Clío:
Revista de Historia, Ciencias Humanas y Pensamiento Crítico; es un órgano de difu
-
sión periódica de investigaciones arbitradas de alcance internacional, adscrita a Ediciones
Clío, La Academia de Historia del Estado Zulia y al Centro Zuliano de Investigaciones Ge
-
nealógicas.
Su
objetivo
es
difundir
investigaciones
y
reexiones
que
se
hacen
desde
las
Ciencias Humanas abordando problemáticas sociales desde distintas áreas del estudio
como la Historia, Filosofía, Educación y Pedagogía, Ciencias Políticas, Antropología, Socio
-
logía
entre
otras
ciencias
humanas;
siempre
bajo
una
perspectiva
crítica.
Su
naturaleza
es
interdisciplinaria
de
manera
que
aparte
de
publicar
artículos
cientícos;
permite
la
in
-
corporación de otras secciones o apartados dentro de su contenido para conferencias,
ensayos,
entrevistas,
escritos
sobre
arte
y
artistas,
textos
de
carácter
histórico,
jurídico,
acuerdos, declaraciones, reseñas de libros y medios audiovisuales; entre otros.
Su publicación es semestral; cada número está conformado por artículos sobre temas en
cada una de las áreas de sus competencias. La revista tiene como compromiso ofrecer un
puente
de
comunicación
entre
los
diferentes
enfoques
y
propuestas
de
investigación
en
el
sentido de generar
un debate ante las
complejidades del saber y
el hacer social entre
las
ciencias
humanas,
permitiendo
las
críticas
necesarias
pues
consideramos
que
la
ciencia
tiene
que
ser
constantemente
interpelada
ya
que
su
naturaleza
no
es
estática,
sino
que
está en continuo movimiento.
Año 3. Nro 6. Junio-Diciembre 2023
ISSN:
2660-9037
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será de libre acceso, distribuido bajo la licencia Creative Commons (BY-NC-SA)
Consejo Edit
orial
Dr
. Jorge V
illasmi
l Espino
za
Universidad del Zulia, Venezuela.
Director de la Revista Cuestiones Políticas.
ORCID 0000-0003-0791-3331
Dr
. Mario Hugo Ay
ala
Universidad de Buenos Aires, Argentina.
ORCID
0000-0002-7667-4218
Dr
. Luis Albert
o Ramír
ez Mén
dez
Universidad de los Andes, Venezuela.
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Dr
. Juan Carlos Mo
ral
es Manzur
Academia de Historia
del Estado Zulia, Venezuela.
ORCID 0000-0003-0887-1065
Dr
. Carlos V
a
lbuena Chirinos
Universidad del Zulia, Venezuela.
ORCID 0000-0002-6800-015X
Dra. María Dolo
r
es Pér
ez Muri
llo
Universidad de Cádiz, España
ORCID 0000-0002-6205-0375
Dr
. Édgar Córdo
v
a J
aimes
Universidad del Sinú, Colombia
ORCID 0000-0003-2450-6156
Dra. Maria da Purificação Ar
aújo
Universidade Federal da Bahia, Brasil
ORCID 0000-0002-8279-4769
Dr
. Le
w
is Pe
r
eira
Corporación Universitaria del Caribe (CECAR),
Colombia.
ORCID 0000-0001-5679-5074
Mg. Rafael Balza García
Universidad Pedagógica Experimental Libertador,
Venezuela.
ORCID 0000-0002-5831-661X
Mg. Lino Lat
ella Calderón
Universidad del Zulia. Universidad Católica Cecilio
Acosta, Venezuela.
ORCID 0000-0002-8202-1352
Dra. María Dolo
r
es F
uent
es Ba
jo
Universidad de Cádiz, España
ORCID
0000-0003-3671-1333
Dra. Sa
ndr
a Olive
ro Guidobono
Universidad de Sevilla, España
ORCID 0000-0003-3332-4274
Dra. Pat
ricia Ceci
lia Vigue
ras Che
rr
es
Universidad Arturo Prat, Chile
ORCID 0000-0002-5961-2015
ISSN 2660-903
7
Director
Dr
. Jorge F
. Vido
vic
Miembro honorario de la Academia de Historia
del estado Zulia. Maracaibo-Venzuela.
ORCID 0000-0001-8148-44033
Editores Asociados
Mg. Ju
lio César G
ar
cía Delgado
Universidad del Zulia. Universidad Nacional Expe
-
rimental Rafael María Baralt., Venezuela.
ORCID 0000-0001-9213-2593
Dra. Carmen Laur
a Paz Re
ve
rol
Universidad de Sevilla, España.
ORCID 0000-0002-1201-2223
Equipo Asesor
Dr
. Reyber Parr
a Cont
r
e
ras
Universidad del Zulia. Cronista del municipio
Maracaibo. Miembro de número de la Academia
de Historia del Estado Zulia, Venezuela.
ORCID 0000-0002-3231-9214
Dr
. Ángel Rafael Lombar
di Boscán
Universidad del Zulia, Venezuela.
Director del Centro de Estudios Históricos
de LUZ.
ORCID
0000-0001-6273-1990
ISSN 2660-903
7
3
Sumario
PRESENT
A
CIÓN
La visión lineal del tiempo en la investigación histórica
The linear view of time in historical resear
ch
Julio César García Delgado, Jorge F
. Vidovic L.
7-13
AR
TÍCUL
OS
Las unidades de producción artesanal en Venezuela dur
ante el periodo
hispánico
The ar
tisan production units in V
enezuela colonial period
Luis Alberto Ramírez Méndez
17-45
La ciencia experimental, sus lector
es y bibliotecas en la América colonial: La
circulación
del
libro
cientíco
en
la pr
ovincia
de
Venezuela
en
el siglo
XVIII
Experimental science, its
readers and libr
aries in
colonial America:
The circulation of
the scientic
book in the province of V
enezuela in the 18th century
Rafael Balza García
46-74
La propiedad priv
ada de la Hacienda “El Banco
” Municipio Sucre, Estado
Zulia (1600-1830)
The private property of the Hacienda “El Banco
” Sucre Municipality
, Zulia State (1600-1830)
Edward Gar
cía Chourio
75-88
The African A
merican Population in The United States After the Abolition
of Slavery
La población afroamericana en Estados Unidos luego de la abolición de la esclavitud
Carlos Alber
to Na
varro Fuentes
89-98
Orquesta Sinfónica de Mar
acaibo. Los músicos polacos y su contribución a la cul
-
tura musical de V
enezuela en el marco de la situación cultur
al de ambos países
The Maracaibo Symphony Or
chestra. Polish Musicians and
Their Contribution to the Musical
Culture of V
enezuela within the Context of the Cultural Situation of Both Countries
Iwona Stoińsk
a-Kairsk
a
99-126
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 3-5. Provincia de Pontevedra - España
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico
Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (20
23)
Sumario. PP: 3-5
ISSN 2660-903
7
Educación, fr
aternidad y sociedad. La evocación de Simón Rodríguez en
la narrativ
a y ensayística de Ar
turo Uslar Pietri
Education, F
raternity and Society
. The Evocation of Simón Rodríguez in the Narr
ative and Essa-
ys of Ar
turo Uslar Pietri
Lino Latella-Calderón
127-139
Fact
ores determinantes para el acceso a la educación superior en el Mu-
nicipio San Juan del Cesar-La Guajira desde la gestión pedagógica
Determining factors for access to higher education in the Municipality of San Juan del Cesar-La
Guajira fr
om the pedagogical management
Julio Guillermo Otero Celedón,María Martha Daza Mejía, Yamelys Na
varro Becerra
140-153
Political Power and Neocolonialism of V
accines: The Ex
ercise of the
Wor
d and the Human Act
Poder Político y Neocolonialismo de las V
acunas: El Ejercicio de la Palabr
a y el Acto Humano
Camilo Andrés V
argas Machado, Salvador Cazzato Dá
vila
154-167
El Lago de Maracaibo: espacio vital aglutinador de la identidad r
egional zuliana
Lake Mar
acaibo: vital space that brings together the regional identity of Zulia
Angélica Arámbulo
168-180
ENSA
YOS
Los prot
ocolos de los sabios de Sion: Un texto que se niega a morir
The Protocols of the Elders of Zion: A text that r
efuses to die
Gabriel Andrade
183-188
Servio
Tulio Bar
alt: una vida entre la gloria y la tragedia
Servio T
ulio Baralt: a life between glory and tr
agedy
Carmelo Raydan
189-203
Pensando en la Educación desde la otr
a orilla
Thinking about Education from the other shor
e
V
almore Muñoz Ar
teaga
204-218
RESEÑAS
Pedr
o Páramo, de Juan Rulfo
Ángel Rafael Lombardi Boscán
221-222
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico.
Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (20
23)
Sumario. PP: 3-5
ISSN 2660-903
7
Lideraz
go político y conformación del estado democrático venezolano
(1945-1999), de Jorge Villasmil Espinoza
Moisés Flores
223-225
Sodomía en Indias. El homoerotismo en Iber
oamérica durante el periodo
colonial, de Luis Alberto Ramírez Méndez
Jorge Fymark Vido
vic López
226-229
NORMAS – GUIDELINES
230-234
235-240
ISSN 2660-903
7
7
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 7-13. Provincia de Pontevedra - España
Presentación
La visión lineal del tiempo en la investigación
histórica
Julio César García Delg
ado*, Jorge F
. Vidovic L.
**
El
positivismo
es
una
corriente
losóca
que
estableció
el
conocimiento
cientíco
como
la única forma válida de conocimiento, a tr
avés de la promoción de la observación empírica
y la experimentación como los métodos más adecuados par
a obtener información objetiva y
precisa.
T
ambién cree en el pr
ogreso continuo de la ciencia y la impor
tancia de la educación
cientíca
para
mejorar
la
sociedad.
La
inuencia
del
positivismo
en
los
estudios
históricos
posibilitó
la
instauración
del
método
histórico
con
la
visión
lineal
del
tiempo
que
se
utiliza
para
estudiar
lo
que
ha
sucedido
y
ha
sido
documentado
en
las
fuentes
escritas,
mediante
las cuales los historiadores r
econstruyen el pasado y comprenden cómo ha evolucionado la
sociedad en diferentes épocas.
En
ese
aspecto, es
preciso
expresar
que
los
estudios
históricos
son
fundamentales
par
a
la compr
ensión del
pasado y la
inuencia del
mismo en
el presente
y permiten
profundizar en
temas relev
antes para la sociedad actual, entre los cuales se pueden mencionar
, el racismo
y la distribución desigual de recursos, la discriminación, los patrones de actuación y numer
o
-
sos
otros
tópicos que
pueden
se objetiv
os de
la
investigación del
pasado.
El mét
odo histórico
documental es utilizado por los historiadores par
a investigar y comprender el pasado. Se
basa en el análisis crítico de fuentes documentales como manuscritos, libros, periódicos y
fotogr
afías, con el objetivo de reconstruir los event
os y procesos pasados. Este método es
fundamental para el tr
abajo de los investigadores y se consolidó dur
ante el siglo XIX, en un
contexto en el que los preceptos positivistas dominaban las ciencias
sociales.
En este contexto, se presentan los artículos de la Revista Clío, correspondientes al presen-
te
número,
los
cuales
abordan
una
variedad
de
temas
y
enfoques,
pero
tienen
en
común
una
dimensión
histórica.
Con ese
propósito,
se
propone
en estas
palabr
as explor
ar la
inuencia
del
positivismo en el método histórico documental, utilizado por los hist
oriadores para inv
estigar
y comprender el pasado a tr
avés del análisis crítico de fuentes documentales, en la cual se
explica
la
inuencia
del
positivismo
en
la
historia,
una
corriente
losóca
que
promueve
la
*
Msc. en Antropología, Mención: Antropología Social y C
ultural (Universidad del Z
ulia). Candidato a Doc
tor en Educación
(Universidad Nacional Experiment
al “Rafael María Bar
alt”). Profesor de la Universidad Nacional E
x-perimental “Raf
ael Ma
-
ría Baralt”
, adscrito al depart
amento de Ciencias Sociales y al Centro de Inves
tigaciones Educ
ativas de la mencionada
institución. Miembr
o correspondiente de la Ac
ademia de Historia del es
tado Z
ulia. Correro-e: juliogar
ciad@gmail.com.
https://
orcid.
org
/0000-0001-9213-2593
**
Miembro honor
ario Academia de la Hist
oria del estado Z
ulia – Venezuela. Or
cid:
https://
orcid.or
g
/0000-0001-8148-4403
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Julio César Gar
cía Delgado, Jorge F
. Vidovic L.
La v
isión linea
l del t
iempo e
n l
a inv
est
igación histórica.. PP: 7-
13
8
observación empírica y la experimentación, como métodos par
a obtener información objetiva
y precisa. Además, se explor
a la concepción lineal del tiempo propia de occidente y su relación
con
el
desarrollo
de
la
ciencia
histórica.
Al
mismo
tiempo,
se
presentan
otros
enfoques
inter
-
pretativos
y
subjetivos
en
la
historia
que
complementan
o
cuestionan
la
perspectiva
positivista.
Cier
tamente,
el
positivismo
ha
inuido
en
la
ciencia
histórica
en
la
forma
en
que
se
rea
-
lizan
los
estudios
dedignos;
enfatizando
la
impor
tancia
de
la
investigación
empírica
y
la
recopilación de datos concretos y
objetivos, al tiempo
que rechaza la especulación
y la
inter
-
pretación
subjetiva. T
al
fue
la
inuencia
del
positivismo
Los
historiadores
que
han
abr
azado
la corriente positivista buscan analizar los hechos históricos de maner
a objetiva y precisa,
utilizando el método riguroso en la investigación y
vericación, lo que implica recopilar datos
empíricos de archivos, document
os y otros registros hist
óricos y analizarlos mediante mé
-
todos
cientícos.
Sin
embargo,
hay
otros
enfoques
interpretativos
y
subjetivos
en
la
historia
que complementan
o cuestionan
la perspectiva
positivista. Estos enfoques
incluyen el
histo
-
ricismo, que
se centra en
el contexto
y las
circunstancias históricas; la
hermenéutica, que
se
enfoca
en
la
interpretación
del
signicado
de
los
eventos
históricos;
el
postestructuralismo,
que cuestiona la idea de una ver
dad objetiva y la historia or
al, que se basa en los testimonios
de personas que vivieron en determinados eventos históricos.
Estos enfoques han enriquecido
y diversicado la investigación histórica, complementan
-
do la perspectiva positivista. Sin embargo, también se ha criticado al positivismo por descui
-
dar
la subjetividad
y la
complejidad
de los
hechos hist
óricos, y
por su
excesivo
enfoque
en los
datos cuantitativos. Entr
e los mismos se halla:
•
El
historicismo,
que
sostiene
que
cada
época
histórica
tiene
su
propia
lógica,
sus
propias formas de pensamiento y sus pr
opios valores y por lo tanto, las acciones y
event
os pasados deben ser entendidos desde su propio contexto. En este sentido,
el historicismo enfatiza la importancia de la interpretación y la comprensión de las
mentalidades de las personas que
vivieron en el pasado.
•
Otro
enfoque
interpretativo
es
el
marxismo,
que
sostiene
que
las
relaciones
sociales
y
económicas
son
las
fuerzas
motrices
de
la
historia,
y
que
la
lucha
de
clases
es
la
clave par
a comprender los procesos hist
óricos. En esta perspectiva, la historia se
entiende como una lucha constante por el poder y la propiedad, y se busca analizar
cómo las relaciones de producción y las estructur
as económicas han evolucionado y
han inuido en la sociedad.
•
Otra
corriente
es
la
historia
cultur
al,
que
se
enfoca
en
la
cultura
y
las
formas
de
vida
de
las sociedades
del
pasado e
intenta
entender
cómo la
cultura ha
inuido
en la
so
-
ciedad
y
cómo la
sociedad
ha
inuido
en
la cultur
a.
En
este enfoque,
la
cultur
a es
vista
como
un
product
o
social
y
es
analizada
en
términos
de
su
signicado
y
su
impacto
en la vida cotidiana.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Julio César Gar
cía Delgado, Jorge F
. Vidovic L.
La v
isión linea
l del t
iempo e
n l
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igación histórica.. PP: 7-
13
ISSN 2660-903
7
9
•
Por último, existe
la perspectiva postmodernista, que cuestiona
la idea de una ver
dad
objetiva
y
universal
y
sostiene
que
la
historia
es
inherentemente
subjetiva
y
que
las
interpretaciones del pasado están
inuenciadas por los valores y las perspectiv
as del
historiador
. En este sentido, la historia se entiende como una construcción social y
las narrativ
as históricas se analizan en términos de cómo han sido construidas y qué
intereses y valor
es subyacen en ellas.
La visión lineal del tiempo es otro concepto importante en historia. Se basa en la idea de
que
el
tiempo
avanza
de
manera
continua
y
unidireccional
desde
el
pasado
hacia
el
futuro.
Esta concepción
implica que
los event
os pasados
son irrev
ersibles y que
el futur
o es incierto.
se puede decir
que la visión lineal del
tiempo es un element
o propio de occidente.
La concep
-
ción
lineal
del
tiempo
se
reere
a
la
idea
de
que
el
tiempo
avanza
en
una
dirección
única
y
progresiv
a, desde
un pasado
que
ya
ha ocurrido
hacia un
futuro
que
aún no
ha sucedido.
Esta
visión del tiempo es característica de la cultur
a occidental y se ha desarrollado a lo largo de la
historia, especialmente en el contexto de la r
eligión judeocristiana.
En
la
religión
judeocristiana,
la
idea
de
la
creación
del
mundo
en
un
moment
o
especíco
del
pasado
y
la
noción
de
un
n
del
mundo
futuro,
impulsan
la
concepción
lineal
del
tiempo.
Además,
la
losofía
y
la
ciencia
occidental
también
han
adoptado
este
enfoque, consider
ando
el tiempo como una dimensión lineal y objetiva.
El desarrollo de la ciencia histórica —y
, en consecuencia, del método histórico—ha estado
muy
relacionado
con
la
concepción
lineal
del
tiempo
propio
de
occidente.
No
es
casual
que
una
de
las
ciencias
que,
en
un principio
acoge
los
preceptos
positivistas
dur
ante
el
siglo
XIX
sea,
precisamente,
la
historia,
no
solo
por
el
hecho
de
sumarse
a
la
corriente,
sino
que
esa
concepción
lineal
del
tiempo,
que
se
solapa
con
la
noción
de
progreso,
la
cual
car
acteriza
tanto a la episteme occidental y buena parte de los fundamentos del positivismo. La concep
-
ción
lineal
del
tiempo
en
Occidente
ha
tenido
impor
tantes
implicaciones
en
la
forma
en
que
se aborda la historia:
•
Dirección del tiempo: La concepción lineal del tiempo en occidente se basa en la idea
de que el
tiempo avanza en una
dirección única, desde
un pasado que
ya ha ocurrido
hacia
un
futuro
que
aún
no
ha
sucedido.
En
cambio,
la
visión
cíclica
del
tiempo
de
estas culturas no se pr
eocupa tanto por la dirección del tiempo, sino por la repetición
de ciclos.
•
Signicado del pasado:
En la concepción
lineal del tiempo en
occidente, el pasado
es
algo que ya ha ocurrido
y que no se puede cambiar
. En cambio, en la visión cíclica del
tiempo
de
estas
culturas,
el
pasado
es
algo
que
se
repite
y
que
puede
ser
reinterpr
e
-
tado y reev
aluado en cada ciclo.
•
Relación con los ciclos naturales: La visión cíclica del tiempo de estas cultur
as está
estrechamente vinculada a los ciclos natur
ales y cósmicos, como las fases de la luna
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Julio César Gar
cía Delgado, Jorge F
. Vidovic L.
La v
isión linea
l del t
iempo e
n l
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est
igación histórica.. PP: 7-
13
10
y las estaciones del año. En cambio, la concepción lineal del tiempo en occidente
se basa más en la idea de un progreso lineal y en el contr
ol humano sobre el medio
ambiente.
•
Relación con lo divino: En la concepción lineal del tiempo en occidente, el tiempo se
considera
una dimensión objetiva
y secular
, que se puede medir
y controlar cientíca
-
mente. En cambio, en la visión cíclica del tiempo de estas culturas, el tiempo se con
-
sidera una
dimensión
sagrada
y
mística,
que
está
estrechamente
ligada
a
los
dioses
y a los ciclos cósmicos.
Por otro lado, algunas cultur
as orientales, como la cultura china y la cultur
a hindú, tienen
una visión
cíclica del tiempo,
en la que
los ev
entos se r
epiten en un
ciclo continuo y
el pasado
y el futuro están estrechamente conectados. En estas cultur
as, la idea de la eternidad y la
repetición de ciclos es más impor
tante que la
idea de una progresión lineal del tiempo.
Además
de
la
cultura
china
y
la
cultura hindú,
otr
as
culturas
que
tienen
una
visión
cíclica
del tiempo. Aquí se mencionan
algunas:
•
La cultur
a maya: Los
mayas creían
en un tiempo cíclico que
se dividía en unidades de
52 años, conocidas como “
calendarios sagrados”. Cada ciclo de 52 años se conside
-
raba un nue
vo comienzo y se celebr
aba con ceremonias y rituales.
•
La
cultura azteca:
Los
aztecas
también
creían
en
un
tiempo
cíclico,
que
se
dividía
en
ciclos
de 52
años. Creían
que cada
ciclo
se regía
por un
dios
diferente
y que
el destino
de la humanidad estaba ligado a estos ciclos.
•
La cultura egipcia: Los egipcios creían en un
tiempo cíclico que se regía por
las fases
de la luna y las
estaciones del año. Creían que el sol
y la luna se renov
aban cada día y
que la vida en la Tierra estaba vinculada a los ciclos cósmicos.
•
La
cultura
inca:
Los
incas
creían
en
un
tiempo
cíclico
que se
dividía en
ciclos
de
cuatro
años. Cada ciclo
estaba marcado por ceremonias y
rituales, y se
creía que los dioses
renov
aban el
mundo cada vez que comenzaba un nuevo ciclo.
En
gener
al,
muchas
cultur
as
antiguas
tenían una
visión
cíclica
del tiempo,
que
se
basaba
en la observación de los ciclos naturales y cósmicos. Esta visión del tiempo es muy dif
erente
de la concepción lineal del
tiempo que se desarrolló en occidente.
El método histórico documental se apo
ya en la visión lineal del tiempo para estudiar lo
que
ya
ha
sucedido
y
documentado.
Utilizando
fuentes
documentales,
los
historiadores
re
-
construyen el pasado y comprenden cómo ha e
volucionado la sociedad a lo largo del tiempo.
Las diversas visiones de los hechos históricos pr
opician no solo la preservación y el res
-
cate de la memoria histórica de las comunidades, sino también permiten la gener
ación de es
-
pacios de discusión
sobre lo que
se podría denominar mét
odo histórico, el cual
ya tr
asciende
de una concepción lineal del tiempo mediante un abordaje metodológico cir
cunscrito a las
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Julio César Gar
cía Delgado, Jorge F
. Vidovic L.
La v
isión linea
l del t
iempo e
n l
a inv
est
igación histórica.. PP: 7-
13
ISSN 2660-903
7
11
fuentes
escritas.
Esas
visiones
están
presentes
en
las
investigaciones
que
se
presentan
al
gran público en el númer
o 6 de la Revista Clío, la cual corresponde al segundo semestre de
2023,
consta
de
9
ar
tículos,
que
abarcan
una
variedad
de
temas
y
abordajes,
que,
en
líneas
generales, tienen en común una dimensión hist
órica, si bien desde variadas metodologías y
enfoques.
Esos estudios históricos son
fundamentales para la comprensión del pasado
y la inuen
-
cia del mismo en el presente. En este particular
, es importante destacar la relevancia de es
-
tudios
como
los
realizados
por
Ramírez
Méndez
y
Balza
García,
quienes,
desde
diferentes
metodologías, se adentr
an en la historia de V
enezuela para analizar la producción artesanal
durante
la
colonia
y
la
circulación
de
textos
cientícos
en
el
siglo
XVIII.
Estos
estudios
nos
permiten entender la evolución de la sociedad y la cultur
a, así como la impor
tancia de preser
-
var y difundir la memoria histórica.
Asimismo, nunca está de más reconocer la importancia de los estudios históricos en
cuanto permiten profundizar en temas r
elevantes par
a la sociedad actual, como el racismo
y la distribución desigual de recursos. En este sentido, los estudios de Nav
arro Fuentes y
V
argas Machado y Cazzato Dávila son fundamentales par
a comprender la lucha contra la es
-
clavitud y la distribución de vacunas dur
ante la pandemia de COVID-19. Estas investigaciones
nos permiten
reexionar sobr
e la importancia de
los derechos
humanos y
la justicia social
en
la actualidad.
Ramírez Méndez, en
Las unidades de producción artesanal en Venezuela dur
ante el periodo
hispánico
, estudia, a tra
vés de un análisis documental, explica las características del pr
oceso
de
producción
ar
tesanal
en
Venezuela,
dur
ante
el
periodo
colonial
y
concluye
que,
dur
ante
la colonia, la ar
tesanía venezolana se desarr
olló en diversas unidades de producción, espe
-
cícamente
en
tiendas-talleres,
fraguas,
alfar
erías
y
tenerías.
Estas
unidades
de
producción
ar
tesanales
estuvieron
car
acterizadas
especícamente
por
los
apor
tes
de
capital,
adminis
-
tración, los tipos de insumos y materias primas, tecnología, contr
ol calidad y la tipología de
los productos .
En
La ciencia experimental, sus lector
es y bibliotecas en la América colonial: La circulación del
libro
cientíco
en
la
provincia
de
Venezuela
en
el
siglo
X
VIII,
Balza
García
reexiona
sobre
la
cir
-
culación de textos en la V
enezuela colonial. Basado en documentos históricos se hizo un
inventario
de
las
bibliotecas
y
sus
dueños,
mostrando
los
temas
y
autores que
socav
aron
el
conocimiento
escolástico
empujando
cambios
sociales
y
epistemológicos
que
denirían
la
sociedad venezolana.
García Chourio, en
La propiedad privada de la Hacienda “El Banco
” Municipio Sucre, Estado Zulia
(1600-1830),
analiza la evolución de la pr
opiedad del suelo de la hacienda El Banco, municipio
Sucre del Estado Zulia, dur
ante el periodo comprendido entre 1600-1833, a tr
avés de un estu
-
dio documental y de la denominada “historia or
al” sobre la hacienda El Banco, mostrando su
historia hasta
1833 fundamentado sobre las
fuentes escritas que se cust
odian en el Registr
o
ISSN 2660-903
7
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13
12
del Zulia, la Biblioteca Febr
es Cordero y el Archiv
o Nacional Colombiano. El análisis describe
la evolución de la tierr
a y los dueños de la hacienda. Se inscribe en la historia agr
aria latinoa
-
mericana y venezolana de sus unidades pr
oductivas agrícolas.
Navarr
o Fuentes, en
The African American Population in
The United States After the Abolition of
Slavery
,
citando obras literarias, testimonios y películas
se muestra el racismo que impedía la
abolición
y
llevó
a
la
Guerra
de
Secesión.
Concluye
que
La
esclavitud
de
afroamericanos
en
EE.UU.
es
vista
a
través
de
autores
sobr
evivientes
que
narran
la
experiencia
esclav
a
y
lucha
abolicionista.
Stoińska-Kairska,
en
Orquesta Sinfónica de Mar
acaibo. Los músicos polacos y su contribución
a la cultura musical de V
enezuela en el marco de la situación cultur
al de ambos países,
recuenta
la
presencia
y
huella
musical
de
ar
tistas
polacos
en
la
capital
zuliana.
Relata
que
hace
50
años, 20 músicos polacos llegaron a Mar
acaibo, sumándose a los más de 50 integrantes su
orquesta.
Muchos
enseñaron y
tocaron
en
ensambles,
los
cuales,
con
el
tiempo,
se
fueron
a
otros países debido a cambios políticos y económicos.
Mediante una lectura hermenéutica, Latella-Calder
ón, en Ed
ucación, fraternidad y sociedad.
La evocación de Simón Rodríguez en la narr
ativa y ensayística de Arturo Uslar Pietri,
Considera el
autor
que
la
exploración
de
la
vida
y
obr
a
de
Simón
Rodríguez,
Uslar
Pietri
describe
el
pro
-
blema
identitario
de
América,
su
conicto
con
ella
misma
y
las
trampas
de
la
liber
tad.
Esta
visión
conictiva
aparece
en
la
propia
vida
desmedida
de
Simón
Rodríguez,
que
encarna
in
-
tensamente la utopía de la fr
aternidad y la liber
tad. Nos aproximamos a la visión uslariana de
Simón como símbolo del problema hispanoamericano.
En
Fact
ores determinantes para el acceso a la
educación superior en el Municipio San Juan del
Cesar-La Guajira desde
la gestión pedagógica,
Otero
Celedón,
Daza
Mejía
y
Navarr
o
Becerra,
reexio
-
nan sobre la gestión pedagógica y rele
vancia curricular en la interacción comunidad-escuela-uni
-
versidad,
mediante
el
abordaje
de
factores
académicos
y
curriculares
que
permiten
evaluar
el
rendimiento escolar
de
forma
no
convencional.
Consider
an
que
es
urgente el
fomento del
pen
-
samiento formal y creatividad escolar
, como uno de los cuatro fact
ores determinantes de la
gestión, para acceder a la educación superior en San Juan del Cesar - La Guajir
a.
En
Political Power and Neocolonialism of V
accines: The
Exercise of the Wor
d and the Human
Act,
V
argas Machado y Cazzato Dávila analizan la distribución desigual de vacunas contr
a
COVID-19.
Usando
conceptos
de
Arendt
evidencian el
neocolonialismo
de
vacunas,
donde los
derechos
humanos,
no son
prioridad
en
países ricos,
que
compran
vacunas
en
masa.
Conclu
-
yen
que
los
acuerdos
de
condencialidad
entre
países
ricos
y
farmacéuticas
concluyen
que
COV
AX no ha cumplido su objetivo de inclusión debido a los fact
ores discriminatorios en las
compras masiv
as de vacunas.
Arámbulo, en
El Lago de Mar
acaibo: espacio vital aglutinador de la identidad regional zuliana
,
reexiona
sobre
la
creación
de
referentes
identitarios
y
humanizar
la
Cuenca
de
Maracaibo,
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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13
como
centro
identitario
zuliano
y
su
patrimonio.
Consider
a
que
la
simbólica
alrededor
de
la
Cuenca como espacio natural se ha alter
ado por la explotación petroler
a. Debe preservarse
promoviendo su imagen natur
al velada hoy por la degr
adación, desde la intelectualidad y la
cultura popular
.
Andrade, en
Los protocolos de
los sabios de Sion. Un texto que se niega a morir
,
reexiona so
-
bre el uso de teorías de conspir
ación como propaganda en contra de grupos étnicos y/o so
-
ciales, como
en este
caso en
Los Protocolos
lo es
con los
judíos, a quienes
se les
acusaba de
conspirar par
a el dominio mundial. Creado por la policía rusa par
a desacreditar reformistas, a
pesar de ser demostrado falso, se hiz
o popular e inspiró el antisemitismo, usado por Hitler y
Ford
par
a justicar
acciones
en
contra
la
comunidad
judía; aun
cuando
las
acusaciones seña
-
ladas en la obra no han podido ser demostr
adas sigue siendo popular entre conspir
acionistas
que insisten en la “verdad” del poder judío
sin evidencia.
En
Servio T
ulio Baralt: una vida entre la gloria y la tr
agedia,
Raydan hace una semblanza sobr
e
este ilustre mar
abino de principios del siglo XX, si bien un ar
tista reconocido en su época, hoy
es prácticamente ignor
ado. En 1915 murió prisionero político bajo Gómez, por causas desco
-
nocidas, quizá por
Castro. Su muer
te como
disidente causó que
fuese borrada gr
an par
te
de
su obra y legado, a pesar de su innegable talent
o.
En
Pensando en la Educación desde
la otra orilla,
Muñoz Arteaga destaca la impor
tancia de
una
educación
que
no
solo
se
centre
en
la
adquisición
de
conocimientos
técnicos
y
cientí
-
cos,
sino
que
también
fomente la
sensibilidad,
el
ar
te
y
la
música,
aspectos que
dan
sentido
a
la
vida
y
nos
acercan
a
la
belleza.
La
educación
debe
ser
una
ventana
que
nos
aproxime
a
lo
que
ha
sido
consider
ado
inútil
y
nos
transforme en
hogares calurosos
y
carnes
hospitala
-
rias. Además, la
educación debe ser
una experiencia
sensible que nos
permita contemplar la
belleza que ar
de en la creación
y nos enseñe a buscarla en
nosotros mismos y en
los demás.
Los contenidos de este número son muy heterogéneos en cuant
o a sus temáticas y ópti
-
cas
de investigación,
al
igual que
en la
metodología
abordada
para
desarrollar
los respectiv
os
estudios,
constituyen
un
apor
te
de
signicativa
impor
tancia
a
la
historiografía
en
distintos
espacios geogr
ácos y
muestran una
dinámica tanto
en la inv
estigación como en
el discurso
que es de innegable utilidad
al conocimiento cientíco.
Artículos
ISSN 2660-903
7
17
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 17-45. Provincia de Pontevedra - España
Las unidades de producción artesanal en V
enezuela
durante el periodo hispánico*
Luis Albert
o Ramírez Méndez**
RESU
M
EN
En el presente informe se estudian las
car
acterísticas que
asumió el proceso de producción artesanal
en V
ene
-
zuela,
durante el
periodo
colonial,
el
análisis
se
centra en
tipicar
y caracterizar
las
unidades
de
producción
en
aspectos como capital, administr
ación, insumos, técnicas, control de calidad y producto. En este sentido, se han
identicado
tres
tipos
de
unidades
de
producción
ar
tesanal
que
comprenden
las
tiendas-
talleres;
las
fr
aguas
alfarerías
y
tenerías;
nalmente
la
gr
anjería.
El
estudio
se
asienta
sobre
la
revisión
de
la
documentación
original
e
inédita que r
eposa en los ar
chivos se analizan las
variables expresadas
y se presentan los
resultados.
Palabras cla
ve:
compañía artesanal, tienda, taller
, tecnología ar
tesanal, granjería, taller
.
The artisan production units in V
enezuela colonial period
ABSTRA
CT
In this report, the characteristics assumed by the artisanal production process in Venezuela during the colonial
period are studied.
The analysis focuses on typifying and characterizing the production units in aspects such
as capital,
administration, inputs, techniques,
quality control and
product. In
this sense,
three types of
artisan
production units have been identied,
which include shops-workshops;
the pottery
and tannery
forges; nally
,
the farm. The study is based on the r
eview of the original and unpublished documentation that rests in the
archives, the variables expr
essed are analyzed and the results ar
e presented.
Keywor
ds:
artisan company
, shop, workshop, ar
tisan technology
, farm, workshop.
*
Artículo de investig
ación resultado de pr
oyecto desarrollado y c
oncluido sobre la artesanía colonial en Mérida- siglos XVI-
XVII. El autor agr
adece muy especialmente al g
enealogist
a Crisanto Bello y al Fondo de Inves
tigación Documental
(FID) de
la empresa SEF
AR Universal por la información f
acilitada par
a la realiz
ación del presente artículo
.
**
Doctor en His
toria, Universidad Centr
al de Venezuela, profesor invit
ado en la Maestría en His
toria de la Escuela de Hist
oria
F
acultad de Humanidades y Educ
ación Universidad de Los Andes. (Mérida-Venez
uela); Investigador especial invit
ado en
la Universidad Nacional Experiment
al Rafael María Bar
alt. Miembro del Programa de Es
tímulo a la Investig
ación Nivel B.
Premio Nacional de Ciencia y T
ecnología. Mención Ciencias Sociales 2017. https://
orcid.or
g
/0000-0001-7014-8105;
ht
-
tps://www.rese
archga
te.net/profile/Luis_Alberto_Ramir
ez_Mende
z/
contributions
.
Recibido: 5/10/2022
Aceptado: 10/2/2023
ISSN 2660-903
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o. PP: 17-45
18
Introduc
ción
La formación de los modos de producción y sistemas de tr
abajo en América colonial
ha
sido abordada por numerosos hist
oriadores en sus manifestaciones predominantes como
lo
fueron
la
encomienda
y
la
esclavitud,
las
que
en
su
momento,
fueron
la
respuesta
a
las
crecientes necesidades de mano de obr
a en los sistemas de producción en la sociedad co
-
lonial
tempr
ana,
durante
los
siglos
X
VI
y
XVII.
En
caso
especíco
de
la
encomienda
fue
una
concesión de la Corona española, aunada al reparto de tierr
as, como una forma de reconocer
y
beneciar
las
inversiones
de
capital
y
trabajo
que
los
peninsulares
habían
realizado
en
la
ocupación de Hispanoamérica y también como un atractiv
o para la explor
ación de nuevos
territorios y logr
ar la radicación de los colonizadores en los dominios americanas.
Cier
tamente, el desarrollo económico experimentado en Indias, dur
ante el siglo XVI, se
basó en el aprovechamiento de la mano de obra indígena hasta nales de la misma
centuria,
cuando ocurrió la dramática disminución de la población aborigen, lo cual determinó la cre
-
ciente introducción de esclav
os africanos. De la misma forma, las relaciones de sometimien
-
to y vasallaje pr
evalecientes en esos regímenes labor
ales representaron el fortalecimiento del
poderío de los conquistadores y primeros pobladores peninsulares en el Nuevo Mundo.
En consecuencia, ese creciente poder de las elites indianas fue una constante preocu
-
pación
para
los
funcionarios
reales,
quienes
querían
resguar
dar
y
proteger
la
condición
de
“
súbditos
libres”
de
los
indígenas
y
evitar
los
abusos
que
cometían
los
encomenderos
en
contra
de sus encomendados,
lo cual determinó
que se denier
an otr
as guras
jurídicas par
a
regular las r
elaciones laborales, las
que surgieron al calor
de discusiones morales,
teológicas
y
económicas,
con
cuya
nalidad se
diseñaron
instrumentos
jurídicos
que
r
egularon
el
trabajo
libre y asalariado de los amerindios, los cuales se aplicaron, en numer
osas actividades y en
par
ticular en el desempeño de las actividades artesanales . Especialmente, en esa normativa,
se
consagró
la
liber
tad
de
los
naturales
para
concer
tar
su
trabajo,
con
quien
quisieran,
por
el
tiempo
de
desearan
y
por
el
salario
que
más
les
conviniera
y
además
les
eximió
de
ser
compelidos para desempeñar labor
ares en el sistema labor
al obligatorio de la mita. Esas
regulaciones fueron r
eiteradas en las sucesivas r
eglamentaciones aprobadas en las distintas
jurisdicciones provinciales v
enezolanas, como ocurrió en las ordenanzas emitidas por el visi
-
tador
Alonso
V
ázquez
de
Cisneros
para
el
Corregimient
o
de
La
Grita
y
Mérida
en
1620
y
en
las
instrucciones promulgadas por gobernador F
rancisco de Berroter
án para la Gobernación de
V
enezuela en 1695, en cuyos estatutos se normalizó el funcionamiento del mer
cado laboral,
tanto de los
trabajadores asalariados
radicandos en el
interior de las haciendas que constitu
-
yeron
los antecedentes inmediatos del
peonaje, mientras que
en las unidades de pr
oducción
urbanas estuvieron constituidos por artesanos y manufactureros.
Indudablemente, el desarrollo de las infr
aestructuras de las ciudades hispanoamericanas
y de las unidades de producción rur
ales determinaron el crecimiento de la demanda de ob
-
jetos
utilitarios
y
semi-utilitarios,
cuya
fabricación
requirió
de
mano
de
obra
especializada,
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7
19
en
par
ticular
de
ociales
capaces
de
confeccionar
herramientas
y
otros
enseres
necesarios
tanto
en
las
actividades
mineras
como
agropecuarias.
Con
la
nalidad
de
satisfacer
esa
de
-
manda fue ineludible la capacitación de esos trabajador
es y luego su inserción en creciente
mercado de
trabajo
que se había r
egulado en la
legislación del Estado español.
De ese modo,
Hispanoamérica
y par
ticular
en
Venezuela, se
estableció
un
mercado laboral especíco
inte
-
grado
por mano de
obra
calicada, capaz de pr
oducir ar
tesanías y
manufacturas
que abaste
-
cían de una extensa
gama de productos
requeridos en difer
entes espacios desde los textiles,
que
comprendían
telas,
alfombr
as,
hilos
y
otros;
la
metalurgia
que
suministr
aban
desde
los
clavos, cuchillos, fondos de tr
apiches, campanas, llaves, cerr
aduras, bisagr
as, joyas de oro y
plata,
rejas,
ar
ados,
palas,
machetes
y
otros;
la
construcción
de
obr
as
civiles
y
religiosas,
la
fabricación
de
muebles,
puertas,
ventanas;
la
elaboración de
vestidos,
zapatos
y numerosos
otros objetos que fueron cotizados dur
ante
ese periodo.
En ese escenario, el proceso de producción artesanal se desplegó en unidades de produc
-
ción,
que
se
instituyeron
sobre
la
base
de
asociaciones
de
trabajador
es,
quienes
realizaron
apor
tes de capital e instalaciones, donde desarrollaban su tr
abajo, bajo la dirección de un ar
tí
-
ce, seleccionaban materias primas, determinaron las técnicas, herramientas a utilizar y pre
-
cisaron los hor
arios a cumplir en sus labores destinados a fabricar sus productos. Al mismo
tiempo, los artesanos también desempeñaron otr
as funciones en el
proceso producción, que
comprendieron desde la selección de los insumos, herr
amientas y técnicas, administración,
control
de
calidad
y
comercialización
del
producto,
cuyas
características
le
conrieron
una
complejidad poco
explorada hasta
el presente.
Aunque debe
precisarse que
la productividad
era baja debido a la limitación de los medios y herr
amientas empleadas en esas unidades de
producción.
De la misma forma, en las unidades de producción artesanal predominó el trabajo indi
-
vidual
y
manual,
en
el
que
progresivamente
se
incluyeron
actualizaciones
tecnológicas
que
fueron resultado de la pericia obtenida en el pr
oceso de formación, en la práctica diaria de
sus labores, también como fruto de su ingenio e inno
vación y en otras ocasiones de las in
-
dicaciones
de
los
clientes
a
las
que
el
operario
también
debió
adecuarse.
Por consiguiente,
las
variaciones
y
av
ances
que
se
produjeron
en
el
proceso
de
producción
ar
tesanal
fueron
consecuencia
de la
integración,
desintegración,
modicación
e innov
ación tanto
de
materias
primas
como
de
las
técnicas
y
también
del
factor
tr
abajo,
que
en
algunas
ocasiones
fue
intermitente.
Durante el período colonial v
enezolano, la producción artesanal fue impulsada debido a
la
perent
oria
necesidad
de
proveerse
de
productos
utilitarios,
lo
que
motivó
su
impor
tante
avance
y
signicativo
desarrollo.
Cier
tamente,
el
modo
de
producción
ar
tesanal
posibilitó
la
instauración y or
ganización de diferentes unidades de producción, la ma
yoría de las mismas
fueron instituidas
a par
tir asociaciones de
los ar
tíces y otr
os miembros de la
sociedad colo
-
nial, no necesariamente ar
tesanos,
con la nalidad par
ticipar en la
producción de ar
tesanías,
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riodo his
pánic
o. PP: 17-45
20
quienes se asociaron r
ecurriendo a una gura jurídica denominada “
compañía
” que en nume
-
rosos casos fue el instrumento jurídico base par
a el establecimiento de tiendas-talleres. fr
a
-
guas, alfarerías y tenerías. Esas unidades de producción se dif
erenciaron fundamentalmente
por
las
actividades
desempeñadas
por
los
propietarios
quienes
asumieron
la
posesión
y
el
control
de
la
producción;
por
su
ubicación,
la
cual
dependió
de
la
necesidad
de
contar
con
instalaciones en la zona comercial urbana, como ocurrió en las tiendas y talleres de jo
yería,
sastrería, zapatería,
a
diferencia de
otr
as
unidades
de
producción que
se
situaron en
lugares
que
permitían
la
pro
visión
de
sus
materias
primas
como
la
alfarería
y
cantería
y
nalmente
las
cur
tiembres que debido a sus desechos contaminantes se establecieron en lugares alejados
de los centros poblados, como lo prescribía la legislación de la época.
A difer
encia de los anteriores, la granjería fue el tr
abajo ar
tesanal desarrollado en el do
-
micilio
de
los
ar
tíces.
Finalmente,
existió
la
contratación
de
las
obras
o
el
encargo
de
los
productos, en cuyo caso, es necesario precisar que,
aunque todos los productos artesanales
se realizaban mediante un contr
ato, fuera formal o informal a tr
avés del cual se encar
gaba
una “hechur
a”, como
entonces se denominaba a cualquier obr
a fabricada por un ar
tíce, bien
fuera de sastr
ería, zapatería, orfebrería, carpintería, pero en numer
osos casos, en los cuales
por
la
naturaleza
de
la
obr
a,
que
debería
realizarse
“in
situ”,
como
las
construcciones
de
las
viviendas, de los templos, de las techumbres y otros se ejecutar
on bajo una contratación par
-
ticular
, en
la
que
se
formalizaron
las
exigencias del
contr
atante,
deniendo las
car
acterísticas,
calidad
y
tipología
de
la
obra,
los
salarios,
los
aportes
de
materiales
y
el
tiempo
que
duraría
la fabricación de la misma. En ese sentido, el presente estudio se centr
a en caracterizar la
estructura y funcionamient
o de esas unidades de producción ar
tesanal en V
enezuela duran
-
te el periodo de dominación hispánica, en lo refer
ente a las variables de apor
tes de capital,
factores de la pr
oducción, insumos, administración, técnicas, control de calidad y pr
oducto.
El estudio del trabajo artesanal en Venezuela dur
ante el domino hispánico, ha sido abor
-
dado
por
diferentes
estudiosos
como
lo
son
Manuel
Pérez
Vila,
quien
describe
las
caracte
-
rísticas
sociales
de
los
ar
tíces
en
América
Latina.
Por
su
par
te,
Carlos
Federico
Duar
te
ha
realizado un tr
abajo pionero sobre las particularidades mor
fológicas, utilitarias y decor
ativas
de
las
ar
tesanías
y
nalmente
las
investigaciones
realizadas
por
L
uis
Alber
to
Ramírez
Mén
-
dez enfocadas sobre la artesanía, la actividad de los maestros y el régimen labor
al de los
ar
tesanos emeritenses dur
ante los siglos X
VI y XVII.
El estudio se fundamenta sobre la re
visión documental realizada en diferentes archiv
os
tanto venez
olanos como extranjeros, en particular del Archivo Gener
al del Estado Mérida
(AGEM),
el
Archivo
Arquidiocesano
de
Mérida
(AAM)
y
Archivo
Arquidiocesano
de
Caracas
(AAC). Del
mismo
modo fueron
consultados
los
legajos que
se
resguardan en
el
Archivo Ge
-
neral de
Indias
(AGI)
especialmente
sobre
los
registros que
anotaron
las
compañías,
contra
-
tos,
asient
os
de
aprendizaje,
anzas,
avalúos,
mandas
testamentarias
e
informes
tanto
civiles
y religiosos que permitieron determinar el compor
tamiento de las variables estudiadas.
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1. Conformación de las unidades de pr
oduc
ción artesanal
En V
enezuela, a diferencia de otr
as regiones de Hispanoamérica, la resistencia aborigen
determinó
que la
mayoría de
los
repar
timientos de
indígenas
disminuyer
an
rápidamente, de
-
bido
a
que
numerosos
indígenas
abandonaron
sus
poblados
y
huyeron
del
sometimiento
a los hispanos. A pesar de ello, en los núcleos urbanos establecidos por los peninsulares y
que
lograron
su
estabilidad
después
de
nalizado
el
siglo
X
VI,
albergaron
en
sus
espacios
a
ar
tesanos, que
vinieron de allende
los mares
y que
tr
abajaban
en sus
ocios, al
mismo tiem
-
po
que desarrollaron
el proceso
de
enseñanza-aprendizaje de
los
mismos
entre la
población
nativa. Esa creciente actividad artesanal se efectuó en unidades de producción, mediante el
sistema de contratación libr
e y asalariada de la mano de obra integr
ada por trabajadores con
diferentes orígenes entre los
que
estuvieron peninsulares, criollos,
mestizos, indios, pardos
y
afrodescendientes tanto libr
es como esclavos.
En ese sentido, los ar
tesanos venezolanos dur
ante el periodo colonial desarrollaron el pr
oceso
de pr
oducción asociándose en
sociedades por lo
cual recurrier
on a una
gura
jurídica denomina
-
da
en
la
documentación
“
compañía
”
pero
que
a
los
nes
de
la
presente
investigación
se
le
con
-
ceptúa como
“compañía
ar
tesanal”, que fue
el primer paso de
los ar
tesanos par
a instituir tiendas
y talleres
donde laboraban y
prestaban sus servicios, la cual se dene
como un contrat
o suscrito
entre los participantes con el objetivo de establecer una unidad de producción ar
tesanal y en la
misma
efectuar
una
actividad
laboral,
precisando
los
apor
tes
de
capital
que
podían
ser
activos
jos o
circulantes, la
adquisición de
materias primas,
los instrumentos
y herramientas utilizadas
en las labores, el pago de salarios, tanto en ef
ectivo como en especie, asimismo se preestablecía
el
control
de
calidad,
especicado
en
las
características
morfológicas
y
ar
tísticas
del
producto,
también se estipuló la disposición y ubicación de los espacios para la r
ealización del trabajo, la
comercialización,
distribución de los
benecios y
se estipuló la
duración
temporal del
contrat
o.
El
capital
jo invertido en
las compañías
ar
tesanales estuv
o constituido
por instalaciones
como,
tejares
y
talleres,
las
equipos,
materias
primas
y
otros
enseres.
Del
mismo
modo
se
incluyó el capital circulante tant
o en metálico como en especie destinado a costear las eroga
-
ciones
para
la adquisición
de
materias
primas
y
cancelar
salarios.
Además,
durante
el
periodo
colonial,
los
operarios
dependían
únicamente
del
empleo
de
la
fuerza
humana
y
animal,
que
fueron
las
únicas
posibilidades
de
energía
motriz
que
existían
en
esa
época,
por
esa
razón
también se incluyeron en esas aportaciones los semovientes destinados a las labores de
transporte y carga como caballos, burros y mulas. Además, se pr
ecisó el abastecimiento de
materias primas, las
que en ocasiones
fueron suministr
adas
por uno de
los par
ticipantes, en
otros casos, los asociados convinieron en costear las mismas.
Otro
factor
esencial,
en
esas
unidades
de
producción,
que
fueron
creadas
bajo
la
gura
de
la
compañía
ar
tesanal
fue
la
denición
de
las
funciones
que
se
deberían
cumplir
.
En
ese
sentido, los
ar
tesanos calicados
se desempeñaron
en el control
de calidad,
entendido como
la supervisión de la tecnología y los insumos empleados en el proceso de producción, por lo
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e el pe
riodo his
pánic
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22
cual
fue
de
su
competencia
evaluar
la
destreza
de
los
ociales
y
ayudantes,
las
condiciones
laborales
y
métodos
que
se
aplicaron
para
fabricar
product
os
con
la
per
fección
deseada,
lo
cual
podían
cumplir
con
éxito
debido
a
la
pericia
que
se
habían
logrado
con
su
“habilidad,
traza e
industria” en el desempeño
del ocio, las responsabilidades en la comercialización de
los productos y el r
eclutamiento y formación del personal subalterno.
Cier
tamente, en las unidades de producción artesanal se desarrolló no sólo la producción de
objetos, sino
también
la
enseñanza,
mediante
la
cual los
aprendices
adquirían
la
destreza en
el
ejercicio
de
los ocios,
al
mismo tiempo
recibían
alimentación y
alojamiento.
Ese
proceso
de en
-
señanza-aprendizaje
fue
auspiciado
en
aquella
sociedad
porque
se
requería
de
la
capacitación
de jóvenes, por cuy
a razón, tanto los aut
oridades capitulares de grado o por la fuerza como los
padres
de
niños
y
adolescentes
los
“asentaban
”
para
que,
una
vez
cumplida
su
primera
etapa
en
su
adiestramient
o,
se
convertían
en
ociales,
quienes
deberían
per
feccionar
su
educación
mediante su continuado desempeño en el trabajo artesanal, con la posibilidad de asociarse con
maestros, pr
estando su labor semi-calicada hasta logr
ar su plena exper
ticia, dur
ante el tiempo
requerido,
estableciéndoles
cier
tos
niveles
de
productividad,
lo
que
les
posibilitaba
alcanzar
el
rango
de
maestros
del
ocio.
Asimismo,
en
las
unidades
de
producción
ar
tesanal
también
tr
aba
-
jaron indígenas en condición de asalariados-aprendices, a
yudantes, obreros, peones y esclav
os.
Del mismo modo, en las unidades de producción artesanal se estableció el control de la
calidad
de
los
productos
por
lo
cual
se
denieron
detalladamente
las
car
acterísticas
morfo
-
lógicas
y
ar
tísticas
con
que
deberían
ser
fabricadas
los
productos. En
particular
en
la
elabo
-
ración de los sombrer
os se estipularon las dimensiones de
su falda; asimismo ocurrió con la
loza a la cual se le pr
ecisó sus dimensiones en “menuda o gr
ande”; su coloración y
acabados
en
“blanca,
vidriada
o
alcolada
”.
En
gener
al,
se
precisó
que
los
product
os
deberían
ser
“buenos
y
aviados”
y
en
el
caso
especíco
de
las
tejas
y
ladrillos
deberían
ser
“bien
cocidos.
Por
otr
a
par
te, la
distribución de
benecios se
ajustó en relación
a la
propor
ción
de capital
inver
tido y
al trabajo desempeñado por los contr
atantes. En otras oportunidades los asociados convi
-
nieron en
que
sería
en
un
tercio,
pero
en
la
mayoría de
las
compañías
constituidas
se
ajustó
que
sería
“por
mitad”
es
decir
al
50%
de
las
ganancias.
Mientras
la
duración
tempor
al
fue
generalmente por un año, per
o en otras se extendieron hasta dos años.
De
ese
modo,
la
instauración
de
unidades
de
producción
ar
tesanal
bajo
la
gura
jurídica de
la
compañía ar
tesanal en V
enezuela colonial fue resultado de una necesidad eminentemente cita
-
dina, determinada por las demandas sectoriales del mercado interno de un sinnúmer
o de bienes,
especialmente
los
materiales empleados
en
la
arquitectura
civil
o
religiosa,
cuyos
productos
son
únicos
en
su
tipo,
porque
se
fabrican
en
el
sitio
en
el
que
se
oper
a,
al
igual
que
los
destinados
para pr
oducir utensilios para el uso doméstico y la cocina, como también las herr
amientas des
-
tinadas a las faenas agrícolas, transporte, las imágenes, esculturas y pintur
as para el ornat
o, el
hilado
de
br
as,
tejido
de
telas
y
confección
de
vestuario,
entre
otros,
por
lo
cual
se
requirió
de
una organización
especíca con car
acterísticas y funcionamiento
par
ticulares.
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2. Car
act
erís
ticas y funcionamient
o de las tiendas y talleres
art
esanos
Las “tiendas” y “talleres” constituyer
on las unidades de producción en donde se agruparon
los
ar
tíces
con
distintos
niveles
de
calicación,
bajo
la
dirección
de
un
maestro
del
ocio,
quien
usualmente
fue
propietario
de
las
instalaciones
y
parte
de
las
herramientas,
los
que
constituían
el
capital
jo
de
la
misma
y
también
del
local
donde
se
fabricaba
y
se
realizaba
la comercialización de los product
os. Las tiendas y talleres ar
tesanales debieron su origen
a
la
par
ticularidad
de
cier
tos
ar
tíces
que
requirieron
ubicarse
en
el
centro
de
las
urbes,
de
-
bido
a
que
en
su
proceso
productivo
no
se
emiten
desechos
contaminantes
o
malolientes
y
esencialmente
porque
en
ese
espacio
sus
product
os
estaban
al
alcance
de sus
clientes
que
transitaban diariamente en las z
onas comerciales.
En V
enezuela, las tiendas y talleres ar
tesanales hicieron su aparición en el siglo XVI y el
primer paso para la constitución de una tienda o taller fue la disponibilidad del local, donde se
desarrollarían las labores. En ocasiones, esos locales fuer
on propiedad de los vecinos pudien
-
tes,
quienes los
arrendaban
o entregaban
en
administr
ación
a
los
artíces
.
En
este
aspecto,
se han denido
dos tipos de talleres: el
primero de ellos sería
el individual eminentemente ci
-
tadino
y con
claros
antecedentes
medioevales,
en el
que
labora
un
solo artesano, maestro
del
ocio,
aunque
a
veces
lo
ayude
un
aprendiz
o
un
peón.
La
cantidad
de
product
os
que
solían
fabricar dependía de la habilidad del mismo y de su ritmo de trabajo.
El segundo tipo de taller es donde laboran más de dos
oper
arios, con distintos niveles de
calicación como
maestros que dirigían
a ociales, a
yudantes, obreros
y aprendices,
quienes
mantenían vínculos laborales, extr
a-laborales y familiar
es.
Por esa raz
ón, se incrementaban
los
niveles
y
cantidad de
la
producción,
por
lo
cual
se r
equirieron
más
operarios,
en
forma per
-
manente o temporal, también se dispusier
on de herramientas adicionales. Las labores er
an
dirigidas
y scalizadas
por
el
dueño del
taller
quien,
a su
vez,
es
maestro
de ocio,
ya
que
ade
-
más de su labor
, distribu
ía
las tareas entre sus ayudantes, controlaba, enseñaba, y supervisa
-
ba permanentemente a sus subalternos y también les cancelaba sus jornales, en ocasiones
a
destajo.
En
estos
talleres
trabajaban
simultáneamente
varios
ar
tíces,
la
faena
no
estaba
dividida,
lo
cual
se
explica
porque
cada
ar
tesano
realizaba
el
proceso
de
producción
desde
su inicio hasta nalizar la
fabricación del producto y por tanto lo elaboraba en su totalidad.
En
este
tipo
de
unidades
de
producción
se
requería
de
mayor
es
inversiones
de
capital
circulante,
destinadas
a
la
adquisición
de
las
materias
primas,
herr
amientas
y
costear
los
salarios. Además, y con cier
ta frecuencia
a
los dueños
de las
tiendas y
talleres, quienes
ejer
-
cían el
control y
la administración
de las mismas,
se les conaban
las materias
primas desde
metales preciosos, telas, hilo, botones, guarniciones, suelas, cor
dobanes y otros para la fabri
-
cación de los productos.
Por esa
razón,
los ar
tesanos debier
on gar
antizar la seguridad de
los insumos que
les eran
entregados
a
su
custodia,
por
lo
cual
el
cabildo
estableció
la
obligación
de
prestar
anzas
a
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los dueños de tiendas y talleres par
a autorizarles su funcionamiento y desarrollar sus labor
es,
como un
requisito previo a
la constitución
de
los mismos.
Esa
disposición se
asentaba en
el
aval
que el ador
proporcionaba
al ar
tesano
y mediante el
mismo, gar
antizaba que seguridad
de las materias primas entregadas por los clientes al artesano, así como la exper
ticia del mis
-
mo en su procesamiento, además la calidad y entr
ega puntual del producto, especialmente en
aquellos
casos que
laboraban
con
metales
preciosos. De
ese
modo, se
pre
venía que
el
ar
tista
realizaría
su
obra
rindiendo
“buena
quenta
”
del
insumo
y
de
la
elaboración
del
product
o
que
se le habían encargado. Al mismo tiempo, se comprometía a r
ealizarlo en un tiempo peren
-
torio
y
sin
dilación
alguna,
obligándose
el
ador
a
que
el
artesano
no
podía
“hazer
ausencia
”
de la ciudad hasta que entregara las obr
as concer
tadas. Asimismo, se determinó la
cantidad
explícita de la
cober
tur
a del
aanzamiento, con una tasa
máxima, por la
cual se establecía el
compromiso de asegurar al artesano
y el lapso de duración de la anza.
En
aquellos
casos,
en que
los
ar
tíces
incumplieron
con sus
compromisos
fueron
objeto
de
duras
sanciones
por
par
te
de
la
justicia
ordinaria,
que
disponía
su
inmediato
encarcela
-
miento.
Después
que
los
infractor
es
fueron
apresados
y
con
la
nalidad
que
pudier
an
abando
-
nar
los
reclusorios
fue
necesaria
la
presentación
de
anzas
carcelarias
en
las
que
requerían
de avales adicionales par
a el cumplimiento de las obligaciones defr
audadas y se determinaba
el lapso temporal preciso par
a que
nalizar
an y
entregar
an los productos concer
tados.
Las actividades ar
tesanales desarrolladas en las unidades de pr
oducción en Venezuela
colonial fueron variadas y fundamentales como las r
elacionadas con el ámbito de la con
-
fección
y
del
calzado.
En
esos
rubros,
la
sastrería
tuvo
un
especial
dinamismo,
en
la
que
se
destacaron
dos
ar
tíces
en
Caracas,
como
se
reere
en
1596
a Alonso
de
Jironda,
quien
tenía
un taller
, asistido por varios aprendices, por lo cual la mulata Violante de Guevar
a concer
tó al
sastre para que le
enseñara su ocio
a un
hijo suyo,
llamado Fr
ancisco,
a quien
se le
pagaría
un salario durante su apr
endizaje y para completar su adiestr
amiento sería llevado a Carta
-
gena
de
Indias.
Años
más
tarde,
en
Mérida,
F
rancisco
de
Osuna,
quien
tuvo
un
taller
de
sas
-
trería y estuvo activ
o entre la tercer
a y cuar
ta década del siglo XVII, precisamente en 1627, se
concer
tó con Diego V
arela Gr
aterol para enseñarle a su escla
vo, llamado Antonio, oriundo del
Brasil;
un año
después en
1628 t
omó por apr
endiz a
Juan Mar
tínez
y en
1657 a
Luis
Sánchez.
Al igual
que el anterior
, Pedro Ponce de San
Mar
tín fue otro
sastre emeritense, propietario de
su
tienda,
que
entre
1647
y
1669
desplegó
un
constante
tr
abajo
y
junto
a
él
labor
aron
como
aprendices
cuatro
niños
huérfanos,
Mateo,
Joseph,
Felipe
y
Pedro,
además
de
los
ociales
Juan Rodríguez y Fabián P
érez.
Igualmente, el rubro de la fabricación del calzado se inició en Mérida hacia 1581, cuando
Hernando de Cáceres instaló un taller en su casa, donde habían “mo
zos y aprendices” tr
aba
-
jando
en
ese
ocio.
De
la
misma
manera,
entre
1615
y
1622,
Juan
Rodríguez
T
amay
o,
otro
maestro de zapatero, admitió en su tienda a dos apr
endices, entre tanto Andrés de L
una, tam
-
bién maestro del mismo ocio,
quien era propietario
de su taller
, entr
e 1625 y 1637, empleó a
CLÍO:
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dos
ociales
y enseñaba
a
otros
cuatro neótos.
Otro zapatero
que
desplegó sus
labores
en
Mérida,
fue
Joseph
de
Roxas,
quien
abrió
su
taller
,
aproximadamente
en
1660,
como
lo
acredi
-
ta
la anza
otor
gada en
su
favor
por
Luis
Sánchez
en 1663,
bajo
su dir
ección se
formaron
dos
aprendices
huérfanos,
nombr
ados
Antonio
Lobo
y
Felipe
Díaz.
Otros
zapateros
que
también
tuvieron tiendas fueron Domingo de
T
rujillo, Fr
ancisco de la Peña y Diego de la Cruz.
La indumentaria de la época solo estaría completa con los indispensables sombreros, y
a
en 1580, en Mérida se hace refe
rencia al sombrerero Manuel Pimienta asociado mediante
un contrat
o
de compañía con Juan
de Arguello, quien le proporcionaría al ar
tesano las herra
-
mientas y aparejos propios
“
de sombr
ereros, como son tableros, planchas, hierr
os y piezas de
fur
tir cardas y hormas.
”, y también proveería de “...t
odo el carbón, aparejos, tinta y lo demás
que fuere
necesario para este
ocio...
”,
solo se
exceptuaba la
lana, la
cual
sería costeada
por
ambos. Por su parte, el sombrerero solo aportaba su destreza pues se encargaría de elaborar
el producto, el control de
calidad, mientras los benecios
se dividieron al
50%. Igualmente es
necesario mencionar
al también
sombrerer
o Alonso
de Rojas,
quien entre
1628 y
1635 r
egen
-
tó una tienda donde enseñaba el ocio
a dos aprendices.
Otras
unidades
de
producción
artesanal
fueron
las
carpinterías,
las
que
están
presentes
en
Mérida
desde
el
siglo
X
VI,
y
adquirieron
mayor
auge
en
la
centuria
siguiente.
Los
carpin
-
teros también recurrier
on al sistema de compañías para constituir sus unidades de produc
-
ción, como se evidencia en el concierto suscrito entre Diego Román y Juan Muñoz Criptana
(padre) ocial y maestro de
ese ocio respectivamente, en el que
se obligaron a “pelotear las
par
tidas
y obr
as
que se
han
de hazer
en
esta ciudad”
además
se
comprometieron
a “
meter un
mozo
”. Por tanto y en cumplimiento de esa cláusula, meses después Diego Román asentó por
aprendiz a un jov
en llamado Juan Bautista, posteriormente en 1626, ingresó bajo su dirección
a un mestizo
llamado Fr
ancisco.
Otro carpintero que desplegó una
excepcional actividad fue
Mateo
Leal,
quien
además
también
se
desempeñaba
como
ensamblador
,
por
lo
cual
le
fue
encargado de la construcción de la iglesia de la Compañía de Jesús en 1650. En su taller se
capacitaron dos aprendices: un chico huérfano llamado Bartolo, y Salvador de Gutiérrez. Otr
o
carpintero
digno de reseñar
fue Juan Muñoz
Criptana (hijo), quien
erigió el altar
a la Virgen
de
la Chiquinquirá en la capilla menor del Convento de Santa Clara.
Asimismo en la ciudad de Caror
a, existió una carpintería propiedad de Juan Pérez Cama
-
cho,
ocial
de
carpintero,
quien
fue
concer
tado
por
Juan
Caldera
de
Quiñonez,
vicario
de
la
parroquial
de
esa
ciudad
para
elaborar
“el
coro
con
un
facistol
y
rejas
en
la
pila
bautismal”
de
aquel
templo,
por
cuya
obr
a
se
le
cancelaría
la
cantidad
de
170
pesos.
Del
mismo
modo
se
tiene
noticias
de
la
existencias
de
carpinteros
en
Car
acas
desde
1595,
entre
los
que
se
menciona Juan Felipe y Diego Alonso y desde esa f
echa debieron existir carpinterías en esa
ciudad,
en
1754,
se
hace
refer
encia
al
taller
de
Francisco León
Quintana,
quien
laboraba
con
varios
ociales
y
a
quienes
les
fue
encargado
fabricar
el
altar
mayor
de
la
sacristía
de
la
ca
-
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Otra
actividad
de
signicativa
impor
tancia
fue
la
reconocida
labor
de
la
orfebrería,
que
en
Mé
-
rida tuvo un importante y signicativo desarrollo en el taller que er
a propiedad de Juan Corder
o
de T
rexo,
que
fue
abier
to
en
la
tercer
a
década
del
siglo
X
VII,
como
se
desprende
de
la
car
ta
de
aval
otor
gada en
su
favor
por
Antonio
de Ar
anguren,
quien le
aanzó
hasta
en
la cantidad
de
500
pesos de plata de ocho reales castellanos y entr
e 1646 y 1677, el platero aceptó por aprendices
a Bar
tolomé Castillo, P
edro, Agustín Patiño, T
omás Vernal, Lor
enzo Vazán, y a sus sobrinos F
ran
-
cisco y Juan de T
rejo. Por su par
te Juan Castillo Ángel, fue maestro joy
ero, también propietario
de una tienda, en la
cual desarrollaba su labor con un ocial
llamado Juan Estevan de Ochoa
en
1645 a quienes
se les encargó
el dor
ado del altar may
or del Colegio de
la Compañía de Je
sús.
Asimismo, a nales
del siglo X
VII, se arma
que en Caracas habían 15
plateros, cada uno
con sus respectivos taller
es, de los cuales se destacan Sebastián de Ochoa y Diego Her
-
nández,
que
en
1667
poseía
un
taller
,
en
donde
fabricó
una
imagen
de
Nuestra
Señora
de
la
Concepción de or
o, por orden de don Domingo
de Liendo y en especial Juan
Picón, quien ela
-
boró la custodia pr
eciosa de la Catedral de Car
acas. A mediados del siglo XVIII , Juan Pedro
Álvarez
Carneiro,
maestro
dorador
que
tuvo
a
su
cargo
el
dorado
de
la
sacristía
mayor
de
la
Catedral
de Car
acas y
Luis Vicente
López quien
fundió la gur
a de
la Fe
en plata
labrada, par
a
el sagrario del mismo templo en 1784.
Por
último,
hay
que
referir
las
unidades
de
producción
de
lar
ar
tes
decorativ
as
como
los
fueron
los
imagineros,
escultores
y
pintor
es,
quienes
se
dedicaron
a
fabricar
imágenes
de
culto y otr
as esculturas. En ese rubro se menciona en Cor
o al pintor y escultor Juan Agustín
Riera, contr
atado por el cabildo eclesiástico de esa ciudad para hacer en la catedr
al un monu
-
mento de lienzo de algodón, cubierto de yeso y pintado en blanco y negro par
a los pasos de la
pasión, por lo cual recibió el pago de 70 pesos en oro y plata en 1609 Asimismo, en Mérida,
en 1612, el escultor F
rancisco López fue concer
tado por Bartolomé Maldonado, mayordomo
de
la
cofr
adía
de
Nuestra Señora
del
Rosario para
que
esculpier
a
la
imagen
de
la
patrona
de
la congregación.
Esa
imagen no
llegó
a
realizarse porque algunos
años
más
tarde Joseph
de
San Severia
-
no, otros escultor en plata y or
o se comprometió a esculpir la imagen de la virgen del Rosario
para
aquella
cofr
adía
por
110
pesos,
la
escultura
debía
medir
una
var
a
y
dos
tercias
de
alto
y el niño de una tercia y ambos habrían de mir
ar al pueblo, el niño debería estar vestido con
una
túnica
mor
ada
y
su
brazo
izquier
do
debería
montarse
sobre
el
hombro,
r
odeando
el
cuello
de
su
madre,
la
virgen.
Otro
pintor
fue
el
pardo
Blas
Robles
a
quien
Juan
Carvajal
Mexía
le
reconoció
deber
20
pesos
de
ocho
reales
por
las
pinturas
que
le
había
hecho
en
su
casa
de
Lagunillas en 1645. En ese sentido se destaca la obr
a del emeritense José Lorenz
o Alvarado,
quien tuvo un
taller de pintura desde
nales del siglo XVIII y primer
as décadas del XIX, y reali
-
zó numerosas pintur
as, caracterizadas “
por una paleta cromática clara, con pr
edilección por los
colores
primarios
y
ausencia
de
fuer
tes
contr
astes
de
luces
y
sombr
as.Sus
guras
poseen
rostros
dulces, expresiones serenas y mar
cada linealidad”
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Del mismo modo en La Grita, se tiene noticia de un fraile fr
anciscano de nombre Fr
ancis
-
co
que
según
la
tradición
esculpió
la
imagen
del
Santo
Cristo,
vener
ada
en
la
iglesia
mayor
de
esa ciudad
.
Igualmente en
Caracas se
conoce
que
un hermano
lego
de los
Franciscanos
llamado fra
y Fernando de la Concepción doró y pinto los cuadr
os del retablo mayor de la Ca
-
tedral de Car
acas. En la misma ciudad, a principios del siglo XVIII, se describe la presencia del
tallista
sevillano
Francisco
Gómez
Frías
quien
en
1715
realizó
el
retablo
de
Nuestra
Señora
del Pilar
de la Catedr
al de
Caracas, además
se reere
la presencia
de varios
ar
tesanos que se
autodenominaban escultor
es, pintores y dor
adores como Fr
ancisco Atilano Moreno Carr
as
-
quer
,
Lorenzo de Silva, Nicolás González
Abreu, y José Henríquez,
Juan Fr
ancisco
Figueroa y
Aliendo,
Basilio
Hernández
Bello,
Juan
José
Llamozas, Enrique
Hernández
Prieto,
Juan
José
Landaeta, Lorenzo Rossel, los
hermanos Gregorio y Juan Fr
ancisco de León Quintana y Juan
Pedro López, mientr
as que
en V
alencia residía el pintor
Marcos Gómez y Guzmán.
3. Car
act
erís
ticas y funcionamient
o de las fr
aguas, alfare
-
rías y t
enerías
Las fraguas, alfar
erías y tenerías tuvieron un compor
tamiento dif
erente en su propiedad,
organización y la ubicación de sus talleres. En ellas, los pr
opietarios del capital y los medios
de producción fueron artesanos, pero también intervinieron otros personer
os, como los due
-
ños de unidades de producción agrícolas, cuyas ocupaciones primor
diales no fueron ar
tesa
-
nales y su par
ticipación en éstas sólo constituye una actividad complementaria a los proce
-
sos
de
producción
agrarios,
con
la
nalidad
de
prov
eerse de
los
implementos
necesarios par
a
el
cultivo
de
difer
entes
rubros.
En
aquellos
casos,
que
los
ar
tesanos
fueron
propietarios
de
las
fraguas y tenerías tuvier
on un funcionamiento similar al de las tiendas y talleres, mantenien
-
do
los
niveles de
calicación
y
aprendizaje
y utilizando
mayoritariamente
mano
de obra
libre
asalariada y destinaron sus product
os al mercado citadino. A diferencia de ést
os, cuando las
fraguas, alfar
erías y tenerías fueron propiedad de los hacendados, éstas labor
aron, utilizando
fundamentalmente mano de obra escla
va y su producción se destinó al autoabastecimient
o.
De
ese
modo,
los
ar
tesanos
que
desarrollaron
las
actividades
de
la
fundición
también
establecieron sus unidades de producción mediante el sistema de compañías y construy
eron
herrerías que
produjeron utensilios
en la
fundiciones
destinadas
al proceso
edicación urba
-
na
desde
los
clavos
de
envigar
,
aldabas,
bisagras,
tachuelas,
como
otros
productos
que
se
emplearon en la producción agrícola y pecuaria como herr
ajes, arados, palas, paletas, tacises,
hachas, hachuelas entre otros.
Las fr
aguas fueron
comunes en Car
acas, se reer
e que en 1597
ya funcionaba
una, per
tene
-
ciente al
herrero Juan
Muñoz a
quien le
concer
tó el
capitán Garcí
González de
Silva para que
le
enseñara dos escla
vos suyos llamados Manuel y Antón. Igualmente, en
T
rujillo existió la fragua
per
teneciente al
destacado maestro fundidor
de
campanas Pedro López
de Quiroga, natural de
T
enerif
e en
el Nue
vo Reino
de
Granada,
casado en
Mompox
con
Eulalia Medr
ano,
quien se
había
residenciado en El
T
ocuyo y luego se av
ecindó en T
rujillo a principios del siglo XVII, adonde se
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había traslado con sus hijos, y tenía su taller par
a sus labores. El fundidor se pro
veía del cobre en
las minas de
Cocorote y en 1622,
armaba que había pr
oducido los fondos par
a los ingenios de
azúcar
que estaban
en funcionamiento
en las
ciudades
El
T
ocuyo,
Barquisimeto,
Carora
y V
alen
-
cia. Asimismo había fundido
las
campanas
para
las
iglesias
parroquiales
de
T
rujillo
y
El
T
ocuy
o y
de “las
demás las iglesias parr
oquiales y pueblos
de los natur
ales, he fabricado
muchas campa
-
nas, de
que
al día,
diez y
seis
están sirviendo...
”.
Un año
después,
López de
Quiroga se
ocupaba
de
la
fundición
de
las
campanas
de
la
catedr
al
diocesana
en
Coro.
Además,
López
Quiroga
er
a
diestro en fabricar “
obr
as para la guar
da y defensa de t
oda la costa y su puer
tos que
es hacer la
ar
tillería,
fundiendo el
cobre
de
Cocorote
y los
benecios
de el
par
a batir
la
moneda de
vellón
”
en
cuyas labores había sido apr
obado, como se expres
ó
en
los
informes
que habían
ele
vado
ante la
Corona española los gobernadores Manuel F
ernández de la Casa y
Fr
ancisco de la Hoz y Berrio
.
Asimismo
en
Mérida,
también
funcionaron
fr
aguas
que
se
ubicaron
en
las
zonas
adya
-
centes a la barr
anca del Chama, en El Espejo y en Ejido, entre otr
as la que per
tenecía a Pedr
o
Fernández
Oxeda,
cuya
fragua
estaba
situada
en
la
barranca
del
Chama,
y
en
la
que
laboró
aproximadamente
entre
1624
hasta
1670,
y
tuvo
por
aprendices
a
Andrés
Juan;
un
esclav
o
de Diego
Var
ela Grater
ol, llamado Domingo;
a Juan un
indio criollo;
a un mulat
o llamado Juan
Roldan y
dos huérfanos llamados
Andrés y Ger
ónimo Gaitán. Otr
o herrer
o que fue
propietario
de
otra
fragua
fue
Felipe
Váz
quez
quien,
en
1665,
concer
tó
a
Sebastián
Gutiérrez
para
que
prestar
a su trabajo en la misma.
Además
hubo
hacendados
emeritenses
que
tuvieron
sus
herrerías
en
sus
haciendas,
en
-
tre
ellos Hernando
Cerrada,
quien donó
a su
hijo
Juan Cerr
ada una
fragua
con los
aparejos
de
su
ocio
y
par
a
su
trabajo
un
esclavo
herrero
criollo
en
1613.
Igualmente,
Micaela
de
Iraguí,
poseyó
una
forja
que
er
a
atendida por
un escla
vo
herrero
llamado
Mateo
y
concer
tó
a
un
indio
ladino llamado Juan para el servicio de la misma en 1627. De la misma forma, el gobernador
Juan Pacheco y Maldonado, poseía otr
a fragua, en donde se fabricaban los herr
ajes, calzadu
-
ras y r
ejas para sus haciendas, en la cual labor
aban dos esclavos en 1632.
En la segunda mitad del siglo XVII, existió en Caracas, otr
a fragua pr
opiedad de Pedro L
ugo,
quien fabricó una
campana para
la catedr
al de Car
acas. En la primer
a mitad del
siglo XVIII, en la
misma ciudad se establecieron tres fr
aguas, per
tenecientes a
T
omás Sánchez de Palacio, Juan
Bar
tolomé
Santana
y
Juan
Félix
de
Olivares
A
nales
del
siglo
XVIII,
hubo
varias
fundiciones
per
tenecientes a emigr
antes canarios como lo fueron Juan Rodríguez de Olivera, L
uis Antonio
T
oledo y
Domingo Ubaldo Pér
ez, cuyas fundiciones
se ubicaban en
el barrio de La
Candelaria.
Otra
unidad
de
producción
ar
tesanal
de
excepcional
impor
tancia
para
las
edicaciones
civiles y religiosas fueron las alfar
erías, cuyas instalaciones comprendían un horno, las “
gua
-
duillas” o moldes para hacer las tejas y los ladrillos, los estantillos par
a su almacenamiento,
colocados bajo las techumbres de una “r
amada de paja
”. Esas unidades de producción nece
-
sariamente
se
debieron
edicar
inmediatas
a
suelos
arcillosos,
materia
prima
fundamental
para la fabricación de esos pr
oductos.
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En ese
sentido, se
tiene noticia
que en
Caracas,
en 1597,
se estableció un
tejar por
un alfarer
o
llamado Guillermo Loreto, el cual estaba situado a orillas del Caruata en donde labor
aban algunos
indios Asimismo,
en Mérida,
se instalar
on en
el valle
de los
Alizares,
debido a
que allí
los alfarer
os
disponían de las arcillas apropiadas par
a fabricar sus productos. Además, se hicier
on adobes
como
lo explicó
el hacendado
Pedro
Gaviria
Navarro,
quien
poseía un
tejar
,
donde
los moldeaba
y
comercializaba a r
azón de doce patacones el millar
. En la Nueva Zamora debier
on existir alfarerías
con
una gr
an
producción
porque
en 1772
se
trasladaron
18.000
tejas
para
el
techado de
la
iglesia
de San
Pedro Apóst
ol en la
costa sur del
Lago de
Maracaibo. Asimismo
en Barinas se
reere
que
en 1787 se había establecido talleres con hornos par
a fabricar tejas y ladrillos.
Adicionalmente, en los tejares, también se produjer
on ollas, olletas, platos para la cocina, y
loza
alcolada
que
fue
una
de
las
técnicas
empleadas
en
la
fabricación
de
la
cer
ámica,
en
la
que
se le aplica el alcol de alfareros a las v
asijas de barro, el cual es una tintura elabor
ada con bar-
niz de
polvo de
galena
con el
que
se recubren las
vasijas de
barro, luego
se
baña la
pieza con
barniz, compuest
o con
minio mezclado
con
agua y
barro blanco,
muy no
y tritur
ado, seguida
-
mente
se
le
da
el
primer
quemado.
Con un
colorante
se
obtiene
el
amarillo,
caoba
con
el
per
-
manganato, el ver
de con sulfato de cobre. El baño de alcol se aplica manualmente, después de
colocado el color
, luego se quema de nuevo, a éste procedimiento se le denomina “
alcolado
”.
En
ese
rubro,
se
destaca
en
Mérida,
el
tejero
y
ollero
Pablo
de
Meneses,
quien,
en
1624,
suscribió una compañía con Catalina Altamirano, con el pr
opósito de producir teja, ladrillo y
loza “
alcolada
”. La dama apor
taría el trabajo de seis indios, mientr
as el tejero contribuía con
su destreza, así como en administr
ación de la unidad de producción y el control de la calidad
del producto. Los concertantes, sufragarían los egr
esos ocasionados por la alimentación de
los
obrer
os,
quienes
también
adquirirían
el
aprendizaje
del
ocio.
Entre
tanto,
los
benecios
se distribuyeron al 50%, entre ambos, el contrato tendría la dur
ación
de un año.
Años después, en 1626, el emprendedor Pablo de Meneses constituyó otr
a compañía con
Fr
ancisco Díaz
Sueiro, médico v
ecino de Mérida,
mediante la que
se comprometier
on a pr
odu
-
cir teja, ladrillo, loza blanca y vidriada. Las labores se r
ealizarían en las instalaciones de un tejar
propiedad
del
galeno,
quien
también
destinó
seis
esclavos
para
realizar
esas
faenas,
al
igual
que
su alimentación
y seis
caballos,
necesarios par
a el
transporte de
las
materias primas
y los
productos. Asimismo, Díaz Sueir
o proporcionó las materias primas como el vidrio y también
se
encargaría
de
la
comercialización
de
los
productos.
Por
su
parte,
el
ar
tíce
apor
taba
su
exper
ticia, al desarrollar
, administrar
, supervisar el proceso de producción y aplicar el control
de calidad de los productos, la dur
ación de la compañía ar
tesanal se extendería por dos años.
Igualmente,
en
Caracas,
desde
nales
del
siglo
XVII
se
habían
establecido
unidades
de
producción
para hacer lo
za y a mediados del siglo XVIII se hace referencia a un taller par
a su fabricación ubicado
en
Maiquetía,
cuyos
propietarios fueron
Domingo
Noé
y
Ana
Rosa
Serrano, en
cuyo
taller
laboraban
los hijos de
los propietarios, en el
cual disponían de los
tanques para almacenar
agua, los hornos, las
mesas y las gaver
as para hacer teja, los galápagos par
a hacer ladrillo y un torno par
a tornear loza
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30
Otro rubro de importancia fundamental fueron los indispensables medios de tr
anspor
te
que
emplearon
las
fuerzas
de
tracción
de
sangre
como
los
caballos,
mulas,
y
burros
que
requirieron de
implementos
como
monturas
elabor
adas
con
cueros cur
tidos
como
las
sillas
de
montar
,
jarcias,
correas
y
también
se
tiene
que
incluir
como
materia
prima
para
la
fabri
-
cación del calzado, muebles y otros product
os. El procesamiento del cuero se r
ealizó en las
cur
tiembres,
tenerías
y
talabar
terías,
las
que,
en
numerosos
casos,
se
establecieron
mediante
el sistema de compañías. En la fabricación de esos productos intervinieron oper
arios de dos
ocios distintos, el primero el zurrado del cuero y el segundo los talabar
teros y silleros.
En la
primera
fase del zurr
ado del
cuero se
realizó
en las tenerías
y curtiembres, por
ser ocios
que pr
oducían olores
nauseabundos y
procesos contaminantes,
se establecieron
en z
onas subur
-
banas,
par
a
evitar
que
la polución
afectara a
los
habitantes.
En
el cur
tido
del
cuero se
emplearon
los
cuchillos
y
las
hachas
pequeñas
para
arrancar
y
eliminar
los
restos
de
carne
adheridos
a
las
mismas, las piedras denominadas “
correder
as” o “tahona
” destinados a estirar y alisar las pieles,
los “tinacos” o recipientes en cuyos depósit
os se colocaba agua y cal para lav
ar las pieles, los cua
-
les
se
situaron
en
los
hoyos
construidos
con
ese
n
en
las
cur
tiembres,
las
“manader
as”
que
se
empleaban para r
emover los cueros cuando se sumer
gían en los tinacos con cal. Las tenerías se
instalaban debajo de “ramadas” cubiertas de paja sobre estantes de mader
a. Entre los hacendados
de Mérida, que
poseían tenerías se
conoce que en 1593,
Hernando Cerrada
era pr
opietario de una
cur
tiembre que er
a atendida por los
indios en Chachopo. Asimismo, Pedro de Gaviria Nav
arro fue
dueño de una tenería ubicada en las cuadras del Ejido, la cual labor
aban dos esclavos.
A
dif
erencia
de
los
expresados
hacendados,
también
hubo
ar
tesanos
que
fueron
propie
-
tarios
de sus
cur
tiembres como
lo
fue
Agustín Laguna,
indio
ocial de
cur
tidor
, quien
aceptó
como aprendiz a un mestizo llamado Mar
cos en su tenería ubicada en la labranza del Mu
-
cujún
en
1628.
Por
otra
par
te,
hubo
algunos
casos
en
que
los
cur
tidores
estuvieron
impo
-
sibilitados
para
administrar
sus
tenerías
y
optaron
por
alquilarlas,
como
lo
hizo
Fr
ancisco
Coriano,
quien
la
arrendó
a
Marcos
García
por
el
lapso
de
un
año, por
el
canon
de
50
pesos.
Años después, Marcos García, arr
endaría su tenería a Gregorio García, por la cantidad de 36
patacones, también por un año, en ambos contrat
os se estableció la obligación de cuidar los
implementos, herr
amientas y devolverlas en buen estado.
El
ocio de
cur
tidor fue
común en
Venezuela
durante
el
periodo colonial,
como puede
apre
-
ciar tanto en la región llaner
a y oriental caracterizadas por la pr
oducción y expor
tación de
cueros, la cual fue una actividad preponder
ante en ciudades como Valencia, El
T
ocuyo, Car
ora,
Barquisimeto,
Barinas,
Guanare,
Pedraza
y
Mar
acaibo,
cuyos
trabajos
eran
desempeñadas
fun
-
damentalmente por indígenas y mulatos como ocurrió con los iguar
áes del pueblo de Chuara
de Estanques en Mérida, quienes fueron destacados en el tr
abajo de cur
tiembres en 1602
Después
de
cur
tido
el cuer
o
se pr
ocedía
a conf
eccionar
cordobanes,
marroquinería,
las
mon
-
turas
y
otros
implement
os
que
se
confeccionaban
en
las
talabar
terías,
que
funcionaban
como
tiendas
de
sillería
y
talabar
tería
las
que
fueron
comunes
en
Mérida
durante
los
dos
primeros
CLÍO:
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siglos coloniales.
En
1624, Baltasar
de los
Reyes, maestr
o de
ese ocio
tuvo por
ayudante
a Bar
-
tolomé y por aprendices a un mulat
o también llamado Baltasar de los Reyes y a Jacinto. Otr
os
silleros y
talabar
teros que
tuvieron tiendas fuer
on Esteban de Aguado
y Juan de Mont
oya.
Otra
actividad
ar
tesanal
que
debido
a
la
provisión
de
su
materia
prima
debió
ubicarse
en
las
inmediaciones de los ríos fue
la cantería, que consiste en el modelado de las
piedras en bruto,
a
las
cuales
se
les
daba
un
volumen pétreo
denido,
con
supercies
planas
o
r
edondeadas
y
aristas precisas. El procedimient
o se iniciaba con la determinación de los datos geométricos
del
bloque
a
fabricar
,
a
continuación
y
siguiendo
un
trazado
previo
se
cortaban y
trabajaban
los
bloques,
procedimient
o
en
el
cual
se
van
empleando
herr
amientas
cada
vez
más
nas,
hasta
que
se
consigan
las
dimensiones
deseadas
o
el
dibujo
en
forma
par
ticular
que
de
antemano
se
haya establecido. Gener
almente, los canteros venezolanos se dedicar
on a labrar los escudos
nobiliarios
par
a
las
por
tadas
de
las
casas,
fuentes,
quicios,
lápidas
funer
arias
o
pilas
bautisma
-
les, la mayor parte del tiempo estaban ocupados en la construcción de las for
talezas.
La refer
encia más antigua a la labor de cantería se remonta a 1532 en la isla de Cubagua,
en la desaparecida Nuev
a Cádiz en donde el maestre Lorenzo fue encargado por el alcalde
de
la ciudad
para esculpir
en
una piedra las
armas
reales de
su
majestad,
con la
nalidad
de
retenerlo en la isla porque estaba amancebado con
su esposa.
En Mérida, labor de cantería demuestra haber tenido un desarr
ollo muy superior al alcan
-
zado
en
otr
as
provincias
venezolanas,
lo
cual
ha
sido
demostrado
al
estudiar
los
bloques
que
se
conservan.
La
razón
de
ello,
es
que
las
tapias
o
paredes de
las
casas
andinas
fueron
construidas sobre cimientos de piedr
a para pr
otegerlas de la humedad y acción corrosiva del
agua. Esa forma de utilizar la piedra en las construcciones merideñas las dif
erenció del resto
de las viviendas del territorio venez
olano.
La materia prima utilizada por los canteros merideños fue la roca gr
anítica y arenisca de gr
ano
grueso
y
no,
cuyos
yacimientos
se
encuentr
an
en
las
cabecer
as
de
los
ríos
Albarregas
y
Milla.
Los
cantos coloniales emeritenses, se car
acterizaron por ser labrados en auster
o estilo herreriano y
entre otros canter
os, se destaca Mar
tín Serrano de Cuéllar
, indio albañil declaró haber realizado “la
por
tada
” de la casa de Juan Sánchez Osorio el “moz
o
” por cuyo tr
abajo había cobrado 120 pesos
en 1666. En 1981, fueron accidentalmente descubiertos, grandes cant
os labrados prov
enientes
del
destruido templo
de
San
Fr
ancisco,
y
todavía existen
los
sillares donde
está
edicada
la
casa
del Gener
al Par
edes, su escudo
heráldico
y el pórtico principal, edicada
hacia 1690, ubicada
en la
esquina
de la
Av
enida
Bolívar con
calle
20
Feder
ación.
Igualmente, se
fabricaron cantos
labrados
para servir de implementos molientes de tr
apiches, cur
tiembres y molinos de trigo.
En Caracas esa actividad también debió tener un notable desarr
ollo, como se desprende
de las regulaciones emitidas por el cabildo de Car
acas a principios del siglo XVII, determina
-
do los sitios en donde se podían extraer piedr
as, es decir donde estaban la pedrerías y desde
allí
se
deberían transpor
tar
los bloques
hasta
las
unidades
de
producción de
los
canteros,
lo
cual fue
tasado entre
24 y
30 reales
de acuerdo
con la car
ga sencilla o
doble. El
trabajo
de los
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pánic
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32
canteros y pedrer
os durante el dominio hispánicos se puede apreciar en las 63 construccio
-
nes de castillos
fuertes,
for
tines, polvorines y edicaciones similares que
se construyeron en
el territorio de la actual República Bolivariana de V
enezuela.
4. Car
act
erís
ticas y funcionamient
o de la granjería o tr
abajo
domés
tic
o artesanal
Otra v
ariante en el sistema de producción ar
tesanal lo constituyó la gr
anjería. Esta se de
-
ne como el
trabajo
en el cual se
paga por la tar
ea realizada, no
así por la jornada
de labor
, si
-
milar al destajo. Esa labor
, se efectuó en las estancias, haciendas y en los poblados indígenas,
en
espacios domésticos,
que cumplían
simultáneamente
las funciones
de vivienda
y
también
de
unidad
de
producción,
en
cumplimiento
con
las
disposiciones
reales
que
establecían
la
formación de
pueblos
de indios,
las
que como
antes
se expresó
prohibieron la
prestación de
servicios personales, permitiendo solo el pago de un tributo. Esas políticas fueron comple
-
mentadas
con
normativas
que
instituían
el
trabajo
libre
asalariado
de
los
amerindios
con
la
nalidad que pudieran obtener ingresos y pagar su tributación.
Con ese objetivo, las autoridades coloniales fomentar
on en Mérida, T
rujillo, Acarigua, Ca
-
racas, T
ocuyo, Barquisimeto
y
Carora la
actividad
del
hilado
de
algodón
y
el
tejido
del
lienzo,
de hecho se pagaba con lienzo, como se desprende de la carta suscrita por Salvador Leal,
vecino de
T
rujillo y estante en Caracas mediante la cual se obligó a pagar a Antonio Adornio
“11 libras de pita de la que se
hila en esta gobernación
”
.
Igualmente, ocurrió en Mérida, al instituir la tasación para el pago de los tribut
os a los indíge
-
nas
en
1595,
por el
juez
F
rancisco
de
Berrio,
quien al
cer
ciorarse
que
la
zona
carecía
de
minas
de
oro y plata, cuya
actividad primordial era la agrícola y consider
ando la densidad demogr
áca de
la población indígena y sus condiciones físicas, como las características morfológicas de la re
-
gión, estableció la tasa de los tributos de forma mixta en servicios y en especie. La tasa de Berrio
impuso a los indígenas la obligación de realizar difer
entes actividades agrícolas e hilar algodón,
trabajo
que debería ser
remuner
ado, con una
manta de algodón,
dos var
as y media
de lienzo, un
sombrero de tierr
a y una ración de media fanega de maíz mensual. En cumplimient
o con esas
normas,
los
encomenderos
deberían
entregar
a
los
indígenas
las
materias
primas
para
que
éstos
las procesar
an, convir
tiéndolas en productos elabor
ados, cuya propiedad les correspondía a los
encomenderos,
quienes
en
contr
aprestación
les
pagaban
a
los
indígenas
el
jornal
devengado
por
el trabajo desempeñado, de la cual deducían la r
espectiva tributación.
De esa forma la labor del hilado de algodón se desarrolló tempr
anamente en Mérida colo
-
nial, ya en 1593, con la expresada tasación hecha por el juez F
rancisco de Berrio, se asignó a
cada pueblo de encomiendas la pr
oducción de 40 arrobas de hilo, mientr
as a aquellas comu
-
nidades ubicadas en las adyacencias de las estancias de los encomenderos, donde se cria
-
ban ovejas se les impuso hilar nuev
e libras de lana. Por su parte, a los indígenas destinados
al
servicio
doméstico, bajo
la
gur
a
del
concier
to, se
les cancelaba
con
5
var
as
de
lienzo por
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cada 100
tejidas, es decir
1 peso, porque
cinco var
as equivalían
a 1 peso
de oro
de veinte qui
-
lates. De ese modo, el encomendero, dueño del telar
, era pr
opietario de las restantes noventa
y
cinco
varas,
equivalentes
a
19
pesos,
porque
una
pieza
de
lienzo
oscilaba
entonces
entre
100 y 115 varas, que se apreciaba entre 20 a 23 pesos.
De
ese
modo,
a
nales
del
siglo
XVI,
en
Venezuela,
el
hilado
de
algodón
fue
un
trabajo
habi
-
tual entre los indígenas, desarrollado en la ma
yoría de sus pueblos, debido a las disposiciones
reales
que los natur
ales deberían vestirse
y “ no
andar desnudos”, por
lo cual determinó
la ne
-
cesidad de prov
eerse de ropa necesaria para cubrir “
decentemente” sus cuerpos y por ello se
introdujeron tempr
anamente los telares hispánicos, ya en 1579, en Mérida se hiz
o referencia
a los mismos con sus aderezos integr
ados por “... peynes y urdider
a y tornos...
”, asimismo en
la estancia de Hernando Cerrada, en el pueblo de Chachopo se describían otr
os tres telares,
con sus peines, lizos y doscientos hilos de curtiembre.
Subsiguientemente, durante el siglo XVII, este tipo de tr
abajo era habitual en Mérida, lo
cual fue apreciado por los visitadores encar
gados de velar por el buen trat
o a los naturales,
quienes pudier
on constatar el
incumplimiento de
las Leyes
de Indias
que ordenaban
la supre
-
sión
del
servicio
personal.
Así
lo
pudo
evidenciar
,
Alonso
Vázquez
de
Cisneros
al
comprobar
que
los
natur
ales
seguían
prestando
servicios
personales
a
sus
encomenderos,
en 1620.
Para
evitar los abusos que se cometían con los nativos, el visitador ordenó que los aborígenes pa
-
garan sus tribut
os en hilo de algodón avaluando una libr
a en tres reales castellanos e impuso
una tasa
de cinco
pesos anuales
y dos
gallinas, que
deberían ser
pagados en
hilo de
algodón.
Los
dispuesto
por
el visitador
equivalía
a
que
cada indio
tributario
en
Mérida
debería hilar
13,3
libras de hilo
de algodón
anual,
lo cual
se debería
multiplicar
por 3.114
indios útiles
y tributa
-
rios que
se empadronaron en
la jurisdicción de
la ciudad
de los
picos nevados en
ese año,
lo
que teóricamente representaba la producción anual de 41.416,2 libras de hilo.
De acuerdo con esas disposiciones, los natur
ales trabajaban en la producción textil, así lo
conrmó
Isabel
González,
quien
no
rindió
cuentas
de
la
administración
de
los
repar
timientos
indígenas
encomendados
a
su
hijo
Juan
Sánchez Osorio,
en
los
que
se
incluyeron
los
bene
-
cios prov
enientes de las cosechas de maíz, las hilazas de lienzo de algodón y lino y otras gr
an-
jerías.
Igualmente,
lo
manifestó
Pedro
Álvar
ez
de
Castrellón,
encomendero
de
34
indios
en
el
pueblo de
la Sabana,
quien se
comprometió
a entregar
los tribut
os de
los natur
ales, en
la labor
de lienzos estimados en 3.000 pesos, en 1626. Un año después, se reseña la consignación de
materias primas para la elabor
ación de los textiles mediante declaración emitida por Julián
Arroy
o
quien
habían
entregado
a
los
indígenas
del
pueblo
de
La
Veguilla
24
petacas
de
algo
-
dón
para que
fueran hilados,
por
cuyo
trabajo se
les
pagaría
dos
reales
por
cada
libr
a
de
hilo.
Del mismo modo, se efectuaba en el repartimiento de la Mesa de los
Timotes, integrado por
32
naturales
encomendados
a
don
Fr
ancisco
Mar
tínez
Rubio
Dávila en
1651,
quienes
habían
realizado
el
hilado
de
14
arrobas
y
dos libr
as
de
algodón, por
cuy
o tr
abajo
se
les
debía cancelar
la
cantidad
de
96
pesos,
los
que
serían
entregados
en
especies
compuestas
por
sal,
cacao
y
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ropa.
Igualmente,
en
el
T
ocuyo,
Caror
a
y
Barquisimet
o
se
reer
e
que
se
expor
taban
a
Puer
to
Rico y Santo Domingo desde1599 hasta 1607 entre 507 a1125 v
aras de lienzo de la tierr
a.
La labor del
hilado y tejido
no solo fue de
lienzos sino también de
alfombr
as,
que se fabrica
-
ron
en
Mérida
desde
nales
del
siglo
XVI,
como
lo
describe
Diego
de
Villanueva
y
Gibaja,
quién
en 1607, expresó que los indígenas servían a sus encomenderos en “... las gr
anjerías que tienen
que
son lienzo,
trigo, cor
dovanes,
azúcar en
conservas, quesos,
jamones, hilo
de pita,
alfombras,
carpetas, eltros par
a caminar
... say
ales y frazadas...
”
. Una década después Alonso V
ázquez de
Cisneros emitió una ordenanza en la que r
eguló el pago de los alfombreros al establecer que: “
a
los
indios
que
obr
aren
y
tejieren
alfombras,
tapetes
y
cojines
de
los
que
se
labran
y
hacen
en
esta
ciudad de Mérida se les dé y paga a cada uno catorce pesos y el sustent
o ordinario…
”, lo cual de
-
muestra
que
era
un
tr
abajo
domiciliario
que
se
mantuvo
dur
ante
todo
el
periodo
colonial
como
lo
demuestran
las
alfombras
hechas
Mérida
de
nales
del
siglo
XVIII
que
se
conservan
en
Caracas.
5. Car
act
erís
ticas y funcionamient
o de los c
ontr
at
os de obr
as
Aunque
la
mayoría
de
la
solicitudes
y
contrataciones
de
las
obras
ar
tesanales
fueron
manera
verbal,
debido
a
que
el
producto
demandado,
por
sus
propias
características
y
por
la
compulsión
jurídica
que
ejercían
las
instituciones
citadinas
obligaban
a
los
ar
tesanos
al
cumplimiento de sus labores, como ocurrió con los sastr
es, zapateros, herreros, calderer
os,
plateros y
otros; per
o en ocasiones debido
a las dimensiones,
impor
tancia y v
alor del produc
-
to la contratación de
las obras fue un
acto jurídico formal,
que posibilitó la
fabricación de
los
productos y obr
as ar
tesanales, previamente sometidos al diseño y contr
ol de calidad precisa
-
do por los clientes. Mediante ese contrat
o celebrado por un contr
atista con un ar
tesano, se
establecían las
condiciones y
características de
la obra encargada al
ar
tíce, quien
realizaría
su tr
abajo por
un período,
costo y
salarios pr
eestablecidos. En
el mismo, se
especicaban las
par
ticularidades de la obr
a, la que variaba desde la calidad y cantidad de
las materias primas
empleadas y las características morfológicas de la misma.
A difer
encia de las tiendas, talleres y fraguas, en el contr
ato de obra, el capital y los mate
-
riales son proporcionados por el contr
atista, mientras el artesano solo apor
ta su trabajo, ha
-
bilidad, destreza, conocimientos, contr
ol de calidad, administración, y herr
amientas. En este
caso,
el
ar
tíce
no
recurre al
mercado para
la
venta
de
su
producto, ya
que
este
ha
sido
pre
-
viamente
pagado, sólo
deben
cumplir
con los
requerimientos y
especicaciones
expresadas
previamente por el cliente par
a la fabricación de la obra. Asimismo, se le pr
ovee de la mano
de obra adicional que requiriera y se determinan
las condiciones y
criterios de su
suministro.
Los contratos se realizaron con
la nalidad
de efectuar obras civiles
tales como
puentes, ca
-
sas,
edicaciones
religiosas,
objetos
decorativos,
imágenes
del
culto,
r
etablos,
vestidos,
tejas,
ladrillos, loza, molinos, tr
apiches, rejas pailas, azadones y otros.
De
ese
modo,
dur
ante
la
segunda
mitad
del
siglo
XVI,
en
Car
acas,
el
vicario
de
la
parroquial
de la
misma
contrató
en 1595
a Juan
Pérez
Valenzuela
para
que
le edicare
su casa
que se
la
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35
habían
quemado
los
ingleses
con
la
condición
que
fuera
igual
a
la
que
había
sido
calcinada,
por ese tr
abajo se cancelarían 104 pesos. Dos años
después el capitán Juan de V
ergar
a con
-
trat
ó
al
albañil
F
rancisco
Benítez
para que
le
labr
ara
unas
casas
según
la
planta
que
le
tenía
construida, por cuyo trabajo recibiría la cantidad de 276 reales de oro no,
Igualmente, en Mérida entre otr
as obras de construcción civil contr
atadas se encuentran,
la
casa
de
Juan
Ximeno
de
Bohórquez,
quien
concertó
Juan
de
Milla,
cuyo
tr
abajo
consistía
en abrir los cimientos, armar las paredes (tapias), hacer las r
afas y cubrirlas con tejas. La
edicación tendría dos
pisos y en el
esquinero, como en la
parte
frontal se ornamentaría con
cantos labrados, mientr
as
en su segundo
piso se ubicaría
un balcón, que
daba frente la casa
de cabildo, por ese trabajo al artesano recibió sesenta pesos.
En
la
misma
ciudad,
durante la
primera
mitad
del
siglo
XVII,
precisamente
en
1624,
don
Lo
-
renzo
Cerr
ada,
contrató
al
carpintero
Diego
Román
con
la
nalidad
que
le
fabricara
diferentes
obras par
a su casa. Entre éstas habría de realizar v
arias puer
tas de calle y otra par
a la sala,
una de ellas con postigo, los arcos interiores con moldur
as, alacenas, las ventanas internas y
externas, estas últimas deberían tener rejas con balaustres t
orneados. Igualmente, se incluyó en
esta tr
ansacción,
la elabor
ación de
una ventana
pequeña t
osca par
a permitir
la entr
ada de
la luz,
además debería fabricar algunos muebles para el uso doméstico, como un buf
ete “faxeado
” por
“los
lados y
cabeza
”
y
dos sillas
de
sentar
mujeres,
que deberían
ser
más bajas
que
las
utilizadas
para
los
hombres,
con
sus
brazos
anchos,
además
exigió
que
la
madera
a
utilizar
debería
ser
cedro blanco.
Los jornales del
ar
tesano se ajustaron
en veinte pesos
de oro de
veinte quilates.
Asimismo, en Mérida, Antonio de Arias Maldonado, también emprendió la construcción de su
residencia,
con
cuya nalidad
contr
ató
al carpintero
Diego
de
Mendoza, con
la
nalidad
de fabricar
la
estructura
de
la
misma.
Arias
Maldonado
expresó
que
su
residencia
tenía
aproximadamente
cuarenta pies de cuerpo, con un corredor fr
ente al patio. Por lo tanto, el carpintero debería fabricar
un
balcón que
mediría
veinte
pies
y se
ubicaba
frente
a
la
plaza, conforme
a
la
planta que
el
alférez
tenía construida.
Además, debería
fabricar
las puer
tas
de la
calle y
la sala,
las
que junto al
balcón
deberían
ser
molduradas,
de
la
misma
forma
debería
hacer
una
antepuerta
para
el
zaguán
que
ten
-
dría
un postigo.
El contr
atista, también
estableció
que el
pasamano de
la escaler
a
debería hacerse
con balaustres torneados. Del mismo modo, el carpinter
o debía entablar el entresuelo, ubicar en el
corredor dos tir
antes enlazados, hacer los umbrales de las puertas y dos alacenas, cuyas maderas
deberían ser labradas, el pago por el tr
abajo se ajustó en ciento no
venta pesos.
Las
edicaciones
religiosas
también
se
realizaron
mediante
la
contratación
de
las
obras,
ya en 1592, el albañil Juan de Milla fue concertado para la construcción de las labores de al
-
bañilería de la iglesia mayor de Mérida, asimismo se le contr
ató par
a el trabajo de carpintería
en ese
edicio. El
salario del
ar
tesano se
estableció en
3500 pesos
de
oro de veinte
quilates.
Posteriormente en 1595, Juan de Milla, también fue contr
atado para erigir la iglesia del Con
-
vento
de
San
Agustín.
En
ese
contrato,
se
hizo
constar
que
la
mano
de
obr
a,
los
materiales
de construcción como ladrillos, madera, piedr
as de sillería, barro par
a la mampostería y la cal
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sería proporcionada por los r
eligiosos, el albañil recibiría 60 pesos en lienzo en pago por su
trabajo y realiz
ó un
diseño de su fachada (
V
éase gura 1)
Igualmente,
en Caracas, los
franciscanos contrataron al
albañil Antonio
Rui
Sullana para edi
-
car la obra de “
albañilería
” de la iglesia de su convento, al par
ecer el alarife dejó inconclusa la obra
porque
en
1597
fue
llamado
el
albañil
Francisco
Benítez
par
a
que
la
nalizara
según
las
instruc
-
ciones
que
tenía
par
a
hacerla
Rui
Sullana
1
.
Al
parecer
la
obra
fue
nalizada
en
1598,
cuando
fue
contratado el maestr
o de carpintería Diego Alonso para par
a hacer la iglesia y capilla mayor de ese
convento,
con
cuy
a
nalidad
se
le
entregaría
la
madera
necesaria
“
en
cuatr
o
líneas
en
cuadra
e
cua
-
drantes
y la
dicha iglesia con
tirantes
doblados de buena
obra, labr
ada a
boca de azuela
y esquina
bien armada de par y nudillo
”, además debía fabricar dos puer
tas principales de la mayor y la del
claustro
y otr
a que
sale a
la capilla
mayor”
por cuyo
trabajo
se le
cancelarían 800
pesos de
oro
2
.
Durante
la
primera
mitad
del
siglo
X
VII,
se
edicaron
en
Mérida
dos
edicios
religiosos,
como lo fueron el Convent
o de Santa Clara y el Colegio de la Compañía de Jesús. En el caso
de las clarisas, esa obra se inició hacía 1630, con un contr
ato suscrito entr
e el alcalde ordi
-
nario Diego
Prieto Dávila y
el albañil
Gaspar
Mateo de
Acosta, el
edicio debería
tener iglesia
y claustro por el cual se le cancelaría al alarif
e 200 pesos de plata y se le proporcionaría todo
el
“peonaje
que
fuera
necesario
3
, pero esas fábricas fuer
on interrumpidas y posteriormente
en
1645
se
reiniciaron
los
tr
abajos,
en
estos
intervinieron
el
carpintero
Juan
Camacho
y
el
herrero Pedr
o Fernández de Ojeda, concluyendo un
amplio edicio en 1650.
En el
caso de los
ignacianos, la
edicación probablemente se inició
hacia la
cuarta
década de
aquella
centuria,
pero
las
edicaciones
no
avanzar
on
con
rapidez
y
en
1645,
el
rector
del
colegio
le
había
entregado
7
pesos
de
oro
de
veinte
quilates
al
joyero
Juan
Esteran
de
Ochoa
par
a
orna
-
mentar el altar mayor
, pero el jesuita fue defr
audado por lo cual el rector solicitó la encar
celación
del ar
tesano y lo obligo a resar
cirle
4
. Posteriormente, en 1653, el rect
or de los ignacianos contrató
a
Mateo
Leal,
carpintero
para
que
realizar
a
la
iglesia
del
colegio,
le dio
la mader
a
y
se
comprometió
a proporcionarle los peones par
a realizar ese tr
abajo
5
y años más tarde en 1665, se concertó a un
dorador
para
que
dorara
del
altar de
la iglesia
para
cuya labor
se le
entregaron
50 libr
as de
oro.
Otras obr
as
que fueron
edicadas bajo
el sistema
de contratación fueron las
de infraestruc
-
tura urbana, como los
puentes de la
ciudad, especícamente
en Mérida se
concertó
al maestro
albañilería
Pedro de
la
Peña,
para
que
construyer
a
el
puente
sobre
el
río
de
Mucujúm,
obra
que
obtuvo
por
remate,
a
quien
le
fuer
on
señaladas
sus
obligaciones
en
caso
que
el
puente
se
cayer
a
por causas distintas a la tormenta, crecida violenta del río, terr
emoto u otro fenómeno natur
al
6
.
1
Millares Carlo Agus
tín,
Protoc
olos del siglo XVI …
p. 165.
2
Millares Carlo Agus
tín,
Protoc
olos del siglo XVI …
pp. 192-193.
3
A
GEM.
Protoc
olos
T
. XI. Carta de conciert
o para la edific
ación de un convento de monjas. Mérida, 11 de diciembre de 1628. f
. 268.
4
AGEM.
Protoc
olos
T
. XVIII. Carta de fianz
a. Mérida, 30 de septiembre de 1645.
. 244r-v
.
5
AAM.
Seminario
Caja 1. Inventario de los p
apeles del Colegio San Fr
ancisco Xavier de Mérida. 1773. f
. 19v
.
6
AGEM.
Protoc
olos
T
. III. Carta de fianz
a. Mérida, 1 de junio de 1605. f. 180v
.
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Figura 1 Diseño de la fachada del Convent
o de San Agustín de Mérida realizada por Juan de Milla. 1592.
Fuente: AGEM.
Prot
ocolos
T
. II, f. 141r
.
Diversos rubros de la pr
oducción ar
tesanal también fueron realizados mediante contr
atos,
en ellas se incluyeron la construcción de obr
as inherentes al proceso pr
oductivo agrícola,
tales
como
molinos,
trapiches,
tejas,
ladrillos,
y hasta
la
prepar
ación
de
cal
para
las
edicacio
-
nes. En 1639, en la hacienda de Mococón se concer
tó a F
ernando de Rojas, carpintero para
la construcción de un ingenio para moler caña, por lo cual el carpinter
o recibiría 260 pesos,
mientras par
a la edicación de la casa del trapiche fue llamado a Gonzalo, indio albañil quien
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recibió 35 pesos por su tr
abajo
7
. Asimismo, el alfarero Esteban de Palacios fue contr
atado
por
Sebastián
de Palacios
y
Fr
ancisco
de
Ojeda par
a
que en
el
horno
del
alfarero
“...
sé cuesan
hornadas de teja y ladrillo...
”, los contratistas se comprometían a pr
oporcionarle el maíz y la
carne
necesaria
para
el
alimento
de
los
indios
que
laboraban
en
el
tejar
y
le
cancelarían
peso
y
medio semanal y un adelanto de 50 pesos, el contr
ato tendría una duración de mes y medio
8
.
En
el
siglo
X
VIII,
se
debe
hacer
especial
referencia
a
los
ar
tíces
que
hicieron
posible
la
fábrica del templo de San Pedro Apóst
ol en la costa sur del Lago de Maracaibo, en la cual
se destaca el constructor de la obr
a, don Fr
ancisco Larrumbide, albañil natural de Vizcay
a,
alcalde ordinario de la ciudad de Mar
acaibo, comerciante de la carrer
a de Ver
acruz, y par
te
del
entorno
inmediato
del
gobernador
provincial
don
Joaquín
Primo
de
River
a,
quien
ofreció
su trabajo y destreza, sin cobrar emolumento alguno hasta nalizar
la misma. A la
labor des
-
empeñada por ese destacado miembro de la elite
mar
abina se
debe agregar la que desplegó
“…
un
mulato,
llamado
Pedro
José
Sánchez,
ocial
del
albañil,
de
edad
al
parecer
de
setenta
años,
que
se
compró
en
setenta
y
cinco
pesos…,
por
don
Juan
Paulis
Palmero,
mayordomo
de la fábrica, para que asumiera las funciones de “a
yudante de
albañil”
9
.
Otra
importante y
signicativ
a labor
asumida
por
los
ar
tíces
en el
expr
esado ámbit
o de
la
construcción civil fue la fabricación e instalación de las techumbres, en las cuales se emplea
-
ron
la tecnología que consistía
en utilizar r
ectángulos de mader
a, denominadas alfarjes
10
con
pares y nudillos colocados sobr
e soleras, las que se apoy
aban en los muros laterales y sobr
e
fachadas, denominados sopor
tales
11
como la efectuada por el carpinter
o Bar
tolomé Belmon
-
te
Olano, quien
realizó la
techumbre
mudéjar
del expresado
templo
de
San Pedro
Apóstol en
la costa sur del Lago de Maracaibo
12
.
Conclusiones
El sistema de producción artesanal en Venezuela dur
ante el periodo hispánico, fue desa
-
rrollado como resultado de una pujante actividad económica, en unidades de pr
oducción, la
mayoría de las cuales
se instituyeron mediante la gur
a jurídica de la compañía ar
tesanal, en
las
cuales
se
tipicaron
variantes
para
la
fabricación
de
bienes;
los
talleres-tiendas,
las
fra
-
guas- alfarerías-tenerías y la gr
anjería o trabajo doméstico. En esas formas de organización
de
las
unidades
de
pr
oducción
artesanal
par
ticiparon
ar
tesanos
y
otros
personeros
quienes
apor
taron capital, mano de obr
a, técnicas y control de calidad, par
a desarrollar su producción.
7
AGEM.
Protoc
olos
T
. XVI. T
est
amento de Juan Cerrada. Mérida, 7 de noviembr
e de 1639.
. 2r.5v
.
8
AGEM.
Protoc
olos
T
. VIII. Concierto. Mérida, 7 de mayo de 1623. f
. 352.
9
Ramirez Méndez Luis Alberto
, “La edificación del templo de San P
edro Apóst
ol en el sur del Lago de Maracaibo
. 1770-
1780” … p. 28.
10
Santiago Seb
astián,
T
echumbres mudéjares de la Nueva Granada.
Cali. Editorial P
acífico, 1965.
11
T
éllez Cas
tañeda Germán, “Not
as sobre la arquitec
tura civil en Cart
agena en el siglo XVII”
, Calvo St
e
venson Haroldo y Miesel Roc
a
Adolfo (edit.),
Cartagena de Indias en el siglo XVII.
Cartag
ena. Banco de la República y Biblio
teca Luis Áng
el Arango
, 2007. p. 137.
12
Ramirez Méndez Luis Alberto
, “La edificación del templo de San P
edro Apóst
ol en el sur del Lago de Maracaibo
. 1770-
1780” … p. 28.
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A difer
encia de las anteriores, la granjería se pr
acticó fundamentalmente en el ámbito rural,
en espacios domésticos dedicados a la confección de textiles, colchas, alfombr
as, tapetes y
cojines. Además, la contratación de las obr
as permitió el encargo de product
os con caracte
-
rísticas
par
ticulares
debido
a
que
estas
debieron
construirse
o
fabricarse
in sutu
y también
debido a su dimensión, morfología y costos. De ese modo, el tr
abajo ar
tesano en Venezuela
durante el periodo colonial se r
ealizó mediante la apor
tación de capital, tecnología, mano
de obra y materias primas par
a la producción de insumos necesarios y demandados por la
sociedad venezolana de esa época.
F
uentes
Documentales
AAC.
Judiciales.
Legajo 10 (1670-1672), Doc. 1. Concier
to par
a hacer el coro y facistol de la
iglesia parroquial de Carora. Caror
a,
1 de octubre de
1668. ff. 59r-v
.
AAC.
Judiciales.
Legajo 3
(1623-1627),
Doc. 12.
Solicitud
de
Pedr
o
López
Quiroga al
Cabildo,
Justicia y Regimiento de la ciudad de
T
rujillo sea admitido como vecino de la misma. T
ru
-
jillo, 12 de noviembre de 1622. f. 11r-v
.
AAM.
Seminario
Caja 1. Inventario de los papeles del Colegio San Fr
ancisco Xavier de Mérida.
1773. f. 19v
.
AGI.
Indiferente
General
Legajo
427.
Libro
XXIX,
Ordenanzas
de
Descubrimiento,
Nueva
Po
-
blación y Pacicación de las Indias dadas por Felipe II. Bosques de Segovia, 18 de julio de
1573. Ordenanza 125. f. 89r
.
AGI.
Indiferente
General,
Legajo
427. Libr
o XXIX. Or
denanzas de
Descubrimiento, nue
va pobla
-
ción y
pacicación de
Indias dadas por
Felipe II. Bosques
de Segovia, 10
de julio
de 1573.
Ordenanza 122. f. 88v-89v
.
AGEM.
Protocolos
T
. I- VC y
Mor
tuorias
T
. I-XXX.
Libros
Amodio Emanuelle,
El camino de los españoles. Aproximaciones hist
óricas y arqueológicas al cami-
no real Car
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Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 46-74. Provincia de Pontevedra - España
La ciencia experimental, sus lectores y bibliotecas en
la América colonial: La circulación del
libro cientíco
en la provincia de V
enezuela en el siglo XVIII
Raf
ael Balza García
*
RESU
M
EN
En
el
siglo
XVIII
Venezuela
experimentó
un
proceso
gr
adual
de
incorporación
del
pensamiento
cientíco
en
su
cultura,
que
no
se
limitó
a
las
instituciones
educativas
como
la
Universidad
de
Caracas.
Algunos
actor
es
sociales
pudieron leer
obr
as modernas
de
pensamiento cientíco
europeo
y
componer bibliotecas
personales
con una variedad de
libros cientícos, a pesar
de que la mayoría de la
población no leía
y los estudiosos
er
an
pocos y de una cier
ta clase social. Basados en documentos históricos no publicados y publicados, har
emos
un inventario
de
las bibliotecas
y
del tipo
de actor
social
que poseían
libros cientícos;
y mostrar
emos los te-
mas y autores más impor
tantes que permitirían
socavar el conocimiento escolástico en la
sociedad colonial,
y empujarla a cambios sociales y epistémicos profundos que denirían el rumbo de la sociedad venezolana.
Palabras cla
ve
:
física experimental, enciclopedia, sociedad colonial, Caracas.
ABSTRA
CT
In the
18th century
,
Venezuela
underwent a gr
adual pr
ocess of incorpor
ating scientic
thinking into
its culture,
which was
not
limited to
educational institutions
such
as the
University of
Caracas. Some social
actors were
able
to
read
modern
works
of
European
scientic
thought
and
compile
personal
libraries
with
a
variety
of
scientic books, despite
the fact that
the majority of the
population did not
read and scholars
were few
and of
a cer
tain social class. Based on unpublished and published historical documents, we will take inv
entory of the
libraries
and
the
type
of
social
actor
who
possessed
scientic
books,
and
we
will
show
the
most
important
the
-
mes and authors that would undermine scholastic knowledge in colonial society and push it towards pr
ofound
social and epistemic changes that would dene the course of Venezuelan society
.
Keywor
ds:
Experimental physics, encyclopedia, colonial society
, Caracas.
*
Centro de Estudios de la Ciencia-IVIC, Universidad P
edagógica E
xperimental Libert
ador-IPRGR, Universidad Cat
ólica Ceci
-
lio Acos
ta, CÍRCUL
O WITTGENS
TEINEANO-LUZ. Car
acas - San Crist
óbal - Marac
aibo / Venezuela. lionheart1905@ho
tmail.
com. ORCID: ht
tps://
orcid.org
/0000-0002-5831-661X
Recibido: 5/11/2022
Aceptado: 10/3/2023
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El siglo XVIII se revela como siglo clave en lo que
respecta a la creación y elaboración de los cimientos conceptuales a partir de
los cuales se ha desarrollado posteriormente la reexión losóca [y cientíca] en Venezuela
Sabine Knabenschuh
1. Introduc
ción. Sobr
e la ciencia moderna y su introduc
ción
en la pro
vincia de Vene
zuela
Preguntar por el modo cómo la ciencia experimental
1
comenzó a intr
oducirse en la provin
-
cia de Venezuela en la época colonial no es tan sencillo; sobre t
odo, porque no hay suciente
información documental o instituciones claramente denidas y formalizadas en su enseñan
-
za
y
divulgación
teórico-experimental
que
nos
den
una
imagen
amplia
y
clara
de
su
proceso
de difusión en el siglo XVIII. Lo que se presenta es un panor
ama lleno de una ambigüedad de
procesos sociales, conocimientos y visiones del mundo superpuestas, car
acterizado por el
empalme entre los reformador
es y promotores de la ciencia moderna y las dif
erentes áreas
del conocimiento,
los diversos sector
es sociales no cientícos
y la variedad de
intereses polí
-
ticos, económicos
o
sociales; y
,
con la
representación de
una ciencia
experimental
que entra
—fundamentalmente—
a
tr
avés
de
ideas,
conceptos,
nociones,
esquemas,
temas
o
proble
-
mas.
Y
que
se
da
con
la
par
ticularidad
del
caso,
donde
algunos,
aunque
representantes
y
defensor
es de ésta, no mostraron un interés —o una capacidad— par
a desarrollar un tr
abajo
propiamente
experimentalista-matemático local.
En sumo caso, como ocurrió
en España a nales del siglo
XVII, lo que se
pudo desarrollar
—y
lo
que
podemos
ver
y
estudiar
por
el
tipo
de
panorama social
y
epistémico
de
la
época—
fue
un tipo
de
ciencia que
Moreno
González llama
‘
ciencia
académica
’;
aquella
que se
dene
como
‘ecléctica
’
porque
no
sigue
a
un
cientíco
o
a
un
lósofo
en
par
ticular
,
y
porque,
fun
-
damentalmente,
se
enfoca
en
desmontar
los
procedimientos
silogísticos,
las
disquisiciones
metafísicas
y
el
dogma
católico que
caracteriza,
por
ejemplo,
a la
Physica
aristotélica (More
-
no
González,
1988:
24);
manteniendo,
inicialmente,
en
cierto
margen
el
aspecto
plenamente
formal
o
matemático
que
dene
a
la
ciencia
experimental.
En
otras
palabras,
se
caracteriza
porque,
principalmente, inicia “
con
el intento,
arduo y
per
tinaz, por
desgajar la
losofía natural
de
la losofía
escolástica,
concebida
ésta como
un
servicio
a
la teología” (Moreno
González,
1988: 18). Por ello, la hemos llamado también, una
ciencia reformista.
Este tipo
de ciencia
es comprensible
ver en
la pr
ovincia de
Venezuela
entre nales
del siglo
XVIII
e
inicios
del
XI
X,
y
“justicable”
hasta
cierto
punto,
si
consideramos
que,
desde
el
punto
de
vista
de
la literatura “
cientíca”
2
que
leían
algunos
representantes de
la
élite
criolla,
casi
siem
-
1
En adelante, nos ref
eriremos —indistint
amente— con ‘
ciencia experimental’
, ‘
ciencia moderna’
, ´ciencia’ o ‘
ciencia ilus
-
trada
’ a la ciencia que surgió entre el siglo XVI y XVIII en Europ
a, especialmente bajo autor
es como Nicolás Copérnic
o,
Galileo Galilei e Isaac Newton, entre otr
os.
2
Defino
libro
cienco
a aquel cuyo cont
enido explicaba y desarrollab
a una gran v
ariedad de temas en las áreas de la
matemá
tica, la física experiment
al, la química, bot
ánica, cirugía o astronomía. Dentr
o de ese tipo de libro eran poc
os los
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4
48
pre eran diccionarios, compendios, manuales, textos secundarios o textos de
losofía moder
-
na;
pues,
hasta
los
momentos,
no
hemos
encontrado
indicios
de
que
se
leyer
a
directamente,
por ejemplo,
De rev
olutionibus orbium coelestium
de Nicolás Copérnico, la
Principia Matemática
de
Newton o los
Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo
de Galileo Galilei; y
entendible,
porque
esa
ciencia académica
y
reformista
que se
desarrolló
estaba
sustentada, casi
siempre,
en
un
género
liter
ario
común
para
la
época
en
España
y
Europa,
y
que
se
usó
par
a
divulgarla
ampliamente,
la enciclopedia.
Desde el punto de vista técnico, no había una plataforma ins-
trumental-tecnológica
que
permitiera
enseñarla
o
explicarla
a
tra
vés
de
experimentos
en
la
Universidad de Caracas o en los conventos (si en algún momento se le hubiese dado un lugar
formal). Desde la motivación, er
a muy reducido el número de actor
es sociales realmente inte-
resados en la ciencia experimental, pues otros temas, como los políticos o económicos, er
an
de mayor inter
és. Y
, desde el punto de vista institucional, no había mucho margen de acción
permitido
—legal y
económicamente— que
diera
paso
a su
introducción
pedagógica y
a su
ins
-
titucionalización
en
los
centros
dominantes
de
enseñanza
en
la
Pr
ovincia
de
Car
acas;
y
lo
poco
que
se
pudo
hacer
en
las
Academias
de
Geometría
y
For
ticación,
realmente,
no
duró
ni
una
década.
No es
por
ello nada
extr
año que
Humboldt,
en su
visita
a Car
acas
en 1799,
propusier
a:
(…)
la
creación
de
dos
cátedras,
una
de
matemáticas
y
otra
de
química
y
física
experimental.
Pero
en
el
caso
de
que
se preriera
un
sólo
profesor,
en
vista
de
las
necesidades
de la
Provincia, el
profesor
de
química
y
física
sería
más
necesario
que
el
de
matemáticas.
A
su
juicio,
no
faltaría
en
Caracas
«algún sujeto instruido en las matemáticas elementales para enseñar a la juventud». Finalmente
aconsejó que se
compraran en Europa
instrumentos cientícos de los
más conocidos, sin
los cua
-
les los conocimientos de los nuevos catedráticos serían inútiles (Freites, 1997: 181).
Ahora bien, sin embar
go, a pesar de todo eso, la ciencia experimental se
mostró,
y lo hizo,
inicialmente,
en
forma
libresca;
caracterizada,
en
gran
medida,
por
los
libros modernos
que
llegaron
de
España,
F
rancia
e
Inglaterra,
y
que
se
leían,
se
discutían
y
se
comentaban
en
al
-
gunos sectores sociales de la élite caraqueña entr
e clérigos,
académicos, repr
esentantes
del
poder r
eal y
, posiblemente,
algunos hacendados. Sobr
e todo,
porque
desde muy
temprano
en
la edad media, en España y en Hispanoamérica el libro fue la herr
amienta principal de divul
-
gación de las ideas, y
un mecanismo del poder eclesiástico y
monárquico:
(…) de
gran utilidad para
extender y perpetuar
su dominio y
control sobre la
sociedad; a lo
que hay
que
unir
la
tradición
judaica
que
otorgaba
al
libro
sagrado
un
valor
supremo
y
la
greco-romana
que
había
favorecido
el
desarrollo
de
un
incipiente
comercio
librario
y
la
creación
de
“bibliotecas
públicas”
por
primera
vez
en
la
historia,
adquiriendo
el
mundo
del
libro
y
las
bibliotecas
un
papel
de cierta importancia en la cultura clásica (García López
et. al.,
2012: 195).
Esa forma libresca de introducción de la ciencia experimental, de igual modo, cr
ece pro
-
gresivamente
al
cierre
del
siglo
XVIII
porque
no
hay
un
límite
estricto
o
alguna
pena
inquisi
-
estric
tamente especializ
ados que circularon en la Pr
ovincia, como el
Compendio
Matemáco
del padr
e T
osca, el
T
ratado
de Electricidad
de Nollet y la
Química
de Chapt
al. Muchos otros fueron enciclopedias o manuales que, por su c
aráct
er algo
riguroso en abordar c
ontenido científico
, como el
T
eatro Críco
de Feijóo
, también los he consider
ado “libros científicos”;
aunque con el p
articular de que no era un tipo de libro que abor
dara un áre
a científica en específico.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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49
torial
sever
a
por
poseer
libros
u
obras
que
divulgar
an
las
nuevas
ideas
cientícas
(
Cfr
.
Balza
García,
2022).
En
este
sentido,
no
parece
extraño
que
también
se
produzca
un
crecimiento
progresiv
o
de
las
bibliotecas
que
guardaban
dicho
material,
como
lo
podemos
ver
a
par
tir
de
1740
cuando
dichos
libros
fueron
haciéndose
presentes
en
las
bibliotecas
personales
y
conventuales de un modo creciente
3
. Bibliotecas
que
se
levantaron con
“diversos” libros
que
traían de
España
y
Europa;
muchos
de
los
cuales
fueron libros
en
boga
para la
fecha
por
las
novedades que
presentaban
y
explicaban
en
relación
con
la
nueva ciencia.
Estas
bibliotecas
y
libros,
sin
duda,
a
medida
que
se
acercaba
el
cierre
del
siglo
X
VIII
fueron
un
medio
y
un
mecanismo clave par
a ir socavando la presencia y el monopolio liter
ario que tenían los libros
clásicos y or
todox
os en
temas religiosos, teológicos y losócos en la
Pro
vincia.
Las
distintas
bibliotecas
se
fueron
armando
con
las
obras
cientíco-modernas
con
las
que
tuvieron
contacto
algunos
representantes
de
la
elite
car
aqueña,
por
ejemplo,
con
obras
con
un renovado contenido
cientíco
experimentalista
como las
de
Almeida, T
osca, Bossuet
o
Lugdunenses,
y
que
entr
aron
por
vías
no
estrictamente
académicas,
sino
también
por
el
interés de algunas personas por conocer las ideas reno
vadoras del moment
o (funcionarios
reales, autoridades eclesiásticas, misioner
os
4
, profesionales universitarios [Leal
T
orres, 1991:
26]).
Y
aunque
imaginamos
que
muchos
las
manejaron
con
cier
to
recelo,
otros de
la
misma
élite
estamental, como algunos clérigos y docentes universitarios, fueron más abier
tos a ellas.
En vista de ello, el presente estudio intenta dar cuenta de las distintas bibliotecas, el año
de su ubicación
y los libros
cientícos y sus propietarios
que ya par
a mediados del
siglo XVIII
existían
en
la
Provincia
de
V
enezuela;
ordenando
dichos
libros
por
autores,
temas
y
catego
-
rías según lo más leído para la época.
2. Las biblio
t
ecas priv
adas y el ac
c
eso personal a la liter
atu
-
r
a científica
En Venezuela e
Hispanoamérica ya
par
a
nales del
siglo X
VIII era casi
“
común
” que
llega
-
ran muchos
libros —enciclopédicos
o
no—
con
las
nuevas
ideas
cientícas;
y
que
fueron
ha
-
ciéndose
par
te
“impor
tante”
de
la
base
bibliográca
personal
en
muchas
residencias.
Como
nos dice
Henríquez Ureña, por
ejemplo, “[…]
en 1785,
una sola
remesa de libros recibida
en El
Callao, el puer
to de Lima, sumaba 37.612 v
olúmenes. El siglo X
VIII circulaban muchos libr
os
de orientación moderna: la
Encyclopédie,
obras de Bacon, Descartes, Leibniz, Locke, Condi
-
3
Las bibliotecas de los seminarios y c
olegios fueron otr
o género, que por los momentos no es obje
to de estudio de la
presente inves
tigación. T
anto en Esp
aña como, de cierto modo
, en Venezuela, entre el siglo XVII y XVIII, “
se produjo un gran
desarrollo de c
olegios universitarios religiosos que, p
ara su labor doc
ente, cont
aron con biblio
tecas. En la segunda mit
ad
del siglo, se c
onsolidaron los seminarios conciliares que nec
esitaron t
ambién bibliotec
as para desarr
ollar sus funciones.
Igualmente hay que des
tacar el p
apel de la Compañía de Jesús con una voc
ación educativa, cr
eando estudios y c
olegios”
[García López, 2012: 196; Bart
olomé Martínez, 1988].
4
Un dato da cuenta del p
apel que jugaron los misioneros en intr
oducir o traer libros a la Pr
ovincia; o al menos nos permite
ver que hubo casos al respec
to: “List
a y nómina de los libros que llevan par
a su uso 8 misioneros capuchinos de es
ta
provincia de Andalucía que, de orden del R
e
y
, se embarcan p
ara las misiones de Car
acas en la frag
ata nombr
ada «San
Miguel»” [AGI, 1773, Contr
atación, 1693, Cádiz, 13-
X].
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50
llac,
Buffon,
Voltaire,
Montesquieu,
Rousseau,
Lavoisier
, Laplace
” (Henríquez
Ureña,
1947:
45).
Otro caso, ya v
enezolano y con base en el siguiente dato, lo evidenciamos con el ingeniero
Esteban
Aymerich
(1736-1802), quien
tr
aía y
estaba en
posesión
de muchos
de ellos
en
1775,
incluso,
antes
de
las
mismas
reformas
universitarias
que
llevó
a
cabo
Baltasar
de
los
Reyes
Marrero (1752-1809) en 1788 en la Universidad de Caracas:
1775, Cádiz, 19-IV
5
.
[Cuaderno
69]. Libros
que
lleva el
capitán
de
Ingenieros Don
Esteban
Aymerich para
su
uso, con
su
equipaje, en el navío «San Carlos» que va a Caracas:
9 tomos: Curso matemático, escrito en la Real Academia de Barcelona
6
.
6 tomos: Lecciones de Física Experimental, del Abate Nolet.
2 tomos de Física, por Musembroc.
2 tomos de Forticaciones, del Mariscal de Vauban.
4 tomos de Matemáticas, del Padre Reynan.
1 tomo de Matemáticas, de M. Guismée.
2 tomos de Forticación, de Don Miguel Taramar.
1 tomo de Forticación, de Don Sebastián de Medrano.
9 tomos de Matemáticas, del Padre Tosca.
3 tomos de Matemáticas, de Mr. Clermont. (AGI, L, 1694, Contratación, 1775)
Por
otra parte, a
lo anterior se
une el
laborioso tr
abajo bibliográco
y la
fundación de biblio
-
tecas de
los Jesuitas.
Laborioso trabajo que dejó
grandes volúmenes de
libros y manuscritos
relacionados
con la nue
va ciencia
y la
física moderna en
las bibliotecas
que administr
aba esta
Orden religiosa en v
arias provincias de V
enezuela
7
.
Grandes
volúmenes
que,
luego
de
su
ex
-
pulsión en
1767 por Carlos
III, fueron
asumidos por otr
as instituciones;
por ejemplo, el
Cabildo
de Caracas en 1768
solicitó que los
bienes dejados
por los Jesuitas,
entre ellos el
material bi
-
bliográco
moderno,
se
destinaran
a la
fundación
de
un Colegio
de
Nobles donde
se
enseñaría
ciencias
naturales
y
matemáticas;
en
tanto
dignas,
útiles
y
prov
echosas
que
servirían
para
la
5
Por la importancia de la r
egión de Cádiz par
a la fecha, en lo que respect
a a la formación de ingenieros r
eales a través de
la Academia de Mat
emática [
Cfr
.
Balza García, 2017], se entiende no sólo el tipo de t
exto que el c
apitán de Ingenieros, Don
Est
eban Aymerich, trasladab
a a Venezuela, sino la cantidad. La mayoría de los cursos y lec
ciones eran de lectur
a y estudio
común en la Ac
ademia de Cádiz y en la de Barcelona, por lo que debió ser “
continua
” su impresión y reproduc
ción; así
como su tr
aslado a Venezuela.
6
Dada la importancia de la ma
temática p
ara la ingeniería, es clar
o el interés y empeño en manejar los libros y las ediciones
más actuales p
ara el momento; y c
onsiderando el valor científic
o que tenía par
a finales del siglo XVIII la Academia de
Matemá
tica de Barcelona en Esp
aña, no es raro que en sus t
extos y
a est
é presente todo lo relacionado a los vínculos entr
e
la matemá
tica y las ciencias experimentales.
7
En la Biblioteca del Colegio de Car
acas, por ejemplo, exis
tía la
Aritmétic
a demostrada theorico practic
a
de Juan Bautist
a
Corachán; El Espec
táculo de la natur
aleza de Noël Ant
onio Pluche; la mayoría de las obras del P
adre F
eijóo;
El Atlas
de
Fr
ancisco Lazo;
El Diccionario
de Moreri;
El Compendio Mathematico
del P
adre T
osca; y, diversos
Quadernos
sobre
Elementos
de Aritmétic
a y Ciencia de los Números.
[Vé
ase: Del Rey Fajardo
, 1999: 136, 148, 149, 150, 171, 187, 242, 251].
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decente recreación de los ánimos, como par
a el desarrollo y enseñanza de las artes mecáni-
cas (Leal, 2012). En otras pr
ovincias, ya par
a la fecha de su expulsión, el primer Colegio de Mé-
rida, o primer Gran Colegio V
enezolano fundado por ellos en 1628 de nombre “San F
rancisco
Javier”
8
,
contaba
en
su
biblioteca
con
450
volúmenes,
donde
aparecían
obras
como
la
Matemá-
tica
de Juan de Sacrobosco
.
En
otro caso, también contaba
con una magnica biblioteca par
a
1791 el Seminario de San Buenaventur
a, donde se encontr
aban 488 libros empastados y más
de 3.146 pergaminos, haciendo un total de 3.634 obr
as (Leal, 2012; Del Rey Fajar
do, 1999).
Otro
tipo
de
biblioteca
que
ayudó
mucho
a
introducir
la
física
experimental,
a
veces
más
que
alguna
cátedr
a,
físicos
experimentales
o
alguna
Academia,
sin
duda,
fueron
las
bibliotecas
privadas.
En
el intersticio
de esta
situación muchos
libros cientícos
y modernos
llegaron a
estar
en manos de
par
ticulares. Y
a desde 1740
es posible ver
esto último en la
Pro
vincia
de Caracas,
cuando desde algo temprano se apr
ecian —en bastante número—, por ejemplo, los libros de los
propulsores del mo
vimiento
Novat
or
como Benito Jerónimo F
eijóo o T
omás Vicente T
osca.
Un
hecho
que,
aunque
no
nos
dice
que
los
mismos
hayan
sido
usados
siempre
por
sus
dueños
para formase
una
mentalidad
cientíca,
nos
habla
ya
de
la
presencia en
la Provincia
desde mediados
del siglo
XVIII de
libros que fueron referentes en España
par
a
la divulgación
de la nueva física
9
.
Aunque
no
podemos
suponer
que
con
sólo
la
entrada
e
incremento
de
libros
cientícos
en
la
Provincia
de
Caracas
se
cr
eó
un
pensamiento
cientíco,
al
menos
es
seguro
que
llegaron
a
la
sociedad
venezolana.
Si
bien
“los
libros
cientícos
comenzaron
a
arribar casi desde el mismo momento del descubrimiento del territ
orio venezolano [y] (…) una
cosa [sea] la
llegada de los
libros cientícos y
otr
a
cosa (…) la
instaur
ación
de establecimien
-
8
En este c
olegio comenz
aron a enseñarse las primeras le
tras y a re
alizarse los es
tudios más amplios de gramátic
a; base
par
a los cursos superiores de filosofía, teología, derecho y medicina que los es
tudiantes —por lo re
gular— continuab
an
en Santa F
e de Bogot
á, en la Universidad de Santo Domingo o, en la Universidad de Car
acas a partir de 1721 [L
eal, 2012;
Del Rey F
ajardo, 1999].
9
Es bueno acot
ar que, a part
e de la Provincia de Caracas, en Mérida, p
ara la segunda mit
ad del siglo XVIII, también lle
garon
libros sobre ciencia moderna y exis
tieron algunas bibliot
ecas bien surtidas al respecto
. Como nos señala Leal, “
a p
artir de
1700 comienz
an a llegar en gruesos volúmenes las c
orrientes del pensamiento universal moderno (…) enc
ontramos en las
casas y haciendas, un tipo de liter
atur
a que habla de progreso, de técnic
a, de “ciencias útiles
”
, de física, matemátic
as, quí
-
mica, bot
ánica y miner
alogía (…) microscopios, máquinas eléctric
as, ensayos del padre Feijóo
, Jovellanos, Campomanes y
Cadalso -donde se critica a Aris
tóteles (…) y se pr
oclama la enseñanza de las nuevas doc
trinas de Descartes, Bacon y Newton
(…)” [Le
al, 1985: 453]. En Mérida, como en Carac
as, encontramos en
manos de grandes familias adiner
adas bibliotec
as bien
nutridas del pensamiento científic
o. Encontr
amos el caso de Don Mariano Ver
ástegui, ric
o vecino de Mérida y dueño de la Ha
-
cienda de Santa Cruz de Es
tánquez. En su biblio
teca apar
ecen 15 tomos de Feijóo
, la
Historia Natur
al
de Buon, los Elementos
de Hist
oria Natural de F
ourcroy, los
Elementos de Medicina Práctic
a
de Cullen (el mismo que usó Felipe T
amariz en su curso de
medicina en la Universidad de Carac
as), la
Anatomía
de Martín Martínez, el
Diccionario de Químic
a
de Joseph Macquer
, la
Opera
Médica
de Boerchasi, el
T
ratado Elemental o Principios de Físic
a
de Brisson o, el
Idioma de la Naturalez
a
de Fr
ancisco Solano Luque.
Y sin mencionar al Fr
ay Manuel Cándido T
orrijos, de quien y
a se conoce su ex
tensa bibliografía en libr
os de física y ciencia
moderna, y en propiedad de ap
aratos científic
os. Leal [1985] da cuent
a que trajo de Cádiz 65 c
ajones de libros, contentivos de
un tot
al de 3.000 libros de las más v
ariadas materias; y además de los autor
es españoles modernos referidos en el caso de Don
Mariano Ver
áste
gui, T
orrijos poseía de Fr
ancois Bayle las
Diss. de experientia et r
atione conjungenda in physica
,
medicina et cirugía
y las
Institutiones physic
ae
, ambos trab
ajos modernos. A
simismo, del físico alemán F
riedrich Homann su
Theoremata Physic
a
y
Medicina rationalis systematic
a.
Sin duda, una gran c
antidad de temas, tex
tos y obras sobre ciencia físic
a y médica que ni aún en
Carac
as, algunos, existían par
a la fecha; o al menos no los hemos encontr
ado hast
a el momento.
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CLÍO:
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52
tos educativos par
a la enseñanza de la ciencia
”
10
(Leal T
orres, 1991: 16), o la conformación de
comunidades
cientícas
para
su
discusión,
con
la
presencia
de
un
nuevo tipo
de
libro, aquel
cuyo contenido habla a distintos lect
ores (no sólo clérigos o académicos, también a hacen
-
dados, a militares o a autodidactas como Carlos del P
ozo y Sucre):
(…) el arribo y la demanda progresiva de mayores cantidades de libros, contenedores de nuevos
saberes, debió despertar en los lectores de Caracas un interés en los libros y en las lecturas dife-
rentes a los puramente religiosos y devotos, —característico de los siglos anteriores—; lo cual pro-
dujo el
surgimiento de nuevas
prácticas y usos
de la lectura,
nuevas experiencias
y vivencias con
lo
escrito; así como el desarrollo de mecanismos de restricción y control sobre los saberes por parte
de distintos grupos sociales e instituciones coloniales (…) (Soriano, 2014: 239)
Con
el
inicio
de
la
circulación
del
libro
cientíco
entre
las
bibliotecas
privadas,
éste
“dejó
de entenderse como un objeto adscrito ex
clusivamente a determinados espacios sagrados o
“
especiales” como [la Universidad] la Iglesia,
el Convento y el Seminario, y empezó a conside
-
rarse
dentro de los
espacios públicos como
las tiendas y las
pulperías; y los priv
ados par
ticu
-
lares como
las casas” (Soriano,
2014: 255). El
libro moderno-cientíco comenz
ó a pertenecer
a
un
universo
más
basto
de
propietarios
que
los
libros
sobre
lógica,
metafísica,
sagradas
escrituras, cánones
o
leyes,
que
casi
siempre
estaban
en
manos
del
sect
or
institucional
r
eli
-
gioso.
A
propietarios
de
libros
cientícos
quienes
—también—
los
inscribían
en
una
realidad
más social, empírica, inmediata, real y técnica, y no sólo especulativa o losóca; aunque es
-
tuvieran
en manos de
clérigos y
siguieran siendo
dominados por la
élite car
aqueña. Apar
tado
de la retórica losóca en debates escolásticos:
Dejó de ser considerado un objeto adscrito a una comunidad en especial (…) y se abrió, a través
de un original mercado,
a un público mucho más numeroso
y diverso (…) al dejar
de ser un objeto
“especial”
e
intocable -perteneciente
exclusivamente
a
un
grupo particular
que
lo
utiliza,
lo controla
y
lo
difunde-
y
al
hacerse
accesible a
varios grupos
sociales
-que
evaden
los
controles-
el
libro
[cien
-
tíco] perdió su
sentido “sacro” y
se volvió un
objeto profano, cercano,
relacionado con la
realidad
tangible, y expresión de conocimientos vinculados a esa realidad (…) (Soriano, 2014: 239, 255).
Aspecto
que
inuyó
en
el
tipo
de
circulación
que
tendría
dentro
de
la
Provincia
y
en
toda
Hispanoamérica, donde casos emblemáticos como el de los ingenieros reales nos habla de
un
público
que,
aunque
no
fueron
clérigos
ni
teólogos,
hicieron uso
del
libro
(cientíco)
en
la
esfer
a más cotidiana de la vida social (
Cfr
.
Balza García, 2017). La circulación también fue
extramur
os en ámbitos del sector militar
, la casa de par
ticulares o en actor
es sociales sin
formación
universitaria;
en
este
último
caso
recordemos
a
Carlos
del
Pozo
y
Sucre
(1743-
1813),
quien
pudo
realizar sus
inventos
y experimentos
eléctricos
gracias al
acceso
de
algu
-
nas obras modernas en física experimental, como el
Ensayo de la electricidad de los cuerpos
del
Abate Nollet (1700-1770),
Elementos de física teórica y experimental
de Sigaud de Lafond (1730-
10
Igual hay que decir que una cosa es el sis
tema educativo c
omo medio formal par
a la transmisión de la ciencia, y o
tra la
transmisión –y discusión– de és
ta en el sis
tema de las mismas relaciones sociales y la cultur
a en general. Así, los libros
científicos pudier
on circular entre un “
gran
” público mucho antes de que un públic
o reducido, el académic
o, pudiese
ponerlos en circulación dentro de las dis
tintas c
átedras.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Rafael Balza García
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s l
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s y biblio
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a América co
lo
n
ia
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53
1810) y
,
Experimentos y observaciones sobre la electricidad
de Benjamín Fr
anklin (1706-1790). En
esta nueva r
ealidad del libro en un público amplio y en las bibliotecas privadas:
1) Hubo una creciente
oferta y demanda de libros [cientícos]
en la ciudad y 2)
se dio un marcado
aumento en variedad y cantidad del número de compradores y/o lectores. Con respecto al primer
punto podemos señalar que, a
partir de 1750, la introducción
de libros [cientícos] en la Provincia
de
Caracas,
y
especícamente
en
la
ciudad,
deja
de
ser
promovida
únicamente
por
la
Institución
eclesiástica y
sus representantes,
y esto
empieza a
ser también
frecuente entre
personas particu
-
lares
que
disponían
de
los medios
para importar
libros.
Principalmente,
los
nobles,
los
funcionarios
de
la
Corona,
los
grandes
hacendados
y
propietarios
de
casas-tiendas
en
la
ciudad,
las
personas
pertenecientes
a
distintos
grupos
profesionales
y
los
comerciantes
comenzaron
a
interesarse,
cada
vez
con
más
frecuencia,
en
el
encargo
de
libros
con
el
n
de
suplir
sus
bibliotecas
de
más
cantidades
de libros
sobre
nuevos
temas literarios
y
de formalizar
en
el
contexto local
una
suerte
de movimiento de “desacralización” del libro,
lo cual ya se había iniciado en Europa varias
décadas
antes (…)
y
se abrieron
y ampliaron
diversas vías
para la
adquisición de
libros por
parte de
los habi
-
tantes de la ciudad (compras, remates, préstamos, robos) (Soriano, 2014: 253).
Dicha forma “
amplia” de intr
oducción desde inicios de mediados del siglo XVIII, igualmen
-
te, no
debe dejarnos
dudas acerca
de que
los mismos
catedráticos
que comenzaron
a impar
-
tir el
T
rienio losóco
en la Universidad
de Caracas desde 1750
conocían también esa literatu
-
ra.
Lo
que
podría
explicar por
qué,
como
han
demostrado
Sabine
Knabenschuh
(1997ª,
1997
b
,
1999) y
Ángel Muñoz García (1997,
1998, 1999), por
ejemplo, Antonio José
Suarez de Urbina
(1730-1799) en su
T
rienio
1755-1758
y
Fr
ancisco
José
de
Urbina
(1735-17?)
en
el
de
1761-
1764
ya
dejaban
ver
cier
to
acento
cientíco
cuando
abordaban
el
tema
de
la
Physica.
Esa
literatur
a
y ese
pensamient
o tuvier
on que
inuir
en
el mar
co académico-cultur
al
de formación
de personajes
como
Antonio Suarez de
Urbina y
Fr
ancisco
de Urbina;
un poco
para entender
que y
a para
1755 en
la Pro
vincia de Car
acas entr
e los grupos
de poder
y de
formación acadé
-
mica corría
una imagen y una
curiosidad por lo nue
vo que se
estaba escribiendo en E
uropa
11
.
No es
r
aro suponer
que muchos catedráticos que
viajaban a la
Península no hayan traído
entre sus pertenencias libros —de losofía,
teología y ciencia— para
impar
tir sus clases; o, en
otro
caso,
hayan
tenido
la
posibilidad
de
solicitar
su
envío.
Un
dato
que
nos
da
indicios
de
esto
se puede observar en el siguiente caso de 1761: “[Libro H. 35 fol. 73]. Real cédula al Juez de
contrabandos,
y
arribadas
en
la
ciudad
de
San
Sebastián,
par
a
que
permita
embarcar
los
li
-
11
Un dat
o interesante y curioso es que p
ara 1712 el gobernador (polémic
o) de la Provincia de Venezuela, Don José F
ran
-
cisco de Cañas, hac
e público el inter
és por fundar una librería pública en la ciudad; desconoc
emos si ello se realizó
, pero
el dato en sí mismo y
a nos habla de una cierta cultur
a libresca p
ara inicios del siglo XVIII. El documento señala que, “[El
Gobernador Don José Fr
ancisco de Cañas a S.M.]. Informa haber hecho públic
a la R.C. de 23 julio 1712, en que se ordena
erigir una librería pública en las inmediaciones del R
eal P
alacio y que par
a contribuir a que se descubr
an mejor las pro
-
piedades de la natur
aleza, quieren junt
ar en la misma librería cosas singular
es de est
as Indias. Se le pide ponga particular
interés en r
ecoger miner
ales, animales, plantas y frut
as, acompañado de un p
apel que explique los nombres y car
acterís
-
ticas” [AGI, 1713, Car
acas, 9-
VI]. T
al vez dicho proyec
to, como los hubo o
tros en Carac
as para fundar es
tablecimientos en la
enseñanz
a de la naturalez
a, no llegó a feliz t
érmino; o al menos no se mantuvo hast
a el final de la centuria, de otro modo
no se entiende por qué el mismo Humboldt no dijo nada al respect
o, mucho más si se tra
taba de una ciert
a “institución
”
interesada en c
onstruir una p
articular “Historia Natur
al” de la región.
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54
bros
que
necesita
el
catedrático
de
la
Universidad
de
Caracas
doct
or
Don Juan
de E
guiarreta
12
”
(AGI, 1761, Santo Domingo 911, Ar
anjuez, 10-V).
Sea como sea, desde mediados del siglo XVIII ya había un “
depósito
” de nueva liter
atura en
una variedad de lectores, bibliotecas y
lugares donde reposaban los textos cientícos en la
Pro
-
vincia
de V
enezuela;
y que
existieron
con t
odo y
que,
a las
bibliotecas
también se
les
podía hacer
expurgación, y a las privadas, hacérseles en vida de sus pr
opietarios o cuando éstos morían.
Sin
embargo,
aunque
el
inventario
y
av
alúo
de
libros
lo
hacían
sacerdotes,
profesionales
uni
-
versitarios
o
una
persona
altamente
calicada
por
el
Estado
o
la
Iglesia,
la
expurgación
no
fue
tampoco una pr
áctica tan r
ecurrente en nuestr
a región
como podría pensarse; sobre
todo, entre
otras
cosas, porque
aunque era
una “norma
obligatoria denunciar a
las autoridades
la presencia
de «libr
os prohibidos»
antes de inv
entariar los bienes
(…) esta disposición
pocas veces
se acató
”
(Leal,
2014, T
omo
I:
XXIII;
Balza
García,
2022).
T
odo
ello
inuyó para
posicionar
al
libro
cientíco
entre algunos actor
es sociales dentro de los grupos de poder de la sociedad colonial.
3. Las biblio
t
ecas personales y los libr
os sobre ciencia mo
-
derna. Re
gistr
o de unos invent
arios
Las
bibliotecas
personales
con
libros
cientícos
existieron,
según
los
datos
encontrados,
desde 1740 en la
Pro
vincia
de V
enezuela. T
enemos también, en 1752, que obispos
como Don
Manuel Machado y L
una, Dignísimo Obispo de Caracas, ya poseía “Ytten. Espectáculo de la
Naturaleza, dos thomos en octabo forr
ados en pasta en lengua francesa
” (AGI, 1752, Car
acas,
1-III);
y
un
curioso
libro
llamado
El Jardinero de
los Planetas,
donde se habla, con acento mo-
derno, de Eclipses, ofrece dat
os astronómicos, explica las Estaciones, presenta un detallado
calendario
y
habla sobr
e plantas,
ores
y
animales,
escrito
en
el mismo
año
de
1752
por el
ma
-
temático
y lósofo
D
. Joseph
Patricio
Moraleja
y
Navarro
13
. En 1757 Don Santiago de Irisarri y
a
traía entr
e sus per
tenencias rumbo a Caracas en el navío San F
rancisco Xavier
, “16 tomos de
Espectáculo
de la
Naturaleza
(…)
2 t
omos Anat
omía, del
Dr
. Martínez. 4
tomos
Car
tas
Eruditas,
del P
. Feijóo
(…) 2 tomos Demostr
aciones del teatro
crítico. 4 tomos Demostr
aciones apologé
-
ticas del 1
o
y 2
o
, del padre Feijóo. 1 tomo Justa r
epulsa de inicuas acusaciones, del padre Fei-
jóo
14
. 16 tomo de Espectáculo de la Natur
aleza
” (AGI, 1757, Contratación, 1689, Cádiz, 18-XI).
12
Nos dic
e Ángel Muñoz García de es
te Filósofo y académic
o venezolano de la Universidad de Caracas: “
Juan Ant
onio
Eguiarret
a.
En septiembre de 1734 es Maes
tro en Artes. T
r
as su Curso de Artes iniciado en 1740, tuvo a su carg
o la cáte
-
dra de Vísperas, tiempo dur
ante el que solicit
a al rey permiso para import
ar cincuenta t
omos de
T
eología Moral
del Mtro.
Larrag
a y dos de Jansen, a lo que accede una Cédula R
eal de 30-5-1761” [Muñoz García, 1997a: 91; Le
al, 1965]
13
José P
atricio Mor
aleja y Navarro nació en 1711 en Santius
te de Coca (Seg
ovia) y falleció en 1763; hijo de Dieg
o de Moraleja
y de Isabel Martín Alonso. Es
tudió Matemátic
as, A
stronomía, Geogr
afía e Historia; y fue escrib
ano en los Hospitales Re
ales
de la Corte y prof
esor de Gramátic
a y Retórica.
14
Sus
Cartas Eruditas
(o,
Cartas eruditas y curiosas, en que, por la mayor part
e se continúa el designio del T
eatro Crítico Universal,
impugnando, o reduciendo a dudosas, varias opiniones c
omunes
) fueron publicadas en cinc
o volúmenes entre 1742 y 1760, y
consider
adas, por el mismo autor
, como una c
ontinuación de su famosa obra
T
eatro Crítico Universal
. A través de 163 c
artas
present
a y explica ciencias como física experiment
al, A
s
tronomía, matemátic
a, medicina, historial na
tural, filosofía mo
-
derna, geogr
afía, economía, derecho, lit
eratur
a, filología, entre otr
as. Los tomos que tr
ata de físic
a y ciencia experimental
son el 1; el 3, donde aborda el Sis
tema Copernicano; y el 4, donde habla del Sist
ema Newtoniano. No debe extr
añar
, por
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55
En
una
línea
de
tiempo
que
comienza
en
1740,
podemos
ordenar
,
exclusivamente
el
li
-
bro
cientíco,
cronológicamente
las
distintas
bibliotecas
privadas,
embarques
y
actores que
ya
contaban
con
—o
traían—
textos
cientícos
apegados
al
espíritu
moderno
o
al
sentido
experimentalista
y
racional
de
la
nueva
física.
Y
lo
hacían,
por
lo
datos
que
en
lo
que
sigue
ordenamos desde esa fecha, sobr
e todo religiosos (obispos, presbíter
os, reverendos, padr
es),
hacendados, militares y académicos:
1740
Biblioteca del Obispo José Félix Valver
de, Caracas, 1740:
T
eatro Crítico Univ
ersal
(Benito Jerónimo F
eijóo). En el avalúo el tomo suelt
o en cuar
to
del
T
eatro
quedó en 1 peso.
Cuadernitos del
Mercurio Histórico
(
y político
) (
Mercurio de España
)
(Leal, 2014, T
omo
II: 69).
1747
T
estimonio
de
los
Libros
que
quedaron
del
expolio
de
los
bienes
del
Obispo
de
Car
acas
,
Don Juan Gr
acía Abadiano,
1747:
Yttem.
La Filosofía Racional
de Juan Baptista V
ermi
15
(Berni), en cuatro tomos de a cuar
tilla.
1749
Biblioteca
del
Doctor
Juan
José
Pérez
Dá
vila,
Clérigo
Presbítero,
Vecino
de
Car
acas,
1749:
Itt. Otro tomo
Aritmética
de (Juan Pérez de) Mo
ya
16
.
Itt. Otro dicho
Idioma de la Naturaleza
(Fr
ancisco Solano
de Luque) (Leal, 2014,
T
omo II:
179, 180)
17
.
ello, que el F
ray Antonio Nav
arrete, ávido lec
tor de él, hable recurrent
emente en su
Arca de L
etras
de “sis
tema copernicano
”
y “sis
tema newtoniano”
. Las Demostr
aciones (o,
Demonstración crític
o
-apologétic
a del Theatro Crítico Universal que dió a luz F
r
.
Benito Geronymo F
eijoo
) no fue una obra de Benit
o Feijóo, sino publicada en 1732 por el benedic
tino fray Martín Sarmiento.
Es el result
ado de su profundo interés por los t
emas científicos y filosóficos, abor
dados por su colega r
eligioso el maestro
y amigo Benito F
eijoo en el
T
eatro crítico universal.
De los pocos t
extos que escribió Martín Sarmiento
, la
Demonstración
crítico-apologétic
a
es la más elaborada y la más r
eeditada, cuatr
o veces en vida (1732, 1739, 1751, 1757) y una de muerto.
15
Se r
efiere al libro del Dr
. Juan Bautist
a Berni,
Filosofía Racional, Natur
al, Metafísica, I mor
al
, escrito en 1736. En él, en los
Libros I, aborda el Capítulo de la Físic
a. Entre los temas clásicos aris
tot
élicos de la materia, el cuerpo
, la naturalez
a y el
movimiento introduc
e una visión moderna en muchos de ellos; y dest
aca su conc
epción astronómic
a moderna. En la
introduc
ción al trabajo se alude a o
tro renovador
-
Novator
de la ciencia en España muy leído en la Provincia de Car
acas
en todo el siglo XVIII, el P
adre T
osca, de quien dice: “El Do
tor Thomas Vicente T
ofca, Presbit
ero de la Congreg
ación del
Ora
torio de San Felipe Neri, en nueros dias ha fido el primer Efp
añol, que aviendo efcritò de las cof
as natur
ales con juicio
(…) publicó una Fific
a, que merece èe nombr
e” [Berni Bautist
a, 1736: XIII].
16
La
Aritméca
prácca, y
especulava
del Bachiller Juan P
érez de Moya fue publicada por primer
a vez en 1562 en Salaman
-
ca. Juan P
érez de Moya (1512-1596) nació en Jaén y fue un ma
temático y escrit
or español. Gran difusor de las ma
temáti
-
cas y escritor del libr
o más importante de dicha disciplina en lengua esp
añola en el siglo XVI; el cual posee un trat
ado de
álgebr
a. De dicho text
o se realiz
aron treint
a reimpresiones has
ta 1875; y fue elogiado por el matemá
tico Simón S
tevin.
17
Fr
ancisco Solano de Luque (1684-1738) fue un médic
o español e investig
ador en temas y problemas médicos. La obr
a
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
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56
1752
Biblioteca del Obispo de Caracas Don Manuel Machado y L
una, 1752:
Yten.
Espectáculo de la Natur
aleza
(Noel Antonio Pluche), dos tomos en octa
vo forrados
en pasta en lengua francesa. (Leal, 2014, T
omo II: 213).
T
ambién
tenía:
Yten.
El
Espíritu
de
las
Leyes
(Montesquieu),
tres
tomos
en
octavo,
fo
-
rrados en pasta en lengua fr
ancesa.
Y
,
Explicación de Fluxos y Reuxos.
Biblioteca de Juan Sebastián Mondragón, Hacendado en el V
alle del
T
uy y vecino de
Caracas, 1752.
T
res tomos de
Aritmética
de Corachán, Puig y Zar
agoza
18
(Leal, 2014, T
omo II:
219)
1754-1756
Biblioteca
del
Capitán
de
Navío
Don Ant
onio
de
Urrutia, miembr
o
de la
Expedición
Cien
-
tíca
y
de
Límites
que
entre
1754
y
1756
recorrió
las
Costas
de
Nueva
Andalucía
y
remontó el Orinoco
T
res tomos
Car
tas Eruditas
de (Benito Jerónimo) F
eijóo
Diez idem
Theatro Crítico
(Benito Jeronimo F
eijóo)
Nueve idem
Compendio Matemático
por (T
omas Vicente)
T
osca
Uno idem,
Cosmographia
(Pedro de Medina)
19
en cuestión que arrib
a se menciona es
Idioma de la naturalez
a con el qual enseña
al medico
, como ha de curar con acierto los
morbos
agudos
/
descubierto
por
el
Dr
.
D.
Francisco
Solano
de
Luque
...;
nuevamente
compendiado,
añadido
ê
ilustrado
por
el
Doctor Don Manuel
Guerrez de los
Rios.
Fue apodado “
el pulsis
ta”
, pues gran part
e de su método médic
o se basaba en el
diagnóstic
o por el pulso; del cual escribió una obra que se public
ó en 1787 llamada
Observaciones sobre el pulso.
Fue un
gran médic
o admirado por Feijóo
, según nos dice L
eal [Leal, 2014, T
omo II: 173]
18
Cabe señalar que no es sólo un t
exto escrito
por tres autores, sino de tres aut
ores distint
os que escribieron tex
tos de
Aritmética, per
o que, no sabemos los motivos, los colocar
on o cat
alogaron de esa forma. El primer
o de ellos es Corachán
Juan Bautist
a (1661-1741), quien escribió en 1699 su obra
Aritheméca demostrada theoríco-pracc
a.
Fue un t
eólogo de la
Universidad de Valencia-Esp
aña, también físico
, matemátic
o y astrónomo
. Concurría en reuniones regularment
e con el
P
adre T
omás Vicente T
osca, por lo cual también es c
onsiderado uno de los nova
tores españoles y pr
e-ilustrados. Escribió
otr
as obras de car
ácter físic
o-matemátic
o, como
Dissertaones
Physico-Mathemac
ae
y sus
Dissertaones
ex
Physico-Mathe
-
maca.
P
or otra p
arte, Andrés Puig, en Barc
elona, escribió
Aritméca especulava
y
prácca,
y
arte de
algebra
en
la
cual
se
conene todo lo que
pertenece al Arte menor o
mercanl y a
las dos
algebras.
Publicado “
en 1672 y reimpreso c
on adiciones
póstumas en v
arias ocasiones durant
e el siglo XVIII, desde el punto de vist
a de la didáctica de las ma
temáticas” [Ca
talán,
2020: V]. El mencionado Zar
agoz
a debe trat
arse de José Zar
agoz
a (1627-1679), quien publicó en 1669, en Valencia-Esp
a
-
ña, su
Arithméca
Universal.
Fue ma
temático
, astrónomo y c
osmólogo jesuita esp
añol, también consider
ado uno de los
Novat
ores
e ilustr
ados de España del siglo XVIII [Figuer
as, 2017].
19
P
edro de Medina (1493-1567) fue un matemá
tico, as
trónomo, geógr
afo y cartógr
afo sevillano perteneciente al R
enaci
-
miento esp
añol. Dedicó gran p
arte de su vida al estudio de los pr
oblemas de navegación, publicando
, en 1545, su
Arte de
Navegar
(1545), el cual fue el primero sobre es
ta ma
teria en Europa y que “
se compone de ocho libros, con la exposición
de la esfer
a, los cielos, movimiento de los planet
as, los vientos, la brújula, etc.
” [Le
al, 2014, T
omo II: 225]. Y en 1538 publicó
el
Libro de Cosmograa.
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e (2023)
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57
Un librito
Explicación de los Elementos Geométricos.
(posiblemente del padre Manuel Ja
-
cobo Kresa, publicado en 1689)
Uno, Explicación en francés del
Quar
tier de reducción esphérico (sic)
Uno, Explicación abreviada de los
Elementos de Euclides
(Ignacio Muñoz)
Uno (T
ratado de la)
Cosmographia
(y)
Nautica
(Pedro Manuel Cedillo)
20
Uno
T
rigonometría aplicada a la navegación,
por (Pedro Manuela) Cedillo.
Uno
Geometría Militar
, con T
ablas Polimétricas
(Leal, 2014, T
omo II: 225-226)
1757
Libros
de destino
a Car
acas que Don
Santiago Irisarri
y Don
Juan Ignacio
Sorondo Em
-
barcan en el Navío “San F
rancisco Javier”, de la Compañía Guipuzcoana, 1757
Diez y Seis T
omos
Espectáculo de la Naturaleza
(Abate Antonio Pluche)
Dos tomos Anatomía del doct
or (Mar
tín) Mar
tínez
Cuatro tomos Cartas Eruditas del Padre (Benito Jer
ónimo) Feijóo
Nueve t
omos T
eatr
o Crítico (Benito Jerónimo Feijóo)
Dos tomos Demostr
ación Apologética del 1° y 2° del Padre Feijóo
21
Un tomo Justa Repulsa de inicuas acusaciones
del padre Feijóo
22
Diez y Seis Espectáculo de la Naturale
za (del Abate Antonio Pluche) (Leal, 2014, T
omo
II: 242, 243)
1761
Nómina
de
los
libros
que
embarca
para
Cumaná
Don
Carlos
de
Anzoátegui
en
un
cajón
con la marca y número al mar
gen, en la Fragata “Nuestr
a Señora de Á
frica y San Anto
-
nio
”, del cargo de su Capitán y Maestre Don Juan Dadelo, 1761
Obras del Padr
e (Benito Jerónimo) Feijóo (Leal, 2014, T
omo II: 251, 252)
20
Pedr
o Manuel Cedillo (1676-1761) también fue un naveg
ante y científico (ma
temático) esp
añol quien publicó v
arios tra
-
tados de náutic
a y cosmografía. Es
tudió Náutica y Mat
emáticas en el Re
al Colegio Seminario de San T
elmo de Sevilla;
lugar donde t
ambién laboró como doc
ente de Matemá
ticas y escribió, par
a uso de sus alumnos, el
Compendio del Arte
de Navegación.
En la Academia de guardias marinas de Cádiz en 1724 t
ambién dio clases de Matemá
ticas. Y ya, p
ara la
enseñanz
a en la Academia, escribió su
T
ratado
de cosmograa y
náuca
; libro al cual se alude arrib
a.
21
[
Cfr
.
Not
a 14].
22
Se trat
a de
Just
a
repulsa
de iniquas
acusaciones:
cart
a
en
que
manif
estando
las
imposturas, que
con
tra
el
Theatro
crico
,
y
su
Autor
dio
al public
o el
R.
P
. F
r
. F
rancisco
Soto
Marne /
Escrive
a un
amigo
suyo
el Muy
Ilustre
Señor
,
Y Rmo
P
. Maes
tro Don
Fr
. Benit
o
Geronymo
Feyjoó.
Es una obra de r
espuest
a del padre Feijóo a las múltiples acusaciones y r
echazos a su obra princip
al,
El T
eatro
Críco Universal.
Varias fuer
on las críticas a su obra, sobre t
odo de los escolástic
os y de los defensores de Santo
T
omas de Aquino; v
ale mencionar las de Ignacio de Armesto Ossorio
, quien escribió en 1735 el
T
eatro
ancríco
(1735);
las del fray F
rancisc
o de Soto Marne, a quien es
tá dirigido el
Just
a
repulsa,
quien publicó dos volúmenes de
Ree
xiones
críco-apologécas
en 1748; y las de Salv
ador José Mañer quien escribió un
Anteatro
críco
en 1729; entre otr
os.
ISSN 2660-903
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CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Rafael Balza García
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o
re
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a América co
lo
n
ia
l... PP: 46-7
4
58
Razón de
los libros
que embarca par
a Cumaná Don
Fr
ancisco Dadelo y Sa
vinon en el
Pa
-
quebot
“Nuestra
Señor
a de
África
”,
su
Capitán
y Maestr
e
Don Juan
Bautista
Dadelo,
1761.
Física
del Padre (Juan Antonio) Nollet (Leal, 2014, T
omo II: 253)
Nota
de
cinco
cajones
de
libros
que
embarcan
la
viuda
de
Don
Santiago
Irrisari
e
hijo
para Car
acas en el Navío “San Carlos”, su Maestre Don Manuel de Sor
ondo, 1761.
Id.
Philosophia,
un
tomo
en
4°
(
Filosofía Racional, Natural, Metaphysica y Mor
al
)
23
(Leal,
2014, T
omo II:
260).
En
otro
dato
agrega
Leal:
Nota
de
los
libros
que
contiene
un
cajón No.
1 que
la
Viuda
de
Don Antonio Irrisarri e Hijo, apoder
ados de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas,
envía en el Navío “San Carlos”
que hace el viaje al Puer
to de la Guaira, 1761.
1 T
omo de
Car
tas
(Eruditas y Curiosas) del Padre (Benit
o Jerónimo) Feijóo.
1
Espectáculo de la Natur
aleza
(del
Abate Ant
onio Pluche),
16
tomos.
(Leal,
2014,
T
omo
II:
269).
1
tomo
4
o
, de cartas del P
. F
eijóo. Dizionario Moreri, 10 tomos. 1 Espectáculo de la
Naturaleza (A
GI, 1761, Contratación, 1690, Cádiz, 2-XI. Dorta, 262).
Libros embarcados en el Na
vío “San Carlos” para entregar en Car
acas al Reverendo
Padre F
ray Domingo Marr
ón, del Orden de Predicadores, 1761.
1 Juego
Espectáculo de la Naturaleza
(del Abate Antonio Pluche), 16 tomos en 4°
1 Juego de (Benito Jer
ónimo) Feijóo, 18 tomos en folio. (Leal, 2014,
T
omo II: 264, 265)
Nota
de
los libros
que
se
han
de
embarcar del
ilustrísimo
Señor
(Mariano
Mar
ti),
Obispo
de Puer
to Rico en el Navío nombr
ado “San Carlos” de la Real Compañía de Caracas, 1761
T
osca (Vicente), 17 tomos
24
. (Leal, 2014, T
omo II:
269).
Entre los libros y cajones enviados desde España en 1761 al Re
verendo P
. Fr
ay Domingo Ma
-
rrón de la Orden de Pr
edicadores, se encuentra: “1 juego Espectáculo de la Natur
aleza, 16
tomos
en
4
0
(…)
1
juego
de
Feijóo,
18
tomos
en
4
0
” (AGI, 1761, Contr
atación, 1690, Cádiz, 12-X).
1762
Don Lorenzo Ant
onio de Ponte y Villegas, hacendado de Caracas, 1762
Itt. La
Aritmética
de T
ejeda
25
.
23
Se tra
ta de un libro escrit
o por Juan Bautista Berni en 1736. Berni fue un filósof
o y sacerdo
te español que nació en
Valencia en 1705, y f
alleció en esa misma ciudad en 1738. Su
Filosoa
Racional,
Natural,
Metaph
ysica
y
Moral
se public
ó
en 4 volúmenes, de los cuales, el segundo, es
tá dedic
ado a la filosofía natural o físic
a experimental; fundament
almente
la exposición y explicación de la física moderna la t
oma del
Compendium Philosophicum
de T
omás Vic
ente T
osca. Y suele
inscribirse en el cuadro de la renov
ación científica y filosófica v
alenciana del período preilustr
ado [Guiroz-Martínez, 1949].
24
Se trat
a del
Compendio
Matemáco
del P
adre T
osca.
Lo curioso es que habla de 17 tomos cuando la obr
a complet
a const
a
de 9; imaginamos que traía c
asi dos juegos de cada uno
.
25
De Gaspar de T
ejeda poc
os datos hay al respec
to sobre su vida; sin embar
go, siendo español, se sabe que la obr
a que
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
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59
Itt.
Elementos de la Matemática
del Padre Urendinglen.
Itt.
T
rece
T
omos
de
el
Espectáculo
de
la
Naturaleza
(Antonio
Pluche).
(Leal,
2014,
T
omo II: 275, 277, 278)
Libros
que
embarca
a
la
Guaira
el
Padre
Marcos
Escorza,
de
la
Compañía
de
Jesús,
Procur
ador General de las Pro
vincias de Indias y Superior del Hospicio de Santa María,
en el Navío “San F
rancisco Javier” de la Real Compañía de Caracas, 1762
Espectáculo de la Naturaleza
(del Abate Antonio Pluche), 16 tomos.
Phisica
del Colegio de Santo
T
omás
26
(Leal, 2014, T
omo II: 280-281)
1764
Don Juan de Vetancourt
y Castro, vecino de Car
acas,
1764.
Ittem. Otro
Espectáculo de la Naturaleza,
(del
Abate
Antonio
Pluche) (Leal,
2014,
T
omo
II:
308)
1765
Libros e instrumentos de Matemáticas r
emitidos a Caracas en el Navío “San Judas
T
adeo
” de la Compañía Guipuzcoana, 1765.
En esa fecha, don José Elorga embar
có por cuenta y riesgo de don Mar
tín Iriar
te “un
cajón tosco de cuatro en car
ga con libros” y “
dos cajones con instrumentos matemá
-
ticos, rotulados a don José Solano, Gobernador de Car
acas. (REGISTRO PRINCIP
AL,
Caracas, T
estamentaria,
A1-1765).
Gilber
to Ignacio Upton
de Fuentes, factor
de la
Compañía Guipuzcoana,
vecino de
Ca
-
racas, 1765.
Itt. Dos obras
Espectáculo de la Naturaleza
(del Abate Antonio Pluche), en diez tomos de
a cuar
to cada uno.
Itt.
Memoria para la Hist
oria de las Ciencias,
cinco tomos en octav
o, en pasta
27
.
Itt. Seis tomos
Ciencia de las Ar
tes
(Juan Mar
tínez Salafr
anca)
28
escribió fue uno de los primeros es
tudios españoles sobre c
ontabilidad. La obra aquí c
atalog
ada debe ser
Suma de Arith
-
meca prácc
a y de todas
Mercaderías con la
Horden de Cont
adores,
publicada en Valladolid en 1546.
26
No se han encontr
ado datos hast
a ahora sobr
e este t
exto, y si er
a algún tex
to en particular sobre físic
a de dicho Colegio.
Sin embar
go, por su relación c
on el área objet
o de investigación nos p
arece c
onveniente y necesario ref
erirlo. T
al vez se
tra
te de algún clásico de física de la époc
a que sólo se menciona o se regis
tra con una sola p
alabra, usado por ese Colegio
.
27
Es un libro de T
revoux y Joseph Vicente de Rus
tant,
Memorias
para
la
Historia
de
las
Ciencias
y
Bellas
Artes,
publicado en
Madrid en 1754. Como señala Le
al, José Vicente de Rus
tant “(…) hizo una versión al cas
tellano de las f
amosas
Memorias
de los P
adres de T
revoux
(…) de las que sólo ap
arecieron dos volúmenes” [Le
al, 2014, T
omo II: 317].
28
Juan Martínez de Salafranc
a (1697-1772) fue un filólogo, periodist
a, escritor y sacer
dote esp
añol. P
artidario y defensor
de la Filosofía moderna y de la Ilustr
ación. El tex
to en cuestión que allí se menciona debe ser
Memorias eruditas para la
críca de
artes, y
ciencias
e
xtrahidas
de
las actas,
bibliothecas, observaciones,
ephemerides,
memorias, relaciones,
miscelaneas,
hist
orias,
dissertaciones de todas las Academias de la
Europa, y de los
authores de mayor fama entre los eruditos,
publicado en
Madrid en 1736 e influido fuertemente por Benit
o Feijóo.
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Rafael Balza García
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lo
n
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Itt.
Aritmética
(especulativa y pr
áctica y Ar
te de Algebra, en la cual se contiene t
odo lo
que per
tenece al Ar
te menor
o mercantil y a las
dos Algebras, r
acional e
irr
acional con
la
explicación
de
todas
las
proposiciones
y
problemas
de
los
libros
quinto,
séptimo,
octavo, nono y décimo del Principe de la Matemática E
uclides) de (Andrés) Puig. (Leal,
2014, T
omo II:
317, 318)
1766
Felipe de Retortillo y Livarona, comer
ciante en Caracas, 1766.
Ytten. Otr
o
Aritmética
de (Juan Pérez de) Moya, maltratado. (Leal, 2014,
T
omo II: 328)
Libros
que
embarca
para
la
Guaira
Don
José
Juan
Bautista
Jordan
e
Hijo
en
el
Navío
“Nuestra Señor
a Santa Ana
”, de la Compañía Guipuzcoana, 1766.
4 T
omos de
la Descripción de las enfermedades de los ejércitos (Juan Galisteo)
3 T
omos Rivera, Cla
ve Médico (
Clave médico-quirúr
gico universal y diccionario médico-qui
-
rúrgico, anatómico, miner
alógico, botánico, zoológico, farmacéutico, químico, hist
órico-políti
-
co.
Madrid, viuda de Fr
ancisco del Hierro, 1730, 3
T
omos).
1 T
omo Serrano (Ant
onio González),
Astronomía Universal
29
.
16 T
omos Espectáculo
de
la
Naturaleza (del
Abate
Antonio Pluche)
(Leal,
2014, T
omo
II: 331)
Dato
que
se
conrma
en
el
AGI
con
la
factura
de
los
libros
que
contiene
un
cajón
que
se
encuentra en la Real Aduana rumbo a La Guair
a, para Don José Juan Bautista Jor
dán e
Hijos, donde se encuentran 16 t
omos de las
Car
tas
Edicantes,
16 tomos del
Espectáculo
de la Naturalez
a
y 1 tomo de
Astronomía Universal
de Serrano (A
GI, 1766, Contratación,
1692, Cádiz, 28-VII).
Memoria de los libros remitidos de Madrid por Don Manuel Gar
cía T
ejada a Don Juan
Bautista de Laurnaga,
de Cádiz,
en siete cajones
y que van al
Puer
to de la Guaira en el
Navío de “Santa Ana
” de la Compañía Guipuzcoana, su Maestre Don Miguel Ir
azabal,
1766.
6
Aritmética
(práctica y especulativ
a) de (Juan Pérez de) Moya.
1 Mar
tín Martínez (Anatomía Completa del hombre con todos los hallazgos, nue
vas
doctrinas y observaciones rar
as y muchas advertencias necesarias para la Cirugía)
1 (Gaspar de los) Reyes (F
ranco), de Medicina.
29
La obra se titula
Astronomía Universal t
eórica y prácca.
Gonz
alo Antonio Serrano (1670-1761) fue un médic
o, matemá
tico
y astr
ónomo de Córdoba-España de la primer
a mitad del siglo XVII. Y c
omo señala Gutiérrez-Rubio, “
alzó como un distin
-
guido científico
, amante de la astronomía y la medicina. Dur
ante 10 años os
tentó el carg
o de Cirujano Mayor del Ejército y
Re
ales Hospitales de Ceuta, tr
as lo cual volvió de nuevo a Córdoba, lug
ar desde el que abrió cátedr
a libre de A
str
onomía y
A
s
trología (…) Fruto de t
odos sus estudios, publicó gr
an cantidad de libros y
, par
a poder imprimirlos, estableció en 1730
su propia imprent
a en la calle Cís
ter
” [Gutiérrez-Rubio
e
t al.
, 2018: 33].
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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1 Historia Natur
al y Médica (del Principado de Asturias) (Gaspar Casal).
2 Rubio (Fr
ancisco), Ar
te de Curar
30
.
1 Burlet, Diser
taciones Médicas. (Leal, 2014, T
omo II: 332, 335)
En el Navío “Santa Ana
” Don Juan Bautista embarca 2 Aritméticas de Moy
a, las obras
de Feijóo y varias obr
as físico-médicas, como la de Mar
tín Mar
tínez, 1 Historia Natur
al
y médica, las Diser
taciones Médicas de Burlet, 1 Reyes de Medicina y 2 Arte de Curar
de Rubio (AGI, 1766, Contr
atación, 1692, Cádiz, 19-VIII).
Astronomía univ
ersal theorica, y práctica, conforme a la doctrina de antiguos y modernos astrónomos,
de Gonzalo A
ntonio Serrano
30
Como señala Leal, “Se tr
ata del médic
o Fr
ancisco Rubio (1740-1774), natur
al de Valencia (España), aut
or de
Medicina
hipocráca o art
e de conocer y de
curar las enfermedades por
reglas de observación y e
xperiencia…
Madrid, imprent
a Real de la
Gace
ta, 1774” [Le
al, 2014, T
omo II: 335].
ISSN 2660-903
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62
1774
Don
Fr
ancisco
de
Iriar
te
embarca
en
1774
las
obras
de
F
eijóo
y el
Diccionario de
Moreri
para
Caracas
en el
Navío
“San Rafael”,
dentro de
4 cajones
de libr
os de
carácter r
eligio
-
sos (AGI, 1774, Contratación, 1694, Cádiz, 27-VIII).
1777
Don José Antonio Rodríguez, destinado subteniente del batallón veter
anos de Caracas,
en 1777 en el Navío “San Carlos” embarca el
Espectáculo de la Naturaleza
y las obras de
Feijóo (AGI, 1777, Contr
atación, 1695, Cádiz, 16-XI).
1785
Se cuenta también de la llegada, casi inmediatamente de su publicación y por Real Orden
y a manos del gobernador de Caracas, del libr
o de Mr
. Sage,
Ar
te de Ensayar or
o y plata;
Bosquejo o Descripción Comparativ
a de la Copelación de las sustancias Metálicas por medio del
Plomo o el Bismuto; y Oper
aciones para sacar el Or
o más puro que por el Método de la Separ
ación
o Apar
tado.
Un
libro
sobr
e
el
tr
atamiento
de
metales
en
corr
espondencia
con
t
odos
los
nue
-
vos
descubrimientos
modernos
sicoquímicos
bajo
el
método
de
la
experimentación
31
;
como
lo
trata
en
el
punto
XXXIV:
“Experimentos
que
prueban
que
el
plomo
no
contiene
Oro, como lo dan á en tender algunos Sabios modernos” (Sage, 1785: 77). Se lee bastante
claro en el dato que, par
a 1785, “el gobernador de Car
acas acusa recibo de la real orden y
ejemplares que tr
ata del nuevo
ar
te de ensayar or
o y plata, escrito por el
francés Mr
. Sage
y traducido a nuestr
o idioma por orden de su S.M” (AGI, 1785, Car
acas 88, 20-XII).
1795
Otro caso, emblemático históricamente, es el de José María España, conocido en la his-
toria colonial venez
olana por la famosa Conspiración de Gual y España. Contaba entre
su biblioteca con las obras clásicas de F
eijóo, con el ya mencionado
T
eatro Univ
ersal
y su
Car
tas Eruditas;
y con “bastante entusiasmo leía también la
Lógica Moderna,
del español
Andrés
Piquer
,
hombre
de
vasta
cultura
y
escritor
fecundo,
que
formuló
en
España
las
reglas
de investigación
cientíca. Y
para
aquilatar su
cultura
enciclopédica, el r
evolucio
-
nario guaireño atesoraba en los anaqueles de su biblioteca el
Diccionario de Medicina
de
Lavoiser
, el
Diccionario
geográco
de Lorenzo E
chard (…)”. Igualmente, “Nótese también
un extraor
dinario interés por la lectura de los libr
os de matemáticas, trigonometría y bo-
tánica como los titulados
Naturaleza y virtudes de las plantas,
de Fr
ancisco Jiménez, y el
T
ratado sobr
e el cultivo de las tierras,
traducido del fr
ancés al castellano
”. Así pues, no fue
31
El mismo Mr
. Sage señala y habla de sus experimentos y de su experiencia c
omo químico: “Hice present
es mis descu
-
brimientos al Minis
terio de Hacienda: pero Mr
. Tillet; presumió probar que quedab
an sin fuerzá ne
gando que el ácido
nitroso disuelv
a el oro. En medio de eso no ignorab
a Mr
. Tillet que Brandt habia ex
ecutado el dia 5 de Marzo de 1748,
presenciándolo el Rey y la Academia de Suecia, los experiment
os que verifican la certez
a de la disolucion del Oro por
medio del ácido nitroso; á que se añade que t
ampoco debió de tener present
e que sus propias Memorias, impresas entre
las de la Academia rela
tivas al año de 1763, confirman el descubrimient
o del Químico Sueco
.
” [Sage, 1785: IV].
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63
“España
un
revolucionario
iletr
ado
sino
un
criollo cult
o
que
aspiraba
a
cambiar
el
estado
social, político y económico de sus contemporáneos” (Leal, 1985: 478-479).
Ar
te de Ensay
ar oro y plata; Bosquejo o Descripción Comparativa de la
Copelación de las sustancias Me
-
tálicas por medio del Plomo o el Bismuto; y Oper
aciones para sacar el Or
o más puro que por el Método
de la Separación o A
par
tado,
de Mr
. Sage.
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64
1797
Don Juan de V
egas, rico comerciante y dueño de muchas tierras y esclav
os, con las
mejores propiedades y casas de Car
acas, poseía una biblioteca avaluada en 705 pesos
alrededor del año 1797, y contenía libros de medicina, matemáticas, ciencias físicas
y una variedad de textos en el pensamient
o ilustrado. En medicina poseía la
Cirugía
de Juan del Castillo, una
Medicina Racional,
un Tr
atado
De Botica
de Oviedo y el muy
conocido para la época el
Florilegio medicinal
de Esteynefer
. Y en relación con el pensa
-
miento
moderno de
la ilustr
ación y
la ciencia,
“que
satirizaba a
la nobleza
ociosa, pedía
incorporar las ciencias “útiles” a la enseñanza y atacaba la política monopolista espa
-
ñola, era estudiado por don Juan de V
ega en las obr
as de Feijóo (15 tomos), Antonio
de Capmany (
T
eatro Hist
órico Crítico de la elocuencia española
) Campomanes (
Discurso
sobre el fomento de la industria popular
,
Madrid,
1774)
(…)
Pluche
(
Espectáculo de la natu
-
raleza,
Madrid, 1753, 16 tomos) (…) Louis Moreri (
Diccionario histórico
) (…) una
Aritmética
del Padre José Zarago
za (…)”
(Leal, 1985: 475).
1800
El médico y protagonista de la Independencia de V
enezuela, Fr
ancisco Isnardi, ya par
a
1800
poseía
“libros
y
diccionarios
de
losofía,
entre
los
cuales
destacan
nada
menos
que cuatr
o tomos
de Pierr
e Bayle,
pero
también seis libr
os de
Feijóo (no
se especican
los
títulos,
aunque
sí
se
dice
que
los
de
Feijóo
se
encuentr
an
en
español)”;
y
“Sobre
los libros, indica
el expediente,
que “
solo
se reducen, a
losofía, historia,
matemáticas,
y
otras
ciencias”,
y
se
agrega
al
nal
que
se
tr
ata
de
«libr
os
de
asunt
os
indiferentes»”
(Silva,
2013: 111). No
es casual
dicho material
bibliográco, y
a que
“Isnardi tenía
cono
-
cimientos de astronomía, medicina y física, por esa r
azón el Gobernador de Cumaná,
Vicente de Emparam, le encar
gó la elaboración de un plano de la costa (…) tenía una
formación enciclopédica, y tuvo una importante par
ticipación en la primera etapa del
proceso de emancipación venez
olana (…) (y) formó una biblioteca muy completa de
102 volúmenes.
” (UCAB, CICSVIPRENSADELAINDEPENDENCIA). Del mismo
Isnardi en
dicho documento se señala lo siguiente:
[Isnardi]
ha ocupado
todo el
tiempo
que le
ha
sido posible
en la
Física,
en la
Astronomía,
en la
Geo
-
metría, en
la Historia Natural,
en la Medicina, en
la Música, y
en la Pintura
con mucha ación
que le
ha
conducido
a
formar
una
colección
de
libros
de
estas
clases
(…)
sin ser
profesor de
ninguna de
las
Ciencias
insinuadas,
ha
ejercitado
su
tiempo,
su
talento,
y
su
observación
un
poco
sobre
cada
una
de
ellas,
bien
sea
para
su
propio
recreo,
y
ya
en
benecio
de
las
gentes
de
la
costa
del
Golfo
Triste
donde
no
hay
médicos
ni
cirujanos,
y
ha
curado
muchas
enfermedades.
(Reproducido
por:
Silva, 2013: 114)
32
.
32
Llama la atención que, en def
ensa de Isnardi, salió el muy conocido gobernador Emp
aran. Según Silv
a, la defensa la hac
e
por su “
amor a las ciencias”
, como lo describe el mismo Humboldt cuando lo conoc
e: “Demasiado amaba las ciencias el Sr
.
De Empar
an par
a que encontrase ex
traño que de t
an lejos viniésemos a recog
er plantas y a determinar la posición de lug
ares
por medios astr
onómicos. No atribuyó otr
os motivos a nuestr
o viaje” [Humboldt, 1942, T
omo I: 381]. Además de ello, dice
Humboldt también, que “
Se interesó viv
amente en todo lo que se relacionab
a con la física, y pre
guntó, con gr
an admiración
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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65
T
odos
estos
datos
dan
cuenta
de
que, así
como aument
ó
la
llegada
de
libros
no
cientícos
desde España a comienzos de la segunda mitad del siglo XVIII hasta inicios del siglo XIX, en
cuanto
a
las
obras
especícamente
físicas,
matemáticas
(y
médicas),
también
su
número
fue
en
aumento
y
con
alta
presencia
en
las
distintas
bibliotecas
venezolanas.
Aumento
que
ocurrió
progr
esivamente
a
medida
que
cerraba
el
siglo
XVIII,
dando
mayor
visibilidad
a
un
nuevo tipo de text
o y de lectura entre —o en el or
den de— los, poco a poco desplazados, libros
or
todo
xos reejo de la autoridad del momento.
Un
trabajo
estadístico
que
da
fuerza
a
esta
tesis
es
el
de
Cristina Soriano
de
la
Universidad
de Villanova,
Bibliotecas,
lectores
y
saber
en
Car
acas
durante
el
siglo
XVIII.
Como bien señala la
autor
a,
en
lo
que
respecta
a
los
libros
en
general,
“a
medida
que
se
avanza
hacia
el
nal
del
siglo XVIII y principios del siguiente, el número de libros por biblioteca aumenta consider
able
-
mente
-al
doble-;
en
otras
palabras,
las
bibliotecas
de
los
“pocos
lectores”
poseen
cada
vez
mayor
es cantidades
de libros
a medida
que
nos acercamos
a la
última década
del siglo
XVIII”
(Soriano,
2014:
246).
Y
en
lo
que
respecta
a
libros
de
ciencia,
como
podemos
deducir
de
los
anteriores
dat
os,
también
poseen
una
mayor
presencia;
sobre
todo,
con
un
acento
especial
en
física,
matemáticas
(y
medicina).
Per
o
con
el
particular
de
que
se
trataban,
en
gran
medida,
sobre
todo
los
que
abordaban
los
temas
físicos,
de
libros
con
un
carácter
enciclopédico
y
divulgativo;
pues los libros
especializados escritos
por los padr
es de la
física, la astr
onomía o
la química no aparecen en ninguna
de las bibliotecas descritas.
4. P
osicionamiento de la ciencia e
xperiment
al. Sobre el do
-
minio de los aut
ores y t
emas científic
os
Aunque el
anterior
rastreo no
es
un
mapa total
de
las
bibliotecas en
la
Provincia de
Cara
-
cas,
pues aún
se puede
adolecer
de algún
dato,
la media
o
la constante
que podemos
presen
-
tar
como
dato
proporcional de
lo
que
se
leía,
es
que
entre
los
principales
libros
de
ciencia
lo
común era que
se
leyer
an libros
de comentadores
o libros
de matemática
donde se
incorpo
-
raba la física y la astronomía. Entre las principales obras que encontr
amos
en esa diversidad
de propietarios de bibliotecas están, según su cantidad y sistematización por autor y tema (y
así, imaginamos, tuvo que ser con
otr
as bibliotecas
no registr
adas):
•
Las obras del benedictino Benit
o Jerónimo Feijóo y Montenegro. Sin duda, el más
leído
en
el
siglo
XVIII
venezolano
(e
hispanoamericano);
siendo
uno
de
los
primeros
representantes de la Ilustr
ación española de dicho siglo en España, y uno de los pri
-
meros en conocerse en V
enezuela. Sus obras llegar
on a lo largo del siglo en un nú
-
mero consider
able, siendo ya muy apreciada su lectur
a en España como autor muy
polémico.
nuestr
a, si pensábamos que b
ajo el hermoso cielo de los trópicos c
ontenía la atmósfer
a menos nitrógeno (azólic
o) que en
España, o si la r
apidez con que se oxida el hierro en es
tos climas er
a únicamente efec
to de la mayor humedad indicada por
el higrómetr
o de cabello. El nombre de la p
atria, pronunciado en una lejana cos
ta, no hubier
a sido más agradable al oído de
un viajero que lo fueron p
ara nosotr
os las palabras nitr
ógeno, óxido de hierr
o, e higrómetro
” [Humboldt, 1942, T
omo I: 391].
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•
Le sigue en número y tema la obr
a del Abate Noël Antoine Pluche,
Espectáculo de la na
-
turaleza o Conv
ersaciones acerca de las par
ticularidades de la historia natur
al
(1785).
Una
obra fr
ancesa sobre ciencias natur
ales también muy leída en España y una de las más
populares en historia natur
al en el siglo XVIII. Muy leída en la Provincia de Car
acas
desde
ya
iniciado
el
siglo
XVIII
y
desde
recién
publicada
en
1732.
En
lo
que
respecta
a V
enezuela, también llegó a una “amplia
” y diversa audiencia, y según pudimos apre
-
ciar
, compite con Feijóo en proporción de ejemplar
es ubicados en las distintas biblio
-
tecas personales. Su trabajo,
El Espectáculo de la Natur
aleza,
fue una forma “
general” de
inuir en el
desarrollo cientíco en la
pro
vincia,
ofreciendo una comprensión básica e
introductoria al nuev
o pensamiento cientíco.
•
Le siguieron las obr
as de Aritmética, Algebra,
T
rigonometría, Geometría y las de Ma
-
temáticas con un acento gener
al e introductorio. Entre ellas está la obr
a de Moya,
quien es conocido por escribir diferentes textos de álgebr
a, geometría, aritmética, as
-
tronomía y muchas otros más sobre navegación; y que se
hicieron importantes
entre
el siglo
XVII y
XVIII
en España destacando
la impor
tancia
que tiene
esta disciplina
en
el conocimiento del mundo físico y en el conocimiento de las demás ciencias físicas
(cabría
suponer
que
también
pudo
ser
una
obr
a
de
cabecera
del
mismo
Baltasar
de
los Reyes Marr
ero).
•
Pero,
sin
duda,
una
de
las
más
leídas
y
traídas
a
la
Provincia
de
Venezuela,
y
que
formó par
te importante de las mencionadas bibliotecas personales (como de seguro
también obra muy leída por Baltasar Marr
ero), es el
Compendio Matemático. En que se
contienen todas las materias más principales de las ciencias, que tr
atan de la cantidad
del
Padre Vicente
T
osca. Obr
a publicada en 9 volúmenes en lengua romance y de la cual,
el
volumen
IV
,
tr
ata
los
temas
de
la
Estática,
Hidr
oestática,
Hidrotecnia,
Hidrometría;
el
volumen
VI
el
de
Óptica,
Perspectiva,
Catóptrica,
Dióptrica,
Meteoros;
el
T
omo
VII
de
Astronomía;
y
el
VIII
de
Astronomía
Pr
áctica,
Geografía
y
Náutica.
Y
a
sabemos,
así, que desde 1750
este trabajo estuv
o circulando por la V
enezuela colonial; dejando
huella en sus lectores de algo nue
vo en el saber
.
•
Continúan,
aunque
en
menor
número,
pero
no
menos
importantes,
al
contrario,
de
una impor
tancia extrema par
a el conocimiento y desarrollo de la ciencia experimental
en la
Pro
vincia,
obras de Historia Natural, Química, Cosmografía, Astronomía y
Física
Experimental algo más especializadas. V
ale mencionar la del clérigo Jean-Antoine No
-
llet,
Lecciones de física experimental;
las
Institutiones physicae
del físico y médico holan
-
dés
Pieter
van
Musschenbroek;
en
una pr
oporción
algo
considerable
El gran diccionario
histórico, o miscelánea curiosa de la historia sagr
ada y profana
de L
uis Moreri, publicado
en 1753
en 8
tomos (aunque evidentemente no
fue estrictamente
un libro de
ciencia,
pues abordó diversas temáticas, en el mismo se habla “
de los autores antiguos y
modernos,
y de
cuantos
se hicieron
famosos
en
alguna ciencia
y
ar
te”; siendo
citado
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con
gran frecuencia
por
el
mismo
Feijóo);
el
Diccionario Universal de Física
de Brisson,
citado recurrentemente por el F
ray Ant
onio Navarrete y por Alejandr
o de Echezuría,
quien para 1803 regentaba la cátedr
a
de losofía de la Universidad de Caracas.
Compendio Mathematico, en que se contienen todas las materias más principales de las Ciencias, que
tratan de la cantidad
del Presbíter
o Vicente T
osca.
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•
En manos de académicos o ingenieros militares algo más conocedor
es de ciencias, o
autodidactas como Carlos del Po
zo, las obras se van haciendo más rigur
osas cientí
-
camente, aunque no
en número tan
considerable como
las de Feijóo
o T
osca. Como
el
Ensayo de la electricidad de los
cuerpos del Abate Nollet,
Elementos de física teórica y
experimental
de Sigaud de Lafond y
,
Experimentos y observaciones sobre la electricidad
de
Benjamín Fr
anklin. Los cursos de matemática escritos por la Real Academia de Barce
-
lona, la
Matemática
de M. Guismée y la de Mr
. Clermont, también estuvieron presentes.
Cada uno de esos temas y autores jugó un papel importante en posicionar a la ciencia dentro
de
la
sociedad,
y
en
conjugar
una
serie
de
fact
ores
literarios
y
sociales
que
permitieron
ir
des
-
plazando
el
tipo
de
lectura
tradicional
escolástica
y
griega;
y
la
atención
y
discusión
de
cier
tos
temas
que
se
daban
en
el
seno
de
la
comunidad
religiosa
o
académica.
Pero
un
posicionamiento
que
podemos
deducir del
modo
cómo
se
fue
conformando
el
orden literario
de las
distintas
bi
-
bliotecas
y
la
posesión de
libr
os desde
1750
hasta
el
inicio
del
siglo
XI
X;
este
orden
se
da
bajo
un
proceso de desplazamiento de las primer
as obras enciclopédicas por obr
as más especializadas.
En
el
ínterin
de
ese
posicionamiento
del
libro
cientíco
a
lo
largo
de
la
segunda
mitad
del
siglo
XVIII,
vemos
cómo
las
primeras
obr
as
cientícas
de
carácter
enciclopédico
van
siendo
complementadas —o hasta sustituidas— por textos más formales en la presentación y ex-
plicación de la física experimental y la astronomía. Pasamos del
texto enciclopédico
al
texto
especializado
en
la
medida
que
la
élite
académica,
intelectual
y
social
va proyectando
más
su
atención hacia la necesidad de enseñar e institucionalizar la física experimental y la matemá-
tica. Pasamos de Benito Feijóo a Jacques Brisson,
Jean Antoine Nollet y Sigaud
de Lafond en
poco menos de medio siglo. De libros más gener
ales como el
Espectáculo de la Naturaleza
a
otros más especializados y atentos a las aplicaciones pr
ácticas en las dos últimas décadas
del siglo XVIII, como el
Ensayo de la electricidad de los cuerpos
del Abate Nollet, los
Elementos de
física teórica y experimental
de Sigaud de Lafond o, el
Ar
te de Ensayar or
o y plata; Bosquejo o Des-
cripción Comparativ
a de la Copelación de las sustancias Metálicas por medio del Plomo o el Bismuto;
y Operaciones par
a sacar el Oro más puro que
por el Método de la Separación o Apartado
de Mr
. Sage.
Este proceso de desplazamiento estaba exigiendo un context
o más institucional en la
enseñanza de la física, empujando a muchos actores sociales a r
econsiderar la enseñanza y
la lectura clásica y
el valor que
tenía la ciencia
en el
progr
eso
y desarrollo social.
Se hace im
-
por
tante, así, en ese contexto, ampliar las obr
as enciclopédicas por trabajos más minuciosos
y especializados en las leyes de Newt
on, la astronomía copernicana, la electricidad o la mecá
-
nica (algo
que se
ve también en
el campo
de la
medicina y
la cirugía,
donde el libro
antiguo y
general
sobre medicina
es desplazado
por el de
anatomía,
siología o los
informes médicos).
V
emos cómo los procesos y dispositivos de sustitución y desplazamiento no sólo de la
vieja
literatur
a,
sino
también
de
los
primeros
tipos
de
libros
cientícos,
van
creciendo
en
inten
-
sidad
con
el
acercamient
o
del
cierre
del
silgo
XVIII.
Y
los
textos
canónicos,
aunque
aún
con
buena presencia, también se ven r
educidos en número, como nos dice nuevamente Soriano:
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69
(…) para la década
de 1780-1789, el panorama empieza a cambiar:
los libros religiosos siguen ocu
-
pando la categoría más importante, pero su presencia baja a poco menos de la mitad del total de
los libros
(…) [y]
Los demás
saberes
empiezan a
cobrar un
poco más
de importancia,
sumando casi
el 51 % del
total de los libros
(…) Luego tenemos que para
la década de 1790-1799, la
distribución
de los libros en las distintas categorías del saber continúa transformándose. La categoría de libros
religiosos continúa descendiendo y ocupa sólo un tercio del total de los libros (…) Asimismo otras
clases
de
libros
prácticamente
ausentes
en
las
décadas
anteriores
empiezan
a
presentarse
con
cierta
regularidad,
tales
como
los
libros
de
“Ciencias
Matemáticas
(y
físicas)”
(…)
En
la
última
(…)
(1800-1810)
la
situación
anterior
se
mantiene,
aunque
con
algunas
variables.
Los
libros
religiosos
continúan ocupando el primer lugar pero sólo con el 34 %; por ende, en comparación con la prime-
ra década éstos se han reducido prácticamente a la mitad (…)” (Soriano, 2014: 249, 250, 251, 252)
De
esta
forma,
“(…)
que
al
confrontar
la
situación
de
1770-1779
con
la
de
1800-1810,
la
relación entre los libr
os religiosos y los libros de saberes “
profanos” se invier
te completamen
-
te,
quedando
éstos
últimos
en
una
situación
privilegiada
frente
a
la
progresiva
reducción
de
los
libros
religiosos
en
las
bibliotecas
de
los
caraqueños
(…)”;
siendo
así
que,
“los
libros con
-
tenedores de saberes “
modernos y prácticos”, como los de Ciencias Matemáticas [y físicas]
(…) que a
principios del período en estudio
“brillaban por su ausencia”, empiezan a cobrar im
-
por
tancia
a par
tir
de
la
última
década
del
siglo X
VIII
y comienzos
del
siglo
siguiente,
aunque
nunca llegan a ser mayoría
” (Soriano, 2014:
252).
Aunque
disentimos
de
Soriano
en
el
punto
de
la
“ausencia
temprana
”
del
libro
cientíco,
pues
como
ya
hemos
visto
desde
1740
se
encontraban
las
obras
de
F
eijóo
y
Antoine
Pluche
entre las bibliotecas privadas,
sí
podemos
decir
que
el
nuevo
orden
del
saber
cientíco
que
dene los contenidos
de los libros
que llegaban de Eur
opa a la Pr
ovincia, comienza a despojar
los libros “de la
hegemonía del
contexto religioso para dispersarse hacia
nuevos contextos”; y
“uno de
los factores
que incidió en
esta tr
ansformación de los
libros en la
sociedad car
aqueña
fue, claramente, la Ilustr
ación [y la ciencia]. En el caso de los Reinos de las Indias, es más apro-
piado
hablar
de
“movimient
os
ilustrados”
que
de
“Ilustración
”,
pues
fueron
varias
las
formas
en que
la “Luces” se
tr
anspor
taron a
estas
tierr
as”
(Soriano, 2014:
254); una
de ellas,
como ya
vimos, a tra
vés de los libros enciclopédicos —o no— de ciencias. Evidentemente nunca fuer
on
mayoría
en
todo
el
siglo XVIII;
sin
embargo,
a
nales de
siglo,
sí
llegaron
a tener
cierto
poder de
cambio social y dominio de los temas de lectura. En pr
oporción de ejemplares nunca fueron
competencia par
a los libros
teológicos y losócos, sin
duda, pero en
la fuerza que colocaban
sus defensores par
a hacerlos visibles socialmente, creemos, el asunto fue distint
o.
5. Conclusión. Lo
s libros científic
os y lo
s cambios epis
témi
-
c
os de una sociedad en crisis
Aumento
en
la
lectur
a,
bibliotecas
privadas
y
libros
de
car
ácter
ilustrado
y
cientíco
se
vio
en
la
Provincia
de
Venezuela.
Y
todo
ello
sin
que
se
tenga
noticia
de
que
alguno
fuese
condenado,
expurgado
o
excomulgado,
a
pesar
de
que,
“La
Corona
desde
muy
pronto
se
preocupó de que a aquellas tierr
as no pasaran libros de ‘hist
oria e cosas profanas’ (…) y pidió
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70
a
los ociales
de
la
Casa
de Contratación
que sólo
autorizaran la
salida
de obras ‘tocantes
a
la religión cristiana e
de vir
tud’, en
que puedan ejercitarse los
indios y los demás
pobladores”
(Hernández, 2021: 62)
33
. O de que
ya muy tempr
ano algunas
bulas papales señalaran que:
Ningún
librero
ni
impresor
de
moldes
o
mercader,
ni
factor de
los susodichos,
no
sea
osado
de
hacer
imprimir de moldes
de aquí en adelante, por vía
directa ni indirecta ningún libro
de ninguna facultad
o
lectura,
o
obra,
que
sea
pequeña
o
grande,
en
latín
ni
en
romance,
sin
que
previamente
tengan
para
ello
nuestra
licencia
y
especial
mando
ni
sean
asimismo
osados
de
vender
en
los
dichos
nuestros
rey
-
nos ningunos
libros
de
moldes, que
truxeran
fuera de
ellos,
de ninguna
facultad
o materia
que
sea,
sin que
primeramente sean
vistos o
examinados y… hayan
licencia de
ellos para
ello, so pena
de que
pierdan
todos
los
dichos
libros
y
sean
quemados
todos
públicamente
en
la
plaza
de
la
ciudad,
villa
o ciudad donde
los hubieran hecho o
donde los vendieren. (Reproducido
en: Hernández, 2021: 60).
Ahora bien, vist
o hasta ahora dicha propor
ción de obras en las bibliotecas re
visadas, y el
orden
de
presencia
progr
esiva
de
los
textos
cientícos
—o
vinculados
a
las
ciencias
expe
-
rimentales—
que
fueron
desplazando
otras
lecturas,
y
sin
un
poder
real
o
religioso
que
les
impidiera
el
paso,
podemos
decir
algo más
sobre
este
aspecto
en
relación
con
lo
que en
otr
os
trabajos hemos señalado (
Cfr
.
Balza
García,
2017;
2022)
sobre
el
modo
cómo
se
desarrolló,
se enseñó, se divulgó o se presentó la ciencia experimental en la Pr
ovincia de Caracas entr
e
1750 y 1800 en relación con sus libros.
En
primer lugar
, la
información
sobre
el nuev
o pensamiento
moderno
y cientíco
que
llegó
desde España y Europa y se intr
odujo en la sociedad venezolana entre el 50 y el 90 del siglo
XVIII, llegó, principalmente, en forma
divulgativa y enciclopédica;
proy
ectando la descripción de
un
panorama
general
de
pensamiento
que
estaba
cambiando
social,
académica
y
epistémi
-
camente
a
Europa y
a
España;
describiendo,
explicando
y
deniendo
los
nuevos
hechos,
tér
-
minos, conceptos, temas, realidades, mét
odos de investigación, asuntos de debates, autor
es
modernos
y
los
modelos
teóricos
que
estaban
inuyendo
en
desplazar
la
vieja
mentalidad
escolástica y griega. Algo entendible desde la forma cómo estaban escritas las obras de
mayor pr
esencia y número en dichas bibliotecas: como
compendio
de
ideas y debates
que ex
-
plicaban los aspectos centr
ales, por ejemplo, de las teorías mecanicistas, sin una explicación
rigurosamente formal y abstr
acta de las mismas. La ciencia comenzó a introducirse, en gr
an
medida,
como un
conocimiento
“
general”
a
inicios
de
la segunda
mitad
del
siglo XVIII,
que
lue
-
go fue especializándose
a medida que cerraba dicho siglo
hacia obras o conocimientos más
33
En lo tocante a la pr
ohibición de muchos libros de hist
oria, un dato lo deja bien claro en manos del Gobernador de Car
a
-
cas en 1779: “
el gobernador de Car
acas est
ará a la mir
a de que no se introduzc
a en su jurisdicción la hist
oria del descubri
-
miento de América, escrit
a y publicada en inglés por el Dr
. Guillermo Robertson, r
ector de la Universidad de Edimburg
o”
[AGI, 1779, Car
acas 85, 14-III]. O libros de origen fr
ancés: “
el gobernador acusa recibo de la r
eal cédula del 20-IV
-1778 sobre
la prohibición del libro en oc
tav
a mayor escrito en lengua franc
esa intitulado «Año 2440»” [AGI, 1778, Caracas, 254, 14-
VIII].
Misma conduc
ta que obser
vamos hacia un impr
eso llamado “Monitorio”: “El g
obernador acusa recibo del real desp
acho
de 2-XII-1769 sobr
e que se recojan los ejemplares impr
esos o manuscritos que se hayan intr
oducido del «Monitorio»”
[AGI, 1769, Car
acas, 214, 23-X]. Y y
a, con la expulsión de los jesuit
as en 1767, el Gobernador Don José de Matos prohíbe a
los autores jesuit
as: “
el gobernador Don José de Matos da cuent
a con t
estimonio de haber hecho publicar La Re
al cédula
del 18-X
-1768 por la que se manda a extinguir las c
átedr
as de la escuela jesuítica, y prohíbe el uso de los autor
es de la
Compañía p
ara la enseñanz
a” [AGI, Car
acas, 1769, 3-VIII].
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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especializados. Los transportadores, lector
es y comerciantes de este tipo de material fueron,
principalmente,
clérigos
y
representantes
de
la
elite
dominante
que
se
hicieron
diversos,
en
-
trando allí otr
os actores sociales como los hacendados o los ingenieros.
En
segundo
lugar
,
dado
lo
anterior
,
la
ciencia
y
la
física
experimental
que
leían
muchos
actores sociales a tr
avés de dichos text
os fue una ciencia y una física enfocada en concep
-
tos físicos y postulados copernicanos, newtonianos o galileanos en un lenguaje casi “intr
o
-
ductorio
”;
entretejida
y
asumida
también
como
una
crítica
a
los
modelos
tradicionales
de
conocimiento;
a
veces
entre
las
mismas
obras
matemáticas.
Esto
podría
explicar
,
en
par
te,
su relación y vinculación al pensamiento ilustr
ado. Compuestas por un profundo sentido de
racionalización del mundo y su v
aloración de la prueba empírica como elemento integr
ante
de esa racionalización, estás obr
as divulgativas colabor
aron en for
talecer un pensamiento
ilustrado
que
intentaba
minar
toda
autoridad
y
especulación;
ofreciéndole
a
la
ilustración
unos
temas
físico-losócos nuevos de comprensión del mundo.
En
tercer lugar
, según
la
propor
ción
de
obras que
podemos catalogar
en
las
bibliotecas
priva
-
das,
la
ciencia
llegó
también
entre
los
textos
matemáticos,
ejerciendo
una
cier
ta
inuencia
en
el
pensamiento
de
la
época
y
en
el
desarrollo
ingenieril
y
académico
de
la
misma
sociedad,
que
ya
hablaba de una mutación del saber losóco
hacia el saber experimental y pragmático.
Aunque a
la ciencia experimental no se le otorgó o se le dio su v
erdadero puesto institucional o catedr
ático
en
el
conjunto
de
profesiones
clásicas
que
se
daban
en
la
Universidad
de
Caracas,
que
seguían
determinadas por la visión or
todo
xa de la Iglesia Católica, o no se le usó más allá de la ingeniería
Militar
, hubo un esfuerzo en algunos por hacerlo, determinados por ese crecimiento en obr
as mate
-
máticas
y
por
el
valor
epistémico
que
estaban
tomando
para
comprender
el
nuevo
saber
cientíco.
Y
,
en
cuar
to
lugar
,
bajo
el
género
literario
que
dominó
ampliamente
la
forma
de
entrada
de la ciencia, caracterizado por un tipo de obr
a enciclopédica e introductoria, la misma r
e
-
marcaba
también
la
impor
tancia
de
la
ciencia
para
el
desarrollo
social.
Sin
duda,
ello
inuyó
y
determinó
el
rumbo
que
siguió
la
misma
en
la
Provincia
como
propulsor
a
de
los
cambios
y
el
desarrollo
social;
expresado ejemplarmente
en
el
Discurso económico. Amor a las letras en
relación con la agricultur
a y comercio
de Agustín De la T
orre, pronunciado en 1790.
Las
bibliotecas y
los libr
os fuer
on, así,
lugar de
entr
ada par
a el
nuevo
pensamiento
cientí
-
co y
depósito de ideas
renov
adoras en
términos de
la nueva ciencia;
y aunque no
transitar
on
explicita y más marcadamente las obr
as de Newton o Galileo como sí lo hicieron las obr
as
de Feijóo, por ejemplo, y a falta de una institucionalización de la ciencia experimental o de un
claro proceso divulgativ
o amplio de material impreso entre toda la sociedad, la Pro
vincia de
V
enezuela
no
fue esa sociedad oscura o atr
asada a los nuevos tiempos modernos (y cien
-
tícos)
como
en
su
momento
lo
expresó
la
Gazeta de Colombia
cuando decía: “
Antes del año
de 1810 (…) en la ciudad de Caracas no se conoció la impr
enta hasta 1808. De resto todo er
a
tinieblas e
ignor
ancia,
y sobre tales bases
se continuaba la
dominación española
que estaba
en choque con las luces
más comunes”. (
Gazeta de Colombia,
1822).
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72
La
sociedad
venezolana se
abrió
a
las
nuevas luces
cientícas
con
un
proceso
que inició
en los dispositivos liter
arios, con el interés común de otras colonias o la Península de encon
-
trar en la nue
va ciencia unas reformas sociales y un avance epistémico, pr
ofesional, acadé
-
mico
y
educativo,
como
ya
ha
quedado
claro en
la
historia
de
la
ciencia
colonial.
El
libro y
el
libro
cientíco
se
hicieron
par
te
de
la
cultura
colonial
en
cier
tos
sector
es
sociales,
desde
la
segunda
mitad
del
siglo
XVIII;
y
más,
si
“
desde
los
primeros tiempos
de
la
época
de
la
deno
-
minación española hubo libros en abundancia, aún en medio de los azarosos e
ventos de las
guerras civiles” (Lohmann Villena, 2000: 3).
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temid=
ISSN 2660-903
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75
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 75-88. Provincia de Pontevedra - España
La propiedad privada de la Hacienda “El Banco”
Municipio Sucre, Estado Zulia (1600-1830)
Edwar
d García Chourio*
RESU
M
EN
En la presente investigación se analiza la ev
olución de la propiedad del suelo de la hacienda El Banco, Mu-
nicipio Sucre del Estado Zulia, dur
ante el periodo comprendido entre 1600-1833, en particular sobre los indi-
cadores de asignación, instrumentos jurídicos y el pr
oceso de trasmisión de la misma. El estudio se asienta
sobre
la
revisión
documental,
bibliográca
y
sobre
las
tradiciones
orales
que
existen
sobre
el
pasado
de
la
hacienda de El Banco, en par
ticular las que se resguardan en el Registr
o Principal del
Estado Zulia (RPEZ), un
expediente que muestr
a la tradición
de la titularidad del suelo hasta
1833; en la Biblioteca Nacional Biblioteca
Febres Cor
dero (BNBFC) y el Archiv
o General de la Nación Colombiana (AGNC
), además de las relaciones de
los cronistas. El análisis de esas fuentes está orientado a la descripción de la evolución de la pr
opiedad del
suelo y los propietarios de la Hacienda El Banco. El estudio se inscribe en la corriente de la historia agr
aria de
las unidades de producción agrícola en Latinoamérica y en particular en Venezuela.
Palabras cla
ve:
Bobures, propiedad del suelo, pr
opietarios, Kirikires
The private property of the Hacienda “El Banco” Sucre
Municipality
, Zulia State (1600-1830)
ABSTRA
CT
In the present investigation, the ev
olution of the land ownership of the El Banco hacienda, Sucre Municipality
of the Zulia State, during the period between 1600-1833, is analyzed, in particular on the allocation indicators,
legal instruments and the process of tr
ansmission of proper
ty
. the same.
The study is based on the docu-
mentary
, bibliographic r
eview and on the oral tr
aditions that exist about the past of the El Banco hacienda,
par
ticularly
those
that
are
kept
in
the
Main
Registry
of
the
Zulia
State
(RPEZ),
a
le
that
shows
the
tradition
of land
ownership until
1833; in
the National
Library Febres Cordero Library (BNBFC) and the
General Archive
of the Colombian Nation (AGNC), in addition t
o the repor
ts of the chroniclers.
The analysis of these sources
is oriented to the description of the ev
olution of land ownership and the owners of Hacienda El Banco. The
study is par
t of the current of agr
arian history of agricultural production units in Latin America and particularly
in Venezuela.
Keywor
ds:
Bobures, land ownership,
owners
, Kirikire
*
Profesor e investig
ador de la Universidad Nacional Experiment
al Rafael María Bar
alt
.
Recibido: 6/11/2022
Aceptado:12/3/2023
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Edwar
d García Chourio
La pro
piedad priv
ada de l
a Ha
cie
nda “El Ba
nco” Mu
n
ici
pio Sucre, Esta
d
o Zu
lia (1600-1830) ... PP: 7
5-88
76
Introduc
ción
La concepción de la propiedad privada del suelo
1
fue intr
oducida en Indias por los hispáni
-
cos,
quienes
implantaron
la
noción
del
uso,
goce,
posesión
y
dominio
par
ticular
del
mismo, en
cuya aplicación se establecieron r
estricciones, derivadas del derecho ar
ábigo preponderante
en la península ibérica, durante la dominación musulmana, el cual privilegió la posesión y el
uso inmediat
o del suelo
sobre su
dominio, estableciéndose
que al
cesar el usufruct
o también
naliza
la
propiedad.
Además
también
se
incluyer
on
otr
as
limitaciones
que
comprenden
la
distinción entre el suelo y el subsuelo, consider
ando al segundo como patrimonio inalienable
del
Estado
y
la
preservación
de
las
aguas,
bosques
y
prados
para
uso
comunal,
además
la
prohibición par
a cercar los predios privados
2
.
De acuerdo con los principios legales castellanos, el dominio privado sobr
e el suelo dima
-
naba del soberano, debido a que la Cor
ona cimentó su dominio sobre las Indias occidentales
sobre las bulas papales
3
,
que
les
conrieron
la
condición
de
propietarios
del
Nuevo
Mundo
y
par
tir
de
las
mismas
desarrolló
la
doctrina
jurídica
patrimonial
hispánica
que
estableció
como privilegio real “la propiedad de la tierr
a, aguas, montes y pastos”
4
. En consecuencia, los
monarcas utilizaron explícitamente esa potestad par
a conceder “
graciosamente” la pr
opie
-
dad del suelo, como una forma de recompensar los esfuerzos humanos, aportes de capital
y
trabajo
invertidos
por
los
conquistadores
en
la
ocupación
de
las
Indias
y
al
mismo
tiempo
for
talecer el
dominio ibérico,
al exigir
a los beneciarios
de los
predios su
permanencia en
los
mismos, homologando las condiciones del uso y tenencia con las de propiedad
5
.
En
este
aspecto,
es
necesario
precisar
que
el
proceso
de
apropiación
del
suelo
en
Hispa
-
noamérica colonial ha suscitado el interés de numerosos inv
estigadores, cuyos estudios se han
centrado en la r
evisión de los corpus legales destinados a normar la apropiación del suelo y
sobre la actuación de los jueces de tierr
as
6
. De igual forma, algunos investigadores se han pro
-
puesto explicar el funcionamiento del pr
oceso de composiciones del suelo, en par
ticular en la
Nueva España
7
. Otr
os se han centrado en explicar las relaciones entr
e la apropiación del suelo, la
1
Mariluz Urquijo José María,
El régimen de la tierra en el der
echo indiano:
1-55. Disponible en,
http
,//www.larramendi.
es/
i18n/
cat
alogo_imagenes/
grupo.cmd?pa
th=1000280
; Ramírez Méndez Luis Alberto, “La evolución de la propiedad priv
ada del
suelo en el sur del Lago de Mar
acaibo- Venezuela. (Siglos XVI-
XVII)”
,
Anuario de Historia Regional y de las F
ronteras,
19 (Bogot
á,
julio-diciembre, 2014), pp. 279-313.
2
Arcila F
arías Eduardo, “El r
égimen de la propiedad territ
orial en Hispanoamérica
”
, Arcila F
arías Eduardo, (et. al.):
La obra
pía de Chuao. 1568-1825.
Carac
as. Universidad Central de Venezuela. 1968, T
. I, pp. 12-13.
3
Bruno Cayet
ano,
El derecho públic
o de la Iglesia en Indias.
Salamanca. Ins
tituto Raymundo Peñaf
ort
, 1967, p. 96.
4
Ots Capdequí José María,
Historia del derecho español en Améric
a y del derecho Indiano.
Madrid. Aguilar
, 1968, p. 230.
5
Mariluz Urquijo José María,
El régimen de la tierra en el der
echo indiano…
pp. 38-39.
6
De Solano, Fr
ancisco
,
Cedulario de tierras. Compilación de legislación agraria c
olonial (1497-1820).
México
. Universidad Nacio
-
nal Autónoma de Méxic
o, 1991; De Solano, F
rancisco
, El juez de tierras y la Superintendencia del beneficio y c
omposición
de Tierras”
,
Anuario históric
o jurídico ecuatoriano.
Quito, Sep
arat
a del volumen 6, 1980.
7
T
or
ales P
acheco, Cris
tina, “
A Note of the c
omposiciones de tierra in the jurisdic
tion of Cholula, Puebla (1591-1757)” en:
The
Indian Community of Colonial Mexico
, Fieen Essays on Land T
enure, Corporate Or
ganizations, Ideology and Village Politics.
Ámst
er
-
dam, Edit
ado por Arij Ouweneel y Simón Miller
, Centro de Estudios p
ara el Desarrollo Labor
al y Agrario, 1991, pp
. 87-102;
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Edwar
d García Chourio
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77
expansión, crecimiento de la población y las fr
onteras tanto humanas como agr
arias
8
;
asimismo
se
ha
denido
la
tipología
de
la
propiedad
territorial
en
Hispanoamérica
9
, además se ha analizado
la
relación
entre
la apropiación
de
los
predios y
la
densidad
demográca
de escla
vos
empleados
en el proceso productiv
o
10
y el proceso de apropiación y movilización del suelo
11
.
Sin embargo, se han obviado aspect
os fundamentales, como la mesura, distribución,
ubicación de
los
terrazgos,
y además
se ha
considerado
erróneamente
que la
mayoría
de los
predios cedidos se convirtieron en latifundios, lo cual demuestra la car
encia de investigacio
-
nes sistemáticas sobre la ev
olución de ese proceso en diferentes r
egiones de Hispanoamé
-
rica colonial. En atención a esas consideraciones, en la pr
esente investigación se analiza la
evolución del suelo de la hacienda El Banco, situada en el Municipio Sucr
e del Estado Zu
-
lia, durante el periodo compr
endido entre 1600-1833, en par
ticular sobre los indicadores de
asignación, instrumentos jurídicos y el proceso de tr
asmisión de la propiedad y propietarios
de la misma.
La
investigación
se
asienta
sobre
la
revisión
documental,
bibliográca
y
también
en
las
tradiciones
orales
que
existen
sobre
el
pasado
de
la
hacienda
de
El
Banco,
en
par
ticular
so
-
bre
los
expedientes
que
se
resguardan
en
el
Registro
Principal
del
Estado
Zulia
(RPEZ),
en
par
ticular un legajo
que muestra la tradición de la titularidad
del suelo hasta
1833; asimismo
en
los fondos
que
se custodian
en la
Biblioteca
Nacional
Biblioteca Febres Cordero (BNBFC)
y el Archivo Gener
al de la Nación Colombiana (AGNC) y asimismo en las r
elaciones de los
cronistas. El análisis de esas fuentes está orientado a la descripción de la ev
olución de la
propiedad del suelo y sus propietarios de la Hacienda El Banco. El estudio se inscribe en la
corriente de la historia agr
aria de las unidades de producción agrícola en Latinoamérica y en
par
ticular en V
enezuela.
P
érez Escutia, Ramón Alonso, “Composiciones de tierras en la Pr
ovincia de Michoacán en los siglos XVII y XVIII”
, T
zintzun. 12,
San Nicolás de Hidalg
o, 1990, pp. 5-22; Vélez Plieg
o, Roberto
, “Las composiciones de tierra y agua en la ciudad de T
ehuacán
y su provincia en 1643”
,
Origen y evolución de la hacienda en Méxic
o, siglos XVI al XX. Memorias del simposio realizado del 27 al 30 de
septiembre de 1989.
T
oluca. El Cole
gio Mexiquense-Universidad Iberoamericana - INAH, 1990, pp. 70-80; L
ópez Castillo Gilber
-
to, “Composiciones de tierr
a en un ‘país lejano
’
, Culiacán y Chiametla, 1691-1790. Ac
tores sociales y mecanismos ins
titucio
-
nales”
, Región y Sociedad. XXI-48 Sonora, 2010, pp
. 243-282; Hamnett Brian R.,
Obstáculos a la política agr
aria del despotismo
ilustrado.
Disponible en:
http://
c
odex.colmex.mx:8991/
exlibris/
aleph/a18_1/ap
ache_media/IISEH5JF4RNU8F73QHUCL3QU
-
JAXVQ
J.pdf
. De la T
orre Ruiz R
osa Alicia, “Composiciones de tierras en la Alcaldía Mayor de Sayula, 1692.1754. Un es
tudio de
caso sobre el funcionamient
o del Juzgado Priv
ativo de Tierras”
,
Le
tras Históricas
. 6 Guadalajara, 2012, pp
. 45-60.
8
Shaller Enrique César
, “El proceso de dis
tribución de la tierra en la provincia de Corrient
es (1558-1895)”
, Revist
a del Cen
-
tro de Es
tudios Históric
os. Prof
. Carlos A. Segret
ti. Argentina, 1-1 2001, pp. 129-186; L
uque Colombres, Carlos,
La real ins
-
trucción de 1754 su aplic
ación en Córdoba del T
ucumán.
Disponible en: http://www
.historiadelder
echo.uchile.cl/
index.php/
RCHD/
article/viewFile/25001/26352; Farberman, Judith, “El “p
aís indiviso”
. Derechos de propiedad y relaciones sociales
en los llanos de La Rioja. Siglos XVIII y XIX”
,
Anuario de Estudios
Americanos. 70- 2, Sevilla, julio-diciembre 2013, pp. 607-640.
9
Arcila F
arías Eduardo, El r
égimen… pp. 10-49.
10
Brito Figueroa, F
ederico,
El problema tierra y esclavos en la hist
oria de Venez
uela.
Carac
as. A
samblea Le
gislativa del Es
tado
Aragua, 1973; Madriz B. José G., “Pr
opiedad territorial agr
aria y mano de obra esclaviz
ada en la jurisdicción de Coro, últi
-
mo tercio del siglo XVI- Siglo XVIII”
,
Mañongo.
XVIII-35.
11
Ramírez Méndez Luis A., “La evolución…
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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78
1. La tr
ag
edia de las Argüelles
Rodrigo
de
Ar
guelles
Cienfuegos
fue
un
vecino
de
la
Nueva
Zamora
de
Maracaibo,
quien
después de abandonar España, sus numerosos viajes le condujeron hasta La Florida, Cuba y
V
enezuela en donde había contribuido a la fundación de ciudades como Carora y Mar
acaibo y
la villa y puer
to de San Ant
onio de Gibraltar y ciertamente fue un destacado par
ticipante en los
procesos fundacionales de esos espacios y en particular en la ciudad puer
to, además era un
próspero comer
ciante, propietario de dos fragatas y había ejer
cido el cargo de justicia mayor
en la villa y puer
to de San Ant
onio de Gibraltar
, asimismo se le había concedido la encomienda
de
los Kirikires,
indígenas caribes,
guerreros,
que na
vegaban por
las costas
del Lago
de
Mara
-
caibo y habían cumplido la función comercial dur
ante el periodo prehispánico
12
.
Rodrigo
había
contraído
matrimonio
con
doña Leonor
de
Ulloa,
en
su
matrimonio
había te
-
nido tres hijas: una casada, llamada Leonor y dos niñas más, una llamada Paul y otr
a doncella,
además un hijo llamado Rodrigo
13
. En 1598 fue nombr
ado teniente de corregidor de la villa y
puer
to de San Ant
onio de Gibraltar
, donde sometieron a los indígenas de su encomienda con
malos tr
atos como fue, testimoniado
por fray
Pedro Simón, quien
describió como Argüelles y
su esposa
doña Leonor
de Ulloa,
habían obligado
a los
kirikires a
trabajarles
en dur
as labores,
apremiándolos al “
servicio personal y pesquer
ías con que les hacían acudir
” y sometiéndolos
a afrentosos castigos
.
Asimismo, Argüelles había tr
asladado los indios
desde sus lugares de
residencia de forma forzada y contr
a su voluntad
14
, con cuyas acciones había:
“... conturbando los dichos pueblos
de indios tocándolos sus corridos
e ynquietándoles sus mujeres e
hijos, mediante
lo qual llevándoles
los yndios aser
tan molestados, maltratados
que se an ido
pasando
todos
los
yndios de
el
comarcanos
del
dicho
pueblo de
donde
se
an
ydo...
e mataron
a
un
español…”
15
.
Esa
situación,
más
el
peligro
que
esos
malos
tratos
representaban
para
los
blancos
en
el
sur
del
Lago
de
Maracaibo,
fue
conrmada
por
Fr
ancisco
López
Mexía,
quien
describió
la
tensa
situación
que en
aquel
territorio
se
vivía
al
explicar
que
los
kirikires:
“
se
aliaron con
los
aliles
y
eneales,
para
defenderse
de
los
malos
tratos,
agravios,
vejaciones
que
les
había
propiciado su encomendero y liberarse del excesiv
o trabajo a que habían sido
sometidos”
16
.
Aquellas
desacer
tadas
e
injustas actuaciones,
no
podían
tener
otro
resultado
que
los hechos
ocurridos el sábado 22 de junio de 1600, día de la Magdalena, cuando los vecinos de San An
-
tonio de
Gibraltar
,
que
estaban
dormidos
dentro
de sus
modestas
edicaciones,
y
súbitamente
fueron despertados. Entonces pudieron ver con espanto y terr
or cuando las primeras luces del
amanecer alumbrar
on el día, como sorpresivamente sobre la laguna se pr
esentaron más de
ciento
cuarenta
canoas,
en
las
que
se
tr
anspor
taba
un
número
superior
de
quinientos
indios
12
AGI,
Santo Domingo,
16, Nº 10, Informaciones de Rodrig
o de Arguelles. San Antonio de Gibr
altar
, 13 de diciembre de 1601. F
. 1r.
13
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela
. Carac
as. Academia Nacional de la Hist
oria, 1963. T
. II. p. 603.
14
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 603.
15
BNBFC.
Cabildo Acuerdos.
Act
a de Cabildo. Mérida, 16 de febrer
o de 1600. f. 6v-7r
.
16
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 603.
CLÍO:
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nco” Mu
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echeros
kirikir
es,
eneales
y
aliles,
quienes
habían
nav
egado
más
de
quince
jornadas,
y
que
ame
-
nazadoramente atacar
on a San Antonio de Gibraltar
17
. Estupefact
os, los gibraltareños, cuy
as ca
-
sas estaban inmediatas a la laguna, fueron sorpr
endidos y agredidos con ereza, impidiéndoles
defenderse
18
; a algunos los
asesinaron como a uno apellidado T
obar y otro soldado de nombre
Belén; otr
os pudieron huir
a la sabana
de Mucujepe
19
. Por el contr
ario, algunos vecinos, entre los
que se hallaban los opuestos a Argüelles, como Ravasco, Nieto y Juan Rodríguez, “aliados en el
dicho motín
”, cuyos aposent
os estaban distantes de la costa, pudiéndose armar y dar socorro al
puer
to
no lo hicieron;
por el contr
ario, se limitaron
a poner a buen
resguardo sus
per
tenencias
20
.
En
aquel
momento,
el
desprotegido
embarcadero
fue
asaltado
por
naturales
que
se
ha
-
bían
revelado
ante
los
malos
tratos
que
les
había
inigido
su
encomendero
Rodrigo
de
Ar
-
güelles
y su
esposa
doña
Leonor de
Ulloa,
y
arremetier
on
contra el
fondeadero porque
aquel
hacía las veces de corregidor y justicia ma
yor
21
.
Los
nativos
saquearon
la
villa
y
redujeron
a
cenizas
todas
las
casas
que
había
en
el
atracadero;
el
ataque
continuó
con
crueldad;
los
kirikires quemar
on el puerto, se
dice que hasta las
diminutas yerbas fuer
on calcinadas
22
; des
-
pués desnudaron y ahorcar
on a doña Leonor
, pues su principal intención “fue dar muerte a
la susodicha
”
23
,
la
echaron
dejándola
como
“un
erizo
”,
cuando
los
gibraltareños
regresaron
y
la
bajaron
permanecía
erguida,
sostenida
sobre
las
echas
que
atra
vesaban
su
cuerpo
y
secuestrar
on sus tres hijas llevándoselas consigo
24
.
Inmediatamente,
quemaron
las
dos
fr
a
-
gatas de Argüelles y robaron todas sus mercaderías.
Los kirikires prosiguieron su sangriento ataque destruyendo la iglesia,
robando sus alhajas; en
su fatal ira lanzar
on sus embates al objeto de culto de los odiados blancos, un Santo Crist
o de no
-
gal,
al
que
dispararon
echas, y
después
incendiaron
el edicio,
cuyo
techo er
a
de
palma,
que
ardió
17
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 603.
18
BNBFC. Ciudades de Venezuela R. 9. V
ol. 2. Apuntamientos y peticiones pr
esentados por tes
tigos sobre enc
omiendas de
indios en la villa de San Antonio de Gibr
altar
, si deben continuar los enc
omenderos en sus encomiendas 1601. R
eal cédula
conc
ediendo encomienda a Juan de Avendaño. Sant
a Fe de Bogot
á, 27 de junio de 1593. pp. 24-27.
19
“
… el sábado por la mañana, que fue el día de la Mag
dalena, dieron los yndios quiriquires sobre noso
tros en Jibralt
ar
y con ombr
es descuidados, nos cogieron durmiendo en la cama fue Dios servido que con bernos entre ellos nos esca
-
pamos, nos ma
taron a T
obar y un soldado Belén y a Juana de Ulloa y las demás yjas se las llev
aron, mat
aron a algunos
yndios amigos que nunca tubimos r
ecelo…
”
. AGNC.
Caciques e indios.
T
. 39. Doc. 30. Indios de San Antonio de Gibralt
ar
, sus
mat
anzas y robos. Cart
a de Juan Sánchez Calvillo. Sábana de Mucujepe, 23 de julio de 1600. f
. 931r
-v.
20
BNBFC.
Ciudades de Venez
uela
R. 9. Vol. 2. Apunt
amientos y peticiones present
ados por tes
tigos sobre encomiendas de
indios en la villa de San Antonio de Gibr
altar
, si deben continuar los enc
omenderos en sus encomiendas 1601. R
eal tes
ti
-
monio de Juan de T
rexo
. Mérida, 27 de julio de 1600. p. 120.
21
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 604.
22
“
…que Jibr
altar toda quedó abr
asada que hast
a las hierbas que había secas quemar
on…
”
. AGNC.
Caciques e indios.
T
. 39.
Doc. 30. Indios de San Antonio de Gibr
altar
, sus mat
anzas y r
obos. Carta de Juan Sánchez Calvillo. Sábana de Mucujepe,
23 de julio de 1600. f
. 931r-v
.
23
BNBFC.
Ciudades de Venez
uela
R. 9. Vol. 2. Apunt
amientos y peticiones present
ados por tes
tigos sobre encomiendas de
indios en la villa de San Antonio de Gibr
altar
, si deben continuar los enc
omenderos en sus encomiendas 1601. R
eal tes
ti
-
monio de Juan de T
rexo
. Mérida, 27 de julio de 1600. p. 120.
24
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 604.
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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nco” Mu
n
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d
o Zu
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80
cayendo
sus
cenizas
sobr
e
la
imagen
del
Cristo
echado,
asombrosamente,
la
egie
no
se
quemó,
al igual
que
una pequeña
estampa de
la Concepción
que estaba
adherida a
los pies
de la
cruz
25
.
Después
de
aquellos
trágicos
acontecimientos,
cuando
los
vecinos
retornar
on
y
hallaron
intacta,
entre
las
cenizas,
la
imagen
de
Cristo
y
sorprendidos
porque
no
había
ardido,
la
con
-
vir
tieron en objet
o de su devoción, acrecentada cuando el sacerdote Buena
ventura de la Peña,
estando casi ciego y con un constante dolor de cabeza, fue milagrosamente sanado al colocar
sus ojos
ante los
pies de aquella
talla
26
. De
allí, el
Santo Cristo
echado, fue
trasladado
en proce
-
sión a sus estancias,
en el valle del Espíritu
Santo (El Batey), propiedad que el mismo sacerdote
donaría a los padres jesuitas par
a la fundación del Colegio San Francisco Ja
vier de Mérida en
1628.
Allí
permaneció
la
sagrada
gur
a
en
espera
de
la
reconstrucción
de
la
iglesia.
Entonces,
fue
arr
ancada
por
los
marabinos,
quienes
la
trasladaron
hasta
la
iglesia
mayor
de
Nueva
Zamora,
donde actualmente se halla
27
.
El saqueo
de
los
indígenas dejó
a
los gibr
altareños
tan pobr
es que
ni
siquier
a
tenían
ropa
par
a
abrigarse.
Por
eso
suplicaron
se
les
enviar
an
vituallas,
especialmente
vestidos y mantas par
a abrigarse del frío nocturno y el ardiente sol diurno
28
.
L
uego que los kirikires abandonaron el
puer
to, Argüelles en compañía de
otros habitantes
retornar
on al mismo, pero los vecinos desconocieron su aut
oridad como corregidor y justicia
mayor
,
en
particular
por
Pedro
Báez
Rabasco,
quien
se
autonombr
ó
con
el
cargo
de
capitán
y
recticador
del
fondeadero
y
al
mismo
tiempo
intentó
desconocer
la
soberanía
de
Mérida
sobre el puerto
29
.
Argüelles
fue
herido
con
cinco
echazos,
pero
no
falleció
en
el
ataque,
du
-
rante la sangrienta matanza de los natur
ales y perdió a dos hijos var
ones y sus hijas fueron
raptadas por los indígenas, toda su for
tuna fue destruida y quedó
totalmente arruinado
30
.
Después
de ese
desastre,
el cabildo
emeritense
ordenó
que
el capitán
Diego
Prieto
Dávila,
asumiera
las
funciones
de
reedicador
del
puer
to
31
. Ese nombr
amiento fue aprobado por
Fr
ancisco de Sande, el presidente de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá, con la expr
esa
comisión
que
el
alcalde
hiciera
leva
de
gente
para
castigar
a
los
belicosos
aborígenes;
del
mismo modo
raticó que
los encomenderos de
los
indígenas radicados en
las ver
tientes
del
lago de Maracaibo r
esidieran en el puerto
32
.
25
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 603.
26
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 605.
27
Fray P
edro Simón,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 605.
28
Fray P
edro Simón
,
Noticias Historiales de V
enezuela…
T
. II. p. 605.
29
AGNC.
Caciques e indios.
T
. 39. Doc. 30. Indios de San Antonio de Gibralt
ar
, sus matanz
as y robos. Cart
a de Juan Sánchez
Calvillo. Sáb
ana de Mucujepe, 23 de julio de 1600. f. 931r
-v.
30
“
… e de c
ómo fuy corregidor e jus
ticia mayor en la dicha villa de San Antonio de Gibr
altar
, e la reformé e poblé de nuevo e perdí allí
a Juana de Ulloa mi mujer y sinc
o ijos y toda mi hazienda y saliendo de seys heridas de flechazos de yndios…
”
. AGI.
Santo Domingo,
16. N. 10. Expedient
e de méritos de Rodrigo de Ar
guelles. Exposición de méritos. Sant
o Domingo, 11 de enero de 1601.
. 1r
-2v.
31
AGNC.
Caciques e indios.
T
. 39. Doc. 30. Indios de San Antonio de Gibralt
ar
, sus matanz
as y robos. Aut
o del Cabildo, justicia
y regimient
o de Mérida nombrando como r
econstruc
tor del puerto de San Antonio de Gibr
altar al c
apitán Diego Prie
to
Dávila. Mérida, 28 de julio de 1600. f
. 934r
.
32
“
… se despache c
omisión dirigida a Diego Priet
o Dávila alcalde mayor de la dicha ciudad de Mérida par
a que luego de re
-
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Edwar
d García Chourio
La pro
piedad priv
ada de l
a Ha
cie
nda “El Ba
nco” Mu
n
ici
pio Sucre, Esta
d
o Zu
lia (1600-1830) ... PP: 7
5-88
ISSN 2660-903
7
81
Entretanto, doña Leonor y sus hermanas fuer
on secuestradas por los indígenas y seguida
-
mente
fueron
casadas
con
tres
indios
“
principales”
y
al
nal
tuvieron
hijos
mestizos
de
esos
esposos, que a la larga también amaron, una de ellas fue rescatada seis años después, doña
Leonor
,
quien
estaba
casada
y
fue
recuperada
en 1608,
con
una
hija
mestiza.
Doña
Leonor
fue
recibida por su marido, y se le dieron un nombre cristiano a
aquella niña, nalmente la última
sería
recuper
ada por
Pedr
o Marín
Cerr
ada,
quien logr
ó acorr
alar
a
los indígenas
y
rescatar
a
la
mujer y sus hijos. Una v
ez retornada a Gibr
altar
, su hermano Sebastián la embarcó con desti
-
no a Maracaibo y a pesar de los ruegos de su hermana, Sebastián lanz
ó al lago los dos hijos
mestizos de su hermana menor
, sus sobrinos y los ahogó, después de llegado a Maracaibo,
Sebastián murió a los tres días en medio de fuertes vómitos.
2. La priv
atiz
ación de las tierr
as de los kirikires
El retorno de doña Leonor de Ar
guelles a Maracaibo, debió estar signado por el aur
a de
már
tir por los tr
ágicos hechos que le habían ocurrido a ella
y sus hermanas, por lo cual debió
ser
acreedor
a
de una
gran respetabilidad
y aunado
que
las tierras donde
residía
en el
sur
del
Lago
de
Maracaibo,
eran
aquellas
que
estaban
ocupadas
por
aquellos
belicosos
y
rebeldes
in
-
dígenas y después de habían transcurrido más de seis años de su r
etorno doña Leonor acudió
ante
el
cabildo
mar
abino
para
solicitar
una
merced que
le
concediera la
propiedad
sobre
las
tierras de
los
bobures, que
en
principio
es potestad
no
le
correspondía a
ese
cabildo,
porque
las tierras solicitadas se hallaban en jurisdicción de Gibr
altar
.
A pesar de ser un territorio extr
a-jurisdiccional de Maracaibo, ese ayuntamient
o aprobó
que
las tierr
as donde
se
ubicaban los
indios Kiriquir
es fueron
concedidas
a doña
Leonor
de Ar
-
guelles en 1623, los
linderos de esa pr
opiedad fueron jadas desde
“la boca de un ester
o, que
está en el remate de las sierr
as de los bobures y sus naturales encomendados de Se
vastian
de Ar
güelles, mi hermano
y tiene
un longitud desde
la boca
de dicho ester
o hasta la
boca de
la
laguna de dos fanegadas y así a la tierra adentr
o de media legua.
”
33
. Ese terr
azgo comprendía
una extensión de 12 leguas y al frente tenía la costa del Lago de Mar
acaibo, justo inmediato a
donde actualmente se halla situado la población de Bobures, Sucre-Z
ulia (
V
enezuela).
Ese
predio
inició
un
pr
oceso
de
fr
accionamiento
que
progresiv
amente
daría
origen
a
otr
as
propiedades a tr
avés de sucesivas tr
ansacciones, una de las cuales se conver
tiría en la hacien
-
da de El Banco. De ese modo, la primera enajenación se r
ealizó en 1638, cuando doña Leonor
vendió
6
fanegas
de
las
12
que
había
recibido
a
don
Vicente
Viana,
también
vecino
de
Maracaibo
cibida tra
te de la reedificación de la dicha villa de Gibr
altar p
ara cuyo efect
o conduciendo y lebant
ando la gente que fuer
e
necesaria en la dicha ciudad de Mérida que ir
á a la dicha villa de Gibralt
ar y breve y sumariamente a uz
anza de guerr
a y
cas
tigará a los que c
ometieron los delitos…
” AGNC.
Caciques e indios.
T
. 39. Doc. 30. Indios de San Antonio de Gibralt
ar
, sus
mat
anzas y robos. R
eal Provisión de F
rancisc
o de Sande, Presidente de la Real A
udiencia de Santa Fe de Bog
otá. Sant
a Fe
de Bogot
a, 6 de septiembre de 1600. f
. 936r
-v.
33
RPEZ.
B-01-23.
1834. T
es
timonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
. Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán
y sus herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banc
o y Bobures. Merc
ed de tierra a Leonor de Argüelles. Nuev
a
Zamor
a de Maracaibo
, 26 de febrero de 1626.
. 1v-3v
.
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Edwar
d García Chourio
La pro
piedad priv
ada de l
a Ha
cie
nda “El Ba
nco” Mu
n
ici
pio Sucre, Esta
d
o Zu
lia (1600-1830) ... PP: 7
5-88
82
comprensivas de: “
seis
fanegadas
de tierra de
dose que
tengo en
las tierras y
sitios de
Babures
de sembradur
a de mays yucatán […] con más media legua tierr
a adentro
”
34
.
(Véase tabla 1)
T
abla 1 Evolución de la pr
opiedad de la hacienda El Banco 1600-1833
fecha
gur
a
propietario
adquiriente
Extensión
1623
merced
Cabildo de Maracaibo
Leonor Arguelles
12 fanegas
1638
venta
Leonor Arguelles
Vicente
Viana
6 fanegas
1639
venta
Leonor Arguelles
Pedro Gómez e Inés Ma-
teos
6 fanegadas
1639
venta
Pedro Gómes e Inés Mateos
Vicente Viana
6 fanegadas
1655
venta
Vicente Viana
Ana Quiroz
Una cabuya
1716
venta
Vicente Viana
Juan Fernández Calderón
e Isabel de Bustos
1716
dote
Juan Fernández Calderón e Isabel
de Bustos
María Fernández Cal-
derón y José Gabriel
Beguilla
Una estan
-
cia
1716
dote
Juan Fernández Calderón e Isabel
de Bustos
Ana Hernández Calderón
y Nicolás José Arrieta la
Madrid
240 brasas
de tierra
1761
venta
Ana Hernández Calderón y Nicolás
José Arrieta la Madrid
Juan Antonio Tr
oconis
1761
Venta
Juan Antonio Tr
oconis
Juan Fr
ancisco Cubillán
1801
Herencia
Juan Fr
ancisco Cubillán
Fr
ancisca Sebastiana,
María, T
omás, Joaquín,
Lorenzo, Joseph Judas
y Manuel Fr
ancisco Cu-
billán
1801
Cesión
Fr
ancisca Sebastiana, María, T
o-
más, Joaquín, Lorenzo, Joseph
Judas y Manuel Fr
ancisco Cubillán
Rosalía Cubillán
1833
herencia
Rosalía Cubillán
Felipe, T
omás, María
Ignacia y Emenenciana
Quintero,
1833
cesión
Felipe,
Tomás, María Ignacia y
Emenenciana Quintero,
Felipe Quintero
Fuente: RPEZ.
B-01-23.
1834.
T
estimonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
.
Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán y sus herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banco y Bobur
es.
Las restantes seis fanegas comprensiv
as en el remanente de la media legua fueron vendi-
das
al
teniente Pedr
o Gomes
y
doña
Inés
Mateos, y
erno e
hija
de
doña Leonor
de
Argüelles,
cu
-
yos
linderos
comprendían:
“por
una
par
te
en
capitán
Sebastián
de
Argüello
y
por
la
otra
el
río
de
34
RPEZ.
B-01-23.
1834. T
es
timonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
. Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán
y sus herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banc
o y Bobures. Carta de vent
a. Nueva Z
amora de Marac
aibo,
26 de octubre de 1638.
. 15r
-16v.
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Edwar
d García Chourio
La pro
piedad priv
ada de l
a Ha
cie
nda “El Ba
nco” Mu
n
ici
pio Sucre, Esta
d
o Zu
lia (1600-1830) ... PP: 7
5-88
ISSN 2660-903
7
83
Castro
”
35
,
quienes, a
su
vez, también
las
enajenaron a
don Vicente
Viana
en
1639
36
, por
lo
que
Viana se hizo propietario de la t
otalidad de predio nuevamente. Parte de esas tierras fueron
vendidas
a doña
Ana de
Quiroz,
quien compuso
una cabuy
a de
tierra
en el
sitio de
los Bobur
es,
la
que
había
adquirido
del
capitán
Vicente
de
Viana,
vecino
de
Maracaibo
la,
“...
que
linda
con
estancia del
capitán Juan
de Soto
por un
lado y
por el otr
o un
río que llaman
del Hobo...
” la
que
fue compuesta ante el visitador Diego de Baños y Sotomay
or en 1655
37
. (
V
éase tabla 1)
En los sucesivos años, los hereder
os de Vicente Viana vendieron par
te de las restantes pr
o
-
piedades
a Juan
Fernández
Calderón y
su
esposa
doña
Isabel de
Bustos,
quienes, a
su
vez,
las
entregaron
como
dotes
a
sus
hijas,
María
Fernández
Calderón,
quien
contrajo
matrimonio
con
el alférez José Gabriel Beguilla, y esta par
eja recibió una estancia de tierra en los Bobur
es
38
. Del
mismo modo, Juan Fernández, también entregó otr
a fracción de su pr
opiedad, como par
te de
la
dote
de
su otra
hija
Ana Hernández
Calderón,
quien
se
casó
con
el capitán
Nicolás
Josep
de
Arrieta la Madrid, por lo cual a cónyuges recibió una extensión de doscientos cuar
enta brasas
en la
costa
del
Lago de
Maracaibo, las
que se
extendían
desde la
playa
hacia
la
tierra adentro,
en montaña eriaza, situadas en el sitio de los Bobures altos y colindaban “… por la parte de arriba
con río Seco, tierras del r
egidor don Antonio de Andrada[e] y por la parte de abajo tierras del alf
é
-
rez José Gabriel de Beguilla, frente a la serr
anía y fondo a la laguna…
”
39
en 1716. (
V
éase tabla 1)
La propiedad de José Nicolás de Arrieta la Madriz y su esposa fue vendida a Juan Nicolás
de Andrade, éste, a su v
ez, la enajenó a don Juan Antonio T
r
oconis
40
en
1761,
quien también
vendió esa
parcela
a
don
Juan
Fr
ancisco
Cubillán,
cur
a
rector de
la
iglesia
parroquial de
Ma
-
racaibo, par
a entonces esa unidad de producción y
a contaba
“…
con puerto
a
la laguna,
donde
está el
frente
y camino;
lindando
por la
parte
de arriba
con
el san
-
jón
del río
Seco,
tierras
y labores
de
don Pedro
Joseph
Antúnez
Pacheco, cura
coadjutor
de
la dicha
santa
iglesia
parroquial
de
Maracaibo;
y
por
la
de
abajo
con
tierras
y
lavor
de
doña
María
Fernández
Calderón, viuda y vecina de esta ciudad…”
41
.
35
RPEZ.
B-01-23.
1834. T
es
timonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
. Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán
y sus herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banc
o y Bobures. Carta de vent
a. Nueva Z
amora de Marac
aibo,
7 de febrer
o de 1642. . 21r
-22v.
36
RPEZ.
B-01-23.
1834. T
es
timonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
. Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán
y sus herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banc
o y Bobures. Carta de vent
a. Nueva Z
amora de Marac
aibo,
23 de agos
to de 1639.
. 15r-18v
.
37
AGI.
Escribanía de Cámara.
Leg
ajo 836-c. Visita de Modes
to de Meller y Diego de Baños y So
tomayor
. 1655-1657. Composi
-
ciones. Composición de Ana Quiroz. San Antonio de Gibr
altar
, 19 de abril de 1657. f
. 203r
-v.
38
RPEZ.
B-01-23.
1834. T
es
timonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
. Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán y sus
herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banc
o y Bobures. Carta de do
te. Gibralt
ar
, 3 de septiembre de 1716. f
. 22r
-v.
39
RPEZ.
B-01-23.
1834. T
es
timonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
. Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán y sus
herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banc
o y Bobures. Carta de do
te. Gibralt
ar
, 3 de septiembre de 1716. f
. 23r
-v.
40
“
…que oy es en es
ta ciudad c
apitán de cor
azas y r
egidor perpetuo…
”
. AGNC.
Curas y Obispos.
SC21, 2, Doc. 14. Valle de
Río Seco
, pleito de jesuita por servidumbre de aguas 1761-1763. T
estimonio de don L
uis Nicolás Corona. Mar
acaibo, 8 de
mayo de 1761. f
. 447v.
41
RPEZ.
B-01-23.
1834. T
es
timonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
. Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán y sus
herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banc
o y Bobures. Carta de vent
a. Gibralt
ar
, 1 de febrero de 1733.
. 43r
-46v.
ISSN 2660-903
7
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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nco” Mu
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5-88
84
A par
tir de esa fecha, esa pr
opiedad comenzó a denominarse San José del Banco y per
-
maneció en poder de la familia Cubillán por las siguientes décadas. Al fallecimiento de don
Juan Fr
ancisco Cubillán, la posesión fue cedida por manda testamentaria a sus sobrinos
Rosalía, Fr
ancisca Sebastiana, María
42
,
T
omás,
Joaquín,
Lorenzo,
Joseph
Judas
y
Manuel
Fr
ancisco Cubillán; luego los coherederos procedieron a suscribir una car
ta de cesión de sus
derechos en fav
or de doña Rosalía, y de ese modo la hacienda pasó a ser únicamente de su
propiedad. Después del fallecimiento de doña Rosalía, la hacienda se convirtió en propiedad
conjunta de sus hijos y herederos legítimos: don F
elipe, T
omás, María Ignacia y Emenenciana
Quintana,
quienes
en
1833,
hicieron
una
cesión
de
derechos
a
favor
de
don
Felipe
Quintero
Cubillán, quien se convir
tió de esa
forma en único propietario de la
hacienda
43
.
De ese modo, durante dos centurias la pr
opiedad del suelo de la hacienda San José del
Banco se moviliz
ó a trav
és de 14 transacciones desde
la meced original que se le concedió a
doña Leonor de Ar
guelles, en las mismas se incluy
eron 7 ventas; dos
asignaciones por vía de
herencia; la entrega de varios pr
edios para garantizar las car
gas del sacramento matrimonial
a
trav
és
de
2
dotes
y
nalmente
los
herederos
par
a
entregar la
propiedad
conjunta
cedieron
sus
derechos
y
acciones
para
que
un
solo
pr
opietario
asumiera
el
dominio
y
posesión
de
la
hacienda. (Véase tabla 2)
T
abla 2 Figuras jurídicas par
a la movilización de la propiedad de la hacienda El Banco. 1600-
1833.
merced
venta
herencia
dote
Cesión
total
1
7
2
222
2
2222 2
14
Fuente: RPEZ.
B-01-23.
1834.
T
estimonio de los títulos y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
.
Dn. Juan Fr
ancisco Cuvillán y sus herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banco y Bobur
es.
3. Lo
s propiet
arios
Indudablemente,
los
propietarios
de
la
Hacienda
El Banco
fuer
on personajes
de
signicati
-
va importancia en el acontecer regional, en especial en Maracaibo, en cuyo escenario tuvier
on
una
par
ticipación
signicativa,
la
primera
de
ellas
doña
Leonor
de
Arguelles,
cuya
terrible
situación, ya descrita, concluyó con su
regresó acompañada con una hija mestiza,
que había
dado a luz en su cautiverio, product
o de una probable violación de alguno de los naturales, lo
42
María Cubillán declara en su tes
tament
o ser heredera en: “
… parte de mi tío el Dr
. Juan Fr
ancisco C
ubillán en la citada
hacienda de El Banco
…
” y declar
a por sus universales herederos a: “
… Dn. T
omás, Don Felipe, doña María Ignacia y doña
Emenenciana Quintana…
”
. RPEZ.
A-15-12
. T
est
amento de María Cubillán. Mar
acaibo, 14 de julio de 1801.
43
En el testimonio de don Joseph Manuel Dur
an, emitido en 1761, se refieren c
omo propiet
arios del valle de Río Seco a: “
…
Don Nicolás de Arrie
ta en la hacienda que hoy es de don Thomás Cubillán y en la que se le sigue a don Antonio Antúnez,
hermano del señor vicario, y en la t
ercer al Lic
enciado Antonio Nicolás de Andr
ade y en la cuarta a don F
rancisco Cor
ona, y
en la quinta a don Ambr
osio de Andrade, y en la sex
ta a don P
edro González, y en la sép
tima que llaman Marañones a don
Thomás Cubillán y en la oct
ava que es el yng
enio y trapiche de don Juan Nicolás de Andr
ade…
”
. AGNC.
Curas y Obispos.
SC. 21, 2 Doc. 14. Valle de Río Sec
o, pleito de jesuit
a por ser
vidumbre de aguas. T
es
timonio de don Joseph Manuel Duran.
Gibralt
ar
, 19 de junio de 1761. f
. 407r. V
éase el mapa de 1761. A
GNC.
Mapotec
a
4 Nº 388-A
CLÍO:
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
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nda “El Ba
nco” Mu
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ici
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7
85
más
posible
es
que
Inés
Mateos,
sea
esa
niña,
quien
se
casó
con
Pedr
o
Gómez
y
fueron
los
segundos propietarios de ese predio. El ter
cer propietario fue el capitán don Vicente Viana,
quien fuera escribano y receptor de rentas en la Nueva Zamor
a.
Los siguientes poseedores, los Hernández Calderón, estuvier
on vinculados con el vasco
Nicolás
de
Arrieta
la
Madrid,
quien
fuera
alf
érez
y
teniente
de
gobernador
en
Maracaibo,
el
primer
representante
de
ese
apellido,
con
quien
se
establecieron
alianzas
familiares
con
no
-
tables
familias mar
abinas
de nales
del
siglo
XVII y
durante
el
siglo
XVIII,
en
especial con
don
Fr
ancisco
de Lizaurzabal
y
Anzola,
quien
fuera
su
yerno, pr
opietario de
una
hacienda
contigua
en Bobures, situada colindante con el Banco y el Parr
al, una probable división del predio de
don
Nicolás
quien
lo
entregó
a
su
hija
María
Encarnación
de
Lizaurzabal
y
Arrieta,
asimismo
don Fr
ancisco también fue propietario del hato de San F
rancisco, en la Cañada, actual Muni
-
cipio San Fr
ancisco del estado Zulia.
Los
Cubillán
tienen
sus
primeros
repr
esentantes
Mar
acaibo
desde
el
siglo
X
VII,
aunque
su
vinculación
con
los
Cubillán
Núñez
aún
no
está
pr
obada,
lo
más
seguro
es
que
tengan
algún
lazo
de
sangre,
pero
el
primero
de
esta
parentela
que
se
ha
datado
es T
omás
Cubillán,
casado
con
Ana
María
Núñez
de
Medina
quienes
están
datados
a
principios
del
siglo
XVIII
padres
de
Juan
Fr
ancisco
Cubillán
bautizado
en
Maracaibo
el
13
de
julio
de
1741
44
, clérigo presbítero de la iglesia
parroquial
de
la
Nueva
Zamora,
hermano
de
doña
Rosalía
María
de
la
Concepción
quien
fuera
bautizada
en Mar
acaibo
el 9
de
septiembre
de
1738 y
a
quien le
legó
su hacienda
de
El
Banco
45
.
Doña
Rosalía
después
que
heredó
esa
hacienda,
la
mantuvo
en
su
propiedad
hasta
su
muer
te,
mediante su disposición testamentaria, nombró por hereder
os a sus hijos, como anteriormente
se expuso hasta
que todos
cedieron sus derechos
a favor
de don Felipe
Quintero Cubillán.
Conclusiones
La propiedad del suelo de la hacienda de San José del Banco, situada en la costa de
Bobures en el Municipio Sucre, estado Z
ulia se inició a par
tir de la merced concedida a doña
Leonor de Arguelles por el cabildo de la Nuev
a Zamora de Mar
acaibo en la tercera década del
siglo XVII, a par
tir de misma esa extensión de suelo fue sucesivamente fr
accionada, hasta
que
una
de
esas
secciones
de
convir
tió
en
la
Hacienda
de
San
José
del
Banco.
Ese
proceso
de
fraccionamiento
de
la
propiedad
se
efectuó
a
lo
largo
de
200
años
a
tr
avés
14
sucesivas
enajenaciones
las
que
se
realizaron
mediante
diversas
guras
jurídicas
como
lo
fueron
las
he
-
rencias, ventas, adjudicaciones y donaciones, lo cual posibilit
ó la legitimación de la propiedad
privada del suelo, factor fundamental par
a la conformación de la hacienda como una unidad
de
producción
cacaotera
con
una
signicativa
impor
tancia
en
esa
zona,
cuyos
propietarios
fueron personajes de signicativa impor
tancia en el acontecer regional de la
Nueva Zamor
a.
44
https://www
.familysear
ch.org
/ark:/61903/3:1:33S7-9RRM-CYM?view=index&personArk=%2Far
-
k%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMJ-21VP&ac
tion=vie
w&groupId=M991-5T
Z
45
https://www
.familysear
ch.org
/ark:/61903/3:1:33S7-9RRM-DSX?view=index&personArk=%2Far
-
k%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMJ-L
QF9&action=view&groupId=M991-5TH
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Edwar
d García Chourio
La pro
piedad priv
ada de l
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cie
nda “El Ba
nco” Mu
n
ici
pio Sucre, Esta
d
o Zu
lia (1600-1830) ... PP: 7
5-88
86
F
uentes
Documentales inédit
os
Archivo Gener
al de la Nación Colombiana AGNC (Bogotá-Colombia)
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T
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altar
, sus matanzas y robos.
Car
ta de Juan Sánchez Calvillo. Sábana de Mucujepe, 23 de julio de 1600. f. 931r-v
.
Curas y Obispos.
SC.
21,
2
Doc.
14.
Valle
de
Río
Seco,
pleito
de
jesuita
por
servidumbre
de
aguas.
T
estimonio
de
don
Joseph
Manuel
Duran.
Gibraltar
,
19
de
junio
de
1761.
f.
407r
.
V
éase el mapa de 1761.
Mapoteca
4 Nº
388-A.
Archivo Gener
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Santo Domingo,
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,
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Biblioteca Nacional. Biblioteca Febres Cor
dero (Mérida-V
enezuela)
BNBFC.
Ciudades de V
enezuela
R. 9. V
ol. 2. Apuntamientos y peticiones pr
esentados por testi
-
gos sobre encomiendas de indios en la villa de San Antonio de Gibr
altar
, si deben continuar
los encomenderos en sus encomiendas 1601.
Registro Principal del Estado Zulia RPEZ (Mar
acaibo-V
enezuela)
B-01-23.
1834. T
estimonio de los títulos
y posesión de las tierras de poseídas por el Dr
. Dn. Juan
Fr
ancisco Cuvillán y sus herederos de la hacienda del señor San Joseph del Banco y Bobur
es.
Documentales public
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“Corogr
afía
de la
Gobernación
de Venezuela y
Nueva Andalucía, 1571-1574,
por
Juan López
de V
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Geográcas
de
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Rodrigo
de
Argüelles
y
Gaspar
de
Párr
aga
de
orden
del
Gobernador
don
Juan
de
Pimen
-
tel”
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5-88
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Shaller
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,
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proceso
de
distribución
de
la
tierr
a
en
la
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de
Corrientes
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Revista del Centro de Estudios Hist
óricos.
Prof. Carlos A. Segretti. Ar
gentina,
1-1 2001, pp. 129-186
ISSN 2660-903
7
89
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 89-98. Provincia de Pontevedra - España
The African American Population in The United
States After the Abolition of Slaver
y
Carlos Alberto Nav
arro Fuent
es
*
ABSTRA
CT
The objective of this text is to off
er a general perspective on what was the slav
er
y of the “
afro-slave” popula-
tion in the
United States, fr
om citing some of
the most important authors who managed
to survive the
regime
and endure after the abolition of the relations between masters and sla
ves and the self-legitimized violence
by the former on the latter
. We will do this by offering extr
acts from the most representative liter
ary works
and from the life testimonies of authors of African-American origin, including as complementary support,
cinematogr
aphic and documentary references concerning the theme of identity
, discursivities
and related nar-
rativ
es, the imaginar
y under which the abolitionist ideal was taking shape in the nation and how said efforts
were mostly impeded by the endogenous Caucasian r
acism of its rulers in par
ticular
, giving rise to and f
eeding
as the main cause what would come together in the Civil W
ar (1861 -1865) in that countr
y
.
Keywor
ds:
Slavery
, African American population, United States, abolition, North-South.
La población afroamericana en Estados Unidos luego de la
abolición de la esclavitud
RESU
M
EN
El
objetivo
de
este
texto
es
ofrecer
una
perspectiva
general
sobre
lo
que
fue
el
esclavismo
de
la
población
«
afroesclav
a
»
en
los
Estados
Unidos,
a
par
tir
de
citar
algunos
de
los
autores
más
importantes
que
lograron
sobrevivir al r
égimen y perdurar luego de la abolición de las relaciones entr
e amos y esclavos y las violencias
autolegitimadas por parte de los primeros sobre los segundos. Lo anterior
, lo haremos ofr
eciendo extrac-
tos de las obr
as literarias más representativ
as y de los testimonios de vida de autores y autor
as de origen
afroamericano, incluyendo
como apoyo
complementario, referencias cinematográcas y
documentales con
-
cernientes al tema de la identidad, discursividades y narrativ
as relacionadas, el imaginario bajo el cual se fue
conformando la ideal abolicionista en la nación y como dichos esfuerzos se vieron impedidos en su mayoría
por el racismo endógeno caucásico de sus gobernantes en particular
, dando lugar y alimentando como causa
principal lo que conuiría en la Guerra de Secesión (1861-1865) en aquel país.
Palabras cla
ve:
Esclavitud, población afroamericana, Estados Unidos, abolición, Norte-Sur
.
*
Posdoct
or en Estudios Sociales (Universidad Autónoma Me
tropolitana); Doc
tor en Humanidades (T
ec de Monterr
e
y);
Doctor en T
eoría Crítica (17, Institut
o de Estudios Críticos); Diplomado en His
toria de México (UNAM). Ac
tualmente es
profesor de la Universidad A
utónoma de San Luis P
otosí (UASLP
, México). Correo electr
ónico: betob
allack@yahoo.
com.
mx ORCID ID:
https://
orcid.
org
/0000-0003-4647-9961
.
Recibido: 5/11/2022
Aceptado: 10/3/2023
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carlos Albert
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ed Stat
es A
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r t
he Abo
li
t
io
n of S
l
av
e
ry
. PP: 89-98
90
Introduc
tion
Star
ting from the Enlightenment, that is, at the end of the eighteenth century
, European
societies
began
to
intellectually
question
the
trafcking
of
black
(African)
population
within
and outside their nations, as well as the treatment and suffering t
o which they were subjected
under various
justications found by
traders, tr
afckers,
and slave owners.
It is worth mentio
-
ning
the
publication
by
Marie-Jean-Antoine
Nicolas
de
Caritat,
Marquis
of
Condorcet
(1743-
1794)
-
mathematician,
philosopher
,
politician,
perpetual
secretary
of
the
Academy
of
Scien
-
ces, enlightened, reformer
, anti-slavery
, anticlerical, pr
ofeminist, pro-Jewish, pro-Pr
otestant,
who also actively participated in the French Revolution in r
adical democratic positions - better
known only as Condorcet, titled
Reections on the
Slavery of the Negroes
(1781), which was ba
-
sed
not
only
on
the
principles
of
the
re
volution
(equality
,
freedom,
and
fraternity)
but
also
on
natural law
, which is and should be related to all men - and women. Condorcet considered that
Reducing a human
being to slavery,
buying him, selling
him, keeping him
in serf-like conditions
are
authentic
crimes,
worse
crimes
than
theft.
In
fact,
the
slave
is
deprived
not
only
of
any
monetary
or
real
estate
property,
but
also
of
the
faculty
to
acquire
the
property
of
his
own
time,
his
forces,
everything that nature has given him to preserve his life or satisfy his needs. To this harm is added
that of taking away from the slave the right to dispose of his person (2017: 13).
The aforementioned work by Condor
cet did not have a great impact at the time it was
published;
however
,
it
was
reissued
in
1788,
arousing
open
and
heated
debates,
in
which
it
is impor
tant to locate the author and his work at the epicenter of the intellectual, ideological,
and political currents that led to the abolition of sla
very as par
t of the Revolutionary Conven
-
tion
of
1794
and
those
that
followed
from
here
inside
and
outside
the
Fr
ench
nation.
In
this
work, the Fr
ench author threw overboard the ar
gument that the slaveholders held about the
“
afro-slaves” under the yok
e of their enslavement being of a differ
ent nature than that of the
white population, and therefore deserved such tr
eatment. The idea of the r
acial inferiority of
the black population would become a constant and pervasive element in the cultur
al, political,
and economic life of the Eur
opean and later the Nor
th American societies that embraced sla
-
very as a way of life and, abo
ve all, as a way of economic exploitation.
We will also see how abolitionist efforts and the promulgations that surrounded these
political texts, in reality
, often remained on paper without having positive effects on the daily
lives and social realities, as the economic and political inter
ests of slaveholders and those
who
beneted
from
this
regime
were
the
ones
who
viewed
its
abolitionist
horizon
with
the
greatest suspicion. An example of this was the technological advances applied t
o production
that took place on plantations, many of which were achie
ved and expanded as a result of the
Industrial Revolution in England
and brought to American
soil by the
rst colonizers and
sub
-
sequent
generations
who
beneted
from
this.
These
technological
advances
and
economic
objectives gave a new twist t
o the ways in which racism and other forms of discrimination
were exer
cised in American lands, but they were not er
adicated, nor much less, as recognized
abolitionists at the time in various parts of the world, such as Condorcet, would have wanted.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carlos Albert
o Navarr
o F
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rica
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he Abo
li
t
io
n of S
l
av
e
ry
. PP: 89-98
ISSN 2660-903
7
91
We will show that ther
e was no goodness or humanism in the intentions of those who
were r
esponsible for abolishing sla
very and making it
valid throughout
the territory of the
Uni
-
ted States. Among these pragmatic politicians wer
e the founders of the nation, such as Was
-
hington and Jeff
erson, on the one hand, and the champions of republicanism and defenders
of
the
Union,
such
as
Lincoln.
The true
concern
of
the
latter
was
to
save
the
“Union
” and
stay
in
power
, as
there
would be
a
way
to r
econgure
the country
structurally
and socioeconomically
,
as both sides had very different cultur
es and interests.
Life and Lit
er
a
ture. Abolition in Proc
ess (Some Sourc
es)
Fr
ederick Douglass was an African American abolitionist, social reformer
, or
ator
, writer
,
and
statesman. He
was
born
on
February 14,
1818
in
Mar
yland
and
died on
February
20,
1895
in Washingt
on. His most famous work,
Narrativ
e of the Life of Frederick Douglass, an American
Slave,
was
rst
published
in
the
spring
of
1845.
The
book,
which
included
introduct
ory
com
-
ments
by
William
Lloyd
Garrison
and
Wendell
Phillips,
quickly
became
a
bestseller
.
Within
three years of its
publication, 11,000
copies had been
printed in the
United States. During
the
same period, nine English editions of the work had been published and it had been translated
into F
rench and Dutch.
Other successful works on the same topic include
The Inter
esting Narr
ative of
the Life
of Olau
-
dah Equiano or Gustavus V
assa, the African
(1789),
Narrativ
e of Moses Roper
’
s, Adventures and Esca-
pe from American Slav
er
y (
1837),
The Narrativ
e of William Wells Brown
(1847),
and
The Narrativ
e of
Solomon Nor
thup
(1853). These works also sold thousands of copies and had multiple editions
and reprints
in the United States,
as well as tr
anslations into German,
Dutch, and other langua
-
ges. T
ogether
, they helped t
o attract broad cir
cles of European societies that pr
acticed slavery
and the intercolonial struggle outside Eur
ope between 1820 and 1860 to the abolitionist cause.
According to Houst
on A. Baker
, Jr
., who wrote the intr
oduction to a 1982 edition of Dou-
glass’
s
work,
when
resear
chers
George
F
redrickson
and
Christopher
Lasch
claim
that
“there
simply
are no
adequate
records
of slaves’
personal
reactions to
slavery
,
”
they
are not
questio
-
ning the authenticity of the narrat
ors. Rather
, they ar
e recognizing that the accounts of former
slaves ar
e more impor
tant as “
authentic” expressions in a literary universe than in a historical
one. If history has begun to mov
e as a result of the recent interest in slav
e narratives and their
narrat
ors, the movement is primarily that of an intellectual history
, a broad cultural history that
does not simply consider the narrativ
es as direct documentary historical evidence.
The history
currently underway seeks to determine the r
elationship of the texts of slave narrat
ors, which
are (by their very nature aut
obiographical) both liter
ary and historical, to our interpretation of
the American past and our elaboration of a consensual hist
ory text (cited in Douglass, 1982:
6).
For Baker
, “Slave narrat
ors actually had literary aspirations.
They were at once readers and
timid authors of narrativ
es that saw themselves as literary works of art, as autobiographical
works performed both for literary posterity and on behalf of a contemporary mass of enslaved
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carlos Albert
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n of S
l
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. PP: 89-98
92
African Americans”
(cited in
Douglass, 1982: 6).
On the
other hand,
liter
ar
y critic
George Kent
“has noted that Puritan confessional narr
atives and Methodist conversion narr
atives had an
obvious inuence
on
slave
narr
atives,
shaping
their
pious
tone as
well
as
the
proles of
their
moral r
eections” (cited
in Douglass 1982, 5).
While literary critic Henry Louis Gates, Jr
. believes that “
slave narr
ators created what he
calls
a ‘counter-genr
e,
’
an
intermediate form
that
par
ticipates
in elements
of
‘the
sentimental
novel
and,
above
all,
the
specically
American
tr
ansmutation
of
the
European
picaresque
’
”
(Gates,
1978:
21).
Examples
of
this
are
the
publication
of
Harriet
Beecher
Stowe
’
s
popular
work,
Uncle T
om
’
s
Cabin
1
(1852), and
Solomon Nor
thup’
s T
welve Y
ears a Slave
(1789). Despite
the success of these works, there was much censorship, and books and pamphlets barely
circulated in the Deep South (Carolina, Alabama, Geor
gia, and Mississippi), and there was still
much ignorance and illiter
acy
.
2
Indeed,
the
inuence
of
missionaries
and
religious
“curr
ents”
played
an
extremely
impor
-
tant role in the reading of the Bible, the sermon, and other rituals that were adapted and r
econ-
gured to
become par
t
of
the religious
ritual
pr
actice
of
African
American communities
in
the
United
States
up
to the
present
day
. An
impor
tant
gure
in
this
case
would
be
the
abolitionist
and suffragist Harriet
T
ubman (Harriet Jacobs after marriage), register
ed at bir
th as Araminta
Ross,
who
fought
for
the
freedom
of
enslav
ed
African
Americans
in
the
United
States.
In
her
lifetime, she published an autobiogr
aphy entitled
Incidents in
the
Life of
a Sla
ve Girl
3
(1861) under
1
“Watch
12 Y
ears a Slave
(2013). Direct
ed by Steve McQueen and st
arring Chiwetel Ejiof
or as Solomon Northup. The
screenplay
, written by John Ridley
, is an adapta
tion of Solomon Northup’
s autobiogr
aphy, ‘T
welve Y
ears a Slave.
’ Northup
was a free A
frican American born in New York s
ta
te who was kidnapped in W
ashington D.C. in 1841, sold into slaver
y, and
later fr
eed in 1853 aer working on Louisiana plant
ations for 12 years. ‘12 Y
ears a Slave
’ is McQueen’
s thir
d featur
e film and
won three Academy Aw
ards at the 86th Academy Aw
ards (2013) for Best Pic
ture, Best Supporting Ac
tress (Lupita Nyong’
o),
and Best Adap
ted Screenplay
, as well as the Golden Globe for Best Motion Pic
ture - Drama and the BAFT
A Awar
d, among
others. The film was sho
t in New Orleans from June 27 to Augus
t 13, 2012, with a budget of $20 million, a
t four historic
planta
tions: Felicity, Magnolia, Boc
age, and Destrehan. Of the f
our
, Magnolia is the closest to the actual plant
ation where
Northup worked. Afric
an American hist
or
y and culture scholar Henr
y Louis Gates Jr
. served as a consultant on the film,
and rese
archer David Fiske, co-author of ‘Solomon Northup: The Comple
te St
or
y of the Author of T
welve Ye
ars a Slave,
’
provided mat
erial used for the film’
s marketing. However
, ne
ws and magazine articles fr
om the time of the film’
s r
elease
described a scholar alleging some lic
ense that Northup may have tak
en with his book
, and the liberties that McQueen de
-
finitely took with Northup
’
s original. The film premier
ed at the T
elluride Film Fes
tival on Augus
t 30, 2013, and has received
gener
ally positive revie
ws from critics. It w
as released in U.S. the
aters on Oct
ober 18, 2013, and in the UK on Januar
y 10,
2014. The release of this film - along with o
ther films about the life and work of Martin Luther King - c
oincided with the
150th anniversar
y of the abolition of slaver
y (1863) and the arrival of Bar
ack Obama as President of the Unit
ed St
ates. See
Fiske, David, Brown, Cli
ord W
. Jr. & Seligman, Rachel (2013). ‘
Solomon Northup: The Complete S
tor
y of the Author of
T
welve Y
ears a Slave.
’ ABC-CLIO, 225 pp.
”
2
See “Documenting the American South: Primar
y Resourc
es for the S
tudy of Southern History, Liter
ature and Cultur
e”
.
Retrieved from
ht
tps://
docsouth.unc.edu/
3
See “Harrie
t” (2019). American biographic
al film about abolitionist Harriet T
ubman. Direc
ted by Kasi Lemmons, who
co-wro
te the screenplay with Gre
gor
y Allen Howard, and s
tarring Cynthia Erivo as T
ubman, with Leslie Odom Jr
., Joe
Alwyn, and Janelle Monáe in supporting roles. A biopic about Harriet T
ubman had been in de
velopment for ye
ars, with
several actr
esses, including Viola Davis, rumored to st
ar
. Erivo was cas
t in Februar
y 2017, and much of the cas
t and crew
joined the following ye
ar. Filming t
ook place in Virginia from Oc
tober to December 2018. “Harrie
t” premiered at the T
oron
-
to Interna
tional Film Festiv
al on September 10, 2019, and was r
eleased in thea
ters in the United S
tates on November 1,
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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93
the pseudonym Linda Brent.
4
In this work, she describes meeting an elderly Black man who
was longing to learn to r
ead so he could better serve God by reading the Bible. Despite the fact
that it was against the law for slaves t
o be taught to read,
T
ubman agreed to teach him, and
the man promised to bring her good fruit as pa
yment. After escaping slavery and settling in the
Nor
th,
T
ubman conducted thir
teen rescue missions and freed ar
ound 300 slaves, using a ne-
twork of
abolitionists
known as
the “Underground Railroad.
”
5
She also aided John Brown after
his raid
on Harpers
Ferry and
fought
for
suffr
age
for
women after
the
Civil War
. T
ubman
’
s for
-
mer home was abandoned in 1920 but was later restor
ed by the African Methodist Episcopal
Zion Church and turned into a museum and center for education. In a passage fr
om her work,
the African American abolitionist writer expresses her desire t
o awaken Nor
thern women to the
plight of the two million Southern women still in captivity
, stating that only through experience
can someone realize the depth, darkness, and vileness of sla
very
.
2019, by Focus Fe
atures. It rec
eived generally f
avorable r
e
views from critics, who pr
aised Erivo’
s performanc
e and found
the film sincer
e but formulaic. For her performanc
e in the film, Erivo received nominations a
t the Academy Awards, Gol
-
den Globes, and Screen Act
ors Guild, as well as an Oscar nomination for Bes
t Original Song (“St
and Up”). See “
St
and Up”
.
Oicial Music Video (Soundtrack) P
erformed by Cynthia Erivo - HARRIET -. Av
ailable at
ht
tps://youtu.be/sn19xvfoXvk
4
See Yellin, Je
an Fag
an (2004). Harriet Jacobs: A Life. Cambridg
e, Massachusetts: Basic Civit
as Books.
5
The Underground Railroad (also known as the Clandes
tine Railroad) w
as a clandestine network or
ganized in the 19th
century in the United St
ates and Canada to help A
frican American slaves escape fr
om plantations in the southern United
St
ates t
o free st
ates in the north or to Canada. Although it is c
alled a “network,
” there w
as no central or
ganiz
ation or guide;
they knew the immediate resourc
es available and gave them t
o the fugitive, sometimes acc
ompanying them to another
safe house. There w
as a whole industr
y of men sear
ching for runaway slaves, so a place wher
e these men did not suspect
or sear
ch for them was ver
y valuable. John Br
own built a secret room in his t
anner
y fact
or
y, although he was not the only
one. The name “Underground Railr
oad” comes fr
om the fact that it
s members used railro
ad terms met
aphorically to refer
to their activities. F
or example, conduct
ors or engineers were the ones who helped runaway slaves in the slave s
tat
es of
the South. They provided disguises, maps, instruc
tions on where to st
ay, and some
times accomp
anied them during the
journey. They were, theref
ore, ver
y bold activist
s because helping runaway slaves was punishable by de
ath at that time.
Other activis
ts est
ablished st
ations along the railr
oad, that is, plac
es like privat
e homes where runaways arrived and c
ould
hide, ea
t
, res
t
, rec
eive medical assist
ance, and information about the nex
t st
age of the journey. F
or example, the Quaker
couple L
e
vi and Catherine Coin, who lived in Newport, Indiana, were st
ationmas
ters for more than twenty ye
ars, and
during this time, around 2,000 runaway slaves p
assed through their home (the st
ation). The runaway slaves wer
e the
passeng
ers. The escape routes were c
alled tracks. The headquart
ers was the Central S
tation, and the northern s
ta
tes or
Canada were the des
tination. Members of the Underground Railro
ad opera
ted clandestinely and usually only knew each
other by their pseudonyms, to avoid c
ompromising their security. They also made p
assengers swear to k
eep the secret.
The Underground Railr
oad sought its c
ollaborators within the abolitionis
t movement, of which it was a part, and thus
ext
ended its activities always out
side the law. Perhaps the mos
t famous and popular char
acter in the his
tor
y of the Un
-
derground Railr
oad was Harriet T
ubman, whom the
y called “the Moses of the slaves,
” and who was a conduct
or who was
born a slave in Mar
yland and escaped in 1848. Onc
e she reached the North and achieved her freedom, she joined the Un
-
derground Railr
oad and in the following years r
eturned to the South up to 19 times t
o help hundreds of slaves escape. Sla
-
veholders even oered a rewar
d for capturing her alive or de
ad, but she continued her work. The Underground Railro
ad
opera
ted until slaver
y was definitively abolished aer the Civil W
ar (1861-1865). People who had c
ollaborat
ed with the
Underground Railr
oad played an important r
ole in the war due to the ins
truction they received and their knowledge of the
terr
ain. Throughout its exis
tence, the Undergr
ound Railroad suc
ceeded in freeing thousands of slaves and also influenc
ed
public opinion to g
ain supporters of the abolitionist cause. See Blasc
o Lucía “The Underground Railr
oad: The T
rue St
or
y
of the Clandestine Ne
twork that Allowed Thousands to Escape fr
om Slaver
y in the United St
ates” in BBC News Mundo,
published on September 17,
2021. See Lindle
y, R
obin (2015).
Gateway t
o Freedom. The Hidden History of the Under
ground Rai
-
lroad.
W
. W. Nort
on & Company, 352 pp
. See Foner
, Eric. “Slaver
y and the Underground Railro
ad: An Inter
view with Robin
Lindley.
” In
Hypotheses.
CLIONAUT
A: His
tor
y Blog. Retrieved from ht
tp://historyne
wsnetwork.org
/article/158362 and/
or
https://www
.bbc.com/mundo/no
ticias
-57835207
ISSN 2660-903
7
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94
Gerar
do Gurza
believes
that
there wer
e alwa
ys voices
of
prominent gur
es who
expressed
progressiv
e ideas in the American colonies, including abolitionists or anti-slavery advocates.
He cites the example of Virginia, where a gr
oup of enlightened planters receptive to new E
u
-
ropean currents of thought
found critiques of
slavery convincing as
an obstacle
to economic
and social progress. Figur
es such as George Washingt
on, Thomas Jefferson, and James Ma
-
dison, who were among the main protagonists of the r
evolutionary process and the creation
of the new government, believ
ed they were witnessing the dawn of a new er
a of human pro
-
gress in which a barbaric and backward institution lik
e slavery should not have a place. Enli
-
ghtened Virginians like St. Geor
ge T
uck
er
, Fer
dinando Fairfax and Jefferson himself dedicated
considerable efforts to conceive a viable plan for the gr
adual emancipation of slaves, a plan of
gradual application designed t
o cause the least possible economic and social disruption, and
that could in that measure win the consensus of the majority of the owning class, of which
they themselves wer
e members (Gurza, 2016: 29).
The Re
ality aer the Abolition of Slav
ery
The reality is that the abolition of slav
er
y remained mostly in good intentions and f
ew
concrete and lasting actions in fav
or of it. The separ
ation of families and the sale of slaves
continued,
as well
as the
“right of
rst night”
and the
rape
of
African-American women.
In fact,
“religious bodies ev
entually adjusted to the fact that family separations wer
e to some extent
inevitable [...] Churches opted t
o seek practical rules for what could be taken as v
alid reasons
for ending unions and allowing second marriages” (Gurza, 2016: 128). This was what most
scandalized and sought to be a
voided by the Nor
th, who abolished slavery - to which mainly
those in the South opposed.
6
Revolts and r
ebellions on plantations became more common,
one of which was led by the slave Nat
T
urner
7
against plantation owners in Virginia. E
dward
Ball shares a testimony from a descendant of a sla
ve-owning family in South Carolina who
was the victim of actions taken by
T
urner
.
Nat T
urner
, a slav
e from Virginia, led a rebellion with nineteen comr
ades in which almost
sixty whites were killed. For white Southerners,
The Liberat
or [an abolitionist newspaper] see
-
med to lead directly t
o Nat T
urner
. In reaction to the abolitionist pr
ess, Southern writers coined
their own new genre, the pro-slavery essay (Ball, 2000: 242).
6
The “Mason-Dixon Line”
. British scientists Charles Mason and Jeremiah Dix
on were renowned scientis
ts when they were
commissioned t
o settle a land dispute in pr
e-re
volutionar
y United S
ta
tes in 1763. Known in England as master surveyors
and astr
onomers, for 80 years the Calvert f
amily of Mar
yland and the Penns of P
ennsylvania engag
ed in a bloody dispute
over the boundar
y between the two c
olonies granted by the English crown. A
t the time, it was considered an innov
ati
-
ve technical achievement, coming to symboliz
e the North-South border in the American Civil W
ar
, separa
ting slave
-free
Pennsylv
ania from slave-holding Mar
yland. A north-south division between Mar
yland and Delawar
e of 133.5 kilometers
and the bet
ter-known wes
t-eas
t division separ
ating Pennsylv
ania and Mar
yland, covering 375 km and s
tretching fr
om
southern Philadelphia to what is now Wes
t Virginia. The Mason-Dixon Line is made up of almos
t 400 stones mark
ed with
the let
ters P
, for P
ennsylvania, and M, for Maryland. See Sally M. Walker (2014). Boundaries: How the Mason-Dix
on Line
Set
tled a Family F
eud and Divided a Nation. Candlewick Press.
7
See William Styr
on (2008). The Confessions of Nat T
urner
. Barc
elona: La Otra Orilla.
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In this sense, Gurza states, “These plans, though well-intentioned, had very clear limitations:
they did not want to harm inter
ests to any greater degree, and all of them categorically r
ejected the
possibility of cohabitation of the two races without sla
very
. Fr
eedom could only be conceived if it
came hand in hand with colonization of free blacks in a distant land” (2016: 29). In pr
actice, not all
works like those mentioned a f
ew paragr
aphs earlier were taken seriously
, as the
y lent themselves
precisely to the ideological and economic inter
ests of abolitionists. An example of this is that even
in the early twentieth century
, historiogr
aphy in academia continued to be blatantly racist. It was
around the mid-twentieth century that this view began to slowly change, though not without ideolo
-
gical inuences, with
some historians
even comparing sla
very to the
extermination initiated by the
Nazis and Auschwitz. “Paternalism
” became a term that became common as par
t of this ideology
that infantilized and victimized the black population, thus legitimizing the continuation in the imagi
-
nary of slavery and oppression against African Americans. Gurza maintains that:
Since the
late eighteenth century,
Thomas Jeerson
had asserted that
(love between slaves)
seems
to
be
more
an
anxious
desire
than
that
tender
and
delicate
mixture
of
sensation
and
sentiment’
that, according
to him,
characterized love
between whites.
Already in
the nineteenth
century, ano
-
ther
Southern
intellectual,
in
less
elegant
terms,
claimed
that
black
couples
were
united
by
‘very
light bonds
of
concubinage,’ and
that their
capacity for
conjugal love
had been
greatly exaggerated.
Another writer,
in even
more stark
language, said
with all
conviction that ‘the
lack of
family aection
and
insensitivity
to
ties
of
kinship’
were
inherent
characteristics
of
the
black
race.
These
are
only
well-articulated
manifestations of
what
was
a
fairly
widespread racist
opinion
about
the
supposed
promiscuity and licentious sexuality of blacks (2016: 124).
Remember
that the
“founding fathers”
of the
United
States and
many mor
e presidents
of
this
country were before and after the abolition of slav
er
y
, owners of slaves. At least twelve presidents
of the country had slaves during their lives between the late eighteenth and early nineteenth cen
-
turies,
when
the
ownership
of
slaves
was
considered
a
common
and
unquestionable
practice
in the face of any possible conscientious objection among statesmen. T
o name a few
, George
Washingt
on, Thomas Jefferson, James Madison, John
T
yler
, James Monroe, Mar
tin Van Bur
en,
William
Henr
y
Harrison,
James
K.
Polk,
Zachar
y
T
aylor
,
Andrew
Johnson,
and
Ulysses
S.
Grant,
as
well as
the most
notorious for
his infamy
, the
rst Democr
atic President:
Andrew Jackson.
Soler
,
critical
and
timely
,
comments:
“Regarding
the
US,
one
must
ask
oneself
this
question:
were the
founding fathers of
this country responsible
for slavery in America?”
(2021: 27).
June 19th
commemorates
the arrival
in 1865
of Union
soldiers (from
the North) in
Galves
-
ton,
T
exas, to inform slav
es that they were free from that moment on and that the civil war had
ended. This e
vent took place more than two years after Pr
esident Abraham Lincoln signed the
Emancipation Proclamation, which freed the sla
ves, although there were places lik
e the state
of
T
exas
where
the pr
oclamation was
barely enfor
ced, since
Union tr
oops wer
e pr
actically no
-
nexistent in
that
region to make
it valid. T
oday
,
47
states in
the
United States
recognize June
19th as a holiday
, although despite initiatives, Congress has never been able t
o expand and
make it eff
ective at the federal le
vel. For Diego Cobo.
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96
The
Emancipation
Proclamation,
promoted
by
Lincoln,
destroyed
the
legal
system
of
slavery
that
had
inated
the
economy
of
the
country
and
Europe
with
about
six
hundred
thousand
slaves,
a
number
that
multiplied
to
four
million
at
the
time of
abolition.
His
strategy
was
particular:
owners
had
realized
that
it
was
easier
to
force
slaves
to
have
children
among
themselves
than
to
bring
them from Africa (2018: 76-77).
After
the
abolition
of
slavery
in
the
United
States,
the
slave
system
began
to
converge
t
owards
social, economic, and political relationships - that is, deeply cultur
al - based on a kind of “racial
capitalism
” that has not been er
ased even in this decade of the 2020s: exclusiv
e, discriminatory
,
biased in the application of the law and the most fundamental rights established in the Constitu
-
tion, violent, among many other things. It is enough to remember only the wa
ve of violence that
erupted in the town of Fer
guson,
8
Missouri in 2015, which led then-African American President
Barack
Obama
to
afrm
that
racism
was
in
the
nation
’
s
DNA.
Inequalities and
inequities
continue
to be marked and blatant in fa
vor of the white population and to the detriment of the African
American population, not to mention other “minorities” such as the H
ispanic population mainly
,
among others, who suffer no less than the tar
get population treated in this essay
.
Conclusions
This work stops short of the beginning of the Civil War
, offering only some general data on
what would come next for the self-proclaimed “
American
” nation. It seems clear that it was
precisely the lies, economic interests, and political and social ex
clusions generated by r
acism
and discrimination around emancipation and the abolition of slav
er
y that ignited the passions
that led to the American Civil W
ar of the mid-19th centur
y between the abolitionist North
(Unionists) and the anti-abolitionist South
(Confeder
ates).
Among the objectives of this document was to mak
e it clear to the reader that it was never
kindness, humanism, or vir
tuous philanthropy that motiv
ated the “abolitionists” of the North to
ght for the termination of the enslavement r
egime suffered by African Americans, but r
ather
selsh
economic
interests,
in
the
rst
place;
and
political
interests,
in
the
second
place.
Lin
-
coln
’
s true concern was
to save
the “Union
”;
therefore, at the
end of the
war
, he
found a deeply
divided
country
between
Unionists
and
Secessionists,
going
so
far
as
to
declare
that
“The
primary
objective
of
the
government
in
this
struggle
is
to
save
the
Union
and
not
to
support
or
ght
against
slav
er
y
.
If
I
can
save
the
nation
without
freeing a
single
slave,
I
will
do
so;
if
I
can do it by freeing all, I will do so as well, and if I can do it by fr
eeing some and not others, I
will
do
so
”
(quoted
in
Cepero
Bonilla,
1977:
116).
We
begin
with
Condorcet
and
conclude
by
quoting
him.
He
states
in
the
epilogue
to
his
work,
to
which
we
alluded,
that
“
slav
er
y
is
not
only
an absurdity that must be stigmatized, but an e
vil that can be eradicated” (Condorcet, 2017:
8
See Robin D. G. Kelley
. “Class & Inequality, Race. F
orum: Black Study
, Black Struggle. The university is not an engine
of social transf
ormation. Activism is”
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bost
onrevie
w.ne
t
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elle
y-black
-struggle-campus-protes
t/?utm_source=Bost
on+Revie
w+Email+Subs
-
cribers&utm_campaign=d0c48f1b4c
-roundup_februar
y_23&utm_medium=email&utm_term=0_2cb428c5ad-d0c
-
48f1b4c-41236578&mc_cid=d0c48f1b4c&mc_eid=1b5679a5b8
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carlos Albert
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7
97
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Carlos Albert
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133
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Directed
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Kasi
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125
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United
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Allen
Howard,
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Gregory
Allen
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Music:
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er
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Starring: Cynthia Erivo, Joshuah Brian Campbell. Cinematogr
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oll.
“Stand Up
”. Ofcial Music Video
Performed by Cynthia
Erivo - HARRIET
-. Av
ailable at
https:/
/
youtu.be/sn19xvfoXvk
ISSN 2660-903
7
99
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 99-126 Provincia de Pontevedra - España
Orquesta Sinfónica de Maracaibo. Los músicos polacos
y su contribución a la cultura musical de V
enezuela en
el marco de la situación cultural de ambos países
Iwona S
toińska-Kairsk
a
*
RESU
M
EN
En octubr
e de 2022
se cumplió
el quincuagésimo
aniversario de
la llegada a
Maracaibo
de 20
instrumentistas
polacos
para
avivar
la
orquesta
sinfónica
de
la
ciudad.
Durante
más
de
veinte
años
su
número
superó
50.
V
arios
tocaban también
en
conjuntos pequeños
y/o se
dedicaban a
la
enseñanza. Con
el tiempo,
algunos
se
trasladar
on
a
Caracas,
o
a
otros
países:
México,
E.E.U.U.,
Canadá,
Alemania,
España,
Australia
y
Sudáfrica,
o
regresaron
a
Polonia.
Uno
de
los
motivos
fueron
los
cambios
políticos
y
económicos,
tanto
en
Polonia
como en Venezuela. En P
olonia, en 1989 se restableció el sistema democrático, el mercado libr
e y se creó la
sociedad civil, mientras que en V
enezuela la situación económica comenzó a empeorar
. De todos modos, los
músicos polacos dejaron en V
enezuela los cimientos de la educación musical, cuya labor fue continuada y de-
sarrollada por varios jóv
enes músicos venezolanos. El desenlace de la historia fue poco afor
tunado en la que
la
Orquesta de
Maracaibo
se r
edujo tanto
que se
hizo
imposible interpretar
concier
tos.
En octubr
e del
2020 se
exacerbaron
las
circunstancias deplorables
dado
que
las
autoridades
conscaron
los
bienes
de
la
Orquesta,
incluidos los instrumentos, suceso que concluyó con la existencia de esta valiosa institución.
Palabras cla
ve:
Orquesta de Mar
acaibo, Músicos polacos, Educación musical, Migración.
The Maracaibo Symphony Orchestra. Polish Musicians and Their
Contribution to the Musical Culture of V
enezuela within the Context
of the Cultural Situation of Both Countries
ABSTRA
CT
October
2022
marked
the
ftieth
anniversary
of
the
arrival
in
Mar
acaibo
of
20
Polish
instrumentalists
to
en
-
liven
the
city’
s
symphony
orchestra.
For
more
than
twenty
years
their
number
exceeded
50.
Several
of
them
also played in small ensembles and/or dedicated themselves t
o teaching. Over time, some moved to Car
acas,
or to
other countries: Mexico, USA, Canada,
Germany
, Spain, Austr
alia and South Africa,
or returned to
Poland.
Among the reasons were political and economic changes, both in Poland and in V
enezuela. In Poland, in 1989,
the democratic system, the fr
ee market and civil society were reestablished, while in V
enezuela the economic
situation began to worsen. In any case, Polish musicians left the foundations of musical education in V
ene-
zuela, whose work was
continued and developed b
y several
young Venezuelan
musicians. Unfor
tunately
, with
*
Investigador
a independiente. Graduada (maes
tría) en la Universidad Adam Mickiewicz en Poznań (P
olonia). Profesor
a y
traduc
tora-int
érprete en los idiomas cas
tellano y fr
ancés
https://
orcid.
org
/0009-0000-9445-5724
Recibido: 5/10/2022
Aceptado: 10/2/2023
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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zuel
a... PP: 99-126
100
time, the Maracaibo Or
chestra was so reduced that it became impossible t
o per
form concerts anymore. In
October 2020,
the deplorable circumstances were
exacerbated as
the authorities
conscated the
Orchestr
a
’
s
assets, including its instruments, an event that ended the existence of this valuable institution
Keywor
ds:
Maracaibo Symphony Or
chestra, Polish musicians, Musical education, Migration.
Introduc
ción y el f
ondo cultur
al
# FO
TO 1
Orquesta Sinfónica de Mcbo 1974
Realicemos
un
r
ecorrido
por
la
historia
de
la
Orquesta
Sinfónica
de
Maracaibo,
a
los
po
-
lacos que
trabajar
on
en ella
y a
cómo era la
vida cotidiana
en
la ciudad
hace 50
años. Empe
-
cemos por la ciudad de Maracaibo, la segunda más gr
ande e impor
tante del país. En 1972
el
número
de
sus
habitantes
alcanzaba
un
poco
más
de
700
000
habitantes;
hoy
tiene
más
de 2
millones.
En aquel
entonces, la
región era el mayor
centro de producción
de petróleo
en
V
enezuela y en toda Sudamérica. Del resto del país, junto con una gr
an par
te del Estado Zulia
del cual Maracaibo es la capital, la separ
a un enorme lago (Lago Maracaibo), el ma
yor del
continente.
Cualquier viaje
a Car
acas o
a
la may
oría de
otras
regiones
del país
requiere
cruzar
el
Puente Rafael
Urdaneta,
de 9
kilómetros
de largo,
el
cual, hace
50 años,
er
a el
más lar
go del
mundo en su tipo de construcción.
1
1
https://www
.macrotrends.ne
t
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cities/23226/marac
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CLÍO:
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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101
¿Y
cómo era
Polonia al
comienzo
de los
años
70?
—Fue el
inicio
de
la “época Gierek”
(Ed
-
ward
Gierek
fue
el
primer
secretario
del
par
tido
que
gobernaba
el
país),
cuando
se
exibilizó
el
sistema
político
y
los
polacos
comenzaron
a
viajar
no
solamente
a
los
países
del
bloque
oriental, sino también a los países occidentales. Esto dio lugar a una creciente demanda de
monedas convertibles y
, en consecuencia, a un aumento de sus precios en el mer
cado negro.
De esos viajes también se traía divisas. En las ent
onces creadas tiendas “Pewex”, podían
adquirirse
—únicamente
con
dólares
u
otra
moneda
convertible—
muchos
productos
atr
ac
-
tivos y útiles, difíciles de conseguir o no disponibles en el mercado nacional. La demanda de
divisas iba acelerando. Si en el 1972, el tipo de cambio del dólar —en el mer
cado negro, claro
está— fuer
on 72 zlotys,
unos años más
tarde fue
ya el doble.
El cambio
ocial (3,68 zlotys)
se
aplicaba solamente para las tr
ansacciones realizadas por el Estado y estaba fuer
a del alcan
-
ce de un ciudadano promedio. En tales condiciones, la visión de poder viajar par
a trabajar en
uno de los países de la zona dolarizada fue aún más atr
activa. El salario medio de un músico
de orquesta en Polonia en aquel tiempo eran unos 2400 zlotys. Y si el sueldo mensual inicial
en
la
orquesta
tenía
que
alcanzar
el
monto
de
700
dólares,
entonces
multiplicándolo
por
72
zlotys,
se
obtenía
una
cuota
astronómica
de
50
400
zlotys.
Al mes.
Es
decir
,
por
un
sueldo
y
medio (sin contar los gastos de manutención) uno podía compr
arse el carro de sus sueños
(de
producción nacional)
—“Syrena
”—
cuyo
precio ocial
oscilaba
en t
orno a
72
000 zlotys:
los
mágicos mil dólares.
En
cuanto a
V
enezuela, podemos
subray
ar que
en aquella
época
el país
vivía un
verdader
o
auge económico y cultural y er
a muy diferente del actual, arruinado económica, política y
socialmente,
asociado
más
a
los
desastrosos
gobiernos
de
sus
dos
últimos
dirigentes
que
al
petróleo
que
antaño
er
a
la
base
de
su
riqueza.
Atr
aía
a
extranjeros
de
muchos
países,
también
de
los
E.E.U.U.,
ofreciéndoles
lucrativ
os
puestos
de
trabajo.
Par
a
los
polacos,
que
venían del
sistema
que existía
entonces en
Polonia, Venezuela era un
país
rico, con
estantes
que rebosaban de
toda clase de
product
os,
colorido, hospitalario, lleno
de música,
con gente
mara
villosa
y
amable.
Hoy
en
día,
lo
único
que
queda,
son
sus
hermosos
paisajes,
y
ya
ni
si
-
quiera en todas
partes,
y
la gente
sufriendo privaciones,
que no
ha
tomado el riesgo
de
dejar
su
tierra
natal.
Pero
hace
cincuenta
años,
en
este
país
orecía
una
variada
vida
cultural,
con
numerosas exposiciones, conciertos y festivales (entr
e éstos, el Festival del Cine Polaco). En
cuanto
a
las
orquestas
sinfónicas,
había
una
en
Caracas
(Orquesta
Sinfónica
Venezuela),
y
una en Maracaibo, aunque su auge aún no había
comenzado.
Los orígenes
de la
orquesta se
remontan a
las primeras décadas
del siglo
XX,
especíca
-
mente
los años
treinta.
Uno de
los fundadores
y
directores
de la
orquesta
de Mar
acaibo
fue el
pianista, violinista y compositor venez
olano Luis Guillermo Sánchez (1913-1969). A sus veinte
años,
en el
1933,
él
y
otros músicos
jóvenes formaron
el núcleo
de
la
primera orquesta de
la
ciudad. Dos años después, con el apoyo del gobernador del Estado Z
ulia, la agrupación fue
ampliada y
fue creada así una
orquesta sinfónica. T
anto la música
que interpretaba, como
la
propia
orquesta
se
dieron
a
conocer
gr
acias
a
la
radio,
que
en
aquellos
años
daba
en
Mar
a
-
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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l de V
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zuel
a... PP: 99-126
102
caibo sus primeros pasos. La orquesta tuvo varios jefes y dir
ectores de orquesta. Su primera
actuación pública, con ar
tistas de renombr
e, bajo la dirección de José Ricci, tuvo lugar en
marzo de 1935 en el
T
eatro Bar
alt (el principal teatro de la ciudad, muy representativ
o) y
, pos
-
teriormente, actuaba en el auditorio de la universidad. Los ensay
os, en cambio, se realizaban
en el apar
tamento priv
ado de uno de los contrabajistas.
En 1958, tr
as una gran agitación política y
un cor
to pero signicativ
o periodo (1953-1958)
del gobierno autoritario de Marcos P
érez Jiménez, durante el cual la situación económica
de
Venezuela
mejoró
consider
ablemente,
se
produjo
un
golpe
de
Estado
que
depuso
al
líder
del país y puso en el poder a Rómulo Betancour
t recién elegido pr
esidente. Éste fue otro
punto
de
inexión
y
un
momento muy
importante
en
la
historia
de
Venezuela.
Se
instauró
el
sistema democrático y empezar
on a surgir nuevas iniciativas, incluidas las cultur
ales. Con el
propósito de hacer r
evivir la música en el estado Zulia y en el país en gener
al, en septiembre
de 1958, por decreto del gobierno r
egional y con el apoyo del comerciante e industrial Hor
acio
Guillermo
Villalobos,
se
creó
ocialmente
la
Orquesta
Sinfónica
de
Maracaibo
que
comenzó
sus actividades propias. En el 1961 fue adscrita al Departamento de Educación y Cultura de
la
Gobernación del
Estado Zulia.
La
Orquesta la
formaban principalmente
extranjer
os, activos
en
Maracaibo,
sólo
que
de
prof
esión
er
an
dentistas,
ingenieros
etc.,
sin
formación
musical
necesaria.
2
A principios del 1969, la ciudad
de Maracaibo se pr
eparaba par
a celebrar el
400
o
aniversa
-
rio de su segunda fundación. Era un moment
o perfecto par
a destacar la impor
tancia de la ciu
-
dad y
, por lo tanto, dar a la orquesta
una nueva dimensión y signicado. En el 1971,
mediante
el decr
eto rmado
por el
entonces gobernador
del Estado,
Hilarión Cardoz
o, fue r
eorganizada
y
se
le
asignó un
pr
esupuesto
propio.
La
dirección
musical
y
ar
tística
fue conada
(en
octubre
de 1972) al pianista venezolano E
duardo Rahn (1939-2009), formado en Europa y en Estados
Unidos
(dirección
orquestal
en
la
Juilliard
School
of
Music).
Asumiendo
este
nuevo
cargo,
tenía a su disposición a los músicos ya mencionados. Per
o después de haberlos audicionado,
sólo
dejó
una
docena
que
representaba
el
nivel
adecuado.
Así
que,
dados
los
requisitos
de
un
verdadero repar
to
orquestal
y
la
falta
casi
total
de
músicos
profesionales, especialmente
venezolanos, es decir
, con formación musical e instrumental adecuada, todo ello result
ó ser
un gra
ve problema. La solución fue buscar y tr
aer músicos del extranjero. El dir
ector viajó
entonces personalmente a algunos países de Eur
opa, donde ya, en diversas instituciones
musicales,
se
había
anunciado
la
búsqueda
de
músicos
para
la
orquesta
de
Maracaibo.
El
resultado
de
este
viaje
fue
la
contr
atación
de
nuevos
instrumentistas
quienes
al
principio
constituían más de la mitad del reparto.
Bastante
r
ápido,
la
orquesta
comenzó
a
representar
un
alto
nivel,
llegando
a
ser
recono
-
cida
en
el
país
y
en
el
continente,
a
lo
que
contribuyeron
de
manera
importante
los
músicos
polacos. Originalmente la orquesta contaba con cincuenta instrumentistas, la cifr
a que en su
2
http://www
.elzulianor
ajao.com/no
ticias/
orquest
a-sinfonica-de-marac
aibo/
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
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O
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ne
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7
103
momento más
oreciente llegó a sobr
epasar cien. Representaban dif
erentes nacionalidades.
Eran (en or
den alfabético): argentinos, bolivianos, colombianos, españoles, estadounidenses,
franceses, húngar
os, italianos, libaneses, por
tugueses, uruguayos, algunos venez
olanos nati
-
vos o nacionalizados, repr
esentantes de Centroamérica y
, sobre t
odo, polacos, en su mayoría
muy buenos músicos en edades comprendidas entre 25 a 28 años, principalmente violinistas
(24)
y
otros
músicos
de
cuerda. Unos
años
más
tarde
se
juntaron
a
la
or
questa
también
los
rumanos.
A
los
músicos
que
tocaban
en
la
orquesta
se
les
titulaba
prof
esores,
aunque
no
se
dedicaran a la enseñanza.
El
reper
torio
de
la
orquesta
incluía
obras
de
compositores
mundiales,
incluidas
las
con
-
temporáneas (par
a algunas fue su
primera actuación
), y por supuesto también de com
-
positores latinoamericanos y polacos. En 1975, r
ealizó su primera gir
a de concier
tos en el
extranjer
o, en la República Dominicana, y diez años más tarde (1985) en Europa —en Italia. En
el
1983,
fue
reconocida
la
mejor
orquesta
de
Sudamérica
y—
con
motivo
de
su
25
aniversa
-
rio– fue galardonada con el título de
Patrimonio Artístico de la Nación,
y
en
los
años
1998
y
2004
recibió la
Orden Ciudad de Mar
acaibo, de Primera Clase
. Su mejor año fue el 1981, cuando realizó
una gira de dos meses por el continente norteamericano. Fue aplaudida en el
Carnegie Hall
de
Nueva Y
ork y
en otras gr
andes salas de Estados
Unidos. En total, se
presentó en 37
ciudades
de los EE.UU., México
y Canadá, recibiendo críticas
muy favor
ables de los principales periódi
-
cos estadounidenses:
The New Y
ork Times
y
The Washingt
on Post.
En la reseña del concierto en
el
Carnegie Hall
(24.11.1981) se pudo leer:
Este concier
to demostr
ó que la Orquesta ha desarrollado un conjunto r
enado,
un tono homogéneo, una gama impresionantemente matizada de alt
os y bajos,
y un cuadro de solistas ables.
Par
a la ciudad de Maracaibo, se convirtió en una institución muy necesaria y multifuncio
-
nal, un centro educativo abierto, un museo de historia de la música y un lugar ideal par
a los
músicos prof
esionales, satisfaciendo así las expectativas de todo tipo de público, incluyendo
un gran númer
o de jóvenes. Dur
ante los concier
tos, la sala siempre estaba llena. Inicialmen
-
te, el precio de la entr
ada fueron 8 bolívares, es decir
, menos de 2 dólares. Más tarde, con la
inación, obviamente iba aumentando.
Ese
papel
multifuncional
lo
cumplía
también
el
edicio
mismo:
T
eatro
Bellas
Ar
tes,
erigi
-
do en La Lago, un elegante sector de la ciudad, terminada su construcción en el 1970. En el
auditorio se daban principalmente conciertos de música, espectáculos de danza y folklore,
así
como
producciones
teatr
ales,
mientr
as
que
el
amplio
hall
de
entrada
fue
el
escenario
de
numerosas exposiciones y otros act
os culturales. Así, dur
ante el intervalo del concier
to, el
público
podía
disfrutar
,
por
ejemplo,
de
exposiciones
de
pintura,
ar
tes
grácas,
decorativ
as
y
ar
te
popular
.
Entre
los
eventos que
se
organizaron allí
en
los
años
setenta,
podemos
men
-
cionar una exposición de obras de Mietek Detyniecki (un pint
or polaco radicado en Mar
acai
-
bo), una bellísima
muestr
a
de molas panameñas (tejidos
de los indígenas
Kuna de Panamá),
ISSN 2660-903
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CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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ne
zuel
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104
como también una exposición de... sillas de forma y propósito inusuales, pr
estados por los
marabinos
par
a
este
n.
Además,
durante
la
pausa
en
el
espectáculo
o
concier
to,
el
público
podía
contar
con
la
pequeña
cafetería
situada
junto
al
T
eatro,
para
tomar
café,
jugo
o
coca
cola, con el ruidoso acompañamiento de las cigarr
as.
# FO
TO 2
Maracaibo.
T
eatro Bellas A
r
tes
En el año 1977, se celebró allí el Festiv
al Latinoamericano de Música Contemporánea, con
los compositores polacos Krzysztof Pender
ecki y
Krzysztof Mey
er
entre los jur
ados.
Merece la pena añadir
aquí unas palabras sobre el telón,
una obra absolutamente inusual
(15 metros de ancho por 7 metros de alt
o), suspendido sobre el escenario. Su autor fue L
uis
Montiel
Y
arariyú
(1914-1998), llamado
“
el
Rey del
T
apiz”,
un
ar
tista wa
yúu, indígena
de
la etnia
wayúu
que
vivía
en
la
Península
de
la
Guajira,
al
nor
te
de
Mar
acaibo.
El
telón
es
un
ejemplo
de
la
ar
tesanía
típica
de
los
wayúu.
Curiosamente,
quienes
se
dedican
allí
a
la
tapicería,
son
principalmente los hombres. La realización de esa obr
a maestra, lle
vada cabo por un grupo
CLÍO:
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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105
de
tejedores
guajiros,
requirió
sin
duda
varios
meses
de
tr
abajo,
si
no
más
de
un
año.
Fue
nanciada
por
el
grupo
de
teatro
“The
Mar
acaibo
Players”
par
a
conmemorar
la
aper
tura
del
entonces nuev
o teatro. La técnica consiste en perforar —con una aguja gruesa e hilos de
varios colores, puntada a puntada— un lienzo rígido sobre el que
ha sido dibujado un diseño.
# FO
TO 3
Auditorio del
T
eatr
o Bellas Ar
tes y el telón
3
En un
principio, los concier
tos
se celebraban
los viernes a
las 20:45 hor
as, pero más
tarde
los
cambiaron
para
los
jueves
a
las
20:30
horas.
Los
jueves,
y
no
viernes
ni
sábados,
ya
que
los
nes
de
semana
estaban
reservados
para
las
estas,
los
bailes
y
otro
tipo
de
entreteni
-
miento,
o
salidas
a
la
playa.
No
hay
que
olvidar
que
el
clima
de
Venezuela
es
tropical
y
que
Maracaibo se encuentr
a a poca distancia del Mar Caribe. La hora de inicio de los conciertos
también estaba relacionada con el clima caluroso: antes hacía simplemente demasiado ca
-
lor
, pero por la noche, la temperatur
a bajaba a unos 27 grados centígr
ados. El auditorio, con
capacidad
para
600
personas,
sí,
estaba
equipado
con
el
aire
acondicionado,
¡aunque...
ay!
del que imprudentemente
se sentara bajo las rejillas del techo,
de donde se oía
un silencioso
zumbido y de donde salía
un aire gélido!
A
veces
los
concier
tos
se
realizaban
fuera
de
la
sala,
al
aire
libre.
Uno
de
esos
eventos,
tal vez el más interesante, fue la interpr
etación de la ober
tura “1812” de Piotr Ilich Chaikovski
en el Paseo Ciencias, una de las principales, y sin duda la más gr
ande y más bonita plaza de
3
https://twit
ter
.c
om/
Arquitectur
aV
zl/st
atus/757393699009507330
, consult
ado 08/02/2023
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la
ciudad.
El
escenario
se
instaló
justo
al
lado
de
los
muros
de
una
iglesia,
los
que,
ilumina
-
dos por focos y rodeados de altos árboles, no par
ecían una iglesia sino el patio de un viejo
castillo.
El
potente
coral
nal
fue
acompañado
por
el
redoble
de
los
tambores,
un
cañonazo,
el
repique
de
las
campanas
de
la
iglesia
y
el
lanzamiento
de
fuegos
ar
ticiales
en
todas
las
direcciones,
que
estallaban
por
encima
del
público,
despertando
el
entusiasmo
de
los
venezo
-
lanos, amantes de todo tipo de pompas y
br
avatas. Ah, y la orquesta tocaba con micrófonos,
lo
que
amplicaba
su
sonido
algo
como
cien
veces.
En
otra
ocasión,
dur
ante
un
concier
to
con cantantes solistas, cuando un petardo estalló directamente por encima de la cabeza del
tenor
, éste —justo cuando interpretaba el “Coro de esclav
os” de Verdi— liter
almente cayó del
andamio. (car
ta E.S. de 11/11/1973)
Los ensayos tenían lugar de lunes a viernes de 10 AM a 1:30 PM, en el audit
orio del T
eatro.
En
los
primeros
tiempos,
los
músicos
polacos
aún
no
tenían
carros
(que
en
aquel
enton
-
ces
costaban
al
menos
el
doble
de
sus
precios
en
Europa
Occidental),
así
que
utilizaban
el
transporte
urbano
local
–los
taxis
por
puesto–
grandes
cruceros
americanos
que
recorrían
siempre la misma ruta y
que podían llevar hasta cinco pasajeros,
o, muy a menudo, le “
daban
cola
”
los
colegas.
Los
músicos
que
vivían
a
poca
distancia
del T
eatro
acudían
a
los
ensayos
y
a
los
concier
tos
a
pie,
lo
que
causaba
cier
ta
sensación,
sobre
todo
si
uno
iba
caminando
con
el
instrumento,
puesto
que
casi
no
se
veía
gente
caminando
en
las
calles.
En
cuanto
a
caminar
, los polacos no sólo llamaban la atención por el hecho mismo de ir a pie, sino tam
-
bién
por
el
hecho
de
que
andaban
en.…
sandalias.
Hasta
ent
onces,
este
tipo
de
calzado
sólo
lo
llevaba la gente
pobre. Un venezolano medio,
incluso en un calor que superaba
los 30 grados
centígrados,
llevaba
zapatos
cerrados
que
no
eran
ni
ligeros
ni
aireados.
No
obstante,
dado
que
en
todas
par
tes
había
aire
acondicionado,
también
en
casas
y
apar
tamentos,
andar
o
quedar
en un
local
donde
había
temperatur
a de
16
grados,
con
nada
más que
sandalias
pues
-
tas directamente en los pies, no fuer
a nada agradable. Sin embargo, años después, cuando
los
marabinos
mismos
ya
salían
a
caminar
en
las
calles,
pronto
se
dieron
cuenta
de
que
las
sandalias no eran un inv
ento malo y empezaron a usarlas también. De hecho, unos amigos
hasta nos pedían de llevárselas desde Polonia. Otr
a prenda introducida por los polacos fuer
on
pantalones
cor
tos
para
hombres,
para
llevarlos
en
la
calle.
Algo
que
antes
era
impensable.
Un
hombre
con
pantalones
cor
tos
no
podía
ser
atendido
en
una
tienda,
no
podía
tomar
un
autobús
o
un
taxi.
Fue
despreciado,
se
arriesgaba
a
ser
silbado.
¡A
tal
extremo
que
sucedió
una
vez que
a
uno de
los extr
anjeros
alguien le
quemó
la pierna
con un
cigarrillo!
Las mujeres,
en
cambio,
siempre
llevaban
pantalones
(largos),
independientemente
de
su
edad
o
gur
a,
excepto en gr
andes ocasiones cuando vestían bellas creaciones.
Al cabo
de
un tiempo,
los
polacos ya
disponían de
sus
propios carros. Así
que
la mayoría
de
los
músicos
de
la
orquesta
llegaba
al T
eatro
en
carro,
lo
que
suponía
un
gr
an
número
de
vehículos
estacionados
en
una
calle
relativamente
pequeña
y
sus
laterales.
Allí,
ya
les
estaban
esperando chicos
pequeños,
entre
seis
y
doce
años
de
edad
como
máximo,
que
se
ofrecían
al
ser
vicio
de vigilar
el
auto. Más
bien,
había que
aceptar esa
“vigilancia
”,
pues existía
el riesgo
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1
07
de
que
un
carro
“desatendido
”
se
encontrar
a
luego
r
ayado
con
un
clav
o
o
con
otros
daños
menores. Afortunadamente, ese “
ser
vicio
” de unas horas de guar
dia costaba poco, un cuar
to
o medio dólar como máximo. Otra de las ocupaciones de esos chicos, mientr
as duraba el
ensayo, er
a lavar los vehículos dejados, lo cual tampoco arruinaba el pr
esupuesto. Añadamos
un dato interesante. En ese país, ho
y día uno de los más peligrosos del mundo, en los esta
-
cionamientos,
grandes
y
pequeños,
vigilados
por
adolescentes,
funcionaba
una
norma
que
ahora sería inconcebible: junt
o con el carro, uno dejaba... las llaves. Los carr
os se colocaban
casi uno al lado del otro, a lo largo y ancho de la placita (per
o no caóticamente). Cuando un
carro tr
ancaba la salida del otro, el chico se montaba en el y lo desplazaba. El precio de un tal
estacionamiento no sobrepasaba un cuarto de dólar (1 bolívar).
¿Y
cuáles
eran
otros
precios
en
aquella
época,
con
el
cambio
del
dólar
igual
a
4,28
bolívares
vigente dur
ante mucho
tiempo? —Por
1 (un)
dólar se
podía comprar
60 litr
os de gasolina
(aun
-
que
unos
años
después
ya
eran
4
dólares)
o
un
botellón
de
10
litros
de
agua
potable.
Una
barra
de
mantequilla,
un
pan,
un
litro
de
leche
o
jugo
(en
car
tón)
costaban
alrededor
de
2
bolívares
(medio dólar). Par
a comprar 10 tor
onjas o un rácimo de cambures (bananos) o plátanos, 1
bolívar era suciente.
Un
diario de
30
a 100
páginas
(edición dominical
150
páginas)
también
costaba
1
bolívar
,
lo
mismo
que
un
viaje
“largo
”
en
el
taxi
por
puesto.
El
periódico
“del
día
de
mañana
” lo empezaban a vender los vendedores ambulantes, usualmente chicos jóv
enes, a
par
tir de medianoche, de costumbre en los cruces de av
enidas o las calles más grandes.
Unas
palabras
más sobr
e
las
tiendas
en el
contexto
del
mercado
musical.
En
Polonia,
en
el
1972, las grabador
as de cassette y los cassettes (vírgenes) apenas comenzaban a aparecer
.
T
odavía estaban en uso los magnet
ófonos grandes, de
bobina
abier
ta (o carrete abierto) y
cinta gr
ande. El problema
fue que esas cintas no
eran pr
ácticas, primero
por su gr
an tamaño,
y
luego
sucedía
que
se
enredaban
en
el
mecanismo
o
se
rompían
y
hubo
que
pegarlas.
En
V
enezuela, en cambio, prosperaban las tiendas de electr
ónica japonesas (Casa Serizawa y
Casa Japonesa en Maracaibo), con amont
onado, del piso al techo, todo tipo de grabador
as de
cassette (grabador
as–reproduct
oras) y r
adios, con ondas FM y a menudo con reproductor de
cassette ya incorpor
ado (radiocassettes), casi siempre estér
eo, en su mayoría de excelente
calidad. Se podían comprar t
odo tipo de cassettes: en blanco, con grabaciones de música
clásica y moderna del mundo entero. Después, en Polonia, esas r
adios captaban muy bien la
emisora
clandestina
de
Europa
Libre
que
transmitía
noticias
impor
tantes
y
la
Radio
L
uxem
-
burgo
que
emitía
música
moderna
de
grupos
famosos,
como
Los
Beatles.
Además,
existía
un servicio bastante par
ticular de grabado de canciones seleccionadas por el cliente en los
cassettes
de
éste. Uno
llev
aba la
lista
de
canciones
y a
los
dos
días
recogía
el
cassette con
su
música predilecta. La autor
a
misma guarda envidiosamente algunos cassettes que le fueron
grabados de
esta manera. Aquí
los
lectores mayores suspirar
án
quizás
al recordar su
propia
juventud, los de mediana edad se sorprender
án por tal descripción y admiración, y los más
jóvenes
no
sabrán
de
qué
se
trata,
pero
uno
de
los
músicos
describió
esa
técnica
entonces
innovador
a de manera siguiente:
“Por acá hay una nue
va moda: ya no son discos ni gr
andes bo
-
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108
binas, sino pequeños cassettes par
a reproducir (y gr
abar) en pequeñas grabador
as por
tátiles. Es
extremadamente pr
áctico. Con un solo gesto, puedes introducir la cinta compr
ada, tal como está, en
el dispositivo y el sonido comienza a repr
oducirse al cabo de un segundo. Puedes parar o rebobinar
en cualquier momento. ¡Y qué calidad de gr
abación!.
”
(car
ta E.S. de 19/01/1973)
Lo
s músic
os polac
os de la Orques
t
a
Después de tan amplia introducción es hor
a de pasar a los músicos de Polonia y su trabajo en
la orquesta.
Y
a sabemos
que el
director Rahn viajó
personalmente a
Europa para buscar y
con
-
tratar
a
los
músicos
dispuestos
a
tr
abajar
en
Mar
acaibo.
Uno
de
los
países
donde
emprendió
esa
búsqueda
fue Polonia.
En
otoño
de 1971,
fueron
colgados
en varias
instituciones
culturales los
anuncios redactados por la Agencia Artística Polaca P
AGAR
T de este contenido más o menos:
„Se buscan músicos dispuestos a tr
abajar en una orquesta sinfónica de Venezuela
por un periodo de 15 meses – desde octubre de 1972.
”
Además,
en
un
momento
dado,
los
candidatos
tenían
que
ser
audicionados
en
V
arsovia.
Uno
de
los
avisos
apareció
también
en
la
Filarmónica
de
Poznan,
la
ciudad
de
la
autor
a.
Un
día,
mi
padre
llegó
a
casa,
comentó
el
anuncio
y
preguntó:
—“Bueno,
¿Qué
les
parece?”—
Sabíamos
por
supuesto
donde
quedaba
V
enezuela,
sabíamos
que
tenía
petróleo,
pero
no
mucho
más.
La
primera
información
que
leímos
en
una
enciclopedia
(tengan
presente
que
el
internet no
existía
y
que
aún le
faltaba
mucho
por
aparecer) fue
que
la temperatur
a
media
del ver
ano eran 29 y la del invierno 27 gr
ados centígrados. Prometía ser inter
esante... T
r
as
algunas vacilaciones, en las cuales dominaba el deseo de conocer algo nuev
o, fue tomada la
decisión positiva y empezó la etapa de elabor
ar el tema. T
odavía no había tenido lugar la audi
-
ción, y mucho menos se conocieran los r
esultados, cuando mi padre ya compr
aba manuales
y discos para apr
ender el castellano, y cada día le dedicaba una hora a la tarea.
Pero nalmente
llegó
la
invitación
par
a
las
audiciones
(los
días
28
y
29
de junio
de
1972)
e
inmediatamente
al
día
siguiente,
el
director
conrmó
haber
aceptado
20
músicos.
Ahora
quedaba esperar una información de la Agencia Pagar
t.
He aquí
la lista
de los candidat
os aprobados
por el
director Rahn,
con f
echa 30 de
junio de
1972, rmada
por él
mismo,
al pie
de la
cual el
director se compromete a
contratarlos desde
el día 15 de octubre de 1972 hasta el 31 de diciembre de 1973:
Pero
si
alguien
ya
trabajaba
en
algún
lugar
,
lo
primero
que
se
necesitaba
para
rmar
el
contrat
o con Pagar
t, era un permiso del empleador de uno. Como y
a se ha dicho, el contrato
abarcaba un periodo de 15 meses, entre octubr
e de 1972 y diciembre de 1973, con posibili
-
dad
de
pr
órroga.
El
convenio
estipulaba
pagar
al
intermediario,
es
decir
a
Pagar
t,
un
10%
de
comisión sobre el salario.
La audición de V
arsovia se efectuó, la lista de músicos aprobados fue conocida, las for
-
malidades
en
el
lugar
de
trabajo
cumplidas.
Ahora
sólo
quedaba
esperar
.
Hasta
nales
de
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
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7
109
septiembre,
no
pasaba
nada.
Pero
nalmente,
una
noche,
concretamente
sobre
la
una
de
madrugada
(!),
el timbr
e de
la
puer
ta
sonó
con
fuerza. El
cartero,
o más
bien
el
repartidor
,
traía
un telegr
ama. Un telegr
ama r
ara
vez tr
aía buenas noticias,
y sobre
todo uno
entregado así, en
plena noche, podía provocar un ataque al corazón.
„El día 7 de octubre de 1972 a las ... hor
as, favor presentarse
en el aeropuerto de Varso
via para viajar a V
enezuela”.
# FO
TO 4
Listado de músicos polacos aprobados en 1972
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110
Esa noche ya no volvimos a acostarnos. Comenzar
on las deliberaciones y los prepar
ativos
acelerados. Primer
o los listados (par
tituras, accesorios par
a el instrumento, ropa) y luego las
compras. En Polonia, a
nales de
septiembre del
año 1972,
conseguir una
camisa de
manga
cor
ta,
pantalones
cor
tos
o
sandalias
no
era
ni
obvio
ni
fácil.
Sin
embargo,
al
nal
todo
se
completó y
las maletas
estaban hechas.
La aventura de la
vida había
comenzado, porque
de
lo contrario, cómo llamar de otr
a manera esa escapada hacia lo desconocido. Así es como el
propio participante
de la misma, mi padre Eligiusz Stoiński, describió el
viaje:
“13 de
octubre de
1972. Me
alegro de que
por n
nuestra familia
tenga a
un pariente
“en América”. He
aquí
algunas palabras
sobre nuestro
viaje. En París,
asumí una
especie de
liderazgo de tutela
sobre nuestro
grupo
de 20 personas,
lo cual
se debió principalmente
al hecho de
que mis colegas
no hablaban francés.
En París,
hemos
acumulado
bastantes
impresiones,
nuestro
equipaje
fue
felizmente
recogido
y
nos
montamos
en
el
poderoso
“Jumbo”
el
que,
en
una
hora
y
media,
nos
trasladó
a
Madrid.
Allí,
tuvimos
una
hora
de
descanso
para repostar
el combustible
y cargar nuevos
pasajeros (en
el avión cabían
más de
400). En
el aeropuerto de
Madrid, me
convertí en
especialista de castellano
(y sigo
siéndolo en
la orquesta). Tras
10 horas
de vuelo, ate
-
rrizamos
en
el
aeropuerto
de
Maiquetía,
cerca
de
Caracas,
a
las
2 de
la
madrugada,
con
5
horas
de
diferencia
entre
Venezuela y
Polonia.
En
el aeropuerto
nos
esperaba el
consejero
cultural
de la
Embajada
de
Polonia. En
Maracaibo,
a
donde
llegamos
en
un
avión
más
pequeño
a
las
4
de
la
madrugada,
nos
recibió
toda
la
orques
-
ta
en
su
formación
de
entonces,
y
el
vicepresidente
de
la
Sociedad
de
Amistad
Venezolano-Polaca,
Wojciech
Karmowski,
un polaco
que
llevaba
muchos años
viviendo
en
Venezuela.
Al parecer,
era
él
quien estaba
muy
interesado
en
que
la
orquesta
estuviera
formada
por
polacos
y
se
alegró
mucho
de
nuestra
llegada.
Desde
París vino
con nosotros
una violinista
francesa, con
su marido
violista, tres
hijos y
cuatro gatos.
Nos
dieron
una
cálida bienvenida
y
nos
alojaron
en
el
Hotel Kristof,
dirigido
por
eslovacos.
Todo
el
primer
día transcurrió en bienvenidas y agasajos.
Empezamos
a
trabajar
el
día
9
de
octubre
con
un
total
de
50
músicos.
Para
el
primer ensayo
nos
llevó
al teatro
la esposa
del
director Rahn
(como ya
se ha
dicho,
en aquellos
carros americanos
cabían cinco
o,
si
se
apretaban
un
poco,
hasta
seis
pasajeros,
además
del
chofer).
El
ensayo
comenzó
con
una
con
-
versación social,
café, el
debate sobre
los planes.
El director
me pidió que
sirviera de
intérprete, tanto
de
francés
como
de
castellano.
Así
que
paso
horas
enteras
hablando,
viajando
cada
vez
con
otra
persona
en esos enormes vehículos. He recogido tantas impresiones que sería difícil describirlas. Realmente es un
mundo completamente diferente.”
(carta E.S. de 12/10/1972)
Los días
24 y 27
de octubre (1972) tuvieron
lugar los primeros concier
tos sinfónicos,
gr
atui
-
tos,
con una
sala
llenísima. Al
cabo de
tres
meses, en
enero
de 1973,
la or
questa contaba
ya
con
32
músicos polacos,
un
poco
más
tarde llegaron
tres más
y
la
pianista,
Elżbieta
Sobkowicz.
Mi
padre escribía:
“De esta manera se ha formado otr
a orquesta polaca más, ya que la formación completa
son ahora 60 instrumentistas. Los v
enezolanos, los italianos y otras 15 nacionalidades están apr
endien
-
do con urgencia el idioma polaco, por
que a los nuestros no les va muy bien con el castellano. Pues, es
necesario encontrar un idioma común par
a toda la orquesta.
”
(car
ta E.S.
de 04/12/1972)
Al comienzo, los músicos se concentr
aban en los asuntos de cada día, en ir conociendo la
ciudad y
, por supuesto, tr
abajar en la orquesta. Sin
embargo, al cabo de poco
tiempo, cuando
por
la
ciudad
corrió
la
noticia
de
que
habían
llegado
músicos
del
extranjero,
los
marabinos
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111
empezaron
a
solicitar
clases
de
instrumento
para
sus
hijos.
Así
que
varios
músicos
comen
-
zaron a dar clases particulares. Sus alumnos eran sobr
e todo los hijos de médicos, abogados,
director
es,
personas
en
puestos
de
alto
rango,
que
querían
que
sus
hijos
se
convir
tier
an
en
personas bien educadas en el sentido amplio del término.
Algunos
músicos hicieron
llegar a
Venezuela a
sus
familiares. Así
que llegaron
en
su ma
-
yoría
esposas,
a
veces
con
hijos.
Había
entre
ellas
quienes
consiguieron
empleo,
incluso
en
su prof
esión. Los niños fueron a la escuela. Había comenzado una nueva etapa en sus vidas.
Sin
embargo,
el
trabajo
en
una
orquesta
no
satisfacía
las
ambiciones
ar
tísticas
de
los
músicos.
Muy
pronto,
a
principios
del
1973,
se
formó
un
pequeño
conjunto
de
música
de
cámara: Orquesta de
Cuerdas “Pro
Musica
”. Estaba
formada
principalmente por
los
polacos:
Rober
t Szr
eder
,
Mirosław Kulikowski,
Stanisław Rusiecki
(primeros violines),
Bogumił T
oczko,
Ryszard Zeringer
, Radgost Mastalarczuk (segundos violines), Zdzisław Waszkiewicz, Eligiusz
Stoiński
(violas),
Jan
Gajęcki
(contr
abajo)
y
los
italianos,
padre
e
hijo,
Oscar
y
Franco
Faccio
(violonchelos). El conjunto interpretaba música de cámar
a, la más y la menos conocida, inclu
-
yendo la música polaca y a veces también venez
olana, basada en el folklore. Par
a interpretar
la
música
venez
olana,
se
unía
a
ellos
Ciro
Adarme
quien
tocaba
el
cuatr
o
–
un
instrumento
típico de Venezuela con cuerdas anadas de manera particular: la3,
re4, fa#4, si3.
# FO
TO 5
Orquesta de Cuerdas “Pr
o Musica”
En ese mismo año (1973) un acento muy agr
adable fueron las celebraciones del 500 ani
-
versario de nacimiento de Nicolás Copérnico, el famoso astr
ónomo polaco.
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Puesto
que
el
primer
contrato
sólo
iba
a
durar
15
meses,
era
necesario
ganar
lo
máximo
posible durante ese corto periodo y
, sobre todo, ahorrar plata par
a poder volver a Polonia con
dinero
suciente par
a cubrir sus
necesidades vitales
y las de
la familia
en un gr
ado mejor
que
antes de irse. La vida y el trabajo en V
enezuela resultar
on ser tan diferentes de las condicio
-
nes
polacas
(sin mencionar
el
clima
de
verano
perpetuo
de
Venezuela)
que,
con
el paso
de
los
meses,
el deseo
de volv
er a
Polonia en
el plaz
o pre
visto iba
disminuyendo.
Así que
—si mal
no
recuerdo— ninguno de los músicos ha
ya regresado en ese primer moment
o y cada año los
contrat
os
iban
renov
ándose.
Además,
algunos
de
los
músicos
que
decidieron
pasar
en
ese
nuevo país v
arios años, si no toda su vida profesional, per
o con miras de regr
esar a Polonia
“par
a sus años de vejez”, transf
erían a Polonia también las cotizaciones de jubilación.
Bastante pronto comenzar
on a surgir opor
tunidades de trabajo adicional, y
a no sólo clases
par
ticulares, sino
que
apareció en
el
horizonte la
visión
de
crearse en
Maracaibo
una
escuela
de
música.
En
1974,
se
fundó
entonces
el
Conser
vat
orio
de
Música
“José
Luis
Paz”
(un
tipo
de escuela de música sin materias de enseñanza general, si lo compar
amos con el sistema
polaco). De acuerdo con el pr
ograma, en su fase de apogeo, las asignatur
as que se impar
tían,
además de las clases de instrumento, er
an: historia de música, educación auditiva, armonía,
formas musicales, composición, contrapunt
o y fuga, música de cámara, pedagogía musical,
orquestación,
práctica
orquestal,
folklore,
coro
y
solfeo.
Este
último
se
enseñaba
de
forma
especíca,
ya
que
no se
trataba
de
leer
las
notas
en
forma
de
canto (solfeo
entonado),
como
se practica en v
arios países (también en Polonia), sino de recitar en voz alta sus nombr
es (sol-
misación), por ejemplo, las de la línea melódica, a modo de recitar un poema (solfeo hablado).
# FO
TO 6
Instituto de la Cultura con el
Conservatorio de Música “José Luis
Paz”
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El
director
del
Conservatorio
en
los
últimos
años
fue
uno
de
los
músicos
de
la
Orquesta,
antes
su
autista,
Jerzy
Łukaszewski
(hasta
su
muer
te
en
2019).
T
ambién
fue
uno
de
los
pedagogos que
había trabajado
en “El Sistema
” —un
programa
innovador de
enseñar música,
al que
dedicaremos unas
palabr
as
al nal
del ar
tículo–
y
,
como par
te
de éste,
fundador de
la
Orquesta de Vientos del Núcleo Maracaibo Centro.
#FO
TO 7
Eligiusz Stoiński
Finalizándose el primer contrat
o, cuando ya se sabía
que
casi
todos
los
músicos
se
quedaban
en
Maracai
-
bo, tuvo lugar una audición en forma de concurso par
a
cubrir
de
nuevo
las
plazas
en
la
orquesta.
Así
que
er
a
imprescindible prepar
arse para ello, es decir
, practicar
.
Era casi
imposible
hacerlo
dur
ante
el
día,
porque
prime
-
ro, por
la
mañana
había el
ensayo de
la
orquesta,
luego,
después del almuerzo una siesta obligatoria (imposible
omitirla en el clima de Maracaibo), y —sobr
e todo y a
toda hor
a— el calor
. Y toda
vía, para empeor
ar la cosa,
el ruido de la
calle constantemente “enriquecido
”
por las
cornetas. No eran sólo pitaz
os cor
tos, como en Europa.
En la Maracaibo de ent
onces, las cornetas eran objeto
de
orgullo
y
envidia,
y
conseguir
una
deseada
requería
cier
to esfuerzo.
Pues
eran dispositivos
que
repr
oducían
melodías enteras (por ejemplo y muy a menudo el tema
principal de la canción “La cucaracha
”), algo así como
las
señales de
teléfonos
móviles
de hoy
día,
sólo que
mil
veces más potentes. Cuando ocurría un embotellamien-
to o una colisón y los carros estaban par
ados, en segui-
da comenzaba una “producción
” y una competición de
cornetas: mientras más alta y lar
ga fuera la melodía o el
tema, más satisfecho se sentía el dueño. A las cornetas
melódicas había que agregar
las de los autobuses urba
-
nos, con la fuerza y el sonido de la sirena de un barco.
¿Cuándo
entonces
se
podía
practicar?
—Sólo
por
la
noche, cuando
el tráco estaba menos
intenso. Mi
padre
lo describió así:
Solía tocar hasta la medianoche y aun más,
sin el silenciador
, con la puer
ta abier
ta y a todo volumen. Mis
tres vecinos (entr
e ellos un italiano) no sólo no protestaban,
sino que me proponían que t
ocara la noche enter
a.
Acorde
-
mos rápidamente que las ventanas y la puerta
abierta
de
par en par proporcionaban
una corriente de aire vivican
-
te. (car
ta E.S. de 13/12/1973)
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Mi padre (fallecido en 1982), un apasionado pedagogo y músico de cámar
a, apar
te de
tocar
en
la
Orquesta
de
Maracaibo,
impar
tía
clases
de
violín
y
viola
en
el
Conservatorio
de
Maracaibo y en la ciudad de Acarigua (Núcleo P
or
tuguesa - Módulo Acarigua-Ararure) en el
marco del mencionado “El Sistema
”.
T
ambién daba clases par
ticulares. A menudo ofr
ecía su
tiempo libre par
a trabajar más aún con sus alumnos. Incluso, estando postr
ado en un hospital
de V
enezuela, al ver a
un estudiante quien venía a
visitarlo, preguntó: —¿Qué
haces aquí sin el
violín? ¡Hagamos una clase!
Era el músico con más edad en el grupo polaco, tenía una gr
an experiencia profesional y
conocimientos muy amplios. En Polonia, antes de llegar a V
enezuela, había tocado muchos
años
en
la
Orquesta
Filarmónica
y
en
la
Orquesta
de
Cámar
a
de
la
ciudad
de
Poznan,
y
también
había trabajado dur
ante más de veinte años como prof
esor de violín en el Liceo de Música y
en
la Univ
ersidad de
Música
de esta
misma
ciudad donde
enseñaba
violín, dirigía
conjuntos
de
cámara,
estudios
orquestales,
pr
ácticas de
enseñanza
violinística,
impar
tía
clases de
liter
atura
especializada para violín y viola. F
ue además coordinador de agrupaciones de cámara.
Uno
de
sus
ex-alumnos
venezolanos
(Jesús
Florido),
hoy
compositor
e
intérprete
de
varios
tipos de
música,
improvisador
, profesor de
violín
y constructor
de violines
atípicos,
quien desde
hace años vive en Los Ángeles, ha tomado el r
elevo de su primer maestro e incluso ha colgado en
internet un brev
e e interesante vídeo sobre los inicios de su formación violinística con mi padre
y
el
apoyo
recibido.
He
aquí
algunas
de
sus
palabras:
“[El
prof
esor]
nunca me dijo que yo no sería
capaz de hacer algo. Esa fue la clave.
[...]
Mi dedicación a la pasión de la enseñanza está simplemente
grabada en mi cor
azón como un tatuaje. Me encanta enseñar y es gr
acias a él. Me ofreció su apoyo y
dedicación. [Una vez dijo que] no ha
y que superar el violín, sino ser una buena persona, alguien que haga
algo bueno por el mundo. Un pequeño detalle: debes dejar el mundo mejor que el que encontraste
”.
El violinista
Antoni
Jakubowski escribió una
hermosa página
en la
vida de
la orquesta
y en
la
suya propia. Actuó
varias
veces como
solista
de recitales
y con
orquestas
en Maracaibo y
Caracas (y también en Italia dur
ante la gira de la OSM), interpr
etando, entre otros, los concier
-
tos par
a violín
de Bach, Wieniawski, Szymanowski, Karlowicz, Sibelius
y Shostakovich.
Además,
sus
intereses
musicales
incluían
la
dirección
de
orquesta.
Durante
un
tiempo
dirigió
una
orquesta de
cámara, con
la
que
actuó
en
Mar
acaibo,
en
un
concier
to y
en
una
re
-
presentación de ballet, así como en conciertos en varias poblaciones del Estado Zulia.
T
ras pasar años en V
enezuela, se fue a Alemania y luego a España, donde le ofrecieron el
cargo
de
reseñador
musical
en
Costa
Blanca,
el
que
ocupó
durante
nuev
e
años,
publicando
reseñas en la prensa local y r
egional, con reimpresiones en la prensa nacional.
En el año 1978, por iniciativa del contr
abajista Jan Oczkowski, se formó el conjunto “La Ro
-
manza
” (compuesto por: Jan Oczkowski, Marianna Oczkowska, Antoni Jakubowski, E
dward
Domański,
Maciej
Złotkowski
y
el
uruguayo
Domingo
Roverano).
La
agrupación
interpreta
-
ba canciones populares, alcanzando r
ápidamente un éxito ar
tístico, gr
abó también el disco
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“Ojos negr
os”. Fue
Jan Oczkowski
quien seleccionaba
el r
eper
torio (inicialmente
basado en
el
folklore gitano) y hacía arreglos. En el conjunt
o tocaba el contrabajo, el acor
deón y el piano, y
su esposa Marianna, cantante prof
esional, fue solista.
#FO
TO 8
T
arjeta de reconocimient
o de par
te de los alumnos
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A
ntoni Jakubowski
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l
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# FO
TO 11
Portada del disco
Ojos negros
de “La Romanza”
Jan Oczkowski demostró su iniciativa estando t
odavía en Polonia, donde en Craco
via ha
-
bía cr
eado el
conjunto
“Słowianki” [
“Las eslavas”
]
.
L
uego, en Maracaibo, no sólo fue activo en la
orquesta
y en
“La Romanza
”,
sino que
trabajó
durante
26
años en
la Universidad
Católica
UNI
-
CA, enseñando armonía, contrapunt
o y piano complementario, y
, en el Conservatorio, donde
enseñaba piano. Además, daba clases par
ticulares de acor
deón y piano.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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# FO
TO 12
Jan Oczkowski
Añadamos
en
este
lugar
que
ambos
sus
hijos
también
tienen
mucho
talento
musical.
El
mayor
–Piotr–
aprendía
piano
desde
la
edad
de
8
años,
con
Elżbieta
Sobkowicz,
pianista
de
la
Orquesta.
Comenzó
a
actuar
a
una
edad
temprana,
justamente
con
la
Orquesta
de
Mar
a
-
caibo. A sus 11 años se presentó por primer
a vez, interpretando el Concierto para piano en r
e
mayor
de
Hay
dn.
Poco
después,
ejecutó
el
Concierto
par
a
piano
en
re
mayor
de
Kabalevski,
igualmente
con
la
Orquesta
de
Maracaibo
y
luego
con
la
Filarmónica
de
Car
acas,
y
un
poco
más tarde el Concierto No. 3 en do menor de Beethoven. En años posteriores, actuó muchas
más veces
en Maracaibo y
Caracas, como solista
y
con la
orquesta. Desde
hace tiempo
vive
y trabaja en Alemania y es un pianista r
econocido.
Otro músico
con curriculum muy
rico fue E
dward Domański, quien
fue y sigue
muy activo,
no sólo
en el
ámbito de
música (oboísta, composit
or
,
director
de orquesta,
director
de coros
y
arreglista), sino que fue también fotógr
afo y cronista de la Orquesta. Su rico currículum artís
-
tico podría ser fácilmente repartido entre varios músicos.
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Edward Domański
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121
Durante su estancia en P
olonia, antes de llegar a Venezuela, dirigió coros y
, como oboísta,
tocó
en
varias
orquestas,
realizó
gir
as
por
Europa
con
su
T
río
de
Instrumentos
de
Caña
(en
polaco: T
rio
Stroikowe).
En
Maracaibo, fue
oboísta
y
director invitado
de
la
Orquesta
Sinfóni
-
ca
de
Mar
acaibo
y
de
la
Orquesta
Juvenil,
director
ar
tístico
y
fundador
de
varios
coros
de
la
ciudad: el Coro del Estado Zulia, el Cor
o del Conser
vat
orio de Música, el Coro de la Secretaría
de
Cultura
del
Estado
Zulia,
el
de
la
Universidad
Privada
Dr
.
Rafael
Belloso
Chacín,
los
coros
de las empresas petroler
as Mara
ven y Meneven, así como fundador y direct
or ar
tístico del
festival cor
al permanente El Zulia Canta, en cuya inaugur
ación se interpretó su obr
a vocal
y sinfónica “Clamor a la Paz”, escrita a solicitud de la Secretaría de Cultur
a del Estado Zulia
con
motivo
del
Año
Internacional
de
la
Paz.
Como
educador
,
fue
profesor
de
la
Universidad
Belloso Chacín, director gener
al del Centro Musical Lamas y prof
esor de dirección coral en el
Conservatorio “José L
uis Paz”. T
ambién impar
tía clases en la escuela de música para niños
invidentes.
En 1987 se trasladó a Canadá. Cuando dejaba Mar
acaibo, la Secretaría de Asuntos Cultu
-
rales le or
ganizó un concier
to especial de despedida y la prensa escribía: “E
dward Domanski
[...] nos deja un rico legado en el campo de la composición y la música coral [...] cabe destacar
su compromiso social y su car
ácter que le permitieron ganarse muchos amigos en todos los
niveles de nuestr
a sociedad.
”
En Canadá sigue estando activo prof
esionalmente. T
r
abajó como director artístico del
conjunto
vocal
polaco-canadiense
“Ensemble
International
de
Montréal”,
con
el
que
realiz
ó
una gira por P
olonia donde par
ticipó en el Festival Internacional en Miedzyzdr
oje (1992). En
-
tre otr
as
cosas, es también el fundador
y director artístico del
Ensemble V
ocal
Universalis de
Montreal, con el que sigue trabajando.
Sus obras fuer
on ejecutadas en Polonia, Venezuela y Canadá. En su actividad de compo
-
sitor
,
la
música
que
ocupa
un
lugar
especial
es
la
vocal,
en
la
que
utiliza
textos
literarios.
Es
autor
del
monumental
“Réquiem
a
Bolívar”
en
8
movimientos,
para
tenor
,
alto,
narrador
,
coro
y orquesta
sinfónica, compuesto sobre
la base de los text
os del siglo XIX. El estr
eno, recibido
entusiásticamente, tuvo lugar en diciembre de 1983, con el motiv
o del bicentenario de naci
-
miento del Libertador
. Los intérpretes fuer
on los cantantes venezolanos y un recitador
, como
también
el
Coro
del
Estado
de
Zulia,
acompañados
por
la
Orquesta
Sinfónica
de
Mar
acaibo.
Se trata de la única obr
a musical dedicada, hasta la fecha, a este héroe de cinco países de
América del Sur
.
Uno de
los violinistas, Wojciech Gałązka,
apar
te de su
actividad como
músico, se
desem
-
peñó durante algunos años, desde 2011, como cónsul honor
ario de Polonia en Mar
acaibo.
A
su
vez,
uno
de
los
violistas
—Kazimierz
Burek—
era
también
luthier
.
Los
músicos
de
cuerda tenían un gran apoyo en él, ya que
en Maracaibo no había nadie de
esta especialidad.
Pero una v
ez sucedió algo inusual. Los venezolanos siempre han prestado gr
an atención a la
estética. En una ocasión, uno de los alumnos decidió renov
ar
, o más bien embellecer su vio
-
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lonchelo, queriendo
que
se distinguiera de
los demás,
por
ejemplo, en
el escenario.
El violon
-
chelo
no era
nuev
o,
mostraba signos
de
uso
y quizás
tenía
el
barniz
liger
amente
deslucido
o
desgastado
en
algunas
partes.
Por
ello,
el
chico
tuvo
una
idea
que
le
pareció
original
y
se
puso
a trabajar con empeño: pint
ó el instrumento de color verde y
... con una pintura al óleo. No sé
si simpatizaba con uno de los dos principales par
tidos venezolanos de la época, tal como
COPEI (Partido Demócrata Cristiano), cuyo color er
a el verde, o si simplemente pensó que un
violonchelo verde sería especialmente bonit
o. O
, tal vez, sólo tenía ese tipo y color de pintura
en
casa.
Hablando
de
los
par
tidos
políticos,
para
que
conste,
vo
y
a
agregar
aquí
que
el
otro
par
tido líder de la época fue
la
Acción Democr
ática (AD), cuyo color era el blanco. Los color
es
fueron especialmente signicativos en el periodo que precedía las elecciones
presidenciales,
puesto
que
cada
par
tido
tenía
su
símbolo
y
su
color
.
La
historia
con
el
instrumento
sucedió
justamente en plena campaña presidencial. Así que alguien que, en la opinión de
los vecinos,
tuviera
un carro de color “inadecuado
” se arriesgaba a que
se lo pintaran o
rayar
an. Nosotros,
por feliz coincidencia, teníamos un carr
o verde, en consonancia con las convicciones mayo
-
ritarias
de
los
marabinos. De
todos
modos,
en
cuanto
al
violonchelo,
el
luthier
logró
quitar
la
pintura,
aunque,
parece,
no
haya
logrado
devolverle
su
sonido
original.
Kazimierz
Burek,
tras
23 años en V
enezuela, regresó a Polonia, a su ciudad natal, donde murió en 2019.
Como dijimos al comienzo del artículo, algunos de los músicos se trasladaron de Mar
acai
-
bo
a
Car
acas.
Uno
de
ellos
fue
Leslaw Woszczak
(fallecido en
1998),
percusionista.
Regresó
por un cor
to tiempo a Polonia, per
o luego volvió a Venezuela, tr
asladándose a Caracas donde
trabajó como representante de
una
empresa estadounidense
que vendía
órganos eléctricos.
Más tarde salió par
a Miami, donde también trabajó en una tienda de órganos.
Otro
de
los
músicos
—Bogdan
T
rochanowski
(fallecido
en
2009)—
tocó
en
la
Orquesta
Sinfónica de Caracas, dedicándose también a la enseñanza. Además, fue dir
ector ar
tístico
del conjunto
de música de cámar
a que fundó, “
Atma Music International”,
cuyo nombre hacía
refer
encia a la villa
“
Atma
” del compositor polaco Karol Szymanowski en Zakopane (Polonia).
T
rochanowski ofrecía conciertos (utilizando el seudónimo Dan Savicha) y componía. Por su
actividad concer
tística en V
enezuela fue honrado con una medalla y una placa conmemor
a
-
tiva en la ciudad de Cumaná.
Quienes
más
se
mudaron
a
Caracas
para
incorporarse
a
las
orquestas
sinfónicas
de
la
capital
o
a
otros
conjuntos,
fueron:
el
violista
Zdzisław
Waszkiewicz,
el
violinista
T
adeusz
Sitarz (posteriormente a T
oronto, Canadá, donde falleció en 2012), y otr
o violonchelista Wo
-
jciech Gajzler
. Este último (fallecido en 2019), después de trasladarse a Car
acas en el 1976,
se
implicó
activamente
en
la
coordinación
del
ya
mencionado
progr
ama
“El
Sistema
”,
al
que
volver
emos más adelante. Se dedicaba también a la enseñanza en el Conser
vat
orio Superior
de Música “Simón Bolívar” donde fue el jefe del departamento de violonchelo, y en el Insti
-
tuto
Universitario
de
Estudios
Musicales.
Fue
galardonado
con
el
Premio
del
Estado
por
su
actividad cultural y pedagógica, incluida la pr
omoción de la música polaca en Venezuela. Al
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parecer
, fue también capitán de la marina mercante, capitán de yate y piloto de a
vioneta.
Así que no
sólo con ambiciones musicales
vivían los músicos
polacos. Uno de los
violon
-
chelistas,
Jan
Dybczyński,
fabricó
con
sus
propias
manos
un
yate
y
lo
botó.
Como
comen
-
taban sus colegas, el yate er
a super lindo, tenía 8 metros de eslora, un camar
ote con cuatro
camas, y v
alía 60.000 bolívares, es
decir unos 14.000 dólares
de la época. Er
a adecuado par
a
la navegación lacustr
e y costera. El propietario tenía la intención de vender su obr
a maestra y
utilizar los ingresos par
a construir un yate marítimo.
A su vez, el violinista Stanislaw Rusiecki er
a miembro de un club de alta montaña y fue el
primer polaco en subir al
pico más alto de Venezuela: el Pico Bolívar (4978 m).
Otro violinista, Jozef W
odziczko, quien
se trasladó a la Ciudad del Cabo en Sudáfrica, tras
pasar unos diez años en V
enezuela, demostró una pasión diferente. Escribió y publicó un libr
o
(en inglés) titulado
“Three Days in the Z
one of Eternity”
(„T
res días en la zona de la eternidad”).
V
olvamos todavía a Mar
acaibo de la década de los 70. El tiempo en Venezuela, y espe
-
cialmente
en
Mar
acaibo,
uía
casi
sin
preocupaciones, tensiones
y
nervios
innecesarios
que
solían
acompañar
la
vida
en
Polonia.
Había
trabajo,
el
sol,
las
sonrisas.
Un
mundo
libre.
Por
un momento,
y sólo
una
vez, hacia
el nal
de
la temporada ar
tística
1978/79, este
estado de
ánimo
despreocupado
se
vio
roto
por
una
car
ta
de
la
Agencia
Pagar
t,
que
recibier
on
varios
músicos
polacos
de
la
Orquesta,
con
idéntico
contenido
donde
se
podía
leer
que
no
se
les
autorizaba más prórr
oga del contrato. Pues bien, después de haberla r
ecibido varios músicos
simplemente dejaron de pagar las contribuciones a la Agencia, y la permanencia en V
enezue
-
la se convir
tió en su asunto priv
ado. No obstante, Pagar
t no se había limitado a enviar dicha
car
ta,
sino
que
también
envió
una
nota
a
los
departamentos
de
pasaportes
en
algunas
ciu
-
dades y
, en consecuencia, fuer
on destruidos los documentos de identidad de algunos de los
músicos, depositados allí por el tiempo de permanencia en el extranjer
o. Así eran los tiempos:
sales
al
extranjer
o,
entonces
tu
cédula
se
queda
con
nosotros
como
“
garantía
”.
¿Garantía de
qué?
¿Que
volverías?
Las
autoridades
deben
haber
creído
en
el
extraordinario
poder
de
este
pequeño documento de color verde...
Y una vez llegó otr
a “invitación
” especial para v
olver a la patria, enviada a uno de los músi
-
cos por los cada vez más impacientes empleados de Pagart, en forma, esta vez, de telegra
-
ma. En polaco decía lo siguiente:
“Prosimy o natychmiast
owy powrót do raju”.
Se
trata
aquí de un
juego de palabras muy especial. Pudo ser tant
o un error de imprenta, como una broma de un
empleado del correo polaco. De todos modos, el telegr
ama circulaba de mano en mano pro
-
vocando carcajadas. Liter
almente, decía:
“T
enga el fav
or de regresar inmediatamente al par
aíso
”.
O
tal
vez
incluso
estaba
escrito
con
mayúscula:
¿”al
P
a
r
a
í
s
o
”?
Un
lector
de
habla
hispana
necesita
aquí
una
explicación.
Se
tr
ataba
de
una
letra que
faltó.
El
original
decía:
“
do raju”
(“
al
paraíso
”) en vez de
“
do kraju”
(“al
país”,
es
decir
a
Polonia).
Aunque,
en
aquella
época,
poco
tenía que ver Polonia con el ¡paraíso!
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24
En los 1970, las comunicaciones con el “Par
aíso
” no er
an fáciles. Además, no todos en
Polonia
tenían
teléfono
en
casa.
No
había
conexiones
automáticas.
Uno
tenía
que
ir
perso
-
nalmente
a
la
única
ocina
CAN
T
V
en
Mar
acaibo
donde
se
podía
obtener
comunicación
in
-
ternacional. A veces hubo que
quedar esperando varias hor
as (!), en un frío glacial (air
e acon
-
dicionado),
para
nalmente
oír
la
información
deseada:
“¡Polonia caseta tres!”.
Comunicarse
por teléfono en el sentido opuesto, es decir desde Polonia par
a Venezuela, er
a prácticamente
imposible.
Sucedía
por
ejemplo
que
después
de
una
espera
de
muchas
horas
(¡A
veces
in
-
cluso
dos
días!),
la
operador
a
procedía
a
realizar
la
conexión
a
las
ocho
de
la
mañana,
hora
europea, mientras que
en
Venezue
la
eran las
dos
o
tres de
la madrugada.
La
información
de
que a
esa hora los
venezolanos estaban durmiendo,
y las
ocinas cerradas (estuve tratando,
justamente,
de
comunicarme
con
una
de
ellas),
y
que
por
ende
la
conexión
no
tenía
sentido,
no fue recibida con agr
ado.
Afor
tunadamente, existía el correo. Corr
eo en papel, por si el lector dudara. Las cartas tar
-
daban, en el mejor de los casos, dos
semanas (cartas
certicadas, que
de vez cuando tenían
que
pasar
por
una
ocina
de
correos
especializada,
con
censura),
aunque
a
veces
incluso
dos
meses.
El
recibir
y
escribir
car
tas
lo
acompañaban
emociones;
era algo
completamente
distinto que
pulsar el teclado de
la computadora o
del celular y/o r
evisar el correo
electrónico
como
solemos
hacer
ahora. Aunque
en
Maracaibo existía
el
ser
vicio
de car
tero,
pero
una
di
-
rección del
apar
tado
postal
era
más able.
La
orquesta
tenía
un
buzón
de
apar
tado. La
llave
la tenía Fr
ançoise Delaval, la concertista. T
odas las mañanas sacaba las cartas del buzón y
las entregaba personalmente a sus destinatarios. Er
a un momento muy esperado por t
odos
y casi solemne.
Las
relaciones
entre
los
músicos
de
la
orquesta
eran
cordiales.
A
menudo
pasaban
su
tiempo libre juntos, conv
ersando, cenando, jugando car
tas o dominó, o saliendo a la playa. El
ambiente amistoso de V
enezuela fue casi contagioso. Incluso ahora, después de tant
os años,
uno de los
músicos de otr
a nacionalidad mencionó en
una correspondencia conmigo
que los
músicos polacos eran buenos colegas y amigos.
Por último, cabe agregar unas palabr
as sobre el sistema de enseñanza llamado “El Siste
-
ma
”, mencionado en el texto. En la primer
a mitad de la década de 1970, José Antonio Abreu
(1939-2018) —músico y economista venezolano, posteriormente ministr
o de Cultura y direc
-
tor del Consejo Nacional de la Cultur
a (CONAC)— tuvo la idea de crear un sistema pioner
o
de
orquestas
juveniles
e
infantiles
(que
abarcaría
a
los
jóvenes
y
niños
en
la
edad
escolar
y
preescolar)
al
que
se
le
dió
el
nombre
del
Sistema
Nacional
de
Orquestas
Sinfónicas
Juve
-
niles, Infantiles y Preinfantiles de V
enezuela, o —en abreviado— “El Sistema
”. Este proy
ecto,
innovador en el mundo, abrió la oportunidad de desarrollo cultural y social a los niños dotados
musicalmente, de diferentes medios sociales, especialmente
los más pobres, y la posibilidad
de desarrollar sus aptitudes. En su apogeo, participaron en el proyect
o unos trescientos mil
niños
y
jóvenes.
Entre
sus
profesor
es
había
también
músicos
polacos,
varios
de
la
orquesta
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125
de Maracaibo. El Sistema estaba formado por “
núcleos”, instalados en muchas ciudades de
V
enezuela,
y
por
“módulos”
en
los
pueblos
más
pequeños.
Allí,
los
niños
aprendían
a
tocar
instrumentos,
aprendían
teoría
e
incluso
la
dirección
de
orquesta.
Además,
fueron
creadas
orquestas
infantiles
y
juveniles
a
nivel
regional.
En
1975,
a
par
tir
de
los
niños
y
jóvenes
más
talentosos de
las orquestas
regionales, se
formó la
Orquesta Nacional
Juvenil de
Venezuela,
la
que
dur
ante
muchos
años
dio
concier
tos
por
todo el
mundo
(también
en
Varso
via,
capital
de Polonia, en 2010), despertando el entusiasmo en todas par
tes. Su director principal fue
Gustavo Dudamel, de inagotable ener
gía. El sistema se convir
tió en un modelo para otros
países de América Latina, el Caribe, Nor
teamérica y Eur
opa.
Una
curiosidad:
en
noviembre
del
2021,
en
Caracas,
se
logró
batir
el
récord
Guinness
en
cuanto
al
número
de
instrumentistas
tocando
en
una
orquesta.
En
la
plaza
más
grande
de
Caracas –el
patio
de
la
Academia
Militar–
resonó
una
orquesta
compuesta
de...
12
000
ins
-
trumentistas – siendo casi todos ellos los jóv
enes venezolanos agrupados en El Sistema.
Así, con el tiempo, gracias a los años de la formación musical de los jó
venes venezolanos,
donde tuvieron su gr
an contribución los músicos polacos, la mayoría de los instrumentistas
de
la
Orquesta
de
Maracaibo
y
de
otras
orquestas
ya
eran
venezolanos,
ahora
tristemente
dispersos por
el mundo, per
o quienes
siempre recuer
dan con cariño
a sus maestr
os polacos.
Epílog
o
Entre
los
años
2010
y
2012,
la
Orquesta
experimentó
un gr
an
aumento
de
interés
por
parte
de
los mar
abinos e
incluso
logró
reclutar más
músicos,
de modo
que
en 2012
fueron
91. P
ero
a
par
tir
de
enero
de
2013
la
Gobernación
detuvo
el
nanciamiento
de
la
Orquesta
y
la
con
-
tratación de nue
vos músicos. El director
, David Rahn, quien dirigía la Orquesta desde el 2010,
tras la muerte de su padre, siempre intentaba, utilizando los fondos acumulados, pagar a los
músicos sus
sueldos los
que, lamentablemente, se
volvían cada
vez más reducidos llevando
a
la desintegr
ación
casi t
otal del
conjunto.
Quedó
apenas
un puñado
de
17
músicos. En
febr
e
-
ro
de
2020,
algunos
de
los
instrumentos
ya
no
tenían
quien
los
tocara:
viola,
contrabajo,
auta,
oboe, clarinete, trompeta. Con un conjunto tan r
educido no se podía seguir interpretando
música sinfónica y hubo
que cambiar la fórmula por la de
hacer giras y popularizar
la música
en escuelas
y
pequeños poblados
del
Zulia, incluso en
zonas rurales a
donde
antes no
había
llegado ninguna orquesta.
4
y5
En octubre de 2020,
sin previo aviso, frente a la sede de
la orquesta, se detuvo un camión
acompañado de una comisión integrada por r
epresentantes de la Secretaría de Cultur
a (la
misma
bajo
cuya
tutela
estuvo
la
orquesta
desde
1961)
de
la
Gobernación
del
Estado
Z
ulia
y
representantes
del
Ministerio
Público.
Se
incautaron
de
todo
el
patrimonio
de
la
Orquesta,
4
http://www
.laver
dad.com/
arteyocio/164488-orques
ta-sinfonic
a-maracaibo-
trab
aja-solo-17-musicos.html
,
17/02/2020;
5
http://www
.laver
dad.com/
arteyocio/173584-orques
ta-sinfonic
a-de
-mar
acaibo-se-queda-sin-musicos-y-sin-instru
-
mentos.html
, 03/11/2020
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Iwona St
oi
ń
ska-Kairska
O
r
q
uest
a Sinfónica de Ma
ra
ca
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nt
ribución a l
a cu
l
tu
ra mu
sica
l de V
e
ne
zuel
a... PP: 99-126
126
conscando
todos
los
bienes
muebles
que
se
encontr
aban
en
el
edicio:
documentos,
ar
-
chivos,
llav
es
y
,
sobre
todo,
los
instrumentos,
dejando
a
aquellos
últimos
músicos
sin
sus
herramientas
de
trabajo.
Durante
mucho tiempo
ni
siquiera
se supo
dónde estaban
los
instru
-
mentos incautados. Como unidad
responsable del patrimonio de la
Orquesta se designó a la
misma Secretaría de Cultura. El
direct
or
de la Orquesta no
había sido informado
de la plani
-
cación de dichas
acciones, ni estuvo pr
esente durante las
mismas. Alguien lo ha lmado
y se
puede ver como fueron sacados los instrument
os, incluso arrojados de sus cajas sin el más
mínimo
respeto.
Cabe
subra
yar
que
la
mayoría
de
los
instrumentos
eran
propiedad
de
los
músicos. La situación fue duramente criticada en muchos medios, per
o teniendo en cuenta
la emigración masiv
a de músicos en los últimos años, no había ninguna posibilidad de revertir
el curso de los acontecimient
os. Así pues, se aniquiló una de las instituciones
culturales más
impor
tantes de Mar
acaibo.
6
Ref
erencias
Car
tas personales de
Eligiusz Stoiński fechadas:
- 12/10/1972
- 04/12/1972
- 19/01/1973
- 11/11/1973
- 13/12/1973
6
https://sultanadellag
o.c
om/2020/10/16/dr
-gilberto-urdanet
a-besson-han-asesinado-a-la-orquest
a-sinfonica-de
-
-marac
aibo/
, 16/10/2020
ISSN 2660-903
7
1
27
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 127-139. Provincia de Pontevedra - España
Educación, fraternidad y sociedad. La evocación de
Simón Rodríguez en la narrativa y ensayística de
Arturo Uslar Pietri
Lino Lat
ella-Calderón*
RESU
M
EN
Al penetr
ar en
el
tiempo histórico
y en
la gur
a de
Simón Rodríguez,
Ar
turo
Uslar Pietri
esboza
una explicación
del problema
originario de la identidad
de América; su conicto
consigo misma, las tr
ampas de la libertad, las
dicultades
dramáticas
con
las
que
tropieza
el
proyecto
civilizatorio
de
la
América
republicana.
Esta
visión
conictiva
de
lo
americano
aparece
pregurada
magistr
almente
en
la
propia
vida
del
hombre
Simón
Rodrí
-
guez,
por
la
desmesura
de
su
gura,
tanto
intelectual
como
humana,
por
encarnar
de
la
forma
más
intensa
posible la utopía de la fr
aternidad y la liber
tad. En este trabajo nos apro
ximamos a la visión uslariana de Simón
Rodríguez y a la simbología de su gura como r
epresentación del problema esencial de Hispanoamérica.
Palabras cla
ve:
Arturo Uslar Pietri; Simón Rodríguez; identidad cultural; proyect
o republicano; fraternidad, libertad.
Education, Fraternity and Society
. The Evocation of Simón
Rodríguez in the Narrative and Essays of Arturo Uslar Pietri
ABSTRA
CT
By
penetrating
into
historical
time
and
the
gure
of
Simón
Rodríguez,
Ar
turo
Uslar
Pietri
outlines
an
expla
-
nation
of
the
original
problem
of
the
identity
of
America;
its
conict
with
itself,
the
traps
of
freedom,
the
dra
-
matic difculties encountered by
the civilising project of republican America. This conictive vision
of what is
American is masterfully pregur
ed in the life
of the man Simón Rodríguez
himself, by the immoder
ation of his
gure,
both
intellectual
and
human,
for
embodying
in
the
most
intense
way
possible
the
utopia
of
fraternity
and
freedom.
In this
paper we
approach
the Uslarian
vision
of Simón
Rodríguez and
the
symbolism of
his gure
as
a representation of the essential pr
oblem of Spanish America.
Keywor
ds:
Arturo Uslar Pietri; Simón Rodríguez; cultural identity; republican project; fr
aternity
, freedom.
*
Universidad del Zulia / Universidad Cat
ólica Cecilio Acos
ta, Mar
acaibo-Venezuela. Corr
eo-e:
linolatella@hdes.luz.edu.
ve
.
ORCID:
ht
tps://or
cid.org
/0000-0002-8202-1352
Recibido: 5/10/2022
Aceptado: 10/2/2023
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
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ella-Ca
lde
rón
Educa
ción, frat
e
rn
ida
d y sociedad. La e
v
ocación de Simón Rod
rígue
z e
n l
a n
a
rrat
i
va... PP: 12
7-
139
128
Introduc
ción
Grandes escrit
ores venezolanos del siglo XX abor
daron el problema de nuestra identidad
cultural desde un amplio espectr
o como la ensayística, la novela o el cuento, par
a no hablar de
la poesía o el teatro. Clásicos venez
olanos como Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry
,
Ar
turo
Uslar
Pietri,
Rómulo
Gallegos,
por
mencionar
sólo
a
quienes
se
les
ha
brindado
mayor
atención revelan en sus creaciones los conict
os y
dr
amas no resueltos de nuestro ser nacio
-
nal.
Los
gr
andes
problemas,
las
tensiones
y
las
crisis
de
nuestro
devenir
histórico
se
reejan
en
sus obr
as como
en
una especie
de
espejo liter
ario
y reexiv
o de
nuestra
conciencia
de país.
El problema de
la identidad
cultur
al,
el ¿qué
somos?, atraviesa nuestr
a
historia intelectual
como país y como continente; desde la Filosofía de la Conquista,
gur
as tales como Francis
-
co de Vitoria y Bartolomé de las Casas, comienzan una tr
adición de pensamiento que abarca
todas las
expresiones intelectuales
y que mantiene vigencia
hoy más allá
de los cambios
his
-
tórico cultur
ales y políticos de nuestro presente, car
acterizados por una modernidad tecno
-
cientíca y
capitalista global,
cuya acción
se mueve en
la vorágine consumista de
las masas
prov
ocada
por
una
industria
cultur
al
que
borra
todas las
par
ticularidades
diferenciador
as
en
aras de una especie del uniformismo de la inmediatez.
T
al
parece
que
dicho
uniformismo,
que
por
otra
parte
el
relativismo
moral
imperante
en
Occidente
convier
te
en
espectáculo
y
aplausos,
intentara
borrar
la
especicidad
humana
e
histórica
de
cada
sociedad,
en
tanto
que
todo
el
movimient
o
y
poder
actual
de
los
avan
-
ces
tecno-digitales
conllevan
una
inmediatez
de
la
imagen,
al
mismo
tiempo
que
una
des
-
estimación del pasado como valor de autorr
econocimiento, prov
ocando un descuido y una
desorientación
que
impide
ver dónde
estamos,
y
sobre
todo, la
imposibilidad
de
ver
a
dónde
marchamos como sociedad histórica pr
esente.
Debido a esta situación
planteada, consideramos que
la pregunta por la
identidad cultural
es
una
pregunta
que
continúa
vigente,
en
tanto
que
la
reexión
losóca
nunca
supera
los
problemas
que
se
plantea,
estos
problemas
permanecen
en
el
tiempo,
lo
que
cambian
son
las respuestas y la frecuencia con que estas
respuestas aparecen en el horizonte histórico.
De tal
forma
que
el pasado
nos
asiste como
refer
encia,
como
experiencia y
como
evoca
-
ción
que
nos
permite aprender
la
lección
de
vida
y
destino. La
vida
de
Simón
Rodríguez
evo
-
cada
en
los
ensayos
de
Ar
turo
Uslar
Pietri
muestra
esta
enseñanza
de
la
historia
encarnada
en el personaje y su proy
ecto, en su vida y en sus resultados.
I. La preocup
ación por la c
ondición humana expr
esada en la
narr
a
tiva y en la ensayís
tica de Artur
o Uslar Pietri
La
búsqueda
que
atormenta
la
creación
uslariana
consiste
en
la
necesidad
de
hallar
la
respuesta a la pregunta por el hombr
e y por el hecho hispanoamericano. No se exagera si
se arma
que
se trató de
su gran motivación
intelectual; Más
allá
de sus
ensayos dedicados
especialmente al tema, toda su ensayística sobr
e educación, economía, política, actualidad,
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Lino Lat
ella-Ca
lde
rón
Educa
ción, frat
e
rn
ida
d y sociedad. La e
v
ocación de Simón Rod
rígue
z e
n l
a n
a
rrat
i
va... PP: 12
7-
139
ISSN 2660-903
7
129
crítica literaria, arte, crónicas de viajes, se estructur
an sobre la gran pasión de lo hispanoame
-
ricano; dentro de lo cual Venezuela tendrá atención primordial.
[…] “toda la historia de
América Latina ha sido una historia de
toma de conciencia, de denición de
posiciones,
una búsqueda
hacia
afuera y
hacia
adentro y
esa
búsqueda ha
sido
muchas veces
frus
-
trante
y
ha sido
difícil
y
los resultados
no
han
dejado
de ser
muchas
veces
contradictorios
de modo
que
si
algo
podría
caracterizar
al
latinoamericano
en
el
escenario
del
mundo,
es
esa
situación
un
poco ham
letiana de
estarse preguntando
todo el
tiempo ¿quién
soy? ¿qué
soy?
¿qué puedo
hacer?
¿cuál es mi situación frente a toda esta gente que me rodea?
Esta
interrogante,
esa
especie
de
angustia
ontológica,
ha
condicionado
la
situación
hispanoame
-
ricana
y
es
precisamente
una
de
sus
raíces
¿por
qué
preguntarnos
tanto
qué
somos?
Es
curioso,
esa
pregunta
no se
la
hacen
los
africanos,
no
se la
hacen
los
asiáticos
-por
lo
menos en
el
mismo
grado
angustioso
en
que
la
hacemos
nosotros
–
no
se
la
hacen
los
americanos
del
norte.
Todos
ellos
parecen
estar
seguros
de
lo
que
son.
Tener
un
adquirido
básico
desde
el
cual
contemplan
el mundo
y comercian
con él. Nosotros
estamos constantemente
revisando ese
piso sobre el
que
estamos y poniéndolo en duda y descubriéndolo”
1
El problema de la identidad cultur
al está planteado en la base de estas preguntas;
en este
mismo sentido, exponemos una línea interpretativa esbo
zada por el profesor Antonio
Tinoco
quien explica que:
Esto
responde a
una
necesidad
metodológica,
ya que
sería
imposible
examinar aquí
todos
y
cada
uno
de
los
conceptos
que
existen
sobre
la
identidad.
(…)
Aunque
es
cierto
que
la
problemática
en
sí
es
mucho
más
amplia
y
compleja
que
las
cuatro
preguntas
formuladas,
pues
en
ellas
no
se
agota,
ya
que dentro
de
la
identidad,
subyacen
una serie
de
aspectos
problemáticos
como
lo son
la
dependencia, la originalidad, la autenticidad y la búsqueda de la esencia americana.
2
En ensayos, no
velas y cuentos principalmente, aparecen las líneas uslarianas de la com
-
prensión del complejo hecho cultur
al americano. De sus novelas,
Las lanzas color
adas
es su
primera indagación sobr
e el ser cultural venez
olano, situándola en los orígenes mismos de la
república como revelación de tensiones internas contrapuestas en choque y
drama constan
-
te. El drama mismo de nuestr
a identidad y nuestro ser
. Su tipo de novela
3
(hist
oria novelada)
es el medio para compr
ender al hombre hispanoamericano y venezolano.
En su narrativ
a y ensayística busca comprender la natur
aleza humana, al hombre como
ser tr
azado por contradicciones, tensiones internas, luces
y sombras; sacando de los hechos
de la historia los “materiales” de dicha compr
ensión. Cier
tamente, junto a su vigoroso v
an
-
guardismo,
puesto
de
maniesto
inicialmente
en
Barrabás y otr
os relatos,
muestra su pr
eocu
-
pación por entender lo venezolano genuino, sus condicionamient
os, sus posibilidades y las
1
USLAR PIETRI, Arturo: “Lo específic
o del hombre latino
americano”
, en:
Estudios
Int
ernacionales,
N°36, Universidad de Chile,
1976. Pp.: 74. DOI: 10.5354/0719-3769.2011.17115
2
TINOCO Ant
onio:
Lanoamérica. Filosoa, Iden
dad y Cultura.
Universidad Cecilio Acos
ta, Mar
acaibo, 1992. Pp.: 26-27.
3
P
ara c
onsideraciones sobr
e el concep
to de novela históric
a según Uslar pietri Cfr
.: “La hist
oria en la novela”
, en: USLAR
PIETRI, A.: F
antasmas de dos mundos, Ed. Seix Barr
al, Barcelona, 1981. Dicho ensayo incluye una disert
ación sobre el
tiempo en el lenguaje y la escritura.
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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ella-Ca
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Educa
ción, frat
e
rn
ida
d y sociedad. La e
v
ocación de Simón Rod
rígue
z e
n l
a n
a
rrat
i
va... PP: 12
7-
139
130
tramas
que
han
desenvuelto
su
devenir
para
bien
y
par
a
mal.
Una
lucha
constante
desde
la
situación propia y particular para elevarse al debate y encuentr
o con lo universal. Su temprana
novela
Las lanzas color
adas
fue una respuesta, un acto de pr
esencia con valor universal, como
aggiornamiento
de la literatur
a y desper
tar de la conciencia histórico-cultur
al criolla.
La ar
ticulación fundamental del pensamiento uslariano puede car
acterizarse, como lo ex
-
pone la historiador
a Astrid Av
endaño, con las siguientes palabras:
En
Úslar
no
sólo
se
dio
sino
que
se
mantuvo
a
la
largo
de
su
vida
una
suerte
de
convivencia
y
de
tensión
entre
polaridades.
Aquella
de
caminos
de
la
intuición,
del
mythos,
propicia
al
uso
del
lenguaje
de
la
imaginación,
y
por
otra,
aquella
en
que
priva
el
logos,
propicia
al
uso
del
lenguaje
al
servicio
del
razonamiento.
No
es
el
azar
que
en
Úslar
tanto
las
formas
de
expresión
como
las
temáticas
a
través
de
la
cuales
se
dirige
al
Otro,
es
decir,
para
quien
escribe
o
para
quien
habla,
se sustituyan en importancia unas a otras a lo largo de su vida, de su producción escrita y de ac-
tuación en la vida pública. Me explico, cuando se analiza su
presencia en la prensa se observa que
cuando
la literatura
predomina,
la
política,
la
historia, la
economía,
entre
otras,
son temáticas
que
se desdibujan ante el peso de la creación literaria. Y cuando esas temáticas prevalecen, la creación
literaria pierde importancia.
4
Y
a sea a tra
vés de cuentos, ensayos o artículos periodísticos, siempre encontrar
emos en
Uslar
Pietri
la
vocación
por
lo
venezolano;
no
es
extraño
que
las
guras
fundamentales
de
su
expresión
ensayística
o de
novela
sean
personajes de
Venezuela.
Por
otra
par
te,
la tensión
a
que
se
reere Astrid
Av
endaño
la
comprendemos
como
la
manifestación del
humanismo
uslariano
donde raz
ón y mito, lógica e intuición aparecen y ocupan lugares pr
opios dentro de su obra.
En
Letras y hombr
es de Venezuela,
está contenida su preocupación por la condición vene
-
zolana:
“
A
lo
que
más
se
acercan
estas
páginas
es
al
esbozo
de
una
cronología
del
espíritu
venezolano,
acompañada
de
una
cor
ta
galería
de siluetas
de
los
hombres
en
quienes
encarna
con torturada vocación.
”
5
En
los
más de
ellos,
y
en
las palabras
en
que
han
quedado,
con el
ansia
creadora
y
con la
voluntad
de
servir, está la huella de la condición. Los más vivieron dramáticamente, en batalla sin tregua, porque
la
vida venezolana
nunca
fue fácil
y
se ha
caracterizado
siempre por
una
tensión pasional
que
rompe
a menudo
en
violencia y
en daño.
Pero hay
en todos
una
conmovedora continuidad
y ninguno
des
-
esperó denitivamente de su tierra, ni llegó a negarla. En la tensión, en el tormento, y en la ausencia
seguían
expresándola.
El
oscuro
sentido
del
destino
colectivo
habrá
que
irlo
a
buscar
en
lo
que
alcan
-
zaron a expresar.
Ese es el verdadero
contenido profundo de las
letras de un pueblo.
6
Los ensayos de
Letras y hombr
es de Venezuela
son
una muestra
del Uslar angustiado
por la
identidad cultural venezolana. Una
car
acterística
muy constante
a trav
és
de la
vida del
autor
,
fue su insistencia en conocer el sentido histórico de nuestr
a existencia como pueblo. Las
4
AVENDAÑO, A
s
trid: “
Arturo Uslar Pietri”
. Conferencia de la doctor
a A
s
trid Avendaño en la Universidad
Nacional Experi
-
mental de Y
aracuy (Uney), Venezuela, 2006.
5
USLAR
-PIETRI, Arturo:
Le
tras y hombres de Venez
uela,
Edime, [4t
a Ed.] Madrid, 1978. P
. 14.
6
Ibídem
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Lino Lat
ella-Ca
lde
rón
Educa
ción, frat
e
rn
ida
d y sociedad. La e
v
ocación de Simón Rod
rígue
z e
n l
a n
a
rrat
i
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7-
139
ISSN 2660-903
7
131
preguntas
fundamentales
que
serán
guía
de
su
pensamiento
consisten
en
trazar
el
sentido
de
nuestra
identidad
histórica.
¿Quiénes
somos
los
hispanoamericanos?
¿Cuál
es
nuestra
posición
en el
mundo?
¿Dónde estamos
situados?
¿Qué
podemos hacer?
A
lo
extenso de
su
obra de escrit
or y ensayista estas preguntas se mantienen incólumes y tr
aspasan todos los
géneros escritur
ales abarcados por el autor
. La respuesta buscada de la identidad cultural la
encuentra
Uslar
en
la
expresión
letrada
de
quienes
han
sentido
la
angustia
del
ser
venezolano.
Su no
velística es
una apro
ximación a
la contr
adicción humana,
porque indaga
en sus
motivacio
-
nes, impulsos y arrebatos. P
ersonajes trágicos como Presentación Campos o el
Tirano Aguirr
e re
-
presentan la violencia y el arrebat
o característicos de nuestr
a compleja condición histórica originaria.
[…]
Presentación
Campos,
el
Tirano
Aguirre
o
el
general
Peláez
hablan
de
la
condición
humana,
de la
desmesura del hombre,
de la relación
del amo
y del esclavo.
El hombre
que es Presentación
Campos
lo
dice
Uslar
Pietri
en
sus
palabras,
en
esos
signos
que
provocan
las
conjeturas
del
otro,
en
la
forma
como
el
escritor
jó
una
existencia
en
símbolos
que
transmiten
vida,
sensibilidad,
un
mundo de sensaciones y sugerencias. El Tirano Aguirre revela un deseo sin término de llegar a un
destino
desconocido,
de
alcanzar
una
fuerza,
una
jerarquía
sobre
aquel
grupo
de
hombres
que
iban
a
contemplar el
terrible
espectáculo
de
ver
“la
cabeza
del tirano,
como
un
farol
apagado”
[…]
La
palabra
de
Uslar
Pietri
traduce
al
otro
una
evocación
creadora
de
las
circunstancias
históricas
en
que
mejor se
expresó
el
destino
de
América, el
drama
de
Chúo
Gil,
la tragedia
de
espíritus
como
Miranda,
Bolívar,
Bello y
Rodríguez.
Por
sus
libros habla
una
época,
una
geografía,
una sociedad,
un
complejo mundo espiritual que lo desvela, una actitud religiosa frente a los símbolos.
7
II. La ev
ocación de Simón Rodrígue
z en la obr
a uslariana
La
gura
de
Simón
Rodríguez
domina
un
espacio
muy
apreciable
en
la
obra
de
Ar
turo
Uslar
Pietri.
Lo
que
ya
hemos
car
acterizado
como
la
angustia
intelectual
uslariana,
su
preo
-
cupación
antropológica
se
maniesta
en
la
semblanza
que
hace
de
este
personaje
a
trav
és
de ensayos, discursos, artículos breves y en la nov
ela
La isla de Robinson.
Este personaje, para
Uslar representativo de su
tiempo y sus
circunstancias, también es
un personaje trágico, por
incomprendido
y
fracasado;
su
gur
a
simboliza
las
posibilidades
y
las
tensiones
del
mundo
americano en el momento originario de gestación de su pro
yecto de ciudadanía moderna.
“T
odo el complejo proceso de tr
ansición del siglo XVIII al XIX lo encarnaba maravillosamente
Samuel
Robinson.
No
había
que
inventar
nada.
Sólo
bastaba
ingresar
en
aquel
mundo
de
peregrinación y angustia en que vivió
Rodríguez”
8
La semblanza que har
á de Simón Rodríguez en
La Isla de Robinson
es una continuación de
la
permanente
búsqueda
uslariana
sobre
la
situación
del
hombre
y
del
hecho
hispanoame
-
ricano.
Indagar
en
su
tiempo
y
en
su
gura
le
permite
una
aproximación
al
problema
de
los
valores que
ar
ticulan
la
construcción
del
mundo
americano
como
proy
ecto
de
originalidad
y
fraternidad cr
eadoras. Los temas sobre la ut
opía, la liber
tad, la fraternidad y la sociabilidad
están contenidos y encarnados en las acciones y escritos del
Robinson
evocado.
7
QUINT
ANA, Ignacio:
Uslar Pietri.
Una manera de ser hombre
, Cromotip
, Caracas, 1982. Pp
. 76 y 78
8
Ibíd.
pp. 17-18
ISSN 2660-903
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CLÍO:
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132
La isla de Robinson
intenta
ser
el
retr
ato
más
el,
dedigno
y
acabado
del
personaje
en
cuestión, del cual siente la necesidad urgente de rescatarlo del injust
o olvido y de la caricatura
a los cuales ha sido relegado.
En
Simón
Rodríguez
descubre
Uslar
su
propia
angustia
humana,
porque
incide
en
el
miste
-
rio
que
acaece
en t
odo
proyecto
humano
signado
por
sus
contradicciones.
Resulta
per
tinente
una cita de Alexis Márquez sobr
e las características de la sustancia intelectual uslariana pre
-
sente en sus escritos fundamentales:
El
temprano
humanismo
de
Úslar
lo
lleva
a
interesarse
en
todo
lo
que
se
vincule
con
el
hombre,
entendido doblemente, como concepto y como realidad tangible. Lo cual se desdobla también en
dos vertientes
complementarias
e interactivas,
la
del hombre
universal, ser
racional
que puebla
la
tierra, y la del hombre
venezolano, nacido y actuante en una
pequeña parcela del planeta llamada
Venezuela. […] El humanismo de Úslar no
se limita a la teoría, con interés primordial
en la concep
-
tualización del hombre
como ser universal.
Es de los
que, sin dejar
de expresarse en este
aspecto
teórico que
abarca lo losóco
y lo
antropológico, se ocupa
también del
hombre –
en este caso
el
venezolano, y por extensión el
hispanoamericano – como hecho concreto, como ser
que vive, que
se
alimenta,
que
tiene
que
vestirse
y
curarse
de
sus
males
corporales,
que
piensa
y
siente,
que
crea, que debe educarse […]
9
En
su
acercamiento
al
personaje
de
Simón
Rodríguez
trata
de
hacer
justicia
de
su
gura
histórica;
más
allá
de
olvidos,
simplicaciones,
infor
tunios,
guraciones
caricaturescas
y
extr
a
-
vagantes
con los
que
lo asocian.
Es
decir
,
situarlo
en su
tiempo
y cir
cunstancias par
a entender
el
signicado de
su
pensamiento y
acción;
en tant
o que
su
obra
responde
a la
visión
de la
reali
-
dad hispanoamericana, como ejemplo del pensamient
o que aquellos hombres tenían sobr
e el
peso que la herencia colonial imponía a las posibilidades reales de construir r
epúblicas.
Simón Rodríguez tuvo la osadía de av
enturarse en el experimento de hacer una ruptur
a y
renov
ar los
métodos pedagógicos
vigentes
en la
segunda mitad
del siglo
XVIII. Un
hombre
de
ruptura, de atrevimientos, que
representa, en la
totalidad de
su gura, los
cambios
que están
produciéndose en la Car
acas de su juventud.
Par
a Uslar
Pietri, este personaje
caraqueño
es una
representación
vital de
su tiempo y
sus
circunstancias;
en
él
ve
latir
esa
identidad
colectiva;
ve
la
tensión
entre
lo
dado,
como
algo
heredado y miner
alizado, y el desper
tar como forma de desafío y enfrentamiento de esas
circunstancias.
Rodríguez
representa
un
cambio
de
época;
va
a
encarnar
lo
más
vital
de
la
existencia venezolana de ent
onces.
En
Letras y hombr
es de Venezuela
encontramos una semblanza completa de la vida y obr
a
de
Simón
Rodríguez;
se
trata
de
un
ensayo
que
presenta
con
bastante
detalle
los
sucesos,
acciones,
percances
y
azares
que
acompañan
al
personaje
de
uno
a
otro
rumbo,
desde
su
juventud, hasta el nal de sus
días.
9
MÁRQUEZ Alexis: “
Arturo Uslar Pie
tri y la literatur
a”
, (Conferencia leída en la Fundación Banc
o Provincial, durant
e el Ciclo
Homenaje:
Arturo Uslar
Pietri:
un clásico
moderno,
en el cent
enario de su nacimiento), Caracas, 2006. p
. 1. Consultado en:
https://docplayer
.es/20775817-Arturo-uslar
-pietri-y-la-literatura-alexis-marquez-rodriguez.html
CLÍO:
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La vida
de azar de
Simón Rodríguez bien
puede pregurar las dicultades de
los destinos
colectivos de la nación venez
olana. Precisamente, una característica de los personajes ev
o
-
cados
por Uslar
Pietri en
estos
ensayos,
consiste
en que
son unas
gur
as que
en
el intento
de
servir
al pr
oyecto
de
construcción
del país
naufr
agan en
las
tormentas
de
oprobios
y
diculta
-
des que la realidad venezolana sobrepone a cada una de sus
existencias.
Se podría decir que son vidas y destinos dr
amáticos. En estos ensayos, se destaca un v
a
-
lor presente en el destino colectivo v
enezolano, el valor de la insistencia, de la tenacidad, del
esfuerzo sostenido; pero también está
marcado el destino trágico de cada
uno de ellos
y por
ende, también el sino de nuestro destino histórico.
III. La ut
opía americana de Simón Rodrígue
z: Libertad y fr
a
-
t
ernidad
Ar
turo
Uslar
Pietri
destacará
de
Simón
Rodríguez
que
fue
un
pedagogo
que
tuvo
de
la
pedagogía
un
sentido
que
no
lo
tenía
en
su
tiempo;
es
decir
,
la
pedagogía
como
el
gran
ins
-
trumento de tr
ansformación social. Simón Rodríguez llegó a atisbar el problema central del
mundo
hispanoamericano,
ese
problema
central
y
fundamental
er
a
que
los
modelos
consti
-
tucionales
y
socioeconómicos
en
los
que
se
inspir
aban
las
nacientes
repúblicas
no
tuvieron
nunca
ningún
antecedente
previo
en
la
forma
de
vida
de
aquellos
pueblos;
nunca
vivieron
bajo
ninguna forma de régimen democr
ático o representativo, por tant
o, fueron instituciones por
decreto, par
a las cuales no estaba prepar
ado el continente hispanoamericano, fueron institu
-
ciones destinadas a fracasar
.
Bolívar
conocía
el
fracaso
estruendoso
al
que
se
dirigía
el
destino
de
las
nuev
as
repúbli
-
cas,
al
querer
implantar
instituciones
aéreas
sin
arraigo
ni
antecedente
de
ningún
tipo.
La
clave estaba en mir
ar la realidad social de estos pueblos, la hist
oria de estos pueblos, es decir
,
de
dónde
venimos
y
qué
experiencia
hemos
tenido.
Sobr
e
esta
base
de
la
realidad
deberían
crearse
unas
instituciones
que
correspondiesen
a lo
que
en
realidad
somos,
instituciones
que
tengan
relación dir
ecta con
lo que
nos
rodea,
de tal
manera
que no
se
trate
de una
imposición
superpuesta,
ar
ticial
y
frágil
sin
arraigo
social
y
que
por
tanto
quedaran
destinadas
a
no
cumplir la función esperada. P
or tanto, luego de lograda la paz al conseguir la independencia
nacería la anarquía social y política
consecuencia de las condiciones heredadas.
En la
evocación
que hace Uslar
Pietri, a
trav
és de ensa
yos y
la nov
ela
La isla de Robinson,
la
originalidad de Simón Rodríguez consistía en darse cuenta del problema e imagina una nuev
a
manera
de
proponer
un
nuevo
orden
par
a
organizar
los
nuevos
países,
un
nuevo
or
den
que
pudiera
ser
duradero
y
que
garantizar
a
la
evolución
de
unas
repúblicas
democráticas.
Ese
orden
no er
a
la monarquía,
y
la democr
acia, por
otr
a parte, tampoco
se sostenía
sobre
ningún
antecedente, por tanto, sobre
venía esta como algo adventicio.
Ni
podíamos
regresar
a
la
monarquía
ni
podíamos
alcanzar
la
república;
de
modo
que
la
vía propicia sería
aquella que surgiese de la pr
opia realidad; en este sentido se planteaba que
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134
la
América
española
no
se
parecía
ni
siquier
a
a
la
propia
España;
la
América
hispana
tiene
una
originalidad,
y es
de esta
de
la que
deben
surgir sus
propias
instituciones. El
camino
consistía
en poner los ojos en nuestra pr
opia realidad para tr
ansformarla desde una base realista y
efectiva
de lo que
era
su sustrat
o social, económico,
político y cultur
al. Este fue
el empeño de
Simón
Rodríguez
puesto de
maniesto en
todas
sus
obras como
escritor
,
como
pedagogo
y
como maestro.
Una
materia
fundamental
en
este
proyect
o
es
la
de
sociabilidad
humana.
Aprender
a
va
-
lerse y a servir a otros en el ejercicio de la responsabilidad. Apr
ender a ser
, a convivir
. Si
hemos de ar
ticular un concepto de fr
aternidad político-social, pasa por entender el sentido
convivencial de la responsabilidad y el compr
omiso asumido. El valerse por sí mismo, el tener
qué
ofrecer
,
el
tener
la
capacidad
de
prestar
un
servicio
a
la
sociedad,
son
las
bases
de
una
ciudadanía fraternal.
La fraternidad del pr
oyecto de Simón Rodríguez no es un dogma teológico. La vieja edu
-
cación marcadamente religiosa, no había corr
egido una suer
te de prejuicios sociales en re
-
lación con
el trabajo manual productor de la
riqueza; en
dirección opuesta, Rodríguez
parece
apuntar
al factor
económico como
palanca
de
las vir
tudes
modernas;
enseña ocios
y
ar
tes
manuales
como
albañilería,
carpintería
y
herrería
“porque
con
tierras,
maderas
y
metales
se
hacen las cosas más necesarias”. Se debe aprender en la escuela la independencia, la autono
-
mía, pero también el servicio y la responsabilidad con el bien común. Esta sería la maner
a de
ar
ticular una armonía de intereses sin los cuales oper
aría de forma incompleta el sentimiento
humano de empatía y fraternidad.
La utopía republicana la esper
aba conseguir Simón Rodríguez a tra
vés del aprender a vivir
logrado
en la
escuela, una
escuela que
enseñe a
vivir
,
aprendiendo
ocios
o
artes;
una
escuela
que
par
a
lograr
estas
vir
tudes
y
capacidades
separaba
a
los
niños
y
niñas
de
la
vieja
socie
-
dad, de los viejos prejuicios, par
a evitar que el lastre del viejo mundo colonial les llegase y los
contaminase;
cortar
todo
contacto
con
el
viejo
orden
que
era
antagónico
con
estos
ideales,
formar una generación de r
elevo sin contaminación de pasado, sin prejuicios, sin discrimina
-
ciones “
declarar la nación en noviciado
”, enseñar a vivir en sociedad, enseñar la materia de
sociabilidad,
en
la
que
el
sentido
del
deber
y
la
responsabilidad
forman
la
base
de
una
relación
de fraternidad entr
e todos los miembros de esta comunidad.
Enseñar
a
trabajar
y a
pr
oducir
,
enseñar
virtudes cívicas
y pr
oductivas
que
debían
transfor
-
mar la sociedad. Par
a deslastrar las estructur
as de la sociedad de castas donde la inmensa
mayoría se v
ende como esclavos, el proyect
o de Simón Rodríguez crea una escuela y unas
relaciones humanas de mutuo respet
o y reconocimiento, una forma de vida fr
aternal vincula
-
da con las vir
tudes cívicas y con las capacidades del hombre par
a valerse por sí y ser útil a la
comunidad.
Podemos
interpretar
que
el
sentido
de
la
fr
aternidad
se
adquiere
desde
la
liber
tad
y
la
educación.
Quizás
el
modelo
losóco
pedagógico
presente
en
la
intención
de
Simón
Rodríguez fuese el
Emilio o de la educación
de J.J. Rousseau.
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135
Más allá de construir escuelas-talleres de emprendimient
os ar
tesanales, su proyect
o
americano fomentaba los compromisos de la convivencia, los v
alores de la cooperación y la
fraternidad
con los
cuales se
construirían los
sopor
tes de
una ciudadanía rme.
Detrás
de las
propuestas de Simón Rodríguez se encuentr
an valores par
a una ar
ticulación armoniosa de
la convivencia fraterna que comienza por
el respeto al individuo y
su dignidad como
persona
capaz y comprometida.
Uslar
Pietri
reere
cada
uno
de
estos
experimentos
llevados
a
cabo
en
América
y
cómo
se
frustrar
on al poco tiempo de iniciados. Rodríguez generó un rechazo permanente del ent
orno
motivado
también
en
gran
par
te,
por
las
novedades
y
cambios
extraordinarios
con
que
trans
-
formó tanto el régimen interno como la concepción gener
al del sistema educacional propuesto.
Par
a Simón Rodríguez la república nacería en la escuela:
Para
Bolívar
el
problema
capital
era el
de
la
organización
posible
de
aquel
mundo
que
parecía
en
descomposición.
El
de
encontrar
e
implantar
las
instituciones
viables
que
pudieran
mantener
un
orden estable contra las ambiciones de los guerreros y la prédica disolvente de los demagogos.
10
Rodríguez
creía
que
conocía
el
verdadero
camino
para
alcanzar
ese
n.
El
camino
comenzaba
en
una
escuela.
De
aquella
escuela
nueva
saldría la
nación
nueva.
La
idea
era
de
Rousseau.
Como
lo
era
también
la
idea
de
que
la
escuela
enseñara
a
vivir.
Pero
es
de
Rodríguez,
y
poderosamente
original, la idea de la adaptación americana de ese pensamiento.
11
Uslar Pietri
siempre destacar
á
la vigencia
de estas tentativas,
muy unidas a
la conciencia
del pensamiento de Bolívar en la
Car
ta de Jamaica
y el
Discurso de Angostura
a propósito de la
identidad
de
los americanos
del
sur
,
y la
búsqueda
de
unas
instituciones
adaptadas y
acordes
a las realidades y posibilidades de estos pueblos. La constitución de la República de V
ene
-
zuela
de
1811 traía
la
concepción federal inspirada
de la
constitución
de
los
Estados
Unidos
de Nor
teamérica. Pront
o se verá la inoper
ancia de las nuevas instituciones, no adaptadas ni
originadas de la propia realidad hist
órica criolla. Los americanos del sur no conocieron ni la
liber
tad ni la igualdad dur
ante los trescientos años de orden colonial, mucho menos la fr
ater
-
nidad sometidos como estaban bajo un orden de castas.
Hay una difer
encia histórica muy notable entre la América del Norte y la América del Sur
que
explica
el
porqué,
poseyendo
las
mismas
experiencias
históricas,
luego
de
la
indepen
-
dencia,
los
destinos
de
ambas
se
distancian
tanto,
como
la
distancia
que
hay
entre
el
éxito
absoluto y el fr
acaso absoluto.
En
La otra América
Uslar Pietri hace ver esto de la
siguiente manera:
No
podríamos
pretender
copiar
pura
y
simplemente
la
república
que
se
había
proclamado
en
Filadela,
porque
la
formación,
la
tradición
y la
composición
de
la
América
Hispana
era
diametral
-
mente distinta a la de la América Anglo-sajona. Para ellos las libertades individuales y la asamblea
deliberante eran viejas
instituciones. Nosotros no
habíamos pasado de tener
un Cabildo aristocrá
-
10
USLAR-PIETRI, Arturo:
Op. Cit.
P
. 85.
11
Ibídem
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CLÍO:
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136
tico, donde
la
clase alta
ejercía algunas
limitadas prerrogativas.
De
un Gobierno
sacralizado por
la
Iglesia y por la tradición íbamos a pasar, en instantes, a una república igualitaria, libre y popular.
12
Toda
la revuelta
historia de
nuestra
América en
el siglo
XIX
y el
surgimiento del
caudillismo,
pueden
explicarse a la vista de esa contradicción fundamental.
13
Los temas de la libertad, igualdad y fraternidad, o la utopía americana del sueño republicano por
alcanzar,
han
sido
una
constante
del
pensamiento
hispanoamericano,
siempre
cultivados
con
es
-
merada pasión.
Habría
que insistir
en que
lejos de
ser un
camino trillado,
el problema
del proyecto
republicano siempre
está abierto
a críticas,
reinterpretaciones, descubrimientos o
nuevas búsque
-
das. En este caso, se trata de interpretar una obra narrativa y ensayística como la de Arturo Uslar
Pietri,
que
puede
proporcionar
una
contribución
notable
para
una
mejor
comprensión
del
ser
hispanoamericano y su proyecto de permanente construcción, a partir de la recreación de valores
como igualdad, libertad y fraternidad.
Hemos
querido exponer
la
preocupación y
las
motivaciones intelectuales
de
Ar
turo Uslar
Pietri,
mostrándonos
su
escritur
a
el
rol
que
la
historia,
como
reejo
y
luz
del
pasado,
nos
reclama como memoria y como conciencia histórica. Las causas más señaladas de nuestr
o
complejo pr
esente están
estudiadas en
el pasado, en
las ideas
y gur
a de
Simón Rodríguez,
y
en el
rescate y v
aloración que
Uslar Pietri hace
de este personaje par
a ejemplicar
un proyec
-
to que sigue teniendo validez en las circunstancias de hoy
.
Ref
erencias
ARRÁIZ L. R. y MONDOLFI G. E. (Compiladores):
Ar
turo Uslar Pietri: v
aloración múltiple,
Los
libros de El Nacional
/ Universidad Metropolitana, Caracas, 2012.
A
VENDAÑO Astrid:
Ar
turo Uslar Pietri
(Conferencia), UNEY
, 2006.
A
VENDAÑO Astrid:
Ar
turo Uslar Pietri: Entr
e la razón y la acción
, O
.
T
odtmann Ed., Car
acas, 1996.
AINSA
Fernando:
“La
invención
liter
aria y
la
ʽreconstrucción
ʼ
histórica
”,
en:
América: Cahiers du
CRICCAL,
N°12, 1993, pp. 11-26.
AINSA
Fernando:
“Entre
la
decepción
y
la
esperanza.
ʽLa
isla
de
Robinson
ʼ
de
Ar
turo
Uslar
Pietri:
de
la
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CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 140-153. Provincia de Pontevedra - España
Factores determinantes para el acceso a la
educación superior en el Municipio San Juan del
Cesar
-La Guajira desde la gestión pedagógica*
Julio Guillermo Oter
o Celedón**,María Martha Daz
a Mejía
***, Y
amelys Nav
arro Becerr
a
****
RESU
M
EN
El escenario de la gestión pedagógica y de la pertinencia curricular
, como base en la interacción comuni-
dad-escuela-universidad.
Escenario
pedagógico-curricular
,
que
se
ver
á
expuesto,
a
través
de
los
factores
determinantes-académico-curriculares. Los cuales, permiten abordar la ev
aluación del rendimiento escolar
,
desde estándares no convencionales. Desde el máximo apr
ovechamiento, en relación al desarr
ollo del pen-
samiento formal y desarrollo de la cr
eatividad en la escuela, como uno de los cuatro factores determinantes
que
se establecieron
desde la
gestión pedagógica.
Ello, par
a el
acceso
a la
educación superior
en el
municipio
San Juan del Cesar-La Guajira.
Palabras cla
ve:
gestión pedagógica, factores determinantes-académico-curricular
es, acceso a la educación superior
Determining factors for access to higher education in the
Municipality of San Juan del Cesar
-La Guajira from the
pedagogical management
ABSTRA
CT
The scenario of pedagogical management and curricular relev
ance, as a basis for community-school-universi-
ty interaction. P
edagogical-curricular scenario, which will be exposed, through the determinant-academic-cu-
rricular factors. Which allow to addr
ess the evaluation of school performance, from unconventional standards.
From the
maximum use, in relation to the development of formal thought and the dev
elopment of creativity in
the school, as one of the four determining factors that were established fr
om the pedagogical management.
This, for access to higher education in the municipality of San Juan del Cesar-La Guajir
a.
Keywor
ds:
pedagogical management, determinants-academic-curricular factors, access to higher education.
*
Artículo desarrollado en función del pr
oyecto de investig
ación: Gestión pedagógic
a en la identificación de fac
tores deter
-
minantes del ac
ceso a la educación superior en el municipio San Juan del Cesar
-La Guajira. INFO
TEP (Instituto Nacional
de Formación T
écnica Profesional).
**
Orcid: 0000-0002-1556-9297
***
Orcid: 0000-0001-6354-9410
****
Or
cid: 0000-0002-2831-1738
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
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153
ISSN 2660-903
7
141
Introduc
ción
En toda sociedad la educación
se consider
a
como un proceso fundamental que contribu
-
ye
a
su
desarrollo.
La
misma,
con
la
responsabilidad
de
formar
los
ciudadanos
que
requie
-
re
el
sistema
para
mantenerse;
evolucionar
y
satisfacer
las
necesidades
e
intereses
de
sus
integrantes.
En
este
sentido,
la
escuela
viene
a
ser
el
centro
del
quehacer
comunitario
en
el
proceso educativo, donde se hace primor
dial el
óptimo
desempeño de todos los actor
es in
-
volucr
ados en el proceso de enseñanza-aprendizaje. De manera, que el logro de los objetivos
institucionales, redunden en benecio para la sociedad en general.
Por tanto, la educación debe estar basada en la inter
acción de todos los miembros de la
comunidad educativa. Por ello, el papel integr
ador del gerente educativo, como esencial en la
generación de conocimient
o, tanto en docentes como en estudiantes. Esto, con mir
as a opti
-
mizar el proceso de enseñanza-apr
endizaje con un enfoque global, sustentado en las necesi
-
dades e intereses de los docentes, estudiantes y de las instituciones en gener
al, buscando la
excelencia educativa, a tr
avés de un currículo de calidad:
Los
documentos
curriculares
son
importantes
declaraciones
nacionales.
Deberían
reejar
los
valores
sociales
generales
y
las
aspiraciones
del
país.
Se
trata
de
documentos
en
que
diversos grupos
tienen un interés
legítimo
y en
cuyo desarrollo, por
lo tanto,
deben ser escucha
-
dos.
Por
consiguiente,
no
es
apropiado
que
los
expertos
en
educación
preparen
los
documentos
curriculares
“a
puerta
cerrada”.
Los
procesos
de
elaboración
de
currículos
de
calidad
no
solo
reconocen
los
intereses
legítimos
de
los
interesados,
sino
que
también
buscan
sus
opiniones
de
manera abierta y con un espíritu plural. Los procesos curriculares abiertos y participativos
también sirven para mejorar la sostenibilidad social y cultural. Si se solicitan y reconocen las
opiniones de todos los grupos de interesados durante el proceso de elaboración de currícu-
los, hay
mayores posibilidades
de
que el
propio currículo
sea inclusivo
y práctico
y de
que satisfaga
las
necesidades
de
la
diversa
gama
de
estudiantes
a
la
que
pretende
servir.
Debe
considerarse
a
los directores de escuela y los docentes como interesados particularmente importantes: su
participación
aumenta
sustancialmente
su
compromiso
con
la
realización
de
los
currículos
en
las escuelas y aulas. (OIE-UNESCO, 2016: 13)
Gran parte de la evolución del currículo y de la educación en Colombia, se debe a la pro
-
puesta y ejecución de planes y progr
amas para la atención de las difer
entes poblaciones
escolares. De esta maner
a, se han ido subsanando las fallas en los diferentes contextos edu
-
cativos.
De
allí,
que
la
acción
pedagógica,
curricular
y
gerencial
requiera;
de
habilidades
téc
-
nicas,
sociales,
y
conceptuales,
puesto
que
son
esenciales
para
mejor
ar
el
desempeño en
la
generación de conocimient
o tanto en docentes y estudiantes.
Es necesario visionar estrategias, planeaciones y tr
azar objetivos, desde el apro
vechamiento
y
uso
de
recursos
con
los
que
se
cuente,
en
donde
vayan
de
la
mano
los
procesos
con
el
entorno
sociocultural, en el cual se encuentr
en y se estén desarrollando las actividades educativas.
En una organización
es fundamental que existan objetivos claros,
de esta manera se
pue
-
dan encaminar todos sus integr
antes. Al respecto, el direct
or como líder del establecimiento
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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r-La G
uajira ... PP: 140-
153
142
educativo pueda brindar lo mejor de sí, tanto en lo personal como en lo pr
ofesional. En este
sentido, sus apor
tes deben estar fundamentados desde la coherencia y en función de las
necesidades que requiera su organización.
El Ministerio de Educación Nacional de Colombia (MEN), articula para la gestión institu
-
cional;
cuatro grandes
líneas
de
acción:
la
gestión
directiv
a,
la
gestión
académica,
la
gestión
administrativ
a
y
la
gestión
de
comunidad.
Señalando,
que
al
equipo
directiv
o-institucional
le
corresponde vincular tales funciones básicas, par
a el éxito de las mismas. Siendo relev
ante
en este proceso, la función de ev
aluar el desempeño de la comunidad académica, docente y
administrativ
a. Así, evaluar los resultados de la gestión.
El MEN tiene un documento denominado:
Guía para el plan del mejor
amiento institucional. De
la autoev
aluación al plan de mejoramiento.
Serie
guías
N°
34.
Dicho
documento,
es
una
herra
-
mienta
que
permite
orientar
el
rumbo
de
la
institución
educativa
a
par
tir
de
su
car
acterización,
con mir
as sobre pr
opósitos y r
esultados previamente acor
dados, y lider
ados por el equipo
de
gestión institucional.
De modo,
que establece,
que, par
a la gesti
ón pedagógica
;
componentes
tales como: par
ticipación y convivencia, pre
vención, inclusión y permanencia, y proyección a
la comunidad. Logren fav
orecer el desarrollo de identidad y sentido de pertenencia por par
te
de la comunidad con la institución, y con su Proy
ecto Educativo Institucional (PEI).
En
este
sentido,
se
argumenta
que
la
tarea
fundamental
en
el
rediseño
de
las
organiza
-
ciones escolar
es, es re
visar la disociación existente
entre lo
especícamente pedagógico y
lo
genéricamente
organizacional. T
omando
en
cuenta,
que
el
posible
impulso
para que
existan
las transformaciones educativ
as radica en la gestión integr
ada de la institución educativa.
Siendo
evidente, que
la
transformación
está
inclinada
hacia
la
forma de
trabajo.
Puesto, que
de esta manera permitir
á situar al sistema educativo en óptimas condiciones de av
anzar ha
-
cia los objetivos estratégicos que lo estén desaando.
Al
respecto,
Agüera
(1997),
expone
que
la
gestión
pedagógica
va
encaminada
a
darle
di
-
rección
a
los
objetivos
que
se
requieran
conseguir
,
desde
las
dir
ectrices
que
marque el
líder
.
En
ese
sentido,
es
fundamental
que
el
director
desarrolle
estrategias
claras
y
planicadas,
que v
ayan encaminadas
a los
objetivos
que se
quieran
alcanzar
,
para los
cuales, es
necesario
trazar la ruta a seguir
, en un tiempo determinado. De esta maner
a, poderle realizar seguimien
-
to a los procesos que van en pro de las metas planteadas.
Por
tant
o,
el
término
gestión
debe
estar
enmarcado
necesariamente,
en
dinámicas
que
ofr
ez
-
can mejoras constantes y congruentes con el ent
orno, con procesos consecuentes con la reali
-
dad
de
la
organización.
T
odo
ello,
requiere
que
el
gestor
esté
en
la
constante
optimización
de
sus
funciones
y
directrices.
Haciendo
uso
de
las
herr
amientas
que
le
brinda
la
gestión
y
con
el
acom
-
pañamiento
crítico
de
su
grupo
de
trabajo,
con
la
opor
tunidad
de
ofr
ecerle
alternativas
ecientes.
La
gestión
pedagógica
permite
cuanticar
metas
con
sustento
en
la
misión
de
la
organiza
-
ción. P
or ello, es
fundamental tener
la claridad de
los objetivos
a los
que apunte la
institución,
CLÍO:
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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o
re
s det
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es p
a
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de
esta
manera
poder
asignar
las funciones
al
grupo
de
trabajo.
Partiendo del
perl
que
ofrez
-
can y potenciando los mismos. Por tanto, el gest
or debe hacer uso de su liderazgo de una
forma propositiva y no impositiva.
Que, no solo se
limite a lo
meramente administr
ativo, sino
que aborde los dif
erentes frentes del centr
o escolar
. Que pueda abor
dar los retos educativos,
en un mundo cambiante, que
requier
e
un espíritu innovador y recursivo ante los desafíos.
Es necesario que el gestor educativo tenga siempre presente, que, si bien se hace necesario
un direccionamiento similar a cualquier
empresa, en el caso
de las instituciones
educativas, los
procesos deben estar encaminados al fomento y mejor
amiento de la enseñanza, lo cual implica
el abordaje
de estrategias
que dinamicen y
alimenten esos aspectos
de manera
positiva.
Por ello, una de las dimensiones más importantes en el proceso de enseñanza-apren
-
dizaje, lo constituyen las pr
ácticas de gestión pedagógica. Desde tales prácticas o, gestión
pedagógica se establecen en este trabajo cuatr
o factores determinantes-académico-curricu
-
lares.
Factores
determinantes,
que
serán
el
escenario
desde
el
cual
se
exponga
el
proceso
académico necesario e imperativ
o, para el acceso a la educación superior en el Municipio San
Juan del Cesar-La Guajira.
T
ales factores determinantes son: la per
tinencia del currículo, la
amplitud de los progr
amas de estudio, los métodos de enseñanza-aprendizaje, el desarrollo
del pensamiento formal y el desarrollo de la cr
eatividad en la escuela.
En
cuanto
a
la
dimensión
geográca-local
par
a
tales
factores determinantes,
hay
dos
re
-
ferentes institucionales: la escuela María Emma Mendo
za de la zona urbana y la institución
educativa
Ana
Joaquina
Rodríguez
Molina
de
la
zona
rural,
corregimiento
de
Cañaver
ales,
ambas en el municipio de San Juan del Cesar-La Guajira. En cuant
o, a la población caracteri
-
zada como aspirante par
a el acceso a la educación superior
, se encuentran los estudiantes y
egresados de ambas instituciones educativas.
T
al aspiración o, acceso a la educación superior
,
de cierta manera puede apreciarse como
complejo,
de
allí
el
planteamiento
de
una
opor
tuna
y
necesaria
gestión
pedagógica
que
ad
-
vier
ta toda posible acción que conlleve al objetivo nal, en cuanto a la factibilidad del mismo,
a tra
vés de lo
que llamamos desempeño académico y rendimiento escolar
.
La Ges
tión pedagógic
a
La
gestión
pedagógica como
mar
co que
permite
exponer
la
direccionalidad
del
tránsito
de
los estudiantes y egresados de las escuelas del municipio San Juan del Cesar-La Guajir
a para
el acceso a la educación superior
. Viene a ser
, el marco contextual y conceptual necesario,
para
poder
identicar los
factores
que ma
yor incidencia
tengan
en relación
al
ingreso a
la e
ta
-
pa de educación superior
, factores identicados como determinantes para dicho escenario.
T
odo
pr
oceso,
que
involucre
un
objetivo,
por
tanto
involucra
una
gestión,
y
en
todo
proceso
educativo y de tr
ánsito de una etapa a la sucesiva por norma, debe acompañarle una gestión.
La misma, permitirá medir y dinamizar t
odo lo concerniente al logro del objetivo o, de los
objetivos tr
azados.
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CLÍO:
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144
Es menester
, de toda institución educativa desde la primera etapa de la educación, pr
o
-
mover
un plan o
planes de
desarrollo en
pro de los
aspectos socio-af
ectivos y
cognitivos, que
acompañen el
rendimiento
y motiv
ación de
toda la
comunidad estudiantil,
para
que el
acceso
a la educación superior sea factible en el mayor por
centaje.
La educación superior no es de carácter obligat
orio, pero sí, de carácter obligat
orio y gra
-
tuito,
los
diferentes
niveles
que
le
anteceden.
Por
tanto,
la
proyección
de
la
misma
en
tales
niveles, debe ser consider
ada factible, incluyente y sobre todo pertinente.
En este sentido, los planes y estrategias desarr
ollados, en cuanto al rendimiento escolar
,
serán un indicador par
a las for
talezas académicas alcanzadas. Las mismas, acompañadas
de
procesos
tanto
cognitivos
como
socioemocionales,
ya
que
este
contexto
será
en
gr
an
par
te
lo
que
determine
el
acceso
a
la
educación
superior
.
Lo
cual,
solo
podrá
ser
alcanzado
por una efectiva y más humana gestión pedagógica.
Pues, tal gestión debe trazar la motiv
ación temprana por alcanzar el gr
ado en las diferen
-
tes etapas de educación básica y media. Ello, con el objetivo de aspir
ar ingresar a la educación
superior
. De esta manera, tr
azar un camino de enseñanza-aprendizaje y acompañamiento re
-
al-integrado. Un
acompañamiento que
despeje la
idea
de cabos
sueltos, que
tanto
la familia,
escuela,
estudiante
e
instituciones
de
educación
superior;
en
este
caso
el
Instituto
Nacional
de
Formación
T
écnica
Profesional
(INFOTEP)
y
la
Universidad
de
la
Guajira,
en
cuanto
a
la
correspondencia
geogr
áca
del
municipio
San
Juan
del
Cesar-La
Guajir
a.
Estén
encaminados
con
un
mismo
n,
el
de
dar
prosecución-continuidad
a
todo
ese
tra
yecto
pedagógico,
que
inicia desde el contexto socio-familiar-escolar hasta la universidad.
Pues, tales instituciones de educación superior
, serán las encargadas de lider
ar tal tra
-
yecto. Ser
án las encargadas de recibir y acompañar la etapa del último tr
ánsito académico
de cada
estudiante que
ingrese a las
mismas. Y
,
en la
medida de
lo posible
que sea
el mayor
número de
aspirantes
y
egresados de
las
escuelas,
que
tengan
la
oportunidad
de
hacer
vida
en sus aulas y alcanzar el objetivo de la prof
esionalización.
Es
por
ello,
que
la
per
tinencia
de
la
gestión
pedagógica
debe
ser
cónsona
con
la
per
ti
-
nencia universitaria. Es decir
, la gestión pedagógica debe generar estándares en el currículo,
que
eleven
la
calidad
de
la
formación.
Que
el
desarrollo
del
pensamiento
formal
de
cada
estudiante, uno de los factores determinantes, sea coher
ente con los diferentes estándares
que
promulgue
la
educación
universitaria,
en
cuanto
a
la
admisión
a
la
misma.
Pues,
tales
procesos no deben estar separ
ados.
Por ello, todo pr
ofesional de las escuelas, tanto gerentes como docentes. Especialmente
los docentes, deben tener total claridad en relación a los estándar
es educativos en cada eta
-
pa. Los mismos, acompañándose de la claridad, en cuanto a las particularidades del entorno,
desde
el
aspecto
geogr
áco,
cultur
al,
incluso
económico.
Pues,
las
directrices
generales
del
MEN,
son
únicas,
lo
que
varía,
viene
dado
por
las
características
de
la
zona
geográca-cul
-
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tural.
Que,
de
acuerdo
a
las
características
de
cada
zona
o
región,
la
gestión
pedagógica
y
universitaria tendrá que contextualizarse y optimizarse.
La sola medición-evaluación del r
endimiento escolar-académico, no provee por sí misma,
los estándares y las pautas necesarias de la acción
que se propone, en cuanto al acceso a la
educación superior
. Al respecto, Cominetti y Ruíz (1997), en su estudio denominado
Algunos
factores del r
endimiento: las expectativas y el género.
Reeren,
que
es
necesario
identicar
qué
variables inciden o, explican el nivel de distribución de los apr
endizajes. Lo cual, necesaria
-
mente debe proceder del currículo:
El currículo representa una selección consciente y sistemática de conocimientos, capacidades
y
valores;
una
selección
que
incide
sobre
la
manera
en
que
se
organizan
los
procesos
de
enseñanza, aprendizaje y
evaluación para abordar cuestiones como
qué, por qué, cuándo y cómo
deberían aprender los estudiantes. (OIE-UNESCO, 2016: 6)
Actualmente, desde el contexto de las ciencias de la educación, se busca aportar criterios sig
-
nicativos
entre
teoría
y
práctica
durante
el
proceso
curricular-formativo.
Así;
estudiar
,
describir
,
analizar y explicar el fenómeno educativo en sus dif
erentes aspectos, desde su objeto de estudio.
La g
estión pedag
ógica en cuant
o a las singularidades de las
ins
tituciones y c
omunidades educa
tivas
El
educador
tiene
la
responsabilidad
de
planicar
,
organizar
y
seleccionar
los
recursos
más idóneos a tra
vés, de los cuales debe garantizar el desarr
ollo de aprendizajes verdader
a
-
mente
signicativos
para
sus
estudiantes.
Sin
embargo,
uno
de
los
aspectos
que
lo
diferencia
de
otros
profesionales de
la
docencia,
es
que
todo
su
actuar
debe
estar
dirigido
a
la
contex
-
tualización
y
generación
de
planes
que
consideren
las
par
ticularidades
étnicas,
culturales
y
lingüísticas de los estudiantes.
Al
respecto,
Piarpusan,
Rosero
y
Solar
te
(2020), señalan
que
la
generación
de
conocimien
-
to de los educadores, contempla un pr
oceso a trav
és, del cual se promueva la enseñanza y
aprendizaje
de
los
estudiantes
en
un
contexto
cultur
al
diverso.
De
allí,
que
se
debe
partir
de
las par
ticularidades de los difer
entes grupos étnicos para la selección de métodos y estr
ate
-
gias que resulten signicativas.
Es
decir
,
un
proceso
educativo
con
aper
tura
a
la
diversidad,
que
en
palabras
de
Cullen (2006),
ello
signica
la
lucha
histórica
por
la
igualdad
de
opor
tunidades,
la
ruptura
de
los
monopolios
educativos.
Por
tanto,
según
Cullen;
tiene
sentido
plantearnos
fomentar
una
escuela
en
y
para
la diversidad,
siempre y cuando
armemos simultáneamente que tr
abajamos par
a la igualdad.
En
este
contexto,
Colombia
ha
sido
un
país
incluyente
en
materia
educativa, al
ocializar
la educación como una política de gobierno en las zonas con poblaciones indígenas. En el
caso
que
compete
a
este
trabajo,
en
relación
a
la
institución
educativa
Ana
Joaquina
Rodrí
-
guez Molina de la zona rur
al, corregimiento de Cañaver
ales
en
el municipio de San Juan del
Cesar-La Guajir
a, es un centr
o que promuev
e procesos pedagógicos
y culturales,
basados en
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los conocimientos ancestr
ales wayuu, en aras de formar personas integr
ales, en la apropia
-
ción y construcción de saberes, que conduzcan a for
talecer la pervivencia del acervo cultural
coexistiendo
con
otras
cultur
as;
permitiendo
al
estudiante
ser
competente,
en
el
uso
de
las
nuevas tendencias tecnológicas;
teniendo en
cuenta la
importancia
de la
preservación cultu
-
ral-ancestr
al y el cuidado del medio ambiente.
Por
ello,
se
considera
que
la
educación
es
un
escenario
clav
e
para
dar
respuesta
a
las
necesidades
de
la
población
escolar
con
diferencias
culturales
y
lingüísticas.
De
allí,
que
la
generación de conocimient
o debe basarse en el diario vivir de los estudiantes. Por ejemplo, en
cuanto a la cultur
a wayuu, se debe promover un pr
oceso de enseñanza-aprendizaje basado
en las pautas de crianza y tradición del pueblo wa
yuu, en el cual se valora la importancia de
los sabedores cultur
ales, donde el componente pedagógico es netamente oral.
De esta manera, la importancia de generar conocimient
o, par
te de un diagnóstico par
-
ticipativo
de
la
realidad
que
circunda
a
los
grupos
de
estudiantes.
A
esto
se
suma,
que
los
mismos aprenden en un continuo proceso de inter
acción con los diferentes element
os de la
naturaleza. No obstante, es impor
tante
mencionar que el
reconocimient
o
y simbolismo de
la
lengua materna
por parte de
los educadores,
se hace
prioritario par
a que exista
una conexión
con la realidad que viven los estudiantes en
su cotidianidad.
En este sentido, la g
estión
pedagógica
según la
guía
N°
34
del
MEN;
es
la gestión
que
se
encarga de las relaciones de la institución con la comunidad. Así, como de la participación y
la convivencia, de la atención educativa a grupos poblacionales con necesidades especiales
bajo una perspectiva de inclusión, y de la pre
vención de riesgos. Por tanto, desde la gestión
educativa, las instituciones deben fav
orecer encuentros entre los miembr
os de la comunidad
para contribuir a que, el pr
oceso de enseñanza-aprendizaje sea signicativo, donde todos los
miembros participen
de manera activa par
a que el proceso se torne exible e
incluyente.
El MEN expone
que la gestión
pedagógica facilita la comunicación
entre el establecimien
-
to
educativo
y
la
comunidad.
De
allí,
la
gestión
comunitaria;
que
impulsa la inclusión, la pr
e
-
vención, la convivencia, la participación, y la permanencia en la institución educativa.
Por tanto, la gestión comunitaria viene a ser el modo en el que; la escuela, el gerente y los
docentes, conocen y comprenden las condiciones, necesidades y demandas de la comuni
-
dad, de
la
cual es
par
te. Así
como la
forma,
en la
que
dicha comunidad
se integra y
par
ticipa
de la cultura.
T
al gestión, en gran medida será la encar
gada de la relación, entre la escuela con
el entorno social e institucional, consider
ando a todos los grupos como par
te fundamental
para fa
vorecer el proceso de enseñanza-apr
endizaje.
Los procesos de gestión comunitaria, realmente se pr
oducen, cuando sus actores se sien
-
ten
par
te
del
proceso;
como
producto
de
sus
propias
r
eexiones,
cuestionamientos
y
miradas
de la
realidad. P
or ello, dicha
gestión es
idónea para
identicar necesidades
y problemas
des
-
de el contexto socioeducativo. Ello, en r
elación a la gestión pedagógica.
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En este
contexto, el
MEN
señala, que
la
gestión escolar
está
constituida por
cuatro áreas
de gestión: área de gestión directiv
a, área de gestión pedagógica y académica, área de ges
-
tión administrativ
a
y nancier
a,
y área de gestión pedagógica.
La nec
esaria sincronía de los f
act
ores de
terminant
es
La per
tinencia del currículo, la amplitud de los progr
amas de estudio, los métodos de
enseñanza-aprendizaje, el desarrollo del pensamient
o formal y el desarrollo de la creatividad
en la escuela, son los factores determinantes par
a el acceso a la educación superior
, des
-
de la gestión pedagógica. Cuyo objetivo, es estructur
ar el proceso educativo en función del
proceso
nal.
Es
decir
,
el
de
medir
el
rendimiento
académico
par
a
el
ingreso
a
la
educación
superior
. Rendimiento que
dar
á cuenta
a nivel individual y social a la educación
universitaria.
Estos factor
es, considerados como determinantes desde la gestión pedagógica, en cuan
-
to a
su planeación
y desarrollo,
ser
án
los que
incidan
directamente durante todo el
quehacer
académico-estudiantil. Los mismos, determinarán el ma
yor porcentaje de probabilidades
para el acceso a la educación superior
.
Por
tanto, tales
factores
no deben
quedarse atascados
en el
nivel or
ganizacional-adminis
-
trativ
o
en las escuelas, sino
que pedagógicamente su
acción sea reiterativa en el aula y
en el
aula-comunidad.
De modo,
que
los mismos,
se
vayan for
taleciendo y
contextualizando.
Esto
último,
de
marer
a
imperativa
sobre
todo
en
esta
etapa
pospandemia.
Etapa
que
se
suma,
incluso como un factor determinante en el proceso socio-educativ
o. Pues ello, trajo consigo
un
giro
que
nos
determina
necesariamente,
como
una
sociedad
que
debe
estar
a
la
par
de
las nuevas modalidades educativ
as, en función de las nuevas tendencias tecnológico-vir
tua
-
les. Desconocer tal factor
, aún cuando se trate de un ámbit
o rural, es desconocer el proceso
educativo en sí.
La sincronía de tales factor
es, reside en la incidencia de uno sobre el otro. No se puede
hablar de la efectividad del proceso educativ
o en ninguna institución, si el currículo no es
per
tinente en cuanto a la r
ealidad social, cultural, económica y académica. De allí, la amplitud
de los difer
entes programas de estudio de acuer
do a las áreas correspondientes, y la inter
-
disciplinariedad entre dichas áreas. De donde, necesariamente deriv
an los métodos de ense
-
ñanza-aprendizaje,
los
más
per
tinentes
e
idóneos.
Métodos,
que
serán
los
que
promuevan
el desarrollo del pensamiento formal y el desarr
ollo de la creatividad en la escuela. T
ales de
-
sarrollos, ser
án los principales impulsores y los factores ma
yormente determinantes, para el
acceso a la educación superior
. Factores, por lo r
egular obviados por la educación tradicional.
La educación tradicional ha establecido con claridad las dif
erentes etapas del proceso
educativo,
en
la
reproducción
de
individuos
y
estándares,
más
que
cualicados,
calicados.
Lo
cual,
no
propulsa
una
movilidad
pedagógica,
con
la
que,
el
individuo
en
la
educación
básica
pueda
generar
y
gestar
una
corriente
que
le
encamine
direccionalmente
al
ámbito
universi
-
tario.
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La
educación
tr
adicional
se
ha
ado
más
en
el
esfuerzo,
que
en
las
habilidades
y
destrezas
del estudiante. No solo, el esfuerz
o debe ser cuanticable en cuanto al r
endimiento estudian
-
til,
sino
las
habilidades
y
destrezas,
y
no
sólo
por
el
hecho
que
también
sean
cuanticables.
Sino, que las mismas emanan del contexto
del desarrollo del pensamiento formal y del desa
-
rrollo de la creatividad en la escuela.
Estas
habilidades
y
destr
ezas
marcan
el
camino
dentro
del
ámbit
o
universitario,
que
acompañadas con una efectiva gestión pedagógica, permitir
án al individuo desde una tem
-
prana
etapa de
la educación,
poder congur
ar un ár
ea de
la prof
esionalización o, más
de una.
Con la cual, desde el punto de vista del pensamiento formal, el individuo v
aya realizando un
constructo
social-mental
que
le
permita
generar
vínculos
intelectuales-prof
esionales,
en
lugar
de una disociación con el ámbito universitario.
De por sí, ya este tipo de deformaciones las hay en algunos espacios socio-familiar
es. De
-
formaciones enquistadas
desde la llamada
educación tradicional.
No obstante, la
creatividad
del
individuo,
aún
en
tales
circunstancias
logra
hacerse
presente.
Ello,
puede
verse
reejado
en
las
tarea
diarias
de
los
padres,
o
de
cualquier
adulto
del
ámbito
familiar
.
Cuanto
más,
se
podrá
apreciar
en
los
niños
del
grupo,
ya
que
continuamente
están
creando,
manifestando
todas sus
habilidades y
destrezas, en
cualquier
proceso. Y
a
sea, escolar
, intelectual,
afectivo
o de trabajo en el hogar
. O
, en la constante inter
acción con el entorno.
En esta dinámica, el niño no solo es un receptáculo o recept
or del conocimiento, sino
que
es
un
creador
y
generador
de
conocimiento.
En
ello,
precisamente
es,
donde
tiene
que
enfocarse
toda gestión
pedagógica,
en la
gestión
de
conocimiento. De,
la
que
es capaz
todo
individuo, pues antes de ingresar a la etapa de educación básica, incluso a la etapa inicial, ya
viene enmarcado en todo un pr
oceso intelectual-creativo independiente de las condiciones
sociales,
económicas,
culturales
y
geográcas.
Pues
tales
condiciones,
en
este
caso,
ven
-
drían a representar ciertas singularidades del proceso creativo e intelectual, no a ser un fact
or
limitante:
La creatividad
no
es un
atributo exclusivo
de la
infancia,
sino que,
por el
contrario, se
va
orientando
hacia
la
productividad a
medida
que
se
pasa
a
las
enseñanzas
superiores
y
a la
vida
profesional.
Es
preciso
que
se
pase
a
las
enseñanzas
superiores
y
a
la
vida
profesional.
Es
preciso,
pues,
desarrollarla
y
consecuentemente comprobar
que
vamos
obteniendo mejoras.
Armar
que
se da
importancia
a la
creatividad y no
evaluarla equivale a reducirla
al terreno de las
meras intenciones. (Torre, 1991:
11)
Por tanto, t
oda gestión pedagógica debe ser ingeniosa, creativa y no mer
amente academi
-
cista. Desde tal contexto, el docente puede irrumpir e impactar en el modelo tr
adicional edu
-
cativo del
cual fue
producto, y del
que
aún son
producto las universidades.
Pues tal
docente,
ya es capaz de repr
esentar el hecho consciente, de salir de la escuela punitiva, a la escuela
donde el pensamiento formal y la creatividad sin ma
yor obstáculo, propulsar
án y
, darán rienda
suelta
a
las
habilidades
y
destrezas
de
los
estudiantes;
cultivándolas
y
desarrollándolas
al
nivel del potencial más óptimo.
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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149
Dicha escuela, supondrá un nue
vo avistamiento, desde el cual: la sociedad, la familia e
incluso
la
universidad,
podrán
ir
sintiéndose
identicadas.
Pues,
viene
a
ser
una
manera
de,
ya
no sentirse ajenos al proceso de formación del estudiante desde sus primer
as etapas. Sino,
que
todas
las
par
tes
desde
sus
conceptos
preestablecidos
y
desde
su
proceso
creativ
o,
se
sentirán vinculadas, en lugar de sentirse inadecuadas o fuer
a de contexto.
T
ales conceptos preestablecidos y proceso creativ
o, comienzan a obser
varse desde la
llamada etapa preoper
acional del individuo. Por tanto, el desarrollo del pensamient
o formal
podrá
ir
estableciéndose
desde
dicha
etapa,
alcanzando
todo
el
tra
yecto
de
vida,
que
cogni
-
tivamente
establece
vínculos
con
el
entorno,
favoreciendo
sus
inquietudes
como
sujeto
de
conocimiento, como sujeto cognoscente.
Según Dadamia (2001), se pueden distinguir cinco períodos evolutiv
os en el proceso de
la creatividad, los mismos partiendo de los estudios longitudinales de T
orr
ance sobre la evo
-
lución de la creatividad.
T
ales períodos son: el multisensorial, simbólico, intuitivo, cr
eativo y
operativ
o.
En este sentido,
tanto el lenguaje
natur
al,
como el llamado
lenguaje ar
ticial siem
-
pre están presentes en el individuo. El pensamient
o opera en un contexto lógico-simbólico,
desde
que
el sujeto
comienza
a
hacer
uso
del
mismo, no
necesariamente
tiene
que
estar
en
un ambiente cienticista, para jar y resolver tareas complejas en relación al conocimiento.
En
este
orden,
el
pensamiento
formal
es
una
dinámica
epistémica
que
alude
a
plantear
inquietudes,
por
tanto,
a
formularlas.
Las
mismas,
en
el
proceso
de
autoconocimiento,
de
autorreexión y en la interacción con el entorno.
El
desarrollo
del
pensamiento
formal,
fomenta
en
el
individuo-niño,
la
pregunta
del
qué,
cómo, cuándo. La misma, con formulaciones desde una o varias interrogantes. De esta ma
-
nera, el individuo y
a comienza a formular hipótesis, a desarrollar premisas. Es capaz de cons
-
truir y construirse simbólicamente.
Necesariamente, no todo individuo es consciente de ello. Pues, es un proceso tan natur
al,
que
es
par
te
de
todo,
de
un
todo
y
de
cada
uno.
Como
tal,
somos
pensamiento,
él
mismo,
un
hecho
natural,
básico.
Solo,
que
la
mayoría
de
las
veces
o,
todas
las
veces
pareciera
un
hecho extraor
dinario, y no cotidiano. El reconocimiento cotidiano del mismo, podría mejor
ar y
ayudar a gr
an escala, al rendimiento escolar-académico. Al rendimient
o en las distintas áreas
del conocimiento y de los progr
amas de estudio.
Por
tanto,
el
desarrollo
del
pensamiento
formal
es,
lo
que
fomentaría
el
espacio
idóneo,
para que
los
escolares del
municipio
San
Juan del
Cesar-La
Guajira, se
vayan apropiando
de
la aper
tur
a académica-superior a par
tir de sí.
El
desarrollo
de
este
tipo de
pensamiento,
requier
e
de herr
amientas
pedagógicas
permeables, par
a
que
el
mismo,
alcance
su
máxima
expresión.
Sólo,
desde
una
gestión
pedagógica
per
tinente
podrá
alcanzarla.
De
esta maner
a,
ir subsanando
el
abismo
académico,
en cuant
o
al hecho
cientíco.
Hecho,
del
cual
quedan
aisladas
la
educación
básica
y
media.
Ante,
su
no r
econocimiento
en
tales
etapas.
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Sólo desde
una
gestión pedagógica
permeable, que
se gestione
en función
de la
sincronía
de los factores determinantes-académico-curricular
es. Los mismos, en favor del acceso a la
educación superior
, se permitirán derrumbar las fronter
as ante el hecho de las limitantes para
el ingreso a las instituciones universitarias.
Pues, en este trabajo los fact
ores determinantes se asumieron, en cuanto a su función
epistémica. Función inherente en t
odo individuo, la cual traza la vertiente de los diferentes
tipos de conocimiento.
El
desarrollo
del
pensamiento
formal,
así,
como
llega
a
ser
cientíco,
primero
es
creati
-
vo-simbólico.
Pues,
la
ciencia
y
la
invención
van
de
la
mano.
Por
ello,
se
plantea
aquí
como
uno de los factores determinantes.
T
al v
ez, el más determinante: el desarrollo del pensamien
-
to formal y el desarrollo de la cr
eatividad en la escuela. Factor precedido, por el cúmulo de
conocimiento que le antecede a la escolaridad:
Una buena manera de comprender
la creatividad, en qué condiciones se da y cómo
fomentarla es
observando
a
los
niños
y
a
las
niñas.
Se
encuentran
con
más
frecuencia
niños
creativos
que
adultos
creativos;
tal
vez el
secreto
esté
en
que
los
primeros aceptan
sus
logros,
para
alcanzar
una
meta
despliegan
todas
sus
capacidades,
se
sienten
satisfechos con
los
resultados, los
disfrutan.
Son
más libres
y espontáneos,
a diferencia
del adulto
que está
más atento
al cuestionamiento.
(Bravo,
2009: 35)
Seguidamente,
Bravo
expone;
que
es,
en
el
juego
donde
el
niño
y
la
niña
demuestran
ser
creativos por naturaleza; exploran, experimentan, en
un impulso innato
por investigar
,
descu
-
brir y vencer obstáculos. Indaga qué
es lo que produce un sonido, por qué se mue
ven las co
-
sas.
La tendencia
natur
al a
develar
lo
desconocido, a
buscar
seguridad
ante lo
que
le inquieta,
les prov
oca el estado placentero de la solución a problemas.
De esta manera, el desarr
ollo del pensamiento formal y el desarrollo de la creatividad en
la escuela, un factor eje y factor epistemológico necesario. El cual, debe ser asumido como
tal
desde
la
gestión
pedagógica.
Desde
un
currículo,
que
no
resista
los
agentes
de
cambio.
Lo
que se
hace
inevitable como
sociedad
pospandemia. Así,
como
es importante una
gestión
pedagógica permeable, también lo es un currículo:
El
desarrollo
curricular
de
calidad
es
un
proceso
continuado
y
constante,
sobre
todo
porque
los currículos deben responder constantemente al cambio. Los buenos currículos deben
mantenerse
al
día
en
un
mundo
en
el
que
los
conocimientos
están
creciendo
rápidamente,
las
tecnologías de la comunicación están ampliando el acceso a la información y, como resultado, las
capacidades
que
necesitan
los
estudiantes
están
en
constante
evolución
o
se
están
inventando.
(OIE-UNESCO, 2016: 15)
Así, la per
tinencia del currículo, la amplitud de los progr
amas de estudio y los métodos de
enseñanza-aprendizaje, gener
an espacios acordes con los diferentes tipos de conocimient
o,
inteligencia, culturas y necesidades. Pues, el papel de los mismos, contribuir
á continuamente
a todo el tr
ánsito de dicha formación, hasta la etapa de la educación superior
.
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Consider
aciones finales
T
oda
incidencia
educativa
en
un
país,
en
una
organización
o,
en
cualquier
sociedad
per
-
mitirá
la
mejora
de
todas
las
partes
involucr
adas.
Por
muy
diferente
que
pudiese
ser
la
mis
-
ma,
y
la
forma
en
la
que
impactaría.
Pues,
necesariamente
tal
hecho,
tr
ae
consigo
una
serie
de
interrelaciones-singularidades
que
se
acomodarían
al
context
o
y
a
las
car
acterísticas
del
país, organización o sociedad. Sobre t
odo, por las razones socio-cultur
ales e intercultur
ales,
en las que
tales grupos se
sustentan. Pues, se puede
hablar de una educación
global o, nece
-
sariamente globalizante, sobre todo pospandemia. No obstante, la misma, no deja de estar
alineada con las necesidades de los diferentes grupos.
Por
tanto,
podemos
llamar
incidencia
educativa,
todo
lo
que
traiga
consigo,
cambios
y
ajustes
que
impulsen
o
reimpulsen,
no
solo
el
modelo
de
gestión,
sino
el
modelo
de
pensa
-
miento
para
toda
aper
tur
a epistémico-social-cultur
al
y conceptual.
Y
,
en el
caso
que compete,
una institución de ámbito urbano y una de ámbito étnico-rur
al.
T
ales incidencias, han de acompañar necesariamente al individuo en todo su tray
ecto
epistémico,
formal
o
no
formal,
y
en
el
caso
que
nos
avoca
como
el
formal.
Las
mismas,
deben
verse
identicadas
a
tr
avés
de
la
gestión
pedagógica,
que
ser
á
la
impulsora
de
desa
-
rrollar y gestionar
, el desarrollo del pensamiento formal y la creatividad en la escuela. F
actor a
par
tir del cual, el individuo pueda alcanzar una simbiosis orgánica, en cuant
o a las diferentes
etapas
por las
que
tenga
que
transitar
. Desde
la
primera etapa
del
proceso
formal-educativo
hasta
la
etapa
universitaria.
Que
dicho
proceso,
en
lugar
de
ser
una
disociación,
resulte
en
una simbiosis.
Por ello, el MEN establece en el currículo diversos contenidos par
a cada una de las áreas
de conocimiento, como también las orientaciones conceptuales, pedagógicas y didácticas
que
ayudan
a
la
construcción
del
diseño
curricular
,
desarrollo
y
ejecución
en
los
diferentes
niveles de la educación.
Al respecto, se puede decir
, que el desarrollo del
currículo del MEN, no
solo busca que
los
actores educativ
os se involucren de maner
a pasiva observando y
, experimentando las causas
y
consecuencias
de
los
fenómenos
que
se
presenten
en
el
context
o
educativo,
sino
que
las
orientaciones
del
currículo,
dirigen
a
acciones
que
están
establecidas
en
los
progr
amas
o
proy
ectos, considerando la institución, el barrio, los difer
entes grupos sociales y culturales, la
comunidad en sí.
T
odo
ello,
desde
una
gestión
pedagógica
que
se
reconozca
en
la
per
tinencia
de
los
fac
-
tores que inter
vienen como
determinantes en
cuanto al acceso
a la
educación superior
en el
municipio San Juan del Cesar-La Guajira. F
actores como, la pertinencia del currículo, ampli
-
tud de los progr
amas de estudio, desarrollo del pensamiento formal y el desarrollo de la cr
ea
-
tividad en la escuela. Fact
ores desde los cuales, se podrá hablar de una gestión inno
vadora,
entusiasta,
vanguar
dista.
Una
gestión,
que
necesariamente se
identique
con
las
par
ticulari
-
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152
dades del entorno a modo de fortalezas.
Por ende, tanto la gestión educativ
a como administrativa, consistir
án en buscar mecanis
-
mos
para
optimizar
el
desempeño
de las
instituciones
como
tal,
entendiendo
que la
eciencia
de la gestión, depende en gran medida de las capacidades cr
eadoras e innov
adoras de su
gerente
para
conducir
los
diferentes
procesos
que
tienen
lugar
dentro
y
fuera
de
la
escuela.
El gerente educativo no debe estar de espaldas a la r
ealidad social y comunitaria, al contrario,
debe promov
er la integración y la corresponsabilidad entr
e todos los sectores.
Rec
omendaciones
Es
necesario continuar
hilando
esfuerzos
para
que
la
educación,
tanto
en el
municipio
San
Juan del Cesar-La Guajira, como en t
oda Colombia continúe siendo cada vez más per
tinente
e incluyente, en las difer
entes etapas educativas y en los diferentes context
os. Sobre todo,
que tales esfuerzos se vean reejados en relación al acceso a
la educación superior
.
Desde tales esfuerzos mancomunados, redirigir la gestión pedagógica en r
elación a las
par
ticularidades de cada institución y comunidad. De esta maner
a, la gestión pedagógica
fungirá como r
ectora y mediador
a focal, para gener
ar vínculos a nivel rur
al-municipal, depar
-
tamental y nacional.
El vínculo tanto pedagógico como administr
ativo, cultural y académico, debe pr
omover
vías de comunicación
y
de
tr
ansición,
para
que
los
difer
entes
grupos,
tanto
en
la
escuela,
comunidad y universidad se reconoz
can como pares. Pues, los mismos necesariamente, van
a propender a la formación prof
esional de la Nación.
Principalmente a la Nación, la misma con el mayor gr
ado de institucionalidad desde lo
administrativ
o y pedagógico, le corresponde desarrollar y ejecutar un may
or número de pro
-
gramas que fomenten
la per
tinencia
del arraigo cultural. Sobre todo, cultural-ancestr
al
como
par
te del proceso de enseñanza-apr
endizaje. Campos idóneos, para el desarrollo del pensa
-
miento formal y el desarrollo de la cr
eatividad en la escuela.
T
ambién
es
propicio,
que
desde
las
diferentes
instituciones
tanto
urbanas
como
rurales,
se promueva un
currículo bien
sea, semestral o
anual,
que reseñe la
gestión
pedagógica con
las par
ticularidades de la acción-zona-región. Los mismos, emanados como document
os
que le
sirvan al
MEN
como sopor
te
curricular en
cuanto al diseño
y desarrollo
de los
diferen
-
tes progr
amas.
El
Proy
ecto
de
Educación
Institucional
(PEI)
requerirá
por tant
o,
estar
enmarcado
como
un
factor determinante-académico-curricular
. Pues el PEI, debe constituirse como par
te orgáni
-
ca-garante del acceso a la educación
superior
.
Por tanto, empezar a plantearnos; en
qué me
-
dida el diseño y ejecución del PEI, viene a ser un indicador del rendimiento académico-escolar
.
Es decir
, el PEI, sí
permite establecer rigores y
criterios que
puedan promediar el rendimiento
escolar a largo plazo. De esta maner
a, poder hablar de la simbiosis escuela-universidad.
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(2016).
Qué
hace
a
un
currí
-
culo de calidad.
Reexiones
en
progreso
Nº
2
sobre
Cuestiones
fundamentales
y
actuales
del currículo y el aprendizaje.
ISSN 2660-903
7
154
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 154-167. Provincia de Pontevedra - España
Political Power and Neocolonialism of V
accines: The
Exercise of the W
ord and the Human Act
Camilo Andrés V
argas Machado
*, Salvador Cazz
ato Dávila
**
ABSTRA
CT
This
paper
analyzes
the
situation
gener
ated
by
the
unequal
distribution
of
vaccines
that
-at
the
international
level- has occurred in the fr
amework of the epidemic generated b
y COVID-19.
For
this,
the
concepts
of
«act»
and «word»
derived from the
theoretical-political theses
of Hannah
Arendt (1993)
are used,
with which
it was
sought to evidence the situation of neocolonialism of vaccines derived fr
om this situation, from the philoso-
phical
deconstruction
to raise
the
urgent
consequence
of
neocolonialism
in
health, which
allowed
us
to
infer
how Human Rights are not the centr
al axis of the national and state discourses or praxis of the gov
ernment
systems of countries with more stable and stronger economies, since the decisions and behaviors r
eect the
interests of the main actors of the National States that ha
ve economic suppor
t for the large-scale purchase
of vaccines against COVID-19. Which in turn ar
e the protagonists of a sociopolitical phenomenon that can
be categorized as global health neocolonialism, which is presented as a phenomenon of neocolonialism that
began
with the
condentiality agreements
signed
between the
States of
the countries
and
the pharmaceutical
corporations, inside or outside CO
VAX
in the year 2020. Concluding that the massive purchase of vaccines
was
subject
to
an ex
clusivity char
acter
to
acquire
the
batches, wher
e some
factors
of
discrimination
or
non-in
-
clusion are re
vealed, afrming that COV
AX did not comply with the purpose for what was initially created.
Keywor
ds:
Human Act, COVID-19, Neocolonialism, Speech, Power
.
Poder Político y Neocolonialismo de las V
acunas: El Ejercicio de la
Palabra y el Acto Humano
RESU
M
EN
Este
trabajo
analiza
la
situación
gener
ada
por
la
distribución
desigual
de
vacunas
que
-a
nivel
internacional-
se ha producido en el marco de la epidemia gener
ada por el COVID-19. Par
a ello, se utilizan los conceptos
de «acto»
y «palabra» derivados
de las
tesis
teórico-políticas de
Hannah
Arendt (1993),
con las
que se
buscó
evidenciar la situación del neocolonialismo de las vacunas derivado
de esta situación, desde la perspectiva
losóca
deconstrucción par
a plantear
la
urgente
consecuencia del
neocolonialismo
en salud,
lo
que permitió
inferir cómo los Derechos Humanos no son el eje centr
al de los discursos o praxis nacionales y estatales de
los
sistemas
de gobierno
de
países
con
economías
más
estables
y
fuertes,
ya
que
las
decisiones
y
compor
-
tamientos reejar
los
intereses de
los
principales
actor
es
de
los
Estados
Nacionales que
cuentan
con
apoyo
económico para la compr
a masiva de vacunas contr
a el COVID-19. Los cuales a su vez son los protagonistas
*
Universidad Cooperativ
a de Colombia. Correo-e:
camilo.
varg
asma@campusucc.edu.
co
.
https://
orcid.or
g
/0000-0003-
0993-358X
**
Universidad de Z
ulia.
salvadorcazz
at
o@gmail.com
.
ht
tps://
orcid.org
/0000-0003-3255-6700
Recibido: 5/11/2022
Aceptado: 10/3/2023
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
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7
155
de
un
fenómeno
sociopolítico
que
se
puede
catalogar
como
neocolonialismo
global
en
salud,
el cual
se pre
-
senta
como
un
fenómeno
de
neocolonialismo
que
se
inicia
con
los
acuerdos
de
condencialidad
rmados
entre los Estados de los países y las corpor
aciones farmacéuticas, dentro o fuera de COV
AX en el año 2020.
Concluyendo que
la compra masiva
de vacunas
estuvo sujeta
a un
carácter de
exclusividad para adquirir
los
lotes, donde
se
rev
elan
algunos factores de
discriminación
o no
inclusión,
armando que
COV
AX no
cumplió
con el propósito por el cual fue cr
eado inicialmente.
Palabras cla
ve:
Human Act, COVID-19, Neocolonialism, Speech, Power
.
Introduc
tion
Fr
om
the
year
2020,
the
“lebenswelt”
(way
of
life)
(Schutz,
1984,
pág.
25),
A
large
part
of
the world population was affected by CO
VID-19, a disease caused by the SARS-CoV-2 virus
and
its
differ
ent
variants.
Its
appear
ance
modied
the
customs
and
forms
that
obey
ed
the
parameters of normality established and hist
orically constructed. What caused each culture,
State and Nation to take pr
evention measures, planning and public health policies in the face
of the
imminent threat of the
pathogen (Kaffure, Pellegrini, &
Navas, 2021). However
,
the em
-
powered
ofcial
voice
that
manifested
itself
worldwide,
through
the
different
media,
institu
-
tional
and
political
networks,
was
that
of
Doctor
T
edros
Adhanom
Gebre
yesus;
Director
of
the World Health Or
ganization (hereinafter WHO) (WHO
, 2017). Who with his statements and
pronouncements marked the rhythm of the r
ecommendations and concerns of the health or
-
ganizations that were dedicated to inv
estigating and inter
vening in the pr
esence of the virus.
The
results
of
the inv
estigations on
SARS-CoV
-2
have
been benecial
or
fav
orable
depend
-
ing on the criteria with which they are e
valuated, but it is clear that COVID-19 came to alter
the normality of life in ev
er
y way: economic, political, social, educational, health among others
(Mercola
&
ʽCummins,
2021).
Likewise,
the
anxiety
caused
was
not
only
due
to
the
events
that were taking place on the planet, but also to the fact that e
ventualities such as speeches,
behaviors and actions that each nation -with its systems and gov
ernment representatives-
assumed or gave the case the
y stopped assuming (Av
alos, 2022). Faced with the multiple vi
-
cissitudes that the global spread of the virus produced, the possible decisions, beha
viors and
paths assumed by the differ
ent political regimes were differ
ent, since these ranged from the
mandatory use of the mask to the r
ational and anticipated massive purchase of biologicals, to
prev
ent mor
tality or minimize the harmful effects of the Corona
virus on their populations. The
alteration of daily lif
e at a personal, family
, sociopolitical and economic level (Martín-Corral,
2022) The
y led governments to rely on normativ
e decisions [decrees, laws, administrativ
e res
-
olutions]
that
-from
their
ideological
belief-
are
justied
to
elicit
compliance
by
citizens
while
mitigating the impact of discourses focused on structural conditions. of po
ver
ty
, social and
economic
inequality
that
were
evident
during
the
pandemic,
triggering
feelings
of
resistance
and disapprov
al of the normative measures from which it is perceiv
ed that principles such as
toler
ance,
solidarity
and
cooperation
are
violated,
r
aising
questions
regarding
compliance
of
authority in crisis situations (López-López,
V
elandia-Morales, & Alzate, 2020, págs. 257-260).
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156
Star
ting from the analytical view of Mosco
vici (Moscovici, 1976), the dissemination and
spread of information regar
ding COVID -19 was not clear enough, which determined a distant
relationship between the gov
ernment and the citizenry
, causing an increase in both the feeling of
uncer
tainty and the decrease in the per
ception of self-efcacy or the feeling of that it is possible
to mov
e for
ward in the midst of adversity
. Without considering that the COVID-19 pandemic is
par
t of a social fact of great impact, not only because of the numer
ous direct and indirect vic
-
tims it leaves, but also because of the f
ear generated from the limitations in social inter
actions
which, from the prot
ocols of self-care and social distancing, changes were caused in the ways
of working, studying, among others, with the risk that fear would be the trigger for indiff
erence
and apathy that will lead to a decrease in social cohesion, str
engthening an authoritarian attitude.
At that historical moment, some countries wer
e in a proven capacity to pur
chase the neces
-
sary
quantities
of
vaccines,
in
view
of
which
it
was
to
be
expected
that
the
reaction
of
the
WHO
to
the excessive purchases of vaccines by some countries led to realities of profound inequality or
disparity that would affect the attention of public systems (López, 2021) whose objective was t
o
preserve the health status of the demogr
aphy as it was their duty to safeguard or pr
otect. In such
a way
that, faced with this
scenario, the opinions of
impor
tant gures
issued warnings.
An example of this was the already mentioned direct
or of the WHO
, who predicted a critical
periodicity:
…[W]here
countries
prioritize
vaccinating
their
own
populations
over
those
of
other
countries—it
leaves
the world
vulnerable to
an
even longer
pandemic, given
that
the WHO
estimates that
the
co
-
ronavirus pandemic
will only end
when 70%
of the population
global is immune.
It is predicted
that
500 million would need to be vaccinated in the Americas region to control the pandemic,
although
the
forecasts
were
before
the
rise
of
variants
such
as
Delta and
Omicron. (Adhanom
Gebreyesus,
cited by WHO, 2022)
In this same sense, it should be emphasized that certain public opinions issued judgment
matrices based on what was expressed by Adhanom Gebr
eyesus, who predicted a world
scenario
marked
by
the
aforementioned
causes
of
inequity
.
Which
led
to
the
fact
that
public
gazes
were
no
longer
focused
on
the
whipping
or
whipping
of
the
so-called
COVID-19
(ONU,
2020). Thus, the combination of the multiple r
avages of the corona
virus and the erroneous
decisions of the States of cer
tain governments patented a r
eality: a new neocolonialism.
Neoc
olonialism of v
ac
cines and the ex
ercise of political po
wer
Neocolonialism, in the contemporary world, has adopted other dimensions, other char
ac-
teristics and
actors (Zea,
1971). Well, it
has acquired
new meanings,
coming
from an unusual
complexity that originated with the global situation of the pandemic, where its dimensions lead
the analytical
gaze both to
the eld
of health
and the
global health of
all the
inhabitants of
the
planet. However
, with a world of countries in a framework of capitalism and changing global
complexity in its forms of expression, it is now based on other instrumental mechanisms ref
er-
ring to disparity and social inequity that are decanted in the e
vent of global distribution.
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57
A
marked
inequality
can
be
perceived
as
a
result
of
the
emphasis
placed
by
various
nations
that
-with
their
par
ticular
economic
capacities-
promoted
the
purchase
of
sufcient
doses
and vaccines to pr
otect their populations from the eventuality of contagion.
This human-state
event also pr
oduced a phenomenon in the state of defenselessness that arose from countries
with limited economic situations, which could not protect themselves. In this sense, Haiti and
Mali were possible extreme cases t
o consider for study
.
This situation is an example of how
inhumanity threatens the human lives of the most aff
ected populations.
Through the analysis carried out, it is inf
erred how human rights -among them, the right
to lif
e- are not the central axis or priority of the national or state discourses or pr
axis of the
government systems of countries with mor
e stable economies (
V
elasco, 2021), nations of the
so-called First World, which ha
ve been able to operate with a number gr
eater than enough to
prev
ent the spread of the disease.
Therefore, it was determined that fundamental human rights wer
e disrupted if it was in
-
tended, using the expressions of Adhanom Gebre
yesus, to specify “immunized balloons” or
“massive her
ds”. This purpose does not obey state priorities because human rights ar
e not
fundamental in themselves. Which was observed in that there wer
e decisions devoid of per
-
sonal senses of solidarity
, dignity
, common sense or respect for the planetary modus vivendi,
ignoring
what was
proposed by
the
United Nations
when
they indicate
that
human
rights are
indivisible, therefore ther
e is no room for exclusion. of individuals and collectivities and the
privilege of one over the other (Sabucedo,
Alzate, & Domenico, 2020).
The power of national autonomy -understood as the ability t
o make their own government
decisions in search of compliance by citiz
ens- rests historically on a previous thought of the
modern age. Ther
efore, this autonomy has persisted with its own policies and processes that
drag to date such as
statism or bureaucracy
,
which serve
as justication for
the orat
or
y and ac
-
tions of regimes contr
ary to the principles upheld by the WHO
.
Therefore, the emergence of this
phenomenon
of
neocolonialist, now
r
edirected
to
global
public health,
is
questionable.
Where
the
par
ticularistic decisions of some heads of state who ignored the r
ecommendations of the WHO
caused
disparity
and
imbalance
in
distribution,
generating
inequity
in
the
supply
of
vaccines
to
counteract the cor
onavirus. In such a way that it is not fortuitous that the WHO has repeatedly
mentioned it in its speeches and documents. Well, it can be r
eiterated that this is how “vaccine
nationalisms” arose, an expression pr
oposed by Director Adhanom Gebr
eyesus himself. As of
August 2020, the WHO warned of this possibility
. By then, cer
tain countries showed a par
ticular
aligned interest in the series of vaccines that wer
e in the experimental phase.
Because they were being publicized at the wr
ong time, showing evidence that their guide
-
lines, which were pointing off the r
adar of the then newly created global vaccine system,
named
COV
AX
(
WHO
,
2022).
Therefor
e,
this
“vested
interest”
-to
use
Jacinto
Benavente
’
s
expression- would tr
anslate into a guideline and a practice t
o be followed by various world
powers (1907). About which the
most emblematic example was the United
States.
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In this way
, COV
AX emerged as a global platform created in April 2020 by the WHO
, which
aims
to
manufacture,
develop
and
equitably
distribute
biological
vaccine
products
(UNAM,
2021). This has been in char
ge not only of the WHO
, but with the par
ticipation of Fr
ance with
public-private alliances they cr
eate the World V
accine Alliance, apar
t from being a mecha
-
nism created to coor
dinate these purposes (COV
AX, 2020), This global mechanism -it is worth
mentioning- fullled its functions throughout almost the
entire year; under penalty of national
interests that intervened to hinder their functions at some point.
At
that
time,
it
was
public
knowledge
that
the
rst
countr
y
to
apply
the
rst
doses
was
the
United
Kingdom,
despite
the
fact
that
Prime
Minister
Boris
Johnson
had
denied
months
before the effectiv
eness of the biological. Given the scope of the disease in some countries
and the epidemic peaks reached, I am correcting its position r
egarding the virological scourge
for
December 2020
(Eur
onews). Little
by
little,
the United
States
and F
rance
began
to
replicate
par
ticularistic national interests, not hiding their claims t
o watch over
, protect and ensure
the
rst
massive
orders
of
anti-COVID-19
vaccines
(Pacheco,
2021).
By
Januar
y
15,
2021,
more
than
three-quar
ters
of
the
mass
vaccines
were
directed
and
contingents
had
entered
developed
countries
with
high
economic
resources.
For
low-income
countries,
only
11%
of
the
world’
s
population had access to the rst dose
for the least amount (Harrison, 2022).
Faced with this situation, the Dir
ector of the WHO: Adhanom Gebreyesus, had no choice
but to issue a global warning and concern, about the limitations not only being localized t
o
vaccines: there wer
e “brief moments” of “unprecedented crisis” regarding the pr
oduction area
of
masks
or
ventilators
sufcient
for
cer
tain
(BBC,
2021)
regional
or
national
spaces
[it
is
wor
th remembering how India was a massive
focus of the pandemic and crisis]. Likewise, he
warned that so that this unfor
tunate episode would not happen again, measures should be
taken jointly
by the countries so as
not to gener
ate abysmal inequalities in
the global distribu
-
tion of antiviral biologicals, thus pr
eventing the unnecessary prolongation of a pandemic that
can be avoided becoming a catastr
ophic endemic.
Thus, it became clear that the development and power of the States is not enough t
o
mitigate the pandemic. Ther
efore, it is necessary to consider economic and sociopolitical
resilience from the r
elationship between countries. In this sense, the director of the WHO
pointed out:
While
there
is
a
desire
among
leaders
to
protect
their
own
people
rst,
the
response
to
this
pan
-
demic
must
be collective.
This
is
not
charity,
we
have
learned
the
hard way
that
the
fastest
way
to
end
this
pandemic
and
reopen
economies
is
to
start
by
protecting
the
most
at-risk
populations
everywhere, rather than the entire population of just a few countries (cited by UN News, 2020)
In
this
way
,
it
is
evident
that
the
inequity
and
social
inequality
of
the
distribution
of
vaccines
could be prev
ented since 2020, avoiding the phenomenon of disparity
, which is what aggr
a
-
vated
the
problem
to
the
point
that
-even
by
April
2022-
it
had
an
index
of
signicant
global
impact.
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159
Premedit
a
ted Int
ent and Neoc
olonialism
It
was
identied
that
the
premeditated
intentionality
of
some
countries
prevailed
[United
States,
Fr
ance,
United
Kingdom]
in
which
the
scope
of
the
purchase
of
vaccines
depended
on the purchasing capacity of each country
. Against which it was sought t
o obtain the neces
-
sary doses to immunize, being able to e
ven buy them by contract, ignoring the warr
ants and
moderate claims of the WHO
. As noted, this was not an isolated event: such guidance was
observed as early as 2020. In relation to which Chase Harrison was able t
o concisely express
this relationship when he stated that the purchase of v
accines for covid-19 depended on the
existing value factor
, stating that the gaining of vaccines is topic t
o the actual purchase value
of the same , which -as a National State- do not have the powers or the political will t
o specify
the cancellation of the necessary doses to prev
ent (Harrison, 2022, págs. 2-3)
This refer
ence illustrates the aforementioned scenario, which, added t
o the negligence of
cer
tain
gov
ernments
for
the
effective
acquisition
of
retrovir
al
biologicals,
fuels
and
stirs
up
the
degrees
of
inequity
that
have
spilled
over
global
population
health,
an
afrmation
that
does
not include the depth of
the specicities of the problems that characterize each country
.
Obviously
, each
Nation has its par
ticular problems, which reect specicities in the health
policies and systems that characteriz
e them and differentiate them from each other
.
These
differ
ences are due, to a greater or lesser extent, to the terrible or r
egular health policies ap
-
plied for decades by the rulers of the day with a lack of political will t
owards this area. In other
words, the will of the various political r
egimes has ignored or neglected key ar
eas for general
prev
ention planning against the virus. Demonstrating its drive by pr
opor
tionally entering any
nation that tried to stay out of the health r
ecommendations of world organizations.
Therefore, ther
e was no intention or political will of some rulers to avoid higher costs t
o
the population of a given territory with regar
d to decisions on public and state health policies.
Since the concretion of this pre
ventive political will of cer
tain Western national States would
be
fruitful
and
benecial
if
they
had
reacted
promptly
and
acted
on
time,
I
place
the
popula
-
tions involved in that state of disaff
ection.
The
decisions and
behaviors reect
the
interests of
the
main actors
of the
Nation
States
- the
Western countries mor
e than anything - that have economic suppor
t for the large-scale pur
chase of
vaccines against COVID-19.
These are the protagonists of a sociopolitical phenomenon that can be
categorized
as
«global
health
neocolonialism»,
a
situation
that
is
still
sustained
by
the
gap
between
social or common welfare, the network of interests of the ruling State and the national population
to which the huge shipments of vaccines pur
chased by their regimes are destined for it.
This has been, without a doubt, a socio-global phenomenon created and generate
d by the
political
subjects
that
stage
it
since
the
end
of
2020
when
the rst
biological
systems
of
the
dif
-
ferent appr
oved vaccines appear because they ar
e experimentally suitable for being applied to
the rst
groups humans.
In this r
egard, the
Government of
the United Kingdom,
despite having
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been reluctant at the beginning, was the one who r
aised the objective of combating, reducing or
immunizing
the
harmful
effects agains
t
the
health
of
the
world
population
by acquiring
them,
rationality pr
evailing in the process. Wher
e the date that this phenomenon of neocolonialism
begins
can
be
estimated
due
to
the
condentiality
agreements
signed
between
the
States
of
the countries and the pharmaceutical corporations, inside or outside CO
V
AX, when some retro-
viral that had appr
oved the phases were publicly disclosed. experimentation positives.
Although some nations reacted late, despite the primary positive results in A
ugust 2020, oth
-
ers showed both negligence and temporary political will and intention to pr
event endemic human
disaster situations [e.g., India]. In any case, other national States subordinated to their cr
eated or
economic interests that pre
vailed over the common sense of common welfare (V
argas, 2019,
págs. 37-38) of humanity
.
The truth is that the prioritization of these variables of interest ov
er di
-
mensioned the health and health vulnerability of certain societies -par
ticularly poor ones- that were
premeditatedly subjected to for
ced mor
tality or
, in any case, t
o a series of avoidable ailments.
So, exposing the national health conditions of some societies unable to buy vaccines mak
e
them vulnerable in a wa
y contrary to the recogniz
ed parameters of well-being and dignity
. This
points
to actors
of
the
stature
of
the
presidents
of
Br
azil;
Jair
Bolsonaro
and
Mexico;
Andrés
Manuel López Obrador
, who openly disdained tempor
arily and did not prioritize decisions in
the face of the proposed health scenarios, subjecting their populations to situations that -at
the time- were avoidable health-wise (Var
gas
& Cazzato, 2022, págs. 751-753).
In relation to the afor
ementioned, there is evidence of how the health systems of some
countries, despite the turbulence caused by the appear
ance of SARS-CoV-2, have r
eturned to
normal channels. As each regime, through its primary actors, has in its power the authority
and decision-making that its acts and autonomous words entail, the power of the industrial
-
ized powers of presidents must be emphasiz
ed in terms of autonomy of thought and political
action that they embody (repr
esenting the political wills for the most par
t) a priori.
Of course, there are other wa
ys of thinking, saying and acting that resize the way of go
vern
-
ing and
managing
their social
and health
policies;
char
acterizing
them. The predicted
modes
or ways of behaving politically in the areas of health-health;
these other forms or modes
con
-
note Wor
ds and Acts of the autonomous leaders that can be the target of more philosophical
analytical-interpretive perspectiv
es that will be detailed.
Arendt and the unpos
tponable c
onsequenc
e of neoc
olonial
-
ism in health
Generally
, political nationalisms are unstoppable hist
orical-contemporary eventualities, and
“the effects” of the pandemic-endemic of the aforementioned virus ar
e not unrelated to the
new phenomenology of health, because although vaccines are not unr
elated to this complex
process of public policies of a Nation,
the rev
elations or
reections of the eventualities worthy
of being analyzed under the optical prism of Hannah Arendt (1993, 2002) ar
e not alien either
.
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The pandemic-endemic has generated a phenomenology of e
vents with their own conjunc
-
tures. In context, to the extent that it co
vered its dark tr
ajectory during 2020, it put public policies
in
tension,
not
only
because
of
the
consequences
of
morbidity
and
mor
tality
.
Since
it
was
also
relev
ant to the perception of risks and threats and the projections of the sanitary and epidemio
-
logical problem
in order
to acquire
the necessary vaccines; Most
of the health policies
collapsed
according to what was inv
estigated. For this reason, it is important to highlight that those who
would assume the political-sanitary decisions, at the time, were in charge of the main political
authorities, so that the purchases of the vaccines ar
e acts and decisions that star
t from their will,
and from the role
The preponder
ant role played by the number of state decisions that -r
epresent
or subjectively agglutinate- the political intentions of those who voted for this leader
.
Having claried
what has been stated,
it is necessary to r
esor
t to the
philosophical decon
-
struction of the philosopher H, Arentd through wor
ds and actions. As Comesaña Santalices
and Cure de Montiel pointed out to us that, in H, Arndt, the act and the wor
d are two ways and
means in which we as human beings represent ourselv
es before others and those others with
us, which is executed in the dev
elopment of relationships and human coexistence, And this is
what pr
oduces human conicts,
for the same
reason as
freedoms. In
such a way
that speech
and action are especially human manifestations of the ex
ercise of life, just as lif
e begins with
bir
th
and
ends
with
death,
which
leads
us
to
afrm
that
the
act
and
the
word
are
the
form
of inser
tion in the human world and our repr
esentation to validate who we are, showing the
unique and personal individual identity
(2006, pág. 15).
In such a way that while the vital course of human beings, from the wor
d and the act, they
develop;
guidelines are
formed that distinguish
us at birth and death
in the lif
e of
each human
being, that vital passage of national political subjects does not escape what is proposed, in
a given case, because they also belong -they- t
o the spectrum or dimension of the urgent. In
such
a
way
that
the
dimension
of
impostponability
is
afrmative,
when
inquiring
about
the
existence of the word and the act.
According to H, Ar
entd (1993, 2002), the word connotes or denotes a communicative
mode that is not reduced to it.
Then the act, on the other hand, does not cease to be a way of
concretizing the human, as long as it is understood that the phenomenon of human impos
-
tponability
goes
through
a
spectrum
of
endless
consequences
-according
to
the
word
and
the act- that the
y ow into incommensur
ables without abandoning the inter
action of humans
itself. This means that the actions of subjects or national leaders such as Emmanuel Macr
on
-looked at concretely fr
om the analytical angle of the thinker -are re
velations of achievements
that gain meaning in the complexity of a process rooted in the aut
onomous individuation that
delegated a collective-, but that loses ground in the materiality of discursiv
e ethics, of applied
ethics (Cazzato, 1999, págs. 82-83) and of current bioethics when said political leaders accept
those political priorities directed at the territorial populations that the
y exercise under their
mandatory authority
.
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As we can see, according to what has been stated, it can be interpr
eted that both the word
and the actions of the national subjects or political actors of the State lose meaning in rela
-
tion to the common well-being of the human, and instead the ref
erential frames of a series of
well-dened interests that
safeguard the population,
only that
this act
is not
always a correct
indication that provides concr
ete substance to the human rights of each human being, given
the case of conglomerates of people outside the limits of the nation that ar
e examine.
As a product of these words and actions, t
ogether with their political decisions, these
leaders reveal the validity and validity of Arendt’
s philosophical approach (2002), every time it
allows reviewing the meanings that cannot be postponed between what that wor
d and that
act represents or is. If we start from this focal premise, the decisions of these leaders are less
humane if they only perceiv
e with meaning the population of a countr
y
, but not those who are
not citizens within its territory
, which also exempts those who are Fr
ench, although it is not
nd
within the
Welsh
space.
In such
a wa
y that
the
Car
tesian doubt
or
that allows
questioning
this word or act violates the vital course of some Eur
opean compatriots.
Figure 1 Number of
COVID-19 vaccines delivered to Latin A
merican
countries by the COV
AX
system (May
, 2022)
Source: Own elabor
ation based on data published by the Pan American Health Or
ganization in 2022
Likewise, so that the acts that actors lik
e Boris Johnson decide or assume represent
modes of interpretation always loaded with biases or subjectiv
e substrata that only validate
the imperativ
e socio-political character of a State in the hands of a leader and those who ac
-
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company him, but not by this rests on contents of applied ethics or global bioethics whate
ver
its
current;
It
would
certainly
be
more
sensible
or
common
sense
to
work
on
decisions
that
allow safeguarding or pr
oviding some protection to countries that bor
der it, for example, the
United States). If
you look from
Latin America, for example, Chile
with Sebastián Piñer
a at the
head
of
his
presidential
term,
did
a
commendable
job
of
leading
effective
and
efcient
mas
-
sive vaccination pr
ograms and plans that earned him the ephemer
al respect of other nations
that are understood as de
veloped or with locations in the OECD
. Now
, if Chile is a case wor
thy
of evaluation, the speech and the act of going ahead with ur
gent and effective vaccinations
before other gov
ernments of the day grant analytical certainty to our revisionist approach, as
well as rev
eal the philosophical antithesis of the concretion under
taken by Jair Bolsonar
o in
Brazil. Howe
ver
, the fact that the word was congruent with his speech and the precautionary
acts of sanitary health in favor of the life of Chileans implies a sociopolitical act - of wor
d and
act - that cannot always be focused under the re
vealing purposes of what which connotes
humanity for Arentd. Piñer
a also prevented himself by being one of the pioneers in r
eser
ving
and subsidizing biologicals against COVID-19, ev
en though his words and actions are prudent,
it does not mean that they are consistent with the sense of gener
al human well-being or that
they are postponed.
This led him to also act in a national particularistic manner
.
In contrast t
o Bolivia, for example, while their vital life passed in the second half of the
year
2020
was
another
.
For
the
rst
half
of
2021,
the
differential
situation
between
the
two
nations was
signicant.
Chile
had reached
almost 48%
of
the population
vaccinated
with the
rst
dose
and
39.4%
with
the
second
dose.
In
contrast,
Bolivia
-for
the
same
date-
barely
ex
-
ceeded 7%
of those vaccinated
with the rst doses,
and could not r
each 2.5% with completed
doses.
It
should
be
noted
that
these
last
two
countries
were
helped
to
nance
the
purchase
of vaccines (OWD
, 2021). Likewise, similar data arises with its neighboring country Ecuador
when
its
Minister
of
Health
warned
that
planning
was
needed
because
there
was
no
dened
vaccination plan of any kind for the same month of May 2021, when Lenin Mor
eno was pres
-
ident.
Their
vaccination
values
were
alarming:
only
9.8%
of
vaccinated
had
the
rst
dose.
It
did not
even r
each 2.4% with
doses completed for
its entire
population.
The group of
low- and
middle-income countries are nanced, and the
y do not have to pa
y for the vaccines. The dos
-
es for
these countries
are nanced
by the
GA
VI COV
AX Advance
Market Commitment
(AMC
)
progr
am,
which
raises
funds
through
ofcial
development
assistance,
the
private
sector and
philanthropy
.
V
accine
purchases
for
nanced
countries
come
from
COV
AX,
not
from
money
paid
into
the
system
by
self-nanced
countries.
That
said,
the
facility
’
s
goal
is
to
use
money
from
self-nancing countries
and Gavi
COMAX AMC
to
negotiate better
prices and
incentivize
manufacturers to incr
ease production capacity
. Among the Latin American countries, ther
e
were
ve
countries
nanced
(GA
VI, 2021).
As of the date of this investigation, the COV
AX
distribution
mechanism
still
seeks
to
subsidize
and
ll
the
decit
–r
ather
gap-
of
vaccines in
nations that by far have not managed t
o achieve herd immunity
. This is corrobor
ated in Figure
1 emphasizing the cases of both Bolivia and Ecuador
.
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Special emphasis is placed on the fact that the political actors in turn through their “
nation-
alist” words, decisions and acts re
veal merely socio-political concretions with respect t
o health
care
policy;
but
that
under
the
analytic-cr
itical
lens
raised
means
or
congures
a
disrespect
that
violates
the
fundamental
rights
of
other
nations
to
be
able
to
effectively
and
quickly
acquire
the
amount
of r
etroviral
sufcient
to
at least
approach
the
expected 70%
of
population v
accination
-or herd immunization - as established by the par
ameters of the World Health Organization.
Faced with this, it is necessary to inf
er from the asser
tion of Comesaña Santalices and
Cure de Montiel that the word without act is a sign or the manif
est incompleteness of human
beings
(2006,
pág.
16).
By
virtue
of
Arentd’
s
thought,
an
act
without
the
conjugated
accom
-
paniment of the discursive word tends not t
o complete what it means to be and to be in the
now
at
the
discretion
of
both.
In
such
a
way
that
it
translates
into an
unnished
present
that
has no culmination or concretion without the duality of the two predicted forms of human
expression.
Thus, it is possible to infer that such decisions, tr
anslated into the weight of words
and actions, carry out and reveal the full br
each of fundamental human rights, entail an un
-
nished
present
or
a
human-ontological
incompleteness
that
obtains
substantial
suppor
t
in
the realization of the purchase of r
etrovir
al that accompanied by the channels of discursive
expression (the word) but in the underlying substr
atum of the human does not complete its
completion of the ontological act.
Conclusion
T
o
address
this
problem
raised
about
neocolonialism
’
s
such
as
that
of
vaccines,
political
regimes and the social inequity
that this produced, there are various forms of interpretive-an
-
alytical analysis. One of them has been the contributions of the human condition of Hannah
Arentd (1993, 2002). In her text with the same name, the author proposes, thr
ough precise
categories such as the word and the act, ev
ents of a social nature.
Regarding the problem described, certain rulers of the day with their political regimes ac
-
cepted nationalist and effective decisions that sought t
o stop the ra
vages of the Coronavirus
in their countries, without this meaning a human act in itself in the extensive Arentdian sense,
since
the
condition
of
sociopolitical
subjects
is
not
restricted
to
the
specic
borders
of
a
na
-
tion as if a national State could warn, control or contain a virus with decisive positions that
favor the country
, but harm so many others.
The word and the act expressed b
y the human beings who directed cer
tain countries al
-
located considerable r
esources to this purpose, also re
vealing the dark interests that govern
them. A priori they are distinguished b
y being the leaders in charge of a nation, in the practice
of Real Politick they r
espond to other interests not conditioned to humanity or
, for example, to
the preservation of known fundamental human rights.
In such a way that certain main actors leaned in favor of national prioritization, a phenom
-
enology that
was sponsored
and promoted
by the
political regimes of
the day
, be
it the United
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States, Chile and many others, they involv
ed words and acts that elucidate or hint at forms of
modern or postmodern
domination that would undermine
or controvert the
equity and social
parity of the global distribution of anti-COVID-19 vaccines, harming the public health policies
of others.
Consequently
,
the
act
of
prioritizing
the
shelter
and
protection
of
some
national
demo
-
graphics
means
and
connotes
that
some
countries
with
better
resources
effectively
acquire
biological ones at the time, but that it also assists or calls for the impostponability of human
acts
-discordant
with
the
human
rights-
highlighted
by
the
immeasurable
consequences
of
the acts. The decisions of certain government systems implied putting at risk or depleting
necessary retrovir
al biologicals to other territories in or
der to achieve, at all costs, the distant
herd immunization two years ago.
It can be inferred that weighty decisions such as those
of D
. T
rump, J. Biden, E. Macron,
and S. Piñera r
educed the possibilities
of acquiring vaccines from other political r
egimes that
are less likely t
o cancel them or reserve them with a stipulated advance payment. in the pur
-
chase contract at the giv
en time, which the WHO had been expressing with great concern.
The
massive
and
excessive
purchase
of
the
rst
anti-COVID-19
biologicals
established
a
charac
-
ter of exclusivity
, subordinating the human condition to the vor
acity of supply and demand
for the different v
accines that would be released on the global market through the CO
V
AX
mechanism. This concern of those who ar
e coordinating the WHO is perceived, for sur
e, the
state of vulnerability and lack of pr
otection of nations with limited resources that are not able
to quickly access the COV
AX distribution mechanism.
The mere fact that the massive pur
chase of vaccines was subject to an exclusivity char
ac
-
ter
by and
for
some government
systems
empowered to acquire
the
batches reveals factors
of discrimination or non-inclusion with regard t
o cer
tain countries - with scarce or medium
resources - mar
ginalizing them beforehand. [e.g., Bolivia, Ecuador].
Thus, COV
AX did not fully
fulll that
purpose for
which it
was created.
On the
contrary
,
in specic
cases, some
countries
were discarded -without the tacit intention of causing damage- as a r
esult of the same un
-
equal
international distribution
that
occurred,
skewing
and
violating the
universal
declarations
of fundamental human rights against all generations. as indicated b
y our analytical-interpre
-
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news-room/detail/23-05-2017-world-health-assembly-elects-dr-tedros-adhanom-ghebr
e
-
yesus-as-new-who-direct
or-general
WHO
. (11 de May
o de 2022).
World Health Organization
.
Obtenido de https:/
/www
.who.int/
es/initiatives/act-acceler
ator/covax
Zea, L. (1971).
Latinoamerica: emancipacion y neocolonialismo: Ensayos.
Madrid: Editorial
Tiem
-
po Nuevo.
ISSN 2660-903
7
168
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 168-180. Provincia de Pontevedra - España
El Lago de Maracaibo: espacio vital aglutinador de
la identidad regional zuliana
Angélic
a Arámbulo*
RESU
M
EN
Al celebrarse los 200 años de la Batalla
Naval del Lago de Maracaibo es pertinente hacer un llamamiento
académico e
intelectual que
consolide la creación
de referentes identitarios hacia la
Cuenca del
Lago de
Ma
-
racaibo y la subjetivice como espacio vital humanizado, centr
o aglutinador de la identidad regional zuliana y
patrimonio geohistórico, sociocultur
al de la humanidad. Al analizar las manifestaciones de la cultura popular
y
las
discusivas de
la
intelectualidad,
se
comprende
que la
simbólica
alrededor
de
la
cuenca del
Lago
de
Mara
-
caibo como espacio de vida natural, se ha tr
ansformado en el devenir del tiempo histórico a causa de la obje
-
tivación de su natur
aleza, en razón de la actividad comercial impuesta por la explotación petr
olera. La cuenca
del Lago
de Maracaibo es un
imponente y
sin igual patrimonio
natural que debe
preservarse, promoviéndose
la exaltación, desde los distintos escenarios de la cultur
a popular y de la intelectualidad, de su imagen natural
que actualmente está velada por la degr
adación ambiental.
Palabras cla
ve:
Lago de Maracaibo, Cultur
a Popular
, Intelectualidad
Lake Maracaibo: vital space that brings together the regional
identity of Zulia
ABSTRA
CT
On the occasion of the 200th anniversary of the Naval Battle of Lake Mar
acaibo, it is per
tinent to make an aca-
demic and intellectual appeal that consolidates the creation of identity ref
erences towards the Lak
e Maracaibo
Basin and subjectivizes it as a humanized vital space, a center that brings t
ogether the regional identity of Zulia
and a geohistorical and sociocultur
al heritage of humanity
. By analyzing the manifestations of popular culture
and the discussions of the intellectual community
, it is understood that the symbolism ar
ound the Lake Ma-
racaibo
Basin as a natur
al living space has been
transformed over
time due to the
objectication of its nature,
as a result of commercial activity imposed by oil exploitation.
The Lake Mar
acaibo Basin is an imposing and
unparalleled natur
al heritage that must be preserved, promoting the exaltation of its natur
al image, which is
currently veiled by envir
onmental degradation, from the diff
erent scenarios of popular culture and intellectual
discourse.
Keywor
ds:
Lake Mar
acaibo, Popular Culture, Intellectual Community
.
*
Licda. En Educ
ación mención Historia. M.Sc. en His
toria de Venezuela. Pr
ofesora Or
dinaria UNERMB. Correo electrónic
o:
anmaram@ho
tmail.com
. Miembr
o de número de la Academia de Hist
oria del Zulia.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
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1
69
Introduc
ción
El
sistema
Lago
de
Maracaibo,
es
una
cuenca
hidrográca,
sedimentaria
y
petrolífera,
si
-
tuada al occidente de V
enezuela, demarcada en su territorialidad como el componente natu
-
ral geogr
áco del Estado Zulia, al
cual uyen 135 ríos, en toda la extensión de
su natur
aleza.
Según
lo reere
el geógrafo
William Fuenmayor (2011:56)
es
“…una
extensa supercie
de
agua rodeada en su
mayor par
te por cor
dilleras, con una sola ár
ea abier
ta hacia el nor
te” que
se integra al Estr
echo de Maracaibo, la Bahía del
T
ablazo y el Golfo de V
enezuela con salida
al Mar Caribe.
El
geógrafo Fco.
Sánchez
Pardo (2007/2008:4)
resalta
además
que
“(es
el
único
Lago
de
agua dulce en el mundo
que tiene una conexión directa, y natural, con el mar)”.
Este sistema natural en el estado Z
ulia, según datos apor
tados por el geógrafo William
Fuenmay
or
(2011:27),
tiene
un
área
total de
63.100
km2,
siendo
su
supercie
continental
de
50.230 km2 y su extensión lacustre un área de 12.780 km2, ocupada por el Lago de Mar
acai
-
bo
y
el
Golfo
de
Venezuela,
con
1253
km
de
costa:
184
km
de
costas
marítimas,
728
km
de
costas lacustres y 340 km de
costas uviales.
Par
a el ingeniero Roger Nava (Acervo histórico del Z
ulia, 2003: 282), “…el Lago de Maracai
-
bo constituye el eje de
un complejo ecosistema, por sus
dimensiones y variabilidad geográ
-
ca.
”
que ocupa 121.422 km2 en área total
Está
densa
descripción
geográca
ha
querido
resaltar
la
signicativa
e imponente
natur
aleza
que compone a
este paisaje lacustr
e, el cual es
referente
identitario del occidente v
enezolano.
Se
hace
más
que
imperante
la
necesidad
de
visibilizar
en
las
actuales
generaciones
de
zulianos la imagen natural que compone el espacio que vive, no en su dimensión demarcada
en
lo político
territorial, sino
en
su
propia constitución
natural, que
les permita
crear vínculos
y referentes con los elementos que
conforman su espacio
de vida, en
cuanto a su
biodiversi
-
dad,
a
lo
ecológico,
a
lo
sustentable
y
lo
ambiental.
Es
así
como
se
lograr
á
resignicar
en
el
zuliano la impor
tancia del Lago de Mar
acaibo en su identidad.
1.Imág
enes y represent
aciones desde y hacia el espacio
La
imagen
y
las
interpretaciones
que
hacia
el
Lago
ha
tenido
y
tiene
el
zuliano
se
han
ido
transformando
a
medida
que
se
ha
cambiado
el
sentido
natural
del
Lago
por
un
sentido
comercial industrializado, a la par del av
ance del desarrollo petrolero en la r
egión zuliana,
conllevando a un pr
oceso de objetivación del Lago de Maracaibo, en r
azón de la actividad
económica. Según el economista,
sociólogo y catedrático mexicano, Enrique Leff
“En el
proceso
de objetivación
del mundo,
el
valor de
cambio se
desvinculó
de su
conexión con
lo
real, la economía se desprendió de
la condición de materialidad de la naturaleza y de la necesidad
humana;
la
generalización
de los
intercambios
comerciales
se
convirtió
en
ley universal,
invadiendo
todos los dominios del ser y los mundos de vida de las gentes. Con la invención de la ciencia eco-
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nómica
y
la
institucionalización
de
la
economía
como
reglas
de
convivencia
universales,
dio
inicio
un proceso de cinco siglos de economización del mundo. …destruyendo el ser de las cosas –la na
-
turaleza, la cultura, el hombre– para reconvertirlas a su forma unitaria y universal” (Le, 2004:112)
La objetivación del espacio de la Cuenca del Lago de Mar
acaibo se evidencia en el impac
-
to ambiental causado por la explotación petroler
a, por la industrialización y por la urbaniza
-
ción
del
espacio,
lo
que
ha
conllev
ado
a
la
r
econguración
de
una
imagen
negativa
hacia
el
Lago por par
te de las jóvenes gener
aciones de zulianos, vinculándolo no ya a su r
azón natural
sino a su raz
ón comercial petroler
a , a la contaminación, a los derrames de petróleo, a la desi
-
dia, a la indolencia, describiéndolo como asidero de aguas negr
as y contaminadas por basura
o por la presencia de la Lemna.
Expresiones recogidas en sondeos r
ealizados entre jóvenes zulianos en edades escolares
comprendidas entre
los
12 a
15
años;
los
cuales
además en
su
mayoría, maniestan
que
no
han tenido contacto con el Lago de Mar
acaibo, en su estado natural, lo más cercano ha sido
ir a la vereda del Lago.
La vinculación del pueblo zuliano con el Lago en su devenir hist
órico construyó una iden
-
tidad regional fr
aguada por las dinámicas humanas en el espacio territorializado, un espacio
que
el
historiador
e
intelectual
Germán
Cardozo
Galué
categorizó
como
la
Región
histórica
marabina, la cual dene como:
Un área
con características
históricas comunes, producto
de la
lenta gestación
y fraguado
de vín
-
culos
económicos y
socioculturales
entre
los
paisajes humanos
que
la
componían,
y
del predomi
-
nio e
inuencia de una
ciudad que
actuó como
centro jerarquizante: Maracaibo;
una región
nodal
aglutinada
durante
un
período
de
larga
duración,
que
generó
un
espacio
social
con
especicidad
propia (Cardozo Galue, 1991: 13)
Esta categoría en donde predomina el sentido territorializado del espacio, donde se r
esal
-
ta
como
vinculo
identitario
lo
económico
y
lo
sociocultural,
con
una
ciudad
que
jerarquiza
el
poder
dentro
de
ese
paisaje
humano,
fundamenta
las
miradas
que
hacia
el
Lago
están
pre
-
sentes en la actualidad y responde a las subjetividades de un tiempo en el cual debía aportar
-
se una visión de la historia desde los espacios locales y regionales hist
oriados representando
una ruptura con la hist
oriografía tr
adicional.
Actualmente es necesaria
otra ruptur
a ideológica axiológica que oriente
una reinterpreta
-
ción del espacio natural vivido desde lo ecológico y lo sustentable, cimentada en esa visión de
lo local y lo regional que apor
ta tan impor
tante historiador
, que permita demarcar y visibilizar
no solo el espacio de la región histórica mar
abina en su dimensión económica y sociohis
-
tórica,
sino
preponderar
a
su
espacio
natural
vital
humanizado
que
ha
sido
el
verdader
o
eje
dinamizador de su identidad como región, permitiendo la reapr
opiación de la naturaleza en la
cuenca del Lago de Maracaibo.
Entendiendo como
espacio vital humanizado
al ecosistema
que alberga y
da vida,
que se
humaniza
por
la
sociedad al
vivirlo,
recongur
arlo
y tr
ansformarlo,
desde
una
visión ecológica
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y sustentable, de respeto, conviv
encia y reconocimiento, a tr
avés de un proceso de intersubje
-
tividad, que se
orienta a
la desobjetivación de
su ser
,
visibilizando su
potencial natural como
sujeto de vida, ante la imagen impuesta
de una naturaleza que es objeto mercantilizado.
Es la reapropiación de la naturaleza la que da signicado
a ese espacio vital humanizado,
un
territorio
de
vida,
donde
se
reconguran
identidades
culturales
locales
por
los
actores
sociales
que
valorizan
los
recursos
ambientales,
desde
referentes
ecológicos
sustentables,
rearmando así su ser en la
natur
aleza, tal
como lo plantea Enrique Leff:
En el territorio se precipitan tiempos diferenciados donde se articulan identidades culturales y
potencialidades ecológicas. Es el lugar donde convergen los tiempos de la sustentabilidad: los pro-
cesos de restauración y productividad ecológica, de innovación y asimilación tecnológica, de re-
construcción de identidades culturales.
Empero, los retos de la sustentabilidad y de la democracia, de la entropía y la otredad, abren el
cerco
del
pensamiento
único
globalizado
y
lo
desplazan
hacia
las
singularidades
locales,
condu
-
ciendo
la
construcción
de
una
racionalidad
capaz
de
amalgamar
la
potencia
de
lo
real
(ecología)
y
el
sentido de
lo simbólico (cultura): una
racionalidad ambiental que
acoge a la
diferencia (las diversas
matrices de racionalidad cultural). (Le, 2004: 126)
2.El Lag
o e identidad
El presente del
Lago de Maracaibo, sumido en
la contaminación
e indolencia, que
lo hace
ser un objeto desarr
aigado, desvinculado y desconocido para las nuev
as generaciones, re
-
quiere
la
creación
de
una
racionalidad
hacia
su
ser
desde
lo
ecológico
y
sustentable
que
lo
visibilice
ante
la
sociedad
como
lo
que
verdader
amente
es,
su
espacio
vital
humanizado,
restableciendo así ese vínculo
entre lo cultural y
lo natural que congur
ó al Lago como el ver
-
dadero aglutinador de la identidad regional zuliana
Al
diser
tar
sobre
la
identidad
regional zuliana,
se
tendrían
que
puntualizar
varias concep
-
tualizaciones
que
han
hecho
intelectuales
de
renombre
en
la
región
par
a
entender
¿Por
qué
el espacio vital humanizado Cuenca del Lago de Maracaibo es el centr
o aglutinador de la
identidad regional?
El Doct
or y pr
ofesor Américo
Gollo,
plantea que
“…la identidad de
un pueblo
es la
concien
-
cia
de
sí
y
un
pueblo
tiene
conciencia
de
sí
<<
cuando
adquiere
sentido
de
su
per
tenencia…
”
(Valbuena
y
Parr
a,
1997:
43)
y
arma
además
basado
en
dicha
conceptualización
de
identi
-
dad
que “…el
Zulia
ha perdido
su identidad,
que
el
ser zuliano
carece
de sentido
de
per
tenen
-
cia
”
(Gollo,
en:
V
albuena
y
Parr
a,
1997:
44),
haciendo
una
somera
descripción
de
las
causas
que generar
on esa
pérdida de identidad, puntualiza:
“Veamos a
grandes
trazos qué
ocurrió.
El Zumaque,
con
sus más
de
ochenta años
a cuestas,
pro
-
vocó en el
país un
cambio gigantesco. Dicen
que con él
entró la modernidad.
Para el Zulia
aquello
fue
mucho
más
terrible.
Porque
su
instinto
primario
de
sentirse
y
ser
parte
de
la
región,
empezó
violentamente a ser
sustituido por una
orientación ideológica, hábilmente
manipulada, en función
de la riqueza, de la ostentación, del poder
mismo que aquella generaba, en donde el trabajo crea
-
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dor, que
de alguna manera
estuvo vinculado a
su pesquería, a
su agricultura, a
su ganadería,
a las
artesanías,
fue
sustituido
por
el
trabajo
formalizado,
real
desde
luego,
pero
en
donde
las
relaciones
humanas
cualitativas
dejan
lugar
a
las
relaciones
humanas
del
nuevo
modo
de
explotación
a
la
naturaleza,
la moderna
explotación petrolera,
que
le era
en
su totalidad
ajeno a
esta
cultura. Extra
-
ñamiento
que necesariamente
provocaría
el
distanciamiento de
la
naturaleza,
de su
medio,
de
su
realidad
cultural,
para
generar
otras
formas
que
le
imponen
violentamente.”
(Gollo,
en:
Valbuena
y Parra, 1997: 44)
Por
su
par
te
el
historiador
Germán
Cardozo,
dene
a
la
identidad
regional
“…como
toda
realización material o creación espiritual del ser humano, es un pr
oducto cultural y simbólico
resultante de la pr
axis social” (Cardozo, en: V
albuena y Parr
a, 1997: 53) y la relaciona intrínse
-
camente
al
“…sentimiento
de
apego
o
pertenencia
a
determinado
espacio
del
que
es
nativo
o residente” (Cardoz
o,
en: V
albuena,
1997: 55), por lo
que es de
reexionar el hecho de que
si
actualmente
las gener
aciones de
jóvenes
zulianos
no conocen
su espacio
natur
al vital
que es
la
Cuenca
del
Lago
de
Maracaibo,
¿Cómo
pueden
sentir
apego
o
per
tenencia
a
dicho
espacio?
No se quiere lo que no
se conoce.
Es
de
considerar
que
muy
poco
se
enseña
en
los
programas
educativos
ociales
sobre
los
espacios inmediatos o locales.
Actualmente
se
evidencia
que
las
generaciones
de
adolescentes
y
niños
zulianos
están
desvinculados del Lago y su naturaleza, tal car
encia en lo educativo la señala también el Doc
-
tor Américo Gollo como causas de la pérdida de identidad del Z
uliano al
“No haber
respetado las particularidades
de cada región, su
historia, sus expresiones
artísticas bá
-
sicas…y
el
haber
eliminado
la
educación
para
el
trabajo
humano,
realmente
humano
en
sus
relacio
-
nes
con
la naturaleza
y
haber
execrado
el arte
de
la
escuela”
(Gollo,
en:
Valbuena
y
Parra,
1997: 46)
Par
a el historiador Manuel Suzzarini “…la identidad es fundamentalmente lo nuestro, y
ello está muy vinculado a la soberanía. Identidad es ent
onces ser soberano de lo propio.
”
(Suzzarini, en:
Valbuena
y Parr
a, 1997:
90). Per
o ¿cómo se
puede ser
soberano
de algo
que se
desconoce y no se siente
propio?
Así
mismo
el
historiador
arma
“…que
la
identidad
es
un
proceso
que
se
construye
a
fu
-
turo,
que
no
es
rígida,
que
está
sujeta
a
cambios
y
que
en
ella
participamos
todos
los
que
estamos” (Valbuena y Parr
a, 1997: 89).
Esa armación fundamenta la necesidad de crear en conjunto, como
colectivo, una racio
-
nalidad
ecológica
sustentable
que
visibilice
al
Lago
como
ese
espacio
vital
humanizado
en
los refer
entes identitarios del ser zuliano
T
al cual como lo escribe en su discursiva el historiador Ángel Lombardi
“El Lago,
además de mar
es río y puerto.
La ciudad y
el Lago son
inseparables, un dialogo,
un espa
-
cio en
el tiempo, que
a veces se
complementan y otras
muchas se oponen,
de acuerdo al
interés del
hombre
y
de
cada
generación,
porque
igual
construimos
que
destruimos
y
al
nal
siempre
la
ciudad
y
el Lago serán
lo que nosotros queramos
que sea.” (Lombardi, en:
Valbuena y Parra, 1997:
93)
CLÍO:
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1
73
Estas diser
taciones discursivas en t
orno a la identidad regional, en su mayoría, resaltan
como
símbolo
identitario
de
la
sociedad
zuliana
a
lo
que
categorizo
como
su
espacio
vital
humanizado, la Cuenca del Lago de Maracaibo.
Debe hacerse
una reexión crítica
en cuanto
a los ref
erentes identitarios
que en la
actuali
-
dad están
presentes en los
zulianos en
relación a su
espacio vital
humanizado, porque es
de
esa relación identitaria (mismidad/ otredad) que sur
gen las bases fundamentales que viabili
-
zan la construcción de una
sociedad armónica y en equilibrio con
su naturaleza
La
Doctor
a,
lósofa
e
historiadora
Carmén
Bohorquez,
estudia
la
discursiva
política
y
la
discursiva
popular
en
torno
al
regionalismo
zuliano
y
a
la
identidad
r
egional
y
señala
que
en
el discurso político ha imperado la intencionalidad de “…una def
ensa y exaltación de deter
-
minados valores o virtudes tenidas por características de la zulianidad…la laboriosidad, la
hospitalidad
y
el
sentido
del
humor
.
”
(Bohorquez,
en:
Valbuena
y
Parra,
1997:166),
discurso
que
se
apoy
a
según
la
autor
a
en
una
simbólica
“…la
ciudad
y
su
perdido
tesoro
urbanístico,
sus
héroes patrios
y
la
Chinita,
por
nombr
ar
sus
más
elementales
expresiones”. (Bohorquez,
en: V
albuena y Parra, 1997: 166).
De
esta
primer
a
lista
de
valores
y
símbolos
que
según
la
aut
ora,
argumentan
el
regiona
-
lismo
zuliano,
el
gran
ausente
es
el
Lago
de
Maracaibo,
¿Cómo
el
espacio
que
congura
el
sentido del ser y hacer regional no apar
ece entre los refer
entes simbólicos que connotan a la
región y su identidad?
Ha existido una clara intencionalidad política de v
elar al Lago como espacio natural y esa
intencionalidad tiene también su connotación económica mercantilizada, a r
azón de crear
un desarraigo del zuliano con las cualidades natur
ales del Lago y con ello permanecer en el
esquema
de
explotación
desmedida
de
su
riqueza
petrolera,
sin
impor
tar
el
costo
que
ello
acarrea a su ecosistema.
La
autor
a
también
puntualiza
los
elementos
regionalistas
que
están
presentes
en
los
ha
-
bitantes de Maracaibo, par
a determinar la discursiva popular
, lo hace manifestando los resul
-
tados
de una
encuesta
que realiza
“
a
una
muestra representativ
a…para medir
las
diferencias
o variaciones gener
acionales en cuanto a la manera de expr
esar ese regionalismo…
” (Bohor
-
quez, en: Valbuena y Parr
a, 1997:
167)
En
dicha
encuesta
se
hacen
preguntas
que
relacionan
al
regionalismo
con
las
ideas
de
“
apego a la ciudad, con símbolos o expresiones tradicionales de la ciudad como: la Chinita,
San Benito, el calor
, la gaita, el voseo, la ar
tesanía guajir
a y la comida en coco, al conocimien
-
to
de
valores
históricos
o
culturales,
incluidos:
escritores,
pintor
es,
cientícos,
depor
tistas,
ar
tistas,
a
la
Universidad
del
Zulia
y
a
personalidades
políticas”
pero
no
hay
preguntas
que
relacionen
la
idea
de
regionalismo
e
identidad
regional
con el
Lago de
Maracaibo.
(Bohorquez,
en: V
albuena y Parra, 1997: 167-168)
De los resultados de la encuesta,
Bohorquez concluye que
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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74
“…el
regionalismo
zuliano
se
asienta
hoy
sobre
bases
muy
endebles
y
espurias.
Se
le
ha
reducido
simple
y
llanamente
a
símbolos
desprovistos
de
todo
contenido
o
por
lo
menos,
a
símbolos
que
sólo
se asumen
como
lección aprendida,
pero
con los
cuales
no se
da
una
identicación personal…
Se
alimenta
un
regionalismo
articial
que
no
sólo
no
tiene
ya
asidero
en
la
realidad,
sino
que
es
incluso negador de esa misma realidad.” (Bohorquez, en: Valbuena y Parra, 1997: 171)
Al
preguntar
a
las
generaciones
de
jóvenes
escolares
sobre
a
qué
referentes,
ideas
o
es
-
pacios
vinculan
su
identicación
como
zulianos,
sus
respuestas
coinciden
en
mucho
con
los
resultados
de
la
encuesta
realizada
por
Carmen
Bohorquez
en
cuanto
a
las
ideas
y
simbólica
que
visibilizan
al petr
óleo, la
Virgen
de Chiquinquir
á,
la gaita
y hasta
el
Puente Gener
al
Rafael Ur
dane
-
ta
como
elementos
integr
adores
de
su
identidad
regional,
destacando
que
muy
pocos
o
ninguno
puntualizan al Lago de Maracaibo en su ent
orno natural, como idea o simbólica identitaria
De este sondeo general a est
os jóvenes zulianos (resultado de mi pr
axis docente a nivel
de Educación Superior
, Educación
de Adultos y
Media Diversicada)
me atrevo a decir
que el
Zuliano contempor
áneo ha perdido su sentido de per
tenencia con el Lago, no vive ni siente a
este
espacio
y
a
su
naturaleza
como
próximo
o
cercano,
a
pesar
que
habita
bordeando
sus
costas,
tal
parece
que
permanece
de
espaldas
al
Lago,
lo
mira
con
el
desprecio
de
algo
que
está sucio, andrajoso, inservible,
invivible, porque sólo mira lo supercial, que
es lo que estas
generaciones de la inmediatez y tecnología visibilizan actualmente.
3.Cre
ando y recre
ando imaginarios: el Lago
La imagen del Lago como símbolo identitario se ha ido recreando y r
einventando a medida
que
se
ha
transformado
su
espacio
natural
y
el
relacionamiento
de
los
zulianos
con
dicho
espacio vital humanizado.
A
las
postrimerías
de
rememor
ar
acontecimientos
históricos
que
se
gestan
en
el
Lago
de Maracaibo: su primer
a exploración por los eur
opeos Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa
y
Américo
Vespucio
el
24
de
agosto
de
1499,
la
primera
fundación
de
Mar
acaibo,
un
8
de
septiembre de 1529
y el bicentenario o 200 años
de la Batalla Naval del
Lago, fraguada un
24
de julio de 1823, es propicio rescatar la imagen de ese espacio vital par
a visibilizarlo como la
génesis de la identidad regional
Así
mismo
para
darle
brillo
al
Lago
ante
la
sociedad
que
lo
habita,
connotarlo
de
su
valiosa
esencia, preponder
ar la
increíble belleza natur
al de la
Cuenca del Lago de
Maracaibo que
ha dic
-
taminado el desarrollo geohistórico y cultur
al del espacio vital humanizado de la región zuliana.
Las
primeras descripciones
que
se conocen
sobre el
espacio
lacustre
son
las
emanadas
del
viaje
de
explor
ación
que
en
1499
realizaron Alonso
de
Ojeda,
Américo
Vespucio, Juan
de
la Cosa y su tripulación en representación de la Cor
ona Española al Lago de Maracaibo.
En la
Car
ta
que envía
Américo Vespucio a
Lorenzo di
Pier Francesco de
Médicis describe
sus impresiones del espacio de la Cuenca del Lago de Mar
acaibo al tener contacto con la
Península de la Guajira, la cual identica como una isla
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“…fuimos a
otra isla vecina
de aquella
a diez
leguas, y encontramos
una grandísima
población que
tenía
sus
casas
construidas
en
el
mar
como
Venecia,
con
mucho
arte;
y
maravillados
de
tal
cosa,
acordamos
ir
a
verlas,
y
al
llegar
a
sus
casas,
quisieron
impedir
que
entrásemos
en
ellas.
Proba
-
ron como
cortaban las
espadas
y se
conformaron con
dejarnos entrar,
y encontramos
que tenían
colmadas las
casas con nísimo
algodón, y
las vigas de
sus casas
eran también
de brasil, y
les qui
-
tamos
mucho
algodón
y
brasil,
volviendo
luego
a
nuestros
navíos.
Habéis
de
saber
que
en
todas
partes donde saltamos a tierra, encontramos siempre gran cantidad de algodón, y los campos
llenos de
plantas de
él, tanto
que en
esos lugares
se podrían
cargar cuantas
carabelas y
navíos hay
en el mundo, con algodón y brasil…” (De la Torre, Ernesto, 1994:149)
Hacia 1502 estos explor
adores realizan un segundo viaje de explor
ación al interior de la
Cuenca del Lago de Maracaibo, en el que atraviesan la barra y encuentr
an agua
dulce
“…tanto
Ojeda como
Juan
de la
Cosa
llegaron a
la conclusión
de
que Coquivacoa
era
una peninsula,
que la
tierra rme
continuaba más
allá de
ella y que
la gran
extensión de
agua que
habían encon
-
trado detrás
del golfo y
del estrecho
canal que mediaba
entre el
cabo de San
Román y
el Cabo de
la Vela, era un lago: el lago de San Bartolomé, lago de Maracaibo, entre los tantos otros nombres
que recibirá.” (Amodio, en: Acervo Histórico del Zulia, 2003: 11)
Las
crónicas
y
relaciones
que
van
surgiendo
de
las
distintas
exploraciones
develan
el
in
-
terés
material
que
guiaba
a
los
enviados
por
la
Corona
española,
signado
por
las
ansias
de
metales y piedras pr
eciosas o de recursos y tierras par
a explotar
. Es así como se va resigni
-
cando el
espacio natural explorado y
conquistado: el
europeo se reapropia de
la naturaleza y
de
todo lo
que en
ese
espacio
es vida,
dándoles
nuevos nombres,
connotaciones y
signica
-
dos, según sus refer
entes de identidad.
“En
la
misma
corte
peninsular se
recibieron
en
1500
muestras
de
“piedras
verdes”
encontradas por
la
expedición
de
Alonso
de
Ojeda,
Américo
Vespucio
y
Juan
de
la
Cosa,
en
las
costas
del
Golfo
de
Venezuela, lo que incentivó años más tarde
a otros conquistadores en buscar la ruta del comercio
de esmeraldas en la meseta Chibcha” (Cunill Grau, 2004: 32)
Estas primeras descripciones del espacio vital humanizado, también e
videncian la rela
-
ción geohistórica cultur
al que existía entre el espacio y sus primeros poblador
es ancestrales,
las dinámicas
desarrolladas
en torno
a
la natur
aleza y
los recursos
que de
ella manan,
reeja
-
das en sus construcciones palafíticas sobre el Lago de Mar
acaibo, en la recolección y uso del
algodón y del palo de
br
asil como
lo identica el navegante italiano.
“En
la
expedición
de
Alonso
de
Ojeda,
Juan
de
la
Cosa
y
Américo
Vespucio,
desde
nales
del
mes
de julio y
comienzos del mes de
agosto de1499 se experimenta
la voluptuosidad del algodón en
el
litoral
árido occidental
venezolano
con sostenido
rescate
o trueque
de almaizares
y
paños multico
-
lores. Incluso
se registra
en la toponimia
y la
cartografía el
hallazgo de la
mota algodonera...
el ha
-
llazgo
del
algodón está
asociado
incluso
al
reconocimiento
del
establecimiento
palafítico indígena
que sustentaría el imaginario del topónimo de Venezuela.” (Cunill Grau, 2004: 42”
Las
dinámicas
humanas
en
torno
a
la
Cuenca
del
Lago
de
Maracaibo,
inician
desde
-
nales del holoceno, según lo señalan Iraida V
argas y Mario Sanoja y desde ent
onces, vienen
fraguando la
conguración del
espacio
natural lacustre a
razón de
la
actividad
humana
“…de
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impor
tantes
e
intensos
movimientos
de
población,
mismos
que
se
originaron
en
la
porción
atlántica del noreste colombiano
” según V
argas y Sanoja (Acervo Histórico del Estado Zulia,
2003: 184),
quienes además
puntualizan que
dichos movimientos fueron dinamizadores his
-
tóricos de los procesos de desarr
ollo regional y son “…claves par
a entender lo singular dentro
de lo
general
en lo que
se reer
e a la
cuenca con r
especto a
la totalidad
de la r
egión geohistó
-
rica
” (Vargas y Sanoja, en: Acervo Histórico del Estado Zulia, 2003: 184)
Pero dichas dinámicas geohist
óricas ancestrales, solo se develan en discursiv
as a razón
de un gurismo supercial de
la resistencia indígena ante el español o europeo.
Evidentemente, la visibilización o imagen cr
eada sobre la Cuenca del Lago de Maracaibo
ha
estado
marcada
por
la
resignicación
mercantilizada
que
desde
el
momento
de
la
con
-
quista
se
le
otor
gó
a
este
espacio
vital
humanizado
y
es
esa
la
simbólica
que
predomina
en
la identidad del zuliano, lo
que explica su indolencia e indifer
encia hacia este espacio de vida.
T
al como lo registr
a Pedro Cunill
Grau que
ya para
1516 “… la Corona
daba el topónimo de
Costa e Pro
vincia de las Perlas
a
todo
el
litor
al
desde
Cariaco
hasta
Coquibacoa,
zona
que
cubría más de mil kilómetros de extensión.
” (Cunill
Gr
au, 2004:
55)
Es necesario
crear una nueva racionalidad hacia
el Lago
de Maracaibo, que
permita esta
-
blecer vínculos identitarios entre el
zuliano y su espacio de
vida; entendiendo que un
espacio
de
vida
es
aquel
espacio
geohistórico
que
alber
ga
y
da
vida,
el
cual
se
congura
en
el
imagina
-
rio y praxis colectiv
a como hábitat natural vivido, donde se establecen relaciones biológicas,
humanas y socioculturales entre todos los elementos que conforman su ecosistema vital.
Una
racionalidad
ecológica
sustentable
integrada por
conceptualizaciones
o
categorías
que
pretenden
crear
referentes
hacia
el
Lago
como
espacio natur
al;
tales como:
Espacio
Vital
Humanizado, Espacio de Vida y Ecosistema Vital ,que emergen bajo la corriente geohistórica
inscrita en la geografía de la per
cepción, derivada de la geografía humanista.
Según el Académico Pedro Cunill Gr
au “La cambiante geografía de la per
cepción es clave
para entender la geogr
afía histórica del comportamiento humano en la conformación y utili
-
zación
del paisaje
”. (Cunill
Gr
au, 2004:
28),
fundamentos
estos
que
sustentan a
las
categorías
propuestas, las cuales integr
an la construcción de una racionalidad ecológica sustentable
para la pr
eservación del Lago de Maracaibo, determinada por la sensibilidad integr
ada en va
-
lores
geohistóricos
que promue
ven intersubjetividades
ecológicas en
la
identidad del
zuliano.
Una
nueva percepción del espacio
vivido “…en función
de su
valor subjetivo, como un
es
-
pacio histórico conocido y aprehendido personal y socialmente.
” (Cunill Grau, 2004: 29)
“En
la
geografía
humanista
se
intentan
aprehender
los
signicados,
los
valores,
los
objetivos,
los
propósitos,
las
intenciones voluntarias
e
intervenciones
espontáneas, que
expresan
creativa
o
des
-
tructivamente
diversas
acciones
humanas.
Por
lo
tanto,
es
fundamental
el
aborde
conceptual
del
paisaje cultural a través de la percepción histórica.” (Cunill Grau, 2004: 28)
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177
Ese
abordaje
conceptual
se
replantea
la
conguración
de
una
imagen
de
la
Cuenca
del
Lago de Maracaibo como espacio vital humanizado, haciendo pr
evalecer su natur
aleza, su
signicado
geohistórico,
sociocultur
al,
ecológico
y
ambiental,
en
contr
aposición
a
la
imagen
mercantilizada que ha prevalecido tr
as la irrupción
de la explotación petrolera.
4.El Lag
o en la identidad zuliana
En la cultura popular del zuliano, antes de la explotación petr
olera, pre
valeció la imagen del
Lago como ese entorno natur
al vivido, percibido como propio, que se conoce y aprehende en
su devenir sociohist
órico. Para John Street
La cultura popular tiene un enorme poder para crear un marco y una identidad dentro de los
cuales reorganizar el
tiempo y la memoria.
Se trata de una
forma de identidad que
proporciona la
sensación de dominio de uno mismo y de posesión de un espacio y un pasado. (Street, 2000: 58)
El Lago
era par
a
el zuliano
ese espacio
natural propio, reejo de
su presente y
pasado,
en
el que se
hacía vida
cotidiana. Sus aguas
cristalinas eran las abastecedoras de la ciudad
y el
entorno de la cuenca, servían de balneario, de esparcimiento, r
ecreación, navegación y comu
-
nicación. Así mismo fue el escenario de inspiración cr
eativa para div
ersas manifestaciones
culturales popular
es.
Por ejemplo, una de las primer
as películas proyectada en el
T
eatro Bar
alt de Maracaibo, un
28 de enero de 1897, se llama “Muchachos bañándose en la Laguna de Mar
acaibo
” de Manuel
T
rujillo Durán. Y
a en 1911 se pr
oyecta “La Película del Lago
” el 8 de diciembre y por varios días
más,
otra
lmación
que
recrea
tomas
del
Lago,
la
ciudad
y
las
actividades
como
paseos
y
regatas que
solían
hacerse,
siendo pioneras para
otr
as
que
han tratado
temas sobre
el
Lago
en su devenir hist
órico.
Pero,
sin
lugar a
dudas
una de
las manif
estaciones de
la
cultura
popular que
más
ha r
esal
-
tado al Lago ha sido la
gaita zuliana, género musical declar
ado en
el año 2014 “bien patrimo
-
nial de interés cultural y ar
tístico de Venezuela
” por la UNESCO
.
Lo
cier
to
es
que
la
gaita
desde
sus
orígenes
ha
resaltado
los
element
os
culturales
y
reli
-
giosos de su época conjugándolos a su espacio lacustre y su sentir
.
Una
gaita
popular
que
reere
esas
características
es
“Lago
de
Maracaibo
”
de
la
Agrupa
-
ción Compadres del Éxito, compuesta en 1965 por Rafael Rincón González. En ella se des
-
cribe al Lago de Maracaibo, “El de las aguas de seda
”, también se r
esalta en su Coro al Lago
como escenario de la historia “Donde llegara el de Ojeda
quedando mar
avillado
”.
Es una gaita escrita en los años de bonanza petroler
a, cuando el espacio vital humanizado
de la Cuenca del Lago de Maracaibo empieza su tr
ansformación material y cultural en t
orno
al
petróleo;
así
lo
evidencian
estas
letr
as
“T
us
riquezas
petroler
as
al
mundo
tiene
asombr
ado
”,
o estas referidas al r
ecién inaugurado puente en su II Estrofa “Con su Lago y con su puente el
Zulia se crecer
á y el mundo te envidiará por ser algo dif
erente”.
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Esta gaita
emblemática, reeja además
las discursivas presentes en
el Zuliano de
la épo
-
ca
que
aun
percibía
al
Lago
como
ese
espacio
de
identidad
y
vida,
tal
como
lo
expresa
la
III
Estrofa “Lago que inspir
ó a Baralt, Lago que inspir
ó a Udón Pérez, Lago donde las mujeres
se
bañan para hermosear”.
Es sin duda alguna, un completo mosaico que reeja la cultur
a popular del zuliano hasta
en
lo
religioso,
en
su
I
Estrofa
reere
la
devoción
a
la
Virgen
de
Chiquinquirá
“En
sus
aguas
navegó, en una linda tablita, la grandiosa patroncita, que del Zulia se adueñó
”
Muchas
han
sido
las
gaitas
que
en
sus
letras
mencionan
al
Lago,
ya
sea
par
a
exaltarlo
como par
te de la identidad regional o par
a denunciar su estado de contaminación ambiental.
Destaca la gaita Fuente Divina, interpretada de forma magistr
al por la gaitera Gladys V
er
a
con la Agrupación Cardenales del Éxito en la tempor
ada gaitera de 1992, escrita por Jesús
Rizo y
musicalizada
por Jorge
L
uis
Chacín,
que
se ha
conver
tido en
tema
emblema sobre
el
Lago y su contaminación.
En su Coro se denuncia imper
ativamente “
Pregunto quier
o saberlo,
dónde estará nuestro
Lago aquel de aguas cristalinas, solo y triste se ha quedado, hoy la inmundicia lo arruina
”, así
mismo se plantea la necesidad de crear conciencia par
a preservar al Lago en su II Estrofa
exclama
ndo “Si
juntos
podemos
hacerlo,
si
no
tomamos conciencia
de
que
está
contamina
-
do, nunca veremos la esencia de lo que
Dios ha creado
”.
Es una gaita poética que
denuncia la situación de contaminación que se hace y
a evidente
en
el Lago
y
que
se reeja
en
la conciencia
colectiva
contempor
ánea. T
ambién
usa connota
-
ciones
de
esa
imagen
que
aún
prevalece
en
el
zuliano
de
esa
época
del
Lago
cristalino,
del
Lago como creación, del Lago como espacio de vida y de identidad religiosa en expr
esiones
como “Hermoso Lago, hermosa fuente divina, lleno de plenitud y transpar
encia, viste nacer
a
mi
China
”
o
las
que
enmarcan
su
biodiversidad
“fueron
los
peces,
junto
a
las
olas,
los
que
llevar
on la tabla de nuestra Santa Patrona
”
Otras
canciones
referidas
al
Lago
y
que
se
han
convertido
en
expresión
de
la
cultura
po
-
pular son las de El Cantor del Pueblo Alí Primer
a, llamadas “El Lago, el puer
to y su gente” y
“Coquivacoa
”.
“El Lago, el puerto y su gente” es una canción de gr
an connotación histórica que visibiliza
al
Lago
como
símbolo
identitario
cuando
exclama
“porque
sin
Lago
no
hay
puer
to
ni
gente
de
Maracaibo
”
y
hace
un
canto
imperativo
al
decir
“Pero
yo
soñé
que
un
día,
el
corazón
del
zuliano, latía por salvar el Lago, es decir su propia vida
”.
Mientras
que
Coquivacoa
es
una
canción
de
fuer
te
denuncia
y
protesta
ante
la
situación
de
contaminación
que
sufre
el
Lago
por
la
explotación
petroler
a,
en
sus
letras
“
en
la
r
ada
se
puso
negro el
Lago
estando azulito
el
cielo
” se
enuncia la
realidad
ambiental del
Lago y
reer
e
de forma
expresiva muy
popular “Que
molleja primo tan
cristalino que estaba
el Lago a
yer
,
no
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179
es el palat
o lo que está matando t
odo lo que hay
en él”, llama además a
la conciencia, cuan
-
do
dice
que “La
inocencia
no
mata
al
pueblo
pero tampoco
lo
salva,
lo salvará su
conciencia
y en eso me apuesto el alma
”.
Esta canción retr
ata la esencia del paisaje lacustre y la dinámica entre la natur
aleza y
sus pobladores
que ya se
ve dislocada por
las transformaciones
causadas por la explotación
petroler
a
cuando
usa
expresiones
como
“Pare
primo
la
canoa
que
me
parece
que
llora
el
pescador
allá
en
la
orilla
”
o
“No
hay
ores
en
la
rivera
sólo
peces
muer
tos
hay”.
Así
mismo
resalta
gur
as
o
símbolos
impor
tantes
de
la
zulianidad
como
a la
Chinita
en lo
religioso
con
letras
como “Que
me parece
que llora
la Chinita
allá en la
orilla
” o a
Armando Molero,
trovador
zuliano, al referirse a “La guitarr
a enamorada de A
rmando llorando su cocotero
”.
Es
un
tema
musical
de
gran
contundencia
social
en
la
época
de
1976
y
que
aún
tiene
per
tinencia
pues
como
bien
lo
dijo
Alí
Primera
“
que
no
es
una
pesadilla,
despier
to
tú
puedes
ver
,
que
somos
nosotros los
que
lo
están
matando,
sí”
“Que
molleja
Primo
tan
cristalino
que
estaba el Lago ayer”.
A tra
vés de este análisis discursivo de la intelectualidad y de expresiones populares tan
insignes como la gaita y la canción protesta se comprende cómo se ha ido tr
ansformando la
percepción
hacia al
Lago en la
identidad del
zuliano, una
identidad que
se r
ecrea y reinventa a
medida
que se
vincula
e
inter
actúa
con
su
espacio
vital, sus
símbolos,
su
cultur
a,
su
historia
y tradiciones.
La
percepción
indolente
hacia
el
Lago
de
Maracaibo
es
un
fenómeno
contempor
áneo,
que
reeja el desarraigo, el desapego que se produce al no conocer
la naturaleza lacustre por
que
no se puede valorar lo que se es desconocido.
Conclusión
En
la medida
que
se
perciba
al Lago
como
espacio
natural
vivido,
en esa
medida
cambiará
la actitud
indolente colectiva que
impera hacia este
espacio vital
humanizado aglutinador
de
la identidad regional zuliana.
Es hora de iniciar la tar
ea desde todos los ámbitos y escenarios: educativo, cultur
al, social,
pol
ítico, académico e intelectual.
El Lago de
Mar
acaibo es
un patrimonio natural de la humanidad, una
connotación que no
se
le
ha
otorgado
ni
por
el
Estado
ni
por
organismos
internacionales
como
la
UNESCO
,
pero
que
se
la
da
su
milenaria
existencia
como
uno
de
los
más
antiguos
del
mundo,
su
impor
-
tancia geohistórica y sociocultur
al como espacio ancestral y sus extr
aordinarias cualidades
naturales que lo hacen ser un ecosistema sin
igual en el mundo.
Por más
está resaltar
que la Cuenca
del Lago de
Maracaibo desde
que entra
en la geogr
a
-
fía del
sistema mundo globalizado
con el
proceso de exploración, conquista
y colonización y
luego en la etapa petroler
a ha irradiado el desarrollo y consolidación con sus importantísimos
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Angélica Arámbulo
El Lag
o de Ma
ra
ca
ibo: es
p
acio v
i
t
al a
glut
in
ad
o
r de l
a ide
nt
idad regio
na
l zu
lia
na ... PP: 168-180
180
recursos
natur
ales
que
han
sido
histórica
y
sistemáticamente
explotados
generando
así
su
degradación ambiental. La
deuda que
el
mundo tiene
con el
ecosistema Cuenca
del
Lago de
Maracaibo es impagable.
Es el
momento histórico para la resignicación de
la naturaleza de la
Cuenca del
Lago de
Maracaibo. Su
situación ambiental
demanda
la
retribución de
ese
desarrollo económico
que
por siglos ha generado al sistema mundo capitalista.
La construcción de una racionalidad ecológica sustentable y la visibilización de este espa
-
cio como
patrimonio natural
e histórico de
la pueden crear
nuevos r
eferentes identitarios
que
garanticen su pr
eservación y promuevan su inclusión en la lista patrimonial de la humanidad.
Según
la
UNESCO
par
a
que
un “
sitio
” sea
declar
ado
Patrimonio
Natur
al
de
la Humanidad
debe “…poseer fenómenos natur
ales notables, representar alguna de las principales etapas
de la historia
de la Tierr
a, mostrar principios
ecológicos y biológicos signicativos o contener
entornos
naturales
impor
tantes”,
cualidades
que
están
presentes
y
documentadas
en
este
espacio
vital
que
es
el
centro
aglutinador
de
la
identidad
regional
zuliana
e
indudablemente
un patrimonio de la humanidad.
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-
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Ensayos
ISSN 2660-903
7
183
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 183-189. Provincia de Pontevedra - España
Los protocolos de los sabios de Sion: Un texto que
se niega a morir
The Protocols of the Elders of Zion: A text that r
efuses to die
Gabriel Andr
ade*
Es
fácil
formarse
la
idea
de
que
Mi lucha,
de
Adolf
Hitler
,
es
el
libro
que
más
ha
inspirado
el antisemitismo en tiempos modernos. Pero Hitler y el nazismo están completamente des
-
prestigiados, al
punto
de que
en
muchos
países, la
publicación
y
circulación de
Mi lucha
está
proscrita.
En cambio,
Los protocolos de los sabios de Sion
siguen gozando de popularidad. El propio
Hitler citó
Los protocolos de los sabios de Sion
en su libro: “
Los protocolos de los sabios de Sión,
tan
detestados
por
los
judíos,
muestran,
de
una
manera
incomparable,
hasta
qué
punto
la
existencia de ese pueblo está basada en una mentira ininterrumpida
”
1
. De hecho, hay espacio
para
av
enturarse
a pensar
que,
si no
fuer
a por
el
odio inspir
ado
por
Los protocolos de los sabios
de Sion,
el nazismo nunca hubiese llegado al poder
.
Los protocolos de los sabios de Sion
constan
de
las
actas
de
un
congreso
de
judíos
que,
según
parece,
se
reunió
secretamente
a
nales
del
siglo
XIX.
Esos
judíos
son
los
sabios
de
Sion;
es
decir
,
los
representantes
más
poderosos
de
los
judíos
en
todo
el
mundo.
Sion
es
la
montaña en Jerusalén donde, según
la Biblia, Abraham se disponía a sacricar a Isaac.
En esa reunión, los sabios de Sion proponen un plan par
a dominar el mundo, a trav
és de
ar
timañas que,
desde entonces, los
conspir
anoicos
han atribuido
a los
judíos. El
libro consta
de veinticuatro
protocolos, pues supuestamente, hubo veinticuatr
o reuniones. Las cosas que
los
sabios
de
Sion
proponen
no
son
muy
concretas;
son
más
bien
principios
generalizados,
pero imbuidos de mucho cinismo y frío cálculo perverso. Por ejemplo, uno de los sabios pr
o
-
clama:
“Muy
pront
o,
se
habrán de
desplomar
los
pilares
de
los estados
constitucionales
que
aún
quedan
en
pie;
los
estamos
desequilibrando
continuamente
para
que
se
vengan
abajo.
Los gentiles
creen que están
aanzados sólidamente en
sus bases nacionales y
que el equili
-
brio de sus países habrá de dur
ar
. Pero los jefes de sus estados son disminuidos”
2
.
1
Adolf Hitler
,
Mi Lucha
(Grupo Sin Fr
onteras SAS, 2022).
2
Los Prot
ocolos de Los Sabios de Sion
(Valladolid: Max
tor
, 2008).
*
Ajman, United Arab Emir
ates ORCID:
ht
tps://or
cid.org
/0000-0001-8053-072X
Recibido: 5/10/2022
Aceptado: 10/2/2023
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Gabriel Andr
ade
L
os prot
oco
los de los s
a
bios de Sion. Un t
e
xt
o q
ue se niega a mo
rir
. PP: 183-
188
184
Los
sabios
proponen inltrar con
su
gente
a
las
grandes organizaciones
del
mundo,
par
a
poder dominarlas tras las sombr
as. Es necesario apoderarse silenciosamente de los medios
de
comunicación, de
forma
tal que
se
puedan crear
matrices
de opinión.
Par
a ello,
se
autoriza
el
pago
de
sobornos.
T
ambién
hay
que
sembrar discordias
entre
distintos
grupos
religiosos,
nacionales
y
étnicos;
si
eso
implica
generar
guerras,
pues
que
así
sea.
Conviene
sembrar
la
inmoralidad, el irrespeto a cualquier forma
de autoridad, y destruir
la institución de
la familia.
Hay
que
alentar r
evoluciones.
Es necesario
colocar
altos
impuestos,
para
que
los
propietarios
protesten y se sientan despojados.
La intención
de t
odo esto
es gener
ar un clima
de z
ozobra,
de forma
tal que
la población, des
-
esperada
ante el caos, acceda a que se presente como gobernante un “
descendiente de la casa
de David”
(es decir
, un judío), que
aparezca como
salvador
.
Una vez en el
poder
,
este gobernante
judío mantendrá la paz mundial, per
o utilizando técnicas invasivas de control y vigilancia.
Los sabios de Sion también proponen alentar el pensamiento crítico, el materialismo y el
racionalismo,
a
n de
destruir
las r
eligiones, y
eventualmente,
prohibir
la vida
religiosa.
Ante
el
vacío
moral que
dejen
las
religiones,
los
sabios
de
Sion
podr
án
rellenarlo
con
su
poder
.
Para
poder
controlar
a
las
masas,
es
necesario
alentar
a
la
población
a
que
vigile
y
delate
a
sus
vecinos. Los masones son buenos aliados en este propósit
o, pues a través de sus logias, se
puede tener más inuencia sobre los
borregos.
Cabría
esperar
que,
en
un
congreso,
sean
varios
los
que
par
ticipen.
Con
todo,
Los proto
-
colos de los sabios de Sion
es
más bien
como un
discurso
que una
persona pronuncia, y
en él,
va enunciando
todos los
perversos
pasos que
tiene
en mente
para destruir
el orden
actual, y
suplantarlo con una tiranía que pretende apoderarse del mundo.
La truculent
a hist
oria del t
ex
t
o
Una y otr
a vez se ha demostr
ado que este libr
o es un fr
aude
3
, pero los conspiranoicos ter
-
camente se
empeñan en creer
que son las
actas de una
reunión real,
y que a
lo largo del
siglo
XX, los judíos han cumplido a cabalidad su plan original.
En los primeros años del siglo XX, Rusia er
a un hervidero de revolución. El zar Nicolás II en
-
carnaba toda la tr
adición antisemita rusa de épocas anteriores. En la segunda mitad del siglo
XIX,
había
habido
varios
pogromos (violentísimos
ataques
a
comunidades
judías),
y
en
vista
de que hubo un judío inv
olucrado en el asesinat
o del zar Alejandro II en 1885, el
poder zarista
tenía
una
gr
an
desconanza
con
los
judíos.
Rusia,
un
país
empobrecido,
atrasado
y
opresor
de su propia población, er
a un caldo de cultivo de revolucionarios de t
odo tipo.
Pero, aun conservando las r
ancias estructuras políticas, Nicolás II tenía alguna disposi
-
ción a hacer algunas reformas, y así, escuchaba los consejos de Sergei Witte, un moder
ado
reformador
liber
al
que
se
planteaba
una
parcial
modernización
de
Rusia
4
. En el gobierno za
-
3
St
ephen Eric Bronner
,
A Rumor about the Jews: Antisemitism, Conspiracy
, and the Protocols of Zion
(Oxfor
d University Press, 2003).
4
Fr
ancis W Wcislo,
T
ales of Imperial Russia: The Life and Times of Sergei Witte, 1849-1915
(OUP Oxfor
d, 2011).
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Gabriel Andr
ade
L
os prot
oco
los de los s
a
bios de Sion. Un t
e
xt
o q
ue se niega a mo
rir
. PP: 183-
180
ISSN 2660-903
7
185
rista
había
muchas
personas
reaccionarias
que
resentían
la
inuencia
de Witte
y
su
progr
ama
de reformas liberales, y así, concibieron un plan para acabar con su inuencia política.
El plan sería
producir un falso documento en el
cual, los judíos,
supuestamente, planica
-
ban
la
conquista
del
mundo.
La
intención
no
era
propiamente
alentar
a
las
masas
a
atacar
a los judíos en pogromos (como sí se había hecho muchas veces en el siglo XIX), sino más
bien, persuadir
al zar
Nicolás
II de
que corría
un enorme
peligro si
seguía escuchando
a Witte.
En 1897, Pyotr Rachkovski, el jefe de la policía secr
eta rusa, ordenó a uno de sus agentes
en Fr
ancia a producir el documento en cuestión. El encar
gado de la redacción del texto fue
Matvei Golovinski. No fue muy creativo; Golovinski tomó dos textos que ya existían, modicó
ligeramente algunas cosas, y pr
odujo así
Los protocolos de los sabios de
Sion,
posiblemente en
1902.
El primero
de los
textos
en los
que
se basó
Golovinski fue
la
novela
Biarritz,
de Hermann
Goedsche,
un
autor
alemán
antisemita.
En
esa
novela,
hay
un
capítulo
que
narra
cómo
los
representantes
de las doce tribus de Israel
(aparentemente Goedsche no sabía que las tribus
del nor
te ya habían desapar
ecido con la depor
tación asiria) se reúnen en un cementerio en
Praga
cada
cien años,
para
planicar
la conquista
del
mundo, e
invocar
a Satanás
para
comu
-
nicarle sus planes.
El otro texto en el cual se basó Golo
vinski fue el
Diálogo
en
el
inerno
entre
Maquiavelo
y
Montesquieu,
del periodista francés Maurice Joly
5
. Este texto, que se remonta a 1864, era una
sátira política
que
Joly
compuso
en
contr
a
de
Napoleón
III,
atribuyendo
al
nuevo emperador
francés todos
los
trucos
sucios
de
los
que
se
vale
un
gobernante
para
mantenerse
en
el
po
-
der
. Joly no atribuyó nada a los judíos, pero Golovinski tomó muchos pasajes de la obr
a de
Joly
,
e
introdujo
menciones
a
los
judíos,
de
forma
tal
que
diera
la
impresión
de
que
el
texto
procedía de los supuestos sabios de Sion.
Al principio, Los protocolos de los sabios de Sion cir
cularon discretamente en la sociedad
rusa.
Aquella
movida
estaba
muy
bien
calculada:
la
idea
era
crear
la
sensación
de
que
ese
perverso
documento
se
había
ltrado,
pues
los
judíos
habrían
querido
mantenerlo
secreta
-
mente.
E
ventualmente,
Sergius
Nilius,
un
místico
ruso
que
tenía
cier
ta
inuencia
en
la
cor
te
de Nicolás II, hizo llegar el texto al zar
6
.
El
zar
se
alarmó.
Paranoico
ante
lo
que
tramaban
los
judíos,
Nicolás
II
dio
difusión
al
texto,
denunciando
el
perverso
plan
de
los
sabios
de
Sion,
quienes
estaban
en
alianza
con
los
masones.
Empezó
así
el
mito
de
la
conspiración
judeomasónica
que
tanto
obsesionó
al
dictador español Fr
ancisco Fr
anco. En 1905, hubo una primera re
volución en Rusia (no tuvo
éxito
en
derrocar
al zar),
y
frente
a aque
llos acontecimientos,
Nicolás
II
se conv
enció aún
más
de
la amenaza
que
representaban
los
judíos.
A su
juicio,
todo
lo que
los
sabios
de Sion
habían
tramado, se estaba empezando a cumplir en la r
evuelta de 1905.
5
P
eter Woog, “The ‘Prot
ocols’ Again,
”
Patt
erns of Prejudice
1, no. 4 (1967): 19–20.
6
Michael Hagemeis
ter
, “The Protoc
ols of the Elders of Zion: Between Hist
or
y and Fiction,
”
New German Critique,
no. 103 (2008): 83–95.
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Gabriel Andr
ade
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oco
los de los s
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bios de Sion. Un t
e
xt
o q
ue se niega a mo
rir
. PP: 183-
188
186
Pero, en la pr
opia Rusia había también un sano escepticismo. ¿Realmente los conspirado
-
res generarían un texto
así de
burdo, que en
realidad, no
propone cosas
concretas? Un refor
-
mador en la cor
te del zar
, Pyotr Stolypin, ordenó una investigación sobr
e los Protocolos de los
sabios
de
Sion,
y
concluyó
rmemente
que
todo
se
tratada
de
un
fraude
7
. Nicolás II acept
ó
el dictamen de Stolypin, y sensatamente, se retr
actó. Per
o, era demasiado tarde. Si bien la
histeria colectiva en torno a los sabios de Sion menguó, en los sect
ores más reaccionarios de
la sociedad rusa quedó la
idea de que los judíos tramaban algo perverso.
Cuando en
1917 estalló
la rev
olución bolchevique,
y se dio
inicio a
la guerra
civil rusa,
nue
-
vamente apareció la conspir
anoia en torno a
Los protocolos de los sabios de Sion.
En las mentes
conspiranoicas,
aquel
caos
er
a
producto
de
una
componenda
de
bolcheviques
y
judíos,
y
empezó así un nuevo mito, el de la conspiración judeobolche
vique. Según
esta teoría conspi
-
ranoica,
los judíos no er
an realmente r
evolucionarios, sino cínicos
banqueros que nanciar
on
a
los bolche
viques con
su
mensaje re
volucionario,
para
en r
ealidad, nalmente
hacerse
con el
poder
en
Rusia.
El
hecho
de
que algunos
bolcheviques
eran
efectivamente
judíos (en
especial,
T
rotsky), rearmaba las convicciones conspiranoicas.
Los
reaccionarios
perdier
on
aquella
guerra
civil,
y
muchos
emigraron
como
refugiados
a
Europa
y
EE.UU.
Llevaron
consigo
su
teoría conspir
anoica
sobre
Los protocolos de los sabios de
Sion.
En los años posteriores a la re
volución rusa, se tradujo el text
o a varias lenguas, y hubo
múltiples ediciones.
Cuando
Hitler
llegó
al
poder
,
se
encargó
de
que
el
libro
se
enseñase
en
las
escuelas
8
. Su
decisión
de acabar
con
los
judíos del
mundo
en
par
te se
debía
a
su creencia
de
que él
debía
actuar
, antes
de
que
los
judíos conquistasen
el
mundo,
tal
como
se lo
habían
propuesto
hacer
los sabios de Sion en su perversa reunión. Además, Hitler estaba convencido, como muchos
otros
conspiranoicos
alemanes
de
aquel
momento,
de
que
Alemania
había
sido
traiciona
-
da en la Primera Guerr
a Mundial por los judíos
9
.
Es
cier
to
que,
en
aquella
guerra,
las
tropas
enemigas
nunca
entrar
on
en
el territorio
alemán;
pero
en
realidad,
Alemania
no
contaba
con
la capacidad militar o económica de seguir en la contienda. Con todo, casi de inmediato,
surgió en Alemania la ley
enda conspiranoica de la puñalada en la espalda, según la cual, los
judíos
alentaron
la
rendición
alemana,
a
pesar
de
que
se
estaba
ganando
la
guerra.
Eso
es
históricamente
falso. T
ambién
Hitler
pensaba
que
los
judíos
habían
prepar
ado
el
T
r
atado
de
V
ersalles, el cual imponía condiciones muy severas a Alemania como nación v
encida en la
guerra.
De
nuevo, no
hay
ningún dat
o histórico
que sustente
estas teorías.
Pero,
la cir
culación
de
Los protocolos de los sabios de Sion
par
ecía armar la
convicción de que
los judíos
sí habían
planicado todas esas cosas.
7
Abraham Ascher
,
P
A Stolypin: The Search f
or Stability in Late Imperial Russia
(St
anford University Pr
ess, 2002).
8
Randall L Bytwerk, “Believing in ‘Inner T
ruth’: The Prot
ocols of the Elders of Zion in Nazi Prop
aganda, 1933–1945,
”
Holo
-
caust and Genocide Studies
29, no. 2 (2015): 212–29.
9
Tim Kirk, “Finding the Fuhrer
: Belief in Hitler
, Then and Now,
”
TLS. Times Lit
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,
no. 6137 (2020): 32–33.
CLÍO:
Revist
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o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Gabriel Andr
ade
L
os prot
oco
los de los s
a
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xt
o q
ue se niega a mo
rir
. PP: 183-
180
ISSN 2660-903
7
187
En EE.UU.,
Los protocolos de
los sabios de Sion
tuvieron también una difusión especial. Hen
-
ry Ford, el famoso empresario y diseñador de aut
omóviles, creó un periódico, el
Dearborn in
-
dependent.
En el libro, se publicaban constantemente artículos antisemitas, y eventualmente,
Ford fue publicando
Los protocolos de los
sabios de Sion
en fragment
os
10
. Luego, hizo una edi
-
ción con un considerable númer
o de ejemplares, y Ford se encar
gó de entregar gratuitamente
un volumen a todo aquel que comprase sus automóviles.
Ha
habido
muchas
investigaciones
periodísticas
y
documentales
que
demuestran
la
fal
-
sedad
del
libro.
En
Suiza,
en
1933,
hubo
un
juicio
legal
que
dictaminó
que
Los protocolos de
los sabios de Sion
no son auténticos
11
.
Eso
no
ha
impedido
que
hoy
siga
siendo
un
libro
muy
popular
. En los países árabes, se sigue asumiendo su ver
acidad. Nasser
, el dictador egipcio,
continuamente hacía refer
encia al libro
12
, y en su país, hace algunos años hubo una serie te
-
levisiva dr
amatizando las reuniones de los sabios de Sion
13
.
En Occidente,
los conspir
anoicos tr
atan de
ser un
poco más
racionales.
Ellos admiten que
Los protocolos de los sabios de Sion
no son realmente las actas de un congreso judío secr
eto
a inicios del siglo XX. Pero, tal como el conspir
anoico racista Da
vid Duke explica, un texto no
necesita ser literalmente v
erdadero, par
a expresar cosas más profundas. Así lo explica Duke:
“
es irrelevante si el text
o original de
Los protocolos
fue escrito por agentes zaristas o no. De he
-
cho, como
señalo, son
en realidad una
obra de ‘cción
’
con gran poder predictivo— lo
mismo
que
1984
de George Orwell, o
Un mundo feliz
de Aldous Huxley”
14
.
Según Duke,
Los protocolos de
los sabios de Sion
son
falsos
en
el
sentido
de que
nunca
hubo
una
reunión
secreta
de
judíos
tal
como
se
describe
en
el
libro;
pero
no
son
falsos
en
todo
sentido, pues
sí existe
una elite
internacional judía
que está
haciendo cumplir
muchas de las
acciones pr
opuestas en el
libro. De hecho,
cuando se hiz
o muy e
vidente que
Los protocolos de
los sabios de Sion
no eran r
eales, Henry Ford pidió disculpas a los judíos, pero siguió insistien
-
do en que ellos planicaban
la dominación del mundo.
Más colorida es la teoría conspiranoica de Da
vid Icke. Según él,
Los protocolos de los sabios
de Sion
son obr
a de algún judío que deliber
adamente la plagió de text
os anteriores, buscando
desprestigiar
a
todo
aquel
que
criticase
a
los
judíos
15
. Así pues, el texto en cuestión cierta
-
mente
es
un
fraude,
pero
es
también
una
táctica
deliberada
par
a
hacer
creer
que
no
existe
10
Robert Singerman, “The Americ
an Career of the” Pro
tocols of the Elders of Zion
”
,
”
American Je
wish History
71, no. 1 (1981): 48–78.
11
Laura Y
mayo T
artako
, “Synag
ogues, Cemeteries, and F
rontiers: Anti-Semitism in Switzerland,
”
Society
54 (2017): 56–63.
12
Michael Sharno
,
Defining the Enemy as Israel, Zionist, Neo
-Nazi Or Jewish: The Pr
opaganda War in Nasser
’
s Egypt, 1952-196
7
(Vidal Sassoon Internat. Center f
or the Study of Antisemitism, 2012).
13
Esther Webman, “
Adoption of the Prot
ocols in the Arab Disc
ourse on the Arab− Isr
aeli Conflict, Zionism, and the Je
ws,
” in
The Global Impact of the Protoc
ols of the Elders of Zion
(Routledge, 2012), 187–207.
14
David Duke, “Help Us Publish This Incr
edible Ne
w Book! & Wa
tch New Video: The Illustr
ated Prot
ocols!,
” June 3, 2014,
https://
davidduk
e.com/
illus
trat
ed-protoc
ols
-zion/.
15
Daniel Allington and T
anvi Joshi, “‘What Others Dare No
t Say’: An Antisemitic Conspiracy F
antasy and Its Y
ouT
ube Audien
-
ce,
”
Journal of Contemporary Antisemitism
3, no. 1 (2020): 35–54.
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Gabriel Andr
ade
L
os prot
oco
los de los s
a
bios de Sion. Un t
e
xt
o q
ue se niega a mo
rir
. PP: 183-
188
188
un complot judío. La mente conspiranoica se vuelv
e un espiral, y da giros par
a crear dobles o
triples teorías conspiranoicas.
Las ideas antisemitas inspiradas por
Los protocolos de los sabios de
Sion
persisten. Pero,
sería un error pretender err
adicarlas a tra
vés de la censura, tal como se ha intentado hacer
con
Mi lucha.
En nuestro mundo globalizado y satur
ado por tecnologías de información, es
imposible detener la circulación de ese texto. Mucho más ef
ectivo es confrontar esas ideas,
exponiendo
su
carácter
fraudulento,
y
persuadiendo
r
acionalmente
al
público
de
que
nunca
hubo una reunión secreta de judíos en el cementerio de Pr
aga, ni tampoco los judíos dominan
el mundo.
ISSN 2660-903
7
1
89
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 190-203. Provincia de Pontevedra - España
Ser
vio T
ulio Baralt: una vida entre la gloria y la
tragedia
Servio T
ulio Baralt: a life between glory and tragedy
Carmelo Raydan
*
En febrer
o de 1915 muere en Caracas, en la cár
cel de La Rotunda, como prisionero político
del régimen gomecista, Servio T
ulio Baralt F
aria, fotógrafo y cineasta mar
acaibero de mucho
prestigio en su momento y amplia
obra r
ealizada;
quien paradójicamente es muy poco cono
-
cido en la V
enezuela de hoy
, siendo mencionado mínimamente dentro de la hist
oria de las dos
disciplinas
grácas
que
ejecuto.
A
poco
más
de
un
siglo
de
su
desaparición
física,
vamos
a
colocar
un
gr
ano
de
arena,
en
función
de
comenzar
a
hacerle
el
reconocimiento
que
aún
no
ha recibido y que nosotros no dudamos en
consider
ar que
merece.
Nuestro hombre nace en Mar
acaibo el 11 de abril de 1876, hijo de Ignacio Baralt E
cheto y Clo
-
tilde Faria
1
; per
teneciendo
la familia a
la elite social
de la ciudad,
que proviene
de los tiempos
de la
colonia.
Sobre
los
estudios
que
realizo,
tuvimos
acceso
a
tres
documentos
que
nos
pr
oporcionaron
sus
propios
descendientes:
el
primero,
con
fecha
14 de
Julio de
1889,
emitido
por
el
colegio
Sagr
a
-
do Corazón de Jesús,
probablemente de
la ciudad
de Maracaibo, cer
tica que
aprobó de manera
sobresaliente el curso de aritmética básica; el segundo, manuscrito por el vice-rect
or de la Univer
-
sidad de los Andes, en la ciudad de Mérida, el 16 de Septiembre de mismo año ya mencionado
de 1889, informa que
“
el joven Baralt”, con tan solo 14 años
de edad , se
matriculo para r
ecibir
las
clases correspondientes
al primer
año de
Latín; y
el
tercer comprobante académico,
nuevamente
escrito por el vice-rect
or de la señalada casa de estudios y fechado al año siguiente, el 20 de Agos
-
to
de
1890,
informa
que
termino
con
calicación
destacada
la
cátedra
en
cuestión
2
. No teniendo
nosotros
conocimiento
si
continúo
o
no
sus
estudios
universitarios
y
que
grado
académico
obtuv
o,
información que
habrá
que
buscar en
futuras
investigaciones en
los ar
chivos de
la ULA.
En el ámbito de las relaciones familiar
es, con Servio T
ulio Bar
alt se nos presenta una situa
-
ción muy par
ticular
, estaba vinculado con varios de los principales fotógr
afos de Maracaibo.
Era primo hermano de Nemesio Bar
alt, hasta donde se sabe el primer fotógr
afo profesional de
nuestra
urbe
del
lago,
ya
que
los
progenitor
es
de
ambos
eran
hermanos
de
padre
y
madre
3
;
primo
1
Acta de nacimient
o de Ser
vio T
ulio Baralt F
aria. Archivo de la Alcaldía de Mar
acaibo. E
xpedientes Matrimoniales. Año
1898. T
omo 104. Le
gajo 18.
2
Documentos manuscritos pertenecientes a Raf
ael José Baralt, nieto de Servio T
ulio Baralt. Puerto La Cruz. Est
ado Anzoá
-
tegui. 2006.
3
Kurt Nagel. “La F
amilia Bar
alt de Maracaibo y o
tras Alianz
as”
. Banco Occident
al de Descuento. Mar
acaibo. 2011. P
ágina 51.
Recibido: 5/10/2022
Aceptado: 10/2/2023
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carmelo Raydan
Se
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na v
ida e
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a glo
ria y l
a t
ra
gedia. PP: 189-203
190
segundo
de
Julio
Cesar
Soto,
impor
tante
fotógrafo
y
cineasta
mar
acaibero
de
entre
nales
del
siglo XIX y
comienzos del
XX, debido a
que este er
a hijo
extramatrimonial
de Nemesio
4
; también
primo segundo de Ar
turo Lar
es Baralt, posiblemente el más importante fotógrafo de la capital
zuliana
del
siglo
XIX,
por
causa
de
que
la
madre
de
este
y
su
abuelo
era
hermanos
de
padre
y
madre
5
;
y
yerno
de
Juan
Bautista
Maggiolo,
destacado
fotógr
afo
de
la
ciudad
dur
ante
las
últimas
décadas del siglo
XIX, ya que en
primeras
nupcias se casó con
la hija de él,
Edilia Maggiolo
6
.
Las notas periodísticas
de esa época r
elacionadas con nuestro inv
estigado que logramos
ubicar
abarcan 10
años,
los
cuales
van
desde 1905
hasta
1915;
conteniendo
en
nuestra opi
-
nión
las
informaciones
más
relevantes,
las
que
se
encuentra
en
los
siguientes
voceros:
de
Maracaibo, en “El F
onógrafo
” del 27 de Junio de 1905, en “La Guitarr
a” del 22 de Marz
o de
1906,
en
“El
Fonógr
afo
”
del
6
de
Septiembre
de
1906,
del
24
de
Septiembre
1908,
del
17
de
Octubre
y del 15
de Diciembre
de 1911; de
Caracas,
en “La Bander
a Española
” del
30 de
Junio
de 1908, en “El Constitucional” del 17 de Julio de 1908, en “El Tiempo
” del 20 de Septiembre y
del 12 de Octubre de 1911; y de Valencia, en “El Cronista
” del 13 de Agosto y del 2 de Octubre
de
1908.
A
esto
hay
que
sumarle
las
no
pocas
informaciones
que
se
encuentr
a
en
la
revista
quincenal
caraqueña
“El
Cojo
Ilustrado
” a
partir del
año
1911,
cuando
Servio
T
ulio
se
convier
te
en uno de
los principales fotógr
afos de ese
vocero impreso;
destacando por su contenido
los
ejemplares
del 15
de marzo
de 1911,
donde se
reseña
el premio
que obtuvo
en P
aris y
el del
1
de marzo de 1915, donde en
un muy pequeño obituario se informa
sobre su muerte.
En Junio
de 1905 anuncia
en Maracaibo la
inaugur
ación
de su taller
fotogr
áco,
localizado en
la calle
Carabobo, esquina
con
Urdaneta, a
una
cuadr
a
de
la Plaza
Bolívar
,
y
cuadr
a
y
media de
la
galería
de
las
hermanos T
rujillo
Dur
an,
que
posiblemente
son
para
ese
momento
sus
principales
competidores
en
el
ocio;
allí
ofrece diversos
tipos
de
tr
abajos,
con
la
especialidad
del
retrat
o
de
estudio en formato tarjeta postal iluminado y salpicado con brillantina
7
; establecimiento que
par
a
Marzo de 1906 se mantiene en la misma dirección y ofr
ece los mismos ser
vicios
8
. P
ar
te para Car
a
-
cas en una fecha no determinada y luego de una corta estadía en esa ciudad, retorna a Mar
acaibo
en septiembre
de ese
mismo
año de
1906,
momento en el
que
avisa por
la prensa
que reabre su
taller por
brev
e lapso,
ya que
ha decidido
trasladarse
denitivamente
a la
capital del
país
9
.
Par
a 1907 ya se encuentra establecido en Car
acas y dedicado a hacer fotogr
afía y cine.
Con relación
al segundo ocio, funda
en asociación con su
hermano Ignacio Bar
alt y con Ma
-
nuel
Delhom
la empresa
“Baralt y
Compañía
”,
con
la
que
realiza al
menos
tres
cor
tometr
ajes
documentales,
los
cuales
se
exhiben,
que
se
sepa,
en
Caracas
y
Valencia,
los
nombres
de
estas
cintas
son:
“Carrer
a
de
Caballos
en
el
Hipódromo
”,
que
muestr
a
lo
que
indica
el
títu
-
4
T
es
timonio oral de Consuelo y Rosaur
a Sánchez, bisnietas de Julio Cesar So
to. Mar
acaibo. Est
ado Z
ulia. 2010.
5
Kurt Nag
el. OB CITT
. P
áginas 40 a 42.
6
IBID. P
ágina 62.
7
Diario “El Fonógr
afo”
, del 27 de junio de 1905. Maracaibo
.
8
Diario “La Guitarr
a”
, del 22 de marzo de 1906. Maracaibo
.
9
Diario “El Fonógr
afo”
, del 6 de septiembre de 1906.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carmelo Ryda
nAngélica Arámbulo
Se
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gedia. PP: 189-203
ISSN 2660-903
7
191
lo;
“5
de
Julio,
Película
Criolla”,
que
tr
ata
sobre
un
paseo
por
Caracas
en
el
mencionado
día
mostrando
los
actos
ociales
conmemor
ativos;
y
“Las
T
rincheras-V
alencia
”,
que
presenta
una
visita del presidente Cipriano
Castro a las dos localidades
mencionadas; también hay noticia
de
un
cuar
to
lm
titulado
“Cazadores
en
Catuche”,
que
aunque
no
queda
claro
en
la
nota
de
prensa si fue producido por la Empr
esa Baralt o solamente exhibido por esta, lo más probable
es
que
sea
una
creación
de
ellos;
no
conser
vándose
en
la
actualidad,
hasta
donde
tenemos
conocimiento, ninguna de estas producciones
10
.(10)
V
eamos
un
comentario
que
se
publicó
en el
periódico caraqueño “La
Bander
a
Española
” del
día 30
de Junio
de 1908,
con motivo
de
la película “Carrer
a de Caballos en el Hipódromo
”.
T
ea
tro Car
ac
as
“Cada noche que trabaja el cinemat
ógrafo de los señores “Bar
alt
y Compañía
” en este coliseo, es un verdadero éxit
o el que alcanza.
Las películas locales que exhibe son de todo punto inter
esantes.
La de carrer
a de caballos en el hipódromo, superiorísima, no puede
pedirse más”.
Y ese mismo año de 1908, en septiembre, obtiene el primero de cuatr
o premios en fotogr
a-
fía
que
le
son
ot
orgados,
uno
nacional
y
tres
europeos;
logros
sin
lugar
a
dudas
destacados,
que sin
embargo no solo los
está alcanzando el
en la
Car
acas
de esos años
iniciales del siglo
XX,
pues
su
colega
y
principal
competidor
,
Pedro
Ignacio
Manrique,
los
estaba
obteniendo
muy
similares.
El inicial
de
estos
lauros lo
conquista
en
el Bazar
de
Caridad, en
Car
acas, donde
le
conceden
primer
premio
con
medalla
de
oro
“por
sus
trabajos
fotogr
ácos”
11
. Pasan poco
más de dos años, y en febrer
o de 1911, obtiene en la Exposición Internacional de Paris, el gran
premio
con medalla
de oro
y diploma;
pudiéndose observar tant
o la imagen
ganadora
como el
diploma en el ejemplar del 15 de marzo de 1911 de “El Cojo Ilustr
ado
”. T
rascurr
en apenas ocho
meses
y
en
octubre
de
ese
mismo
año
de
1911
obtiene
en
Londres
otro
triunfo
fotogr
áco,
hecho
sobre
el
que
nos
informa
el
periódico
caraqueño
“El
Tiempo
”
y
en
Mar
acaibo
se
hace
eco
“El Fonógr
afo
”
12
. Finalmente, en diciembre, apenas a dos meses del logro anterior
, es premiado
en Roma; veamos la nota que al respect
o público “El Fonógrafo
” del 15 de diciembre de 1911.
Repe
tidos triunfos
“Nuestro estimado amigo el señor Servio T
ulio Baralt, ha obtenido
el diploma del gran pr
emio de la exposición Riunite de Roma, 1911.
Con este son tres gr
andes premios ganados por el coterráneo, que
tan alto sabe poner el nombre del Z
ulia en el exterior
. Por ello lo
felicitamos calurosamente
”.
10
Varios Autores. “Filmogr
afía Venezolana, 1897-1938”
. Fundación Cinemat
eca Nacional. Caracas. 1997. P
áginas 14 y 15.
11
Diario “El Fonógrafo
”
, del 24 de Septiembre de 1908. Mar
acaibo.
12
Diario “El Fonógrafo
”
, del 17 de Octubre de 1911. Mar
acaibo.
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carmelo Raydan
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ra
gedia. PP: 189-203
192
Par
a
Septiembre
de
1911
su
establecimiento
fotogr
áco
se
halla
entre
las
esquinas
de
Madrices y Marrón, local número 35, a menos de dos cuadr
as de la Plaza Bolívar
, informán
-
donos
la
publicidad
del
taller
que
este
fue
construido
siguiendo
los
planos
del
estudio
pari
-
sino del afamado profesor Rentlinger
13
; sitio
que
será
visitado
por
gr
an
par
te
de
la
clase
alta
capitalina
de
ese
momento,
para
requerir
sus
ser
vicios
como
retr
atista
de
estudio,
como
lo
demuestra la no pequeña cantidad
de obras salidas de
sus manos, que
aún se conser
van en
poder de algunas familias, de coleccionistas, y de varias instituciones privadas del ámbit
o
de
la
cultura,
en
la
ciudad
de
Caracas.
No
pudiendo
nosotros
precisar
desde
que
momento
labora en la mencionada ubicación urbana.
Con
respect
o
al
trabajo que
Servio
T
ulio
Baralt
llev
o
a
cabo
para “El
Cojo
Ilustrado
”,
pode
-
mos
decir
que
las
primeras
imágenes
que
publico
en
ese
órgano
periódico
fueron
tres gra
-
cas
del manicomio
de
Maracaibo, las
cuales
vieron
la luz
pública
en
el
ejemplar
número 347
del
1
de
Junio
de
1906,
mientr
as
que
la
ultima
es
un
retrat
o
de
la
señorita
Cecilia
Díaz
Paul,
que se
presentó en
la edición
número 511
del
1 de
Abril
de 1913;
siendo sus
años
de mayor
actividad
en
la
revista
1911
y
1912,
cuando
es
uno
de
sus
principales
tr
abajadores
grácos
y publico allí cientos de
imágenes. Sobre los géneros que ejecuto durante sus años de activi
-
dad en
el
quincenario caraqueño, determinamos
que
fueron cuatro: el
primero de
estos es
el
retr
ato en estudio, el cual a su vez lo desarrollo en cuatr
o modalidades, de niños, de damas
jóvenes, de personajes pr
ominentes y de actores interpretando escenas particulares, donde
lo importante no es la persona r
etratada sino la
actuación que está repr
esentando; en segun
-
do lugar
, tenemos
ceremonias ociales
del gobierno gomecista,
correspondiendo muchas
de
estas
a los
festejos
del centenario
de
la independencia
nacional; en
tercer
lugar
, encontr
amos
ambientes urbanos caraqueños en sus labores cotidianas; y por último,
imágenes de edica
-
ciones públicas de asistencia social en actividad.
Y
da comienz
o, en
algún
momento
no ubicado
por
nosotros,
lo
que ser
á
la última
aventur
a
prof
esional del creador maracaibero. Con motiv
o de la conmemoración en el país de la prime
-
ra centuria de los
hechos ocurridos
el 19
de abril de
1810 y
del 5
de julio de
1811, que
dieron
inicio a nuestra gesta independentista, el gobierno de Juan Vicente Gómez lo contr
ata para la
realización de una serie
de fotogr
afías
que muestren monumentos históricos y edicaciones
gubernamentales destacadas, de la ciudad de Caracas y otr
os sitios del centro del país, dán
-
dosele por
nombre al
conjunto graco encargado “
Álbum del
Centenario
”.
Es
de suponer
que
por lo amplio del encargo, la empresa le ocupo a nuestr
o fotógrafo v
arios meses de trabajo,
pero no
tenemos
la
cer
teza de
que
lo
haya llevado
hasta el
punto
por
el deseado,
porque
los
sucesos
dramáticos que
le
acontecieron
durante ese
periodo
de
su
vida,
nos
inducen
a
pen
-
sar
que
posiblemente
el
pro
yecto
fue
cancelado
antes
de
su
nalización;
y
muy
relacionado
con este
conjunto de
circunstancias que
se presentaron, el
trabajo hecho
nunca tuvo
ningún
uso por quien lo or
deno, desde que fue entregada la
obra hasta el día de
hoy
, esta descansan
afor
tunadamente a buen recaudo, per
o olvidada y desconocida.
13
Diario “El Tiempo”
, del 20 de septiembre de 1911. Car
acas.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carmelo Ryda
nAngélica Arámbulo
Se
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v
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lio Ba
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t: u
na v
ida e
nt
re l
a glo
ria y l
a t
ra
gedia. PP: 189-203
ISSN 2660-903
7
193
Con relación a la situación actual (año 2023) de ese muy importante conjunto de fotogra
-
fías, hasta donde nosotros hemos logr
ado conocer
, en Car
acas se conservan dos juegos de
imágenes originales
del mencionado
álbum. Uno
está en
la Ocina
del
Cronista de la
ciudad,
en su por
tafolio original de más de cien años, en un estado de conservación de mediano de
-
terioro, el cual no está a disposición del público. Y el otro se encuentr
a en el Archivo A
udio-Vi
-
sual de la Biblioteca Nacional, en dos álbumes con tapas de madera de conf
ección reciente,
hallándose este segundo conjunto en mejores condiciones de preservación que el de la oci
-
na
del cronista
y siendo
posible
su
re
visión
por
cualquier
persona que
así
lo desee.
El
primer
grupo están conformados por 49 fot
ografías, de tamaño 25
por 34 centímetros, faltando una
de
su
hoja
de
resguar
do,
que
en
algún
momento
fue
sustraída
y
que
debe
ser
localizada
y
restituida; estas
se encuentran adheridas a
una car
tulina algo may
or
, que
genera un bor
de de
varios
centímetros
en t
orno a
las imágenes,
estando
identicado el
motivo
documentado con
su nombre en la parte inferior-central del folio. El segundo grupo, el de la Biblioteca Nacional,
está
constituido
por
67
gracas del
mismo
tamaño
y
montadas
en
el
mismo
tipo
de
car
tuli
-
nas
que
las
de
la
Ocina
del
Cronista,
pero
hay
17
copias
fotogr
ácas
repetidas,
lo
que
nos
da un t
otal de 50 sitios r
egistrados, es
decir
, una imagen
más que en el
primer archivo, donde
falta una. Ambos conjuntos contienen las mismas imágenes, siendo la primer
a de estas un
retr
ato
de
Juan
Vicente
Gómez,
pr
esidente
de
la
nación
para
ese
momento
y
quien
encargo
la
realización
del
álbum,
luego
tenemos
47
gracas
car
aqueñas
de
instituciones
públicas
y
monumento históricos, habiendo también tr
es fotografías de la población de Puerto Cabello,
dos de actividades navier
as y una de una plaza pública.
Llegados a este punto es necesario expresar cuatr
o ideas con relación al “
Álbum del Cen
-
tenario
”. Primera, seria de valor indagar en ambas instituciones mencionadas, como fuer
on las
circunstancias
de
la
adquisición
de
los
conjuntos
gr
ácos
en
cuestión
y
cuánto
tiempo
tienen
guardados
en
cada
una
de
ellas;
asunto
del
que
no
nos
ocupamos
en
la
presente
pesquisa.
Segunda,
no
es
del
todo
descartable
que
puedan
existir
más
juegos
de
copias
fot
ográcas
de
dicha compilación, en manos de otras instituciones públicas o entes priv
ados. T
er
cera, es per
-
tinente
mencionar
que
todas las
fotogr
afías
fueron
hechas
con
una
estética
positivista,
debido
a ser esa
la corriente losóca que
par
a
esa época prevalecía en las elites gobernantes
en toda
Latinoamérica
y
también
a
la
circunstancia
innegable
de
que
el
trabajo fue
encargado
desde
el
poder
político, siendo
uno
de sus
objetivos
la pr
omoción del
régimen
gomecista; r
ealidad que
no
le
quita
valor a
la
obra
como
impor
tante
documento gráco de
la
Caracas
de
esos
años.
Y
,
por
último,
señalar que
en ninguno
de
los dos
acopios gr
ácos se
menciona
el nombre
de
Baralt,
sin
embargo, su
autoría
para nosotros
no
tiene
dudas
por
dos
motivos,
primeramente, por
la
rme
tradición
oral
que
así
lo
señala
entre
sus
familiares
y
los
trabajador
es
de
las
dos
instituciones
donde se
resguarda
ese legado, y
en segundo lugar
, debido
al hecho
comprobable de
que varias
de ellas fueron publicadas dur
ante esos años por “El Cojo Ilustrado
”, con el nombre de su autor
.
V
olvamos con los datos biográcos de nuestro cr
eador de imágenes. Luego de su última
fotogr
afía publicada por “El Cojo Ilustrado
”, en la edición del 1 de abril de 1913, no encontra
-
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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gedia. PP: 189-203
194
mos más
informaciones sobr
e el
hasta la
que nos pr
oporciona nue
vamente la
misma re
vista,
en
su
número
del
1
de
marzo
de
1915,
cuando
en
un
muy
pequeño
texto
nos
comunica
su
muer
te.
Por
otro
lado,
de
fuente
oral
que
provienen
de
su
propia
familia,
se
nos
señala
que
murió preso en febr
ero de 1915, posiblemente asesinado, siendo un recluso político en la cár
-
cel La Rotunda, en Caracas
14
.
T
enia par
a ese momento la edad de 39 años y le pudo dedicar
a
la
creación
gráca
tan
solo
ocho
años.
Este
dramático
e
inesper
ado
acontecimiento
nos
plantea la
siguiente pregunta. ¿Qué
actividad estaba
llevando a cabo que
lo hizo destinatario
de
semejante
destino? A
nosotros
se
nos ocurre
plantea
la
hipótesis
de
una posible
relación
cercana
entre
nuestro
fotógr
afo
y
el
derrocado
Presidente
Cipriano
Castr
o,
quien
para
estos
años que estamos tr
atando se hallaba en las islas del Caribe, imposibilitado de entr
ar al país,
y vigilado por agentes del gobierno gomecista
15
;(15) un indicio
que nos
lleva a esa conjetura
son
los
dos
cor
tos
cinematogr
ácos
publicitarios
de
su
gestión,
que
Servio
T
ulio
le
realizo a
Castro
en 1908,
uno,
sobre los
festejos ociales
del 5
de Julio
de
ese año,
y
el otro,
con mo
-
tivo de la visita de este a las localidades de V
alencia y Las T
rincher
as, ambos llevados a cabo
pocos meses antes de ser destituido por su vicepresidente y compadre Juan Vicente Gómez,
en
diciembre de
1908,
aprovechando la
ausencia
de
Castro
en Venezuela,
quien
por razones
médicas se hallaba en ese momento en Alemania
16
.(16)
Ahor
a
bien,
independientemente
de
cual
fuera
la
causa
de
los
trágicos
sucesos
que
le
cos
-
taron
la
vida
a
nuestro investigado,
no
es
difícil
llegar
a
la conclusión
que
el principal
motivo
que
explica su
actual desconocimiento
como
fotógrafo,
cineasta y
gur
a histórica
integral,
es
el hecho de haber pasado los últimos años de su vida y haber muer
to siendo un pr
oscrito, el
cual según los intereses de la dictadur
a gomecista debía ser borrado de la memoria nacional.
Finalmente, antes de terminar este cor
to ensa
yo, nos sentimos en la obligación de invitar
a los estudiosos de nuestro pasado, a ocuparse de un actor social como Servio
T
ulio Baralt
Faria, quien
a
más
de
cien
años
de
su
muer
te
en
manos
de
un
régimen
oprobioso y
casi
no
-
venta de
la
desaparición de
dicha
dictadura, aún
se halla
en
el olvido
al
que
esta lo
condeno.
En el presente momento de la hist
oria política venezolana, cuando con r
azón está siendo
reexaminado
todo
lo
que
se
nos
contó
sobre
los
acontecimientos
pretéritos
de
nuestro
país
y del mundo, es de mucha per
tinencia hacer
visible a este creador y colocarlo en el lugar que
con justicia le corresponda.
14
T
estimonio or
al de Rafael José Bar
alt
, nieto de Servio T
ulio Baralt. Puerto La Cruz. Est
ado Anzoá
tegui. 2006.
15
Siso Martínez. “Historia de Venez
uela”
. Editorial Y
ocoima. Ciudad de Méxic
o. 1968. P
agina 649.
16
Siso Martínez. “Historia de Venez
uela”
. Editorial Y
ocoima. Ciudad de Méxic
o. 1968. P
ágina 648.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Carmelo Ryda
nAngélica Arámbulo
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195
Universidad Central
Hospital V
argas. Servicio de ginecología
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7
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196
Palacio de Miraores. Patio principal
Paraninfo de la Univ
ersidad Central
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Hospital Militar
Bajo un dombo japonés. Señorita Carmen Luisa Blanco
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Bella caraqueña
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Concurso de El
Cojo Ilustrado.
Espejo natural. María
T
er
esa Guerrero
Páez y Carmen
Dolores Carreño
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Bernado Jambrina
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Servo T
ulio
Baralt
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Servo T
ulio
Baralt
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203
F
uentes Bibliogr
áfic
as
Fernández, Angélica y De
Sousa, Jessica. “Recopilación
de la Biografía y la Obra Fotogr
áca
de Servio T
ulio Baralt”. T
esis de grado inédita par
a optar al título de Licenciado en Comu
-
nicación Social. URBE.
Maracaibo. 2006.
Mar
tínez Siso.
Historia de V
enezuela.
Editorial Y
ocoima. Ciudad de Mexico. 1968.
Nagel,
Kur
t.
La Familia Bar
alt de Maracaibo y Otr
as Alianzas.
Banco Occidental de Descuento.
Maracaibo. 2011.
Raydan, Carmelo.
Las
Fot
ografías Zulianas
de
El Cojo
Ilustrado.
Edición virtual de La Academia
de Historia del Estado Zulia
”. Mar
acaibo. 2021.
Sanoja,
Mario.
Vargas,
Iraida.
Bohórquez,
Carmen
y
otros.
El Pueblo V
enezolano, 15.000 Años
de Historia. Centro
Nacional de Historia. Car
acas. 2017.
V
arios Autores. “Filmogr
afía Venezolana, 1897-1938”. F
undación Cinemateca Nacional. Ca
-
racas. 1997.
F
uentes Manuscrit
as
Acta de Nacimiento de Servio T
ulio Baralt F
aria. Archivo de la Alcaldía de Mar
acaibo. Expe
-
dientes Matrimoniales. Año
1898. T
omo
104. Legajo 18.
Constancias estudiantiles emitidas
por el colegio Sagr
ado Corazón
de Jesús y por la
Univer
-
sidad de los Andes, en los años 1889 y 1890. Propiedad de Rafael José Bar
alt, nieto de
Servio T
ulio Baralt. Puer
to La Cruz. Estado Anz
oátegui. 2006.
F
uentes or
ales
Rafael José Baralt, niet
o de Servio T
ulio Bar
alt. Puer
to La Cruz. Estado Anzoátegui. 2006.
Consuelo y Rosaura Sánchez, bisnietas de Julio Cesar Sot
o. Maracaibo. Estado Zulia. 2010.
ISSN 2660-903
7
204
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 204-218. Provincia de Pontevedra - España
Pensando en la Educación desde la otra orilla
Thinking about Education from the other shor
e
V
almore Muñoz Arte
aga
*
Cruc
emos a la o
tr
a orilla
“Jesús regresó en una bar
ca a la otra orilla, narr
a San Marcos, y como una gran multitud
se reunió alrededor de él, decidió quedarse en la orilla del lago
” (5, 21). Anteriormente escribe
el mismo
Marcos: “Un día, al
atardecer
, Jesús
dijo a
sus discípulos: Crucemos
a la otra orilla”
(4,
35).
El
evangelio
según
San
Marcos
es
el
más
antiguo
de
los
cuatro.
Se
arma
que
los
evangelios de Mateo y L
ucas fueron desarrollados a partir de su narración. Se tr
ata del evan
-
gelio de la buena noticia. Además es el más brev
e de los evangelios. Sin embargo, también
expone
una
idea que
siempre
me
ha
seducido. Una
idea
que
es
una invitación:
“
cruzar
hacia
la
otra
orilla
”. ¿Qué puede decirnos ho
y esta invitación de Jesús?
En especial hoy que
seguimos
luchando, al menos en V
enezuela, contra la pandemia y una crisis humanitaria escandalosa
-
mente dolorosa. En estas breves palabr
as, compar
tiré lo que a
mí me dice.
El
lósofo
francés
Jean-Luc
Marion,
abordando
un
análisis
sobre
el
tema
de
lo
erótico,
arma
que
el
amor
ha
sido
silenciado,
que
el
hombre
de
nuestro
tiempo
ya
no
dispone
de
palabras par
a nombrar al amor
. De una maner
a más sutil, Benedicto XVI sostiene esta idea en
Deus caritas est, su primera carta encíclica. Marion, así como tantos otros pensadores, seña-
lan que
el racionalismo moderno
nació con
una carencia y
esta carencia se
cocina a
par
tir de
la
represión
del amor
. Marion,
especialista
en el
pensamiento
de René
Descar
tes,
sostiene que
esta
represión
se descubr
e con
todas
las letr
as
en la
denición que
Descar
tes
le asigna
al
ego.
Par
a
Descar
tes,
el
hombre
es
una
cosa
pensante,
o
sea que
duda, que
arma, que
niega,
que entiende
pocas cosas, que
ignora muchas, que quiere y
que no
quiere, que también ima
-
gina
y que
siente.
En
tal
sentido,
y por
omisión,
que
no
ama
ni odia,
lo
cual
parece evidencia,
al
menos
par
a
Marion,
que
amar
no
forma
par
te
de
los
modos
primarios
del
pensamiento
y
por lo tant
o no es r
esaltada como propiedad
primaria del ego. El amor
quedó relegado y
arro
-
jado
al
descar
te
racional.
El
amor
quedó
en
permanente
estado
de
sospecha
y
todo
cuanto
él pueda envolver
.
Adolphe
Gesché
en
su
libro
El
Sentido,
uniendo
su
voz
a
la
de
tantos
pensadores,
arma
que
par
a
que
el
ser
humano
pueda
construir
el
sentido
no
se
puede
conar
exclusivamente
*
Profesor del Colegio Mat
er Salvatoris.
ht
tps://
orcid.or
g
/0000-0002-8899-8287
Recibido: 5/11/2022
Aceptado: 10/3/2023
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
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e (2023)
V
almor
e Muñoz Art
eaga
Pe
nsand
o e
n l
a Educa
ción desde l
a o
t
ra o
rill
a. PP: 204-218
ISSN 2660-903
7
205
en la racionalidad. Necesitamos otr
o campo más amplio. Gesché lo resalta como imaginario,
otros lo señalan como irracionalidad, en mi caso preero hablar de sensibilidad.
Imaginario, irracionalidad o sensibilidad, se tr
ata de un espacio en el cual la persona busca
la
forma
de
comprenderse
y
dar
sentido
a
su
existencia.
Este
espacio,
como
potencia
uni
-
cadora, va innitamente
más allá
de nuestra razón, concluye.
La razón tiene sus
límites
y los
tendrá siempre. Quizás por ello
los discípulos de
Emaús (Lc 24,
13-35) no lograron compren
-
der aquel ardor en
el coraz
ón
cuando el “extr
año
” peregrino les
hablaba por el
camino. A este
espacio en constante estado de sospecha
per
tenece el amor
, la otra orilla a la
que Jesús nos
invita.
San
Fr
ancisco
de
Asís
vivió
permanentemente
en
esa
otra
orilla.
Ese
San
Francisco
que
inspira dos document
os fundamentales del magisterio petrino: Laudato Si y Fr
atelli T
utti. Do
-
cumentos
que
son
una
permanente
invitación
a
dar
un
profundo
cambio
antropológico
que
nos
permita
reconocernos
los
unos
a
los
otros
desde
la
mirada
de
Cristo,
quien
es,
en
sí
mismo, la otra orilla.
Esa
otra
orilla
es
un
grito
de
apertura,
de
quiebre
con
un
sentir
que
no
siente
porque
piensa
demasiado
en
el
cálculo
político,
social,
cultural,
económico
y
religioso.
Un
grito
que
denun
-
cia
que
la
fe
no
puede
cerr
arse,
replegarse
en
sí
misma,
pues
se
vuelve
histérica,
paranoica,
absurda,
seca
de
amor
.
En
la
otra
orilla
podemos
recuperar
la
ver
dadera
fe
que
permite
que
aguardemos en la esper
anza. En la otra orilla nos esper
a la posibilidad de pensar y concebir
al
mundo
desde
otra
perspectiva,
una
más
amable,
una
más
vivible.
Entonces,
¿por
qué
no
indagar en una Educación que venga de esa
otr
a orilla?
Educ
ación, amist
ad y t
ernur
a
Pierre Hadot,
lósofo francés,
nos regaló con
su obra,
la enseñanza de contemplar
la épo
-
ca
griega
como
un
momento
en
el
cual
la
adopción
de
una
visión
losóca
implicaba
una
modicación
de
la
propia
existencia
con
la
nalidad
de
poner
en
conformidad
su
teoría
y
su
práctica.
En
su
libro
¿Qué
es
la
Filosofía
Antigua?
Arma
que
el
discurso
losóco
nace
de
una
elección
de
vida
y
de
una
opción
existencial.
En
esta
armación
de
Hadot
podemos
re
-
saltar
lo
que
efectivamente
somos
los
hombres:
seres
capaces
de
distinguir
el
Bien
del
Mal,
lo justo de lo injusto, la tierr
a del cielo, lo Bello de lo Feo. El hombre es un ser de cultur
a y la
cultura nos aleja
de
la naturaleza, de
lo instintivo,
nos sustrae de
las
obligaciones que
some
-
ten ciegamente a los animales,
que no tienen elección.
“¿Hay
que
civilizar
al
hombre
o
hay
que
dejarlo
abandonado
a
su
instinto?”,
se
pregunta
Diderot. La pregunta del enciclopedista nos conduce irr
emediablemente a pensar en la Edu
-
cación
y las
posibilidades que
ella
brinda par
a alimentar
el
interior del
hombre
con el
alimento
necesario para poder discernir con ma
yor provecho sobr
e él, sobre el otro, sobre t
odo. La
Educación
le
permite
al
hombre
edicar
un
tipo
de
sociedad
que
no
sea
reducida,
simple
y
limitada, que
no sea ja y
que, por lo
tanto, evolucione.
El hombre,
por medio de la
Educación,
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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206
puede deshacerse de la bestialidad, dándole una forma, no solo creativa, sino de pr
ovecho
para sí y par
a los demás.
La Educación, en tal sentido, debería promo
ver lo humano. Humber
to Matur
ana señala
que es en el conversar donde somos humanos, y
a que lo que vivimos lo traemos a la mano y
conguramos
en
el
conversar
.
“T
odo
lo
espiritual,
lo
místico, los
v
alores,
la
losofía, la
hist
oria,
per
tenecen al ámbito de
las relaciones en lo humano que es nuestro vivir e
n conversaciones.
En el conversar construimos nuestr
a realidad con el otro
”. La Educación es camino par
a es
-
tablecernos
una
losofía
de
vida
frente
a
la
existencia
y
de
posibilitar
los
espacios
para
la
conversación.
Pensando
en
Nietzsche,
Derrida,
lósofo
francés,
indica
que
es
en
la
semejanza
donde
siempre
nos
asemejamos
al
otro.
Entiende
que
es
uno
el
que
inicialmente
impone
reglas,
uno dene y el otr
o cede. Por ello, cr
ee que, tanto en esta
relación esporádica de
dominación,
existe la amistad que será, o debería ser
, el sustento de la existencia.
La amistad es el vivir
, la aceptación del otro, en la legitimidad del otro, en la convivencia,
sin exigencia, sin peticiones y sin juicios, escribe Humber
to Matur
ana, como un espacio en
el cual todo es posible y legítimo, incluso el desacuerdo y la discr
epancia. Cuando le exigi
-
mos al amigo o el amigo nos exige ser de cier
ta maner
a, la amistad se compromete. El Papa
Fr
ancisco
en
su magisterio
nos
ha
hablado
sobre la
impor
tancia que
para la
existencia
de
la
humanidad tiene la amistad. Menciona la amistad social como una necesidad para la buena
convivencia, pues es un regalo par
a la vida y un don de Dios.
La Educación debe procur
ar salir al encuentro de nosotros mismos par
a reencontr
arnos
con
el
otro.
Par
a
ello
debemos
hacer
nuestra
la
convicción
de
que
“no
hay
amor
más
gr
ande
que aquel
que da
la vida por
los amigos”.
Armó San
Josemaría que
no debemos
permitir que
crezca la hierba mala en el camino de la amistad. Est
os tiempos de pandemia fueron propicios
para enseñar
que
no
abandonar
al
otro
cuando
llegan
las
dicultades,
ni
traicionar
,
ni
envidiar
,
mucho
menos
hablar
mal
ni
permitir
que
sea
criticado.
Quienes
tenemos
responsabilidades
de
aula
nos toca
promover entre
los alumnos
que
aprendan
a
alentarse
y apoyarse
sin
vender
humo, como dice Fr
ancisco, sino haciendo el
aguante: “
el aguante de saber que somos felices,
porque tenemos un Padre que está
en el cielo
”.
La amistad es el
vivir
, la
aceptación del otro, en
la legitimidad del otro, en la convivencia, sin exigencia, sin peticiones y sin juicios, escribe Hum
-
ber
to Matur
ana, como un espacio en el cual todo es posible y legítimo, incluso el desacuerdo y
la discrepancia. Cuando le exigimos al amigo o el amigo nos exige ser de cierta manera, la amis
-
tad se compromete. El Papa F
rancisco en su magisterio nos ha hablado sobre la importancia
que par
a la existencia de
la humanidad tiene la amistad.
Menciona la amistad social como
una
necesidad para la buena conviv
encia, pues es un regalo para la vida y un don de Dios.
La Educación debe procur
ar salir al encuentro de nosotros mismos par
a reencontr
arnos
con el
otro.
Par
a
ello debemos
hacer
nuestra la
convicción de
que
“no hay amor
más
grande
que
aquel
que da
la
vida
por
los
amigos”. Armó
San
Josemaría
que
no
debemos permitir
que
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crezca la hierba mala en el camino de la amistad. Est
os tiempos de pandemia fueron propi
-
cios
par
a
enseñar
que
no
abandonar
al
otro
cuando
llegan
las
dicultades,
ni
traicionar
,
ni
envidiar
,
mucho
menos
hablar mal
ni
permitir que
sea
criticado.
Quienes tenemos
responsa
-
bilidades de
aula nos
toca promover entre los
alumnos que
aprendan a alentarse
y
apoy
arse
sin
vender
humo,
como
dice
Francisco,
sino
haciendo
el
aguante:
“el
aguante
de
saber
que
somos felices, porque tenemos un Padre que está en el cielo
”.
El grandioso escrit
or Oscar Wilde
pensaba que en el ar
te como en el amor es la ternura la
que
da la
fuerza.
La ternur
a
no es
blanda.
Eso lo
comprendió
la
doctora
Elisabeth
Kübler-Ross
cuando, al acompañar a miles de enfermos en su camino a la muerte, el recuerdo frecuente
en ellos no estaba atado al éxito o al triunfo, sino con experiencias profundas con un ser
amado, esos momentos de intimidad abr
azados al abrazo de la ternur
a. Maturana r
esalta a la
ternura
como expresión de que uno, al aceptar
al otro en su legitimidad, lo acoge; es
mover
te
con el otro en esa visión que los acoge y en la cual uno descubre sus deseos y sus necesida
-
des y las toma en cuenta en su vivir
.
Esta ternura debe inv
adirse por la revelación de Dios como Amor
, así lo reconoce Chiar
a
L
ubich
cuando
arma
que
podemos
comprobar
en
nuestr
a
historia,
desde
el
comienzo
ha
estado presente un único educador
, el Educador por excelencia, es decir
, Él: Dios Amor
, Dios
Padre.
“Es
Él
quien
tomó
la
iniciativa
con
nosotros,
quien
nos
ha
acompañado,
nos
ha
reno
-
vado y regener
ado
”. T
omó la iniciativa atándonos desde el principio “con laz
os de ternura, con
cuerdas de amor
, los
atr
aje
hacia mí.
Los acerqué a
mis mejillas
como si
fuer
an
niños de
pe
-
cho
” (Os
11,4) Lazos
que, de
alguna maner
a, nos
abren a
una experiencia
de cercanía
sensual
de la caricia, permitiendo volver a establecer al amor como una posibilidad de r
efundarse el
fenómeno social. Somos hijos del amor
. Comprender esto es algo absolutamente esencial
para compr
ender lo humano. El amor es, concluye Maturana, un element
o fundamental desde
el útero hasta la tumba.
En la o
tr
a orilla se educa la int
erioridad
Escribió Antonio Rosmini en su
Introducción a la Filosofía
que más
allá de la ciencia
hay un
mundo real, que se
escapa a menudo
a los ojos
de los cientícos
y de los
lósofos y
, en este
mundo, vive en gran parte
el hombre, que no vive solo de ciencia. Adver
tía el sacerdote y ló
-
sofo
italiano
lo
que
la
Modernidad
y
el
Positivismo
no
pudieron,
ni
quisieron
comprender
.
En
los últimos siglos la racionalidad cartesiana y positivista ha ido relegando progresiv
amente la
espiritualidad y todo tipo de r
acionalidad ajena a la cer
teza al ámbito de una subjetividad esté
-
ril e
incluso, en algunos
casos, enfermiza.
Y aunque el
mundo fue
desarrollándose a partir del
dato cierto y el cálculo, a pesar de ello, comenzaron a prolif
erar cursos de crecimient
o perso
-
nal, terapias alternativ
as, técnicas orientales de meditación y nuevas visiones de religiosidad
que
fueron
denunciando
la
existencia
de
un
vacío
de
las
fórmulas
y
los
númer
os
no
podían
llenar
.
El ser humano entendió
intuitivamente que hay algo más y que,
como señaló Rosmini,
no vive solo de ciencia.
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Se
han
identicado
tres
gr
andes
causas
que
han
inuido
en
cier
ta
tímida
recuperación
de la espiritualidad. Se señala el interés por la interioridad como balanza al ef
ecto deshu
-
manizador de
la
tecnologización
que vivimos
como
sociedad y
que,
como se
ha
denunciado
reiter
adamente, puede derivar en una peligrosa concepción mecanicista del ser humano. En
segundo lugar
, el fenómeno migrat
orio ha acercado a los pueblos cuyo modo de pensar no
ha desistido de mantener la mirada puesta en el misterio de la vida cotidiana. En último lugar
,
el
paso
rme
que
viene
dando
la
psicología
humanista
en
la
formulación
de
nuevos
marcos
teóricos,
entre
ellos
la
educación
emocional que
ha
abierto
un camino
en
el
abordaje
del
tema
de
la
interioridad.
Camino
que
ha
ayudado
a
superar
las
tr
adicionales
reticencias
entre
las
ciencias humanas y la espiritualidad.
Debido a
estos acercamient
os vienen desarr
ollándose interesantes
propuestas que apun
-
tan
hacia
formulaciones
que
ayuden
a
educar
la
interioridad
con
la
nalidad
de
perder
el
temor
y
los
recelos
de
pensar
con
los
sentimientos.
Acercamientos
que
pausadamente
vie
-
nen
estableciendo
puentes
que
permitan
ir
superando
las
concepciones
negativas
con
las
que hemos venido asumiendo la interioridad del hombre. Josep Otón, profesor en el Instituto
Superior
de
Ciencias
Religiosas
de
Barcelona,
arma
que
el
interior
humano
requiere
ser
ex
-
plorado y tr
abajado para descubrir en él los destellos de la dimensión tr
ascendente de la exis
-
tencia.
Educar
la interioridad
implica
una doble
acción:
1.- posibilitar
la
emergencia
de aquello
que
brota
del
interior;
y
2.-
canalizar
este
material
psíquico
par
a
apro
vechar
su
potencial
sin
distorsionar la vida consciente. Pensar en educar la interioridad nos obliga a asistirnos con
la
etimología del
término
educar
.
Por
un
lado, procede
del
verbo latino
educere,
que signica
“
sacar
de
dentro
”.
Por
otro
lado,
tenemos
la
segunda
etimología
que
se
le
atribuye
al
verbo
educar que es educare, cuyo signicado es “conducir”.
A
través
de
la
acción
educere-educare¬
se
puede
ir
congurando
el
espacio
int
erior
que,
como es sabido, es moldeable. T
anto la Liter
atura como la Música son vehículos apr
opiados
para
poder
conducir
hacia
el
exterior
aquello
que
se
oculta
en
lo
profundo
del
ser
humano.
Escribe Rainer Maria Rilke en sus
Car
tas a un Joven P
oeta:
“Su mirada se dirige hacia lo exterior
y
eso
es
precisamente
lo
que
ahora no
debería
hacer
…
Existe
sólo
un
remedio.
Adentr
arse
en
sí mismo… Excav
e dentro de sí mismo en busca de una respuesta profunda
”. La Liter
atura
puede
ayudarnos
a
hallar
el par
aíso
que
brota
brevemente,
en
fr
agmentos
deslumbrantes.
Nos
muestra
la
ruta
hacia
lo
profundo
del
bosque
par
a
beber
del
silencio
introv
er
tido
de
los
árboles.
Sin
embargo,
el
mundo
que
concebimos
hoy
tiene
a
la
Literatur
a,
así
como
al
universo
de la interioridad humana como algo inútil. Algo ajeno a los presupuestos, el cálculo, las ga
-
nancias.
Un
mundo
utilitario
que
ha
hecho
que
un
mar
tillo
valga
más
que
una
sinfonía,
un
cuchillo
más
que
una
poesía,
una
llave
inglesa
más
que
un
cuadro;
porque,
como
resalta
Nuccio Ordine, es fácil hacerse cargo de la ecacia de
un utensilio mientras que resulta cada
vez más
difícil entender par
a qué pueden servir la
música, la liter
atura o
el ar
te. El
utilitarismo
ha
transformado al
bello
albatros de
Baudelaire en
algo
f
eo
y
grotesco. Una
educación
de
la
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interioridad puede
ayudar al hombre
a reencontr
arse
con la
convicción de
que lo
inútil puede
hacer que cualquier cosa sea
más bella.
La
poesía,
ya
lo
armaba
Ionesco,
la
necesidad
de
imaginar
es
tan
fundamental
como
lo es respir
ar
. Respir
ar es vivir y no evadir la vida. En su discurso de recibimient
o del Premio
Nobel
de
Liter
atura,
Mario
V
argas
Llosa
señalaba
que
“un
mundo
sin
liter
atura
sería
un
mundo
sin
deseos
ni
ideales
ni
desacatos,
un
mundo
de
autómatas
privados
de
lo
que
hace
que
el
ser
humano sea de ver
as humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros,
modelados con la arcilla de nuestros sueños”.
Educar la interioridad permite reconocerse desde dentr
o, relacionarse desde lo auténtico
y
lo
profundo
para
poder
encontrar
un
equilibrio
personal.
La
interioridad
no
es
un
espacio
al
cual
se
le
debe
temer
o
desconar
.
T
odo
lo
contario.
T
eológicamente
hablando,
se
una
experiencia de encuentro con Dios y conmigo mismo, implica una cierta soledad, sí, pero una
soledad
que
me
regresa al
corazón, una
soledad
que
me
vuelve
hacia
el
centro
de
mi
propio
ser en donde encuentro mi ver
dadera identidad.
¿P
oesía
? ¿Educ
ar una r
azón poétic
a
?
Desde el reconocimiento de su obr
a en la segunda mitad del siglo XX, la impor
tancia de la
obra de María Zambr
ano ha venido creciendo v
er
tiginosamente. Su obra ha sido ampliamen
-
te estudiada
por el universo
académico vinculado a
la Filosofía, aunque
no resulta
obligatorio
mencionar
que
es,
además
una
de
las
mejores
plumas
del
siglo
XX,
por
ello
resulta
ser
la
primera
mujer en
obtener
el
Premio
Cer
vantes
de
Liter
atura
en
1988.
Destaco
de
su
magníca
obra
Filosofía
y
Poesía
(1939),
donde
aborda
la
relación
entre
el
pensamiento
losóco
y
la
poesía a lo largo de la historia cultur
al de Occidente, cuyo origen sitúa en Grecia.
A partir de
la r
eprobación plat
ónica de
los poetas
en La
República, losofía
y poesía
uyen
apar
tadas como formas de r
acionalidad y de discurso análogos cuyo fondo magmático es
similar
, pero con distintos itiner
arios, proyectos y caminos. María Zambr
ano apuesta por una
voluntad
de
conciliación
entre
pensamiento
y
poesía,
el
hallazgo
de
un
logos
mediador
que
armonice
la
palabra
losóca
con
la
palabra poética,
y
que
encuentr
a
en
el
propio estilo
lite
-
rario de
la
autor
a
un
vehículo
perfecto
de
expresión.
Precisamente,
los
tiempos
aciagos
que
transcurr
en
exigen,
o
parecen
exigir
,
la
posibilidad
de
plantearnos
una
educación
que
tenga
como columna vertebral un raz
onar poético.
Cuando pienso en raz
onar poético, a pesar de hacerlo a par
tir de una idea formulada por
María
Zambr
ano,
no
dejo
de
reconocer
y
de
valor
ar
lo
que
Nietzsche
nos
brinda
desde
su
losofar
a
mar
tillazos,
según
el
cual
nos
enmarca
en
una
invitación
arriesgada,
pero
seduc
-
tor
a:
vivir
es
inventar
.
Una
vida
que
contemple
un
estado
de
ensueño
que
llene
de
sentido
a
la
propia
vida.
T
endríamos
que
destacar
también
a
otro
español,
José
Or
tega
y
Gasset
para
quien la
escisión entre
vida y
r
azón restaba
notablemente peso
a la
existencia, puesto que
el
tema de nuestro es precisamente la vida.
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210
María
Zambrano
le
habla
al hombr
e de
esta
hora
invitándolo
a
que
se plantee
la
necesidad
de un
saber
sobre el
alma, como
hiciera en
1934, transformando la
razón vital or
teguiana
en
raz
ón
poética. Muchas
voces asever
an que
los poetas
hacen losofía
por medio de
sus poe
-
mas,
es
más,
que
en
la
poesía
podemos
hallar
más
losofía,
así
como
un
tipo
de
verdades
distintas
y
más
profundas,
que
en
muchas
obras
estrictamente
losócas,
es
decir
,
que
en
ensayos, artículos y
tr
atados losócos.
En
este
sentido,
Wor
dswor
th
arma
en
el
prólogo
a
sus
Baladas
Líricas,
de
algún
modo
siguiendo
a
Aristóteles,
que
“la
poesía
es
la
más
losóca
de
todas
las
formas
de
escritur
a
[…] su objeto es la ver
dad, no individual y local, sino general y oper
ativa; no dependiendo de la
evidencia externa, sino re
vivida en el corazón por la pasión
”. Otro gran poeta norteamericano
y
amigo
del
anterior
,
Samuel
Coleridge,
pensaba
de
maner
a
similar
,
pues
consideraba
que
uno
no podía
“
ser un
gr
an
poeta sin
ser al
mismo tiempo
un profundo lósofo
”, implicando que
el
gran poeta construy
e un pensamiento orgánico a tr
avés de su poesía.
Una
Educación forjada
a
la
luz
de
un
r
azonar
poético
brindaría
unidad
compuesta
de ins
-
tantes
fugaces
que
le
acercan
a
cier
ta
musicalidad,
cier
ta
sensibilidad
que
la
conducen
a
ir
más
profundamente,
hasta
la
raíz
del
conocimiento.
Un
raz
onar
poético
le
abre
al
pensa
-
miento
la posibilidad
de
palabras
transidas
desde
la sangre
par
a escribir
con sangr
e lo
que se
piensa desde el cuerpo. Una r
azonar poético le abre el cor
azón al pensamiento par
a que este
se abra a la vida y disuelv
a su alma entre las pasiones, los intersticios de la cotidianidad, para
llenar de sentido y sensibilidad el acto siempre lejano del pensar
.
Poesía
y r
azón se
completan y
requieren
una a
otra, insiste
Zambrano.
Por
eso defendió
la
idea
de
entender
lo
que
se
siente,
sin
anularlo,
sin
dejar
de
sentirlo;
por
“una
inteligencia
que
rescata
a
lo
más
alejado
de
ella”,
pues
hay
que
“ir
llevando
el
sentir
a
la
inteligencia”.
De
tal
forma
que
la
razón
poética
de
Nietzsche,
esa
que
labr
aba
interpretaciones
librescas
y
daba
rienda
suelta
a
la
imaginación,
esa
loca
que
incita
a
vivir
creativamente,
ofrecía
un
mayor
conocimiento
de nosotros mismos
(aunque no t
otal), del hombr
e íntegro, que
el que ofr
ece el
soberbio racionalismo moderno, tal como esper
aba la propia Zambr
ano.
Educ
ar par
a vivir poétic
amente
Escribe
el
poeta
alemán,
Friedrich
Hölderlin
(1770-1843),
“bendice
cuanto
te
suceda,
sé
propenso a la alegría
”. El poema se llama V
alor Poético, escrito entre 1799-1802. Curiosa
-
mente, la vida del poeta no fue precisamente un camino de goz
o y alegrías. T
odo lo contr
ario.
Sin
embargo,
resulta
maravilloso
leer
estos
versos
en
quien
tanto
sufrió.
Precisamente
en
esos años de composición del poema, Hölderlin comenzó a cobr
ar clara consciencia de sus
problemas mentales que lo conducían
a espesos estados depresivos. Sin embargo, nos pide
que bendigamos todo lo que nos sucede
e intentemos ser proclives a la alegría.
En otro poema escribe unos versos car
gados de luces para motivar a construir una educa
-
ción que
enseñe a
vivir poéticamente:
“¿Puede cuando
la vida
es toda
fatiga, un
hombre
mirar
CLÍO:
Revist
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211
hacia
arriba
y
decir:
así
quiero
yo
ser
también?
Sí.
Mientras
la
amabilidad
dura
aún
junto
al
coraz
ón, la Pura, no se mide con la mala fortuna, el hombre con la divinidad. ¿Es desconocido
Dios’
¿Es
maniesto
como
el
cielo?
Esto
es
lo
que
creo
más
bien.
La
medida
del
hombre
es
esto. Lleno de
méritos; sin embargo, poéticamente, habita
el hombre en esta tierr
a. Pero más
pura no es la sombr
a de la noche con las estrellas, si yo pudier
a decir esto, como el hombre,
que
se
llama
una
imagen
de
la
divinidad.
¿Hay
en
la
tierra
una
medida?
No
hay
ninguna
”.
Estos
versos
condujeron
al
lósofo,
también
alemán,
Mar
tin
Heidegger
,
a
plantear
la
idea
de un habitar poético a par
tir de cuestionarse, por ejemplo: ¿cómo puede el hombre habitar
poéticamente cuando su habitar es el alojamiento determinado por el mundo del tr
abajo, de
la empresa, e incluso del placer
cuando hay un ordenamiento de su tiempo libre?
La Educación es un camino lleno de posibilidades par
a esta aspiración de un vivir poético.
En
primer
lugar
,
¿a
qué
se
reeren
Hölderlin
y
Heidegger
con
vivir
poéticamente?
Se
reer
en
a buscar
un
desper
tar de
la
conciencia del
poder
rev
elador
de
la palabra que
nos
habita, una
extrañeza
para
muchos
hoy
día.
Una
palabra
con
la
que
deberías
restablecer
una
relación
existencial es contemplar
. Contemplar se sostiene sobre la posibilidad de estar siempre aten
-
tos.
Comprender
que
el
conocimiento
es
mucho
más
que
clasicar
y
poder
predecir
com
-
por
tamientos.
Los
Evangelios
nos
animan
en
este
sentido
a
“mir
ar
las
aves
del
cielo:
[que]
no siembr
an, ni cosechan, ni recogen en gr
aneros; y vuestro P
adre celestial las alimenta. ¿No
valéis
vosotros
más
que
ellas?”
(Mt
6,
26).
V
er
los
pájaros
del
cielo
es
mir
arlos
volar
y
volar
con ellos. Contemplar solicita de nosotros detenernos, tener calma, tr
atar de hallar la ausen
-
cia de ansiedad, precisamente para poder mirar las av
es
que vuelan.
Nos
recuerda
el
poeta
Armando
Rojas
Guardia
que
vivimos
dentro
de
una
sociedad
que
se
quiere
a
sí
misma
productivista
y
económicamente
competitiva,
regida
por
la
entroniza
-
ción de la mercancía, en medio de la cual la palabr
a poética no es rentable, no se traduce en
dividendos lucr
ativos, habla desde
una esfer
a cualitativa que
no se deja reducir
a lo empírica
-
mente cuantitativo y vericable, escapa de los alcances de la mer
a r
acionalidad instrumental
y técnica. Esa racionalidad instrumental y técnica impulsa al hombr
e a vivir en la agitación
constante:
el
tiempo
vale
oro.
Pésima
interpretación
para
poder
aprovechar
el
día.
“
Aquí
se
camina sin preguntar” como advier
te Rafael Cadenas.
Desafor
tunadamente, la vida del estudiante se ha tr
ansformado también en un mercado
donde
lo
impor
tante
no
es
el
conocimiento,
sino
la
calicación¸ ese
numerito
frío, sin
vida, que
dice todo sin decir nada. Se ha perdido el go
zo por el sabor del saber para salir tr
as una carre
-
ra univ
ersitaria y continuar allí el afán numerológico. Ellos, los alumnos, y nosotros, los docen
-
tes, corriendo
nuestra pr
opia carrer
a, hemos olvidado
que somos personas:
bloque sensorial,
psíquico
y
espiritual
de
atención
ante
toda
la
dinámica
existencial
de
la
propia
vida,
ante
la
expresividad
del
mundo,
ante
la
sinfonía
de
detalles
cotidianos
en
los
que
esa
expresividad
se concreta. “¿Puede, cuando la vida es toda fatiga, un hombr
e mirar hacia arriba y decir: así
quiero yo ser también?”, se pregunta Hölderlin.
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212
El
lósofo coreano-alemán,
Byung-Chul
Han, señala
que
uno de
problemas
que atr
avesamos
en
la
actualidad
es
el
ritmo
de
vida
acelerado,
la
prisa
constante,
que
nos
promete
una
vida
mejor
,
más dichosa, pero difícil de alcanzar
, y la gran may
oría de las personas nos damos cuenta de
que
esa
pr
omesa
se
aleja
o
simplemente
no
llega.
A
cambio,
quedamos
agotados,
anestesiados,
desmotivados,
e
incluso
vanagloriándonos
de
nuestro
cansancio
como
sinónimo
de
éxito,
lo
que
más bien es un síntoma de una vida alienada y desconectada de nosotros mismos.
La E
ducación debe tr
ansformarse en una
ventana que apr
oxime al hombr
e a lo
que, hasta
ahora,
ha
sido
considerado
inútil,
pero
que,
justamente,
son
los
aspect
os
que
le
dan
sentido
a
la
vida:
la
sensibilidad,
el
ar
te,
la
música,
aquellas
pequeñas
cosas
donde
son
alumbrados
los detalles
de
lo cotidiano.
La
Educación debe
abrirse por
caminos
creativos que
nos alejen
de esta condición de guetos par
a volvernos hogares calur
osos, carnes hospitalarias siempre
atentas
y
enamor
ados.
Claro
que
siguen
siendo impor
tantes
las
clases
de
Castellano,
Mate
-
mática, Física o Química; por supuesto
que siguen siendo necesarias las clases de Historia o
Biología, pero si el docente no logr
a ayudar a desarrollar cor
azones imantados hacia todas las
cosas, entonces, poco o nada se ha hecho. Seguiremos siendo los hombr
es huecos de Eliot.
En
la
lectura
de
San
Lucas
y
los
discípulos
de
Emaús
(24,
13
–
35),
cuando
nos
hablan
de
un
corazón
que
siente
ardor
,
nos
están
reriendo
precisamente
a
dos
hombres
que
han
desper
tado a la poesía
del vivir aquí y ahor
a. Lo poético no tiene cabida como
una ocupación
más,
aunque
quiera volvérselo
entretenimient
o
para
el
tiempo
libre. Para la
empresa
cultural
del estado. Hoy lo poético no determina la vida de los hombres, no ocupa un lugar centr
al en
nuestras vidas, como lo hacía el arte sagrado en la Antigua Grecia, cuando nació Occidente
del ardor de la libertad. Nunca fuimos más creativos, inocentemente creativos. El habitar
poético, entonces, está en el desper
tar de la
conciencia, que no es otra cosa que vivir vigilan
-
tes,
atentos
al
poder
re
velador
de
la
palabra
que
nos
habita,
despiertos
a
la
verdad
cósmica,
sintiendo la vibración de eternidad en cualquier lugar
o persona.
Si la Educación se comprometier
a con una propuesta más poética, podríamos entusias
-
mar
al
hombre
del
futuro,
que
es
el
joven
de
hoy
,
a
concebir
la
cotidianidad
no
como
mero
tiempo intercambiable y mecánico, sino como mistagogia, es decir como introducción pau
-
latina y autopedagógica en el misterio. Hombres del futur
o de cuyos labios brota la poesía
que propaga la
paz, de corazones regocijados, animados a
mezclarse con lo
viviente, felices,
como escribiera Hölderlin, amigos de t
odos.
Educ
ar par
a la armonía
Ferr
ater Mor
a
asevera
que
la
Educación
plantea regularmente
dos
tipos
de problemas.
Es
-
tos pr
oblemas son, por un lado,
de carácter técnico,
reriéndose con ello a
las circunstancias
procedimentales
que
nos
piden
estar
atentos
a
las
situaciones
concretas
y
los
medios
que
pueden emplearse en vista de ellos. Por otro lado, los pr
oblemas de carácter gener
al confor
-
mados por
los
casos de
sentido,
los cuales
exigen
una profunda
reexión sobre los
diversos
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213
nes
en
vista
de
los
cuales
se
dirige
el
proceso
educativo.
Estos
dos
tipos
de
problemas
no
se excluyen. Uno implica al otro.
Ahora
bien,
uno
de
los
aspect
os
que
vinculan
a
estos
dos
problemas
es
el
hecho
de
que
están
dispuestos
para
sacar
de
dentro
del
estudiante
algo
que
denitivamente
lo
encamine
hacia
su
plenitud como
persona,
puesto
que,
como
aspiraba
Comenio,
a
la
felicidad
y
plenitud
del
hombre
se
llega
por
la
Educación.
Par
a
él,
la
Educación
tiene
como
n,
no
la
prof
esiona
-
lización,
ni
el
conocimient
o
técnico
o
cientíco,
impor
tantes,
claro
está,
sino
la
salvación,
la
felicidad eterna. Por Jesucrist
o es el maestro por excelencia. Sin embargo, la f
elicidad y la
desgracia del hombr
e son, en gran medida, obr
a de su propia mano, así lo pensaba John
Locke, pero también queda expuesto, en más de una opor
tunidad, en
la Sagr
ada
Escritur
a.
Dios nos ha brindado desde el principio de los tiempos “un coraz
ón inteligente” (Eclo 17,5)
lleno de ciencia e inteligencia, dándonos a conocer el bien y el mal (Eclo 17,6). Hizo al hombr
e
a
su
propia
imagen
(Gen
1,26
–
Eclo
17,3).
Eso
que
hay
en
el
coraz
ón
y que
nos hace
inteligen
-
tes es lo que debe salir
par
a iniciar
la dinámica social. Al ser el hombre imagen de Dios
signi
-
ca,
entre
otras
cosas,
que
compar
timos
con
Dios
su
esencia
de
“bondad
plena
”
(Timeo
de
Platón) y su potencia creador
a; es decir
, el hombre, al ser cr
eado por Dios, es creado creador
.
A tra
vés de su coraz
ón y sus manos descansa la responsabilidad de continuar la Creación
empezada al comienzo de los tiempos.
En el Timeo, Plat
ón desarrolla su mito de la formación del mundo. El mundo surge de la
bondad de
Dios. Él era el bien
pleno, escribe
el lósofo, pero lo
que es
bueno no tiene
envidia
de
nada.
T
otalmente
libre
de
tal
pasión,
quiso
que
todo
se
le
parecier
a
en
cuanto
fuer
a
posible.
Sería
lo
más
recto y
opor
tuno
prestar
asentimiento
a
esta
opinión
que
nos
legaron
hombres
sobre el origen del devenir y de t
odo este conjunto mundano. Pero el detalle del demiurgo
platónico, no
estriba
únicamente
en
que
todo se
le
pareciera, sino
que,
además,
prev
aleciera
el orden,
puesto que
“
este
estado era mejor
que aquel
primero [Caos]
en que
se
encontr
aba”.
Ese orden es la armonía.
Esa
armonía
forma
par
te
de
la
interioridad
de
cada
ser
humano,
pero
requier
e
de
una
mano
que
le
oriente
hacia
el
sentido
y
la
sustancia
que
se
maniestan
más
allá
de
en
la
memoria, en
la
conducta (Montaigne).
Esta armonía
que alimenta
el
orden, abre los
ojos a
la
belleza, hace
“arder
el cor
azón
” (Lc
24,32). Armonía también
revelada en
el mito
de Orfeo, que
domeña
a la
naturaleza
animada e
inanimada con
el poder
de sus
sones,
y que
Pitágoras
y su
escuela
justicarán
cientícamente
brindándole
racionalidad
a
la
armonía
de
toda
la
natura
-
leza que late en el
fondo de aquel mito.
Pitágoras contempla los opuest
os, tal como lo harán Anaximandro y Zar
atustra, como
fuerza creador
a universal: la luz y las tinieblas, lo bueno y lo malo, es decir
, la antítesis en sí
misma concebida como característica constitutiv
a del mundo. Esta misma oposición se en
-
cuentra ahora
en
la
serie
de
los
números.
Lo
impar
es
símbolo
de
la
constante
limitación;
lo
par
,
divisible
hasta
el
innito,
representar
á
lo
ilimitado.
Entre
ellos
hay un
puente:
la
armonía,
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la disposición de
los números en forma que
aparez
ca
una relación determinada de unos
con
otros, es decir
, el orden.
El
término cr
eación pertenece al
campo
de la
T
eología,
no al
losóco,
ni al
cientíco.
Des
-
de la perspectiva judeocristiana, a la cual me suscribo plenamente, Dios creó t
odo. Esto indi
-
ca
que
la creación
no
se
produjo de
manera arbitraria o
azarosa,
sino
producto de
un
sujeto,
de una libertad, es decir
, es pr
oducto de una intención y una
voluntad. Un sujeto, una libertad,
una intención, una voluntad: un amor y el amor es orden, armonía, por lo tant
o, belleza. De
hecho, si nos remitimos a la mitología griega, v
emos cómo armonía o, más bien, Harmonía, es
presentada como hija de Afrodita (diosa de la belleza y del amor) y Ar
es (dios de la guerra), al
menos en la tradición tebana. Por ello es identicada como
el equilibrio o la concordia.
En
tal
sentido,
podríamos
armar
que
la
belleza
es
un
conjunto
de
muchas
cosas
que
deben
estar
en armonía
par
a que
pueda
ser
sentida
en su
máximo
esplendor
, es
esa
conexión
interior que se ve de forma tangible en el exterior
. Esa armonía que podemos sentir hasta los
huesos
cuando
comprendemos
que
es
el
resultado
del
amor
de
todas
las
cosas.
Amor
de
quien
ama con
olvido
de
sí
mismo penetrando
en el
signicado
del
mundo.
Amor que
dene
la ciencia mística y permite ser iluminado por una luz interior
. La belleza, señala Valle Inclán,
es una misteriosa intuición de la unidad y sus caminos, inevitablemente, conducen a Dios.
Recuerdo en este
momento una historia que cuenta
Antonio Pérez Esclarín
en uno de sus
libros, en la
cual el
maestro es presentando como
un escultor que
trabaja sobre una piedra y
cómo, poco a poco, con paciencia y amor
, va dándole forma a esa piedra par
a transformarla
en una obra artística, hermosa y mara
villosa. Dentro de los estudiantes hay una obra de arte
que
ansía
salir
para
embellecer
al
mundo.
El
maestro
esculpe,
pero,
al
mismo
tiempo,
es
esculpido,
pues
en
él
también
arde
esa
belleza
que
ansía
salir
.
En
cada
ser
humano
ar
de
un
fuego
que
transforma
al
alma,
es
una
chispa.
Una
chispa
que
armoniza
y
le
permite,
según
Santo T
omás
de
Aquino,
compartir
“algo de
lo que
es
propio de
la
naturaleza de
los ángeles”
y que dene como synderesis o
parte
superior del alma humana.
Ese
algo
es
lo
que
debe
salir
al
exterior
.
Ese
algo
que
es
pr
oducto
de
la
armonía
interior
que
debemos descubrir
,
es camino
expedito
par
a
poder
edicar
la
civilización tan
acariciada
por
Dios y
su
Iglesia.
La Educación
es camino
cer
tero para
tal n.
Y
aunque
casi siempre
las
condiciones del
educador son
adversas,
hay que
insistir porque,
en la
medida en
que esculpe,
es esculpido.
La armonía par
a sentir
“Después de todo, escribe Fernando P
essoa, la mejor manera de viajar es sentir”. Lue
-
go,
como
exigencia
profunda
de
su
mismidad
más
humana
arma
que
desea
sentir
como
varias
personas,
intensa
y
estridentemente;
simultánea
y
unicadamente,
dispersamente,
sentir
,
pues
en
el
sentir
cree
poseer
la
existencia
total
del
Universo.
Sentir
hasta
que
sienta
sollozar en lo íntimo de su cor
azón el pasmo conmovido de haberlo sentido todo de todas las
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maneras y ex
cesivamente. Sentir
, sentir
, sentir
, sentir esa locur
a exquisita que es fuente de
la
sabiduría: el
asombro del que
hablaba Platón.
Sentir la extensión de
lo humano con
ese amor
que no cansa ni se
cansa.
A
este
mundo
parece
que
le
falta
sentir
,
es
más,
necesita
apr
ender
a
pensar
con
los sen
-
timientos
que
ayuden
al
hombre,
al
menos
por
una
vez,
escapar
de
una
racionalidad
que
se
volvió
ideología
que
se
ceba
con
el
mito
cientíco
que
domina
la
cultura
moderna:
lo
que
es
cientíco tiene garantía de seriedad, de calidad e incluso de verdad. Lo otro, eso que siempre
le será sospechoso, irr
acional, será señalado como parte maldita, instante oscuro, locur
a.
El racionalismo, dir
á Jung, mantendrá una perversa r
elación de complementariedad con la
superstición:
“Es
una
regla
psicológica
que
la
sombr
a
aumenta
proporcionalmente
con
la
luz;
así,
pues,
cuanto
más
racionalista
se
muestre
la
conciencia,
más
ganará
en
vitalidad
el
universo fantasmal del inconsciente”.
Resulta
necesario
pensar
en
una
educación
para
el
sentir
,
una
educación
que
estimule
la
apreciación
de
la
belleza
que
deambula
desnuda
dentro
del
hombre
y
fuera
de
él.
Por
ello
Alber
t Camus señaló
enfático que
el mundo
es bello,
y fuera de él
no hay salvación. Y
en esa
belleza
que
nos
habita
y
que
habita
el
mundo,
el
hombre puede
encontr
ar
la
experiencia
sal
-
vador
a de la plenitud… por eso es bello.
Una
educación
que
sienta la
belleza
que
arde
en
la
creación
es
una
que
aprenda
a
contem
-
plar
,
que
enseñe
a
contemplar
,
que
se
aleje
velozmente
de
esto
en
lo
que
se
ha
vuelto:
algo
prosaico,
técnico,
gris
y
,
muchas
veces,
vulgar
.
Se
ha
tr
ansformado
en
una
especie
de
ocio
espeso donde van
y vienen recetas, y
se metió tanto en
los recetarios que pasó
por algo fun
-
damental:
el
ser
humano
no
responde a
recetarios, entre
otras
cosas,
porque
el
ser
humano
es un caos, un caos mar
avilloso. El ser humano es un misterio
que desborda la receta, que lo
desborda todo. Recetas que pretenden enseñarlo
todo, pero es que no hay manera, ni forma,
ni
camino
posible
para
poder
aprenderlo
todo.
Es
una
tarea
absurda
que
nos
dejará
vacíos
como terminó sintiendo hasta en los huesos el Faust
o de Goethe.
En
tal
sentido,
¿qué
podemos
hacer
si
no
podemos
saberlo t
odo?
Aprender
a
sentir
.
Apr
en
-
der
a
deletrear
el
abecedario
del
amor
.
Darle
la
oportunidad
a
una
dimensión
que
arde
en
cada uno de nosotros, pero que hemos sepultado
y se nos ha enfriado el
cor
azón. El hombre
necesita un cor
azón que arda (Lc 25, 32), un cor
azón de carne y no de piedr
a (Ez 36, 26). Una
educación
que
no
averigüe,
que
no
explique,
que
no
dirija,
que
no
comprenda,
tan
sólo
que
contemple. Una educación que
busque a un hombre que
busque ser hondo desde lo sencillo.
Una
educación
que
estimule
al
ser
humano
a
buscar
infatigablemente
aquello
que
es
más
grande que él, pero que lo habita, le da forma,
lo mueve, el silencio.
El conocimiento se
construye desde el ser que siente, desde el ser
sentido heideggeriano.
Sentido
como
ver
dad
encarnada
que
brota
a
par
tir
de
una
sociología
de
la
caricia,
un
logos
afectivo,
y
el
logos
es
el
soplo divino
que
nos
traspasa
comunicándonos
con
el
Absoluto.
Esto
nos llevaría a establecer
, desde ese conocimiento, una consciencia armónica o consciencia
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de
la
armonía
que
posibilite
un
equilibrio
entre
las
tres
dimensiones
de
la
realidad
expuesta
por Nietzsche en Así habló Zar
atustra, y que Panikkar intenta
denir como dimensión metafí
-
sica, noética
y
empírica. T
odo lo
que existe
cualquier
ser real,
presenta esta
triple y
única
es
-
tructura expr
esada en tres dimensiones: Liber
tad, Conciencia y Materia. En términos menos
místicos,
lo que
se
necesita
es
que el
hombre
sea
más
humano en
lugar
de
no-humano, pues
-
to
que,
arma
Heidegger
,
esto
es
ajeno
a
su
esencia.
Mantenernos
en
la
esencia es
no
dejar
de
ser
sonrisa
de
niño.
Llegados
a
este
punto
es
imposible
no
pensar
en
la
losofía
oriental
que se sustenta
en la repetibilidad del
transcurrir de las
cosas, mostrándonos,
a par
tir de una
transpar
encia incandescente, cómo sienten y se sienten ellas, es decir
, las cosas mismas.
La educación es una experiencia sensible. Cuando hablamos de la experiencia sensible, sin
lugar a dudas, hacemos refer
encia al amor como la experiencia existencial más relevante par
a
todos los seres humanos. El amor como act
o fecundo de la voluntad, como conciencia superior
de estar
vivos, como conciencia
luminosa que se lanza
al mundo par
a abr
azarlo en su t
otalidad,
en
su
trascendencia
mundana.
Amor
que
nos
impulsa
hacia
un
saber
del
alma
que
se
v
a
tejiendo
en
el caminar
en compañía
del Otr
o que
se desnuda
junto
a nosotros
en
la metáfor
a del
corazón
que
nos
ayuda
en
este
proceso
de
interpretación
y
autointerpertación
sensorial.
Esta
experiencia
sensible nos
cobija en
la intuición
de gustarnos,
mirarnos,
olernos, tocarnos
y escucharnos.
Que
aprendamos a buscarnos a nosotros en el Otr
o sin abandonar nuestro sí-mismo más profundo.
Buscarnos
en
el
otro
vaciándonos
y
,
al
mismo
tiempo, que
el
Otro
se
busque
en
mí
saliendo
de él
mismo. El ser se da, dirá Heidegger
, por eso es posibilitación amante.
La experiencia sensible potencia el amor y nos impulsa a aguardar su verdad. En tal sen-
tido,
esta
experiencia
nos
transfr
onteriza
y
la
piel
se
transgur
a
en
abridora de
sentido.
Expe
-
riencia
sensible
entre
unos
y
otros,
cuya
máxima
categoría
existencial
se
encuentra
denida
por una inteligencia afectiva orientada a partir de una comprensión de las cualidades vitales
que incluyen
también las
mor
tales.
Hablamos en
denitiva de
la posibilidad
de
edicarnos un
conocimiento a partir de una experiencia sensible comprendida desde la existencia del sujeto
abier
to
al
amor
de
amar
par
a
así
transformarnos
en
fruto
maduro
de
un
árbol
frondoso
que
su
-
pone la
vida. Sin
esa experiencia,
complementaría Álvaro Márquez-Fernández, el amor
carece
de
sentido
existencial
porque
no
se
nutre
del
origen
de
su
conciencia
de
querencia
por
el
deseo
y por el goce del placer a la vida. Esto nos comprometería y compr
omete a amarnos en el amor
sin condicionamientos, nos obliga a ser luz resplandeciente del act
o de amorosidad viviente.
Cerr
amos arbitr
ariament
e pensando en la belleza
La
belleza
es
armonía
y la
armonía
es
orden.
Un
orden
que
brota
insólitamente
del
misterio.
Sobre
este
orden
Platón
arma
que
el
Caos
es
la
condición
de
posibilidad
del
orden
que
le
impone el demiurgo:
«Como el dios quería que t
odas las cosas fuer
an buenas y no hubiese en
lo posible
nada malo, t
omó todo
cuanto es visible,
que se
movía sin r
eposo de maner
a caótica
y
desordenada,
y
lo
condujo
del
caos
al
orden»,
esto
lo
desarrolla
en
el
Timeo.
El
universo
al
que
per
tenecemos está
ordenado.
Nosotros
formamos parte de
ese or
den que
arde
en lo
más
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
V
almor
e Muñoz Art
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ISSN 2660-903
7
217
íntimo que
cada ser humano. T
odo está ordenado
y ese orden descansa
sobre unas leyes. La
comprensión de estas leyes signica enfr
entarse al misterio de la mismísima creación.
El siguiente paso
de ese dios del
que habla Platón,
su demiurgo, es
crear el alma
humana.
La
crea
para
que
pueda
extasiarse
en
el
orden
que
se
derrama
en
belleza.
Un
alma,
anima
mundi, que
cobra
forma a partir de
la música y
lo convirtió en un
ser vivo
y único,
una especie
de
mezcla
invisible
que
reúne
lo
material
y
lo
inmaterial.
Hablamos
de
belleza.
Una
belleza
que
está
implícita
en
todos
los
conocimient
os
por
cuanto
forma
par
te
de
la
interioridad
hu
-
mana.
Por
eso
Platón
insiste
en
la
idea
de
que
la
belleza
es
la
punta
de
un
triángulo
de
una
pirámide en la
cual conuyen
la verdad y
la bondad.
Esto nos ubica
frente a la
noción
de que
educar la belleza rebasa los límites del mero conocimient
o estético, va mucho más allá. Arde
en ese misterio oscuro donde el amor mejor se comunica.
José
Hierro,
magníco
poeta
español,
escribe
en
un
poema
titulado
Libro: “Irás
naciendo
poco
a
poco,
día
a
día.
Como
todas
las
cosas
que
hablan
hondo,
será
tu
palabra
sencilla.
A
veces
no
sabrán
qué
dices.
No
te
pidan
luz.
Mejor
en
la
sombra
amor
se
comunica.
Así,
in
-
cansablemente,
hila
que
te
hila”.
Mejor
en
la
sombra
amor
se
comunica,
recojo
del
poema.
El amor se comunica mejor en la sombra, el amor es conocimient
o. Hemos arrastr
ado con
la Modernidad la necesidad, casi vital, de explicarlo todo, de comprenderlo t
odo, de saberlo
todo, de estar informados de todo. No par
amos de decir
, de explicar
. Sin embargo, y
a lo resal
-
taba Antoine de Saint Exúpery: lo esencial es invisible a los ojos.
Hemos
ido
detrás
de
sombr
as
haciendo
a
un
lado
la
posibilidad
de
contemplar
algo
que
nos
supera,
que
es más
gr
ande que
nosotros
que
podemos
llamar belleza,
pero
que,
sin duda,
es
otra
cosa
–más
bien
otro
alguien–
que
nos
trasciende,
aunque
nos
ha
llenado
de
su
ser
.
Ser
que
está
muy
dentro,
en
nuestro
corazón,
asido
al
perfume
de
lo
no
conocido.
Estamos
hechos de la misma sustancia
de los sueños, armó Shakespeare.
Desde
siempre
nos
hemos
preguntado
qué
somos
nosotros
los
seres
humanos:
somos
luces y sombras. Somos misterio y los misterios no son compr
ensibles. Por eso, al ser huma
-
no
no
hay
que
entenderlo,
sino
contemplarlo.
Escribía
Antonio
Machado
como
Juande
Mai
-
rena:
“Hay
hombres que
nunca
se
har
tan
de
saber
.
Ningún
día
-dicen-
se
acuestan
sin
haber
aprendido algo nuevo. Hay otros, en
cambio, que nunca
se har
tan de ignorar
,
No se duermen
tranquilos sin
averiguar
que
ignor
aban
profundamente
algo
que
creían
saber
.
¡A,
igual
A!,
de
-
cía mi maestro, cuando el sueño eterno comenzaba a enturbiarle los ojos. Y añadía, con vo
z
que no sonaba ya en este
mundo: ¡Ateme usted esa mosca por el rabo!”
No
podemos
dejar
de
ser
lo
que
somos,
esto
es
así.
Sin
embargo,
podemos
mejor
ar
lo
que
efectivamente somos
y
la
contemplación de
la belleza
posibilita esa
tr
ansformación.
La
contemplación, claro está, no es un f
enómeno exclusivamente visual. La contemplación se
derrama sobr
e todos los sentidos humanos: podemos contemplar con los oídos, con el gusto,
con
las
manos,
con
el
olfato.
Y
esto
es
tan
a
ras
de
suelo
que
puede
ser
experimentado
por
absolutamente todo aquel que esté vivo.
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
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ra o
rill
a. PP: 204-218
218
La belleza transforma tant
o como la educación cambia la vida. Educar la belleza, más
bien, educar la relación con la belleza, implica la posibilidad de tr
ansformar el corazón, ese r
e
-
cinto íntimo de la mismidad.
T
allarle en sus bordes esa pr
opiedad maravillosa de los imanes.
Esa pr
opiedad de
la que nos
habla Ramón
del V
alle Inclán
en su
Lámpara
Maravillosa
cuando
cuenta que “en aquel momento, como mirase hacia el mar
,
volví a extasiarme, llenos los
ojos
de inocencia, y el coraz
ón imantado hacia todas las cosas”. Educar la relación con la belleza
es justamente eso: sentir el coraz
ón imantado hacia todas las cosas, vivir en permanente
enamoramient
o. La belleza nos habla de la relación entre las parte y la educación modera ese
camino para hacerlo verdader
amente ecaz, pues busca hacerlo
consciente.
Paz y Bien
Reseñas
ISSN 2660-903
7
221
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 221-222. Provincia de Pontevedra - España
Pedro Páramo
Autor:
Juan Rulfo
Comentario:
Ángel Raf
ael Lombar
di Boscán
*
Comala, el pueblo, es en realidad un cemen
-
terio. Comala es el anti-paraíso. Es la metáfor
a
regionalista con ribetes universales de una hu
-
manidad adolorida tanto por sus contr
adiccio
-
nes inherentes a una genética imperfecta así
como por las agresiones sociales. “Vine a Co
-
mala
porque
me
dijeron
que
acá
vivía
mi
padr
e,
un tal Pedro P
áramo. Mi madre me lo dijo
”.
Pedro P
áramo
es básicamente la historia de
América Latina en sus rasgos más negativ
os.
A
diferencia
de
Alonso
Quijano
en
el
Quijote
(1605)
de
Cer
vantes
que
es
un
loco
heroico
muy noble y hasta simpático, Pedro P
áramo,
es
el
rencor
vivo
de
un
cacique
rural
al
que
to
-
dos temen y desprecian.
Juan Rulfo publicó
Pedro P
áramo
en el año
1955 y como toda obr
a escrita es un testimo
-
nio
autobiogr
áco.
Las
circunstancias
históri
-
cas
que
inspiran
a
la
novela fueron
la
Revolución
Mejicana
del
año
2010 y
la
Guerr
a
Cristera
entre los años 1926 y 1929. Nuestr
as revoluciones son intent
os fallidos por avanzar en la
Historia.
Implican
tragedias
y
retrocesos.
Lo
que
queda
de
las
mismas
es
la
utilización
de
-
magógica de los asaltantes y custodios del Poder
. Mitos tr
aicioneros como encubrimientos
de
lo
innombr
able.
250.000
fallecidos
tuvieron
esta guerra
civil
que enfrentó
efectiv
os
de
las
fuerzas cristeras y del Ejér
cito Mexicano.
Los protagonistas de
Pedro P
áramo
son
los
muer
tos.
Esto
que
es
lo
más
sorpresivo
se
puede
explicar
por
el
sincretismo
que
existe
en
Méjico
entre
los
rituales
religiosos
paganos
Recibido: 5/10/2022
Aceptado: 10/2/2023
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Ángel Rafael Lombar
di Boscán
Ped
ro Pára
mo
,
de Juan Ru
lfo.
PP: 221-222
222
o precolombinos junto al cult
o católico traído por los misioner
os españoles a par
tir del siglo
XVI.
La
Santa
Muer
te
y
el
Día
de
los
Muer
tos
son
manifestaciones
de
est
o
que
decimos.
La
nitud
o
el
aniquilamiento
físico
de
nuestro
cuerpo
carecen
de
la
dramatización
que
usual
-
mente le damos. Par
a Rulfo el más allá forma par
te de una cotidianidad metafísica amable ya
que
sus
fantasmas
no
asustan
ni
generan escalofríos.
Son
ánimas
en
pena
cansadas
de
un
reposo inmortal no tan plácido como se nos ha hecho creer bíblicamente.
En Comala se instaló el olvido y los espectros. La más dur
a metáfora poética del conti
-
nente latinoamericano como proy
ecto histórico atr
apado por la miseria, el atraso cultur
al, la
violencia social y la superstición. Comala es una recurrencia de Ortiz: de las
Casas Muer
tas
(1955) de nuestro Miguel Otero Silv
a. Si nosotros borrár
amos las imaginarias fronter
as nacio
-
nales nos reconoceríamos todos en los mismos dolor
es y en las mismas aspiraciones como
resultado de una cultur
a primigenia común. La talla de nuestros pasados son los mismos.
“Salió
afuera
y
miró
el
cielo.
Llovía
estrellas.
Lamentó
aquello
porque
hubiera
querido
ver
un
cielo
quieto.
Oyó
el
canto
de
los
gallos.
Sintió
la
envoltura de
la
noche
cubriendo
la
tierra. La
tierra, “
este valle de lágrimas”.
Rulfo no
se
puede permitir
que los
vivos existan
dentro de
unas existencias
anuladas por
el infor
tunio y por ello devienen en fantasmas. Su r
adicalidad es absoluta y solo hay vitalidad
en la textura de los ambientes de la natur
aleza. Metáforas pr
eciosas y lacónicas de los cuatro
elementos: aire, agua, tierr
a y fuego compensan el horror de la pobreza y de univ
ersos inte
-
riores acosados por la culpa, el desamor
, la huida y la desesperanza. “Por el techo abierto al
cielo
vi
pasar
parvadas
de
tordos,
esos
pájar
os
que
vuelan
al
atardecer
antes
que
la
oscuridad
les cierre
los caminos.
Luego, unas
cuantas nubes
ya desmenuzadas
por
el viento
que viene
a llevarse el día. Después salió la estr
ella de la tarde, y más tarde la luna
”.
Los desvalidos: pobres e indios, son las pr
esencias sepulcrales principales. Y las mujeres
también como víctimas del patriarcado ancestr
al reforzado por los cuchillos del catolicismo
primitivo
que
las
injurió
como
origen
del
mal
y
los
pecados.
El
Der
echo
de
Pernada
tropical
trajo
a los hijos de nadie unidos sólo por el agr
avio de la madre que cuece
algún tipo de repa
-
ración o v
enganza. Estos mestizos fueron engendr
ados desde la indiferencia, la violencia y el
desafect
o. El resultado humano y familiar ha sido lamentable y penosamente circular
. “Los
indios
esperan.
Sienten
que
es
un
mal
día.
Quizá
por
eso
tiemblan
debajo
de
sus
mojados
gabanes
de
paja;
no
de
frío,
sino
de
temor
.
Y
miran
la
lluvia
desmenuzada
y
al
cielo
que
no
suelta sus nubes”.
Pedro P
áramo
no deja indiferente
a nadie. A mí par
ticularmente me impactó como pocos
escritos
lo han hecho.
Porque
desde la angustia
de la
noche y dónde
sólo hay
piedras,
lamen
-
taciones y desier
tos: su aut
or
, Juan Rulfo, fue capaz de gener
ar una poesía de inconmensu
-
rable belleza. Y est
o es un incentivo vital sobre las posibilidades humanas cuando creemos
que
no
hay
escape
ante
la
derrota.
Rulfo
nos
motiva
a
vivir
siendo
su
relato
un
relato
de
la
ultratumba.
ISSN 2660-903
7
223
Liderazgo político y conformación del estado
democrático venezolano (1945-1999)
Autor:
Jorg
e Villasmil Espinoza
Comentario:
Moisés Flores
*
*
Filósofo y P
olitólogo. Egr
esado de la Universidad del Zulia, en Mar
acaibo-Venezuela. ORCID ID: ht
tps://
orcid.org
/0000-
0001-6982-7936. Email: moises_2088@hotmail
Par
a entender el presente es necesario
hacer una mirada al pasado y poder compr
en
-
der
los
acontecimientos
que
han
tenido
lugar
hasta
el
momento
en
el
que
vivimos.
En
con
-
secuencia, uno de los aspectos clav
es para to
-
mar conciencia de la evolución política del país
y sus efect
os a través del tiempo, es el estudio
de la historia política de V
enezuela.
El último Libro del Dr
. Jorge J. Villasmil Es
-
pinoza, tiene por objetivo explicar el papel des
-
empeñado por el lideraz
go político en la con
-
formación del Estado democrático v
enezolano
entre
1945-1999; empleando
como
herramien
-
tas de análisis metodológico la nuev
a retórica,
el análisis documental y la interpretación her
-
menéutica
de
textos
con
el
n
de
lograr
desa
-
rrollar una detallada re
visión de la evolución de
la dirección política del país y su ev
olución ins
-
titucional desde principios del siglo XX, hasta
la aparición del chavismo en 1999.
Este estudio se encuentra dividido en tr
es capítulos los cuales desarrollan una descrip
-
ción y análisis de las principales acciones del lideraz
go político venezolano en la construcción
de las instituciones del país y la conformación del Estado democrático. Siendo el primer
o de
ellos el estudio de la génesis del lideraz
go político democrático de la re
volución liberal restau
-
rador
a
de
1899
a
la
revolución
de
octubre
de
1945.
En
donde
expone
los
primeros
intentos
de reunicación nacional
y modernización
institucional que
eclosiona durante el gobierno
de
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 223-225. Provincia de Pontevedra - España
Recibido: 5/10/2022
Aceptado: 10/2/2023
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Moisés Flor
es
Lide
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o po
lít
ico y co
nf
o
rm
ación del e
sta
d
o democrát
ico v
e
ne
zo
l
a
no (1945-1999),
de Jo
rge Villasmi
l Espino
za
PP: 223-225
2
24
Cipriano Castro y
, se consolida, en el gobierno del general Juan Vicente Gómez, detallando
el proceso de modernización en materia institucional, estructur
al y económico de la nación.
Marca
pauta
en
el
desarrollo
de
las
instituciones,
a
comienzos
del
siglo
XX,
la
gura
de
Rómulo
Betancour
t y
su
inuencia política
en
la gener
ación
del 28.
Señalando
que las
tenden
-
cias autoritarias y militaristas del siglo XIX no logran continuar en el siglo XX.
De
maner
a
que
hace
un
balance
histórico
político
de
la
Venezuela
republicana
de
inicios
del siglo XX, a la gesta del protagonismo del lider
azgo civil en su primer intento con la consti
-
tución de 1947, durante el gobierno liberal democr
ático
de Rómulo Gallegos.
El segundo capítulo desarrolla una descripción del militarismo y lider
azgo autocr
ático en
V
enezuela
entre
los
años
1948
a
1958,
en
donde
retornan
las
dictadur
as
militares
al
país;
amparados por la ideología del nue
vo ideal nacional como progr
ama político.
Por último, el tercer capítulo r
evisa el liderazgo político y la conformación del estado de
-
mocrático v
enezolano de 1958 a 1998, donde es la principal característica el ejer
cicio del
poder político a cargo de civiles. Señalando aspectos cla
ves como el acuerdo de gobernabi
-
lidad que
fue el
pacto de punto
jo, el
nacimiento de la
democr
acia
de par
tidos,
la formación
y consolidación de la democracia r
epresentativa, la estabilización y prosperidad del sistema
político nacional, el desgaste del sistema en los años 80`s y su posterior colapso en los años
90`s.
Siendo uno de los tantos aportes del libro, señalar en todo momento, la importancia del
factor civil democr
ático en la etapa de mayor crecimiento y pr
osperidad de Venezuela. El
lideraz
go civil
bajo el
cual aor
a el conocimient
o y
la formación
ciudadana, que
permitieron el
progreso político e institucional, de la nación lle
vándola a la vanguardia de las democr
acias
del continente.
Así
como
el
estudio
de
los
diversos
factores
histórico-políticos
que
inuyer
on
en
la
con
-
formación del Estado democrático v
enezolano desde la consolidación del estado nacional,
a principios del siglo XX, durante el r
égimen de Juan Vicente Gómez a sus gobiernos pos
-
teriores. Donde el impulso de las reformas democr
áticas de los gobiernos de Eleazar López
contrer
as e Isaías
Medina Angarita permitieron el primer intento de gobierno liberal en 1947.
T
ras
el
lapsus
de
autoritarismo
entre
1948-1958,
se
desarrolla
efectivamente
un
gobier
-
no democrático ampar
ado por los principales lideres políticos del país, desarrollando una
adecuada
política
de
la
alternabilidad
del
poder
que
se
estableció
con
el
pacto
de
punto
jo.
Destruyendo
el
mito
de
la
negatividad
que
gira
en
torno
a
este
acuerdo
político,
el
cual
es
la
consolidación
de
la
democracia
de
partidos
que
domino
la
vida
política
de
Venezuela
entre
los
años
1960-1998;
permitiendo
rescatar
los
preceptos
democr
áticos
de
la
constitución
de
1947
y desarrollar los
procesos sociales y políticos que
permitieron al país ser una de
las naciones
con el mayor gr
ado de liber
tad política y solidez institucional entre los años 70 y 80, cuando
en el resto de América Latina aoraban regímenes autoritarios de corte
militarista
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Moisés Flor
es
Lide
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o democrát
ico v
e
ne
zo
l
a
no (1945-1999),
de Jo
rge Villasmi
l Espino
za
PP: 223-225
ISSN 2660-903
7
225
El
texto,
resalta
los
logros
de
los
40
años
de
la
democracia
venezolana
y
la
rearmación
del
rescate
de
la
memoria
histórica del
país,
para
tomar una
hoja
de
ruta
que permita
la
res
-
tauración de la institucionalidad y las bases políticas necesarias par
a asegurar una corr
ecta
evolución de
la
democr
acia.
Lo
que
resulta ser
de
utilidad al
ser
una
impor
tante herramienta
para lle
var a cabo la reconstrucción democr
ática del Estado venezolano en el futuro.
ISSN 2660-903
7
226
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 226-229. Provincia de Pontevedra - España
Sodomía en Indias. El homoerotismo en
Iberoamérica durante el periodo colonial*
Autor:
Luis Albert
o Ramírez Méndez**
Comentario:
Jorg
e Fymark Vidovic López.
***
*
El libro se puede c
ompar
a en AMAZON en cualquier
a de sus tiendas KDP libros por título o por autor
.
**
Hist
oriador. Miembr
o de Número de la Academia de Hist
oria del est
ado Zulia, lic
enciado en Historia de la Universidad de
Los Andes (ULA, 1980). Magíst
er Scientiae en Ciencias Políticas ULA (1992). Doct
or en Historia en la Universidad Centr
al de
Venezuela (1999). ORCID:
ht
tps://
orcid.org
/0000-0001-7014-8105
***
Hist
oriador. Miembr
o Honorario de la Academia de His
toria del est
ado Z
ulia. ORCID:
https://
orcid.or
g
/0000-0001-8148-4403
El
sodomita
denido
como
pecador-delin
-
cuente fue la visión predominante en los do
-
minios iberoamericanas de España y Portugal,
un espacio geo-histórico dominado por los
europeos, también conocido como Las Indias
occidentales, en cuya dilatada geogr
afía han
existido diferentes visione
s de sexualidad, re
-
sultado de múltiples culturas y nociones do
-
minantes, en diversos periodos históricos, las
que
le
han
conferido
construcciones
ideológi
-
cas
y
losócas cimentadas
sobre
desiguales
y heterogéneos valor
es cuya vigencia han sido
controladas y custodiadas en div
ersas socie
-
dades que se han sucedido
en ese espacio.
De ese modo, en el presente estudio de la
sodomía en las Indias se aborda desde la pers
-
pectiva de la existencia dos sistemas sexo/
género
que
tuvieron
diferenciadas
y
opuestas
visiones de la sexualidad: el primero el sistema
sexo/género analógico pr
acticado por las diferentes comunidades indígenas dur
ante el perio
-
do precolonial y luego el sistema sexo/gener
o digital de tradición judeocristiana impuesto por
conquistadores,
durante
el
dominio
colonial;
quienes
además
introdujer
on
los
africanos
en
condición de esclavizados, portadores de su par
ticular visión de la sexualidad. La presencia
de esos dos sistemas sexo/género en la sociedad colonial iber
oamericana motivó en primera
Recibido: 5/11/2022
Aceptado: 10/3/2023
CLÍO:
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instancia la represión absoluta de la sodomía, la cual tuv
o dos expresiones fundamentalmen
-
te represiv
as en el contexto colonial: la primera en el castigo de la sodomía como un pecado
y delito y la segunda como una
justicación para imponer y mantener el dominio colonial.
A pesar de esas temibles restricciones y de la reticencia casi gener
al para expr
esar y menos
aún nombrar el pecado nefando se permitió un doble funcionamient
o: por una par
te, una extre
-
ma censura y por otr
a, una toler
ancia, seguramente muy amplia, como ha sido expresado por
algunos estudiosos.
En
ese
aspecto,
es
preciso
reiter
ar
que
el
homoerotismo
es
una
conducta
humana,
que
no
puede
ser
eliminada
ni
suprimida,
por
lo
tanto,
uno
de
los
fundamentos
sobre
los
que se
apoya el
presente trabajo es
el
presupuesto historiogr
áco
de
que el
homoerotismo,
tanto
en
el
pasado
como
en
el
presente,
ha
existido
y
ha
sido
pr
ácticamente
igual
de
identicable.
De
acuerdo con
lo
expuesto,
el
análisis
histórico que
realiza
el
autor sobre
la
sodomía
en
Indias
consiste
en
identicar
y
conocer
las
relaciones
de
poder
, saber
,
placer
y
amor
,
que
no
pueden
consider
arse
forzosamente
secundarias y
derivadas
y que,
de
todos modos,
a
pesar
de la
inexibilidad
de la
represión fue imposible
eliminarlas
o desaparecerlas
como manifes
-
taciones de esa orientación sexual. En ese sentido, se analiza con detenimiento y se estable
-
cen
tipologías
de
relaciones
y
actuaciones
para reinterpretar
los
contenidos
signicantes
en
la información,
que a pesar
de que
la misma fue
producto
de la r
epresión gener
alizada y de
la
ignorancia obvia
del
sistema
sexo/género digital
aplicado
con el
patrón
de
lo
que
se
supone
nunca existió,
por lo
cual hay que
examinarlos a
par
tir de los
mecanismos positivos,
produc
-
tores de saber
, poder
, multiplicadores de discursos, inductores de placer y amor
.
Al considerar el placer sexual como una categoría de análisis hist
órico, los historiado
-
res podrían comprender mejor las r
azones por las cuales las personas tomar
on algunas de
sus determinaciones cotidianas,
motivados por el placer en
sus múltiples manifestaciones
físicas, sexuales y afectivas. P
or otro lado y en el campo religioso, convivió una especie de
espiritualidad omnipresente que inuía continuamente en la
decisiones, actos y creencias de
individuos,
que
a
menudo,
simplemente
solo
intentaban
vivir
,
aunque
sus
deseos
estuvieran
en conicto con el dogma de la
iglesia.
En
esa
incesante
búsqueda del
placer
existió
una
intensa
circulación
de
los
cuerpos
que se
intercambian
para
disfrutar
unos
de
otros,
sin
restricciones,
como
se
reiteró
al
contar
que
“
se
regalaban unos a otros y cometían el pecado nefando unos con otr
os”. La disposición de los
sodomitas para establecer contact
os sexuales tanto esporádicos como continuados demuestr
a
la
constante
búsqueda
del
placer
como
lo
asegurar
on
al
decir
que
habían
“
cometido
el
pecado
nefando
innidad
de
veces
con
dif
erentes
y
muchas
personas”
y
también
lo
reiter
aron
al
describir
cómo
“
se
olgaban
cometiendo el
pecado
nefando
”
y
asimismo
que habían
“
enseñado
”
a
disfrutar
el placer del amor de hombres, como la demostr
ación fehaciente de un pasado delicioso.
Desde el punto de vista teórico, el estudio se fundamenta en la visión de Michel Foucault
sobre la historia de la sexualidad, especialmente mostr
ada en su trabajo la V
oluntad del Sa
-
ber
, en donde expresa de manera contundente la r
elación entre el poder del Estado y del
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conocimiento dur
ante el siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Otros postulados teóricos
que abordaron la complejidad adicional
de la sexualidad y
plantearon numerosas interrogan
-
tes
sobre
la
misma
fue
la
teoría
queer
,
que
se
desarrolló
a
principios
de
la
década
de
1990,
un período de intenso activismo contra el sida, y combinó element
os de los estudios sobre
gays y lesbianas con otros concept
os originarios del análisis literario y feminista. Los teóricos
queer
argumentaron
que
las
nociones
sexuales
eran
fundamentales
par
a
otr
os
aspectos
de
la
cultur
a
y
lograron
obtener
una
mayor
atención
sobre
la
sexualidad,
señalando
que
existía
serias discordancias entre lo que se denía como “
normal” y demostraron que la línea diviso
-
ria entre “normal” y “
anormal” siempre fue construida socialmente, por lo tanto, las categorías
sexuales y de género eran ar
ticiales y cambiantes.
Del mismo modo se describen los espacios de la sodomía en Iberoamérica colonial, la ca
-
tegoría de espacios ha sido extensamente utilizada para analizar las conductas en dif
erentes
escenarios dividida
en
públicos
y privados,
los cuales
han
sido denidos
como
espacios de
co
-
munidad y de intimidad. En el primero priva la potestad y jurisdicción del Estado, es donde se
realizan reuniones, donde no se está r
estringido el acceso, salvo las disposiciones del poder
,
como el
mercado,
las plazas, los
caminos entr
e otros,
a difer
encia del priv
ado que
está restringi
-
do en cuanto a su ubicación,
tipo de propiedad y uso especíco, porque en el mismo
se destina
para
hacer
el
amor
o
satisfacer
necesidades
intimas,
las
cuales
se
efectúan
en
ámbitos
que
corresponden con la vida social y cultur
al, incluyendo la coherencia entre el espacio y el discurso.
En par
ticular
, los espacios de la sodomía en Iberoamérica colonial estuvieron difer
encia
-
dos. La mayoría fuer
on espacios privados, pero con acceso al público como ocurrió en los
temascales, las
pulquerías, los
conventos
y los
colegios. Otros
espacios privados
con acceso
restringido
mediante
invitaciones
como
las
residencias
y
casas
que
se
utilizaron
para
hacer
saraos y otros fueron públicos como los caminos, que
son ref
eridos
como escenarios de en
-
cuentros sexuales, en los cuales se desplegaron distintas formas de sociabilidad.
En
este
aspecto
es
necesario
precisar
que,
de
acuerdo
a
las
descripciones
que
se
mues
-
tran en los testimonios, existier
on dos niveles de reunión en esos espacios sodomíticos, en
la primera se car
acterizó por la privacidad par
a sostener relaciones sexuales y amorosas,
las
cuales
se
ubicaron
en
el
interior
espacios
cerrados
y
otra
en
espacios
que
pudieron
ser
privados
o
públicos,
que
también
posibilitaron
la
reunión
de
los
sodomitas
para
socializar
,
para
conocer
,
par
a
compartir
,
para
conquistar
y
para
establecer
relaciones
que
pudieron
ser
esporádicas o continuadas. Finalmente, se describen las r
elaciones sodomíticas continuadas
en
las
que
los
vínculos
de
placer
y
amor
fueron
evidentes
en
la
convivencia
de
las
parejas
y
con relativa dur
ación temporal de las mismas.
En
el
aspecto
metodológico
el
trabajo
se
fundamenta
en
la
numerosa
literatur
a
que
se
ha
publicado
sobre
esta
temática,
entendiendo
que
en
la
mayoría
de
los
casos
se
abordó
con la reserva expresada por algunos hist
oriadores en las décadas anteriores a 1980, sobre
la
posibilidad
de
encontrar
información
que
revelar
a
las
emociones
como
el
placer
,
los
sen
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timientos,
la
tipología
de
las
relaciones,
debido
a
que
esas
investigaciones
presentan
una
imagen sesgada y parcial de la judicialización de un delito, por lo cual es imposible determinar
completamente qué
sucedió o
el
porqué. En
oposición a
esa postur
a, se
revisan
los escritos
y
materiales
visuales
del
pasado,
lo
que
a
menudo
se
denomina
“
discurso
”,
para
determinar
la
forma en que varias cosas se
“
signican
”
en ellos y sus posibles signicantes.
Finalmente;
añadiremos
que
el
erotismo
expresado
a
trav
és
de
pensamientos,
fantasías,
deseos, creencias, actitudes, valor
es, conductas, prácticas, roles y r
elaciones sexuales han
sido
estudiado
por
diversas
disciplinas
a
lo
largo
de
la
historia.
En
este
sentido
es
más
que
evidente
que
la
sexualidad
es
una
actividad
fundamental
par
a
el
ser
humano
y
comprende
varios aspectos de su comportamiento como la identidad, roles, orientación, géner
o, el ero
-
tismo,
el
placer
,
la
intimidad
y
la
reproducción.
La
misma
está
inuida
por
la
interacción
de
factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, cultur
ales, éticos, legales,
religiosos y espirituales.
En este
sentido, consideramos que los
apor
tes fundamentales
en el
conocimiento
de
la
misma
son
procedentes
de
la
hist
oria,
que
describe
cómo
se
construye
el
delicado
entramado
sobre
el
cual
descansa
el
conjunto
de
valores, creencias
y
reglas que
condicionan y determinan el funcionamiento de la misma.
En oposición
a lo
que se
ha creído y
pensado durante varias centurias,
las investigaciones
sobre
la
sexualidad
han
demostr
ado
que
los
principios
impuestos
por
la
tradición
judeo-cris
-
tiana
sobre
la
misma
han
sido
excluyentes
y
discriminatorios,
porque
los
humanos
asumen
diferentes
orientaciones
sexuales
con
numerosas
peculiaridades,
las
que
se
han
clasicado
en:
heterosexual,
bisexual,
asexual
y
homosexual.
En
el
caso
especíco
de
la
homosexuali
-
dad, denida como la orientación sexual hacia
un mismo sexo, se acepta como una conducta
universal
de
la sexualidad
humana,
lo
cual
es
un
axioma
que
ha
sido
obviado
por
numerosos
investigadores
de la historia, omisión
que tal vez se
deba a sus pr
opios prejuicios, y como
una
par
te
de
su
subjetividad,
la
que
se
muestra
en
sus
tr
abajos,
en
los
que
se
atrev
en
a
sostener
que en determinado sitio, lugar
, país o nación no se
han hallado pruebas de la existencia
de la
misma, problemas, tal vez deriv
ados de su percepción, o bien de la inexistencia de expedientes
documentales, u otros tipos de pruebas, pero negar la existencia de una orientación sexual
humana univ
ersal, es estar
fuera
de t
odo contexto;
de allí,
el valor
agregado
de la pr
opuesta de
análisis planteada por el profesor L
uis Alber
to Ramír
ez Méndez en torno a este tema.
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7
230
1. Mét
odos de Envío y de Ev
aluación de los T
r
abajos
Los investigadores inter
esados en publicar sus trabajos en Ediciones Clío deber
án remitir
su propuesta a los siguientes correos.
esdicionesclio.es@gmail.com
.
jorge
vidovicl@gmail.
com
Las
propuestas
deben
tener:
identicación
del
autor
o
autor
es,
indicando:
nombre,
ape
-
llido,
institución
que
representa
(universidad,
instituto,
centro
de
investigación,
fundación),
correo electrónico, r
esumen curricular de cada autor con una extensión no mayor de diez
(10) líneas, incorporar el enlace
ORCID
de cada aut
or y proporcionar un número celular con
el código internacional del país de procedencia. Así mismo se presentar
á una comunicación
escrita
rmada
por
los
autores
y
dirigida
al
director
de
la
re
vista
señalando
que
maniesta
interés de proponer su tr
abajo para su publicación.
Los ar
tículos o escritos pr
opuestos deben ser inéditos y no deben haber sido propuest
os
simultáneamente a otras publicaciones.
T
odos los tr
abajos serán ev
aluados por par
te de un
Comité de Árbitros Especialistas de reconocido pr
estigio en cada una de las áreas del conoci
-
miento que
sean
propuestas.
La evaluación
de los
Árbitros se
realizar
á
mediante
el procedi
-
miento conocido como par de ciegos: los árbitros y los aut
ores no conocerán sus identidades
respectivas. Los criterios de e
valuación son los siguientes:
a.- Criterios formales o de presentación
: 1) originalidad, pertinencia y adecuada exten
-
sión
del
título;
2)
claridad
y
coherencia
del
discurso;
3)
adecuada
elaboración
del
resumen;
4)
organización
interna
del
texto;
5)
todos
los
demás
criterios
establecidos
en
la
presente
normativa.
b.- Criterios de contenido:
1)
dominio
de
conocimiento
evidenciado;
2)
rigurosidad
cien
-
tíca;
3)
fundamentación
teórica
y
metodológica;
4)
actualidad
y
relev
ancia
de
las
fuentes
consultadas; 5) apor
tes al conocimiento existente.
Al recibirse la respuesta del Comité de Árbitr
os designados se informará a los autor
es por
correo
electrónico
la
decisión
correspondiente;
en
caso
de
ser
aceptado,
el
trabajo
deberá
remitirse por correo electr
ónico a los contactos – correo, WhatsApp - propor
cionados por la
revista.
2. Present
ación de los tr
abajo
s
Los trabajos deben pr
esentar un resumen de 150 palabras como máximo y hasta cua
-
tro
palabras
claves;
tanto
el
resumen
como
las
palabras
claves
estarán
en
español
e
inglés.
Igualmente, el título y el subtítulo del trabajo ser
án presentados también en español e inglés.
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP.230-234. Provincia de Pontevedra - España
Normas
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Normas par
a el envío y la r
ecepción de t
raba
jos. PP: 230-234
ISSN 2660-903
7
231
La extensión máxima del trabajo no debe super
ar el máximo de veinte 20) páginas y como
mínimo
de
quince
(15).
T
odos
los
tr
abajos
serán
presentados
en
formato
Word
digital
tamaño
car
ta, con numer
ación continua y con márgenes de (2) centímetros a cada lado. El texto se
presentar
á a espacio y medio, en fuente Times New Roman, tamaño 12. Par
a las notas a pie
de página el tamaño será en fuente
Times New Roman tamaño 10.
3. Cuerpo del artículo
Título:
Debe ser corto, explicativo y contener la esencia del tr
abajo. Este título debe pro
-
porcionarse tanto en el idioma español como inglés.
Autor(e
s):
Indicar los nombres y apellidos completos, el nombre de la institución donde se
realizó el tr
abajo o de la institución a la cual per
tenece el autor
. Esto se debe colocarse como
nota a pie de la primera página del artículo.
Resumen:
No mayor de ciento cincuenta (150) palabr
as, en español y en inglés. En caso
que el trabajo se presente en otro idioma. El resumen debe redactarse en ese mismo idioma,
en español e inglés.
Palabras cla
ve:
Deberán incluirse palabr
as claves en español y en inglés, en un número
que
oscila
entre
tres
y
cuatro
palabras.
Estás
palabras
descriptoras
facilitan
la
inclusión
del
ar
tículo en la base de los datos internacionales.
A
par
tados y Sub-apar
tados:
Se recomienda, si es el caso, dividir el tr
abajo en: resumen,
introducción, fundamentos teóricos, met
odología, análisis o discusión, conclusión o conside
-
raciones nales y referencias. Cada uno
de los
apartados
o sub-apar
tados
ser
án
numer
ados
con números ar
ábigos.
Citas:
El citado
se realizar
á en el texto utilizando la modalidad autor-f
echa indicando, en
caso de ser cita textual, se ubica dentro del paréntesis: apellido (s) del aut
or
, coma, año de
publicación de la obra, seguido de dos punt
os y el (los) número (s) de la (s) página (s), por
ejemplo:
de
acuerdo
a
(Granadillo,1998:
45);
si
no
es
cita
textual
sino
una
paráfr
asis
no
se
indicará el númer
o de año, ejemplo: de acuerdo a Granadillo (1998) o (Gr
anadillo, 1998). Si hay
varias obr
as del mismo autor publicadas en el mismo año, se ordenar
án literalmente en orden
alfabético;
por
ejemplo,
(Granadillo,
2008a:
12),
Granadillo (2008b:
24).
Si
son
dos
autor
es,
se
colocarán solamente el primer apellido de cada uno, por ejemplo: Según Pietri y Gr
anadillo
(2008: 90) o (Pietri y Granadillo, 2008: 90), siguiendo el mismo criterio explicado anteriormente
para las citas textuales y las par
áfrasis. En caso de ser tr
es autores o más se colocar
á el apelli-
do del autor principal seguido de “
et al”, ejemplo: (Rincón
et al, 2008: 45). Deben evitarse, en lo
posible, citas de trabajos no publicados o en impr
enta, también referencias a comunicaciones
y
documentos
privados
de
difusión
limitada,
a
no
ser
que
sea
estrictamente
necesario.
En
caso de fuentes documentales, electr
ónicas u otras
que por su naturaleza
resulten inviables o
complejas para la adopción del citado aut
or – fecha, sugerido en estas normas, puede recurrir-
se u optarse por el citado al pie de página.
ISSN 2660-903
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Normas par
a el envío y la r
ecepción de t
raba
jos. PP: 230-234
232
Refer
encias
bibliográcas:
Las
referencias
(bibliográcas,
hemerogr
ácas,
orales
y/o
documentales)
se
presentarán
al
nal
del
texto,
El
orden
de
las
ref
erencias
es
alfabético
por
apellido. Las diferentes obr
as de un mismo autor se organizar
án cronológicamente, en orden
ascendente, y si son dos obras o más de un mismo aut
or y año, se mantendrá el estricto
orden alfabético por título.
Se refe
rirán únicamente a las citadas en el tr
abajo y se ordenarán en estricto or
den alfabé
-
tico. Los autores son responsables de la delidad de las
ref
erencias.
Si se trata de libr
os o manuales, deben contener apellido(s) y nombre(s), del (de los) au
-
tores
en
mayúscula
(punto);
año
de
publicación
entre
paréntesis
(punto)
título
de
trabajo
en
negritas (punto), lugar de publicación editorial.
Si
se
trata
de
información
obtenida
por
medios
electrónicos,
la
referencia
bibliogr
áca
deberá contener los mismos element
os señalados por los ar
tículos sumados a: medio elec
-
trónico,
dirección
electrónica
o
página
web,
fecha
de
recuper
ación
y
cualquier
otro
dato
que
se considere útil para la plena identicación de la referencia.
A
nexos:
los
anexos
constituyen
element
os
complementarios
del
texto
que
reer
a
el
lec
-
tor a una parte del trabajo o fuer
a de él, con el propósito de ilustr
ar las ideas expuestas en
el texto, ampliar o aclar
ar o complementar lo allí expresado. Los anexos son contabilizados
como parte del número
de páginas del escrit
o. En el caso
de guras
y cuadros, el
autor podr
á
acompañar el original con las
ilustr
aciones que
estime necesarias.
Otros T
r
abajos:
Se aceptan también los siguientes trabajos de corta extensión (máximo
quince
cuartillas):
Conferencias,
Ensay
os,
Reseñas:
comentarios
de
lectur
a
reciente.
Recen
-
siones: análisis (o comentario) crítico de la lectura r
eciente, documentos, textos de car
ácter
histórico, jurídico,
acuerdos, declar
aciones, entrevistas: r
ealizadas con nes de investigación.
Cualquier otr
a situación no
prevista, ser
á resuelta por
los editores
según estimen apropia
-
dos a los intereses de la re
vista.
4. Objetiv
os y Alcanc
es de la publicación
Enfoque y alc
ance
La r
evistaClío, constituy
e una publicación
auspiciada por
Ediciones Clío,
Academia de
Histo
-
ria del Estado Zulia, Centro Z
uliano de Investigaciones Genealógicas, Centro de Estudios Histó
-
ricos
de la
Universidad del
Zulia
y Red
Internacional
Sobre Enseñanza
de
la Investigación;
entre
otros centros asociados.
Entre sus objetivos guran:
•
Contribuir
con
el
progreso
cientíco
de
la
Ciencia
Histórica
y
las
Ciencias
Humanas,
a tra
vés de la divulgación de investigaciones y avances de inv
estigación propuestos
por sus autores.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Normas par
a el envío y la r
ecepción de t
raba
jos. PP: 230-234
ISSN 2660-903
7
233
•
Estimular la
investigación en
Ciencias Sociales,
así como
en todas
las disciplinas
anes.
•
Propiciar
la pr
esentación, discusión
y confrontación
de las
ideas
y av
ances cientícos
con compromiso social.
Clío aparece al menos dos veces al año y publica tr
abajos originales con avances o re
-
sultados de investigación en las áreas de Ciencias anteriormente descritas, los cuales son
sometidas a la consideración de árbitros calicados.
5. Declar
ación de priv
acidad
La revista Clío, r
econoce públicamente el compromiso ético de todas las par
tes involu-
cradas en el pr
oceso de elaboración intelectual de las investigaciones o a
vances de investi-
gación. De conformidad a lo dispuesto en las actuales normativas de Pr
otección de Datos, le
informamos
que
el
responsable
de
tratamiento
de
los
mismos
es
de
carácter
personal.
Solo
se utilizará para atender
las
consultas y
cualquier
tipo de
gestión
realizada por
este medio
de
comunicación, raz
ón por la cual, sus datos no se cederán a ter
ceros, salvo por obligación legal.
Tiene
usted
derecho a
acceder
,
recticar o
suprimir
los
datos
erróneos,
solicitar
la
limita
-
ción del tr
atamiento de sus datos
así como oponerse o retir
ar el consentimiento en cualquier
momento.
6. E
t
apas del Proc
eso E
ditorial
Una
vez
que
el
Edit
or
y
el
Comité
Editorial
reciben
un
artículo,
se
iniciará
su
revisión
en
siete
semanas,
más
tres
semanas
para
su
publicación
que
están
sujetas
a
la
periodicidad
deClío. Revista de Historia, Ciencias Humanas y Pensamiento Crítico.
Etapa 1:
Revisión
Interna
o
pre-r
evisión,
en
un
lapso
de
una
(2)
semanas.
Se
vericará
la correspondencia entre citas y r
eferencias, la compatibilidad temática del artículo con los
bloques disciplinarios de
la revista, así como el control y
vericación de plagio a través de un
software en la W
eb. Se informará al autor sobre la aceptación o r
echazo para continuar en el
proceso de arbitr
aje.
Etapa 2:
Revisión
externa,
en
un
plazo
de
cuatro
(4)
semanas,
mediante
la
inclusión
de
dos pares especialistas, como ev
aluadores del ar
tículo bajo la modalidad doble ciego, y en
caso de presentarse desacuerdo en la e
valuación, se asignará un ter
cer evaluador para diri
-
mir los desacuerdos. Estos especialistas r
ealizarán observaciones y emitir
án un concepto en
términos
de:
(a)
Publicable
sin
modicaciones,
(b)
Publicable
con
ligeras modicaciones,
(c)
Publicable con
modicaciones
sustanciales, (d)
No publicable. T
al como
se
aprecia en
nues
-
tro instrumento de e
valuación.
En el proceso de arbitr
aje se tienen en cuenta los siguientes criterios:
a. Criterios de contenido:
1)
dominio
de
conocimiento
evidenciado;
2)
rigurosidad
cien
-
tíca;
3)
fundamentación
teórica
y
metodológica;
4)
actualidad
y
relev
ancia
de
las
fuentes
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Normas par
a el envío y la r
ecepción de t
raba
jos. PP: 230-234
234
consultadas; 5) apor
tes al conocimiento existente.
b. Criterios formales o de presentación:
1) originalidad, pertinencia y adecuada extensión
del
título;
2)
claridad
y
coherencia
del
discurso;
3)
adecuada
elaboración
del
resumen;
4)
or
-
ganización interna del texto.
El
formato que
usan
los
revisor
es
para evaluar
los ar
tículos
incluye
dos
gr
andes
paráme
-
tros:
Criterios formales o de
presentacióny
Criterios de contenido, los
cuales se ev
aluarán en
una escala que expresa los valores: E=Excelente
B=Bien
R=Regular
D=Deciente
Criterios formales o de presentación:
1) Originalidad, pertinencia y adecuada extensión
del título; 2) Claridad y coherencia del discurso; 3) Adecuada elabor
ación del resumen: objeti
-
vo, metodología, resultados y palabr
as clave; 4) Organización interna del texto.
Criterios de contenido:
1)
Dominio
de
conocimiento
evidenciado;
2)
Rigurosidad
cien
-
tíca;
3)
Fundamentación
teórica
y
metodológica;
4)
Actualidad
y
relevancia
de
las
fuentes
consultadas; 5) Apor
tes al conocimiento existente.
Una vez
arbitr
ado
el ar
tículo,
se dará a
conocer el
concepto de
publicación a
tr
avés de
un
correo
electrónico
al
autor(es)
de
contacto.
En
caso
de
requerirse
ajustes
al
ar
tículo
(Acep
-
tado previo cumplimient
o de correcciones), el o los autores tendr
án un plazo máximo de 15
días para r
ealizar los ajustes (este lapso forma par
te de las 5 semanas la Fase 2), y deber
án
enviar
nueva
versión
del
documento
y
una
car
ta
en
la
que
se
responda
a
cada
una
de
las
sugerencias/observaciones emitidas por los ev
aluadores. Es responsabilidad de los autores
dar cumplimiento a todas las sugerencias y recomendaciones enviadas; si existen desacuer
-
dos,
deber
án
informar
y
argumentar su
posición.
El editor
decide si
el
ar
tículo
modicado es
enviado
nuev
amente
a
los
mismos
pares
evaluadores
asignados
par
a
solicitar
su
aval
nal.
Recibidos los comentarios, conceptos o correcciones, el edit
or junto con el Comité Editorial,
toma la decisión nal de Aceptado para Publicación o No
Aceptado, según el caso.
Si el ar
tículo esAceptado para publicación(sin correcciones o correcciones mínimas) los
autores deberán
cumplir
con
la
entrega
de;
a)
la
versión
nal
del
ar
tículo
en
español
o
en
in
-
glés, según la prefer
encia de
los autor
es; (b) una
autorización al Comité Edit
orial de la revista
para
la
reproducción
de
texto
con
rmas
de
los
autores;
y
(c)
los
datos
de
identicación
de
los autores par
a la respectiva base de dat
os de la revista (código ORCID
, nombr
es completos
y correo electrónico).
Los
ar
tículos
r
echazados
(No
aceptados
para
publicación)
serán
noticados
a
sus
autores
vía correo electrónico.
Etapa 3:
Una vez aceptado
el ar
tículo,
se inicia
el proceso de
edición nal
y maquetación,
en
tres
(3)
semanas,
que
incluye
la
asignación
de
DOI
y
publicación
del
material
en
formato
electrónico
en
la
plataforma
de
Clío.
Revista de Historia, Ciencias Humanas y P
ensamiento
Crítico.
ISSN 2660-903
7
235
1. Methods of Submission and E
valua
tion of Works
Researchers interested in publishing their work in E
diciones Clío should send their propo
-
sal to the following emails.
esdicionesclio.es@gmail.com
.
Proposals
must
have:
identication
of
the
author
or
authors,
indicating:
name,
surname,
institution that they repr
esent (university
, institute, resear
ch center
, foundation), email, curri
-
culum summary of each author with an extension no greater than ten (10) lines, incorporate
the link of each ORCID of each author and provide a cell phone number with the international
code of the country of origin. Likewise, a written communication signed by the authors and
addressed to the dir
ector of the magazine will be presented stating that he expresses inter
est
in proposing their work for publication.
Proposed articles or writings must be unpublished and must not have been simultaneously
proposed to other publications. All works will be e
valuated by a Committee of Specialist Refer
ees
of recognized pr
estige in each of the areas of knowledge that are proposed.
The evaluation of
the Refer
ees will be carried out through the procedure known as a pair of blind men: the ref
erees
and the authors will not know their respective identities.
The evaluation criteria are the following:
a.-
Formal
or
presentation
criteria:
1)
originality
,
relevance
and
adequate
extension
of
the
title;
2)
clarity and
coherence
of
speech;
3)
adequate
prepar
ation
of
the
summary;
4)
internal
organization of the text; 5) all
other criteria established in these regulations.
b.-
Content
criteria:
1)
domain
of
evidenced
knowledge;
2)
scientic
rigor;
3)
theoretical
and
methodological
foundation;
4)
topicality and
relevance of
the
sources
consulted;
5)
con
-
tributions to existing knowledge.
Upon receipt of the response from the appointed Referees Committee, the authors will be
informed by
email of
the corresponding
decision; In
case of
being accepted,
the
work should
be sent by email to the contacts - mail, WhatsApp - pr
ovided by the magazine.
2. Present
a
tion of the works
The
works must
present
an
abstract
of
150
words
maximum and
up
to
four
keywords;
both
the abstract and the k
eywords will be in Spanish and English. Likewise, the title and subtitle of
the work will also be presented in Spanish and English.
The maximum length of the work must
not exceed a
maximum of twenty
(20) pages and
a minimum
of fteen (15).
All papers will
be
presented in letter-size digital W
ord format, with continuous numbering and with margins of
(2) centimeters on each side. The text will be pr
esented at a space and a half, in Times New
Roman font, size 12. For footnotes, the siz
e will be in Times New Roman font size 10.
Guidelines
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP. 235-239. Provincia de Pontevedra - España
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Guidelines fo
r sending an
d r
eceiving papers. PP: 235-239
236
3. Body of the article
Title: It should be shor
t, explanatory and contain the essence of the work.
This title must
be provided in both Spanish and English.
Author (s): Indicate the full names and surnames, the name of the institution where the
work was carried out or the institution to which the author belongs.
This should be placed as
a footnote on the rst
page of the ar
ticle.
Abstract:
No more than one
hundred fty (150)
words, in Spanish
and English. In case the
work is presented in another language.
The abstract must be written in the same language, in
Spanish and English.
Keywor
ds:
Keywords
in
Spanish
and
English
should
be
included
in
a
number
that
ranges
from three t
o four words. These descriptiv
e words facilitate the inclusion of the ar
ticle in the
international database.
Sections and Sub-sections:
It is recommended, if applicable, to divide the work int
o: sum
-
mary
, introduction, theor
etical foundations, methodology
, analysis or discussion, conclusion
or nal consider
ations and r
eferences. Each
of the sections or
sub-sections will be number
ed
with Arabic numer
als.
Citations:
The citation will be made in the text using the author-date modality
, indicating,
if it is a textual appointment, it is located within the parentheses: last name (s) of the author
,
comma, year of publication of the work, followed by a colon and the number (s) of the page (s),
for
example:
according
to
(Granadillo,
1998:
45);
if
it
is
not
a textual
quotation but
a
par
aphrase,
the year number will not be indicated, for example: according t
o Granadillo (1998) or (Gr
anadi-
llo, 1998). If there are se
veral works by the same author published in the same year
, they will be
arranged liter
ally
in alphabetical
order; for example,
(Gr
anadillo,
2008a: 12),
Gr
anadillo
(2008b:
24). If there are two authors,
only the rst surname
of each will be
placed, for example: Accor
-
ding to Pietri and Gr
anadillo (2008: 90) or (Pietri and Granadillo, 2008: 90), following the same
criteria explained above for textual citations and par
aphrase. If there ar
e three or more authors,
the last name of the main author will be placed followed by “
et al”, example: (Rincón et al, 2008:
45).
Quotations
from
unpublished
works
or
works
in
print,
as
well
as
ref
erences
to
communi
-
cations and private documents of limited circulation, should be av
oided as much as possible,
unless strictly necessary
. In the case of documentary
, electronic or other sour
ces that by their
nature are unviable or complex for the adoption of the aforementioned author - date, sugges-
ted in these regulations, the one cited at the bottom of the page can be r
esor
ted to or chosen.
Bibliographic r
eferences:
Refer
ences (bibliographic, newspaper
, oral and / or documen
-
tary) will be presented at the end of the text. The or
der of the references is alphabetical b
y sur
-
name. The diff
erent works by the same author will be organiz
ed chronologically
, in ascending
order
, and if there are two or more works b
y the same author and year
, the strict alphabetical
order by title will be maintained.
CLÍO:
Revist
a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
e (2023)
Guidelines fo
r sending an
d r
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ISSN 2660-903
7
2
37
They will ref
er only to those cited in the work and will be ordered in strict alphabetical or
der
.
Authors are r
esponsible for the accuracy of the ref
erences.
If they are books or manuals, the
y must contain surname (s) and name (s), of the authors
in
capital
letters
(period);
year
of
publication
in
parentheses
(period)
title
of
work
in
bold
(pe
-
riod), place of editorial publication.
If it is information obtained by electronic means, the bibliogr
aphic refer
ence must contain
the same elements indicated by the articles added to: electronic means, address electronic
or web page, date of retriev
al and any other information that is considered useful for the full
identication of the reference.
A
nnexes:
the annexes constitute complementary elements of the text that the reader re
-
fers t
o a par
t of the work or outside of it, with the purpose of illustrating the ideas presented in
the text, expanding or clarifying or complementing what is expressed there.
The annexes are
counted
as
par
t
of
the
number
of
pages
of
the
document.
In
the
case
of
gures
and
tables,
the
author may accompany the original with the illustr
ations that he deems necessary
.
Other Works:
The
following
short
works
are
also
accepted
(maximum
fteen
pages):
Conferen
-
ces, Essays, Reviews: r
ecent reading comments. Reviews: critical analysis (or comment) of recent
reading, documents, texts of a historical and legal natur
e, agreements, statements, interviews: ca
-
rried out for research purposes.
Any other unforeseen situation will be resolv
ed by the editors as they deem appropriate t
o
the interests of the magazine.
4. Objectiv
es and Sc
ope of the publica
tion.
Focus and sc
ope
The Clío magazine is a publication sponsored by E
diciones Clío, the Academy of History of
the Zulia State, the Zulia Center for Genealogical Resear
ch, the Center for Historical Studies
of
the
University
of
Zulia
and
the
International
Network
on
Research T
eaching;
among
other
associated centers.
Its objectives include:
•
Contribute
to
the
scientic
progress
of
Historical
Science
and Human
Sciences,
throu
-
gh the dissemination of research and r
esearch advances proposed by their authors.
•
Stimulate research in Social Sciences, as well as in all related disciplines.
•
Promote
the
presentation, discussion
and
confrontation
of ideas
and
scientic adv
an
-
ces with social commitment.
Clío appears at least twice a year and publishes original works with advances or r
esearch
results in the areas of Sciences described abo
ve, which are submitted to the consider
ation of
ISSN 2660-903
7
CLÍO:
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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r sending an
d r
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238
qualied refer
ees.
5. Priv
acy st
a
tement
Clío magazine publicly recognizes the ethical commitment of all parties involved in the
process of intellectual dev
elopment of research or research adv
ances. In accordance with the
provisions of curr
ent Data Protection regulations, we inform you that the person r
esponsible
for data
treatment is personal.
It will only be
used to answer
questions and any
type of mana
-
gement carried out by this means of communication, reason for which, y
our data will not be
transf
erred to third parties, except by legal obligation.
Y
ou have the right to access, rectify or delete erroneous data, request the limitation of the
processing of your data as well as oppose or withdr
aw consent at any time.
6. S
t
ages of the E
ditorial Pr
oc
ess
Once the Editor and the E
ditorial Committee receive an article, the review will begin in
seven weeks, plus thr
ee weeks for its publication, which are subject to the periodicity of Clío.
Journal of History
, Human Sciences and Critical
Thought.
Stage 1:
Internal review or pr
e-review
, within a period of two (2) weeks. The correspon
-
dence between citations and ref
erences, the thematic compatibility of the ar
ticle with the
disciplinary blocks
of the journal, as well
as the control and verication of plagiarism through
software
on
the
Web
will
be
veried.
The
author
will
be
informed
about
the
acceptance
or
rejection to continue in the arbitr
ation process.
Stage 2:
External
review
,
within
a
period
of
four
(4)
weeks,
through
the
inclusion
of
two
specialist pairs, as reviewers of the article under the double-blind modality
, and in case of
disagreement in the ev
aluation, a third evaluator will be assigned t
o settle disagreements.
These specialists will make observations and issue a concept in terms of: (a) Publishable wi
-
thout modications,
(b) Publishable
with slight modications,
(c) Publishable
with substantial
modications, (d) Not publishable. As
can be seen in our evaluation instrument.
The following criteria are taken int
o account in the arbitration process:
a. Content criteria:
a)
domain
of
evidenced
knowledge;
b)
scientic
rigor;
c)
theoretical
and
methodological
foundation;
d)
topicality
and
rele
vance
of
the
sources
consulted;
f
)
con
-
tributions to existing knowledge.
b. Formal or pre
sentation criteria:
1)
originality
, relev
ance
and adequate
extension of the
title;
2)
clarity and
coherence
of
speech;
3)
adequate
prepar
ation
of
the
summary;
4)
internal
organization of the text.
The format used by revie
wers to evaluate articles includes two main parameters: formal
or presentation criteria and content criteria, which will be ev
aluated on a scale that expresses
the values: E = Excellent B = Good
R = Fair D = Poor
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a de ciencias humanas y pensamient
o crítico / Año 3, Núm 6. Julio / Diciembr
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ISSN 2660-903
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239
Formal or prese
ntation criteria:
1)
Originality
,
relevance
and
adequate
extension
of
the
title;
2)
Clarity
and
coherence
of
speech;
3)
Adequate
preparation of
the
summar
y:
objective,
methodology
, results and ke
ywords; 4) nternal organization of
the text.
Content criteria:
1) Domain
of evidenced knowledge; 2)
Scientic rigor;
3) Theor
etical
and
methodological
foundation; 4)
Actuality
and
relev
ance
of
the
sources consulted;
5)
Contribu
-
tions to existing knowledge.
Once the ar
ticle is ref
ereed, the concept of publication will be made known through an
email t
o the
contact author
(s). If adjustments
to
the article are
required
(Accepted after
com
-
pleting corrections), the author (s) will hav
e a maximum period of 15 days to make the adjust
-
ments (this period is par
t of the 5 weeks of Phase 2), and they must send a new version of the
document and a letter in which each one of the suggestions / observations issued by the eva
-
luators is answered. It is the r
esponsibility of the authors to comply with all the suggestions
and
recommendations
sent;
if
there
are
disagreements,
they
should
inform
and
argue
their
position.
The
editor
decides
if
the
modied
ar
ticle
is
sent
again
to
the
same
peer
ev
aluators
assigned
to
request
their
nal
endorsement.
Once the
comments,
concepts
or
corrections
are
received, the editor
, together with the Editorial Committee, makes the nal decision of Accep
-
ted for Publication or Not Accepted, as the case may be.
If the ar
ticle is Accepted for publication (without corrections or minimal corr
ections) the
authors must comply
with the delivery of;
a) the nal version
of the ar
ticle in
Spanish or Engli
-
sh, according
to the
preference
of the authors; (b)
an authorization t
o the Edit
orial Committee
of
the
journal
for
the
repr
oduction
of
text
with
the
authors’
signatures;
and
(c)
the
identication
data of the authors for the respective journal database (ORCID code, full names and email).
Rejected ar
ticles (Not accepted for publication)
will be notied to their authors via
email.
Stage 3:
Once the
ar
ticle
is
accepted,
the
nal editing
and
layout
process begins,
in
three
(3) weeks, which includes the assignment of DOI and publication of the material in electronic
format on the
Clío platform. Journal of History
, Human Sciences and Critical
Thought.
ISSN 2660-903
7
24
0
Datos sobre el trabajo
Título del trabajo.
Fecha de Recepción en RCS:/ /
Fecha de envío al Arbitro:/ /
Recibido por el Arbitro:
F
echa de Evaluación:
Arbitraje
Aspectos a E
valuar
E
B
R
D
Justicación y/o Observaciones
1.Título
2.Resumen
3.Palabras Cla
ves
4.Claridad y coherencia del discurso
5.Coherencia interna del trabajo
6.Organización de secciones y sub-secciones
7.Bibliografía citada
8.Dominio del conocimiento
9.Aportes al conocimiento del objeto
10.Contribucion a futuras investigaciones
11. Conclusiones
12. T
ablas, cuadros y grácos
13. Apreciación General
E=E
xc
elente B=Bien R=Regular D=Deficient
e
OPINIÓN
Publicable sin modicaciones.
Publicable con ligeras modicaciones.
Publicable con modicaciones sustanciales.
No publicable.
*
Nota: Si requier
e modificaciones, por favor inclúy
alas en hoja aparte; y siempre que se
a posible indique página y líneas
donde sugiere las modificaciones. Es
to se puede hacer c
omo not
a de comentario al t
exto en la p
arte later
al derecha del
mismo. At
entamente; Dr
. Jorg
e Vidovic Director – E
ditor de
Clío. Revist
a de Hist
oria, Ciencias Humanas y Pensamiento
crítico
.
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP.240. Provincia de Pontevedra - España
ISSN 2660-903
7
241
Clío: Revista de Historia, Ciencias Humanas y Pensamien
-
to
Crítico;
es
un
órgano
de
difusión
periódica
de
investi
-
gaciones arbitradas de alcance internacional, adscrita a
Ediciones Clío, La Academia de Historia del Estado Z
ulia
y al Centro Zuliano de Inv
estigaciones Genealógicas. Su
objetivo
es
difundir
investigaciones
y
reexiones
que
se
hacen desde las Ciencias Humanas abordando proble
-
máticas sociales desde distintas áreas del estudio como
la Historia, Filosofía, Educación y P
edagogía, Ciencias
Políticas, Antropología, Sociología entr
e otras ciencias
humanas;
siempre
bajo
una
perspectiva
crítica.
Su
na
-
turaleza
es
interdisciplinaria
de
manera
que
apar
te
de
publicar
artículos
cientícos;
permite
la incorporación
de
otras secciones o apartados dentro de su contenido para
conferencias, ensa
yos, entrevistas, escritos sobr
e ar
te y
ar
tistas, textos de car
ácter histórico, jurídico, acuerdos,
declaraciones, reseñas
de libros
y
medios
audiovisuales;
entre otros.
CLÍO: Revista de ciencias humanas y pensamiento crítico
Año 3, Núm 6. Julio /Diciembre (2023)
PP.241. Provincia de Pontevedra - España