Resumen
La afectividad y la convivencialidad son elementos esenciales para la evolución del ser humano, tanto en sus aspectos intrínsecos como sociales; contribuye a la configuración de relaciones estables, que conducen a la felicidad, entendida en términos aristotélicos de completitud, de asociación política, que se perfila hacia la búsqueda del bien colectivo. Estos factores se ven manifestados en diferentes etapas de la vida, que van desde su nacimiento hasta la muerte, dimensionando el carácter ético de la sociedad, incidiendo en relaciones significativas, que ayudan a definir la personalidad y los vínculos con la alteridad. En el plano psicológico, ayuda a promover la salud mental y a regular de manera crítica las emociones. Dentro del pensamiento ético contemporáneo, se recalca en el valor de estas categorías para la conformación histórico-cultural de la humanidad, para promover el cuidado de sí, el respeto a la alteridad, ejerciendo influencia dentro de los espacios de actuación privados y públicos, fortaleciendo las relaciones intersubjetivas. En virtud de lo anterior, el presente artículo, desarrollado bajo un método hermenéutico-documental, analiza la interrelación existente entre afectividad y convivencialidad, tomando como ruta de abordaje el pensamiento ético contemporáneo, apuntando hacia lo tangible del cuidado de sí y del otro, evidenciable en el mejoramiento de las relaciones e interacciones entre los individuos.