aliados criollos del sector blanco. Casi nadie estuvo dispuesto a re-
negar de España, ni a plantear el espinoso y controverdo asunto de la Indepen-
dencia, salvo una minoría de liberales españoles y criollos que bajo la inuencia
de la Revolución Francesa y la Independencia de los Estados Unidos intentaron
una conspiración fallida en 1797 (Conspiración de Gual y España)
7
.
clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo empo, su poder espiri-
tual dominante. La clase que ene a su disposición los medios para la producción material dispone
con ello, al mismo empo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le some-
tan, al propio empo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios
para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las
relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como
ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las
ideas de su dominación. Los individuos que forman la clase dominante enen también, entre otras
cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en
cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en
toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de
ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su empo; y que sus ideas sean; por
ello mismo, las ideas dominantes de la época.
7 No es el caso que nos ocupa, pero salvo Gual y España (1797) y los intentos de invasión de Francisco
de Miranda en 1806, el resto de los movimientos “pre-revolucionarios” fueron práccamente inexis-
tentes. Hay que concluir que quienes se pronunciaron en “Defensa del Rey” en 1810 no albergaron
alguna animadversión hacia la Corona, por el contrario, la defendieron. La paulana desaparición de
los órganos de gobierno metropolitanos hizo cuesonar la legimidad de los mismos en su ejercicio
en erras americanas, y ya esto dio pie a brotes de anarquía y rebeldía que fue capitalizado por los
radicales de los disntos bandos que se fueron constuyendo. El tesmonio alucinado del Regente
Heredia conrma este supuesto. Véase: Memorias del Regente Heredia, Biblioteca de la Academia
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La elite criolla blanca, el único sector social con plena conciencia de sus privi-
legios, y del riesgo de perderlos, ante el arribo del usurpador José I, se ve obliga-
da por las circunstancias a una actuación pro autonomista (19 de abril de 1810),
y ya más radical, al declarar la Independencia (5 de Julio del 1811). Lo hace en
contra de una España que le ha abandonado y en contra de una nación extranje-
ra, Francia, que percibe como amenaza.
Así tenemos que a la Independencia (1811) se arriba no a través de una vaga
aspiración de libertad o porque se creyó en ideales republicanos a través de una
convicción colecva de ideales compardos, que tuvo la osadía de repensar a la
caduca sociedad colonial por otra alternava de corte moderno y liberal, estas
premisas, repedas una y mil veces por la Historia Ocial y Escolar, no resisten el
más supercial análisis de esa coyuntura histórica. A la Independencia se llegó,
como ocurre en la mayoría de las conngencias históricas, por puro azar y desde
posiciones fragmentarias y caócas que en el caso venezolano se manifestaron
de una forma desafortunada mediante la violencia más atroz y destrucva.
Maracaibo, al igual que Coro y Guayana, no sigue el ejemplo de los caraque-
ños luego del 19 de abril de 1810, porque sus intereses geográcos, comerciales,
administravos, jurisdiccionales y polícos no forman parte de la misma cuadra-
tura. Maracaibo es una región al occidente del país, con una dinámica de funcio-
namiento autónomo cuyo Lago y zonas adyacentes le conere idendad propia.
II
En estos empos de celebraciones independenstas muy al eslo del Estado
como factor de poder y donde la Historia se convierte en propaganda, es bueno
replantearse todo lo sucedido doscientos años atrás desde una perspecva des-
micadora.
En el caso de la Independencia nacional hubo unos claros ganadores en los
casos de las regiones central, oriental, andina y llanera. Los caudillos y jefes de
esas regiones lograron capitalizar el triunfo militar luego de una larga conenda
en contra de los pardarios de la Monarquía, en su mayoría, oriundos del país.
Los derrotados, Maracaibo, Coro y Guayana, sufrieron el esgma de no “seguir el
ejemplo que Caracas dio”, y en consecuencia, sus elites polícas, económicas e
intelectuales hicieron redoblados esfuerzos por juscar lo injuscable
8
.
El caso de Maracaibo es emblemáco. Sus poetas, arstas e intelectuales
pero, sobre todo, sus historiadores, se dieron a la tánica tarea de reinventar un
pasado que nos pudiera conectar con la esrpe ilustre de los vencedores de la
Independencia. Tal es el caso de Juan Besson y su Historia del Zulia donde con-
vierte a Maracaibo, una modesta ciudad a lo largo del siglo XIX, en un emporio
comercial relevante donde las luces del espíritu deslaban logros culturales sin
parangón. Maracaibo pasaría entonces a converrse en la Atenas de Venezuela.
Y si alguien osase dudar acerca del “patriosmo” del genlicio zuliano en esos
Nacional de la Historia, Caracas, 1986.
8 El perdón otorgado hacia los de Guayana o Angostura por el más reciente “gendarme” al frente del
Poder Central en Caracas y que le permió tener una estrella en la bandera nacional, la octava, se
juscó porque Bolívar ofreció su Discurso de Angostura en 1819 y porque Guayana se constuyó
en cabeza de playa de la insurgencia republicana luego del triunfo en la Batalla de San Félix en 1817,
ganada ésta por el General Piar. Maracaibo y Coro aún carecen de méritos históricos para tener su
respecva estrella. Una nación con madurez y clara conciencia de sus aciertos y errores, lo que hace
es sumar y engrandecer, y no mascullar viejos rencores y desavenencias. Como bien dice un lúcido
Ángel Bernardo Viso, esto representa: “una indecisión en el centro mismo del ser” venezolano, véase:
Venezuela: Idendad y Ruptura, Caracas, 1982.
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terribles años que dieron nacimiento a Venezuela, pues bastaría con señalar a un
militar de la talla de Rafael Urdaneta, o su imponente Lago, donde se hizo clau-
dicar a la escuadra del realista Ángel Laborde. No obstante, algo no encajaba con
relación a los antecedentes ilustres, es decir, con la llamada pre-independencia.
Esa necesidad, de lavar un pecado histórico, nos llevó práccamente a rein-
ventar hechos y personajes sucedidos en el año de 1799. La llamada “Conspira-
ción de Pirela o Maracaibo”, convierte a un oscuro sastre de nombre: Francisco
Javier Pirela, miembro de la milicia local, en un adalid a favor de la libertad. El
héroe deviene en traidor horas antes de que el complot lograse su comedo, ya
que delata a sus compañeros de causa. Aún así, buena parte de la historiograa
que ha tratado el tema, le conere signicados polícos que la documentación
primaria no logra corroborar (LOMBARDI BOSCAN, 2009)
Parcularmente no siento ningún po de vergüenza histórica por el hecho de
que mis antepasados hayan preferido abrazar la causa del Rey en vez de la Repu-
blicana. El pasado es lo que pasó y no aquello que deseamos que éste haya sido.
III
Maracaibo en 1810 es una modesta capital de provincia que a duras penas
sosene en su solar a más de 20.000 almas. Juan Besson, el historiador más cons-
picuo en eso de retratar unos orígenes ilustres como si la Historia fuese la foto-
graa esplendorosa de nuestras hechuras, señala lo siguiente: Al empezar el año
de 1800, Maracaibo era la capital de la Provincia de su nombre, con jurisdicción
sobre Coro, Trujillo y Mérida. La Provincia contaba ya con 100.000 habitantes
y la ciudad de Maracaibo con 22.000”. Maracaibo posee en ese entonces una
radiograa social, políca y económica-comercial que comparte con las otras ca-
pitales de provincia de su entorno, si bien la geograa y el clima la parcularizan.
No obstante, hay un hecho muy especial que hace de la Provincia de Maracaibo
algo ajeno a dinámicas como las que se suscitaban en la Provincia de Caracas
o Venezuela, o en las regiones del Oriente y el Sur, y es que Maracaibo estuvo
sujeto a la jurisdicción de la Nueva Granada y a una telaraña de relaciones y
compromisos circunscritas al hinterland que fue bosquejando desde las primeras
exploraciones de Alonso de Ojeda en el siglo XVI. Ahondar en esas relaciones
complejas dentro de las profundidades de una Historia Colonial subverda y me-
nospreciada por los vencedores de la Independencia, es una deuda que todo
historiador consiente está obligado a saldar. Maracaibo nace como Gobernación
de Coquibacoa y sus tres fundaciones (1529, 1569 y 1574) se hace bajo los es-
mulos del lucro material y comercial que guió a los Welsares y otros exploradores
sobre el Occidente venezolano de ese entonces. La hoslidad de los indios de la
zona, aunado a unas condiciones climácas y geográcas adversas iban desalen-
tando las posibilidades de un desarrollo urbano oreciente. El siglo XVI “zuliano”
es un siglo perdido por el bajo impacto de una colonización agreste. En el siglo
XVII no se puede vislumbrar tampoco un desarrollo histórico de valía con todo
y que es en esa centuria cuando se empieza a construir la red de intercambios
comerciales que enlaza al puerto de Maracaibo con el Sur del Lago, los Andes
venezolanos y la ciudad de Pamplona en la Nueva Granada. A través de los ríos y
los caminos de recuas, la producción agrícola y ganadera, incipiente y artesanal,
empieza a congurar un universo histórico con idendades propias. La acumu-
lación de riquezas no se traduce en prosperidad para los humildes pobladores
de las pequeñas villas y caseríos que sirven de apostaderos de una producción
económica desigual e intermitente. Aún así, los más connotados piratas, corsa-
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rios y lbusteros, que pululan el Mar Caribe entre 1614 y 1678, se dedicarán
con persistente saña y alevosía a robar, saquear y matar todo vesgio humano
alrededor de la cuenca del Lago de Maracaibo. Y no es que los piratas y corsarios
iban por esplendorosas riquezas, sino que su radio de acción, alrededor del Mar
Caribe, les servía para hoslizar lo esencial del comercio colonial alrededor de
las llamadas “rutas de los galeones”, y Maracaibo y su entorno, caían dentro de
ese radio de acción. Es bueno recordar que la piratería poseía una doble carta
de idendad, por un lado, la ejercían parculares, aunque en realidad, detrás
de muchos de ellos había países como Francia, Inglaterra y Holanda, enemigos
declarados de España, y que la subvencionaba sin ningún po de disimulo. Así
tenemos que también el S.XVII fue otro siglo nada auspicioso para Maracaibo y
las zonas que directamente dependían de ella. Esto cambiaría radicalmente con
la aparición de la Compañía Guipuzcoana (1728-1785) y sus decididas actuacio-
nes en pos de revitalizar el alicaído aparato producvo de las disntas regiones y
provincias que conformaban en ese entonces a Venezuela.
Luego del arribo de una nueva colonización” sobre América de la mano de
los Borbones (1700), la explotación agrícola y ganadera, junto a la persecución
del contrabando, trajo un inesperado orecimiento en los “países” orientales,
andinos, occidentales, sureños y llaneros. Los comarcanos de Venezuela alcan-
zaron un nuevo status jurídico, administravo y políco con la proclamación de
la Capitanía General de Venezuela a parr de 1777. Desde Caracas se centralizó
una administración, que hasta los momentos era díscola en lo que se reere a
un orden estructurado; la disgregación de iniciavas a todo lo largo del territorio
fue conformando una dinámica caracterizada por el dejar hacer, dejar pasar
aunque esto sin apenas signicados propios de una economía liberal, sino todo
lo contrario: el monopolio declaravo y los súper controles
9
.
Maracaibo, qué duda cabe, y así nos lo hace saber el tesmonio de José Do-
mingo Rus fue una de las más afectadas por esta novedad porque veía limitadas
sus aspiraciones de expansión e inuencia. La Venezuela de muchas naciones
confederadas por un tenue senmiento de idendad comparda que la geogra-
a se dedicaba a contradecir, ahora era puesta en cuesón por las reformas de
los borbones que le otorgaron a la Provincia de Caracas la primicia sobre todas
ellas.
Este inesperado giro de la historia trajo en los marabinos de aquel enton-
ces no pocas contrariedades, aunque para ser justos, habría que decir, que los
territorios que dependían a su vez del “dominio” de Maracaibo también mani-
festaron su descontento por el dominio “domesco” que estos a su vez también
ejercieron. Un caso paradigmáco que demuestra las tensiones internas de las
disntas provincias y territorios se suscitó alrededor de la llamada Revuelta de
los Comuneros en el año 1781 cuyo epicentro fue en la Nueva Granada pero
cuyos coletazos también se vivieron en Táchira, Mérida y Trujillo, es decir, terri-
torios adyacentes cuya dinámica de vida social y económica implicaba esa inter-
conexión de la que nos hemos venido reriendo. Resulta que en la revuelta de
estos “comunes”, gente del pueblo, se apeló a una resistencia cívica en contra
9 Rafael María Baralt y José Gil Fortoul, connotados historiadores clásicos, ya habían señalado ésta
perenne contradicción alrededor de una economía colonial caracterizada por los controles y otra
bajo la férula del contrabando, una formal y la otra prácca. Los estudios más recientes y cien-
cos” de Eduardo Arcila Farías terminaron por demostrar aún más esta cuesón. Véase: BARALT R.M.:
Resumen de la Historia de Venezuela, Madrid, 1841; GIL FORTOUL, J.: Historia Constucional de Ve-
nezuela, Berlín, 1908 y ARCILA FARIAS, E.: Economía Colonial de Venezuela, Caracas, 1973; El régimen
de la encomienda en Venezuela, Caracas, 1966; Historia de un monopolio: el estanco del tabaco en
Venezuela, 1779-1833, Caracas, 1977.
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de las nuevas medidas de scalización a la producción y el alza de los impuestos
que los Intendentes, agentes de los borbones, quisieron poner en prácca. Lo
cierto del caso es que el caos desatado y un conato de rebeldía sólo pudieron
atajarse mediante la intervención del Gobernador de Maracaibo y las respecvas
tropas que le acompañaron. Con esto es sencillo demostrar que así como había
resquemores entre los caraqueños y marabinos por un conicto de intereses de
diversa índole, también exiseron tensiones entre la ciudad de Maracaibo y las
regiones adyacentes que dependían de ella. Es más, luego del 19 de Abril de
1810 los sucesos históricos se aceleran hasta desembocar en la Declaración de la
Independencia el 5 de Julio de 1811, en el ínterin, encontramos como los estados
andinos, no dudan en zafarse del dominio de Maracaibo para trazar una nueva
alianza con los de Caracas.
La actuación de Maracaibo luego de su deslinde respecto a los cabildantes
caraqueños fue la de plegarse a rajatabla a los dictámenes de la Regencia, órgano
éste de gobierno que aún quedaba en pie muy precariamente en la Metrópoli.
La Regencia impuso el bloqueo sobre las costas de Venezuela el 11 de agosto de
1810 y le ordenó a Fernando Miyares la principal responsabilidad de someter a
los caraqueños a la obediencia debida. Como hoy se sabe, eran propósitos aje-
nos a la realidad. Ni España, ni Maracaibo poseyeron los medios para hacer efec-
vo el bloqueo o cualquier otra demostración de fuerza. La guerra en Venezuela
se vislumbraba de corte civil y de carácter inter provincial aunque en un principio
con una manifestación en su intensidad muy baja. En realidad, los actores de este
drama se conducían a oscuras alrededor de un laberinto inmenso. Las ayudas
que Miyares solicitó a Cuba, a República Dominicana, a Méjico, y de manera muy
especial, en la Nueva Granada, carecieron de eco
10
. Y es que cada autoridad pe-
ninsular, dentro de la precariedad del momento y la estela de la incerdumbre
más penosa, careció de referentes de autoridad incuesonables, el Rey Fernando
VII, se encontraba prisionero, y un usurpador, José I, ostentaba el trono. Además,
había que reunir las escazas fuerzas del orden para preservar un orden social
interno caracterizado por las discriminaciones y la explotación del sector mino-
ritario de los blancos sobre el muy mayoritario de los pardos, negros e indios
11
.
IV
Sigue siendo terreno virgen para historiadores emprendedores el estudio y la
invesgación de la Independencia desde las regiones disntas a Caracas. Mara-
caibo, a través de sus autoridades y dirigentes, no convalidó en la arena políca
el pronunciamiento llevado a cabo por los caraqueños al proponer una nueva
instucionalidad cuesonando la autoridad de la Regencia el 19 de Abril de 1810.
10 Las actuaciones de Fernando Miyares fueron rastreadas en esta coyuntura por dos invesgadores
de la Universidad del Zulia y la Universidad Católica Cecilio Acosta en un trabajo breve, aunque em-
blemáco y pionero, que merece ser connuado y profundizado aún más. Al mismo, lo consideramos
una “pieza rara” dentro de unos temas marginales dado el monopolio de los recuerdos que los cara-
queños han impuesto. Véase: PARRA CONTRERAS, R. y CABEZAS MORALES, T.: Acvidades empren-
didas por Fernando Miyares y el Marqués de Someruelos para defender militarmente la Provincia de
Maracaibo durante el conicto Emancipador (1810-1811) en Revista de Artes y Humanidades UNICA,
Universidad Católica Cecilio Acosta, Año 3, Nro. 5 del 2002.
11 Una de las primeras medidas de la Junta de Caracas luego de los sucesos del 19 de Abril de 1810
fue la de prohibir la entrada a la Provincia de Venezuela de esclavos negros. Estos, en un número
alrededor de 100.000, representaban una indisimulada amenaza a un orden social diseñado por los
blancos, tanto peninsulares como criollos. Además, exisa el temor de que la revuelta de negros en
Hai (1791-1804) pudiese reperse en Venezuela. Un “cordón sanitario” se impuso para atajar el
desorden y la anomia social que algunos intuían como un salto al vacío y no tanto para construir una
sociedad nueva. Véase. Decreto por el cual se prohíbe la introducción de negros en estas provincias
en “Acta del 19 de Abril”, Documentos de la Suprema Junta de Caracas, S/F.
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Maracaibo, era en realidad un mundo aparte, una región aislada en misma, con
nexos y relaciones estratégicas con las áreas circunvecinas, y de manera muy es-
pecial, con los Andes y el oriente neogranadino. Y no creemos que el Gobernador
Fernando Miyares se haya opuesto a los de Caracas por consideraciones de po
reaccionario, es decir, por estar favorable a una Monarquía aérea, práccamen-
te inexistente, sino por una elemental defensa del grupo, su propio grupo y los
intereses que estos habían acumulado y no estaban dispuestos a comparr con
la “nueva dominación” representada por los de Caracas. Es más, la virulencia de
Coro y sus autoridades al rechazar el ofrecimiento de los de Caracas a plegarse
a la nueva autoridad, fueron más fuertes que la demostrada por Maracaibo. En
realidad lo que hubo fue una guerra de proclamas, discursos y panetos que la
escasez de ejércitos y armas junto a la inmensidad de los espacios hizo que las
desavenencias y la confrontación quedasen en un primer momento en el plano
de la retórica. La incursión de Caracas sobre Coro, en agosto de 1810, con el
Marqués del Toro al frente de un improvisado ejército, sólo fue un simulacro de
una guerra boba sin signicados de peso y con apenas voluntad para imponerse
un bando sobre el otro. Habrá que esperar el momento cuando las pasiones se
desatan y el Pardo Canario
12
con Monteverde a la cabeza empieza a cometer
desmanes que serán respondidos por Miranda con la misma ereza a parr de
1812. Maracaibo, careció de ejército y recursos para imponer los intereses de la
Regencia y su propio pardo luego de 1810, sus autoridades fungieron nominal-
mente como cabezas de una contrarrevolución que Monteverde y Boves sí asu-
mirían al costo de llevar el terror y el caos sobre todas las regiones y provincias
del país. Maracaibo, muy sabiamente, protegida por sus montañas, ríos y gran
Lago, se recluyó en su propia fortaleza natural para evitar que los desmanes de la
guerra atentaran contra su integridad.
El 19 de Abril represenpara Maracaibo, un eslabón más, de las funestas
consecuencias que la invasión napoleónica había producido sobre la Metrópoli
a parr de 1808. Si bien, al principio se coaligo junto a los de Coro y Guayana,
para atajar la aspiración de Caracas de mandar, esta alianza carecía de algún po
de uniformidad efecva, además, las distancias inmensas atentaron contra cual-
quier esfuerzo mancomunado. Lo cierto del caso es que la Provincia de Maracai-
bo, que ya mantenía en sí misma un alto grado de autonomía en la auto gesón
de sus más diversos procesos, no iba a renunciar al mantenimiento de un status
quo con el que se idencaba y que sus sectores dirigentes agradecían porque
maximizaba sus intereses de clase, económicos y polícos. Ignoramos, por care-
cer de la documentación adecuada, el punto de vista de los sectores sociales po-
pulares en la Provincia de Maracaibo respecto a la Independencia y los disntos
derroteros que ésta tomó entre los años 1810 y 1823.
Entre la idealización de una fecha histórica y la realidad de lo sucedido siem-
pre se impone actuar con cautela, y podemos concluir al señalar que son más las
sombras e hipótesis que las conclusiones irrebables en un momento de gran
12 ¿El Pardo Canario? La Independencia es un recuerdo cauvo de quienes diseñaron su explica-
ción, es decir, las disntas elites que desde Caracas asumieron el control del poder nacional luego
de 1830. Ese recuerdo es interesado y sesgado, excesivamente ideologizado y fundamentado en el
mito. Maracaibo, no forma parte estelar de esa memoria, al contrario, es percibida como un “cuerpo
extraño” dentro de lo que posteriormente se constuiría la integración de la nación. Afortunadamen-
te la explotación petrolera, en las primeras décadas del siglo XX, hizo visible a Maracaibo al resto de
los ojos del país. El Pardo Canario, alcanzó protagonismo a través del caudillo realista Domingo de
Monteverde, el primero en desconocer a Fernando Miyares como Capitán General en funciones al-
rededor de la Capitanía General de Venezuela luego de la destución de Vicente de Emparan. Véase:
LYNCH. J.: “Los Blancos Pobres de Hispanoamérica: Inmigrantes Canarios en Venezuela, 1700-1830”,
en América Lana, entre Colonia y Nación, 2001, págs. 95-116
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Maracaibo y el 19 de abril de 1810… 80-90
dinamismo, y a la vez, confusión histórica
13
. Maracaibo y el 19 de Abril se enmar-
can alrededor de una hipótesis de trabajo abierta y que los historiadores deben
seguir profundizando más allá de los esquemasmos polícos e ideológicos que
han condicionado la mirada de estos procesos. Lo que si nos atrevemos a se-
ñalar, es que de manera paradójica, la clase dirigente en Maracaibo, sin haber
parcipado del 19 de Abril de 1810, y nominalmente cabeza de la contrarrevo-
lución en Venezuela, colmó hasta el año 1820, la aspiración de los caraqueños
de mantener el control y el orden social inalterado ante la ausencia forzosa de
la Metrópoli. La cruel guerra no tocaría las riberas del imponente Lago de Mara-
caibo hasta el momento en que ésta ya práccamente estaba decidida en el año
1820 a favor de Bolívar y los republicanos. El regreso del Pacicador Don Pablo
Morillo a España representó un hecho crucial en una guerra de signicados tan
diversos en donde los beligerantes se intercambiaban las mieles del triunfo a un
costo terrible en vidas humanas.
Maracaibo, bajo el resguardo de su geograa, se aisló de la conenda, y con
ello se preservó de la destrucción. Su reacomodo con los vencedores en el año
1820 carece de connotaciones patriócas o heroicas, ya que el pragmasmo, que
es lo que rige en este po de situaciones, terminó por imponerse garanzándole
a su clase dirigente una sobrevivencia basada en la magnanimidad de los vence-
dores de la conenda, en éste caso: caraqueños, orientales, llaneros y andinos.
Con todo y ello, aún Maracaibo, la muy leal ciudad de Maracaibo, carece de la
estrella que la represente en el pabellón nacional.
REFERENCIAS
ARCILA FARIAS, E. (1966). El régimen de la encomienda en Venezuela, Caracas.
ARCILA FARIAS, E. (1977). Historia de un monopolio: el estanco del tabaco en
Venezuela, 1779-1833, Caracas.
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BARALT R.M. (1841). Resumen de la Historia de Venezuela, Madrid.
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militarmente la Provincia de Maracaibo durante el conicto Emancipa-
dor (1810-1811). Revista de Artes y Humanidades UNICA, Universidad
13 Sigue siendo una tesis clásica, aún no rebada, sino por el contrario muy vigente, la que propuso
Vallenilla Lanz al señalar que nuestra Independencia no pasó de ser una “guerra civil” con bandos
indenidos y en constante intercambio. Véase: VALLENILLA LANZ, L.: Cesarismo Democráco, Cara-
cas, 2000.
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Ángel LOMBARDI BOSCÁN
Maracaibo y el 19 de abril de 1810… 80-90
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y Fundación Bancaribe para la Ciencia y la Cultura, Caracas, 2012, Pág.
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VALLENILLA LANZ, L (2000). Cesarismo Democráco, Caracas.
ISSN 2660-9037
Reseña de
arte
ANOTACIONES SOBRE UNA ÉPICA DEL PAISAJE URBANO EN LA
OBRA DE EDGAR QUEIPO
Juan CALZADILLA*
Detalle:
“Familia en la plaza”
Óleo s/tela
Medidad: 0,90 x 1.90 mts
Edgar Queipo se dio a conocer como integrante de una promoción de dibu-
jantes que surgió a comienzos de la década del setenta alrededor de las escuelas
de arte de Maracaibo. A esa promoción pertenecieron también, por ubicuidad y
vocación, Ender Cepeda, Carmelo Niño, Ángel Peña, Oswaldo Parra, Henry Ber-
múdez, Felisberto Cuevas, Oswaldo Parra, Edwin Villasmil, Pablo Durán, entre
otros. Su visión poco académica les permió a estos guravos de nuevo cuño
abordar aspectos insólitos y temácas mágicas de la marginalidad. El ocio,
mezcla de autodidacsmo y lecciones de anatomía aprendidas en libros y tenaz-
mente volcadas a una dibujísca laboriosa y a menudo prolija en su gusto por la
descripción y la anécdota estrafalaria, derivó en una guración autóctona que se
apartaba de toda ópca convencional. Esos creadores, con Queipo a la cabeza,
no formaron una generación y ni siquiera salieron de los talleres o escuelas de
Maracaibo, pero se idencaron entre sí por el grado de irreverencia con que se
apoyaron en el dibujo y en la caricatura para renovar el espectro de la guración,
igual que lo habían hecho un poco antes, con otras caracteríscas, los zulianos
Diego Barboza y José Ramón Sánchez, quien llena él sólo un rico capítulo del
surrealismo venezolano.
Independientemente de que estuvieran o no agrupados, todos empezaron
sus carreras como dibujantes que encontraban en la resistencia del medio a
aceptarlos un esmulo para trabajar sus obras de manera marginal al estatus,
pero también para cuesonar los valores consagrados y las instuciones. La pin-
tura gurava había entrado en un letargo tenso en todo el país y la educación
que se recibía en las escuelas de arte con miras a formar pintores era ya deplo-
rable. En el dibujo tuvieron esos jóvenes iconoclastas una herramienta críca de
la cual podían disponer sin tener que someterse a los jurados de los salones ni
asisr a éstos a buscar consagración. Ellos mismos organizaban en Maracaibo
sus formas de parcipación colecva, asimilados a grupos literarios o por cuenta
propia, para expresarse a través del paneto, la caricatura, la ilustración, los ma-
niestos y revistas, tal como se pudo apreciar en la acvidad irreverente, aunque
de corta vida del grupo Guillo. El dibujo marabino de los años setenta fue muy
rico en manifestaciones y está en la base de los lenguajes pictóricos que luego
desarrollaron algunos de sus praccantes. En este sendo, antes de hacerse pin-
tores, tuvieron la oportunidad de acceder a un lenguaje como el dibujo, mucho
* Poeta, pintor y críco de arte venezolano.
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más exible que la pintura o la escultura para aplicarse a géneros intermedios
como el diseño gráco, el grabado, la caricatura, la ilustración, vías en las cuales
aquella promoción encontró cauce para ser aceptada por el establecimiento. El
dibujo representó también para ellos una herramienta de fácil alcance, con la
que podían lograr las destrezas que los conducirían, tal como ocurrió en los casos
más conspicuos, al ocio de pintores, de una manera autodidácca y segura.
Todos esos hechos supusieron un proceso lento, bien documentado, pero
acerca del cual todavía no se ha escrito lo suciente y que ahora esbozamos
como para un debate futuro. Negarse a aceptar la obra de arte como pura expre-
sión de la armonía de sus componentes visuales, como planteaba Maurice Denis
en su famosa denición de la pintura, jusca que se pueda tomar pardo por
una guración críca o, también, por un arte fantásco que nuestra tradición
formalista se ha negado a aceptar. Y si algo puede tener sendo es que el arsta
compromedo llegue a considerarse, no precisamente un pintor sino un artesa-
no, un ociante oscuro e iconoclasta.
En todo caso, no podemos formarnos una imagen dedigna del arte zulia-
no de los setenta sin asociarla a la idea de que la fortaleza de esta imagen se
encuentra casi exclusivamente en el dibujo y en las obras sobre papel. Y no es
éste un juicio concluyente que muestre, de nuestra parte, un interés parcular
en preferir el dibujo a la pintura. Premios y disnciones ganados por los grácos
zulianos en los salones que se celebraban en el país son, más que documento
irrefutable, una experiencia con la que a diario nos encontrábamos al visitar es-
tos eventos en donde, en todas partes, la parcipación de arsta zuliano recibía
gran atención.
NOSTALGIAS Y MITOLOGÍAS
Una caracterísca del dibujo zuliano de los años 70 fue la nostalgia por el
laminario de la Edad Media y el Renacimiento. Esta afección se hace patente
también en cierta inclinación a micar las costumbres y pologías de la cultura
popular, de las zonas rurales y urbanas del Zulia, de modo anecdóco y con hu-
mor picaresco y con ingredientes no pocas veces absurdos y surrealistas, trans-
plantados luego a la pintura. Queipo pareciera ser, de ese grupo, el que más se
interesó en la lectura desenfadada de los eslos de ilustración del arte clásico y
medieval para aplicarlos, por el lado de la técnica, menos que por los temas, a su
propia obra. Sergio anllano, el críco de arte marabino más importante, encon-
traba en el afán de Queipo por adoptar un lenguaje extrapolado de las mitologías
occidentales una forma de arte que, en su caso, se adecuaba a los caracteres de
la realidad marginal y suburbana, a las costumbres e idiosincrasias del maracu-
chismo. “Sus imágenes –decía Anllano- no las extrajo de ningún libro, aunque
leyó algunos sobre mitos. Queipo vivió sus días de niño en La Guajira. Salinares,
dunas, viento. La muchacha que corre detrás de sus corderos mientras su manta
se hincha con el viento. Una mariposa. El Jagüey.
LOS COMIENZOS
En los comienzos de su carrera empleó nta china, aguadas y tonos ocres de-
rivados de los pigmentos de agua, aplicándolos sobre soportes de papel, que le
permian trabajar en un eslo incisivo, de penetrantes atmósferas y efectos dra-
mácos, combinando los temas del retrato y las escenas con personajes sacados
de un imaginario estrambóco, no exento del humor y la rabia de los surrealistas,
y habitado por seres fantáscos que parecían salidos de los aquelarres de Goya
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o de los cuentos de Kaa, tal como se aprecia en la serie de ilustraciones que
hiciera Queipo para la famosa pieza de Samuel Becke, Esperando a Godot. Las
imágenes reejan el clima absurdo que caracteriza al teatro del autor irlandés, y
esta caracterísca se encuentra como un estribillo en todos los trabajos de esta
época en que Queipo optó por el dibujo.
Cuando se trabaja con este medio para lograr efectos propios de la pintura
como la atmósfera y la perspecva, extendiendo las ntas en supercie sobre el
papel para lograr texturas corridas, el proceso resulta lento y laborioso. El dibujo
es poco producvo cuando se usa la plumilla para construir los volúmenes. Por
eso esta etapa inicial fue úl más que todo para el aprendizaje pictórico a que
se entregó en adelante Queipo cuando descubrió que podía reemplazar el papel
por otros soportes más consistentes.
VERSATILIDAD TÉCNICA
Uno de los rasgos sobresalientes de Queipo es su versalidad técnica. Él ha
estado, a lo largo de su carrera, explorando el uso de materiales y pigmentos de
diverso signo y adecuándolos a su lenguaje expresivo. Fue así como paró del
dibujo y ha connuado siendo, ante todo, un dibujante (el dibujo ha sido para él
medio invesgavo).
Recordemos que la mayoría de sus trabajos hasta la década de los noventa
está realizada sobre papel. La escogencia de una determinada técnica está en ra-
zón directa del provecho que pueda sacarle un creador, sobre todo si es él el que
la ha creado. Pero esto no signica que no pueda hacer uso, incluso simultánea-
mente, de otras técnicas. Reverón es en este sendo un ejemplo. En sus prime-
ros empos adoptó el óleo sobre tela y realizó con este binomio algunas de sus
mejores obras. Pero a parr de 1930 empleó la témpera antes de sustuir este
colorante convencional por pigmentos minerales y orgánicos disueltos en cola,
obteniendo con ello una técnica heteróclita que consisa en extender sobre el
papel los pigmentos de agua muy licuados y esperar a que secaran. Poco después
comenzó a trabajar con un po de temple a base de ingredientes naturales y mi-
nerales, con el cual ejecutó sus obras del llamado Período Blanco, obras pintadas
sobre yute o arpillera, que es un lienzo empleado en el embalaje de mercancías
secas. El material de yute se lo proporcionaban los comerciantes mayoristas de
La Guaira y Caracas.
Queipo ha sido también reacio al uso de las técnicas convencionales y ha
creado procedimientos propios como la preparación de sus basdores con lienzo
de que, que es un yute criollo obtenido de una bra vegetal y que se usa para
la fabricación de sacos de transportar café y otros granos. El que ofrece una
calidad muy parecida a la del yute pues presenta una trama recular rugosa,
compuesta por granos y ojetes que dejan pasar la luz y la exponen a la vista como
un recurso plásco; la coloración sepia del lienzo se convierte en un valor de en-
tonación de la pintura resultante. Este descubrimiento tuvo singular importancia
en la obra de Queipo y se podría decir que constuye el eje central de su traba-
jo, pues señala, además, la transición desde la serie de dibujos de una primera
época hasta el momento en que introduce la robusta denición volumétrica que
encontramos en su época de madurez, hasta hoy. Incluso, el carácter escultórico
de sus retratos y escenas criollas pudo haber sido resultado de la preparación
del que para recibir una capa de pintura a base de pastel. Y esto signicó un
cambio denivo en la evolución de su obra.
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EL RETRATO, INSTANTES DE UN REPARO A LA REALIDAD,
QUE LA EMBELLECE
El retrato ha estado más asociado en la obra de Queipo a la construcción de
un modelo de personaje navo que a la vericación de su parecido con un sujeto
determinado. El retrato está en todas sus etapas desde que comenzó a pintar.
Para Queipo viene a ser la marca misma de su eslo y está presente como rostro,
máscara, cuerpo, busto o grupo de personajes a lo largo de toda su obra. Fre-
cuentemente representa guras femeninas resueltas volumétricamente para dar
la sensación (como también ocurría en el caso de Emerio Darío Lunar respecto
a su extraña retrasca) de llenura de los cuerpos mediante un empaste rápido
que cubre en espesor la tela. Delante de ésta se ene la impresión de que, pu-
diendo el arsta eximirse de copiar el modelo, puede limitarse a imaginarlo con
la misma fuerza que si lo estuviera mirando.
En todo caso, Queipo ha visto en estas guras enigmácas y dulces el po
de mujer mesza que él asocia con el ideal de belleza de la mujer zuliana. La
volumetría que acusa la denición de las formas se caracteriza por el sintesmo
y la celeridad de movimiento de la pincelada o el empaste y con cierta frecuencia
favorece la intención de Queipo de apoyarse deliberadamente en el eslo de
ciertos maestros como Cézanne, Van Goh o Picasso.
De unos y otros pareciera asumir como propios algunos rasgos construcvos,
pero también la obsesividad con que retoma una y otra vez un mismo modelo.
IMAGINARIO PARA UN NEO-REALISMO SOCIAL
El imaginario de Queipo visto desde cierta perspecva y cuando lo contextua-
lizamos en la historia del arte guravo puede ofrecer argumento para aproxi-
mar su pintura al realismo social de la pintura venezolana de aquel período histó-
rico en que el país atravesaba por grandes reclamos sociales (entre 1936 y 1945)
y los pintores iban a iniciar una rebelión contra la pintura abstracta. La denición
del tema que descansa en unos personajes que ocupan un primer plano, la per-
sistencia de la anécdota que remite al paisaje rural o urbano, la propensión a los
formatos murales y a la simbología de los temas por sobre la descripción, son
caracteres que pudieran aducirse como argumento para encontrar en la pintura
de Queipo anidades con un realismo social que, para sorpresa de todos, guarda
relación con todo lo que en materia de empoderamiento del pueblo está ocu-
rriendo actualmente en nuestro país.
Sin duda que, por su ecleccismo aplicado a la búsqueda de una pintura
identaria, regionalista en sus temas y universal en sus referencias icónicas a las
vanguardias universales (con algo de invención técnica), Edgar Queipo no puede
ser fácilmente catalogado, y esa no es nuestra misión. La de Queipo es una obra
varia y densa en sus diversos planteamientos, obra que tan pronto roza un sim-
bolismo provisto de fuerza evocava y poder abstracvo sucientes para sinte-
zar acciones complejas en donde el argumento aparece facetado, fragmentado,
sesgado o micado. Mezcla de guración mágica y de, por momentos, realismo
social, en la cual poco falta para que, detrás de su eslo barroco y desenfadado,
descubramos, también, en otro po de búsqueda, un costumbrismo rayano en la
ilustración, en todo lo cual vuelve a aparecer la marca de ese dibujo construcvo
que ha sido como el leit mof de toda la obra de Queipo, este malabarista de
un circo estatuario.
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POR UNA ÉPICA DEL PAISAJE URBANO: MIXTURA DEL PUERTO
Ya hemos visto que la manera de denir la gura humana como el eje del
cuadro para resaltar sus formas a través del recurso al modelado escultórico, no
ha sido la única preocupación de Queipo. Sus retratos hemos dicho que ocupan
gran parte del espacio y empo de su obra, pero no menos verdad es que Queipo
se esmeró en contextualizar sus guras en un ambiente que a veces coincide con
un trozo de paisaje rural o urbano a través de una lógica sencilla: la propia del
retrato. Otras veces procura asignarles a las guras función en el espacio con la
misma fuerza que pone para que el paisaje y el asunto protagonicen por partes
iguales. Y ahí está, como comprobación, esa suerte de surrealismo adosado a
unos muros que danzan sobre las aguas del puerto.
Pocas veces, eso sí, ha tratado el paisaje puro, incluso el paisaje navo, como
hacían los pintores del Círculo de Bellas Artes y sus seguidores. Las guras de
Queipo se sobreponen al paisaje donde se insertan, para llenarlo materialmente,
con sencilla arrogancia y llamar nuestra atención hacia ese pasado ideal que sus
mujeres de otro empo encarnan. Para Queipo el paisaje connúa reñido con
los personajes. Y el lo coloca sobre los cielos recortados como para que den la
impresión de que el paisaje viene de otro lugar. O como si se viera en una ven-
tana habitada por la memoria, donde se ha situado el espectador. Queipo nos
propone la paradoja de que no sepamos si el cuadro consiste en una simulación
de lo real o de lo que están imaginando sus personajes. Le proporciona al punto
de vista un marco surrealista que permite que algunos objetos estén a punto de
caer y las personas y los relojes oten impersonalmente. Por otra parte, Queipo
sabe también hacer del paisaje un espacio simbólico y el lugar de lo sagrado,
como lo que rodea inmediatamente a un altar. El paisaje no es un escenario ni
el lugar de los hechos, sino aquello que se invoca, se imagina o sueña desde lo
visible de él. Y en eso consiste la dinámica de sus representaciones. En una suerte
de metamorfosis que está al alcance de las manos pero que sólo se produce en
nuestras mentes.
Por esta vía Queipo ha llegado a converrse, en su úlma fase, en el pintor de
lo urbano de Maracaibo, en un cartógrafo ubicuo, atraído por la arquitectura y
los iconos de la ciudad, en un eslo que se vuelve cada vez más meculoso y am-
bicioso, y que lo llevará probablemente al muralismo, si es que sus obras úlmas
no son ya bocetos de cristalerías orbitantes, donde resuenan el sol inclemente
de Maracaibo y galaxias de colores. Ahora hace sus retratos a cielo abierto, sin
que posen los personajes, pero conservando en éstos sus atuendos anguos,
su solemnidad llana y un talante más monumental, como si rivalizaran con las
gruesas columnas de los atlantes que están detrás, jos, en el plano superior. De
allí que Queipo cifre su principal aportación a la pintura en este pórco urbano
sin mediciones que nos hace pensar en un paisajista veneciano que ha vuelto a
su lago.
Para referirse a esta propuesta, si así puede llamarse, Queipo uliza el término
de Mixtura del puerto, es decir, el lugar de fusión y transfusión de varias culturas, la
vitrina pública del contrabando de imágenes y su trasiego y transformación desde
la modernidad europea hasta las tranquilas aguas de sus telas. En esa combinación
de realidades en la cual se pone de por medio, entre las guras y el paisaje, un
segmento de la utopía y de los sueños, está justamente la clave para comprender
la propuesta con que Queipo encara el reto de empujar hacia adelante a la pintura
zuliana.
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ANEXO
PERFIL BIOGRÁFICO DE EDGAR QUEIPO
*Pintor y arsta visual: Correo. queipianos@gmail.com Tlf. +58 426 9684829 (Maracaibo Venezuela).
Nació en Maracaibo el 19 de marzo de 1951. Su infancia la vivió en Tulé, Mu-
nicipio Mara y la baja Guajira. Arsta visual (pintor y dibujante). Realizó estudios
en la Escuela de Artes Pláscas Neptalí Rincón (1968-1971) Taller de grabado de
la misma escuela (1981-1983). Trabajo durante 16 años como dibujante y dise-
ñador en el Departamento de Dibujo de la dirección de Cultura de L.U.Z. (1970-
1986).
Fue profesor 2 años en la Sección pedagógica de Reeducación de la Cárcel
Nacional de Sabaneta conjuntamente con El Taller de Telémaco y el Centro de
invesgaciones Criminológicas de LUZ. “Creación tras las Rejas” (1979-1981)
profesor de pintura y dibujo en el Barrió “Raúl Leonicon el Frente de cultura
popular 1977- 78.
Diseñó y fue el impresor en ose del libro “Maleconeros” cuentos de José
Quintero Weir. 1977. Miembro fundador del Grupo Guillo- Taller de Teléma-
co-Frente de Cultura Popular, Movimiento de los poderes creadores del Pueblo
Aquiles Nazoa”. Cooperava Arte Zulia. Ha parcipado en numerosas publica-
ciones tales como “El pez que Fuma”- La Revista Guillo. “En ristre” Por asalto. La
Foja. La Cuadriga del Sol. Esproleta. El Cayuco de papel, ediciones del pueblo, la
Gárgola, entre otras.
Viajó 1989. Galería Bass. Exposición Venezuela Arte Emergente” Deutsche
Bank. Frankfurt am Main- Bremen-Gongen Alemania. París, Francia. Secretario
Adjunto de Cultura del Estado Zulia en el año 1995.
Ha desarrollado experiencias en diferentes Técnicas pictóricas tales como n-
ta china s/ papel, Pastel jado s/que, acrílico s/tela, grabado s/metal, serigraa,
Óleo s/tela y las nuevas Tecnologías como impresiones en ploer s/tela. Color
Láser s/papel. Según César Chirinos “trata de penetrar los problemas socio-histó-
ricos Venezolanos. Por un lado, el aprendizaje progresivo de técnicas y creación y
por otro lado por los actos de compromiso humanos, para llegar a un ostracismo
que él ha separado de su idea y de su deseo de inuenciar el arte por la socie-
dad y la sociedad por el arte. (…) sus personajes son paisajes y su contenido en
general, han estado desprovistos de lo inúl hasta que las imágenes se ajustan
espontáneamente en su espacio telúrico. Él ha jado la orientación de los deseos
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de su poesía plásca hacia los temas tanto rurales como urbanos sobre los cua-
les, él había trabajado tanto. El dibujo es ponderado siguiendo las posibilidades
de línea y el arte del dibujar, la costumbre de elegir el mejor de cada escuela,
olvidando su propio potencial, está descartada para dar lugar a un color vigoroso
sobre un material (el que), notablemente mágico y sincréco. Sus personajes,
de senmientos transparentes, nos recuerdan las comunidades que oscilan en-
tre el amor y la naturaleza.
También podemos mencionar la reseña reciente y parte del texto de Oscar
González Bogen que dice lo siguiente: “En la obra de Edgar Queipo el tema prin-
cipal, el que domina casi en forma única, es la gura humana como expresión de
una realidad poéca engarzada a los sueños; pareciera que su propósito al pintar
fuera el de embellecer arscamente la vida a través de temas, percepciones y
vivencias transformadas con un gran sendo Lírico porque la posición que asume
frente a su lenguaje es la misma que asume frente a la realidad”.
Udon Pérez en el lago tormentoso
de los sueños. Técnica mixta s/tela.
Medidas: 87 x 1.18 cm. Colección del
arsta
Ciudad Faro. Técnica Mixta s/tela.
Medidas: 1.40 x 1,00 cm. Año: 2013.
Colección privada.
Homenaje al joven estudiante Seve-
riano Rodríguez. Técinca: óleo s/tela.
100 x 1.40cm. Año: 2000.
Colección: Natalia Barboza.
Canto de gallo con salamandras. Técinca: óleo s/tela.
1.00 x 80. Año: 2004. Colección privada
Muchacha, meniana y el Dr Jóse Greforio Hernán-
dez. Técinca: óleo s/tela.
Medidas: 80 x 70. Año 1998.
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“MA RAINEY ´S BLACK BOTTOM” (2020): NO SOMOS SOBRAS,
SOMOS HOMBRES
Angel Rafael LOMBRDI BOSCAN*
Reseña de
Libro
Nacer con la piel oscura en los Estados
Unidos es nacer marcado con la seña del
desprecio. Los estados del sur dónde se
concentraron las esclavitudes desarrolla-
ron un segregacionismo racial con apo-
yo incluso de los versículos de la Biblia.
Asegúrate de que tus esclavos y esclavas
provengan de las naciones vecinas; allí
podrás comprarlos. También podrás com-
prar esclavos nacidos en tu país, siempre
y cuando sean de las familias extranjeras
que vivan en medio de ustedes. Ellos serán
propiedad de ustedes, y podrán dejárselos
a sus hijos como herencia para que les
sirvan de por vida”. Levíco 25:44-46. Los
esclavistas sureños tenían que limpiar sus
sucias conciencias sacando con pinzas ci-
tas descontextualizadas del texto bíblico y
sin tener la menor idea del contexto histó-
rico en cuesón del Egipto, Mesopotamia
e Israel anguo. Lo importante era aco-
modar el dolor de otros a la sasfacción
propia mediante los benecios que producía la explotación de los negros tratados
a lo besa.
Ni siquiera su abolición en 1863 por parte del Presidente Lincoln atenuó el
hecho de que la sociedad legal, la hecha y construida a la medida del sector
blanco, les siguió marginando y considerando no humanos o muy poco huma-
nos. Eran y en muchos sendos, aún hoy, siguen siendo las sobras. Ese elemento
humano proveniente de África como mercancía humana para sostener con sus
brazos, sudores y sangres el esfuerzo de la agricultura del algodón; el tabaco y
otros culvos.
Se repite con mucha frecuencia que la causa de la Guerra Civil en los Esta-
dos Unidos con sus más de 600.000 muertos fue por la libertad de los negros
esclavos en el Sur y esto no es del todo cierto. La causa de fondo fue evitar la
disolución de los Estados Unidos en dos países con dinámicas económicas en
conicto y formas de vida contrapuestas. Un Norte que apostó por la acumula-
ción capitalista mediante el proceso de la industrialización y un Sur cuya base a
aprovisionamiento lo sustentó en las dinámicas de un mundo rural.
*Director del centro de estudios Historicos de Luz
ISSN 2660-9037
REVISTA CLÍO, VOL. 1, NÚM. 1, Enero-Junio 2021
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Angel Rafael LOMBRDI BOSCAN
Reseña de libro: “ma rainey ´s black boom” ... 98-99
El cine de negros ha sido muy copioso en mostrar la cara fea y oscura de éste
capítulo de oprobio sobre una población que busca en la prácca que su piel
oscura no les niegue los derechos y oportunidades que su Constución enarbola.
Muchos han sido los abanderados de la lucha de los negros porque los derechos
civiles les sean reconocidos de una manera efecva. Marn Luther King entre las
décadas 50 y 60 del siglo XX pasado fue su voz más dedigna y símbolo prome-
teico de superación ante las barreras de la sociedad blanca en el pasado y en el
presente.
Son común en los Estados Unidos de hoy los incidentes de policías blancos
vejando o asesinando a detenidos y sospechosos negros lo cual ha enardecido a
una buena parte de su población en contra de un status quo apáco a estas in-
juscias. De hecho, el mal manejo de un supremacista blanco como Trump, entre
otras razones, pensamos que le costó su aspiración presidencial de ser reelegido
recientemente. Y estamos hablando del hoy. En pleno siglo XXI el odio racial de
los blancos contra los negros aún no se disipa.
La película: “Ma Rainey’s Black Boom” del Director: George C. Wolfe no es
un entretenimiento convencional y tampoco la historia de los orígenes del géne-
ro musical: blues. Es más bien una obra de teatro de denuncia elaborada con la
más alta calidad y cuyo autor es el reconocido dramaturgo afroamericano August
Wilson (1945-2005). “Ma Raineys Black Boom”, la obra de teatro, es del año
1984 y corresponde a la década de 1920 bajo los efectos de la Gran Depresión
económica del año 1929 que hizo que seis millones de negros en el sur huyeran
de la miseria y el desempleo hacia el norte mucho más urbano.
El desno fue la ciudad de Chicago en el año 1927 y el escenario de la pelí-
cula es un estudio de grabación dónde se hacen los discos de raza”. Había que
grabar esa ruidosa y muy sendas canciones de negros, auténcas alabanzas al
creador y a la misma vida como sufrimiento, para un mercado de consumidores
que así lo demandaba. Los dueños del estudio son blancos y sólo por razones es-
trictamente comerciales se avienen a tratar con estos marginados y rechazados
por la sociedad blanca. Estos arstas negros lo saben y enfrentan el apartheid de
disntas formas.
Ma Rainey´s (1882-1939) fue una de las primeras cantantes de blues clásico
con un relavo éxito y que sabía bien que: “No les importo a nadie. Sólo quieren
mi voz”. Tenía fuerza de carácter y logró como arsta un reconocimiento que le
fue vedado a la mayoría de los otros arstas. La actriz Viola Davis da vida a ésta
voluminosa mujer desgarbada y retadora de gura voluminosa y con claras ten-
dencias lésbicas, toda una provocación de alto riesgo.
El enfoque de la película es una elipsis desde el dolor y la pasión. De una
negritud herida y con claras alusiones a una juscia perdida y el abandono del
mismo Dios. Sin trabajo no hay libertad: obviamente nos estamos reriendo al
trabajo de provecho; el que hacemos alineado con nuestros talentos y deseos y
no por obra y causa de una imposición o necesidad como es el caso de la mayoría
que hace del trabajo su propia cámara de tortura.
“Ma Raineys Black Boom” no se queda en la denuncia lasmera y mucho
menos en la exaltación del blues como himno de la resistencia; su propósito es
mucho más trascendente: porque hace del orgullo racial negro una causa posi-
va. Invita a los espectadores a revisar el pasado para hacer los hallazgos debi-
dos sobre un crimen monumental. Y sólo así: el pasado; la Historia, es que ene
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sendo porque nos permite saber quiénes somos y lo que hay que hacer en el
presente más allá de las deformaciones al uso del status quo prevaleciente y sus
adocenadas historias ociales.
El perfecto complemento para entender a “Ma Raineys Black Boom” es el
libro: “La otra historia de los Estados Unidos” (1980) del historiador estadouni-
dense Howard Zinn, quién en un acto de extrema valena tuvo el atrevimiento de
presentar la historia invisible de los negros, mujeres, indios, mejicanos, pobres,
sindicalistas, desertores y otros parias sociales en la historia de la gran nación del
Norte cuya propia publicidad de grandeza se sosene sobre una injuscia de ori-
gen: la de los poderosos, una minoría; sobre los explotados, la inmensa mayoría
de lo de que se llama usualmente el Pueblo.
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1.- Métodos de Envío y de Evaluación de los Trabajos
Los invesgadores interesados en publicar sus trabajos en Ediciones Clío de-
berán remir su propuesta a los siguientes correos esdicionesclio.es@gmail.com .
Las propuestas deben tener: idencación del autor o autores, indicando:
nombre, apellido, instución que representa (universidad, instuto, centro de
invesgación, fundación), correo electrónico, resumen curricular de cada autor
con una extensión no mayor de diez (10) líneas y teléfono celular. Así mismo se
presentará una comunicación escrita rmada por los autores y dirigida al direc-
tor de la editorial señalando que maniesta interés de proponer su trabajo para
la publicación en nuestro repositorio.
Los escritos propuestos deben ser inéditos y no deben haber sido propuestos
simultáneamente a otras publicaciones. Todos los trabajos serán evaluados por
parte de un Comité de Árbitros Especialistas de reconocido presgio en cada
una de las áreas del conocimiento que sean propuestas. La evaluación de los
Árbitros se realizará mediante el procedimiento conocido como par de ciegos:
los árbitros y los autores no conocerán sus idendades respecvas. Los criterios
de evaluación son los siguientes:
a.- Criterios formales o de presentación: 1) originalidad, pernencia y ade-
cuada extensión del tulo; 2) claridad y coherencia del discurso; 3) adecua-
da elaboración del resumen; 4) organización interna del texto; 5) todos los
demás criterios establecidos en la presente normava.
b.- Criterios de contenido: 1) dominio de conocimiento evidenciado; 2) ri-
gurosidad cienca; 3) fundamentación teórica y metodológica; 4) actua-
lidad y relevancia de las fuentes consultadas; 5) aportes al conocimiento
existente.
Al recibirse la respuesta del Comité de Árbitros designado se informará a los
autores por correo electrónico la decisión correspondiente; en caso de ser acep-
tado, el trabajo deberá remirse por correo electrónico a los correos de Edicio-
nes Clío.
2.- Presentación de los trabajos.
Los trabajos deben presentar un resumen de 150 palabras como máximo y
hasta cuatro palabras claves; tanto el resumen como las palabras claves estarán
en español e inglés. Igualmente, el tulo y el subtulo del trabajo serán presen-
tados también en español e inglés. La extensión máxima del trabajo no debe
superar las trecientas páginas (300) páginas, y ochenta (80) como extensión mí-
nima para libros; para la Revista Clío el máximo de páginas será de veinte (20) y
como mínimo de quince (15) páginas. Todos los trabajos serán presentados en
formato Word digital tamaño carta, con numeración connua y con márgenes de
(2) cenmetros a cada lado. El texto se presentará a espacio y medio, en fuente
Times New Roman, tamaño 12. Para las notas a pie de página el tamaño será en
fuente Times New Roman tamaño 10.
Normas
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3.- Cuerpo del arculo.
Título: Debe ser corto, explicavo y contener la esencia del trabajo. Este tu-
lo debe proporcionarse tanto en el idioma español como inglés.
Autor(es): Indicar los nombres y apellidos completos, el nombre de la ins-
tución donde se realizó el trabajo o de la instución a la cuál pertenece el autor.
Resumen: No mayor de ciento cincuenta (150) palabras, en español y en in-
glés. En caso que el trabajo se presente en otro idioma. El resumen debe redac-
tarse en ese mismo idioma, en español e inglés.
Palabras claves: Deberán incluirse palabras claves en español y en inglés, en
un número que oscila entre tres y cuatro palabras. Estás palabras descriptoras
facilitan la inclusión del arculo en la base de los datos internacionales.
Apartados y Sub-apartados: Se recomienda, si es el caso, dividir el trabajo
en: resumen, introducción, fundamentos teóricos, metodología, análisis o discu-
sión, conclusión o consideraciones nales y referencias. Cada uno de los aparta-
dos o sub-apartados serán numerados con números arábigos.
Citas: El citado se realizará en el texto ulizando la modalidad autor-fecha
indicando, en caso de ser cita textual, se ubica dentro del paréntesis: apellido
(s) del autor, coma, año de publicación de la obra, seguido de dos puntos y el
(los) número (s) de la (s) página (s), por ejemplo: de acuerdo a (Granadillo,1998:
45); si no es cita textual sino una paráfrasis no se indicará el número de año,
ejemplo: de acuerdo a Granadillo (1998) o (Granadillo, 1998). Si hay varias obras
del mismo autor publicadas en el mismo año, se ordenarán literalmente en or-
den alfabéco; por ejemplo, (Granadillo, 2008a: 12), Granadillo (2008b: 24). Si
son dos autores, se colocarán solamente el primer apellido de cada uno, por
ejemplo: Según Pietri y Granadillo (2008: 90) o (Pietri y Granadillo, 2008: 90),
siguiendo el mismo criterio explicado anteriormente para las citas textuales y
las paráfrasis. En caso de ser tres autores o más se colocará el apellido del autor
principal seguido de et al”, ejemplo: (Rincón et al, 2008: 45). Deben evitarse, en
lo posible, citas de trabajos no publicados o en imprenta, también referencias a
comunicaciones y documentos privados de difusión limitada, a no ser que sea
estrictamente necesario. En caso de fuentes documentales, electrónicas u otras
que por su naturaleza resulten inviables o complejas para la adopción del citado
autor – fecha, sugerido en estas normas, puede recurrirse u optarse por el citado
al pie de página.
Referencias bibliográcas. Las referencias (bibliográcas, hemerográcas,
orales y/o documentales) se presentarán al nal del texto, El orden de las re-
ferencias es alfabéco por apellido. Las diferentes obras de un mismo autor se
organizarán cronológicamente, en orden ascendente, y si son dos obras o más
de un mismo autor y año, se mantendrá el estricto orden alfabéco por tulo.
Se referirán únicamente a las citadas en el trabajo y se ordenarán en estricto
orden alfabéco. Los autores son responsables de la delidad de las referencias.
Si se trata de libros o manuales, deben contener apellido(s) y nombre(s), del
(de los) autores en mayúscula (punto); año de publicación entre paréntesis (pun-
to) tulo de trabajo en negritas (punto), lugar de publicación editorial.
Si se trata de información obtenida por medios electrónicos, la referencia
bibliográca deberá contener los mismos elementos señalados por los arculos
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sumados a: medio electrónico, dirección electrónica o página web, fecha de re-
cuperación y cualquier otro dato que se considere úl para la plena idencación
de la referencia.
Anexos: los anexos constuyen elementos complementarios del texto que
reera el lector a una parte del trabajo o fuera de él, con el propósito de ilustrar
las ideas expuestas en el texto, ampliar o aclarar o complementar lo allí expresa-
do. Los anexos son contabilizados como parte del número de páginas del escrito.
En el caso de guras y cuadros, el autor podrá acompañar el original con las ilus-
traciones que esme necesarias.
Otros Trabajos: Se aceptan también los siguientes trabajos de corta exten-
sión (máximo veinte cuarllas): Conferencias, Ensayos, Reseñas: comentarios de
lectura reciente. Recensiones: análisis (o comentario) críco de la lectura recien-
te, documentos, textos de carácter histórico, jurídico, acuerdos, declaraciones.
Entrevistas: realizadas con nes de invesgación.
Cualquier otra situación no prevista, será resuelta por los editores según es-
men apropiados a los intereses de Ediciones Clío.
Dr. Jorge F. Vidovic
Director de Ediciones y Revista Clío
Profesor de la UNERMB
Miembro Correspondiente de la
Academia de la Historia del estado Zulia
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Clío: Revista de Historia, Ciencias Humanas
y Pensamiento Críco; es un órgano de difu-
sión periódica de invesgaciones arbitradas
de alcance internacional, adscrita a Edicio-
nes Clío, La Academia de Historia del Estado
Zulia y al Centro Zuliano de Invesgaciones
Genealógicas. Su objevo es difundir inves-
gaciones y reexiones que se hacen desde
las Ciencias Humanas abordando problemá-
cas sociales desde disntas áreas del estu-
dio como la Historia, Filosoa, Educación y
Pedagogía, Ciencias Polícas, Antropología,
Sociología entre otras ciencias humanas;
siempre bajo una perspecva críca. Su
naturaleza es interdisciplinaria de manera
que aparte de publicar arculos ciencos;
permite la incorporación de otras secciones
o apartados dentro de su contenido para
conferencias, ensayos, entrevistas, escri-
tos sobre arte y arstas, textos de carácter
histórico, jurídico, acuerdos, declaraciones,
reseñas de libros y medios audiovisuales;
entre otros.
CLÍO
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