C
LÍO
Revista de Historia, Ciencias
Humanas y Pensamiento Crítico
Adscrita a:
- Ediciones Clío
- Centro de Estudios Históricos de LUZ
- Academia de la Historia del estado Zulia
- Centro Zuliano de Investigaciones Genealógicas
- Red internacional sobre enseñanza de la investigación
ISSN 2660-9037
Año 2 Número 4
Julio / Diciembre (2022)
Pontevedra - España
Clío:
Revista de Historia, Ciencias Humanas y Pensamiento Crítico; es un órgano de
difusión periódica de investigaciones arbitradas de alcance internacional, adscrita
a Ediciones Clío, La Academia de Historia del Estado Zulia y al Centro Zuliano de
Investigaciones Genealógicas. Su objetivo es difundir investigaciones y reexiones
que se hacen desde las Ciencias Humanas abordando problemáticas sociales des-
de distintas áreas del estudio como la Historia, Filosofía, Educación y Pedagogía,
Ciencias Políticas, Antropología, Sociología entre otras ciencias humanas; siempre
bajo una perspectiva crítica. Su naturaleza es interdisciplinaria de manera que
aparte de publicar artículos cientícos; permite la incorporación de otras secciones
o apartados dentro de su contenido para conferencias, ensayos, entrevistas, escri-
tos sobre arte y artistas, textos de carácter histórico, jurídico, acuerdos, declaracio-
nes, reseñas de libros y medios audiovisuales; entre otros.
Su publicación es semestral; cada número está conformado por artículos sobre
temas en cada una de las áreas de sus competencias. La revista tiene como com-
promiso ofrecer un puente de comunicación entre los diferentes enfoques y pro-
puestas de investigación en el sentido de generar un debate ante las complejida-
des del saber y el hacer social entre las ciencias humanas, permitiendo las críticas
necesarias pues consideramos que la ciencia tiene que ser constantemente inter-
pelada ya que su naturaleza no es estática, sino que está en continuo movimiento.
Año 2. Nro 4. Julio-Diciembre 2022
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Los autores mantienen los derechos sobre los artículos y por tanto son libres de
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de la revista será de libre acceso, distribuido bajo la licencia Creative Commons
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Director
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mia de Historia del Estado Zulia, Venezuela.
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Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt,
Venezuela
ORCID
ISSN 2660-9037
ISSN 2660-9037
Sumario
PRESENTACIÓN
Lius Alberto Ramírez Méndez
5-7
ARTÍCULOS
-
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Geographical percepons around the organizaon of the Merida colonial space during the visit of
Alonso Vázquez de Cisneros (1619-1620)
Néstor Rojas López
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Love, sex and sin in colonial Maracaibo (1770.1784)
Luis Alberto Ramírez Méndez

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Rape, Abducon and Force in Mérida, Venezuela (1786-1863)
Jhoana Gregoria Prada Merchan
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
Girls in privaon of freedom
Alves de Oliveira Jailton
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Social Parcipaon of Jewish Freemasons in Maracaibo (19th and 20th Centuries)
Luis J. González Oquendo


Honor and transgression in the military establishment in Mérida 2000-2005
Dennis Aillem Suárez Prieto

ENSAYOS
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Julio César García Delgado
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
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Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
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Sumario. PP: 3-4
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ARTE
Territorio simbólico contextual
Miguel Ángel Viloria


Pedro Vargas
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Alexis Fernández
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Lucrecia Morales García
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RESEÑAS
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Ángel Rafael Lombardi Boscán

- GUIDELINES


ISSN 2660-9037
Luis Alberto Ramírez Méndez
La revista Clío, se complace en presentar ante el gran público la presente entrega
correspondiente al Nº 4 del segundo semestre del 2022, un año que ha enfrentado nu-
merosas vicisitudes, producto de dos acontecimientos cuyos alcances y consecuencias
han sido a nivel mundial, como lo han sido la pandemia por COVID-19 y la acciones
bélicas ocasionadas por la guerra ruso-ucraniana, ambos eventos han modicado de
manera radical la visión geo-política e histórica de los acontecimientos y enfoques para
estudiar al hombre desde diferentes ópticas y enfoques. En ese sentido, y tal vez, des-
de una perspectiva holística se ofrece al lector una diversidad de análisis a diferentes
temáticas y escenarios que muestran heterogéneas realidades en Latinoamérica las
que son desarrolladas exhaustivamente por sus autores que constituyen puntos de
inexión por ser en algunos casos los primigenios aportes sobre temáticas que han
estado omnipresentes pero largamente obviadas, en algunos casos por su supuesta
falta de relevancia y en otros por la conuencia de intereses que motivan en las colecti-
vidades que son sujeto de estudio y análisis como se muestran en el presente número.
El primero de ellos escrito por Néstor Rojas quien desde la óptica geo-histórica
aborda el análisis de la ocupación del espacio geográco de la jurisdicción de Méri-
da (Venezuela) durante el siglo XVI y las primeras dos décadas del siglo XVII, con el
propósito de mostrar la continuada de la ocupación humana en áreas que habían
sido privilegiadas por los asentamientos prehispánicos a los que se unieron los re-
quisitos que impusieron los peninsulares que ocuparon la región para desarrollar el
proceso de poblamiento. El estudio se adentra en la problemática que representó la
orografía, topografía y el clima en el diseño del modelo y su aplicación y por supuesto
las limitaciones resultantes, el estudio es pertinente porque muestra la permanen-
cia del modelo que impuso hasta la actualidad con la pervivencia de los centros de
Presentación
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 4. Enero / Junio (2022)
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* Doctor en Historia por la Universidad Central de Venezuela. Correo electrónico luisramirez811@gmail.com. Este
arculo es un avance del proyecto sobre el estudio histórico sobre el sur del Lago de Maracaibo, desarrollado en
el Grupo de Invesgaciones de la Regiones Americanas adscrito al CDCH-ULA. Mérida y a la sede Bobures de la
Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt. Orcid: hps://orcid.org/0000-0001-7014-8105.
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poblamiento que hoy constituyen las cabeceras de espacios político administrativos
consolidados en el actual territorio emeritenses.
El segundo trabajo realizado por Luis Alberto Ramírez Méndez aborda un tema
obviado por los historiados por sus especiales connotaciones como lo es el del amor
y la sexualidad en el Maracaibo colonial, en el mismo se expone la actuación de
una sociedad que sin perjuicios expresaba su sexualidad que a los ojos del modelo
hispánico regido por las normas del catolicismo era pecadora porque estaba carac-
terizado por su diversidad, consenso, ilegitimidad, el adulterio, la indelidad y pos
su ilegitimidad situaciones que fueron evidenciadas ante el obispo Mariano Martí,
durante su visita pastoral realizada a nales del siglo XVIII, aunque la posición asu-
mida el prelado, que se convirtió en juez y parte de las conductas de los marabinos
de entonces es resultado del estrecho marco normativo establecido por el canon
tridentino y que determinaron las decisiones del purpurado. En las mismas solo se
muestra el deseo del control y el dominio eclesiástico sobre la vida privada de los
eles, por ello los infractores aceptaron, según dice Martí sus órdenes, pero en la
realidad al marcharse el visitador todo volvió a ser como había sido y como sigue
siendo hasta hoy en la realidad del amor y la sexualidad, lo paradójico es que hoy la
sociedad española hace esfuerzos para lograr la aceptación de los comportamientos
sexuales diversos denidos como no binarios, los movimientos LGTB y otras conduc-
tas que eran aceptadas, practicadas y toleradas por los marabinos y en general por
los venezolanos desde el siglo XVI, lo que valida la tesis de Foucault sobre el estudio
de las sexualidades en plural no en singular.
El profundo análisis del estupro, el rapto y la fuerza en la sociedad emeritense
venezolana de nales del siglo XVIII y durante el XIX, muestra los alcances del control
de la sexualidad impuesta por las normas tridentinas y procesos de violencia tanto
de pareja como institucional a los transgresores de las normas. Aunque, las relacio-
nes ilícitas pudieron ser llegadas a su legitimidad las vías para hacerlo comportaron
varios escenarios y en los mismos las mujeres se deslizaron con la nalidad de lograr
su respetabilidad. En otros las causales y los efectos fueron diferentes el uso de la
fuerza y la aplicación de la violencia con el objeto de obtener tanto el placer como la
sumisión sexual fue aplicado con sevicia y saña a las féminas emeritenses durante el
periodo estudiado con las crueles consecuencias que se describen en el trabajo, la
pervivencia de situaciones similares y en general del fenómeno a nivel local nacional
y universal justica la realización del mismo, que constituye el primero en su tipo
realizado en el espacio histórico y uno de los pocos que aborda esta interesante y
álgida problemática que afecta a la población mundial.
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Y qué decir de las mujeres que fueron encausadas, procesadas y encarceladas,
como fueron sus vivencias en los reclusorios de Brasil durante el siglo XIX, esa inte-
resante problemática es abordada en el trabajo de Jailton Alves de Oliveira que des-
cribe las condiciones previstas para las niñas encarceladas en la ciudad imperial de
Río de Janeiro, especícamente entre los años 1850 y 1889. En particular, se aborda
la actuación en el mundo criminal, sus delitos denidos como cualquier acción u
omisión voluntaria y es contrario a las leyes vigentes en ese momento. El horizonte
teórico-metodológico se utilizan las nociones de disciplina propuestas por Michel
Foucault (2005) que comprende la disciplina que organiza, separa y clasica para
controlar y sancionar mejor. Se discutieron los conceptos de minoría de las niñas.
Se privilegió el método cualitativo. Las fuentes utilizadas fueron procesos penales,
informes Ministerio de Justicia, Libros de Matrícula y periódicos. El artículo se justica
en la medida en que, en el ámbito penal, presenta niñas que no actuaron solo por
pasión o malicia, como pregonaba el cienticismo del periodo estudiado.
Finalmente se aborda el honor en el estamento militar venezolano en el estudio
de Dennis Aillem Suárez Prieto que estudia el honor en las fuerzas armadas en el
estado Mérida durante los años 2000-2005 desde una perspectiva regional con el
propósito de analizar los dispositivos legales previstos y determinar las transgre-
siones a esos códigos conductuales y sus consecuencias tanto individuales como
colectivas en relación a su casuística comprobada y por ende sancionada y penaliza-
da. La pesquisa se dirige a certicar el cumplimiento de los deberes que los hacían
honorables y en aquellos casos que hubo transgresión indagar las motivaciones de
la desobediencia sus conductas. Desde ese punto de vista se abordarán conductas
relacionadas con el honor militar, en particular sobre los preceptos de la lealtad,
verdad, y disciplina especialmente en el delito de deserción.
Las temáticas expuestas permiten abordar problemas sociales de indiscutida tras-
cendencia tanto en los escenarios estudiados y su pertinencia posibilita el estudio de
las mismas en otros ámbitos tanto geográcos como históricos comprendiendo su
innegable vigencia en las distintas sociedades, aparte que constituyen en la mayoría
de los casos trabajos primigenios en las problemáticas analizadas, expuestos de una
manera que permite al lector adentrarse con la necesaria particularización. Es para
los editores de la revista Clío un esfuerzo que se ofrece a la comunidad cientíca en
aras de la difusión de la investigación social en diversos campos.
Arculos
ISSN 2660-9037
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
pp. 9-28
* Licenciado en Historia por la Universidad de Los Andes (Mérida-Venezuela), Maestrante del Postgrado en Historia
de Venezuela y Profesor becario (Plan II) de la Escuela de Historia de la misma casa de estudios por el área de
geograa histórica; invesgador y autor de arculos ciencos enmarcados en la línea de las práccas, represen-
taciones sociales del espacio geográco y sistemas de valores de la sociedad colonial merideña del siglo XVII.
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Néstor Rojas López*
RESUMEN
Entre 1619 y 1620 el Corregimiento de Mérida recibió la visita del oidor de la Audiencia de Nueva Granada
Alonso Vázquez de Cisneros, cuyo propósito fundamental fue supervisar y controlar el régimen de encomien-
das en esa jurisdicción en torno a tres aspectos clave: trato, doctrina y poblamiento de los indígenas tributa-
rios. En el proceso de regulación para impedir el abuso físico y laboral de los naturales, y para corregir las serias
deciencias en el proceso de reducción y evangelización, era necesario organizar el espacio colonial merideño
siguiendo las directrices de un nuevo orden en el que se atendiera la normativa jurídica del Estado en materia
de encomiendas y fomentar la productividad económica de la región. Sin embargo, la organización del espacio
colonial merideño orientada por el visitador tuvo que enfrentar los obstáculos de las condiciones morfológicas
y climáticas que hacían de Mérida uno de los connes más remotos e inaccesibles de la Audiencia.
Palabras clave:
Mérida siglo XVII, Visita, Organización del espacio colonial, Percepciones geográcas.
GEOGRAPHICAL PERCEPTIONS AROUND THE
ORGANIZATION OF THE MERIDA COLONIAL SPACE DURING
THE VISIT OF ALONSO VÁZQUEZ DE CISNEROS (1619-1620)
ABSTRACT
Between 1619 and 1620 the Corregimiento of Mérida received the visit of the judge of the Audiencia of Nueva Grana-
da Alonso Vázquez de Cisneros, whose fundamental purpose was to supervise and control the encomienda regime in
that jurisdiction around three key aspects: treatment, doctrine and settlement. of the tributary Indians. In the process of
regulation to prevent physical and labor abuse of the natives, and to correct the serious deciencies in the process of
reduction and evangelization, it was necessary to organize the colonial space of Merida following the guidelines of a new
order in which the legal regulations of the State in terms of encomiendas and promote the economic productivity of the
region. However, the organization of the Merida colonial space guided by the visitor had to face the obstacles of the mor-
phological and climatic conditions that made Mérida one of the most remote and inaccessible connes of the Audiencia.
Keywords:
Mérida XVII century, Visit, Organization of the colonial space, Geographical perceptions.
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Nestor Rojas
Percepciones geográcas en torno a la organización del espacio colonial merideño.. PP: 9-28
ISSN 2660-9037
10
INTRODUCCIÓN
Existe una relación intrínseca entre las comisiones institucionales enviadas desde
Santa Fe de Bogotá a Mérida entre los siglos XVI y XVII, y la organización del espacio
de este remoto corregimiento de la jurisdicción neogranadina. A pesar de ello, es
imposible armar que esos dispositivos institucionales sean los únicos factores de
organización espacial, pero indiscutiblemente las autoridades conocieron los patro-
nes prehispánicos de ocupación y asentamiento indígena y éstos inuyeron en las
pautas de reordenamiento y disposición territorial implantadas por los conquistado-
res europeos después de consolidada la fundación de la ciudad de Mérida en 1558 y
el subsiguiente proceso de conformación de la sociedad colonial temprana.
Una parte signicativa de ese proceso se cumplió entre febrero de 1619 y sep-
tiembre de 1620, cuando Mérida recibió la visita del oidor más antiguo de la Real
Audiencia de Nueva Granada, el licenciado Alonso Vázquez de Cisneros, con la dispo-
sición de regular los aspectos relativos al trato, doctrina y poblamiento de los indios
sometidos al régimen tributario y laboral de la encomienda. Esta visita se inscribe
dentro de un proceso de mayor envergadura en el que ese dispositivo institucional
se perla como un punto álgido en la recuperación de la autoridad y el poder del
Estado frente al poder y los intereses particulares de los encomenderos, así como
la concentración de la población indígena que caracterizada por su disminución y
dispersión. De esta forma, el Estado, como instancia dominante, a través de la su-
pervisión como única y posible vía para imponer la concepción del “orden que se
debía aplicar en las relaciones entre indios y encomenderos, y de forma especial, la
denitiva inserción de los indígenas en las pautas culturales europeas. Por esa razón,
la organización del espacio fue uno de los principales propósitos que se regularizó a
través de las disposiciones emitidas por el visitador, en las cuales se compelía, tanto
a encomenderos como a indios, a someterse a su autoridad.
El orden representado en la particular visión de Vázquez de Cisneros, era parte
de un macro proyecto en la implantación institucional ibérica en el Nuevo Mundo
que apenas podía consolidarse debido a las particularidades propias del proceso de
ocupación. Aún en 1619, en lugares puntuales del Corregimiento de Mérida existían
grupos indígenas que oponían una feroz resistencia al dominio hispánico, además
la organización y aprovechamiento del espacio debió superar el imponente obstá-
culo del paisaje geográco mismo aunado a otros factores como la distancia que
separaba a Mérida de los centros de poder y decisión, lo cual incidía en su reducidas
y parsimoniosas comunicaciones, las que, a su vez, impedían establecer un control
institucional efectivo y centralizado, a lo cual se agregaba la diversidad espacial y
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temporal con la que se ejecutó la exploración, conquista y establecimiento de cen-
tros poblados, con los cuales resultaron nuevos retos políticos y administrativos en
un entramado institucional que a duras penas se había establecido en ciertos luga-
res del continente.
Después de la ocupación hispana, el espacio geográco constituyó un desafío
permanente, condicionado por la supervivencia y adaptación de los grupos humanos
en entornos naturales especialmente difíciles y revisando una y otra vez un modelo
de dominación y organización del espacio que lentamente avanzaba ante a la im-
ponencia de la naturaleza, como acertadamente lo describe Braudel (1984: 70) al
decir que “de lo que se trataba era de una conquista no de hombres (…), sino de un
espacio (…) silenciosa conquista que culmina cada vez en un frente de colonización,
en una zona pionera, nuevo punto de partida.”
En ese sentido, en la presente investigación, el espacio se concibe desde la visión
geohistórica como la importancia crucial que ejerce el tiempo histórico sobre la cons-
trucción del mismo. Certeramente, como lo expresa Dollfus (1976: 11) al armar que
“el espacio geográco está impregnado de historia”, porque constituye una construc-
ción cultural de signicados por lo cual es al mismo tiempo una construcción social e
histórica, al discurrir que la estructuración paisajística se gesta bajo la acción transfor-
madora de los grupos humanos como resultado de un tiempo histórico concreto. En
consecuencia, el espacio colonial es una categoría clave para comprender las particu-
laridades contextuales que reviste la construcción y organización estructural del espa-
cio geográco dentro del proceso de implantación institucional hispánico en el Nuevo
Mundo, un proyecto gestado de forma diversa y simultánea en la América durante el
periodo colonial que se aanzó con la imposición de un nuevo orden político, social y
administrativo sobre la marcha de la actividad conquistadora del territorio.
De acuerdo con lo expuesto, se entiende que el espacio geográco merideño
durante el siglo XVII, como un territorio dentro un tiempo histórico relativo al con-
texto de ocupación europea que, indiscutiblemente, dene la sonomía del paisaje
en función de los intereses coloniales. Por lo cual se deduce que, el espacio colonial
merideño, constituyó un ámbito geográfico, cuyo sistema de relaciones se compone
de lugares vividos, apropiados y simbolizados (percibidos, representados y practi-
cados) por los actores sociales, para construir el espacio geográco y organizarlo
en función de las pautas históricas y culturales demandadas por el contexto. Ese
proceso fue determinado por las representaciones simbólicas, percepciones espa-
ciales y las prácticas sociales de por lo menos tres instancias culturales y discursivas
diferenciadas: la de los indígenas sometidos al régimen de la encomienda, la de los
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encomenderos como detentores del poder local, beneciarios del trabajo de los
naturales encomendados, y el poder institucional del Estado con la potestad de crear
las regulaciones jurídicas, de la supervisión y organización de los aspectos relaciona-
dos con el ejercicio del régimen de encomiendas.
El espacio geográco que formó parte integral de la comisión comprendida en la
visita realizada por el oidor Vázquez de Cisneros en 1619, es el que en mayor medida
se corresponde con la jurisdicción que, desde 1607, correspondía al Corregimiento
de Mérida que albergaba bajo su dominio las ciudades de La Grita, Pedraza, Barinas
y las Villa de San Cristóbal y Gibraltar, aunque, en atención a los datos recabados en
los autos de visita la gran mayoría se corresponden con los pueblos de indios, repar-
timientos y estancias del área jurisdiccional de la ciudad de Mérida y sus conexiones
con las jurisdicciones de ciudades Barinas y Pedraza y la villa y puerto de San Antonio
de Gibraltar, dentro del margen geo-histórico de lo que Ramírez Méndez (2015:81)
dene como la “región histórica de Mérida”.
Durante el siglo XVII, Mérida constituyó en un punto nodal de interconexiones
e inuencias en el plano político, social, administrativo y económico sobre sesenta
repartimientos y pueblos de indios y su inuencia se extendía principalmente sobre
villa y puerto de San Antonio de Gibraltar y las ciudades de Barinas, Altamira de Cá-
ceres y Pedraza cuyas conexiones con el puerto se realizaban a partir de la ciudad
de las nieves eternas. En tal sentido, el límite septentrional de dicha inuencia estaba
demarcado por el Lago de Maracaibo, al sureste se encontraban Los Llanos y al este
y noreste la frontera con la Provincia de Venezuela, en cuanto al límite sur y oeste
estaba circunscrito por los territorios que habían sido colonizados de forma efectiva
y que, tanto la resistencia de las culturas autóctonas como las dicultades naturales
del terreno lo hacían accesible.
El presente trabajo, desde la perspectiva geohistórica e interpretativa de la nueva
geografía cultural, y a través de una investigación histórico-documental de los expe-
dientes que componen el procedimiento de visita realizado por el oidor Vázquez de
Cisneros a Mérida entre 1619 y 1620,1 que se conservan en el Archivo General de la
Nación Colombiana (AGNC) se propone, por un lado, examinar algunos de los elemen-
1 Las fuentes documentales que constuyen el insumo esencial del análisis documental, son los autos de visita
y Ordenanzas emanadas de la Visita General efectuada por Alonso Vázquez de Cisneros a Mérida entre 1619
y 1620. Estos fondos documentales reposan, y fueron consultados, en la versión online del Archivo General
Nacional de Colombia (en adelante AGNC), especícamente los correspondientes a la sección Colonia Visitas
a Venezuela y la Sección de Mapas y Planos; igualmente, algunos de estos autos fueron consultados también
en los rollos microlmados de la Colección Ciudades de Venezuela de la Biblioteca Febres Cordero de Biblioteca
Nacional ubicada en la Ciudad de Mérida (en adelante: BNFBC).
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tos signicativos del medio físico que denieron el proceso de construcción y organiza-
ción del espacio colonial merideño durante la ejecución del procedimiento institucio-
nal de las autoridades audienciales; y asimismo, analizar e interpretar el conjunto de
percepciones geográcas y expresiones relativas a los hechos históricos involucrados
en torno a la ocupación, organización y aprovechamiento del espacio, haciendo espe-
cial énfasis en valorar el papel de soberanía que revestía la actuación institucional del
visitador como representante de un discurso de poder tendiente a la implantación
denitiva de un nuevo orden espacial apuntalado por la Corona española.

El espacio colonial merideño denido como epicentro de inuencia regional, se
dilataba sobre la cordillera de Mérida y presentó en general unas características
geográcas propias del entorno andino montañoso, con una orografía accidentada
cuyo rasgo más representativo fue la presencia de grandes terrazas aluvionales y
valles longitudinales, moldeados por la acción erosiva, fosas de hundimiento y líneas
de fallas tectónicas que corren en paralelo a las principales sierras que componen el
sistema montañoso de la cordillera de Mérida: la sierra norte, o sierra de La Culata
con su pie de monte y llanuras vertientes hacia el Lago de Maracaibo, y hacia el sur
la sierra Nevada Mérida y sierra de Santo Domingo cuyo pie de monte y vertientes
principales se orientan hacia los Llanos de Venezuela. Principalmente, los valles lon-
gitudinales trazados en el curso de ríos como el Chama (valle principal y lugar de
asiento de la ciudad de Mérida), Nuestra Señora, Motatán, Santo Domingo, Torondoy
y Capurí, fueron los espacios privilegiados en el patrón de asentamiento prehispá-
nico y colonial, ubicándose sobre ellos importantes núcleos poblacionales y rutas
de comunicación que fueron reorganizados mediante la política de poblamiento y
reducción de pueblos indígenas.
En esa extenso territorio, además de las percepciones dicotómicas con las que
generalmente se juzga la actuación del conquistador hispano en el Nuevo Mundo,
es importante analizar el proceso de conquista, de construcción y organización del
espacio colonial desde su propio ambiente y contexto diferente al de nuestro actual
punto de vista: una mirada fresca al respecto, daría insumos para explicar el impacto
psicológico que para el hispano tuvo la inmensidad de una comarca nueva en todas
sus expresiones, diverso en sus contrastes climáticos, de accidentadas e inaccesibles
formaciones orográcas, caudalosos ríos, fauna y vegetación exuberantes, a lo que
se sumaba un desconocimiento general del medio y el contraste cultural siempre
presente entre sus autóctonos habitantes (Sanz Camañes, 2004: 276).
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En ese sentido, el espacio colonial merideño, habitado por las distintas culturas
que concurrieron en el mismo, desde sus propias prácticas, representaciones y per-
cepciones, conere indicios esenciales para abordar los acontecimientos históricos
desde la incidencia inevitable del medio físico y su historia. Desde esa perspectiva,
Fernand Braudel concibe al medio como un factor transversal, una estructura de
muy larga duración cuyos lentos cambios sobrepasan el rango de percepción de la
vida individual y, en muchos casos también, la colectiva. Esos acontecimientos his-
tóricos, para Braudel (1976: 364), deben apreciarse como eslabones de una cadena
“todos enlazados entre sí por la historia unitaria del clima”, a los que se agrega la
propuesta geo-histórica que Le Roy Ladurie (1959: 3) y (2017: 13) quien la ha de-
nominado “historia humana del clima”, desde la cual se estudian los efectos de las
uctuaciones meteorológicas y su inuencia en las sociedades, con el propósito de
comprender esa dinámica correlativa entre la historia del clima y la historia de la
humanidad, ese carácter de urgencia que ha tenido tal correlación en sociedades
agrícolas dominadas por el siempre difícil problema de la subsistencia.
Concretamente, en la meseta que sirve de asiento a la ciudad de Mérida, las varia-
ciones térmicas del ambiente fueron un aspecto digno de reseñar en las crónicas de
conquista, como lo relataron Fray Pedro de Aguado (1917: 262-263), y también por
noticia del doctor don Basilio Vicente de Oviedo, quienes rerieron que en el transcur-
so de un día Mérida experimentaba tres horas de frío o, como la denominaba Aguado,
de ”primavera templada” desde las siete de la mañana hasta las diez de la mañana, y
seis horas de “caluroso otoño desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde
de modo, que desde las seis de la tarde hasta las siete de la mañana, que es una hora
después de que sale el sol, es frío el temperamento a causa de las Sierras Nevadas que
tienen a la vista”. En el siglo XVIII, el padre Joseph Gumilla hizo la misma observación
que Aguado en sus crónicas al armar que Mérida tenía todos los climas de las cuatro
estaciones del año en un solo día y en solo lugar (Ramírez Méndez, 1994: 494).
A una escala más amplia, la variación térmica, climática y paisajística del resto
del espacio geográfico, producto de los múltiples pisos geográcos sobre los que se
asienta, fue una de las causas principales de los impedimentos y dicultades que se
presentaron al cumplimiento de las actuaciones del visitador en 1619-1620 debido a
los obstáculos que enfrentaron los funcionarios para trasladarse con la mayor celeri-
dad de un lugar a otro. Evidencia de ello quedó registrada comisión despachada a la
villa de Gibraltar el 3 de agosto de 1619, en el que se expone que uno de los grandes
retrasos que habían tenido los acreditados, se debía primordialmente a que en esa
tierra se presentaban dos inviernos al año: el primero desde el mes de abril hasta
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dos o tres días antes de San Juan (24 de junio), y el segundo tenía lugar desde los
días nales de septiembre y podía durar hasta cerca de los días de Navidad. Esto re-
presentaba una apremiante dicultad puesto que, como el mismo auto se especica:
“…en el dicho tiempo de invierno es imposible poderse caminar por esta provincia porque por
ser tan (...) áspera y de tantas sierras ay muchos ríos y quebradas rápidos que no se pueden
badear por no haber puentes a cuya causa no es posible poderse hacer en este tiempo la dicha
visita y aun en tiempo de verano por los muchos paramos y nieves que hay y otras muchas
dicultades es fragoso caminar a pie por algunas partes y con muchos riesgos de salud y vida
(...) la contrariedad y diversidad de los temples fríos y calientes algunos muy enfermos, y tierras
muy húmedas y como ya su merced lo ha comenzado a experimentar en su salud…”
2
.
Especícamente, en la comunicación fechada el 25 de junio de 1619, se describió
cómo el visitador había tenido que aguardar durante el periodo de lluvias y que ob-
servar que habían cesado las aguas “…que han estorvado a su merced el salir antes
de esta ciudad a continuar la visita de los naturales della, y porque el tiempo ha me-
jorado y da lugar y es informado que los caminos están ya para poderse caminar por
ellos…”3 y poder comenzar así la visita de los repartimientos de Yricuy. Al parecer,
los temples y climas tan diversos habían afectado la salud del visitador Alonso Váz-
quez de Cisneros quien para esa fecha contaba 55 años de edad, tal como él mismo
lo había expresado en una carta a la Real Audiencia datada el 24 de mayo de 1619
(Guerrero, 2017: 272).
En ese orden de ideas, la visita a los naturales de Santo Domingo en tierras pa-
rameras implicaba un evidente reto para la salud del visitador, por cuya razón fue
delegada en Rodrigo Zapata ante la dicultad del oidor para atravesar sierras y pára-
mos fríos en los que, pocos días antes de emitir esa orden, se había conocido de la
muerte de un esclavo del capitán don Alonso Dávila, quien había fallecido “empara-
mado, y se especicaba que:
“…respecto de las variedades de los sitios y temples que su merced a andado trae poca
salud y en esta tierra no hay médico ni medicinas con que curarse por lo cual se anda con
notable peligro y riesgo de la vida mayormente su merced que trae algunos achaques que si
juntamente con ellos hubiese de hacer por su persona el dicho viaje al dicho valle de Santo
Domingo sería con evidente riesgo de su salud y vida.”
4
.
2 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 5, Documento 1, “ Auto para que se despache comisión para hacer las
diligencias de visita a la ciudad de Gibraltar y su jurisdicción”. Mérida 3 de agosto de 1619; . 6-10 v.
3 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 7, Documento 13, “Parda de Mérida hacia Yricuy”. Mérida, 25 de junio
de 1619; . 635-635v.
4 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 5, Documento 4, “ Auto para hacer comisión de visita al valle de santo
domingo”. Timotes, 18 de sepembre de 1619; . 675-675v.
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Los cambios climáticos, constituían una variable de peso en el ritmo de las prác-
ticas sociales. Sin importar cuan rigurosos pudieran ser los plazos en la ejecución de
comisiones institucionales, los funcionarios quedaban a merced de un “calendario
vivido” (Velasco Maíllo y Sama Acedo, 2019: 396)
que, ante la ausencia de una infraes-
tructura vial y tecnología de transporte adecuada, dependía en buena medida de las
circunstancias meteorológicas. Por esa razón, y en atención a la detallada descrip-
ción que el visitador hizo de la dicultades que el clima oponía para el cumplimiento
de la comisión visita y en conocimiento de las mismas, don Juan de Borja presidente
de la Real Audiencia, el 20 de septiembre de 1619, quien en respuesta despachó una
real provisión mediante la cual se prorrogaba las actuaciones del Vázquez de Cisne-
ros en Mérida por cuatro meses más, atendiendo a tres razones fundamentales: el
riguroso invierno que estaba próximo a comenzar, el poco tiempo que restaba del
término de un año que se había otorgado para su realización y también porque aún
faltaba por concluir esa comisión y proceder de inmediato a la visita en la ciudad de
La Grita y villa de San Cristóbal inclusas en el Corregimiento de Mérida5.
Al igual que la lluvia, la sequía también representó un evento natural que podía re-
trasar o suspender el proceso de organización del espacio y de la población indígena.
En pisos altitudinales en los que predominaba un paisaje árido y en los que la sequía
producía la aridez el terreno y determinaba la dinámica productiva de la agricultura, se
tuvo especial cuidado que la falta de agua no representara un problema para los pro-
yectados asentamientos indígenas. Especialmente, las estériles tierras que conforman
el valle de las Acequias carentes de aguas que pudieran abastecer a los repartimientos
del valle, se decidió establecer dos poblaciones: la nueva población de Mucubache en
la banda noreste (o, como se denomina “esta banda” del río Nuestra Señora, en donde
se debían congregar a los repartimientos de Mocaz, Mucusnundá, Mucurufuen, Los
Guaimaros, Los Nevados, Mucumbú, Mucupis, Mocosos y Valle de la Paz; y otra po-
blación en Mucuño en la banda suroeste o también la “otra banda”, donde se debía
asentar a los indios provenientes de Mucuño, Tostos, Mucurete, Mucufez, Mucusos,
Las Cruces, La Veguilla, Muchachí, Mucuchay y Mucumaragua6.
Entre los expresados repartimientos se congregaba una población total de 1325
habitantes distribuidos en hombres, mujeres y niños, lo cual hacía presumir una posi-
ble carencia de tierras y aguas para albergar dentro de un mismo pueblo esa cantidad
de indígenas, pero además, era un número que excedía la media aproximada de 630
5 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 4, Documento 1, “Real Provisión: Auto de prórroga de la visita de Alonso
Vázquez de Cisneros al Corregimiento de Mérida por cuatro meses “. Santa Fe, 20 de sepembre de 1619; f. 340.
6 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 4, Documento 1, “ Auto de población de los indios desta banda del rio
de Nuestra Señora en la Loma de Mucuycuy. Mérida, 24 de enero de 1620; . 296-307.
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habitantes por pueblo que aparentemente rigió la política pobladora de Vázquez de
Cisneros en Mérida (tal como puede analizarse a través de los datos demográcos ex-
traídos de los autos de poblamiento) con lo cual, como lo argumentara fray Domingo
Méndez, padre doctrinero del valle de las Acequias, quien raticó que quedaban “las
dos poblaciones quasi iguales y conformes en indios tierras y temples”7. Precisamente,
fue el mismo religioso uno de los impulsores de la idea de fundar dos poblaciones en
lugar de una en el valle de las Acequias, y su percepción del espacio fue una de las
que en mayor medida se recogió en los autos de población de Mucuño y Mucubache.
En esos dos asentamientos, mediaba una distancia de dos leguas, por lo cual el fraile
certicaba que “…es el mejor que hay y el más abundante de tierras fértiles y de agua
y leña y temple sano y que excede en bondad a todos los demás, y por ser tan bueno
se han inclinado a poblarse allí los naturales del dicho repartimiento.”8
La preferencia de los naturales al sitio de asiento que se proponía para la pobla-
ción de Mucuño, y que se conocía como la Loma de Mucuycuy, pudo haber estado
inuida por la particular percepción del doctrinero, aunque no existen razones con-
cretas para suponer que el criterio geográco de los indígenas fuese totalmente
excluido de su propio proceso de poblamiento, más aún se tiene en cuenta que
esta era una de las principales preocupaciones reiteradas en los cuestionamientos
de la pesquisa secreta y el procedimiento de “vista de ojos” llevado a cabo por el visi-
tador. En el auto de población, al que se pudiera denominar el acta de poblamiento
de estos pueblos indígenas, se instruye como una de sus principales advertencias
o aclaratorias que la elección del sitio de asiento del pueblo era el resultado de la
consulta con los indígenas, los encomenderos y el padre doctrinero, apreciaciones
espaciales mediante las cuales el visitador podía sintetizar, junto a su propio criterio
e inspección del terreno, la validez de la decisión.
La opinión de los encomenderos del valle de las Acequias sobre el sitio de po-
blación de Mucuño, permite apreciar el escaso interés que tenían sobre esa tierra
y apelan a jar posición en concordancia con el criterio propio de los indígenas y su
conocimiento particular del terreno atendiendo a su estancia ancestral en el mismo.
En la consulta que se le hiciera al respecto, respondieron en conjunto que:
“…decimos que supuesto que los indios naturales del dicho valle han nacido y criándose en él
así ellos como sus antecedentes (…) y tienen larga experiencia de los temples aguas y frutos
y comodidades que en todo el dicho valle y sus partidos hay así por su experiencia por ser
7 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 4, Documento 1, Parecer de Fray Domingo Méndez religioso de la
orden de Santo Domingo doctrinero de los naturales del Valle de las Acequias sobre su población”. Mérida, 20 de
enero de 1620; f. 211v.
8 Ibidem, f. 210v.
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como todos son labradores y sustentarse de su trabajo como por tradición de sus mayores y
todos los dichos indios unánimes y conformes en las vistas de ojos que para la dicha pobla-
ción en el dicho valle se hicieren Dijeron ser el mejor sitio más sano y cómodo en la loma de
Mucuycuy que es loma llana y apacible de buen temple sana y abundante de buenas aguas
fructífera de todo género de mantenimientos y que está en medio de muy buenas tierras de
labor y ganados que hay desde el dicho sitio hasta el Río de Nuestra Señora”.
9
Sin embargo, algunos días después de emitido el auto de población, los encomen-
deros encabezados por don Francisco Altuve y Gaviria, noticaron al visitador que el
sitio escogido para albergar la población de Mucuño era inadecuado para ese n.
Ciertamente, como lo señala Meneses (1999:168), el terreno escogido para fundar el
pueblo, no era geológicamente óptimo y había sido afectado por la intensa sequía y
por un fenómeno de reptación, o desplazamiento erosivo del suelo, producido por
la alteración supercial del tipo de roca que lo conformaba, lo cual se manifestaba
visiblemente en la formación de una gran cárcava, o concavidad, que atravesaba dia-
gonalmente el terreno en dirección paralela a su pendiente topográca, acentuando
un desequilibrio erosivo que no permitía la instalación de poblamiento alguno. De
acuerdo con Meneses y Gordones (2003:23), desde el punto de vista morfológico, el
rasgo distintivo de la cuenca del rio Nuestra Señora (o rio Negro, como se conoce en
la actualidad), presenta una gran inuencia de la litología, surcado con valles profun-
dos y escarpados y supercies fuertemente afectadas por la erosión y conformación
de cárcavas, a lo que se suma la acción climática de un espacio golpeado por los
vientos del río Chama que producen oscilaciones en la temperatura, vegetación baja,
y laderas secas erosionadas.
En la misiva que los encomenderos enviaron al visitador el 3 de febrero de 1620,
insistieron en que las fracturas generadas en el terreno forzaban el desvío de las ace-
quias de agua y provocarían el hundimiento del suelo con lo que la nueva población
correría mucho riesgo. Textualmente se dirigían al visitador en los siguientes términos:
De hombres es, Señor, herrar y de los que desean asertar es, enmendar, y más no habiendo
sido de malicia, los indios todos se engañaron en el pedimento que hicieron no en cuanto a los
resguardos y temple que son los que vuestra merced les ha señalado copiosísimos y abundan-
tes, más en el sitio que eligieron para pueblo sí. porque con este gran verano se ha abierto la
tierra encima de la loma de mucuycuy de manera que pasando por estas aberturas la acequia
del páramo que es fuerza que venga por el pueblo se hundirá y podría hacer mucho daño…”
10
.
9 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 4, Documento 1, “Parecer de los encomenderos del valle de las acequias
sobre el sio de población de la otra banda de Rio Nuestra Señora”. Mérida, 20 de enero de 1620; f. 214.
10 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 4, Documento 1, “Parecer de Francisco Altuve de Gaviria encomendero
de los indios de Mucusnundá en el valle de las acequias sobre el estado de las erras del sio de Mucuycuy.
Mérida, 3 de febrero de 1620; f. 308.
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Finalmente, atendiendo la recomendación del padre doctrinero del valle de las
Acequias, el juez poblador Pedro Rodríguez y Francisco Altuve de Gaviria entre otros
encomenderos, se emitió un nuevo auto de población en el que se ordenaba hacer
la nueva población de Mucuño en el sitio de la “mesa llana y grande de Mucuba-
chs”.11 Escogido el nuevo lugar para el poblamiento, por segunda vez tendría que
ser mudado nuevamente en 1692-1693 el pueblo de Mucuño por las mismas causas
geológicas y climáticas que afectaban la estabilidad del suelo, y una tercera mudanza
se realizaría en 1874. Lo expresado demuestra, cómo la incidencia de un recurrente
evento climatológico y meteorológico como la sequía, sobre un evento geomorfológi-
co de erosión del suelo, puede, al igual que cualquier otro evento o catástrofe natural,
estar mediado por distorsiones en la percepción social y cultural sobre su frecuencia,
impacto y confrontación. Posiblemente, el conocimiento geográfico ancestral de la
cultura indígena estaba equipado con un arsenal de respuestas, técnicas resilientes
y formas de vida y convivencia frente a eventos de esa naturaleza, sin embargo,
el patrón urbano de organización del espacio colonial en proceso de construcción,
difícilmente podía adaptarse y encontrar su estabilización en medio de una dinámica
geológica y climática de tan drásticos cambios.
Al igual que el valle de las Acequias, cada sitio de población y repartimiento impo-
nía al visitador diversas dicultades derivadas de la conformación natural del espacio
que terminaban por consumir el tiempo ya prorrogado de la comisión. No obstante,
una de las formas en que Vázquez de Cisneros logró abarcar la mayor parte del te-
rritorio en el menor tiempo posible era tratando de congregar la mayor cantidad de
repartimientos indígenas en un solo punto geográco, generalmente, los aposentos
de algún encomendero en donde realizaba las diligencias de visita a de forma si-
multánea a la mayor cantidad de naturales posible. Esto se realizaba mediante una
orden mediante la cual se mandaba a los encomenderos y mayordomos organizar
el traslado y hacer reunir a sus naturales desde los remotos asientos poblacionales.
Así ocurrió con Sebastián Bermejo Bailén, quien se desempeñó como juez de comi-
sión en representación del Oidor, y ordenó a los encomenderos Diego de la Peña,
Hernando Cerrada, Francisco de Gaviria y Juan de Vergara hacer juntar a los caciques
capitanes y demás indios con sus mujeres y familias de los repartimientos del valle
de las Acequias, en los aposentos de Gerónimo Izarra, dando el tiempo suciente
para realizar el traslado en atención a que:
“…aunque los dichos repartimientos parecen circunvecinos a estos aposentos, por ser la tie-
rra tan fragosa y tener necesidad de tiempo para poderse juntar y traer los caciques e yndios
11 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 4, Documento 1, Auto para que la población de los indios de esta ban-
da del rio de Nuestra Señora se haga en la mesa y loma llamada Mucubachs”. Mérida, 7 de febrero de 1620; f. 318.
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de los dichos repartimientos con la mexor comodidad que se pueda y porque escusen de los
riesgos y peligros que podrían tener el traerse apresuradamente”.
12
Igualmente, como se puede percibir en el caso citado, se procuraba llevar cabo
varias diligencias o procedimientos de forma simultánea, lo que era posible sí el
visitador delegaba las tareas a otros funcionarios. Y es que, la conformación de las
nuevas poblaciones indígenas, la inspección de los repartimientos y los posibles si-
tios de poblamiento, los procedimientos de supervisión, la formulación de causas, el
registro de testimonios y la imposición de condenaciones con su respectivo cobro,
comportó una tarea descomunal que en muchos casos fue ejecutada por jueces de
comisión y de población seleccionados entre los funcionarios de la visita o vecinos
de la misma provincia. Entre ellos, se destacan: Rodrigo Zapata quien durante toda la
visita fungió como escribano del rey y de las visitas generales del reino, y al que se le
delegaron también importantes funciones como juez poblador y de comisión; otras
personas a las que se delegaron estas funciones fueron Pedro Rodríguez, Pedro
de Manos Albas, Antonio de Orduña, el ya mencionado Sebastián Bermejo Bailén, y
Melchor Martín quien ejerció durante la comisión el cargo de defensor y protector de
indios. Eventualmente también, intérpretes como Alonso Fernández Garzón y Juan
de Trejo, podían también desempeñarse en distintas tareas.

El clima indiscutiblemente representó un factor que afectó la celeridad de las
diligencias, pero, en paralelo a las condiciones meteorológicas, el estado en que se
encontraban las rutas y vías de paso obligado para el cumplimiento de lo ordenado
imponían una realidad que hacía aún más penosa la realización de la visita. Una rea-
lidad común y aplicable a todo el Nuevo Reino de Granada, por no hacer mención al
resto de Las Indias. No bastaba con emitir una cédula o una provisión y decretar las
visitas periódicas a todo el territorio de la Audiencia, destacaban entre los principales
impedimentos para la celeridad institucional las enormes distancias, lo accidentado
de los terrenos, el mal estado de los caminos o simplemente su inexistencia debido
a que “la realidad del territorio se parecía poco a la visión que tenían los consejeros
en la corte” (Ruiz Rivera, 1975a: 17).
En el último cuarto del siglo XVI, el cosmógrafo ocial de La Corona Juan López de
Velasco (1894: 357), caracterizó al territorio de Nueva Granada como un espacio pre-
dominantemente mediterráneo que dependía en gran medida de los caminos reales
terrestres que, en su mayor parte se hallaban en muy mal estado para transitarse, gene-
12 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 2, Documento 7, “Auto para que Juan de Vergara haga juntar los indios
de los Nevados”. Mérida, 29 de febrero de 1619; f. 1022.
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ralmente por recuas de unos pueblos a otros, aunque, de los repartimientos a los pue-
blos la ausencia de caminos abiertos obligaba al uso de los indios como cargadores. En
este punto es preciso señalar que la visión europea del cosmógrafo con la que percibe
al Nuevo Mundo no es un prolijo ejemplo de infraestructura vial, antes bien, a nales del
siglo XVI las principales vías terrestres que comunicaban a las grandes urbes europeas
seguían siendo los sistemas de calzadas que databan de los tiempos de esplendor del
Imperio Romano en la antigüedad, y en mayor medida, como lo señala Braudel (1976:
373) se dependía de las embarcaciones de escaso tonelaje y de las bestias de carga, en
lugar de los vehículos que solo tenían un limitado uso dentro del espacio urbano.
El estado de las comunicaciones en el siglo XVII en Nueva Granada no sería muy
distinto al descrito por López de Velasco, y la asignación de una comisión de visita
no solo representaba un impedimento para los encomenderos, siempre reticentes
a ser visitados, sino para los mismos oidores quienes sabían de las dicultades que
comportaba el someterse a las incomodidades de recorrer por las dilatadas distan-
cias sobre caminos peligrosos y en general la estancia en sitios apartados y rurales.
En ese aspecto Ruiz Rivera (1975b: 200), arma que fueron incontables los desen-
cuentros suscitados entre el Presidente Juan de Borja y los oidores de la Audiencia
en cuanto al tema del nombramiento de los visitadores: Borja se dirigió al Real Con-
sejo con la petición de que fuera el presidente, y no los oidores, quien escogiera el
partido que debía ser visitado, puesto que los oidores, directamente implicados e
interesados en ahorrase vicisitudes, elegían los territorios urbanos, más fáciles y más
cercanos, solicitud que fue aprobada por el Consejo en 1618.
La de Mérida, como el mismo visitador Vázquez de Cisneros señalaba, era entre
las provincias “la más remota y apartada de la dicha real audiencia”, siendo necesario
para llegar a ella desde la ciudad de Santa Fe de Bogotá sesenta días de “tan fragosos
y malos caminos y de tantos desiertos”, por lo que, como el mismo visitador lo decía,
nunca había sido visitada desde su fundación “que a más de sesenta años por ningún
oydor ni arzobispo”.13, aunque eso fuera falso. Las particularidades del espacio geo-
gráco merideño ceñían al transporte y las vías de comunicación a las condiciones
de un relieve montañoso y accidentado, con travesías en las que se imponían valles
profundos y estrechos corredores que durante la época de prolongadas lluvias se
convertían en vías fangosas e intransitables: especialmente los páramos resultaban
peligrosos en medio de densas nieblas que dicultaban la visibilidad de los caminos.
En ese sentido, Pérez Hidalgo (1996:18) arma que vencer los obstáculos impuestos
por la cordillera, requería de técnicas rudimentarias de vialidad en las que el camino
13 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 5, Documento 1, Auto para que se despache comisión para hacer las
diligencias de visita a la ciudad de Gibraltar y su jurisdicción”. Mérida, 3 de agosto de 1619; f. 6.
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de recua era la mejor opción cuando se trataba de acondicionar las comunicaciones
a los factores climáticos y adaptar los tramos a las formas del relieve. Como lo propo-
ne Braudel (1976: 476), en referencia a los hombres del Mediterráneo en el siglo XVI,
podemos decir que los hombres de Mérida y Nueva Granada estaban “resignados a
todas las lentitudes, a un espacio que devoraba su tiempo y sus esfuerzos, y que, en
la lucha contra las distancias se agregaba un plus de incertidumbres que tenían mu-
cho que ver con la suerte y la casualidad: “el hombre, no era entonces dueño de las
distancias (…) y nadie estaba seguro de antemano de los retrasos con que tropezaría
al avanzar, al desplazarse, al obrar o querer obrar”.
Quizás, una de las situaciones más apremiantes del sistema vial de la Mérida del
siglo XVII, era la notoria ausencia de puentes. La premura en completar las diligen-
cias de visita antes de la llegada de las lluvias, o bien, el tener que aguardar a que las
aguas crecientes retrocedieran antes de continuar con los encargos, fue una cons-
tante de esta comisión en la que se tenía especial cuidado sobre el hecho de que
las aguas de ríos como el “Motatán y Chama y otras muchas quebradas peligrosas
y particularmente la de Mucuxun podrían impedir y estorvar el paso a la ciudad de
Mérida.”14 Un río con aguas tan caudalosas y violentas como el Chama, era práctica-
mente imposible de ser cruzado incluso en tiempos de sequía, sobre todo en puntos
de conexión como el de Estanques ubicado nueve leguas hacia el suroeste de la
ciudad de Mérida y de vital importancia en la comunicación y comercio del camino
real entre Nueva Granada y la Provincia de Venezuela. En general, pese a la impor-
tancia de esta vía de comunicación, muchos de sus puntos de acceso dependían del
cruce de ríos por vados más o menos transitables o por troncos dispuestos sobre las
aguas, y en los lugares particularmente difíciles se utilizaba una tecnología de cruce
llamada “cabuya” o “tarabita” que funcionaba por medio de cuerdas impulsadas por
fuerza de tracción desde la orilla o por el mismo pasajero (Pérez Hidalgo, 1996: 23).
En octubre de 1619, el Capitán García Varela, vecino de Mérida y encomendero
de los indios de Chuara (también llamados Estanques), con el apoyo del cabildo re-
clamaba ante el visitador Vázquez de Cisneros que el comercio entre Venezuela y
Nueva Granada había cesado por estar cerrado el paso del río en los Estanques, y
que, en su intento por vadear el caudal, ya había resultado ahogadas algunas perso-
nas. La causa de esta interrupción se debía a que la cabuya que hacía funcionar la
tarabita que permitía el paso de una banda a la otra del río Chama “se había podrido
y consumido con las aguas y el tiempo”, dado que, quienes solían hacer la cabuya o
realizar el mantenimiento y asistir a los viajantes en el paso del río, eran los indios
14 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 5, Documento 4, Auto para hacer comisión de visita al valle de santo
domingo”. Mérida, 18 de sepembre de 1619; f. 765v.
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del repartimiento de Chuara, que por orden del visitador habían sido enviados a
poblarse lejos de allí en la nueva población de La Sabana junto con otros indios
de diferentes partes. En los mismos términos y en clara conciencia de los límites
jurisdiccionales de cada institución, Vázquez de Cisneros notica al cabildo que la
responsabilidad y negligencia en los daños que se sucedieran, eran completamente
cargo y culpa de la institución capitular en cuya competencia se encontraba el reparo
de la cabuya y el cobro del paso por ella15.
En qué medida, el rio Chama y las condiciones adversas para sortear su caudal, repre-
sentaban un verdadero obstáculo natural, hasta el punto de que la falla en un compo-
nente tecnológico interrumpiera la conexión entre dos importantes porciones del imperio
español en América. Un espacio geográco, nos recuerda Olivier Dollfus (1976: 40-42),
puede ser más o menos franqueable o permeable según la época y las condiciones téc-
nicas con que las sociedades enfrentan este tipo de subordinaciones en la organización
del espacio. De acuerdo con esto, los espacios pueden ser valorizados o desvalorizados
en función de las limitaciones que impone la naturaleza al hombre, pero, más importante
aún, estas limitaciones pueden depender también de los signicados cambiantes que dis-
tintas circunstancias, épocas o culturas le asignan a un determinado obstáculo: con lo cual
se comprende que un obstáculo natural adquiere un valor siempre relativo.
Por un lado, asistimos a una manifestación clara de la confrontación entre un
cabildo dominado por la élite de encomenderos y la visita del Oidor Vázquez de Cis-
neros, lo que puede dar algunas luces acerca de la lucha del gobierno municipal por
desacreditar los propósitos de la visita. Aunque por otro lado también, debe tenerse
en cuenta que, posiblemente, las percepciones sobre las dicultades en el dominio
del espacio dependían en buena medida de la aplicación de considerables esfuer-
zos y mano de obra, que, en este caso, era proporcionada por la institución de la
encomienda bajo un mecanismo de prestación de servicios personales que permitía
disminuir los costos en todos los órdenes de la producción. Es de destacar la impor-
tancia de la asignación de distintos tipos de labores en función de la procedencia
cultural, ocios manuales que dentro del sistema de valores de la sociedad blanca
solo podían ser ejercidos por personas de menor calidad. Visto de este modo, más
que un obstáculo natural, los obstáculos que debían sortear los encomenderos y el
cabildo en el paso de Estanques, eran de índole económica y cultural.
En las Ordenanzas expedidas por Vázquez de Cisneros para Mérida, el numeral
41 de este conjunto normativo indicaba claramente que los caminos y malos pasos
15 AGNC, Colonia-Visitas-Venezuela, Legajo 11, Documento 16,Auto sobre la cabuya y avío en el paso del rio cha-
ma en el sio de los Estanques”. Mérida, 27 de octubre de 1619; . 998-999.
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debían ser “aderezados, mantenidos o reparados, para evitar desgracias y pérdidas
en el trajín y comercio de unos pueblos a otros, y prohibía expresamente que los in-
dios realizaran estos trabajos “sin paga bastante(Gutiérrez de Arce, 1946: 1175). El
riesgo que los indios corrían al trasladarse con frecuencia desde sus asentamientos
hasta las estancias de los encomenderos, era considerable también y fue señalado
por el visitador en la ordenanza número 40, en la que prohibía llevar a los naturales
provenientes del valle de Santo Domingo, valle de la Sal, las Acequias y otros lugares
distantes a más de tres leguas, a las estancias y labores del Ejido de Mérida, los Guay-
maros y la otra banda del río Albarregas, en a tención a que:
“...la larga distancia de los caminos como porque en las venidas y vueltas a sus repartimientos
han pasado paramos fríos y ríos y quebradas que en tiempo de invierno son caudalosas y
rápidas y peligrosas de que se les ha resultado riesgos y peligros de sus vidas y de ahogarse
y emparamarse para cuyo remedio y que cesen muchos daños e inconvenientes” (Gutiérrez
de Arce, 1946: 1174-1175).
El conocimiento y la experiencia que sobre el espacio geográco poseían los indí-
genas, fue un factor que los conquistadores y encomenderos usaron a su favor para
sortear las dicultades geográcas. Ante un espacio accidentado, peligroso y con au-
sencia de vías de comunicación adecuadas, el indígena fue utilizado sistemáticamente
como constructor de caminos y sobre todo como transporte de carga, una actividad
que fue progresivamente mermando la densidad demográca de los naturales hasta
que las leyes e instituciones procuraron mayores regulaciones en su prohibición y fue-
ron introducidos paulatinamente animales de tiro como el burro, la mula y el caballo
sobre los que se transportaban mercancías en caravanas o arreos. Aunque en la visita
de Vázquez de Cisneros a Mérida no se constataron acusaciones a los encomenderos
por usar a los indios como cargadores, en las Ordenanzas de Mérida se insiste sobre
este asunto al prohibir, que los indios fueran cargados a menos que se tratara de “…
la construcción de alguna casa o iglesia si se extraen madreas de arcabucos donde no
puedan llegar mulas y bueyes para cargar” (Gutiérrez de Arce, 1946: 1169-1170).
Es importante no perder de vista que la precariedad de las comunicaciones y las
dicultades que pudiéramos asumir naturalmente como obstáculos, no son más que
percepciones culturales del espacio que, en este caso, obedecen a una particular
forma de adaptación de la dinámica productiva y comercial requerida en la celeridad
del proceso de implantación colonial. Es imposible aseverar que esta percepción
espacial haya sido la misma de los indígenas, quienes resultaron ser de gran utili-
dad como guías, cargadores, arrieros y constructores en un espacio sobre el que se
manejaban de acuerdo con un bagaje de conocimientos y experiencias generadas
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desde su propia cultura. A pesar de dicha precariedad percibida, las vías de comuni-
cación existentes hasta el periodo en estudio, eran de vital importancia para la eco-
nomía colonial merideña. Especialmente el camino real que conectaba al Nuevo Rei-
no de Granada con la Gobernación de Venezuela y su entronque con el camino del
valle de la Sal que conducía hasta el Lago de Maracaibo, eran las vías más naturales
y expeditas que ponían al espacio colonial merideño en contacto con los principales
puertos de exportación e importación de productos.
En ese sentido, caminos y transportes, vistos como fenómenos geográcos tam-
bién, se rigieron y organizaron sobre la base de unas rutas históricas que, tanto
para las culturas indígenas como para la cultura europea, tenían sus particulares
dicultades y signicados, pero que, sobre todo en función de la nueva dinámica del
espacio colonial merideño, cobraban un sentido capital en virtud del principio rector
del “mínimo coste, de acuerdo con el cual se analizan los espacios considerando
los costes a largo y corto plazo, el valor del tiempo, los costes de congestión u obs-
taculización, y la calidad misma del transporte. Igualmente, sobre la base de estos
principales tramos viales, se estructuró uno de los principales criterios de escogencia
de lugares para la fundación de los nuevos pueblos indígenas. En teoría, la nueva
organización del espacio colonial merideño debía, por un lado, poner en conexión
a los asentamientos indígenas con las vías de comunicación que llevaban a los prin-
cipales centros de producción y comercialización, una forma de aprovechamiento
de la mano de obra local en función del sistema de comercio transatlántico del que
Mérida participaba; y por otra parte, esta interconexión debía hacer más accesible y
focalizado el control que las instituciones y funcionarios civiles y eclesiásticos debían
ejercer sobre la población indígena.

La visita del Oidor Alonso Vázquez de Cisneros entre 1619 y 1620 fue uno de los
puntos cruciales en el proceso de construcción y organización del espacio colonial
merideño, en el que la denitiva inserción de los grupos indígenas en la pautas cul-
turales, económicas y sociales europeas pasaba por su equitativa distribución de-
mográca en reducciones poblacionales a la usanza hispánica. El logro de dicho
cometido por parte de la comisión de visita en Mérida se topó con diversas dicul-
tades que hicieron aún más embarazosa su realización en los tiempos estipulados
mediante provisión de la Audiencia de Santa Fe de Bogotá. Entre las dicultades que
marcaron el ritmo de la visita de Vázquez Cisneros a Mérida, y que han sido objeto
de interés de la presente investigación, la inuencia del medio físico fue tal vez uno
de las más signicativas.
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Por un lado, la diversidad climática y paisajística derivada de los múltiples pisos
climáticos que componían la geografía del espacio colonial merideño, fue una de las
principales causas del retraso de la comisión, hasta el punto de necesitarse autori-
zación de la Audiencia para extender su fecha de conclusión. Tanto la lluvia, como
la sequía y la inclemencia de los páramos andinos, fueron impedimentos para el
traslado de los funcionarios desde unos lugares a otros dentro de la jurisdicción del
corregimiento, la ejecución de las diligencias de visita y por tanto para el estableci-
miento de los centros poblados indígenas. Por otra parte, y concomitante con las ya
mencionadas dicultades naturales, tendrá una fuerte incidencia también la ausen-
cia de caminos y vías de comunicación en buen estado, que, totalmente vulnerables
a las vicisitudes climáticas de la región hacían prácticamente imposible el acceso a
los sitios en que se encontraban asentados los repartimientos indígenas.
Claramente, la identicación de este conjunto de dicultades naturales y tecno-
lógicas, deben tomarse como expresión de la percepción geográca del visitador
como sujeto histórico-social involucrado en el proceso de ocupación, organización
y aprovechamiento del espacio colonial merideño. Percepción geográca mediada
por la incidencia de unas prácticas y representaciones culturales tendientes a la im-
plantación denitiva y efectiva de la institucionalidad regia en una de las provincias
indianas más remotas. Ante un espacio geográco plagado de inconvenientes, en la
percepción geográca del funcionario de visita pesa de forma fundamental su propia
concepción de obstáculo o barrera natural, de tal forma que buena parte de esta
concepción la podemos encontrar en las Ordenanzas que en 1620 dejara estableci-
das como compendio normativo el visitador, y en las que propone los distintos reme-
dios para, entre otras cosas, la organización del espacio. Ciertamente, como queda
planteado en el trabajo, las percepciones geográcas sobre la noción de obstáculos
o barreras naturales dependen en buena medida del punto de vista y del lugar cul-
tural desde dónde se miren, por lo que, aún queda abierta la línea de investigación
para explorar, en fuentes como los autos de visita, la forma en que otros actores
sociales como indígenas y encomenderos percibían aquello que sincrónicamente
visitador estaba observando.
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CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
pp. 29-58
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
* Doctor en Historia por la Universidad Central de Venezuela. Correo electrónico luisramirez811@gmail.com. Este
arculo es un avance del proyecto sobre el estudio histórico sobre el sur del Lago de Maracaibo, desarrollado en
el Grupo de Invesgaciones de la Regiones Americanas adscrito al CDCH-ULA. Mérida y a la sede Bobures de la
Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt. El autor desea agradecer la signicava colaboración del
genealogista Crisanto Bello por la información aportada sobre las genealogías de los personajes analizados en el
informe. Orcid: hps://orcid.org/0000-0001-7014-8105.


Luis Alberto Ramírez Méndez*
RESUMEN
La investigación se dirige a conocer las conductas derivadas de la identidad tanto personal, sectorial y grupal
en la sociedad colonial marabina, rígida y jerarquizada, en la que los hombres y mujeres europeos, africanos,
mulatos, indígenas y criollos rehuyeron en mayor o menor medida las restricciones impuestas por la Corona
española y por la Iglesia, a las que se superpusieron prácticas, creencias y costumbres, que, en parte, permitie-
ron resolver las contradicciones resultantes de las numerosas proscripciones que les impedían expresar sus
sentimientos, afectos y su sexualidad generando una permisividad generalizada en sus actuaciones, cuyos
excesos quedaron al descubierto ante la supervisión y control que desplegó el obispo Mariano Martí y cuya
revisión puso al descubierto las más inverosímiles prácticas en la sociedad marabina de nales del siglo XVIII.
Palabras clave:
Sexualidad, Maracaibo, Barraganería, Adulterio, Sexo- pecado.
LOVE, SEX AND SIN IN COLONIAL MARACAIBO (1770.1784)
ABSTRACT
The research is aimed at knowing the behaviors derived from both personal, sectoral and group identity in the
colonial marabina society, rigid and hierarchical, in which european, african, mulatto, indigenous and creole
men and women shunned to a greater or lesser extent. the restrictions imposed by the Spanish Crown and
by the Church, which were superimposed on practices, beliefs and customs, which, in part, made it possible
to resolve the contradictions resulting from the numerous proscriptions that prevented them from expressing
their feelings, aections and their sexuality, generating a generalized permissiveness in their actions, whose
excesses were exposed by the supervision and control deployed by Bishop Mariano Martí and whose review
revealed the most unlikely practices in Marabina society at the end of the 18th century.
Keywords:
Sexuality, Maracaibo, Barraganería, Adultery, Sex-sin.
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INTRODUCCIÓN
En aquella calurosa Maracaibo de nales del siglo XVIII, en medio del bullicioso
puerto, en donde se desarrollaba la mayor actividad comercial del occidente de la
actual Venezuela, sede residencial de gobernador de la Provincia de La Grita, Mérida
y ciudad de Maracaibo, de las cajas reales territoriales y durante el período que se
estudia en la presente investigación que se inicia en 1771 y naliza en 1784 fue parte
del Virreinato de la Nueva Granada y luego sería separada del mismo para agregarse
a la Capitanía General de Venezuela en 17771.
Esa bulliciosa ciudad que se extendía sobre una extensa llanura ubicada inme-
diata a la costa del Lago de Maracaibo dilatándose desde su plaza mayor y se en-
sanchaba sobre calles trazadas a cordón y regla, formando manzanas en las que se
habían edicado casas, la mayor parte de las mismas tenían sus paredes construidas
con bahareque y techumbres de palma, solo algunas pocas estaban fabricadas con
paredes de piedra y cubiertas con tejas. Esa agitada urbe estaba poblada por 15.000
habitantes2 que mantenían interrelaciones afectivas, resultado de la conveniencia,
con las que se habían acordado los enlaces conyugales entre familias pudientes,
pero hubo otros que al parecer fueron resultado del amor, de esa sensación que
extasía a los hombres y mujeres inspirando anhelos, afectos, pasiones y deseos,
cuya multiplicidad de sentimientos motivan la necesidad establecer lazos afectivos,
constituyéndose de esa forma en la base del ser mismo, porque con la proyección
de esas emociones se instauran vínculos interpersonales duraderos y se conforman
las familias sobre las que se asientan las sociedades3.
En los marabinos, esa incesante búsqueda de relaciones amorosas y del erotismo
les condujo a indagar en su memoria ancestral, para hallar las soluciones preexis-
tentes en sus diferentes culturas primigenias, con el n de desarrollar relaciones
consensuales que les permitieran alcanzar el equilibrio individual y colectivo destina-
do a denir sus identidades. En aquella sociedad, las identidades tanto de hombres
como de mujeres debieron ser re-estructuradas para consolidar una readaptación a
procesos de asimilación y resistencia, producto de los conictos y tensiones que sur-
gieron entre la voluntad del ser, la decisión del poder y las necesidades psicológicas
y siológicas tanto individuales como grupales. Este proceso fue interactivo y exible,
1 Morón Guillermo,
El proceso de la integración de Venezuela
(1776-1793. Caracas. Academia Nacional de la Historia,
1977. pp. 77-124.
2 “Nocias de las Provincias de Maracaibo y Barinas 1787”,
Relaciones Geográcas de Venezuela
. Caracas. Academia
Nacional de la Historia, 1964. p. 414.
3 Ramírez Méndez Luis Alberto,
Amor, sexo y pecado en Mérida colonial. Las vicisitudes de la pasión y el erosmo en la
Venezuela hispana
. Saarbrücken. Editorial América-Española, 2015. p. 9.
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y no supuso la pérdida de los aspectos básicos de identicación étnica4. A pesar de
ello, las más acusadas y substanciales modicaciones fueron evidentes durante el
transcurso de los primeros siglos coloniales y especialmente a nales del siglo XVIII,
inuidas por las corrientes ilustradas, las cuales son brillantemente analizadas por
Emanuele Amodio, delimitándolas en los escenarios público y privado5.
En consecuencia, la investigación se dirige a conocer las conductas derivadas de
la identidad tanto personal, sectorial y grupal en la sociedad colonial marabina, a la
que Germán Carrera Damas ha denominado la sociedad cultural criolla, caracteriza-
da por ser dependiente y dominada por la metropolitana, prolongada sin solución de
continuidad hasta el presente por el indiano, criollo americano-venezolano6, rígida y
jerarquizada, en la que los hombres y mujeres europeos, africanos, mulatos, indíge-
nas y criollos rehuyeron en mayor o menor medida las restricciones impuestas por
la Corona española y por la Iglesia, a las que se superpusieron prácticas, creencias y
costumbres, que, en parte, permitieron resolver las contradicciones resultantes de
las numerosas proscripciones que les impedían expresar sus sentimientos, afectos y
su sexualidad generando una permisividad generalizada en sus actuaciones, cuyos
excesos quedaron al descubierto ante la supervisión y control que desplegó uno
de los personajes estrictos para aplicar rígidamente las normas tridentinas, como
lo fue el obispo Mariano Martí y cuya revisión puso al descubierto las más inverosí-
miles prácticas generalizadas en la sociedad marabina de nales del siglo XVIII. En
ese aspecto, Kathy Waldron ha estudiado la visita del obispo Martí, partiendo de la
visión intrínseca del prelado y sus propósitos reformistas para modicar una rea-
lidad social, muy alejada de los modelos que se habían establecido en la península
ibérica durante ese periodo7, sin embargo la autora elude la visión generalizada de
la sociedad venezolana en la que los diferentes sectores económicos, sociales y re-
ligiosos mostraron el comportamiento que les era habitual y lo más importante que
ha continuado prevaleciendo hasta el presente.
4 Lux Martello Martha Elisa,
Las mujeres de Cartagena de Indias en el siglo XVII. Lo que hacían, les hacían y no hacían y
las curas que les prescribían.
Bogotá. Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de
Historia, Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales – CESO. 2006. p. XXXVII.
5 Amodio Emanuele, “Vicios privados y públicas virtudes. Inerarios del Eros ilustrado en los campos de lo público
y lo privado”,
Seminario lo público y lo privado: Redenición de los ámbitos del Estado y Sociedad.
Caracas. Fundación
García Pelayo. 1977. pp. 169-201 y “Eros ilustrado y trasgresión moderna”,
Dominios.
N.º 15, 2000. pp. 25-42.
Goicovic Donoso Igor: “Relaciones afecvas y violencia intrafamiliar en Chile tradicional”
, Ibero-Fórum. Voces y
contextos.
Año I. Número 1, 2006. pp. 1-20.
6 Carrera Damas Germán,
El dominador cauvo.
Caracas. Editorial Grijalbo, 1988. p. 34.
7 Waldron Kathy, “Los pecadores y el obispo en la Venezuela colonial: la visita del obispo Mariano Mar 1771-
1784, Lavrin Asunción (coord.),
Sexualidad y matrimonio en la América Hispana.
México. Grijalbo, 1991. pp. 173-192.
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Planteadas de esa forma las categorías del análisis, la primera variable compren-
de el género, cuya formulación fue denida mediante la conformación de estereoti-
pos que establecieron los límites entre masculinidades y feminidades “correctas” y
por consiguiente se precisó una variada gama de incorrecciones sujetas a la estigma-
tización y al castigo. En consecuencia, masculinidades y feminidades fueron modelos
conductuales “que convirtieron al sexo, el género, la raza el sector social en objeto
de reexiones performativas que consagraban normalidades estereotipadas y anor-
malidades estigmatizadas como imperativo del Estado”8.
En consecuencia, es de fundamental importancia revisar las concepciones del
género, el amor y la sexualidad, a partir de los invaluables aportes efectuados por
Michel Foucault, quien han permitido ampliar ostensiblemente las perspectivas del
análisis, partiendo del supuesto que la sexualidad no es una en singular, sino las
sexualidades en plural para resaltar la interminable gama de conductas y compor-
tamientos eróticos que son susceptibles de ser historiados9. Al mismo tiempo, Fou-
cault también modicó la tradicional visión de erotismo atado a la visión creacionista
de la Iglesia cristiana, sustituyéndola por las modernas teorías del evolucionismo, el
sicoanálisis y la sicología, dejando muy en claro que las transgresiones y pecados
cometidos como resultado de las múltiples prácticas eróticas fueron producto de
conductas que excedían los estrechos y represivos códigos del sexo-pecado esta-
blecidos por el catolicismo durante los últimos dos mil años, los que notablemente
habían reprimido la conductas amorosas en la sociedad occidental. Los aportes de
Foucault, han sido ampliados por otros historiadores, que han examinado proble-
máticas tan disímiles como la represión, la sodomía, la disfuncionalidad, el discurso
represivo, el matrimonio, el honor y hasta la brujería sexual10.
En el extenso territorio de la América colonial, la publicación pionera de Asun-
ción Lavrin sobre la sexualidad y el matrimonio en el periodo colonial, constituye un
8 Vallejo Gustavo y Miranda Marisa, “Masculinidades femineidades: estereopos, esgmas e idendades colec-
vas (Lanoamérica en el siglo XX). Del arquepo al estereopo. Modelos generalizados para normar las socieda-
des modernas”,
Historia y Sociedad
. N.º 41, julio diciembre 2021, p. 9.
9 Foucault Michel,
Historia de la sexualidad 1. La voluntad del saber.
México. Siglo XXI Editores, 1989.
10 Entre otros notables aportes se pueden mencionar a Helminiak Daniel A.,
Lo que la Biblia realmente dice sobre la
homosexualidad.
Madrid. Editorial Egalés, 2003. Jordan Mark D.,
La invención de la sodomía en la teología crisana.
Barcelona. Editorial Laertes, 2001. Aries Ph., “Reexiones en torno a la historia de la homosexualidad”, Ph. Aries
(ed. al.),
Sexualidades occidentales.
Barcelona. Editorial Paídos, 1987. González Marmolejo Jorge René,
Sexo y con-
fesión. La Iglesia y la penitencia en los siglos XVIII y XIX en la Nueva España,
México, Instuto Nacional de Antropología
e Historia, Plaza y Valdés Editores, 2002. Fuchs Eduar:
Historia ilustrada de la moral sexual. I Renacimiento.
Madrid.
Alianza Editorial, 1996. Madrid. Ediciones Juan Granica, 1980. Brundage James A.,
La Ley, el sexo en la sociedad
crisana en la Europa medieval.
México. Fondo de Cultura Económica, 1990. Torquemada María Jesús, “Homose-
xualidad femenina y masculina en relación con el delito de sorlegios”.
e Humanísca 26,
2014. pp. 71-115.
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texto básico para comprender los inconvenientes derivados de la represión de las
conductas amatorias en el periodo hispánico11, Por su parte, Patricia Seed enfoca
su investigación sobre el amor y los conictos en la elección de los consortes en la
Nueva España12. Igualmente, es de fundamental importancia para el conocimiento
de estos tópicos el interesante análisis de Stuart B. Schwartz, sobre la fornicación
simple en los dominios ibéricos y portugueses13. Con similares objetivos han desple-
gado sus pesquisas sobre la antigua Nueva Granada - parte de la actual Colombia-
por Jaime Humberto Borja14 y Martha Lux Martello15. En el Perú, la investigación de
Bernard Lavalle se ha centrado sobre la violencia doméstica como resultado de las
relaciones de sujeción y dominio16, y en la antigua Provincia de Venezuela José Ángel
Rodríguez17, Elías Pino Iturrieta18, Katy Waldron19, Luis Felipe Pellicer20 y Juan Alméci-
ja21 han examinado el matrimonio, la familia, la sexualidad pecadora y sus secuelas.
Otros autores, se han limitado a describir sólo encuentros amorosos, desvinculados
del erotismo, como el realizado por Carlos A. Mayo sobre el Virreinato del Río de la
Plata22. En particular sobre Mérida colonial, existen los estudios pioneros de Luis
11 Lavrin Asunción (coord.),
Sexualidad y matrimonio en la América Hispana.
México. Grijalbo, 1991.
12 Seed Patricia, Amar, honrar y obedecer en el México colonial. Conictos en torno a laelección matrimonial, 1574-
1821. México. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Alianza Editorial, 1991. pp. 17-22.
13 Schwartz Stuart B., “Pecar en las colonias. Mentalidades populares, Inquisición y actudes hacia la fornicación
simple en España, Portugal en las colonias americanas”,
Cuadernos de Historia Moderna.
N.º 18, 1997. pp. 54-55.
14 Borja Gómez Jaime Humberto (coord.),
Inquisición, muerte y sexualidad en el Nuevo Reino de Granada,
Bogotá. Edito-
rial Ariel, CEJA, 1996. Lux Martello Martha Elisa,
Las mujeres de Cartagena de Indias en el siglo XVII. Lo que hacían, les
hacían y no hacían y las curas que les prescribían....
15 Lux Martello Martha Elisa,
Las mujeres de Cartagena de Indias en el siglo XVII. Lo que hacían, les hacían y no hacían y
las curas que les prescribían.
Bogotá. Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de
Historia, Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales – CESO. 2006. p. XXXVII.
16 Lavalle, Bernard, “Divorcio y nulidad de matrimonio en Lima (1651-1700) La desavenencia conyugal como reve-
lador social”, Lavalle, Bernard,
Amor y opresión.
Lima. Instuto de estudios peruanos, 1999. pp. 18- 84.
17 Rodríguez José Ángel,
Babilonia de pecados.
Caracas. Editorial Alfadil-Trópicos, 1998.
18 Pino Iturrieta Elías (coordinador),
Quimeras de amor, honor y pecado en el siglo XVIII venezolano.
Caracas. (Colección
voces de la Historia) Ediciones Planeta, 1994. Pino Iturrieta Elías,
Contra lujuria casdad.
Caracas. (Colección Trópi-
cos 43) Alfadil-Trópicos Editorial, 1992.
19 Waldron Katy,
“Los pecadores y el obispo en la Venezuela colonial: La visita del obispo Mariano Mar.1771.1784”,
Lavrin
Asunción (coordinadora),
Sexualidad y matrimonio en la América hispana.
xico. Editorial Grijalbo, 1991. pp. 273-275.
20 Pellicer Luis Felipe, “El amor y el interés. Matrimonio y familia en Venezuela en el siglo XVIII”. Dávila Mendoza
Dora:
Historia, género y familia en Iberoamérica (siglos XVI al XX).
Caracas. Fundación Konrad Adenauer y Universidad
Católica Andrés Bello, 2004. pp. 127-159.
21 Almécija Juan,
La familia en la Provincia de Venezuela.
Madrid. Editorial MAPRE, 1992.
22 Mayo Carlos A., “Un loco amor, romances juveniles perseguidos (Para una historia de amor en la sociedad riopla-
tense) (1770-1830)”.
Invesgaciones y Ensayos. Revista de la Academia de la Historia Argenna.
N.º 49, enero - diciem-
bre, 1999. pp. 487-505.
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Alberto Ramírez Méndez sobre el amor23 y la violencia nupcial24. Otros autores han
abordado el matrimonio25, el disenso26, las relaciones escandalosas27, los conictos
derivados del deshonor como el concubinato y el infanticidio28.
En base a esos criterios, se examina la calidad social29 de los amantes y la natu-
raleza de sus relaciones amorosas en la Maracaibo colonial de nales del siglo XVIII,
objetivo que se aborda partiendo de las motivaciones afectivas que las originaron y
posibilitaron su consumación, atendiendo particularmente la jerarquía social de los
transgresores, los efectos de las disposiciones y controles legales, centrándose sobre
los impedimentos que determinaron la ilegitimidad de esos amoríos, y por ende su
rechazo, desaprobación y el deshonor, los factores emocionales que les imprimieron
autenticidad a tales lazos afectivos y también como resultado de relaciones de poder,
control y represión en los diferentes niveles de aquella colectividad. Del mismo modo,
se analizan aquellas relaciones que esporádicamente, alcanzaron la condición de legí-
timas, analizando los dispositivos que hicieron posible alcanzar esa legalidad.
En sentido estricto, la investigación se asienta sobre la relación escrita por el Obis-
po Mariano Martí, en su diario personal30, en el cual recogió las diferentes impresiones
de su viaje y registró las diferentes quejas, denuncias, relatos y acusaciones que los
eles que pudieron tener acceso a su persona le relataron. Asimismo, maniesta sus
opiniones y los diferentes correctivos que aplicaron para mantener un estricto cum-
plimiento de la moral tanto conductual, las relaciones afectivas y la sexualidad en el
23 Ramírez Méndez Luis A.,
Amor, sexo y pecado en Mérida colonial.
Sarbrüquen. Editorial América española, 2015.
24 Ramírez Méndez Luis A., “Mujeres en depósito: los escándalos del monasterio de Santa Clara Mérida”,
Tierra
Firm
e. Vol. XVIII N.º 69, enero-marzo 2000. pp. 37-43. Ramírez Méndez Luis A., “Los amantes consensuales en
Mérida colonial”,
Procesos históricos.
Año 1. N.º 1, enero- julio. 2001. pp. 1-22. Ramírez Méndez Luis A., Amor,
honor y deshonor en Mérida colonial”.
Otras Miradas.
Vol. 4. N.º 2, diciembre, 2004.
25 Cerrada Avendaño Elizabeth, “Dispensas e impedimentos matrimoniales en la sociedad merideña 1802-1812”,
Presente y Pasado.
Vol. 8, 16, julio-diciembre 2003. Samudio A. Edda O., “Un matrimonio clandesno en Mérida
en el ocaso del período colonial”.
Procesos Históricos,
Vol. 2, N.º 4, 2003, pp.138-155.
26 Martens Ramírez Raquel, “Matrimonio, etnia y clase social en Mérida Venezuela (siglos XVIII-XIX)”.
Presente y
Pasado.
Año 9, Vol. 9, N.º 17, enero-junio, 2005. pp. 54-76.
27 Fuentes Bajo María Dolores, “Proceso a una inocente: historia de una india María de la Cruz (1662-1676)”.
Proce-
sos Históricos
. Año V, N.º 10. 2006. pp. 1-19.
28 Prada Merchán Jhoana G. y Torres Villamizar Jhoan M.,
El infancidio en Mérida. 1811-1851.
Mérida. Universidad
de Los Andes (tesis), 2006.
29 McCaa Robert, “Calidad, Class and Marriage in Colonial Mexico: The Case of the Parral 1788-90”,
Hispanic Ame-
rican Historical Review
. 64, Nº 3, 1984. pp. 607-628. Seed Patricia: “Social Dimension of Race: Mexico City 1753”,
Hispanic American Historical Review.
Vol. 64, N.º 4, 1982. pp. 569-606.
30 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas. Libro Personal 1771-1784.
Caracas. Academia Nacional de la Historia, 1988. T. I
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marco de los cánones eclesiásticos. La información también ha sido cotejada en la
base de datos de Family-Search, mediante las cuales se pudo ampliar en las relaciones
familiares y grupales de los protagonistas mencionados por el prelado, cuyos links son
referidos, además se incluyen informes sobre las indagaciones relativas a la gestión
del gobernador don Alonso del Río y Castro que se guardan en el Archivo General de
Indias (AGI) y el Archivo General de la Nación Colombiana (AGNC).
El estudio está enmarcado en las perspectivas del género y la sexualidad; por ello,
se estructuraron los casos de acuerdo a los protagonistas atendiendo a las variables
el amor, el sexo y pecado. El estudio está limitado por la peculiaridad de la temática y
la especicidad de los casos examinados, producto de la desaparición de las fuentes,
lo cual reduce sus alcances.

A inicios de la octava década del siglo XVIII fue promovido Mariano Martí des-
de la sede episcopal de Puerto Rico a la de Caracas, para entonces tenía 49 años
de edad era un peninsular bien educado y tenía la rme “intención de fortalecer
la autoridad de la iglesia y sus riquezas, así como el prestigio del clero”31, deseaba
establecer un clima ético en donde la moral y la virtud según lo previsto en Trento
fuera lo habitual, pero la sociedad venezolana y en especial los marabinos eran el
resultado de tres culturas que convivieron pero jamás se vieron frente a frente. Lo
más probable es que el prelado estuviera imbuido de las ideas reformistas ilustradas
que predominaban en Europa en aquella época y en su mentalidad la imposición de
esa normativa para generar conductas que estuvieran acordes con los estereotipos
impuestos, pero muy lejos de aquellas intenciones estaba la sociedad venezolana y
lo más importante era reticente a mostrar algún cambio, porque en la consolidación
de ese funcionamiento habían intervenido tradiciones milenarias predominantes en
las diferentes etnias que conformaban la población venezolana y por ende marabina.
El obispo inició su visita al poco tiempo de llegar y la realizó durante 14 años, en
los cuales viajó por todo el territorio de su diócesis, durante su permanencia en cada
pueblo o ciudad invitó a los pobladores para conversar sobre distintos aspectos del
comportamiento del vecindario, pero haciendo énfasis en la sexualidad pecadora,
después de haber escuchado las diferentes versiones y asumiendo la función juez y
jurado procedió a llamar a los señalados, a quienes interrogaba sobre las informa-
ciones recibidas, las cuales, de ser ciertas, motivaron las decisiones que en el pen-
samiento ilustrado del prelado le llevaba a colocar orden en aquellas vidas llenas de
sexualidad pecadora.
31 Waldron Kathy, “Los pecadores y el obispo… p. 173.
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En su diario, el prelado realizaba anotaciones en las cuales frecuentemente cali-
caba las actuaciones de sus feligreses con el término “vive mal”, pero ¿qué signica-
ba esa aserción del obispo?, pues simplemente “vivir mal” eran fundamentalmente
transgredir los preceptos religiosos que prohibían el sexo-pecado que comprendían
toda práctica sexual fuera del matrimonio y dentro de éste sólo se admitió con -
nes procreativos. Por ello, la institución nupcial fue amparada en los dos fueros: el
civil y el eclesiástico, debido a su propia y doble naturaleza tanto de contrato como
sacramento; puesto que como contrato concierne al Estado velar por su cumpli-
miento en asuntos determinados como las condiciones de los desposados, la dote,
los gananciales, tutelas, patria potestad, pensiones alimenticias y mantenimiento del
hogar32. Ello, se incentivó precisamente cuando el matrimonio adquirió el rango de
sacramento durante el Concilio de Trento. Por esa razón, se acordaron medidas para
salvaguardarlo disponiendo que los cuerpos de justicia vigilaran el cumplimiento de
las disposiciones legales33.
En consecuencia, las prácticas sexuales realizadas fuera del vínculo matrimonial
eran pecadoras y éstas fueron las causales que llevaron al obispo a sentenciar a sus
eles marabinos. La primera, fue el pecado de la fornicación, en la cual estuvieron in-
cursos la mayoría de los pecadores y se tipicaba cuando dos personas solteras, sin
vínculo alguno tenían relaciones sexuales fuera del matrimonio, cuando eran conti-
nuadas se les conoció como amancebamiento, pero según la denición tomista se
establecían diferencias, por un lado, existía la “fornicación simple”, es decir el sexo
entre un hombre y una mujer sin causar daño a una tercera persona. Ésta, iba en
contra del orden natural, puesto que la procreación debía realizarse dentro del ma-
trimonio con el n de educar a la progenie34. Aún más grave, era buscar el placer sin
control, lo cual era considerado algo dañino al propio cuerpo. De modo que la forni-
cación simple, si bien no era el peor de los pecados pues no se oponía directamente
a Dios, se consideraba sin embargo una forma de lujuria y por tanto pecado mortal35.
32 Rogas Antonieta de,
Separación matrimonial y su proceso en la época colonial.
Caracas. Academia Nacional de la
Historia, 2004. pp.15-16. Rípodas Ardanas Daisy,
El matrimonio en Indias.
Buenos Aires. Fundación para la educa-
ción, la ciencia y la cultura, 1976.
33 Rogas Antonieta de,
Separación matrimonial y su proceso en la época colonial …
pp. 15-16. Langue, Frèdérique, “Las
ansias de vivir y las normas del querer. Amores y mala vida en Venezuela colonial”. Pino Iturrieta Elías (coordina-
dor),
Quimeras de amor, honor y pecado en el siglo XVIII venezolano
Caracas. (Colección voces de la historia) Ediciones
Planeta, 1994. p. 55. Pino Iturrieta Elías, “La mulata recatada o el honor femenino entre las castas y colores”, Pino
Iturrieta Elías (coordinador),
Quimeras de amor, honor y pecado en el siglo XVIII venezolano ...
pp. 185-217.
34 Clavero Bartolomé, “Delito y pecado: noción y escala de las transgresiones”, Valiente F. Tomás, Clavero Bartolomé
(et. al.),
Sexo barroco y otras transgresiones premodernas.
Madrid. Alianza Editorial, 1990. pp. 57-89.
35 Schwartz Stuart B., “Pecar en las colonias. Mentalidades populares … pp. 53-54.
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En otro lado de esa trasgresión lo constituía la fornicación calicada, la cual incluía
al adulterio, incesto, estupro, rapto y sodomía. Especícamente, se cometía adulte-
rio cuando por lo menos uno de los partícipes en una relación sexual era casado.
El incesto se tipicaba cuando los miembros de la pareja tenían vínculos familiares
por consanguinidad en primero y segundo grados, aunque la gravedad del mismo
disminuía cuando el parentesco era en tercer o cuarto grado. Además, el parentes-
co espiritual, también era base para congurar las relaciones incestuosas por cuya
razón era dispensado. La sanción religiosa a los delitos de adulterio, amancebamien-
to, barraganería y bigamia fue la excomunión. Pero, el adulterio concebido como
la violación a la delidad conyugal consistente en conceder favores sexuales a otra
persona distinta al cónyuge, fue estimado como uno de los mayores errores cometi-
dos por los hombres36. Para aplicar los castigos previstos a los adúlteros, se requería
descubrirlos en agrancia. Las penas eran especialmente severas contra la mujer, la
que se entregaba junto con su mancebo al agraviado marido, quien los podía ejecu-
tar a ambos. Además, al marido se le adjudicaban los bienes de la adultera37.
En ese sentido, Frédèrique Langue puntualiza que en Venezuela existe una no-
table diferencia entre el adulterio y el amancebamiento. En el primero de los casos,
se le denomina en la documentación colonial como “mala amistad, mala versación y
amistad ilícita”; en el segundo implica una relación relativamente estable y consue-
tudinaria, por no decir hogareña, y se describen cuando los amantes viven como “…
marido y mujer, como si estuvieran casados…”38.
Frecuentemente, esas transgresiones fueron resultado de las relaciones de de-
pendencia a las que estaba sometida la mujer con respecto al hombre, porque ha-
bitualmente las concubinas eran esclavas o sirvientas en las casas de sus amos o
36 Ponce Marianela,
De la soltería a la viudez. La condición jurídica de la mujer en la provincia de Venezuela en razón de
su estado civil.
Caracas. (Colección fuentes para la historia colonial de Venezuela 246) Academia Nacional de la
Historia, 1999. pp. 42-45. Dueñas Guiomar, “Adulterios, amancebamientos, divorcios y abandono. La uidez de la
vida familiar Santafereña (1750-1810)”,
Anuario colombiano de historia social y de la cultura.
N.º 23. 1996, pp. 33-48.
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Anuario colombiano de historia social y de la
cultura.
N.º 18-19, 1990-1991. pp. 33-35. Pérez Melania, “Las querellas de la torpeza. Adulterio en la Caracas del
siglo XVIII”,
Tierra Firme.
Vol. XVIII, N.º 69, enero marzo 2000, pp. 163-171. Piñerúa Jennifer N., “Los desafueros
del matrimonio. El casamiento como disipador de pecados en la sociedad colonial venezolana”, Tierra Firme. Vol.
XVI, N.º 62, abril-junio 1998. pp. 255-266. Piñerúa Jennifer N., “De casorios y conveniencias. Transgresiones se-
xuales. Leyes divinas y terrenales”, Tierra Firme. Vol. XVIII, N.º 70, abril-junio 2000. pp. 217-219. Rodríguez Pablo,
Seducción, amancebamiento y abandono en la colonia.
Bogotá, Fundación Simón y Lola Güberek, 1991. Rebolledo
Rebolledo Raquel, “El amancebamiento como falta al sistema incipiente del diciplinamiento social: Talca en la
segunda mitad del siglo XVIII”, Atenea. N.º 491, 2005. pp. 99-112.
37 Rogas Antonieta de,
Separación matrimonial y su proceso en la época colonial …
pp. 44-45.
38 Langue, Frèdérique, “Las ansias de vivir y las normas del querer … p. 45.
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38
patrones, lo que las llevaba a la categoría de barraganas. Por lo tanto, la barraganería
fue la condición concubinaria de la mujer que vivía en la casa de su concubino. En
este caso, se le reconocía el estado de mujer legítima cuando ambos eran solteros,
pero se le negaba los derechos civiles. Por consiguiente, la barraganería fue un enla-
ce vago, indeterminado y arbitrario, asentado en un contrato de amistad, cuyas prin-
cipales condiciones son la permanencia y la delidad. Una mujer podía ser recibida
por barragana cuando estaba impedida legalmente para contraer nupcias debido a
que procedía de “vil linaje”, o residía en un lugar impúdico; también sí era esclava39.
Asimismo, se sancionó la bigamia entendida como el segundo matrimonio contraído
por uno de los consortes el hombre- estando vivo y ausente su legítimo cónyuge40.
La sodomía fue penalizada con la muerte en la hoguera o el destierro41.
Finalmente, el incesto fue tratado de manera particular por la Iglesia, especial-
mente durante la época colonial, debido a que se privilegió las relaciones endogá-
micas en los sectores relevantes de esa sociedad. En ese sentido, se conservaron
las interdicciones de contraer matrimonio entre parientes con el primer y segundo
grado de consanguinidad, es decir entre padres e hijos, hermanos y tíos, y sobrinos
carnales; pero como los cuadros comprensivos del incesto se extendían hasta los
primos, los vínculos por anidad, e inclusive los espirituales generados por la cele-
bración de sacramentos, se procedió a la emisión de dispensas en las cuales, parti-
cularmente en Maracaibo colonial se atendió a la condición económica de la futura
novia, eximiéndole de aportar la dote, si su edad excedía de 24 años, es decir, lo que
podría ser la última posibilidad de tomar estado, o en su defecto quedarse solterona,
y también se consideró si los prometidos habían consumado relaciones sexuales, lo
que ameritaba la celebración inmediata del matrimonio42.
La penalización de los transgresores comprendió directrices en la modicación de
las conductas, las parejas que vivían en adulterio y no tenían impedimento para contraer
matrimonio fueron obligados a ello con plazo denitivo, para lograr ese cometido hubo
39 Ponce Marianela,
De la soltería a la viudez …
pp. 49-51. Lugo Yasser, “Abarraganamientos dieciochescos. El concu-
binato en la provincia de Caracas en el siglo XVIII”.
Tierra Firme.
Vol. XVI, N.º 62, abril junio. 1998. pp. 227-238.
40 Ponce Marianela,
De la soltería a la viudez
pp. 58-59.
41 Vega Umbasía Leonardo, “Escándalo y pecado en Pamplona: El caso de Juan Sánchez quemado por sodomita”, Hernández
María Eugenia, Gamboa Jorge y Vega Leonardo,
Ensayos de arqueología, etnohistoria e historia cultural de la provincia de Pam-
plona
. Pamplona. Universidad de Pamplona, Norte de Santander. Editorial Ideas Litográcos, 1999. pp. 60-74. Reyes C. Juan
Carlos,
“Delitos contra la moral y las buenas costumbres: La sodomía en Venezuela colonial”. II Jornadas de invesgación histórica.
Caracas. Ediciones del rectorado de la Universidad Central de Venezuela. 1992. pp. 267-278. McNeill John J.,
La Iglesia ante
la homosexualidad. Barcelona. (Colección Relaciones Humanas y Sexología
6) Editorial Grijalbo, 1979.
42 Avendaño Cerrada Elizabeth, “Dispensas e impedimentos matrimoniales en la sociedad merideña 1802-1812”.
Presente y Pasado.
Vol. 8, N.º 16, julio-diciembre 2003.
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algunas reticencias especialmente de los consortes quienes habían prometido palabra
de matrimonio pero habían dilatado la celebración de las nupcias con numerosas argu-
cias, otros simplemente se negaron a hacerlo, lo cual abría la puerta a la segunda pena-
lidad que era la disolución de la relación y la obligación de no volverse a ver, ni a tratar.
En otras ocasiones la imposibilidad de los pecadores para lograr la legalización
de su unión determinaba su inmediata separación y como garantía de ello se proce-
día al encarcelamiento y el destierro de uno o ambos enamorados. Por el contrario,
también se hallaron parejas de casados que no convivían juntos, por cuya razón las
ordenes fueron que reanudaron su cohabitación, a lo cual algunos de los cónyuges
se negaron porque aparte de estar separados mantenían relaciones concubinarias
fuera del matrimonio lo cual los convertían en adúlteros y amancebados, en cuyos
casos también se recurrió al encarcelamiento de las barraganas y compañeros y
también el destierro de los mismos. Las actuaciones del prelado conmovieron la
sociedad marabina, todos los estratos sociales fueron intervenidos el poder civil y
militar fue gravemente expuesto desde el gobernador hasta los ociales de la barra
y lo más signicativo sus clérigos que fueron evaluados por el dignatario de forma
detallada y la mayoría resultaron imputados por diversas transgresiones a algunos
se les retiraron los hábitos y otros fueron desterrados.


Don Alonso del Río y Castro, al parecer era natural de Burgos y alcanzó el grado
de sargento mayo en la plaza de Jaca, Andalucía en donde fue nombrado en 1757
como gobernador para la provincia de Margarita, contaba para entonces 26 años de
servicio y estaba casado con doña Antonia Chacano que tenía sus 39 años, era una
dama “alta, blanca y algo rehecha”. En su matrimonio había procreado una hija llama-
da María Ana del Río y Chacano que solo tenía 16 años, no cumplidos, y era “delgada,
blanca y pecosa” mientras su hijo don José Antonio del Río y Chocano cursaba sus
estudios en el seminario de nobles de Madrid43.
En ese año, Don Alonso fue autorizado para embarcarse con su familia y dos cria-
dos, pero solo fue acompañado por su esposa, su hija y un sirviente expósito llama-
do Juan Joseph Rodríguez, natural de Barcelona de 30 años de edad “alto rehecho,
moreno y cerrado de barba”44 y tomó posesión de su gobierno el 1º de agosto de ese
43 AGI.
Contratación,
5500, N. 3, R. 18. Expediente de información y licencia de pasajero a Indias de Alonso Rio y Castro,
gobernador de Isla Margarita, a Isla Margarita, con las siguientes personas. Cádiz, 13 de mayo de 1757. 9 .
44 AGI.
Contratación,
5500, N. 3, R. 18. Expediente de información y licencia de pasajero a Indias de Alonso Rio y Castro,
gobernador de Isla Margarita, a Isla Margarita, con las siguientes personas. Cádiz, 13 de mayo de 1757. 9 .
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año, durante su gestión se levantaría un censo de la población de la isla de Margarita
y desempeñó esas funciones hasta 1763, cuando fue promovido como primer man-
datario en la provincia de La Grita, Mérida y ciudad de Maracaibo45.
Al llegar a su nuevo destino, el mandatario pudo visualizar de inmediato la conducta
que imperaba en aquella ciudad pero era imprevisible para él como un hombre formado
en la península en donde el rigor de las normativas religiosas se aplicaba con extrema
puntualidad que se integraría en aquella sociedad, que aparte de ser displicente era
relajada en sus prácticas sexuales como producto de la convergencia de los valores cul-
turales de diferentes etnias que mantenían sus costumbres ancestrales propias y en
consecuencia su actuación distaba mucho de la usualmente reprimida hispana.
La vinculación del gobernador con el grupo privilegiado de aquel puerto en don-
de convergían gentes llegadas desde distintos lugares de imperio español y también
procedentes de otras nacionalidades en particular con sus más allegados entre ellos
su vecinos, pues colindante con la residencia del mandatario, pared en medio habi-
taba don Francisco Carrasquero y Unzueta, guarda mayor del puerto de Maracaibo y
su esposa doña Bárbara Villamil, descendiente de los primeros pobladores de la ciu-
dad, pues entre su antecesores se hallaba el portugués don Bartolomé Jorge Chacín
y Diego García de Paredes fundador de Trujillo, quienes había llegado a Venezuela
durante las primeras décadas del siglo XVI.
Doña Bárbara Francisca Villamil había nacido en 172646 y en su matrimonio había
procreado 12 hijos, el primero había nacido en 174247 y había tenido varias hijas
entre ellas Isabel María Carrasquero Villamil, quien en 1764 había contraído matri-
monio con don Joseph Acedo y Betancourt, natural de las islas Canarias48, según se
muestra en el acta de matrimonio, el contrayente se hallaba ausente en La Guaira,
lo cual al parecer fue continuado durante su enlace nupcial49. A consecuencia de su
particular situación matrimonial, la recién casada estaba sola y el gobernador que
había llegado un año antes de sus esponsales pudo observarla y en su convivencia
diaria jó sus ojos en aquella mujer e inició una relación llena de pasión y lujuria que
se prologaría por los sucesivos años que causaría un gran escándalo, porque al pa-
45 Morón Guillermo,
Gobernadores y capitanes general de las provincias venezolanas 1498-1810.
Caracas. Ediciones
Planeta, 2003. p. 44.
46 hps://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRM-6XQ?i=96
47 hps://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRM-CD2?i=170&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%-
2F1%3A1%3AQVMJ-2YB6
48 hps://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5H-LJQ?i=105
49 “Este gobernador vivió mal con doña Isabel, casada, su marido ausente, con quien ha tenido una hija…”. Mar
Mariano Obispo, D
ocumentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 173.
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recer don Alonso hizo que su esposa y su hija se marcharan a Santa Fe de Bogotá,
lo cual le permitió actuar con mayor libertad y poder vivir en un amancebamiento
público con su concubina, Indudablemente, Isabel María fue apoyada en su aventura
amorosa por progenitora doña Bárbara, porque ambas vivían juntas en su misma
casa y de esa relación nació una niña, hija adulterina, producto del pecado de forni-
cación calicada, porque ambos progenitores estaban casados50.
Sin embargo, la lujuria del gobernador, tal vez impulsada por aquel entorno per-
misivo y propenso a dejar uir sus pasiones internas, desligadas de las terribles
normas restrictivitas del sexo-pecado, predominantes en la península, después de
algunos años de convivir con Isabel María, tal vez aburrido por la monotonía de esa
relación y asediado por las provocaciones de doña Bárbara, que aun siendo una mu-
jer de cierta edad, aprovechó su vecindad con la residencia del mandatario porque
sus casas estaban inmediatas “ventana con ventana”51 y como si aquello fuera una
casualidad fue capaz de bañarse y luego subir desnuda sobre una mesa para que la
viera don Alonso del Río y Castro52. Asimismo, le preparaba los ricos manjares de la
gastronomía marabina y diariamente se los enviaba para que el mandatario estuvie-
ra muy atendido, además le invitaba en las tardes a dormir la siesta en una hamaca,
en donde reposaban juntos, en cierta ocasión los mecates de la misma se rompieron
y el gobernador sufrió algunos daños según él mismo lo relataba53. Del mismo modo,
se armaba que el mandatario había sido visto “metiéndole la mano” mientras ella
descansaba, y llamarle tiernamente “mamita”, como también “messiendo la hamaca
de dicha Bárbara”, sobre todo en las noches cuando ella no podía dormir, víctima
del “calor y las pulgas”54. Una de esas tardes de intimidad, los descubrió doña Isabel
María, la que enfurecida riñó a su madre por su osadía, pero doña Bárbara lejos de
inmutarse por tal incidente echó a su hija de su casa55.
Indudablemente, doña Bárbara era mujer calculadora, ansiosa de poder y mani-
puladora al extremo, después de echar a doña Isabel María de su residencia, quien
50 Ante el obispo se presentaron los vecinos para tescar con diversas palabras en las que se decían: este go-
bernador ha vivido mal con doña Isabel Carrasquero con quien tuvo un hijo”. Mar Mariano Obispo,
Documentos
relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 173, 176, 187, 188, 190, 236.
51 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 216.
52 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 188.
53 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 188.
54 Rodríguez José Ángel, “Mujeres de amor, poder y amargura (Venezuela siglo XVII). p. 1435. Disponible desde:
le:///F:/Revista%20Cl%C3%ADo/document%20(1).pdf
55 “…y la dicha Isabel se salió de la casa de su madre doña Bárbara por haverla hallado en una siesta con el gober-
nador…”. Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 255.
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en medio de su despecho y sin pensar en las consecuencias que sus acciones trae-
rían, lanzó sus voces en el vecindario “publicando el pecado de la madre y la madre
ha publicado el pecado de la hija”56. El escándalo público de aquellos adúlteros se
hizo entonces notorio, pero en los cálculos de doña Bárbara el mismo no importaba,
solo el poder que había alcanzado porque el gobernador provincial hacía lo que ella
deseaba porque según sus palabras la “estima más que a Dios mismo”57.
El dominio que ejercía la doña sobre el gobernador debió hacerse público, por-
que con esa certeza nadie osaría atentar contra ella y la ocasión se presentó cuan-
do Bárbara Francisca tuvo necesidad de cabalgar sobre un borrico y para treparse
sobre la silla lo hizo con el auxilio de don Alonso, quien “se puso de cuatro patas
en tierra y [ella] subió sobre la espalda o espinazo de dicho gobernador a la vista de
muchas personas en el hato de Pedro, habrá unos tres o cuatro años”58. A partir de
esa memorable escena, la doña acompañaba al mandatario a todos los eventos se
dijo que había estado a su lado “cuando el gobernador fue a Lagunillas y Perijá59. Los
amantes se trasladaron hasta el castillo de la Barra de Maracaibo y allí residieron por
unos meses y en esa cohabitación dormían juntos en una alcoba.
Aunque para doña Bárbara el mantener una relación abiertamente con don Alon-
so, generó algunos problemas y el mayor era que ella estaba casada y convivía con
su esposo don Francisco Carrasquero y Unzueta, quien en alguna ocasión había
sorprendido al gobernador con doña Bárbara Villamil, por lo cual el guarda mayor
“padeció muchos disgustos, iva llorando y se metía a las casas a contar sus desgra-
cias”60. Asimismo, se relataba que en algún momento de furia don Francisco atacó
al gobernador y le rompió la chupa y el chaleco61, por cuya razón el funcionario le
hostigó constantemente. Entretanto, la doña para resolver ese problema intentó el
divorcio el cual fue declarado con lugar y la separación se hizo efectiva. En su aic-
ción don Francisco se mantenía como loco, la depresión le hizo obsesivo a causa del
apartamiento de su mujer y ante esa tragedia y para “quedar ellos más desembara-
zados le dieron tossigo o veneno” porque nalmente murió de disgusto y pesadum-
bre”62, aunque hubo otra causa de mayor importancia que justicaba plenamente
ese asesinato. Del mismo modo, la doña tuvo que enfrentar la crítica sostenida de
56 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 216.
57 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 203.
58 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 187.
59 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 230.
60 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 230.
61 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 231.
62 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 173.
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su hijo Ignacio Carrasquero, quien era fraile y “se avergonzaba de la conducta de su
madre; en varias ocasiones tuvo discusiones violentas con ella pero sus reproches
no tuvieron resultado alguno”
63.
Al enviudar doña Bárbara pudo disfrutar de la independencia que carecía al estar
casada, pero también debió enfrentar las estrecheces económicas propias de ser
una mujer sola y divorciada. Aunque provenía de una familia con cierta estabilidad
nanciera, se dijo que “antes era pobre viviendo de limosna”, pero después de haber
establecido su relación con don Alonso tenía “muchos bienes”, se armaba que el
mandatario le obsequiaba a la dama con frecuencia y un testigo armó “haber visto
los ósculos que daba el dicho gobernador a dicha Bárbara en la puerta de la secre-
taría que sale al balcón64.
Ciertamente, doña Bárbara era una mujer ambiciosa y estaba inconforme con los
simples regalos, por lo cual también se apoderó de las alhajas de oro y plata de dicho
gobernador65, se dice que después de la expulsión de los jesuitas en 1767, quienes
poseían una residencia en Maracaibo, todos sus bienes pasaron a administración de
la junta de temporalidades, como dispuso la Corona española66, pero en Maracaibo
“el caudal de los jesuitas para en manos de dicha doña Bárbara” quien eventual-
mente asistía a esas propiedades, se relataba que en alguna ocasión la doña y dos
de sus hijas se hallaban “en el hatillo de los jesuitas y se pusieron estas tres a jugar
con los soldados que acompañaban al gobernador”67. Igualmente se aseveraba que
con lo obtenido por esos bienes, la Villamil se “compró un hato de cabras y burros”68.
Además, se testimonió que la doña también se aprovechó de los ornamentos de los
altares del templo de los ignacianos utilizándolos para hacerse “zapatos de un velo
de terciopelo del altar de los jesuitas y el zapatero lo repugnaba, pero con amenazas
hizo los zapatos”
69. La riqueza de la doña se estimaba en “… cuatro casas, un hato
con esclavos-,18 o 20 piezas-, vestidos y alhajas de oro y plata, cuyo valor excedía a
más de 16000 pesos”
70.
63 Rodríguez José Ángel, “Mujeres de amor, poder y amargura (Venezuela siglo XVII). p. 1434. Disponible desde:
le:///F:/Revista%20Cl%C3%ADo/document%20(1).pdf
64 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 191.
65 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 191.
66 El inventario de los bienes de la residencia jesuíca de Maracaibo esta publicado en Del Rey Fajardo José,
Virtud y letras
en el Maracaibo hispánico.
Caracas. Alcaldía de Maracaibo y Universidad Católica Andrés Bello, 2003. pp. 446- 457.
67 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 231.
68 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 190.
69 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 203.
70 Berbesí Salazar Ligia, “La amante del gobernador, El desao de la histr
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La codiciosa doña Bárbara no se conformó con esa parte de los bienes, sino que
también dispuso de los caudales que se depositaban en las cajas reales de las que
sustrajeron fondos para su benecio particular, lo cual motivó un enfrentamiento con
Joseph Armesto Sotomayor71, tesorero real con quien sostuvieron una reunión el 10
de octubre de 1767, precisamente en la casa de don Francisco Hernández Carrasque-
ro, guarda mayor del puerto y esposo de doña Bárbara Villamil, en la cual también se
encontraba el expresado gobernador. Después de nalizada la misma, el tesorero se
retiró, en horas de la noche y al salir de la residencia, un negro oscuro le apuñaló en el
vientre causándole la muerte. En esa fecha, el gobernador procedió a realizar una ave-
riguación y sospechosamente fue imposible determinar los responsables del asesina-
to72, pero la opinión generalizada imputaba de manera directa al mismo gobernador
don Alonso del Río y Castro y a su amante doña Bárbara Villamil73, en las puertas de
cuya casa había ocurrido el asesinato “… con inteligencia de ambos…”74 y hubo testigos
que armaron que don Francisco Carrasquero Unzueta, el marido de doña Bárbara se
le dio veneno para impedir que testicara sobre los responsables de ese homicidio75.
Ese trágico evento demostró de forma determinante el innegable poder que doña
Bárbara tenía sobre el mandatario y sobre la población misma, la inuencia que la
misma ejercía de una manera muy efectiva porque había logrado que don Alonso
dependiese de su voluntad, en un juego de manipulación, pues se armaba que
cuando la dama “está enojada el gobernador llora como una criatura” y hacía todo lo
que ella le ordenaba, era una relación de sumisión que no solo incluía a Río y Castro,
sino también a los subalternos del mismo. En adelante, las decisiones de importancia
en el nivel político provincial fueron tomadas por la doña, al punto que “la desmedida
lujuria del gobernador por doña Bárbara le había enajenado a tal extremo, que había
71 Al parecer Joseph Armesto Sotomayor venía incurriendo en actos ilícitos y dolosos, como lo armaba el gobernador
Francisco Ugarte, predecesor de Alonso del Río y Castro y en general se señalaba por su “incompetencia y venalidad de
los funcionarios locales, ligados estrechamente por intereses económicos a los sectores más pudientes de la ciudad de
Maracaibo, como en repedas ocasiones denunció nuestro hombre. Con independencia de lo que creamos, el hecho
es que sus tensiones no fueron diferencias puntuales, sino que derivaron en una enemistad que fue creciendo a lo largo
de los años”. Fuentes Bajo María Dolores, “Estudio de una provincia: Maracaibo, Siglo XVIII”,
Trocadero,
17, 2005. p. 257.
72 AGNC.
Criminales Juicios.
SC 19, 117, doc. 2. El gobernador de Maracaibo da cuentas de las averiguaciones por el
homicidio de Joseph Armesto de Sotomayor. Tesmonios. Maracaibo, 6 de octubre de 1774. . 183r-185v.
73 “…todo está en sosiego, y muy gustoso el pueblo por verse fuera de las libertades que usaba la Bárbara, en
todo, que á mandado cuanto a querido a presencia del gobernador y ahora volverán los alborotos que produ-
cen…” AGNC.
Criminales Juicios.
SC 19, 130, doc. 22. Carta de don Antonio Arévalo al virrey Manuel Guirior. Mara-
caibo, 5 de sepembre de 1774. . 343r-345r.
74 AGNC.
Criminales Juicios.
SC 19, 130, doc. 22. Carta de don Antonio Arévalo al virrey Manuel Guirior. Maracaibo, 5
de sepembre de 1774. . 343r-345r.
75 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 235.
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descuidado sus funciones especialmente las militares, con el agravante de permitirle
a doña Bárbara, que mandase la tropa como si fuesen sus esclavos, amenazando a
quienes la desobedecían con apresarlos y aplicarles fuertes castigos”76.
La reacción ante esa irregular situación generó oposición en la elite marabina de
entonces, en cierta ocasión que el gobernador seguía la procesión de Semana Santa,
un iracundo cabildante se atrevió a gritarle: “incestuoso, amancebado y cabrón”77.
Don Alonso y doña Bárbara persiguieron a sus más enconados enemigos, entre los
que se hallaban el doctor don José Antúnez Pacheco, el teniente de gobernador don
Francisco Campuzano78 y el escribano Andrés José Romana, a quienes se les acusó
de haber incurrido en componendas en los tribunales para hacer “miles de enredos
con montones de papeles” que solo tenían como nalidad obstaculizar la justicia
real79. Además, según el testimonio de “los criados de la casa de la dicha doña Bár-
bara se dice que querían matar al capitán don Rafael Nebot, valiéndose de un blanco
que mal llaman por nombre Guachico que es bruxo”80.
En 1771, con la llegada del obispo Mariano Martí, quien recibió los testimonios
sobre tan escandalosa relación, se dice que cuando el vecindario concurría ante el
prelado, doña Bárbara se paró en el balcón de su residencia y “...en alta voz profe-
rir: vayan, vayan, que luego que se retire el obispo más de cuatro lenguas se han de
cortar...”81. Esa armación revelaba la claridad que la dama tenía sobre la persistencia
de las costumbres y las conductas de los marabinos. El prelado, después de haber
recabado la información y apegado a sus principios religiosos procedió a realizar las
correspondientes informaciones ante el virrey don Pedro Messía de Cerda, quien ini-
ció una investigación que concluyó con la deposición del gobernador y el destierro de
doña Bárbara, pero su sucesor don Manuel Guirior le relevó de la pena del destierro
76 Berbesí Salazar Ligia, “La amante del gobernador,
El desao de la Historia,
Vol. 45, 2017. pp. 24-25
77 Rodríguez José Ángel, “Mujeres de amor, poder y amargura (Venezuela siglo XVII). p. 1435. Disponible desde:
le:///F:/Revista%20Cl%C3%ADo/document%20(1).pdf
78 “La pasión adulterina del gobernador se complicaba aún más porque los vecinos agregaban que Don. Manuel
Campuzano, su teniente de gobernador también tenía vida marital con dña. Francisca Carrasquero, hija de doña
Bárbara, hecho reprobable pues este, era un hombre casado, quien, según la representación de su esposa, tanto
ella como sus hijos estaban abandonados en Bogotá, por cuya infamia estaba expuesta a la vergüenza y escarnio
público”. Berbesí, Ligía:
La amante del gobernador …
pp. 24-25.
79 “… y que lo cargaron una porción de negros para sacarlo de la prisión…” AGNC.
Criminales Juicios.
SC 19, 130, doc.
22. Carta de don Antonio Arévalo al virrey Manuel Guirior. Maracaibo, 5 de sepembre de 1774. . 343r-345r.
80 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 181.
81 Rodríguez José Ángel, “Mujeres de amor, poder y amargura (Venezuela siglo XVII). p. 1434. Disponible desde:
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a la Villamil, reinstalándola en Maracaibo y también al gobernador del Río y Castro82.
Un año después, según se dice a petición del mismo don Alonso, se proveyó el
nombramiento de otro gobernador que recayó en don Francisco de Santa Cruz a
quien le entregó el mando en 1775, y fue llamado para que retornara a España con
la mayor prontitud. Pero pese a las actuaciones del obispo Martí y a su particular
visión de esa situación el gobernador fue absuelto en su juicio de residencia, en cuya
instancia apenas se le amonestó por su desempeño al frente de la gobernación. El
dictamen de los miembros del Consejo de Indios, le dispensó de los cargos que se le
habían imputado y 20 años después de nalizada su gestión, en 1791 se pronuncia-
ron declarando como “buenos, rectos y celosos Ministros, dignos de que Su Majes-
tad les premie, al Gobernador Alonso del Río y demás residenciados...”83. Entretanto,
Doña Bárbara permaneció en Maracaibo, ahora rica, viuda y a lo mejor conservó
cierto poder del que había tenido.

Uno de los propósitos fundamentales de los ilustrados y en especial las dignida-
des eclesiásticas fue la formación de funcionarios idóneos que desempeñaran sus
funciones con un claro sentido de su deber, apegados a las normas y que su conduc-
ta fuera intachable. Por esa razón, el obispo Mariano Martí desplegó un proceso de
evaluación del clero en Venezuela y en especial en Maracaibo, revisó sus estudios,
credenciales de mérito, su desempeño y los calicó de la forma más objetiva que
pudo, pero ciertamente lo que halló en el comportamiento de los clérigos en aquella
ciudad debió dejar al prelado anonado y reexionando sobre el real rol de los pas-
tores de la iglesia que con su ejemplo dirigían a los eles porque ellos eran el reejo
de sus actuaciones.
El vicario de Maracaibo era don Pedro Joseph Sánchez, nacido en la misma ciu-
dad, en 1711, es decir tendría 60 años para la llegada de Martí, había cursado estu-
dios de moral, leyes y cánones en la Universidad de Caracas, se había ordenado en
1734, y disfrutaba de la renta de tres capellanías que alcanzaban la suma de 18.000
pesos, asimismo se había desempeñado como cura en San Mateo, Ocumare, Cara-
cas y había llegado a Maracaibo en 1759. En opinión del obispo “era presuntuoso,
de buenas potencias, pero muy mal aplicadas, inclinado a la luxuria y no ha dexado
de entrometerse en el trato ilícito o contrabando”. Del mismo modo, al sacerdote le
82 AGNC.
Misceláneas.
SC. 39, 127, doc. 20. Suspensión de pena de deserro de doña Bárbara Villamil. Santa Fe de
Bogotá, 6 de agosto de 1773. f. 454r.
83 Rodríguez José Ángel, “Mujeres de amor, poder y amargura (Venezuela siglo XVII). p. 1435. Disponible desde:
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desagradaba cumplir con su rol como pastor de almas porque era “poco aplicado a
las funciones de la iglesia”, también se paseaba con “mujeres, baila y danza en saraos
públicos y anda algunas veces vestido de color como si fuese un secular”84. Efectiva-
mente, según las denuncias que el prelado recibió, en las cuales se aseguraba que el
padre Sánchez, había sido visto “sentando en las piernas de las mujeres”; había asis-
tido “a bayles y el mismo ha danzado vestido de prusiana de diversos colores gaytero
de chupa”. Además, se le acusó de estar “mesclado en trato ilícito o de contrabando
entendiéndose con su cuñado don Juan de Auda, teniente de los puertos y sustraía
los fondos de las rentas decimales para su benecio”. También, se le señaló por tener
un concubinato público “con Eulalia mulata libre y fue antes esclava de don Rafael
Nebot, tuvo en ella una hija y vivió mal antes y después de ser esclava”. Finalmente,
también se le agregó que vivía mal “con un sobrino del vicario mulato ilegítimos”
85. El
obispo lo obligó a renunciar a su curato y lo connó en el Convento de San Francisco,
nalmente lo desterró en Trujillo y ordenó el embargo de sus bienes para cubrir sus
“muchas deudas en la administración de diezmos y otras deudas particulares…”86.
Otro de los clérigos que fue denunciado ante Martí fue Don Fernando José San-
just, nacido el 30 de mayo de 1748, en Maracaibo había estudiado losofía con los
franciscanos y después en la Universidad de Caracas y se había ordenado en 1772 y
era teniente de cura87. Era “paseante de poco respeto y recogimiento”88 y se le señaló
por mantener un concubinato público “con doña Luisa Ortega, viuda de don Francis-
co Lechuga y unas tres veces se ha corrido la noticia de que querían matar al dicho
Sanjust por motivo de esta comunicación con esta viuda”
89.
Otro tanto ocurrió con el sacerdote Juan Petí, nacido en Maracaibo en 1720, había
estudiado latinidad y teología, se había ordenado en Santa Marta en 1745, había servi-
do en San Joseph y la villa de Perijá, según Martí “estudia poco”
90 y además vivía aman-
84 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 161-162.
85 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 178, 216, 219, 220.
86 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 288.
87 Revísese su semblanza en Fernando Sanjust. hps://es-academic.com/dic.nsf/eswiki/482869
88 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 163- 164. El carácter
díscolo y proco respetuoso de este clérigo fue descrito de la siguiente forma: “presionaba al carcelero, a veces
con cierta violencia -en una ocasión, al menos, le gritó y le dio un pescozón-, para que le franqueara la salida
del hospital cuando se le antojaba y no desperdiciaba ocasión para desacreditar al diocesano, al menos es lo
que armaba el tesgo Tomás Varela”. Fuentes Bajo María Dolores, “la Juscia de un Obispo. Los diciles co-
mienzos de la diócesis de Mérida de Maracaibo 1784-1790”. Disponible desde: hps://rodin.uca.es/bitstream/
handle/10498/16844/fuentes_maria.pdf?sequence=1&isAllowed=y
89 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 186.
90 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 164.
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cebado hacía 9 años “con Thomasa Rodríguez, soltera blanca de quien tiene un hijo ya
grande y ella continua en hacerle la comida y servirle en todo y demás de dicho hijo
tiene tres hijos más de dicha Tomasa91. Por su parte, Rodrigo Torrero Serrano era el
sacristán monigote de la iglesia mayor de Maracaibo vivía amancebado en una misma
casa con la mulata Josepha Robles con quien tenía dos hijos, en vista de ello el obispo
le corrigió y le recomendó que dejara el sacerdocio y se casara, al parecer el sacristán
decidió seguir viviendo con su mulata, porque se le quitaron sus hábitos92.
Otro de los religiosos inescrupulosos fue Sebastián Añez o Yáñez era el sacristán
monigote menor de la iglesia mayor de Maracaibo, nacido en la misma ciudad en
1745, había estudiado latinidad y moral en San Francisco, tenía aplicados 700 pesos
en una capellanía, era “poco aplicado al estudio y demuestra mucha oxedad en to-
do”93. y además tenían un concubinato adulterino con “con doña Magdalena Macha-
do, casada y vive esta mujer con su marido” aunque el religioso alegó que hace “más
de dos años que no entra a la casa de la dicha Machado por lo cual se le prohibió
sostener cualquier trato con la misma94.
Entretanto el levita don José Miguel de Acosta, nacido en Maracaibo en 1751 ha-
bía estudiado latinidad, losofía y moral en el Convento de San Francisco, disfrutaba
de la renta de una capellanía de 1500 pesos estudiaba “muy poco y es dado a la bebi-
da”95 y además sostenía un amancebamiento con “Francisca Parra soltera mulata”
96.
Entre tanto, Don Josep Guijarro era un blanco, soltero quien también se desempeña-
ba como monigote y vivía “mal con María Soledad, mulata libre, soltera”
97, por lo cual
se le quitaron los hábitos, pero la mulata se casó al parecer no él. A diferencia del
anterior Francisco Velarde clérigo de menores no vestía sus hábitos y públicamente
manifestó que no se quería ordenar y razonaba su decisión al explicar “que no tiene
voluntad de ascender a las sagradas órdenes” por lo cual renunció a sus capellanías
y el prelado ordenó que se le retiraran los hábitos, el indiciado tenía 56 años98.
El convento de San Francisco de Maracaibo debería alojar a unos seis religiosos
de ellos 4 mostraron tener una conducta muy relajada, encabezados por el padre
91 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 220.
92 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 161 y 171.
93 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 169.
94 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 161 y 175.
95 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 161 y 169.
96 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 180.
97 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 183.
98 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 189.
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guardián o presidente fray Ignacio Carrasquero quien sostenía un contubernio con
María Luisa, mulata, soltera quien residían en el Saladillo y en esta relación habían
procreado tres hijos o hijas. La mulata le enviaba el almuerzo todos los días. Pero esa
no era la única, se dijo que había vivido mal con Francisca Cepeda otra mulata soltera,
quien habitaba en la salina del Saladillo con quien tuvo una hija99. La irresponsabilidad
del guardián era de tal magnitud que en cierta ocasión le prestó sus hábitos a Tomás
Medrano, un seglar casado para que este fuese a confesar, como en efecto lo hizo y
ante él “se arrodilló, a sus pies Diego Arenas que estaba medio borracho y al último
de la confesión dicho Medrano dio de cuerazos al referido Arenas”100. Otro franciscano
era Diego Muñoz, quien sostenía un amancebamiento con Isabel María Campos, hija
de don Thiburcio Campos, con quien tiene un hijo hace dos años y de aquella casa
mandan comida al dicho padre Muñoz, el fraile murió el 10 de octubre de 1774101.
Otro de esos franciscanos relajados fue fray Antonio de Silva quien sostenía un
amancebamiento con doña Soledad Villamil, viuda de Francisco Velazco y prima de
doña Bárbara Francisca. La convivencia ya había durado unos 7 u 8 años y habían
procreado dos hijos otros testigos aseguraron que eran 6 o 7 los retoños. En vista
de tal situación el obispo Martí lo desterró al convento de Carora102. Otro religioso
de esa orden fue Benito Pérez concubino de doña María Urdaneta, la había conocido
“doncella” antes de casarse y continuaron su relación, aunque ella se había casado y
ahora era viuda, se dijo que ya tenía más 12 años de convivencia103.

Los sectores privilegiados de Maracaibo, al parecer tenían una doble vida, por
una parte aparentaban tener conductas acordes con los preceptos religiosos, ma-
trimonios santicados e hijos habidos en matrimonio, muy legítimos, pero en la rea-
lidad son frecuentes los señalamientos de separaciones de las parejas que residían
en diferentes sitios, apenas si mantenían comunicación y lo más resaltante cometían
adulterios, algunos con personas pertenecientes a otras etnias y/o grupos subalter-
nos, es decir tenían familias paralelas, cuyas conductas no solo eran evidentes en los
hombres sino también en las mujeres. En los casos de barraganería y adulterio el
obispo dispuso la reunión de las parejas bien fuera los que estaba casados o el ma-
trimonio de los concubinos asimismo ordenó el destierro para las barraganas y sus
99 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 187.
100 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 232.
101 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 161, 169, 174, 175.
102 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 169, 173, 179.
103 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 161, 179.
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hijos para separar a los ilegítimos de sus progenitores, lo que evidentemente se le
escapó al prelado es que sus medidas se mantendrían mientras él se hallaba en Ma-
racaibo, porque después los sancionados volverían a sus querencias y a las familias
donde ellos deseaban estar, porque esa era su voluntad, aunque excepcionalmente
hubo personajes que les respondieron que ni muertos se separarían.
Entre otros casos destaca don Estaban Lorenzo Villamil de la Cruz y Velazco, primo
de doña Bárbara Francisca Villamil, quien se desempeñaba como alguacil mayor de Ma-
racaibo, casado con doña Elena García Sarmiento, había nacido hacía 1710, es decir
contaba aproximadamente con 60 años, su último hijo con doña Clara nació en 1756104.
Después de ese acontecimiento se había separado de ella y después de 1762 se refería
que vivía en amancebamiento público con María del Carmen Urdaneta hija de don José
de Urdaneta Berrenechea y doña María Francisca Almarza, nacida en 1746105 quien le
había parido dos hijos que lo más probable fueran registrados como expósitos porque
doña María del Carmen se mantuvo soltera y aparentemente tampoco tuvo hijos. En
vista de esa irregular situación, el obispo ordenó a don Esteban retornar con su legítima
esposa, circunstancia que sería harto difícil después de 8 años de separación y también
se le mandó no tratar jamás a doña María del Carmen Urdaneta; entonces se podría
interrogar ¿qué destino tendrían los hijos habidos con la barragana?106.
Otro de los personajes importantes de la Maracaibo de nales del siglo XVIII fue
don Joseph Antonio de Arrieta la Madriz, descendiente de una de las estirpes más
reconocidas tanto en la Nueva Zamora como en Gibraltar, en donde se desempe-
ñaba como alcalde ordinario y era uno de los hacendados más prominentes del sur
del Lago de Maracaibo. Don Josep Antonio estaba casado con doña Teresa Visconti,
nacida en 1742107 y estaba separado de ella desde 1764, es decir 6 años antes de
la llegada del obispo, se explicaba que el marido residía en Gibraltar y la esposa en
Maracaibo, pero los testigos declararon que la causa de esa separación se debía a
la indelidad de doña Teresa quien estaba amancebada públicamente con el escri-
bano Miguel Valbuena y además se hablaba de “otros hombres”. Por su parte, don
Joseph Antonio tampoco hizo votos de castidad, por el contrario vivía “escandalosa-
mente con Magdalena Inciarte, una mulata libre” en Gibraltar108. Al parecer las reco-
104 hps://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRM-4CT?i=308
105 https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RRM-ZZZ?i=51&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%-
2F1%3A1%3AQVMJ-2VW2
106 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 157, 174, 203 y 221.
107 hps://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RRM-ZBH?i=163&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%-
2F1%3A1%3AQVMJ-2JXJ
108 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
pp. 157, 158, 160 y 174.
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mendaciones del obispo a esta pareja tampoco le funcionaron porque en el acta de
defunción de doña Teresa solo se mencionan sus padres, pero en nada se dice que
estuviera casada con don Joseph Antonio109.
Un personaje de relevancia en la sociedad marabina fue el teniente de infantería don
Juan Simón Fernández Carrasquero casado con doña Juana Josepha Coronel en cuya
relación había procreado por lo menos 4 hijos; él estaba separado de su cónyuge y man-
tenía un amancebamiento adulterino con Isabel Angulo. Ese concubinato había sido tan
público y escandaloso que los alcaldes de Maracaibo habían desterrado en 3 ocasiones
a don Simón a Gibraltar, pero a pesar de ello había sido imposible separar a los amantes,
sin embargo, el obispo ordenó llamar al teniente de infantería y éste concurrió al llama-
do viajando desde Gibraltar; en su entrevista con el prelado le aseguró que vivía otra vez
con doña Juana Josepha y quedó “prevenido de no tratar más a Isabel Angulo”
110.
Otro de los casos más resaltantes, porque revelan lo común de esas conductas en
aquella sociedad fue el de don José Antonio Antúnez de la Cruz y Velazco, descendien-
te de una de las estirpes destacadas de la Nueva Zamora, pues sus ancestros por los
Velazco pertenecían a la primera nobleza sevillana, casado con doña Juana Catalina de
la Torre Vicuña, aunque convivía con su esposa, mantenía abiertamente una relación
adulterina con una mulata llamada La Chica, soltera y libre. En ese caso, por supuesto
el prelado lo amonestó y como resultado de esa reprimenda “queda separada ya la
mulata separada del dicho Antonio”
111, lo que cabría preguntarse por ¿cuánto tiempo
estuvieron separados?. En esa misma situación se hallaba don Thibursio Lorenzo de
Campos112, próspero hacendado del valle de San Pedro en el sur del Lago de Maracai-
bo113, quien estaba casado con doña María Concepción Perozo de Cervantes y convivía
con ella, por supuesto cuando él se hallaba en Maracaibo, pero cuando se iba a su
hacienda en la costa sur del Lago de Maracaibo vivía amancebado con Margarita Urda-
neta, una mulata libre que para colmo también estaba casada114.
109 hps://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRZ-9LXB?i=348
110 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas
pp. 158, 160, 160, 171 y 182.
111 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas … p
p. 159.
112 En la parda 155, libro 1723-1730, f. 27, fechada a 17 de agosto de 1724, se hace constar el acta de bausmo
de Thiburcio Lorenzo de Campos, nacido el 11 de agosto de 1724, hijo legímo de don Ignacio de Campos y de
doña Isabel María de Antúnez. Nagel Kurt,
Registro Civil de la Catedral de Maracaibo. 1723-1775.
Maracaibo. Concejo
Municipal de Maracaibo, 1980. p. 37. hps://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRM-WVB?i=429
113 Sobre las acvidades producvas de don Thibursio Lorenzo de Campos y de su parcipación la construcción del
Templo de San pedro Apóstol consúltese a Ramírez Méndez Luis A.,
La erra promeda del sur del Lago de Maracai-
bo. Los valles de Tucaní, Castro o San Pedro, Mojaján, San Antonio, Santa María y Bobures.
Maracaibo. Fondo editorial
Academia de Historia del Estado Zulia, 2021. pp. 96, 126, 311, 316.
114 Mar Mariano Obispo,
Documentos relavos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas …
p. 181.
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Finalmente hay que referir al doctor don Antonio José Romana, hijo legítimo de
don Juan de la Romana y Valdez, caballero del hábito de Santiago y doña Margarita
de Herrera, naturales de Santa Fe de Bogotá, quien sostenía un amancebamien-
to público con doña María Rita Carrasquero Villamil, hija legítima de doña Bárbara
Francisca, por lo cual el obispo Martí le llamó a su despacho para que resolviera su
situación, pero don Antonio José le respondió con evasivas, lo que motivo que el
prelado elevara su queja ante el virrey don Pedro Mesía de la Cerda, quien remitió
un ocio que fue recibido en Maracaibo el 4 de abril de 1775, en el cual le ordenaba
salir inmediatamente de la provincia y como reere el mismo Martí “antes no habla-
ba de que dicho doctor Romana quisiera casarse con doña Rita Carrasquero”, pero
después de llegada esa orden y con la nalidad de evitar el destierro se decidió con
urgencia la celebración de las nupcias. Con la nalidad de ociar esa boda se reque-
ría de realizar las diferentes proclamas, las que requerían de los lapsos previstos por
lo cual la medida de destierro se debería cumplir inexorablemente. Para evitar ese
extrañamiento se acudió al padre Juan de Arcos superior de los misioneros capuchi-
nos para que solicitara su despensa ante el prelado, a cuya petición Martí se negó
de manera rotunda. En consecuencia, el Dr. Dn. Antonio José Romana debió salir al
destierro, pero su matrimonio se celebró por poder a don Francisco de Larrumbide
en Maracaibo el 26 de julio de 1775 y de su matrimonio nació el presbítero Antonio
María Romana, quien fuera cura de San Juan de Dios en aquella ciudad y vicario capi-
tular del obispado de Mérida en sede vacante desde 1832 hasta 1836115.
CONCLUSIONES
A nales del siglo XVIII, las relaciones interpersonales desarrolladas entre los ma-
rabinos, sus formas y maneras para interactuar estuvieron inuidas por los valores,
normas y reglas que practicaban las diferentes etnias que convergieron en Maracai-
bo colonial. La formación y consolidación de determinadas conductas se inició con
el establecimiento de la ciudad en cuyo espacio se desarrolló la cohabitación de sus
habitantes, bajo la rectoría de las instituciones citadinas y la normativa impuesta por
la iglesia católica, lo que en apariencia prevaleció durante el periodo hispánico, pero
a los marabinos en su incesante búsqueda de relaciones amorosas y del erotismo les
condujo a indagar en su memoria ancestral, para hallar las soluciones preexistentes
en sus diferentes culturas primigenias, con el n de desarrollar relaciones consen-
suales que les permitieran alcanzar el equilibrio individual y colectivo destinado a
denir sus identidades, por lo cual las mismas debieron ser re-estructuradas para
115 Su nombramiento como vicario capitular de la Diócesis de Mérida se emió el 5 de marzo de 1832. Silva Antonio
Ramón,
Documentos para la historia de la Diócesis de Mérida. Poncado del excelensimo Buenaventura Arias y Vicaria
Capitular del Pro. Dr. Antonio Romana.
Caracas. Ediciones Paulina, 1983. T. 7ª. p. 185.
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consolidar una readaptación a procesos de asimilación y resistencia, producto de los
conictos y tensiones que surgieron entre la voluntad del ser, la decisión del poder y
las necesidades psicológicas y siológicas tanto individuales como grupales.
Ese proceso fue interactivo y exible, y no supuso la pérdida de los aspectos bási-
cos de identicación étnica. A pesar de ello, las más acusadas y substanciales modi-
caciones fueron evidentes durante el transcurso de los primeros siglos coloniales y es-
pecialmente a nales del siglo XVIII, cuando se presentó el obispo Mariano Martí, quien
pudo comprobar que aquellos principios que teóricamente dirigían esa sociedad, en
la práctica distaban mucho de ser cumplidos y las razones personales prevalecían con
mayor fuerza sobre las rígidas normas de una moral que estrechaban la sexualidad a
extremo de la represión. En ese sentido, aunque el dignatario eclesiástico procedió a
censurar y juzgar a los transgresores y en numerosos casos hubo la aceptación expli-
cita de los mismos sobre su conducta pecaminosa y sobre los correctivos, la realidad
como lo expresó acertadamente doña Bárbara Francisca Villamil fue que cuando el
prelado abandonó Maracaibo, se retomaron los mismos comportamientos que se ha-
bían venido actuando, los cuales perduran hasta la presente, es decir predominó más
la voluntad del ser y del querer que las normativas restrictivas del sexo pecado.

Documentales inéditas
AGI.
Contratación,
5500, N. 3, R. 18. Expediente de información y licencia de pasajero
a Indias de Alonso Rio y Castro, gobernador de Isla Margarita, a Isla Margarita, con
las siguientes personas. Cádiz, 13 de mayo de 1757. 9 .
AGNC.
Criminales Juicios.
SC 19, 117, doc. 2. El gobernador de Maracaibo da cuentas
de las averiguaciones por el homicidio de Joseph Armesto de Sotomayor. Testimo-
nios. Maracaibo, 6 de octubre de 1774. . 183r-185v.
AGNC.
Criminales Juicios.
SC 19, 130, doc. 22. Carta de don Antonio Arévalo al virrey
Manuel Guirior. Maracaibo, 5 de septiembre de 1774. . 343r-345r.
AGNC.
Criminales Juicios.
SC 19, 130, doc. 22. Carta de don Antonio Arévalo al virrey
Manuel Guirior. Maracaibo, 5 de septiembre de 1774. . 343r-345r.
AGNC.
Criminales Juicios.
SC 19, 130, doc. 22. Carta de don Antonio Arévalo al virrey
Manuel Guirior. Maracaibo, 5 de septiembre de 1774. . 343r-345r.
AGNC.
Misceláneas.
SC. 39, 127, doc. 20. Suspensión de pena de destierro de doña
Bárbara Villamil. Santa Fe de Bogotá, 6 de agosto de 1773. f. 454r.
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
Jhoana Gregoria Prada Merchan*
RESUMEN
Este artículo analiza el estupro como un tipo de crimen que se cometía con violencia o seducción y que incluía
honra, a través de diversos procesos criminales creados por “estupro, rapto y fuerza” en Mérida, Venezuela
entre 1786 y 1863. Para lograr este n, se tomarán en cuenta todos los pasos llevados dentro de los sumarios,
así como los sujetos de la investigación (las víctimas y sus agresores) y su relación con los delitos, todo esto, por
medio de un punto de interconexión (la honra), donde la misma se observa como motivación para que dichos
personajes y crímenes llegasen a la justicia en búsqueda de un castigo o reparación.
Palabras clave:
Estupro, Honra, Mérida-Venezuela, Siglo XIX.
RAPE, ABDUCTION AND FORCE IN MÉRIDA, VENEZUELA
(1786-1863)
ABSTRACT
This article analyzes rape as a type of crime that was committed with violence or seduction and that included
honor, through various criminal processes created for “rape, kidnapping and force” in Mérida, Venezuela be-
tween 1786 and 1863. To achieve this goal, all steps carried within summaries will be taken into account, as well
as the subjects of the investigation (the victims and their aggressors) and their relationship with the crimes, all
this, through an interconnection point (honor), where it is seen as a motivation for mentioned characters and
crimes to come to justice in search of punishment or reparation.
Keywords: Rape,
Honor, Mérida-Venezuela, 19th century.
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
pp. 59-90
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
* Licenciada en Historia (Universidad de Los Andes, 2006), Licenciada en Educación Mención Ciencias Sociales (Uni-
versidad de Los Andes, 2009), Magíster en Historia Social Comparada de Europa y América Lana (Universidad de
Murcia, 2010), Doctora en Historia Social (Universidad Federal de Río de Janeiro, 2018). Universidad de Colonia;
Instuto de Historia Ibérica y Lanoamericana, Alemania. jh.pramer@gmail.com. hps://orcid.org/0000-0001-
9654-2776.
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Johana Prada García
Estupro rapto y fuerza en Mérida Venezuela 1783.1866... PP: 59-90
ISSN 2660-9037
60
INTRODUCCIÓN
Abordar la violencia como tema de investigación implica inevitablemente envol-
verse en el mundo de las sensibilidades, sobre todo cuando se trata de la violencia
ejercida contra la mujer. Desde hace varias décadas, la historiografía con inuencia
del movimiento feminista ha impulsado enormemente el estudio de tales problemas,
trayendo cada vez más renovadas miradas al asunto, haciendo con que nuevas e
interesantes propuestas sean presentadas en la búsqueda de sus causas, pero es-
pecialmente en la demanda de soluciones.
En este sentido, trabajar particularmente con la violencia sexual representa un es-
fuerzo aún mayor en la comprensión sobre el por qué de la misma. Ejercida con diferen-
tes propósitos, inclusive bélicos, este tipo de abuso implica un universo de cuestiones
que no siempre fueron tratadas como tal, un ejemplo claro de eso son ciertas formas
de agresión que hasta épocas bien recientes no estaban incluidas como tipos de violen-
cia sexual: me reero a la trata de personas, insinuaciones y acoso, especialmente en
espacios considerados inviolables como el hogar e incluso el trabajo. Esto entre otras.
Pero para llegar a este nivel de entendimiento, es importante percibir este fenómeno
desde una perspectiva histórica-social, analizar cómo y bajo qué circunstancias este tipo
de crímenes llegaban a la justicia, por medio de la cual es posible también comparar la
percepción del mismo tanto en la jurisprudencia como en la propia práctica social.
Exponiendo esto, este trabajo busca realizar un estudio detallado sobre los de-
litos que fueron tipicados como estupro, rapto y fuerza y que llegaron a la justicia
durante los años 1786 y 1863 y que quedaron retratados en (58) procesos criminales
divididos en (5) tomos que reposan en el Archivo General del Estado Mérida, Vene-
zuela. De esta forma, se hizo una revisión exhaustiva de cada paso llevado en los
casos, escudriñando en las entre líneas, intentando traspasar hasta la interpretación
no tan evidente, concepción y mentalidad de aquella sociedad en cuanto al grado de
tolerancia y sensibilidad de este delito.
Para tal n, este trabajo se inserta dentro de la historia social, historia de género,
historia de las mentalidades-sentimientos y de la vida cotidiana. Siguiendo la metodo-
logía de la microhistoria, lo que signica extraer de los grandes procesos históricos un
momento, un hecho, un fenómeno valioso en el cual enfocar una mirada particular de
amplia escala, que sin pretender ser general, puede servir de referencia y contribución
para entender otras realidades. Sin duda, la historia de las mentalidades-sentimien-
tos y la vida cotidiana sirvieron para dar un enfoque diferente a este tema, al recurrir
igualmente a la colaboración de otras disciplinas como la Medicina Legal, el Derecho,
la Estadística, la Demografía enriqueció enormemente esta investigación.
CLÍO:
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
Como arma el historiador y sociólogo francés Georges Vigarello, la historia de
la violencia sexual aun no está escrita. ¿Violencia menos tolerada o violencia menos
controlada? (Vigarello, 1999). Es importante destacar que al momento de tratar el
tema del estupro, rapto y fuerza durante el periodo colonial hay que comprender los
usos jurídicos y sociales de lo que en la época se entendía por tales delitos, tomando
en cuenta que los mismos han sido relacionados y denidos de forma diferente de
acuerdo al contexto en que se estudie. Especícamente, durante el periodo en inves-
tigación, la legislación presenta dicultades para dar una denición homogénea, ya
que por ejemplo, en algunas fuentes criminales, el rapto también se entendió como
sinónimo de estupro (Castañeda, 1988). Particularmente, Las Partidas en su Libro VII,
Título XIX y XX es donde se hace referencia a este tipo de delitos y a pesar de que los
historiadores del Derecho han intentado conceptuar lo que distinguiría el estupro, el
rapto y la violación como delitos especícos e individualizados, es evidente que dicho
cuerpo legal delinea una condición general que merecía castigo y que incluía sacar
una mujer, ya fuese virgen, viuda o monja de su residencia con engaños o con fuerza,
con probabilidad de tener con ella relaciones sexuales ilícitas por esos medios y de
esta forma atentar contra la honra de la víctima y de su familia, incluyendo al mismo
tiempo los agravantes o atenuantes que determinaban el castigo.
Para esclarecer mejor dichas concepciones se presentan algunas nociones basa-
das en deniciones hechas por el historiador José Sánchez-Arcilla Bernal (2010). De
acuerdo al Diccionario de Autoridades, el estupro se entiende como “cúpula ilícita
y forzada con virgen o doncella” que puede ser ejecutado con violencia e incluye
honra y seducción, el rapto como “una especie de delito que consiste en llevarse
por la fuerza o rogos ecaces y engaños a alguna mujer” y la fuerza (violación) como
“corromper por fuerza a alguna mujer, especialmente doncella”.
Por su parte El Fuero Real denió el rapto como “llevar por la fuerza a una mujer
con independencia de que dicha acción estuviese dirigida a hacer fornicio con ella o
no”, mientras que la fuerza no aparece en este cuerpo jurídico ni en Las Partidas como
una gura autónoma, sino que es concebida dentro de los verbos “forzar” y “robar”
(Sánchez-Arcilla, 2010: 4). El estupro también pudo ser entendido como la “Violación
sexual de la mujer reputada como honesta, preferiblemente virgen y menor de 25
años… puede ocurrir de forma violenta o afable” (Manzanilla, 2000:90). De tal manera
que cuando en el estupro interviene la fuerza y la violencia, será interpretado como
un rapto. Así, que para realizar “fornicio” con “fuerza” era necesario anticipadamente
“robar” o “llevar” con “fuerza” la mujer, redireccionando este acto al rapto. Sin embargo,
CLÍO:
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Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
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el elemento indispensable en el estupro sería la honradez de la víctima, cuestión que
no era exigida en los demás delitos pero que estaba sobreentendida.
Retomando, para que el estupro fuese considerado como tal, se requería un ele-
mento indispensable: que la mujer tuviese fama de honrada. Ese criterio fue íntima-
mente relacionado con la conducta sexual femenina, caracterizada por la honestidad,
el recato, la obediencia, la sumisión, la vigilancia y una indudable moral. Así, se entendía
que la mujer debía ser doncella, o sea, virgen y que su comportamiento no fuese “re-
lajado” y que mantuviese una apariencia pública de honrada. El estupro traía una con-
secuencia fatal: la pérdida de la honra en la víctima y eso comprometía seriamente su
futuro social, siendo que muchas veces cuando tales delitos se hacían públicos, lo que
se juzgaba no era la agresión física, sino lo que se buscaba era la reparación o compen-
sación del honor perdido, esto, por medio de un pago monetario, dote o matrimonio.
Consecuentemente, el honor y el engaño o seducción, son piezas casi exclusivas para
entender el estupro dentro del periodo colonial. En este caso, el engaño más común
estaba representado por la promesa de matrimonio, siendo además la única excusa
admisible en la mujer considerada honrada, de modo contrario, las víctimas quedaban
expuestas y condenadas a una situación de falta de credibilidad en los juicios.
En cuanto al castigo, Las Partidas llevaron al máximo extremo las condenas que
debían ser aplicadas al agresor, aplicándose la pena según el carácter que envolvía
el delito, como cuando era usada la fuerza física o la fuerza moral, o en la persona
en que se cometía. Especícamente, intervenía la fuerza física, la pena de muerte
era contemplada junto con la pérdida de todos los bienes; cuando intervenía la fuer-
za moral, siendo el hombre honrado, se conscaban la mitad de sus bienes, si era
hombre vil, debía ser azotado y desterrado por 5 años, sí era siervo o sirviente, debía
ser quemado en la casa en que prestaba servicio (Sánchez-Arcilla, 2010:25-26). Sin
embargo, en la práctica fueron casi inaplicables en los procesos este tipo de casti-
gos, pues generalmente se recurría más a penas recogidas en el Derecho Canónico
que consistían en casar o dotar a la víctima. Esto demuestra claramente cuál era la
verdadera acción a ser juzgada: la deshonra y no la violencia.
Como se aprecia, para tipicar este tipo de delitos sexuales es necesario estar aten-
to a diversas características que presentaban los mismos. No existiendo una especi-
cación única y denida de cada tipo de crimen, además de prestarse para confusiones,
los jueces eran casuísticos y subjetivos al momento de valorarlos y esto variaba de caso
para caso así como de un lugar a otro y de época, cuestión que queda clara ante la
revisión de los documentos. De esta forma, podemos establecer ciertos elementos que
podían determinaban cuándo se trataba de un estupro, un rapto o una violación: 1) La
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edad de la víctima (mujer o niña), 2) La capacidad de consentir ¿hasta qué edad una
víctima podía consentir?, 3) La virginidad, 4) El estado (soltera o casada, viuda), 5) El ac-
ceso carnal: violento o por engaño-seducción, 6) El coito, 7) La promesa de matrimonio.

La fundación de la ciudad de Mérida, fue el resultado de una exploración ilegítima
que partió desde Pamplona (Colombia) en 1558. En octubre de ese mismo año, se
estableció un núcleo urbano en las cercanías del pueblo indígena
Xamú
(Lagunillas).
Este establecimiento fue mudado varias veces hasta asentarse denitivamente en
una extensa meseta de la cordillera andina venezolana, al pie de 5 imponentes pi-
cos nevados. La ciudad se ubicó en lo que sería el extremo nororiental de la Nueva
Granada. En 1607, fue cabecera de Corregimiento y en 1622, se convirtió en una
Gobernación que se extendía sobre gran parte de los Andes y Llanos venezolanos.
(Ramírez, 2015: 56). Esta Provincia comprendía más o menos los actuales Estados
Barinas, Apure, Táchira y Mérida, incluyendo el Sur del Lago de Lago de Maracaibo, lo
que le daba una privilegiada posición con salida al mar. Posteriormente, en 1678 fue
despojada de su rango de capital de provincia en favor de Maracaibo, sin embargo,
dependiendo aún de la Jurisdicción de la Nueva Granada. Ya para el año 1777, Méri-
da fue separada por real Cédula de este Virreinato y fue agregada a la recién creada
Capitanía General de Venezuela.
De esta forma, el pequeño poblado fundado por blancos, estaba circundado por
los ríos Chama, Albarregas y Mucujún, expandiéndose poco a poco desde su centro
(la plaza mayor) hacia las adyacencias hasta donde los límites con el río lo permitían.
Fueron creándose sectores como Milla al noreste y El Llano hacia el sureste. Otros
suburbios cercanos fueron Mucujún (actual Belén) y El Chama (El Espejo). Las ex-
tensiones de la ciudad se extendían hacia tierras más cálidas como Ejido donde se
desarrollaron haciendas productoras de azúcar (Ibídem: 57). En la Mérida colonial se
establecieron seis calidades que jerarquizaban la dimensión social de los habitantes
de la ciudad: blancos beneméritos (Españoles conquistadores), Blancos de Estado
llano (blancos criollos, americanos), indios, mestizos (pardos), mulatos y esclavos. La
población de la ciudad, estuvo mayoritariamente dispersa en áreas rurales, especial-
mente los indígenas y mestizos, quienes fueron reducidos a diversos poblados. Por
su parte, los esclavos se ubicaron en diferentes unidades de producción, particular-
mente en haciendas y estancias de las tierras bajas.
Como en varias ciudades de la América colonial española, la política de la corona
de separación de etnias también incluyó la creación de dos repúblicas (la de indios y
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la de españoles). Sin embargo, estas disposiciones chocaron con los propietarios de
haciendas de caña y de cacao. La cohabitación sexual, ya fuese consentida o no, se
vio reejada en el alto número de relaciones mixtas consideradas ilícitas. Inicialmen-
te, se establecieron relaciones de blancos con indias y posteriormente con negras o
mulatas, práctica que se amparó bastante en una circunstancia peculiar de la ciudad
(su aislamiento en medio de las montañas), lo que posibilitó, además de que tales
actos fuesen frecuentes y estuviesen fuera del control de la Iglesia y del Estado,
también generó impunidad en cuanto al abuso de poder (violencia) que los hombres
blancos ejercían sobre las mujeres de otras calidades.
A pesar de la segregación implantada, es indudable que, con la interacción cotidia-
na, se desarrollaron relaciones afectivas que fueron expresadas tanto en espacios pri-
vados como públicos. Especialmente en Mérida, el erotismo se desarrolló en aquellas
grandes haciendas, en sus corredores espaciosos, en pequeños rincones, en sus ala-
cenas y en sus espacios abiertos como las riberas de los ríos, los trigales, cañaverales,
platanares y cacaotales. Al mismo tiempo, ciertos espacios de la ciudad también evi-
denciaron las pasiones de aquellos pobladores; en celebraciones y estas, en teatros,
templos, saraos, bailes, lisonjas, velorios de angelitos y altares (Ibídem: 73).
Los Bandos de Buen Gobierno de Mérida (1770-1810) reglamentaban este tipo de
actividades con el n de evitar espectáculos y escándalos que no diesen el buen ejem-
plo, por esa razón el Cabildo ordenaba penas y multas para los alborotadores. Equiva-
lentemente, las autoridades eclesiásticas establecían que especialmente aquellas mu-
jeres que se mostraban en tales eventos como verdaderas prostitutas, quemaran sus
ropas y sí acudían indecentemente al recinto religioso, se les negara la comunión. Otro
lugar de encuentros fueron las pulperías, donde se vendían alimentos, aguardiente y
guarapo (caldo de caña o garapa), ésos espacios tenían mala fama por ser estableci-
mientos que albergaban en su interior a mestizos, indios, esclavos y forasteros, donde
se bebía y se formaban grandes libertinajes, riñas y hasta asesinatos. Con la intención
de reglamentar esta situación, se dispuso que sólo pudieran entrar los hombres casa-
dos y hasta un límite de las siete de la noche (Samudio, 2009:179).
Ese convivir, también llevó a que muchas mujeres deambularan por las calles me-
rideñas “sin ocio, ni benecio”; eran mendigas que se rehusaban a trabajar en los
llamados ocios mujeriles decentes. Ante tal situación, el visitador eclesiástico Lucas
Ybarres y Guerrero, expuso en 1711 que aquellas mujeres fueran recluidas en el
monasterio de Santa Clara, lo que a largo plazo representó un problema para las reli-
giosas debido al mal comportamiento de aquellas. Por esta razón, se decretó la cons-
trucción de una cárcel para mujeres, especialmente para las “perdidas” que ofendían
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el recato y las buenas costumbres. (Ibídem: 181). A la par, se dispuso por parte de
las autoridades tanto civiles como eclesiásticas, que aquellas mujeres envueltas en
conictos debían resguardarse en clausura; eran depositadas en el convento de las
clarisas (debido a la inexistencia de recogimientos en la ciudad) o en casas de fami-
lias respetables con la nalidad de que modicaran su comportamiento. Esta acción,
también ocurría por orden de algún familiar o del cónyuge de la depositada.
Estas condiciones de vigilancia, castigo, represión y punición fueron aspectos que
traspasaron generaciones de familias merideñas. La transmisión de esos valores y la
forma como los mismos fueron percibidos, persistió legalmente hasta nales del si-
glo XIX y moralmente hasta muy entrado el siglo XX. En este sentido, se entiende que
la sociedad emeritense fue y sigue siendo muy conservadora. Al mismo tiempo, se
observa que la condenación al amor y a la sexualidad-pecado que hasta cierto pun-
to fue tolerable por autoridades y la misma sociedad, se hizo también resonante y
condenable cuando esos deslices llegaban al punto de absoluta publicidad y desen-
freno, ante lo cual los representantes de la justicia civil y religiosa fueron persistentes
en aplicar cargos. La importancia y sobrevaloración de la virginidad como condición
moral y por lo tanto honorable de la mujer antes del matrimonio, tuvo su repercu-
sión en los muchos conictos y delitos llevados a la justicia que fueron ventilados y
castigados para ejemplo de los demás.
Es importante destacar que, durante el periodo en estudio, Mérida, y el territorio
actual venezolano experimentó incontables cambios, sobre todo de orden político
que a su vez inspiraron transformaciones sociales bastante lentas, pues para nales
del siglo XIX, Venezuela y su sistema jurídico todavía mostraban grandes vestigios
de leyes coloniales, lo que incidió notoriamente en la percepción y castigo de estos
crímenes. Las leyes coloniales, en materia criminal se extienden en Venezuela hasta
nales del siglo XIX, especícamente hasta la creación de su primer código penal que
se realiza en 1863, pero que es derogado tres meses después y nalmente, se ins-
tituye otro código 10 años después, en 1873. Por tanto, serían las siete partidas las
leyes aplicables en estos casos, pero también existe una mezcla entre viejas y nuevas
ideas liberales que se aplican de forma arbitraria en los juicios.

En los documentos analizados, la mayoría de los delitos fueron clasicados como
“estupro”, divididos en “estupro de menor” o “estupro inmaturo” (17) y “estupro simple”
o “estupro” (10). La suma de estos delitos da un total de (27) crímenes determinados
como “estupros”. En el caso de la primera categoría, se incluían crímenes sexuales
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cometidos contra niñas de hasta 12 años, siendo esta la edad considerada como apta
para la mujer poder casarse y hacer vida marital, suponiendo de esta forma que esta-
ba biológicamente completamente desarrollada, así podía comprometerse y casarse
más adelante. Esto igualmente signicaba la edad a partir de la cual la niña o mujer
tenía la capacidad de consentir o no el acto sexual. La segunda categoría de “estupro”
serían crímenes cometidos contra niñas o adolescentes que superaban la barrera de
los 12 años, hasta los 16, y en estos casos, se pone mucho más en tela de juicio su
consentimiento y su capacidad de defensa ante un ataque sexual.
Seguidamente, aparecen los delitos clasicados como “rapto”, (21), que se enten-
derían como robos o extracción de mujeres cuya edad podría variar entre los 14 y
30 años, y cuyo requisito para encuadrarlas en este tipo de delitos era su soltería
(generalmente) y la certeza de su honradez. Eran niñas o mujeres sustraídas de sus
casos por enamorados o novios, muchas veces en situación de inconformidad con la
negativa de los padres en permitir la relación amorosa. Habitualmente, el objetivo era
el matrimonio, aunque a veces éste no fuese del conocimiento o consentimiento de la
raptada. En otros casos funcionó como una forma de presión de las propias víctimas
hacia sus compañeros con la intención de que cumplieran su promesa de matrimonio.
La otra categoría de delitos, tipicadas como “fuerza”, (8), que se entendió como
la violación o acto sexual violento cometido contra mujeres adultas entre los 18 y 30
años y cuyo estado podía ser la soltería, estar casada, o ser viuda. En el caso espe-
cíco de las solteras, se requería también su honradez. Este tipo de delitos fueron
realmente escasos y aparecen muy poco además de que con poquísima información
y el motivo principal de esto es que las víctimas no denunciaban o se denunciaban
menos que en el caso de otros delitos. Tenemos de forma bien puntual dos tipos
de delitos que aparecen como delitos sexuales, pero que en realidad no lo eran (los
tratos ilícitos y la alcahuetería). Estos delitos se relacionaron más que todo con una
noción de pecado y de fornicación ilícita, que no incluían violencia, pero sí el escán-
dalo y el entre dicho del honor de la víctima.
3.1. La incidencia
La incidencia total de este tipo de delitos sexuales fue de (0,8), o sea menos de un
delito por año, en un periodo de 77 años. En el caso de los estupros y estupros de
menores fue de (0,4), del rapto (0,3) y de la fuerza (0,1) en un año. En este sentido,
los estupros de niñas eran los casos que con más frecuencia llegaban a la justicia sí
los comparamos con los casos de mujeres violadas, situación que también ha sido
observada en otras investigaciones de América Latina y Europa durante el mismo
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periodo. Al mismo tiempo, se indica que desde los años de inicio de la investigación
los crímenes van en aumento progresivo con los años. Las décadas entre las cuales
se cometieron o por lo menos más crímenes se hicieron públicos y llegaron a la jus-
ticia, fue a partir de 1850. Entre 1850 y 1860 aumenta considerablemente el número
de casos, siendo precisamente el año de 1850 el que tiene mayor número de casos
(5), seguidos del año 1852 (véase gráco 1). Este fenómeno es igualmente apreciado
por otras investigaciones. Ya la incidencia comienza a bajar a partir de 1861, lo que
podría deberse al surgimiento de la Guerra Federal venezolana que afectó especial-
mente a los Andes, entre 1859 y 1863.
Gráco 1. Incidencia de los casos de estupro, rapto y fuerza en mérida (1786-1863)
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
3.2. La denuncia
Este tipo de crímenes sexuales, saltaban a la luz cuando eran públicos o se hacían
públicos. En general, las víctimas temían denunciar por una cuestión de miedo, pero
básicamente no lo hacían por vergüenza. Para ellas, llevar a la escena pública un
delito considerado tan íntimo y degradante, a veces tan privado que signicaba en
muchas ocasiones enfrentarse al escarnio y a la censura, pues siempre se colocaba
en tela de juicio, el qué tanto pudo luchar la víctima para mantener su integridad. Es
indudable, igualmente, que, para los jueces, el tipo de delito que más generaba pre-
ocupación eran los casos que envolvían una niña de tierna edad, de la cual se tenía
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la certeza de su absoluta inocencia: fuerza, consentimiento, deseos y por supuesto
su virginidad. Para el resto de las víctimas, siempre existió un margen para la duda,
pues el bien que se protegía era precisamente su honestidad.
Se observa en la tabla 1 que cuando los crímenes llegaban a la justicia, de forma
habitual quien denunciaba el hecho eran los familiares; la madre (42%) y el padre o
padrastro (34%) y en menor medida el marido (2%) que las propias víctimas (8%). Las
autoridades también podían intervenir (6%), el dueño o patrón (6%) y pocamente
los propios vecinos (2%). Por tanto, ¿se trataba de un crimen sexual contra una niña
o una mujer denunciado por hombres? No siempre, pues dependiendo del tipo de
delito, se evidencia, por ejemplo, que en los casos de estupro de menor, eran las pro-
pias madres de las víctimas las que denunciaban más, caso contrario sucedía en los
raptos donde aparece mayoritariamente como denunciante el padre de la víctima.
Tabla 1. Denunciantes en los casos de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863)
DENUNCIANTE ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
FAMILIAR
Madre 14 5 2 21 42%
Marido - 1 - 1 2%
Padre-Padrastro 89 - 17 34%
OTROS
Autoridad 1 1 1 3 6%
Dueño-Patrón 1 2 - 3 6%
Vecino - - 1 1 2%
Víctima 1 - 3 4 8%
Sin Indicar - - 1 1 2%
TOTAL 25 18 8 51 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Esta situación es concordante con el hecho de que las estupradas como se re-
cuerdan vivían solamente con sus madres y eran generalmente hijas naturales, si-
tuación contraria a las raptadas que se encontraban generalmente bajo la tutela
masculina. En el caso de las violaciones, igualmente la madre de la víctima podía
aparecer como denunciante y la propia víctima, esto considerando que ya eran mu-
jeres adultas, inclusive viudas. En un caso de estupro de menor ocurrido en 1835, el
Juez de Paz recibe la siguiente denuncia: “...se me presentó ante mí María del Rosario
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con su hija pequeña María Mercedes, a quien llevaba en los brazos algo desmayada,
manifestándome que Juan José Corredor le había violado violentamente en su casa
a su dicha hija Mercedes a tiempo que esta se hallaba sola por haber salido dicha
María del Rosario a la pulpería” (AGEM, 1835, f.1r.).
Consecuentemente, pero en 1796, Diego de Lobo denuncia el estupro de su hija
María del Carmen: “…el expresado Rivera en calidad de sirviente ha abusado éste de la
conanza… con poco temor de Dios y de la Real Justicia aprovechando la ocasión… por
medio de ngidas palabras de matrimonio que no puede ofrecerle por lo desigual de su
calidad, logró estuprarla de su natural virginidad, de cuyo resultado se halla embaraza-
da” (AGEM, 1796, f.1r.). En 1861, María Josefa Avendaño, denunció su violación diciendo:
“…que ayer como a las diez del día mandó de su casa a su hija Presentación Avendaño
a una diligencia a la Vega del río Mucujún y que en el tránsito fue forzada por Luis Ce-
rrada… tumbándola y causándole varios aruños en la cara y brazos” (AGEM), 1861, f.1r.).
Una vez hecha la denuncia, inmediatamente se ordenaba el reconocimiento físico
de la víctima. Este procedimiento generalmente era realizado por dos parteras con
experiencia. Sin embargo, se aprecia que en los delitos cometidos contra niñas, es
decir en los estupros de menores, las autoridades eran más cautelosas con este tipo
de exámenes. Tal preocupación surgía ante la necesidad de tener que comprobar
con más exactitud que el estupro se había cometido con violencia y completamente
en la víctima, es decir, que se había producido el coito con pérdida de la virginidad.
En un caso ocurrido en 1844, el médico Juan José Cosme Jiménez, certicó que la
niña de 7 años María Lucía:
“...se encuentra acostada en su cama en un estado de ansiedad y desasosiego, el semblante
pálido, la cutis casi toda cubierta de su sudor frío y meloso, el pulso febril… halló que efectiva-
mente ha sufrido un violo y desoración reciente. Que las partes exteriores están hinchadas,
ajadas, lívidas y despedazadas: la vagina misma está destrozada de manera que comunican
con el ano y parte interior del intestino recto, por lo que las heces pasan a través de la vulva,
formando así una fístula estercolar incurable… que todos aquellos estragos los ha producido
sin duda la desproporción enorme entre el pene de Nonato Maldonado joven de 18 a 20
años y las partes genitales de la muchacha” (AGEM, 1844, f.10v-11r.).
Pero no en todas las víctimas se aprecia esta especicidad, ya que, por ejemplo,
en los casos de fuerza cometidos contra mujeres adultas, este tipo de reconocimien-
tos fue inexistente. Por su parte, en los casos de rapto, en muchos de ellos se daba
por sentado que la víctima tenía ya comprometida su honra al estar con su raptor
y por lo tanto el caso se manejaba asumiendo esa infracción donde lo principal era
procurar la reparación ya fuese monetaria o sacramental de la víctima.
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3.3. Los acusados
¿Quiénes eran los o las acusadas? En suma, de todos los delitos hubo (66) acu-
sados, de los cuales (97%) fueron hombres, pues sólo en un caso de rapto, la propia
raptada fue acusada de colaborar con su raptor (véase tabla 2).
Tabla 2. Sexo de los acusados de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863)
SEXO # %
Femenino 12%
Masculino 65 98%
TOTAL 6100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Ahora, atendiendo especícamente los acusados, se puede advertir en la tabla
3 que la edad de los mismos estaba comprendida entre los (15 y +40 años), siendo
que, de los (47) de los cuales se conoce su edad, (34%) de ellos tenían entre (15 y
20 años), incluyéndose especialmente en esta faja etaria los raptores. Seguidamen-
te con (26%) hubo hombres entre (21-25 años), destacándose como acusados en
estupro de menores, estupro y rapto. Así, (16%) de ellos tenían entre (26-30 años),
encuadrándose éstos principalmente en los casos de estupro de menores y estupro.
Por su parte, (13%) eran mayores de (31 años), igualmente resaltando dentro de los
casos de estupro y (11%) eran (+40 años) que destacan en los delitos de rapto.
Tabla 3. Edad de los acusados de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
EDAD ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
15-20 años 583 16 34%
21-25 años 6 6 - 12 26%
26-30 años 5 - 3 817%
+31 años 5 - 1 6 13%
+40 años - 5 - 5 11%
TOTAL 21 19 7 47 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal. “
Estupro, rapto y fuerza”.
En lo referente a su grupo étnico, los datos son realmente escasos, pues no se iden-
tican en los documentos. Sólo se obtuvieron informaciones de (7) acusados, siendo (3)
de ellos catalogados como blancos y (4) como mulatos. Los mulatos aparecen represen-
tados en todos los tipos de casos y los blancos sólo en los casos de rapto (véase tabla 4).
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Tabla 4. Grupo étnico de los acusados de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
GRUPO ÉTNICO ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL
BLANCO - 3 - 3
MULATO 1 2 1 4
TOTAL 1 5 1 7
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
En lo referente a su estado civil, el (65%) de estos acusados eran hombres solte-
ros, el (33%) eran casados y (2%) viudos. Destacan los implicados casados especial-
mente en los casos de estupro de menor, los solteros son mayoría en los casos de
rapto, al igual que en los casos de violación (véase tabla 5).
Tabla 5. Estado civil de los acusados de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
ESTADO CIVIL ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Casado 11 4 2 17 33%
Soltero 13 14 6 33 65%
Viudo - 1 - 1 2%
TOTAL 24 19 851 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
¿A qué se dedicaban estos hombres? Se advierte en la tabla 6 que la mayoría de
ellos eran labradores (22%), seguidos de jornaleros (20%), Agricultor (12%), zapatero
(8%), carpintero (6%), esclavo (4%), sirviente y tejedor (4%) cada uno. También se
indican representadas otras actividades, como comerciantes que guran solo en los
casos de rapto, un teniente en los casos de estupro de menor y otro curiosamen-
te clasicado como vago que aparece en los casos de violación. Los carpinteros se
destacan exclusivamente en los casos de estupro de menor. En general, eran traba-
jadores de la tierra o artesanos pobres, pero en los casos de rapto se evidencia que
los acusados tenían mejor condición social y económica como los comerciantes y un
Juez de Parroquia que fue acusado de robarse a la hija de su casera.
En lo que reere a su grado de instrucción, se puede determinar en la tabla 7 que,
de (51) acusados de los cuales se conoce este dato, (80%) eran analfabetas y (20%)
sabían leer o escribir o por lo menos escribir su nombre. Dividiendo esta información
de acuerdo al tipo de delito, los hombres menos alfabetizados fueron los acusados
de estupro de menor y fuerza, mientras que en los casos de rapto, aunque la mayo-
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ría también carecían de instrucción, (35%) de ellos estaban alfabetizados. La mayor
desproporción se observa en los casos de estupro de menor, (92%) analfabetas y
sólo (8%) eran alfabetizados.
Tabla 6. Ocupación de los acusados de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
OCUPACIÓN ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Agricultor 4 - 2 6 12%
Albañil - - 1 1 2%
Arriero - 1 - 1 2%
Carnicero - 1 - 1 2%
Carpintero 3 - - 3 6%
Comerciante - 1 - 1 2%
Esclavo - 1 1 2 4%
Hacendero - 1 - 1 2%
Jornalero 7 2 1 10 20%
Juez De Parroquia - 1 - 1 2%
Labrador 4 5 2 11 22%
Sacador De Fique 1 - - 1 2%
Sastre 1 - - 1 2%
Sirviente - 2 - 2 4%
Tejedor 2 - - 2 4%
Teniente 1 - - 1 2%
Vago - - 1 1 2%
Zapatero - 4 - 4 8%
TOTAL 23 19 850 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
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Tabla 7. Instrucción de los acusados de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
INSTRUCCIÓN ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Analfabeta 22 13 6 41 80%
Alfabetizado 2 7 1 10 20%
TOTAL 24 20 7 51 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Se inere igualmente que todos los acusados eran venezolanos y su naturalidad va-
riaba o se extendía por varios territorios de la Provincia de Mérida. Por su parte (76%)
de éstos provenían de la propia capital Mérida, especialmente de localidades aledañas
al centro como El Llano, La Punta, Milla y Ejido. Otro (10%) venían de Táchira, Estado
actual vecino de Mérida y ellos aparecen especialmente en los casos de estupro de
menor. Por otro lado, (8%) provenían de Trujillo, (4%) de Barinas y (2%) de Bolívar, este
último Estado localizado en el extremo oriente de Venezuela (véase tabla 8).
Tabla 8. Naturalidad de los acusados de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
ESTADO ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Barinas 1 - 1 2 4%
Bolívar 1 - - 1 2%
Mérida 14 20 4 38 76%
Táchira 5 - - 5 10%
Trujillo 2 1 1 4 8%
TOTAL 23 21 6 50 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Estos hombres compartían espacios de convivencia cotidianos con sus víctimas,
casas, calles, pulperías, caminos, ríos. Eran hombres que en ciertos casos se tras-
ladaban de estados cercanos a la capital en búsqueda de intercambios comercia-
les, pues a veces vendían o intercambiaban sus productos agrícolas, en otros casos
buscaban mejores trabajos. Conocían igualmente de vista o de trato a sus víctimas,
porque muchas veces interactuaban con ellas antes del crimen y hasta podían ser de
conanza, esto sobre todo en los casos de estupro de menor.
Un dato interesante que aparece en algunos de los procesos analizados y que
no suele ser común, es una descripción del acusado o de la propia víctima, situación
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que se presentó casi exclusivamente en los casos de rapto. Estas descripciones se
hacían generalmente cuando la víctima y el victimario huían y no habían sido encon-
trados. Por ejemplo, en 1839, Clemente González proveniente de Trujillo fue acusa-
do de raptar a Francisca Dávila siendo aquel casado, en consecuencia el Jefe Político
del Cantón instó a las demás autoridades de las provincias vecinas para encontrar-
los. Fue descrito de la siguiente manera: “...cuerpo regular y delgado, color blanco,
pelo crespo, ojos negros, escaso de barba, lática para hablar, boca regular, viste en
cuerpo, vicioso en chimó, se aplica medicina” (AGEM, 1839, f.6v.).
De la misma forma podían aparecer descripciones de acusados que se fugaban
para no enfrentar el procesos, este el caso del carpintero Fulgencio Alarcón que en
1842 fue denunciado por haber estuprado a Inocencia una niña de seis años de
edad. Cuando se ordenó su captura se dio a la fuga siendo establecida una orden de
captura en su contra: “...es bajo de cuerpo, color trigueño, cara risueña, barba poco
poblada, ejerce el ocio de carpintería y se dice es quebrado”(AGEM, 1842, f.42r.).
Cuando María Nicolasa Suescún fue raptada en 1852 por Benedicto Uzcátegui, su
padre hizo una denuncia ocial ante las autoridades quienes emprendieron una bús-
queda por los mismos inmediatamente. El acusado fue descrito como “...blanco del-
gadito, bastante alto, joven lampiño, como de 22 años, muy afecto al licor y ha estado
trabajando en la hacienda del Sr. Domingo Bello”(AGEM), 1852, f.1r.).
Una vez que el acusado era preso se procedía a su interrogatorio. Generalmente
en sus declaraciones negaban haber cometido el delito y se consideraban inocentes.
¿Cuáles eran las justicativas que daban? Estas excusan siguen casi la misma línea en
cada tipo de caso, es decir, en los casos de estupro de menor o estupro simple, los
denunciado usaban casi siempre las mismas justicativas, igualmente sucedía en los
casos de rapto y violación. Existe una variable constante en la mayoría de los casos
analizados; muchos de los victimarios se defendían amparándose en la supuesta fal-
ta de honra de la víctima y en los efectos del alcohol. Juan Nepomuceno Gómez fue
acusado en 1805 de estuprar a María Vicenta de 12 años cuando ésta iba a recoger
unos plátanos en el huerto de su madre, cuando fue interrogado expresó lo siguien-
te: “...que no fue a fuerza, sino que ella consintió por el interés de unas pepas que el
confesante le ofreció”, (AGEM, 1805, f.7r.), o sea la víctima había aceptado el acto a
cambio de dinero poniendo en duda su honradez
Igualmente pero en 1822 Lorenzo Carrillo de 25 años preso por violentar a varias
mujeres se excusó de sus actos a una menor diciendo: “...desistí del intento, me dio
lástima de los lloros de la Peñaloza y la dejé ir libre, y así tengo a ésta por más hon-
rada que a la Monsalve” (AGEM), 1822, f.33v.). Siendo más explícito al colocar la culpa
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en su víctima menor, Nonato Maldonado de 18 años dijo en su confesión hecha en
1844: “...que cree que la niñita no tendrá más de siete años, pero que hubiera
estado virgen no se hubiera comprometido con tanta voluntad” (AGEM, 1844, f.18v.).
En este sentido, los estupradores alegaban la idea de que sus víctimas consentían el
acto y por lo tanto no eran dignas de tomárseles como honradas.
La otra excusa que aparece bastante en los procesos es la embriaguez. Muchos
acusados justicaron sus actos de violencia, sobre todo los cometidos con niñas de
tierna edad al decir que cometieron el crimen en un momento donde se encontra-
ban bajo los efectos del alcohol y por eso no recordaban nada de lo que habían he-
cho. Al ser interrogado en 1846, Cruz Ávila, carpintero de 19 años por el estupro co-
metido contra la infante Dolores de 2 años de edad, éste se defendió argumentando:
“...que iba enguarapado y trasnochado…
que no tiene vecindario porque duerme donde
le coge la noche” (AGEM), 1846, f.12r.). Así, además de admitir que era propenso a la
bebida también aceptó que vagaba por las calles pues no tenía trabajo ni residencia,
situación que era una agravante del crimen.
3.4. Las vícmas
Hablar de las víctimas implica deconstruir el discurso netamente masculinizado
que se encuentran en estos documentos. Sus “voces”, en algunos casos son escu-
chadas (esto a diferencia de otros estudios donde ni siquiera aparecen) a través de
las propias denuncias, pero mucho más a través de sus declaraciones. Estas víctimas
que en total fueron (67), fueron mujeres, adolescentes y niñas violentadas cuyas
edades estaban comprendidas entre los 21/2 y 30 años. Se puede estimar que, de (0-6
años) había un (13%) de víctimas, una edad bien tierna, encuadradas ellas en estupro
de menor, seguidas de (7-12) años con (31%), también víctimas de estupro de menor,
de (13-20 años) (44%), de (21-25 años) (8%) y de (26-30 años) (4%) (Véase tabla 9).
Estas víctimas fueron niñas y mujeres mayoritariamente jóvenes, y esto se explica
también por la mayor cantidad de casos de estupro, siendo la edad más tierna 2
años y medio que aparece en dos casos. En las edades intermedias se encuentran
las raptadas y las mujeres adultas fueron víctimas de violación.
En la tabla 10 se puede advertir que de los (47) casos en los que se conoce la
legitimidad de la víctima, el (55%) de ellas eran hijas legítimas y (45%) hijas naturales.
En el caso de las niñas víctimas de estupro, (54%) eran hijas naturales, es decir ile-
gítimas, niñas que vivían con una madre soltera pobre que también eran cabeza de
familia, y que en algunos casos tenían varios hijos de corta edad. En el caso de rapto,
estas mujeres y adolescentes eran mayoritariamente hijas de legítimo matrimonio
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con un padre presente y con mejor condición social y económica que las otras vícti-
mas. La defensa de la honra en ellas se deja claro en los documentos que se hace a
través de la tutela paterna o de una madre viuda o criadora con prestigio social. Los
datos son realmente escasos en los casos de las violaciones, de las que se conoce
este dato, (50%) eran legítimas y (50%) no. Realmente, en la mayoría de los casos de
violación, las víctimas son opacadas y llevadas al silencio.
Tabla 9. Edad de las víctimas de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
EDAD ESTUPRO DE
MENOR
EDAD RAPTO EDAD FUERZA TOTAL %
0-6 años 6 - - - - 6 13%
7-12 años 15 - - - - 15 31%
13-16 años 4 14-20
años
13 12-25
años
4 21 44%
-- 21-25
años
2 +25
años
2 4 8%
-- 26-30
años
2 - - 2 4%
TOTAL 25 - 17 - 6 48 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Tabla 10. Legitimidad de las víctimas de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
LEGITIMIDAD ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Hija Legítima 12 13 1 26 55%
Hija Natural 14 6 1 21 45%
TOTAL 26 19 2 47 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Del total de las víctimas, sólo conocemos el grupo étnico de (6) de ellas, (4) fueron
declaradas como Blancas, (1) indígena y (1) mulata. Resalta, que, especialmente estas
(4) mujeres blancas fueron víctimas de rapto, la indígena también, y la mulata fue una
pequeña de 6 años, hija de una esclava que fue estuprada. De las víctimas de fuerza
no hay datos (véase tabla 11).
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Tabla 11. Grupo étnico de las víctimas de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
GRUPO ÉTNICO ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL
Blanca - 4 - 4
Indígena - 1 - 1
Mulata 1 - - 1
TOTAL 1 5 - 6
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Analizando todos los casos se advierte en la siguiente tabla 12 que estas mujeres
eran (95%) solteras, sólo (4%) de ellas estaban casadas y (1%) era viuda. Las víctimas
casadas aparecen en los delitos de rapto y fuerza, y la viuda fue víctima de violación.
Tabla 12. Grupo étnico de las víctimas de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
ESTADO CIVIL ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Casada - 1 1 2 4%
Soltera 29 20 5 54 95%
Viuda - - 1 1 1%
TOTAL 29 21 7 57 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Otro dato que tampoco aparece en los documentos es el de la ocupación de es-
tas víctimas, pues en el (68%) de los casos no se conoce su ocio. Sin embargo, de las
que se pudo conocer su ocupación, (12%) declararon tener trabajos mujeriles y (12%)
ser sirvientes, seguidas de otras ocupaciones como agricultora, hilandera, lavandera
y locera. En este sentido, algunas de las niñas víctimas de estupro declararon tener
un ocio a pesar de su corta edad (locera, mujeriles, hilandera y sirviente), ya por
su parte, las víctimas de rapto declararon en su mayoría que realizaban actividades
mujeriles, muchas de ellas no trabajaban fuera de su casa y tampoco ejercían activi-
dades de servicio doméstico. Con todo, (3) de ellas se declararon como sirvientes. En
el caso de las víctimas de violación, la mayoría dijeron ser sirvientes (véase tabla 13).
Asimismo, se puede observar en la tabla 14 que la mayoría de estas víctimas no te-
nían instrucción (74%), mientras que sólo (7%) eran alfabetizadas. De (19%) de ellas se
desconoce este dato. Eran, por lo tanto, menos instruidas que sus agresores. Igualmen-
te, las que aparecen como menos alfabetizadas son las víctimas de estupro de menor
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y este dato es lógico al pensar que la mayoría eran niñas o adolescentes pobres con
madres solteras, mientras que entre las raptadas aparecen más mujeres alfabetizadas,
y esto también se encaja en el perl que se ha ido describiendo. En lo que se reere a
las víctimas de violación, de las pocas que se conoce este dato, todas eran analfabetas.
Tabla 13. Grupo étnico de las víctimas de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
OCUPACIÓN ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Agricultora - - 1 1 2%
Hilandera 1 - - 1 2%
Lavandera - 1 - 1 2%
Locera 1 - - 1 2%
Mujeriles 1 7 - 812%
Sirviente 2 33812%
Sin Indicar 24 10 842 68%
TOTAL 29 21 12 62 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Tabla 14. Instrucción de las víctimas de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
INSTRUCCIÓN ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Analfabeta 25 12 9 46 74%
Alfabetizada - 4 - 4 7%
Sin Indicar 4 5 3 12 19%
TOTAL 29 21 12 62 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Eran mujeres y niñas venezolanas, cuya naturalidad también estaba extendida por
diversas localidades de la Provincia, pero a diferencia de sus agresores eran mujeres
o niñas nacidas en su mayoría en la capital (Mérida) y pertenecientes a algunos de sus
barrios periféricos: Milla (26%), Ejido (19%), Mérida (15%), El Sagrario (11%), Tabay (7%),
La Punta (7%), Sto. Domingo (4%) y San Cristóbal en el actual Estado Táchira (11%). En
ellas no se aprecia mucha movilidad, pues generalmente donde habían nacido, era el
mismo lugar en el que residían y en el que se cometía el crimen (véase tabla 15).
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Tabla 15. Naturalidad de las víctimas de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
NATURALIDAD ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Ejido 2 3 - 5 19%
El Sagrario 3 - - 3 11%
La Punta - 2 - 2 7%
Mérida 2 2 - 4 15%
Milla 4 2 1 7 26%
S. Cristóbal 3 - - 3 11%
Sto. Domingo - - 1 1 4%
Tabay 2 - - 2 7%
TOTAL 16 9 2 27 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
En los documentos analizados se pudo apreciar un dato de suma importancia:
el vínculo que existía entre estas víctimas y sus agresores. Como se aprecia en la
tabla 16 en un total de (53) víctimas se logró establecer esta relación, siendo que la
mayoría de los agresores conocía a su víctima, pues en (75%) de los casos eran sus
vecinos, hombres que vivían muy cerca de ellas, que eran conocidos de la familia e
inclusive frecuentaban con mucha cotidianidad los hogares de ellas. A veces existía
una amistad o hasta conanza entre el acusado y la madre o padre de la víctima. Esto
es especialmente evidente en los casos de estupro. Seguidamente, se observa que
(12%) de estos agresores eran familiares directos o políticos de la víctima (especial-
mente el padre, padrastro, tío o cuñado). Aquí se considera que a diferencia de otros
estudios realizados, los familiares de estas víctimas aparecen exiguamente como
agresores en cualquiera de los tipos de casos, posiblemente cuando se trataba de
casos de incesto, la posibilidad de ser descubiertos o denunciados podía ser menor.
Ya los desconocidos se representan sólo con (9%), esto especialmente en los casos
de estupro de menor, pero en su mayoría eran vecinos, o sea, conocidos.
De la misma forma como sucedía con los acusados, las autoridades también rea-
lizaron algunas descripciones de las víctimas dentro de los procesos. Esta particu-
laridad, se daba especialmente en los casos de rapto cuando la víctima era llevada
por su raptor y se encontraban en fuga, situación que agravaba el caso suponiendo
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el riesgo que esto suponía a la honra de la víctima. En el año 1839, Francisca Dávila,
de 29 años y de ocios mujeriles fue raptada por Clemente González conada en
una promesa de matrimonio que aquel no podía cumplir pues ya era casado. Con la
denuncia hecha por el padre de Francisca, se pide la captura de los fugados, de esta
manera las autoridades realizan una descripción de ambos con la intención de que
otros alcaldes colaborasen en su detención. La víctima fue descrita como de “...cuer-
po alto, bien blanca, pechos regulares, la cara tirando a rojo, nariz perlada, labio
colorido, pelo arrubiado y tiene éste recogido, viste de pantalón y camisa, carga dos
pañuelones uno blanco y el otro azul, es aplicada a la costura”(AGEM, 1839, f.6v.).
Tabla 16. Vínculo entre las víctimas y los agresores de estupro, rapto y fuerza en Mérida
(1786-1863).
VÍNCULO ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
OTROS
Esclavo - 1 - 1 2%
Desconocido 5 - - 5 9%
Preso - - 1 1 2%
Vecino 17 14 9 40 75%
FAMILIAR
Amante - 1 - 1 2%
Cuñado - 1 - 1 2%
Padre-Padrastro 2 - - 2 4%
Tío-Tío Político 2 - - 2 4%
TOTAL 26 17 10 53
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Situación parecida sucedió cuando Rafael Vargas denunció en 1852 el rapto de su
hija María Nicolasa de 27 años y soltera por parte de Benedicto Uzcátegui. Se tenía
noticia de que los implicados habían huido hacia La Punta (actual Parroquia), por
ese motivo el Juez de Paz ordenó la detención de los mismo enviando a la autoridad
local una descripción de ambos. Por su parte, María Nicolasa fue descrita como “...
blanca, bastante alta, tuerta del lado izquierdo y está con un hijo como de ocho años
de edad”(AGEM, 1852, f.1r.).
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3.5. Las “voces” de las vícmas
Una de las particularidades encontradas en los casos estudiados es que en estos
documentos se pueden encontrar declaraciones hechas por las propias víctimas,
situación que no suele ser común en este tipo de procesos en donde las víctimas pa-
san muchas veces desapercibidas al ser calladas antes la vergüenza y la falta de cre-
dibilidad. En los casos encontrados en Mérida aparecen declaraciones de víctimas
inclusive de muy corta edad, estas exposiciones son de mucho valor (aunque estén
bajo un discurso dirigido y netamente masculinizado) porque dejan ver pequeños
rastros de esas “voces” perdidas.
María de la Cruz Peña en 1805 le dijo a su hija de 12 años que fuese a buscar
unos plátanos en el huerto de la casa. Aprovechando la situación de estar solos, Juan
Nepomuceno Gómez de 15 años y contratado para realizar los servicios de jornalero
en este terreno estupró a María Vicenta. Cuando la madre entendió lo sucedido al día
siguiente porque su hija le dijo que “no iba (al huerto) porque no podía caminar” aque-
lla la revisó y vericó que la muchacha estaba ensangrentada. Con la denuncia hecha
y la captura del acusado, se procedió a tomar la declaración de la víctima que armó:
“...que cuando su mamá la mandó a apañar unos plátanos que estaban caídos, el hombre
Gómez que estaba trabajando, la tumbó y se le echó encima, le abrió las piernas y la estuvo
jurungando y que como le dolía mucho intentaba gritar a su mamá, y él le tapó la boca, y que
después que la soltó, le dijo que no le fuera a decir a su mamá, porque entonces le pegaba
mucho, y que él le daría medio real” (AGEM), 1805, f.3r.).
Algunas víctimas sufrieron ataques de sus propios familiares, tenían el peligro
dentro de casa. En 1853 María Chiquinquirá de 7 años fue estuprada por su propio
padre Trinidad Álvarez de 24 años y agricultor. El acusado aprovechó la ausencia de
la madre Encarnación Ortíz para cometer el terrible acto dentro de un platanal cer-
cano a la casa donde vivían. Interrogada la pequeña dijo:
“...ahí Taita en esa noche me cogió de la mano estando en la cocina y me llevó para el mon-
te, la noche estaba oscura y me llevó al platanal y no me dijo nada, me tumbó al suelo y se
acostó encima (aquí la niña se ruborizó, inclinó la cara y los ojos y no contando ninguna otra
palabra), sin embargo al exigirle de diferentes modos por qué lloraba V. esa noche cuando
volvía del platanal, no contestó y a todas las preguntas que se le hicieron bajó el rostro como
haciéndose ruborizada”.(AGEM, 1853. f.7v.).
En esta declaración se aprecia no sólo lo que la niña dice sobre el crimen, sino que
se pueden advertir emociones, sentimientos que afortunadamente quedaron descri-
tos en los documentos. Este tipo de impresiones son realmente raras, sin embargo,
ciertamente fueron comunes dentro de los juicios al tratarse de un tipo de crimen
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aberrante para las víctimas. Contrariamente, en los casos de rapto, las “voces” de estas
víctimas son encontradas a través de declaraciones en las que las mismas aceptaban
muchas veces haber concordado con su raptor fugarse para escapar de los malos tra-
tos o la oposición de sus padres. En febrero de 1823, José Antonio Ramírez denunció
al esclavo Manuel de Jesús por haberse robado y embarazado a su hija María Concep-
ción Ramírez de 20 años de edad. Cuando interrogada, la raptada expresó:
“...que a sólo él no más se había entregado por oferta que le había él hecho dándole palabra
de casamiento con ella en cuya fe, después de haberlo ella pensado en el término de tres
meses… fue que le entregó su cuerpo, de cuyo acto quedó embarazada, y que insiste todavía
en el mismo pensamiento de casarse con él” (AGEM, 1823, f.5r.).
Aquí el padre alegaba su desacuerdo con esta unión excusándose en la diferen-
cia social de los enamorados. Por su parte, María Concepción dejó claro en todo
momento que fue consensual sus intimidades con el esclavo y demostraba querer
estar con él casándose. Ante la negativa del padre, se inicia una querella y nalmente
la raptada no logra concertar el matrimonio ordenado por la justicia, ya que debido
al tiempo, Manuel Jesús terminó casándose con otra y dejándola en total deshonra
con un hijo ilegítimo. En 1850, Rosalía del Carmen Calderón de 16 años enfrentó los
tribunales en contra de Francisco Berti por “haberla seducido y corrompido”. Mani-
festaba en su declaración la víctima que “...Berti se valió de engaños para seducirla
por otro estilo hasta que la declarante convino por haberle prometido Berti por su
nombre casarse con él, y en efecto consumó sus deseos deshonrando a la que de-
clara que conaba en su palabra” (AGEM, 1850, f.7v.).
Lo que se hace común denominador en las confesiones de las víctimas de rapto
es que ellas se excusaban bajo la promesa de futuro matrimonio para acceder a
tener relaciones sexuales con sus compañeros. La intención era defender su honra
perdida y así justicar su transgresión. Ya al analizar las declaraciones de las víctimas
de fuerza (violación) se advierte que las mismas son escasas, es decir, estas mujeres
aparecen muy poco con sus “voces”, ya que los procesos están incompletos o son
cortados sin mayores explicaciones. Tal situación revela que este tipo de crimen fue
en el que menos se preocupaban las autoridades por darle resolución, sobre todo
atendiendo a que eran mujeres adultas de las cuales había más dudas en cuanto a
su integridad. Tal es el caso ocurrido en la Vega del río Mucujún en 1861, cuando Ma-
ría Presentación Avendaño de 18 años y sordo-muda fue atacada por Luis Cerrada;
en su declaración tomada a través de señas explicó que:
“...fue como a las diez del día a la Vega del Mucujún a llevarle de comer a su hermano y que
en la subida de la puerta del solar para el potrero de los Sres. Trejo, situado las cuadras en-
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contró a Luis Cerrada y éste la tumbó en todo el camino real y se le tendió encima alzándole
el fustón tratando de perjudicarle su cuerpo y que al tiempo de que María Concepción Corre-
dor iba llegando a donde me tenía Cerrada tumbada alevantando de Cerrada de encima de
yo salió corriendo y entonces me levanté yo también recibiendo unos golpes en mi cuerpo y
arañazos de Cerrada” (AGEM), 1861, f.2r.).
María Presentación tuvo suerte de ser vista por otras transeúntes y sólo recibir
arañazos, sin embargo, muchas de estas víctimas, estupradas, atacadas, violentadas
y humilladas, aunque tomaban la difícil decisión de hacer público el crimen y denun-
ciar ante las autoridades lo sucedido, quedaron en el más profundo silencio de la
impunidad y la vergüenza. Estas muestras de “voces” son realmente algunos pocos
fragmentos extraídos de los procesos que están llenos de pautas y discursos estan-
darizados que tendían a ensombrecer las principales perjudicadas en los crímenes,
siendo que muchas veces sus voces fueron descartadas ante la duda de la consen-
sualidad y suciente defensa de su honestidad.
3.6. Los crímenes
En lo referente a la jurisdicción de los delitos, en la siguiente tabla 17 se puede
determinar las localidades en las que con más frecuencia se cometían estos delitos:
Milla (34%), Ejido (11%), El Sagrario (7%), El Llano (5%), La Punta (3%), Bailadores (3%)
y San Cristóbal en el actual Estado Táchira (8%). Todas estas localidades son barrios
aledaños o periféricos al centro de la ciudad. Claro, los crímenes se dieron en otras
localidades, pero no con tanta frecuencia como en estas. Particularmente, los he-
chos generalmente ocurrían en el mismo lugar donde residían los involucrados, esto
recordando que en la mayoría de los casos se trataba de vecinos.
Ahora, en cuanto al lugar donde se cometían los crímenes, se puede distinguir
que especialmente ocurrían en las casas donde vivía la víctima (58%), seguidos del
monte (22%), la casa del agresor (16%) y en (2%) la cárcel o el río (véase tabla 18). En
el caso de los estupros y las violaciones se cometían generalmente cuando la víctima
estaba sola en su casa y estas casas estaban aisladas. Cuando se trataba de niñas,
era porque su madre salía a comprar alguna cosa, a un velorio o hasta para asistir
a bailes y las dejaban solas, allí el agresor aprovechaba el descuido de la madre y
las atacaba. Podían realizarse estos ataques de día o de noche, pero generalmente
ocurrían a plena luz del día. Las mujeres que fueron víctimas de violación también
se encontraban solas al momento del crimen, situación que sucedía particularmente
en las noches o madrugadas. Igualmente, los raptos se ejecutaban directamente en
la casa de la raptada y de noche o madrugada. Ya cuando los hechos ocurrían en la
casa del acusado era porque la víctima era enviada por su propia madre o padre o
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patrón para realizar algún mandado allí, y el agresor aprovechaba la situación y las
agredía. Esto acontecía sobre todo en el caso de las niñas.
Tabla 17. Localidad de los delitos de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
LOCALIDAD #%
Milla 21 34%
Ejido 711%
San Cristóbal 58%
El Sagrario 47%
El Llano 35%
Bailadores 23%
La Punta 23%
Tabay 23%
Timotes 23%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
Tabla 18. Lugar donde se cometieron los delitos de estupro, rapto y fuerza en Mérida
(1786-1863).
LUGAR ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Casa De La Acusado 7 3 - 10 16%
Cárcel - - 1 1 2%
Casa De La Víctima 12 17 5 34 58%
Monte 9 1 3 13 22%
Río - - 1 1 2%
TOTAL 28 21 10 59
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
El camino-monte y el río eran ordinariamente utilizados para el tránsito común.
Estos lugares sirvieron muchas veces de escenarios para este tipo de actos violentos:
mujeres, adolescentes y niñas se trasladaban por este tipo de lugares, por demás
bien solitarios y alejados para recoger leña o verduras en los huertos o cuando rea-
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lizaban los mandados, ante esta vulnerabilidad, los agresores las atacaban. Estas víc-
timas desprotegidas se convertían en blancos fáciles de estas agresiones sexuales,
esto está también relacionado con la realidad de que los hombres de la época (y aún
en la actualidad) con su dominio, ejercían su poder a través de la violencia en estas
víctimas como una forma de reclamo o pertenencia de un bien que, según ellos, al
estar desprotegido, necesitaba ser poseído.
Precisamente, se demuestra que (71%) de los crímenes se realizaron de forma
violenta y (29%) de forma afable o por seducción (véase tabla 19). Los raptos son
aquellos delitos que evidencian ser crímenes cometidos de forma afable, con seduc-
ción y bajo la promesa de matrimonio, mientras que en los estupros y las violaciones,
la seducción estuvo completamente ausente y el ejercicio de la violencia fue de un
100%. Al mismo tiempo, se observa que en más de la mitad de los casos hubo coito.
Las estupradas fueron en su mayoría niñas víctimas de un coito completo, es decir,
de un estupro con penetración, esto a pesar de su corta edad, lo que les generaba
daños muchas veces irreparables. Contrariamente, las raptadas podían mantener o
no relaciones sexuales con sus raptores, pero siempre lo hacían de forma consen-
tida y las víctimas de violación siempre fueron atacadas con violencia, pero muchas
veces sin la consumación del delito.
Tabla 19. Acción de los delitos de estupro, rapto y fuerza en Mérida (1786-1863).
ACCIÓN DEL DELITO ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Afable - 17 - 17 71%
Violento 28 2 11 41 29%
TOTAL 28 19 11 58 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.
La consecuencia inevitable de haber un acto consumado era el embarazo, que
en forma general no ocurrió, precisamente por ser la mayoría víctimas niñas aún sin
desarrollarse, pero en cuanto a las raptadas, en (5) casos esta situación fue evidente
y esto signicó una razón más tanto para fugarse, casarse como para pedir reparo
en la justicia. Precisamente, conjuntamente con esto, el elemento de la promesa
de matrimonio aparece en (30%) de los casos y esto exclusivamente en los raptos y
estupro de menor, mientras que en (70%) esto no fue así, lo que refuerza al mismo
tiempo la teoría de que la mayoría de los crímenes se cometieron de forma violenta
y no por seducción (véase tabla 20).
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Tabla 20. Promesa de matrimonio en los casos de estupro, rapto y fuerza en mérida (1786-1863).
PALABRA DE MATRIMONIO ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL %
Si 3 15 - 18 31%
No 26 4 10 40 70%
TOTAL 29 19 10 58 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza”.

No todos los procesos analizados contienen este tipo de información, y cuando apa-
recía, algunas eran más ricas que otras. Generalmente, la defensa y la acusación eran
más comunes en los casos de estupro de menores o de estupros simples. Los abogados
apelaron a varias justicativas para defender a los acusados, resaltando en ellos cualida-
des que para la época se entendieron como positivas en el ejercicio de la masculinidad:
el trabajo (sustento del hogar), hombre de bien, de familia que era honrado, de buenas
costumbres y católico. En este sentido, es interesante observar que el mismo elemento
que estaba en juego en los juicios (honra) se usaba en defensa de los implicados, pero
esta vez entendido como (honor, honor masculino) que estaba relacionado directamen-
te con la valentía, el coraje y la práctica de una verdadera masculinidad.
Por otro lado, los defensores podían referirse a actos impulsivos del denunciado
para explicar sus actos de violencia. Así, muchos fueron expuestos ante los tribunales
como hombres rústicos, sin inteligencia ni educación, pasionales, que actuaban por
instinto animal. Otros, eran disculpados por actuar en venganza en contra de otro
hombre, siendo en estos casos el blanco la mujer. Pero, comúnmente, la justicación
más alegada era la embriaguez, pues muchos de estos imputados recurrieron a un
supuesto estado de inconsciencia cuando cometían el crimen producto de la bebida.
De igual forma, podían enfocarse en desprestigiar a la víctima negando el estupro,
desacreditando su testimonio y añadiendo una “mala conducta” cuando salían solas,
cuando no mantenían el recato o el recogimiento, cuando se les veía libremente
por las calles, pulperías y el río. Este desprestigio estaba referido con normativas
de comportamiento de mujeres honradas, por tanto, su falta, era suficiente para
calificarla con el sinónimo de prostituta y por eso sin honra que defender.
Posteriormente, completado todos los demás pasos, se procedía a hacer una acu-
sación formal sobre el caso. Los scales consideraban este tipo de crímenes como
atroces y deshonrosos, pero mucho más cuando existía en él la agravante de la poca
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edad de la víctima, ya que era “un mal irreparable”. El criminal que cometía este
tipo de actos era considerado un hombre entregado al vicio (bebida), pasional (que
no controlaba sus impulsos sexuales) y corrompido que no respetaba las normas
sociales y a Dios. En 1855, por ejemplo, Fernando Monsalve estaba enfrentando un
proceso por haber estuprado a su sobrina María de los Santos Monsalve de 14 años
de edad, en la acusación, el scal Crispín Arias consideró que aquel era culpable del
crimen por haber elementos sucientes que lo acusaban, así como considerarlo “...
un hombre que no se le conoce ocio constante, en una palabra que está entregado
al ocio, germen fecundo de las malas acciones en el hombre” (AGEM), 1852, f.15r.).
Se puede apreciar que había ciertos fundamentos que circulaban como justi-
cativas tanto en la defensa como en la acusación, ejemplo de ello es la vagancia y la
embriaguez. Tanto para abogados de defensa como para los scales estas caracte-
rísticas presentes en el acusado podían servir de atenuantes o agravantes, siendo
que muchas veces su existencia superaba la gravedad del propio crimen que se
estaba juzgando. Justamente, muchos acusados escaparon de los castigos gracias a
la comprobación de estas evidencias.
3.8. Las sentencias
La sentencia era el último paso seguido en los procesos. Así, se observa en la
tabla 21 que en el total de los casos que llegaron a algún desenlace, en (34%) los
acusados fueron absueltos, mientras que sólo (20%) fueron condenados. Al mismo
tiempo, se incluyen otros tipos de resoluciones como procesos cortados, fuga, pro-
ceso incompleto, matrimonio y reparo con (46%). Especícamente, se advierte que
en los casos donde hubo más condenaciones fue en los casos de estupro de menor,
aunque el número de absueltos también fue alto. En los raptos, pocos de los acu-
sados fueron condenados a algún tipo de pena de privación de libertad y donde se
muestra mayor impunidad es en los casos de violaciones, donde muchos acusados
fueron absueltos y otras causas fueron cortadas o están incompletas.
Las condenas por su parte iban desde 15 días de trabajo y destierro, hasta un
máximo de 6 años de trabajo-servicio, o 5 años de prisión. Las condenas más fre-
cuentes fueron las de 4-5 años de prisión, y esto ocurrió sólo en los casos de estu-
pro. Por demás, las condenas incluían el pago de las costas del proceso, así como
los curativos médicos para la víctima. Los raptos evidencian un tipo de resolución
que podría ser considerada como un castigo, y es el matrimonio o reparo (dote). Los
acusados muchas veces preferían aceptar un matrimonio obligado que permanecer
en la cárcel. Este tipo de resolución, sorprendentemente se evidenció también en los
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casos de estupro, donde, por ejemplo en un proceso se exigió el matrimonio de una
víctima de 12 años con su agresor de 15, el matrimonio nalmente no se llevó a cabo
ante la negativa de la madre, pero mucho más por la recomendación de un cura que
consideró a la víctima como falta de entendimiento. En otro caso, un teniente que
estupró una víctima menor, se vio en la obligación ante la amenaza de la madre de-
nunciante de ventilar el asunto y él perder su cargo, de dotar a la niña con 300 pesos
y con ello la madre compró una casa.
Tabla 21. Resoluciones de los casos de estupro, rapto y fuerza en mérida (1786-1863).
RESOLUCIÓN ESTUPRO DE MENOR RAPTO FUERZA TOTAL
Condenaciones 33% 10% 0% 20%
Absoluciones 37% 28% 38% 34%
Otras resoluciones 30% 62% 62% 46%
TOTAL 100% 100% 100% 100%
Fuente: AGEM. Fondo de Escribanías Notariales. Materia Criminal.
“Estupro, rapto y fuerza
”.
Sin embargo, en la mayoría de los casos se distingue la falta de castigo para los
acusados, pues los jueces preferían, ante la duda (dejada por la víctima o por la falta
de pruebas), exonerarlos. En 1855, Pedro J. Cordero, absolvió a Fernando Monsalve
del estupro cometido contra su sobrina María de los Santos sentenciando que “...
desgracia es a la verdad que ciertos delitos queden impunes por falta de prueba,
pero mayor sería el número de inhumanas injusticias que lamentará la sociedad,
en el foro fuera permitido librar un fallo sin la suciente demostración del delin-
cuente”. (AGEM, 1855, f.18r.). Ante la incertidumbre de la culpabilidad preferían la
absolución, pues “...pierde la sociedad un hombre”.

Se hace evidente que este tipo de crímenes sexuales fueron delitos que se co-
metieron con mucha frecuencia pero que fueron raramente denunciados, pues en-
volvían la vergüenza que la víctima sentía al hacerlo público y al ser muchas veces
juzgada más que protegida. Precisamente, el estupro o la violación fue y sigue siendo
un delito que pune doblemente a la víctima, pues la revictimiza cuando cuestiona
su posible correspondencia en el acto. De esta forma, se entiende que los casos
aquí analizados denotan crímenes que fueron cometidos con violencia (más que por
seducción) contra mujeres en estado de vulnerabilidad que se encontraban solas y
desprotegidas cuando fueron atacadas por hombres que no les eran desconocidos.
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Al mismo tiempo, persiste una característica de este tipo de casos y esto tiene
que ver con la arbitrariedad con que los jueces de la época determinaban las sen-
tencias que de forma general reejan el alto grado de impunidad a la que estaban
expuestas las víctimas. No obstante, en los casos estudiados, se percibe que las
autoridades fueron mucho más incisivas en los procesos que envolvían víctimas de
tierna edad, ya que consideraban que las mismas no tenían la capacidad suciente
para defenderse y mucho menos para consentir un acto sexual y por ello, sus ata-
cantes fueron, en comparación con otros delitos hallados, más punidos.

Archivos
1796. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 3.
1805. Archivo General del Estado Mérida.). Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 5.
1822. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 7.
1823. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 8.
1835. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 7.
1839. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 10.
1844. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 6.
1846. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 11.
1850. Archivo General del Estado Mérida. Materia Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”.
Causa 13.
1852. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 6.
1853. Archivo General del Estado Mérida. Fondo de Escribanías Notariales. Materia
Criminal, “Estupro, rapto y Fuerza”. Causa 10.
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Ediciones Cátedra.
Universitat de Valencia. Instituto de la Mujer. Traducción de Alicia Martorell. Ma-
drid.
ISSN 2660-9037
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
NIÑAS EN PRIVACIÓN DE LIBERTAD
Alves de Oliveira Jailton*
RESUMO
A partir das meninas encarceradas na Casa de Detenção do Rio de Janeiro, entre os anos de 1850 e 1889, o artigo
objetiva entender as condições dispensadas para elas nos estabelecimentos brasileiros do período. Para tanto,
analisamos tensões, resistências, pers e a insistência em prender majoritariamente pobres, pretas e analfabetas.
No horizonte teórico-metodológico, operamos com as noções de disciplina propostas por Michel Foucault (2005),
além de apresentar uma análise qualitativa. Nesse foco, os conceitos de menoridade e meninas também foram
abordados. As fontes utilizadas foram processos criminais, relatórios do Ministério da Justiça e Livros de Matrículas.
O artigo se justica na medida em que se distancia de representações forjadas para elas, como débeis, passivas ou
que só cometiam crimes por amor ou paixão, conforme apregoado pelo cienticismo oitocentista.
Palavras-chave:
Infância. Narrativas. Encarceramento.
GIRLS IN PRIVATION OF FREEDOM
ABSTRACT
From the girls incarcerated in the Detention of House in Rio de Janeiro, between 1850 and 1889, this arti-
cle aims to understand the conditions given to them in Brazilian establishments of the period. To do so, we
analyzed tensions resistances, proles and the insistence on arresting mostly poor, black, and illiterate peo-
ple. In the theoretical-methodological horizon, we operate with the notions of discipline proposed by Michel
Foucault (2005), in addition to presenting a qualitative analysis. In this focus the concepts of minority and girls
were also addressed. The sources used were criminal proceedings, reports from the Ministry of Justice and
Enrollment Books. The article is justied insofar as it distances itself from representations forged for them, as
weak, passive or who only committed crimes out of love or passion, as proclaimed by 19th century scientism
Keywords:
Childhood. Narratives. Incarcerations.
RESUMEN
A partir de las niñas encarceladas en la Casa de Detenção de Río de Janeiro, entre lós años 1850 y 1889, el artículo tiene
como objetivo compreender las condiciones que les fueron dadas em los esbablecimientos brasileños en la época.
Para ello, analizamos tensiones, resistencias, perles y la insistencia em detener a personas en su mayoría pobres,
negras y analfabetas. Em el horizonte teórico-metodológico, operamos com las nociones de disciplina propuestas por
Michel Foucault (2005), además de la presentar un análisis cualitativo. Em este enfoque también se abordaron los
conceptos de minoria y niñas. Las fuentes utilizadas fueron expedientes penales, informes del Ministerio de Justicia
y Libros de Matrícula. El artículo se justica en la medida en que se distancia de las representaciones forjadas para
ellas, como débiles, passivas o que sólo deinquen por amor o pasión, como proclamaba el cienticismo do Siglo XIX.
Palabras clave:
Infancias. Narrativas. Encarcelamientos.
* Jailton Alves de Oliveira. Historiador, doutor em Educação pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ)
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
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
No dia 7 de abril de 1885, Laurinda, preta liberta, 15 anos, solteira, ocupada nos ser-
viços da roça, analfabeta, natural do Rio de Janeiro, foi acusada de matar a sua lha de um
ano de idade enquanto voltava para casa. Foi presa e mandada para a Casa de Detenção.
Em princípio, ela negou o crime. No entanto, um vizinho, José, 51 anos, pardo, analfabeto,
ocupado dos serviços da roça, disse tê-la visto enterrando uma criança nos arredores da
casa. Disse ainda que chamou a polícia, que desenterrou a criança. Ela foi encontrada
sem camisa, mãos atadas com retalhos de pano, enterrada em um caixão de madeira
rodeado de ores. Em sua defesa, a jovem disse que no dia em questão havia se perdido
quando voltava para casa; que sua lha começou a chorar e, sem saber o que fazer, deu
algumas pancadas nela. Mas percebeu que algo tinha acontecido porque a menina pa-
rou de respirar. Disse ter cado desesperada porque percebeu que tinha matado a lha.
Prosseguiu o caminho com a criança em seu colo. Quando chegou em casa, resolveu
enterrá-la. Por m, pediu perdão a Deus e ao subdelegado, pois tinha sido sem intenção
alguma, pois era muito nova e não sabia lidar com crianças. Armou que não sabia ter
cometido um crime. Foi absolvida (BRASIL, 1885, cód. 1129, reg. 11000, nº 11791).
Laurinda passou três meses na Casa antes de ser julgada e posta em liberdade.
Nesse tempo, ela conviveu com outras meninas também pobres, solteiras, analfabe-
tas; pardas, negras, fulas, pretas, morenas claras ou escuras, que se ocupavam de
serviços, como lavar, cozinhar, costurar e passar. Mas havia também vendedoras,
carvoeiras, escravas ao ganho, doceiras, criadas de hotel, entre outras. Se envolve-
ram em crimes, como roubo, furto, adultério, vadiagem, briga, insulto, andar vestida
de homem, assassinato, envenenamento, sonegação, dívida de aluguel, infanticídio,
entre tantos outros. Camada populacional tida como desvio, infame, que, por conta
do analfabetismo, não deixou registro do cotidiano vivido. Dessa forma, nossas pala-
vras se fundem as de Michel Foucault quando arma que são vidas “infames, que só
puderam deixar rastros a partir do momento do contato instantâneo com o poder”
(FOUCAULT, 1996. p.72). Hipótese que pode ser comprovada quando observamos
as elites dirigentes do Brasil oitocentista criminalizar a pobreza, conforme consta nos
artigos 295 e 296 do Código Criminal (1830), após a ruptura polícia de Portugal e a
necessidade de idealização de uma nação, amparada por um estado nacional forte
e conciliador. Nesse caminho, a criminalização esteve imbricada com a necessidade
de manter uma camada populacional trabalhadora, ordeira e disciplinada. Para tan-
to, fazia-se necessário identicar, classicar e denir que pertenceria ao mundo da
Professor colaborador e e pós-doutorando em Educação pelo Programa de pós-graduação em Educação da Uni-
versidade Federal do Espírito Santo, Brasil (PPGE/UFES). O argo conta com fomento da Fundação de Amaro à
Pesquisa do Espírito Santo (FAPES/CAPES).
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ordem e quem estaria no mundo da desordem, conforme o historiador e professor
Ilmar Mattos (1987). Mundos, portanto, bem denidos, identicados e hierarquiza-
dos. Ainda segundo o professor, o mundo da ordem seria representado pelas elites
dirigentes do país, responsáveis pela criação da civilidade e trabalho. Por seu turno,
o mundo da desordem seria representado pela ociosidade, vadiagem. Pobre, analfa-
beta e preta, Laurinda era uma perigosa em potencial.
Na instituição, Laurinda foi jogada em uma sala úmida, suja e superlotada onde se
encontravam as meninas e mulheres. No entanto, durante o expediente, conviveu com
homens e meninos, pois, como as demais prisões do país, o lugar era misto, superlotado
e fétido. Condições quer perduraram por todo o Oitocentos. Ministros, juízes, médicos,
advogados, senadores, deputados e outros promoveram embates e debates a respei-
to das condições das meninas e mulheres encarceradas sem que nada de substancial
fosse feito. A retórica predominante era a de que como dóceis, religiosas e humildes,
elas se adaptariam melhor ao ambiente prisional misto, por exemplo. Não por acaso as
determinações legais davam conta de que deveria haver espaço especíco para elas no
interior dos cárceres. O que não ocorreu. Ademais, guardadas especicidades temporal
e espacial, meninas e mulheres ainda convivem em ambientes mistos, sujos e superlo-
tados. São expostas a abusos, superlotação e maus tratos nos 436 estabelecimentos
prisionais espalhados pelo país, onde apenas 103 são destinados para elas, 238 são
mistos e 1070 destinados para eles, conforme dados do Levantamento Nacional de In-
formações Penitenciárias para Mulheres (INFOPEN-MULHERES, 2019). Nos arriscamos a
dizer que convivemos com aspectos de continuidades de tempos pretéritos.
Para dar conta, as fontes utilizadas foram processos criminais, Matrículas de De-
tentos e Detentas e relatórios ministeriais. Embora não sejam espelhos da realidade
vivida por elas, essa documentação jurídico-judiciária contribui para análises do coti-
diano dessas meninas e suas imbricações com os poderes policial, judiciário e jurídico.
Diante dessas tensões, nos questionamos a respeito de como eram as condições
dispensadas para Laurinda e as demais meninas no interior da Casa de Detenção e,
no limite, das demais prisões do país. Para tanto, como observado, no horizonte teóri-
co-metodológico, as noções de disciplina, formuladas por Michel Foucault (2005), nos
ajuda a pensar a respeito da ordem na cidade e a consequente prisão de milhares de
meninas pobres, pretas e analfabetas. Disciplina que contribuía para a (re) organização
dos espaços geopolíticos da cidade, bem como dos comportamentos dessas meno-
res. Outrossim, outra preocupação metodológica foi referente às vozes dessas meni-
nas. Como identicá-las em meio a discursos masculinos, responsáveis pela produção
e disseminação dessas normatizações legais? Nesse caminho, ainda seguindo os pas-
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sos de Foucault (2005), tentamos desnaturalizar os documentos. Ou seja, mapeamos
enunciados, vácuos, conexões estratégicas, permanências e descontinuidades.
Assim como no caso da Laurinda, a vida de milhares de meninas estiveram e, no
limite, ainda estão, repletas de tragédias. Abandonos, violências cotidianas, venda
de crianças cativas, maus tratos, abusos sexuais, doenças, queimaduras e fraturas
sofridas no trabalho escravo ou operário foram situações comuns entre as crianças
do Brasil oitocentista. Histórias que fazem emergir imagens de autoritarismos e in-
dignidades impostas por adultos às crianças. Por outro lado, no entanto, a luta pela
sobrevivência tornou ainda mais complexa as percepções a respeito dessas meni-
nas, de diversas idades, cores e condições sociais que, longe de estarem recolhidas
ao espaço da casa, na gestão da vida doméstica e da família, assujeitadas por lógicas
patriarcais, desempenharam outras funções sociais. Muitas dessas representadas
sob o signo do delito e da infração, invertendo assim o papel social da inferioridade.
O texto foi articulado em três momentos. No primeiro, apresentamos discussões
a respeito do conceito de menor no tempo-espaço privilegiado. Em seguida, como
a criminalização da ociosidade proporcionou aumento de meninas encarceradas. A
última parte relaciona-se às condições dispensadas paras meninas encarceradas.

No dia 30 de janeiro de 1889, Maria Luísa Carolina, menor, 17 anos, costureira, par-
da, 1,47m, analfabeta, solteira e Marlene, 16 anos, menor, engomadeira, parda, anal-
fabeta, 1,52m, foram presas por terem sido encontradas brigando na rua. Durante a
briga, Maria pegou uma faca e cortou o rosto e braço da Marlene, que cou quase um
mês no hospital. A briga teria iniciado porque Maria desconou que Marlene estava de
caso com o seu amásio, Juvenal, 18 anos, preto, trabalhador de roça, analfabeto. Ma-
ria Luísa foi condenada a um ano de prisão por tentativa de homicídio. Marlene cou
alguns meses presa e depois liberada. Não foi acusada de nada (BRASIL, 1889, código
129, registro 1132, número 107). Não é fácil utilizar processos criminais como fontes
históricas. Não como saber se as situações encontradas nos processos ocorreram
realmente. Seguindo os passos da Antropóloga Mariza Corrêa (1983), que usa o termo
fábula para se dirigir aos processos, devemos atentar para o fato de que essas versões
foram propostas pelos agentes do direito, que aceitaram ou não determinados fatos
como reais e, assim, legitimaram legitimar as decisões jurídicas sobres os acusados.
Outro cuidado é para entender até que ponto esses documentos substituíram uma
realidade por versões contadas. Portanto, não há mais a possibilidade de reviver esses
fatos através desses processos. Por outro lado, no entanto, sabemos que essas meni-
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nas viveram modestamente em áreas pobres da cidade, se envolveram em crimes e,
nessas relações, participaram do mundo jurídico da cidade. Nuances que nos possibi-
litam adentrar no tema da criminalidade dessas menores.
Como observado, as jovens em questão tinham entre 16 e 18 anos. Maria Luísa foi
responsável criminalmente pelo seu ato. Como as prisões eram espaços mistos, ela foi
cumprir pena ao lado de outras menores, mulheres, meninos e homens. Sabemos que
a maioridade civil começava aos 21 anos. E qual era, então, a idade para que tivessem
alguma responsabilidade penal sobre os seus atos? Excetuando o caso dos cativos, no
primeiro código penal brasileiro (BRASIL, 1830) encontramos três períodos de idades
antes dos 21 anos. Em primeiro lugar, os menores de 14 anos foram dessa responsa-
bilidade penal. Mas caso fosse provado que agiram com discernimento, se tiveram a
capacidade de entender a gravidade do ato, eram mandados para cumprir pena na
Casa de Correção. No entanto, esse período não poderia exceder a idade de dezessete
anos. Segundo, aos maiores 14 e menores de dezessete anos, o juiz poderia aplicar
a pena de cumplicidade, caso julgasse necessário. Ou seja, punir alguém que tivesse
ajudado outrem a praticar crime. Terceiro, os maiores de dezessete e menores de vinte
um gozariam da atenuante da menoridade. Ou seja, não estariam sujeitos à imposição
de penas drásticas, como as de galés (CÓDIGO CRIMINAL, 1830, artigos 10º & 13º).
Determinações confundiam mais do que ajudavam. Por exemplo, o que era agir
com discernimento? Como ter certeza de que menores agiram com discernimento?
Em primeiro lugar, procuramos saber o que o termo signicava naquele tempo-espaço
histórico. Recorrendo a dicionários, encontramos “a faculdade que a pessoa tinha de
conhecer e distinguir o bom do mau e o verdadeiro do falso” (SILVA, 1813, p.767;
PINTO, 1832, p. 821). Segundo Londoño (1996), no entanto, esse critério contribuiu
para condenações indiscriminadas. Ao produzir dicotomia na hora do julgamento, o
sistema penal acabava por tratar crianças como adultos. Fato incoerente porque a
pessoa cava submetida ao pátrio poder até os 21 anos, maioridade civil, mas a sua
responsabilidade penal era iniciada bem mais cedo, ou seja, aos 14 anos. Na prática,
essas idades acabavam mesmo por antecipar a entrada da criança na vida adulta.
Tensões que nos aproximam de Philippe Ariès (1980), quando sugere um surgimen-
to tardio da noção de infância nas sociedades ocidentais. Diculdades que aparecem
no momento que se tenta denir termos, como menor, usada no processo para denir
Maria Luiza e Marlene, criança, menina e menino. Nos dicionários, os signicados são
variados. Por exemplo, o termo criança podia signicar “cria da mulher; a cria da abelha;
algo que começa a ter asas; árvores ainda novas; criação, educação muito pequeno;
muito moço; idade do menor; estado do menor; a que se dá ao curador ou tutor” (PIN-
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TO, 1832, p. 710). Menor: “a idade do menino que ainda não fala; meninice; princípio; in-
fância do mundo, da fé, da religião; abelha nova; pequenino; menos grande; mais moço;
lho menor; o que está em idade de receber curador por morte do pai.” (SILVA, 1813,
p.740; PINTO, 1832, p. 517). Focando somente no termo menina: “fêmea de tenra idade;
menina dos olhos; pupila; aia das infantas” (SILVA, 1813, p.677). Menino era o que se
dizia do “homem ou mulher até a idade de sete anos” (PINTO, 1832, p. 710).
Embora indicassem início de uma determinada etapa da vida humana, essa demar-
cação era ainda muito imprecisa. Conforme Londoño (1996), o próprio limite cronoló-
gico da infância permaneceu controverso. Assim, a ideia de discernimento teve mesmo
o intuito de criminalizar uma população infantil pobre e tida como desvio. Não muito
diferente foi a história das crianças negras e cativas que iniciavam na labuta antes mes-
mo de completar os sete anos de idade, enquanto crianças brancas, pertencente às
elites, eram destinadas para os estudos. Ao analisar a família escrava da Bahia oitocen-
tista, Mattoso (1991) identicou que as idades de vida que correspondiam às categorias
de infância, adolescência, idade adulta e velhice eram as mesmas para as populações
livres e escravas. Por outro lado, a criança branca livre, e até mesmo a criança de cor e
livre, poderia ter seu ingresso na vida adulta protelada; e a criança escrava, que tivesse
atingido certa idade, era encaminhada para o mundo do trabalho. Momento esse em
que o lho ou lha da escrava deixava de ser criança negra ou mestiça para se tornar
uma força de trabalho. Portanto, no que tangia o período da infância, houve uma dife-
renciação para escravos e livres. Ao analisar as contradições relativas à mendicância na
Salvador oitocentista, Fraga Filho (1996) constatou que as crianças de famílias pobres,
livres ou libertas também eram integradas ao mundo do trabalho desde os sete anos,
quando eram direcionadas para o aprendizado de ofícios ou comércio ambulante. Des-
sa forma, como sugere o autor, o ingresso no trabalho compulsório, com o m precoce
da infância, não foi exclusividade dos meninos escravos.
Para essas meninas pobres, a realidade era dura e cruel. Ao circularem pelos
becos e vielas, fossem em busca de ocupação ou mesmo labutando, tidas como
espectros de periculosidade, eram sistematicamente conduzidas para alguma de-
legacia sob o pretexto de averiguação. O que remete ao fato da criminalização da
ociosidade. Tensões que veremos a seguir.
OCIOSIDADE 
Carolina Marcolina Maria, natural de Macaé, 15 anos, solteira, analfabeta, lava-
deira, preta, trajava um vestido de chita quando foi presa por tentar assassinar seu
amásio, João Gomes, com um disparo de arma de fogo. Ela passou vinte e dois dias
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presa antes de ser solta a m de aguardar o julgamento em liberdade. Meses de-
pois, foi absolvida (BRASIL, 1878, cód. 11509, reg. 21718, 1107). No ano de 1873,
Francelina Maria, 14 anos, preta, solteira, analfabeta, escrava, cozinheira, passou seis
meses presa antes de ser inocentada do crime de tentativa envenenamento da sua
senhora, dona Maria Soares Francisco da Costa, que faleceu dias depois (BRASIL,
1873, cód. 12509, reg. 11718, 1207). No dia vinte e quatro de agosto de 1872,
Cecília Almano, paraguaia, solteira, 15 anos, branca, analfabeta, criada, foi presa por
tentativa de envenenamento da sua senhora, dona Maria Francisca (BRASIL, 1872,
cód. 626, reg. 3932, nº 4723). Após três meses de prisão, foi julgada e absolvida.
Em outubro de 1878, Leopoldina, preta, 15 anos, analfabeta, foi presa porque se
encontrava caminhando tarde da noite, carregando a sua lha no colo. Na delegacia,
contou a Luiz Pedro Drago, subdelegado, que desconhecia o seu endereço, era livre
e, por isso, podia caminhar a qualquer hora do dia ou da noite. Disse ainda que “vivia
do vício da embriaguez, andava pelas ruas e se dava também à prostituição” (BRASIL,
1870, número 1759, maço, 2282, p.237). Após alguns dias presa, foi solta e enviada
para ser cuidada pelo subdelegado Luiz Drago. No entanto, fugiu dias depois. Quase
um ano depois, foi encontrada na casa da dona Maria Luiza Berenger, onde trabal-
hava nos serviços domésticos. Interrogada, disse que ia sair de lá porque era bem
tratada pela patroa (BRASIL, 1870, número 1759, maço, 2282). Esses são apenas
alguns exemplos de casos encontrados onde as meninas foram rés. Até o momento,
cento e dois processos sobre elas foram lidos e analisados.
Como observado, em virtude dos maus tratos provocados por suas senhoras, Fran-
celina Maria e Cecília Almano resolveram fazer justiça com as próprias mãos. Leopoldi-
na saiu de casa, foi presa, enviada para casa de estrado, fugiu e encontrou outro lugar
para morar e trabalhar. A despeito do que tenha de fato acontecido, são narrativas
de meninas consideradas perigosas, que afrontaram o sistema judiciário. Sob essas
tensões, elas optaram por outras formas de existências distantes das idealizadas para
elas, como dóceis, passivas ou histéricas. Resistência, portanto, como sinônimo de
criação de outras perspectivas, conforme sugere Foucault (2005). Portanto, esses jo-
gos de sobrevivência contribuem para o afastamento da noção de que a história da
criança se faz à sombra da dos adultos, no Brasil oitocentista. Vislumbram o papel
que elas desempenharam em espaços marcados por suas especicidades nos mais
variados lugares de convivência. Majoritariamente analfabetas, são meninas que não
receberam instrução dita formal. Algo mais do que comum no Brasil oitocentista.
Embora dezenas de meninas tenham sido presas por motivos, como envenena-
mento, tentativa de homicídio, infanticídio, homicídio, furto, briga, andar vestida de
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homem, dívidas, encontradas em orgias, entre tantos outros, a vadiagem foi o prin-
cipal motivo das detenções. Entre os meses de abril e novembro de 1881, Romana
Rogéria da Conceição, 16 anos, preta, solteira, engomadeira, analfabeta, foi presa
sete vezes. Seus delitos: vadiagem, desordem, embriaguez e suspeita de ser escrava
fugida (MATRÍCULAS DE DETENTOS E DETENTAS, 1881; LL-08). Todos, portanto, rela-
cionados à ordem pública. Balbina ou Balbina Maria da Glória foi a menor que mais
frequentou a Casa. Preta, natural do Rio de Janeiro, 15 anos, solteira, lavadeira, anal-
fabeta, 1,49 m, rosto redondo, orelhas grandes, nariz grande e sobrancelhas pretas,
foi presa dez vezes. Motivos: vadiagem, embriaguez e desordem (MATRÍCULAS DE
DETENTOS E DETENTAS, 1880, LL-07; 1882, LL-09). Até o momento, não temos como
precisar o número de meninas detidas nas diferentes prisões da cidade. No entanto,
quanto à Casa de Detenção da corte, suspeitamos que o número ultrapasse à casa
de duas mil meninas. Isso é possível devido às análises realizadas em dezenas de li-
vros de registros de detentos e detentas. Entretanto, esse número de detentas pode
ser maior, conforme estudos de Oliveira (2019).
Vadiagem, embriaguez e desordem foram os motivos principais das prisões. De-
litos, portanto, relacionados à ordem e moral públicas. Criminalizada pelo artigo 295
do Código Criminal (1830), a vadiagem era sinônimo de ociosidade e desordem. Vol-
tando aos dicionários oitocentistas, o termo vadio é apresentado como aquele que
“não tem amo, ou senhor com que viva, nem trato honesto, negócio, ou mister, ou
ofício, emprego, nem modo de vida nem domicílio certo; vagabundo e, portanto, sem
domicílio certo” (SILVA, 1813, p.875). Poderia ser também o “que não tinha ofício; o
vagabundo” (PINTO, 1832, p. 654). Por seu turno, o termo ocupação estava associa-
do ao “emprego do tempo em algum trabalho, negócio, estudo, exercício; ofício e
modo de vida decente” (PINTO, 1832, p. 726). Essa criminalização da ociosidade es-
teve imbricada com representações forjadas a m de adestrar os comportamentos
desses seres. De acordo com o historiador Ilmar Mattos (1987), no Brasil, a segunda
metade do século XIX foi marcada especialmente pela ação do estado Nacional so-
bre os demais componentes sociais. Em defesa dessa sociedade, as representações
forjadas a respeito da criação de uma nação nos trópicos perpassavam a necessi-
dade de produção de um povo pobre que devia ser unido por signos de identidade.
Composição social vinculada às verdades e formas jurídicas produzidas por esse
estado, que deveria ser o responsável pela produção e disseminação das represen-
tações referentes ao que estariam sob as égides do legal e normativo. Nessa ideali-
zação dessa nação chamada de Brasil, a ordem da lei atuaria por meio de um poder
essencialmente punitivo, que agiria através da exclusão e imposição de barreiras.
Por seu turno, a norma visaria prioritariamente à prevenção da virtualidade, embora
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pudesse incluir momentos repressivos em suas táticas. A partir da regulação, as pes-
soas seriam adaptadas à ordem do poder, sobretudo pela produção de caracterís-
ticas igualitárias, bem como pela abolição das condutas inaceitáveis. Nesse sentido,
vadias, ébrias e desordeiras eram as inimigas sociais, posto que a moldura jurídica
brasileira oitocentista estabeleceu uma espécie de judicialização da vida. Nesse ideal
de sociedade, o trabalho era desprezado e visto como coisa para escravo. Por seu
turno, o ócio estaria disponível apenas para os homens da boa sociedade, repre-
sentada pelas elites, responsáveis pela partilha dos códigos de valores e comporta-
mentos modelados na concepção europeia de civilização, conforme salientado pelo
historiador Ronaldo Vainfas (2002). Portanto, todo o desvio dessa ordem devia ser
punido e o infrator reiterado ao padrão dito dominante. Assim, a aceitação des-
sa realidade acabava por dar signicado ao mundo social, legitimando-o e tendo-o
como natural e espontâneo, conforme sugerido por Pechman (2002).
Discursos que passavam também pelo plenário da Câmara dos Deputados. Em
seu discurso, a respeito das propostas acerca do m da escravidão, o deputado
Perdigão Malheiros ressaltou a importância de conter os arruaceiros, desocupados,
ociosos e vadios, que eram muitos e perambulavam livres pelas ruas do país. Adver-
tiu aos colegas de que a sociedade não precisava de mais desocupados e, portanto,
havia necessidade de reforçar as forças policiais a m de poderem prevenir crimes
em potencial (BRASIL, 1871). Preocupações presentes também na fala do Imperador,
D. Pedro II, quando da inauguração dos trabalhos da Câmara dos Deputados do
ano de 1889. Alertou os parlamentares a respeito da importância em disciplinar os
que incidiam em condutas desordeiras ou vadias, pois esses comportamentos eram
entendidos como movimentos que poderiam conduzir a uma ruptura com a ordem
social. Para tal, se fazia necessário que os parlamentares se ocupassem também em
melhorar a organização judiciária e reprimir a ociosidade (BRASIL, 1889).
Diante desse quadro, não ca difícil imaginar que os cárceres do país estavam reple-
tos de meninas não brancas, analfabetas e pobres (livres libertos e escravos). Ao anali-
sar os documentos, tomamos ciência de que havia meninas pretas fulas, fulas, morenas,
cabras, pardas escuras, pardas claras, caboclas, acabocladas e, em menor número, as
brancas. Meninas solteiras eram a maioria (MATRÍCULAS DE DETENTOS E DETENTAS,
1860-1889). Em função dos valores cobrados, não é de estranhar a diculdade de as
pessoas pobres realizarem matrimônios, conforme Grinberg (2008). A maioria se decla-
rou lavadeira. As demais disseram ser costureiras, cozinheiras, carvoeiras, criadas de ho-
tel, doceiras, quitandeiras, alugadas (no caso de cativas), ocupadas em serviços de roça
e domésticos (MATRÍCULAS DE DETENTOS E DETENTAS, 1860-1889). Intriga o número
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elevado de lavadeiras, posto que, desse total, mais da metade foi detida por vadiagem,
embriaguez e prostituição. Ou seja, infrações associadas à desordem urbana. Lavadeiras
não podiam ser presas por esses motivos? O que isso tem haver? Diferentemente das
ocupadas em outros serviços, que tinham o deslocamento limitado ao trajeto para o tra-
balho, as lavadeiras tinham quase que livre acesso às vielas e becos da cidade quando,
por exemplo, se deslocavam até os chafarizes. Assim, enganando os policiais, poderiam
conseguir dinheiro extra na prostituição,mendigar ou vigiar as alcovas enquanto suas
senhoras se deleitavam em braços e camas de amantes, como informou Maria Eduarda,
22, negra, analfabeta, natural de Pernambuco, que declarou ser lavadeira, mas confes-
sou que atuava mesmo como prostituta. Foi presa três vezes por esse motivo e uma
vez por servir de olheira para sua senhora, enquanto esta estava na casa do primo do
marido (MATRÍCULAS DE DETENTOS E DETENTAS, 1887, p. 131).
desconança de que meninas entraram grávidas ou pariram no interior des-
ses estabelecimentos. Em uma de suas visitas à Casa de Correção, o cronista Ernesto
Senna informou que havia uma prisão para as crianças, que cava do lado de fora
do estabelecimento, e que havia um parque para elas brincarem (SENNA, 1907). Até
o momento, entretanto, não há outros documentos que ajudem a corroborar com
essa informação. No entanto, nos deparamos com registros de meninas, como Au-
gusta, seis anos, solteira, sem ocupação, rosto comprido, parda, lha da detenta Vi-
cência, que trajava vestido de anela branca quando foi registrada no dia 27 de maio
de 1877. Saiu 29 dias depois (MATRÍCULAS DE DETENTOS E DETENTAS, 1881, LL-11,
p.71). Maria, três anos, solteira, sem ocupação, parda, rosto comprido, natural do Rio
de Janeiro, que cou dez dias na prisão (MATRÍCULAS DE DETENTOS E DETENTAS,
18778 LL-09, p.179). A lha da detenta Assinira, com um mês de idade, branca, olhos
pardos, nariz regular, cabelos pretos, passou 14 dias no estabelecimento prisional
(MATRÍCULAS DE DETENTOS E DETENTAS, 1878, MD-LL-09, p.247). A despeito de
terem ido visitar suas mães ou serem presas, são histórias de crianças que enfrenta-
ram a dura realidade das prisões da capital da corte. Da mesma forma, encontramos
menores de quatorze anos, que não seriam julgados criminosos, independente da
capacidade de discernimento, como visto anteriormente, como Julia, 9 anos, pre-
ta, lavadeira, analfabeta, foi presa por vadiagem juntamente com sua mãe, porque
caminhavam tarde da noite pelas ruas. Foram liberadas dez dias depois (MATRÌCU-
LAS DE DETENTOS E DETENTAS, 1881, LL-11, p.71). O mesmo ocorreu com Orora
Deolinda Maria Luiza, 9 anos, solteira, fula, olhos pretos. Ela e sua mãe, Deolinda
Maria Luísa, 28 anos, lavadeira, preta, natural de Magé, foram presas por vadiagem.
Foram libertas após doze dias (MATRÍCULAS DE DETENTOS E DETENTAS, 1881, LL-11,
p.157). Portanto, houve distanciamento entre normas e práticas
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Ao caírem na malha na do poder jurídico-policial da época, elas eram enviadas
para espaços prisionais fétidos e superlotados. Um desses era a Casa de Detenção
da Corte.

Ao direcionar as lentes para as condições dispensadas para elas, nos deparamos
com um quadro deplorável. No ano de 1873, o então chefe de polícia declarou que
as cadeias da cidade e das demais províncias do país eram precárias. Para ele, es-
tavam muito longe de satisfazerem ao preceito constitucional de dignidade (BRASIL,
1873). O ministro da Justiça, José Thomaz Nabuco de Araújo, relatou que os cárceres
brasileiros eram lugares danosos, condenados a “sepultar os seus vivos [...] sínteses
da miséria; lugares de repulsas. São masmorras horríveis [...] essas instituições bra-
sileiras excedem ao desprezo” (BRASIL, 1856, p.89). Em uma das visitas realizadas na
antiga prisão do Aljube, integrantes da Comissão de Inspeção relataram que doze
mulheres (livres e libertas) ocupavam um quarto apertado, úmido, escuro e com
restos de comidas e roupas espalhados pelo chão. No quarto das cativas, além des-
sas condições, o “ar era poluído por uma latrina que cheirava muito mal” (BRASIL,
1840, p. 18). Alguns anos depois, para concluir o curso de medicina na Faculdade
de Medicina da Bahia, o futuro Dr. João José Barboza d’Oliveira também visitou o
Aljube. Informou que onze mulheres (livres e libertas) dividiam uma sala pequena.
O interior era úmido, sufocante, paredes negras pela sujeira, teias de aranha, lama,
roupas sujas e estendidas pelo chão e uma latrina “a mais miasmática que encontrei,
ameaçando asxiar a qualquer que ali se demorasse por quatro horas” (d’OLIVEIRA,
1843, p.21). Constatou também que a alimentação era insuciente, pois era servida
uma vez ao dia somente. Na sala reservada para as cativas, se deparou com oito mul-
heres. Além de pequena, escura, úmida e suja, era povoada por roedores e insetos.
Em visita à prisão localizada no Forte Santo Antônio, ele constatou que também era
úmida, suja, escura, quente, tenebrosa e com um cheiro sufocante de cal e barro.
Para ele, na cidade do Rio de Janeiro não havia prisão que se achasse em condições
salubres. As localizadas em outras regiões da província estavam também em esta-
dos lastimáveis (d’OLIVEIRA, 1843). Em um dos seus relatórios, o médico e diretor da
Casa de Correção, José de Miranda Falcão, informou que a falta de lugar apropriado
para elas foi um dos entraves da sua gestão. No ano de 1874, por exemplo, sob a sua
gestão, elas cavam depositadas na sala que serviu de enfermaria da penitenciária e
que ameaçava desabar (BRASIL, 1874). Quase duas décadas depois, outro diretor re-
clamou que elas dividiam uma sala apertada e úmida com menores infratores (BRA-
SIL, 1889). Dezesseis anos depois, nos deparamos com outro diretor da Casa, agora
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Casa de Correção da Corte, Antônio Pereira, reclamando que elas estavam deposita-
das pessimamente em um velho barracão ao rés do chão, insalubre, escuro, úmido,
encostado perto das muralhas da penitenciária e prestes a desabar (BRASIL, 1905).
Os abusos eram comuns nesses espaços. Na tarde de 17 de março de 1881,
a coluna policial do jornal do Comércio (1881, pp.31-51) apresentou acusações de
arrombamento na cela das mulheres em uma das delegacias da cidade. Segundo as
informações, presos quebraram as paredes com objetivo de atacá-las. Segundo a
versão do diretor da Secretaria de Polícia da Corte, Francisco José de Lima, os guar-
das conseguiram interceptar os invasores antes que tivessem conseguido invadir
o local. Ao ser procurado, o responsável pela ordem na delegacia, o subdelegado
Paranhos conrmou o ocorrido, mas não soube dizer o que seria feito para prote-
gê-las. Anos depois, em 1884, no jornal O Fluminense (1884, pp.78), encontramos
João Francisco de Sá, cronista, publicando denúncias contra o administrador e poli-
ciais da Casa de Detenção de Niterói. Segundo a nota, para ns libidinosos, soldados
haviam abusado sexualmente das mulheres enquanto as levavam para o hospital.
Mas segundo o médico da Casa, Dr. Constantino Junior, o caso ocorreu no interior
do hospital e pelos guardas que faziam a segurança do lugar. Alguns dias depois, o
jornal reproduziu essa matéria, mas ninguém foi acusado formalmente. Procuramos
por edições posteriores, mas nada mais foi encontrado a respeito do assunto.
Em outras localidades, a situação também era precária. No relatório do administrador
da Casa de Detenção de Niterói, Luiz Nery da Silva, 1884, há informações quanto à neces-
sidade de melhorias nas instalações da instituição. Uma dessas era a construção de uma
nova ala, em formado de cruz, onde “[...] a menor parte deveria ser destinada para as mul-
heres” (BRASIL, 1884, p.812). Em outra ocasião, o mesmo diretor alertou aos subordinados
e demais presos que parassem de usar “a latrina utilizada pelas mulheres, pois estava can-
sado de mandar reformá-la [...]” (BRASIL, 1884, p.A.24). Nessa instituição, elas também não
tinham espaços especícos. Podiam ser acomodadas em salas que serviram de escritório
ou de enfermaria (BRASIL, 1884, p.S.23). Na principal cadeia da província do Amazonas, o
espaço para elas era arejado e composto por oito andares. No entanto, apenas uma sala
foi reservada para elas, que era escura e úmida, localizada no primeiro andar do prédio
(BRASIL, 1868). No ano de 1876, ao relatar as condições das prisões brasileiras, o ministro
da Justiça, Francisco Januário da Gama Cerqueira, apontava a cadeia de Ouro Preto, Minas
Gerais, como uma das poucas que conseguiam manter certa separação entre os sexos.
Entretanto, o chefe de polícia discordava. Para ele, a separação por sexo não existia nesse
lugar e nem em outros do país (BRASIL, 1876). Não havia mesmo. Somente nos anos de
1930, as primeiras prisões femininas começaram a surgir no Brasil.
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O surgimento desses espaços prisionais para elas, entretanto, não impediu a conti-
nuidade do descaso. Ainda convivemos, por exemplo, com a mistura entre eles e elas,
como o que ocorreu com a Lidiany Alves Brasil, 15 anos, na cadeia da cidade Abaete-
tuba, estado do Pará, no ano de 2008. Por ordem da juíza Clarice Maria de Andrade, a
jovem foi enviada para essa cadeia, que era mista, onde sofreu estupros diários duran-
te vinte e seis dias. Teve os cabelos cortados para parecer homem e assim ludibriar os
que por ali passavam. O tormento acabou quando um ex-detento denunciou o caso
à Justiça. O Conselho Nacional de Justiça (CNJ) demorou nove anos para punir a juíza
Clarice Maria de Andrade por dois anos de suspensão, mas com direito de continuar
recebendo os salários. Uma afronta. A delegada do caso, três agentes, dois investiga-
dores e dois presos foram denunciados pelo Ministério Público Estadual do Pará (JOR-
NAL FOLHA DE SÃO PAULO, 2017, p.2). Os efeitos desses descasos têm promovido o
aumento de casos de sublevações em presídios femininos, como o que ocorreu no
Presídio Central Estadual Feminino de Piraquara, região Metropolitana de Curitiba, es-
tado do Paraná, no mês de março de 2017. Uma agente penitenciária foi posta como
refém, mas libertada dois dias após o início dos conitos. Não houve óbitos e algumas
reivindicações das detentas foram atendidas pela Secretaria de Segurança Pública do
Paraná, tais como visitas íntimas mais frequentes, limpeza dos alojamentos e menos
rigidez para as grávidas (JORNAL O GLOBO, 2018, p.34). Ao observar essas tensões,
sugerimos que a agenda do século XXI atualiza questões do século XIX, posto que o sis-
tema penal feminino sofreu modicações, mas ainda convive com questões relativas à
gestão, segurança, superlotação, higiene e direitos humanos básicos, o que recoloca
em xeque as tentativas falaciosas de regeneração pelo sistema carcerário. Problemas,
portanto, que ajudam a desmisticar a carcerização como instrumento vital para a re-
abilitação e teorias punitivas como formas de tratamento. O que alimenta ainda mais
os sonhos e lutas por uma sociedade sem prisão.
As prisões cariocas oitocentistas eram depósitos de pessoas doentes. Morria-se
de febre amarela, hepatite, meningite, úlcera, gripe, disenteria, hipertroa do coração,
inamação gangrenosa, aprolaxia, asma, amolecimento cerebral, asxia, branchi,
cholesão, cholerim, congestão cerebral, congestão pulmonar, escorbuto, erisipela,
hidrotórax, mielite, gastrite, estrangulamento e suicídio (BRASIL, 1874). Temos reali-
zado alguns levantamentos a m de saber o número de óbitos nesses espaços. Até
agora, conseguimos saber que vinte e quatro escravas morreram de algumas dessas
doenças, na Casa de Detenção, entre os anos de 1870 e 1874. Não há como saber se
entre essas havia meninas. Conforme salientou o futuro médico, João José, “morria-se
muito mais dentro das prisões do que do lado de fora [...]” (d’ OLIVEIRA, 1843, p.76).
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No interior desses lugares, o que elas faziam para passar o tempo? Até o mo-
mento, a documentação disponível nos deixam aproximar somente da Casas de De-
tenção. Sabemos que a ordem devia ser cumprida, mas a subversão a essa era uma
constante. Por exemplo, embora o regulamento (BRASIL, 1856) determinasse que
entre nove da noite e cinco da manhã todos deviam estar em suas celas dormindo,
algumas resolviam brigar e resolver os seus problemas durante às noites, como o
que ocorreu com a menor Carmelina, 15 anos, preta, analfabeta, que foi cortada
por uma navalhada, empregada por uma rival, enquanto dormia (RIO, 2008, p.203).
Fato indicador de que a ordem e silêncio noturnos eram subvertidos. A manutenção
dessa ordem incluía também não haver envolvimentos amorosos entre funcionários
e presas. No entanto, algumas meninas trocavam cartas ou retratos com presos,
presas e até com funcionários, conforme noticiado na coluna policial do Jornal Gaze-
ta da Noite (1889, p.2). Nessa, o chefe de polícia foi cobrado a respeito das relações
amorosas entre empregados e detentas no interior da Casa de Detenção. Conforme
salientou o cronista Ernesto
Senna, em uma de suas visitas à Casa, quando “a noite
chega, a prisão vira cabaré [...] e naquela cidade nervosa, o amor alucinante vive
como fora, com os seus enlaces violentos e em explosões [...]” (SENNA, 1907,
p.53). Indicativos, portanto, do distanciamento entre normas e práticas.
Por outro lado, outras passavam parte do tempo pintando, costurando, cozinhan-
do, lavando, passando ou confeccionando artesanatos para serem vendidos em dias
de visita. Outras serviam ao sistema, como a detenta conhecida como zeladora, que
se ocupava em vigiar, denunciar, realizar rondas noturnas, informar conitos, além de
tomar conta de diversas chaves da prisão, conforme salientou o cronista Ernesto Senna
(SENNA, 1907). Em um dos encontros com a zeladora, Senna destacou que ela sabia
bem a respeito da movimentação da Casa. Sabia quem era preguiçoso e quem trabal-
hava. Destacou, por exemplo, que Maria Tomazia, 17 anos, analfabeta, parda, lavadeira,
presa por ter matado o amásio com uma machadada no pescoço enquanto esse dor-
mia, passava o tempo lavando e engomando. Disse também que Nair, 16 anos, cabocla,
condenada a 12 anos de prisão por ter ajudado a roubar e matar o espanhol Jonas Luiz
tinha bom comportamento, além de ser excelente engomadeira e lavadeira (SENNA,
1907). Embora houvesse possibilidade de trabalho nas ocinas, só as encontramos tra-
balhando na ocina de lavanderia no ano de 1872. Portanto, até o momento, não as
identicamos em outras ocinas (BRASIL, 1874). Fato que se distancia dos interesses das
elites governantes, que tinham no trabalho um dos pilares para regeneração do preso,
assim como a instrução e religião. Embora fuja o escopo deste artigo, nos intriga essa
ausência delas nesses espaços. De acordo com alguns estudos, (LIMA, 1983; RAFTER,
1990; ROSTAING, 1998), essa ausência pode ser explicada pela organização e direção de
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presídios femininos oitocentistas, localizados em países europeus e cidades norte-ame-
ricanas, disseminados posteriormente pelo Brasil, quando do surgimento dos primeiros
espaços prisionais para elas a partir dos anos 1930. Ao cuidar desses lugares, as ordens
religiosas não aproveitavam a mão de obra feminina nas ocinas. Antes, as detidas de-
viam executar trabalhos tidos domésticos, como lavar, cozinhar, passar, cozer e faxinar a
m de servirem em casas de famílias com o propósito de ajudar na recuperação. Dessa
forma, as irmãs não permitiam mudanças estruturais que tornassem as prisioneiras ap-
tas ou disponíveis para ocupações nas fábricas, por exemplo.
Nesses jogos de sobrevivência, muitas usavam de subterfúgios para driblar a vigi-
lância. Quando do encontro com o escrivão, muitas usavam apelidos, como a Jucélia,
vulgo muringa, fula, doméstica, 15 anos, que foi presa por vadiagem; ou a Thereza da
Conceição, vulgo zezinha, analfabeta, cozinheira, 12 anos, presa por embriaguez. A
Zezinha, conhecida como fulaninha, 15 anos, analfabeta, lavadeira, foi presa por fur-
to (MATRÍCULAS DE DETENOS E DETENTAS, 1881, LL11, pp.1-525). Em outros casos,
mudavam o nome, como a Senhorinha Maria da Conceição, que dizia se chamar sen-
horinha Christina, 18 anos, cozinheira, analfabeta, presa por roubo; a Victoria Maria
Elisa, que dizia se chamar Etelvina Maria Eliziária, 15 anos, analfabeta, costureira, que
foi presa duas vezes por vadiagem; e ainda a Maria do Carmo, que se dizia Belmira do
Carmo Dias, presa quatro vezes (MATRÍCULAS DE DETENOS E DETENTAS, 1884, LL-14,
p.515-578). A hipótese é que usavam desses subterfúgios para confundirem as forças
policiais, que se utilizavam dessas informações dos livros quando saíam em diligências,
desconavam de alguém ou iam mesmo prender alguém. Dessa forma, elas podiam se
distanciar do estigma de
habitués
dos cárceres, por exemplo. Como sugere a historia-
dora Anne Chazkel (2009), mesmo marcadas por analfabetismo, sem acesso à palavra
escrita, a partir do intenso movimento registrado na Casa - advogados, cronistas, visi-
tantes, escrivães, guardas, entre outros -, essas meninas acabavam por ter acesso a
códigos legais que podiam ser sinalizados a partir de conversas, anunciação de leis em
voz alta, atos ociais, interrogatórios, queixas ou contatos com os advogados. Assim,
sugerimos que aprendiam táticas jurídicas, meios de sobrevivência, truques e práticas
comuns às leis. Portanto, essas meninas acabavam aprendendo que a validação para
a determinação da culpabilidade de uma pessoa ia muito além da prescrição da lei.

Conforme observado, com suas utopias de prisões limpas e seguras, ao m e ao
cabo, as elites deniram o funcionamento das prisões brasileiras durante o Império.
Uma destas marcas consiste na inexistência de prisões segregadas do ponto de vista
do sexo, obrigando-as a se submeterem a um aparelho misto, produzido para e pelo
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gênero masculino. Nessa linha, menos que um espaço de correção, as instituições
prisionais funcionaram como uma sociedade articial de todas as perdições. Por ou-
tro lado, nos espaços intramuros e extramuros prisionais, desfazendo ou tomando
distância de representações do coitadismo feminino, monotonamente repetido na
literatura, o artigo intentou ampliar e tornar mais complexas as percepções a res-
peito das existências de meninas encarceradas na cidade do Rio de Janeiro imperial.
Dessa forma, a recorrência historiográca de que as meninas pobres (livres, libertas
e cativas) desse tempo-espaço histórico, como pequenas adultas, foram submetidas
também ao recolhimento da casa se constitui em verdade de difícil sustentação ao
negar as suas múltiplas experiências nos espaços da cidade e das prisões. -
Portanto, diferentemente do que discursos cientícos produziram a respeito de-
las - débeis, problemáticas, histéricas ou submissas -, a vida carcerária da capital da
Corte visibiliza existências bastante afastadas desses enunciados. Ao ludibriar guar-
das, namorar, mentir acerca da idade, nome, moradia ou motivos do aprisionamen-
to, essas encarceradas acabaram por estilizar suas existências, ainda que marcadas
pelos saberes da ciência do crime, da institucionalização cada vez mais renada, bem
como pela conduta dos que agiam em nome da justiça e da ordem social.
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Globo digital. Rio de Janeiro, 10 mar. 2018. Reportagem de Renata Marconi. Dispo-
nível em: http://g1.globo.com/pr/parana/noticia/2017/03/refem-e-libertada-e-re-
beliao-em-presidio-feminino-no-pr-e-contida.html. Acesso em: 05 dez. 2018.
ISSN 2660-9037
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Luis J. González Oquendo*
RESUMEN
Maracaibo fue una importante ciudad puerto de un extenso hinterland durante el siglo XIX y la mitad del XX, así
como escenario de una signicativa explotación petrolera a partir de la década de 1920. Esto llevó a migración
y participación de las comunidades extranjeras fuese signicativa. Una de esas comunidades fue la judía, de la
cual se estudia su participación en la institucionalidad masónica local durante los siglos XIX y XX, se identican
los personajes y sus actividades cuyo propósito fue adquirir una signicativa presencia pública, alcanzar una
notable inuencia social y política.
Palabras clave:
judíos, Maracaibo, masonería.
SOCIAL PARTICIPATION OF JEWISH FREEMASONS IN
MARACAIBO (19TH AND 20TH CENTURIES)
ABSTRACT
Maracaibo was an important port city with an extensive hinterland during the 19th century and the middle of
the 20th, as well as the scene of signicant oil exploitation starting in the 1920s. This led to signicant migration
and participation of foreign communities. One of these communities was the Jewish one, whose participation
in the local Masonic institutionality during the XIX and XX centuries is studied, the characters and their activities
whose purpose was to acquire a signicant public presence, achieve a notable social and political inuence are
identied.
Key Words: Jews, Maracaibo, Masonry.
* Sociólogo, Magister Scienarum en Desarrollo Social, Magister en Ciencia Políca, Doctor en Ciencias Humanas.
Docente e Invesgador de la Universidad del Zulia. Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del
estado Zulia. ORCID: hps://orcid.org/0000-0002-6268-6648. Teléfono de contacto: +57 3207378252. Correo
electrónico: luis_gonzalez@fces.luz.edu.ve
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
pp. 111-128
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
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Participación social de judíos masones en Maracaibo (siglos XIX y XX)... PP: 111-128
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INTRODUCCIÓN
La presencia de los judíos en Maracaibo esta datada desde nales del siglo XVI,
a pesar de las prohibiciones que estableció el Estado Español en el decreto de ex-
pulsión emitido en 1492, sus actividades fundamentales fueron las comerciales y su
vinculación con su entorno social fue extremadamente difícil debido al régimen de
exclusión en se vivió durante el periodo colonial. A pesar de ello, la característica de
la Nueva Zamora al ser una ciudad portuaria les posibilito su llegada y su permanen-
cia en la misma. Esa situación tuvo importantes modicaciones con la instauración
del orden republicano en los territorios de Venezuela y la Nueva Granada entre 1817
y 1824, cuando se produjeron una serie de transformaciones socio-políticas que im-
pulsaron la apertura comercial que conectó al puerto de Maracaibo con circuitos co-
merciales mundiales vedados durante el dominio hispánico. Otro aspecto destacado
de ese proceso fue la exibilización del orden religioso al establecer la libertad de
cultos, lo cual posibilitó la inmigración de creyentes en diferentes credos religiosos a
la catolicidad imperante, de ese modo arribaron extranjeros al puerto de Maracaibo
procedentes de diversos países que eran protestantes y especialmente judíos.
En ese aspecto, el gobierno independentista instalado en Angostura en 1819, otorgó
a los miembros de la nación hebrea el derecho a radicarse en el país, concediendo las
garantías de libertad religiosa y derechos políticos al igual que los demás ciudadanos.
Asimismo, se aprobaron disposiciones que posibilitaron el ingreso tanto de la inversión
extranjera como la instalación de las hermandades masónicas, las cuales ya habían co-
menzado a tener presencia en estos territorios, aunque en una condición de clandes-
tinidad. Ulteriormente con la disolución de Colombia de 1831 ese proceso mantuvo su
continuidad y fue impulsado por la apertura económica y la pluralización religiosa, lo cual
fue evidente en el decreto de libertad religiosa promulgado por el presidente José Anto-
nio Páez en 1834. En consecuencia, los inmigrantes no católicos pudieron establecerse
libremente en el país y desarrollaron actividades económicas y a través de las mismas
lograron una signicativa participación social en importantes instituciones citadinas.
Este ambiente de liberalización económica y sociocultural también se reejó en la
provincia de Maracaibo. Tras su declaración de independencia en 1821, ésta fue incor-
porada a la República de Colombia, recuperando su posición de cabecera portuaria
de una vasta región que abarcaba tanto las ciudades andinas de la antigua Capita-
nía General de Venezuela y sus jurisdicciones [Trujillo, Mérida, La Grita, San Cristóbal]
como las urbes de Cúcuta, Tunja y Pamplona inclusas en el disuelto Virreinato de la
Nueva Granada. Después de 1831, la capital del lago mantuvo su posición como puer-
to más importante del occidente venezolano, así como centro de acopio para la salida
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de la producción agropecuaria del nororiente neogranadino. En esa pujante actividad
comercial tuvieron una notable participación los extranjeros no católicos que recién
habían llegado al puerto. A pesar de ello, las particularidades de la comunidad judía
les impedía tener una participación en ciertas actividades sociales derivadas de sus
creencias, lo cual les motivó a adscribirse a otras formas de organización social en las
cuales participaran ciertos sectores con poder en inuencia en cuyo seno no se les
coartaran sus actividades por razones dogmáticas como ocurría en las agrupaciones
católicas. Por esas razones, en algunos casos prominentes judíos se adscribieron a la
logia masónica, con cuya representación pudieron participar en las redes de poder
local. De acuerdo con lo expuesto se estudia la contribución de miembros de la comu-
nidad hebrea de Maracaibo en la institucionalidad masónica local durante los siglos
XIX y XX, asimismo se identican los personajes y sus actividades con el propósito de
adquirir una signicativa relevancia pública además de una notable inuencia social.
El trabajo está dividido en cinco secciones: en la primera, se relata la historia de la
comunidad judía en el seno de la ciudad de Maracaibo, en este punto se demuestra
que su presencia, se data desde las décadas iniciales de la ciudad, pero con espe-
cial énfasis durante las últimas décadas del período colonial. En segundo lugar, se
explica las razones por las cuales los israelitas se adscribieron en la logia masónica
como una forma de inserción y participación social, reconociendo que este no fue
un hecho aislado. En tercer lugar, se contextualiza el surgimiento de la masonería en
el seno de la sociedad maracaibera, instancia que adquiere un prestigio social y una
signicativa inuencia política desde sus inicios. Luego, se describen las actividades
de algunos miembros de la comunidad judía para impulsar dinámicas e iniciativas de
participación social, lo cual se muestran como guras judías clave que –a lo largo de
los siglos XIX y XX- adelantaron actuaciones públicas y sociales de importancia.
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
Es necesario aclarar que la presencia de judíos en Maracaibo se remite prácticamente
a los orígenes mismos de la ciudad. Después de la expulsión de los judíos decretada en
1492, se ha conrmado el arrivo subrepticia de judíos, criptojudíos y conversos españoles
y portugueses a los territorios coloniales de la corona de Castilla. Esa fue una situación re-
currente, incluso en Maracaibo, donde se conoce que un miembro de la familia Fernández
Gramajo se había instalado en la ciudad para ejercer actividades comerciales en la déca-
da de 1580, lo que se puede colocar prácticamente en los años posteriores a la tercera
fundación. Asimismo, se arma que la presencia de «marranos» en Maracaibo durante
los siglos XVI y XVII. Algunos conversos vivían en la ciudad sin tener problemas con las
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autoridades, como Benito Henríquez, Francisco de la Cerda, Gaspar Andrés y Manuel de
Zerda. A pesar de esa relativa pervivencia, también hubo encarcelados por la inquisición,
como ocurrió con Luis Méndez de Chávez, apresado al llegar a Maracaibo en 1649. Otros
tuvieron presencia itinerante, manteniendo contactos con otros puertos como Cartagena
o Veracruz, como Baltazar de Araujo, Miguel de Cárdenas y Francisco López de Fonseca.
Lo cual demuestra que, a pesar de las restricciones inquisitoriales, hubo alguna apertura
de carácter comercial a esta comunidad, incluso más allá del contrabando. Por ejemplo,
en la década de 1780, el hebreo holandés David Morales –cuyas actividades se extendían a
Turquía, Saint Domingue [actual Haití] y Curazao- también comerciaba mercaderías con La
Guaira, Coro y Maracaibo (Aizenberg, 1983; Moreno Goldschmidt, 2017; Navarrete Peláez,
2010; Villalobos et al, 2011; Zinguer Delgado, 2019).
La instalación del régimen republicano facilitó la presencia de los miembros de la
comunidad judía. En 1819, se les otorgó el derecho a radicarse en el país, dándole inclu-
so garantías de libertad religiosa y derechos políticos y al igual que Barranquilla, Buenos
Aires, La Habana y Montevideo, como en general las ciudades portuarias latinoameri-
canas en cuyo desarrollo los extranjeros desempeñaron un papel signicativo. En par-
ticular en la Nueva Zamora en su condición de ciudad puerto motivó a que tuviese una
amplia apertura al comercio mundial a principios del siglo XIX (Fawcett y Posada Carbó,
1998). Esto impulso la presencia de ciudadanos y súbditos de diferentes nacionalidades
y credos se asentarán en esas urbes, permitiendo además la difusión de elementos
culturales e instituciones propias de la modernidad. Entre los que arribaron estaban
algunos miembros del pueblo judío. Esas disposiciones del gobierno colombiano atra-
jeron, en primer lugar, a comerciantes de la comunidad judía sefardita de la cercana
isla de Curazao. Durante las décadas de 1820 y 1830, ya algunos comerciantes hebreos
estaban presentes en Maracaibo: los hermanos Isaac y Josías Pardo, José Ignacio Roo,
Isidro Lisaur, José Seriol y David Ebensur. Otros, sin tener permanencia en la ciudad,
mantenían relaciones constantes, incluso ilegales. El judío británico de Jamaica, Daniel
Levy, interpuso una demanda ante el gobierno venezolana al serle capturada una goleta
de su propiedad frente a Maracaibo bajo la acusación de contrabando. En la década de
1840, Jeudad Senior, judío curazoleño instalado en Coro, se asoció con José Henríquez
y Samuel Levy Maduro para instalar casas de comercio en Coro y Maracaibo (Aizenberg,
1983; De Lima, 2002; Fawcett y Posada Carbó, 1998; Salazar Rodríguez, 2015).
En ese sentido, se ha señalado que el nacimiento de la hekilá [comunidad judía
organizada] en Maracaibo se concretó en 1944 con el establecimiento de la Socie-
dad Israelita de Maracaibo (Sihman, 2012). Esto, sin embargo, requiere una mayor
precisión, para la década de 1940, la mayor parte de los miembros de la comunidad
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judía maracaibera estaba conformada por judíos askenazíes que habían arribado a
la ciudad provenientes de Europa Oriental huyendo de la persecución nazi, aunque
ya algunos comenzaron a llegar en las décadas de 1920 y 1930. Sin embargo, una
porción menor de la comunidad judía maracaibera estaba constituida por judíos
sefardíes que se habían instalado de una manera más persistente entre nales del
siglo XIX y principios del siglo XX (Grunhaus de Gelman, 2018).
El factor fundamental para el establecimiento de esas casas comerciales euro-
peas y estadounidenses que llegaron a la provincia de Maracaibo desde la década
de 1830, fue la búsqueda de mercados para sus productos terminados, así como
nuevos productos para surtir sus propios mercados exteriores. Aunque inicialmente
llegaron ingleses, escoceses, franceses, italianos y daneses, serían los alemanes los
que terminaron imponiéndose. Además de fundar sus sedes en la ciudad puerto,
instituyeron sucursales y centros de acopio en otras ciudades del circuito agroex-
portador marabino [Mérida, Táchira, Trujillo, valles de Cúcuta] así como mantenían
relaciones con otras importantes ciudades puerto de la cuenca del Caribe y América
del Norte, generando un circuito comercial cuya redes se conectaban con Europa
(Banko, 2016; Cardozo Galué, 1991; 2013; Espinola Benítez, 2006).
A pesar de la diversidad de trabajos que se han estudiado las casas comerciales
extranjeras en Maracaibo, sin embargo, no se ha analizado la presencia de los co-
merciantes judíos en las mismas. Cabe suponer que –considerando la importancia
de la presencia étnica askenazi en el mundo económico y social alemán de la época-
algunos de los miembros de las casas alemanas debieron ser judíos, asimilados o in-
tegrados. En ese aspecto, Salazar Rodríguez (2015) reere que existían dos grandes
grupos comerciales relacionados con la comunidad hebrea: por un lado, el grupo
San Cristóbal-Rubio, representado por las casas mercantiles judeoalemanas, en par-
ticular la Brewer-Möller y Van Dissel y por el otro, el grupo Táriba-Colón, represen-
tada por las casas comerciales judeoitalianas y corsas. Cabe recordar que las casas
comerciales Pardey & Cia., Correa & Cia. y De Sola & Cia –con sede en Curazao- se
presentaban como rmas importadoras y exportadoras de variedades de mercan-
cías y agentes comisionistas (Fawcett y Posada Carbó, 1998).
Es importante señalar que la llegada de judíos a Maracaibo fue posible debido a las
libertades y garantías dadas para sus posibilidades de participación en las actividades
portuarias, pero también es sus facilidades de participación social. Algunos mantuvieron
su fe y tradiciones mientras que otros pasaron a asimilarse y en algunos casos modi-
caron sus credos en Maracaibo. El más notorio fue el de Abraham Benjamin Raphael
Nones Marks, primer cónsul de Estados Unidos en Maracaibo. Nacido en Filadela en
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el seno de una familia sefardita de origen francés, se bautizó en 1831 para casarse con
una dama local, con la cual dio inicio a una notable familia de la ciudad (Magarici, 2020).
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
El involucramiento de miembros de la comunidad judía en diversos espacios y sec-
tores sociales ha sido una línea de investigación de amplio desarrollo. Aunque la parti-
cipación social de los hebreos en logias ha sido desarrollada en el judaísmo en organi-
zaciones que van más allá de la masonería [p.e. B’nai B’rith]. Sin embargo, buena parte
del enfoque ha sido dirigida hacia el funcionamiento de estas comunidades asociativas.
La presencia israelita en las logias masónicas se registró en el siglo XVIII. Cierta-
mente, algunos miembros de la comunidad sefardita londinense están presentes en
el momento de la unicación masónica de 1717. El primer judío conocido como miem-
bro de la masonería fue Francisco Francia, El Jacobita, partícipe de la Gran Logia de
Inglaterra en 1725. Comenzarían a adscribirse miembros judíos en Francia y Alemania,
extendiéndose a las comunidades de Salónica y Palestina. Desde España, se adelanta-
ría el establecimiento de logias masónicas en la comunidad judía en el norte de África,
en particular, Marruecos. Sin embargo, esta situación se observaría tempranamente
en las Indias Occidentales –en particular, Saint Thomas, Jamaica y Curazao- así como
a la América española. En Argentina y México, debido al tamaño de sus comunidades,
además de aliarse a logias instituidas, los judíos locales constituyeron algunas exclu-
sivas para miembros de su comunidad (Aguiar Bobet, 2019; Arévalo Gutiérrez, 2011a;
Arévalo Gutiérrez, 2011b; Jansen, 2018; Katz Gugenheim, 2013; Rivanera Carlés, 2011).
En términos generales, se han identicado escasos estudios sobre la comunidad
judía en Maracaibo. Se puede señalar el trabajo testimonial de Sihman (2012) así
como las memorias de Grunhaus de Gelman (2018), ambos que dan cuenta del pe-
ríodo posterior a 1945. Hay algunas referencias a la presencia judía en Maracaibo en
los trabajos sobre la presencia nacional de la comunidad (Aizenberg, 1983; Carcien-
te, 1991; Levy Benshimol, 2007). Este limitado desarrollo de trabajos sobre la comu-
nidad judía de Maracaibo contrasta con las contribuciones realizadas en la ciudad de
Coro (De Lima, 2002; 2017) y en el estado Táchira (Salazar Rodríguez, 2015; Zinguer
Delgado, 2019), en la región Caribe colombiana (Fawcett y Posada Carbó, 1998; Nava-
rrete Peláez, 2010) o en las islas del Caribe (Brito, 1989; Cohen, 2004; Goslinga, 1975;
Jansen, 2018; Moreno Goldschmidt, 2017; Villalobos et al, 2011).
Ahora, el focalizar analíticamente en las referencias a la participación de los miem-
bros de la comunidad judía venezolana en instancias masónicas son prácticamente
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inexistentes. En ese aspecto se conoce que, en los orígenes de la república, el coro-
nel José de Solá –héroe de Carabobo- fue masón activo. Aunque no hay evidencia,
pero se sospecha que el comerciante británico Elías Mocatta, por sus nexos con Solá
y el cónsul británico Robert K. Porter, también lo haya sido (Pineda, 2020). Sin em-
bargo, en la literatura consultada sobre la historia de la comunidad judía venezolana,
no se hace ninguna referencia al respecto.
En el caso particular de Maracaibo, a pesar del reconocimiento social y académico
que se le ha otorgado a la masonería en la región, sin embargo, existen sólo algunos
estudios a los que hacer referencia. Aparte de Carnicelli (1970) y Ferrer Benimeli (1992;
2009), resalta –en tanto que excepción por su extensión- el informe publicado por la
Sociedad de Benecencia (1884). Recientemente, los trabajos de Ochoa (2014; 2021)
han hecho mayores contribuciones sobre el tema. Llama la atención como no se hace
ninguna referencia explícita a miembros judíos. Tal vez por su carácter universalista
y humanista, no se hace consideración particular a la participación de comunidades
étnicas. Sin embargo, en el trabajo de Aguiar Bobet (2019), a pesar que está interesa-
da en la presencia de la masonería española en Marruecos de comienzos del siglo XX,
señaló que dos importantes miembros de ésta se habían iniciado en la Logia Regene-
radores de Maracaibo en la primera década del siglo XX. La indagación sobre dichos
personajes permitió evidenciar una veta de investigación a considerar.
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El origen de la masonería en Maracaibo ha sido objeto de debate historiográ-
co. En ese sentido, se ha señalado que ocurrió en 1812 con la constitución de la
llamada «Escuela de Cristo», promovida por un agente mirandino, el neogranadino
Dionisio Torres, así como por un representante clandestino de la Sociedad Patriótica
de Caracas Juan Evangelista González. Esta instancia habría sido dependiente de la
Gran Logia de Maryland la cual estuvo involucrada en un intento de rebelión ese mis-
mo año, por cuya razón fue disuelta y sus copartícipes encarcelados. Sin embargo,
la fundación denitiva de esta sociedad no se habría dado hasta 1823 cuando –ya
establecida la independencia en la provincia- se constituyó la llamada Logia de los
Hermanos Regeneradores. Con carta patente de la Gran Logia de Nueva York, habría
sido cesada en 1828 por el decreto bolivariano de proscripción de las sociedades se-
cretas. A pesar de ello se reinstalaría en 1838 (Ferrer Benimeli, 2009; Ochoa, 2014).
Entre las décadas de 1840 y 1860, la Logia Regeneradores aglutinó a guras clave
de la élite política, militar, profesional y clerical de la ciudad. Algunos eran seguidores
del Partido Campesino, de tendencia liberal. Un hecho a señalar es que de ésta her-
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mandad partieron diversas iniciativas de promoción social en la ciudad, entre las que
es posible mencionar el intento de establecer una casa para mendigos [1854]. Sin
embargo, luego se constituyó la Casa de Benecencia, primera institución de caridad
social en su tipo en Suramérica [1860], así como la Sociedad de Benecencia [1866],
la cual –al asumir el Hospital de Caridad- fundó ambas instituciones conformando la
Casa de Benecencia y Hospital Anexo. Más allá del prestigio personal de sus miem-
bros, las diversas iniciativas sociales e institucionales que desarrolló la Logia de los
Hermanos Regeneradores le dieron una importancia e inuencia institucional nota-
ble en la sociedad marabina (Sociedad de Benecencia, 1884; Ochoa, 2014; 2021).
El reconocimiento institucional y social de la Logia de los Hermanos Regenera-
dores y su vinculación con el ideario liberal imperante no evitó, sin embargo, que
terminara siendo confrontada por la Iglesia Católica local. Es conocido el impase
entre el Monseñor Rafael Lasso de la Vega y Logia en 1824 debido al uso de insignias
masónicas durante las exequias del general Manuel Manrique. Manuel Dagnino, un
intelectual zuliano, clave del siglo XIX, católico devoto que confrontó a los seguidores
locales de la masonería por sostener posiciones positivistas y materialistas publi-
cadas en su libro “Ensayos críticos sobre algunas teorías losócas de la divinidad”
de 1874, en el cual desarrolló sus observaciones al respecto. En 1884, el Pbro. José
Tomás Urdaneta inició una campaña pública de ataques contra la Sociedad de Bene-
cencia y los masones que la integraban, discursos de prensa que fueron reunidos
posteriormente en su libro “La Iglesia y la Masoneríade 1885 (Carnicelli, 1970; Dag-
nino, 1874; Ochoa, 2014; 2021; Parra Contreras, 2014; Quevedo Parra, 2004).
Aunque durante el siglo XX, la masonería maracaibera se diversicó con la aparición
de nuevas logias, sin embargo, buena parte de su historia está asociada a la Logia Rege-
neradores. Un análisis detallado de este proceso ha sido abordado en los trabajos de
Ochoa (2014; 2021). Cabe destacar que el estudio de la masonería maracaibera suele
hacer mucho énfasis en la historia institucional local, mientras que ha sido limitada la
consideración de las redes sociales transnacionales en las que ésta se ha insertado, no
sólo en términos de dependencia. Así como se dio la inuencia inicial de las grandes
logias de Maryland y Nueva York, se ha pasado por alto otras inuencias posibles. Por
ejemplo, la primera organización masónica de las Islas Canarias fue la Logia Comen-
dadores del Teide, fundada en 1816 bajo el rito escocés. Entre sus fundadores, como
guarda templo, se encontraba Antonio Primo de Rivera, capitán de artillería de 27 años,
nacido en Maracaibo (Paz et al, 2009; Rodríguez Álvarez, 2016). ¿Cómo tuvo contacto
Primo de Rivera al ideario masónico? ¿Mantuvo algún tipo de contacto con su ciudad
natal? Sobre ello no hay referencias, lo que abre posibilidades analíticas a desarrollar.
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La presencia pública de los judíos residentes en Maracaibo no se limitó a la acti-
vidad comercial, sino que vincularon a las fraternidades con la nalidad de expandir
su inuencia y desarrollar actividades en otros sectores sociales. En ese aspecto, se
destacan los casos de Abraham de Castro –junto a Manuel J. Pardo quienes colabora-
ron en la recolección de fondos para la Casa de Benecencia en febrero de 1860, su
hermano Jacobo M. de Castro había cooperado junto a David Abensur con la recons-
trucción de la Sinagoga de la Isla de Saint Thomas en 1833. Asimismo, impulsaron ini-
ciativas en labores sociales tanto en la ciudad como fuera de ésta, también es posible
apreciar su participación en labores intelectuales. El citado Abraham de Castro ha
sido calicado como una persona muy activa en la actividad cultural como fotógrafo
y periodista. También se da el caso del servicio público: Manuel J. Pardo, quien fue
postulado infructuosamente para ser cónsul de los Estados Unidos en Maracaibo
hacia nales de la década de 1880 (Carciente, 1991; Cohen, 2004; Raydan, 2001).
Ciertamente, en febrero de 1860, para el momento que comienza a organizar
la Casa de Benecencia, un grupo de personas y rmas comerciales suscribieron el
propósito de hacer un aporte mensual para la futura institución caritativa. Al revisar
la lista en detalle, además de miembros de la élite maracaibera y de la logia Re-
generadores, también aparecen propietarios o dirigentes de las casas comerciales
(Ochoa, 2021). En algunos casos, algunas personas coinciden en algunas de estas
categorías. Sin embargo, es posible identicar –al menos- dos importantes judíos
locales: Abraham de Castro y Manuel J. Pardo.
Esto no constituyó –en modo alguno- una situación inédita. En medio de todos
los canales de participación social existentes para entonces, es posible identicar la
actuación de los masones hebreos. Jansen (2018) reere cómo la masonería fue una
opción importante para los judíos en las colonias inglesas y holandesas del Caribe.
La progresiva ciudadanización de los israelitas en los territorios británicos llevó a que
las logias se convirtieran en espacios de participación social para los miembros de
esta comunidad étnica. Mientras otras instituciones los excluían, las logias incluso
facilitaban su inclusión. En tanto que ésta era una comunidad esencialmente diaspó-
rica y comercial, además de inuencia social, les permitía intensicar sus relaciones
al profundizar, estabilizar y ampliar conexiones de negocios, incluso en la distancia.
Jansen señala que, a principios del siglo XIX, las logias de Jamaica tenían miembros
que residían en distintas ciudades de la cuenca del Caribe, reriendo que uno de
ellos estaba en Maracaibo.
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Esta situación se replicó en las colonias holandesas, en particular en Curazao, isla
cercana a Coro y Maracaibo, lugar de origen de las comunidades hebreas de ambas
ciudades y con la que mantenían intensas relaciones comerciales y de sociabilidad.
Cabe suponer que esto debió haber ocurrido también en la capital del lago. La pre-
gunta clave, sin embargo, es por qué había interés entre los judíos para participar en
este tipo de asociaciones.
Jansen (2018) señala seis motivos fundamentales de la adscripción de los judíos
en las logias ,masónicas: primero, la masonería era una forma de organización vo-
luntaria, es decir, una asociación basada en el principio de la membrecía individual y
libre, cuya existencia no dependía de algún Estado o Iglesia. Segundo, la masonería
era una sociedad basada en la iniciación mediante símbolos, ritos, claves y signos
secretos de identicación. En este sentido, al mismo tiempo que estaba formalizada,
implicaba una economía moderna de secretos, lo que ayudaba a promover lazos e
intereses. Tercero, era una organización homosocial, es decir, las logias eran orga-
nizaciones abiertas sólo para hombres, aunque en la práctica presentaban diversos
espacios de sobre posición y encuentros de género. Cuarto, eran organizaciones
fraternales, las cuales construían hermandad simbólica entre sus miembros. Quin-
to, en consecuencia, a lo anterior, aunque se encontraran en sociedades altamente
desiguales, las vidas interiores de las logias promovían relaciones igualitarias entre
hermanos a través del cumplimiento de principios democráticos en su organización.
Finalmente, sexto, la moderna masonería se caracterizaba por una actitud cosmopo-
lita al considerar la hermandad de la humanidad, ignorando fronteras profesionales,
políticas, sociales, nacionales y continentales.
La participación social en las instituciones masónicas generó para los judíos un
cúmulo de oportunidades. En tanto que miembros de una comunidad étnica con
fuerte endogamia y encapsulada a nivel social, lo cual les permitió ir más allá del es-
tablecimiento de relaciones interétnicas, llegando a la integración sin que necesaria-
mente se exigiera la asimilación. Mientras que con la asimilación perdían su sentido
de identidad abandonando el judaísmo, la integración implicó la participación en el
entorno manteniendo los elementos fundamentales de su cultura (Bengio, 2014).
Asimismo, les permitió acrecentar su inuencia social, económica y política.
4.1. Personajes judíos destacados en la masonería maracaibera
Como ya se señaló, no todos los judíos en Maracaibo asumieron como canal de
participación social su incorporación a la masonería. Pero es posible señalar algunas
guras importantes de la comunidad hebrea local que sí fueron partícipes. En 1860,
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cuatro personajes de apellidos hebreos aparecen entre los partícipes de la Logia Re-
generadores que además fueron fundadores de la Casa de Benecencia (Sociedad
de Benecencia, 1884).
El primero fue Albert Waldemar Worm, quien nació en las Islas Vírgenes en 1825,
se había radicado en Maracaibo hacia 1858, año en el que nació su única hija. En
1860, recibió del Congreso de la República el privilegio para la construcción de un
ferrocarril entre Betijoque y el lago de Maracaibo, el cual nalmente no llegó a cons-
truirse. No vuelve a tenerse información de él hasta 1874 cuando era residente en
Curazao y sin mayor fortuna, aparece encarcelado por el gobierno de Venezuela
involucrado en un contrabando de armas (Goslinga, 1975; Seijas, 1884).
El segundo personaje fue el alemán Aaron Luria, quien nació en Altona, Hambur-
go, en 1827, su padre fue el presidente de la sinagoga Neve Salom, la cual era rele-
vante para la importante comunidad sefardita portuguesa de la ciudad hanseática.
No hay referencia de su deceso, lo cual ocurrió –al parecer- en Maracaibo hacia 1864.
Finalmente, los otros dos fueron Moisés de Lima y Generoso Penso, de quienes no
se ha encontrado referencias particulares. Pero es importante resaltar que De Lima
y Penso eran apellidos de familias judías de Coro de origen curazoleño, isla donde
tenían una importancia social y económica signicativa (Brito, 1989; De Lima, 2017).
Ahora, este episodio no se limitó a los hombres. Aunque la masonería femenina
no se aprobaría en Maracaibo hasta la segunda mitad del siglo XX, debido a la par-
ticipación social de sus maridos masones, algunas damas de la comunidad también
fueron participes en asociaciones sociales. En este sentido, las esposas de tres judíos
referidos también llegaron a desarrollar alguna presencia pública: Emma Techt de
Worm, Rebeca Piza de Luria y Paula Ruz de Penso formaron parte de la sociedad
femenina organizada para cooperar con la Casa de Benecencia (Ochoa, 2021).
Estos no fueron los únicos casos de participación de miembros de la comunidad
judía en las actividades masónicas. Es posible resaltar a dos judíos marroquíes más
en relación con la Logia Regeneradores: Marcos J. Toledano y Moisés Hain Azancot.
Especialmente, Marcos J. Toledano, se sabe que, aunque nació en Tanger en 1883,
sin embargo, ya para 1898 residía en Caracas como socio de la rma comercial Tole-
dano Hermanos, importadora de tejidos, la cual comenzó a representar en el país a
Emile Nolting & Co. de Hamburgo y Boorum and Pease de Nueva York. Toledano ejer-
ció importantes funciones en la comunidad judía venezolana, teniendo un destacado
rol en la fundación de la Sociedad Benéca Israelita de Caracas en 1907. De hecho,
dictó discurso en la noche de constitución de la agrupación, asumiendo la secretaría
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de la misma (Aguiar Bobet, 2019; Carciente, 2007; Centro de Documentación y Estu-
dios Moisés de León, 2022; Levy Benshimol, 2007).
Posteriormente, Toledano regresó a Marruecos en 1913, estableciéndose en Ca-
sablanca como socio de la rma H&M Toledano & Co. Sociéte Industrielle & Commer-
ciale du Maroc, empresa con sedes en Tanger y Nueva York y luego se nacionalizo
como español y fue miembro de prestigiosas instituciones comerciales y sociales, su
residencia se alternaría en estas tres ciudades. Asimismo, formó parte de la Logia
Morayta, aparece ya como como un miembro notable del Gran Oriente Español en
Casablanca en 1919. En el Cuadro de la Masonería Española de 1931-1932, Toleda-
no aparece representando a la Logia Samuel Güitta de Casablanca, una de las tres
de la ciudad. Falleció el 16 de agosto de 1964, siendo enterrado en el Cementerio
Israelita de Tanger (Aguiar Bobet, 2019; Carciente, 2007; Centro de Documentación
y Estudios Moisés de León, 2022; Ferrer Benimeli, 1992; Gran Oriente Español, s/f).
Aunque Toledano mantuvo un importante activismo social en la comunidad ju-
día en Caracas y en la comunidad masónica de Marruecos, no ha quedado clara su
participación en la ciudad de Maracaibo. Aunque se ha señalado que era residente
en Caracas, también hay evidencia que fue iniciado como masón en la Logia Rege-
neradores (Aguiar Bobet, 2019). Se hace importante estudiar en qué condiciones se
dio esta inclusión y cuál fue su participación social en Maracaibo. Ahora, si no hay
información sobre las actividades de Toledano en la capital del lago, sobre Moisés
Hain Azancot su relevancia social ha quedado demostrada.
Moises Hain Azancot nació en Tanger en 1880 en el seno de una familia con im-
portantes actividades comerciales en Marruecos (von Conring, 1881). A los 14 años,
se estableció en Venezuela, donde ya residían sus hermanos. Tras una notable activi-
dad comercial, regresó a su ciudad natal, donde llegó a ser una gura relevante tanto
en su comunidad étnica como en las actividades económicas de la urbe, llegando
incluso a ser presidente de la Cámara Internacional de Comercio de Tanger, de la
que había sido su fundador. Asimismo, fue presidente del Casino Internacional de
la ciudad norafricana. Se había establecido en Francia, regresando a su tierra natal
debido a la ocupación nazi y el régimen de Vichy. Naturalizado venezolano en 1909,
mantendría su nacionalidad venezolana hasta su muerte (Aguiar Bobet, 2019).
No hay certeza de la iniciación de Moisés H. Azancot en la Logia de Maracaibo.
Sin embargo, ya para 1908 formaba parte –junto a Antonio Barboza y Manuel Silva
Villasmil- de la comisión organizada por la Logia Regeneradores para la celebración
del cincuentenario de la Casa de Benecencia. Un detalle importante a considerar
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es que -para el momento de la conformación de esta comisión- aparecía Abraham
Azancot como Venerable Maestro (Aguiar Bobet, 2019; Ochoa, 2021). Se puede ob-
servar acá otro importante miembro de la comunidad judía en labores públicas. De
hecho, para 1907, Abrahán Azancot aparecía como el responsable de cobrar las cuo-
tas y colectas de la Sociedad Benéca Israelita (Carciente, 2007).
A diferencia de Toledano, la guración pública de Azancot fue relevante tanto en
el campo económico como en el político. Aparece como propietario de tierras en el
distrito Sucre así como relacionado con los sectores involucrados en el proyecto azu-
carero de la Central Venezuela (Rodríguez Arrieta, 2006; 2008). Daniel Bendahan, un
abogado que estuvo al servicio de distintas empresas petroleras concesionarias en
Venezuela, publicó en 1991 la novela “Las generaciones del petróleo” en 1991, siendo
referido como alguien que hizo grandes negocios en Maracaibo (Bendahan, 1991).
En su actuación política, Azancot fue colaborador del gomecismo, se desempeñó como
tesorero del estado Zulia durante la gestión de Gumersindo Méndez, Presidente del es-
tado Zulia designado por el Presidente Juan Vicente Gómez. Su actuación en este sentido
fue polémica. El presidente del estado Méndez intentó revisar las cuentas del Concejo Mu-
nicipal de Maracaibo, lo cual no fue aceptado por la cámara municipal en defensa de la au-
tonomía municipal. En consecuencia, los concejales fueron encarcelados en el castillo de
San Carlos (Bermúdez, 2007). Asimismo, se ha especulado que Azancot fue el autor de los
pasquines que aparecieron descalicando a los miembros de la cámara municipal. Otra
actuación pública relevante de Azancot fue su participación en los debates doctrinales lo-
cales. En 1909, publicó el libro “Polémica masónica-religiosa, en el que recogió la discusión
que –con el seudónimo M.X.X.- adelantó desde “Los Ecos del Zuliacontra la columna que
con el seudónimo K.T. Cismo se publicaba en “El Avisadorde Maracaibo.
Finalmente, Azancot regresó a Marruecos, retorno sobre el cual no hay mayor informa-
ción, se conoce que para 1918 estaba en el norte de África. En todo caso, se debe señalar
que su reconocimiento social en Maracaibo fue realmente signicativo. Un ejemplo de
ello fue que el reconocido poeta zuliano Udón Pérez (1913) le dedicó uno de sus poemas.
CONCLUSIONES
La participación social de miembros de la comunidad judía se dio a través de di-
versos canales: aparte de su actividad comercial, su participación en labores sociales,
su actividad cultural, el servicio público, pero también su adscripción en las logias
masónicas. Esta asociación de ciudadanos implicaba una aceptación social dentro
de su condición judía en un espacio de reconocimiento. Permitía la integración sin
formar para ello la asimilación social.
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En Maracaibo, miembros de la comunidad judía adscritos a la logia masónica lo-
graron alcanzar una participación social relevante. En particular en la constitución de
la Casa de Benecencia, su labor fue esencialmente de servicio a los necesitados. En
el caso de Azancot, por otro lado, su actuación incorporó además relevancia econó-
mica y política. Un dato interesante es que esta disposición a actuar públicamente se
mantuvo incluso tras su salida de la ciudad de Maracaibo.
Para terminar, lo relativo a la importancia de las redes sociales en estas dinámicas de
participación social e involucramiento con la masonería no ha podido ser aclaradas. Hay evi-
dencia que algunas de estas personas tenían no sólo relaciones económicas sino familiares:
un ejemplo de ello es que la esposa de Moisés H. Azancot se llamaba Estrela Toledano Na-
hon, lo que plantea la posibilidad de algún parentesco con Marcos J. Toledano. Vale resaltar
que miembros de las familias Azancot y Toledano, además de su antigüedad comercial en
Marruecos (von Conring, 1881), tenían una importante participación en la masonería (Aguiar
Bobet, 2019). Asimismo, así como Abraham Azancot era Venerable Maestro de la Logia Re-
generadores cuando se nombró a Moisés H. Azancot como parte de una comisión de la
logia, Jaime Azancot, su hermano y representante de la casa comercial Azancot en Carúpano,
también era un relevante miembro de la logia en esta ciudad del oriente venezolano (Junta
pro Celebración del Tricentenario de Carúpano en Caracas, 1947; Salvati, 1918).
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Dennis Aillem Suárez Prieto*
RESUMEN
En la presente investigación se estudia el honor en las fuerzas armadas en el estado Mérida durante los
años 2000-2005 desde una perspectiva regional con el propósito de analizar los dispositivos legales previstos
y determinar las transgresiones a esos códigos conductuales y sus consecuencias tanto individuales como
colectivas en relación a su casuística comprobada y por ende sancionada y penalizada. La pesquisa se dirige
a certicar el cumplimiento de los deberes que los hacían honorables y en aquellos casos que hubo trans-
gresión indagar las motivaciones de la desobediencia sus conductas. Desde ese punto de vista se abordarán
conductas relacionadas con el honor militar, en particular sobre los preceptos de la lealtad, verdad, y disciplina
especialmente en el delito de deserción.
Palabras claves:
honor, militares, deserción, ejército, deshonor, delito militar.
HONOR AND TRANSGRESSION IN THE MILITARY
ESTABLISHMENT IN MÉRIDA 2000-2005
ABSTRACT
In the present investigation, honor in the armed forces in the state of Mérida is studied during the years 2000-
2005 from a regional perspective with the purpose of analyzing the legal provisions foreseen and determining
the transgressions of these behavioral codes and their consequences, both individual and collective. in relation to
its proven casuistry and therefore sanctioned and penalized. The investigation is aimed at certifying compliance
with the duties that made them honorable and in those cases where there was a transgression, investigating the
motivations for disobedience and behavior. From this point of view, behaviors related to military honor will be
addressed, in particular on the precepts of loyalty, truth, and discipline, especially in the crime of desertion.
Keywords:
honor, military, desertion, army, dishonor, military crime.
* Licenciada en Historia y en Educación, egresada de la Universidad de Los Andes (Mérida-Venezuela) docente en
educación media, cursante de la maestría en Historia en la Universidad de Los Andes Mérida-Venezuela. La auto-
ra desea agradecer la genleza del Capitán y Juez Militar de Mérida Luis Johan Ruiz de Villavicencio por su valiosa
colaboración para la realización del presente trabajo. ORCID: hps://orcid.org/0000-0001-6967-8002
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
pp. 129-148
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
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INTRODUCCIÓN
Las instituciones militares y sus efectivos han tenido una especial guración, en los
espacios políticos y sociales de Venezuela, las actuaciones de los militares tanto de aque-
llos formados en los campos de batalla como los egresados de las escuelas castrenses1
han regido de una u otra forma el devenir del país durante los siglos XIX, XX y XXI2. El
poder y la inuencia que han tenido los militares tiene su origen en la guerra de la inde-
pendencia que fue la más cruenta de Latinoamérica y además los venezolanos salieron
desde su país para combatir y liberar 5 naciones, lo cual determinó que el sector con
el mayor poder tanto político, como económico fueran aquellos que resultaron vence-
dores en ese enfrentamiento, por tanto asumieron la conducción del país de manera
ininterrumpida por los siguientes 30 años3, a los que se sumaron los caudillos formados
de las sucesivas guerras civiles, cuya única nalidad fue tomar por asalto la presidencia
de la república, circunstancia que se extendió hasta la segunda mitad del siglo XX4.
Ese predomino de los militares en el poder político venezolano solo fue inte-
rrumpido por 40 años (1958-1992) y fracturado por las intentonas realizadas el 4
de febrero y 27 de noviembre de 1992, que dieron paso a un nuevo gobierno de
militares a partir de 1999, aunque su llegada al poder se consumó a través de la vía
electoral, el cual progresivamente se ha transformado en una autocracia militar que
ha dirigido el país hasta el presente. Ese comportamiento ha sido la causante del
militarismo, como lo señala Eber Cardoza, al precisar que el mismo se presenta con
“una desmedida intervención de los militares en política. Intervención que se carac-
teriza, básicamente, por frecuente y lesiva de una legalidad vigente, la cual la hace
presa inclusive a los propios regímenes militares”5.
Ese exceso de “participación” de las fuerzas armadas ha motivado el rol directriz
que ha tenido el estamento militar en Venezuela y también que su conducta deter-
1 Carlla del Guardia Nacional Bolivariano, (misión de la guardia civil española 1936) Comando Regional 6 de la
Guardia Nacional Bolivariana. Disponible en: hp://www.core6.mil.ve/resena.html (Consultado: 04.04.2022).
2 En ese aspecto puede revisarse el trabajo de Carrera Damas, Germán,
Una nación llamada Venezuela.
Caracas.
Monte Ávila Editores, 1984. También véase: Cardoza, Ebert. “Estado y Militarismo en Venezuela”. En Actual. Re-
vista de la Dirección de Cultura y Extensión de la ULA, diciembre 1995 – enero 1996, n. 32, pp. 269-287. Disponi-
ble en:
hp://erevistas.saber.ula.ve/index.php/actualinvesgacion/arcle/view/2436/2369
(Consultado: 04.04.2022)
3 Izard, Miguel, “Periodo de la independencia y la Gran Colombia”,
Políca y economía en Venezuela 1810-1976.
Caracas.
Fundación John Boulton, 1976, pp. 3-31 y Pérez Vila Manuel, “El gobierno deliberavo, hacendados, comerciantes fren-
te a la crisis 1830-1848”,
Políca y economía en Venezuela 1810-1976.
Caracas. Fundación John Boulton, 1976, pp. 35-89.
4 Véase al respecto la compilación de Picón Salas Mariano, Díaz Sánchez Ramón, Augusto Mijares, Arcila Farías
Eduardo y Liscano Juan,
Venezuela independiente. 1810-1960.
Caracas. Fundación Eugenio Mendoza, 1962.
5 Cardozo Ebert, “Estado y militarismo en Venezuela”,
Actual.
Nº 32, octubre-enero, 1995-1996. pp. 269-287.
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mine de manera decisiva el funcionamiento institucional en los diferentes órdenes,
espacios y estamentos de la vida del venezolano, tanto en el pasado como en la
actualidad. Aunque es preciso diferenciar los comportamientos de los militares del
siglo XIX, que fueron resultado de las constantes y sucesivas guerras civiles de aque-
llos educados y egresados en las escuelas militares, cuya formación académica, de
una u otra forma moldea sus actuaciones y en especial sus códigos de honor.
En ese sentido es de fundamental importancia denir el concepto del honor que
congura el comportamiento individual y colectivo en la sociedad, como lo señala
Ann Twinam, quien arma que el honor durante la época hispánica fue denido por
las élites en términos exclusivos como: “...el carácter distintivo que racionalizaba la
existencia de la jerarquía colonial. Incluía las diferencias autoconscientes que dife-
renciaban a la gente decente de la gente baja…”6. Ciertamente durante ese periodo
se privilegió el honor social o estamental en contraposición a la idea del honor indivi-
dual interior y universal basado en la virtud7, subrayándose como rasgos característi-
cos de su función social la valoración de la apariencia propia y el de otros miembros
con similar status o calidad, conservando una aguda diferenciación entre el honor
interior (moral) y exterior (social), en la que conuyeron como elemento de funda-
mental importancia el linaje, como la expresión visual de la reputación8.
De acuerdo con lo expuesto, se entiende que el comportamiento está denido por
los códigos, escritos o consuetudinarios que son internalizados por los integrantes de
una sociedad y que le establecen los parámetros para actuar en los diversos ámbitos
de su vida, los cuales se constituyen en las bases del honor, que a los efectos de la
presente investigación, se considera como el conjunto de valores que impulsan a una
persona a actuar rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con lo establecido
en los dispositivos legales, tanto escritos como consuetudinarios que los hacen acree-
dor del respeto y buena opinión generalizadas y por tanto le coneren la dignidad o
buena fama a una persona. Asimismo es necesario precisar como lo especíca Büs-
chges que el honor tiene dos componentes: el primero en el plano interno que se
conforma con la valoración personal de mismo y el externo que es resultado de la
apreciación colectiva que se tiene de un individuo en su entorno social, por lo cual y
6 Twinan Ann, “Honor, sexualidad e ilegimidad en Hispanoamérica colonial”, Lavrin, Asunción, (coord.),
Sexualidad
y matrimonio en América Hispana Siglos XVI-XVIII.
México: Grijalbo, 1991, p. 131.
7 Büschges, Chrisan. “Las Leyes del honor. Honor y estracación Social en el Distrito de la audiencia de Quito
(Siglo XVIII)”,
Revista de Indias.
Vol. LVII, 209, 1997. pp. 55-83.
8 Ramirez Méndez Luis A., “Los amantes consensuales en la Mérida Colonial”, Procesos Históricos. Revista de arte,
ciencias y sociales. Año I, enero, 2002. Lavrin, Asunción, (coord.),
Sexualidad y matrimonio en América Hispana Siglos
XVI-XVIII.
México: Grijalbo, 1991, p. 131; Twinam, Ann.
Vidas públicas, secretos privados. Género, honor, sexualidad e
ilegimidad en Hispanoamérica Colonial.
xico. Fondo de Cultura Económica, 2009.
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en ambos conuyen: “el linaje, para la reputación y distinción, diferenciándose entre
el honor masculino (valentía) y el femenino, especialmente sexual”9.
Asimismo, es pertinente acotar que el honor se adquiere, se gana es un atributo
inherente a la persona. El honor es concebido como la dignidad en casa y la honra
en la calle, o puertas afuera, la honra se recibe, se obtiene y conere como parte del
crédito o fama que una persona tiene en la sociedad donde se desenvuelve denida
como su dignidad, como acertadamente lo expresara el emperador romano Julio
César quien acertadamente dijo: “La mujer del César no solo tiene que ser honesta,
sino que debe parecerlo”.10 Por lo tanto, no basta con ser honesto es necesario de-
mostrarlo, por lo cual este es un valor fundamental para el ser humano, puesto que
se constituye en la esencia de la persona, debido a que es la aprobación generaliza-
da de su actuación, por lo cual el honor es fundamental para el buen vivir o para la
convivencia en sociedad. Ese doble alcance del honor es detallado por Covarrubias
quien en1611 precisó que: el “honor vale lo mismo que honra”,11 es decir considera
que la honra es: “la reverencia, cortesía, que se hace a la virtud, a la potestad; algunas
veces se hace al dinero”.12 En ese mismo sentido, Van Beysterveldt explica que:
El honor puede considerarse como una posesión inalienable, de lo más profundo del ser. El
honor es equivalente a la honra siendo la honra una adquisición puesto que se tiene sí se
es virtuoso, pero también ante el menor desvió se corre el riesgo de perderlo puesto que
depende de terceras personas que se erigen como jueces
13
.
En este punto, es necesario reiterar que el honor es susceptible a ser perdido con
terribles consecuencias para quien cae en la deshonra, como lo señala el lósofo Publio
Siro al armar: “quien pierde el honor, ya no puede perder más”14. Tan drástica sentencia
es equivalente a no ser nadie y a correr el riesgo de ser perpetuamente señalado por
9 Ramirez Luis, (coord.),
Honor, sexualidad y transgresión en Mérida Siglos XVIII-XIX.
Cabimas (Venezuela): Fondo Edito-
rial UNERMB, Colección Rafael María Baralt, 2016. p. 202.
10 Barreira, David. “El origen del dicho ‘la mujer del César no solo debe serlo...’: la venganza de Julio Cesar contra su
esposa”,
El Español,
9 junio, 2020. Disponible en: hps://www.elespanol.com/mujer/mujeres-historia/20200609/
origen-dicho-cesar-no-venganza-julio-esposa/496201374_0.html (Consultado: 04.04.2022)
11 Existe consenso entre los diversos autores: Ramirez Méndez, Luis (Coord.).
Honor, sexualidad y transgresión en Mérida
Siglos XVIII-XIX…
y Twinam, Ann.
Vidas públicas, secretos privados. Género, honor, sexualidad e ilegimidad en Hispanoamé-
rica Colonial.
Büschges Chrisan, “Honor y estracación social en el distrito de la Audiencia de Quito.... p. 66.
12 Gascón Uceda, María Isabel. “Honor masculino, honor femenino, honor familiar,
Pedralbes,
28, 2008, pp. 635-
648. Disponible en: le:///C:/Users/DENNIS/Downloads/Dialnet-HonorMasculinoHonorFemeninoHonorFami-
liar-5746235%20(1).pdf (Consultado : 03.04.2022)
13 Ramírez Plazas Jaime, “Honra y reputación”,
Revista Jurídica Piélagus.
Universidad Surcolombiana, Vol. 2 2003. pp.
69-78. Disponible en: hps://journalusco.edu.co/index.php/pielagus/arcle/view/545 (Consultado: 04.04.2022)
14 Medrano Antonio, “El honor en la cultura tradicional”, s.l, s.f. Disponible en: hp://www.antoniomedrano.net/doc/
Medrano%20Antonio%20%20El%20honor%20en%20la%20cultura%20tradicional.pdf (Consultado: 04.04.2022)
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la sociedad o mientras el individuo exista, y no solo él, sus sucesores y por tanto recae
sobre su familia, sobre su linaje. En consecuencia, la preservación del honor es funda-
mental para las personas y para las instituciones, por lo cual se considera como un bien
inmaterial irrenunciable y para preservarlo, sí es necesario, hasta la vida hay que sacri-
carla, puesto que el honor está por encima de la misma existencia, la cual pierde todo
valor ante una situación de infamia o deshonor, como lo expresó Petrarca al decir: “Un
bel morir tutta la vida onora”, o el buen morir honraba la vida, lo cual pone de relieve que
es aún más importante que la vida, dejando como legado, la fama u honra posterior a la
muerte15. Por esa razón, durante la Edad Media y hasta la Moderna, numerosos perso-
najes sacricaron sus vidas en defensa del honor mancillado lo cual justicaba inclusive
llegar al homicidio, como ocurrió en los enfrentamientos originados por rivalidades y
ofensas infamantes, en los cuales los contendientes armaban que el honor “se lavaba
con sangre”, aunque para la época la razón estaba relegada al honor16.
En ese mismo orden de ideas, durante Edad Contemporánea, el concepto de la
honorabilidad fue cuestionado al discutir su conveniencia de acuerdo con las nali-
dades que se debían cumplir en diferentes oportunidades, como en la de un naufra-
gio de un barco, en la cual la orden del capitán seria: “las mujeres y los niños prime-
ro”, ejemplo que fue imitado en lo sucesivo, pero el cuestionamiento del porqué el
capitán de un navío debía morir, cuando el mismo se hundía fue considerado como
absurdo, puesto que no se podría concebir el morir por los demás o que el honor
del capitán estaba por encima de su vida. Puesto que, quedaría sin honor si salvaba
su vida, y dejaba morir a las mujeres y niños en el naufragio”17.
Lo expuesto permite apreciar las distintas concepciones del honor, entre las que
es necesario señalar especialmente aquellas dimanadas del género, porque es pre-
ciso expresar que hay notables diferencias entre lo que se espera en los roles de
actuación masculinos y femeninos En cuanto al honor masculino Büschges arma
que se soporta sobre la valentía, mientras que en las mujeres su honor se basa en su
comportamiento sexual, pues desde allí se erige su fama ante la sociedad18.
El conocimiento de esas diferencias es fundamental para comprender funcio-
namiento del honor en los militares, porque hasta hace relativamente poco, era un
estrato social eminentemente masculino y por lo tanto debía concebirse desde ese
15 Lin, Wen-Chin.
El alma y el amor. Estudio del espiritualismo de Petrarca y su inuencia en dos poetas españoles del siglo XVI: Garcila-
so de La Vega y Fernando de Herrera.
Sevilla (España): Universidad de Sevilla, Facultad de Filología, 2015, p. 5. (Tesis Doctoral)
16 Ídem.
17 Ídem.
18 Büschges Christian, “Las leyes del honor…, pp. 55-83.
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rol conductual. En ese sentido, José Rafael Mendoza precisa que el honor militar es:
“la severa conciencia y estricto cumplimiento del deber que la profesión de las armas
impone; es la conducta irreprochable y celo extremo dentro de la moral rígida en el
escalado patriotismo que el servicio nacional exige”19.
Intrínsecamente, el honor entre los militares es concebido como una depurada
actitud moral, basada en la disciplina y el valor para el más exacto cumplimiento del
deber, por esa razón,
el honor, que no es patrimonio exclusivo de persona o grupo alguno, y por tanto tampoco de
los militares, puede serle exigido a los mismos, incluso por la vía coactiva disciplinaria, cuando
no por la penal, bien por la transcendencia de la función pública que se les encomienda, bien
por la delicadeza o potenciales efectos de los medios que se les confían
20
.
El militar tiene entre otros deberes y derechos el obedecer a otras leyes y disposicio-
nes, además de las que obligan al ciudadano normal, viste de manera diferente y utiliza
una jerga a veces no entendible por el común de los humanos. Además, el militar está
armado para cumplir con la función de guardián, con esa nalidad “se le confían los lími-
tes geográcos de la nación, la integridad y seguridad de sus territorios, su soberanía, la
custodia de sus símbolos, y en ocasiones, incluso la vida de sus ciudadanos. Al militar se
le conere la potestad para disponer de los más sagrados valores de la patria”21.
Este privilegio se le otorga a cambio de una sola y solemne garantía: su honor. Como
lo reitera Calderón de la Barca, al exaltar las virtudes que debe atesorar un militar:
…aquí la más principal hazaña es obedecer, y el modo cómo ha de ser es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en n, la cortesía, el buen trato, la verdad, la neza, la lealtad, el honor, la bizarría; el
crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida
son caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna, la milicia no es más que una
religión de hombres honrados
22
Cabe destacar, que, en el ámbito militar, las leyes de honor son de estricto cum-
plimiento. Es decir, los funcionarios militares, no solo deben cumplir con las normas
establecidas, sino cumplirlas apegándose rigurosamente a las leyes, por ende, los
desatinos o incumplimientos son severamente castigados. Así pues, existen tres ele-
19 Mendoza José Rafael,
Curso de derecho penal militar venezolano.
Caracas. Empresa el Cojo, C.A. Caracas, 1976. T. II.
p. 46.
20 Silvestre González, Ricardo Elul, “El honor militar: Virtud de ayer, hoy y mañana”,
Military Review, E
scuela Superior
de Guerra de Colombia, sepembre-octubre, 2012, pp. 23-28. Disponible en: hps://www.armyupress.army.mil/
Portals/7/military-review/Archives/Spanish/MilitaryReview_20121031_art006SPA.pdf
21 ídem.
22 ídem.
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mentos que denen la disciplina militar de Venezuela, el respecto a “lo sagrado: el
amor a Dios y a su prójimo, la verdad, la veracidad de un militar. la lealtad: delidad a
las normas y valores que rigen la carrera militar”23. En consecuencia, el honor militar
está denido por el estricto acatamiento de la disciplina militar que a juicio de Men-
doza es “la práctica de los deberes militares en todo momento y circunstancias”24
e insiste en que la misma es el cumplimiento puntual de lo prescrito en las leyes y
reglamentos de las fuerzas armadas nacionales y el obedecimiento a las órdenes de
sus superiores en lo relacionado al servicio por el militar activo25.
En consecuencia, el cumplimiento de la disciplina es la base sobre la que se soporta
del honor militar, por cualquier la falta a la misma ocasiona el deshonor, por esa razón
y con la nalidad de impedir la infamia es necesario aplicar los correctivos a los que
haya lugar en el momento justo, de lo contrario, se corre el riesgo de la relajación, la
indisciplina y la insubordinación, lo cual traería como consecuencia que el honor de la
Institución estaría en tela de juicio. Es decir, la relación entre disciplina y honor militar
es directa. Por lo tanto, las infracciones al cumplimiento de la disciplina ocurren cuan-
do el militar excede los parámetros establecidos o se insurrecta por lo cual la institu-
ción debe impedir y sancionar la transgresión, evitando así el deshonor o ser señalada
de permisiva al excusar o encubrir las sublevaciones o desobediencias.
Ciertamente, la percepción generalizada entre los militares sobre la naturaleza y
la validez de su honor está atada a su subordinación, disciplina y cumplimiento de los
preceptos legales, aparte de distinguir entre lo interno y externo lo que comprende-
ría la honra personal y colectiva, es decir:
…el deber ser como militar constitucional de la fuerza armada: el honor militar es el cum-
plimiento del deber ser que la profesión de las armas impone, el militar debe de tener una
conducta irreprochable y celo extremo dentro de la moral rígida y el escalado patriotismo
que el servicio nacional exige y lo encontramos plasmado en los artículos de dicha constitu-
ción, la obediencia, la disciplina y el correcto desenvolvimiento del decoro militar y cita la ley
26
.
Adicionalmente, la percepción del honor en los tribunales militares resulta todavía
más esclarecedora, a pesar que, en los mismos, no se le dene explícitamente, éste
sirve de instrumento vago, intangible, pero inexorable, para que una institución pueda,
23
Exposición de movos de la Ley de Disciplina Militar, De las disposiciones fundamentales: Valores, virtudes, y deberes
militares.
Capitulo II. Arculo 11. Caracas, 2014. pp. 1-18. disponible en: hps://vendata.org/site/storage/otras-
Fuentes/Ley%20de%20Disciplina%20Militar.pdf
24 Mendoza José Rafael,
Curso de derecho penal militar venezolano…,
p. 49.
25 Mendoza José Rafael,
Curso de derecho penal militar venezolano…,
p. 50.
26 Entrevista al juez militar Capitán Ruiz De Villavicencio Luis Johan en el tribunal militar de Mérida, realizada en
Mérida, 20 de marzo de 2022.
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en cualquier momento, segregar de sí a determinados transgresores. En concreto,
para aquellos que, sin haber necesariamente cometido un acto delictivo, hayan, no
obstante, realizado «un acto contrario a su honor o dignidad, u observen una conducta
deshonrosa para sí, para el alma o cuerpo a que pertenezcan o para los ejércitos»27.
De acuerdo con lo expuesto en la presente investigación se estudia el honor en las
fuerzas armadas en el estado Mérida durante los años 2000-2005 desde una perspec-
tiva regional con el propósito de analizar los dispositivos legales previstos y determinar
las transgresiones a esos códigos conductuales y sus consecuencias tanto individuales
como colectivas en relación a su casuística comprobada y por ende sancionada y pe-
nalizada. La pesquisa se dirige a certicar el cumplimiento de los deberes que hacen a
los militares honorables y en aquellos casos que hubo transgresión indagar las motiva-
ciones conductuales que los llevaron al deshonor. Desde ese punto de vista se aborda-
rán conductas relacionadas con el honor militar, en particular sobre los preceptos de
la lealtad, verdad, y disciplina especialmente en el delito de deserción.
La investigación se fundamenta, en el estudio de las leyes en donde se tipica el
honor, su codicación y aplicación en el estamento militar venezolano, lo cual forma
los esquemas mentales de comportamiento y conducta a lo interno en una cotidiani-
dad cerrada y con una estructura jerárquica vertical, en la cual no son permitidas las
indiscreciones, inobediencia y por ende severamente penalizadas: En ese sentido, la
comprensión de esos valores se logrará a través de las entrevistas dirigidas abier-
tas con cuestionarios preestablecidos que se aplicaran a diferentes personeros del
estamento militar. Otra información se obtendrá mediante la revisión de las fuentes
documentales que reposan en el Archivo del Circuito y Tribunal Militar del Estado
Mérida (ACTMEM) sobre los diferentes procesos judiciales que se han seguido a los
infractores a los códigos conductuales prestablecidos para determinar la causales
que han motivado la transgresión y sus efectos tanto en lo personal como en lo co-
lectivo. La información obtenida se procesará de forma cualitativa. para determinar
las variantes estudiadas en particular las justicaciones de los transgresores.
Ahora bien, es necesario destacar la pertinencia de esta indagación en relación a
las instituciones militares, partiendo del hecho que en 180 años de historia republicana
venezolana, el noventa por ciento de nuestros gobernantes han sido forjados en las
instituciones militares entiéndase que la organización de sus Fuerzas Armadas de Ve-
nezuela”28 cuyas conductas han sido denidas por los códigos que rigen el honor militar
27 Entrevista al juez militar Capitán Ruiz De Villavicencio Luis Johan en el tribunal militar de Mérida, realizada en
Mérida, 20 de marzo de 2022.
28 Carlla del Guardia Nacional Bolivariano, (misión de la guardia civil española 1936) Comando Regional 6 de la
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exaltando sus valores más importantes como la honra expresada en su valentía, justicia
y disciplina militar, así como también conocer su lealtad, es decir si es sincero su acata-
miento como subordinado ante sus superiores y su respetabilidad en el amor a la patria
y hacia sus símbolos. Asimismo, también permite identicar las razones y eventos que
llevaron a algunos militares a transitar por el indecoro y la deshonra militar incurriendo
en transgresiones a la ley militar y como estas han sido castigadas por la entidad militar.

La Fuerza Armada Venezolana constituye una institución esencialmente profesio-
nal sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia
y soberanía de la nación y asegurar la integridad del espacio geográco, mediante
la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la parti-
cipación activa del desarrollo nacional, de acuerdo con la constitución vigente y la
Ley. Las instituciones militares desde el caudillismo hasta la profesionalización de las
fuerzas armadas en el siglo XX se basan en garantizar la defensa de la nación y de
su pueblo, el deber ser de estas instituciones tienen que ser organizadas desde su
orden interno y sin ninguna militancia política29.
No obstante, la estrecha relación que existe entre el militar y la institución puede
ser afectada en aquellos casos que la conducta del efectivo excede los cánones esta-
blecidos, puesto que, de la conducta individual, depende la estabilidad moral del or-
ganismo, interacción que es sostenida por Federico Aznar Fernández al destacar que:
El honor militar es pues una conducta, en sus muy distintas variantes, de carácter integral.
Puede ser valorada por la comunidad militar, incluso a nivel supranacional y global, toda vez
que las conductas de los militares de distintos países comparten ideales, medios y formas,
guardando similitudes culturales entre ellas de hecho, tienden a adoptar los modos del más
poderoso hasta en el uniforme
30
.
Por tanto, la conducta militar individual es determinante en la formación del ho-
nor institucional, En este punto es preciso destacar que termino de conducta tiene
dos acepciones que son aplicables al honor militar; “El primer signicado de conduc-
ta es el de la acción que un individuo u organismo ejecuta”31. El segundo concepto es
Guardia Nacional Bolivariana, sio web disponible: hp://www.core6.mil.ve/resena.htm (27DIC11).
29 Jacome Francine, “Los militares en la políca y la economía de Venezuela”,
Nueva Sociedad.
274, marzo-abril,
2018. Pp. 1-10. Disponible en: hps://nuso.org/arculo/los-militares-en-la-polica-y-la-economia-de-venezuela/
30 Fernández Aznar Fernández Montesinos Federico, “El honor militar. Sección de Pensamiento y Moral Militar.
Academia de las Ciencias y las Artes Militares 16 de diciembre de 2020. pp. 1-9. disponible en: hps://acami.es/
wp-content/uploads/2020/12/El-militar-y-el-honor-web.pdf (Consultado 04.02.2022)
31 Roca Balasch Josep, Conducta y conducta”,
Periódicos Electrónicos en Psicologhía
. Guadalajara, 2007. p. 1. Disponi-
ble en: hp://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arext&pid=S0188-81452007000400003
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el de la relación asociativa entre los elementos de una estructura funcional o campo
psicológico. Estos dos axiomas han estado presentes en el lenguaje conductual o
conductista desde sus inicios.”32.
De acuerdo con lo expuesto, el concepto de conducta se aplica para revalidar, la
actuación del militar en el primer caso, mientras en el segundo se emplea para designar
el sistema que comprende las características psíquicas de un individuo. Por lo tanto, se
considera que el honor militar tiene un rol fundamental para mantener la estabilidad de
la institución, teniendo presente que, la conducta del militar es, inherente al organismo
y la sociedad como árbitro principal, y cualquier desatino afecta a la nación. Esa validez
y trascendencia del honor militar deriva de las expectativas creadas “ante una actitud,
un
ethos,
una forma concebida a lo largo de la historia para aproximarse a situaciones
extremas que sirve como referencia, más que ante un mero valor sociológico”33.
De ese modo, las expectativas creadas son muy elevadas, debido a que, se espera
del militar que exhiba una moral intachable e irreprochable, así como la veracidad,
la lealtad hacia la patria y hacia su pueblo en una conducta intachable, en su servicio
para con la Institución y para la sociedad, en síntesis:
El militar cuyo propio honor y espíritu no le estimulen a obrar siempre bien, vale muy poco
para el servicio…, el contentarse regularmente con hacer lo preciso de su deber, sin que
su propia voluntad adelante cosa alguna…, son pruebas de gran desidia e ineptitud para la
carrera de las armas
34

Cuando el militar incumple con la disciplina, tal cual como está establecido, incu-
rre en la transgresión y también en el deshonor y, asimismo, deshonra la institución
militar en la que presta servicio, por lo cual es importante preguntarse: ¿Qué es
la transgresión? Denida en el Diccionario Panhispánico de dudas (RAE–ASALE), se
entiende como “violar un precepto o una ley”, en particular la transgresión militar es
violar alguna ley o un precepto militar. En ese aspecto, Giovanni Gómez Rodríguez
señala que los riesgos de transgresión moral del militar en la postmodernidad re-
presenta el fracaso moral de los militares que infringen en su honor con malas con-
ductas, las cuales una de ellas es la transgresión, el autor divide las transgresiones
militares en dos categorías: la primera tiene lugar cuando se ejerce violencia directa,
32 ídem.
33 Bermúdez Nicolás. “La noción de ethos: historia y operavidad analíca. El honor. Instuto de Lingüísca, Facul-
tad de Filosoa y Letras, Universidad de Buenos Aires Nº 14, diciembre 2007. p. 1. Disponible en: hps://www.
um.es/tonosdigital/znum14/secciones/estudios-1-ethos.htm (Consultado: 10.02.2022)
34 Fernández Aznar Federico “El militar y el honor…”, pp. 1-9.
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injusticada e inexcusable y se causa un mal radical con el uso de la fuerza al dañar
a personas y violar sus derechos (matar o torturar)35.
La transgresión moral para el citado autor es de segundo orden y ocurre cuando
se ejerce violencia estructural a través de la capacidad militar y se causa un mal banal
materializado en daño colateral. En ese aspecto, Gómez puntualiza que: “la primera
se relaciona con la intencionalidad del agente, su mal corazón y las determinaciones
intrínsecas; la segunda, con la acción colectiva del sistema y los condicionamientos
extrínsecos”36. En especial se dene como una de las transgresiones más graves en el
militar a la deserción porque atenta contra la disciplina militar, considerada como: “el
alma y el valor de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, al razonar que la disciplina
militar es la práctica inquebrantable de los deberes militares, se evidencia en todo mo-
mento y circunstancia en el hecho de mandar y obedecer, sin menoscabo del respeto
a los derechos humanos”37. Asimismo, el citado autor explica que la transgresión moral
es de segundo orden y ocurre cuando se ejerce violencia estructural a través de la ca-
pacidad militar y se causa un mal banal materializado en daño colateral y precisa que:
“la primera se relaciona con la intencionalidad del agente, su mal corazón y las determina-
ciones intrínsecas; la segunda, con la acción colectiva del sistema y los condicionamientos
extrínsecos Constituye una garantía para el funcionamiento eciente, empleo útil y moralidad
de la organización castrense. Los militares en el uso y ejercicio de la potestad disciplinaria
deben fomentar los valores, principios, virtudes militares y el amor a la Patria”
38
.
En ese sentido, se puede tipicar que un efectivo incurre en la transgresión como
resultado de una o varias actuaciones comprendidas en un conjunto heterogéneo de
acciones u omisiones, que abarcan desde la cobardía frente al enemigo, la negligencia,
la imprudencia, el sabotaje, el soborno, la homosexualidad, las falsas enfermedades
para eludir el cumplimiento del deber, el quebrantamiento de secretos, la indebida
utilización de prendas u armas entre otras. La mayor parte de esos delitos son casti-
gados de forma parecida, pero distintamente normalizadas, que de manera general
se podrían denir, con más propiedad, como delitos contra el cumplimiento del deber
35 Gómez Giovanni,
Riesgos de transgresión moral militar en la postmodernidad.
Barcelona (España:), Universitat de
Barcelona. (Tesis Doctoral), 2017. Disponible en: hp://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/119533/1/
GAGR_TESIS.pdf (Consultado: 10.02.2022)
36 Gómez Giovanni,
Riesgos de transgresión moral militar en la postmodernidad.
Barcelona (España:), Universitat de
Barcelona. (Tesis Doctoral), 2017. Disponible en: hp://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/119533/1/
GAGR_TESIS.pdf (Consultado: 10.02.2022)
37 República Bolivariana de Venezuela. Asamblea Nacional. “Exposición de movos”, de la
Ley de Disciplina Militar.
Capitulo I. Arculos 1-2-3 y 4. Caracas, diciembre 2014, pp. 1-2. Disponible en: hps://vendata.org/site/storage/
otrasFuentes/Ley%20de%20Disciplina%20Militar.pdf (Consultado : 11.02.2022)
38 Gómez Rodríguez “Riesgos de transgresión moral militar en La postmodernidad” … p. 15.
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profesional, a pesar que todos los delitos comprendidos en el código se consideraran
infringen el honor militar, lo cual ocurre cuando “el militar comete un acto deshonesto
por ejemplo: el cobrar dádivas, un acto sexual contra natura, y se aclara que aunque la
homosexualidad no es delito en el ámbito militar no lo es permitido en los códigos de
honor ya que no se pueden establecer relaciones sexuales contra natura”
39.
A diferencia de los anteriores, se debe enunciar como delito diferente la homo-
sexualidad, que debería ser eliminado del código castrense, pero en Venezuela se
mantiene aún como delito para el estamento militar. Efectivamente, hay que tener
en cuenta que su tipicación actual es simplemente en virtud de tener tal condición
o inclinación sexual, sin necesidad de que haya mediado escándalo público o actos
concretos. A pesar que claramente tanto la homosexualidad, como la heterosexua-
lidad, solo constituirán un hecho delictivo en el ejército o en cualquier otra institu-
ción, o en la sociedad en general, en el caso que se comentan actos de forzamiento
físico o moral, o de desprecio de las personas o de su intimidad, o de abandono de
obligaciones, pero no es tan evidente que la vida privada pueda estar mediatizada
por su profesión, sea ésta la que fuera, y, en todo caso, la tipicación de esos delitos
correspondería al código civil y no al militar40.
A diferencia de las causales expuestas, otra de las transgresiones, consideradas
como muy graves en ámbito castrense es la deserción porque atenta contra la disci-
plina militar. Por ende, la ocurrencia de la deserción de un militar está tipicada en la
Ley Orgánica de la Fuerza Armada, al detectar “la ausencia de un militar de su unidad,
destino o lugar de residencia, cuando éste tiene el ánimo de sustraerse permanen-
temente al cumplimiento de sus obligaciones militares, no jando ningún período de
tiempo mínimo41. En ese sentido, el delito de deserción se considera una falta grave
a los deberes y el honor militar, el funcionario de quien se sospeche ser desertor, se
le investiga, por su ausencia sin permiso y su condición pasa a ser presunto desertor,
por lo cual será juzgado por fuga, al estar ausente más allá del tiempo establecido
de permiso o por no encontrase en la unidad militar o estar ausente en cuanto se
pase revista. Después de detectar la ausencia del efectivo se le aguarda durante
un lapso de 72 horas, una vez nalizado ese período se le declara en deserción y
el funcionario militar superior procederá a pasar el caso a la scalía militar para su
39 Entrevista al juez militar Capitán Ruiz De Villavicencio Luis Johan en el tribunal militar de Mérida, realizada en
Mérida, 20 de marzo de 2022.
40 Entrevista al juez militar Capitán Ruiz De Villavicencio Luis Johan en el tribunal militar de Mérida, realizada en
Mérida, 20 de marzo de 2022.
41 “Exposición de movos.” de la
Ley de Disciplina Militar de las disposiciones fundamentales: Valores, virtudes, y deberes
militares
” … Capitulo II. Arculos 7 al 16. pp. 5-6.
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enjuiciamiento, imputándolo por deshonor, insubordinación y deslealtad a la patria y
a la institución militar. En ese aspecto, Mendoza Troconis señala:
que la deserción militar se considera grave porque atenta contra el honor militar y viola el
juramento patriótico de delidad a la bandera nacional, quebrantar esta ley afecta directa-
mente a la organización de la institución armada del Estado. Por lo tanto, quien transgrede
estas leyes altera el orden militar. La deserción militar es el abandono del servicio por la
causa que sea
42
.
Además, Mendoza acota que “la deserción militar” es un delito que se agrava en
el ámbito militar, por es una injuria al juramento pronunciado ante la Bandera Na-
cional porque considera que: “los Símbolos Patrios cobran gran signicado para el
estamento militar”. El respeto a la patria es inherente al respeto de sus símbolos, la
bandera, el escudo y el himno nacional. Los expresados símbolos patrios son repre-
sentativos de la nación, propios del país, son hitos para la identidad nacional, por lo
cual inuyen en el respeto y decoro del militar inuyen, pues representan sus valores
más preciados, circunstancia que es reiterada por Rangel Bourgoin al sostener que
el respeto a la “bandera es la exaltación de la integridad y la honestidad como carac-
terísticas esenciales del hombre en armas”43.
Asimismo, es preciso indicar que un militar retirado que use uniforme militar in-
curre en el delito denominado “pugna militar” debido que su condición de retirado
le impide usar uniforme, insignias militares, condecoraciones que hubiese recibido
cuando fue militar activo y también sus títulos militares. Además, el cargo por el de-
lito de “pugna militar también podrá imputársele a “un militar activo al no estar en
servicio; no puede usar las armas de la institución, únicamente la personal y solo con
un porte de armas vigente”44.

El estudio de los casos delictivos en el Tribunal Militar de Mérida comprendidos
en el lapso 2000-2005, que fueron sentenciados, porque es preciso expresas que
aquellos que están en proceso no pudieron ser estudiados, y de los que se tuvo
acceso se suprimen los nombres de los imputados por razones obvias, la mayoría se
acusaron y sancionaron por el delito de deserción. La prevalencia de ese delito se ha
debido entre otras razones por las condiciones socio económicas, como se despren-
de de la opinión calicada al respecto, quienes señalan que:
42 Mendoza José Rafael,
Curso de derecho penal militar venezolano…,
p. 55.
43 Rangel Bourgoin, Luis E. “Nosotros los militares”.
El Mundo,
25 de sepembre de 1979. p.135
44 Entrevista al juez militar Capitán Ruiz De Villavicencio Luis Johan en el tribunal militar de Mérida, realizada en
Mérida, 20 de marzo de 2022.
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yo mismo observé cuando era asistente de la juez militar que estaba anteriormente que
en el año 2018 cuando se agudizó la crisis aquí en Venezuela, donde la economía estaba
totalmente distorsionada, pues se ganaba en bolívares y todo estaba dolarizado, los solda-
dos ganaban muy poco sueldo y esto trajo la mayor tasa de deserciones, que aunque no es
justicado, se sabe que fue por sus condiciones socio-económicas
45
.
Otra de las causales es la incapacidad para adaptarse al régimen jerárquico militar, el
cual tiene un sistema de coerción con distintos tipos de castigos, en los cuales se incurre
en prácticas que afrentan e inclusive ridiculizan y minusvaloran la persona. Esa situación
fue expuesta en uno de los expedientes revisados, el indiciado declaró que las causas de
su deserción se debieron a que: “allí me maltrataban, me humillaban y luego de un per-
miso no volví porque tenía miedo de que siguieran metiéndose conmigo ya que cuando
estaba allí nos llevaban al polígono de tiro hacer mierdera y a dar vuelta al tabaco46, apar-
te de ser un reconocimiento expreso del “tener miedo” es decir de la cobardía que sería
unas de las causas fundamentales del deshonor en las fuerzas armadas venezolanas.
El procedimiento aplicado a ese transgresor se inició cuando el acusado se au-
sentó de las instalaciones, lo cual ocurrió el día 6 de junio del 2005, motivo por
el cual fue acusado según un parte postal diario fechado el 6 de junio del 2005.
Posteriormente, el respectivo comando envió varias comisiones hasta su residencia
donde fue imposible localizarlo, motivo por el cual el respetivo comando decidió de-
clararlo como “presunto desertor”, según lo establecido en el art. 527 aparte “1” del
Código de Justicia Militar. En ese caso, es preciso hacer notar que el acusado, según
se expresa en el parte postal diario Nº 184 fechado el 5 de julio 2005, “no manifestó
problemas de carácter socioeconómico o de cualquier otra índole que le imposibili-
tara el cumplimiento de su servicio militar obligatorio en las entrevistas efectuadas
por este comando”47. En base a lo expuesto se consideró que “el soldado decidió
separarse en forma ilegal de su servicio militar obligatorio sin motivo justicado que
este comando conozca”
. Por lo cual se procedió a imputar “al soldado por el delito
de deserción, pues el mismo atentó contra los deberes y el honor militar”
.
En la representación del scal acusador se sostiene que existen fundados elementos
de convicción para considerar el peligro de fuga por parte del imputado por lo cual en
conformidad con el art. 251 del Código Orgánico Procesal Penal, dado las características
del delito y la pena que podría llegarse a imponer, que en el presente caso se prevé una
pena de seis meses a dos años de prisión, en tiempo de paz, por el delito de deserción.
45
Entrevista al juez militar Capitán Ruiz De Villavicencio Luis Johan en el tribunal militar de Mérida, realizada en
Mérida, 20 de marzo de 2022.
46 Código Penal Militar Artículo 243. Citado por el expediente número 136 del tribunal militar de Mérida.
47 ACTMEM. Expediente 5108 revisado en la pieza número 1, Mérida, 6 de junio de 2005. f. 136.
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En la acusación se precisa “la magnitud del daño causado a la institución militar como
bien jurídico tutelado en sus pilares fundamentales: disciplina, subordinación y obedien-
cia al cometer este efectivo militar actos de detrimento del deber y honor militar”48.
En consecuencia se emitió la orden de aprensión y se le estableció como lugar de
reclusión el departamento de procesados militares, el mencionado efectivo militar
tiene derecho a permanecer en la instalación diseñada para preservar la salud, reci-
bir alimentos, agua, alojamiento, ropa, servicios médicos, facilidades para el ejercicio
físico, artículos de aseo personal y visitas de familiares, según lo dispuesto en el artí-
culo del pacto internacional de derechos civiles y políticos, principios sobre la deten-
ción o prisión49. Después de emitida esa orden se procedió a su captura y reclusión y
sucesivamente se le escuchó en audiencia pública y como el delito fue en agrancia
y comprobado sin atenuantes se concluyó el proceso judicial al sentenciar que “el
soldado incurrió en delito militar de deserción según art. 527, aparte 1 del código
militar que textualmente dice: la presunción que se reere al art. 524, se establece
para los individuos de tropa y marinería que dejen de presentarse en más de tres
días vencidos al término de su permiso, se declaren desertores”
50.
De acuerdo con lo relatado en este expediente por deserción, se evidencia que
la misma es uno de los delitos más graves que se puede cometer contra el honor
militar y su institución, el castigo impuesto a esa violación es la privativa de libertad
en las instalaciones militares donde el funcionario cumple su condena de seis meses
hasta dos años recluido reconociéndole ciertos derechos, pero es preciso señalar
que al nalizar el proceso la institución militar mantiene su honor al haber aplicado
un castigo al infractor, pero el mismo queda deshonrado para siempre porque su
condición será comprobadamente la de desertor de las Fuerzas Armadas, cuya ma-
cula jamás desaparecerá aunque haya cumplido con la pena que le fue impuesta.
Otros de los casos en que se afrenta contra el honor de los militares es aquel en
que incurre en la pugna militar en especíco se reere al uso indebido de las pren-
das militares o el porte de armas de la nación fuera de los recintos militares y del
horario de servicio. En uno de los juicios seguidos por ese motivo por el
…uso indebido de condecoraciones, insignias y títulos militares. Se imputa al teniente de la
UNEFA en Mérida Edo. Mérida por usar uniforme de gala junto con sus insignias y títulos
militares en horas de clases a los estudiantes del mismo establecimiento, acto que es
48 ACTMEM. Expediente 5108 revisado en la pieza número 1, Mérida, 21 de sepembre de 2005. f. 136.
49 ACTMEM.
Expediente 5108.
Revisado en la pieza número 1, Mérida, 28 de octubre de 2005. f. 78..
50 ACTMEM.
Expediente 5158.
Revisado en la pieza número 1 por el delito de deserción. Sentencia. Mérida, 5 de julio
2005. f. 150.
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vergonzoso y atenta contra el honor de la institución militar, por lo que el coronel lo coloca a
la orden de esta instancia militar para su debido proceso de juicio
51
.
En el caso expresado, es necesario explicar que aun cuando acusado es un militar
y ocial de carrera, por el hecho de portar uniforme de gala en su salón donde im-
partía clases a los estudiantes de la UNEFA, su superior y coronel lo denuncian ante
el tribunal militar por pugna militar, imputándole por el uso indebido de uniformes
e insignias militares mientras dictaba clases52. En otro de los juicios seguidos por
la misma causal se inculparon a efectivos castrenses que indebidamente portaban
armas de la institución militar estando fuera en ese recinto y fuera de su horario
laboral. En líneas anteriores se observa que la pugna militar también es un delito
contra el código de honor militar, el cual también recibe castigo para disciplinar a
quien lo cometa, aunque el funcionario que lo comete no queda privado de libertad
es amonestado por parte del tribunal militar para limpiar el honor de la institución
y dar a conocer a otros funcionarios de no incurrir en el mismo delito porque serán
sancionados por delitos contra el honor militar“53.
CONCLUSIONES
La Fuerza Armada Venezolana constituye una institución esencialmente profesio-
nal sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia
y soberanía de la nación y asegurar la integridad del espacio geográco, mediante la
defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participa-
ción activa del desarrollo nacional, de acuerdo con la constitución vigente y la Ley, en
las cuales se concibe el honor como el conjunto de valores que impulsan al militar a
actuar rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con lo establecido en los dis-
positivos legales, tanto escritos como consuetudinarios que los hacen acreedores del
respeto y buena opinión generalizadas y por tanto le coneren la dignidad o buena
fama a una persona, fundamentados en el estricto acatamiento de la disciplina militar
y en el cumplimiento de los deberes militares y el exacto obedecimiento a las órdenes
de sus superiores en lo relacionado al servicio por el militar activo. En consecuencia,
cualquier desobediencia, desacato o incumplimiento al deber militar deshonra al sol-
dado que lo cometa y a la institución también. Aunque es preciso destacar que existen
varias causales del deshonor entre los militares de acuerdo con la revisión de los casos
que se han enjuiciado en el circuito penal militar de Mérida, la mayoría han sido por de-
51 ACTMEM. Pieza Nª 1, Nº de orden 804, Uso indebido de insignia militar. 2001-2005. f. 231.
52 ACTMEM. Nº de orden 804, Hecho punible de porte de armas fuera de servicio militar, abril 2000. f. 1192.
53 Fernández, Luis. “Las virtudes militares: el honor,
El País, j
unio, 1978, p. 1. disponible en hps://elpais.com/
diario/1978/06/22/opinion/267314401_850215.html
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serción, considerada una de las faltas más graves a la honra del militar porque afrenta
la condición personal del mismo, la disciplina, la subordinación y asimismo el deber
ser de la institución como guardianes de la soberanía nacional. Las motivaciones para
incurrir en esos delitos expuestas por los imputados en estos esos casos han sido las
precarias situaciones socioeconómicas de los desertores, presentes en la realidad ve-
nezolana en los últimos años y la falta de adaptación de algunos a la disciplina militar.
Otros casos se han instruido por el uso indebido del uniforme y prendas militares, al
igual que el porte de armas pertenecientes a la nación venezolana fuera de los recin-
tos castrenses y del horario de servicio de los efectivos. Finalmente es preciso señalar
que los acusados que han sido sentenciados nunca repondrán su honra siempre se-
rán vistos como cobardes y la institución que también ha visto vulnerada su fama logra
reponer la misma al someter a la vindicta y el castigo a quienes la vulneraron.

Orales
Entrevista al juez militar Capitán Ruiz de Villavicencio Luis Johan en el tribunal militar
de Mérida, realizada en Mérida, 20 de marzo de 2022.
Documentales inéditos
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Expediente 5108.
Revisado en la pieza número 1, Mérida, 6 de junio de 2005.
f. 136.
ACTMEM.
Expediente 5108.
Revisado en la pieza número 1, Mérida, 21 de septiembre
de 2005. f. 136.
ACTMEM.
Expediente 5108.
Revisado en la pieza número 1, Mérida, 28 de octubre de
2005. f. 78.
ACTMEM.
Expediente 5158.
Revisado en la pieza número 1 por el delito de deserción.
Sentencia. Mérida, 5 de julio 2005. f. 150.
ACTMEM.
Pieza 1, de orden 804,
Uso indebido de insignia militar. 2001-2005. f.
231.
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
Julio César García Delgado*
I
La llegada de Gómez al poder marcó un parteaguas en la historia de Venezuela,
fundamentalmente, por dos razones: 1) una pacicación sostenida del país, lo que
marcó el n del caudillismo, fenómeno sociopolítico que plagó de inestabilidad al país
desde 1830; y 2) El inicio de la explotación petrolera a gran escala, lo que garantizó una
inyección de capital por parte de las compañías petroleras. Ambos factores, sin duda,
contribuyeron a la transformación del país, pasando de ser una sociedad agraria mar-
cada por la escasez a ser una sociedad urbana, marcada por la abundancia.
Gómez logra pacicar el país, y crea un marco para la creación de un Estado institu-
cional, iniciando con la institucionalización de las Fuerzas Armadas con la creación del
Ejército y la Aviación. Sin embargo, es oportuno declarar que la creación de institucio-
nes por parte de Gómez no se traduciría necesariamente en la creación de un sistema
de instituciones de corte liberal que propiciaran la institucionalización de un Estado a
molde europeo o estadounidense. Para Gómez, la paz y el orden se constituyen en
objetivos fundamentales, para mantener el poder en torno a su gura. Lo anterior
implicó que Gómez tenía que garantizar el cumplimiento absoluto de su voluntad en
todo el país. Para lograrlo, el “Benemérito” no escatimó esfuerzos en crear un sistema
de lealtades en torno a su persona, por lo que genera un grupo de poder que gire en
torno a su gura y se encargue de hacer su voluntad en todos los rincones del país.
Por ello, era indispensable el férreo control de cualquier astisbo de disidencia, sea cual
fuere. Un ejército institucionalizado y unos cuerpos policiales organizados serían un de
los pilares fundamentales para tal control social, en donde la mínima divergencia era
un estorbo que no podía ser tolerado, mucho menos permitido.
Un elemento que cambia la dinámica del país, sin duda, es el petróleo. Si bien
el otorgamiento de las concesiones petroleras se inició en la década de 1910, no
* Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt, Venezuela
juliogarciad@gmail.com
hps://orcid.org/0000-0001-9213-2593
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sería hasta el reventón del Barroso II en 1922 que Venezuela entrara en el escenario
geopolítico mundial como productor petrolero. Esto develó un gran problema: la
ausencia de equipos y personal calicado nacional para la explotación, sea por par-
te del Estado o capital privado nacional. Para ello, Gómez recurre al otorgamiento
masivo de concesiones, para garantizar un constante ingreso a las arcas nacionales,
lo que, indudablemente, contribuyó a la consolidación de un Estado central efectivo,
cosa virtualmente inexistente durante todo el siglo XIX.
Tras la muerte de Gómez el 17 de diciembre de 1935, queda a cargo Eleazar
López Contreras, su ministro de Guerra y Marina, quien tenía una clara intención
de institucionalizar el país para conducirlo por las sendas de la democracia. Para
una nación que venía de un siglo XIX en guerras y dos férreas dictaduras durante el
primer tercio del XX, era una tarea encomiable, aunque nada fácil. Por un lado, una
resistencia inicial por parte de sectores conservadores gomecistas y, por el otro, una
sociedad venezolana ávida de libertades tras represión sostenida marcaron los difí-
ciles inicios de un gobierno con intenciones de lograr un vuelco al país.
La idea era trazar una hoja de ruta para la institucionalización del país, la cual se
deja ver en el llamado Plan de Gobierno expuesto a la nación venezolana por el pre-
sidente Eleazar López Contreras, el 21 de febrero de 1936. El mismo fue la respuesta
de Contreras ante el clima de inestabilidad política y social que se experimentaba en
Venezuela tras la muerte de Juan Vicente Gómez .En tal sentido, el 14 de febrero de
1936 la población, con el liderazgo de miembros de la llamada generación de 1928,
se lanzó a las calles a manifestar en contra de los vestigios del régimen gomecista
y a favor de una mayor apertura política del recién inaugurado gobierno de Eleazar
López Contreras.
II
Tras el fallecimiento de Juan Vicente Gómez el 17 de diciembre de 1935, los Mi-
nistros del Despacho Ejecutivo y el Gobierno del Distrito Federal procedieron con la
elección del Ministro que debía encargarse de la presidencia por el resto del periodo
constitucional. En ese acto el General Eleazar López Contreras fue elegido presiden-
te, por el Gabinete Ministerial. La elección, aparentemente fácil, tuvo una resistencia
inicial por parte de la familia de Gómez, quienes se consideraban sus sucesores
“naturales”, particularmente Eustoquio Gómez, el cual gozaba de buen apoyo de los
círculos gomecistas, por lo cual se generó un entramado de conspiraciones desde
principios de 1935, debido a la avanzada edad de Juan Vicente Gómez y su cada vez
más deteriorada salud.
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Sin embargo, el “Benemérito” tenía claro que López Contreras iba a ser su suce-
sor, y en función de ello lo había ubicado en altos cargos, entre ellos, el de Minis-
tro de Guerra y Marina. A pesar de la trama de conspiraciones, el 18 de diciembre
de 1935 López Contreras resulta electo y es raticado por el Congreso en reunión
extraordinaria, el 31 de diciembre, siguiendo el criterio unánime que auspiciaba la
continuidad del orden legal. Anes de diciembre, Eustoquio Gómez, acérrimo rival
de López Contreras, fue muerto por un disparo en las ocinas del gobernador del
Distrito Federal, general Félix Galavís, cuyo deceso, así como la salida al exterior de
miembros de la familia Gómez representa un alivio a la lucha que se entabla entre
una fracción del gomecismo que aspira a controlar el poder y continuar con los mis-
mos procedimientos del pasado y aquella que quiere dar un cambio a tal política, en
tanto que esta última logra imponerse.
Una de las razones por las cuales López Contreras generó resistencia dentro de
buena parte del círculo gomecista era debido a su evidente talante democrático, del
cual el “Benemérito” debió tener clara consciencia. No en balde da la primera clara
señal el 20 de diciembre, con la orden para que sean puestos en libertad todos los
presos políticos y los detenidos en las carreteras y dispone el regreso de los deste-
rrados.
El país estaba en un punto de ebullición, era una olla de presión a punto de explo-
tar, debido a la ausencia de libertades desde el nacimiento de la república en 1830,
por lo que las protestas y manifestaciones no se hicieron esperar. Dichas protestas
continuaron luego de la muerte de Gómez, como método del pueblo para exigir al
nuevo gobierno cambios sustanciales en diversas áreas, principalmente en lo político
y laboral. A diferencia del régimen de Gómez, el reciente gobierno de López Contre-
ras se mostraba receptivo con las exigencias de la población, por lo que permitió la
formación de partidos políticos y otros gremios, que ayudaron a encaminar las peti-
ciones populares. Asimismo, permitió que los medios de comunicación mantuvieran
cobertura sobre los distintos temas del gobierno, algo inédito en el país.
En su gobierno se realizaron muchas obras en diversos aspectos, casi todas ellas
de largo alcance, entre ellas: se dictó la primera Ley del Trabajo del país (1936), cuyo
principal redactor, el joven Rafael Caldera llegaría a ser Presidente de Venezuela;
creó el Servicio Técnico de Minas y Geología (1936) y avanzó la educación progre-
sivamente, creando el Instituto Pedagógico de Caracas (1937) para la formación de
maestros; la Sociedad Bolivariana de Venezuela (1937); el Cuerpo de Bomberos de
Caracas el 5 de julio y la Guardia Nacional el 4 de agosto (1937), Decreto Nro. 1320
del 4 de agosto de (1937) para servir de cooperación a las fuerzas armadas y la po-
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licía; el 19 de enero de 1937, decreta la fundación de Ciudad Ojeda como un núcleo
para albergar los habitantes de la población palafítica de Lagunillas de Agua destrui-
da por un pavoroso incendio en 1939.
Luego se inauguraron el Museo de Bellas Artes y el Museo de Ciencias (1938) se
creó el Banco Central de Venezuela (1940), para centralizar la emisión de monedas y
billetes, el Instituto Pedagógico Nacional, la Ocina Nacional del Trabajo, el Ministerio
de Agricultura y Cría, el Ministerio de Comunicaciones, el Consejo Venezolano del
Niño, el Banco Industrial, la Ocina Nacional de Cambio y la de Control de Exporta-
ciones, se rmó el Tratado de Delimitación de Fronteras con Colombia (1941) que
selló las diferencias en torno al territorio de Río de Oro, la Guajira y la cuenca del Río
Orinoco. El Senado de la República lo ascendió a General de División el 14 de julio
de 1939. En abril de 1941, el Congreso eligió al General de División Isaías Medina
Angarita, hasta ese momento Ministro de Guerra y Marina, como nuevo Presidente.
Antes de entregar la presidencia, el 2 de mayo, el Senado lo ascendió al máximo
rango militar en Venezuela del siglo XX, General en Jefe. Tres días más tarde, el 5 de
mayo, le hace entrega de la presidencia a Medina.
Dos de sus obras más destacadas fueron la creación de las Fuerzas Armadas de
Cooperación, hoy conocida como la Guardia Nacional, la creación del Banco Central
de Venezuela.
Las Fuerzas Armadas de Cooperación, conocida como la Guardia Nacional, es
uno de los cuatro componentes que conforman la Fuerza Armada Nacional de Vene-
zuela. Fundada el 4 de agosto de 1937 por el presidente de la República, general en
Jefe (Ej) Eleazar López Contreras.
Por ende, este componente cumple con la función de brindar seguridad y defen-
der la soberanía del territorio nacional venezolano, tanto internamente como a lo
largo de sus fronteras, trabajando conjuntamente con el Ejército, la Armada y la Avia-
ción. Al mismo tiempo, participa en operativos de seguridad interna en colaboración
con los cuerpos policiales estatales y municipales bajo la dirección del Ministerio de
la Defensa y el Ministerio de Interior y Justicia respectivamente. En consecuencia, en
caso de disturbios o saqueos, actúa para disuadir y controlar las protestas y otros
desórdenes públicos. Cuando asume la Presidencia López Contreras, quien viene
ejerciendo el Ministerio de Guerra y Marina. Con su lema «Calma Y Cordura» logra el
dominio político de la situación; sin embargo, sucedieron ciertos hechos tales como:
manifestaciones callejeras, proliferación del abigeato, del cuatrerismo, aumento de
la delincuencia, intensicación del contrabando por las fronteras del país. Frente a
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esta convulsión social, el presidente de la República se dirige a los presidentes de
Estados y les indica la necesidad inaplazable de organizar allí (en los Estados), con
elementos activos, esforzados y conscientes, una Policía Rural a caballo, a pie o en
vehículo, a n de defender y preservar el hogar venezolano, las garantías individua-
les y la propiedad, para llevar a la práctica la creación de esta Institución Policial de
carácter nacional, cuya misión sería la de salvaguardar el orden público, se hace ne-
cesario la capacitación de recursos humanos idóneos para cumplir estos objetivos.
Después de largas y polémicas conversaciones de cómo estructurar dicho Cuer-
po, Don Runo Blanco Fombona (poeta, escritor y diplomático venezolano) le sugiere
al General López Contreras, la idea de crear un Cuerpo semejante a la Guardia Civil
Española. En junio de 1936, los Gobiernos de Venezuela y España, convinieron en
que una misión de este último país viajara a Venezuela para establecer, instruir y
poner en servicio un Cuerpo similar al de la Guardia Civil Española. Estas ideas se
materializan el día 17 de septiembre de 1936, al decretarse la creación de la Escuela
del Servicio Nacional de Seguridad.
Ya el personal fue formado, también los cimientos para la nueva Institución que
la dinámica del país exige, entonces podemos señalar que el Decreto del 17 de sep-
tiembre de 1936 que determinó la creación de la Escuela del Servicio Nacional de
Seguridad, es el que marca la formación del recurso humano, pero el que le da el
carácter legal a la Guardia Nacional es el Decreto del 4 de agosto de 1937. A partir de
este momento la Guardia Nacional adquirió operatividad en todo el territorio Nacio-
nal, haciendo efectivas las tareas que le fueron encomendadas, mantener el orden
público y el resguardo de nuestras fronteras. En la actualidad la Guardia Nacional
tiene su sede en la Quinta las Acacias, ubicada en El Paraíso, Avenida el Ejército (fren-
te a la Plaza Madariaga) Caracas. La Guardia Nacional es una Fuerza de Cooperación
llamada a cumplir una labor de Patria a lo largo y ancho de la nación en función de
autoridad de control scal.
III
Sin embargo, la seña característica del plan de gobierno de López Contreras, que
deja en evidencia su intención de institucionalizar el país fue el conjunto de medidas
anunciadas el 21 de febrero de 1936, conocidas como el Plan de Febrero o Programa
de Febrero. En ellas jó las directrices para el inminente cambio político, económico y
social del país, los cuales permitieron pavimentaron el camino a la democracia, el re-
conocimiento de derechos y libertades y el desarrollo económico de tipo capitalista.
El documento surgió tras un diagnóstico sobre las problemáticas presentes en
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Venezuela para ese entonces y también como respuesta al clima de intensa inesta-
bilidad política y social que atravesaba el país tras la muerte del dictadorJuan Vicente
Gómez. En esencia, se buscaba, por una parte dar respuesta a las demandas de la
sociedad venezolana, y, por la otra, trazar una hoja de ruta para la democratización
e institucionalización del país.
Como respuesta a las problemáticas surgidas durante el largo régimen de Juan
Vicente Gómez, el 21 de febrero de 1936 el presidente Eleazar López Contreras
presentó ante el país un plan de gobierno dividido en 8 puntos relacionados con las
áreas a atender:
Régimen de legalidad
Se rearmaron las garantías constitucionales, el régimen de legalidad, la auto-
nomía municipal, el sufragio universal, la libertad del trabajo, y se eliminaron los
monopolios, además de prohibir los impuestos excesivos. Las medidas señaladas
permitirían el surgimiento de nuevos negocios respetando los derechos entre patro-
nos y empleados. Dentro de este, se propuso crear un marco legal que sustentara
estos cambios y un organismo institucional que velara por su aplicación, así como la
creación de partidos políticos y grupos gremiales.
Higiene pública y asistencia social
La higiene y la salud rural y urbana era una de las peticiones más comunes de
los partidos políticos y gremios nacidos en 1936. Por este plan, el nuevo gobierno se
comprometió a modernizar el sistema de salud para combatir las enfermedades tro-
picales como la anquilostomiasis, el paludismo y la tripanosomiasis, la tuberculosis y
enfermedades venéreas. Se propuso la creación de instituciones de higiene y salud,
administración sanitaria e instituciones de benecencia y previsión social. También
se planteó la creación de un Seguro Social con funciones limitadas al ahorro y al se-
guro contra desalojos, invalidez y vejez.
Vías de comunicación
En materia de comunicaciones se estudió crear un sistema nacional de carreteras
modernas, nacionalizar el Puerto de La Guaira (que para entonces pertenecía a una
compañía inglesa) y fundar la Línea Aeropostal Venezolana.
Educación nacional
Una de las necesidades que encontró el presidente López Contreras fue incre-
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mentar el número de escuelas primarias y la construcción de éstas no sólo debía
llegar a las grandes ciudades, sino a los pueblos más apartados de la geografía na-
cional. En principio se propuso la construcción de un gran número de escuelas, pero
tomando en cuenta el gran número de necesidades que no podían ser atendidas
todas a la vez, planteó aumentar el número de escuelas primarias de 1270 a 2000,
así como incrementar el número de las escuelas graduadas de 201 a 230. También
se propuso la creación de 510 escuelas rurales. Los lineamientos educativos no se
limitaron solo a la creación de edicaciones; también tuvieron en cuenta el acondi-
cionamiento de las aulas, que debían ser dotadas de material pedagógico y mobilia-
rio para enseñanza.
Agricultura y cría
En cuanto a la agricultura, el Plan recogió las ideas de Alberto Adriani y Arturo
Uslar Pietri, quienes sostenían que la economía nacional debía sustentarse del agro
y no de la explotación petrolera. Se creó una Escuela Superior de Agricultura y Vete-
rinaria, el establecimiento de estaciones experimentales y la creación de un Instituto
de Sanidad Animal y Vegetal.
Políca scal y comercial
Se propuso la elaboración de una política scal, reformar el sistema tributario
vigente, un manejo cuidadoso de los fondos públicos, aumentar al máximo los ren-
dimientos de la renta minera, reformar el sistema bancario y crear un Banco Central
de Emisión, además de adoptar una política comercial de acoplamiento del país al
comercio internacional.
Inmigración y colonización
Este punto particular consistía en incentivar la inmigración, especialmente de
europeos, para fundar colonias agrícolas en distintas partes del territorio nacional,
esto con el propósito de “mejorar la raza” y asegurarse de que las labores del campo
fueran realizadas ecientemente, pues el gobierno tenía la percepción de que el
campesino autóctono no hacía bien su trabajo. Esta política fue llevada a efecto por
Alberto Adriani, quien para entonces era el titular del Ministerio de Agricultura y Cría.
Puntos complementarios
El último apartado se formó con puntos accesorios, en los cuales el presidente
abordó diversos tópicos, como la necesidad de perfeccionar las fuerzas armadas
—dada su importancia para el Estado—, consolidar relaciones de amistad y coo-
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peración con otros países, comprometer al Ministerio de Obras Públicas para que
ejecutase todas las obras que el país requería y por último, incentivar la producción
nacional, apoyando a productores de materias primas, conservando las industrias
fabriles existentes y promoviendo la creación de otras nuevas.

Venezuela, sin duda, sufre cambios sustanciales entre 1899 y 1935 debido al ini-
cio de la explotación petrolera a gran escala y la llegada al poder de Cipriano Castro y
Juan Vicente Gómez, cuya inuencia será evidente en la política nacional hasta 1945,
y de una forma más sutil hasta 1958. El país se transforma de manera irreconocible
gracias al petróleo, destacándose frente al resto de América Latina hasta inicios de
1980.
López Contreras estaba decidido a la democratización del país, por lo cual tomó
las medidas necesarias para encaminar la ruta de la institucionalización. Sin embar-
go, el gobierno de López Contreras no puede ser considerado democrático bajo los
estándares actuales, debido a que el proceso llevaría tiempo, por lo cual en algunos
aspectos el avance fue gradual, en tanto que en otros fue rápido. Con todo, fue uno
de los gobiernos que más aportó a la institucionalización del país.
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
HECHA AL CONSULADO DE CARACAS POR EL


Responsable del Texto y aclaratoria**.
Dr. Jorge F. Vidovic***
La provincia de Maracaybo, una de las que comprehende el Reyno de Tierra Fir-
me, de cuya situación están VSS. impuestas por las cartas geográcas, tiene su ex-
tensión de Norte a Sur de 180 leguas españolas, y de Este a Oeste, 60 por la parte
más angosta; termina al Norte con el mar del Saco, a siete leguas de su capital, por el
Nornorueste con la provincia de Río Hacha, a once leguas, dividiéndose después de
la agregación de Sinamayca a Maracaybo, que se vericó en el año de 1791 con las
alturas llamadas Montes de Oca, Sierra de Perijá y Valle de Dupar; al Vesudueste, con
la de Santa Marta, por la parte de Ocaña, a 60 leguas de esta capital, y con Salazar
de Las Palmas, jurisdicción de Pamplona, que corresponde al Virreynato de Santa
Fe, a 120 leguas por el Este; a ocho leguas de la misma capital, con la jurisdicción de
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
pp. 161-179
* Descripción tomada literalmente del libro “Maracaibo representado en todos sus ramos.Autor: José Domingo
Rus. Publicación de La Universidad del Zulia en el año de 1965. Se respeto la ortograa de la época.
** Como bien lo señala la invesgadora e historiadora Zulimar Maldonado, el informe presentado por el diputado
consular José Domingo Rus cumplió con un doble propósito. Por un lado, sirvió para informar a la Corona sobre
las potencialidades económicas y aspectos de la vida social y políca de las diferentes jurisdicciones; y por el otro,
representó un verdadero diagnósco de los principales problemas que obstaculizaron el normal desenvolvimien-
to socioeconómico de la Provincia de Maracaibo así como un recetario de posibles soluciones a los mismos. En
su escrito; se describe claramente datos relavos a la población, caracteríscas del medio sico, comunicaciones
y distancias, recursos naturales, producción agropecuaria, comercio, proyectos de obras públicas, educación, as-
pectos sociales, entre otros. Pero, además, incorpora una serie de solicitudes de lo que más urgía a la Provincia en
función de aportar y apoyar propuestas conducentes a mejorar su progreso económico y bienestar sociopolíco.
Finalmente; el informe revela el interés que tenía Rus en dar a conocer una imagen posiva y atracva de la pro-
vincia; argumentos que sirvieron para juscar la necesidad de sus peciones y cricar el sistema de administra-
ción monárquico por haber descuidado y subesmado el valor histórico, la belleza natural y las potencialidades
económicas y humanas de la Provincia.
*** Dr. Jorge F. Vidovic. Historiador. Miembro de número de la Academia de Historia del estado Zulia. ORCID:
ht-
tps://orcid.org/0000-0001-8148-4403
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Casigua, que corresponde a la de Coro en el río Palmar y se dilata por la jurisdicción
de San Felipe, Carora y Barquisimeto, que lo son de Caracas, y al Sur del río Uribante,
terminando en los llanos de Casanare, jurisdicción de San Cristóbal de este Gobier-
no, hasta cuyo río se cuentan 150 leguas; y al Sursueste queda la jurisdicción de
Barinas, que fue de ésta y ahora forma la de su nombre, cuya capital dista de ésta 90
leguas, y su jurisdicción desde el río Haphare y el nombrado Masparro, que desagua
en el Santo Domingo, con la de San Cristóbal de este Gobierno, hasta donde se dilata
dicho río forman como un medio círculo por las espaldas de las jurisdicciones de Tru-
xillo, Mérida y La Grita que quedan en el centro. No tiene costa, porque en la parte
oriental del Saco empieza la de Caracas en el río Palmar, de donde hay siete leguas
a la barra y la occidental corresponde a la provincia del Hacha.
Las principales poblaciones o cabezas de partidos son la ciudad de Maracaybo,
capital de la provincia, ciudad de Gibraltar, villa de Perijá, ciudad de Truxillo, ciudad
de Mérida, ciudad de La Grita y villa de San Cristóbal.
Maracaybo y su partido tienen de 28 a 30.000 almas; de las 30.000, poco más o
menos, esclavos
(sic)
, pocos indios, y las dos terceras partes de los restantes, muge-
res, las más de ellas sin ocupación. Su situación no tiene más recomendación que
la de tener un buen puerto muy abrigado, pues en 15 ó 20 leguas de circunferencia
carece de casi todo lo necesario para la vida, inclusive el agua, la que a excepción de
muy pocos algibes que tienen algunos vecinos, es necesario buscarla en casimbas o
pozos que se hacen en las inmediaciones de la ciudad en tiempos de brisas, que se
sala la de la Laguna. Su campo se dilata al Oeste y es un llano, sabana de excelentes
pastos para ganados de todas clases, cuyas carnes son buenas y particularmente la
de baca. Estos naturales los más de ellos son criadores, y esta ocupación ha arrui-
nado a muchos que se aplican a ella por la escasez de aguas que hay en todo este
contorno, a excepción de uno u otro año, que suele llover tal qual, lo que es raro, y
no habiendo en todo él ni un arroyo, conservan las aguas lluvias en grandes pozos
que llaman jagüeyes, en donde se juntan las vertientes.
Produce esta jurisdicción carnes para el abasto de la ciudad como por cinco me-
ses, componiéndose para los demás de las de Perijá y tasajo que traen de la ciudad
de Coro con el ganado de obeja y cabra, queso y leche, a más de sus excelentes
maderas y los cueros. No produce otro fruto extrahíble que el algodón, cuyas siem-
bras empezaron a fomentarse desde el año de 88, y a pesar de la esterilidad de los
años, que no deja contar con cosechas formales, se han cogido en la que acabó en
marzo pasado cerca de 2.000 quintales desmotado, según el cálculo prudente, pues
no puede averiguarse la cantidad xa por no haber acabado de desmotar. En el año
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de 1787, se proyectó por el brigadier don Joaquín Primo de Rivera, gobernador que
fue de esta provincia, traher a la ciudad las aguas del río Sucuy, que está a distancia
de trece leguas al Nornoroeste, lo que no se vericó por haberse advertido en varios
reconocimientos algunos embarazos, que eran invencibles sin el costo de 60.000
pesos; con cuyo motivo se suspendieron las diligencias, y según estoy entendido,
se dio cuenta por aquel gefe a S.M. con testimonios, cálculo y planos de la obra, la
cual, si se huviese vericado, dicho rio la sabana de este partido lo hubiera mudado
de estéril e infeliz en el modo más fértil y abundante para la cría de ganados como
para la producción de muchos frutos que pudieran fomentarse, particularmente el
algodón y café. Conduciría mucho asimismo para el fomento de esta capital, y con-
seqüentemente de su provincia, el establecimiento de la Silla Episcopal, que se ha
puesto en Mérida, aquí pues a más de que la unión de los dos gefes, eclesiástico y se-
cular, con su voz y presencia cultivarían la armonia y mejor expediente del gobierno
eclesiástico y político, el concurso del Cavildo eclesiástico, del Colegio y de la Curia,
con la Junta de Diezmos, daría mucho calor al incremento de que es susceptible y
el que la de Mérida resiste por su situación y porque allí el objeto deve contraerse
sólo al adelantamiento de la agricultura y de los havitantes, no en la ciudad, sino en
el campo, donde tiene su ocio, que es el de labrador, con otras muchas razones
muy congruentes que omito por no ser difuso; pero no devo pasar en claro la utili-
dad que resultaría de la mudanza de costumbres y educación de los jóvenes en el
Colegio y Seminario y Hospicios que intenta establecer el obispo, pues el abandono
e inclinación a la desidia que se advierte en estos naturales no tiene otro principio
que su misma miseria y abatimiento, que les conduce al vicio y malas costumbres
por la falta de educación, para cuyo primordial principio les ha faltado estímulo, fa-
cultades y escuelas; y siendo este un mal inveterado, no pueden darla a los hijos los
padres que no la tienen, ni éstos pueden tener el don y método de gobierno que
forman la felicidad de las sociedades políticas con los más esenciales cuidados con
los buenos ciudadanos, desterrando el vicio y vagamundería de tantos individuos
como hay gravosos a sí mismos y al Estado, que de justicia deve reclamar el trabajo
de estos brazos sin ocupación. Sería también muy útil y conducente a su fomento el
establecimiento de cuenta del Rey de un astillero de embarcaciones menores hasta
fragatas de 300 toneladas, ayudándose aquél por el consumo de sus bellas maderas
y reportando a S.M. muchas ventajas, por el menor costo de sus construcciones, y
en la actualidad para la de dos embarcaciones de particulares se hallan dos quillas
puestas, la una de treinta y tres codos, la que piensan aparejar de goleta, y la otra
es una fragata de quarenta y siete, yéndose de día en día perfeccionando muchos
ociales de maestranzas.
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Ciudad de Gibraltar, al Sur de Maracaybo, a 30 leguas de la Laguna y su partido,
tiene en el día más o menos 3.000 almas, mil esclavos y las demás negros libres y
mulatos. Fue ciudad opulenta en vecindario y caudales, y empezó a decaer desde
el año de 1673, en que la saquearon los piratas libusteros, y por las invasiones de
los indios motilones, que empezaron por los años de 13 de este siglo, y también ha
contribuído la intemperie que la domina, de modo que produciendo la Laguna, cuyas
tierras marginales son casi todas de dicho partido, 30.000 fanegas de cacao el año
de 1675, en el que se arrendaron sus diezmos en 40.000 pesos, en el día está redu-
cido a la mayor miseria, pues en todas sus costas apenas se cuentan cinco vecinos
libres y en el año de buenas cosechas dará como 1700 pesos de cacao.
Además del cacao, que puede dar mucho si se le meten brazos que buelvan
a cultivar las tierras y haciendas amontonadas, produce bastante melado, que se
trahe a esta ciudad para invertir en la saca de aguardiente del país, de que hay mu-
cho consumo, maíz, casave y plátanos, que de todo se trahe para el abasto de esta
ciudad, en más de 70 embarcaciones chicas que tiene este tráco. Tomaría mucho
incremento su agricultura, si se procurase ecazmente limpiar los montes que llegan
a las mismas poblaciones, dar corriente a los ríos, cegando los anegadizos que for-
man muchos de los que desaguan en la Laguna, de cuyas márgenes incultas y riveras
de aquéllos, adelantando la población con algunas familias o introducción de negros,
se puede dar quanto cacao se quiera, mucho azúcar bruto, que en España se puede
reducir a bueno, mucho maíz para extraer añil, café y tabaco; a más de esto, tiene
su extensión montes inagotables de maderas excelentes para tintes y construcción.
Villa Perijá, a 20 ó 25 leguas al Oeste. Población nueva, hecha con familias de Islas,
tiene, incluso el pueblo de Piche de indios, 1300 almas, poco más o menos, con 600
indios, y el resto gente aplicada, linda con tierras de indios por civilizar, conocidos
con el nombre de motilones, coyamos, chaques, zabriles y macoaos; produce en
el día, poco más o menos, 2.000 novillos, algunas mulas y cavallos, y no sólo tiene
tierras excelentes para la cría de ganados, sino también de lavor, en donde produce
bastantes papelones y melado, que trahen a esta ciudad con el queso de sus gana-
dos, cacao y plátanos sólo para su gasto, y esto puede fomentarse en razón de su
extensión, que es muy dilatada, y con varios ríos a la Laguna, de suelo montuoso,
de prados o sabanas y de tierras de lavor en vegas y riberas de río, que pueden
navegarse, particularmente el que llaman Palmar o río de Perijá, que desagua en la
Laguna y es navegable a dos leguas de dicha Villa; pero la indolencia hasta ahora no
les ha permitido las ventajas que reportarían aquellos vecinos de hacer su tráco,
bien abriendo por Quiriques, a seis leguas de la villa, bien limpiando el río que que-
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da dicho, y así conducen sus cargas por tierras a lomo de bestias, lo qual, en caso
de más fomento, debían prohivírsele por su utilidad. Esta jurisdicción, a favor de su
inmediación y facilidad en la conducción de sus frutos, como queda dicho, y de su
mucho y buen terreno, es suceptible de mucho fomento con algunas más familias de
Islas o de otras partes y negros, con lo que pueden producir mucho añil, cacao, azú-
car, tabaco, algodón, azeyte de palo y las carnes que se necesiten para la navegación.
La ciudad de Truxillo, a 50 leguas al Sueste de Maracaybo, las 30 por la Laguna y
las 20 por tierra, vía recta, tiene en su jurisdicción 9000 almas, poco más o menos,
inclusos los indios de 13 pueblos que contiene y 500 esclavos. Produce en el día para
extraer 2.000 quintales de cacao, poco más o menos, algún azúcar y añil y también
harinas para su gasto. El de San Felipe, Carora y Barquisimeto, papelones y minies-
tras para el consumo de aquí; puede producir más harinas y miniestras, buen azúcar,
café y añil en algunas partes donde las aguas son templadas. Conduciría mucho a la
mayor utilidad y fomento de esta jurisdicción la apertura del río Motatán, que des-
agua en la Laguna, obra utilísima que se empezó el año de 88, y después de practi-
carse varios reconocimientos hasta construir un barco a distancia de 4 a 5 leguas de
Truxillo, el que de allí mismo salió a la Laguna en medio día, y según informes de per-
sonas que han registrado posteriormente estos caminos, en dicho río se puede abrir
paraje a menos jornada de Truxillo, y asimismo un práctico nombrado por el gefe
subió con otro desde la Laguna hasta el paraje llamado Ceniso, a la distancia dicha,
aunque venciendo algunos embarazos y dicultades, pero este utilísimo proyecto no
tuvo más adelantamiento por la desunión de los truxillanos, entre los cuales sin duda
algunos que poseen cantidad de mulas, reportando sus etes en las conducciones
por tierra, mirando más a su particular interés que al público, han embarazado este
asunto, que así se ha quedado.
Ciudad de Mérida, a 60 leguas de Maracaybo, al Sursueste, tiene en su jurisdic-
ción de 12.000 almas hasta 13.000, inclusos 600 esclavos, poco más o menos, y los
indios de 16 pueblos que comprehende. Es país montañoso y de serranía, pero con
varias lomas, vegas y algunos llanos fértiles y de distintos temperamentos; se transita
por lo regular 30 leguas por tierra, vía recta, y 30 por la Laguna hasta esta ciudad.
Está aquélla situada sobre una mesa de tierra de tres leguas y media de longitud,
rodeada de cuatros ríos, de los quales por azequias se riega su poderoso terreno,
que a pesar de un temperamento delicioso, recibe todo género de semillas de Amé-
rica y de España. Produce todo lo necesario para la vida de sus naturales; cacao
para su gasto y muy poco para extraer, pero se puede fomentar mucho su cultivo,
pues sólo en las riberas del río Chama, que pasa por aquella ciudad y desagua en la
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Laguna, se cogían 9.000 quintales de cacao el año de 13 de este siglo. En el día, para
extraer a España, 24.000 arrobas de azúcar, ramo que se ha fomentado de pocos
años a esta parte, y el resto de la caña la emplean en papelones para el gasto de
esta ciudad. Produce, asimismo algunas miniestras y arinas para su gasto, el de esta
ciudad y la de Barinas. Poco se pueden adelantar las cosecha de arinas; mucho las
de miniestras. Se puede coger en esta jurisdicción mucha zarzaparrilla y calaguala,
café, tabaco, añil del bueno. En algunas partes por donde las aguas pasan templadas
se pueden hacer muchas mochilas de que o cocuisa para el servicio de la provincia
de Caracas, alfombras de colores, amacas y algunos lienzos de algodón. Esta juris-
dicción, abundante en raíces y yerbas medicinales, necesita para su fomento, entre
otras cosas, que se haga nabegable el río Chama, obra que ya tubo principio en los
años pasados, sobre que se crió expediente, que está en la Intendencia, y se quedó
así, y que los varios caminos que vienen a sus márgenes se abran y compongan uno
u dos, los que parezcan más propocionados.
Ciudad de La Grita, a 96 leguas al Sur de Maracaybo, las 30 de la Laguna, las 50
por el río Escalante o Zulia y las 16 por tierra, vía recta. Tiene en su jurisdicción 5.000
almas, poco más o menos, 250 esclavos, algunos indios y las demás de todas clases
gentes tan honrada y trabajadora como pobre, y poca respecto de la que pudiera
subsistir en ella a favor de su temperamento benigno y de un terreno fértil y montuo-
so, que pudiera dilatarse mucho por el contiguo que ocuparon los indios motilones.
Produce en el día todo el tabaco con que se provehen todas las administraciones
de la provincia y jurisdicción de Coro, el que es de selecta calidad, si en la fábrica de
ambires que tiene la Real Renta de este ramo en el pueblo de Bailadores se supiera
xamente dar el punto necesario para su conservación y buen gusto, barias raíces
y hiervas medicinales, todo lo necesario para la subsistencia de sus naturales y ade-
más algunas harinas y papelones que se consumen en los valles de Cúcuta y en esta
ciudad. La siembra de tabacos y operaciones de ambires es la principal atención.
Puede adelantarse mucho el ramo del tabaco y también los demás con que subsis-
ten, que son arinas, papelones, maíz, casave y otros víveres para la manutención de
mayor población, en cuyo caso, mucha parte de ella, en las buenas tierras contiguas
y riveras de ríos navegables, podría fomentar mucho las haciendas del cacao, que en
el día, siendo principiantes, cocechan sobre 300 cargas en abundancia y de las más
selecta calidad de toda la América caña para azúcar y otros frutos extraíbles. Esta
gente frugal, inocente y aplicada, entre los auxilios que parescan oportuno para su
fomento, necesita la mejor composición y abertura del camino que sale al embar-
cadero del río Zulia, en la parte de arriba, que llaman Escalante, con cuyo benecio
se facilitarían las conducciones de los frutos por la mitad menos de lo que cuestan;
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que asimismo se limpie este río para navegarle sin los embarazos de árboles caydos,
valzas de ramas, etc. En la misma jurisdición, en una o más partes, hay mineral de
piedra azul y verde, que da pintura na como el cobalto para loza. Se cree que en
siete u ocho partes las hay también de cobre y plata.
Villa de San Cristóbal, a 120 leguas de Maracaybo, 30 de Laguna, 70 por el río
Catatumbo y San Faustino y 20 vía recta, por tierra. Esta jurisdicción conna con el
Oriente con la provincia de Barinas, con el río Sarare (a distancia de siete días de
camino), que entra al Uribante; por el Leonordeste, con la jurisdicción de Pedraza,
que corresponde a la misma provincia en el río Duripa, que entra en el Uribante, a
ocho días de jornada en tiempo de verano; por el Nordeste con La Grita, en la mesa
de Saura, a distancia de un día de camino de dicha villa; al Norte, con las de San
Faustino, en la Quebrada de Don Pedro, a 10 días de camino; al Poniente, con la de
Pamplona, en el río de Táchira, a distancia de ocho leguas, y al Sur, con desiertos
que todavía no se han descubierto. Tiene de 7 a 8.000 almas, las 400, poco más o
menos, esclavos, algunos indios y el resto, con poca diferencia, del mismo carácter y
aplicación que los griteños. En esta jurisdicción se producían 400 cargas de buen ta-
baco hasta el año 91 ó 92, que se ha prohibido allí esta siembra, reduciéndola a la de
La Grita. Dicho tabaco era de excelente calidad y se podían aumentar las cosechas
hasta para extraer a España, mucho más que en La Grita; en el día, da como 2.000
fanegas de cacao, que viene a este puerto de la parroquia de San Antonio, contigua a
la de San José y el Rosario, de la jurisdicción del Reyno de Santa Fe, de donde se trae
el resto del cacao que se embarca en esta ciudad para España y Veracruz. Produce
además de esto buenas miniestras de toda especie y lo necesario para la manuten-
ción frugal de sus habitantes, que para su uso hacen algunos lienzos de algodón en
las riberas de los inmediatos ríos navegables. Esta jurisdicción es susceptible de mu-
cho fomento con la protección del comercio naval de este puerto, pues aumentando
éste a favor de las gracias nuevamente concedidas por su Majestad a esta provincia
se adelantarán mucho los negocios en ella y los Valles de Cúcuta y la concurrencia
obligará a hacer todas las anticipaciones necesarias en plata y efectos.
Tengo del modo que puedo dado a V.S. por partes una sucinta cuenta de la pobla-
ción y agricultura de esta provincia, cuyo comercio siempre ha sido muy tenue con la
Metrópoli, pues aun en el tiempo de sus mayores riquezas no consistia su opulencia
en otra cosa más que la abundancia de sus ricos cacaos, que en sus mismas casas
vendían los labradores a los muchos barcos que venían a solicitarlo a esta ciudad y
la de Gibraltar, a excepción de uno u otro que lo giraba para Veracruz. Después, la
entrada de los piratas y continuas invaciones de los indios motilones hicieron que se
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fuera poco a poco abandonando sus haciendas, hasta llegar a el estado de la mayor
decadencia, a la que ocurrió de algún modo la Compañía Guipuzcoana, que hacía su
comercio exclusivo y fue conservando el negocio del cacao y tabaco, fomentándose
algunos otros ramos, que mandaban para Europa en un bergantin que salía todos
los años, cuya carga consistía en cacao, tabaco, azúcar, cueros, zarzaparrilla, azeyte
de palo, poco café, algún brasilete y rosas de cedro y guayacán y de 80 a 100.000
fanegas en plata, que cambiaba con la provincial o macuquina para extraer a España
de la conducida de Veracruz, producto del cacao que se extraía para el reyno de -
xico, con lo que se igualaba la balanza del comercio con España. Así continuó hasta
muy pocos años, en que a benecio del comercio libre han tomado algún incremento
los frutos extrahíbles, acrecentándose a éstos el añil y algodón.
El fomento, pues, de esta provincia, que tiene hoy el más fuerte aliciente en las
gracias concedidas por su Magd. con principalidad la supreción del derecho llamado
“nuevo impuesto”, con el qual era imposible hacer progresos, no puede calcularse
con seguridad sino a juicio prudencial, respecto a que en mucha parte se ignora lo
que hay que saver en razón del suelo, su extensión, montañas, anegadisos y muchos
ríos nabegables que no se han reconocido y desde lo interior del país desaguan
en esta Laguna, que tiene 198 leguas de circunferencia. Pero como al principio de
esta representación prometí proponer para él los medios que se devían más pronto
reducir a práctica, paso a exponerlos, satisfecho de que su ejecución atraerían al
comercio, agricultura y navegación las mayores ventajas de esta provincia. Estas, sin
perder de vista lo que he tocado, son de urgente necesidad y se reducen a dos, a
saver: el primero, que se traigan a esta ciudad de 300 a 400 negros, de cuenta de
S.M., y se repartan a los labradores de la provincia y a algunos sugetos honrados
que deseen trabajar y les faltaren los medios, vendiéndolos a precios moderados y
a lo menos a tres plazos para pagar con los frutos de su labranza, continuando esta
introducción todos los años hasta que tomen algunas fuerzas estos havitantes. Sin
estos auxilios, por más que le apliquen otros, no tomará esta provincia el incremento
de que es suceptible, porque las tierras, por más fértiles que sean, sin brazos que la
cultiben nada producen, y aunque el paternal cuidado de S.M. con estas miras se ha
dignado dar tanta estensión a la libertad al comercio de negros, no puede ser esta
gracia provechosa a esta provincia por la miseria de sus naturales y porque los pocos
comerciantes que no pasan de un moderado caudal y los tienen siempre empleados
en su giro para España y Veracruz y en el interior de la provincia para el acopio de
frutos, con cuyo motivo no hay uno que pueda entrar en negocio de tanta espera.
El segundo y más principal, es que se facilite la entrada y salida de los barcos por
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la barra, cuyo terror pánico aparta muchos buques de este puerto, y los que bienen a
él, por los pocos auxilios que encuentran, riesgos en que se ponen por la mala orden
y poco cuidado que hay en dicha barra y los crecidos costos que tienen que pagar de
prácticos y bote, se han escarmentados y con propósito de no bolver.
Hace muchos años que en este puerto es donde no puede entrarse sin prácti-
co. Se conservan dos en el castillo principal de San Carlos y una lancha o bote que
tripulan ocho soldados y un cabo, que se hace de patrón. Luego que se avista em-
barcación que le hace señal de pedir práctico, sale este bote, y como el castillo de
donde sale queda algo a sotavento, gasta mucho tiempo primero que llega al barco,
de tal suerte que por esta demora muchas veces no puede entrar aquel día y le es
preciso mantenerse fuera, en paraje de tanto riesgo; desde que el barco entra en
barra navega siempre con peligro evidente hasta un fondeadero abrigado, que que-
da más abajo del castillo de San Carlos, y llaman las Casimbas; sin embargo de todos
estos riesgos, y que por acaso hay barco que no toque en los bajos y venga con algún
descalabro, se le hace detener por fuerza en el tránsito entre la barra y las Casimbas,
dando bordo en una canal de tanta estrechez y corriente, hasta que venga el ocial
que le pasa vista, y embarcando una guardia, con cuya operación sucede por lo regu-
lar no quedar tiempo al barco para llegar en aquel día al puerto, por no aventurarse a
que le coja la noche en el canal o bajo de la Laguna, que llaman el Tablazo, y después
de tantas impaciencias del capitán y riesgos, se les exige 25 pesos por el práctico y
16 por la tropa del bote.
Esta costumbre es muy antiguada, y no he podido adquirir el principio que tuvo;
pero como quiera que en el día esta atención deve ser propia del conocimiento del
Consulado, es necesario que por este Tribunal se remedien los extravíos que se ob-
servan en esto, tan perjudiciales a la navegación, sin la cual no puede tener fomento
el comercio y agricultura, y para ello es preciso poner por el Consulado prácticos ce-
losos, que tengan siempre dos estacas o palos clavados en la boca de la barra, el uno
en el cabezo de barlovento y el otro en el de sotavento, para que viendo los palos
con sus banderillas, se distinga bien dicha boca de la barra y hagan fácil su emboca-
dura, y como estos cabezos son variables por el mucho viento y corriente que reynan
allí, para mantener siempre la entrada sin bariación, deben salir los prácticos de diez
a quince días a reconocer los palos y mudarlos, si el fondo hubiera tenido alguna
variación, y si se experimentaren muchos vientos y corrientes, harán esta salida y re-
conocimiento más a menudo. Los prácticos que deven siempre asistir a la barra deve
señalárseles su sueldo mensual, así como ocho marineros que tripulen una lancha
buena, la que deve servir para la operación que queda dicha y para sacar y llevar los
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prácticos quando asoma algún barco. Si sale por barra la citada lancha, puede servir
de grande auxilio para levantar o tender un ancla, cuando se ofrezca, al contorno de
la barra, pues muchas veces se quedan perdidas. Esta lancha con su tripulación y
los prácticos deve mantenerse en las Casimbas arrimada al Castillo de Zaparas, por
estar éste más a barlovento que el de San Carlos, y por consiguiente más cerca de
los barcos que vienen a entrar, no t[en]iendo que hacer más que la quarta parte del
camino que hasta ahora se ha acostumbrado hacer del castillo de San Carlos, con
lo que se evitarán los perjuicios que he tocado, junto con que los barcos, luego que
entren por barra, sigan sin detención a las Casimbas, en donde puede entrar el guar-
da y soldados que vienen en el barco y pasársele la vista por el ocial de Zaparas,
en caso de tenerse por necesaria dicha visita, la qual, no teniendo otro objeto que
el saver si el barco es nacional o extranjero, amigo, enemigo o parlamentario, me
parece que pudiera evitarse aquella formalidad con los barcos de este puerto, que
quando salen dejan en el castillo sus señas por las quales se les conoce luego que se
avistan y muchas veces tiene el dueño noticias de estar su barco en la barra y no lo
ve en el puerto sino después de dos tres días, siendo así que allí se mete una guarda
en el barco, que le custodia hasta este puerto, en donde el gefe y ministros de Real
Hacienda, que le pasan las correspondientes visitas. Los sueldos de los prácticos y
tripulación, y asimismo la construcción de buriles y lanchas, su conservación parece
deve salir del derecho de avería, pues aunque hasta el establecimiento de este Real
Consulado contribuían los dueños con lo que queda dicho a la tripulación y práctico,
sufriendo el Rey la construcción de la lancha, me parece no ser regular ni lo uno ni
lo otro. Sin embargo, VSS. acordarán sobre el particular lo que les parezca más justo,
en la inteligencia de que esta reforma es urgentísima y que conduciría en mucha
parte al fomento de esta provincia, que por sus bellas proporciones puede hacerse
una de las de más importancia de Tierra Firme.
Es quanto por ahora ha ocurrido representar a VSS., protestando hacerlo de lo
que se ofrezca en lo subsesivo, en cumplimiento de mi obligación y de quanto VSS.
se dignen preceptuarme. Nuestro Señor guarde a VSS. muchos años. Maracaybo, 17
de mayo de 1794. José Domingo Rus.
Esta nota o maniesto se hizo al Consulado de Caracas por la Diputación consular
del puerto de Maracaybo, que estubo a mi cargo dos años y dos meses, y para que
fui sorteado por el referido Consulado. Por esta razón es preciso tener presente al
leerla que la población se ha aumentado con su industria y navegación, y que la barra
de Maracaybo tiene hoy sus auxilios expeditos de dos lanchas muy buenas, con doce
marineros, un patrón, quatro prácticos de tablazo y tres de barra, primero, segundo
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y auxiliar; su anclote y calabrote de auxilio y casa de avitación y pertrechos en la Isla
y Castillo de San Carlos. Todo se hizo a mi diligencia, instancia y tiempo en que fui
diputado, concluyéndose entonces también el gran muelle, con ochenta varas sobre
la Laguna en pilastras de piedra que lo hacen llegar al cantil, y con esta proporción
se arriman a cargar las balandras y goletas y descargan igualmente, fuera de las tres-
cientas embarcaciones menores de tráco interior de la Laguna que giran con todos
los ramos de abasto público y conducen los frutos que se introducen de lo interior a
esta provincia por los ríos, esteros y aduanas que resiben los fuertes cargamentos de
tierra adentro y ricos Valles de Cúcuta, que aunque del Virreynato de Santa Fe, hoy
son ya de la provincia de Maracaybo, cuyas valientes tropas los han ocupado. Cádiz,
septiembre 29 de 1812. Rus.
[Rúbrica].
.........................................................................................................................
Madrid, Biblioteca Nacional, Sección de Manuscritos, 18636.
Arte
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TERRITORIO SIMBÓLICO
CONTEXTUAL
Miguel Ángel Viloria
Aldemaro Fonseca es un artista plástico nacido (18 de octubre de 1957) en Cabimas,
la segunda ciudad más importante del Zulia. Vivir signica observar, hablar, meditar,
texturizar desde un ángulo abierto que solo se lo prodiga, además del color y su cultura,
la poesía. Vivir para el pintor, además, signica poseer una formación no solo académica
sino existencial. Es, en parte, Aldemaro Fonseca esa extensión de palabras. .
Su formación como artista plástico toma como punto de inició la Escuela de Artes
Plásticas Pedro Oporto, Cabimas-Venezuela; se refuerza en la Facultad de Arquitectura
de la Universidad del Zulia. Ha participado en talleres nacionales e internacionales so-
bre expresión plástica, proceso creativo, técnicas extra pictóricas, soportes, ensambla-
je, tecnología de los materiales, conservación y restauración, serigrafía, enseñanza de
las artes visuales y epistemología del arte. A grandes rasgos, Aldemaro Fonseca, cono-
cido en el ambiente artístico como
El Chino,
es uno de los artistas fundadores de grupo
Komuna 2000, grupo cultural emergente conformado por jóvenes revolucionarios que
avizoraron el impulso de la comuna en el país para el año 2000. Ha participado en cen-
tenares de exposiciones individuales y colectivas de carácter nacional e internacional
en diversos salones, museos, instituciones, galerías y comunidades. Sus exposiciones
individuales fundamentales se realizaron durante un periodo muy prolijo 2015-2019
(4000 obras) con un serie de muestras llamada
Petroleografías.
En 1997, presentó al público propuestas alternativas muy diferentes a los forma-
tos tradicionales utilizados en la pintura (formatos triangulares). Sobre esta expe-
riencia el crítico de arte Carlos Sánchez Fuenmayor aseveró:
Aldemaro Fonseca invierte en irregulares soportes fragmentaciones del paisaje humano. Sus
montajes de color natural, sus relaciones articiales obvian una abstracción de búsqueda, de
concreción. Integra los elementos tierra agua aire y fuego en una contemplación de transfor-
maciones del entorno
1
.
1 Sánchez Fuenmayor, Carlos (1997). Cabimas Hecha a Mano (presentación del catálogo de la exposición Cabimas un Tiempo
en Dos Espacios). Galería de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia.
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
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Su pintura es un producto de un territorio cultural. No olvidemos que Cabimas,
ciudad que surge sobre todo por la explotación petrolera, ha ejercido inuencia or-
gánica en las artes en general de los artistas. Aldemaro, no es su excepción. Es una
ciudad que, tras las migraciones internas, surge de distintos puntos culturales del
país. La ciudad se puebla de voces, de rostros disimiles. Sus cuadros o sus trabajos
en general nos invitan a
escuchar,
notar esas voces de conuencias, de rostros en
movimientos, trazos que surgen, aparentemente, de la nada.
El paisaje cultural de Aldemaro se esboza y se representa a través de unos sím-
bolos autárquicos, pero a la vez contextual: surgen desde sus sombras de signos
propios de la ciudad mundana, profana, religiosa; su petróleo, sus rostros desdibu-
jado en manchas inquietas. Su pintura está, aunque suena paradójico, poseída por
un automatismo deliberado, vale decir, consciente. Sabe de la disposición de cada
objeto, sus formas, su chinesca manera de representarnos sus ideas en el escenario
plástico. Quizá sea automático el ritmo, movimiento que imprime u obedece segura-
mente a la dinámica cultura, al desplazamiento babélico de una ciudad en ebullición
de luz, sol caribeño. En ella las conuencias son correspondencias de murmullos.
Hace unos años atrás escribí:
“La pintura no es un yo que habla sobre sí mismo, sino que, por el contrario, es el mundo
que se cuece en él. La imagen cobra un cuerpo móvil en su propuesta plástica. Es la épica
social sígnica. O es que, a primera vista, nos deja esa primitiva sensación del oleaje del estuario
nuestro. Pareciera que sus trabajos nos quisieran decir: como se pinta es también como se lee
el mundo. Representa, verbigracia, un trazo que se deja aglutinar por esa metáfora gestual
de una mano que se ha apropiado de una sintaxis anónima. El Chino, como es su verdadero
nombre social en estas callejas de Cabimas, deja su mano, su codo, su cuerpo en su pintura.”
2
Aun sostengo esa apreciación, pues la pintura de Aldemaro, además, se nos
muestra como
traducción,
cuya lengua es el manejo cultural y colectivo del color,
amén del ritmo, los desplazamientos, la gestualidad chinesca. No es una comunica-
ción intimista, sino colectiva. Podríamos decir que cada gesto en Aldemaro es para
establecer un diálogo. Pinta, o
gestualiza,
para hablar en colores, en plasticidad. Es el
sueño del poeta Rimbaud. Vemos seres colectivos en un baile, en unas conversas de
calles. Son sombras dinámicas, habladoras, andariegas de aceras. Nos recuerda, en
n, ese juego platónico de La Caverna. Alcanzamos a ver, entonces, una traducción,
una multisensorialidad contextual del territorio cultural.
2 Viloria, Miguel (2018). Pluralidad de la mirada en la pintura del “Chino” Fonseca. Revista Dominios 18.
UNERMB.
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Título: Gran saludo.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Arte digital.
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Título: Boulevard.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china y chimó/cartulina de hilo.
Medidas: 20 x 30 cm
Año: 2022.
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Título: Barroso 2.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china y chimó/cartulina de
hilo.
Medidas: 10 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: Somos Gigantes 1.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china y chimó/cartulina de
hilo.
Medidas: 10 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: Encuentro en la calle.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china y chimó/cartulina de hilo.
Medidas: 20 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: Abrazo Bajo el Sol de Cabimas.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china y chimó/cartulina de
hilo.
Medidas: 10 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: Cabimera con vestido naranja.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china y chimó/cartulina de
hilo.
Medidas: 10 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: Cabimera de Senos Amarillos.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china y chimó/cartulina de
hilo.
Medidas: 10 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: Cabimera de vestido verde.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china y chimó/cartulina de
hilo.
Medidas: 10 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: Bambúes azules.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china/cartulina de hilo.
Medidas: 10 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: Bambúes en Sepia.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china/cartulina de hilo.
Medidas: 10 x 30 cm
Año: 2015.
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Título: En los Baños del Burdel.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china/cartulina de hilo.
Medidas: 30 x 20 cm
Año: 2015.
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Título: Chimbangleros 1.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china/cartulina de hilo.
Medidas: 20 x 20 cm
Año: 2015.
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Título: Paloma en Vuelo Vertical.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Tinta china/cartulina de hilo.
Medidas: 20 x 25 cm
Año: 2015.
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Título: Cabimas Underground.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Arte digital.
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Título: Movimiento Transversal.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Arte digital.
Año: 2015.
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Título: Reejos.
Autor: Aldemaro Fonseca.
Técnica: Arte digital.
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
Pedro Vargas
La obra, de carácter histórico, recrea una de las escenas más icónicas de la época
colonial en la provincia de Maracaibo, cuando el día 28 de enero de 1821 se procla-
ma la independencia de la misma del imperio español.
En la obra se aprecia el que sería para entonces el ayuntamiento de Maracaibo
(actual alcaldía),
Ubicado frente a la plaza mayor y diagonal a la catedral de la ciudad.
Además, se observa la población de Maracaibo en todas sus clases sociales, reu-
nidas en esa ocasión para un cabildo abierto en la casa de gobierno.
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PP. 181-183
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Independización y democratización de la provincia de Maracaibo.. PP: 192-194
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Pudiendo así, observarse la clase noble, criolla, mestiza, mulatos, etc.
A la izquierda se aprecian las damas de sociedad de la época, al centro personas
de toda clase social reunidas.
A la derecha se aprecia un hombre cuyo rostro es el de Miguel de la Torre, quien fuese
para entonces capitán general de Venezuela y que además se encuentra retirándose del
consistorio siendo esta una metáfora para la pérdida del poder español en Maracaibo
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Independización y democratización de la provincia de Maracaibo.. PP: 192-194
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Arriba a la derecha, en el balcón, se aprecia al obispo Lasso de la Vega, quien fue
una pieza importante en la independización y además como representación de la
presencia eclesiástica sobre el acontecimiento
Arriba y al centro, en el balcón, se aprecian los destacados miembros del ayunta-
miento, quienes leerían entonces el acta y proclamarían la independencia de la pro-
vincia de Maracaibo, entre ellos se encontrarían miembros de familias inuyentes,
políticos y el gobernador Francisco Delgado, quien fuese un personaje clave para la
realización de dicho acontecimiento.
Esta obra, realizada al óleo sobre tela en el año 2021 y de medidas 142cm x 92cm,
fue develada por primera vez, el día 29 de enero de 2022, a 201 años del aconte-
cimiento histórico que representa. Y se encuentra expuesta y resguardada desde
entonces en la emblemática Casa de la Capitulación de Maracaibo, custodiada por el
Acervo Histórico del estado Zulia.
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
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
Alexis Fernández
Ya, quizás, dejando atrás los estragos de la pandemia (aún cuando hay indicios de
nuevas manifestaciones) que durante dos años y más ha producido acerca de unos
6.24 millones de fallecidos a nivel planetario y que ha hecho cambiar la misma concep-
ción que teníamos de la vida en el universo: nuestra manera de relacionarnos unos y
otros mediante el connamiento (la industria turística se ha visto afectada en un muy
alto porcentaje) las nociones de la misma vida y muerte ante el porcentaje de morbi-
lidad presente, la noción de la SALUD y sus protocolos de cuidados y previsiones, las
concepciones de educación, arte y losofía ante la modalidad de enseñanza a distan-
cia, la manera de asumir la idea de “mundo” y “sociedad” y el grado de participación y
compromiso a través de las redes sociales, el mismo vertiginoso desarrollo tecnológico
de dichas redes, imbuidas de un ideologizado criterio, los aún imprevisibles resultados
y consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania convertida en noticia donde cam-
pea el fakenew, los escenarios montados de guerra mediática, las inequívocas mani-
festaciones del cambio climático, las coordenadas que indican un reacomodo geopolí-
tico mundial, en n, lector impenitente, me consiguen bajo la lectura de un excepcional
libro: 75 años de pintura en América Latina 1914-1989, FIGURACION FABULACIÓN1.
En su prolijo contenido, un capítulo crucial: Tres REINOS NATURALES, REINOS FA-
BULATORIOS Y LA REBELIÓN DE LAS PROFUNDIDADES en cuanto a su paralelismo
conceptual y profundidad mágica y telúrica ante la obra que hoy nos ocupa, la obra
del artista Luis Cuevas., con un sorprendente como mágico epígrafe:
“En un tiempo fui árbol, ave, pez mudo en el fondo del mar”.
Empédocles, en traducción de Juan David García Bacca, Ediciones UCV, 1974.
¡A todas luces un libro excepcional y la no menos excepcional, exposición de Luis
Cuevas: un conjunto de dibujos y pinturas, cuyo recurrente cómo disparatado título
1 Guevara, Roberto en 75 años de pintura en América Lana 1914-1989, FIGURACION FABULACIÓN, textos y cura-
duría Roberto Guevara y prólogo de Gabriel García Márquez, Ediciones Museo de Bellas Artes, bajo los auspicios
del CONAC, Caracas, 1990, pág. 71-73
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Año 2, Núm 4. Enero / Junio (2022)
PP. 195-205
Recibido: 05/06/2021
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por demás asocian desparpajo, humor y cierta ironía : ANIMALEJO que vuelve el co-
gote, le salen ores de un solo brote”, reúne un sorprendente fabulario cuya ora y
fauna se conjugan en un cielo y paisaje marinos donde su condición primigenia roza
al espectador con su frescura, ternura e inocencia. Figuración fabulada, fabulosa
guración nos señala el tiro y retiro de esta especial edición del imaginario de este
artista que vuelve entrañable sobre sus códigos iniciales.
En su prólogo al referido libro FIGURACION FABULACIÓN, García Márquez, acota:
“De pronto un ventarrón que no se sabe dónde empezó a resquebrajar ese coloso con pies de
barro, y nos hizo entender que veníamos por el camino errado desde quién sabe cuándo. Pero
al contrario de lo que podría parecer, estos no son preludios de un desquiciamiento, sino todo
lo contrario: el largo amanecer de un mundo presidido por la liberación total del pensamiento,
para que nadie sea gobernado por nadie más que por su propia cabeza.” 1990.
2
Se refería el estimado escritor al n del siglo XX al que calica como “… uno de los
más funestos de este milenio moribundo”.
Tendrían que pasar unos 30 años más para que el desmoronamiento se hiciera
presente con todo su rigor. Y viene a colación aquella armación de nuestros insig-
nes poetas, Gustavo Pereira y Eugenio Montejo, al armar que la poesía es una de las
una de las últimas religiones que nos quedan.
Desde esta orilla lacustre extendería esa armación al arte, a la cultura en sus
más diversas manifestaciones, como expresión de esa espiritualidad que en momen-
tos tan complejos y difíciles vive la humanidad. Y aún cuando la sociedad actual evo-
lucione hacia la auténtica humanidad (donde prevalezca la eticidad, equidad, justicia
y bien social) la poesía, el arte, la cultura seguirá marcando un derrotero a seguir...
Y el encuentro con esta exposición que hoy se inaugura en este recinto, acrecien-
ta aún más la potencialidad de dicha armación. Me anoto en ese alfabeto múltiple,
colórico, sonoro y palpable de la voz del mundo mediante el arte.
La muestra “ANIMALEJO QUE VUELVE EL COGOTE LE SALEN FLORES DE UN SOLO
BROTE”, integra las Series “Yo no pinto ores” y “Nave Vegetal” cuyas obras Mangla-
res Sonantes, Iguanin, Ondular de madrugadas, Gallos del manantial, La Centinela,
Práctica de Vuelo, Domador de Pájaros, entre otras que integran progresivamente el
fabulario de este inquieto creador.
En sus diversas obras se palpa la creación primigenia en un escenario donde las ores
estallan y los pájaros en su colorido y fugacidad, entonan un celebrado canto. Un fondo de
2 Ibidem, pág. 13
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mar o un iracundo cielo donde navegamos en una barca cuyo azimut lo logra el desparpa-
jo del color, asistido por el legitimado dibujo que le sirve de soporte y estructura para no
desfallecer en el intento. Tanto en ese mar pletórico de algas y medusas como en ese cielo
profuso de seres angelicales o demonios, encontraremos a palmos, la ternura.
El amor y su complemento, la calidez, gravitan en este océano de pigmentos cu-
yos trazos los tornan palpables y sobre todo audibles.
Palpables en el presentimiento de cuanto está allí pero es invisibilizado por la
racionalidad: una ráfaga convierte el manojo de ores en una serenata que estalla
ante un balcón poblado de doncellas, las guirnaldas para un posible novenario se
convierten en ores en el ojal de un caballero andante, ataviado de blanco ante una
ciudad indolente, una ciudadela que incendia sus antorchas con resinas vertidas
de sus árboles y sobrevive invocando sus brebajes bajo rituales en sus arcanas me-
morias. Un reptil que a tientas se convierte en pájaro que a su vez, se transgura en
lluvia de meteoritos para terminar en un carruaje incendiado por magnolias, cayenas
y trinitarias cuando en secreto sonrojan la faz de los indiciados. Escenarios audibles
cuyo epicentro se encuentra en el fondo mismo de sus atávicos inicios.
Su sonoridad mezcla la ancestralidad del sonido del lago en una caracola, celajes
como sonajas donde se encabrita el viento y restallan los cujisales arrasados por los
alisios. Los trazos esmeraldas, bermejos, púrpuras, carmesí de ese mar narrativo
tienen su morada en esta Casa de agua que habita este Añú ancestral.
El salitre llevado por los vientos mella las conchas marinas y las convierte en
personajes míticos completados por la imaginación de una antorcha donde se in-
cendian las galaxias. Palpables y audibles son las guraciones que atormentan el
imaginario de este artista quien recurre al arte para calmar su sed del mar, su sed
atávica, su sed de siglos.
Su constancia y experiencia, lidiando sus fantasmas y ángeles, le devuelve la cal-
ma que sopla en las arenas desérticas de sus ancestros. Lago, eneas, lirios de agua y
mangles embrujados asumen el encantamiento de estas creaciones que retan nues-
tro imaginario colectivo. Creaciones de orilla, pálpitos del marullo, arrullo de riberas,
décimas de malecón y muelles, ensambles de escolleras y plaza de conchas y almejas
aguardan el sortilegio de este artista que reúne piedras de ojo y piedras de mar para
construir su propio oasis.
Nuevamente es el dibujo la estructura que soporta, a manera de caballetes en
el aire, el manojo de magnolias y el ramillete de malabares que estallan simultánea-
mente ante nuestros ojos.
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Ya con anterioridad había referido ese carácter dual de su trabajo artístico: su natura-
leza palpable y su condición audible, sonora. En el mural en homenaje a San Benito, San
Benito Soy yo, ubicado en la ciudad, en la Residencia Ocial (2020) y en el mural en Home-
naje a Santa Bárbara, ubicado en el teatro Hugo Chávez, en Santa Bárbara de Zulia (2021).
Murales (piénsese en los diferentes murales que este artista desarrolló en las insta-
laciones de la Universidad del Zulia y que hoy deben ser restaurados) cuyo reto ha sido
superado con creces mediante el consecuente ejercicio y experimentación al que este
artista se somete día a día, construyendo ese mágico universo de códices milenarios.
Desde la serie “Manglares Sonantes” (1970) a la serie “San Benito, soy yo” (2019)
hay un despliegue de fuerzas motoras y sonoras que hacen vibrar y literalmente so-
nar el paisaje ante los ojos deslumbrados del espectador! (...)
Una ondeante ráfaga azul, blanca y turquesa ¿azulejos, garzas, peces, medusas,
bromelias, helechos, trinitarias, manglares? ganan espacio humanizando el ambiente,
se escucha el croar de los batracios en el hervor del musgo y una bandada de guaca-
mayas se desplaza ante las exorbitadas retinas. Un relámpago en acecho ilumina con
sus destellos la piel de fuego del Catatumbo y avecina surtidores al imponente boscaje.
Múltiples sonajas con el rumor del viento enredado en aireadas caracolas y encen-
didos tambores se incorporan en la cálida estridencia del color que cobra vida, una y
otra vez en el movimiento que se descorre en círculos hasta seducir al espectador. Un
torbellino de fauna y vegetación (articulado por la sutil armonía del dibujo) estalla ante
un imaginario que interroga la propuesta visual en busca de respuestas que satisfagan
la estremecida sensibilidad. Las respuestas están en las extensiones que el artista
logra al recuperar los códigos de un paisaje que nos identica, que nos da sentido de
pertenencia, que nos reencuentra con nuestra identidad como pueblo....
Caracolas y piedras de mar han circundado sus propuestas: el color de un trópico
estremecido se desborda más allá de manuales al uso. Un dibujo rme contiene sus
atarrayas lanzadas a un mar habitado de fábulas y odiseas que pugnan en sus cimientos.
Personajes que sin ser personajes terminan siendo encolorados entes de luz; ramajes de
color que cabalgan en entramados ríos de ores asistidos por el viento. Naturaleza desbor-
dada y contenida a fuerza de trazos de color que pulsan sus posibilidades. Luis Cuevas es un
estudioso del proceso creador. Ha macerado con esmero su creación: artesano originario
para convertirse en artista de pigmentos y resinas en lucha librada con empeño y tesón.
En su particular ora y fauna ningún trazo ha sido concebido sin fundamento ni
color alguno ha sido otorgado al desgaire. Toda su armazón colórica y animosa, está
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sostenida literalmente por un engranaje zurcido a hilo en el lienzo, pared o papel
que palpablemente lo sostiene. Un dibujo templado soporta su universo.
Como en un pentagrama las ráfagas de color (convertidos en manglares en or,
lirios de agua, plumajes de guacamayas y turpiales en celo, ojos y escamas de peces
alucinados, destellos de chubascos y relámpagos) se palpan, se tocan, suenan ante
el ojo espectador y escrutador que interroga por aquel desparpajo del color, por
aquella insultante belleza que irradia su fuerza ante los exhorbitados sentidos.
El alfabeto aleatorio de sus obras le seguirá exigiendo no ceder al rmamento
dudoso de la gratuidad, no pecar al virtuosismo.
Su odisea le remitirá irremisiblemente a sus orígenes, a sus dioses acurrucados
en el oleaje, a sus cosmogonías cotidianas, a su patio original para que la luz del
relámpago recobre su sonido ancestral, aquel que al parecer escucharon nuestros
pueblos originarios.
Título: Domador de Pájaros (Serie).
Autor: Luis Cuevas El Canaguararte.
Técnica: Acrílico S/Tela.
Medidas: 60 x 80 cm
Año: 2020.
Fotografía y digitalización: Euclides Molleda
Maracaibo, Venezuela..
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200
Título: :Manglares Sonantes.
Autor: Luis Cuevas El Canaguararte.
Técnica: Acrílico S/Tela.
Medidas: 60 x 20 cm
Año: 1989.
Fotografía y digitalización: Euclides Molleda
Maracaibo, Venezuela..
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ISSN 2660-9037
201
Título: “Yo no Pinto Flores” (Serie).
Autor: Luis Cuevas El Canaguararte.
Técnica: Acrílico S/Tela.
Medidas: 60 x 80 cm
Año: 2019
Fotografía y digitalización: Euclides Molleda
Maracaibo,, Venezuela.
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202
Título: Practica de Vuelo.(Serie).
Autor: Luis Cuevas El Canaguararte.
Técnica: Acrílico S/Tela.
Medidas: 60 x 80 cm
Año: 2019
Fotografía y digitalización: Euclides Molleda
Maracaibo,, Venezuela..
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Título: La Centinela.
Autor: Luis Cuevas El Canaguararte.
Técnica: Acrílico S/Tela.
Medidas: 60 x 80 cm
Año: 2019
Fotografía y digitalización: Euclides Molleda
Maracaibo,, Venezuela..
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Título: Animalejo que vuelve el cogote le salen ores de un
solo brote.
Autor: Luis Cuevas El Canaguararte.
Técnica: Acrílico S/Tela.
Medidas: 50 x 128 cm
Año: 2022
Fotografía y digitalización: Euclides Molleda
Maracaibo,, Venezuela.
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Título: Iguanin.
Autor: Luis Cuevas El Canaguararte.
Técnica: Acrílico S/Tela.
Medidas: 100 x 120 cm
Año: 2020
Fotografía y digitalización: Euclides Molleda
Maracaibo,, Venezuela.
Reseñas bibliográficas
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Recibido: 05/06/2021
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
LA MEDICINA EN EL ZULIA: 160
AÑOS DE HISTORIA PIONERA (1854-2014),


Lucrecia Morales García
El Fondo Editorial de la Academia de
Historia del estado Zulia (AHEZ), ha saca-
do a la luz “La Medicina en el Zulia: 160
años de historia pionera (1854-2014)”,
cuyo autor es el Dr. Édixon Ochoa Ba-
rrientos; publicación basada en su discur-
so de orden para ingresar a la Academia
de Historia del estado Zulia, como miem-
bro numerario, y prologada por el Dr. Al-
fredo Rincón Rincón. Esto es altamente
signicativo, porque el mismo prologuis-
ta relata cómo, durante su gestión como
presidente de la Academia al momento
de la incorporación del Dr. Ochoa como
miembro correspondiente, tiene el gusto
de darle la bienvenida, en enero de 2013.
Así, en la referida “Obertura”, el Dr. Rin-
cón hace una breve semblanza sobre el
libro y destaca, no solo la experticia del
Dr. Ochoa Barrientos en el tema, sino los
puntos más resaltantes del mismo.
Luego, el Dr. Jorge Sánchez Meleán (Q.E.P.D.) —también expresidente de la
AHEZ—, en sus palabras de instalación de la sesión solemne del 7 de junio de 2014,
hace un recorrido por la evolución institucional de la Academia, destacando su esen-
cia y particularidades, así como la incorporación del Dr. Ochoa Barrientos como
miembro de número para ocupar el sillón XXV, que antes tuvo como huésped al Dr.
Tito Balza Santaella, —presente en la sesión—.
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Lucrecia Morales García
Reseña del libro:La medicina en el Zulia: 160 años de historia pionera (1854-2014) PP: 207-209
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Asimismo, el Dr. Sánchez Meléan repasa la brillante trayectoria del nuevo nume-
rario, reseñando su título de médico cirujano egresado de nuestra querida y honora-
ble Universidad del Zulia, para luego referirse a su posgrado en historia; a sus estu-
dios superiores en sexología; a sus andanzas en la masonería; a su “performance” en
la música tradicional de nuestra región como compositor e intérprete; a su hermosa
pluma como poeta y a su desempeño como investigador y docente de esa misma
alma mater; esto, sin dejar de mencionar su producción intelectual.
A continuación, en el cuerpo de esta obra de tanta importancia para la región, el
Dr. Ochoa Barrientos exalta el placer que para él representa pertenecer a tan distin-
guida y prestigiosa institución, expresando, de igual forma, las virtudes del Dr. Balza
Santaella como “…pedagogo, lólogo y escritor…”, para posteriormente adentrarse
en los connes de la medicina zuliana, en su larga travesía desde 1854 hasta 2014.
Desde este punto de vista, en la primera parte profundiza sobre la génesis y evo-
lución de los estudios de medicina en el Zulia, que comienzan en 1833 con el Colegio
Seminario bajo el liderazgo del Dr. Francisco Valbuena, pasando por la creación del
Colegio Nacional de Maracaibo que se instala el 19 de abril de 1839, hasta llegar a
la formalización de estudios superiores en Maracaibo, el de septiembre de 1854.
Seguidamente, narra los avances logrados en años posteriores hasta la creación, el
11 de septiembre de 1891, de la Universidad del Zulia, la cual, a pesar de haber sido
cerrada durante el gobierno de Cipriano Castro, logra su reapertura y la creación de
la Facultad de Medicina en 1946, iniciando actividades académicas en 1948.
Una vez abordado el tema del origen de la medicina en el Zulia, el Dr. Ochoa Ba-
rrientos tiene a bien tributar un merecido homenaje a quien es considerado como
el padre de los estudios médicos en la región, el Dr. Joaquín Esteva Parra; cubano
de nacimiento, pero de madre maracaibera; naturalizado venezolano a sus 23 años
de edad; mismo tiempo cuando se gradúa de médico en la Universidad Central de
Venezuela, donde recibe cátedra de los doctores José María Vagas y Eliseo Acosta.
Posteriormente, en la tierra de su madre, dirige el Colegio Nacional de Maracaibo,
en 1854, que, como se apuntara previamente, signica la génesis de la medicina en
el estado. En el mismo orden de ideas, el Dr. Ochoa Barrientos destaca los logros
del Dr. Esteva Parra en el campo médico: se hace especialista en varios campos de
esta disciplina; introduce nuevas técnicas e instrumental importado desde Europa,
lo mismo que nuevos procedimientos, y hasta ejecuta la primera operación de cata-
ratas en la ciudad, falleciendo en su hogar de Los Haticos, a principios del siglo XX.
A partir de este momento, describe los distintos reconocimientos con los que ha
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sido distinguido el Dr. Esteva Parra; desde la conmemoración de los centenarios de
su nacimiento (1930) y del inicio formal de los estudios médicos en el Zulia (1954),
hasta las veces en las que su nombre ha sido epónimo de promociones de graduan-
dos, entre otros honores.
En el siguiente capítulo, el Dr. Ochoa Barrientos recalca por qué la medicina zulia-
na fue en muchos aspectos pionera en Venezuela —hito reconocido por el Dr. Luis
Razzetti, de Caracas— a la vez que expone los distintos procedimientos y logros que
dieron cuenta de ello, de mano de importantes guras de la disciplina, entre las que
brillan nombres como los de los doctores Esteva Parra, Manuel Dagnino y Francisco
Eugenio Bustamante, entre otros destacados galenos de nuestra patria chica.
En el capítulo: “Medicina e Intelectualidad: una eterna simbiosis”, explica las ra-
zones por las cuales la medicina zuliana es tan erudita y demuestra con evidencia
comprobable todo lo referido a tal condición.
Por último, en las consideraciones nales, el Dr. Ochoa Barrientos puntualiza por
qué Venezuela está en deuda con el Zulia en lo que se reere a los aportes que han
contribuido al engrandecimiento de la medicina a nivel nacional, y presenta propues-
tas para seguir exaltando la importancia de la medicina en nuestra región, y en todo
el país.
Sin dudas, el Dr. Ochoa Barrientos hace un aporte clave para la mejor compren-
sión de la medicina zuliana y de sus protagonistas, que son los que han liderado
los avances en la salud de nuestra gente; ergo, en su esperanza de vida; por lo que
todos deberíamos leerlo.
Reseñas audiovisuales
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
Ángel Rafael Lombardi Boscán*
“O sea, que usted quería salvar de verdad a esos hombres. Es usted un idealista, y le compadezco”.
Recibido: 05/06/2021
Aceptado: 30/09/2021
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* Director del centro de estudios históricos de la Universidad del Zulia. Correo-e: @lombardiboscan
Esta película de culto ya tiene sesen-
ta y cinco años y su actualidad en pleno
2022 es absoluta. Se la deberían pasar
a los estudiantes de Venezuela para
poner punto nal al absurdo de la For-
mación Pre-Militar en la escuela dónde
la cultura de la paz es una ensoñación
escurridiza. Stanley Kubrick, su Director
en su momento con apenas veintiocho
años de edad, fue el artíce a nuestro
criterio de la mejor película anti belicis-
ta en toda la historia del cine.
Además, la película se sustenta en
hechos reales como lo fue el amotina-
miento de los soldados franceses en la
Primera Guerra Mundial (1914-1918)
que se negaron a recibir las órdenes de morir inútilmente por la Patria. Sentencias
como: “la muerte es hermosa; “soldado tú mejor amigo es el fusil” o “que la guerra es
sólo para los valientes que deben ofrendar su vida por la Patria” resuenan sobre un
atormentado absurdo aún vigente cuyo principal recordatorio es la actual masacre
sobre los ucranianos de parte de los rusos. Y es que toda guerra es una manifesta-
ción de la locura humana basada en el cálculo de intereses subalternos ajenos a la
compasión. Y cuando decimos intereses subalternos en realidad son los que termi-
nan por prevalecer asociados al crimen como vehículo para la obtención de riquezas
o premios nacionales que alimentan el imaginario patriótico.
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Senderos de gloria: la muerte bella. PP: 211-213
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Las guerras deberían ser prohibidas. Sólo que esto implicaría solicitarle a Dios
el envío de otro Diluvio o que permita el auto suicidio nuclear que hoy pende de
un hilo sobre la humanidad entera para así recomenzar desde cero o permitir que
otras especies superiores, como la que llamamos despectivamente como: animales,
terminen por ocupar nuestro lugar.
“No permitáis que la ambición se burle del esfuerzo útil de ellos / De sus senci-
llas alegrías y oscuro destino / Ni que la grandeza escuche, con desdeñosa sonrisa /
los cortos y sencillos hechos de los pobres. / El alarde de la heráldica, la pompa del
poder y todo el esplendor, toda la abundancia que da, / espera igual que lo hace la
hora inevitable. / Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba”. Thomas
Gray (1716 / 1771).
En la Historia hay muchas derivas. La más terrible fue y es la esclavitud (en sus
formas modernas en el ámbito laboral). Otra, las guerras y persecuciones religiosas
basadas en la exclusividad de un Dios o por sus distintas formas de ofrendarle. Aun-
que la más dañina de todas es el culto al nacionalismo. Eso de que la Patria es el altar
dónde se inmolan los patriotas es un teorema caza bobos ya que los únicos que se
inmolan son los soldados más bobos. Ni los ociales del Alto Mando ni los potenta-
dos van a jugarse el pellejo para convertirse en carne de cañón. Y quienes al nal son
las víctimas del reclutamiento van a morir sin pena ni gloria aunque los homenajes
ociales digan lo contrario. El miedo siempre oprime a la libertad y dignidad.
“El patriotismo es el último refugio de un canalla”. Esto es de Samuel Johnson
(1709-1784) y en la película lo repite el Coronel Dax, interpretado magnícamente
por un sobrio Kirk Douglas, quién lo esgrime como latigazo contra la casta de los ge-
nerales foie gras atrincherados en palacios como el de Versalles y bien lejos del ho-
rror de las trincheras en el frente de guerra. Es que la Primera Guerra Mundial hizo
de las trincheras unas tumbas y cementerios mal olientes dónde las acometidas de
la infantería chocaban irremediablemente ante las balas invisibles de los nichos de
ametralladoras y la munición mortal de la artillería. Nadie podía vencer al otro desde
un asalto frontal. Alemania y sus aliados son vencidos por agotamiento. Aunque igual
le pudo suceder a los franceses e ingleses. Los Estados Unidos, con tropas frescas,
inclinaron la balanza en la contienda como volverían hacer en la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945).
Es tan brutal el alegato anti belicista que nanció Kirk Douglas y elaboró artís-
ticamente Stanley Kubrick que en poco más de una hora asistimos sorprendidos
y apenados por ésta gran vergüenza humana. En Francia, Inglaterra y hasta en la
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España del dictador Franco: “Senderos de Gloria” fue prohibida. ¿Por qué? No sólo es
un expediente condenatorio sobre la guerra y la mitología patriótica sino que es tam-
bién una denuncia frontal contra la corrupción humana dentro las las del poder.
Los generales franceses en la película estafan a Francia en nombre de unas virtudes
en que ninguno de ellos cree. Son sólo seres ambiciosos y amorales casados con la
maldad desde un uso irresponsable del poder. Su propia guerra civil, alentada por
el insaciable ego, es incluso hasta más feroz que la que practicaron contra los ale-
manes. Ordenar disparar sobre sus propios hombres para salvaguardar un prestigio
sin modales es tan común en todas las guerras que mostrarlo luce inverosímil. Yuval
Noah Harari, historiador israelí en boga hoy, repite en sus libros una frase recurren-
te: “No hay justicia en la historia”.
Y esto nos conecta con la terrible realidad de un Putin agresor y genocida en
Ucrania y de una nomenclatura cívico/militar en Venezuela ávida de poder sin impor-
tarles el daño que esto le ha acarreado a la población. Razón por la cual “Senderos
de Gloria” es una invitación a la rebeldía contra las muy sacrosantas instituciones en
manos de bribones condecorados entre ellos mismos.
La conmovedora y melancólica escena nal es un llamado de atención a una con-
cordia entre enemigos. A la utópica e idealista manifestación de una paz perpetua
entre culturas y países distintos bajo una convivencia espiritual elevada. Es un guiño
que apunta a nuestra salvación elevándonos por encima de tantas jaulas ideológicas,
y sobre todo, de la vulgaridad del mal.
ISSN 2660-9037
Normas
CLÍO: Reivsta de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
PP. 213-218

Los investigadores interesados en publicar sus trabajos en Ediciones Clío debe-
rán remitir su propuesta a los siguientes correos. esdicionesclio.es@gmail.com . jor-
gevidovicl@gmail.com
Las propuestas deben tener: identicación del autor o autores, indicando: nom-
bre, apellido, institución que representa (universidad, instituto, centro de investi-
gación, fundación), correo electrónico, resumen curricular de cada autor con una
extensión no mayor de diez (10) líneas, incorporar el enlace ORCID de cada autor y
proporcionar un número celular con el código internacional del país de procedencia.
Así mismo se presentará una comunicación escrita rmada por los autores y dirigida
al director de la revista señalando que maniesta interés de proponer su trabajo
para su publicación.
Los artículos o escritos propuestos deben ser inéditos y no deben haber sido
propuestos simultáneamente a otras publicaciones. Todos los trabajos serán eva-
luados por parte de un Comité de Árbitros Especialistas de reconocido prestigio en
cada una de las áreas del conocimiento que sean propuestas. La evaluación de los
Árbitros se realizará mediante el procedimiento conocido como par de ciegos: los
árbitros y los autores no conocerán sus identidades respectivas. Los criterios de
evaluación son los siguientes:
a.- Criterios formales o de presentación: 1) originalidad, pertinencia y ade-
cuada extensión del título; 2) claridad y coherencia del discurso; 3) adecuada elabo-
ración del resumen; 4) organización interna del texto; 5) todos los demás criterios
establecidos en la presente normativa.
b.- Criterios de contenido: 1) dominio de conocimiento evidenciado; 2) riguro-
sidad cientíca; 3) fundamentación teórica y metodológica; 4) actualidad y relevancia
de las fuentes consultadas; 5) aportes al conocimiento existente.
Al recibirse la respuesta del Comité de Árbitros designados se informará a los au-
tores por correo electrónico la decisión correspondiente; en caso de ser aceptado, el
trabajo deberá remitirse por correo electrónico a los contactos correo, WhatsApp
- proporcionados por la revista.
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Normas para el envío y la recepción de trabajos. PP: 214-219
ISSN 2660-9037
215

Los trabajos deben presentar un resumen de 150 palabras como máximo y hasta
cuatro palabras claves; tanto el resumen como las palabras claves estarán en espa-
ñol e inglés. Igualmente, el título y el subtítulo del trabajo serán presentados también
en español e inglés. La extensión máxima del trabajo no debe superar el máximo de
veinte 20) páginas y como mínimo de quince (15). Todos los trabajos serán presenta-
dos en formato Word digital tamaño carta, con numeración continua y con márgenes
de (2) centímetros a cada lado. El texto se presentará a espacio y medio, en fuente
Times New Roman, tamaño 12. Para las notas a pie de página el tamaño será en
fuente Times New Roman tamaño 10.

Título: Debe ser corto, explicativo y contener la esencia del trabajo. Este título
debe proporcionarse tanto en el idioma español como inglés.
Autor(es): Indicar los nombres y apellidos completos, el nombre de la institución
donde se realizó el trabajo o de la institución a la cual pertenece el autor. Esto se
debe colocarse como nota a pie de la primera página del artículo.
Resumen: No mayor de ciento cincuenta (150) palabras, en español y en inglés.
En caso que el trabajo se presente en otro idioma. El resumen debe redactarse en
ese mismo idioma, en español e inglés.
Palabras clave: Deberán incluirse palabras claves en español y en inglés, en un
número que oscila entre tres y cuatro palabras. Estás palabras descriptoras facilitan
la inclusión del artículo en la base de los datos internacionales.
Apartados y Sub-apartados: Se recomienda, si es el caso, dividir el trabajo en:
resumen, introducción, fundamentos teóricos, metodología, análisis o discusión,
conclusión o consideraciones nales y referencias. Cada uno de los apartados o
sub-apartados serán numerados con números arábigos.
Citas: El citado se realizará en el texto utilizando la modalidad autor-fecha in-
dicando, en caso de ser cita textual, se ubica dentro del paréntesis: apellido (s) del
autor, coma, año de publicación de la obra, seguido de dos puntos y el (los) número
(s) de la (s) página (s), por ejemplo: de acuerdo a (Granadillo,1998: 45); si no es cita
textual sino una paráfrasis no se indicará el número de año, ejemplo: de acuerdo a
Granadillo (1998) o (Granadillo, 1998). Si hay varias obras del mismo autor publica-
das en el mismo año, se ordenarán literalmente en orden alfabético; por ejemplo,
(Granadillo, 2008a: 12), Granadillo (2008b: 24). Si son dos autores, se colocarán sola-
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Normas para el envío y la recepción de trabajos. PP: 214-219
ISSN 2660-9037
216
mente el primer apellido de cada uno, por ejemplo: Según Pietri y Granadillo (2008:
90) o (Pietri y Granadillo, 2008: 90), siguiendo el mismo criterio explicado anterior-
mente para las citas textuales y las paráfrasis. En caso de ser tres autores o más se
colocará el apellido del autor principal seguido de “et al”, ejemplo: (Rincón et al, 2008:
45). Deben evitarse, en lo posible, citas de trabajos no publicados o en imprenta,
también referencias a comunicaciones y documentos privados de difusión limitada,
a no ser que sea estrictamente necesario. En caso de fuentes documentales, electró-
nicas u otras que por su naturaleza resulten inviables o complejas para la adopción
del citado autor fecha, sugerido en estas normas, puede recurrirse u optarse por
el citado al pie de página.
Referencias bibliográcas: Las referencias (bibliográcas, hemerográcas,
orales y/o documentales) se presentarán al nal del texto, El orden de las referencias
es alfabético por apellido. Las diferentes obras de un mismo autor se organizarán
cronológicamente, en orden ascendente, y si son dos obras o más de un mismo au-
tor y año, se mantendrá el estricto orden alfabético por título.
Se referirán únicamente a las citadas en el trabajo y se ordenarán en estricto or-
den alfabético. Los autores son responsables de la delidad de las referencias.
Si se trata de libros o manuales, deben contener apellido(s) y nombre(s), del (de
los) autores en mayúscula (punto); año de publicación entre paréntesis (punto) título
de trabajo en negritas (punto), lugar de publicación editorial.
Si se trata de información obtenida por medios electrónicos, la referencia biblio-
gráca deberá contener los mismos elementos señalados por los artículos sumados
a: medio electrónico, dirección electrónica o página web, fecha de recuperación y
cualquier otro dato que se considere útil para la plena identicación de la referencia.
Anexos: los anexos constituyen elementos complementarios del texto que re-
era el lector a una parte del trabajo o fuera de él, con el propósito de ilustrar las
ideas expuestas en el texto, ampliar o aclarar o complementar lo allí expresado. Los
anexos son contabilizados como parte del número de páginas del escrito. En el caso
de guras y cuadros, el autor podrá acompañar el original con las ilustraciones que
estime necesarias.
Otros Trabajos: Se aceptan también los siguientes trabajos de corta extensión
(máximo quince cuartillas): Conferencias, Ensayos, Reseñas: comentarios de lectura
reciente. Recensiones: análisis (o comentario) crítico de la lectura reciente, docu-
mentos, textos de carácter histórico, jurídico, acuerdos, declaraciones, entrevistas:
realizadas con nes de investigación.
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Normas para el envío y la recepción de trabajos. PP: 214-219
ISSN 2660-9037
217
Cualquier otra situación no prevista, será resuelta por los editores según estimen
apropiados a los intereses de la revista.

Enfoque y alcance
La revistaClío, constituye una publicación auspiciada por Ediciones Clío, Acade-
mia de Historia del Estado Zulia, Centro Zuliano de Investigaciones Genealógicas,
Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia y Red Internacional Sobre
Enseñanza de la Investigación; entre otros centros asociados.
Entre sus objetivos guran:
Contribuir con el progreso cientíco de la Ciencia Histórica y las Ciencias Hu-
manas, a través de la divulgación de investigaciones y avances de investiga-
ción propuestos por sus autores.
Estimular la investigación en Ciencias Sociales, así como en todas las discipli-
nas anes.
Propiciar la presentación, discusión y confrontación de las ideas y avances
cientícos con compromiso social.
Clío aparece al menos dos veces al año y publica trabajos originales con avances
o resultados de investigación en las áreas de Ciencias anteriormente descritas, los
cuales son sometidas a la consideración de árbitros calicados.

La revista Clío, reconoce públicamente el compromiso ético de todas las partes
involucradas en el proceso de elaboración intelectual de las investigaciones o avan-
ces de investigación. De conformidad a lo dispuesto en las actuales normativas de
Protección de Datos, le informamos que el responsable de tratamiento de los mis-
mos es de carácter personal. Solo se utilizará para atender las consultas y cualquier
tipo de gestión realizada por este medio de comunicación, razón por la cual, sus
datos no se cederán a terceros, salvo por obligación legal.
Tiene usted derecho a acceder, recticar o suprimir los datos erróneos, solicitar
la limitación del tratamiento de sus datos así como oponerse o retirar el consenti-
miento en cualquier momento.

Una vez que el Editor y el Comité Editorial reciben un artículo, se iniciará su revi-
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
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Normas para el envío y la recepción de trabajos. PP: 214-219
ISSN 2660-9037
218
sión en siete semanas, más tres semanas para su publicación que están sujetas a la
periodicidad deClío. Revista de Historia, Ciencias Humanas y Pensamiento Crítico.
Etapa 1: Revisión Interna o pre-revisión, en un lapso de una (2) semanas. Se ve-
ricará la correspondencia entre citas y referencias, la compatibilidad temática del
artículo con los bloques disciplinarios de la revista, así como el control y vericación
de plagio a través de un software en la Web. Se informará al autor sobre la acepta-
ción o rechazo para continuar en el proceso de arbitraje.
Etapa 2: Revisión externa, en un plazo de cuatro (4) semanas, mediante la in-
clusión de dos pares especialistas, como evaluadores del artículo bajo la modalidad
doble ciego, y en caso de presentarse desacuerdo en la evaluación, se asignará un
tercer evaluador para dirimir los desacuerdos. Estos especialistas realizarán obser-
vaciones y emitirán un concepto en términos de: (a) Publicable sin modicaciones, (b)
Publicable con ligeras modicaciones, (c) Publicable con modicaciones sustanciales,
(d) No publicable. Tal como se aprecia en nuestro instrumento de evaluación.
En el proceso de arbitraje se tienen en cuenta los siguientes criterios:
a. Criterios de contenido: 1) dominio de conocimiento evidenciado; 2) rigurosi-
dad cientíca; 3) fundamentación teórica y metodológica; 4) actualidad y relevancia
de las fuentes consultadas; 5) aportes al conocimiento existente.
b. Criterios formales o de presentación: 1) originalidad, pertinencia y adecua-
da extensión del título; 2) claridad y coherencia del discurso; 3) adecuada elabora-
ción del resumen; 4) organización interna del texto. 
El formato que usan los revisores para evaluar los artículos incluye dos grandes
parámetros:Criterios formales o de presentaciónyCriterios de contenido, los cuales
se evaluarán en una escala que expresa los valores: E=Excelente B=Bien R=Re-
gular D=Deciente
Criterios formales o de presentación: 1) Originalidad, pertinencia y adecuada
extensión del título; 2) Claridad y coherencia del discurso; 3) Adecuada elaboración
del resumen: objetivo, metodología, resultados y palabras clave; 4) Organización in-
terna del texto.
Criterios de contenido: 1) Dominio de conocimiento evidenciado; 2) Rigurosi-
dad cientíca; 3) Fundamentación teórica y metodológica; 4) Actualidad y relevancia
de las fuentes consultadas; 5) Aportes al conocimiento existente.
Una vez arbitrado el artículo, se dará a conocer el concepto de publicación a tra-
vés de un correo electrónico al autor(es) de contacto. En caso de requerirse ajustes
CLÍO:
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Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Normas para el envío y la recepción de trabajos. PP: 214-219
ISSN 2660-9037
219
al artículo (Aceptado previo cumplimiento de correcciones), el o los autores tendrán
un plazo máximo de 15 días para realizar los ajustes (este lapso forma parte de las 5
semanas la Fase 2), y deberán enviar nueva versión del documento y una carta en la
que se responda a cada una de las sugerencias/observaciones emitidas por los eva-
luadores. Es responsabilidad de los autores dar cumplimiento a todas las sugeren-
cias y recomendaciones enviadas; si existen desacuerdos, deberán informar y argu-
mentar su posición. El editor decide si el artículo modicado es enviado nuevamente
a los mismos pares evaluadores asignados para solicitar su aval nal. Recibidos los
comentarios, conceptos o correcciones, el editor junto con el Comité Editorial, toma
la decisión nal de Aceptado para Publicación o No Aceptado, según el caso.
Si el artículo esAceptado para publicación(sin correcciones o correcciones -
nimas) los autores deberán cumplir con la entrega de; a) la versión nal del artículo
en español o en inglés, según la preferencia de los autores; (b) una autorización al
Comité Editorial de la revista para la reproducción de texto con rmas de los autores;
y (c) los datos de identicación de los autores para la respectiva base de datos de la
revista (código ORCID, nombres completos y correo electrónico).
Los artículos rechazados (No aceptados para publicación) serán noticados a sus
autores vía correo electrónico.
Etapa 3: Una vez aceptado el artículo, se inicia el proceso de edición nal y ma-
quetación, en tres (3) semanas, que incluye la asignación de DOI y publicación del
material en formato electrónico en la plataforma deClío. Revista de Historia, Ciencias
Humanas y Pensamiento Crítico.
ISSN 2660-9037
Guidelines
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
PP. 219-224

Researchers interested in publishing their work in Ediciones Clío should send
their proposal to the following emails. esdicionesclio.es@gmail.com.
Proposals must have: identication of the author or authors, indicating: name,
surname, institution that they represent (university, institute, research center, foun-
dation), email, curriculum summary of each author with an extension no greater than
ten (10) lines, incorporate the link of each ORCID of each author and provide a cell
phone number with the international code of the country of origin. Likewise, a written
communication signed by the authors and addressed to the director of the maga-
zine will be presented stating that he expresses interest in proposing their work for
publication.
Proposed articles or writings must be unpublished and must not have been simul-
taneously proposed to other publications. All works will be evaluated by a Committee
of Specialist Referees of recognized prestige in each of the areas of knowledge that
are proposed. The evaluation of the Referees will be carried out through the proce-
dure known as a pair of blind men: the referees and the authors will not know their
respective identities. The evaluation criteria are the following:
a.- Formal or presentation criteria: 1) originality, relevance and adequate exten-
sion of the title; 2) clarity and coherence of speech; 3) adequate preparation of the
summary; 4) internal organization of the text; 5) all other criteria established in these
regulations.
b.- Content criteria: 1) domain of evidenced knowledge; 2) scientic rigor; 3) theo-
retical and methodological foundation; 4) topicality and relevance of the sources con-
sulted; 5) contributions to existing knowledge.
Upon receipt of the response from the appointed Referees Committee, the au-
thors will be informed by email of the corresponding decision; In case of being ac-
cepted, the work should be sent by email to the contacts - mail, WhatsApp - provided
by the magazine.
CLÍO:
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Guidelines for sending and receiving papers. PP: 220-225
ISSN 2660-9037
221

The works must present an abstract of 150 words maximum and up to four
keywords; both the abstract and the keywords will be in Spanish and English. Likewi-
se, the title and subtitle of the work will also be presented in Spanish and English.
The maximum length of the work must not exceed a maximum of twenty (20) pages
and a minimum of fteen (15). All papers will be presented in letter-size digital Word
format, with continuous numbering and with margins of (2) centimeters on each side.
The text will be presented at a space and a half, in Times New Roman font, size 12.
For footnotes, the size will be in Times New Roman font size 10.

Title: It should be short, explanatory and contain the essence of the work. This title
must be provided in both Spanish and English.
Author (s): Indicate the full names and surnames, the name of the institution
where the work was carried out or the institution to which the author belongs. This
should be placed as a footnote on the rst page of the article.
Abstract: No more than one hundred fty (150) words, in Spanish and English. In
case the work is presented in another language. The abstract must be written in the
same language, in Spanish and English.
Keywords: Keywords in Spanish and English should be included in a number that
ranges from three to four words. These descriptive words facilitate the inclusion of
the article in the international database.
Sections and Sub-sections: It is recommended, if applicable, to divide the work
into: summary, introduction, theoretical foundations, methodology, analysis or dis-
cussion, conclusion or nal considerations and references. Each of the sections or
sub-sections will be numbered with Arabic numerals.
Citations: The citation will be made in the text using the author-date modality,
indicating, if it is a textual appointment, it is located within the parentheses: last name
(s) of the author, comma, year of publication of the work, followed by a colon and the
number (s) of the page (s), for example: according to (Granadillo, 1998: 45); if it is not a
textual quotation but a paraphrase, the year number will not be indicated, for exam-
ple: according to Granadillo (1998) or (Granadillo, 1998). If there are several works
by the same author published in the same year, they will be arranged literally in al-
phabetical order; for example, (Granadillo, 2008a: 12), Granadillo (2008b: 24). If there
are two authors, only the rst surname of each will be placed, for example: According
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Guidelines for sending and receiving papers. PP: 220-225
ISSN 2660-9037
222
to Pietri and Granadillo (2008: 90) or (Pietri and Granadillo, 2008: 90), following the
same criteria explained above for textual citations and paraphrase. If there are three
or more authors, the last name of the main author will be placed followed by “et al”,
example: (Rincón et al, 2008: 45). Quotations from unpublished works or works in
print, as well as references to communications and private documents of limited
circulation, should be avoided as much as possible, unless strictly necessary. In the
case of documentary, electronic or other sources that by their nature are unviable or
complex for the adoption of the aforementioned author - date, suggested in these
regulations, the one cited at the bottom of the page can be resorted to or chosen.
Bibliographic references: References (bibliographic, newspaper, oral and / or
documentary) will be presented at the end of the text. The order of the references is
alphabetical by surname. The dierent works by the same author will be organized
chronologically, in ascending order, and if there are two or more works by the same
author and year, the strict alphabetical order by title will be maintained.
They will refer only to those cited in the work and will be ordered in strict alphabe-
tical order. Authors are responsible for the accuracy of the references.
If they are books or manuals, they must contain surname (s) and name (s), of the
authors in capital letters (period); year of publication in parentheses (period) title of
work in bold (period), place of editorial publication.
If it is information obtained by electronic means, the bibliographic reference must
contain the same elements indicated by the articles added to: electronic means, ad-
dress electronic or web page, date of retrieval and any other information that is con-
sidered useful for the full identication of the reference.
Annexes: the annexes constitute complementary elements of the text that the
reader refers to a part of the work or outside of it, with the purpose of illustrating
the ideas presented in the text, expanding or clarifying or complementing what is
expressed there. The annexes are counted as part of the number of pages of the
document. In the case of gures and tables, the author may accompany the original
with the illustrations that he deems necessary.
Other Works: The following short works are also accepted (maximum fteen pa-
ges): Conferences, Essays, Reviews: recent reading comments. Reviews: critical analy-
sis (or comment) of recent reading, documents, texts of a historical and legal nature,
agreements, statements, interviews: carried out for research purposes.
Any other unforeseen situation will be resolved by the editors as they deem
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223
appropriate to the interests of the magazine.

Focus and scope
The Clío magazine is a publication sponsored by Ediciones Clío, the Academy of
History of the Zulia State, the Zulia Center for Genealogical Research, the Center
for Historical Studies of the University of Zulia and the International Network on Re-
search Teaching; among other associated centers.
Its objectives include:
Contribute to the scientic progress of Historical Science and Human Scien-
ces, through the dissemination of research and research advances proposed
by their authors.
Stimulate research in Social Sciences, as well as in all related disciplines.
Promote the presentation, discussion and confrontation of ideas and scienti-
c advances with social commitment.
Clío appears at least twice a year and publishes original works with advances or
research results in the areas of Sciences described above, which are submitted to
the consideration of qualied referees.

Clío magazine publicly recognizes the ethical commitment of all parties involved in
the process of intellectual development of research or research advances. In accor-
dance with the provisions of current Data Protection regulations, we inform you that
the person responsible for data treatment is personal. It will only be used to answer
questions and any type of management carried out by this means of communication,
reason for which, your data will not be transferred to third parties, except by legal
obligation.
You have the right to access, rectify or delete erroneous data, request the limi-
tation of the processing of your data as well as oppose or withdraw consent at any
time.

Once the Editor and the Editorial Committee receive an article, the review will
begin in seven weeks, plus three weeks for its publication, which are subject to the
periodicity of Clío. Journal of History, Human Sciences and Critical Thought.
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Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Guidelines for sending and receiving papers. PP: 220-225
ISSN 2660-9037
224
Stage 1: Internal review or pre-review, within a period of two (2) weeks. The co-
rrespondence between citations and references, the thematic compatibility of the
article with the disciplinary blocks of the journal, as well as the control and verica-
tion of plagiarism through software on the Web will be veried. The author will be
informed about the acceptance or rejection to continue in the arbitration process.
Stage 2: External review, within a period of four (4) weeks, through the inclusion
of two specialist pairs, as reviewers of the article under the double-blind modality,
and in case of disagreement in the evaluation, a third evaluator will be assigned to
settle disagreements. These specialists will make observations and issue a concept
in terms of: (a) Publishable without modications, (b) Publishable with slight modi-
cations, (c) Publishable with substantial modications, (d) Not publishable. As can be
seen in our evaluation instrument.
The following criteria are taken into account in the arbitration process:
a. Content criteria: a) domain of evidenced knowledge; b) scientic rigor; c)
theoretical and methodological foundation; d) topicality and relevance of the sources
consulted; f) contributions to existing knowledge.
b. Formal or presentation criteria: 1) originality, relevance and adequate ex-
tension of the title; 2) clarity and coherence of speech; 3) adequate preparation of
the summary; 4) internal organization of the text.
The format used by reviewers to evaluate articles includes two main parameters:
formal or presentation criteria and content criteria, which will be evaluated on a scale
that expresses the values: E = Excellent B = Good R = Fair D = Poor
Formal or presentation criteria: 1) Originality, relevance and adequate exten-
sion of the title; 2) Clarity and coherence of speech; 3) Adequate preparation of the
summary: objective, methodology, results and keywords; 4) nternal organization of
the text.
Content criteria:1) Domain of evidenced knowledge; 2) Scientic rigor; 3) Theo-
retical and methodological foundation; 4) Actuality and relevance of the sources con-
sulted; 5) Contributions to existing knowledge.
Once the article is refereed, the concept of publication will be made known throu-
gh an email to the contact author (s). If adjustments to the article are required (Ac-
cepted after completing corrections), the author (s) will have a maximum period of
15 days to make the adjustments (this period is part of the 5 weeks of Phase 2), and
they must send a new version of the document and a letter in which each one of the
CLÍO:
Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico.
Año 2, Núm 4. Julio / Diciembre (2022)
Guidelines for sending and receiving papers. PP: 220-225
ISSN 2660-9037
225
suggestions / observations issued by the evaluators is answered. It is the responsi-
bility of the authors to comply with all the suggestions and recommendations sent;
if there are disagreements, they should inform and argue their position. The editor
decides if the modied article is sent again to the same peer evaluators assigned to
request their nal endorsement. Once the comments, concepts or corrections are
received, the editor, together with the Editorial Committee, makes the nal decision
of Accepted for Publication or Not Accepted, as the case may be.
If the article is Accepted for publication (without corrections or minimal correc-
tions) the authors must comply with the delivery of; a) the nal version of the article
in Spanish or English, according to the preference of the authors; (b) an authoriza-
tion to the Editorial Committee of the journal for the reproduction of text with the
authors’ signatures; and (c) the identication data of the authors for the respective
journal database (ORCID code, full names and email).
Rejected articles (Not accepted for publication) will be notied to their authors via
email.
Stage 3: Once the article is accepted, the nal editing and layout process begins,
in three (3) weeks, which includes the assignment of DOI and publication of the ma-
terial in electronic format on the Clío platform. Journal of History, Human Sciences
and Critical Thought.
ISSN 2660-9037

Título del trabajo.
Fecha de Recepción en RCS:/ / Fecha de envío al Arbitro:/ /
Recibido por el Arbitro: Fecha de Evaluación:
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Aspectos a Evaluar E B R D Justicación y/o Observaciones
1.Título
2.Resumen
3.Palabras Claves
4.Claridad y coherencia del discurso
5.Coherencia interna del trabajo
6.Organización de secciones y sub-secciones
7.Bibliografía citada
8.Dominio del conocimiento
9.Aportes al conocimiento del objeto
10.Contribucion a futuras investigaciones
11. Conclusiones
12. Tablas, cuadros y grácos
13. Apreciación General
E=Excelente B=Bien R=Regular D=Deciente
OPINIÓN
Publicable sin modicaciones.
Publicable con ligeras modicaciones.
Publicable con modicaciones sustanciales.
No publicable.
* Nota: Si requiere modicaciones, por favor inclúyalas en hoja aparte; y siempre que sea posible indique página
y líneas donde sugiere las modicaciones. Esto se puede hacer como nota de comentario al texto en la parte
lateral derecha del mismo. Atentamente; Dr. Jorge Vidovic Director – Editor de Clío. Revista de Historia, Ciencias
Humanas y Pensamiento críco.
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 3. Enero / Junio (2022)
PP. 226
Planilla de
Evaluación de
Arculos
ISSN 2660-9037
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 2, Núm 1. Enero / Junio (2022)
PP. 227
Clío
 Revista de Historia, Ciencias Humanas y
Pensamiento Críco; es un órgano de difusión
periódica de invesgaciones arbitradas de al-
cance internacional, adscrita a Ediciones Clío, La
Academia de Historia del Estado Zulia y al Cen-
tro Zuliano de Invesgaciones Genealógicas. Su
objevo es difundir invesgaciones y reexio-
nes que se hacen desde las Ciencias Humanas
abordando problemácas sociales desde disn-
tas áreas del estudio como la Historia, Filosoa,
Educación y Pedagogía, Ciencias Polícas, An-
tropología, Sociología entre otras ciencias hu-
manas; siempre bajo una perspecva críca. Su
naturaleza es interdisciplinaria de manera que
aparte de publicar arculos ciencos; permite
la incorporación de otras secciones o apartados
dentro de su contenido para conferencias, en-
sayos, entrevistas, escritos sobre arte y arstas,
textos de carácter histórico, jurídico, acuerdos,
declaraciones, reseñas de libros y medios au-
diovisuales; entre otros.